La travesía de la errancia

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Traducción de Myriam Montoya Prólogo de Eduardo García Aguilar

Stéphane Chaumet

La travesía de la errancia La traversée de l’errance


stéphane chaumet nació en 1971 en Dunkerque, Francia, a la orilla del mar. Ha vivido en Estados Unidos, México, Siria y China. Es autor de los libros de poesía La mordedura y la piedra (La morsure et la pierre), En la desnudez del tiempo (Dans la nudité du temps), Urbanas miniaturas (Urbaines miniatures), Células (Cellulles), y del relato El paraíso de los velos (Au bonheur des voiles), que cuenta su experiencia en Siria. Sus poemas han sido traducidos al español y al árabe. Es también editor y traductor de poesía latinoamericana contemporánea.



La travesía de la errancia | La traversée de l’errance La Cabra Ediciones Colección Azor

© 2010, Stéphane Chaumet © 2009, La Cabra Ediciones, S.A. de C.V. (editor) Callejón del Atrio #8-1 bis, casa 3, Cuadrante de San Francisco, Coyoacán, 04320, México, D.F. © 2010, Universidad Autónoma de Sinaloa Dirección Editorial Ángel Flores s/n, Centro Culiacán, Sinaloa © 2010, de la traducción, Myriam Montoya © 2010, del prólogo, Eduardo García Aguilar

1ª edición, 2010

Fotografía de portada S. C., Siria, 2005 Diseño y formación La Cabra Ediciones, S.A. de C.V. María Luisa Martínez Passarge

isbn

978-607-7735-05-2

Hecho en México


Stéphane Chaumet

La travesía de la errancia La traversée de l’errance Traducción del francés | Myriam Montoya Prólogo | Eduardo García Aguilar



prólogo

Travesía y errancia en la poesía de Stéphane Chaumet Eduardo García Aguilar

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rancia, China, Siria, México, Estados Unidos y Colombia son algunas de las tierras donde Stéphane Chaumet ha recalado a lo largo de su vida dedicada a la poesía y a la pasión de crear, leer y traducir. Como en otros tiempos T. E. Lawrence de Arabia en los de­siertos de Oriente Medio, este poeta nacido en 1971 en Dunkerque, al norte de Francia, frente a las aguas del mar del norte, deci­ dió escoger la errancia sin destino como motor de sus palabras tras abandonar su tierra de origen y emigrar a Pa­rís, la ciudad a la que siempre regresa de sus viajes por el mundo. Chaumet fue marcado en la adolescencia por la lectura de La vi­ da es sueño, de Calderón, obra que en su más conocido verso —“qué es la vida, una ilusión, una sombra, una ficción”— re­sume con cla­ ridad la efímera aventura humana. Esa lectura lo conectó con el mun­do hispánico y la lengua castellana que, a su vez, hizo la tra­ ve­sía hace medio milenio para llegar a los mundos de ultramar la­ti­ noa­mericanos.

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Tal vez por esa razón esta colección de poemas se titula Travesía de la errancia, es decir, la movilidad errante de la palabra y el cuer­ po que, como planetas, giran en torno a sí mismos y, a su vez, se des­ ­pla­zan hacia confines infinitos e innombrables. La travesía signi­fi­ca la mediación entre los mestizajes, así como la posibilidad de llevar mensajes entre las orillas y tejer puentes allí donde la comuni­ca­ción se dificulta o es imposible. La errancia, por su parte, no tie­ne ob­je­ ti­vo alguno y se nutre de lo aleatorio del viaje a merced de los en­ cuentros, porque sus vehículos principales son el cuerpo, el de­seo y el erotismo, que aparecen en la poesía de Chaumet como esencia bá­ sica del errante sin rumbo. Los poemas publicados en su libro Urbaines miniatures (20002004) están llenos de rabia por la injusticia humana y el horror de la existencia, y muestran con su grito la dificultad de arrancarse al terruño nativo e ir hacia otros parajes sin destino fijo, por lo que son diatriba y arreglo de cuentas con el origen. La voz que canta o grita en estos poemas citadinos toma la forma de una marginal desahu­ cia­da que recorre avenidas y calles e impreca a los transeúntes mos­trán­doles su inercia. Les dice que “no dejará de hablar” por­ que lo hace “para no morir”, y que miente para que “el mundo no se de­r rum­be”, como si la realidad dependiera de esa voz loca y de­sespera­da, de ese grito del que manan cadenas y pedazos de piel sanguinolenta. Esa palabra que denuncia mentiras y falsedades ur­banas está ya fuera, es ajena al mundo organizado de los citadinos mansos que caminan a votar, trabajar, obedecer y pagar impues­tos y se protegen dentro de sus autos, habitáculos anestesiados. Sonido de cláxones, vibración de rieles, griterío de niños, estallido de vi­ drios, tropel de pasos, en­cuentros, desapariciones, olvidos, so­le­da­ des, pa­trullas, ambulancias, luminosidades nocturnas están pre­sentes en los poemas urbanos de Chaumet y en esas historietas que, en su miniatura, captan instantes de la vida contemporánea. En Dans la nudité du temps (1999-2001), su poesía hace un ho­

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me­naje al instante y al tiempo inasible; se reconcilia con el mundo por medio del cuerpo, el amor, el goce y la fascinación por la mujer, la hembra iniciática, la cóncava madre ancestral y Coatlicue pre­ his­tó­rica a la que el poeta retorna sin cesar. En la parte titulada “Alcohol del alba” vivimos esos intantes de viento, aurora, agua, alba, in­vier­no, noche, sol, tierra, sal, insomnio, cielo, rayo, trueno, eternidad, ilu­sión, que constituyen la piel del mundo porque “avanzar sobre la tierra que se reseca y resquebraja” es similar a ob­ servar el deterioro ineluctable del rostro humano. En ese canto considera que el mundo tiene “un aura femenina” palpable. “No temas —dice—, esa mujer danza con la muerte pa­ ra entorpecerla” porque “la muerte sube la columna vertebral de los días” y “el trueno amoroso espera con paciencia en el hie­lo de tu ausencia”. Son poemas llenos de vida y, a la vez, cons­cien­tes de la muerte, la finitud y la maravilla de ser, amar, palpar, oler, sabo­rear, mirar y escuchar. Poemas de los sentidos, los de la desnudez del tiem­po son los de la palabra libre ante la naturaleza y el deseo: “en el cuar­to oscuro de tu deseo, sin jamás haber sabido orar, mu­do, mi amor ora”, dice uno de sus poemas. La travesía de la errancia (2003-2006), traducido por la poeta My­riam Montoya, incluye poemas de distintas temáticas y formas. Des­de el principio el poeta nos enfrenta a la partida y el olvido, a lo ina­sible, agua que fluye entre las manos, polvo sobre el que mar­ cha­mos hacia el fin. Son poemas que juegan a crear pliegues de pa­ labras de los que surgen destellos de lucidez, atisbos de esperan­za, relámpagos de amor. En esa búsqueda, sin embargo, nos encontra­ mos, por ejemplo, con la visión de las momias de Guanajuato, que re­sumen en su impactante testimonio el trazo de la vida en la seca piel, los arrugados vientres y sexos de mujeres y hombres que pervi­ ven gritando es­pec­trales ante los milenios. Chaumet nos acerca a los poetas Li Qingzhao, Marina Tsvetáieva y Forough Farrokhzad, y a tra­ vés de ellos a sus paí­ses visitados. Luego nos introduce al cuarto

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cerrado y a los cuerpos que, allí amándose, dan la espalda al mundo y son captados en su mi­nuciosidad de venas, suspiros y miradas. Poemas claros, transparentes, escritos desde la vena y la sangre, los de Stéphane Chaumet buscan con las palabras más simples las ver­dades más complejas que vibran en una gota de agua o en los des­plazamientos del cuerpo deseado en una habitación mínima: son poe­sía porque son vida y muerte, trasiego, cuerpo y nada, deseo y olvido.

París, 18 de julio de 2008.

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La travesía de la errancia La traversée de l’errance


L’errance, une façon de traiter l’incompatible


La errancia, una manera de tratar lo incompatible


Encore tu dois partir laisser les lueurs de la ville et cette femme doublement étrangère qui la visitera? Mais laisser ce bagage d’angoisse tu ne peux pas. Sur l’eau noire où tu t’éloignes allume une bougie pour elle et contre ce ciel muet et noir sans remède. Puis enfonce-toi dans l’oubli qui est la vraie mémoire du temps.

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Otra vez debes partir dejar las luces de la ciudad y esta mujer doblemente extranjera ¿quién la visitará? Pero dejar ese equipaje de angustia no puedes. Sobre el agua negra donde te alejas alumbra una vela para ella y contra ese cielo mudo y negro sin remedio. Después húndete en el olvido que es la verdadera memoria del tiempo.

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J’ai cassé mon rêve sur les dents de la réalité avec le même plaisir qu’un enfant fouille les entrailles vides d’un jouet. Sans stupeur. Et la crainte de s’égarer s’efface avec l’illusion du lieu.

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He roto mi sueño contra los dientes de la realidad con el mismo placer que un niño hurga las entrañas vacías de un juguete. Sin estupor. Y el temor de perderse se diluye con la ilusión del lugar.

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À l’envers des paupières une craie dessine l’indéchiffrable trace le destin sans clé de ta présence au monde. La nuit veille sur la parole abandonnée. Comme par émeute un silence explose dans ta tête.

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En el envĂŠs de los pĂĄrpados una tiza dibuja la indescifrable huella el destino sin clave de tu presencia en el mundo. La noche vigila sobre la palabra abandonada. Como un motĂ­n un silencio explota en tu cabeza.

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Je ne cherche plus la clé, la formule magique, le signe fatal. Il n’y en a pas. La réalité tisse des constellations minuscules et indé­ ­chi­ffra­bles qui nous lient. Nous tentons d’en apercevoir la forme dans la nuit, d’en percer le sens qui toujours nous échappent, et que seule l’intuition permet de frôler. Rare est la vision. Nos rêves nous égarent et on s’étonne d’être déçus. Cette voix secrète qui cherche à nous alerter à la croisée des che­ mins, nous ne la comprenons pas, on l’entend, mais elle parle une langue que notre mémoire nous laisse sur le bout de la langue, au bord de l’oubli, une langue étrangère dont on se souvient que si elle a dû, un temps, nous être familière, nous l’avons perdue. Rare est la vision.

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No busco más la clave, la fórmula mágica, la señal fatal. No hay. La realidad teje constelaciones minúsculas e indescifrables que nos ligan. Intentamos percibir su forma en la noche, horadar el sentido que siempre nos escapa, y sólo la intuición permite rozarla. Rara es la visión. Los sueños nos extravían y ser decepcionados nos extraña. Esa voz secreta que busca alertarnos en el cruce de caminos, no la comprendemos, la escuchamos, pero habla una lengua que nues­ tra memoria nos deja en la punta de la lengua, al borde del olvido, una lengua extranjera de la que uno se acuerda que si, un tiem­ po, ha debido sernos familiar, la hemos perdido. Rara es la visión.

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Índice

Prólogo Travesía y errancia en la poesía de Stéphane Chaumet Eduardo García Aguilar

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Encore tu dois partir… | Otra vez debes partir… J’ai cassé mon rêve… | He roto mi sueño… À l’envers des paupières… | En el envés de los párpados… Je ne cherche plus la clé… | No busco más la clave… Tenter de retenir… | Intentar retener… La parole… | La palabra… Ce qui se charrie… | Lo que se acarrea… Maison, foyer… | Casa, hogar… Un vagant traverse le bord… | Un errante atraviesa el borde… Un geste qui efface… | Un gesto que borre…

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La mort sans fin | La muerte sin fin Le goût des provisions… | El gusto de las provisiones… Peut-on franchir de la vie… | ¿Podemos desde la vida franquear… L’hiver a frappé… | El invierno ha golpeado… 1. Tu grattes le sable… | 1. Arañas la arena… 2. Le cri boit… | 2. El grito bebe…

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Une silhouette s’éloigne… | Una silueta se aleja… Charbon de mots… | Carbón de palabras… Cellules d’or… | Células de oro… Que transmettrons-nous… | ¿Qué transmitiremos… Aux momies de Guanajuato… | A las momias de Guanajuato… Une petite fille mord dans la mort… | Muerde en la muerte una niña…

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Quatre poètes pour franchir | Cuatro poetas para franquear Nous aussi nous buvons… | Nosotros también bebemos… Un désir… | Un deseo… Je mange les boucles de cerises… | Como las cerezas de los aretes… 1. Ton regard… | 1. Tu mirada… 2. Métisse… | 2. Mestiza…

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Une chambre et le dehors | Un cuarto y el afuera Noir calme de la chambre… | Negra calma del cuarto… Souffle qui ouvre… | Soplo que abre… Dans une chambre… | En un cuarto… Un endroit provisoire… | Un lugar provisorio… Dans une chambre… | En un cuarto… Les heures perdues… | Las horas perdidas… Gouttes d’eau et de sel… | Gotas de agua y de sal… Ma langue n’a pas… | No tiene mi lengua… Fraîche de la douche… | Fresca después de la ducha… Tu fais glisser… | Haces resbalar… Ma bouche invente… | Mi boca inventa… Bras dans l’étendu… | Brazos en la extensión… Ongles de pied rouges… | Rojas uñas de los pies… Puissante la pluie… | Poderosa la lluvia… Dans le port de Tripoli… | En el puerto de Trípoli…

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Je n’ai fait que passer… | No he hecho más que pasar… Tu glisses l’épingle… | Deslizas el alfiler… La fatigue est au bord… | El cansancio está al borde… Humilité sauvage… | Humildad salvaje… Tu as toujours rêvé d’être… | Has soñado siempre… Ce qu’on laisse… | Aquello que uno deja… Reflets surgis… | Reflejos surgidos… Une corde de violoncelle… | Una cuerda de violonchelo… Dedans l’encens brûle… | Adentro el incienso arde…

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Toujours là et jamais de retour | Siempre ahí y nunca de regreso Passer un seuil… | Pasar un umbral… 130 Vêtus de peaux… | Vestidos de pieles… 132 Le vent qui donne… | El viento que da… 134 Hay caminos… | Hay caminos… 136 Tout l’incompris… | Todo lo incomprendido… 138 Qu’est-ce… | ¿Qué es aquello… 140 Pourtant l’errance… | La errancia sin embargo… 142 À l’inverse du taon… | A la inversa del tábano… 144 Lieu, visage… | Lugar, rostro… 146 Rage jouissive… | Rabia dichosa… 148 Tes seins qui penchent… | Tus senos que se inclinan… 150


La travesía de la errancia | La traversée de l’errance de Stéphane Chaumet Marzo de 2010 Impresión | Imprenta Universitaria Ignacio Allende y Josefa Ortiz de Domínguez 1532 col. Gabriel Leyva, Culiacán, Sinaloa Cuidado de la edición | Stéphane Chaumet y María Luisa Martínez Passarge 1 000 ejemplares


otros títulos en la serie azor Jorge Enrique Adoum | Claudicación intermitente [antología] Rodolfo Alonso | Poesía junta [1952-2005] Jotamario Arbeláez | Paños menores Jorge Boccanera | Libro del errante Régis Bonvicino | Poemas [1990-2004] Rafael del Castillo | Aires viciados. Antología personal, 1981-2006 André Doms | Piedra de agua Antonio Cisneros | A cada quien su animal Alfredo Fressia | Eclipse. Cierta poesía, 1973-2003 Juan Gelman | Los otros Ferreira Gullar | Animal transparente Lêdo Ivo | Poesía en general [antología 1940-2004] Jaime Jaramillo Escobar | Tres libros Niki Ladaki-Filippou | Hacia Kerini y otros poemas Omar Lara | Argumentos del día [antología personal, 1973-2005] Eduardo Langagne | Lo que pasó esto fue José Ángel Leyva | Duranguraños Eduardo Lizalde | Todo poema está empezando [antología, 1966-2007] Floriano Martins | Tres estudios para un amor loco Carlos Montemayor | Los poemas de Tsin Pau Margaret Randall | Dentro de otro tiempo: reflejos del Gran Cañón Juan Manuel Roca | Las hipótesis de Nadie Víctor Rodríguez Núñez | Todo buen corazón es un prismático Máximo Simpson | A fin de cuentas Jordi Virallonga | Por si no puedes

bilingües Stéphane Chaumet | La travesía de la errancia | La traversée de l’errance Luuk Gruwez | Cosas perdidas | Verloren dingen Lêdo Ivo | Réquiem Roland Jooris | Inerme | Weerloos Eduardo Lizalde | Baja traición. Crestomatía de poemas traducidos Stefaan van den Bremt | Matando al héroe | Helden doden


Travesía de la errancia, es decir, la movilidad errante de la pa­labra y el cuer­po que, como planetas, giran en torno a sí mismos y, a su vez, se des­­pla­zan hacia confines infinitos e innombrables. La travesía signi­fi­ca la mediación entre los mestizajes, así como la posibilidad de llevar mensajes entre las orillas y tejer puentes allí donde la comuni­ca­ción se dificulta o es imposible. La errancia, por su parte, no tie­ne ob­je­ti­vo alguno y se nutre de lo aleatorio del viaje a merced de los en­cuentros, porque sus vehículos principales son el cuerpo, el de­seo y el erotismo, que aparecen en la poesía de Chaumet como esencia bá­sica del errante sin rumbo. Poemas claros, transparentes, escritos desde la vena y la sangre, los de Stéphane Chaumet buscan con las palabras más simples las ver­dades más complejas que vibran en una gota de agua o en los des­plazamientos del cuerpo deseado en una habitación mínima: son poe­sía porque son vida y muerte, trasiego, cuerpo y nada, deseo y olvido. eduardo garcía aguilar [Del Prólogo]

universidad autónoma de sinaloa


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