volumen II / MartĂnez
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número ocho
cómic
poesía
Reunión hoy..., Julio César Jiménez, fotografía Julia Balmy / 4-5 Lo que tenemos (*), Susi Alvarado, ilustración Daniel Garralón / 8-9 El imbécil, Sara Toro, ilustración Angeladini / 21 Discreción del tiempo, Carmen López, ilustración Villena / 24 Funcionaria (*), Limam Boicha ilustración Julia Balmy / 28-29 Pecadiñorixinal, Ana Cibeira / 48-49 La ficción es la gran verdad de la literatura (*), Julio César Jiménez / 60-61
narrativa
Cine fórum: El amante, Furiossa López, ilustración Marina Beltrán Blanco / 6-7 El porqué de las cosas, Toni Marroni, fotografías Quino Rodríguez / 14-17 El Monstruo, Salvador Rivas, fotografía Clelia Antuña / 19 Reverso, Pablo Martínez / 20 Próxima Estación, Esperanza, Inmaculada Pérez / 22-23 El idealista, Carlos Martín, fotografía Clelia Antuña / 26-27 La carnicería de los sueños, Cristina Consuegra, ilustración José J. Reina Pinto / 36-39 Las Aventuras del Dr. P. Dante, Augusto López, ilustraciones Pío Vergara /54-57 La democracia, Miguel Jiménez / 58-59
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Volumen II (*), Martínez / 2 Una de policías, Villena / 11-13 Bandolera; El tesoro de Moraima, capítulo primero (*), A. López y Daniel Garralón / 30-35 La Escritora, Pepe Zapata y Daniel Garralón / 40-48 El guisante atómico y la cebolla nuclear, Tomaselli y Villena / 63
teatro
Piccolo Teatro / 8, Ladislao Goldoni, ilustraciones Daniel Garralón / 50-52
mitad doble nº 8. Portada: Pachi. Octubre - Noviembre de 2007. 5 euros. © de los autores. Todos los textos e imágenes son originales e inéditos, excepto los señalados con asterisco (*) «Volumen II», publicado en el diario «El Mundo de Andalucía»
Editor: Augusto López. Diseño y maquetación: Daniel Garralón. Envíanos colaboraciones a publicacion@mitaddoble.com Impreso en PUBLICEP Depósito Legal MA-1137- 2005. www.mitaddoble.com mitad doble no se identifica necesariamente con las opiniones de sus colaboradores.
octubre - noviembre 2007
R
eunión hoy de guardas indiscretos, mirones con revistas, turistas inoportunos y ánades negros en el carmen de los mártires.
Delante de tantos no sabría bien qué decirte. Acaso algo en el lenguaje de las cinturas, con una voz roma y caliente para que veas venir esta boca como una gran turbulencia amenazante. Por eso te llevo a mi terreno, a este viejo y generoso carmen que nos ofrece la pasajera suerte de quienes abusaron de ella por ilusión. Aunque tú y yo, más prácticos con las palabras, (buscando tan solo el beso en el laberinto), vamos sin miedo y sin ovillo. (De ahí aquello de que, sin calcular cuánto amor cabe en un paisaje compartido, sólo nos habíamos medido en la oscuridad). Pagamos más a la puerta, sí, pero es que el precio incluía comprender el sentido de los que aquí se echaron un rato con la vida, saber qué madreselva cierra la senda olvidada, qué secreta pantomima atesoran los cisnes negros o por dónde se hunde el sol en Granada.
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Entretanto a mí se me ve a lo mío: a lo que dice el tiempo que me queda (y el del horario de apertura al público), o lo que es lo mismo, tener que ir directo a tu boca, echarme tu sonrisa encima, mostrar tus muslos blanquísimos a los oriundos de la torre. Por eso pedirán mañana la cabeza del vigilante, la explicación de porqué darle trabajo a la autoridad local, la causa de empujarte desnuda sobre los macizos y recoger luego mis huesos… Quién sabe, acaso porque sólo vale la pena hacer esto junto a mujeres como tú, a quienes el abrazo no es bastante para entender los modos de amar echando mano a paraísos como este con los que uno se saquea en tu nombre.
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cine fórum El Amante
Desaté el lazo rojo, levanté la tapa y allí estaban, de perfil, con la punta redondeada y una flor de red metálica con piedras de colores en el empeine. Mis hermanos se rieron de mí por aceptar un regalo de segunda mano. Pero mis hermanos son estúpidos. Era evidente que los habían usado; el fieltro del tacón estaba raído, una de las flores tenía la red deshilachada y en las punteras podía ver el brillo de las telas viejas. Decidí que los había llevado, en sus actuaciones, una bailarina famosa. Aunque parecían los de una prostituta. Fueron los zapatos de alguien especial y ahora me pertenecían. Me alejé de mi familia, los dejé allí con sus objetos nuevos y me escondí en un rincón oscuro del cuarto de mi madre. Una vez a solas, me desnudé ante el espejo del armario y observé la falta de curvas de mis catorce años. Descolgué el sombrero de mi padre muerto de su lugar en el perchero y lo puse sobre la cama. Aún olía a licor de arroz. Me hice dos trenzas que sujeté con las ligas blancas de boda. Cogí el sombrero, me lo puse y luego me coloqué los zapatos. Entonces admiré aquello en lo que me había convertido.
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Juntos para siempre. A la sombra del paraíso que perdimos. D. Campos Herrero, Noticias del Paraíso.
Lo que tenemos -tantopodrá inundar de luz el mañana.
Brindemos por un día más, que algo ha de quedar siempre para los sueños y la poesía.
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Taller de Creaci贸n Literaria
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el porqué de las cosas He oído que hoy en día nadie conoce a sus vecinos. Compartimos tabiques y ascensor con seres completamente ajenos. En mi caso no es así. Nunca fue así. La casa en la que vivimos se encargó de trenzar y destrenzar lazos entre nosotros que aun hoy, después de tantos años, nos mantienen unidos. No recuerdo como llegué hasta aquí. No se si busqué la casa o fue la casa la que me encontró a mí. Desconozco quién compró los muebles, escogió las cortinas, colgó los cuadros. Todo parecía estar esperándome y, aunque no entendía nada, no supe hacer otra cosa que quedarme. Sospeché enseguida que la casa había trazado un plan distinto para cada uno de nosotros. Los episodios paranormales, como les bautizó la rubia oxigenada del 1ºB, no se hicieron esperar (aunque sinceramente, para algo fuera de lo normal ya estaba ella, que igual aparecía vestida de esquiadora en pleno verano, con gorrito y guantes a juego; que iba a comprar el pan en plan animadora de fútbol, con pompones y todo). 14 mitad doble
El primer episodio nos sorprendió una mañana en la que amanecieron mezclados nuestros nombres en los buzones del portal. Era como si la casa hubiera construido una suerte de familias nuevas sumando y restando vecinos a su antojo. Aunque, lo realmente inquietante no fue el orden arbitrario que la casa había impuesto a nuestras vidas, sino la aparente normalidad con la que reaccionaros todos. Nadie pareció inmutarse. No se escuchó una palabra más alta que la otra; no hubo quejas ni preguntas. A mí me irritó enormemente semejante violación de nuestra intimidad: me hubiera gustado gritar, insultar, revelarme…pero no lo hice, no va con mi carácter ni con la educación que recibí. Me limité a obedecer a la casa y ocupar mi puesto como los demás.
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El tipo cachas del 3ºC pasó a vivir con la madre de bebé llorón del 2ºB; la rubia del 1ºB (y sus mil personalidades, a cada cual mas conjuntada que la anterior) se mudó con el astronauta del 3ºA, ese que no se quitaba nunca la escafandra, ni para saludar en el rellano; el soldado del 3ºD, del que se comentaba que era un auténtico plomo, se instaló con la bailarina de striptease del 2ºC; el novio de la rubia, que estaba tan enamorado de sí mismo como de su descapotable, se trasladó con el piloto con cara de perro a una casa sin armarios; yo, que hasta ese momento había vivido sola en el 2ºI, tuve que mudarme con un militar barbudo del que no sabía ni su nombre y el bebé llorón. Menos mal que el militar iba a la guerra casi todos los días y apenas venia a comer porque el mocoso absorbía todo mi tiempo: cuando no tenía hambre, tenía sed o pretendía que le cambiara los pañales.
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Después de esta combinación vinieron muchas más. No podría decir cuantas, perdí la cuenta. Nuestras vidas pasaron a depender absolutamente de la voluntad de la casa. Nos acostumbramos a obedecer sin hacer preguntas, a mirarnos sin vernos con esos ojos de cristal que se les queda a los que no encuentran nada que decirse. A veces aparecían nuevos vecinos y se marchaban otros, los más viejos. Unas navidades se instaló en el ático un generación entera de inmigrantes rusas: bisabuela, abuela, madre e hija; todas tan parecidas que era difícil saber donde terminaba una y empezaba la siguiente. Se marcharon al año siguiente. Supongo que no tenían los papeles en regla. He olvidado la última vez que la casa nos cambió de sitio. Poco a poco se fueron espaciando las rotaciones hasta que un día dejaron de sucederse. La rubia dice que la casa se ha hecho mayor y se ha cansado de jugar con nosotros. Yo no le hago caso a esa yonki (se rumorea enganchada a las pastillas para adelgazar y no me extrañaría, porque cada día está más demacrada y ridícula; con los mismos vestidos absurdos, pasados ya de moda). Desde la última mudanza vivo con el cachas del 3ºC. Jiman, que así se llama mi fornido acompañante, ha resultado ser un chico muy cariñoso y tierno, además de un amante maravilloso. No tiene sangre azul como hubieran querido mis padres, pero me trata como una auténtica princesa de cuento. Hace tiempo que he dejado de preguntarme cómo llegué hasta aquí ni el porqué de los episodios paranormales. Ahora entiendo que, si algo he hecho durante los últimos años, ha sido vivir.
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el monstruo
Aquella mañana acompañaba a P. y a R. en aquel viejo claustro, que nos protegía del sol de agosto, de las oleadas de luz intensa. De ese cielo azul que nos aplasta, bajo el que no somos nada. Alcé la vista. Aminoré el paso. Te miré. Besaste a P. y a R. con desenfado, de forma casi aparatosa, como siempre fue tu costumbre. ¿O tal vez no era más que la sensación que transmitía tu cuerpo, tan poco mediterráneo, tan continental? Proyectaste tu cara hacia mí de forma imperceptible, durante una décima de segundo, y con la misma rapidez la retiraste. Porque yo permanecí impasible, un poco atrás, y me limité a saludarte con la mano, sin ninguna intención de besarte. En aquel claustro que nadie entendía por qué se mantenía en pie, que semejaba el ensamblado esqueleto de un gigantesco monstruo (sólidas pilastras sobre un frágil equilibrio), en aquel claustro hablamos durante unos instantes. “Parece una novela”, dijiste. “Tienes que irte, ¿no?”. Hablaste en voz baja y los dos miramos el oscuro pasillo que se abría a la derecha del claustro, el pasadizo que se adentraba en las entrañas del monstruo. Me despedí de ti y caminé por aquella garganta que me engullía y me vomitaba continuamente, varias veces al día, decenas de miles de veces durante años. P. y R. se habían marchado. “Parece una novela”. Recordé tus palabras. Personajes de una novela, personajes que van y vienen, que se encuentran y hablan. Que en ocasiones comprenden. Miré hacia atrás. La luz de agosto abrasaba las sombras del pasadizo.
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La grúa hacía ruido, su vida es hacer ruido como la de Alfredo es ser paloma mensajera y la de los bancos de los parques escuchar historias. Me senté a verlo todo y empecé a pensarme mirado. Quise imitar a un par de niños que había visto un poco más abajo, en la esquina inmediatamente anterior. Los niños habían arrancado la pegatina que rodeaba a una papelera, y ahora el pecho de uno de ellos decía “úsame”. Corretearon a mi alrededor, dieron un par de gritos y se fueron en dirección contraria a la que yo había tomado para llegar a donde estaba. Desde mi posición no tenía una gran perspectiva, tan sólo veía la puerta del lugar en cuestión y la tienda de recuerdos que cinco años atrás habían abierto a modo de reproductores de momentos. El atrapa sueños soportaba el roce de cuantos entraban en aquel negocio, los mismos individuos que yo pensaba que me miraban, aquellos cuyos ojos inquietos anunciaban que algo acabaría cayendo del cielo de un minuto a otro. Alfredo salió por una puerta que yo no había visto, y dejó, como tenía por costumbre y ya casi había olvidado, un sobre en mis manos. Lo abrí y entonces, vi un cielo nublado, te vi a ti, unas cuantas personas más subían la calle, no podía distinguir de qué color eran sus ropas – a eso lo llaman reproducción en blanco y negro- había letreros por todas partes, pero se veían al fondo, muy al fondo, porque lo que yo había visto en primer lugar eran tus dedos –son tus dedos, lo sé- y tus dedos llevaban un libro entreabierto. Después, del otro lado, leí: “Todos los nombres de esta foto están desnudos”. Me levanté, y paso tras paso me alejé de la tienda, de Alfredo, del atrapa sueños, y logré acercarme, no sin esfuerzo, a una papelera, pensando si de verdad se llamaba papelera. Te volví a ver y decidí ponerme a tu lado. Ahora es mi nombre el que está desnudo, como los otros nombres, como la tienda o el atrapa sueños. Sé que ya me estás mirando, sé que lo conseguí. Voltea la fotografía de una vez. 20 mitad doble
Era una criatura detestable en el plano moral, un ser abyecto, una abominación lovecraftiana. Luis Alberto de Cuenca
É
rase un príncipe batracio,
un convertidor de antiprincesas, la bacteria en el cetáceo que no logró digerir a Jonás.
Una complicada tesis doctoral, una palatal en el sistema de la lengua, el rey Midas de la decrepitud, una fosa séptica hecha hombre…
Érase yo, la criatura infame que lo acogió y amamantó en su lecho.
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próxima estación: Esperanza
Hoy me ha vuelto a pillar. Yo era una de las mejores carteristas del metro de Madrid. Mis padres me enseñaron bien: con mamá, practicaba en el mercado; con papá, en el metro, en bares… sólo dos veces el incauto se percató de mis intenciones y casi ninguna me cogió la policía in fraganti. La primera vez que me atrapó fue en la Línea 4, Argüelles a Parque de Santa María. Recuerdo ese día perfectamente, aunque han transcurrido diez años. Era un día soleado y me sentía feliz. Cogí el metro en Argüelles. Me fijé en un tipo y en su cartera; al pagar el billete de metro, pude captar la envergadura de su contenido. Ahí tenía mi presa. Con suerte, podría ir al Retiro y perderme en él durante unas horas, al sol. Me fui acercando a aquel caballero entre una marea de estudiantes, inmigrantes, amas de casa y trabajadores soñolientos. De repente, choqué con otro tipo. Fuerte, atractivo. Debí seguir mi instinto y desistir, pero no lo hice. En el encontronazo noté algo duro. No en la entrepierna, sino bajo la axila…Sin embargo, la adrenalina debió cegarme y continué con mi plan. Ya estaba junto a mi presa y, entre traqueteo y traqueteo del vagón, mi mano se fue acercando al objetivo. Su cartera estaba ya entre mis dedos, cuando alguien, cogiéndome del brazo me susurró: “yo no lo haría”. Era él; el tipo atractivo. Mis dedos soltaron aquella maravillosa cartera e intenté zafarme. No pude. - Será mejor que baje conmigo- me espetó, mientras me enseñaba la placa-. No querrá montar un numerito aquí ¿verdad? Por megafonía se anunció una parada: Próxima estación, Esperanza. Le miré a los ojos. Bajamos al andén. Su mano aprisionaba mi brazo. - Dígame su nombre, me dijo muy serio.
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- Esperanza. Me soltó el brazo. Me miró fijamente a los ojos, con una expresión divertida. - El de la estación, no; el suyo. - Me llamo Esperanza, insistí. - Bien, Esperanza -dijo sonriendo-, olvidaré lo que acabo de ver. - ¿Y eso? - A cambio, tiene que dejar que la invite a cenar. Juan siempre ha sido muy persuasivo. No solo fui a cenar con él sino que, unos meses más tarde, nos casamos. En el banquete: polis y carteristas. Ese día, todos dejamos en casa nuestras ocupaciones. Ahora soy ama de casa. Aunque dejé el trabajo, conservo la afición. Juan y yo llegamos a un acuerdo; dos veces en semana, vamos al metro y jugamos a “poliladro”. Intento robar una cartera y él intenta pillarme con los dedos en la masa. Si no lo hace, le devuelvo amablemente la cartera al pardillo, diciéndole que se le cayó al suelo. No me había vuelto a coger… hasta hoy. Hoy me ha vuelto a pillar. Estoy perdiendo facultades. Debe ser la edad. Necesito más entrenamiento. Claro que él conoce mis manías, mi forma de moverme, de acercar la mano al bolsillo del pantalón, a la chaqueta. Visto y no visto. De nuevo, me ha invitado a cenar. Esta vez, he pagado yo; con el dinero de su cartera. Por cierto, me llamo Esperanza.
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discreción del tiempo
Deja que el tiempo organice que vaya guardando las cosas que sobran yo sé esperar sin deshacer del todo sé mantener la vida sin demasiadas manchas mi paciencia es desde hace siglos un monolito áspero y rugoso un stop en la pared de un cuarto tengo mil voltios que contengo al cuerpo atados con énfasis de hormiga tengo abecedarios mal dispuestos por eso es que no te hablo por eso que esta tarde cana lleva sombra de no encontrarse el rabo lleva un áspid de acordeón al pecho lleva antorchas y pancartas y pajarillos muertos yo sé que al derribar del mundo algo quedará sin tráfico ni sangre ciertas ingrávidas pelusas lonchas de amor apátrido y sin rumbo segmentos abiertos donde sacar el cubo ciertos aluminios dando música yo sé que estarás aquí pero dejemos que el tiempo organice.
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el idealista
S
ucedió aquella mañana tan temprano que aún caminaba sonámbulo en duermevela. Aunque hubiera estado despierto, el mundo de las ideas me visitaba tanto que frecuentemente me abstraía del entorno, alienado por todo, intentando encontrar una explicación de mi propia existencia, un sitio legítimo en el mundo pragmático de la supervivencia… pero en esos instantes acababa consiguiendo siempre lo contrario y me salía aún más del guión establecido. En este caso mi despiste me llevó a salirme de la acera y a entrar en una fuente, un gran surtidor, majestuoso, que se hallaba apagado todavía a esas horas. Sólo me percaté de dónde me encontraba al escuchar las risas crueles de algunos viandantes. Preterido por las mieles de la filosofía aporreé la aldaba de la insomne, infantil, esperanza y deseé por un momento regresar a mi mundo para siempre. Súbitamente, como en los cuentos de hadas, se cumplió mi deseo: el surtidor se activó elevándome hasta esa altura donde nacen las nubes. Vivo allí desde entonces y por fin soy feliz. Encuentro respuestas cenitales, otrora indescifrables, al comportamiento humano. Todos me sonríen de manera íntima, disimulada. Por fin comprenden también ellos el sentido de mi existencia. Y yo les correspondo con el haz irisado de mi atrevida mirada. No les importa que los vea desnudos. Histriónico barajo los pétalos raptados de sus secretos anhelos que me entregan devotos con cada pensamiento y los siembro al voleo inventando una lluvia acrisolada, fértil, sobre sus pequeños cuerpos. Si lloro felizmente o hiriéndome yo mismo con el aspersor de la melancolía, mis lágrimas se confunden con mi nueva casa y mis ojos son gárgolas que alimentan más vida. Ellos temen matarme si apagaran la fuente pero yo ya no conozco el miedo: si ese momento llegara, volvería a elevarme esta vez para siempre. En este paraíso he encontrado la fórmula para estar siempre vivo. mitad doble 27
j F “
o
g 28 mitad doble
No finges tomarte el trabajo en serio cuando tus labios áridos sólo necesitan de otros labios más recurrentes, sin cuños ni formalismos. Burocracia y humor de adobe. Yo te regalaría un flanco ciego para escribirte, por ejemplo, las partituras de una canción clandestina, y escuchar cómo suena tu desnudo violín en el espacio irresoluto de esta fábrica de espera.
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mitad doble puntos de encuentro
Málaga
Granada
Librería Prometeo Puerta de Buenaventura, 3.
Mal gusto C/ Horno de Abad, 12
Cinco Echegaray Echegaray, 5.
Sevilla.
Tetería El Harem Andrés Pérez, 3 (junto a Plaza de los Mártires). Librería La Abadía Comedias, 10. Versión Original Granada, 71. Torremolinos Galería de Arte «Artgea» Calle de Las Mercedes, 28. Local 2. Almería Sala Vampiras C/ Marcos, 19. Capacitarte C/ Canónigo Molina Alonso, 33 - bajo.
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El Hobbit. C/ Regina, 20. Córdoba Librería Anaquel Duque de Hornachuelos, 6 Las Palmas de Gran Canaria Cafebrería Esdrújulo Cebrián, 54. Santiago de Compostela Libraría Palavra Perduda Rúa dos Castiñeiros, 13. Seúl 서울시 성북구 안암동 5가 1번지 고려대학교 문과대학 서어서문학과
Dep. of Spanish Lan. & Lit., Korea Univ. 1 Anam-dong 5ka, Sungbuk-ku, Seoul, Korea.
“Catites, rojos pañuelos, patillas de boca de hacha. Ellas, navaja en la liga; ellos, la faca en la faja” Fernando de Villalón.
Un poco de historia... Andalucía, en el siglo XVIII, es una tierra floreciente; el litoral y las grandes ciudades son pujantes, plenas de industrias y comercio. Hay pueblos ricos y populosos, y el intenso tráfico con América genera riqueza e intercambios de ideas; en Cádiz prende la llama de la Ilustración, iniciando el camino para la Constitución de 1812... Sin embargo, existen tensiones sociales. La propiedad de la tierra genera conflictos, aumentados en épocas de sequías o plagas, cuando escasea el alimento y el trabajo. Caminos y carreteras son cada vez mejores, pero son inseguros, y la distancia entre un pueblo y otro es enorme; hay mucho territorio despoblado, lugar ideal para los asaltos de los bandoleros.
Los bandoleros... ¿Mito o realidad? La palabra “bandolero” precisamente significa “salteador de caminos” y viene de “bando”, facción o partido. Contrariamente de lo que se suele pensar, es un fenómeno que sucede en toda la Península; además de Andalucía, tiene gran desarrollo -con sus particularidades-, en Cataluña y Galicia. Lo que ha hecho universalmente famoso al
bandolero andaluz han sido los relatos e invenciones de viajeros europeos que, atraídos por la Andalucía del siglo XIX, encumbraron a unos criminales que tienen muy poco que ver con la imagen romántica de hombres de honor, que socorren a los pobres y roban a los ricos... La realidad es bien distinta; se dedicaban al robo y al pillaje de toda clase de gentes, y entre sus actividades habituales estaba el secuestro de niños y otros menesteres infames. Estaban en habitual connivencia con los caciques de los pueblos, ayudándoles en su lucha contra la autoridad real y manteniendo a raya a los que no estuvieran de acuerdo con el modelo social, tan injusto en aquella época. Es cierto que repartían dinero entre las clases más humildes... a cambio de conseguir su apoyo para el señorito en las elecciones. Sin embargo, entre los bandoleros, había también personas justas, hombres y mujeres arrancados de su vida afable y echados a la sierra por circunstancias imprevistas. No gustaban de la violencia, y se preciaban de su astucia e ingenio para acometer robos y fechorías. El pueblo los reverenciaba, y en él se apoyaban a la hora de esconderse y recabar información. A ellos, y a los rebeldes e inconformistas de todas las épocas, va dedicado esta historia, que comienza en una lluviosa noche del 1720, en la Serranía de Ronda...
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la carnicería de los sueños Este sueño ha durado una vida. Al todo protocolo establecido para el odio menos eso parece. Puede que algo me rápido y autodestructivo. Poco a poco su sentase mal anoche, no sé; en realidad, figura comenzó a flotar sobre el resto de y aunque no hay nada fuera de lo ha- la cama que quedaba por ocupar. Abrí el bitual en esta mañana, todo se aloja en libro y al principio, entre las letras apalo intimidatorio. El cotidiano sabor agrio recían imágenes borrosas; después conde mi paladar arrastra algo más con él, forme las páginas fueron envejeciendo, soporta las ganas de un sueño que nunca esas imágenes se convirtieron en fototendré, la furia de este fracaso que su- grafías nítidas de nosotros, de lo que fuipone mi existencia. Ese hombre gordo mos. Cerca del final, apareció la imagen y sudoroso de mi sueño, el hombre de triunfal, majestuosa, de Olivia; el amor la trastienda con un delantal escondido de su vida. La que se llevó todo lo que quedaba de posible tras las manchas de sangre, despedazaba Poco a poco su figura en la mía. Y ahora,… miles de cuerpos, una comenzó a flotar sobre ¿quién quiere levanhilera de cuerpos mul- el resto de la cama que tarse de la cama? tiformes, sin vida, con quedaba por ocupar. Camino por el palos ojos cerrados. Al observarlos parecía como si nunca hu- sillo torpe, como si algo estuviese prendibiesen estado vivos. Ese carnicero autó- do a mis pies. Llegar a la cocina supone mata, imperturbable, podría haber sido cierto riesgo para mi vida, una aventura yo. ¿Podría? Creo que sí. La culpa es de del tipo Indiana Jones en el Templo Malesta puta soledad… Hablar de mi soledad dito: salto, esquivo, mantengo el equilies hablar de él. Ayer, en el movimiento brio, y por fin, alcanzo la cocina. Siempre mecánico que introduce mi cuerpo en- he sido una buena delantera. La cafetera tre el colchón y la sábana, lo recordé. Lo termina con los residuos de sueño más hice de un modo informal, alejado de perezosos que se habían instalado en los 36 mitad doble
mador, el maestro de ceremonias, cómplice de una sociedad cínica y estéril, espectador y narrador de crónicas que anuncian un naufragio difícil de evitar. Hoy todo es diferente: soy carnicera. La crueldad aflora mire hacia donde mire. La limpiadora cansada de barrer oportunidades y fregar vergüenzas; el policía licenciado en derecho con su boca llena de mentiras no pronunciadas; el inmigrante irritado por su desarraigo, explotación y cansancio; el empresario molesto La calle es como un gran escenario. porque él lo que quiere es caminar sobre Está repleta de personajes banales y de- las espaldas de esos inmigrantes y no socadentes como en un vodevil. Cuando bre el vulgar asfalto,… y yo, tan fatigasube el telón hay días que me siento da por hacer cada día el mismo camino como el compositor de Muerte en Vene- que me conduce siempre al mismo lugar cia en busca de una belleza dionisíaca, para ver a los mismos idiotas con los que irracional, esa delicada belleza que mantendré las habituales conversaciome permita el acceso a los yaci- nes e intercambiaré sonrisas pactadas. mientos arqueológicos de A veces fantaseo con la idea de cometer mi humanidad. Pero alguna locura. Respirar fuerte, hondo y otros días soy salir corriendo, como en mi niñez, cuanel siniestro do atravesaba el infinito pasillo de la a n i - casa de mis padres, con unos calcetines blancos de encaje, un coletero de la abeja Maya y una camiseta descolorida de Naranjito. Corría, volaba. El vuelo parecía no tener fin. Hasta que terminó y descubrí que la pared era bolsillos de mi pijama. Mientras engalano mi taza preferida, hago recuento de todo el trabajo que me queda por hacer en la galería, la nueva exposición y toda esa gente estúpida y frívola revoloteando en torno a obras que no les interesa, demasiado profesor de universidad frustrado, calentón y cuarentón, y mucha niña de papá en busca de un trabajo,… Mierda, se ha cortado la leche. Lo entiendo no son horas para tratar estos temas.
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sólo el comienzo de la vida de uno. Y entonces descubres que la pared con la que topaste era en realidad un espejo, y te ves tal como eres, normal, ante todo, insignificante entre miles de habitantes. Tan yo.
bajo la almohada o en el cajón de la ropa interior. Y por fin empezar a vivir, despojarme de los grilletes que convierten mis pies en aletas, y ser libre, libre para poder sobrevolar paredes e injusticias.
El autobús no me ha decepcionado. Ha llegado tarde. Desde un asiento tapizado por la humedad propia y ajena, observo la pandilla de fracasos cotidianos, de promesas infantiles, el depósito de esperanzas parentales. Todos callados. Sucios. DesA la sala han llegado algunos preciables. Lo periodistas y ese crítico de arte que no saben tan guapo cuyo deporte favorito es es que hoy nombrarme de todas las maneras yo he eleposibles menos por la correspondiente. gido ser otra, hoy En un mismo día, he llegado a ser soy car- Luisa, Lucía, Lorena y Leonor. nicera, puedo afilar Para poder observarme en el mi cuchillo y espejo. Creo que será hoy. reducir a la mínima exSaludo a todos. Buenos días, presión los buenos días, ¿Qué tal? Tú qué sueños que crees gilipollas. A la sala han llegado q u e d a n algunos periodistas y ese crítico de por rea- arte tan guapo cuyo deporte favorito lizar, los es nombrarme de todas las maneras que se posibles menos por la correspondiente. guar- En un mismo día, he llegado a ser Luisa, d a n Lucía, Lorena y Leonor. Aunque ahora que lo pienso tiene su punto Lili Marlene. Lástima que no folle tanto como ella. Sobre la mesa de mi despacho hay un montón de notas amarillas, rosas y verdes. Las que tienen faltas de ortografía
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pertenecen a la hija del arquitecto, la enchufada de turno, la garganta profunda. Un intento frustrado de estrella del porno cultural. Lleva meses en lista de espera para hacerse una liposucción y una reducción del tabique nasal. Lástima que no le puedan succionar el cerebro y reducir su tamaño corporal al de una hormiga para que podamos pisarla con más facilidad. El tiempo pasa con la cadencia de las azafatas al recorrer la sala, con los movimientos estratégicos de garganta profunda tras cualquier rastro de solvencia económica, con los gritos del tirano, con el cartero y su carrito de la compra. Con mi desencanto acelerado.
t i p o de vida p a r a ellos, e incluso, para mí. Betty con la cabellera rubia. Betty la del rostro invisible. De repente, lo vi todo claro. Me sentía como la heroína del Mago de Oz en el centro del huracán, con Hace tiempo que la sala de esta ga- la vaca y la bruja lería no lucía de este modo. En reali- del este girando a su dad, todo se debe a un solo cuadro: alrededor, asustada Betty de Gerhard Richter. El óleo pero excitada. Decidí que el artista pintó de su hija. Gar- cruzar la sala; atraveganta profunda mete la mano en sar este otro escenario el bolsillo izquierdo del pantalón con sus personajes, con de un escritor de provincias que su crueldad establecida. se había dejado caer para ver lo Todo permanecerá. Meque le podía caer a él. Las aza- nos yo. Mientras camino fatas cuentan visitantes, click, me coloco el delantal de click. Y con cada click, sus carnicera, mi estrategia para sombras en el suelo se van una defensa. Salgo de la gaalargando, entristeciendo. lería y llamo a un taxi. Qué El tirano, cada vez más sorpresa le voy a dar a mis pagordo, como el carnice- dres. ro de mis sueños, corta cuerpos, hilera de cuerpos multiformes. Mi mirada se refugia del llanto en el cuadro. Me hubiese gustado que mis padres me pintasen. Hubiese implicado otro
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No need to marry to love you, te dice Betty Page acuclillada disimula el temor sobre el calcañar siete centímetros más abajo de la tapita sucia desea clavarse el tacón negro el cabello de cuero pero sin remaches plateados los brazos pintados con el oscuro esmalte brillante de una segunda piel que se le arruga sobre todo por donde pasa esa vena tan importante para el caballo y las enfermeras y también en el antebrazo derecho al doblarlo con la finalidad de sostener algo así como un fular de pura pluma de ángel boxeador ligero cielo azul detrás de los enormes pechos con mucha delicadeza la mano no se le ve resguardada debajo de la teta zurda la apreta y la separara un poquito solo un poquito para ver si aún siente los latidos abombados en la canción explota explota mi corazón por el deseo o por la coca esta noche Betty Page soy y hundo como picadores de hielo agujas de charol azabache en la carne rosada alegre caliente e insolente por primera vez confío en estas medias de red de cabaretera dice mamá un eufemismo porque nunca le gustó que solamente me cubran medio muslo sobre el papo de la pierna o manzana de eva o adán porque aún no tenemos claras tu y yo las funciones de la extremidad inferior anaranjada alborozada ardiente e insolente que desplazo con cuidado bajo las lustrosas uñas del pulgar y el índice estáticos húmedos casi como la piel de un animal viscoso o de unas larguísimas botas altas de pitón de Gucci por ejemplo aunque fue Gaultier 48 mitad doble
el que le copió a Betty los sujetadores del color de las dudas del travesti que soy con lengua de serpiente con la que pecaré quiero decir picaré este mundo frígido del que solo me importa la cálida insignia roja del valor que es como llama Man Ray al rouge labio carmín en gallego que tanto dista de tu catre campeón hombre85 o sí los tenemos claras porque esas son las erecciones que te desaprovecho sin querer queriendo perdón ya te lo dije y no debería pero te lo pido por el gato ladrón que eres tú y no mamá pretende mantenerme con frutos buenos para comer de árboles placenteros visualmente mas yo sufro de otros intensos e inevitables anhelos y pienso que ni sexo ni futuro hay sin Disciplina Disciplina Disciplina así que voy a ser la Señorita Page esta noche va a haber un robo cien por cien a la abuela sadomaso de Madonna le copié el look media melena que justo roza al pendiente que allí también llega y explota por sorpresa como nuestra garganta partida en dos en esta guerra otoñal orgásmica fiesta caída de las dos primeras hojas prohibidas porque en el amor todo es empezar, vamos, susurr@...
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No need to marry to love you, diche Betty Page axeonllada disimula o temor sobre o calcañar sete centímetros embaixo da tapiña suxa desexa cravarse o tacón na puntiña no cu negro o cabelo de coiro pero sen remaches prateados os brazos pintados co o escuro esmalte brillante dunha segunda pel enrugada sobre todo por donde pasa esa vea tan importante para o cabalo e mailas enfermeiras e tamén no antebrazo dereito ó dobrarlo coa finalidade de soster como sostén algo así coma un fular de pura pluma de anxo boxeador lixero ceo azul detrás dos enormes peitos con moita delicadeza a man non se lle ve resgardada baixo a teta zurda prémea e volve separala só un pouquiño un pouquiño por ver se aínda sinte os latexos abombados na canción explota explota o meu corazón polo desexo ou pola coca esta noite Betty Page son e afundo coma picadores de xeo agullas acibeche na carne rosada alegre quente e insolente por primeira vez confío nestas medias de rede de cabareteira dí mamá un eufemismo porque non lle gusta que soamente me cobran media coxa sobre o papo da perna ou mazá de eva ou adán porque aínda non temos claras ti e máis eu as funcións da extremidade inferior alaranxada ardente e insolente que desprazo con tino baixo as lustrosas unllas do polgar e índice estáticos húmidos case como a pel dun animal viscoso o dunhas longuísimas botas altas de pitón de Gucci por exemplo aínda que foi Gaultier o que lle copiou a
Betty os suxeitadores da cor dos pecados do travesti que son con lingua de serpe coa que pecarei quero dicir picarei a este mundo fríxido do que só me importa a cálida insignia roxa do valor que é como chama Man Ray ó rouge beizo carmín en galego do que tanto dista teu catre campeón home oitentaecinco ou si as temos claras porque esas son as ereccións que che desaproveito sen querer querendo perdón xa cho dixen e non debería pero pídocho polo gato ladrón que es ti e non mamá pretende manterme con froitos bos para comer de árbores placenteiras visualmente máis eu sufro doutros intensos e ineludibles adoecementos e penso que nin sexo nin futuro hai sen Disciplina Disciplina Disciplina por iso vou sela Señorita Page esta noite haberá un roubo cen por cen á avoa sadomaso de Madonna copieille o look media melena que xusto roza o pendente que alí también chega estala por sorpresa como a nosa gorxa partida en dúas nesta guerra outonal orgásmica festa caída das dúas primeiras follas que se nos prohibira porque no amor todo é empezar, vamos, susurr@... mitad doble 49
por Ladislao Goldoni.
Bienvenidos al lavavajillas. “Piccolo Teatro” es una colección de textos teatrales, concebidos para ser representados en casa, con objetos cotidianos, para regocijo y diversión de amigos y vecinos. Tras un encuentro regado con lágrimas en la Casa del Guardia, el dramaturgo napolitano Ladislao Goldoni -creador de esta hogareña forma teatral-, ha distinguido a mitad doble con el privilegio de presentarla a sus lectores.
ESPUMADERA: ¡Hola! ¿Qué ocurre?
PERSONAJES: Una espumadera, un vaso de caña, una tetera y un jarrito de la leche. En el lavavajillas entran la tetera y el jarrito, distinguidas piezas de porcelana. El vaso y la espumadera ya están allí, cómodamente instalados. JARRITO: ¡Buenas tardes! ¿El Encargado del establecimiento, por favor? VASO: ¡Buenas tardes! JARRITO: ¡Encargado, señor Encantado! ¿Tendría usted la amabilidad de situarnos en un lugar preferente y agradable para el baño? VASO: ¿Yo? JARRITO: ¿Usted es el Encargado? VASO: No. JARRITO: Disculpe, entonces ¿Me podría indicar dónde se encuentra? VASO: No lo sé. JARRITO: ¿Cómo ha encontrado su acomodo? VASO: Me han puesto aquí. JARRITO: ¿Así, sin más?
JARRITO: ¡Menos mal que aparece, señorita Encantada! ¡Encargada de saludarle! ESPUMADERA: ¿Yo? VASO: Qué manía... JARRITO: ¿Usted no es la Encargada? ESPUMADERA: Aquí no hay de eso; vamos entrando y punto. JARRITO: ¡Eso es imposible! TETERA: Paredes de metal y sillitas de plástico ¡Qué sitio tan mono! JARRITO: Muy monito, pero con una pésima organización. TETERA: Lo importante es el baño, Jarrichi... ¿Cómo es el baño aquí? VASO: Un gustazo. Sale uno nuevo. TETERA: Huy, pero yo no quiero salir nueva, quiero salir como siempre. Jarrichichi ¿qué hacemos? ESPUMADERA: ¿No habían venido nunca antes? JARRITO: Es nuestra primera vez. TETERA: Hasta ahora, nos lavaban delicadamente con jabón de vaselina, y nos secaban con un trapito de muselina. Pero hoy... cuéntalo tú, Jarrichirichi, yo no puedo. mitad doble 51
JARRITO: Sí, mi amor. Hoy le han regalado al Hombre que Bebe Té con Leche un nuevo juego de té y ha decidido que debemos... ejem... modernizar nuestra forma de baño. TETERA: Y yo, una tetera china superfina, de pintura alabastrina y tapa de purpurina, no estoy habituada a los detergentes y los calores... ¿Me resultará la experiencia dañina? VASO: ¿El Hombre que Bebe Té con Leche es también el Hombre que Bebe Cerveza en Vaso de Caña? ESPUMADERA: ¡No vasiles, vasito! ¿No ves que la tetera está preocupada? 52 mitad doble
VASO: Sólo quería distendir el ambiente con una de mis afamadas bromas. Lo siento. JARRITO: Oh, no se preocupe, Don Vaso. Tiene usted razón. El humor es lo mejor para estas situaciones. ESPUMADERA: No va a pasar nada; este Balneario para vajillas tiene un sensor de amor, y por lo que veo, ustedes se quieren mucho... TETERA: ¡No lo dude, señorita Espumadera! Estoy enamoradísima de mi jarrichirichirri... ¡Es tan distinguido y atento!
ESPUMADERA: Entonces, relájese: el agua llegará hasta usted a la temperatura justa y el detergente le hará cosquillas, respetando su delicado dibujo. TETERA: ¡Estupendo! Qué amable es usted, señorita Espumadera. VASO: Amable y sincera; jamás miente... Podría decirme algún día que me quiere, pero siempre me dice la
verdad: que no, que no y que no. ESPUMADERA: ¡No le hagan caso a este vaso, que es un vasón guasón! Todos ríen; el jarrito y la tetera -relajada y feliz-, se acomodan en la parte superior del lavavajillas. FIN
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LAS AVENTURAS DEL DR. P. DANTE.
EPISODIO QUINTO. DONDE SE RECICLA, DE UN CONTENEDOR DE BASURA, UN DIÁLOGO QUE MANTUVIERON EFRAÍN CASAPARTE Y EL DR. P. DANTE, JUNTO A LA APARICIÓN, POR VEZ PRIMERA EN ESTA HISTORIA, DE SIMÓN TEDEORO, CABALLERESCO CANALLA DE LA CIUDAD DEL PARAÍSO.
(RESUMEN DE LO PUBLICADO: Efraín Casaparte y P. Dante pasean por calle Granada, cuando les sorprende una manifestación de poetas subvencionados. Inician un diálogo con los poetas, que acaba en polémica. P. los reprende por su forma de pensar, y los poetas se enfadan.)
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E
sto último que dije, provocó un ruidoso silencio. Y es que, atraídos los poetones por mis palabras, habían cesado su manifestante recital y cuchicheaban entre sí. Poco a poco, el enjambre de juglagrillos(1) comenzó a removerse inquieto. Pronto, la tormenta hubo de llamarse tempestad; rugiendo como una manada de camiones, empezaron a rodearnos. Fueron arrinconándonos, hasta cercarnos junto a unos contenedores de basura. Se hizo escuchar de nuevo la voz del caricato, que fuera de sí, dijo: “Compañeros rapsodas, ¡Pongamos en su sitio a estos defensores de la mugre!”. Un bramido de aprobación surgió de los rimadores timadores; como una sola garra, nos levantaron en volandas, hasta depositarnos en un contenedor. Caímos sobre sendas bolsas de basura que, depositadas fuera de hora, compartían su soledad con nuestra desventura. “Parece que me ha tocado una bolsa mullida, llena de mondas y cáscaras; me ha evitado un moratón... ¿Y la tuya, P?” me dijo Efraín. “La mía está llena de papeles, y suerte he tenido con no cortarme con esta lata que por aquí asoma”, le respondí, mientras me alegraba de que me hubiese correspondido la peor parte en el sorteo de las bolsas, porque ciertamente, era responsabilidad de mi verbo encendido que nos viésemos en circunstancias tan rocambolescas. “Pues mala es esa bolsa” repuso preocupado Efraín, porque ha estado a punto de dañarte y, con toda seguridad, va a dañar el medio ambiente” “Cierto es lo que dices” -le respondí-, “Porque bolsa tan mezclada indica que quien la llenó ha de tener vacía la conciencia”. “¡Claro!, concluyó Efraín, “no hay disparo más disparatado que tirar sin miramiento alguno todo a la basura, sin separar para reciclar”. Sobre este vocablo existe una gran polémica entre los Pedantistas; Don Antonio Mas Listo, en su libro El Dr. P. Dante; la innovación de los neoarcaísmos (Málaga, 1997), sostiene que juglagrillo “es un juglar que resulta tan monótono como un grillo”. Sin embargo, Manolillo, en la recopilación de sus Conferencias En El Bar Saavedra (Málaga, 2000) insiste repetidas veces que juglagrillo es “un músico que está grillao”. (Nota del T.)
“Oye, os encontráis muy a gusto... - desacertó a decir un poeta. ¿Acaso la basura es hermana vuestra?” “Hermana nuestra y prima de la Naturaleza, señor trovador” – le replicó Efraín- “Que estimar la basura es amar el bosque, los mares y los ríos”. “¿Habéis oído los argumentos de este loco? - sinrazonó el poeta-, Pues, ¿no pretende que amemos los desperdicios? ¿No dice que adoremos los vertederos? ¡Qué idea tan sucia y vulgar! ¿Qué sería de nuestros poemas, de nuestros libros, en un mundo así?” “Acabarían en el contenedor para reciclar el papel – le repliqué, por ser ése su destino más adecuado”. Ni que decir tiene (y por ello no lo digo, si no que lo escribo), a los seguidores de esta historia, que el poetilla se soliviantó en desmesura, y a la llamada de sus escandalizadas voces, presto acudió un tropel de compinches, dispuestos a secundar, con la cobardía del número, alguna confusa forma de venganza. No tardamos en saber de sus intenciones; asiendo el contenedor, gritando como indios de película, lo empezaron a mover - primero con torpeza, después con estrépito-, enfilando hacia la Plaza de la Merced. Todo parecía indicar que la chanza iba a proseguir; la esperanza perdida, la derrota encontrada, nada podíamos hacer ante aquella afrenta. Fue entonces cuando un extraño personaje -mitad sueño, mitad pesadilla-, que acertaba a pasar por allí, reparó en el bochornoso espectáculo y, haciendo oídos antibióticos a las infecciosas advertencias de los poetas, raudo y decidido, se abrió paso hasta el contenedor, mientras decía: “Efraín, colega, ¿Qué pasa aquí? ¿Qué rollo tan chungo es éste? ¡Por mi madre que quien te toque un pelo se las tendrá que ver con mis puños, los más temidos de la Cruz Verde!” Ésta y otras razones parecidas parecieron convencer a los poetas, que decidieron abandonar la burla, satisfechos ya del desaire que nos habían hecho. Lentamente, se marcharon, tirando hacia calle Alcazabilla. Más tranquilo, pude contemplar la hechura de nuestro salvador: no levantaba metro y medio de suelo, los ojos
vivaces, negrísimos, con barba de cien días y melena de tres años, las sucias uñas haciendo juego con su indumentaria. “¡Simón, bienvenido seas! , prorrumpió Efraín, mientras salía del contenedor. “Nada, hombre, no tiene importancia. Por cierto -añadió el tal Simón-, ya tengo la bellotita que me encargaste”. “¡Una bellota! ¿Se trata de alguna especie distinguida y famosa?”, pregunté. Con risas respondieron Efraín y Simón a mi pregunta, a lo cual quedé desconcertado. “Mira P..., te presento a Simón Tedeoro, amigo de la infancia, camarada de juventud y cómplice en la madurez, de palabra ingeniosa y razonamiento veloz; con él nunca faltan ni las copas, ni las risas”. “Eso es verdad –dijo Simón- que mientras haya una botella en este mundo, no faltarán simones que la busquen sin cesar.” “Encantado caballero –le dije- ¿Vuestro oficio es, pues, buscar botellas y bellotas? Nuevamente, prorrumpieron en inexplicables carcajadas Efraín y Simón. Aún hubo de pasar un rato hasta que pudieron sacarme del contenedor, ya que la flojera de la risa les impedía auxiliarme. Finalmente pude salir, y darle el merecido apretón de manos al bellotero Simón. Efraín se quedó mirando el contenedor que nos había albergado y, a la par que me ofrecía un cigarrillo, me dijo: “Que verdad ésta, P.: En estos tiempos, lo que más vale se arroja a la basura” Y ambos, reímos, aprendiendo en la desgracia lo que otros olvidan en la fortuna: que la amistad es el tesoro más grande que un hombre puede encontrar, y que donde está un amigo, está el paraíso. Y el resto, aunque sea verdad, es mentira.
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la democracia
T
e has preguntado alguna vez, ¿qué es la política?, (pausa, recapacito y pienso) pensándolo mejor, te has preguntado alguna vez, ¿para qué sirve la política?. Cuando un partido, cualquiera, está en la oposición, siempre pide al gobierno diálogo, quiero pensar que lo pide para construir un país mejor. Pero, ¿qué ocurre cuando este mismo partido, repito cualquiera, tiene en el parlamento la mayoría absoluta? La historia de este país nos dice que, desoye todas y cada unas de las enmiendas a... lo que sea, por parte del resto de los partidos con representación en el parlamento.
¿Será que el partido que cuenta que mayoría absoluta, sólo gobierna para sus votantes? Uy, si esto fuera así, sería muy grave, ya que desprecia intencionadamente las ideas que no le son afines. Esto es uno de los principios básicos en los que se sustenta el Fascismo. ¿Entonces? Pensarán, ¿qué sus ideas son las mejores y que no se equivocan nunca? ¡Qué prepotencia!, ¿no? Entonces ¿para qué nos piden los políticos que participemos en los comicios sí luego no escuchan a nadie?
¿Qué significa esto?
En definitiva:
¿Es posible que todas y cada una de las ideas y sugerencias al respecto, del resto de los partidos que representan a un gran número de votantes de este país, estén totalmente equivocadas? No es muy lógico pensar esto. ¿Entonces?
¿Será qué todos los políticos cuando cuentan con mayoría absoluta, se olvidan del juego democrático, gobiernan y actúan como Fascistas “democráticos”?.
¿Es posible que el partido con mayoría absoluta, quisiera llevar a cabo su programa electoral, ser fiel a sus principios y a sus promesas electorales?. Bueno, más bien no, porque las promesas no siempre se cumplen. ¿Entonces?
¿Será qué están en política para llenarse los bolsillos a costa de todos a los que no escuchan, que en definitiva somos el resto? ¿O será qué la democrática no existe y es sólo una ilusión, un pensamiento abstracto e irrealizable, o es que los políticos de este país, aún no la han descubierto? mitad doble 59
la ficción es la gran verdad de la literatura Hay realidades que no encuentran palabras para recorrer el mundo. Carecen de infraestructura verbal, precisa exégesis, firme oposición. Sencillamente van transportándose con los ojos, por aquí, por allí, recogiéndose de donde se inaugure el desastre de lo que no puede ser. Son como un centelleo inmueble, una emoción sin progreso, un permanente desfonde del asombro, sin perspectiva de ser descritas salvo cuando retienen, tibia y dura, la sangre en los oídos: con la sorpresa a la altura del sueño de soportar más codicia. Por eso hoy quiero hablar desde algún instante que aún sostenga preguntas, decir algo digno que explique el porqué de comprender sólo con el gesto no mantenido (si apretando destellos, si mordiendo el polvo dulcemente, si devastando la resistencia a ser sensato…). De hecho hoy me tiendo encima de las palabras que no arruinó la aventura porque es lo único que le queda a quien se puso en su hora ternezas en la boca, signos más cercanos a lo razonable, más poderosos, los de los últimos días. Y aunque pudieran obviarse —qué se yo— los jóvenes y violentos resplandores, el crujido de la sangre, el ser menos sabio que quien conserva su momento para siempre, permanece la rancia orgía de la lógica, la amenaza sin temblor, la exquisita esperanza de no encontrarse con la ruina. Pero la vida prospera por su cuenta en cada hombre: es sepultada y luego nace a través de otros a quienes aman, como llegar a tiempo a ser ese con quien ganarse lo que no ha sido nunca. Por tanto, ¿qué si vino alguien y explicó ya las imaginerías del amor, los índices de la adoración, los populares diagnósticos contra el asolamiento? ¿Qué importa que describieran los modos de desmontar certezas de renuncia,
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las enfermas instituciones del arrepentimiento, el deshielo acaso de una cama deshecha? ¿Qué más da amar con grandes palabras si uno se engendra a través de otra boca, si —ahora que lo pienso— las manos son el único medio fiable para proveer y reducir ilusiones, para desclavarse de nieblas que exprimieran luces, pisaran soles, despidieran amigos y encontraran esposa, restañaran los incendios de un mundo prometido, y luego, con un miserable puñado de signos, ya ser nada? Hoy quiero decir que a esos que fueron inútilmente afortunados, que les olvidó el estruendo de un entonces que llevaban dentro, que se pusieron las manos donde la resistencia a dejar de abrazar, (con una brecha de humo en lo que aún les falta por vivir), ¿qué les queda de haber puesto en orden tanta ternura inasible, tanta desolación de instante feliz?
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