A la sombra del Guernica pasando por Kafka

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A LA SOMBRA DEL GUERNICA PASANDO POR KAFKA

Alumnas y alumnos de 3ยบ de ESO del C.P.I. Cernadas de Castro Departamento de Plรกstica Departamento de Lengua Castellana y Literatura Curso 2018-2019

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ÍNDICE

Señor Cuernos, Roi Jorge Vázquez ………………………………………………………………………………………. 5 Sangre violeta, Alicia Mariño Domínguez ……………………………………………………………………………

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Jack Molinero, Carlos Carreño Fungueiriño …………………………………………………………………………

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La chica diferente, Andrea de la Iglesia Carnota ………………………………………………………………….

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Nuestra voluntad era su destino, Noa González Nimo …………………………………………………………

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El toro Moncho, Iván Lago Santamaría ………………………………………………………………………………..

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Temor en la granja, Paula Seijas Insua ………………………………………………………………………………..

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La fortuna de Luis, Isaac Fungueiro Miguéns ………………………………………………………………………. 19 La historia de Lino, Andrea Hermida Martínez ……………………………………………………………………. 21 Recuérdame, Andrea Rojo Sabugueiro ……………………………………………………………………………….. 23 La paloma mágica, Elena Mayán Rivas ……………………………………………………………………………….

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La desgarradora historia de una madre (Las consecuencias de una guerra), Sheila Camino Ferreirós …………………………………………………………………………………………………………………………….. 27 La traición, Iago Carou Moledo …………………………………………………………………………………………..

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SEÑOR CUERNOS En unas montañas perdidas por el mundo, vivía un toro llamado señor Cuernos. Este tenía una casa al lado del río que protegía la cabra Aurora. El señor Cuernos solía llevar una camiseta de color verde y unos pantalones de color morado. También calzaba unos zapatos azules. Su cabeza era muy grande en comparación con su cuerpo, siempre tenía los cuernos brillantes como perlas y sus ojos eran verdes. Por otro lado su carácter era de la siguiente forma: era un toro tranquilo, bastante miedoso y muy bueno con todo el mundo. Un día, el señor Cuernos estaba en su casa tranquilamente cuando de repente sonó el teléfono. -Sí, ¿diga?- dijo el señor Cuernos. -Hola, buenos días, le llamamos del hospital donde su abuelo está ingresado, señor Cuernos-. -¿Qué sucede? -Lamentablemente tenemos que informarle de que su abuelo tiene un día de vida contado-. -¡Oh! ¡Voy para ahí inmediatamente! Gracias por llamar-. -Aquí le esperamos-. El señor Cuernos se preparó y salió de su casa para ir al hospital. Al llegar a la orilla del río que tenía que cruzar para ir hasta allí, se topó con Aurora, la cabra que lo protegía. Esta normalmente no dejaba pasar a nadie de un lado a otro, pero esta vez no fue así. El señor Cuernos le explicó que tenía que ir a ver a su abuelo porque se iba a morir y quería despedirse de él. La cabra, al principio, no quería dejarlo pasar, pero se dio cuenta de que era una causa importante, así que le permitió cruzar. El señor Cuernos llegó al hospital y su abuelo incluso sonrió al verlo. Este estaba muy contento de poder ver a su abuelo antes de morirse porque, aunque no estaba contento de fallecer, como es lógico, la oportunidad de ver a su nieto antes de hacerlo le agradó. De pronto la máquina que medía las pulsaciones del abuelo dejó de pitar. El señor Cuernos fue a llamar a unos médicos al pasillo, cuando estos llegaron ya era tarde. El abuelo había muerto.

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SANGRE VIOLETA Lo siento. Te he fallado. Lo siento. Te quiero. Lo siento, te siento. A mi lado, a mi lado. Me duele. El disparo y el corazón. Tu padre. Ese monstruo. Yo te quiero, mi vida. Me duele. Estoy sangrando. Me duele. Estoy llorando. Me duele. Estoy sin ti. Te fuiste sin haberte despedido. Te obligaron a marchar. Papá te obligó a marchar. No estaba contigo. Te dejé sola. Tenía que haber ido yo a recogerte al colegio. Te he perdido. Tu padre. Ha sido él. Te hizo daño. Me hizo daño. Me haces daño. Un cuchillo, cariño. El regalo que tenía para ti era un cuchillo, amor. El mío era una pistola. ¿Sabes dónde estoy? Tirada, en la cocina. Con una bala en la barriga y otra en el corazón. La del pecho es tuya. Lo siento. Tenía que denunciarlo. Fui una cobarde. Cariño, papi no era bueno conmigo. Tesoro, papá me pegaba. Me insultaba. Me maltrataba. Yo ya estoy muerta desde hace meses. Estaba muerta por dentro. Y ahora me estoy muriendo por ti. Cuando llegué a casa te vi. Estabas en el salón. Me pareció verte jugar con tus muñecas, llenas de sangre. Ya no me contestaste cuando te saludé. Ya no hablabas. Tu padre te mató, y ahora él esperaba mi llegada. No me escuchaste gritar cuando te vi. Te fuiste sin poder vivir tu vida. Sin poder vivir la mía. No me escuchaste. Tampoco me escucharon los vecinos ni la Guardia Civil. Pero me escuchó tu padre. Y por eso ahora me encuentro aquí. Con una bala en la barriga y otra en el corazón. Fuiste una hija maravillosa. En este momento sólo pienso en ti. Eras lo único por lo que merecía la pena seguir luchando. Siete añitos. Una vida por delante. Te la ha sacado. Te la he sacado. Eras una niña y yo tu mamá. Soy una cobarde. Me odio. Lo odio. Tenía que haber avisado. No debía haber mentido cuando preguntaban. Pero no me lo llegué a imaginar. Eras su hija. Su hija. Mi hija. Mi vida. Perdóname. Perdóname porque yo nunca me lo perdonaré. Te he perdido. Por mi culpa. No puedo respirar. Me han arrancado una parte de mí. Me han arrancado mi bonita flor. Ahora se marchita. Te marchitaste, cariño. Te marchitaste por no haberte cuidado lo suficiente. Porque no te he cuidado. No te he protegido ni regado. Ha sido el jardinero y no te lo esperabas. Tenías siete años hace unos minutos. No te lo esperabas. Ni tú ni nadie. No quiero respirar. No lo merezco. Perdóname. Te quiero. A mi lado. Te quiero a mi lado, amor mío, y ya no puedo estar contigo. Yo sé que me perdonarás desde lo alto del cielo. Tranquila. Tranquila. Espera tranquila. Tu padre se ha ido. Se fugó. Pero tú descansa. Nadie viene, nadie escucha. No quieren escuchar. Descansa, amor. Un tiempo. Espera, mi todo. Pronto estaré contigo.

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JACK MOLINERO Una bonita mañana de un viernes se despertó Jack y decidió salir a dar un paseo por debajo de las montañas. Él vivía en una aldea próxima, por lo que casi siempre hacía su ruta. Jack era una persona agradable, era simpático y trabajador. Tenía un rostro un tanto antipático, pero era todo lo contrario, muy bueno y amable. Era alto, regordete y poseía un pelo un tanto peculiar, de pinchos. El paisaje que apreciaba desde su casa, en la que vivía con su madre, en esa pequeña aldea, era muy bonito: las montañas, el río, las nubes… vivía fenomenal. Ese día, salió de su casa e iba andando por un sendero cuando decidió parar a beber y a descansar en la orilla del río. Se fijó en que en lo alto de las montañas, en el parque eólico de la empresa Formosa, un molino de viento no funcionaba; él trabajaba montando eólicos para esa misma empresa. Siguió su camino. Era ya por la tarde y el eólico seguía sin funcionar. Decidido, cogió sus herramientas del trabajo, las cuales guardaba en el sótano de su casa, su todoterreno, y ascendió hasta lo más alto de la montaña. Preparó sus arneses para subir al eólico. Subió por las escaleras interiores y agarrado a los arneses. Pudo ver que no funcionaba porque los rodamientos no estaban lubricados. Cogió su garrafa de aceite y lo esparció por toda la pieza. Solo hacía falta él para ese trabajo. El molino ya funcionaba, se sentía orgulloso. Bajó y se subió otra vez al coche y mientras descendía de la montaña descubrió un rebaño de ovejas con su pastor. Las esquivó y siguió bajando por la pista. Entonces se dio cuenta de que una se había perdido, esperó con ella a que llegara el pastor y se la devolvió… Así era Jack de bueno.

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LA CHICA DIFERENTE

Doña Flores, un día decidió salir a dar un paseo por una calle muy bonita llena de árboles y flores, ya que estaba al lado del parque, con una vestimenta distinta de la que ella solía llevar. Flores estaba paseando muy tranquila hasta que se dio cuenta de que la gente la miraba con cara extraña y, si iban dos o más personas juntas, le criticaban diciendo: -Mira, qué fea, no sé cómo no le da vergüenza salir así a la calle. -Hija ven aquí y cambia de acera, que la otra ya está ocupada. - Sí, tienes razón mamá, y además me da miedo esa mujer-. Y estos solo eran unos pocos ejemplos de lo que decían. Flores no entendía por qué la miraban así. Se sentía incómoda, como si fuera alguien de otro planeta y pensó: “¿Será por mi pelo pelirrojo, con reflejos de arcoíris?¿Por mi corona de diamantes negros? ¿Por mis ojos bizcos? ¿Por mis gafas sin cristales? ¿Por mi nariz plana? ¿Por mi boca sin labios? ¿Por mi mentón alargado? ¿Por mi cuello estirado, por mis manos y brazos desiguales, o por mi precioso vestido floral? Bueno, no sé, da igual.” Y se marchó para su casa. Pero lo que ella no sabía era que entre todas aquellas personas que la habían estado observando, una era diseñadora de moda. Flores no volvió a poner aquella ropa hasta un mes más tarde, porque quería saber si la gente seguía opinando lo mismo, y así fue; las personas no habían cambiado. Pero esta vez por la misma calle vio una tienda nueva y muy llamativa con un vestido muy similar al que ella tenía puesto, un montón de gafas sin cristales y coronas de diamantes. No pudo controlar la curiosidad y entró. La dueña era una mujer muy guapa y con estilo que la había visto el mes anterior, y le preguntó: -¡Hola! ¿Te gusta lo que hice? Está inspirado en ti. -Hola, sí, pero ¿Por qué alguien como tú se inspira en alguien como yo? ¿Y por qué el resto de la gente no opina lo mismo que tú? -Porque muchas veces, cuando no tengo ideas me fijo en las personas que son diferentes y tú eres una de ellas. Porque el resto de gente no sabe reconocer lo bonito y lo diferente. -¿Entonces no te parezco rara? -No, me parece súper guay que no todas las personas seamos iguales. -Pero si ahora todo el mundo va a poner ese vestido, ya no voy a ser diferente. -Tienes razón, lo siento, para que me perdones estás invitada a una fiesta, en la que tendrás que llevar algo que sea conocido por muchísimas personas. Se celebra mañana, así que date prisa. -¡Ah, ya sé! La colonia Nº5 de CHANEL. -Qué buena idea. Bueno, pues hasta mañana. -Chao. Al día siguiente Doña Flores se estaba dirigiendo a la exposición cuando vio caer del cielo una estrella fugaz y, por desgracia, no se pudo presentar en la fiesta.

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NUESTRA VOLUNTAD ERA SU DESTINO Cordelia llevaba una vida tranquila, casi idílica, en el parque natural de las fragas del Eume, ubicadas al norte de Galicia. Os preguntaréis quién era Cordelia. Cordelia era una paloma bravía, ancestro silvestre de la paloma doméstica. Su rutina diaria consistía en salir a volar con sus compañeras, chapotear en la ribera del río y contemplar los bellos paisajes que a veces la dejaban hipnotizada. Sin embargo, una mañana, su vida dio un giro de ciento ochenta grados. Planeando sobre el espeso bosque en el que se oían, a lo lejos, disparos de escopeta, sintió en el ala izquierda un fuerte impacto. Sin tiempo para averiguar qué le ocurría cayó en picado al suelo. Cuando al fin se despertó, se encontraba en un lugar desconocido; era un entorno desapacible, gélido y oscuro. No encontraba motivo alguno para estar allí. Además de sentirse abatida y cansada, estaba completamente sola. De repente, una voz grave la sacó de sus pensamientos y la hizo regresar a la realidad. Temerosa, escuchó lo siguiente: -Ya te habrás dado cuenta, Cordelia, de que mi mundo, el de las tinieblas, nada tiene que ver con el paraíso del que tú procedes. Aunque tú no lo sabes, tu muerte fue fortuita, así que no deberías estar aquí. Sin embargo, para poder volver a tu colorido y alegre mundo, tienes que superar un importante obstáculo-. -Haré lo que sea necesario para volver con los míos-, añadió, casi sin dejarlo terminar. -Debes convencer a tu pueblo de que las confrontaciones sólo derivan en conflictos y, a veces, son el origen de muchas guerras. Por tanto, tu misión es persuadirles del hecho de que el diálogo es la clave para vivir en armonía-. Cordelia era consciente del reto que debía superar. Así pues, se tomó la tarea muy en serio. Intentó convencer a todos sus vecinos por medio de asambleas, donde les explicaba entusiasmada la importancia de la paz en la sociedad. Sin embargo, fracasó. Si todos hubieran colaborado, Cordelia, símbolo de la paz, no estaría de nuevo en la penumbra de ese gélido mundo.

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EL TORO MONCHO El toro Moncho era un gran fan del Quijote, por eso quiso visitar los molinos de Castilla la Mancha. Al llegar allí descubrió que él no era el único fan del Quijote. Había mucha más gente que quería visitar los molinos, así que se puso al final de esa interminable cola. Después de estar horas y horas esperando, por fin llegó al primer puesto. Allí se encontró con un lince llamado Paco. Paco era el guardián de la entrada a los molinos y no podía dejar pasar a nadie por menos de cincuenta euros. El lince Paco le pidió los cincuenta euros al toro, pero este solo llevaba cuarenta y nueve euros con noventa y nueve céntimos encima. Moncho no estaba dispuesto a ir a buscar el céntimo que le faltaba porque si no tendría que volver a hacer la interminable cola de nuevo. Le pidió al lince Paco que le dejara pasar de todas formas, que ya le pagaría el céntimo que le faltaba, pero este le dijo que no. Cansado y triste, el toro Moncho volvió a su casa en las montañas. Cuando llegó ya era de noche y estaba tan cansado por el viaje que se fue a dormir. A la mañana siguiente se despertó con el ruido de su teléfono. Quien llamaba era su jefe porque llegaba tarde a su trabajo. Moncho trabajaba para una floristería como repartidor de flores. Era una floristería tan humilde que ni siquiera tenía vehículos para los repartidores, por lo que los repartos eran hechos a mano. Hoy Moncho tan solo tenía una entrega, lo malo era que el reparto era al otro lado de las montañas y la única forma de pasar era a través de un frondoso bosque. Se adentró en él con la flor en la mano. Para que no se estropease fue con cuidado. Al cruzar un pequeño río que iba casi vacío Moncho vio una casa, llamó a la puerta y al ver quién la abría se quedó bastante impresionado. Le abrió la puerta el lince Paco, que lo reconoció enseguida. Moncho le dijo que la flor valía quince euros, y Paco los pagó sin sospechar nada. En realidad la flor solo valía catorce con noventa y nueve, pero con el céntimo que Paco le pagó de más Moncho consiguió ir a los molinos.

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TEMOR EN LA GRANJA En una granja al norte de Asturias, vivía un granjero llamado Emilio. Él amaba a sus animales y odiaba dejarlos solos; solamente lo hacía una vez al año, porque necesitaba vender sus vacas para poder comprar más animales. Aquel día, cogió a sus tres vacas y se fue a la feria dejando solos a los demás. Tenía muy pocos animales porque no hacía mucho les había atacado un oso pardo en el establo. Emilio se había dejado sin querer la puerta de la granja abierta; entonces el oso entró y aquello fue una masacre. No hubo supervivientes, salvo el alce que sacó valor y lo mató clavándole los cuernos. Como veréis, la granja era un poco rara, debido a que había alces, linces, lobos con ovejas, un ternero y un conejo. Eso era lo que la hacía especial, después del accidente la granja cambió por completo: había depredadores con presas, pero no se atacaban. Aquel día que quedaron solos, los animales estaban tranquilamente, algunos comiendo otros bebiendo y otros revolcándose en el barro. Marco, que era un caballo, llevaba poco tiempo allí, y al saber que Emilio se había ido se asustó; nunca antes había estado sin granjero, pero pronto lo tranquilizaron los demás. Ya volvía a respirar tranquilo cuando, de pronto, se escuchó un ruido muy fuerte proveniente de la puerta. Uno de los perros decidió ir a averiguar qué pasaba para calmar a la granja. Asomó la cabeza por la puerta y allí lo vio, en la esquina del establo. Era un oso. Metió rápido la cabeza dentro y cerró la puerta como pudo. Los animales sintieron mucho miedo, corrían de un lado a otro, pero Marco no. El asustadizo caballo Marco no. No pensaba dejar que pasase nada, ni que nadie lo cambiara otra vez de granja. Había estado en una tras otra y nadie lo quería porque no era un caballo normal. Lo cierto era que tenía la cara de colores, una enorme cola rubia y era ciego. Esa era la razón principal para que nadie le quisiese, y por lo que no duraba dos meses en la misma granja. Entre tanto jaleo Marco no podía pensar bien, sabía que tenía que enfrentarse a la situación y calmar a los demás. Se levantó e hizo un ruido muy fuerte y alto. Todos se pararon en seco cuando lo escucharon: -¡No podemos dejar que algo así nos lleve a la locura. Debemos actuar, solucionarlo, como sea, pondremos a salvo a los más pequeños y los demás saldremos a luchar!- dijo. Y eso hicieron. Pusieron a los más pequeños en la zona de arriba del establo, abrieron la puerta y corrieron hacia el oso. Marco se guiaba por los pasos y gritos de sus compañeros. A mitad de batalla el oso les estaba dando una paliza. Por más que lo intentasen no podrían con él, el oso estaba encima de Marco a punto de clavarle su grandes uñas. Pero, de repente, se desplomó en el suelo. Era Emilio. Le había disparado. Había llegado justo a tiempo, para salvarles antes de que aquella fiera acabase con ellos. Marco pensaba que sería su fin, que lo devolverían porque la idea de enfrentarse al oso había sido suya; sin embargo no fue así. Emilio los felicitó por su valentía, pero les dijo que no lo volviesen a hacer, no quería perder a ningún animal más.

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LA FORTUNA DE LUIS Acabo de darme cuenta de que no tengo escapatoria. Qué irónico haber conseguido un tesoro de millones y que no me sirva de nada. Este maldito toro gigante lo único que pretende es clavarme sus enormes cuernos en el abdomen. De alguna manera tengo que salir. Tengo que salir de aquí si quiero sobrevivir. Bueno, supongo que para contaros cómo he llegado a esta situación, a quedarme encerrado con un toro enorme y con un tesoro que vale millones, tendré que empezar por el principio. Me llamo Luis Ackerman y soy arqueólogo. Ya sabéis, me dedico a desenterrar huesos. Pero eso no viene a cuento. El caso es que un día un tío mío, hermano de mi difunto padre, me preguntó si quería ir de expedición con él a una zona del Amazonas, porque según creía, en un lugar secreto había un gran tesoro protegido por un guardián. Como imaginaréis me pareció todo un cuento chino y al principio pasé de todo aquello. No me creía para nada esas tonterías del tesoro y no estaba para semejante pérdida de tiempo. No me preguntéis cómo en menos de un santiamén estaba en el avión con él. No entiendo cómo consigue meterme siempre en sus rollos, pero me tendré que aguantar. Es lo más parecido a un padre para mí. Es la única persona que siempre consigue sacarme una sonrisa, por malo que sea el momento. De no haber sido por él nunca me habría repuesto de la trágica muerte de mi padre. En fin. Os explicaré cómo acabé en una cueva donde hay un toro gigante que quiere verme muerto. Tres semanas después de haber empezado aquella delirante expedición, mi tío empezó a sentirse mal: respiraba con dificultad, tenía fiebre, y no estaba en condiciones de continuar la marcha, por lo que decidió quedarse a resguardo en una aldea que nos pareció segura y yo continué la marcha. Al cabo de algún tiempo y de no pocas peripecias, no sé si por fortuna o por desgracia, me encontré con una cueva que no venía señalaba en el mapa. La curiosidad me empujó a entrar y ya os podéis imaginar lo que me encontré, un toro de unos tres metros que me obligó a adentrarme en ella. Gracias a él encontré el tesoro, es cierto. Un cofre lleno de goldones, una moneda antigua de incalculable valor. ¡Era rico! ¡No me podía ir sin aquel tesoro! Ni sin él, ni con él, pues aquel animal permanecía apostado en la puerta y dispuesto a partirme en dos. Era mucho dinero -¿Cómo salgo yo de aquí?-, pensé. Pensé durante mucho rato y al final se me ocurrió una manera muy sencilla. Cogí el cofre y salí corriendo en un momento en que me pareció que pillaba al toro desprevenido porque dormía. ¡Qué sorpresa el momento en que me di cuenta de que me metió tal cornada que me dejó tiritando en el suelo! También fue sorprendente despertarme en mi cama y darme cuenta de que ese había sido el viaje que había realizado mi padre, y saber cómo había fallecido debido a la cornada de un gigante toro. 19


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LA HISTORIA DE LINO Todo comenzó en el bosque un día muy tranquilo, nació una nueva especie de un cruce de un caballo y de un toro. Se llamaba Lino, poco después de nacer perdió a sus padres y por desgracia, no tenía hermanos. Era un caballo robusto y a medida que se desarrollaba, sus cuernos se hacían más grandes y fuertes. Solo tenía dos amigos Lulú que era la única hembra de la manada y Teno, que era su mejor amigo. El resto tenían miedo a sus temibles cuernos, así que procuraban alejarse de él el mayor tiempo posible. Pero en realidad Lino era muy bueno y tenía un gran corazón. Un día Lino y sus amigos iban por el bosque y escucharon unos ruidos que no acostumbraban a oír. Iban tensos, caminando. Vieron que había un humano armado con un rifle y solo. Cuando los descubrió, el individuo preparó su rifle y apuntó al primer objetivo que sus ojos habían identificado. Por desgracia el objetivo resultó ser Teno. La bala atravesó su panza y cayó desvanecido al suelo. La sangre corría por río abajo y Lino no supo cómo reaccionar, pensó que podía salir corriendo, pero el hombre lo perseguiría y mataría a toda la manada. Lo que hizo entonces, fue mandar a Lulú corriendo junto a la manada y avisar de que estaba bien, pero que Teno había muerto. Ella hizo lo que él le mandó y salió corriendo. Lino estaba ideando un plan, pero se dio cuenta de que no tenía tiempo para pensar, había que reaccionar sin más. De pronto sintió un fuerte pinchazo en la pierna, empezó a marearse y cayó al suelo vencido. Lo habían dormido con algún tipo de sustancia, pero no sabía con qué. Al día siguiente, Lino notaba un agudo dolor en la cabeza y se mareaba constantemente. Claro que sí, es lo que estás pensado, el desgraciado hombre le había cortado los cuernos. Estuvo tumbado durante unas horas, hasta que ya se sintió mejor, pudo levantarse e ir junto a la manada. Al cabo de unas horas, llegó junto a los demás y todos lo miraban raro, claro, notaban que algo le faltaba. Nadie reaccionaba. Fue Lulú quien se acercó preocupada y le preguntó si estaba bien. Él le contestó que no, que había perdido a su mejor amigo y sus cuernos. Lino no estaba bien, pasó toda la noche en vela, pensando en lo que había pasado, perder sus cuernos suponía un gran riesgo para él. Después de unos días, Lino ya estaba mejor, su cabeza había parado de sangrar y él se encontraba con mucha más fuerza. Los de la manada era la primera vez que se preocupaban por él, todos los días iba alguien a visitarlo. Habían descubierto que en realidad Lino tenía un gran corazón que no le cabía en el pecho y ahora lo aceptaban. Sí, era diferente, pero eso también lo hacía especial y aprendieron a juzgarlo por su forma de ser y no por su aspecto. Todo iba muy bien a partir de aquellos días hasta que volvieron a encontrarse cara a cara con el cazador. Esta vez, mientras estaban pastando. Cuando Lino descubrió que aquel ser sin corazón había regresado, ya habían muerto cuatro de los de su manada. Él empezó a correr sabe sin saber por qué ni en qué dirección y perdió al resto del grupo de vista. Por un momento pensó que todo había acabado, que se había salvado de la matanza, pero, de repente se lo encontró de frente. Sí, era aquel desgraciado cazador, aquel que había matado a su mejor amigo. Cuando lo vio ya no tuvo tiempo para reaccionar y por desgracia Lino murió a causa de una bala que se le incrustó en la zona del abdomen. 21


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RECUÉRDAME Hola, soy Samantha y voy que contar la historia de mi vida; cómo logré seguir adelante sin la persona más importante y a la que tan profundamente quise, mi madre. Era una mujer que desprendía alegría y amor a donde quiera que fuese; tenía luz propia. Pero un día la flor más hermosa del jardín se marchitó. La culpa fue de una enfermedad incurable que arrasó con todo a su paso. El cáncer empezó poco a poco pero fue devorándola hasta que no pudo ni mantenerse en pie. Yo tenía quince años y no sabía cómo iba a sobrellevar su muerte. Una noche me acerqué a su cama. La pobre estaba decaída, demacrada, con el rostro pálido como el papel. Entonces, sus delicadas manos apretaron las mías. Pese a su debilidad, pretendía transmitirme amor y tranquilidad. Me acercó delicadamente hacia su cara y en un hilo de voz me susurró unas palabras que recordaré siempre: -Fíjate en la preciosa chica en la que te has convertido. Eres valiente y fuerte, y ahora más que nunca te pido que lo seas; sobre todo, ahora, mi niña, necesito que estés con tu padre y que os apoyéis. Te quiero…- y con una caricia en mi mejilla, cerró los ojos por última vez y para siempre. Recuerdo que ese día sentía unas ganas desgarradoras de quitarme ese dolor que sentí por dentro, que me quemaba. Pero no lo hice, se lo había prometido y pensaba cumplirlo. Rememoro esa triste noche que pasé llorando en los brazos de mi padre, como si este mundo fuera a terminarse. Lloré tanto que dudo que me quedasen más lágrimas. A partir de ese momento mi mundo se fue a pique. Empecé a sacar malas notas y me convertí en una asocial. Pasaba de todo el mundo. La única razón por la que me levantaba todas las mañanas era por mi madre, porque no quería verme ahogada. Pero así era como me sentía, como si una sombra negra me cubriese. Esto fue disminuyendo conforme fueron pasando los años gracias, en gran medida, a la ayuda de mi padre que, a pesar de su dolor, no dudó en cargar con el mío. Una tarde pasamos horas recordando anécdotas de mi madre y, sin darnos cuenta, fuimos felices. Porque las personas somos recuerdos, y mientras estos vivan, ellas también.

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LA PALOMA MÁGICA

Había una vez una paloma que podía viajar entre mundos. Por donde iba repartía paz y amor. Hasta que llegó a nuestro mundo, la Tierra, donde se encontró con un huracán con cuya fuerza se le rompió el ala derecha y cayó al suelo en un lugar solitario. Poco después del accidente, un niño pasó por su lado, pero no se preocupó por ella y la dejó tirada. El muchacho tenía el pelo castaño, igual que sus ojos, y la personalidad de un ser egocéntrico y mimado. Al cabo de un tiempo, pasó la hermana menor. Esta era de pelo rubio con los ojos azules y poseía un gran corazón. Cogió a la paloma en brazos y la llevó a su casa donde le curó el ala y se ocupó de cuidarla. Su hermano se dio cuenta de que tenía al pájaro y se metía con ella. La paloma se curó en unas semanas y cuando estuvo bien le dijo a la niña que se tenía que ir a recorrer el mundo para parar las guerras y que todo fuese paz y amor. Pero antes de partir, le concedería un deseo ya que la muchacha la había ayudado cuidándola, y asegurándose que no le pasaba nada malo. Ella lo pensó muy bien y deseó que nunca más hubiese guerras en todos los mundos y así poder tener a su amiga la paloma a su lado y que le ayudase a llevar mejor con su hermano mayor, el cual, no paraba de meterse con ella. La paloma cumplió su deseo y estuvieron así hasta que la niña se convirtió en una adulta y la relación entre los hermanos mejoró mucho. Al final la paloma se fue diciéndole a la niña, ya adulta, las siguientes palabras: - Gracias por todo, me has ayudado mucho-. -No ha sido nada, pero tú has hecho más que yo, por eso te doy este ramito para que recuerdes tu estancia aquí. Gracias por todo. Espero que volvamos a vernos prontorespondió la niña. Y le entregó el ramito, cayendo de sus ojos lágrimas, pero orgullosa de su amiguita.

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LA DESGARRADORA HISTORIA DE UNA MADRE (LAS CONSECUENCIAS DE UNA GUERRA) Era el año 2013. En una aldea de Siria, una madre y su hijo vivían las consecuencias de la guerra. Ella había perdido a su marido y a sus dos hijos mayores, solo tenía al menor, de tres años. Vivían en una casa toda deshecha por las bombas que habían caído la semana anterior. Un día salió con el pequeño a la calle y tuvo la mala suerte de que empezaran a bombardear la ciudad. Su hijo resultó herido y se quedó inconsciente. Todo estaba roto y destrozado por culpa de la guerra y las bombas. Era algo desolador, casas destrozadas, vidas destrozadas. Miles de niños se habían quedado sin familia. La pobre mujer estaba en la calle buscando algo de ayuda pero todos tenían una situación igual o similar. Veía cómo su única razón de vivir se desvanecía entre sus brazos. Lloraba. La gente miraba pero no ayudaba. Pensaba que nadie se merecía pasar por algo así. El niño seguía empeorando a medida que pasaban los minutos. La madre, desesperada, no podía hacer nada. A nadie le importaría; tan solo otro de tantos niños inocentes había muerto. Nadie le daría más trascendencia; tan solo otra muerte. Aunque, para ella, era la vida. La pobre mujer se sacó su camiseta para hacer una especie de venda y cubrir la herida de su hijo. Hacía presión. Nada. Él no mejoraba. Ella lloraba. La vida de su hijo de desvanecía entre sus brazos. No podía hacer nada, solo llorar y rezar por un milagro que jamás sucedió. Era imposible. Su hijo se moriría con toda la vida por delante. Ella gritaba. Él ni hablaba. Era tan estúpido todo aquello. Si pudiera cambiarse por su pequeño. Imposible. No sería capaz de nada sin él. Él lo era todo. Era por quién seguía luchando contra la vida que les había tocado, si él moría ella también lo haría. La pobre mujer camina desolada hacia el mar con su hijo muerto entre los brazos. Algo desgarrador para cualquiera que lo imagine.

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LA TRAICIÓN Esta historia sucede una mañana de primavera. El día estaba soleado y hacía un poco de viento en aquel lugar situado a una altura de cuatrocientos metros. En ese sitio vivía una familia de una especie que no era muy conocida, llamada rococo. Ellos tenían su hogar en un descampado, en la copa un alcornoque. Un día por la mañana, la madre de la familia de los rococos, llamada Luna, decidió ir a buscar comida a los frutales del campo. Cuando salió de la casa, las crías rococos, estaban en su tiempo de descanso. Luna iba de camino a por los alimentos, cuando de repente se encontró con un cazador llamado Antón. Ya eran viejos conocidos, dado que él había matado a unas amigas suyas con una escopeta de color negro. Luna se asustó, porque pensaba que Antón iba a hacer lo mismo con ella, aquella tarde de invierno. Entonces echó a correr y a gritar temiendo por su vida. Él la persiguió diciéndole que solo quería hablar con ella y, cuando llegó a su encuentro, le dijo que se calmara, que no le iba a hacer daño. Como el cazador parecía ir en son de paz y le habló con tanta calma, ella confió en él. El caso es que el cazador le dijo que la acompañaba durante a dar un paseo y Luna aceptó. (Una cosa que no dije, es que la raza rococo, puede hablar en el idioma que quiera). Mientras emprendían la caminata, el cazador le fue hablando de cultivos y otros asuntos, hasta que llegaron a un río caudaloso, de aguas gélidas, dónde solo se metían anfibios y algún reptil. El perverso cazador tenía una idea en mente: consistía en dejar que fuera delante para agarrarla desprevenida por detrás y abusar de ella, como había hecho con sus anteriores víctimas. Al darse cuenta de su terrible error, Luna intentó escapar pero tropezó con una raíz que había en el suelo. Él aprovechó el momento para sacar el arma que llevaba siempre encima, la famosa escopeta negra, le apuntó a una pierna y, sin pensarlo ¡BUMM! La bala le atravesó la pierna y, al momento, la rococo perdió el conocimiento y Antón se marchó corriendo, no sin antes haber llevado a cabo su terrible plan, en aquel bosque tan oscuro y profundo. Al cabo de una hora, más o menos, Luna recobró el conocimiento y allí estaba un niño, que vivía en los alrededores de aquel bosque. El muchacho se alegró al ver que se despertaba, ya que estaba asustado porque había escuchado el disparo a lo lejos y la daba por muerta.

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Ella le preguntó quién era y el pequeño le dijo que se llamaba Diego y que vivía cerca del lugar donde se encontraban. Entonces, la ayudó a incorporarse y fueron a su casa para hacer unas curas y parar la hemorragia de la pierna. Cuando llegaron a la casa del niño, se dirigieron a la cocina, donde guardaban productos de enfermería. Estaban solos, puesto que los padres de Diego trabajaban en el campo, pero él, que de mayor quería ser doctor, le hizo una cura con gran destreza. Luna estaba sufriendo, no solo por la grave herida de la pierna, sino también por sus dos crías, que estaban solas esperándola. Diego le dijo que se tranquilizara, que las pequeñas estarían bien y que después de lo que acababa de pasar era mejor; entonces, ella le dio las gracias por su ayuda y le dijo que tenía que irse y volver a su hogar, junto a sus hijas. Diego, que era un chico formal, decidió acompañarla, por si acaso necesitaba ayuda por el camino, o por si volvía a aparecer el cazador. Mientras iban caminando por el bosque en el que habían sucedido los hechos, Luna se sentía nerviosa. Sin embargo, todo iba bien hasta que llegaron a la zona del río y vieron que había una discusión entre tres cazadores. Uno de ellos era el famoso Antón. Luna y Diego no se detuvieron, ya que tenían prisa por llegar al alcornoque pero de repente escucharon un disparo y vieron a dos de los cazadores correr. Ninguno de ellos era Antón; por lo tanto él había recibido el disparo. Entonces Luna dijo: -“Cada uno tiene la recompensa que merece”- y siguieron su camino.

Cuando llegaron por fin al árbol donde se encontraban sus dos hijas, subió rápidamente, y las abrazó todo lo fuerte que pudo, y les dijo que las había echado mucho de menos, ya que todo había salido mal, ese día. Aunque no todo. Diego se despidió de las tres, y se fue a su casa, pensando que ya tenía unos nuevos amigos por la zona.

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Este libro fue realizado por alumnos y alumnas de 3º ESO.

C.P.I. Cernadas de Castro Lousame, A Coruña Curso 2018-2019

Departamento de Plástica Departamento de Lengua Castellana y Literatura

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