LA VOZ DE LA EXPERIENCIA
CON CORAZÓN DE PADRE. 2021 AÑO JUBILAR DE SAN JOSE Al cumplirse 150 años de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia por el Papa Pío IX, nos ha escrito una Exhortación Apostólica el Papa Francisco, titulada Patris Corde –Corazón de Padre- para compartirnos unas reflexiones sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana: hombre decisivo en el plan de Dios, que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta, que nos enseña a vivir con toda generosidad “en una segunda línea, sin protagonismos”, pero importantes en la historia de la salvación. Al Papa Francisco le gusta hablar de “los Santos de la casa de al lado”, de los que viven humilde y sencillamente su fe cristiana, amando al Señor y con corazón fraterno hacia los demás, sin armar ruido, sin quejas, aceptando las dificultades diarias sintiéndose en la presencia de Dios: para todos es un ejemplo el Patriarca José. El hombre de la acogida. Cuando José oye al ángel que le dice: “No temas acoger a María en tu casa”, sin pedir explicaciones se levanta y acoge a María sin mayor información sobre su Maternidad. Se fía de Dios por encima de sus pensamientos y proyectos. Esa acogida determinará su vida, se sentirá vocacionado a acoger a su esposa, al niño a quien le pondrá el nombre de Jesús, aceptando ser su padre legal, vivir para Ellos, cuidarlos. Corazón de padre. Cuando llega una criatura a un hogar, despierta los mejores sentimientos de amor, de ternura. Así tendría lugar en el nacimiento de Jesús. Era Hijo de Dios, pero aparece “habiendo dejado su rango, para ser uno de nosotros”. Necesitaría todas las atenciones, cuidado, cariño. Ahí estaba José atento a las necesidades de María en su maternidad y, no teniendo lugar en la posada, manejando las pajas del pesebre para que fuera la mejor cuna para el Hijo. El Papa Francisco nos dice que Dios nos ama con ternura: si nos descubre nuestras pobrezas es para que nos podamos reconciliar con nosotros mismos, para que acudamos y nos confiemos a Él, que siempre nos ofrece el perdón. Por contrario el diablo se aprovecha de nuestras debilidades parra arrastrarnos al pecado, a la desesperación. José se pone en camino. Los evangelios no nos guardan palabras de José, pero nos hablan de sus actitudes, de su disponibilidad. Parte con María a Belén para inscribir al Niño, al Templo para presentarlo según lo pedía la Ley; cuando Herodes teme que pusiera en peligro su trono, se levanta de noche, toma en brazos al Hijo y con Maria marcha a Egipto donde encuentra las dificultades de cualquier familia emigrante: sin hogar, sin pan ni trabajo. Regresarán un día a Judea, a Nazaret donde instalaría su taller de carpintero. En todas esas andanzas, Dios no le facilita las cosas, apela a su responsabilidad, a su creatividad. Nosotros pensamos que esos caminos serían de rosas, pero tal vez en algunos momentos con lágrimas y oraciones pediría como Jesús en Getsemaní “no se haga mi voluntad sino la Tuya”. Sabía José que Dios estaba a su lado, aunque de forma invisible como nos sucede a nosotros. Y cuando en Jerusalén se pierde el Hijo, aprende su última lección “que no le pertenecía, que Jesús tenía que ocuparse de las cosas de su Padre”. Podemos aprender mucho del testimonio del Patriarca José. Pidamos, especialmente en este Año Jubilar, que nos enseñe a ser cristianos, a estar al lado de Jesús y María.
Juan Sanchis Ferrairó
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