(2017) El lenguaje audio-visual del opresor. La víctima hermosa. O V de Violador(es)

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El lenguaje (audio-visual) del opresor O «Dial ‘M’ for murder» O la víctima hermosa O «V» de Violador(es)

{ Colectiva Moi Non Plus • Mayo de 2017 }


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El Patriarcado hetero, cis, blanco, y adulto, tal y como se materializa en el trabajo público (del Estado) y en el mercado de trabajo privado (de los capitalistas), funciona produciendo y distribuyendo constante y cotidianamente 2 tipos de órdenes contradictorias pero complementarias entre sí. Una lo recordamos con las palabras de Carole S. Vance: «A las mujeres se les anima a aceptar que toda actividad sexual masculina que se dirija hacia ellas es placentera y liberadora: “A las mujeres, en realidad -se les dice-, les gusta ser violadas, pero son incapaces de reconocerlo”» (en: Placer y peligro: hacia una política de la sexualidad).

Y el otro con las palabras de Virginie Despentes: «Si verdaderamente hubiéramos querido que NO nos violaran, habríamos preferido morir…, o habríamos conseguido matar al violador. Desde el punto de vista de los agresores, siempre se las arreglan para creer que si ellas sobreviven a una violación es porque la cosa no les disgustaba tanto...» (en: Teoría King Kong).

Doble trampa y captura, doble entrampamiento y callejón sin salida (double bind): a la vez que el sistema-Macho nos dice hipócrita y demagógicamente que “No es No”, también y simultáneamente nos dice que “No es Sí”. Si decimos que NO, en el fondo queremos que SÍ, sólo que... inconscientemente. Nos abusan y violan, y en el fondo, es lo que queríamos (“Luego, era eso...”). ¿Cómo el sistema-Macho, el Patriarcado estatal y capitalista, fundamenta estas violencias?. Con toda su teoría del “falo”, la “falta”, la “castración”, el “deseo del padre” (sea la ‘figura’ o ‘el nombre’ o el ‘significante’ del padre), el “complejo de Electra” (Edipo invertido), y demás mierdas. El psicoanálisis es una herramienta del Patriarcado y una teoría del Patriarcado. Y la TV, el Cine, el periodismo, la publicidad y el marketing chorrean psicoanálisis por todos sus poros, cochino familiarismo y edipismo. No hay programa de TV, no hay publicidad, no hay guión cinematográfico que no se sustente en la mierda psicoanalítica, con su ideal de “familia” y conyugalidad, con su ideal del amor romántico, con su idea de que hay que sufrir para amar, y que los “celos” son algo “normal” que viene en el mismo combo, y con toda su triangulación fascista del deseo sobre papá-mamá-yo + pareja-hijxs-yo. Pero seamos clarxs: al Hetero-cis-patriarcado estatal y capitalista (gobierne quien gobierne) no se lo combate con reglas de “Ceremonial y Protocolo”, ni apelando a la “buena voluntad” de los varones (o a su “arrepentimiento” o sentimiento de “culpabilidad”), ni aspirando a un honesto “desempeño laboral”, ni haciendo un llamamiento al “auto-control” y a la “continencia” de aquellos que, desde su nacimiento, gozan y ejercen sistemáticamente sus privilegios: los actores, los guionistas, los productores, los directores, los funcionarios, gobernantes, jueces, fiscales, peritos, jefes, patrones, sindicalistas, militantes, ídolos, músicos, artistas, capos, jetones, etcéteras. “Estamos ante un cambio de paradigma, así que ahora los varones van a tener que cuidarse más”, esta frase es una mistificación. ¿Queremos acabar de verdad con las violencias?. Entonces no podemos apelar al “auto-control” de los privilegiados, ni a su

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“toma de conciencia”; del mismo modo que si queremos acabar con el hambre y la injusticia social no podemos apelar a la “caridad” y a la “bondad” de quienes nos explotan, nos gobiernan, nos fiolan, nos prostituyen. NO ES UN PROBLEMA MORAL, ni de conductas, sino político, profundamente político y sexual. Y el Cine y a TV, y los Medios de comunicación (los estatales y los privados), son irremediablemente una máquina hetero-cis-wingka (blanco) patriarcal que funciona chirriando, funciona con y por sus violencias, abusos, ilegalismos, fiolismos.

TENEMOS QUE DESTRUIR LAS CONDICIONES —O SEA, LAS RELACIONES Y LAS PRÁCTICAS— QUE CONSTITUYEN A LA INDUSTRIA AUDIO-VISUAL (EL CINE & LA TV). Tenemos que destruir las condiciones, es decir, las prácticas y las relaciones (económicas, sociales, sexuales y libidinales o deseantes) que hacen posible que todo esto suceda. Porque cada unx de nosotrxs es el producto de la relación social en la que está metidx. Las relaciones producen a las personas, y las personas re-producen las relaciones. La división del trabajo tal y como existe en el Cine, la TV, y los medios de comunicación masiva supone líneas de jerarquía y funciones de autoridad, de mando y obediencia, de dirigentes y dirigidxs, y toda una aristocracia y un sistema de castas. Esto debe ser destruido, porque ahí radica la causa principal de todas las violencias. Línea de montaje: Alguien pone la plata (o bien el Estado, o bien una productora, o bien ambos juntos), y por tanto, impone ciertas condiciones y prerrogativas. Alguien escribe el guión (trabajo de guionista). Alguien hace el casting de actores/actrices que habrán de interpretarlo, casting en el que hay “estrellas” y anónimxs. Alguien se encarga de las locaciones. Alguien del vestuario, maquillaje, iluminación, sonido, fotografía, asistencia de cámara, etcs. Alguien es seleccionadx para actuar (trabajar) interpretando un guión que no sólo no escribió, sino que además carece de poder para modificarlo (sólo debe obedecer); sólo se le paga para memorizar/improvisar y actuar. Alguien dirige y dice qué se hace, cuándo y cómo (ese falso “Genio” que llaman “Director”, y que figura en los libros de Historia del Cine Universal, o sea, Historia del Cine-Macho). Alguien recibe, al final de proceso de circulación (post-estreno) la plata o el capital que puso (inversión), pero multiplicada (ganancia), en general, gracias al sobre-trabajo y al abuso (incluido el sexual). Cada uno en su rincón y mirándose a sí mismo (teniendo que hacerlo forzosamente, por la lógica misma del sistema), cada uno con su rol, cada uno con su “salario” y “negociando”, si puede, su salario (cachet); cada uno con su “representante” (o intermediador), si es que lo puede pagar (o bien, representándose a sí mismo); cada uno con su “trayectoria” y su “reconocimiento” (antigüedad que otorga un “derecho de piso” y unos privilegios); cada uno pensando en su propio destino, en su propia estelaridad, sus premios y nominaciones, sus “estatuillas”, sus “ternas”, en sus propios

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fans, en su propia “carrera”, su propio camarín, su propio rating; y etcéteras. A lo que hay que agregar todo el mierdoso sistema de los “críticos” de cine, enjuiciadores y calificadores del trabajo de lxs demás (policía audio-visual). Estructura piramidal y jerárquica, pero también transversal, que avala (produce y re-produce) todo tipo de arbitrariedades, violencias y abusos. La jerarquía y la verticalidad, junto con la posición de autoridad, avalan el corporativismo (“cerrar filas”, “mesa chica”, etc.), y por lo tanto, el secreto (incluso el secreto “a voces”), y el secreto es hermano siamés de la complicidad y la impunidad. Este régimen de relaciones y de prácticas debe ser destruido. NO BASTA ÚNICAMENTE CON CAMBIAR LOS “CONTENIDOS” AUDIOVISUALES (escribir otras historias, otros guiones, etc.). HAY QUE CAMBIAR LA MANERA (FORMA) DE TRABAJAR Y DE HACER CINE: las relaciones de producción y el modo de producción. ¿Quiénes escriben los guiones? ¿Cuántos guionistas hay en la industria audio-visual? Pocos. Se cuentan con los dedos de las manos. Sabemos sus nombres y apellidos. Ellos son responsables fundamentales. ¿Quiénes ponen la guita y quiénes producen? ¿Cuántas productoras hay en la industria audio-visual? ¿Cuántos canales, cuántos dueños de multi-medios?. Pocos. Se cuentan con los dedos de las manos. Sabemos sus nombres y apellidos, y quiénes son sus dueños y accionistas, sus financistas. Ellos son responsables fundamentales. ¿Quiénes son los grandes Directores y los grandes actores del “cine nacional”, o del “nuevo nuevo” cine nacional, etc.? Pocos. Se cuentan con los dedos de las manos. Sabemos sus nombres y apellidos. Ellos son responsables fundamentales. El tan reivindicado “cine de autor” es, también, una garantía de violencia, al igual que el mundo de “las estrellas” y la “farándula” y “el espectáculo”. Son responsables no únicamente en tanto ‘individuos’ con nombre y apellido, sino en tanto agentes reproductores (privilegiados) de las relaciones actualmente existentes (relaciones de poder). Sólo nuevas relaciones y prácticas productivas, es decir, un trabajo verdadera y radicalmente colectivo, horizontal (anti-jerárquico), auto-gestivo, independiente, y contra el sistema, en el que todxs lxs productorxs o trabajadorxs tomen todas las decisiones, administren, dirijan y auto-gestionen todos los momentos del proceso de producción, es capaz de iniciar esta destrucción. Veamos lo que nos convida Susan Brownmiller...

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Extractos del libro de Susan Brownmiller, Contra nuestra voluntad. Hombres, mujeres, y violación [1975], trad. Susana Constante, 1981; pp. 320-323: «La víctima hermosa. La carga psíquica bajo la cual funcionan las mujeres, tiene como contrapeso la profunda creencia de que nuestro atractivo para los hombres, nuestra calidad de ‘sexualmente deseadas’, está en proporción directa con nuestra capacidad para hacer el papel de víctimas. […] Va hasta el propio centro de nuestra sexualidad. Los hombres no ‘atrapan’ a las mujeres; se las ‘ganan’. Tiene el valor de un premio capturado. […] Una vez leí una entrevista con el director Alfred Hitchcock, a quien le pidieron que describiera las cualidades que buscaba en las actrices a las que daba sus principales papeles femeninos. Contestó que todas tenían algo en común: una cierta vulnerabilidad. Cuando leí esta entrevista por primera vez, me sentí sorprendida, porque al considerar actrices tales como Janet Leigh o Gracee Kelly, la palabra ‘vulnerabilidad’ no acudiría a mi mente; pero claro, como mujer que contempla a otras mujeres, la ‘vulnerabilidad’ no sería para mí una cosa positiva. La poetisa Adrianne Reich escribió el verso: «Éste es el lenguaje del opresor». Yo tomo prestada su frase ahora para hacer una pequeña digresión sobre la semántica masculina. La definición de ‘vulnerable’ que da el diccionario es: «que puede ser dañado o herido, física o moralmente». El antónimo de ‘vulnerable’ sería ‘in-vulnerable’ o ‘im-penetrable’. El acto sexual tiene como modus operandi lo que los hombres llaman ‘penetración’; sin embargo, la palabra ‘penetración’ describe solamente lo que hace el hombre. […] De modo que Hitchcock quería decir algo más, concluí. Sus protagonistas femeninas no tenían una cierta ‘sensibilidad’ en común; lo que tenían era ‘vulnerabilidad’. Se las arreglaban para proyectar la sensación de que podían ser heridas o ya lo habían sido. Y creo que Hitchcock hablaba por muchos de su profesión. Los grandes amos de la máquina de sueños de Hollywood elegían sus heroínas coincidentes con sus propias fantasías sexuales, y sus fantasías se transformaban en importantes lecciones de nuestra realidad femenina. En los años ’50 y ’60, la visión cinematográfica de la hembra deseable fue cada vez más la de la mujer-niña que era hermosa y vulnerable. Para las mujeres, la ‘vulnerabilidad’ estaba inextricablemente ligada al atractivo sexual, desde la caprichosa Ava Gardner a la fina Mia Farrow. Las pocas grandes dames que no coincidían con el estereotipo, supervivientes de los animosos años ’40 (como Joan Crawford o Bette Davis), conseguían poco trabajo aparte del desagradable papel de «superbrujas». […] En la pantalla y fuera de ella, donde la vida ha imitado al arte hasta un grado aterrador, la reina sexual autodestructiva ha sido un poderoso símbolo de nuestra cultura, ofreciendo una clamorosa lección en el arte de la victimología: su divorcio, su aborto, su lucha contra el alcoholismo y las drogas, su suicidio o sus intentos de suicidio, nos han

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sido presentados por los medios masivos como una tragedia de oropel, artículos deslumbrantes para el consumo público. El ejemplo más famoso es el de Marilyn Monroe, cuya patética historia de uso y abuso ha sido memorializada ya en varias biografías, obras de teatro y pinturas. […] La muerte prematura de una cantidad de estrellas, algunas por su propia mano, otras por accidente, y a veces por una combinación de alcohol y píldoras, presenta un esquema de clamorosa destrucción cuando se las observa juntas: Judy Garland, Jayne Mansfield, Verónica Lake, Francoise Dorleac, Carole Landis, Carole Lombard, Linda Darnell, Gail Russell, Marie MacDondald, Angeli, Inger Stevens, etc. […] La estrellita de Hollywood con gafas oscuras y una desdichada vida amorosa, la modelo internacional muerta a los 28 años… la lista es infinita. […] La línea entre la vida real y el producto cinematográfico se desvanece...».

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