Pdf atlas 100 años de Pasión Rojinegra

Page 1



Editorial M

Directorio Luis Fernando Loza Lepe Dirección General José Díaz Betancourt Dirección Editorial Martín de la Paz Coordinación de Información Luis Díaz Redacción l.loza@polideportivo.mx Gerencia Comercial Miguel Ángel Avilés Diseño 100 años de pasión rojinegra es una publicación deportiva, editada y comercializada por Marketing Deportivo. Número de certificado de reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: en trámite. Número de Certificado en trámite. Impreso en los talleres de: Zafiro. Las opiniones de los artículos son responsabilidad de su autor y no reflejan necesariamente la opinión del periódico. Dirección: Atmósfera No. 2846B Col. Jardines del bosque, CP 44520, Guadalajara, Jalisco, México. Correo electrónico: ventas@polideportivo.mx

3

il veces arriba el Atlas!, arenga que dejó como legado el inolvidable Ramón Cano, hoy toma una nueva dimensión, la pasión por los colores rojinegros esta renovada en plenos festejos de su centenario. Cuenta la historia que en 1916, algunos jóvenes jaliscienses dieron vida a un proyecto deportivo singular y de altos vuelos, nunca pensaron que una centuria después, los colores de ese sueño sean toda una religión. Década tras década hasta sumar diez, el Atlas se ha consolidado no solo como once jugadores cada ocho días sobre una cancha de futbol, es, pese a sus detractores; uno de los principales protagonistas del deporte en Jalisco y en el país. Muchas páginas de gloria futbolera de este país las han escrito los egresados de esta academia, desde los propios Cortina, pasando po los Valdatti, Cubero, Torres, Zetter, Delgado, García y más, hasta aterrizar en nuestros tiempos por los Borguetti, Márquez y Guardado... siempre hay una camiseta rojinegra en los momentos de brillantez del futbol mexicano. Es el Atlas y su fiel afición uno de los activos más importantes del futbol en México, contradecirlo es una necedad, cuestionar su palmarés es un capricho, los altibajos de este club engrandecen su historial superados todos con la astucia misma de un zorro siempre al acecho. Bienvenidos a este paseo por Cien Años de Pasión Rojinegra, un proyecto editorial hecho con el ánimo de no dejar pasar este año como uno más en la historia atlista, este es sin duda un pasaporte que anima a toda la familia rojinegra a ser por lo menos, otros cien años, !el sostén del mundo¡


Juventud en la

Guadalajara

de 1916

José Díaz Betancourt

P

ara llegar al centro de Guadalajara había que saltar, cada dos o tres pasos, los charcos y baches inundados por la lluvia reciente. El año anterior, la ciudad había sufrido el sitio villista: opresión, batallas, infortunio y un desasosiego que ya había disminuido; el ambiente era más amable entre los 125 mil habitantes. Era la recta final del verano y la tarde se sentía fresca, porque la emoción acompañaba a esos jóvenes que por la mañana habían pateado un balón de cuero en un terreno aledaño a la fábrica propiedad de uno de ellos. En ese llano, un puñado de asombrados obreros los había observado con incredulidad mientras comían sus almuerzos. Cuando la pelota llegaba hasta ellos por accidente, eran corregidos por los noveles futbolistas porque se las regresaban con la mano. “¡Con el pie, muchacho, con el pie!”, les gritaban. El futbol no era aún muy conocido, no obstante que se sabía que varios equipos ya existían en la ciudad. Después de entrenar los chicos se habían citado en un café del centro, llamado Rimans, porque querían formar un equipo –al que aún no sabían cómo llamar– no para competir contra ellos mis-

4

mos e inmediatamente contra otros, sino, primero, para tener una identidad, repetir y emular lo que habían visto, conocido y aprendido recién en Europa ante espigados, enjundiosos, pero sobre todo elegantes jugadores colegiales con la fuerte disciplina inglesa. Al llegar al café, uno a uno sintieron el alivio de que una mesa estuviera dispuesta para ellos, pues el lugar estaba lleno. Luego de los preámbulos y de una conversación agitada, a veces coronada por gritos de emoción que el resto de los comensales reprobó moviendo la cabeza de un lado a otro, los muchachos salieron de ahí con el nombre de su equipo y con la resuelta idea del diseñador que les daría identificación con un escudo, mediante una condición suprema: los colores rojo y negro, y con la convicción de que sostendrían el mundo: Atlas. El día era el 15 de agosto de 1916, y esos chavales: Juan José Lico Cortina, Gabriel Romo, Luis Aguilar, Raúl Romo, Federico Collignon y Alfonso Cortina, los hermanos Fernández del Valle y los también hermanos Orendain: Ernesto, Tomás y Rafael. Juan José Cortina fue el motor de ese equipo, tuvo las primeras imágenes sobre el uniforme del conjunto basadas en la

idea mitológica del sostén del mundo en cuanto al nombre y los colores del Colegio Ampleforth, de Inglaterra fundado en 1802, donde estudiaron varios de los fundadores. Entretanto, aquel diseñador del que hablaron en el café, tan joven como ellos, Carlos Sthal, de 22 años, creó el escudo. Sthal, pese a los numerosos reconocimientos nacionales e internacionales que obtuvo a lo largo de su vida, fue la “A” rojinegra su más famoso diseño. Cuando los jóvenes salieron del café, llovía sutilmente, la noche muy negra obscurecía las calles pero el corazón intensamente grana de los chicos iluminó la senda hasta sus casas.



Paradero José Díaz Betancourt

L

6

a idea de tener un Club con instalaciones propias había prevalecido entre los directivos atlistas por largos años, pero nunca como en los 50 tras la obtención del título mayor, así como de decenas de campeonatos regionales y otros que hasta entonces había conseguido el equipo en el futbol y en otras disciplinas. En esa época, el Club y sus otras actividades deportivas y recreativas habían usufructuado la posesión de los terrenos del legendario El Paradero, pero la realidad es que su tenencia era irregular, de modo que a don Jesús Urrea Avilés –presidente en esos años– le obsesionó la idea de construir un Club que enorgulleciera a los rojinegros, y para ello tendrían que regularizar los diez mil metros cuadrados que poseían desde principios de siglo y que pertenecían, una parte a la Comisión Federal de Electricidad y otra, a don Emiliano Favier. Para deshacer el nudo y conseguir el apoyo que se necesitaba, se contó con la influyente intervención de Francisco Galindo Ochoa –quien por esa época gozaba de un momento cumbre en la política y deseaba ser candidato a gobernador del estado–, quien aprovechando su cercanía que como jefe de prensa tenía con el presidente, llevó a buen puerto la gestión. El mismísimo secretario de hacienda, Antonio Ortiz Mena, hizo las cuentas, fijó el crédito y programó los abonos para que la directiva del Atlas pudiera construir lo que en ese entonces fue uno de los clubes deportivos más modernos del país. En la transacción también se incluyeron los terrenos, y la operación tuvo un costo de poco más de 5 millones de pesos; se generaron 500 títulos de deuda, y el Club tenía entonces tres mil 500 socios

El sitio Siendo como era desde el virreinato, la entrada a Guadalajara estaba en San Pedro Tlaquepaque, que se encontraba a una jornada para llegar a la gran capital, y ahí solían descansar no sólo los viajeros comunes sino hasta los más encumbrados, a fin de entrar descansados y lozanos a Guadalajara. La villa se fue convirtiendo en un polo de desarrollo y de recreación importante para los tapatíos, quienes recorrían la distancia en todo género de medios de transporte hasta que se instaló el tranvía de mulitas en 1874. Se trató de la primera línea de tranvías en Guadalajara, que realizaba varias paradas y una de las más gustadas por la gente se ubicaba en la gran arboleda de la calle Catalán, a la que se llamó popularmente el Paradero. Mulas, y después trenes, tomaban aliento ahí para subir la dura cuesta hasta San Pedro. Los pasajeros podían optar por quedarse en ese punto durante un tiempo toda la tarde, comer y refrescarse con las aguas de los manantiales del Rosario; más tarde, con la presencia del equipo que empezó a jugar en los llanos aledaños a la Compañía Eléctrica, también disfrutaban del futbol y empezaron a declararse fielmente atlistas. En 1936, además de la cancha y sus tribunas principales, en el club había dos más de futbol, alberca, vestidores, diamante de béisbol y alberca reglamentaria con fosa de clavados, salón de baile y pérgolas para descanso de la gente.



Las madrigueras rojinegras Martín de la Paz

F

8

ue en el verano de 1916. Un grupo de jóvenes tenían la nostalgia y la añoranza a flor de piel. Y fue justo ahí, en los rumbos de El Paradero –donde hoy reina el caos vial y las desviaciones por las obras de la línea tres del Tren Ligero–, que estos muchachos, encabezados por los hermanos Alfonso y Juan José “Lico” Cortina, decidieron formar un club diferente a todo lo que había en esos tiempos. De este modo, entre calandrias, tranvías y caballos surgiría el club de futbol Atlas, y con ello la primera madriguera de los Zorros, ésa que marcó historia al ser el primer equipo uniformado; ésa que fue la primera en crear una escuela de futbol y ésa que narran los escritos de los viejos diarios, que fue la primera en tener un futbol de calidad y alta competencia, lo que lo llevó a ser el primer campeón de Jalisco en el ya lejano año de 1951. Tras quedar constituido, de manera oficial, como Club Atlas, en la casa de campo que la familia Orendain tenía en San Pedro, Tlaquepaque, se buscó la casa o madriguera para el equipo, ya que sus primeros encuentros se celebraron en un terreno ubicado al poniente de la ciudad, cercano al Country Club, propiedad de don Eugenio Pinzón, quien fue benefactor y presidente vitalicio del equipo en varias ocasiones. De ese sitio se trasladaron a unos llanos conocidos en ese tiempo como La Bajadita, cercanos a San Pedro. Ahí, vistiendo sus pantalones bombachos y con un sombrero de fieltro mostraron y depu-

raron su técnica inglesa para hacerse de sus primeros seguidores. Para 1917 estrenaron sus instalaciones en El Paradero, donde además de fincar el club se organizó la primera escuela de futbol y se construyó el estadio o graderías de madera. Hoy en este lugar se encuentran el velódromo panamericano y el foro, creados para la disciplina de halterofilia en los Juegos Panamericanos de 2011. Sesenta y cuatro años después, a inicios de los 80, ya con una afición cimentada y con cupo insuficiente en sus instalaciones, el Atlas deja El Paradero, llamado así porque ahí se encontraba un terreno en forma de medio círculo con tejas de barro donde paraban los tranvías que partían de Guadalajara hacia San Pedro, Tlaquepaque. A principios de los 80, el club vende las instalaciones de El Paradero y deja al equipo sin casa para practicar futbol, ya que únicamente tenían el campo de golf. Tiempo después es rescatado por una promotora formada por quince directivos, de los cuales muchos todavía forman parte de la directiva actual. Posteriormente, el Atlas como club recupera al equipo que era manejado por la promotora y a mediados de esa década de los 80, la nueva directiva adquiere los terrenos de Atlas Chapalita y Atlas Colomos, por lo que el equipo comienza a tener de nueva cuenta una sede. Todo eso le fue dando solidez y le ayudó a recuperar su filosofía y su tradición de trabajo con fuerzas básicas.


Y surge La Academia

Martín de la Paz

Y

9

a con 27 años de fundado y una gran trayectoria en el futbol amateur, en 1943 el equipo ingresa al fútbol profesional. Y es a mediados de los años cuarenta, que como resultado del estilo de juego, el Atlas fue nombrado “La Academia”. Y en 1946 ganaron el Campeonato de Copa venciendo al Atlante 5-4, y se coronaron Campeón de Campeones venciendo 3-2 al Veracruz. En 1950, el River Plate llega a México y derrota a dos equipos capitalinos dejándolos en ceros (Atlante 6-0 y América 8-0). Para el 26 de Enero de ese año enfrentan a “Los Académicos del Atlas” que en un partido histórico vencen al equipo argentino 3-2, con una gran actuación de Edwin Cubero. El año 1951 es quizá uno de los años más significativos del Atlas, ya que en la temporada 1950-51, se proclamaron Campeones de Liga y Campeón de Campeones. Desde entonces son ampliamente conocidos como una de las mejores escuelas de Fuerzas Básicas del país, formando jugadores como: Rafael Márquez, Oswaldo Sánchez, Pável Pardo, Jared Borgetti, José de Jesús Corona, Mario Méndez, Andrés Guardado etc... El Atlas junto a sus archirivales, las Chivas del Guadalajara se han convertido en los 2 más importantes representantes del fútbol del occidente de México, rivalidad que nació en 1917, durante la celebración del Torneo Manuel M. Diéguez donde golearon 17-0 a los rojiblancos.

El equipo del 51 Raúl Córdova, Felipe Zetter, Luis Ornelas, Guillermo del Valle, Javier Novello, Juan José Novo, Alberto “Dumbo” López, Edmundo Manzotti, Juan “Chapetes Gómez, José “Chivo” Mercado y Edwin Cubero (autor de los tres goles).

El dato El 10 de Julio del 2007, el equipo “La Coruña” de España compra a Andrés Guardado por una cifra récord en el fútbol mexicano de siete millones de euros.


P

ara Don Roberto Guerrero Ayala, Nacido en Zamora, Michoacán en 1936, pero radicado en Guadalajara desde 1975, narra en su libro autobiográfico La voz bravía: “Cuando el Atlas jugaba contra el Zamora iba siempre en su contra. Pero con el tiempo me fui haciendo amigo de los jugadores y empecé a ver el fútbol del Atlas. En aquella época no había televisión, así que tenía que venir a Guadalajara para poder ver al equipo. Y desde el primer momento me enamoraron” Y es en ese libro en el que menciona a los jugadores, a su juicio más destacados de la historia y que deben ser tomados para formar el once ideal de todos los tiempos.

Alineación Ignacio Jáuregui

Lateral Guillermo Hernández

Defensa Jesús del Muro Defensa Raúl Córdoba

Roberto Masciarelli

Portero

Defensa

Héctor Brambila

Felipe Zetter Defensa

Portero

10

Pável Pardo Lateral


ón Histórica Bernardino García

Medio

Roberto Guerrero Ayala Actualmente labora para Radiorama de Occidente y Canal 44 (UdeG).

Javier Novello

Medio Juan Pablo Rodríguez

Medio José Luis Herrera

Medio José Delgado Medio

Adalberto López

Delantero Antonio Flores

Delantero Alfredo Torres

Delantero

11


El campeonato del 51 Martín de la Paz

C

12

Domingo 22 de abril de 1951, una tarde para la historia, tarde con sabor a revancha y gloria absoluta.    Desde las nueve de la mañana de ese día se abrieron las puertas del ya desaparecido estadio Martínez Sandoval, mejor conocido como Parque Oro  (que se ubicaba en las calles Gigantes y la 30). Previo al cotejo estelar, un Clásico tapatío entre el Atlas y el Guadalajara, se disputó el encuentro de la categoría Juvenil entre las escuadras de Cuauhtémoc y Atlas.     Más  de diez mil almas abarrotaron las tribunas del Parque Oro. Pero en las afueras, otros miles más intentaban entrar, por lo que fue necesario solicitar el apoyo de la fuerza pública para contener los embates y evitar, en lo posible, los conocidos portazos. Todos querían saber si por fin Jalisco tendría campeón en la liga de futbol profesional.    El ingrediente especial del cotejo era el Guadalajara, equipo que en el torneo anterior evitó que los Rojinegros se coronaran al derrotarlos y, con ello, el Veracruz se llevó el título. Atlas sólo necesitaba la victoria y no la logró contra el equipo del puerto.    La mesa estaba puesta: el estadio y sus alrededores lucían a tope, y la ciudad y su zona conurbada estaban conectadas a los aparatos radiofónicos, más de 60 por ciento de la población estuvo el pendiente del partido.    Así, ante una expectante afición, a las doce del mediodía de ese domingo se escuchó en todo Jalisco el silbatazo del árbitro español Horacio “Cuate” Salceda. Iniciaban las acciones y el Guadalajara, conocido simplemente como los Rojiblancos, que en esa temporada venía de menos a más, dominó parcialmente

la primera parte, en la que no se registró ningún gol.    Pero al minuto diez del segundo tiempo, una jugada rápida y vertical del Atlas termina en penalti: para los Rojinegros, marcación justa, pero para los Rojiblancos, por el contrario, fue rigorista..    Tras la marcación, Ewdwin Cubero, goleador histórico del Atlas, tomó el balón, no permitió que nadie más pensara siquiera en cobrar la pena máxima. Todo estaba listo, la tribuna con las palpitaciones al cien: se escucha el silbatazo, arranca Cubero y goooooooollllll del Atlas.  Los Rojinegros festejan en las tribunas, pero la emoción no pudo ser soportada por don Ángel Bolumar Montada, exjugador y directivo rojiblanco, de nacionalidad española, quien falleció por un ataque cardíaco.    La historia estaba escrita: Atlas fue el primer equipo de Jalisco en ser campeón en la liga profesional y lo consiguió ante su más acérrimo enemigo, los Rayados del Guadalajara.

El dato 10 mil personas, capacidad del estadio Martínez Sandoval o Parque Oro  Costo de entrada: $ 5.00 pesos, numerado  $ 3.00 pesos, sombra  $ 1.50 pesos, sol  $ .75 centavos, niños en sombra  $ .25 centavos, niños en sol   Taquilla general registrada: $ 45 mil pesos



Calidad de Exportación José Díaz Betancourt

C

uando Rafael Márquez salió del Atlas rumbo a Europa se cristalizaron una buena parte de las aspiraciones de los directivos y aficionados atlistas de ese tiempo. Era 1999 y si bien, representaba una vez más reincidir en el viejo agravio de vender los mejores jugadores en vez de retenerlos para la causa rojinegra, el hecho de que el novel Márquez viajara al Mónaco representó un escaño diferente, un tema que presumir. Muy pronto seguirían a Rafa jugadores como: Jared Borguetti, Pável Pardo, Andrés Guardado, Mario Méndez y Edson Rivera, quienes también se convirtieron en exportables entretanto, otros más atrajeron fuertemente el mercado interno nacional hasta el grado de-en alguna época- ningún equipo de México carecía de un jugador surgido de Atlas. ¿Cómo se logró esta presencia atlista en los equipos mexicanos y la selección mexicana? Muchos atribuyen estos resultados al proyecto del Loco Marcelo Bielsa quién en 1992 fue invitado por la directiva como director técnico del equipo, pero principalmente a poner en marcha el proyecto deportivo de vanguardia en fuerzas básicas más relevante en el futbol mexicano de los últimos 30 años.

Para 1999 año en que el Atlas de Lavolpe tuvo su más exitosa campaña los jugadores formados y seleccionados por Bielsa mostraron su esplendor: Omar Briseño, Daniel Osorno, Miguel Zepeda, Erubey Cabuto, Juan Pablo Rodríguez, Julio Estrada, Gerardo Torres, César Andrade, Mario Méndez, Juan Urteaga, Gerardo Espinoza y otros más. El tradicional escudo del Atlas empezó a aparecer en las grandes y medias ciudades de México un amplio esquema de” visorías” y entrenadores con la franquicia Atlas se convirtió en una novedad y en una oportunidad para niños y jóvenes de toda la República Mexicana quienes se adhirieron a las “sucursales”. De este gran planteamiento con una inusitada convocatoria fue como se empezaron a reclutar jugadores de una gran diversidad de sitios rebasando por mucho

el semillero local, colocando en el rubro de la añoranza a barrios atlistas como La Experiencia y otras zonas de Guadalajara que surtieron a las filas rojinegras muchos años antes, se calcula que en las primeras jornadas del proyecto Bielsa se probó a más de diez mil jóvenes. Hoy es prácticamente un hecho consumado y se observa con rasgos de naturalidad saber que decenas de integrantes surgidos de la “cantera” van al extranjero a probarse y frecuentemente son observados por equipos nacionales y de otros países; aunque los embates de la incursión de más futbolistas extranjeros y la detonante inclusión de “naturalizados” impide la maduración de elementos jóvenes, la producción sigue adelante y la “marca” Atlas en la formación de futbolistas goza de buen prestigio internacional.


Declives José Díaz Betancourt

U

n alto porcentaje de la pasión que se aviva siendo atlista proviene del encuentro de emociones que significa descender tres veces a Segunda división. Pero quién puede negar que también es emocionante volver al máximo giro del futbol mexicano tras purgar solo un año en otra categoría. Estos sucesos significan media docena de trastornos de infarto para el fogoso rojinegro, sin contar que el equipo se salvó de descender nuevamente en dos emocionantes liguillas más. Apenas dos años después del campeonato de la 1950-1951, el Atlas cayó en la temporada 1953-1954. Entre los doce equipos participantes en la liga de ese tiempo, totalizó sólo 18 puntos de 44 posibles; los dirigía Eduardo Valdatti y el lugar que dejó el equipo lo ocupó el Toluca, en su primera temporada como equipo de Primera división. Al año siguiente logró el primer lugar de la tabla sobre 13 equipos participantes con todos los números a su favor: 17 juegos ganados, 5 empatados y sólo 4 perdidos, con un total de 39 puntos, cuatro más sobre su más cercano perseguidor y con el mayor número de goles anotados y, desde luego, el menor número de goles recibidos. Pero en 1970, pese a los esfuerzos del llamado “bombero” Arpad Fekete, especialmente contratado para contrarrestar una pésima racha de nada más cinco juegos ganados de 34 posibles, se enfrentó tres veces con el Pachuca en una liguilla recién inventada y el Atlas se fue a segunda en un terreno neutral, la ciudad de León, Guanajuato. Luego de empatar en Pachuca 1-1, empatar en el Jalisco y, finalmente, perder en León por 2-0 con una actuación soberbia de Arturo “El Bobo” Madrigal, jugador emblemático de

los Tuzos de quien, hasta la fecha, su sola mención significa un dolor que parte en dos el alma atlista. El equipo ascendió el siguiente año al mando de Alfredo Torres –en una liguilla para regresar contra los Tigres de la UANL, en la que el Atlas ganó con un contundente 4 a 0–, el querido “Pistache” “agarró vuelo” con el equipo, que además de subirlo brillantemente lo llevó hasta semifinales de la temporada 1972-1973 de Primera división. Era aquel famoso cuadro de Brambila, Gamaliel, Bonifacino, Berna García, Astroboy, Ary da Silva, Pepe Delgado, Abel Verónico, “el Capi” Medina y Pillo Herrera, entre otros jugadores inolvidables. Otro gran bache de derrotas, minutos sin gol y otras circunstancias llevaron al equipo al descenso en la temporada 1977-

1978, esta vez de la mano de Claudio Lostanau, contra el Unión de Curtidores con marcadores de 0-0 en León, e increíblemente por un 4-2 adverso en el Estadio Jalisco. ¿Y quién creen que subió al equipo a la temporada siguiente? Pues sí: “el Pistache”. Le ganó al Cuautla por 3-2 para ascender y participar nuevamente en el máximo giro del futbol mexicano; sin embargo, los amargos y emocionantes momentos no terminaron ahí, pues se vio involucrado en dos liguillas más por el no descenso. Atlas disputó esas batallas para cobrar dos antiguas afrentas: contra Curtidores, cuadro al que envió a segunda en 1981 y contra Tampico, en 1982 (equipo que lo había enviado a segunda en 1953). La venganza es dulcemente rojinegra.


El verano del 99 E Luis Fernando Loza

16

l mundo entero debatía si despedía un siglo o habría que esperar un año más, pero en nuestro país, en el planeta del futbol, dos equipos se “robaban” la liga: el Toluca, de Enrique Meza y el Atlas, de Ricardo Lavolpe. En ese año todavía se jugaba por grupos en el futbol mexicano, y Zorros y Diablos compartieron pelotón. Y, a final de cuentas, también fueron el uno y el dos respectivamente en la tabla general del torneo, por lo que la justicia pareció llegar cuando la gran final se la disputaron ambos cuadros. Era el verano del 99, el de los “Niños Héroes”: Cabuto, Márquez, “el Chato” Rodríguez, Zepeda, Osorno y Andrade, entre otros, eran los candidatos de la cantera rojinegra para sustituir a los históricos personajes de la glorieta de la avenida Chapultepec. La gran final no pudo tener un mejor marco: el Estadio Jalisco se llenó a tope para ver un vibrante 3-3 en el juego de ida. Los Rojinegros vinieron de atrás para emparejar un marcador que desde el minuto 8 ya era adverso por dos a cero, luego de los goles tempraneros de Carlos María Morales y José Saturnino Cardozo. La reacción de los Zorros no sólo enloqueció a los atlistas presentes en el estadio, la forma de jugar tan vertical de este equipo le ganó adeptos por todo el país y para el mediodía del 6 de junio de ese año, la afición mexicana al futbol atestiguó una de las finales más dramáticas, dinámicas y vistosas que en su entonces corta historia los torneos cortos ofrecieron. Las inmediaciones de La Bombonera en Toluca escenificaron un carnaval. El gobernador de Jalisco en aquellos días, Alberto Cárdenas, no escapó de la “Perra Brava” y algún insolente le llenó la cabeza de colorida espuma; pese al incidente, el mandatario no se desprendió de su chamarra rojinegra. El partido se programó una hora más tarde de lo habitual para los juegos en Toluca. Los aficionados atlistas fueron colocados detrás de la portería norte y al costado derecho de la famosa porra choricera; hasta ambos puntos fueron Alberto de la Torre y Francisco Ibarra, presidentes entrante y saliente del equipo,

para agradecer la presencia de atlistas en la incómoda y atiborrada tribuna de La Bombonera. Y empezó la batalla en la cancha, y en la tribuna… En este partido de vuelta el Atlas fue el que se puso al frente en el marcador desde el minuto uno: Hugo Castillo, “El Misionero”, había mandado al frente a los Zorros, pero al minuto tres empató Cardozo. Tras 90 minutos de juego se firmó un candente 2-2 que alargó un duelo que nunca debió terminar. Bajo un sol candente en la capital del Estado de México, el trámite de los tiempos extra se cumplió sin que llegara el entonces existente “gol de oro”. En la tribuna ya se habían escrito varios choques entre ambas aficiones con la complacencia de la policía local, que esa tarde prácticamente se sumó a la “Perra brava”. Un cabezo de José Saturnino al travesaño que defendía Cabuto fue el último toque de drama antes de los penales. La historia tenía listo un raro final a este choque de titanes; uno a uno fueron cobrando los penales y el empate permanecía. En la tercera ronda de los cinco primeros disparos Cabuto, el portero del Atlas, ataja el envío de Fabián Estay… nunca antes el Atlas ha estado tan cerca de un nuevo título, pero el zurdazo de Osorno sale por encima del marco y se esfuma, en segundos, tal posibilidad. El final ya está registrado en la historia; primera serie en muerte súbita y el Toluca se va al frente. En el lado rojinegro, ya sin Lavolpe en el banquillo, nadie se pone de acuerdo. Jerry Estrada recrimina que ninguno, de quienes no habían tirado, tome el balón; luego se encamina a cobrar él… la espera de un campeonato rojinegro permanece 17 años después.

Alineaciones Ida

Atlas

3 Atlas: 99 Cabuto 22 Estrada 3 López 27 Márquez 5 Lavallén 18 Zepeda 8 Almirón 17 Andrade 10 Rodríguez 11 Osorno 58 Castillo 29 Méndez 16 Urteaga 7 Bustos DT R. Lavolpe

Toluca

3 Toluca 1 Cristante 4 Carmona 5 Blanco 13 Macías 8 García 27 Alfaro 18 Rangel 7 Ruiz 10 Estay 15 Morales 9 Cardozo 23 Abundis 14 Vurik 6 Taboada DT Enrique Meza


Los Masciarelli:

Referente obligado en tres eras distintas de los zorros Luis Fernando Loza

S

17

u padre llegó en 1949 para jugar en el Atlas, Don Roberto Masciarelli Giura no se imaginó que su apellido dejaría huella en por lo menos tres generaciones de atlistas dentro de la cancha, fuera de ella y en el resto de la historia rojinegra. Gerardo y Roberto, sus hijos varones, que también jugaron al futbol y continuaron una de las dinastías rojinegras más reconocidas actualmente, “…jugar en el Atlas fue lo más hermoso que he vivido en la vida, estamos muy agradecidos con todo lo que ha pasado aquí”, dispara Gerardo para arrancar la charla. El mayor de los Masciarelli Command, trae al presente sus inicios como jugador de los zorros, “era el tiempo en el Paradero, jugar en la cancha principal era todo un sueño, nosotros en Académicos o en Reservas jugábamos en las canchas de atrás; pero desde ahí conocí a jugadores como Pepe Delgado, el “Berna” García, Abel Verónico, Amaury Da Silva, Brambila, Chavarín, era el Atlas sensacional de los setentas” Por su parte Roberto Aníbal también se llena de orgullo al recordar su paso con los rojinegros, “desde niño pensé jugar en el Atlas, afortunadamente se me dio…de mis mejores recuerdos esta la temporada del 84 pese a que el América nos eliminó., pero el Atlas es una forma de vida, es algo muy importante para la familia Masciarelli”, afirma. La actualidad del zorro no les es ajena, como aficionados también pensaron en que mejores tiempos habían llegado con una nueva directiva al equipo de sus amores, “invirtieron mucho creo que hasta de más, llegaron con buenas intenciones, pero también es claro que tienen otros negocios más importantes que el futbol”, señala Gerardo sin dejar de pensar que en el corto plazo los rojinegros puedan ser un equipo con rostro protagonista. Roberto también va a fondo, “El Atlas va a cambiar cuando tenga jugadores estrellas y no los desechos de otros equipos, no puedes competir con grandes

Sus frases: equipos, siempre estamos comprando los desechos de otros equipos… así jamás va a ser campeón el Atlas”. Ambos coinciden en que la grandeza del Atlas es la afición rojinegra, “Cualquiera que revise la historia del Atlas en los últimos cincuenta años, no tendría porqué estar en la tribuna y sin embargo la gente está ahí” subraya Gerardo. Por su parte, Roberto Aníbal no duda en calificar a la fiel rojinegra como la mejor afición en el país, “es lo mejor que tiene el Atlas”. Finalmente, los dos concuerdan. “Si hay motivos para festejar cien años de existencia del equipo el más importante es su tremenda afición”.

“Un día en la primaria un maestro me dijo que estudiara más… le dije para qué, sí yo voy a ser futbolista del Atlas”

Roberto Masciarelli

“No me arrepiento de nada, el Atlas me dio la oportunidad de hacer lo que más me gusta: jugar al futbol”

Gerardo Masciarelli


Nacido para ser zorro: José de Jesús “Güero” Aceves

J

Martín de la Paz

osé de Jesús ”El Güero” Aceves, es el máximo goleador en los cien años de vida de los rojinegros del Atlas, nació en 1953 por el rumbo del Paradero lugar en donde por muchos años fue la madriguera de los llamados niños académicos y después jóvenes catedráticos. El futbol en el comenzó como un juego al inscribirse en las divisiones menores de Atlas y a los 15 años ya había debutado con el primer equipo, impulsado por el entonces entrenador, ex jugador y ex periodista brasileño Ney Blanco de Oliveira. Ya como profesional fue partícipe de aquella generación apodada “Los amigos del balón” y fue durante los ochenta que se convirtió en el terror de todo guardameta que se cruzara en su camino al sumar 82 goles en la Primera División. En la temporada 1977-1978 fue transferido al Club América para suplir al brasileño Alcindo. “El Güero“; Aceves fue campeón de la Concacaf y de la Copa Interamericana el América y jugó posteriormente con los equipos Atlante, Tampico, Tecos UAG y Tigres UANL. De 1974 a 1990 el delantero tapatío anotó entre Liga y Liguilla un total de 148 goles, 82 de ellos con Atlas, 18 con América, 13 con Atlante, cinco con Tampico, 17 con Tecos UAG y 13 con Tigres.

Frase: “

De Atlas sólo tengo los mejores recuerdos de mi vida y dejé una huella que difícilmente alguien pueda cambiar

:

José de Jesús “Guero“ Aceves

Hola amigus Ney Blanco de Oliveira, jugador y DT rojinegro

18

P

Martín de la Paz

ara quienes tuvieron la oportunidad de escucharlo y leerlo con su colaboración “Hola amigos” saben que era alguien que sentía los colores rojinegros. Y para quienes tuvieron el gusto de conocerlo un poco, saben que fue una gran persona, modesta, pacífica y sobre tono excelente analista del futbol, ese era Ney Blanco de Oliveira. Este personaje de origen brasileño fue en vida, y ahora lo es desde las alturas,

integrante de la famosa Corte del “Rey Pelé” en el Santos de Brasil. Su llegada al futbol mexicano se dio cuando el Santos jugó en la Ciudad de México un pentagonal y otro aquí en Guadalajara, lo que sirvió para que Guillermo Cañedo lo contratara para el América. Fue el 11 de mayo de 1961 cuando llegó a México, junto con otros paisanos, como Moacyr dos Santos y Urubuatao Calvo Nunes; poco después se incorporó

al equipo capitalino, José Alves “Zague”. Del América fue transferido al Atlas de Guadalajara en la temporada 196263, para el torneo 1967- 68 pasó al Toluca, dirigido por Ignacio Trelles, en donde terminó su carrera como jugador activo. En la campaña 1968-69 se inició como director técnico con el Atlas de Guadalajara; a la siguiente temporada dirigió a la Ola Verde del Laguna.




Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.