¿Ha muerto la poesía? Tres preguntas para resucitar o morir. Canek Zapata
J OSÉ K OZER , L UIS M ARINA , L UCÍA E STRADA , J UAN C ARLOS A BRIL , PABLO M OLINET, F LORIANO M ARTINS , D ANIEL C ALABRESE , R ODRIGO P ETRONIO , Quisimos (con la entrevista a Alfredo Fressia) dar comienzo a un ring de sombras en torno a la poesía, su quehacer, y su actualidad, donde los poetas nos dieran su opinión sobre una serie de topos comunes que rondan la argumentación ligera y generalista en torno a la poesía. Aquí ampliamos las miras del proyecto, realizando tres preguntas a varios poetas para que ellos nos dieran su versión y así continuar un dialogo en torno a eso que llamamos poesía. Podemos ver en estas respuestas que las posiciones de los poetas suelen ser mucho más abiertas y expansivas que los que la crítica y el simplismo de las cofradías quieren ver minimizadas. Hay aquí a una variedad de poetas con inquietudes diversas que tienden más puentes y proposiciones de las que somos capaces de llevar a cabo. La poesía no se produce en moldes, cada auténtica propuesta tiene vida propia. Si bien las ideas en sí pueden tocar aristas unas con otras y sentir el filo entre ellas, resulta sorprendente ver como no resultan discordantes bajo ese marco de pluralidad que hemos abierto y en la masificación informativa del siglo veintiuno. Aquí vamos…
José Kozer. Poeta cubano-estadounidense 1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su país, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, y por qué sí o por qué no? Toda beligerancia tiene sus oscuridades, complejas motivaciones, y en el fondo, muchos intereses propios (creados). Lo ideal es que esa belicosidad sea constructiva, un modo público y personal de reflexión sobre la poesía que hacen en un momento dado los poetas, y que de esa reflexión surjan amalgamas, construcciones disímiles, que se entremezclen, se desdigan y confundan, confirmen la expresión de cada cual en la creación de textos múltiples, complejos, donde no haya anquilosamientos ni cerrazones. Es fácil hablar de poesía de vanguardia o surrealista o neobarroca a grosso modo, y contrastarla con una poesía transparente, directa, conversacional. Es fácil y un modo a la ligera, falso y conveniente de soslayar la complejidad del texto, de todos los textos. La realidad del texto es otra: en lo conversacional y transparente hay densidades, recovecos, planos superpuestos que brillan en la oscuridad y oscurecen desde las tinieblas del desconocimiento propio la luz ambiente o interior; en la poesía de la dificultad, de lo denso, hay pozas de transparencia donde el lenguaje se pliega a la expresión directa, y comunica con palabras asequibles a un niño que comienza a balbucir. Mas, y esto me entristece, muchos se atrincheran, y desde sus trincheras caen en la guerra de los poetas, que es una inutilidad total, que lo único que hace es d añar a la Poesía, impedir un crecimiento que en principio debe basarse en la alteración constante del estro poético, y una mudanza al ritmo de los tiempos propios y del momento histórico. Permítaseme al respecto añadir que quienes practicamos una poesía de la densidad, no conformamos grupo alguno, no estamos en guerra con nada ni con nadie, somos literalmente cuatro gatos dispersos que a veces nos comunicamos como amigos, no para conspirar contra nadie, sino para cotejar nuestros esfuerzos, sus logros y sus fracasos, y seguir trabajando. En todo este asunto, los malentendidos son múltiples, y no creo desencaminar al sugerir que en alguna ocasión, con algún tipo de apoyo institucional, se convoque un encuentro de poetas de estas dos modalidades (no son las únicas, solo las más visibles) para una conversación abierta y respetuosa que permita en el futuro una mejor relación entre quienes hacemos poesía.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema? Se escribe, por lo que veo y lo que me llega a diario, más poesía que nunca (también somos más sobre el desastrado planeta) a la vez que se publican ingentes cantidades de poemas en todas partes y en todos los idiomas. Eso me parece bien. No tengo nada contra la cantidad, incluso la cantidad descomunal, después de todo soy un tipo que ha escrito hasta la fecha unos 9670 poemas. No sé si este fenómeno va de la mano con el hecho de leerse hoy en día menos poesía, mi impresión es que los poetas leemos bastante poesía, y el público en general, incluido el académico, profesional y profesoral, no lee más o menos que antes. La poesía siempre la ha leído poca gente, si tomamos como punto de partida el siglo XIX y la explosión comercial, literaria, editorial y mundial de la novela. Más que abundancias de escritura poética o de lectores dedicados a leer poesía, lo que me preocupa es la calidad ulterior, a plazo largo y muy largo, de lo que se escribe, y cómo se lee. Y ahí entramos en una zona de subjetividad de la cual es difícil salir airosos, y sin hacer peligrar el propio sentido de la objetividad. Creo que todo texto poético debe ser una concurrencia de riesgo, ceguera lúcida, y dificultad de expresión; y que toda lectura debe moverse simultáneamente en planos muy diversos, y hacerse desde un ojo clínico, casi científico, que a la vez es ojo comprometido, inmiscuido, en el texto que se lee. Leer reflexionando, y escribir corrigiendo el texto, hasta alcanzar una visión amplia y profunda de lo escrito (leído) es la base de trabajo en la que debemos darnos la mano, casi que en equipo, y comprometidos, para un mejor entendimiento de toda escritura.
3- En el siglo veintiuno, con los avances en comunicación (todo siglo ha tenido los suyos), particularmente de Internet, ¿qué papel supone cumple la poesía? Creo que, el de siempre, Internet y tecnología actual no cambian el papel de la poesía, que es el de crear belleza, vivir las asperezas y extrañezas del lenguaje, que es el de la realidad que nos ciñe, nos anima y desconcierta. La poesía aprovecha los avances técnicos actuales para darles a conocer, lo cual me parece muy bueno, pero, de nuevo, lo que se da a conocer no garantiza la duración, la
continuidad en el tiempo histórico, de lo creado. ¿Es posible creer que de tantos miles y miles de poetas que escriben poemas a diario en todas partes quedará un acervo compuesto por millones y millones de poemas y de poetas, digamos, dentro de doscientos años? Por favor. Quedarán como siempre diez gatos y cien poemas maullando, más no habrá. Así, a mi juicio, lo mejor es escribir sin la pretensión de inmortalidad, de creernos Lope de Vega o Góngora, Blake o Shake speare, Eliot o Pound: escribir, leer escribiendo, escribir leyendo, y olvidar que hemos escrito. Se escribe, y la propia escritura nos borra: desaparecemos entre las líneas de nuestra propia escritura, y así, borrados, podemos seguir escribiendo hasta el final.
Luis Marina. Poeta español y diplomático. 1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su país, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, y por qué sí o por qué no? Creo que la polémica entre “conservadores” y “vanguardistas” es artificial en casi todos los ámbitos, pero de manera más acusada cuando se intenta aplicar a la poesía. Ninguna personalidad poética lo suficientemente compleja cabe en tan burda taxonomía, por mucho que los críticos (y los cánones universitarios) se empeñen. Pessoa, por ejemplo, ¿es conservador o vanguardista? Sin entrar en la personalidad del hombre, y ciñéndonos a su poesía, lo más que se puede decir es que vagamente vanguardistas son las odas de Álvaro de Campos y ligeramente “conservadores” los poemas simbolistas de Ricardo Reis. Mucho más orientativa (y esclarecedora sobre el estado de la poesía contemporánea) me parece la observación del poeta portugués Ruy Belo acerca de la “poesía nueva”: “Llamar poesía nueva no a la llamada poesía moderna, sino a la poesía sin más, la poesía de siempre, incluyendo naturalmente aquella que en nuestros días se presenta como la única capaz de proyectarse en el futuro, por haber plasmado, o presupuesto, vivo, nuestro tiempo… La novedad
pertenece a la propia esencia de constitutivamente, una palabra poética”.
la
poesía.
Toda
palabra
nueva,
es,
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema? Parece obvio que la relación entre poesía y mercado editorial no es pacífica hoy. Como probablemente nunca lo fue. Algunos, caso de Enzensberger, sostienen incluso que ése es justamente uno de los elementos constitutivos del acto poético: la poesía no posee un valor intrínsecamente económico, lo cual se traduce en que su difusión a través de los canales de distribución mayoritarios se dificulta sobremanera. Tampoco tengo demasiado claro que me gustara ver ciertos libros de poemas en los estantes del supermercado, junto a las latas de atún —y menos aún junto a los productos editoriales que habitualmente se venden en esos mismos estantes. La poesía presupone una particular disposición en el lector (y comprador) de un libro de poemas. Es esa disposición a dejarse llevar por el vértigo de la trascendencia lo que busca, y valora, el buen lector de poesía, y lo que hace del lector de poesía (por no hablar del que la escribe) casi un freak en este mundo nuestro que ha decretado no ya el fin de la poesía, sino el fin de toda posible trascendencia.
3- En el siglo veintiuno, con los avances en comunicación (todo siglo ha tenido los suyos), particularmente de Internet, ¿qué papel supone cumple la poesía? No creo que haga falta recordar que ya a comienzos del XIX Hö lderlin se preguntaba cuál el sentido de los poetas en tiempos de indigencia, que es tanto como preguntarse cuál el sentido de los poetas en cualquier tiempo y lugar, pues todos los que han vivido los hombres han sido, hasta hoy, de indigencia. Examinando detenidamente la pregunta de Hölderlin podemos obtener alguna pista acerca de ese sentido. Y es que uno de los temas mayores de la poesía desde sus orígenes (ya desde el homérico “Canta, oh Musa,…”) ha sido el cuestionamiento de su propio ser, eso que en nuestros días se ha dado en llamar
metapoética. El poema, cuando organismo vivo, se convierte en espejo que refleja el asombro de la existencia; esa sensación de extrañeza, esa “muerte sin fin” que acompaña al estar vivos, y que es quizás lo único humano que poseemos. Así, la poesía verdadera nunca da respuestas, sino que se limita a formular preguntas. Nuevas preguntas. La poesía abre nuestro campo de visión, pero no desde el lado de las certezas, sino desde el lado de las dudas. ¿Y acaso no es lo humano la más viva, la más cierta de todas las dudas?
Lucía Estrada. Poeta colombiana y promotora cultural
1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su paí s, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, y por qué sí o por qué no?
La verdadera poesía siempre escapa de todo lo que restringe su libertad de nombrar, de cuestionar, de señalar con un grito o un gesto silencioso… No creo que se trate de un problema de vanguardistas y conservadores, pues ella también escapa de todo concepto que la clasifique. La poesía es. No importan el tiempo y la forma, no importan los cánones ni la “utilidad” que muchos quieren darle… Ella siempre llegará con las palabras precisas, con el ritmo y la luz necesarios para acompañar nuestras búsquedas por diversas que ellas sean. Creo que la única beligerancia que asume como propia la poesía, y la que deberíamos asumir quienes nos aventuramos a escribirla, es sin duda el combate
con nosotros mismos, con la sombra que en nosotros proyecta la realidad, con nuestro propio lenguaje, con las cuerdas que dulcemente nos atan a convicciones ajenas, con la diplomática yunta que triza la dignidad del hombre, su derecho a la verdad, al vuelo, a la belleza.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema?
Tal vez haya algo cierto en todo esto. Vivimos un tiempo en el que importa mucho la producción y poco la profundidad de una experiencia tan íntima y necesaria como la lectura. Las editoriales piden que nuestros autores entreguen un libro cada año. Un libro que pueda venderse, un libro que entretenga al público, que puedan leer sin que ninguna duda, ninguna pregunta los detenga. En esta perspectiva de lectores rápidos y livianos, y de autores todavía más rápidos y ansiosos por aparecer, por publicar, por tener “un nombre” dentro del mercado de libros y los círculos literarios como si eso significara alguna cosa, me pregun to qué tan consistente puede ser la sustancia que alimente su escritura. Por supuesto,
hay
excepciones
como
siempre,
y
con
seguridad
sabremos
reconocerlas… Francamente creo que cada cual tendrá que revisarse…
3- En el siglo veintiuno, con los avances en comunicación (todo siglo ha tenido los suyos), particularmente de Internet, ¿qué papel supone cumple la poesía?
Me parece que no hay diferencia. La poesía no depende del papel o la pantalla que la contenga. Es otra cosa, y siempre apuntará a un diálogo íntimo, a la palabra y al silencio que somos. ¿Su papel? El de siempre: restituirle al hombre lo perdido.
Juan Carlos Abril. Poeta español, antólogo, profesor universitario. 1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su país, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, y por qué sí o por qué no? No creo que se acabe la poesía, como decía Gustavo Adolfo Bécquer, «mientras haya un misterio para el hombre, / ¡habrá poesía!». Otra cosa es el papel que juega cada vez más la poesía en una sociedad como la nuestra, pues como sucedió en el siglo XIX: el arrinconamiento de los poetas es una realidad cada vez más absoluto. La razón instrumental y utilitarista se ha impuesto de manera obscena y las posturas vanguardistas pretenden ser más radicales. Más que conservadores, yo diría tradicionalistas, porque hoy en día, también, ser vanguardista es ser conservador, y en la historia de la literatura contemporánea ha habido, además, muchos y muy conservadores de signo político, de si gno vanguardista. En cualquier caso, es cierto, la tradición conserva pero, como dijo Octavio Paz, vivimos en «la tradición de la ruptura», o sea, la vanguardia es otra tradición más. Eso, además, se observa muy bien en México. Decía que las vanguardias pretenden ser más radicales pero en realidad le hacen el juego al capitalismo mucho más que la tradición, ya que enclavan al poeta en un aislamiento, que es lo que busca el sistema para justificar el aislamiento de la cultura, que no «sirve» para nada. El poeta debe ser una persona normal, debe ir a la oficina, y la labor de zapa está ahí, desde dentro del sistema, como el viejo topo, escarbando y siempre alerta. En mi caso, creo que un buen poema debe ser fiel a la tradición y a la vanguardia, pero con una salvedad, si te escoras demasiado a la vanguardia corres un peligro, que no te entienda nadie, ni siquiera los propios poetas, y eso es un peligro no ya para tu poesía, sino también para la misma supervivencia del género. La poesía ya es un género para muy pocos para que encima la hagamos nosotros cada vez más difícil.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema?
Vivimos tiempos muy boyantes para la publicación y la escritura. Afortunadamente hay cada vez más gente interesada en la palabra poética, pero a la vez se produce una poesía de baja intensidad, ya que al democratizarse el gusto, y al convertirse en un «todo vale», se pierde el referente, el criterio de la calidad. Bueno, como en cualquier «boom» la poesía se establecerá en otro lugar distinto al que partió, pero el reto estriba en hacer, formar lectores. No podemos perder el horizonte ilustrado, la certeza de que la educación y la cultura nos salvarán. El neoliberalismo quiere destruir precisamente esto, parece como que ha dicho «basta ya», vamos a cortar el reparto, que no sepan tanto. Porque el conocimiento es lo que de verdad está en juego, y si la sociedad no sabe, mejor, porque se seguirán manteniendo las condiciones de explotación actuales, o peores. Quieren dejarnos desamparados, crear vastas capas populares semi-analfabetas y con ningún interés cultural, que confundan cultura con cultura de masas, con reality shows, y conocimiento con un documental de televisión o un artículo de Wikipedia. Además, también habría que pensar en lo que respondía en la anterior pregunta, cuando los poetas escriben en una jerga para poetas, y en hay casos en que ni para ellos mismos, los lectores se espantan, no se preocupan por la poesía. No siempre «la sociedad es la culpable»: también son responsables los propios poetas de que no se lea poesía.
3- En el siglo veintiuno, con los avances en comunicación (todo siglo ha tenido los suyos), particularmente de Internet, ¿qué papel supone cumple la poesía?
La poesía es palabra en el tiempo, atendiendo a la clásica definición de Antonio Machado, así que seguirá funcionando mientras exista la palabra y exista el tiempo. En algunos casos, como el particular fin de la historia de Fukuyama, que se ha visto superado y completamente obsoleto, el tiempo sigue funcionando y, aunque quisieron acabar con los grandes discursos, siguen operando, aunque de modo distinto. Todo se está reubicando con el Internet, es cierto, pero no dejará de existir. La poesía siempre cumplirá un papel mientras el ser humano exista ya que la palabra poética se halla en el horizonte de la expresión individual y colectiva de nuestra existencia, es como un límite que buscamos «tocar» o alcanzar en diferentes situaciones en relación con los sentimientos. Da igual el soporte, escrito en papel, en pergamino, en un palimpsesto, oralmente o twitteada. Las necesidades expresivas siguen estando ahí, son inherentes al ser humano, como el
lenguaje, es algo biológico, y los temas que toca la poesía no dejan de ser al fin y al cabo universales, si es que los universales existen: una celebración, una muerte, un lamento, un himno, una reflexión, una sátira, el paso del tiempo…
Pablo Molinet. Poeta mexicano, editor, ensayista
1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su país, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, y por qué sí o por qué no? Sí que me parece justificada, pues lo que se debate es la naturaleza actual del género (de la que podría deducirse su lugar en el contexto de la literatura y su inserción en el marco general de la cultura): a los ‘vanguardistas’ les interesa que la poesía haga las veces de un revulsivo, un golpe crítico que descoloque al lec tor, que lo haga dudar de sus certezas respecto al lenguaje y una realidad opresiva y alienante marcada por las relaciones de poder y propiedad y los ocultamientos/mistificaciones que éstas propician. A los ‘conservadores’ les importa que el poema ofrezca asideros emocionales al lector, puntos de contacto con lo profundo e intemporal de la experiencia humana tal y como la Tradición lo contiene y expresa. Hay, por supuesto, posturas intermedias –y también ajenas–, personales o de grupo, pero es útil atender a los extremos. La –acaso innecesaria y sin duda crispante– rispidez del debate se debe a que ambas posturas se definen por repulsa hacia la opuesta y se pretenden únicas y prescriptivas; no obstante, hay en la desavenencia preguntas tácitas cuya respuesta no podemos obviar los lectores, los críticos ni los autores, verbigracia: 1. 1) ¿Qué entendemos por poesía? a. a) Un texto nítido que acude a la emoción. b. b) Un texto enrarecido que acude a la extrañeza.
c. c) Un discurso elevado que se formula desde y hacia lo intemporal. d. d) Un discurso a ras de suelo que se alimenta de lo inmediato y lo interroga. e. e) Ninguna de las anteriores. f. f) Una mezcla ad libitum de al menos dos. 1. 2) ¿Un texto poético es político? Si la respuesta es no: a. a) ¿Poesía y política son ajenas, fish & bicycle, y sanseacabó? O bien, b. b) ¿se lee y escribe poesía con fines de sublimación y debemos asumir que el género existe para trasladar la atención a un punto distante y aún ajeno al lado más áspero y urgente de la realidad? c. c) ¿Qué hacemos con la poesía política de derecha (Allen Tate, cierto Eliot) y con la de izquierda (nutrida nómina), o con la vena política de un d. 1. 3) a.
b. c. d.
Derek Walcott o un Lasse Söderberg? d) ¿Cualquier carga ideológica es programática y panfletaria? Si la respuesta es sí: a) ¿Lo es en la medida en que refuerza un discurso dominante, por ejemplo el heteronormativo? [ “Que amo (a las mujeres, naturalmente, / pues mi amor puede decir su nombre)” –Nicolás Guillén, cursivas mías]. b) ¿O bien en la medida en que disloca esa clase de discursos? c) ¿Lo es en tanto que propicia la reconciliación con el mundo por vía del lirismo? d) ¿O bien en tanto que incita la enemistad con el status quo por algún camino crítico del lirismo?
Por otro lado –y con Epstein en mente– pienso que el mito del zoólogo y el elefante (Jakobson vs. Nabokov) abrió en su momento una escisión empobrecedora para los “elefantes”, pues –hoy día es obvio– la reticencia a adquirir saberes básicos, como el de la retórica, o bien algún rudimento de análisis crítico, disminuye severamente la capacidad de intervención del escritor sobre su propio texto. Además, los interlocutores privilegiados de la literatura –y los embajadores de ésta ante el público–, son los “zoólogos”, los scholars, no los gerentes de marketing, que –forcemos la metáfora– vienen siendo los traficantes de marfil.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican m ás
poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema? La estadística y el análisis cuantitativo de una realidad dada, disciplinas de toda una vida, merecen el mismo respeto que los escritores reclamamos para la literatura, de modo que cualquier argumentación basada en cantidades debería respaldarse
con,
justamente,
cantidades
metódicamente
compiladas
e
interrogadas. Pienso también que las variaciones en el número de lectores, editores y hacedores de poemas en un tiempo y un espacio dados, representan un (apasionante) misterio cuya elucidación correspondería idealmente a un grupo audaz y enérgico de historiadores y filólogos.
3- En el siglo veintiuno, con los avances en comunicación (todo siglo ha tenido los suyos), particularmente de Internet, ¿qué papel s upone cumple la poesía? Volvamos a la primera pregunta y preguntémonos qué papel cumple qué poesía, pues no será el mismo para los usuarios de las apps de Muerte sin fin o Piedra de sol que para los seguidores de Nueva Provenza, el blog de Inti García San tamaría. A mi entender, al menos en México la lectura, la crítica y la práctica del género, el propio canon, se encuentran en un periodo de transición del que no van a salir pasado mañana. Ahora bien, la relación entre la literatura y la red me parece part icularmente fértil. La literatura ha acompañado el desarrollo de la red desde que, circa 1970, los ñoños usuarios de la Arpanet se recomendaban entre sí libros de ciencia ficción vía correo electrónico. Tengo para mí que, entre otros factores, conversacion es de esa clase condujeron al desarrollo de los pizarrones de avisos virtuales, las listas de correo, los foros, la vivaz antigüedad online de la que –por vías diversas– provienen lo mismo Twitter que Whatsapp. A fines de los 90, diversas inquietudes literarias influirán en el desarrollo y crecimiento de los blogs, a su vez factor clave en la evolución de la Internet actual. La red, que es generosa, ha pagado con largueza ese servicio a la literatura en al menos dos sentidos. El primero, fundamental, atañe al presente en relación con el pasado: hoy día un usuario ducho, crítico y persistente puede recorrer, en menos
de un año, vía una veintena de sitios (entre ellos los venerables The Gutenberg Project, Bartleby, Perseus, la biblioteca en línea de la Universidad de Virginia, la Biblioteca della Letteratura Italiana, Gallica, el Centro Virtual Cervantes, también Google Books, Internet Archive, Scribd y #bibliotuits), el trecho que media entre la Ilíada y Anne Carson, con cuantos recovecos, variaciones y rodeos prefiera. Más temprano que tarde, el usuario en cuestión deberá recurrir a las librerías y bibliotecas reales, pero la red le habrá otorgado, si sabe buscarlo, un panorama histórico completo, gratis, sin necesidad de adquirir un solo ebook. El otro sentido corresponde al presente en relación con el futuro: las apps, los videos, en general la multimedia basada en piezas literarias e injertada en la red (o almacenada en la nube), suma públicos aparentemente ajenos, también ensancha la comprensión y las posibilidades del texto literario, tanto para el lector como para el editor, el crítico y el escritor.
Floriano Martins. Poeta brasileño, director de la revista Agulha, antólogo y editor. 1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su país, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, y por qué sí o por qué no? El tiempo pasa y las preguntas se repiten. Los insultos del presente, las obsesiones por la necropsia del futuro, la ceguera en relación a los mecanismos del pasado. ¿Es verdad que ya estamos en el Siglo XXI? El algo increíble, pero demasiado real para ser fantástico. El futurismo se fue, el expresionismo no ha llegado a ser, el surrealismo sigue vigente en sus preocupaciones originales. Todo eso porque el tiempo pasa y no aprendemos nada con las preguntas, aunque se repitan y se repitan, siempre las mismas. No hay beligerancia entre conservadores e
vanguardistas. Hay incomprensión. Los dos pueden ser tontos de la misma marca. La vanguardia es un fenómeno del paso del tiempo en la creación artística, nada más. Y cuando pasa el tiempo es normal que la vanguardia sea incorporada a la tradición. Es un golpe de ingenuidad o de completa malicia pensar distinto. Un golpe publicista, de un modo u de otro.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema? No hay paradoja en eso, es una matemática básica: no hay tiempo, dinero o mismo interés en la lectura de esa multiplicación verbosa de libros por todas partes. No hay criterios de publicación, los mecanismos de impresión y circulación se encuentran demasiado facilitados, superados únicamente por la vorágine del ego, así como el deseo siempre será superior a su objeto. No es una cuestión política, pero sí de comprensión de las cosas, una vez más del movimiento del tiempo. Si es fundamental a un poeta escribir más y más poemas, pues que los escriba. Haber en el mundo quién los va a leer es otra cosa. Además la poesía está por todas partes, en nuevas ópticas, en nuevos vislumbres, y aunque no sea lo mismo que el poema es otra forma de cuestionar y cuestionarse. Ahora, lo que de algún modo pasa - y ahí sí hay otro tipo de ceguera que tampoco es política - es que los eventos de lectura de poesía están marcados por razones más de la amistad y el prestigio, olvidándose cada vez más la calidad de las obras y la condición real de performance de los poetas invitados. En verdad, hay que cambiar los mecanismos de organización de esos eventos, que hace mucho han dejado de ser atractivos, sea para los poetas, sea para el público.
3- En el siglo veintiuno, con los avances en comunicación (todo siglo ha tenido los suyos), particularmente de Internet, ¿qué pap el supone cumple la poesía?
¿Una vez más la broma sociológica del papel de la poesía? ¿No ha sido suficiente el suicidio de Maiakóvski? ¿Tampoco el primero manifiesto del Surrealismo? ¿Lautréamont, mucho antes? La poesía hay que vivirla, esto es lo que debe estar presente en nuestro ser. La tecnología nada tiene que ver con eso. Sigue la misma determinación de todos los tiempos: el hombre hay que aprender a ser, ir al más hondo de sí mismo en búsqueda de su identidad. La poesía, el arte, es parte de esa
búsqueda incesante.
Daniel Calabresse. Poeta argentino, editor, ex combatiente de las Malvina.
1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su país, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, y por qué sí o por qué no? No hay nada nuevo bajo el sol, está bien. Pero decretar la muerte para resolverlo puede ser una solución demasiado sencilla. Nietszche mató a Dios, Foucault al Hombre, Fukuyama a la Historia, Barthes al autor, Lyotard a las grandes narrativas, Derrida a la metafísica… Queda una sensación de exterminio que nos hace pensar en una especie de abuso de poder sobre la creación. Un poeta conservador es una especie de oxímoron, una contradicción lógica; se es conservador o se es poeta. Quizás en el campo del lenguaje tengan lugar las discusiones del conservador y el vanguardista, pero esto sucede en la forma, en el paisaje, en la superficie del poema. De manera que sí se justifica la polémica, pero reducida a ese ámbito.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema? La poesía es un arte mayor cuya instrumentalización es el lenguaje, de forma que toda persona alfabetizada podría ejecutar sus artificios sin los estudios ni la preparación, por ejemplo, que requiere un músico. En tal sentido, los economistas
hablarían de un “bien abundante” generado por “una actividad sin barreras de entrada”. Claro, nadie impide a todo aquel que sepa escribir que publique un poema en Internet. Estoy de acuerdo, entonces, con la segunda parte de la afirmación: que se escribe y se publica más. Sin embargo, que se lea menos es discutible o tiene, por lo menos, matices. Quizás ya no ocurran fenómenos como Veinte poemas de amor, de Neruda, que llegó a la categoría de best seller mundial; pero, en general, que se venda menos no significa que se lea menos, y en ello Internet tiene un papel decisivo porque amplía y facilita el acceso hasta niveles insospechados.
3- En el siglo veintiuno, con los avances en comunicación (todo siglo ha tenido los suyos), particularmente de Internet, ¿qué papel supone cumple la poesía?
Alguna vez la poesía fue llamada la Cenicienta de la literatura, en cuanto a que era –junto con la literatura dramática– la menos leída, la menos impresa, la menos comprada. Los poetas estaban conscientes de que no podían lograr los estándares de lectura y difusión que alcanzaban los narradores. Pero eso quedó, literalmente, en el papel. No olvidemos que rara vez una edición de poesía traspasaba las fronteras, pero que hoy podemos leer a los poetas del mundo sin otra condición que tener acceso a Internet. Es frecuente comprobar, en la s páginas que tienen un contador de visitas, que un poema acumula miles de lecturas, y todavía nos sorprende. El hecho de que la poesía siga siendo no-comercial, respecto de la industria del libro, facilita esta condición porque las editoriales no restringen a sus autores o a sus lectores la difusión en la red.
Rodrigo Petronio. Poeta brasileño, editor, académico. 1- En los años noventa, el crítico estadounidense Joseph Epstein
anunciaba la muerte de la poesía, por lo menos en su paí s, cuando la vanguardia Beatnik había sido incorporada a los cánones universitarios. En el mundo Iberoamericano la beligerancia entre conservadores y “vanguardistas” de diversa índole continúa ¿piensa que es justificada, y por qué sí o por qué no? Sí, hagamos un análisis dialéctico, y veremos: esa beligerancia es un falso problema. Toda polarización es una ilusión. Una manera de desviar la atención para lo que realmente importa. El propio concepto de vanguardia ya se ha cambiado muchas veces. Hoy día su sentido es totalmente distinto de lo que era en los años 20, 30, 50 o 70 del siglo pasado. Incluso su sentido ideológico, político, estético. El debate mundial es mucho más interesante cuando se propone analizar el fenómeno de la ruina de los proyectos de la modernidad y el eventual hecho de si vivimos o no en una pos, hiper, trans, ultra o neomodernidad. Creo que esto debate sea más interesante, porque obliga el arte y la poesía que se aparten de su aislamiento y encarnaren el real. La disputa entre conservadores y vanguardistas es semejante aquella pieza de Brecht, Aquellos que dicen sí y aquellos que dicen no. Es un típico debate que atesta la condición colonizada de la América Latina. La condición colonizada por excelencia, como piensa Adorno, es la producción espontánea de falsas síntesis y de falsas polaridades. Esto sólo interesa a los dueños del poder. A nadie más. Y en este sentido, siento que el embate entre conservadores y vanguardistas perdió las huellas de la Historia. Creo que el fascinante concep to de contemporáneo desarrollado por Giorgio Agamben puede venir a ser una salida para estos esquematismos.
2- ¿Qué opina de la paradoja que muchos poetas y críticos repiten en diversos foros?: “Hoy se lee menos poesía, pero se escribe y se publican más poemas. ¿Cuánto hay de política en el tema? De hecho, esta es una cuestión interesante. Creo que ella exorbita la escena de la poesía. No lo sé cuantificar este fenómeno en la poesía. Pero siento que sea una parábola kafkiana cualquier artista, no solo los poetas, que quieran hacer arte sin absorber arte, comprender arte, leer arte, vivir inmerso en las voces, vidas y obras de otros artistas. En esto sentido, soy muy borgeano e eliotiano. Me gustan más los libros que leí que los que escribí. Y: la originalidad viene de las otras voces que articulamos en nosotros, cambiándolas en nuestras voces. La poesía es una emoción potencializada por mediación del lenguaje. El lenguaje es el Otro del poeta. Los
poetas de todos los tiempos, son el Otro de la poesía. Todavía esto me parece un fenómeno de la propia sociedad de masas, dónde se tienen creado una relación cronocéntrica con el tiempo y una relación de productividad en todas las esferas humanas. Estamos adentrando una esfera de un presente absoluto. Todo se con sume y se consuma. Los hechos históricos están en un constante despliegue de sus sentidos eminentemente históricos. Algunos nombran esto movimiento justamente como la posmodernidad. Me gusta mucho el análisis de Peter Sloterdijk. Él ve en esto momento del capitalismo la consumación de las desinhibiciones que nortean la modernidad desde su inicio. Sí existe un vestigio político en esto fenómeno, como en todo. Pero siento que tenemos que verlo bajo una mirada más antropológica, para comprenderlo bien en toda su amplitud.
3- En el siglo veintiuno, con los avances en comunicación (todo siglo ha tenido los suyos), particularmente de Internet, ¿qué papel supone cumple la poesía? Creo que van a cumplir, simultáneamente, muchos papeles y ninguno. La poesía nació de los rituales extáticos de los chamanes. Más aún, surgió de las primeras manifestaciones orales de los paleo-homínidos, o sea, en la emergencia misma de la cultura humana. Me interesan cada vez más los sistemas de mediaciones. Tanto que estoy intentando desarrollar en la filosofía una teoría llamada mesología, una teoría general de las mediaciones. Sé que es imposible apartarnos del conjunto de los medios técnicos de cada época. Ellos determinan nuestra propia captación de la realidad, dan forma a lo informe e abren los horizontes mismos del mondo. El mundo es la coma de las posibilidades y aberturas que el hombre crea en la physis con la acción de los medios. Para la poesía, me encanta saber que los poetas están empezando a hacer poemas tridimensionales, animados, y que la palabra puede mezclarse con el vídeo, la performatividad, el cine, la música, las tecnologías digitales y mismo los hábitats cibernéticos, con avatares y realidades paralelas. Particularmente, en los últimos tiempos, yo y mi novia, que es actriz y poeta, hemos intentado hacer algo uniendo poesía y performatividad. Los resultados aun son tímidos, tenemos que profundizar más. Todavía, no comprendo que la esencia del desarrollo del arte sea necesariamente una crítica de los soportes del arte. Alguien puede muy bien recrear un canto amerindio o desubicar un padrón rítmico de los aborígenes, y con ellos hacer una poesía oral o escrita de increíble complexidad. Lo nuevo solo es nuevo cuando su origen es inmemorial.