Nº7– Abril de 2017 / Revista online gratuita.
www.egiptologia20.es
Los orígenes del poder político del faraón
El templo de Seti I y el Osireion de Abydos
La música en el Antiguo Egipto
Las reinas de la tierra negra
Animales sagrados del Antiguo Egipto
LA GÉNESIS DE KEMET Egiptología 2.0 | 1
Editorial Os presentamos la séptima entrega de la Revista Egiptología 2.0, correspondiente al mes de abril de 2017.
Dirección Moisés González Sucías moibcn@hotmail.com Edición Moisés González Sucías (Barcelona). Diseño gráfico y maquetación David Claros Lozano Jordi Romera Sevillano Documentación Sara López Caiz Colaboradores Sandra Pajares Sotillo Bartomeu Egea Resino María Isabel Cubas Contreras Laura Huertas López Marian Romero Gil Heródoto de Halicarnaso Gerardo P. Taber Aroa Velasco Hipólito Pecci Tenrero Julio López Saco Antía Martínez Abal Alberto Fernández Boo Verónica Reyes Barrios Alonso de Mendoza ISSN: 2444-6254 www.egiptologia20.es https://www.facebook.com/egiptologia20 https://twitter.com/egiptologia20 Egiptología 2.0 es una marca registrada. Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni total ni parcialmente ni registrada o tramitada en ninguna forma ni por ningún medio sin permiso previo por escrito de la editorial. Egiptología 2.0 no se hace responsable de los juicios, críticas y opiniones expresadas en los artículos publicados. Egiptología 2.0 ha hecho lo posible por localizar los derechos de autor de todas las imágenes. Cualquier posible omisión no es intencionada y se agradecerá culaquier información sobre los mismos. Contacto: egiptologia2.0@hotmail.com 2 | Egiptología 2.0
Abrimos este número, con un artículo de Hipólito Pecci Tenrero: ‘‘La Génesis de Kemet’’. El texto aborda una serie de testimonios que constituyen el eco del tránsito de diferentes culturas, pueblos que tras recorrer un largo camino decidieron hacer del Valle del Nilo su hogar, crear una nuevo mundo, vastísimo en el tiempo, que sería, posteriormente, el reflejo de una historia enterrada durante mucho tiempo, que, paulatinamente, iría saliendo a la luz para dar a conocer un país, un territorio, que en algún momento llegó a ser antiguo para sus propios habitantes. Sin embargo, para alcanzar este esplendor, esta magnificencia, y al igual que todo ser vivo, obtener y lograr esta madurez, para, posteriormente, sumirse en un invierno que conduciría a un final inevitable, de la misma forma, es necesario un origen, un principio que asiente gradualmente, lentamente, las bases de esta futura suntuosidad, de la fastuosidad del arte egipcio, y, aunque no tan deslumbrante en lozanía, no por ello menos interesante, y no por ello hay que dejarlo de lado, ya que estos comienzos supondrían el germen de lo que más tarde sería el grandioso Egipto. En nuestra sección de entrevistas, hablaremos de arqueología, con Marcela Zapata Meza. Licenciada en arqueología, Doctora en filosofía en la especialidad de filosofía y fenomenología en las religiones y pluralismo religioso, Catedrática de la Universidad Anáhuac (México) y diplomada en escritura y lectura jeroglífica. Antía Martínez Abal y Alberto Fernández Boo, nos hablarán de los orígenes del poder político del faraón y el lugar que ocupaban las mujeres, conoceremos los referentes geográficos en la mitología egipcia, Sandra Pajares nos mostrará los rincones menos conocidos del templo de Seti I y el Osireion de Abydos, nos deleitaremos con la música del Antiguo Egipto, María Isabel Cubas nos hablará de las reinas de la tierra Negra, conoceremos el papel de las reinas de la XVIIª y XVIIIª dinastías, Gerardo P. Taber nos hablará de la ocupación de los Hycksos y la apropiación del carro de guerra, recorreremos Egipto durante el periodo ptolemaico, de la mano de Lucía Inés Merino, hablaremos de Hatshepsut, La faraona olvidada, conoceremos algunas de las piezas conservadas en el Museo Arqueológico de Cataluña, recorreremos las salas del nuevo Museo Egipcio de Turín, visitaremos la exposición: Animales sagrados del Antiguo Egipto, en el Museo Egipcio de Barcelona, donde conoceremos los diferentes usos que los antiguos egipcios daban a los animales, y finalizaremos viajando a la Deir el-Shelwit, donde Bartomeu Egea nos mostrará sus rincones menos conocidos. Todo ello, junto con nuestros contenidos habituales y un artículo especial de Verónica Reyes Barrios: Serapis. El dios sincrético, una deidad greco-egipcia a la que Ptolomeo I declaró patrón de Alejandría y dios oficial de Egipto y Grecia con el propósito de vincular culturalmente a los dos pueblos. Imagen de portada: Cabeza de Amhosis. 1150-1525 a.C. (Imagen: Metropolitan Museum, New York).
Sumario 6. Entrevistas - Marcela Zapata Meza: ‘‘Cuando sea mayor, voy a descubrir una tumba.’’ 12. Testimonios del pasado - La Piedra de Rosetta.
Entrevistas - Marcela Zapata.
20. Historia - La Génesis de Kemet. 29. Estado - Los orígenes del poder político del faraón ¿Qué lugar ocupan las mujeres?. 36. Mitología - Los referentes geográficos en la mitología egipcia. 41. Arquitectura - El templo de Seti I y el Osireion de Abydos.
Estado - Los orígenes del poder político del faraón.
48. Vida cotidiana - La música en el Antiguo Egipto. 54. Mujer en el antiguo Egipto - Las reinas de la tierra negra. 58. Política - El papel de las reinas de la XVIIª y XVIIIª dinastías.
Mitología - Los referentes geográficos en la mitología egipcia.
61. Historia Militar - Restaurar Ma’at a galope. La ocupación de los Hyksos y la apropiación del carro de guerra (I). 69. Faraones - Egipto durante el periodo ptolemaico (I). 75. Personajes - Hatshepsut. La faraona olvidada.
Arquitectura - El templo de Seti I y el Osireion de Abydos.
87. Colecciones - El Museo Arqueológico de Cataluña (sede de Barcelona). 90. Museos - El Museo Egipcio de Turín. 103. Exposiciones - Animales sagrados del Antiguo Egipto. 110. Hoy viajamos a... - Deir el-Shelwit.
Vida cotidiana - La música en el Antiguo Egipto.
113. Especiales - Serapis: el dios sincrético. 125. Novedades editoriales - La Dama del Nilo / La arqueología de la conciencia. 127. Noticias - Noticias destacadas del trimestre. Mujer en el AE - Las reinas de la tierra negra.
Faraones - Egipto durante el período ptolemaico.
Historia Militar - Restaurar Ma’at a galope.
Política - El papel de las reinas de la XVIIª y XVIIIª dinastías. Egiptología 2.0 | 3
En portada
Cuando, durante la segunda mitad del siglo XVI a.C., Amhosis acaudilló sus fuerzas río abajo, hacia el Delta, con el objetivo de expulsar a los extranjeros que allí se encontraban asentados, en lo que se ha dado por denominar la “Guerra de Liberación”, ponía fin a más dos siglos y medio, aproximadamente, de presencia hicsa en el Bajo Egipto, y con ello concluía, y ponía el colofón, a la obra tan anhelada por los príncipes tebanos, que, desde el maltrecho Sequenenra Taa, padre del fundador de la XVIII dinastía, o Kamose, su hermano, habían soñado con volver a unir todo el Valle, el Alto y Bajo Egipto, bajo la égida de un solo monarca, cuya cabeza coronaría de nuevo la Doble Corona, como sinónimo de su poder sobre Las Dos Tierras. A partir de ese momento, y durante unos cinco siglos aproximadamente, “El Don del Nilo” iba a alcanzar el clímax como cultura, su éxtasis como civilización y como gran potencia en la zona, para, luego, languidecer poco a poco, hasta convertirse (hecho conocido por todos gracias a “Marco Antonio y Cleopatra” de Shakespeare o a la inolvidable actuación de Elizabeth Taylor, entre otras obras) en una más de las provincias romanas. Esos quinientos años marcaron los estudios de la historia egipcia, pues han sido, y son, el período más conocido de su dilatada existencia, etapa idolatrada, admirada y fascinante, tanto para los investigadores profesionales, como para los aficionados, de tal forma que personajes como Akenatón, Nefertiti, Hatshepsut, Nefertari, etc. han llenado, y llenan páginas y páginas de libros, revistas, documentales, películas, etc.
Mango del cuchillo de Gebel el-Arak
Wikimedia Commons). 4 |(Imagen: Egiptología 2.0
Sin embargo, para alcanzar este esplendor, esta magnificencia, y al igual que todo ser vivo, obtener y lograr esta madurez, para, posteriormente, sumirse en un invierno que conduciría a un final inevitable, de la misma forma, es necesario un origen y un principio...
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Entrevistas Marian Romero Gil
Marcela Zapata Meza: ‘‘Cuando sea mayor, voy a descubrir una tumba.’’
Originaria de la Ciudad de México, realizó sus estudios básicos en el Instituto Miguel Ángel durante los años 1978-1989. Desde los ocho años supo con certeza que “de grande descubriría grandes cosas’’. Licenciada en arqueología en la especialidad de arqueología bíblica y egiptología, Doctora en filosofía en la especialidad de filosofía y fenomenología en las religiones y pluralismo religioso, Catedrática de la Universidad Anáhuac México Sur y diplomada en escritura y lectura de jeroglíficos. Es además, directora del Centro de Investigación en Culturas de la Antigüedad y del Proyecto Arqueológico Magdala.
Marcela Zapata Meza (Imagen: Universidad Anáhuac Sur).
Es autora de diversas publicaciones y artículos especializados, colabora habitualmente en diversas publicaciones e imparte conferencias.
Bienvenida a nuestra revista Marcela. Al contrario, muchas gracias a vosotros por haber cruzado el charco e invitarme para charlar. Nuestra pregunta emblema es ¿Cómo despertó tu interés por la egiptología? De pequeña era muy inquieta y siempre he padecido de insomnio. Por las noches cuando llegaba la hora de dormir, yo las pasaba dando guerra, y mi madre intentando buscar una solución, decidió darme un libro con la intención de que me aburriera y de esa forma me durmiese. Yo creo que nunca pensó en el efecto que un libro podía causar en una niña de ocho años. Era un libro sin ilustraciones, únicamente texto, que se titulaba: “El faraón olvidado”, y que hablaba del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón. Solía leerlo todas las noches, y al terminarlo, le dije a mi madre: “Cuando sea mayor, voy a descubrir una tumba”, y mi madre me contestó: ‘‘si ándale pues, seguro’’. Al terminar el libro, como seguía con insomnio, mi madre decidió darme otro, y en lugar de ser sobre Egipto, me dio uno sobre Israel que que se titulaba: “Y la biblia tenía razón”. Era un libro que trataba sobre los hallazgos 6 | Egiptología 2.0
relacionados con la Biblia y la arqueología, y cuando lo terminé de leer, le dije a mi madre: “cuando yo sea grande, voy a trabajar en Israel”, mi madre debió pensar que estaba loca, que no sabía lo que quería, pero a partir de entonces comencé a ver vídeos sobre Egipto, a hablar continuamente sobre Egipto, cuando llegaba mi cumpleaños y me preguntaban que quería, yo les respondía “algo sobre Egipto”.
cuanto supiera de algún trabajo para ir a Egipto, me lo diría.
Recuerdo que durante toda mi etapa escolar, mis compañeras no tenían claro que es lo que querían ser, y yo siempre decía que quería ser arqueóloga y hacer descubrimientos como el que hizo Howard Carter con la tumba de Tutankhamón, o los descubrimientos que se han hecho a nivel bíblico.
¿Cuándo fue la primera vez que viajaste a Egipto?
Cuando terminé la escolarización básica ya sabía que quería ser arqueóloga, y al decírselo a mis padres, se dieron cuenta que lo que decía de pequeña no era una broma. Mi padre me dijo que me iba a morir de hambre, que esa carrera era para hombres, y que tenía que estudiar algo que me diese dinero. Le dije que era lo que quería, pero mi padre insistía en que no. Entonces me fui a una escuela de fotografía de guerra que había en México y le dije a mi padre que no iba a ser arqueóloga, que quería ser fotógrafa de guerra. Mi padre puso el grito en el cielo y me dijo: ‘‘vete a ser arqueóloga’’ y así conseguí su permiso. En México se estudian cinco años de arqueología y obviamente mi país tiene una riqueza cultural e histórica impresionante. Estudiando esta carrera hizo que amara mi país mucho más, aunque mi finalidad era poder trabajar en Egipto. En México no hay posibilidades de estudiar egiptología, todo es Mesoamérica. Mientras estaba estudiando a través de la fundación Sofía, de España, vinieron a dar una serie de cursos en los cuales me matriculé y pude complementar esa parte de la en México tenemos carencia, y todo lo que es Medio Oriente, lo estudié en una delegación de la Universidad de Tel-Aviv, pudiendo hacer las dos especialidades que yo quería.
Cuando terminé la carrera, lo hice con mención honorífica y empecé a trabajar en Teotihuacán con la Dra. Manzanilla, juntas trabajamos varios años analizando las puntas de obsidiana de Teotihuacán, pero yo seguía con un pié en México y otro en Egipto.
Fue con mi hermana, en un viaje que nos unió muchísimo. Llevábamos un guía que debía estar cansado de mi, porque en el Museo de El Cairo, en la parte del tesoro de Tutankhamón, miraba las piezas, las volvía a mirar, y cuando llegué a la máscara, la miraba de un lado, de otro, del derecho, del revés, por delante, por detrás, y él me decía: pero vamos ya¡, y yo le contestaba, déjame, la estoy mirando... La mayor decepción me la llevé cuando llegamos al Valle de los Reyes y toda emocionada pensaba visitar la tumba de mi faraón favorito, Tutankhamón, pero aquel día la tumba estaba cerrada al público por labores de mantenimiento. Entonces yo lloraba, la gente debía mirarme y pensar “¡pero la loca esta!” y yo lloraba y lloraba, había ahorrado toda mi vida y resultó que no podía entrar en la tumba de Tutankhamón. Incluso le decía a mi guía que les explicara que era arqueóloga para que me dejaran entrar, y el solo me decía, no te van a dejar entrar, hazte a la idea. Pasado ese mal trago, en 2008, la Dra. Manzanilla, me comentó que había un proyecto mexicano en el que estaban reconstruyendo, excavando y restaurando una tumba en Egipto, me comentó si me interesaba, y yo le dije que si. Entonces me puso en contacto con el grupo que estaba trabajando en la TT39 y la arqueóloga que me entrevistó me dijo que no
¿Cuándo estabas estudiando arqueología, pensaste que podrías llegar a trabajar de verdad en una excavación en Egipto? Lo soñaba aunque lo veía muy difícil, incluso mis compañeros me decían que trabajara en México, que además era mi historia, pero yo seguía con mi sueño. Una de mis profesoras, una de las mejores arqueólogas que existe en México, Linda Manzanilla, que estudió su doctorado en París y con la cual trabajé varios años, me animaba y me decía que en
Marcela Zapata Meza (Imagen: Universidad Anáhuac Sur). Egiptología 2.0 | 7
habían realizado tres campañas y tenían muy avanzada la parte arquitectónica, únicamente faltaba la parte arqueológica. Me asignaron el patio y fue muy interesante porque localicé fragmentos de momia que no tenían manera de identificarse, se encontraron además muchos ushebtis que después fueron analizados pero no pertenecían al sacerdote Pui-emRa, por ello se sabe que el patio fue reutilizado como enterramiento en épocas posteriores. Trabajé solo en una campaña porque cuando iba a volver nuevamente, se me presentó la oportunidad de dirigir un proyecto de arqueología bíblica en Israel. Presenté el proyecto, me dieron la licencia, y tuve que valorar que me interesaba más, así que desde 2010 soy la directora del ‘‘Proyecto Magdala’’ en Israel, donde también es la primera vez que trabaja un equipo de mexicanos.
Marcela Zapata Meza (Imagen: Universidad Anáhuac Sur).
contaban con ningún patrocinio y que si quería trabajar allí, tendría que pagarme el billete y la estancia. Finalmente logré trabajar tres meses en Egipto. ¿A quién pertenecía esa tumba? Pertenecía al segundo sacerdote de Amón Pui-emRa, de la faraona Hatshepsut, y de Tutmosis III. Es una tumba que está situada en el Valle de los Nobles y es la única que está siendo trabajada por un grupo de mexicanos. ¿El objetivo principal era restaurarla? Si, ya que habían construido casas sobre la tumbas. Por medio del Ministerio de Antigüedades se procedió a comprarles las viviendas y reubicarlos en otra zona donde se habían construido unos edificios más modernos, para así poder hacer un estudio completo. Esta tumba ya había sido saqueada por los que vivían allí. El objetivo era darle una reconstrucción arquitectónica y restaurarla. Tenía también un patio, que es la parte que me tocó excavar. ¿Estaba en muy mal estado cuando llegasteis? Si, sí que estaba en muy mal estado, yo no llegué al principio pero vi fotografías. Cuando llegué ya 8 | Egiptología 2.0
Puedo deciros que soy una arqueóloga feliz, nunca he descubierto una tumba, cuando llegué ya estaba descubierta, pero me estoy reencontrando con un pueblo del siglo I en Galilea. Después de todo este tiempo entendí que la arqueología no es el descubrimiento de una gran tumba o un tesoro, sigo soñando con encontrar algo maravilloso. Para mi el descubrimiento más bonito es un pequeño fragmento de cerámica, una moneda o una semilla, que me ayude a entender que posibilidades de intercambio tenían con otras culturas, y he entendido que la arqueología es comprender al hombre en su proceso, en su desarrollo, en que pensaban, en que creían, que comían, en fin, entender su vida cotidiana. Marcela tu eres diplomada en lectura y escritura jeroglífica, ¿Qué sentiste la primera vez que estuviste delante de un jeroglífico y lo pudiste leer? Bueno, lloré. Cuando entré en la tumba de Pui-emRa, vi en una de las paredes inscripciones de parte de una maldición y parte de una bendición, y cuando comencé a leer “malditos aquellos que…” directamente en la pared de la tumba, no de una fotografía o de un libro, sino directamente de donde hace muchos años alguien lo había escrito, lloré. Los arquitectos me preguntaban porque lloraba, y yo les explicaba que era un sueño que tenía desde pequeña y que por fin se cumplía. Y está aquel año 2008, donde el primer fin de semana que tuve libre, pude visitar la tumba de Tutankhamón, estuve todo el día allí, no había quien me sacara (ríe divertida). ¿En que se parecen las pirámides egipcias, a las
pirámides de tu país? Pues realmente en nada y en mucho. En nada porque de momento no se ha descubierto aún que Teotihuacán haya sido construida como morada para la vida eterna. Se han encontrado ofrendas para los dioses, pero ningún enterramiento de ningún gobernador. En la zona Maya encontramos la tumba de Pakal, que si tiene la intención de haber sido construida como tumba pero las de Teotihuacán no, ahí tenemos la diferencia. Se parecen en la forma de construir, monumentos altos, como deseando acercarse a sus dioses y dedicarles algo majestuoso. De manera particular, la base de la pirámide del sol de Teotihuacán, tiene la misma dimensión que la base de la pirámide de Keops, sin embargo esta última es mucho más alta y termina en forma piramidal, la de Teotihuacán termina truncada, y en el centro había un altar para sacrificios y esa es una gran diferencia, las pirámides egipcias no servían para hacer sacrificios a los dioses y las mexicanas, sí. Antes nos has hablado del rey Pakal, ¿estaba momificado como los antiguos egipcios? No, tenía una momificación muy simple, más bien por un proceso natural, por las condiciones del suelo, en México no hubo una tradición ni un sistema de momificación en ninguna de las épocas, ni en ninguna de las civilizaciones.
Fatal, la única manera de estudiar egiptología es viajar fuera de México o esperar que venga alguna institución internacional para darnos cursos especializados. Aquí no hay forma de estudiar sobre Egipto, Babilonia, Mesopotamia o Grecia, de hecho, cuando yo estaba estudiando, siempre quise crear un centro donde pudiéramos estudiar egiptología, o arqueología bíblica, sin descuidar obviamente el México prehispánico. Ahora estoy trabajando en un centro de investigación de culturas de la antigüedad, que es el primero que se creará en México, totalmente independiente del INAH que es el equivalente al ministerio de antigüedades en Egipto, donde se podrá estudiar egiptología, arqueología bíblica y especializarte en Mediterráneo antiguo. Ya tengo un equipo de profesionales que han trabajado en Israel, Mesopotamia, Roma, Grecia, y este año se inicia una licenciatura en historia antigua donde podemos ofrecer cursos especializados en medio Oriente, Mediterráneo antiguo y Egipto, con especialidades en historia, arqueología y restauración. Marcela los yacimientos arqueológicos de tu país ¿están respetados, o están dados al vandalismo? Están respetados, la gran mayoría están vigilados por el INAH y por la secretaría de cultura que es una nueva institución creada para dar mayor protección a todas las zonas arqueológicas. El problema que
¿Estaba en un sarcófago? Pues sí, estaba en una especie de sarcófago realizado en basalto, y no una piedra caliza o granito como pudieran hacerlo los egipcios, ni tampoco tenía dos, tres o cuatro sarcófagos, ni estaba cubierto de oro. En Mesoamérica no se conocían los metales, únicamente el oro, pero en una época mucho más tardía, en el Postclásico y en un trabajo más parecido a lo que es el ‘‘oro de Colombia’’, laminas muy delgadas de un oro muy fácil de trabajar. ¿Tenía algún tipo de textos funerarios que le ayudaran en su viaje al más allá? No, únicamente el calendario Maya, y su nombre que pudo identificarse después de mucho tiempo, de hecho, todavía hay muchas estelas y altares de la zona Maya con glifos que no han sido descifrados. Todavía falta mucho estudio y conocimiento en México sobre los Mayas. Cuéntanos, ¿Cómo está el nivel de la egiptología en tu país?
Marcela Zapata Meza (Imagen: Universidad Anáhuac Sur). Egiptología 2.0 | 9
tenemos es que el gobierno de México otorga muy poco presupuesto al INAH y tienen que decidir si lo utilizan en la conservación o en la investigación, y desgraciadamente se invierte en los sitios más turísticos, entonces hay muchos zonas que no llaman la atención al turista ya que no se les ha dado la atención adecuada y por ello se están perdiendo. La idea de esta secretaria, es fomentar la investigación y la conservación de nuestro patrimonio histórico, para que no quede en un monopolio del gobierno como hasta ahora. Algo que puede reportar muchos beneficios a México ya que permitirá que universidades como la mía, que no es del gobierno, puedan tener un proyecto. Esta secretaria permitirá abrir el patrimonio para que pueda ser estudiado por aquellas instituciones que tengan posibilidades económicas. ¿Hay alguna página web para que nuestros lectores puedan ver el proyecto en el que estás trabajando? Si claro, es www.uas.mx y también pueden buscar información en Twitter: @anahuaccica Marcela, muchas gracias por habernos atendido y te deseamos muchos éxitos tanto en tus excavaciones como en ese proyecto universitario en México. Al contrario, les agradezco que hayan tenido el detalle de llamar a México.
Sobre Anáhuac México
Sobre el autor
Anáhuac México, es una comunidad universitaria que contribuye e impulsa el proceso de formación integral de las personas que por su excelente e innovadora preparación profesional y cultural de nivel internacional, por su profunda formación humana y moral inspirada en los valores perennes del humanismo cristiano, y por su genuina conciencia social sean líderes de acción positiva que promuevan el desarrollo del ser humano y de la sociedad.
Marian Romero Gil, Directora, productora y presentadora del programa de radio: ‘’Las enseñanzas de Maat’’, donde podrás encontrar todo tipo de temas relacionados con el antiguo Egipto. Todo ello de la mano de Marian Romero Gil y su equipo de colaboradores.
“Anáhuac” significa literalmente: “cerca del agua”. Región de los lagos centrales que dio asiento a la capital azteca: Tenochtitlán, el centro más poblado y de mayor desarrollo cultural de América Central, donde ahora se alza la Ciudad de México y en ella, nuestra Universidad. http://www.anahuac.mx/mexico
El programa se emite todos los domingos a las 20:00 horas, en: http://portalzona.com/maat.html Media http://xn--lasenseanzasdemaat-t0b.es https://www.facebook.com/LasEnsenanzasDeMaat/ timeline https://twitter.com/marian_egipto?lang=es http://www.ivoox.com/podcast-ensenanzas-maat_sq_ f146256_1.html
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Testimonios del pasado Alonso de Mendoza
La Piedra de Rosetta
Granodiorita. Dimensiones: 112,3 cm x 75,7 cm x 28,4 cm. Peso: 760 kg. Descubrimiento: julio de 1799, Fort Julien (Rashid, Rosetta), por Pierre-François Bouchard. Datación: 196 a.C. (Período Ptolemaico). Localización actual: British Museum (Londres); Sala 4 (escultura egipcia); EA34.
Parte frontal de la Piedra de Rosetta (Imagen: British Museum).
La piedra de Rosetta es un fragmento de estela egipcia, inscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 a.C. en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparece en tres tipos de escrituras: el texto superior en jeroglíficos, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Gracias a que presenta esencialmente el mismo contenido en las tres inscripciones, con diferencias menores entre ellas, esta piedra facilitó la clave para el entendimiento moderno de la escritura jeroglífica. Originalmente estaba dispuesta dentro de un templo, la estela fue probablemente trasladada durante la época paleocristiana o la Edad Media y finalmente usada como material de construcción en un fuerte
cerca de la localidad de Rashid (Rosetta). Allí fue hallada en 1799 por el soldado Pierre-François Bouchard durante la campaña francesa en Egipto. Las tropas británicas derrotaron a las francesas en Egipto en 1801 y la piedra original acabó en posesión inglesa bajo la Capitulación de Alejandría. Transportada a Londres, lleva expuesta al público desde 1802 en el British Museum. Debido a que fue el primer texto plurilingüe antiguo descubierto en tiempos modernos, la Piedra de Rosetta despertó el interés público por su potencial para descifrar la hasta entonces ininteligible escritura jeroglífica, y en consecuencia sus copias litográficas y de yeso comenzaron a circular entre los muEgiptología 2.0 | 11
seos y los eruditos europeos. La primera traducción completa del texto en griego apareció en 1803, pero no fue hasta 1822 cuando Jean-François Champollion anunció en París el descifrado de los textos jeroglíficos, mucho antes de que los lingüistas fueran capaces de leer con seguridad otras inscripciones y textos del antiguo Egipto. Los principales avances de la decodificación fueron el reconocimiento de que la estela ofrece tres versiones del mismo texto, que el texto demótico usa caracteres fonéticos para escribir nombres extranjeros, que el texto jeroglífico también lo hace así y tiene similitudes generales con el demótico y que, además de ser usados para los nombres extranjeros, los caracteres fonéticos también fueron usados para escribir palabras nativas egipcias. La Piedra de Rosetta tiene 112,3 cm de altura, 75,7 cm de ancho y 28,4 cm de espesor, mientras que su peso se estima aproximadamente en 760 kg. La superficie frontal está pulida y las inscripciones ligeramente incisas en ella, los laterales están suavizados y la parte posterior está toscamente trabajada, sin duda porque no estaba a la vista en su ubicación original. En algún momento después de su llegada a Londres las inscripciones de la estela fueron rellenadas con tiza blanca para hacerlas más legibles, mientras que el resto de la superficie fue cubierta por una capa de cera de carnaúba destinada a protegerla de los dedos de los visitantes, lo que le dio un color negro a la piedra, que llevó a su identificación errónea como basalto negro. Estas adiciones fueron retiradas en una limpieza que se le practicó en 1999 y que reveló el gris oscuro original, el brillo de su estructura cristalina y las vetas rosas que recorren su esquina superior izquierda.
Laterales izquierdo y derecho, con inscripciones en inglés y parte posterior (Imágenes: British Museum y Wikimedia Commons).
La piedra de Rosetta es un fragmento de una estela más grande, aunque posteriormente no se encontraron otras partes en el lugar en que fue hallada. Debido a que le faltan fragmentos, ninguno de sus textos está completo. El más dañado es el superior, escrito en jeroglífico, del que solo son visibles catorce líneas, todas interrumpidas en su lado derecho y doce de ellas incompletas en el lateral izquierdo. El siguiente registro escrito en demótico, tiene treinta y dos líneas, catorce de las cuales están ligeramente dañadas en el lado derecho. El texto inferior en griego cuenta con cincuenta y cuatro líneas, veintisiete de ellas completas y el resto gradualmente dañadas por la rotura diagonal de la esquina inferior derecha de la estela. La extensión completa del texto jeroglífico y el tamaño total de la estela original, puede ser estimada sobre la base de la comparación con otras estelas que han perdurado, incluidas otras copias del mismo decreto. El anterior decreto de Canopo, creado en el 238 a.C. durante el reinado de Ptolomeo III, tiene 219 cm de alto y 82 de 12 | Egiptología 2.0
ancho, y contiene treinta y seis líneas de texto jeroglífico, setenta y tres de demótico y setenta y cuatro de griego con textos de similar longitud. Con esta comparación se puede estimar que se han perdido catorce o quince líneas del texto jeroglífico de la Piedra de Rosetta, unos 30 cm. Además de las inscripciones, seguramente presentaba una escena que representaba al faraón presentándose a los dioses, coronada por un disco alado como en la estela de Canopus. Estos paralelismos, y un signo jeroglífico para ‘‘estela’’ en la misma piedra sugieren que originalmente tenía un remate superior redondeado y que su altura alcanzaba los 149 cm. El decreto de Menfis. La estela fue elaborada tras la coronación de Ptolomeo V y se le inscribió un decreto que establecía el culto divino al nuevo gobernante, dictado por un congreso de sacerdotes reunidos en Menfis. La fecha que se da del mismo, ‘‘4 Xandicus’’ del calendario macedonio y ‘‘18 Meshir’’ del egipcio, se corresponde con el 27 de marzo de 196 a.C., noveno año del reinado de Ptolomeo V. Esto se confirma al producirse el nombramiento de cuatro sacerdotes que oficiaron en el mismo año.
Posible reconstrucción de la Piedra de Rosetta (Imagen: British Museum).
Sin embargo, se da una segunda fecha en el texto griego y en el jeroglífico, correspondiente con el 27 de noviembre del 197 a.C., aniversario oficial de la coronación de Ptolomeo V. La inscripción en demótico está en contradicción con este dato, pues incluye una lista de días de marzo para el decreto y el aniversario, y aunque no se sabe el porqué de estas discrepancias, está claro que el decreto se publicó en 196 a.C. y tenía la intención de restablecer el do-
minio de los faraones ptolemaicos sobre Egipto. El decreto data de un período turbulento en la historia de Egipto. Ptolomeo V Epífanes (faraón entre el 204 y el 181 a.C.), se convirtió en gobernante a la edad de cinco años tras la muerte repentina de sus padres, ambos asesinados, de acuerdo a fuentes coetáneas, en una conspiración que involucró a la amante de Ptolomeo IV, Agatoclea. Los conspiradores gobernaron Egipto como guardianes de Ptolomeo V hasta que, dos años después, estalló una revolución liderada por el general Tlepólemo, y Agatoclea y su familia fueron linchados por una turba en Alejandría. Tlepólemo fue sustituido como tutor en el 201 a.C. por Aristómenes de Alyzia, que era primer ministro en la época del decreto de Menfis. Los poderes extranjeros agravaron los problemas internos del reino de Ptolomeo. Antíoco III el Grande y Filipo V de Macedonia hicieron un pacto para dividir las posesiones ultramarinas de Egipto, pues Filipo se había apoderado de varias ciudades e islas de Tracia y Caria, mientras que la batalla de Panio (198 a.C.) había causado la transferencia de Celesiria, con Judea incluida, de los Ptolomeos a los Seléucidas. Mientras tanto, en el sur de Egipto existía una revuelta enquistada que había comenzado en el reinado de Ptolomeo IV y que estuvo liderada por Horunnefer y luego por su sucesor Anjunnefer. Tanto la guerra como la revuelta interna seguían activas cuando el joven Ptolomeo V fue oficialmente coronado en Menfis a la edad de 12 años (siete años después del inicio de su reinado tutelado) y cuando se publicó el decreto de Menfis. La estela de Rosetta presenta ciertas similitudes con otras estelas de donación que representan al faraón gobernante concediendo una exención de impuestos a los sacerdotes residentes. Los faraones habían elaborado este tipo de estelas durante dos mil años, pues las más antiguas datan del Imperio Antiguo. Aunque en las Egiptología 2.0 | 13
primeras etapas estos decretos eran emitidos por el propio faraón, el decreto de Menfis fue publicado por los sacerdotes, garantes de la cultura tradicional egipcia. El decreto deja constancia que Ptolomeo V regaló plata y grano a los templos, y que en su octavo año de reinado, durante una inundación especialmente alta del Nilo, ordenó embalsar las aguas sobrantes para beneficio de los agricultores. A cambio de estas acciones los sacerdotes elevaron plegarias en el cumpleaños del faraón, el día de coronación sería celebrado anualmente y todos los sacerdotes de Egipto le servirían junto a los otros dioses. El decreto concluye con la instrucción de que una copia fuera colocada en cada templo, inscrita con el ‘‘lenguaje de los dioses’’ (jeroglífico), el ‘‘lenguaje de los documentos’’ (demótico) y el ‘‘lenguaje de los griegos’’ usado por el gobierno Ptolemaico. Asegurar el favor de la casta sacerdotal era esencial para los faraones ptolemaicos a fin de conservar un control efectivo sobre el pueblo. Los Sumos Sacerdotes de Menfis, ciudad en que fue coronado el faraón, eran particularmente poderosos por ser la máxima autoridad religiosa de la época y tener influencia en todo el reino. Dado que el decreto fue publicado en Menfis, la antigua capital de Egipto, en lugar de en Alejandría, centro de gobierno de los ptolomeos, es evidente que el joven faraón quería ganarse su apoyo activo. Por lo tanto, aunque el gobierno de Egipto había sido de habla griega desde las conquistas de Alejandro Magno, el decreto de Menfis, al igual que los dos anteriores decretos, incluyó textos en egipcio para mostrar su relevancia para el pueblo general por medio de la escritura de los sacerdotes egipcios. No existe una traducción definitiva del decreto a ninguna lengua moderna debido a las pequeñas diferencias entre los tres textos originales y a que se continúa desarrollando el conocimiento de las escrituras antiguas. A continuación se ofrece una transcripción de los textos del decreto, traducida de la completa versión inglesa ofrecida por Edwyn R. Bevan en The House of Ptolemy (1927), basada en el texto griego y con comentarios sobre las variaciones entre este y los dos textos egipcios. La versión de Bevan, resumida, comienza así: En el reinado del joven -quien ha recibido la realeza de su padre- señor de las coronas, glorioso, que ha consolidado Egipto y es piadoso hacia los dioses, superior a sus enemigos, quien ha restablecido la vida civilizada de los hombres, señor de las Fiestas de los Treinta Años, como Hefesto el Grande; un faraón, como el Sol, el gran faraón de las regiones alta y baja, descendiente de los Dioses Filopatores, a quien Hefesto ha aprobado, a quien el sol le ha dado la victoria, imagen viviente de Zeus, hijo del Sol, Ptolomeo eterno amado por Ptah; en el noveno año, cuando Aëtus, hijo de Aëtus, era sacerdote de Alejandro…; Los sumos sacerdotes y los profetas y los que entran en el sagrario para vestir a los dioses, y los portadores de plumas y los escribas sagrados, y todos los demás sacerdotes... estando reunidos en el templo de Menfis en este día, declararon: Desde que reina el faraón Ptolomeo, el eterno, el amado de Ptah, el dios Epífanes Eucaristos, el hijo del rey Ptolomeo y la reina Arsínoe, dioses Filopatores, han sido muy beneficiados tanto los templos como los que viven en ellos, además de todos los que de él dependen, siendo un dios nacido de dios y diosa (como Horus, hijo de Isis y Osiris, quien vengó a su padre), y siendo benevolentemente dispuesto hacia los dioses, ha dedicado a los ingresos de los templos dinero y grano, y ha invertido mucho dinero para la prosperidad de Egipto, y ha consolidado los templos, ha sido generoso con todos sus medios, y de los ingresos y los impuestos que recibe de Egipto una parte ha sido condonada completamente y otra reducida a fin de que el pueblo y todo lo demás sea próspero durante su reinado… ; Ha parecido bien a los sacerdotes de todos los templos en la tierra aumentar considerablemente los honores existentes al faraón Ptolomeo, el eterno, el amado de Ptah… y se celebrará una fiesta por el faraón Ptolomeo, el eterno, el amado de Ptah, el Dios Epífanes Eucaristos, anualmente en todos los templos de la tierra desde el primero de Tot durante cinco días en los que se deben lucir guirnaldas, realizar sacrificios y los otros honores habituales; y los sacerdotes deberán ser llamados sacerdotes del Dios Epífanes Eucaristos además de los nombres de los otros dioses a quienes sirven, y su clero se inscribirá a todos los documentos formales y los particulares también podrán celebrar la fiesta y erigir el mencionado altar, y tenerlo en sus casas, realizando los honores de costumbre en las fiestas, tanto mensual como anualmente, con el fin de que pueda ser conocida por todos los hombres de Egipto la magnificencia y el honor del Dios Epífanes Eucaristos el faraón, de acuerdo con la ley. Casi con toda seguridad la estela no fue elaborada en la localidad de Rashid (Rosetta) donde fue hallada, y probablemente proceda de un templo situado en el interior del territorio egipcio, seguramente la ciudad real de Sais. El templo del que procedía debió ser cerrado en torno al 392 d.C. cuando el emperador del Imperio 14 | Egiptología 2.0
| 15 Egiptología Piedra de Rosetta (Imagen:2.0 Shifiku).
Romano de Oriente, Teodosio I, ordenó la clausura de todos los templos de culto no cristiano. En algún momento la estela se partió y su fragmento más grande es lo que hoy se conoce como Piedra de Rosetta. Los antiguos templos egipcios fueron utilizados más tarde como canteras para nuevas construcciones, y la estela fue probablemente reutilizada como tal. Más tarde fue incorporada a los cimientos de una fortaleza construida por el sultán mameluco Qaitbey (1416/18-1496) para defender el brazo bolbitino del Nilo en Rashid, donde permaneció otros tres siglos. Desde el descubrimiento de la piedra de Rosetta se han hallado otras dos inscripciones del decreto de Menfis: la estela Nubayrah y una inscripción encontrada en el Templo de Filé. A diferencia de la de Rosetta, sus jeroglíficos estaban relativamente intactos, y aunque las inscripciones de la estela de Rashid habían sido descifradas mucho antes del descubrimiento de las otras copias del decreto, egiptólogos posteriores como Ernest Wallis Budge las usaron para complementar los jeroglíficos de las partes perdidas de la Piedra de Rosetta. Hallazgo. Durante la campaña en Egipto de Napoleón Bonaparte en 1798 el ejército expedicionario iba acompañado por la Commission des Sciences et des Arts, un cuerpo compuesto por 167 expertos técnicos. El 15 de julio de 1799, mientras los soldados franceses bajo mando del coronel d’Hautpoul trabajaban en el refuerzo de las defensas del fuerte Julien, situado a unos 3 km al noreste de la ciudad portuaria egipcia de Rashid (Rosetta), el teniente Pierre-François Bouchard avistó en un lugar donde los soldados habían excavado una placa con inscripciones en una de sus caras. Él y d’Hautpoul vieron de inmediato que podía ser importante e informaron al general Jacques-François Menou, que se encontraba en Rosetta. El hallazgo fue anunciado a la recién creada asociación científica de Napoleón en El Cairo, el Institut d’Égypte, a través de un informe redactado por el miembro de la comisión Michel Ange Lancret, quien apuntaba que contenía tres inscripciones, la primera en jeroglíficos y la tercera en griego, y sugería acertadamente que todas las inscripciones podían ser versiones de un mismo texto. El informe de Lancret, fechado el 19 de julio de 1799, fue leído en una reunión del Instituto el 25 de julio. Mientras tanto Bouchard transportó la piedra a El Cairo para que fuera examinada por expertos. El propio Napoleón inspeccionó la que ya había empezado a llamarse La
Fotografía de la piedra Rosetta en blanco y negro y alto contraste, para permitir su lectura (Imagen: Wikimedia Commons).
Pierre de Rosette (la Piedra de Rosetta) poco antes de su regreso a Francia en agosto de 1799. El descubrimiento fue anunciado en septiembre en el Courrier de l’Égypte, el periódico oficial de la expedición francesa, donde un reportero anónimo expresaba la esperanza de que la piedra fuera algún día la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios. En 1800 tres de los expertos técnicos de la comisión idearon algunas formas de hacer copias de los textos de la piedra y uno de ellos, el impresor y lingüista Jean-Joseph Marcel, es reconocido como el primero en percatarse que el texto central, que se pensaba siríaco, estaba de hecho escrito en demótico egipcio, raramente usado para inscripciones y por tanto muy poco visto por los eruditos de la época. Fue el artista e inventor Nicolas-Jacques Conté quien encontró la manera de usar la piedra como un bloque de impresión, y Antoine Galland empleó un sistema ligeramente distinto para reproducir las inscripciones. Las impresiones resultantes fueron llevadas a París por el general Charles Dugua, por lo que los estudiosos europeos podrían ya ver las inscripciones e intentar leerlas. Tras la marcha de Napoleón, las tropas francesas rechazaron los ataques británicos y otomanos durante 18 meses, hasta que en marzo de 1801 los ingleses desembarcaron en la bahía de Abukir. El general Jacques-François Menou, uno de los primeros en ver la Piedra de Rosetta, era entonces comandante de la expedición francesa. 16 | Egiptología 2.0
Sus tropas, incluida la comisión, se dirigieron al norte hacia la costa mediterránea para encontrarse con el enemigo, transportando la piedra junto con otras antigüedades. Derrotado en la batalla, Menou y los restos de su ejército, portando la piedra, se retiraron a Alejandría, donde fueron rodeados, sitiados y obligados a rendirse el 30 de agosto. Tras la rendición surgió una disputa sobre el destino de los descubrimientos arqueológicos y científicos franceses en Egipto, entre ellos un grupo de artefactos, especímenes biológicos, notas, planos y dibujos reunidos por los miembros de la comisión. Menou rehusó entregarlos, alegando que pertenecían al Instituto, pero el general británico John Hely-Hutchinson se negó a liberar la ciudad hasta que Menou se los entregara. Los académicos Edward Daniel Clarke y William Richard Hamilton, recién llegados de Inglaterra, accedieron a examinar las colecciones y dijeron haber visto muchos objetos que los galos no habían revelado, y Clarke no dudó en afirmar en una carta a su casa que ‘‘encontramos en su posesión mucho más de lo que hubiéramos imaginado’’. Cuando Hutchinson reclamó que todos los materiales eran propiedad de la corona británica, un académico francés, Étienne Geoffroy Saint-Hilaire, dijo a Clarke y Hamilton que preferían quemar todos sus descubrimientos a entregarlos. Clarke y Hamilton hicieron saber la posición de los franceses y Hutchinson finalmente accedió a que elementos como los especímenes naturales permanecieran en la propiedad privada de los académicos franceses. Menou reclamó rápidamente la Piedra de Rosetta como su propiedad privada, pues si ello hubiera sido aceptado la estela habría ido a Francia, pero el general Hutchinson también era consciente de su valor y no accedió a la petición de Menou. Finalmente se alcanzó un acuerdo y la transferencia de objetos fue incluida en la Capitulación de Alejandría, firmada por los representantes de las fuerzas británicas, francesas y otomanas. No está claro cómo se transfirió exactamente la piedra de manos francesas a británicas, pues los relatos difieren. El coronel Tomkyns Hilgrove Turner, que la trasladó a Inglaterra, dijo más tarde que él personalmente la confiscó de manos de Menou y la cargó en un armón. En un relato mucho más detallado, Edward Daniel Clarke afirma que un ‘‘funcionario y miembro del Instituto’’ francés había llevado secretamente a su alumno John Cripps y a Hamilton a la calle tras la residencia de Menou y les había enseñado la piedra, oculta bajo unas alfombras protectoras en el equipaje del general francés. De acuerdo con Clarke, su informante temía que la estela fuera robada si los soldados franceses la veían. Hutchinson fue informado y la piedra fue arrebatada, posiblemente por Turner y su armón. Turner llevó la piedra a Inglaterra a bordo de la fragata francesa capturada HMS Egyptienne, y llegó a Portsmouth en febrero de 1802. Sus órdenes eran presentarla junto a otras antigüedades al rey Jorge III, quien, representado por el Secretario de Guerra Lord Hobart, ordenó que debía ser colocada en el Museo Británico. De acuerdo al relato de Turner, él instó, y Hobart accedió, a que la estela fuera presentada a los académicos de la Sociedad de Anticuarios de Londres, de la que Turner era miembro. Fue vista y debatida allí en una reunión el 11 de marzo de 1802. Durante 1802 la Sociedad creó cuatro modelos en yeso de las inscripciones, que fueron entregados a las universidades de Oxford, Cambridge, Edimburgo y el Trinity College de Dublín. Poco después se hicieron copias impresas de las inscripciones, que circularon entre los eruditos europeos, y a finales de 1802 la piedra fue transferida al Museo Británico, donde permanece hoy. Se le hicieron nuevas inscripciones en inglés, pintadas en blanco en los laterales de la losa, indicando que fue ’’capturada por el ejército británico’’ y ‘‘presentada por el rey Jorge III’’. La piedra ha sido exhibida de forma casi continua en el Museo Británico desde junio de 1802. Formaba parte de una colección de antiguos objetos egipcios capturados a la expedición francesa que incluían el sarcófago de Nectanebo II o la estatua de un sumo sacerdote de Amón. Pronto se descubrió que los objetos pétreos eran demasiado pesados para los suelos de la Casa Montagu, edificio original del Museo Británico, y fueron trasladados a una nueva zona construida dentro de la mansión. La Piedra de Rosetta fue trasladada a la galería de esculturas en 1834, poco después de que la Casa Montagu fuera demolida y remplazada por el edificio que actualmente alberga el Museo Británico. La Piedra de Rosetta fue exhibida inicialmente con un ligero ángulo de inclinación sobre la horizontal y descansaba en un soporte de metal hecho ex profeso y que requirió de una leve talla de sus laterales para asegurar la estabilidad. En un principio no tenía cubierta protectora, y a pesar de los esfuerzos por evitar que la tocaran los visitantes, en 1874 se hizo necesario colocarle una estructura de protección. Desde 2004 la piedra se expone en una vitrina especial en el centro de la Galería de Escultura Egipcia. Una réplica de la Piedra de Rosetta con Egiptología 2.0 | 17
el aspecto que presentaba a los visitantes a inicios del siglo XIX, sin cristal y libre para ser tocada, se exhibe en la Biblioteca del Rey del Museo Británico. Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, en 1917, los responsables del museo estaban preocupados por los intensos bombardeos de Londres y se trasladó la piedra por su seguridad junto a otros objetos de valor.
Ubicación actual de la Piedra de Rosetta (Imagen: British Museum).
La estela permaneció los siguientes dos años en una estación del Ferrocarril del Servicio Postal de Londres en Mount Pleasant, a quince metros por debajo del nivel del suelo. Además de en tiempo de guerra, la
Piedra de Rosetta ha abandonado el museo una sola vez, durante un mes, en octubre de 1972 para ser exhibida junto a la famosa carta de Champollion en el Museo del Louvre de París, en el 150º aniversario de la publicación de la carta que se considera el inicio del descifrado de los jeroglíficos egipcios. Incluso cuando la piedra estaba siendo restaurada en 1999 los trabajos se llevaron a cabo en la galería para que siguiera estando a la vista del público. El trabajo actual en la piedra se centra en el conocimiento completo de las inscripciones y su contexto mediante la comparación de cada una de las tres versiones entre ellas. En 1824 el erudito clasicista Antoine-Jean Letronne se comprometió a realizar una nueva traducción literal del texto griego para el uso de Champollion, y este a cambio prometió un análisis de todos los puntos en que parecían diferir las tres versiones. Tras la muerte repentina de Champollion en 1832 no se pudo encontrar su proyecto de análisis, y el trabajo de Letronne se estancó. A la muerte en 1838 de François Salvolini, antiguo alumno y asistente de Champollion, este y otros proyectos perdidos se encontraron entre sus papeles, demostrando además que la publicación de Salvolini sobre la piedra en 1837 era plagio. Letronne fue capaz al fin de completar su comentario sobre el texto griego y su nueva traducción al francés, que apareció en 1841. Durante la década de 1850 dos egiptólogos alemanes, Heinrich Karl Brugsch y Max Uhlemann, realizaron traducciones latinas revisadas basadas en los textos demótico y jeroglífico. La cuestión sobre cuál es el texto original del que los otros dos son traducciones sigue siendo controvertida. En 1841 Letronne intentó demostrar que la original era la versión griega, el idioma del gobierno egipcio bajo la dominación ptolemaica. Entre los autores recientes, John Ray ha afirmado que ‘‘los jeroglíficos eran las inscripciones más importantes sobre piedra: estaban ahí para que los leyeran los dioses y el más erudito de sus sacerdotes’’. Philippe Derchain y Heinz Josef Thissen han argumentado que las tres versiones fueron creadas simultáneamente, mientras que Stephen Quirke ve en el decreto ‘‘una intrincada fusión de tres tradiciones textuales vitales’’. Richard Parkinson señala que la versión jeroglífica, alejada del formalismo arcaico, cae de vez en cuando en un lenguaje cercano al registro demótico que los sacerdotes usaban más a menudo en la vida diaria. El hecho de que las tres versiones no puedan ser comparadas palabra por palabra ayuda a entender por qué su desciframiento ha sido más difícil de lo inicialmente esperado, especialmente para aquellos estudiosos que estaban esperando una clave bilingüe exacta para los jeroglíficos egipcios. 18 | Egiptología 2.0
Historia Hipólito Pecci Tenrero
La Génesis de Kemet
Cuando, durante la segunda mitad del siglo XVI a.C., Amhosis
acaudilló sus fuerzas río abajo, hacia el Delta, con el objetivo de expulsar a los extranjeros que allí se encontraban asentados, en lo que se ha dado por denominar la “Guerra de Liberación”, ponía fin a más dos siglos y medio, aproximadamente, de presencia hicsa en el Bajo Egipto, y con ello concluía, y ponía el colofón, a la obra tan anhelada por los príncipes tebanos, que, desde el maltrecho Sequenenra Taa, padre del fundador de la XVIII dinastía, o Kamose, su hermano, habían soñado con volver a unir todo el Valle, el Alto y Bajo Egipto, bajo la égida de un solo monarca, cuya cabeza coronaría de nuevo la Doble Corona, como sinónimo de su poder sobre Las Dos Tierras. A partir de ese momento, y durante unos cinco siglos aproximadamente, “El Don del Nilo” iba a alcanzar el clímax como cultura, su éxtasis como civilización y como gran potencia en la zona, para, luego, languidecer poco a poco, hasta convertirse (hecho conocido por todos gracias a “Marco Antonio y Cleopatra” de Shakespeare o a la inolvidable actuación de Elizabeth Taylor, entre otras obras) en una más de las provincias romanas.
Cabeza de Amhosis. 1150-1525 a.C. (Imagen: Metropolitan Museum, New York).
Esos quinientos años marcaron los estudios de la historia egipcia, pues han sido, y son, el período más conocido de su dilatada existencia, etapa idolatrada, admirada y fascinante, tanto para los investigadores profesionales, como para los aficionados, de tal forma que personajes como Akenatón, Nefertiti, Hatshepsut,
Nefertari, etc. han llenado, y llenan páginas y páginas de libros, revistas, documentales, películas, etc. Sin embargo, para alcanzar este esplendor, esta magnificencia, y al igual que todo ser vivo, obtener y lograr esta madurez, para, posteriormente, sumirse en un invierno que conduciría a un final inevitable, de la misma forma, es necesario un origen, un principio que asiente gradualmente, lentamente, las bases de esta futura suntuosidad, de la fastuosidad del arte egipcio, y, aunque no tan deslumbrante en lozanía, no por ello menos interesante, y no por ello hay que dejarlo de lado, ya que estos comienzos supondrían el germen de lo que más tarde sería el grandioso Egipto. Un aproximación a los momentos iniciales. Nos encontramos en los últimos momentos de agonía del Paleolítico Superior. El territorio septentrional del continente africano lleva sufriendo, durante varios miles de años, la acometida de una fase de fuerte sequía, la cual, provoca que, durante este período, las grandes estepas se encuentren deshabitadas, pues los pequeños grupos humanos cazadores-recolectores se han visto obligados a arremolinarse en torno a diferentes puntos o lugares concretos, algunos de ellos adyacentes al Nilo, cuya fisonomía debía de ser bastante diferente a la actual. Pero, con el fin del Pleistoceno, hacia el 12/10000 a.C. y paralelo, a su vez, al término del Paleolítico, la climatología sufría una serie de cambios y variaciones que llevaron a la desaparición de las glaciaciones que habían padecido durante milenios, o millones de años, los territorios boreales de Europa y Norteamérica fundamentalmente. Las planicies desérticas y desoladas del Norte de África también se veían sujetas a estos fenómenos climatológicos, pues los factores medioambientales que iban a ejercerse y desplegarse sobre ellas trajeron Egiptología 2.0 | 19
consigo un mayor porcentaje de humedad, cuyo poder de impregnación y penetración transformaría progresivamente el paisaje. Es así, como durante el VIII mileno a.C. en el Próximo Oriente se asiste a un hecho hasta ese momento inimaginable, el ser humano ha desarrollado las técnicas y la capacidad suficientes para hacerse con el control de diferentes especies animales y vegetales, las cuales, milenios antes, no había tenido más remedio que cazar y recolectar. Con ello las poblaciones comienzan un proceso de sedentarización que transformará totalmente las formas de vida conocidas hasta el momento, y es en Jericó, asentamiento situado en el Valle del Jordán, donde este hecho se evidencia nítidamente, puesto que es aquí donde se lleva a cabo por primera vez un cultivo totalmente manipulado. De esta forma, ya no se trataba de una simple recolección intensiva, esta vez, la mano del hombre fue la responsable de la domesticación y labores de siembra de diferentes especies vegetales. De esta suerte, se presentaba una situación nueva, pues durante los milenios siguientes, los grupos dejaron paulatinamente de vagar en pos de las manadas de animales, asentándose cerca de las zonas fértiles aledañas a los ríos, lo que implicaba el surgimiento de poblaciones permanentes, y con ello, un cambio drástico en la sociedad.
mente unos trescientos años después de cimentarse la ciudad como centro absoluto de poder, se aplicaba por primera vez a unas tablillas de arcilla una serie de signos, conocidos como escritura cuneiforme, con los que poder gestionar y llevar el control del comercio y la administración de la riqueza de los templos. De esta forma se daba un paso gigantesco en la organización y dirección de los asentamientos, una mayor intervención de la autoridad, gobernantes que extendían su poder a todos los recovecos, a todos los rincones de sus dominios. A este gran adelanto se irían añadiendo otros muchos de gran calado en la sociedad, como sería la aparición de la rueda unos trescientos años antes, o el uso del cobre, que hacia finales de este periodo ya se encontraba bastante arraigado, puesto que su trabajo se llevaba realizando desde unos dos o tres milenios antes, si bien, dependiendo de las zonas geográficas. El Valle del Nilo no sería ajeno a estos cambios, y de esta manera, a lo largo del río, conocido en momentos posteriores como “Iteru”, florecerían de forma paralela diferentes culturas, hasta que hacia el 3100 a.C., una de estas poblaciones, procedente del Sur, logró imponerse sobre el resto, unificando el Alto y el Bajo Egipto en la persona de Menes, fundador de la primera capital del reino, Menfis “El Muro Blanco”.
Indudablemente, el dominio de las técnicas agrícolas y la estabulación del ganado permitieron reducir la mano de obra concentrada en la búsqueda de alimento, acontecimiento que dio alas a una diversificación y especialización del trabajo, amén de una intensificación de los contactos comerciales con los excedentes alimentarios y los productos artesanales. Durante el transcurso del V/IV milenio a.C., mientras que en diferentes regiones de Europa se estaba dando el fenómeno megalítico, basado en la erección de monumentos arquitectónicos de uso funerario o ritual con rocas de grandes dimensiones, en el Próximo Oriente, en Mesopotamia ya se vislumbran las primeras ciudades erigidas por los miembros de la cultura sumeria, Uruk, Ur o Nínive. Estos acontecimientos propiciaron el surgimiento de diversos avances trascendentales en el devenir histórico de las sociedades, pues marcarían una frontera entre un pasado, conocido únicamente por las fuentes orales, y un presente, y futuro, en el que los acontecimientos podrían plasmarse por escrito. Efectivamente, hacia el año 3250 a.C., aproximada20 | Egiptología 2.0
Cabeza de piedra caliza de un rey. Según Petrie podría ser Menes (Imagen: Petrie Museum).
“...Y decían que el primer hombre que reinó en Egipto fue Mina; en su tiempo todo Egipto, excepto el nomo de Tebas, era un pantano, y no emergía de
las aguas ninguna parte del país que ahora se halla más abajo del lago Meris, al cual se llega desde el mar navegando siete días río arriba. Y lo que decían de su país me pareció exacto. Pues evidente, para un hombre juicioso, sin haber sido informado previamente, con sólo verlo, que el Egipto al que los griegos llegan por mar es para los egipcios tierra adquirida y un don del río, y también la zona más arriba de este lago hasta tres días de navegación, de la que los sacerdotes ya no me dijeron nada parecido, pero que es de igual formación... ” Hacia el 8000 a.C., el monzón tropical, que usualmente soplaba hacia el Sur, súbitamente cambió de dirección, encaminándose al septentrión y liberando a su paso, en una serie de diluvios, tal cantidad de lluvia que en las tierras desérticas se formaron grandes estanques, a cuyo alrededor surgió un oasis de vegetación con caza, pesca y pastos suficientes para mantener diferentes comunidades. Uno de estos asentamientos fue localizado a un centenar de kilómetros aproximadamente, al oeste del Valle, durante la primera mitad de los años setenta del siglo XX por Fred Wendorf, Antropólogo de la Universidad Metodista del Sur (Dallas, Texas), recibiendo el nombre de Playa Nabta, y constituyendo, quizás, el germen de las poblaciones asentadas a lo largo del Nilo, puesto que, debido a las variaciones climáticas, hacia el V mileno a.C. el monzón sufrió una nueva modificación, retornando a su trayectoria habitual, es decir, hacia el Mediodía, lo que llevó a un cese de las lluvias en el Norte, y por ende, a una preponderancia del desierto, haciendo desaparecer todos los depósitos de agua, y, por tanto, obligando a sus moradores a comenzar un largo éxodo. Gradualmente, sus pasos les empujaban a los parajes próximos al Gran Río, donde se abría un abanico de posibilidades, pues ante ellos emergía un vergel en el cual la vida, y por tanto la caza, fluía por doquier, además de constituir un terreno idóneo para la práctica de la agricultura. Playa Nabta poseía una particularidad que hace de este asentamiento un lugar único en fechas tan tempranas. Unos dos mil años antes de que se erigiera Stonehenge, en este paraje se levantó un conjunto megalítico compuesto por losas obtenidas en una cantera distante un par de kilómetros, que forman un pequeño crómlech con funciones astronómicas, tal como explica, el codirector de la excavación, Romauld Schild, de la Academia Polaca de Ciencias (Varsovia, Polonia), por lo que el círculo tendría como misión predecir la llegada de las lluvias, es decir, un calendario constituido por un anillo de un diámetro máximo de cinco metros, y dos alineaciones de piedras verticales, una de ellas señalando al Norte, y la otra a la posición que ocuparía el sol el día 21 de junio, comienzo del verano, y de las lluvias, en esta zona.
Playa Nabta Asentamiento humano IX - VI m.a.C.
Situación de la Playa Nabta (Imagen: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 21
Además de este monumento, se han localizado varias losas que podrían estar identificando la posición de enterramientos, quizás pertenecientes a ciertos personajes importantes, lo que supondría la existencia de algún tipo de estructuración social en la que se evidenciaría un sistema jerarquizado, posiblemente una jefatura, que denota una organización suficiente para la aparición de grupos más o menos complejos. Sea como fuere, con estas bases, hacia mediados del VI m.a.C. o principios del milenio siguiente, cuando los habitantes de Playa Nabta ya se habían asentado en el Valle del Nilo, el territorio se iría poblando paulatinamente, extendiéndose durante el transcurso del Neolítico, tanto en el Norte como en el Sur, una serie de culturas que constituirían los primeros indicios, los comienzos de la civilización egipcia. De esta forma, se puede hacer mención, en el Sur, a las culturas Tasiense, Badariense y Amratiense, ésta última también conocida como Nagada I, sustituida por la cultura Gerzeense proveniente del Norte, mientras que en el Bajo Egipto se desarrollarían las culturas Merindense, El-Omari o Fayum A, Gerzeense, actualmente llamada Nagada II, y Maadiense, todas ellas importantes en el devenir histórico, pues cada una dejó su impronta en el futuro reino unificado de Egipto, si bien, con diferencias sustanciales, ya que, según las evidencias, los asentamientos sureños se encontrarían más entrelazados entre sí que los grupos del Norte, poseyendo una serie de rasgos mucho más uniformes. Muchos investigadores defienden el surgimiento, durante el V m.a.C., de dos poderosos reinos, el Bajo Egipto, la Tierra del Papiro, situado en el Delta, con capital en Buto, y el Alto Egipto, la Tierra del Loto, cuya capital sería Hieracómpolis, la “Ciudad del Halcón” (Nekhen), uno de los asentamientos más importantes en las orillas del río, en donde se alzaba un gran templo, el primer edificio religioso conocido en Egipto, dedicado a Horus, cuyas huellas, en forma de agujeros con una profundidad en torno a los dos metros aproximadamente, fueron descubiertas en 1985. Siguiendo con estas conjeturas, hacia el 3600 a.C. se produciría la unificación de ambos, cuando el Norte se hizo con el poder en el Alto Egipto, pasando a controlar todo el territorio. Sin embargo, este dominio sería efímero, puesto que muy pronto se produciría la división en los dos reinos tradicionales. No obstante, el destino sería caprichoso, ya que a la altura del 3100 a.C. se produjo la situación inversa, esto es, el Sur conquistaría el Bajo Egipto, produciéndose la “Reunificación”, esta vez de forma definitiva, lo que significaría el comienzo del período 22 | Egiptología 2.0
dinástico. Aunque la realidad es todavía difícil de conocer, lo más probable es que en las regiones meridionales se localizara un territorio controlado por un “jefe tribal”, una autoridad más o menos centralizada, la cual, posiblemente se extendiera por todo el valle hacia las tierras septentrionales, donde se ubicarían pequeñas poblaciones y establecimientos, quizás independientes, que fueron cayendo poco a poco para integrar como provincias, denominadas en el periodo histórico nomos o sepaut, un único país.
Proceso de unificación (Imagen: Hipólito Pecci Tenrero).
Este líder guerrero, procedente del Sur y capaz de unificar todo el territorio, tradicionalmente se ha asociado a Narmer o Menes, el fundador de Menfis, “El Muro Blanco” o quizás este honor recayera en la persona de Aha, el monarca instaurador de la I Dinastía con la que daba comienzo el Período Tinita, denominado así al ser los primeros monarcas oriundos de la ciudad de Tinis (I y II Dinastía, 3100/2650 a.C.). Las fuentes. Las referencias a enfrentamientos, y combates se atestiguan en diversos elementos que poseen algún tipo de decoración, caso, entre otros, de objetos votivos y obras artísticas encuadradas durante el periodo Predinástico, entre el 3600 a.C. y el 3100 a.C., dando cuenta de los episodios bélicos que se estaban desarrollando y que se inscribían dentro de los movimientos poblacionales y maniobras encaminadas a la conquista total del territorio. De esta forma, los temas de corte bélico se visionan en algún tipo de utensilios, que, a priori, no tienen hueco dentro del mundo de la guerra, como podrían ser las piezas conocidas como “Paletas”. Las Paletas son uno de los documentos más antiguos que recogen los primeros momentos de la incipiente historia de Egipto, pues se datan en torno al 3600/3200 a. C. en las áreas de asentamiento del Gerzeense (Nagada II), Cultura extendida hasta la región denominada más tarde Wawat o Baja Nubia (Norte del actual Sudán), territorio localizado entre la Primera y Segunda Catarata.
En un principio, estos objetos, elaborados en materiales líticos o marfil, entre otros, y decorados minuciosamente con temas tanto mitológicos como reales, tenían como función servir de soporte para afeites, pigmentos, cremas, etc., con los que embellecer el cuerpo, por lo que no era del todo raro hallarlos formando parte de los ajuares funerarios.
Proceso de unificación (Imagen: Universidad de Cantabria).
La paleta más famosa, conocida como “Paleta de Narmer”, se encuentra actualmente en el Museo de El Cairo. De esquisto verde, con 45 cm. de anchura, 64 cm. de longitud, y un grosor de seis centímetros y medio, sería descubierta por Quibell en 1897 en el santuario de El-Kab (Hieracómpolis), templo dedicado a la diosa buitre Nekhbet, protectora de los reyes del Sur, por lo que se piensa que constituía un presente de este monarca tras su triunfo sobre el Norte a finales del IV m.a.C., siendo despojada de su rol habitual, de cualquier significación mundana, para elevarse a un plano divino, adquiriendo las características de un objeto votivo.
Paleta de Narmer. Museo Egipcio de El Cairo (Imagen: Wikimedia Commons).
La ofrenda se presenta ornamentada por ambas caras y con multitud de alusiones a los enfrentamientos referentes al proceso de Unificación, en donde el rey adquiere un protagonismo absoluto, exteriorizándose en uno de sus lados ciñendo la Corona Roja del Bajo Egipto mientras que en el otro porta la Corona Blanca del Alto Egipto en actitud de golpear a un enemigo con una maza piriforme, movimiento reproducido en multitud de relieves, sobre todo durante el Imperio Nuevo, como símbolo del poder del faraón. En su parte superior aparecen dos cabezas de vaca que simbolizan, bien a la diosa Hatubat o bien a la diosa Hathor, y entre ellas se sitúa la Fachada del Palacio, en cuyo interior se encuentra el nombre Horus del rey, el pez Nar y un cincel, cuyo significado es “Querido de Nar”. Egiptología 2.0 | 23
Detrás del rey aparece un portasandalias, y en la parte superior derecha un halcón, que posado sobre seis papiros, coge con una de sus garras una cuerda en cuyo extremo se encuentra un prisionero sujeto por la nariz, lo que ha sido interpretado como el triunfo del soberano del Sur sobre el Delta. En la otra cara se halla el soberano marchando sobre Buto, ciñendo la corona roja del Bajo Egipto y un vestido ritual, continúa acompañado de su portasandalias, pero en este registro también aparecen otra serie de figuras que se han interpretado como su primer ministro y cuatro portaestandartes, que posteriormente serían conocidos como los Seguidores de Horus o los Dioses que siguen a Horus. Diversos especialistas, como Fernando Olaguer-Feliú, ven en el personaje arrodillado la manifestación del pueblo sometido, mientras que la idea que mana de los acompañantes que marchan al lado del monarca es la del servicio y sumisión total hacia él. Otros ejemplos de paletas, bastante elocuentes, en los que se recogen escenas de enfrentamientos relativos tanto a los episodios que finalizarían con la aparición de un único país, como a combates externos, lo constituirían las conocidas como “Paleta del Campo de Batalla” o “de los Buitres”, de 28 cm. de longitud y 20 cm. de anchura, que muestra una victoria sobre pueblos extranjeros, tal vez libios, según se desprende de los rasgos negroides que exhiben, la “Paleta de Tehenu” de 21 cm., de longitud por 18,5 cm. de anchura, que revela la conquista de varias ciudades, también libias, la “Paleta del Toro” donde se ensalza el triunfo del rey, personificado en un toro, sobre sus enemigos o la “Paleta de los Cazadores” conocida también como “la Caza del León”, documento de 30,5 cm. de extensión y 14 cm. de anchura que describe a un grupo de guerreros, dieciséis en total, exhibiendo su armamento, compuesto por mazas, lanzas, bastones arrojadizos (boomerang) y sobre todo arcos, aunque curiosamente ningún guerrero porta algún tipo de espada, junto a numerosos animales, liebres, cánidos y leones, que parecen haber llevado la peor parte, pues aparecen absolutamente asaeteados. Junto a las paletas, otras fuentes de aproximación al conocimiento del nacimiento del reino egipcio se encuentran localizadas en diferentes objetos ornamentales así como en pinturas murales, una de las más conocidas, datada en el período Nagada II, hacia el 3500/3300 a.C., se localiza en la Tumba 100 de Hieracómpolis. En casi cinco metros de longitud se representa, a través de trazos muy simples en algunos casos, una temática que comenzaba a ser habitual, en donde las 24 | Egiptología 2.0
imágenes del Señor de los Animales controlando a dos leones y el líder blandiendo una maza sobre sus enemigos no iban a faltar como representación del incipiente poder que estaba adquiriendo la realeza, tal como se ha visto en la Paleta de Narmer y, de la misma forma, se observa en el fragmento de Gebel el Arak (3150 a.C. aproximadamente), depositado actualmente en el Museo del Louvre y constituido por un mango de cuchillo de 9,5 cm. de altura y 4, 2 cm. de anchura trabajado en un colmillo de hipopótamo, cuyas cachas además de estar labradas con escenas de combate, recogen motivos presentes en la tumba, dos hileras de barcos, y la figura del Señor de los Animales, aunque en este caso incorpora vestimenta proveniente del Próximo Oriente, lo que evidenciaría ciertas influencias de esta región sobre la cultura egipcia.
Tumba 100 de Hieracómpolis (Imagen: Wikimedia Commons).
Una de las armas más común en manos de los contingentes egipcios fue la maza, cuya cometido, básicamente, no era otro que destrozar la cabeza del adversario. Constaba fundamentalmente de un mango, usualmente de madera, y una cabeza de diferentes formas, redondeada, troncocónica, piriforme, discoidal, etc., elaborada en piedra o arcilla. Según el Experto en armamento Andy Cropper, el proceso de elaboración del agujero se realizaría calentando la roca y dejando caer gotas de agua en su centro, produciendo una pequeña concavidad, sobre la que, acto seguido, se realizaba la misma operación continuamente, hasta que la abertura permitía el paso del asta. Curiosamente, la más conocida no tiene ninguna función bélica, se trata de la Cabeza de Maza del Rey Escorpión descubierta en Hieracómpolis. Este objeto ceremonial, elaborado en caliza, se halla actualmente en el Ashmolean Museum (Oxford, Inglaterra). En él se representa la apertura de un canal de irrigación por parte del rey del Alto Egipto en presencia de diferentes funcionarios, mostrándose varios datos que apuntan a uno de los episodios de las luchas de unificación, como sería el caso de la vegetación ca-
racterística del Norte o el monarca portando la corona del Alto Egipto, como símbolo de su poder sobre las tierras septentrionales.
Cuchillo de Gebel el Arak. Cuchillo completo, anverso y reverso del mango (Imágenes: Wikimedia Commons).
Maza del Rey Escorpión. Vista completa y detalle (Imágenes: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 25
El sustento de Kemet. Las comunidades que se asentaron en esta franja de terreno tuvieron al gran Río como su primordial protector, centro de gravedad y columna vertebral de toda su forma de vida. No obstante, la supervivencia era frágil, y siempre se encontraba suspendida en una balanza dispuesta a inclinarse ante los caprichos del propio Nilo, tan importante, que en honor y devoción, el fértil limo depositado por las inundaciones estacionales daría su nombre al país, “Kemet, La Tierra Negra”, como contraposición a la inmensidad perpetua de desierto que le rodeaba, “Deshret, La Tierra Roja”. Es por ello, que al frente de todo este engranaje debía posicionarse un actor lo suficientemente fuerte y capacitado para articular toda esta maquinaria de forma minuciosa, milimétrica, y éste no era otro que el Rey, el dios encarnado, el señor universal que aportaba a Egipto la verdad, la sabiduría y la justicia, la Ma’at, siendo el destinatario de las energías del demiurgo, así como el defensor del país contra las fuerzas maléficas, y por ende, el único competente para mantener el equilibrio del mundo, la única fuerza idónea de mantener unidos el Alto y el Bajo Egipto. El problema surge a la hora de ubicar en este papel al primero de todos, el “Unificador”, para lo que se han dado diferentes discusiones con el fin de conocer al caudillo que habría podido ostentar este honor. Algunos especialistas, como H. Frankfort, Emery o Gredseloff han identificado a Narmer con Menes, el monarca que habría fundado Menfis, defendiendo el hecho de que Aha pudiera tratarse de su hijo, y ambos tendrían “Men” como el título de Las Dos Señoras. En este sentido, se apoyaron en el sello de Abidos, en donde aparece el nombre de Menes asociado a la figura de Narmer, y en la tableta de Nagada, en la cual se encuentra junto al Horus Aha. Otros autores, como H. Müller, se basan en tabletas de madera y marfil encontradas en Abidos, lugar donde se enterraron los soberanos de la I Dinastía, que contenían el nombre de Menes junto al del Horus Aha para conjeturar que se trataba de la misma personas, si bien, hay quién defiende que estos objetos se datarían en época del rey Djer, tercer soberano de la I Dinastía, por lo que éste y Aha habrían tenido el mismo título Nesut Biti. Neville dice que el nombre de “Men” que aparece en la tableta de marfil no hablaría de Menes, sino que 26 | Egiptología 2.0
haría alusión al nombre de un pabellón real, es decir, el lugar donde se desarrollaban las ceremonias de la fiesta Sed, describiendo al doble trono de la fiesta. Basándose también en los títulos, Driotón y Vandier opinan que no es descabellado pensar que bien pudo existir una sucesión Narmer-Menes-Aha-Djer, mientras que Hall especula con la idea de que Menes fuera una figura compuesta y legendaria del primer y tercer monarca. Otros autores defienden la hipótesis de que se trataría de una misma persona que tras haberse impuesto sobre el Norte, tomó el título de Horus Aha (El Combatiente), aunque esta teoría tiene algunos inconvenientes, pues Aha tuvo que enfrentarse en diversas ocasiones con nubios, libios y pueblos del Norte, lo que hace suponer que Egipto no se habría unificado totalmente. Sea como fuere, la idea más extendida defiende que la figura unificadora del país no fue otro que Menes, pudiéndose identificar con Narmer. Pero el problema de la unificación es otra de las cuestiones en las que no se ponen de acuerdo los estudiosos, y así, basándose en la pieza más representativa, la Paleta de Narmer, se ha intentado obtener una narración lo más convincente posible. En la paleta, el soberano aparece tanto con la corona del Sur como con la del Norte, pero en ningún momento se exhibe con la Doble Corona, por lo que se puede interpretar que las representaciones que en ella asoman serían la culminación de este proceso, aunque también hay quién hable de una Reunificación de las Dos Tierras. En este aspecto Kees y Sethe creen que existió una primera unificación hacia el 3600 a.C. aproximadamente, cuando un reino del Norte, con capital en Buto, invadió el Sur, con capital en Neekhen, unificando el territorio, no obstante, esta anexión no tardaría en desaparecer, volviendo el Sur a convertirse en independiente, posiblemente hacia el final del Gerzeense, y es donde algunos investigadores situarían los reinados de Escorpión y Narmer. En un momento posterior daría comienzo un nuevo proceso de expansión o “Reconquista” por parte del Alto Egipto, que concluiría con el inicio del Período Dinástico, aunque la unificación no sería total, pues no desaparece la identidad de cada uno de los estados, lo que hace que en momentos de crisis del poder central se vuelvan a separar en los antiguos territorios predinásticos. Durante los primeros soberanos todavía se atesti-
guan enfrentamientos, lo que lleva a diversos especialistas a conjeturar que el verdadero unificador del país recaería en la persona de alguno de los monarcas de la Primera Dinastía. Por otra parte, una serie de opiniones defienden la no existencia de un reino o entidad en el norte, localizándose pequeños territorios que equivaldrían, en épocas posteriores, a los nomos o sepaut, cada uno de ellos con su propio gobernante, y que, paulatinamente, habrían sido conquistados por un Estado unificado del Sur.
vastísimo en el tiempo, que sería, posteriormente, el reflejo de una historia enterrada durante mucho tiempo, que, paulatinamente, iría saliendo a la luz para dar a conocer un país, un territorio, que en algún momento llegó a ser antiguo para sus propios habitantes.
Aún existiría otra tesis, pero ésta estaría embebida de un carácter económico, ya que defiende un argumento por el que se plantea que la causa de estas conquistas se debería fundamentalmente al control de la inundación del Nilo y a la obtención de metales, lo que haría que existiese un enfrentamiento en el Sur, que poco a poco se iría extendiendo hacia el Norte. Sea como fuere, todos estos testimonios constituyen el eco del tránsito de diferentes culturas, pueblos que tras recorrer un largo camino decidieron hacer del Valle del Nilo su hogar, crear una nuevo mundo,
Rey Djet. I dinastía (Imagen: Wikimedia Commons).
Bibliografía
Sobre el autor
ALFRED, C. (1985). Les Egyptiens. L’Empire des pahraons. Armand Colin. Paris.
Doctor en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Magíster en Museografía y Exposiciones por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Diplomado en Estudios Avanzados (D.E.A.) por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Miembro del Laboratorio de Estudios Paleolíticos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), y de la Red de Expertos del Proyecto Campus de Excelencia Internacional en Patrimonio, concedido a las universidades andaluzas coordinadas por la Universidad de Jaén.
BONHEME, M. A Y FORGEAU, A. (1988). Pharaon. Les secrets du pouvoir. Armand colin. Paris. DODSON, A. (1995). Monarchs of the Nile. American University in Cairo Prees. 238 páginas. KEMP, B. J. (1992). El antiguo egipto. Anatomía de una civilización. Barcelona. LARA PEINADO, F. (1991). El Egipto faraónico. La Historia en sus textos. Istmo. 344 páginas. PADRÓ, J. (2006). Historia del Egipto faraónico. 432 páginas. PARDO MATA, P. (2004). Egipto. De la prehistoria a los faraones. Sílex Ediciones. 300 páginas. PECCI, H. (2004). El ejército en Egipto: aspectos fundamentales. Revista de arqueología 25 (280). Páginas. 14-25. VALBELLE, D. (1988). Histoire de l’Etat pharaonique. Thémis Histoire. Paris.
Entre los años 1998 y 2008 ha participado en diferentes campañas arqueológicas: Yacimiento de la Cova D’en Pardo (Planes, Alicante), La Peña de Estebanvela (Ayllón, Segovia), excavación y estudio de la Cueva de Ambrosio (Vélez-Blanco, Almería), trabajos arqueológicos en Perales del Río (Getafe), Proyecto de Investigación, estudio y documentación en la Cueva de la Fuente del Trucho (Asque-Colungo, Huesca) y dirección arqueológica para la realización de trabajos de prospección y excavación arqueológica en el Cerro de San Isidro (Domingo García, Segovia). Entre los años 2008 y 2011 Arqueólogo de la Unidad de Promoción y Desarrollo V y VI de la Diputación de Toledo. Es también autor de diferentes artículos relacionados con el antiguo Egipto. www.reflejosdelpasado.blogspot.com Egiptología 2.0 | 27
Estado Antía Martínez Abal / Alberto Fernández Boo
Los orígenes del poder político del faraón ¿Qué lugar ocupan las mujeres?
En el antiguo Egipto la realeza se consideraba
la base de la civilización. El rey, figura que ejemplificaba el orden, transmitía seguridad, paz y justicia. El mantenimiento del orden universal recaía así en esta figura real. Los festivales celebrados por esta civilización eran un ejemplo de reafirmación del mantenimiento del orden, pues su idea del universo era el de un ente sin cambios desde el momento de la creación. La idea de la vida eterna es la base de su religión, negando así la realidad de la muerte. De esta manera entendían que el cuerpo deja de funcionar, pero la vida seguía, paradójicamente, sin separarse de él, pues la personalidad de los seres humanos necesita de las dos cosas. Se logrará la vida eterna si ambos permanecen unidos. De esta idea nace la momificación y la escultura egipcia como herramienta para mantener el cuerpo, lo material. En esta construcción cultural al rey le fue adjudicado el papel de dios encarnado, consiguiendo así unir a la sociedad con la naturaleza.
Amenhotep III, 1370 a.C. (Imagen: Vicenzo Vacca).
El arte muestra el proceso de cambio en el concepto de la realeza egipcia. En un principio, en el llamado período predinástico, no aparecen pintados ni reyes ni jefes. Sin embargo, llegada la unificación de Egipto y el inicio del período de la existencia de los faraones, el rey aparece como representante de la comunidad. Además, es re-
presentado en una escala/tamaño que nos transmite su posición dominante en la escena. Además, la comunidad ya no se transmite como un conjunto de figuras, olvidándose intencionadamente, centrando todo acto en el faraón, que se lleva así todos los méritos. Todo ocurre gracias a él, ya que es invencible, inatacable e intocable. La victoria en guerra se convierte así en una manera de eliminar el caos y volver al orden preestablecido. El faraón es quien dirige personalmente los actos del ritual cotidiano de todos los dioses del país. Los elementos estéticos usados hacen que el faraón esté en una posición similar a la de los/as dioses/as que lo rodean, 28 | Egiptología 2.0
formando parte del mundo de los dioses. En definitiva, desde la perspectiva de género, en el antiguo Egipto el poder se concentra en una sola persona, el faraón, un hombre. Mientras que las mujeres que lo acompañan, la esposa real y las esposas secundarias son solo objetos usados para que el faraón disfrute. La fundación de la realeza. El poder del faraón tiene una base histórica y una base teológica, que vamos a explicar para poder entender por qué el faraón es tratado como un Dios, lo que fundamenta legitima su poder regio. Históricamente, podemos hablar del surgimiento de la realeza egipcia como institución con poder con el reconocimiento del primer rey de la I Dinastía, Narmer -también conocido como Menes-, que reina hacia el 3150 ANE aproximadamente. La tradición cuenta que sus antepasados eran espíritus semidivinos que heredaron el poder del Creador, Re. La monarquía tuvo un desarrollo paralelo al del universo, puesto que Re, el Creador, asume desde el principio el papel de rey de todo lo creado. Narmer, según las tradiciones, fue el unificador de Egipto. La aparición de la I Dinastía viene de la mano de varios adelantos tecnológicos como la escritura, la utilización del metal, y de las nuevas formas de expresión del arte monumental.
Paleta de Narmer. Anverso y reverso, 3050 a.C. (Imagen: Wikimedia Commons).
Con la unificación política, Egipto se constituye en un Estado territorial, el primero en la historia de la humanidad, más integrador y cooperativo. Este Estado “no nace de pequeñas formas de organización en el orden político y social, sino que se impone con violencia frente al orden policéntrico de las ciudades-estado. El Estado territorial del Egipto unificado produce un orden al destruir otro orden” (ASSMAN, J.; 2005: 53). Es una forma violenta de cambio, de representación, que discrepa con la ideología solidaria y cooperativa que caracterizará posteriormente la mentalidad egipcia, un cambio de la violencia al Derecho.
Narmer establece como organización de la realeza la forma de una monarquía Dual masculina, pues el faraón, hombre, es rey del Alto y Bajo Egipto. En el Neolítico encontramos los orígenes de la unidad egipcia, ya que observamos una homogeneidad cultural y física de los/as habitantes del Valle del Nilo. Esto quiere decir que “parece que la civilización faraónica surgió en este sustrato camítico del Norte de África” (FRANKFORT, H.; 1983: 40), puesto que tienen una cultura espiritual común. Algunos de los rasgos de esta herencia común que se mantuvieron en el Egipto faraónico fueron el poEgiptología 2.0 | 29
der divino manifestado a través de ciertos animales y la idea de que el mundo visible surge de un océano primigenio. También se consideraba que el Creador, un hombre, era un dios solar.
principal de este tipo de representación es que las partes de las que está compuesta son opuestas. Podemos encontrar este tipo de visión en China con el yin y el yang, que todo el mundo conocemos.
En definitiva, antes de la unificación en Egipto había un gran número de pequeñas comunidades en las que podían surgir nuevos caudillos. Cuando un líder guerrero amplía su poder más allá de su propio pueblo, puede acabar creando una pequeña nación. Tenemos claro que la unificación no fue un proceso corto, sino que se extendió a lo largo de varias generaciones hasta que Narmer, primer rey, le puso término.
Otro ejemplo de este dualismo se ve reflejado en la enemistad entre Horus, dios del Bajo Egipto, y Seth, dios del Alto Egipto, conocidos como “los dos Señores”, símbolos mágicos de todo conflicto. Seth es siempre vencido por Horus, pero no llega a ser destruido. Finalmente, se produce la reconciliación, pues Seth establece el principio estático del cosmos, que simboliza que el faraón aplastó a la oposición y reconcilió a las fuerzas en conflicto. Esta imagen representa el orden inmutable de las cosas, de un universo masculino en el que nada debe cambiar.
La persistencia de las conquistas de Narmer tiene un doble significado. Era necesario llevarlas hasta el final, ya que el rey de todo el territorio se coloca a la cabeza de los otros jefes. Una vez terminada la conquista territorial, la unificación fue vista como una revelación de un orden predestinado bajo un monarca, que debía ser varón, como única forma admisible.
Como podemos observar, persiste esa dualidad característica de la cultura egipcia, que en este caso funciona como un contrapeso entre las dos regiones. Todos estos aspectos de la dualidad son representados en los ritos y festivales, que combinan referencias al Alto y Bajo Egipto. La Teología Menfita. La Teología Menfita es un texto que se remonta a los inicios de la monarquía egipcia. Es la base religiosa de la legitimidad real, pues en ella se lleva a cabo una teoría de la realeza. Expone la doctrina religiosa para la nueva capital, Menfis, y una serie de teorías nuevas así como otras arraigadas en las tradiciones egipcias. El texto es una cosmología, describe el orden de la creación y hace de la tierra de Egipto, organizada por Narmer, una parte de este orden. El texto está dividido en seis partes, de las que nombraremos las cuatro que consideramos las más importantes: 1- En la primera se dice que la tierra debe su existencia a Ptah, el Creador de Todo, incluso de los dioses. 2 - La segunda sección nos habla del cese del conflicto entre Horus y Seth gracias a la mediación de Geb, padre de Osiris.
Narmer. Detalle de la Paleta de Narmer (Imagen: Wikimedia Commons).
El poder del monarca quedaba legitimado según la mentalidad egipcia de las dualidades gracias a la división del reino en el Alto y en el Bajo Egipto, logrando una estabilidad inalterable. Esta base dual de pensamiento pertenece a su teoría de la creación del universo, es decir, tiene un origen cultural. Cuando el faraón se autoproclama “Señor de las Dos Tierras” está aludiendo a que es el eje que mantendrá el equilibrio en la tierra de Egipto. La característica 30 | Egiptología 2.0
3 - La sección quinta expone la cualidad creadora de Ptah a través de la palabra. 4 - La sección sexta es una legitimación de la nueva capital, Menfis, pues será el granero de Egipto, gracias a su fertilidad, debida a la presencia del cuerpo enterrado de Osiris. Por último, el texto describe que Osiris, una vez enterrado, subió al trono como rey del inframundo. El rasgo más importante de la Teología Menfita, ade-
más de la idea espiritual de la creación, es la forma en que se entremezclan la realidad y la mitología. Un ejemplo de ello es la ya mencionada disputa Horus-Seth, en la que el gobierno del Faraón marca el final del desencuentro, como eje estabilizador. Sin embargo, a través del Misterio de la Sucesión, cada faraón que muere se convierte en Osiris y su sucesor/ heredero es Horus. Por tanto, la monarquía es concebida como una realidad tanto en el mundo de los dioses, como en el de los humanos. En definitiva, la teoría egipcia con respecto a la realeza consiste en que el rey es un Dios. Además, la realeza implica a dos generaciones, a Osiris, padre, y Horus, hijo heredero. El gobernante vivo es el intermediario entre las personas y la naturaleza. Tras su muerte, sigue teniendo eficacia para su comunidad, ya que el rey enterrado fertilizaba la tierra en la que descansaba. El análisis de la Teología Menfita nos muestra su fuerte carácter androcéntrico. Podemos explicar esto mediante la observación del ensalzamiento de las figuras masculinas durante la historia de la creación, mientras que las femeninas quedan relegadas al papel reproductor como Isis, madre de Horus. La divinidad del Faraón. La divinidad del rey está muy relacionada con la teoría de la realeza expuesta en la Teología Menfita, que acabamos de explicar, que permanece sin cambios durante todo el Egipto faraónico. Se alude al faraón como Horus, dios que se encarna en el rey egipcio. El monarca, en gran cantidad de textos, es conocido como “el dios” o “el buen dios”, lo que indica que la civilización egipcia compartía con la japonesa, inglesa y romana la creencia de que su gobernante tenía poderes sobrenaturales. De esta manera, la sangre real es distinta al del resto de los humanos, por eso se distingue un monarca hereditario de un usurpador. ¿Por qué Horus estaba encarnado en el faraón? Esto tiene una explicación política. La Casa de Narmer procedía de una región en la que se adoraba al dios-halcón. Horus fue reconocido como un dios supremo por encima de una docena de dioses del Alto Egipto. Es el dios por excelencia en todo el Egipto predinástico como un dios local. En este punto podríamos preguntarnos cuál es el papel de la madre humana del faraón, pero la teología de la realeza nos muestra que carecen de importancia, pues es tremendamente patriarcal. Digamos que era necesaria para dotar de herederos varones a su esposo. El faraón será, generalmente, el hijo mayor. Por otro lado, se produjo un cambio en la paternidad teológica. Normalmente, se consideraba que Horus sucedería a Osiris. Sin embargo, durante el Reino Nuevo algunos gobernantes comenzaron a considerar como padre teológico al dios Amón-Re. Esto puede ser como consecuencia de un acceso al trono de hombres que no cumplían todos los requisitos para regentarlo o por usurpación. Para entender la naturaleza divina del faraón repasaremos sus títulos: 1 - “Horus”, el título más antiguo, que vincula directamente al faraón con su naturaleza divina. 2 - “Nebty”, o las dos diosas, Nebjet del Alto Egipto y
Horus. Relieve del templo de Horus, Edfu (Imagen: Cocosarron). Egiptología 2.0 | 31
Wadjet del Bajo Egipto, que expresa que el faraón está a la cabeza de una monarquía dual. 3 - “Horus de Oro”. 4 - “Rey del Alto y Rey del Bajo Egipto”. 5 - “Hijo de Re”, que destaca que el Faraón es un descendiente lejano del Creador. La autoridad del Faraón. El rey es considerado una divinidad porque posee un poder absoluto sobre todo el territorio de Egipto y sobre sus pobladores/as. De hecho, la propiedad privada egipcia es el resultado de las donaciones reales. Otra competencia real es la justicia, encarnada en el dios, que no actúa arbitrariamente, ya que tiene la obligación de mantener la maat, la verdad, un orden justo. La maat está personificada como una diosa hija del rey-sol, Re. Debemos destacar que en Egipto no hay instrumentos legales para reemplazar al faraón. Lo que más llama la atención es que la población parecía creer realmente su carácter sobrenatural, ya que no se conoce en la historia de Egipto ninguna sublevación popular. Ciertamente el rey era la única fuente de autoridad, ya que todas las acciones oficiales, seculares y religiosas, se basaban en el poder delegado del faraón. En definitiva, el faraón era el Estado, cuyas funciones eran “la posesión, el dominio, el fomento, la disciplina y la defensa; asimismo, las de alimentar, educar, proteger y engrandecer a la población” (FRANKFORT, H.; WILSON, J.A.; E JACOBSEN, T.; 1988: 109). Por tanto, el rey era “el gobernante enviado por los dioses, era el pastor del pueblo egipcio que conducía a su grey a los pastos abundantes […].” (FRANKFORT, H.; WILSON, J.A.; E JACOBSEN, T.; 1988: 109). Los gobernantes solían colocar a los parientes reales, los miembros de su familia, en los puestos altos de la administración como medida de seguridad. Por otro lado, el rey permitía que los cargos fuesen hereditarios, pasaban de padres a hijos. En lo que se refiere a la organización social, en Egipto no había castas ni clases sociales. Todos los/as habitantes eran plebeyos/as, excepto la familia real. Los parientes reales estarían capacitados a ejercer las competencias que el rey les delegaba. Por otro lado, era muy difícil acceder a la persona del Faraón, porque delegan su poder administrativo en los visires, que actuaban como centro de adminis32 | Egiptología 2.0
tración del país. Éstos mantenían al rey apartado de los pormenores del gobierno. Sin embargo, las decisiones más importantes eran sometidas a la aprobación del rey a través de una audiencia que el visir celebraba de mañana con el Faraón para dar cuenta del estado de la nación. El visir, como poder ejecutivo, tenía la obligación de escuchar las peticiones de cualquiera que quisiera presentárselas. Como se puede observar, las esposas reales se mantienen aparte de las cuestiones políticas, solo un contado número de ellas tuvieron importancia en esta faceta de gobierno, como Nefertiti o Tiy, entre otras. En definitiva, como ya comentamos con anterioridad el poder del rey sobre sus súbditos no termina con la muerte, ya que los/as egipcios/as mantenían que la potencia del Faraón podía dejarse sentir en sus súbditas/os a través del Ka, proceso que explicaremos a continuación. En las primeras dinastías, algunas de las personas enterradas con él fueron asesinadas para que lo acompañaran al más allá. La jerarquía de funcionarios y sirvientes que estuvieron al cargo del soberano en vida seguirán a su señor y, guiados por él, a la vida futura. Este rito termina en la IV Dinastía, cuando desaparecen las señales de matanzas en el entierro del Faraón. En ocasiones se adoraba durante varios siglos a los antiguos Faraones o a sus estatuas, colocadas en los templos. El Ka, la fuerza vital del Faraón. La población egipcia entendía que la personalidad humana estaba compuesta por el Ka, el espíritu, y el Ba, el alma. El Ka del Faraón nace con él como si fuera su hermano, lo acompaña de por vida. Es su gemelo, y su protector ante la muerte, siempre manteniendo su carácter de fuerza vital. Otras funciones del Ka pueden ser el anunciamiento del rey ante los dioses en el cielo. Él mismo es un dios, como los genius romanos, que eran espíritus protectores que cada humano obtenía desde su nacimiento y que los acompañaban como si de su propio espíritu se tratase. El Ka del rey es un poder personificado. Para finalizar con este apartado, hay un último aspecto del Ka que debemos considerar. El rey depende de forma especial de su padre, ya que la institución monárquica, como hemos dicho antes, implica a dos generaciones. Esto está relacionado con la idea de la sucesión entre Osiris y Horus, pero el Faraón tiene la misma relación con otro dios a quien los títulos oficiales proclaman su padre, Re. En suma, es imprescindible entender el Ka para comprender la institución de la monarquía, puesto que la relación entre Faraón, dioses/as y el pueblo se define por medio de la función de mediación del rey a través de su Ka y de su implicación como hom-
bre en la naturaleza. La sucesión real. La muerte del rey asumía el carácter de una crisis, puesto que los/as egipcios/as consideraban que la sociedad estaba bajo su monarca como parte de un universo ordenado por los/as dioses/as. La muerte de un rey indicaba que los poderes del mal comenzaran a dominar de forma temporal. De esta manera, el hecho histórico quedaba transformado en una relación mitológica permanente a lo largo de la historia egipcia: Seth acababa de asesinar a Osiris. El peligro del caos también se nos mostraba en la esfera política. Sin embargo, las/os egipcias/os diseñaron un esquema que mitigaba los posibles peligros de la sucesión y que tenía la ventaja de ajustarse al modelo mitológico de “Horus apareciendo en los brazos de su padre Osiris” (FRANKFORT, H.; 1983: 125). Por tanto, bajo este esquema se nombraba al supuesto heredero corregente en vida de su padre, así a la muerte del antiguo soberano la transición sería más suave. El corregente quedaría solo para seguir gobernando, claro está que debía ser hombre. Solamente existe una excepción conocida, Hatshepsut como corregente de su sobrino Tutmosis III.
Tutmosis III, 1458-1425 a.C. (Imagen: Muhammad Hawass).
La sucesión al trono implicaba dos fases: ascenso y coronación. La coronación sellaba la cesión del poder al nuevo rey y tenía que coincidir con una de las renovaciones de la naturaleza, a principios de verano o en otoño. Mientras que en la etapa del ascenso, el nuevo gobernante asumía el gobierno tan pronto como le era posible, normalmente a la salida del sol del día siguiente para que hubiera consonancia entre el principio de un nuevo reino y el comienzo de un nuevo día bajo la autoridad de Re. Durante este tiempo el cuerpo del rey fallecido era preparado para el entierro.
Hatshepsut, 1475 a.C. (Imagen: Mara).
Entonces, llegaba el momento en el que se hacía posible el ascenso definitivo al poder, que podía ser en Año Nuevo o en cualquier otro comienzo de ciclo de la naturaleza, como ya comentamos. La coronación del nuevo rey tenía lugar justo después de entierro de Osiris, del soberano difunto. A partir de aquí comienza un nuevo ciclo de gobierno, pues Horus, el Faraón, ya puede tomar el control del gobierno del país de derecho y no de facto como hasta ese momento. Egiptología 2.0 | 33
Conclusiones. El poder político del faraón es patriarcal. Esto es debido a que el origen de la cultura política del antiguo Egipto se basa en un sustrato religioso con un tremendo carácter androcéntrico. Para empezar, el Creador, como en prácticamente todas las religiones, era un hombre, no se baraja la idea de que el mundo fuese creado por una mujer. Siguiendo el análisis teológico, todos los dioses importantes también son hombres. Hagamos memoria, Osiris, Horus, Seth… todos dioses con poder y prestigio. Sin embargo, todas las diosas están asociadas a la idea de maternidad, fertilidad, cuidado y reproducción, cualidades poco valoradas socialmente. Un par de ejemplos son la diosa vaca Hathor o Isis, que es conocida por ser la mujer de Osiris y la madre de Horus, el faraón. Desde el punto de vista político el poder estaba concentrado en manos de una sola persona, el rey, un hombre. No se contempla que quien gobierna sea una mujer, para la sociedad egipcia de la época no tiene cabida en el orden universal. El único reducto de poder de una gran esposa real era la sangre real que poseían, pues la sucesión era matrilineal, es decir, la sangre del sucesor es transmitida por vía materna. Pero tenemos ejemplos de mujeres que consiguieron desobedecer o saltarse lo que se consideraba “normal” o “natural” según su cultura. Podemos hablar, entre otras, de: Neferu Sobek, perteneciente a la dinastía XII, gobierna a finales del Imperio Medio por un breve período de tiempo, entre 1794/3-1790 ANE; Hatshepsut, tiene un longevo reinado, 22 años como corregente de Tutmosis III, durante la dinastía XVIII; y, por último, Tausert, que tiene un corto reinado a finales de la dinastía XIX. Entonces, ¿en qué lugar se encontraban las mujeres en todo este entramado? ¿Tenían algún poder? Si partimos de que la figura del faraón y todo lo que le rodea surge de una teología androcéntrica y patriarcal podemos deducir que el poder que las mujeres podían tener era el biológico, el de aumentar la población egipcia. Es decir, su función era la reproductiva, sin ningún tipo de importancia política, como mucho tenían competencias rituales y de acompañamiento del faraón, lo que nos muestra la escasa relevancia de su rol social.
Bibliografía
Sobre los autores
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Antía Martínez Abal
ASSMAN, J. (2005). Historia de un sentido. Abada Editores. Madrid. DAUMAS, F. (1972). La civilización del egipto faraónico (H. PardellánsTrans.). (Las Grandes Civilizaciones ed.). Juventud. Barcelona. FRANKFORT, H. (1983). Reyes y Dioses. Alianza Universidad. Madrid. FRANKFORTT, H., WILSON, A. y JACOBSEN, T. (1988). El pensamiento prefilosófico, I. Egipto y Mesopotamia. Fondo de Cultura Económica. México. POSADAS, C. y COURGEON, S. (2004). A la sombra de Lilith. En busca de la igualdad perdida. Planeta. Barcelona.
Nacida en Cambados, estudió Ciencias Políticas y de la Administración Pública en la Universidad de Santiago de Compostela y se especializó en igualdad de género con el Máster en Educación, Género e Igualdad en la misma universidad. La historia es una de sus aficiones desde muy temprana edad, sobre todo, la civilización egipcia desde que a los 12 años descubrió el libro “El tesoro de Tutankhamón” en la biblioteca de su casa. Ahora, entre otras cosas, dedica su tiempo a la visibilización de las mujeres en la historia. Alberto Fernández Boo Historiador, que estudia con perspectiva de género la Edad Antigua, sobre todo, el antiguo Egipto, cultura de la que es un apasionado. Su otra gran pasión es la arqueología. De hecho, participará como alumno en el Field Camp del Proyecto Amenhotep Huy, excavación del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto de Madrid, bajo la dirección de Francisco J. Martín Valentín y Teresa Bedman. Su próximo paso será especializarse en Egiptología. https://independent.academia.edu/AlbertoFern%C3%A1ndezBoo
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Mitología Julio López Saco
Los referentes geográficos en la mitología egipcia
En este breve artículo se analizan las influencias que
las particularidades del relieve y la climatología egipcias tuvieron en la configuración de una parte relevante del imaginario antiguo, específicamente el paisaje mítico. La tan peculiar topografía y orografía egipcia, sus regiones desérticas, suaves colinas y promontorios y afloramientos rocosos, así como sus zonas fértiles y verdes, se convirtieron en referentes míticos, en ocasiones traducidos en estructuras pétreas. La vegetación, el específico régimen pluviométrico egipcio, las áreas pantanosas y, naturalmente, el río Nilo, que fueron decisivos en el asentamiento de las gentes desde los tiempos más arcaicos, probablemente desde el Paleolítico, sirvieron para galvanizar ideas cosmológicas originarias. Lo mismo ocurrió con los astros, sobre todo el Sol la Luna y las estrellas. Incluso algunos ejemplares característicos de la fauna egipcia fueron estrechamente vinculados con deidades. Geografía y paisaje mítico. El duat, el mundo subterráneo a través del cual el dios del sol y los seres humanos fallecidos tienen que viajar, se encontraba atravesado por un poderoso río, contenía desiertos infestados de serpientes, lagos de fuego e islas misteriosas. En una sección de los Textos de los Sarcófagos conocida como El Libro de los Dos Caminos, existían mapas que mostraban la localización de los cielos para el muerto, como el Campo de las Ofrendas y las Mansiones de Tot y Osiris. Uno de los senderos a través del mundo subterráneo era por el agua, mientras que otro por tierra. Los paisajes míticos se han inspirado, en consecuencia, en la peculiar geografía egipcia. Hapy llevando una corona de flores de loto. Fragmento de una columna en el Templo de Hatshepsut (Imagen: Wikimedia Commons).
Los afloramientos rocosos y las colinas cónicas que asemejan las pirámides posteriores fueron marcas del terreno y lugares de reunión. Las tierras húmedas y ver-
des con hierba eran el hogar de una gran variedad de vida salvaje. Muchos animales, como el buitre, el león, el chacal o la gacela, entre otros varios, fueron asociados con las deidades egipcias. La ausencia de precipitaciones regulares hizo imperativo que la gente buscase fuentes permanentes de agua. Algunos grupos, los más, se asentaron en los márgenes del valle del Nilo y se aventuraron hacia las zonas pantanosas entre animales como hipopótamos, cocodrilos, toros salvajes o serpientes. En el IV milenio a.e.c. la gran mayoría de la población se encontraba asentada en el valle. Las zonas pantanosas fueron drenadas y liberadas de vegetación, de manera que comenzaron a florecer granjas de cereales y la agricultura se practicó a gran escala. Estos acontecimientos fueron hechos comprensibles a través del mito en Egiptología 2.0 | 35
el que Osiris viajaba entre la humanidad enseñándole las artes agrícolas. El gran río y la dualidad territorial. El río Nilo es un factor geográfico omnipresente sin el que Egipto no se entendería. En el Delta del Nilo unas pocas colinas arenosas permanecían sobre el nivel de inundación. Este factor puede explicar porqué se decía en Heliópolis y en los sitios del norte de Egipto, que los montículos primigenios presentes en el mito estaban hechos de arena pura. En la cosmología, tanto el reino celestial como el inframundo poseían un río que discurría a través de ambos. En Egipto, la luna, el sol y las estrellas se mostraban navegando los cielos en botes. Tal es así que uno de los nombres para Egipto fue el de Dos Bancadas, en tanto que el río unificaba y, a la vez, dividía el país. Nunca hubo puentes en el Nilo en la antigüedad, de forma que atravesar de una orilla a la otra suponía un riesgo de muerte, bien por ahogamiento o por la elevada posibilidad de ser devorado por un cocodri-
Apofis herida por ‘‘Bastet’’. Pintura mural, tumba de Inerkau, TT299 (Imagen: Wikimedia Commons).
lo. El peligroso viaje en barco llegó a ser una parte central en el mito egipcio. El barco del dios del sol siempre era atacado por una manada de asnos salvajes o por la sierpe del caos, Apep-Apofis. La barca que llevaba el cuerpo de Osiris debía pasar a través de un conjunto de enemigos antes del que el dios renaciese de nuevo. Es bien conocido que la bancada oriental del Nilo, donde nace el sol, era el reino de la vida y, por consiguiente, el más apropiado lugar para erigir templos y ciudades, mientras que la bancada occidental, en donde se ponía el sol, era designada como el reino del muerto y, por tanto, el lugar apropiado para edificar tumbas, cementerios y templos mortuorios. Los egipcios contemplaron su territorio como dividido en dos zonas, la fértil Tierra Negra de la llanura inundable y la peligrosa Tierra Roja de los desiertos que rodean a la primera. Isis, Osiris y Horus fueron las deidades asociadas a la primera región, en tanto que Neftis, Anubis y Set, lo fueron a la segunda. La Tierra Negra estaba bajo la constante amenaza del mar Mediterráneo y del desierto circundante. El Mediterráneo era conocido como Gran Verde, aunque un término más genérico fue el “Enceñidor”, el que circunda o rodea (y, por tanto, puede constreñir).
Osiris pasea (o navega) por las estrellas en su barca estelar de la eternidad. Techo estelar en el templo de Hathor en Denderah (Imagen: Wikimedia Commons). 36 | Egiptología 2.0
De hecho, se creía que el océano primigenio, desde el cual el creador había emergido, rodeaba el mundo. La costa egipcia necesitaba elevados depósitos de limo para mantener la costa encima del nivel del mar. Una tierra contaminada con sal era inútil para el cultivo. Es por eso que un mito presentaba al Mediterráneo como un monstruo codicioso que amenazaba con cubrir la tierra en-
tera a menos que se le ofrecieran tributos, que incluían una bella deidad, en este caso Astarté. Set, el más fuerte de los dioses, será el encargado, finalmente, de devolver el monstruo al mar. Se pensaba que la fuente principal del Nilo estaba en el océano primigenio. La inundación anual era descrita, en consecuencia, como el retorno de Egipto a su estado primigenio. Las aguas de las crecidas tenían que ser cuidadosamente controladas por sistemas de canales y diques para, de esa manera, impedir desastres. Por tal motivo, se ofrecía más una adoración a los controladores divinos del Nilo, como los dioses creadores y las diosas de las estrellas, que al río mismo. Dieciséis vasijas, o el mismo número de figuras de Hapy, quien personificaba los aspectos benevolentes de la inundación, solían ubicarse en algunos templos para representar el nivel perfecto de agua. Con el paso del tiempo, ciertos mitos fueron reconfigurados para explicar la crecida y asegurar, así, su uniforme continuidad. De tal manera, las lágrimas que vierte Isis por su marido, así como las sustancias que transpira su cuerpo, se convirtieron en causas de la inundación. El poder de la inundación, para traer vida y muerte se vincula con el mito de la Diosa Distante, una hija de Ra, la cual tras un altercado con su padre, se fue a vivir al desierto, y a la que se persuadía para que regresase. Desiertos y pantanos: caos y peligro. Hapy llevando una corona de flores de loto. Templo de Medinet Habu (Imagen: Wikimedia Commons).
Los desiertos que rodeaban la Tierra Roja contenían importantes recursos vitales para los egipcios, como minerales o piedras necesarias para las construccio-
nes. Por ese motivo, se enviaban expediciones para explotar tales recursos, aun a riesgo de morir de cansancio, de calor o por alguna tormenta de arena. La imperiosa necesidad de mantener limpios de arena los canales de irrigación era tan importante que, incluso, se esperaba que fuese también un trabajo que había que desempeñar en la otra vida. En virtud de estas condiciones medioambientales no es sorprendente que la mitología egipcia haya estructurado la vida como una constante lucha entre las fuerzas del orden y las del caos. En esa batalla todos debían participar. Los egipcios podían, eventualmente, dejar el mundo ordenado y penetrar en una zona pantanosa o desértica. Las áreas de marjales se localizaban en las proximidades del valle del Nilo y, sobre todo, en ciertas zonas del Delta. Estas regiones pantanosas eran representadas en el arte egipcio y empleadas en la literatura como lugares de deleite pero también de extremo peligro. Eran territorios sacros para Hathor-Sekhet, la Gran Diosa Vaca, Sobek, el Señor de los Lagos, o Wadjet, la diosa cobra. En ocasiones, los fallecidos eran mostrados en las pinturas murales de las tumbas cazando o pescando en el dominio de esas divinidades. Los tranquilos cañaverales del Delta inspiraron el paraíso
Relieve de Wadjet. Templo de Hatshepsut (Imagen: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 37
egipcio conocido como el Campo de las Cañas. No es difícil imaginar que las altas y delgadas plantas de papiro ocultasen la isla flotante de Chemmis, en donde la diosa Isis había dado a luz a su hijo Horus. Del mismo modo, peligrosos seres sobrenaturales podían hallarse más allá de las colinas que bordeaban el valle del Nilo. Hasta alrededor de 1500 a.e.c., el desierto fue imaginado como la casa de monstruos tales como felinos con cabeza de sierpe, grifos, o del dios Set, que mezclaba en sí elementos diversos de animales exóticos. Así, la gran Esfinge de Giza, con su cuerpo leonino y cabeza humana, se concebía como un monstruo del desierto que luchaba para el beneficio del orden. El profundo desierto era, asimismo, el reino de la Diosa Distante o la que Anda Errante en la Lejanía. Su historia se localizaba, en ocasiones, en el desierto occidental, en Libia, en el del sur (nubio), o, incluso, en la remota tierra de Punt. La diosa andaba vagando en la forma de un gato salvaje, una leona o un grifo hembra. Los dioses que eran enviados en su busca para encontrarla debían disfrazarse ellos mismos de monos o simios para correr menos riesgos al aproximarse a ella. El mismo Tot, el dios de la sabiduría, tuvo que emplear toda su elocuencia para persuadir a esta hija de Ra para que dejase su medioambiente salvaje y regresase a la sociedad civilizada en el valle del Nilo. El dios describe cuán desolado se encuentra Egipto sin su radiante presencia. El tradicionalismo y la ritualidad local. En muchas historias ocurrían cosas terribles a las gentes que dejaban Egipto. Es el caso, por ejemplo, de un príncipe que es ataca-
Relieve de Tot. Templo de Ramsés II, Abydos (Imagen: Wikimedia Commons).
do por un perro, una sierpe y un cocodrilo (El Príncipe Condenado), o de un sacerdote que es saqueado por piratas (El Viaje de Wenamun). El regreso del héroe a Egipto, con mayor sabiduría que la que poseía al salir, era el normal y apropiado final de estas historias. El caso bien conocido de Sinuhé también es paradigmático. Al comienzo de esta historia Sinuhé se ve obligado a huir de Egipto después de haber sido implicado en un complot para asesinar el rey Amenemhet I (1985-1956 a.e.c.). Es forzado a exiliarse y vivir entre los moradores de las arenas. Desde tiempos arcaicos, cada asentamiento, de cualquier consideración, poseía un santuario dedicado al dios o diosa que presidía la región. En ciertos períodos el gobernador hacía las veces también de gran sacerdote de la divinidad local. Eventualmente, cada uno de los cuarenta y dos nomos o distritos administrativos de Egipto tuvieron su deidad local o grupo de ellas. Esos nomos estaban representados por símbolos similares a los escudos heráldicos, que debían vincularse a la deidad del nomo o al título original del mismo. El décimo quinto nomo del Alto Egipto fue denominado el nomo de la Liebre, y estaba representado por uno de estos animales, 38 | Egiptología 2.0
aunque las divinidades que lo presidían eran Tot y la Ogdóada de Hermópolis. El décimo séptimo, por su parte, se llamaba el nomo del Chacal, y estaba representado por un chacal sentado con una pluma. El dios que presidía era, por supuesto, el dios chacal, Anubis. Las tradiciones locales fueron, muy a menudo, registradas en listas de seres, lugares y objetos sacros. En este sentido, un papiro hallado en Tanis enlista los festivales, cementerios, tabúes, animales sacros, peces, deidades-sierpe, montículos, lagos y árboles sagrados de cada nomo . Tales listas persiguen mostrar la variedad de creencias más allá de la uniformidad impuesta en el arte de los templos. Los rasgos topográficos como los montículos con antiguos árboles o los huecos en los acantilados que asemejaban las legendarias montañas del horizonte, debieron dar comienzo a una mítica asociación, si bien tales asociaciones serían reforzadas en ciertas épocas por acciones rituales. Las asociaciones debieron ser fomentadas por la manipulación artificial del paisaje. Los montículos serían construidos para llegar a ser el montículo primigenio o el lugar de residencia de Osiris. Lagunas o piscinas rituales fueron excavadas en los templos. Fueron empleadas para simbolizar el océano primigenio o el lugar en el que se desarrolló el gran combate acuoso entre Horus y Set.
Bibliografía
Sobre el autor
ARMOUR, R. A. (2014). Dioses y mitos del antiguo Egipto. Alianza. Madrid.
Julio López Saco (Caracas, 1966), es profesor e investigador titular en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Católica Andrés Bello.
BAINES, J. (2007). Visual and Written Culture in Ancient Egypt. Oxford University Press. Nueva York. BRUNNER-TRAUT, E. (2011). Cuentos del antiguo Egipto. Edaf. Madrid. GÓMEZ CIFUENTES, A. (2000). Cuentos y leyendas del antiguo Egipto. Miraguano. Madrid. HART, G. (1994). Mitos egipcios. Akal. Madrid. HARTWIG, M. K. (2015). A Companion to Ancient Egyptian Art. Wiley-Blackwell. Oxford. LÓPEZ SACO, J. (2010). “El mundo en acción. Cosmogonías del Egipto antiguo”. Revista de Arqueología del siglo XXI, nº 356, diciembre del 2010, pp. 50-57. NAYDER, J. (2003). El templo del Cosmos. La experiencia de lo sagrado en el Egipto Antiguo. Siruela. Madrid. QUIRKE, S. & ALONSO LÓPEZ, J. (2004). La religión del antiguo Egipto. Oberon. Madrid.
Ex-coordinador del Doctorado en Historia en la UCV y ex-coordinador Académico en la Escuela de Historia. Doctorado en Historia y doctor en Ciencias Sociales. Es miembro asociado activo de varios centros de investigación, entre ellos el Centro de Estudios de África y Asia (ULA-Mérida), perteneciente a la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África, y el Centro de Investigaciones Filosóficas y Humanísticas de la UCAB, además de autor de más de una decena de libros y múltiples artículos en publicaciones periódicas cuyas temáticas se centran en los ámbitos culturales de la historia antigua. Se ha especializado en el estudio de las antiguas tradiciones míticas y sus referentes iconográficos, desarrollando una línea de investigación que lleva por nombre: El mito como sustrato de la cultura. http://asiahistoria.blogspot.com.es/ http://www.investigacioneshistoricaseuroasiaticas-ihea.com/ https://www.facebook.com/julio.saco.1?fref=ts.
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Arquitectura Sandra Pajares Sotillo
El templo de Seti I y el Osireion de Abydos
Templo de Seti I en Abydos (Imagen: Marc Mateos).
En En la orilla oeste del río Nilo, a unos 90 km al
norte de Tebas (Luxor), se encuentra la antigua ciudad de Abedyu, actual Abydos. Fundada, probablemente, a inicios de la I dinastía fue aquí donde los monarcas de las I y II dinastías (2920-2649 a.C.) eligieron ser enterrados, en la necrópolis de Umm el-Qaab. El nombre, Umm el-Qaab ‘‘la madre de las vasijas’’, le fue dado por la gran cantidad de ofrendas que se descubrieron en el lugar, las cuales fueron depositadas por los fieles que llegaban aquí desde todo Egipto en peregrinaje. Durante el Reino Medio las tumbas de los primeros faraones fueron excavadas y reconstruidas para el culto al dios Osiris, a quien se le otorgó una tumba física, la de Djer, segundo faraón de la I dinastía. Abydos y su relación con Osiris. Antes del templo a Osiris existió un templo dedicado al dios Khentiamentiu, deidad local de la región conocido como “El que está a la cabeza de los Occidentales” (de los difuntos). Khentiamentiu, repre40 | Egiptología 2.0
Mapa de Egipto (Imagen: Sandra Pajares Sotillo).
sentado como un hombre con cabeza de chacal o como un chacal tumbado, fue asimilado con Osiris y durante el Reino Medio la ciudad se convierte en el centro de culto a este dios (la primera mención a Osiris data de la XII dinastía). En Abydos existió un santuario a Khentiamentiu que más tarde pasó a estar consagrado a Osiris, y en el que se han descubierto elementos que datan desde la I dinastía hasta el período grecorromano. Construido principalmente en adobe, es poco lo que conservamos de él (apenas algunos fragmentos de piedra). Cada año, con motivo de la festividad de Osiris, la estatua del dios era llevada en barca procesional desde su templo hasta su tumba en Umm el-Qaab (la del monarca Djer). Durante la celebración los peregrinos dedicaban estelas al dios para conmemorar la festividad y rogar poder participar en ella por toda la eternidad. Aunque en Abydos hubo más templos, actualmente conservamos el de Seti I, el Osireion y el de Ramsés II.
Planta del templo de Seti I y del Osireion (Imagen: Sandra Pajares Sotillo). Egiptología 2.0 | 41
El templo de Seti I. Conocido como “La casa de Millones de Años de Menmaatra que descansa en Abydos”, el templo está situado a unos 10 km al oeste del Nilo. Comenzado por Seti I, segundo monarca de la XIX dinastía (1306-1290 a.C.), parte del complejo fue terminado por su hijo y sucesor, Ramsés II (1290-1224 a.C.), a quien podemos ver en algunas de las escenas de los muros adorando a la tríada principal del templo (Osiris, Isis y el propio Seti I). Además del templo, el conjunto disponía de un palacio real y almacenes en su parte exterior. Primer pilono. Tras el primer pilono, obra de Ramsés II y desaparecido en la actualidad, existían dos grandes pilas de abluciones, utilizadas por los sacerdotes para purificarse antes de entrar al templo a realizar el culto diario. Segundo pilono. Construido también por Ramsés II, y también perdido hoy día, en la parte posterior de su segundo patio existe un pórtico de doce pilares, cada uno de ellos decorado con escenas de Ramsés II y Seti I haciendo ofrendas a varias divinidades. Este
Pórtico del templo de Seti I visto desde el primer patio (Imagen: Steve F. E. Cameron).
pórtico tenía una peculiaridad, y es que en vez de uno, contaba con siete accesos a la primera sala hipóstila. Cuando en época de Ramsés II finalizaron esta parte del templo, estas entradas se taponaron exceptuando la central. Primera sala hipóstila. Con 8 metros de altura, esta sala se compone de dos filas con doce columnas papiriformes. Estas veinticuatro columnas se agruparon de manera que crearan siete pequeñas vías procesionales por cada uno de los siete accesos que poseía el pórtico. La decoración nos muestra, entre otras escenas, a Ramsés II ante Khnum e Isis, mientras le asisten durante su nacimiento, también el monarca aparece realizando los rituales de fundación del templo junto a Osiris, Seshat y Horus, quien, en otra escena, entrega a Ramsés II la corona real. Segunda sala hipóstila. Relieves del pórtico del templo de Seti I (Imagen: Olaf Tausch).
Esta sala hace, a su vez, de vestíbulo de las siete capillas del tempo. Compuesta por tres filas de
doce columnas de capitel cerrado, las cuales se encuentran, al igual que en la primera sala hipóstila, alineadas creando vías procesionales a cada una de las siete capillas del templo. Algunas de las escenas, en esta sala de época de Seti I, fueron usurpadas por Ramsés II. Las capillas. Otra de las peculiaridades del templo de Seti I es que en vez de tener un santuario a un dios principal, posee siete capillas dedicadas, de norte a sur, a Horus, Isis, Osiris (con cámaras tras ellas), Amón-Ra, Ra-Horakhty, Ptah y Seti I deificado. Todas poseen techos abovedados (algo poco habitual) y algunas de ellas nunca llega42 | Egiptología 2.0
Segunda sala hipóstila (Imagen: Olaf Tausch).
ron a ser pintadas, lo que contrasta con la capilla de Osiris, la cual cuenta con brillantes colores. Todas ellas, exceptuando la de Osiris, poseen una falsa puerta en el muro posterior. En la decoración de las capillas vemos a Seti I realizando los ritos ante los dioses de cada una de ellas. En las escenas podemos verle ofrendando alimentos, incienso, vestidos, joyas… La capilla de Osiris. En vez de una falsa puerta, como el resto, la capilla del dios Osiris posee en su muro posterior una puerta que conduce a una sala de diez columnas. Sus muros muestran, entre otras escenas, a Seti I erigiendo el estandarte de la ciudad de Abydos, al monarca haciendo ofrendas ante Osiris e Isis, y junto a la diosa erigiendo un pilar Djed (símbolo de Osiris). En el extremo norte (derecho) de esta estancia existen tres santuarios dedicados a Isis, a Horus, y al propio Seti I; tras los cuales nos encontramos con una cámara sin accesos. Al otro lado, en el extremo sur, una puerta nos lleva a una sala más pequeña, con cuatro columnas y que conduce, a su vez, a
Seti I erigiendo el pilar Djed ante Isis (Imagen: Olaf Tausch). Egiptología 2.0 | 43
otros tres santuarios. Capilla de Seti I. Dedicada al propio monarca, esta vez deificado, en las escenas le vemos en la festividad Sed, en la coronación y en su reconocimiento como rey por los dioses de Egipto. Otra escena muestra a Horus y Thot uniendo los símbolos de las Dos Tierras, y a Seti I abrazando a las diosas del Alto y Bajo Egipto, así como reuniéndose con sus antepasados reales. Las Almas de Pe y Nekhen (antiguos gobernantes del Bajo y Alto Egipto respectivamente) también son representadas en los muros de esta capilla. Sala de Nefertum y Ptah-Sokar-Osiris. Una peculiaridad más del templo de Seti es su planta arquitectónica, la cual tiene forma de ‘‘L’’. Esto hace que perpendicular al complejo anterior existan toda una serie de estancias conectadas a través de la segunda sala hipóstila. Una de ellas es la sala, compuesta por tres columnas y cuatro nichos en su muro sur, que nos lleva a las capillas de los dioses Ptah-Sokar-Osiris (a la derecha) y Nefertum (a la izquierda), ambos dioses funerarios del área de Menfis. Otro acceso, también desde la sala hipóstila conduce a los almacenes y cámaras auxiliares, a la estancia donde se guardaban las barcas de los dioses del templo, a la ‘‘Sala de los Antepasados’’ y al ‘‘Corredor de los Toros’’. Sala de los Antepasados. También conocida como la ‘‘Galería de la Lista’’, este espacio, que comunica con toda la zona sur del templo, posee una representación bien conocida, y es la ‘‘Lista Real de Abydos’’, en la cual vemos a Seti realizando ofrendas junto a Ramsés (representado como príncipe), quien sujeta un papiro con los nombres de sus predecesores en el trono. Comenzando por Menes (primer rey de la I dinastía), la lista menciona a 76 reyes, terminando con el propio Seti I. Entre esta lista de monarcas no aparecen algunos nombres, como el de la reina Hatshepsut y el de los monarcas de la época amárnica. En el muro contrario encontramos de nuevo a Seti junto a Ramsés frente a una lista de divinidades y sus respectivos santuarios.
Seti I y el príncipe Ramsés ante la Lista Real de Abydos (Imagen: wahooie_stuie). 44 | Egiptología 2.0
Corredor de los Toros. Perpendicular a la ‘Sala de los Antepasados’ nos encontramos con este corredor, de época de Seti I pero decorado por Ramsés II, donde vemos a este último junto a su hijo mayor Amenherkhepshef lanzando el lazo a un toro, así como al monarca cazando aves, escenas de la fundación del templo, etc.
Ramsés II junto a su hijo mayor Amenherkhepshef en el ‘‘Corredor de los Toros’’ (Imagen: Olaf Tausch).
Osireion. Para algunos expertos el Osireion continúa siendo un misterio. Hay quienes opinan que la forma en ‘L’ del templo de Seti habría sido elegida para evitar esta construcción (la cual, según esta teoría, habría sido edificada durante el Reino Antiguo, debido, en parte, a su semejanza con el templo del valle de Khaefre en Guiza); mientras que otros egiptólogos afirman que el Osireion no data del Reino Antiguo, sino del reinado de Seti I, quien lo habría construido a semejanza de las tumbas reales del Valle de los Reyes. La decoración fue realizada durante el reinado de Merenptah (nieto de Seti I).
Osireion (Imagen: Olaf Tausch). Egiptología 2.0 | 45
Situado detrás del templo de Seti, enterrado unos 12 metros por debajo, y a eje con este, se cree que la función del templo principal respecto a esta construcción (el Osireion) es la misma que la de un templo funerario respecto a una tumba real. Antiguamente se utilizaba el ‘‘Corredor de los Toros’’ para llegar al Osireion, en la actualidad no es posible acceder a él debido al nivel de las aguas que lo inundan. Un largo corredor, también con forma de ‘‘L’’, conduce a una gran sala de granito rojo y de unos 30x20 metros con diez pilares. En el centro, elevado del suelo, encontramos un sarcófago con un cofre canópico. Este sarcófago estaba rodeado por un canal con agua freática, representación simbólica de las aguas del Nun, actualmente la subida de la capa freática hace que el Osireion se encuentre inundado todo el año. Rodeando la sala encontramos capillas decoradas con escenas y textos astronómicos y funerarios, escenas y textos (del ‘‘Libro de las Puertas’’ y del ‘‘Libro de los Muertos’’) que decoran toda la construcción.
Osireion (Imagen: Olaf Tausch).
Bibliografía
Sobre el autor
WEEKS, K. R. (2006). Los tesoros de Luxor y el Valle de los Reyes. Libsa. Madrid. WILKINSON, R. H. (2002). Los templos del antiguo Egipto. Destino. Barcelona.
Sandra Pajares se licenció en Arquitectura Superior mostrando especial interés por la Historia de la Arquitectura. El antiguo Egipto es su mayor pasión, lo que le ha llevado a realizar diversos cursos sobre el mundo faraónico (especialmente sobre su arte).
JACQ, C. (2010). Egipto visto desde el cielo. Lundwerg. Madrid.
Creadora del blog “Bajo las arenas de Kemet” donde analiza y estudia la Arquitectura del antiguo Egipto.
KEMP, B. J. (2008). El Antiguo Egipto. Anatomía de una civilización. Crítica. Barcelona.
Especializarse en esta materia y un futuro Máster en Egiptología son dos de sus grandes metas. https://bajolasarenasdekemet.wordpress.com https://www.facebook.com/Bajo-las-arenas-de-Kemet-962643477111733/timeline/ https://twitter.com/BajoArenasKemet?lang=es
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Vida cotidiana Aroa Velasco
La música en el Antiguo Egipto
Todas las culturas, absolutamente todas, tie-
nen o han tenido alguna forma de música. Y es que la música ha servido para aunar a la gente en actividades comunes, como la celebración de rituales, organización de tropas en una marcha o simplemente para coordinar los esfuerzos de los trabajadores en los campos. No podemos hablar de música sin hablar de cultura, pues ambos aspectos van íntimamente unidos. En el presente artículo nos centraremos en la música del Antiguo Egipto, cuyos orígenes se remontan a la misma prehistoria. La música egipcia nace con una base religiosa, psicológica y cosmológica que la impulsarán hacia su función como vehículo de comunicación entre los hombres y los dioses. Pero no solo nos vamos a encontrar música en contextos religiosos, pues a los egipcios también les gustaba disfrutar de la música en banquetes o celebraciones.
Arpista. Tumba de Najt (Imagen: Wikimedia Commons).
Para el estudio de la música en el Antiguo Egipto contamos con tres tipos de fuentes documentales: los propios instrumentos musicales, la iconografía y el folclore actual. La combina-
ción de estos tres elementos nos aportan una sólida evidencia de cómo pudieron ser las actividades musicales en época faraónica, aunque algunas interpretaciones aún están abiertas a la discusión. Los instrumentos musicales en el antiguo Egipto. Gracias a las inmejorables condiciones medioambientales de Egipto, se nos han conservado bastantes instrumentos musicales en muy buen estado. A pesar de ello, seguimos ignorando cómo sonaban. Obviamente los instrumentos constituyen la fuente primaria de información: estudiar los tamaños y formas, el material con que se realizaron, la disposición de los agujeros (en el caso de los instrumentos de viento) nos ayudan a generar una idea sobre las notas y timbres que estos instrumentos eran capaces de producir. Se han realizado numerosos experimentos con réplicas de estas piezas intentando recrear el sonido, aunque nunca sabremos cómo sonaban originalmente, nos permite hacernos una idea. El primer instrumento que tenemos son las propias manos, que haciendo palmas ya realizan por sí un sonido. Además, este simple gesto es profusamente representado en las tumbas del Reino Antiguo. Por otro lado, es de destacar que tenemos instrumentos de cuerda, viento y percusión. Entre los de cuerda destacan las arpas, atestiguadas desde la IV dinastía y podríamos decir que fue el instrumento favorito de los egipcios. Su origen lo encontramos en el mismo valle del Nilo, y nos lo vamos a encontrar en todo tipo de escenas durante todo el periodo faraónico. A partir del Reino Medio aparecerá acompañado por la lira, un instrumento importado del Próximo Oriente. Egiptología 2.0 | 47
Otro instrumento muy popular, sobre todo durante el Reino Nuevo, es el laúd, que fue introducido en Egipto al comienzo de este periodo del Próximo Oriente. Este antiguo laúd tiene una forma oval pequeño como una concha de tortuga o un coco, con un cuello largo y unas pocas cuerdas. Suele aparecer en representaciones de mujeres que entretienen en los banquetes Respecto a los instrumentos de viento, hemos de distinguir tres principales: la flauta larga, el doble clarinete y el simple o doble oboe. La flauta, con origen en el Predinástico, va a ser muy popular durante el Reino Antiguo, donde aparece en las escenas musicales de las capillas funerarias. El doble clarinete, que aparece en la V di-
Arpa de la tumba de Any. XVIII dinastía (Imagen: British Museum).
nastía, no le andará a la zaga. Por su parte, el oboe, aparece ya en el Reino Nuevo; principalmente tocado por mujeres durante este periodo, suplanta a la flauta larga y el doble clarinete. Con la llegada de los ptolomeos, un nuevo tipo de oboe es atestiguado en Egipto: el griego aulos. No nos podemos olvidar de la trompeta, un instrumento casi de exclusivo uso militar durante el Reino Nuevo. No es como la trompeta que nosotros conocemos, capaz de dar todas las notas de la escala; la trompeta egipcia, recta y corta, produce solo una serie armónica de una nota y sirve especialmente para ordenar. Se nos han conservado de una manera excepcional dos trompetas de la tumba de Tutankhamón, una de plata y otra de cobre que fueron tocadas en 1939 por músicos de la armada británica. Por último hemos de hablar de los instrumentos de percusión, siendo el principal el tambor, que lo tenemos de varios tipos según la forma y la estructura del mismo. Sus orígenes se remontan a una escena en el templo solar de Niuserre en Abu Gorab, en donde aparece utilizado en el Festival Sed. Otro tipo de instrumentos de percusión, más ligados al ámbito religioso son las tablillas de entrechoque (aplaudidores), el sistro o el collar menit. Las tablillas de entrechoque son muy parecidas a nuestras castañuelas españolas, y es el primer instrumento de percusión conocido en el valle del Nilo, atestiguado desde época
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Trompetas de Tutankhamón (Imagen: Elzo Meridiano).
prehistórica, en la iconografía y en el registro arqueológico. Realizado con dos palos de madera o de marfil, pueden ser rectos o curvados, y se tocan chocándolos el uno con el otro por el músico con una mano o con dos. La presencia en algunos de un agujero, hace pensar que estaban atados. Los otros dos instrumentos son casi inseparables: el sistro y el collar menit, atestiguados desde el Reino Antiguo hasta época romana. Tenemos dos tipos de sistros, uno con forma de naos y el sistro arqueado, aunque en ambos casos podemos hablar de un tipo de sonajero formado por un mango y una estructura cruzada por móviles varillas, a veces embellecida por discos de metal. El sistro produce un sonido sibilante que recuerda al roce de los papiros y se relacionada con la diosa Hathor, Por su parte, el collar menit, que consiste en un platillo a modo de pectoral sujeto a un contrapeso que se situaba en la espalda, también estaba estrechamente vinculado con la diosa Hathor, y era utilizado a modo de sonajero.
Escena de banquete de la tumba de Nebamun, con músicas y bailarinas (Imagen: Wikimedia Commons).
Tipos de Música. Para conocer los tipos de música del Antiguo Egipto es necesario dirigirnos hacia las representaciones, muchas de ellas provenientes de tumbas de individuos privados, oficiales del rey, sirvientes del dios o trabajadores. También tenemos mucha información en las paredes de los templos, pero principalmente en relación con fiestas públicas y procesiones. Es en los monumentos de individuos donde encontramos representaciones de la música como parte del culto a los dioses. Para el Antiguo Egipto podemos hablar de dos tipos de música: profana y religiosa. Y dentro de la profana podemos diferenciar también dos clases, música del trabajo y música de banquete o fiesta. Y es que la música era parte de la vida diaria de los trabajadores, mayoritariamente agricultores y ganaderos, como parte fundamental de sus actividades. Una de las músicas más interesantes es la canción interpretada cuando la semilla es sembrada, que es sobre un pastor ya que son las ovejas las que entierran la semilla en el campo y a la vez lo abonan. Esta canción aparece en numerosas escenas del Reino Antiguo y se encuentre dividida en dos partes, en forma de pregunta y respuesta, aunque no está claro el
orden que sigue. Son las llamadas “llama y responde”, que son cantadas por un líder y respondidas por los trabajadores con un estribillo a veces repetitivo. En el Egipto moderno las canciones son improvisadas sobre la marcha e incluyen a veces comentarios de eventos locales o personalidades. Es posible que las mismas ideas fueran la base de las canciones de trabajo en la antigüedad. También tenemos escenas con evidencias de caza, aunque no de manera directa, como es el caso de un relieve de un edificio de Amarna, en donde un grupo de mujeres espanta a los pájaros mediante el sonido de unas panderetas. Quizás en la escena siguiente pudiéramos tener algo de caza pero no se nos ha conservado nada más. El otro tipo de música profana aparece en las escenas de banquetes del Reino Nuevo. En estas escenas siempre nos vamos a encontrar con unos componentes: hombres y mujeres con su más fina ropa, comida y bebida, música, canciones y a veces baile. El propietario de la tumba aparece sentado con su mujer frente a una mesa de ofrendas bien abastecida. Los participantes raramente aparecen comiendo, pero el vino y la cerveza si circulan, y por supuesto, la música y a veces el baile acompañan al banquete. Este coro normalmente está compuesto por el arpa, Egiptología 2.0 | 49
Sistro de la Cantora Tapenu. 1070-343 a.C. (Imagen: Metropolitan Museum, New York).
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Relieve de Tell el Amarna (Imagen: Brooklyn Museum).
el laúd y el doble oboe; ocasionalmente aparece algún otro instrumento como la lira, la pandereta u otro tipo de arpa. Estos músicos pueden ser acompañados por participantes cantando y marcando el ritmo con sus palmas. Por último, no hay banquete musical completo sin una voz. El cantante toma fuerza frente al quirónomo que veíamos en las escenas de campo del Reino Antiguo. Algunos investigadores opinan que estamos ante unas escenas de más significado erótico debido a la aparición de determinados elementos como son las flores de loto, los conos de ungüentos, las mandrágoras, las pelucas y los propios gestos de los participantes, siendo el objetivo último de la escena el renacimiento en el más allá del propietario de la tumba. Una de las canciones más famosas que se nos han conservado de este tipo de escenas es el “Canto del arpista”, que aunque es del Primer Periodo Intermedio, la tenemos en la capilla funeraria del faraón Intef (XVII dinastía). Es un canto a la vida y al carpe diem, y parte de ella dice así: ¡Alégrate por ello! Que olvide el corazón te hace glorioso. Pon mirra en tu cabeza, vístete con el más fino lino, úngete con la auténtica maravilla de los óleos del dios y acrecienta tu felicidad. Que tu corazón no languidezca. Sigue a tu corazón y a tu placer. Dedícate a tus asuntos sobre la tierra, no lastimes tu corazón. (Cuando) te llegue el día del lamento el débil de corazón (Osiris) no escuchará sus lamentaciones, al hombre no lo salvarán sus quejas de la tumba. (Así pues) pasa una feliz jornada, no languidezcas en ella. Mira, nadie puede llevar sus cosas consigo. Mira, no hay nadie que haya partido (y después) haya regresado. Por último hemos de hablar de la música religiosa, sin duda la mejor documentada gracias la mayor perdurabilidad de los templos. Aunque pocos son los dioses representados tocando instrumentos, si hay más representaciones de músicos tocando para algún dios en monumentos privados como acto de devoción del propio músico. Para ejecutar la música del culto diario y festivo había sacerdotes cantantes y bailarines. Los rituales de los dioses comenzaban al amanecer, como el “Himno al Sol de la Mañana”, un canto ritual para despertar al faraón que decía así: Egiptología 2.0 | 51
Despierta en paz, ¡Oh! Tú purificado, en paz, despierta en paz, ¡Oh! Horus del este, en paz, despierta en paz ¡Oh! Horus del este, en paz, despierta en paz ¡Oh! Horus del horizonte, en paz igual que duermes en la barca de la noche, despierta en la barca del día pues eres tu quien ha vigilado a los dioses, sin que haya ningún dios que te haya vigilado a ti. (1478a-1479b, himno 573). Por otro lado, dentro de la música religiosa tenemos también las relativas a los rituales funerarios, que debieron ser extensas. Este tipo de música se bailaba con acompañamiento de palmas en la casa de embalsamamiento, se entonaban cantos durante el transporte del cuerpo del difunto a la necrópolis y en todas las fases del entierro. Durante estas ceremonias la música para el antiguo egipcio representaba un vehículo, un camino que transporta al ka a otra dimensión, de ahí la importancia de no permitir ningún error en su interpretación. Obviamente, este repertorio no debía ser cantado por personas no iniciadas, estando reservado a un clero especializado.
Tablillas de entrechoque. Reino Medio (Imagen: British Museum). Bibliografía
Sobre el autor
ANDERSON, D. R. (1976). Catalogue of Egyptian Antiquities in the British Museum, vol. III, Musical Instruments. London.
Nació en Madrid en 1986. Es licenciada en Historia, con un máster interuniversitario en Historia y Ciencias de la Antigüedad, especialidad Egipto y Oriente antiguos, y actualmente doctorándose en la Universidad Autónoma de Madrid. Enamorada del país de Kemet desde pequeña, es titulada en lengua y escritura jeroglífica por el Seminario George Posener, y ha escrito numerosos artículos para revistas nacionales e internacionales.
ARROYO, R. P. (2001). La música en la era de las pirámides. Madrid. BORSAÏ, I. (1968). “Melodies traditionnelles des Égyptiens et leur importance dans la recherche de l´ancienne musique pharaonique”. En Studia Musicologica Academiae Scientiarum Hugaricae 10 (1-2), pp: 69-90. MANNICHE, L. (1991). Music and musicians in Ancient Egypt. London. SIBYLLE, E. (2013). “Music and musicians”. En UCLA enciclopedia of Egyptology, Los Ángeles, pp: 1-16.
Desde Enero de 2014 dirige el proyecto Papiros Perdidos, con el propósito de acercar el Antiguo Egipto de una manera amena, divulgativa y científica, llevando a cabo un enorme trabajo de investigación y documentación, clave para la elaboración de una Historia para todos. http://papirosperdidos.com https://www.facebook.com/papirosperdidos https://twitter.com/papirosperdidos
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Mujer en el Antiguo Egipto María Isabel Cubas Contreras
Las reinas de la tierra Negra
Nefertari (Imagen: Wikimedia Commons).
Desde la unificación de Egipto, hasta que Cleopatra VII se quitó la vida con la supuesta mordedura de un áspid, los todopoderosos faraones estuvieron acompañados en el trono por las Grandes Esposas Reales.
Estas damas, en su mayoría nacidas en el propio Egipto, eran de origen noble e, incluso, real. Y aunque el cuento de la Cenicienta nació ya en el antiguo Egipto, la realidad distaba mucho de ser tan romántica y fantástica. Como en cualquier monarquía hereditaria a lo largo de la Historia, el matrimonio de los reyes y reinas del país del Nilo no estaba motivado por el amor, sino por la necesidad de engendrar un heredero legítimo. No obstante, la de ser madres no era la única función que desempeñaban las reinas egipcias. Reinas, ¿Y diosas?. La antigua sociedad egipcia tenía una estructura pi-
ramidal, en cuya cúspide se encontraba el faraón. Justo por debajo de él, y muy lejos de la base formada por campesinos y esclavos prisioneros de guerra, estaba la familia real. Dentro de ella, las mujeres de la realeza eran importantes en tanto en cuanto estaban emparentadas de alguna manera con el rey, ya fuesen madre, esposa, hermana o hija suya; a excepción de los pocos momentos en que una mujer alcanzó el trono en solitario como reina-faraón. Esto, no obstante, era considerado una alteración de la Maat u Orden, del mismo modo que lo hubiera sido un faraón sin reina. Para evitar que las fuerzas del Caos se apoderasen de Egipto, los egipcios creían que lo correcto era tener un faraón masculino en el trono, que sirviera como intermediario entre el mundo de los dioses y los humanos, acompañado de una Gran Esposa Real, que desempeñase funciones rituales en el templo para ayudar a mantener el Orden. Egiptología 2.0 | 53
Por tanto, la forma menos “peligrosa” en que una reina podía gobernar era mediante la regencia durante la minoría de edad de su hijo y heredero, tras enviudar. De esta situación tenemos varios ejemplos en el antiguo Egipto desde el Reino Antiguo, siendo quizás la más conocida la regencia de la reina Ahhotep, madre del expulsor de los hicsos, Ahmosis. Como compañera del faraón, considerado un dios al ser el representante de Horus en la tierra, la reina también adquiría una naturaleza divina. Iconográficamente podemos observar este hecho en la representación de las reinas con tocados propios de diosas como Isis, Hathor o Mut. Entre estos encontramos el de la diosa buitre, y patrona del Alto Egipto, Nejbet, conocido desde la V dinastía del Reino Antiguo. Formado por el cuerpo de un buitre, sus alas caen a ambos lados del rostro de la portadora. A partir del Reino Medio, las reinas también comenzaron a ser representadas únicamente con el Ureo, es decir, la serpiente que representa a la diosa Wadjet, patrona del Bajo Egipto, que suele aparecer junto a la anteriormente citada Nejbet, pues ambas simbolizan la unión de las Dos Tierras. A partir de la dinastía XVIII del Reino Nuevo, el Ureo se combinará con los cuernos y el disco solar de la diosa Hathor, y desde la dinastía XIII del Reino Medio un nuevo tocado serán las dos altas plumas montadas en un soporte circular, que son propias de dioses masculinos como Amón. Finalmente, desde el reinado de Amenhotep III (Reino Nuevo) las reinas llevarán una combinación de todos los anteriores. La famosa corona azul de Nefertiti fue usada únicamente por esta reina. Además de estos tocados, otro elemento con el que son representadas las reinas desde el Reino Antiguo es el Ankh, o cruz de la vida, que también solían llevar los dioses y el rey. La reina podía recibir la visita de un dios (Amón, Ra), quien tomaba una apariencia distinta, concretamente la de su esposo, para mantener relaciones íntimas con la reina (teogamia). Así, según las creencias egipcias, y para beneficio de algún rey cuya legitimidad estaba en entredicho, Egipto tendría un heredero indiscutible, al ser hijo carnal de un dios. Este encuentro con la divinidad era representado posteriormente en los muros del templo. La ley de la heredera.
Hathor (derecha) con el disco solar, los cuernos y el Ureo. Nefertari lleva el tocado de Nejbet, las plumas de Amón y el disco solar (Imagen: Wikimedia Commons).
Esta polémica ley no escrita tiene tanto partidarios como detractores entre los egiptólogos actuales. Mencionada por el historiador greco-egipcio Manetón en el siglo III a.C., consistiría en la supuesta costumbre que existía entre la antigua realeza egipcia de transmitir el derecho a reinar a través de las mujeres. Es decir, cada nuevo rey debería desposarse con una mujer que perteneciera a la familia real, preferiblemente una hija del rey anterior (lo que explicaría el incesto entre her-
manos, por ejemplo). De esta manera, la reina les transmitiría a sus hijos la naturaleza divina y, por tanto, la legitimidad. Si el nuevo rey no era de familia real, al desposarse con una princesa adquiriría la divinidad y el derecho al trono. Sin embargo, hay egiptólogos que ponen en duda la veracidad de este “ley de la heredera” basándose en la existencia de matrimonios entre reyes y damas de la nobleza, a las que convertían no solo en sus esposas, sino en la Esposa Principal (la reina). Tal es el caso de la Gran Esposa Real de Amenhotep III, Ty, cuyos padres eran miembros de la nobleza. Por tanto, en los casos en que un faraón se casó con una hermana o medio-hermana estarían emulando a los dioses, tales como Osiris e Isis y, por tanto, reforzando así el origen divino de la realeza, puesto que los matri54 | Egiptología 2.0
monios incestuosos no se daban entre el resto de la población. No sabemos qué criterios se seguían a la hora de elegir qué mujer sería la Gran Esposa Real; puede que en algunos casos influyeran los sentimientos, o los consejos de un cortesano o familiar, como la Reina Madre. Dado que el rey a veces elegía a una dama de la nobleza como Esposa Principal a pesar de tener una hermana, parece que de existir realmente la ley de la heredera no siempre se respetaba. Encontramos casos en que un faraón se casó con la hija de su nodriza, de una importante sacerdotisa, o de militares. De hecho, no sería hasta la llegada de la dinastía de origen macedonio de los Ptolomeos, tras la conquista de Alejandro Magno, cuando los matrimonios incestuosos entre hermanos se producirían de forma ininterrumpida a lo largo de los trescientos años que esta familia se mantuvo en el poder. Matrimonios diplomáticos. Con el objetivo de afianzar alianzas diplomáticas con otros reyes y gobernantes extranjeros, el faraón también se desposaba con princesas de países vecinos (Hatti, Mitanni, Babilonia). Sin embargo, no ocurría lo mismo con las princesas egipcias, de manera que la legitimidad al trono de las Dos Tierras no pasara a un posible candidato de origen no egipcio. Estas esposas diplomáticas recibían el título de “Esposa del Rey”, y pasaban a formar parte de una de las casas Jeneret, los mal llamados harenes, en Menfis, Tebas o El-Fayum. Probablemente vie-
Amón visitando a la madre de Hatshepsut. Deir e-Bahari (Imagen: Wikimedia Commons).
ran al faraón en muy pocas ocasiones y, a cambio de servir como garantes de las alianzas políticas, recibían un exilio dorado hasta el fin de sus vidas. Sin embargo, no sería hasta el reinado de Ramsés II que una de estas princesas de origen extranjero obtuviera el importante título de “Gran Esposa Real”, es decir, de reina de Egipto. Se trataba de una princesa hitita, hija del rey Hattusil III, cuyo nombre original se desconoce, ya que al llegar a Egipto recibió el nombre de Maat-Hor-Neferura. Con esta unión se reforzaba el tratado de paz firmado unos años antes entre su esposo y su padre, es decir, entre Egipto y el país de los hititas. El porqué de conceder a esta princesa la categoría de reina, en lugar de ser una mera esposa más, quizás radique en que se tratase de una condición del acuerdo matrimonial.
Hattusil y su hija (derecha) ante Ramsés II y detalle. Estela del matrimonio (Imágenes: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 55
Las reinas y el culto a los dioses. Con el término de reina se puede hacer referencia tanto a la madre del rey, como a su esposa principal. Ellas eran, sin duda, las dos mujeres más influyentes del ámbito familiar del soberano, y se distinguían del resto de mujeres del harén no solo por los tocados que ya vimos, sino por su papel en los rituales y ceremonias llevadas a cabo por el faraón. Por ejemplo, sabemos que la reina Nefertari estuvo presente durante la ceremonia de coronación de su esposo, Ramsés II. La reina madre (que podía no haber sido la Gran Esposa Real del faraón anterior, pero que recibía este título cuando su hijo subía al trono) y su nuera podían aparecer en estelas y muros de templos junto al faraón, mientras este llevaba a cabo rituales ante los dioses. Siempre en un segundo plano, las reinas agitaban los sistros u ofrendaban también a la divinidad. Aunque en el día a día eran los sacerdotes y sacerdotisas los que realizaban los rituales diarios necesarios para mantener el Orden y alejar el Caos, es muy probable que en las escasas ocasiones en que el faraón lo hiciera personalmente estuviese acompañado por la Gran Esposa Real, como vemos en las representaciones de muros y estelas. Desde el Reino Antiguo, la reina recibía el título religioso de “Mano del Dios”, que junto al de “Esposa del Dios” hacía referencia al acto de masturbación llevado a cabo por el dios creador Atum al comienzo de los tiempos.
Ramsés y Nefertari ofrendando flores a los dioses. Templo pequeño de Abu Simbel (Imagen: Wikimedia Commons). Bibliografía
Sobre el autor
BEDMAN, T. (2007). Reinas de Egipto, el secreto del poder. Alianza. Madrid.
Mª Isabel Cubas Contreras nació en la localidad toledana de Talavera de la Reina en 1989.
JACQ, C. (2000). Las egipcias. Planeta. Barcelona.
Su afición por el antiguo Egipto comenzó desde pequeña y fue lo que la llevó a estudiar la licenciatura en Historia en la Universidad de Alcalá de Henares entre 2007 y 2012.
ROBINS, G. (1996). Las mujeres en el antiguo Egipto. Akal. Madrid.
Actualmente es bloguera de ‘’El templo de Seshat’’, dedicado al mundo del antiguo Egipto, y del blog de reciente creación ‘’La gaceta de Menfis’’, donde se pueden encontrar las últimas noticias egiptológicas. Además es colaboradora esporádica en el blog sobre Historia Universal ‘’Historiae’’. http://eltemplodeseshat.blogspot.com.es https://www.facebook.com/eltemplodeSeshat?fref=nf
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Política Laura Huertas López
El papel de las reinas de la XVIIª y XVIIIª dinastías
Durante
el proceso de conquistas del territorio hikso por parte de la XVII dinastía egipcia, la figura de la mujer cobra una importancia vital para la supervivencia de Egipto, pues mientras los soberanos guerreros de finales de la dinastía XVII estaban en combate, eran sus esposas, las reinas, quienes gobernaban el país desde la capital, por lo que sus figuras fueron adoradas tras su muerte como divinidades del más allá y en algunos casos sus nombres y cultos permanecieron hasta tiempos de Ramsés II. Tetisheri, la esposa principal de Senajtenre Taa I, es la mujer que encabeza esta línea femenina de poder. De origen impreciso, esta reina vivió hasta principios de la dinastía XVIII y fue reverenciada tras su muerte por haber sido la abuela del rey Ahmose. La siguiente figura femenina importante es su hija, Ahhotep, de la cual no queda claro si fue esposa de Seqenenre Taa II o de su sucesor Kamose. Fue la primera reina en recibir el título de “Esposa del Dios” y de “Segundo Profeta de Amón”, por lo que adoptó un papel muy importante en el culto al dios Amón y en la administración de los recursos económicos de su templo en Karnak. A su muerte, Ahhotep fue divinizada y recordada, como se ve
Tetisheri (Imagen: British Museum).
en la estela del rey Ahmose dedicada a su madre. Aquí, Ahmose hace alusión al importante papel político que desempeñó Ahhotep junto a su hijo cuando este aún era demasiado joven, por lo que se habría tratado de una especie de regencia; de hecho la reina ostentó el título de “Señora del Alto y el Bajo Egipto”. Vemos aquí un claro antecedente de la reina Hatshepsut, que comenzó su carrera política como regente de su sobrino de tres años, el futuro Tutmosis III, antes de coronarse faraón. Ahhotep tuvo una vida muy larga, pues tendría unos ochenta años cuando regaló unas recompensas a su mayordomo Kares, habiendo reinado ya su nieto Amenhotep I unos diez años. Así, aún viva, tuvo que renunciar a sus títulos para que cayeran en el poder de la esposa de su hijo, Ahmés-Nefertary. Esta reina fue la esposa Egiptología 2.0 | 57
principal de Ahmose y tuvo una gran popularidad en su país antes y después de su muerte, como muestran las innumerables inscripciones que contienen su nombre. Su título de “Hija del Rey” lleva a pensar que fue la hija de Kamose (probablemente hermano de su sucesor, Ahmose). Junto a este, en la estela de la donación de Ahmose en Karnak, vemos que la reina ostentó los títulos de: “Gran Esposa Real”, “Esposa del Dios Amón”, “Señora del Alto y el Bajo Egipto” igual que Ahhotep, y “Divina Adoratriz”, diferente del de “Esposa del Dios”. Además de esta larga titulatura, la reina reivindicó el título de “Madre del Rey” durante el gobierno de su hijo, y heredó de la reina Ahhotep el título de “Segundo Profeta de Amón”. Ahmés-Nefertary tuvo el poder de actuar con libertad en determinados temas políticos como la construcción de monumentos y además fue la encargada de la administración económica del templo de Amón, haciendo uso de su título de “esposa del dios”.
Ahhotep (Imagen: Cesras).
Fue también muy longeva, sobreviviendo al gobierno de su esposo y de su hijo, ostentando aun el título de “Esposa del Dios Amón” durante el reinado de Tutmosis I y transmitiéndolo a su bisnieta, la futura reina-faraón Hatshepsut. Con respecto a su descendencia, Ahmose-Nefertary habría tenido
al menos dos hijos con su marido el rey Ahmose: Ahmose-Ankh y Amenhotep (el futuro Amenhotep I), junto a una posible hija, la princesa Ahmose Merytamón. Ahmose-Merytamón debió ser la consorte del rey Amenhotep I, ya que ostentó los títulos de “Hija del Rey”, “Esposa del Dios”, “Gran Esposa Real, “unida a la Corona Blanca” y “Señora de las dos tierras”. Su ataúd, hallado en Deir el-Bahari, presenta el mismo estilo artístico que primaba en el reinado de dicho faraón. Sin embargo, no hay documentación de esta época que hable de ella, exceptuando una posible referencia en un monumento de Nubia del año octavo del reinado de Amenhotep I, en el que esta reina aparece seguida de Ahmose-Nefertary, y de una segunda esposa del rey cuyo nombre también parece que fue Ahmose-Nefertary. La existencia de la hija de Amenhotep I, Sat-Amón, que recibió el título de “Esposa del Dios” sin haber sido reina, está atestiguada desde el reinado de Ahmose, siendo honrada por Ahmés- Nefertary y por Amenhotep I por su cargo religioso. Tanto ella como Merytamón, al igual que ocurrió con Ahmés-Nefertary 58 | Egiptología 2.0
Ahmose-Merytamón (Imagen: Wikimedia Commons).
y Ahhotep, fueron veneradas tras su muerte hasta bien entrado el periodo ramésida. La siguiente figura femenina de especial relevancia es la “Gran Esposa Real” de Tutmosis I, madre de Hatshepsut y sus hermanos, Ahmose. No fue “Esposa del Dios”, pero ostentó los títulos de “Hermana del Rey” e “Hija del Rey”. Parece ser que las figuras de estas reinas también ocuparon un papel muy importante en la simbología de la política exterior y las fronteras, pues es muy común ver representaciones de personajes femeninos de la realeza en las fronteras del país. Shaw explica este fenómeno argumentando que estas mujeres se relacionaban con la diosa Hathor, adoptando el papel de protectoras del país. Sin lugar a dudas las reinas desempeñaban un papel muy importante a la hora de la legitimación del faraón, ya que la vía materna era la portadora de la sangre real, razón por la que el faraón debía casarse con una mujer de la realeza para que su descendencia y sucesión portara la legitimidad. Otra hipótesis más pragmática es aportada por B. Watterson, que afirma que esta norma se debía a
Ahmés-Nefertary (Imagen: Wikimedia Commons).
la absoluta certeza de la maternidad en contraposición de la paternidad de un hijo.
Ahmés-Nefertary (Imagen: HEN-Magonza).
En cambio G. Robins considera esta norma como incierta, pues se dieron casos en la dinastía XVIII, a partir de Tutmosis III, en los que la primera esposa real no era de ascendencia regia, apoyándose también en el hecho de que la mitología en la que se asienta la realeza egipcia no legitima al rey por su filiación maternal, sino por la paternal, ya que en el mito de Isis y Osiris, Horus reclama el trono de Egipto argumentando que él era el hijo del anterior rey, Egiptología 2.0 | 59
el difunto Osiris. Con respecto al lugar de la mujer en el poder, su acceso al trono no era imposible, de hecho, hay hipótesis que hablan de la posibilidad de que Merytneit fuera la primera reina que gobernó en el trono egipcio como regente de su hijo Den, ya en la I dinastía (Periodo Tinita). En la dinastía VI, encontramos otra mujer que accedió al trono de Egipto: la Nitocris de las fuentes clásicas, identificada con Neith (2180 a.C), esposa de Pepi II, quien según Heródoto habría reinado doce años. A finales de la XII dinastía, otra reina, Sobekneferu, asociada a Amenemhat III en los monumentos, gobernó unos tres años (1790 a.C). Estas dos últimas reinas coincidieron en momentos históricos paralelos marcados por el final de una etapa y el comienzo de otra. Se podría decir de ellas que fueron las precedentes más claras de la reina Hatshepsut.
Hatshepsut (Imagen: Wikimedia Commons).
Bibliografía
Sobre el autor
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Laura Huertas López, nacida en Algeciras en 1991.
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Máster en Egiptología por la Universidad de Liverpool, graduada en Historia por la Universidad de Sevilla, actualmente estudiante de Antropología Social y Cultural. Especializada en la administración política durante el reinado de Hatshepsut, su investigación se centra en las diferentes áreas administrativas y sus conexiones entre sí a lo largo del inicio de la Dinastía XVIII.
SHAW, I. (200). Historia del Antiguo Egipto. Madrid.
Consciente de la gran importancia de la labor divulgadora de cualquier historiador, ofrece vídeos de divulgación egiptológica en su canal de Youtube: Laura-Egiptologia.
WATTERSON, B. (1993). Women in ancient Egypt. Alan Sutton Publishing Limited. New York.
https://www.youtube.com/channel/UCkgDVOO3QTa8A0vRJtQPgPg https://www.facebook.com/Lauraegiptologia?fref=ts https://twitter.com/NiloLaura?lang=es
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Historia Militar Gerardo P. Taber
Restaurar Ma’at a galope. La ocupación de los Hyksos y la apropiación del carro de guerra (I)
Las escenas bélicas, grabadas en los muros de los templos y otros soportes, que muestran a un faraón co-
mandando una épica batalla desde su carro de guerra tirado por majestuosos corceles, cuentan con el poder visual y narrativo de evocar grandes sucesos de conquista en los cuales, casi invariablemente, se proclama que el soberano actuó de forma heroica y que él fue el único artífice de la victoria. Al observar con detenimiento las mencionadas escenas, algunas de las preguntas que surgen para el interesado pueden ser: ¿por qué el faraón se representó con un arma de los pueblos invasores? ¿por qué el monarca se figura de una manera diferenciada a los otros efectivos del ejército? ¿las acciones registradas fueron reales? ¿las inscripciones que se encuentran aunadas a éstas, pueden ser consideradas como fuentes históricas? Con el fin de tratar de responder a estos cuestionamientos en esta serie de artículos -siendo este el primero- expondré, de manera general, la historia de la introducción y desarrollo del carro de guerra en el Egipto faraónico y los distintos aspectos simbólicos aunados a su representación, la cual se encuentra presente en gran parte de los programas iconográficos del Reino Nuevo (c. 1539-1077 a.C.). El carro de guerra y el caballo en las culturas del antiguo medio oriente. El carro de guerra no es un elemento original del antiguo Egipto, de hecho, la utilización de éste con respecto a otras culturas del antiguo medio oriente es bastante tardío. Los primeros registros de vehículos dotados de ruedas que utilizaron animales para su tracción se encuentran en la zona de la Mesopotamia alrededor del tercer milenio a.C.; éstos eran carros pesados de ruedas macizas y de doble eje que eran enganchados a toros asiáticos domesticados (Bos primigenius taurus) que utilizaron los personajes de alto status social. Al parecer, este tipo de vehículos fueron acondicionados para la guerra por los sumerios, como se puede apreciar en los célebres “estandarte de Ur” (c. 2500 a.C.) y la “estela de los buitres” del rey Eannatum de Lagash (c. 2450 a.C.) aunque en ambos casos, el tipo de animal que se representa tirando de estos primeros carros de guerra es el asno asiático (Equus hemionus).
Detalle del “lado de la guerra” del “estandarte de Ur”. 2500 a.C., dinastía III de Ur. Concha, caliza roja, lapislázuli y bitumen sobre madera. NI: 121201, 1928,1010.3 y U.11164 (Imagen: British Museum). Egiptología 2.0 | 61
Aunque la domesticación del caballo (Equus ferus caballus) se remonta a unos c. 3600 a.C. en la región de Kazajistán, en Asia Central, por parte de la cultura de Sintashta (cfr.: Pampillón, 2005: 5) los equinos no aparecieron en el país del Nilo hasta el Segundo Período Intermedio (c. 1759-1539 a.C.). Sin embargo, se localizaron algunos restos óseos de estos animales en los estratos del Calcolítico y de principios de la Edad de Bronce en los territorios de la actual Turquía e Israel. Al parecer, los pueblos protoindoeuropeos que migraron hacía las zonas de la península de Anatolia y el norte de la Mesopotamia introdujeron el caballo al medio oriente. Resulta interesante notar que este animal foráneo se integró al repertorio de jeroglíficos egipcios muy rápidamente y para el Reino Nuevo ya formaba parte integral del sistema de escritura. Como era costumbre de los escribas del país del Nilo, estos observaron detenidamente las características de los seres que los rodeaban para abstraer los rasgos esenciales de su forma y diseñar una grafía standard que pudiese utilizarse junto a las ya existentes. De tal manera, el jeroglífico que se utilizó para designar a los equinos fue: sm (sesem) el cual podía utilizarse como logograma, aunque también como determinativo al escribir “caballo” con los fonogramas: ssm (sesem). Es probable que este haya sido el nombre del animal en alguna lengua semítica -o inclusive en protoindoeuropeo- y que los egipcios lo hayan transcrito a su sistema de escritura. Pero, ciertamente, el origen de este vocablo se pierde en la negrura de los tiempos. Los atelajes de los Hyksos. El caballo y el carro de guerra fueron, en un inicio, elementos foráneos al antiguo país de Nilo que, al parecer, se introdujeron gracias a grupos de inmigrantes procedentes de Canaán -la actual región de Siria-Palestina- a mediados de siglo XVII a.C. La versión más difundida en la historiografía antigua -basada principalmente en los textos de Manetón (siglo III a.C.) y Flavio Josefo (37-101 d.C.)- y contemporánea es que este binomio fue el arma que permitió a los Hyksos conquistar el delta del Nilo. En su obra -que ya es un clásico- The Burden of Egypt. An Interpretation of Ancient Egyptian Culture (1951) John A. Wilson comenta: Sin embargo, los factores esenciales del gobierno de Egipto por los Hyksos consistieron en que este país fue por primera vez conquistado y dominado por extranjeros, y que esos extranjeros les parecían a los egipcios bárbaros impíos y antipáticos, que ”gobernaban sin Ra”. La feliz sensación de seguridad contra los ataques exteriores, que había sido la piedra angular del sistema egipcio, se había venido abajo; Egipto no estaba tan aislado que pudiera permitirse ser tolerante y despreocupado. Las desdichas del Primer Período Intermedio habían nacido de factores internos y pudieron ser remediadas sin alterar el optimismo esencial. Los infortunios presentes dieron un golpe de muerte a la autoconfianza nativa, a la creencia en que los dioses habían dado a Egipto -y sólo a Egipto- una vida buena para toda la eternidad. Si extranjeros bárbaros que para nada se cuidaban de los dioses del país podían humillar de aquella manera a Egipto, ¿qué fundamento seguro podía ofrecer aún la vida? El poderío frustrado produce también odios perdurables, y los Hyksos tenían muchas ventajas militares sobre los egipcios. La veloz y sorprendente pujanza del caballo y del carro les dieron una superioridad manifiesta, y la concentración en campamentos fortificados les hacía prácticamente invulnerables a todo atacante con armas poco poderosas. Se ha calculado que el recinto de Tell el-Yahudiyeh [Leontópolis] podía contener diez mil hombres con sus caballos y sus carros, y esto era una fuerza muy grande para aquel tiempo. Si concedemos a los Hyksos las ventajas de la armadura para el cuerpo y de tipos nuevos de espadas y puñales, su rápida victoria es muy creíble. Quizás tan importante como el caballo y el carro, fue la introducción del arco compuesto, hecho de madera, tendones y asta, que tendría alcance y fuerza mucho mayores que el arco sencillo y pequeño que se usaba en Egipto antes de esta época. La orgullosa superioridad de Egipto sobre todos sus enemigos anteriores se derrumbó de pronto, con importantes consecuencias para el espíritu egipcio. Animados de un patriotismo renovado que les impulsaba a la liberación y a la venganza, los egipcios pagaron su tributo a sus amos Hyksos, pero al mismo tiempo adquirieron las armas nuevas y aprendieron a usarlas. Probablemente duró esto un siglo, hasta 1600 a.C. aproximadamente. (Wilson, 1951: 241-242).
Sin embargo, hasta el momento no se ha encontrado evidencia solida que indique que los caballos y carros de guerra fuesen utilizados por los mencionados inmigrantes al inicio de su ocupación y, al parecer, éstos se utilizaron sólo hasta el final de su reinado (cfr.: Bedman, 1995: 9-13). En todo caso, la que parece ser la primera mención de implementos relacionados a los carros en suelo egipcio se encuentra registrada en la célebre segunda estela de Kamose que probablemente fue erigida por el propio monarca, en su tercer año de reinado, o bien por Neshi, quien se figura en la parte inferior izquierda del monumento, y que ostenta los títulos: “Noble, gobernador, el que está sobre los secretos del Palacio, Jefe de la Tierra entera, portador del Sello del Bajo Egipto, Conductor de las Dos Tierras, Supervisor de los Amigos, Supervisor del Tesoro, el de Fuerte Brazo.” (cfr.: Pino, 2004: 6). Esta estela fue descubierta, en el año de 1954, por el arqueólogo Henri Chevrier (1897–1974) en el pórtico de entrada a la gran sala hipóstila del templo de Karnak. La estela se reutilizó como parte de un 62 | Egiptología 2.0
pedestal para una escultura de Ramsés II. En su parte posterior aún se conservan restos de unos “cartuchos” de Senusret I, lo que indica que el bloque anteriormente perteneció a una edificación del Reino Medio. También, en su verso, se encuentra una figura de un hombre en posición de adoración, la cual probablemente fue grabada en algún momento posterior a la erección de la estela; tal vez como ofrenda piadosa o expresión de admiración para las hazañas del heroico rey.
Segunda estela de Kamose. ¿?-1540 a.C., dinastía XVII, Segundo Período Intermedio. Caliza tallada con restos de policromía. NI: J.43. Museo de Luxor (Imagen: kairoinfo4u). Egiptología 2.0 | 63
En concreto, el pasaje que alude a los implementos relacionados a los carros de guerra se encuentra casi al principio de la treceava línea de texto de la estela en cuestión. Para comprender mejor el contexto de esta mención, considero necesario presentar un par de líneas anteriores a dicho pasaje; para lo cual recurro a un extracto de la magnífica obra Middle Egyptian Grammar through Literature (2013) de Gabor Toth:
Final de la línea 11, 12 e inicio de la 13 de la segunda estela de Kamose. Jeroglíficos y caracteres de transliteración generados con JSesh, an Open Source Hieroglyphic Editor (2014) (Imagen: Rosmorduc; en: Toth, 2013: 73).
La traducción, actualizada por Rodrigo A. Cervantes Navarro y quien estas líneas escribe, de la anterior inscripción es: (11) …Mira, bebo vino de tu viñedo, (12) prensado por mis prisioneros. Destruiré tus lugares de asentamiento, cortaré tus plantaciones. Sumí a tus mujeres en la tristeza (13) y tomé los atelajes [¿de los caballos?]… (Taber & Cervantes, 2017).
El avezado lector podrá notar que la última palabra: ḥtri, por desgracia presenta un faltante, el cual se marca con un recuadro gris que indica una zona erosionada o ininteligible en la estela.
Detalle de la treceava línea de texto de la Segunda estela de Kamose. ¿?-1540 a.C., dinastía XVII, Segundo Período Intermedio. Caliza tallada con restos de policromía. NI: J.43. Museo de Luxor (Imagen: kairoinfo4u).
Los diferentes egiptólogos que han traducido la estela como Labib Habachi (1972) y José Miguel Serrano Delgado (1993), entre otros, coinciden en que esta área debió contener la grafía: determinativo de: partícula:
i (i) y con los trazos:
, la cual funge como
ḥtr (heter) (cfr.: Gardiner, 1957: 459), vocablo que en este caso cuenta con la w (u) que indican que la palabra es un plural.
La traducción de este pasaje al español ha sido, a mi parecer, ambigua ya que es común que la palabra ḥtri se interprete como: “ejército de carros” (cfr.: Habachi, 1972: 36 nota g) o “gente de los carros” (cfr.: Serrano, 1993: 64 | Egiptología 2.0
114). Sin embargo, en castellano, una traducción más exacta de la palabra ḥtr (heter) es: “atelaje” (del francés attelage) vocablo que denomina al conjunto de arreos o guarniciones que se colocan en los animales de tiro para que éstos puedan arrastrar con comodidad los carruajes. Al parecer, el problema estriba en que el término se interpretó tomando en cuenta el significado dual que tiene el vocablo en su traducción al inglés: “span (of horses)” (del neerlandés medio spannan) el cual es un término algo obsoleto que define a un “par de caballos (usualmente, similares en alzada y color) que son conducidos juntos” aunque también con la acepción de “unir dos (animales) con un yugo o un atelaje.” En este último sentido, es como se debe entender la palabra egipcia ḥtr, la cual también se presenta con el determinativo de un buey: ḥtr (heter) en cuyo caso, su significado es “yugo” (cfr.: Faulkner, 1962: 180 y Dickson, 2006: 265). Cabe señalar que en la obra Diccionario de Jeroglíficos Egipcios (2000) de Ángel Sánchez Rodríguez se encuentran registradas las palabras:
ḥtr “tiro de bueyes” y
ḥtr[i] “tiro de caballos” (cfr.: Sanchez, 2000: 310).
Los anteriores párrafos tal vez puedan parecer una “discusión bizantina” pero considero importante analizar el mencionado pasaje de la segunda estela de Kamose con el fin de interpretar con mayor precisión el contexto de la adopción de la tecnología del carro de guerra. En este sentido, creo que si Kamose (c. ¿?-1540 a.C.) o Neshi hubieran deseado referirse sólo a los caballos habrían comisionado inscribir: ssmw (sesemu), o bien si se tratase sólo de los carros de guerra, en la mencionada estela se encontraría el vocablo:
wrryt (ureryt) que es la denominación que recibió en el Egipto faraónico este elemento del arte de la conflagración. Me parece que uno de los objetivos de la retórica propagandística de la segunda estela de Kamose fue enarbolar el botín de guerra que el mencionado rey obtuvo en el ataque a la ciudad capital del reino de los Hyksos en Avaris (actual Tell el-Dab’a). En este sentido, es probable que los mencionados atelajes constituyesen un preciado tesoro que permitió a los egipcios, en un verdadero ejercicio de retro-ingeniería, adaptar esta tecnología foránea a sus propias necesidades. Tal vez, los habitantes del país del Nilo ya habían tenido contacto previo con los caballos antes de la batalla liderada por Kamose, pero es sólo después de este encuentro que el ejercito egipcio integró el carro de guerra a su arsenal; aunque esto sucedió paulatinamente ya que, al parecer, en las sucesivas batallas que libró su sucesor Ahmose I (c. 1539-1515 a.C.) se utilizó infantería transportada por una armada fluvial. Al respecto, José Ramón Pérez-Accino Picatoste opina: Del primer monarca de la dinastía XVIII, Ahmose, nos son conocidas al menos dos campañas en Palestina. La fuente principal para ésta lo constituye la conocida biografía de Ahmose, hijo de Abana en su tumba de El-Kab. En ella este Ahmose narra la toma de Sharuhen tras un sitio de tres años y ha sido generalmente interpretada como una continuación de la campaña en la cual Avaris fue vencida y tomada. La biografía de Ahmose Pennekhbet, también de El-Kab y también un oficial naval da algunos puntos de información sobre las actividades de este monarca en Asia… La intencionalidad en la no destrucción de las ciudades asediadas es algo difícil de probar explícitamente, pero hay que tener en cuenta también el hecho de que el ejército egipcio de comienzos de la dinastía XVIII debió estar basado en el ejército tebano que combatió con éxito contra el gobernante hykso de Avaris. Si bien no tenemos una narración directa de las circunstancias concretas en las cuales la toma de Avaris tuvo lugar, las estelas de Kamose nos hablan claramente de un asedio naval, teniendo como base los brazos del Nilo y los canales que rodean la ciudad. De hecho, la imposibilidad de Kamose para culminar con éxito su intento de conquista radica en el hecho de que, aunque llegó a las puertas de la ciudad, su fuerza era exclusivamente naval y no tenía posiblemente pertrechos suficientes ni bases para montar un asedio de larga duración. Que la base del ejército egipcio en este momento es la flota queda suficientemente ilustrado en el hecho de que las dos principales fuentes narrativas, las biografías de los dos Ahmose de El-Kab, corresponden a miembros de tripulaciones de barcos, cuya carrera se hace en su condición de tripulantes u oficiales de la armada tebana. Un ejército egipcio cuyo poder está basado en la flota explicaría los largos intentos de toma de Avaris y los tres años de asedio de Sharuhen, puesto que el abastecimiento de los sitiadores estaría asegurado por vía marítima al estar ambas ciudades o bien rodeadas por canales y brazos del Nilo en el caso de Avaris-Tell el-Dab’a o muy cerca del mar como es el caso de Sharuhen-Tell el-Ajjul. (Pérez-Accino, 1997: 72-84).
Egiptología 2.0 | 65
Nomenclatura del carro de guerra y sus tripulantes.
Así como la grafía
ssm (sesem) se integró al sistema de escritura del Egipto faraónico, los escribas del
país del Nilo también diseñaron el jeroglífico:
wrryt (ureryt) el cual podía utilizarse como logograma,
aunque también como determinativo al escribir “carro de guerra” con los fonogramas: wrryt (ureryt), como se mencionó en líneas anteriores. Sin embargo, resulta interesante notar que también existía el vocablo: mrkbti (merekebeti) cuyo significado es “carruaje” y que al parecer hacía referencia a otro tipo de vehículo de índole utilitario. El carro de guerra que desarrollaron los egipcios puede ser considerado, de acuerdo a su morfología, como una biga; vocablo latino que define a un vehículo ligero tirado por dos caballos aparejados. El atelaje necesario para este carro se denomina “de tronco” y consiste en un travesaño llamado “lanza” que se une a una barra transversal, nombrada “baste”, que se apoya sobre los lomos de los animales; los cuales a su vez se uncen con un sistema de arreos que pueden ser “de collerón” o de “pechera”. En el caso de los griegos y romanos; éste se empleó principalmente como carromato ceremonial y de carreras, aunque su origen, en efecto, se encuentra en el campo de batalla. La biga grecolatina sólo era ocupada por su auriga, al que se denominaba bigario. Sin embargo, el modelo egipcio estaba diseñado para acomodar a dos tripulantes. Es probable que los ingenieros militares del país del Nilo buscasen aumentar el poder de combate del carro que -hipotéticamente- llegaron a conocer por los Hyksos, pero sin comprometer la maniobrabilidad y velocidad del mismo; razón por la cual desarrollaron una cabina -llamada “pescante”- para dos personas: el
kṯn (kechen) “auriga” y el snny seneny “soldado de carro arquero”. Para lograr el equilibrio entre ligereza y resistencia, los artífices egipcios implementaron la rueda radial -en un principio de cuatro rayos y después de seis- cuyo eje se ubicó al final del marco inferior del “pescante”, el cual se construyó como una estructura liviana y flexible. Esta configuración permitió aprovechar la fuerza de tiro de los caballos de forma más eficiente. El llamado “carro Rosellini” que se resguarda en el Museo Archeologico Nazionale di Firenze, Italia es uno de los pocos ejemplares, de la dinastía XVIII, que sobrevivieron al cruel embate del tiempo y que da cuenta del refinado trabajo que realizaron los egipcios para reinventar esta formidable arma del mundo antiguo.
Carro de guerra -probablemente utilizado para cacería y deportes- proveniente de una tumba de un noble de Tebas (probablemente la TT 9 perteneciente a Kenamun). 1539-1292 a.C., dinastía XVIII, Reino Nuevo. Madera tallada con arreos de cuero y fibras vegetales. NI: 2678. Museo Archeologico Nazionale di Firenze (Imagen: Wikimedia Commons). 66 | Egiptología 2.0
Estudio de un caballo con arneses del carro de guerra. Dibujo de Howard Carter. 1922-1932. Carboncillo sobre papel. NI: TAA Archive i.3.8.47 y Nos. 120, 122 Egiptología 2.0 | 67 (Imagen: The Griffith Institute, University of Oxford).
Comentarios finales. Las mencionadas mejoras en el diseño de los carros de guerra repercutieron en la estructura de organización del ejército egipcio que, poco a poco, fue incorporando escuadrones de los mencionados dentro de sus filas; los cuales impactaron significativamente en las campañas militares, ya que podían ayudar a desplegar tropas en menor tiempo que los soldados que se movilizaban a pie, lo que supuso una mayor efectividad táctica. Pero, más importante que su desempeño en los campos de batalla, fue el papel protagónico que se le otorgó a este vehículo dentro de la cosmovisión egipcia. El carro de guerra alcanzó un prestigio que rebasó los meros ámbitos funcionales y, en última instancia, se integró al discurso de poder que los faraones del Reino Nuevo enarbolaron y difundieron más allá de las fronteras del antiguo país del Nilo. Tal vez, por los argumentos anteriormente expuestos, el célebre Howard Carter (1874-1939) se tomó un tiempo, mientras realizaba el registro del ajuar funerario de la KV62, para imaginar y plasmar -con su virtuoso trazo- a uno de los majestuosos corceles de Tutankhamón en corveta; el cual sirve de colofón para este texto que continuará en el próximo número de esta publicación.
Bibliografía
Sobre el autor
BEDMAN GONZÁLEZ, T. (1995). Los hicsos: una nueva visión. Ponencia presentada durante el VII Congreso Internacional de Egiptólogos; Cambridge, UK. Texto publicado en Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. cfr.: http://www.ieae.es/b revisado el 12 de Marzo de 2017.
Gerardo P. Taber realizó sus estudios de arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y se ha especializado en el estudio de las culturas del antiguo medio oriente y el Mediterráneo, con especial énfasis en el Egipto faraónico. Ha impartido numerosos cursos y conferencias sobre el arte, la religión y el sistema de escritura del Egipto faraónico, así como de historia general e historia de los museos en México, en diversas instituciones como: la ENAH, ENCRyM, UNAM, UAM, UASLP, Universidad Pontificia de México, Universidad Anáhuac México Norte y la Fundación José Ortega y Gasset México, entre otros.
DICKSON, P. (2006). Dictionary of Middle Egyptian. In Gardiner Classification Order. Creative Commons. San Francisco. FAULKNER, R. O. (1962). A Concise Dictionary of Middle Egyptian. Griffith Institute. Oxford. GARDINER, A. H. (1957). Egyptian Grammar. Being an Introduction to the Study of Hieroglyphs. Griffith Institute. Oxford. HABACHI, L. (1972). The Second Stela of Kamose and His Struggle against the Hyksos Ruler and His Capital. Col. Abhandlungen des Deutschen Archäologischen Instituts Kairo, Ägyptologische Reihe Vol. 8. J.J. Augustin. Glückstadt. PAMPILLÓN, G. (2005). Los carros de combate egipcios: ¿El arma imperial?. Disertación presentada el 1 de Octubre de 2005 en el marco de las I Jornadas Uruguayas de Egiptología. Montevideo. SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, A. (2000). Diccionario de Jeroglíficos Egipcios. Aldebarán. Madrid. SERRANO DELGADO, J. M. (1993). Textos para la Historia Antigua de Egipto. Cátedra. Madrid. TOTH, G. (2013). Middle Egyptian Grammar through Literature. Rutgers University-Camden. New Jersey. WILSON, J. A. (1951). The Burden of Egypt. An Interpretation of Ancient Egyptian Culture. The University of Chicago Press. Chicago.
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También se ha desempeñado como investigador de las exposiciones internacionales: Persia fragmentos del paraíso, tesoros del Museo Nacional de Irán en los años 2005-2006; Isis y la Serpiente Emplumada, Egipto faraónico/México prehispánico en los años 20072008; Pompeya y una villa romana, arte y cultura alrededor de la bahía de Nápoles en los años 2009-2010; muestras que se presentaron en el Museo Nacional de Antropología. Actualmente se desempeña como investigador del Museo Nacional de las Culturas, en el área de investigación y curaduría del Egipto faraónico y el Mediterráneo antiguo y se encuentra trabajando en el proyecto Kemet en Anáhuac, que busca analizar y contextualizar las obras egipcias que se encuentran en México. http://museodelasculturas.academia.edu/GerardoPTaber https://kemetenanahuac.wordpress.com
Faraones Heródoto de Halicarnaso
Egipto durante el período ptolemaico (I) Se conoce como periodo ptolemaico a la etapa
de la Historia antigua de Egipto que comprende entre el 332 y el 30 a.C., abarcando desde la conquista de Egipto por Alejandro Magno hasta la muerte de Cleopatra VII. Estos tres siglos se caracterizan por la coexistencia de dos mundos egipcios totalmente antagónicos: por un lado, un mundo marcado por la inestabilidad política, la mala administración de la dinastía ptolemaica (305 - 30 a.C.), y la crisis económica; y por otro lado, un mundo en el que la cultura alcanzó un desarrollo sin precedentes, convirtiendo a ciudades como Alejandría en la capital mundial de la erudición y el conocimiento. Además, hay que tener en cuenta el contexto internacional en el que se desarrolla el periodo, con la gran expansión territorial de la Roma republicana y el dominio en Próximo Oriente del Imperio Seléucida. Antecedentes. Para desarrollar con mayor rigor la Historia del Egipto ptolemaico, es preciso retroceder un par de años. Once años antes de la liberación macedónica por parte de Alejandro Magno, Egipto
Ptolomeo II. Seattle Art Museum (Imagen: Wikimedia Commons).
Cronología de los soberanos de la Dinastía ptolemaica (Imagen: Shaw, 2014).
había sido reconquistada por el Imperio Persa de Artajerjes III, iniciando el breve periodo de la segunda invasión Persa de Egipto (343-332 a.C.). Después de la muerte de Artajerjes III (338 a.C.), y del efímero reinado de Arses (338-336 a.C.), llegamos al reinado de Darío III (336-332 a.C.), el último emperador de Persia, derrotado por Macedonia en batallas como Gaugamela e Issos. Tras el asesinato de su padre, Filipo II (336 a.C.), Alejandro Egiptología 2.0 | 69
se extendió en poco tiempo por Tracia y gran parte de la península de Anatolia, llegando a Egipto entre el 332 y el 331 a.C. tras bajar por la franja sirio palestina, y todo esto en detrimento territorial del sentenciado imperio persa. La rápida conquista del territorio egipcio por parte del emperador macedónico se puede comprender si tenemos en cuenta la política de terror que habían llevado a cabo los persas durante esa década, saqueando templos y destruyendo ciudades, por lo que los egipcios no solo no se resistieron al avance macedónico, sino que celebraron triunfalmente su llegada.
Mapa que muestra la inmensa extensión del imperio persa una vez que conquistaron Egipto por segunda vez en el 343 a.C. (Imagen: Geacron).
Al contrario que los persas, Alejandro Magno llevó a cabo una política respetuosa con las creencias y las tradiciones egipcias. Antes de proseguir sus campañas de expansión territorial por Oriente, se hizo coronar rey de Egipto en el templo de Ptah de la capital tradicional del Estado, Menfis, llevando sobre su cabeza la doble corona que simbolizaba el Alto y el Bajo Egipto. Asimismo, para justificar su poder real en la tierra del Nilo, adoptó una nomenclatura de faraón completa de cinco nombres, y fue reconocido como hijo legítimo del dios Amón en el oráculo del oasis de Siwa. Alejandro era plenamente consciente de la importancia geoestratégica y económica de Egipto, por lo que, antes de irse en el 331 a.C., dejó la administración de su nueva provincia en manos de cinco funcionarios: la administración del país fue encargada a un egipcio llamado Doloaspis, el ejército se puso al mando de dos oficiales, Peukestas y Balakros, la armada fue confiada a Pelomón, y el gobierno general y la recogida de impuestos fue entregada a Cleómenes de Náucratis.
Detalle del denominado sarcófago de Alejandro en el que se puede ver al conquistador (Imagen: Wikimedia Commons). 70 | Egiptología 2.0
Tras la muerte de Alejandro Magno en Babilonia en junio de 323 a.C., su hermano Filipo Arrideo (323-317 a.C.), que padecía una enfermedad mental, fue declarado rey, contando con Perdicas, uno de los generales de Alejandro, como su regente. Hasta que el hijo no nato de Alejandro con su esposa Roxana tuviera la edad para ser nombrado rey, Perdicas dividió el extenso imperio alejandrino entre aquellos que habían sido los generales de Alejandro, tocándole a Ptolomeo, hijo de Lagos, Egipto, Libia y algunas partes de Arabia. Sin embargo, este acuerdo no duró prácticamente nada, iniciándose así las Guerras de los Sucesores entre los diádocos (nombre que recibían los generales de Alejandro Magno) partidarios de mantener íntegro la unión territorial del imperio (como el propio Perdicas, Antígono y Demetrio) y los partidarios de separarlo para crear distintos reinos entre sus herederos (como Seleuco, Lisímaco y el propio Ptolomeo). Estas guerras, que duraron más de 40 años divididos en dos fases (321-301 a.C. y 301-280 a.C.) tuvieron como consecuencia el nacimiento de tres grandes reinos: Macedonia, que no volvió a alcanzar la grandeza territorial de antaño; el Imperio Seléucida, que llegó a conquistar la mayor parte de Oriente Próximo y Medio; y el Imperio Egipcio de la dinastía ptolemaica, extendido por Egipto, la Cirenaica y a veces por la franja siropalestina. Una nueva ideología real. Previamente a que Ptolomeo se hiciera coronar rey de Egipto en 305 a.C., la realeza egipcia había sido ejercida por Alejandro Magno y luego por su hermano Filipo Arrideo, a quien siguió Alejandro IV (317-310 a.C.), hijo del conquistador macedónico con su esposa Roxana.
División por reinos y provincias del imperio de Alejandro Magno (Imagen: Mi Historia Universal).
Para otorgar una fuente de legitimidad a su reinado, Ptolomeo llevó a cabo dos acciones: por un lado, se presentó como el heredero directo del último monarca legítimo de Egipto, Alejandro Magno. Para ello, ya años antes había interceptado el ca-
dáver del conquistador a su paso por Damasco, llevándolo a Alejandría, la ciudad que fundó durante su breve estancia en Egipto, en vez de a Vergina, la necrópolis real de Macedonia. Por otro lado, en el momento de coronarse rey se casó con una hija de Nectanebo II (360-343 a.C.), el último soberano autóctono egipcio, de modo que no solo era el heredero directo de Alejandro, sino también el descendiente de la última dinastía propiamente faraónica. Posteriormente, desde época de Ptolomeo II (285-246 a.C.), la justificación de la realeza se vio consolidada con la afirmación de que el rey y su esposa eran dioses que formaban parte de una familia sagrada, una hiera oikia, formada por el rey y todos los soberanos muertos de la dinastía. Y aunque no tuvieran lazos de sangre, también se incluyó en esa dinastía a Alejandro Magno, puesto que a través de él los reyes ptolemaicos podían hacer descender directamente su linaje del propio Zeus, el equivalente griego al dios Amón. Otra notable innovación en la ideología de la casa real introducida en la época ptolemaica fue la instauración del matrimonio incestuoso entre herma-
Representación de Ptolomeo I como uno más de los reyes egipcios (Imagen: National Geographic). Egiptología 2.0 | 71
nos como algo habitual. Muchas veces a lo largo de las últimas décadas se ha afirmado que muchos reyes egipcios del pasado realizaban estas prácticas, pero lo cierto es que no hay ninguna fuente de conocimiento fiable que demuestre que hubo matrimonios entre hermanos de padre y madre. Las razones exactas que llevaron a la adopción de esta práctica no están del todo claras, aunque se ha apuntado a la influencia ejercida por el matrimonio mitológico entre Isis y Osiris, o el de Zeus y Hera, para el caso griego. Más allá de la ideología real, había razones prácticas para realizar esta costumbre, iniciada por Ptolomeo II al casarse con su hermana Arsinoe. Por un lado, este tipo de matrimonio garantizaba que su hermana trabajara en su favor, y no en su contra al casarse con un posible rival. Por otro lado, la unión entre ambos hacía que los soberanos ptolemaicos pudieran tener acceso a los abundantes bienes de los que disponía la reina. A los problemas genéticos inherentes a esta práctica sexual se les sumó los ocasionados por la poligamia de muchos reyes, creando una gran inestabilidad dinástica tanto por problemas físicos y mentales como por las rivalidades por la sucesión al trono. Arte y religión en la época ptolemaica. En el terreno religioso, Ptolomeo I promovió la creación de una divinidad sincrética que reuniera características griegas y egipcias, Serapis, ubicando su templo más importante en la que a partir de ese momento sería la nueva capital del país, Alejandría.
Bajorrelieve en el templo de File, mostrando a Ptolomeo II oferente ante Isis (Imagen: Wikimedia Commons).
Fruto de la colaboración de sacerdotes y teólogos de ambos lados, se presentaba a Serapis con una apariencia de dios barbado griego, como Zeus, pero con un contenido teológico resultado de una unión entre los dioses egipcios Osiris y Apis. Precisamente, son los cultos a Osiris e Isis los que durante el
periodo ptolemaico van a alcanzar una difusión nunca vista hasta el momento. Isis, por ejemplo, pasa de ser solo la diosa madre y viuda devota de Osiris a ser una diosa universal creadora de vida, regente del destino y protectora de los navegantes, adoptando así rasgos de la diosa egipcia Hathor y de la diosa griega Afrodita. Otro aspecto religioso típicamente ptolemaico fue el culto real, el cual ya contaba con algunos antecedentes en el griego en la figura del oikistes, el fundador de una colonia griega en el Mediterráneo (apoikia), pero que se vio potenciado por dos factores: por un lado, por el culto que había recibido y seguía recibiendo Alejandro Magno en la ciudad que él mismo había fundado, Alejandría; y por otro lado, por las prácticas de culto al rey precedentes en la historia egipcia. De tal manera, toda la dinastía a partir de Ptolomeo II estableció el culto dinástico y el culto al fundador de la misma, Ptolomeo I. En otro orden de cosas, más allá de los dioses o el culto real, en el mundo funerario el mestizaje entre la cultura griega y la egipcia es mucho más tangible. Esto es debido a que se conocen casos de griegos que adoptaron elementos del ajuar funerario egipcio (como la forma de los ataúdes, la decoración de las capillas...), y que incluso se hicieron momificar al estilo egipcio. Sin embargo, por parte egipcia se aprecia una escasa influencia del mundo griego, apreciándose apenas en los vestidos o en los tocados de las esculturas. En cuanto a la clase sacerdotal se refiere, hay que decir que no eran un grupo cerrado, y que sus cargos no eran incompatibles con los cargos seculares. Estos sacerdotes estaban asentados en numeroso templos, que con frecuencia fueron objeto de las reconstrucciones o ampliaciones de los reyes ptolemaicos. Uno de los mejores ejemplos es el templo de Horus el Behdetita en Edfu, cuya construcción es casi completamente de época ptolemaica al ser objeto de construcción entre el 237 a.C. y 57 a.C. Otro centro importante donde se focalizó el esfuerzo constructivo fue en Filé, donde se buscó reafirmar mediante la arquitectura los estrechos lazos 72 | Egiptología 2.0
Busto dedicado al dios greco-egipcio Serapis (Imagen: Christopher Rose).
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que unirían a los ptolomeos con la última dinastía nativa egipcia. Otra de las principales características de los principales templos estatales de la época ptolemaica y romana fue la ampliación de muchos edificios religiosos añadiéndoles un pequeño templo períptero, situado invariablemente en ángulo recto con respecto al templo principal. Estos templos ptolemaicos, los llamados mammisi, muchos de los cuales se conservan en la actualidad, solían estar rodeados de columnatas con entrepaños entre las columnas, siendo utilizados para celebrar los rituales del matrimonio de la diosa Isis o Hathor y el nacimiento del dios niño. Más allá de ejemplos, los templos siguieron realizando su tradicional función de fuentes de energía de Egipto, es decir, el punto de contacto entre lo humano y lo divino en el que el faraón, por medio del gran sacerdote local, realizaba los importantes rituales necesarios para el mantenimiento de los dioses a cambio de obtener a través de su persona sus poderes creadores de vida para Egipto. Los templos también eran importantes centros de actividad económica, cuyos recursos procedían de la producción de las tierras cedidas por la Corona y de los diezmos y préstamos entregados por el Estado. Así, los sacerdotes disfrutaron de un considerable poder político durante el periodo ptolemaico, porque los reyes les consideraban la clave para conseguir la subordinación de la población egipcia. En
Vista del patio interior del templo de Horus el Behdetita en la ciudad de Edfu (Imagen: Pensando en Arte).
este sentido, el cargo de gran sacerdote de Menfis fue de los más importantes, y no solo por ser el supremo pontífice del reino ptolomeo, sino por todos los amplios contactos y la influencia que eso conllevaba.
Bibliografía
Sobre el autor
BORREGO GALLARDO, F. (2005). “El Egipto ptolemaico: un reino helenístico entre oriente y occidente”. En Historia y vida, nº 448, 2005, pp. 32-41.
Heródoto de Halicarnaso nació en Tenerife en 1990, mostrando desde pequeño su afición por el conocimiento de lo sucedido en el pasado. Se licenció en Historia por la Universidad de La Laguna en 2013, mostrando interés sobre todo por la historia antigua de Egipto y Próximo Oriente, la Historia del Siglo XX, la creación de la imagen real en la edad moderna, y la Historia militar antigua y contemporánea. Desde febrero de 2014 lleva el blog “Historiae”, en el que trata de enseñar la Historia de la Humanidad, independientemente del nivel de conocimientos del lector, y de una forma en la que se trata de combinar el rigor, la profesionalidad y la veracidad, con la sencillez, la amenidad y la visualidad. Además, es redactor habitual en la sección de Historia de la web “Que Aprendemos Hoy”.
MUÑOZ SANTOS, M. E. (2014). “Una pequeña introducción al arte egipcio durante el periodo ptolemaico”. En Artyhum, revista digital de artes y humanidades, nº5, 2014, pp. 57-67. SAADE, A. (2011). “Aspectos políticos del mundo posalejandrino: el Temprano Egipto Ptolemaico”. En Primeras Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores de la Antigüedad Grecolatina. Buenos Aires. Rhesis, pp.173-180. SALES, J. (2011). “La refundación del estado egipcio en la época ptolemaica”. En: M. Campagno, J. Gallego y C. García Mac Gaw, ed., El Estado en el Mediterráneo Antiguo: Egipto, Grecia, Roma. Buenos Aires. Miño y Dávila Editores, pp.135-154. SHAW, I. (2014). Historia del Antiguo Egipto. La esfera de Libros. Madrid. AUTORES, VARIOS (2013). Egipto. National Geographic. RBA. Barcelona. 74 | Egiptología 2.0
https://historiae2014.wordpress.com https://www.youtube.com/channel/UCR-OTmE9GhQ-4lNeFVhb0Kg https://www.facebook.com/groups/394312347417735 https://twitter.com/HistoriaeBlog
Personajes Lucía Inés Merino
Hatshepsut. La faraona olvidada A
principios del Siglo XV a.C., tras la muerte del faraón Tutmosis I, accedió al trono de Egipto Tutmosis II, quien estaba casado con su hermana Hatshepsut (“la más grande de las damas”). Poco tiempo duró su reinado, ya que murió sin más descendencia que un niño nacido de una concubina. Hatshepsut, entonces, fue la encargada de ejercer la regencia del joven príncipe, pero al cabo de unos años su ambición de poder la llevó a aprovechar una serie de cambios dinásticos que le permitieron ser coronada como faraón, adoptando los atributos -la barba postiza y el tocado nemes- y los nombramientos de Rey del Alto y el Bajo Egipto y Señor de las Dos Tierras. Hatshepsut era la hija primogénita del faraón Tutmosis I y de la princesa Ahmose y formaba parte de los tutmósidas, la dinastía XVIII, la primera que corresponde al período conocido como Reino Nuevo, momento de gran esplendor del Antiguo Egipto. Hatshepsut (Imagen: National Geographic).
Cuando su hijastro Tutmosis III alcanzó la mayoría de edad ambos reinaron juntos, aparentemente sin grandes contratiempos dado que ella era quien
ejercía realmente el poder. Ocupó el trono durante veinte años en los que se vivió uno de los períodos de paz más largos de la historia de Egipto, gracias a lo cual la Reina se dedicó especialmente a expandir el comercio y a promover obras arquitectónicas; una de los grandes logros de su reinado fue la expedición a Punt, en la costa meridional del mar Rojo. También se deben a ella la Capilla Roja del templo de Karnak y el templo de Deir el-Bahari, en cuyas paredes podemos apreciar una crónica de su reinado, iniciada con una versión mítica de su nacimiento, adjudicándole al dios Amón el haberla engendrado. A lo largo de su reinado, Hatshepsut tuvo varios visires, siendo el más destacado Hapuseneb, quien pese a no tener sangre real concentró en su persona el poder judicial, administrativo y religioso, asegurándole el apoyo del clero de Amón. Otro personaje que se destacó durante este reinado fue Senenmut, quien desempeñó variados títulos que le valieron el reco-
Hatshepsut, su padre, su madre y su hermana Neferubity (Imagen: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 75
Templo funerario de Hatshepsut (Imagen: Wikimedia Commons).
nocimiento como ‘‘El más grande entre los grandes, en el país entero, uno que escucha lo que debe ser escuchado, el único entre los únicos, el mayordomo de Amón. Soy el que entra en el palacio real siendo amado, y cuando sale de él es alabado, regocijando el corazón del rey diariamente, el amigo, el gobernador del palacio, Senenmut’’ (inscripción del templo de Karnak). Djehuty, gran arquitecto real, fue el encargado de decorar los templos de Karnak y Deir-el Bahari, bajo su supervisión.
Collares pertenecientes a Hatshepsut (Imágenes: Metropolitan Museum, New York).
Según el egiptólogo Martín Valentín (2008), Hatshepsut era una mujer “inteligente, agraciada, muy curiosa, una gran estadista y con instinto político” y “comprendió la situación de Egipto al prescindir de las campañas militares y fomentar el dominio comercial y cultural”. Hacia el año 16 de su reinado, Hatshepsut comenzó a tener algunos problemas derivados de la desaparición de sus aliados y la muerte de su hija, y única heredera, Neferura. A su vez, la figura de Tutmosis III se fue haciendo cada vez más fuerte por lo cual la Reina se fue retirando gradualmente del poder hasta su muerte, ocurrida hacia el año 22. Luego de esto, Hatshepsut fue objeto de una damnatio memoriae, es decir de la eliminación de toda referencia a su persona, como si su gobierno nunca hubiera existido ya que su nombre fue omitido incluso en la Lista de los Reyes. Según las últimas investigaciones, se trató de una operación que se realizó en diferentes etapas, especialmente durante las dinastías XIX y XX. Le debemos a Champollion la inclusión de su nombre en la genealogía de los 76 | Egiptología 2.0
reyes de la dinastía XVIII. En el año 2005 el egiptólogo Zahi Hawass, encontró diversas momias sin identificar en la tumba KV60 del Valle de los Reyes; después de escanearlas y comparar los rasgos genéticos de la dinastía de Hatshepsut identificaron a una de las momias como la de la Reina. Esta enigmática mujer, que concentró más poder que Cleopatra, que vestía ropas de hombre, usaba barba postiza y utilizó el título de Esposa de Amón es recordada en las paredes de Deir el-Bahari: se muestra al gran dios frente a su madre disfrazado de Tutmosis I, ordenándole al dios de la creación “Anda, hazla mejor que a todos los dioses; dale forma por mí a esta mi hija, a la cual he engendrado”.
Detalle de una estatua de Hatshepsut. RMO, Leiden (Imagen: Wikimedia Commons).
Webgrafía
Sobre el autor
http://arquehistoria.com
Lucía Inés Merino nació en Buenos Aires, Argentina, en 1968.
http://egiptologia.org http://www.historiang.com http://www.mujeresenlahistoria.com/2011/03/la-reinaque-quiso-ser-faraon.html http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/hatshepsut-la-gran-reina-de-la-dinastia-xviii_9394
Es profesora de Historia y abogada, graduada en la Universidad de Buenos Aires. Con más de 20 años de experiencia docente, casada y madre de tres hijos, es una apasionada por el antiguo Egipto lo que la ha llevado a realizar numerosos estudios de posgrado sobre el mundo faraónico en la Universidad Autónoma de Barcelona y en la Universidad de Manchester, entre otras reconocidas instituciones educativas. Egiptología 2.0 | 77
Colecciones Bartomeu Egea Resino
El Museo Arqueológico de Cataluña (sede de Barcelona)
Exterior del Museo de Arqueología de Cataluña, sede de Barcelona (Imagen: © 2012 ArqueoXarxa).
El Museo de Arqueología de Cataluña en Barcelo-
na es una de las sedes del Museo de Arqueología de Cataluña, y recoge toda una serie de objetos y documentos arqueológicos que abarcan un arco cronológico que va desde la Prehistoria hasta la Edad Media, con especial incidencia en la edad antigua. La visita a la exposición permanente y las exposiciones temporales que se llevan a cabo ayudan a comprender la evolución social, tecnológica, económica y religiosa no sólo en Cataluña sino en la Península Ibérica y el Mediterráneo. En 1935 se inauguró el Museo Arqueológico de Barcelona bajo la dirección de Pere Bosch i Gimpera. Fue la institución encargada de custodiar las colecciones del antiguo Museo de Santa Ágata, las del Museo de la Ciudadela, material reunido por la Junta de Museos y por el Instituto de Estudios Catalanes, y otras colecciones de procedencia privada. La sede del Museo se ubicó en el antiguo Palacio de las Artes Gráficas en Montjuïc, edificio construido a raíz de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929. Tras la Guerra Civil, la gestión del museo 78 | Egiptología 2.0
Parte superior de un sarcófago antropomorfo. Madera policromada (Imagen: © Museu Arqueològic de Catalunya a Barcelona).
quedó en manos de la Diputación de Barcelona. Su trabajo se centró en la salvaguarda del patrimonio arqueológico. Más adelante, en 1995, se transfirió la gestión a la Generalidad de Cataluña y de esta manera pasó a formar parte del Museo de Arqueología de Cataluña. Con una exposición permanente de más de 4.000 metros cuadrados muestra a través de textos, audiovisuales, recursos didácticos, imágenes y escenografías los aspectos más destacados de las culturas del levante peninsular y del Mediterráneo.
Cono funerario de Najt. Arcilla, reinado Tutmosis IV, TT52. Ushebti de Bak-en-Jonsu. Madera, dinastías XIX-XX y ushebti. Fayenza, dinastía XVIII (Imágenes: © Museu Arqueològic de Catalunya a Barcelona).
La prehistoria, con los rituales funerarios de la edad del bronce, la protohistoria, donde los íberos son los protagonistas, las colonizaciones griega y fenicia o la presencia del Imperio Romano son algunos de los espacios más destacados de las instalaciones. Otras piezas destacadas son los materiales líticos del paleolítico, la mandíbula de Neandertal de Sitges de 53.200 años, las piezas correspondientes al yacimiento de El Argar (Almería), el tesoro íbero de Tivissa, las figuras votivas fenicias, la cerámica griega o la estatua romana del Príapo de Hostafrancs. El museo gestiona también un fondo literario con un total de 35.560 libros y 1.554 publicaciones periódicas. La colección que posee el Museo, de materiales egipcios o de tipo egipticiante, aunque careciendo de un discurso único y separado que muestre su cronología y su procedencia, es utilizada como soporte de las diferentes exposiciones tanto permanentes como temporales. Siendo el núcleo central e inicial, y su primera incorporación en 1932, la colección Miret-Sants (1858-1919) formada por mas veinte piezas. Al no tratarse de una colección (225 referencias) de gran tamaño o significación histórica, en su mayor parte resta depositada en los fondos del museo,
Amuletos de iconografía egipcia procedentes de la isla de Eivissa y escarabeos (Imágenes: © Museu Arqueològic de Catalunya a Barcelona). Egiptología 2.0 | 79
siendo utilizada con mas frecuencia para la investigación y estudio, que para ser mostrada, salvo excepciones. Podemos clasificar en dos grupos los objetos; de fabrica egipcia y de manufactura foránea, siendo en el segundo caso, mayoritariamente escarabeos y amuletos, materiales procedentes de la isla de Eivissa, hallados habitualmente en excavaciones de necrópolis. Los materiales que se entienden de manufactura Egipcia, en su mayoría por estudiar, disponen de escasa bibliografía. Por otra parte no están localizados unos 65 amuletos descritos en la publicación Gamer-Wallert (1978) Comentario adicional: El museo de Arqueología de Cataluña actualmente, lo forman los museos arqueológicos de Barcelona y Girona, la ciudad grecorromana de Empúries, el conjunto histórico de Olèrdola, el yacimiento ibérico de Ullastret, y también el Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña (CASCO).
Parte superior de un sarcófago antropomorfo. Madera policromada (Imagen: © Museu Arqueològic de Catalunya a Barcelona).
Bibliografía
Sobre el autor
BAQUÉS, L. (1976). “Las colecciones de antigüedades egipcias en los museos de Cataluña y Baleares”. Información Arqueológica. nº 22 Extraordinario. Boletín informativo del instituto de prehistoria y arqueología de la diputación provincial de Barcelona. pp. 102-103.
Bartomeu Egea (Barcelona 1953), después de una larga trayectoria empresarial, dedica toda su atención al estudio del antiguo Egipto, estudia prehistoria e historia antigua y etnoarqueología, colabora habitualmente en blogs y foros que promuevan el conocimiento de la egiptológica, así como en docencia, acercando el AE a los escolares.
GAMER-WALLERT, I. (1978). Ägyptische und Ägyptisierende Funde von der iberichen Halbinsel. Beihefte zum Tübinger Atlas des Vorderen Orients, Reihe B, nº 21. Wiesbaden. BOSCH, P. (1986). “Museu Arqueològic de Barcelona, 50 aniversari”. El Museu Secret 1986. Diputació de Barcelona. pp. 100-101.
Desde 2005 administra el sitio web: egipte.cat, donde a manera de repositorio gráfico, recopila el legado, que del antiguo Egipto, exista en la Mediterránea occidental. http://egipte.org
PADRÓ, J. (2001). Les Collections Égyptiennes des musées de la Catalogne. Barcelona.
https://www.facebook.com/egipte-org-Projecte-Uemot-62080254459
LÓPEZ-GRANDE, M. J. (2014). Amuletos de Iconografía Egipcia procedentes de Ibiza. Museu Arqueológic d’Eivissa. Eivissa.
https://twitter.com/projecteuemot
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https://instagram.com/projecte_uemot
Museos Sara López Caiz / Moisés González Sucías
El Museo Egipcio de Turín
Entrada al Museo Egipcio de Turín (Imagen: Museo Egizio di Torino).
El Museo, se encuentra situado al noroeste de la península de Italia, en la ciudad de Turín, está ubicado en el Palazzo dell’Accademia delle Scienze (Palacio de la Academia de las Ciencias), un edificio con fachada de tres plantas de estilo barroco, proyectado por el arquitecto italiano Guarino Guarini, en 1678, como colegio para los nobles. Es uno de los museos más antiguos, y el segundo en importancia por su colección de antigüedades egipcias después del Museo Egipcio de El Cairo.
a la nueva Italia, a las comunidades de reciente inmigración que, gracias a las colecciones expuestas, pueden conocer fragmentos de historia que pertenecen a toda la humanidad y que tienen numerosos vínculos con las sociedades norteafricanas: es la intención del museo que se convierta en un punto de encuentro con las diferentes etnias presentes en Turín.
Al Museo llegan turistas de cualquier parte del mundo para buscar el sentido profundo de una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad; generaciones de estudiantes han aprendido las técnicas de estudio y profundización de esta parte de la arqueología; desde la primera adquisición en 1630, el crecimiento del primer núcleo museístico nunca se ha detenido.
Tras una inversión de cincuenta millones de euros, los muros barrocos del museo, encierran una arquitectura que ha sido completamente renovada durante los últimos cinco años, se han ampliado los espacios expositivos, contando en la actualidad con cerca de 12.000 m2, se ha mejorado el recorrido museístico, basándose en un proyecto científico, y se han incorporado las últimas innovaciones tecnológicas, como por ejemplo, proyecciones en 3D que permiten sentir la experiencia de un hallazgo arqueológico egipcio.
El Museo Egipcio de Turín acoge la colección más importante y significativa de antigüedades egipcias después del Museo Egipcio de El Cairo. Se encuentra entre los diez museos más visitados de Italia y entre los cien más visitados del mundo. Resulta obligatorio prestar atención a la nueva Turín y con ella
El recorrido museístico se desarrolla cronológicamente y se articula en cuatro plantas que exploran miles de años de historia egipcia, desde el 4000 a.C. hasta el 700 d.C. Entre las novedades conviene destacar la Galería de los Sarcófagos, un área temática de gran impacto que acoge algunos de los sarcófaEgiptología 2.0 | 81
fagos más fascinantes y espectaculares del Tercer Período Intermedio (1100-600 a.C.) y de la Baja Época, muchos de los cuales han sido restaurados. Por otro lado, la experiencia en 3D se basa en valiosos documentos de las excavaciones y fotografías de la época, que evocan la tumba de Kha y Merit, la tumba de Nefertari y la capilla de Maya, descubiertas todas ellas por Ernesto Schiaparelli, entre los primeros directores del museo, a comienzos del siglo XX. El recorrido concluye en la planta baja entre las estatuas monumentales, en unas salas montadas por el escenógrafo Dante Ferretti, ganador de tres Premios Óscar. Champollion, el descifrador de los jeroglíficos, describió estas antiguas salas como una maravillosa asamblea de reyes y divinidades. Historia. La creación del Museo Egipcio de Turín es la consecuencia de una expedición científica a Egipto, realizada por Vitalino Donati (profesor de Botánica de la Universidad de Turín), bajo encargo de Carlos Manuel III de Cerdeña. Una vez en el país se desplaza por el Nilo más allá de Asuán con el objetivo de recoger especímenes de la flora y fauna además de antigüedades. En este viaje conseguirá tres esculturas de grandes dimensiones: una de Sejmet, de Ramsés II y otra la de la reina Tiye, esposa de Amenhotep III. Cuando Donati regresó a Italia trajo más de 300 objetos que fueron las primeras piezas del Museo. Dichas piezas se ubicaron inicialmente en el edificio de la Universidad, así como el resto de antigüedades menores.
Algunas de las renovadas salas del museo (Imágenes: Museo Egizio di Torino).
El Museo comienza su andadura en 1824 con la adquisición por parte del Rey Carlos Félix de Saboya, de la colección Drovetti, compuesta por más de ocho mil piezas, por las que el soberano pagó la cantidad de 400.000 liras piamontesas.
Bernardino Drovetti, originario de Piamonte, nace el 4 de enero de 1776. Cursó sus estudios en el Collegio delle Provincie y leyes en la Universidad de Turín. Se unió al ejército francés comandado por el joven General Bonaparte en la campaña de Italia. Fue ayudante de Campo del Mariscal Joaquín Murat. En 1801 fue nombrado ministro de Guerra en Piamonte, y pasó a ser juez de Turín hasta 1803. Sucesivamente iba a ser vicecónsul y cónsul de Francia en Egipto durante la época del Primer Imperio Francés, y después de nuevo con la Restauración Francesa. En Egipto logra, con gran habilidad, ganarse la confianza de Mehemet Ali. Le instó a buscar la protección de Francia y se convirtió en uno de los hombres más cercanos al nuevo amo de Egipto. Es retirado de su puesto en 1814 con la caída de Napoleón, pero se le pide regresar en 1820 al no poder encontrar a un sustituto que entendiera la política egipcia. 82 | Egiptología 2.0
Dios Ptah Egiptología 2.0 | 83 (Imagen: HEN-Magonza).
Su valiosa ayuda al nuevo gobernante de Egipto Mehemet Ali le reportó mucha influencia política, al asesorarlo en varios temas, como: organización del Ejército, Agricultura, sistemas de irrigación, la creación de industrias textiles, y en la lucha contra el cólera. Por su influencia con el pachá logra mantener lejos la influencia británica sobre Egipto. Por estar en una posición privilegiada obtiene permisos especiales para explorar todo Egipto y conseguir licencias para excavaciones arqueológicas. Contrata varios agentes con la finalidad de comprar antigüedades o buscarlas por medio de excavaciones. Su principal agente sobre el terreno fue el francés Jean-Jacques Rifaud, quien se hizo famoso por la construcción de muebles al estilo civilización faraónica en su taller parisiense. Sin el menor escrúpulo sus agentes arrancaban bajorrelieves, y conseguían hacerse con algunas piezas tras recurrir incluso al uso de explosivos. Jean-Jacques Rifaud logra conseguir una estatua de Tutmosis II, e inscribirá en ella con errores ortográficos: “Decouvet par J. Rifaud, sculpteur au cervice de Mr e Drovetti á Thebes. 1818.” (Descubierta por J. Rifaud, escultor al servicio de Sr. Drovetti en Tebas. 1818).
Sarcófago de Ibi. Dinastía XXVI, Basalto (Imagen: Champlon).
Drovetti además de coleccionista de antigüedades era explorador, visitó el alto Egipto en 1816 y llegó hasta los templos de Nubia. Logró llegar hasta Abu Simbel, donde le fue imposible remover la arena que cubría la entrada del Templo de Ramsés II. Tres años después exploró el desierto de Libia junto con Alessandro Ricci y Louis Maurice Adolphe Linant de Bellefonds, llegando hasta el remoto oasis de Dakel.
El Consulado de Francia en Alejandría parecía un museo al mantener todas las piezas arqueológicas que eran conseguidas por los agentes de Drovetti en todo Egipto. Durante su estancia en Alejandría, el anticuario Louis Nicolas Philippe Auguste, conde de Forbin, director de algunos museos, escribiría sobre el consulado:
“Este curioso gabinete cuenta con una disposición tan perfectamente ordenada que uno puede aprender la historia de Egipto, contemplando sus monumentos, en pocas horas y de manera más interesante y rigurosa. Los árabes acuden sin cesar al kan en donde vive M. Drovetti: todos aportan algo. Momias, bronces, 84 | Egiptología 2.0
Ostracon de la danzarina o bailarina. Dinastía XIX-XX, piedra caliza policromada (Imagen: Wikimedia Commons).
monedas y a veces camafeos.” La colección Drovetti adquirida por el Rey Carlos Félix de Saboya, estaba compuesta por: 100 esculturas de grandes dimensiones, 170 papiros, estelas funerarias, sarcófagos (algunos de ellos con sus respectivas momias), objetos de bronce,amuletos y objetos de la vida cotidiana. Recién llegada, la colección Drovetti, fue alojada en la Academia de las Ciencias, donde se conserva en la actualidad. Antes de que comenzara la ubicación de las piezas, llegó a Turín Champollion, al que le debemos él primer catálogo y el mismo museo. Los años posteriores hasta finales del siglo XIX se dedicaron a la ubicación de las piezas de la colección, a las que se habían añadido las procedentes de la Universidad de Turín, las diferentes compras realizadas, las procedentes del intercambio y las antigüedades donadas por particulares o entidades, hasta completar el catálogo. En 1894 fue nombrado director del Museo, Ernesto Schiaparelli. Arqueólogo y egiptólogo italiano, que dedicó su vida al Antiguo Egipto. Después de cursar estudios en Turín con Francesco Rossi y en París, en la Sorbona, con Gaston Maspero, entre 1877 y 1880, Schiaparelli fue nombrado, en 1881, director de la sección egipcia del Museo arqueológico de Florencia, luego superintendente de Antigüedades del Piamonte y finalmente, el 30 de septiembre de 1894, responsable de la colección de antigüedades egipcias del Museo Egipcio de Turín. En 1903 crea la misión arqueológica italiana en Egipto, que dirige durante diecisiete años. Efectuó doce misiones en Egipto, entre las cuales destacan: a Hemanieh, donde descubre una necrópolis predinástica así como varias sepulturas grecorromanas y coptas; a Gebelein, excavando tumbas predinásticas, a Guiza, Asiut, Asuán, Hermópolis, Valle de Abbeville, y Heliópolis. De 1903 a 1906, explora más de ochenta tumbas, ya expoliadas, en el Valle de las Reinas, donde descubre la espléndida tumba de la reina Nefertari, la gran esposa real de Ramsés II; y descubre también las sepulturas de Jaemuas, Amonherjepershef y Sethherjepershef, hijos de Ramsés III, y la de Ahmosis, princesa de la dinastía XVII.
Ataúd rectangular con tapa. Protodinástico, barro cocido (Imagen: Wikimedia Commons).
Por último, en 1906, retira una sepultura, intacta, aún sellada que contenía los sarcófagos de madera del arquitecto real Kha, que vivió bajo el reino de Amenhotep II, y de su esposa Merit. Tras este espléndido descubrimiento, la misión italiana prosigue sus excavaciones en Egipto hasta 1937. Demasiado ocupado, Schiaparelli no publicó sus trabajos y a su muerte, en 1928 en Turín, los informes que deja son demasiado escuetos, y con él, desaparece la numerosa información sobre los lugares excavados, los objetos y el contexto en el cual se descubrieron. Pero
Cerámica Naqada I. Barro cocido (Imagen: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 85
Escena de la cosecha de trigo. Fragmento de una mastaba desconocida 86 | Egiptología 2.0 (Imagen: HEN-Magonza).
nos deja trás sus buenas misiones, y sus notables descubrimientos, un estudio del ‘‘Libro de los Muertos’’, en tres volúmenes, y un museo plagado de millares de objetos. Tras el paréntesis de la guerra y la reubicación de las piezas, la última gran incorporación al Museo es el templo rupestre de Ellesiya.
Entrada al Templo de Ellesiya (Imagen: Wikimedia Commons).
Construido por mandato del faraón Tutmosis III en el siglo XV a.C. Fue consagrado en el año 1454 a.C. Se encontraba en el enclave nubio de Ellesiya, entre la primera y la segunda catarata del río Nilo, a unos 225 kilómetros al sur de Asuán. Se trata de un hemispeos, o templo de tipo rupestre
excavado en la roca. En 1965 el Museo Egipcio de Turín se sumó a las tareas de salvamento del templo que iba a ser cubierto por las aguas del Lago Nasser una vez se concluyera la presa de Asuán. Al año siguiente el monumento fue donado a Italia por el gobierno egipcio, y ubicado en el Museo, donde dispone de sala propia. En la década de 1990 fue completamente restaurado por egiptólogos del Museo turinés bajo la dirección del arqueólogo Silvio Curto. Visita. Iniciamos la visita al museo en la planta baja, donde podemos encontrar la galería de estatuaria y el Templo de Ellesiya. La mayoría de piezas expuestas proceden de la colección Drovetti, se trata de esculturas de divinidades, reyes y altos dignatarios, que fueron halladas en la zona tebana y siendo, casi todas, del Imperio Nuevo o épocas posteriores. Una de las piezas más conocidas y destacables de esta sala, es la estatua sedente del faraón Ramsés II. Reconstruida a base de fragmentos sin añadidos modernos, está considerada la efigie más expresiva atribuida a Ramsés el Grande, el que llenó Egipto desde el Delta hasta Nubia de monumentos que aún hoy hacen de él un personaje vivo y presente en todas partes. La estatua representa a un monarca en la cúspide de su majestad, coronado por la tiara Khepresh que el escultor acertó a representar en el granito con su original calidad metálica. A cada lado de sus piernas aparecen representadas su mujer, y uno de sus hijos, que realzan la postura del monarca. Otra de las piezas destacables de la sala de estatuaria, es
Planos de las diferentes plantas del Museo (Imagen: Museo Egizio di Torino). Egiptología 2.0 | 87
la estatua colosal de Seti II. La figura de piedra arenisca fue parte de un par originalmente instalado en la entrada del pequeño templo que este faraón construyó al dios Amón en el primer patio del santuario de Karnak. La otra estatua de la pareja se conserva actualmente en el Museo del Louvre. Seti porta una peluca corta y una alta corona: un tocado Atef con cuernos de carnero supera la denominada Corona Roja, símbolo del Bajo Egipto.
Ureus, disco solar y plumas adornan estos tocados. El faraón viste una falda hasta la rodilla, cuya caída de la parte delantera está decorada con una cabeza de pantera y bordados por un friso de cobras Ureus. La figura del dios Amón una vez estuvo en la parte superior del bastón llevado por el soberano. Otra de las piezas destacables es, la tapa del sarcófago de piedra caliza del governador Ibi, procedente de las excavaciones realizadas por Schiaparelli en El Qaw el-Kebir. Varias estatuas de la diosa Sekhmet, están también presentes en este ámbito. Representadas con cuerpo de mujer, cabeza de leona y melena, generalmente coronadas con el disco solar, el Ureus, y portando el Anj y una flor de papiro o loto, y flechas. Completan esta sala las estatuas de Tutmosis III, Amenhotep II, el sarcófago de Gemeneferbak, Horemheb y su esposa Mutnedjemet y una escultura de la diosa Hathor, entre muchas otras. En la primera planta del Museo se disponen las salas de: Deir el-Medina, el ajuar funerario procedente de la tumba de Kha, la galería de sarcófa-
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Parte superior de la estatua colosal de Seti II (Imagen: HEN-Magonza).
Detalle del sarcófago de Merit, esposa de Kha (Imagen: Stefano Merli).
Estatuilla de un dignatario. Imperio Nuevo, 1292-1076 a.C. (Imagen: Sandro Vanni).
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gos, El espacio dedicado al Valle de las Reinas y los ámbitos correspondientes al Período tardío, la Época Ptolemaica y Romana. Ajuar funeraio de Kha y su esposa Merit. El ajuar funerario de Kha, conservado en el Museo, fue encontrado en su tumba, la n.º 8 de la necrópolis tebana. El monumento funerario se ubica en el cementerio oeste de Deir el-Medina, en la orilla occidental del Nilo en Luxor, y fue descubierto intacto por Ernesto Schiaparelli en 1906. Su propietario fue funcionario y vivió en el poblado de los artesanos empleados en el Valle de los Reyes, durante los reinados de Amenhotep II, Tutmosis IV y Amenhotep III, al final del siglo XV a.C.
Detalle del sarcófago de Kha (Imagen: Stefano Merli).
Entre los objetos expuestos podemos encontrar: papiros, estelas, bastones, ataúdes, máscaras y las momias, estatuillas, ushebtis, herramientas de
trabajo, cajas, cestas, sillas y taburetes, camas y reposacabezas, objetos para la higiene, instrumentos de maquillaje, pelucas, pinzas, agujas, comida con sus respectivos recipientes, collares, telas de lino y joyas. Sin duda, uno de los ajuares funerarios más completos y extensos que se conservan en la actualidad. En la segunda planta podremos encontrar las salas dedicadas al Período Predinástico, el Imperio Medio y Nuevo. Cerámica. El Museo posee una importante colección de cerámica Predinástica. La cerámica es la medida de cualquier cultura temprana. La construcción se hacía a mano, antes de introducirla en el torno del alfarero. Estos recipientes de Época Predinástica (especialmente el llamado Naqada I), llevaban sus superficies cubiertas con engobe rojo y estaban ennegrecidos alrededor del borde. Este efecto dicromático se obtenía mediante la cocción, en hornos primitivos, y con las cerámicas al revés. La cultura de Naqada II se caracterizaba por un estilo diferente y uniforme de la cerámica con distinto lugar de producción. La arcilla no
Cerámica Naqada II. Barro cocido (Imagen: Soloegipto).
Exposición y detalle del Canon Real de Turín (Imagen: Carlos Mesa). 90 | Egiptología 2.0
tiene el color rojo intenso como en Naqada I y esta sin pulir, la decoración es de color rojo, en lugar de blanco (como en Naqada I). Una vez más la cerámica demuestra una coherencia y difusión bastante amplia. No hay evidencia de comercio e importación de ideas de Siria-Palestina, como ocurre en otras cerámicas. El Canon Real de Turín. El Museo posee importantes papiros de procesos como el de la conjura contra el rey Ramsés III, o históricos, como el de la primera huelga protagonizada en la historia, por los artesanos de la ciudad obrera de Deir el-Medina, pero el más conocido y el que nos proporciona una información única, es aunque muy fragmentado y con grandes lagunas, el llamado “Canon Real de Turín” datado en la dinastía XIX. En él se mencionan los nombres de los faraones que reinaron en Egipto, precedidos por los dioses que gobernaron antes de la época Faraónica. A diferencia de otras listas, no se ha hecho para celebrar un faraón en comparación a otros, por lo que contiene los nombres de todos los gobernantes, incluso los considerados menores y los usurpadores. No sabemos qué fuentes utilizó el escriba para organizar la lista, si la copió simplemente de un papiro ya existente o la compuso teniendo acceso a los archivos de los templos, compilando la lista utilizando antiguas notas de impuestos, decretos y documentos; la primera posibilidad parece la más probable e implicaría que la Lista Real de Turín es realmente un
Estela de Tasherienbastet. Madera estucada y pintada (Imagen: Ángel M. Felicísimo).
documento de extraordinario valor histórico. El papiro, de 170 cm de largo y 41 cm de alto, consta de unos 160 fragmentos, la mayoría muy pequeños, faltando muchos trozos. Vida cotidiana. El Museo Egipcio de Turín posee una excelente colección de objetos procedentes de la ‘‘vida cotidiana’’, iniciada por Drovetti, a quien le interesaban también las piezas más modestas, aunque en su época éstas no se consideraban merecedores de conservarse en museos. Muchos factores han concurrido para que haya llegado a nosotros un rico material de la vida, no solamente de los faraones, sacerdotes y altos mandatarios, sino de la gente común, de aquellos de los que, en muchos casos, desconocemos sus nombres, pero que nos permiten conocer como era la vida en un tiempo remoto con una diversidad de elementos que en civilizaciones más próximas han desaparecido.
Retrato femenino. Mármol, Siglo I a.C. (Imagen: Ángel M. Felicísimo).
El desierto con sus condiciones extremas de sequedad y aislamiento es el primer factor de conservación, las casas de eternidad que contenían todos los elementos necesarios para la vida en el más allá, el gusto de los egipcios por las representaciones en las paredes de las tumbas y en las viviendas de los trabajadores que dada la lejanía del Egiptología 2.0 | 91
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Piramidion de Ramose. 1190 a.C. (Imagen: ArtFan70).
agua no se construyeron con ladrillos sino en piedra. Excavaciones. Procedentes de las dos excavaciones que Schiaparelli llevó a cabo en Gebelian, encontramos varias piezas entre las cuales destacan: una estela monumental con la imagen de un faraón de la dinastía II o III del que desconocemos su nombre, y una gran fuente adornada con cabezas de la diosa Hathor. De épocas posteriores el Museo conserva la ‘‘Tumba de los Desconocidos’’ de la V dinastía, la de Iniy de la VI dinastía y la intacta de Ini. El Museo atesora además importantes hallazgos procedentes de Asyut, capital del XIII nomo del Alto Egipto. Asyut era un gran centro comercial en la orilla izquierda del Nilo donde confluían las caravanas procedentes de Nubia y del Mar Rojo. De la ciudad prácticamente no quedan vestigios, pero las tumbas excavadas en la montaña son imponentes monumentos. Schiparelli excavó las tumbas de dignatarios del pri-
Máscara funeraria de Merit, esposa de Kha. Imperio nuevo, XVIII dinastía (Imagen: Matteo Chinella).
mer Periodo Intermedio, cómo la de Djafhpi, Shemes Minhotep y Upuautemhat . De las tumbas de Qau el Kebir, de los príncipes provinciales de la XII dinastía Ibua Wahka I y Wahka II pertenecen el sarcófago de caliza en forma de palacio y fragmentos de estatuas, así como la reconstrucción de la cámara funeraria de Henil, con textos de los sarcófagos. De las más de 26000 piezas que custodia el Museo, solo unas 6000 permanecen expuestas al público. Fue el primero del mundo, más antiguo aún que el de El Cairo, con 200 años de historia a sus espaldas desde que el rey Carlos Félix de Cerdeña compró la colección Drovetti e hizo de la ciudad italiana la cuna de la cultura de las pirámides, momias y sarcófagos fuera de Egipto. Sarcófagos de grandes dimensiones, esculturas, papiros, momias y otras obras, se exponen ahora en las renovadas salas, con la intención de envolver al público y permitirle sentirse en el corazón de una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad. Las obras expuestas se acompañan de textos, que ubican, en todo momento, a los asistentes en la época y en las circunstancias en las que estas fueron creadas. La información se puede leer tanto en inglés como en italiano y en árabe.
Ushebtis de varias épocas (Imagen: Matteo Chinella).
Una colección de incalculable valor histórico y artístico que sumerge al visitante en una de las civilizaciones más fascinantes de la antigüedad. Egiptología 2.0 | 93
‘‘José Miguel Parra nos acerca al mundo de los faraones que no viene en los libros tradicionales, y nos cuenta su Historia de forma brillante; La Historia que realmente vivieron los antiguo egipcios.’’
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Exposiciones Sara López Caiz / Moisés González Sucías
Animales sagrados del Antiguo Egipto
El Museo Egipcio de Barcelona, presenta la exposi-
ción temporal: ‘‘Animales sagrados del Antiguo Egipto’’. Una muestra que permanecerá abierta hasta el próximo 30 de septiembre de 2017, compuesta por más de 70 piezas de la colección de la Fundación Arqueológica Clos, gran parte de ellas inéditas. La exposición se completa con un documental que presenta los resultados de los estudios radiológicos y escáneres realizados a las siete momias de animales que conserva el museo, algunas de las cuales muestran fracturas de huesos, posiblemente causadas durante el proceso de momificación, y el sarcófago de un ibis donde podemos distinguir los caracoles que tal vez fueron su última comida o que se colocaron en su interior como ofrenda. Entre las piezas que conforman la exposición destacan: un sarcófago de madera y láminas de oro en forma de ibis, que contenía la momia de una de estas aves; una estatua en piedra del dios halcón Horus; una esfinge del dios Amón, una cabeza colosal de babuino, símbolo del dios de la sabiduría Thot; una máscara funeraria en estuco de un cocodrilo, que aún conserva las vendas usadas en la momificación del animal, en su interior, así como varias momias de animales, entre ellas gatos, ibis, un halcón y una cría
Vistas de la sala de exposiciones (Imágenes: Moisés González Sucías). Egiptología 2.0 | 95
de cocodrilo. Como curiosidad, destaca el ataúd de una musaraña, con la representación de este ‘‘animalillo’’ en su exterior. Destaca además la procedencia novelesca de algunas de las piezas, como una ‘’figurita’’ de bronce en forma de escorpión que perteneció a Lord Carnarvon, el mecenas de Howard Carter, o un medallón en forma de escarabajo que Rodolfo Valentino regaló a su esposa. Ya lo decía Heródoto: ‘‘En el Antiguo Egipto los animales gozan de las prerrogativas de las cosas sagradas”. De ellos, y de mostrar su relación con los humanos y su presencia omnipresente en la cultura y la vida egipcias, se ocupa la muestra, comisariada por el conservador del centro Luis Manuel Gonzálvez. Además de su utilización como recurso económico, mascota o presa de caza, los animales estuvieron presentes en numerosas manifestaciones culturales del Egipto faraónico, ya sea como signo jeroglífico o como decoración en objetos cotidianos. La fauna nilótica aparece reflejada en numerosas pinturas y esculturas, pero la mayoría de las veces los animales allí representados no tenían únicamente una función decorativa, sino que formaban una parte importante de la vida cotidiana. Además de utilizar animales tanto domésticos como salvajes para alimentarse o para vestirse, los antiguos egipcios encontraron en ellos una forma de expresar conceptos abstractos, así, por ejemplo, los grandes animales salvajes eran una representación de los faraones, ya que ambos simbolizaban grandes fuerzas de la naturaleza.
Momia de gato, 302 a.C.-150 d.C. (Imagen: Moisés González Sucías).
Mientras que muchos dioses aparecían representados íntegramente como animales, o con forma humana y cabeza de animal, o tenían asociado algún animal sagrado, de manera que, aunque habitualmente se les representase en forma humana, otras veces aparecían con alguno de los
Momia de ibis, 715-332 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías).
atributos más característicos de ese animal, puesto que la naturaleza de esos dioses aparecía asociada a los rasgos de comportamiento más característicos de esos animales. Quizás los más conocidos sean el dios halcón Horus, hijo de Osiris e Isis, o el dios del embalsamamiento, Anubis, aunque el panteón egipcio está lleno de ellos. Incluso formaban una parte esencial en su manera de comunicarse. Puesto que la escritura jeroglífica es una escritura pictográfica, es decir, que sus signos representan seres, objetos o acciones de la realidad, y más del 20% de los signos jeroglíficos tienen su origen en el mundo animal. Además, su presencia en un texto resulta esencial para poder entenderlo, ya que puede escribirse tanto de derecha a izquierda, como de izquierda a de96 | Egiptología 2.0
Estela de donación. Piedra caliza. Período Ptolemaico, reinado de Cleopatra VII, 51-30 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías).
Momia de gato y detalle. Baja Época-Periodo Ptolemaico, 715-30 a.C. (Imágenes: Moisés González Sucías). Egiptología 2.0 | 97
recha, y es el lugar hacía el que dirigen su mirada los signos que representan seres vivos, el que marca el sitio por el que debe empezarse a leer. Los animales resultan imprescindibles en la mitología egipcia, por ejemplo, el escarabajo pelotero representaba el sol al amanecer, porque al alba se le ve arrastrando la bola de estiércol en la que pone sus huevos y de la que después emergerían sus larvas. Eran sacrificados, cazados y domesticados, para ayudar en distintas tareas como la agricultura y el transporte o, incluso, como mascotas, integrándolos en su vida familiar. Aparecían representados en distintos utensilios de la vida diaria. E, incluso, acompañaban a los egipcios en su viaje a la eternidad. Una de las piezas inéditas de la exposición, es un sarcófago de madera de pan de oro y bronce que adopta la forma de un ibis. En su interior, los estudios radiológicos encargados por el museo, que pueden seguirse en un documental, permiten observar la momia y distinguir los caracoles que probablemente fueron su última comida o se introdujeron como ofrenda. Al igual que los seres humanos, había determinados animales que
Cabeza de babuino, 1550-1307 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías).
también fueron momificados al considerarlos como manifestaciones terrenales de los dioses. Este es el caso de los gatos, de los cuales podemos contemplar varios ejemplares. Fueron divinizados y considerados protectores, dada su capacidad para cazar animales dañinos (roedores, serpientes…). Otra de las piezas estrella de la muestra, es una gran cabeza de babuino de piedra caliza, que encarnaba al dios Thot, cuya figura entera debía medir unos dos metros de altura. Thot estaba considerado dios de la sabiduría y tenía autoridad sobre todos los dioses. También fue el inventor de la escritura, patrón de los escribas, de las artes y las ciencias. Como dios de la escritura, era el inventor de todas las palabras, del lenguaje articulado. Era un dios lunar medidor del tiempo, y el que estableció el primer calendario y por eso el primer mes llevaba su nombre. Creó los cinco días Heru Renpet (epagómenos), quitándolos de la luminosidad de Jonsu, que simbolizaba la Luna. Estos nuevos días permitieron a Nut parir cinco hijos, los cuales fueron: Osiris, Seth, Isis, Horus y Neftis. Pues Ra le había impedido tenerlos en cualquier día del año. Esfinge con cuerpo de león y cabeza de cerdo, 302-30 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías). 98 | Egiptología 2.0
Thot desempeñaba el oficio de escriba sagrado, ya
que documentaba los hechos en la sala de las ‘‘Dos Verdades’’. Es el registrador y el juez. En el panteón egipcio asistía al pesaje de las ‘‘almas’’ en una balanza, el ‘‘juicio de Osiris’’. También fue considerado el arquitecto que conocía los trazados y trayectorias de todas las cosas, el señor de los inventores y de la sabiduría. Estaba relacionado con la música como inventor de la lira. En la exposición podemos contemplar también un busto realizado en granito de la diosa leona Sejmet. “La más poderosa”, “La terrible”, símbolo de la fuerza y el poder. Era considerada la diosa de la guerra y de la venganza, pero también la diosa de la curación. Se decía que su aliento creó el desierto. Era la protectora de los faraones y los guiaba en la guerra. Su culto estaba tan expandido en la cultura egipcia, que cuando el primer faraón de la dinastía XII, Amenemhat I, instauró la capital en Itjtawy, su culto principal también se trasladó allí. Sarcófago de ibis (Imagen: Moisés González Sucías).
Sejmet es considerada también una diosa solar, reconocida en muchas ocasiones como la hija del dios solar Ra
y relacionada con las diosas Hathor y Bastet. Fue representada con cuerpo de mujer y cabeza de leona, aunque con melena, generalmente coronada con el disco solar, el uraeus que la relacionada con la realeza, portando el Anj, una flor de papiro o loto, y flechas. A veces también con el Ojo de Horus. Su vestimenta solía ser de color rojo, representando la sangre y muchas veces aparece mostrando los pechos, símbolo de poder. Era hija del dios Ra, su esposo era Ptah y su hijo, Nefertum con los que formaban la llamada tríada de Menfis. Se la considera un “álter-ego” de Hathor, con la que está frecuentemente identificada, y sobre todo con la diosa gata Bastet, que se consideraba una forma “dulce” de Sekhmet, cuando esta no estaba furiosa. Su ira era temible pero, si se conseguía apaciguarla, otorgaba a sus adoradores el dominio sobre sus enemigos y el vigor y la energía para vencer la debilidad y la enfermedad. En algunos casos fue considerada aliada y protectora de Ra, dado que daba muerte a quienes osaran enfrentarse o atacar a la monarquía divina o terrenal. Otra de las piezas imprescindibles, es el Sarcófago y la momia de un halcón, que conserva el esqueleto completo del ave y, además, en perfecta conexión anatómica. Además de Horus, otras divinidades fueron asociadas al halcón. Es el caso de Re-Haractes, el sol del mediodía; del dios tebano Montu; del menfita Sokar (como en el caso de
Busto de la diosa Sekhmet, 1391-1353 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías). Egiptología 2.0 | 99
Representación de un faraón en forma de esfinge. Piedra caliza. Período Ptolemaico, 332-30 a.C. (Imágenes: Moisés González Sucías).
Representación de la diosa gata Bastet. Bronce. Dinastía XXVI, 664-525 a.C. y Collar con tres cabezas de cerdo coronados con el disco solar. Oro y turquesas. Período kushita. Dinastía XXV, 715-332 a.C. (Imágenes: Moisés González Sucías). 100 | Egiptología 2.0
esta pieza); o de Quebehsenuf, uno de los hijos de Horus, guardián de uno de los vasos canopos. Aunque es cierto que el arquetipo de halcón se debió inspirar, por supuesto, en el halcón peregrino, los estudios realizados sobre amplios conjuntos de momias presuntamente de este animal han podido determinar más de una veintena de especies diferentes de ave rapaz. esta pieza); o de Quebehsenuf, uno de los hijos de Horus, guardián de uno de los vasos canopos. Aunque es cierto que el arquetipo de halcón se debió inspirar, por supuesto, en el halcón peregrino, los estudios realizados sobre amplios conjuntos de momias presuntamente de este animal han podido determinar más de una veintena de especies diferentes de ave rapaz. La representación de la diosa Tueris “La Grande” reúne rasgos humanos (pechos y antebrazos), al tiempo que diferentes partes del cuerpo de animales poderosos y peligrosos: patas de león, cola de cocodrilo, cabeza y torso de hipopótama preñada que, de hecho, es el animal predominante. Los hipopótamos habitan en las tranquilas aguas del Nilo, un entorno que evoca el Nun (es decir, el océano primigenio anterior a la creación). Por lo tanto, Tueris es una diosa relacionada con la inundación y la renovación de la vida. El furor con que la hipopótama puede llegar a defender sus crías, comportó que los egipcios le encomendaran la protección de las mujeres embarazadas y los recién nacidos contra todo tipo de seres malignos y enfermedades. El símbolo Anj (protección) que sujeta delante es un compendio de las facultades de la diosa.
Sarcófago y momia de halcón, 302-30 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías).
Una divinidad de la cual podemos encontrar una representación en granito, perteneciente a la Baja época (715-332 a.C.). El gato, del cual se exponen tres ejemplares, es el animal sagrado de la diosa Bastet. Su culto fue especialmente importante a partir de la dinastía XXII, época en que Bubastis (Delta oriental) se erigió en capital del país.
Tueris, 715-332 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías).
Además de un templo dedicado a la divinidad, en torno al cual se han podido localizar depósitos con incontables figuritas de bronce, miles de felinos momificados formaron parte de la necrópolis de gatos más extensa del antiguo Egipto. La demanda de estos animales, con el fin de utilizarlos como exvotos llegó a ser tan alta que, en muchos casos los gatos eran sacrificados para proceder a su momificación.
Momias de gato, varias épocas (Imagen: Moisés González Sucías). Egiptología 2.0 | 101
Ra y relacionada con las diosas Hathor y Bastet. En la exposición podemos encontrar además una momia de ibis, de las cuales se han localizado miles de ellas en la necrópolis de Saqqara, pero sobre todo en Tuna el Gebel.
Momia de ibis, 715-332 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías).
Se trata de uno de los cementerios de Hermópolis, la ciudad del dios Thot, donde incluso se ha podido documentar la existencia de granjas de estas aves, indispensables a la hora de satisfacer la gran demanda existente por parte de los devotos que costeaban su momificación y su sepultura. Las tomografías de la momia muestran el esqueleto completo del animal, así como numerosas conchas de caracol, las cuales fueron colocadas en el interior de una bolsa a modo de ofrenda de alimento.
Tal como se observa a partir de las piezas expuestas, Hathor puede representarse como una mujer con orejas de vaca. Es la madre protectora; es la nodriza del faraón, a quien amamanta tal y como hizo con Horus (el nombre de Hathor significa “la casa de Horus”); es quien acoge, en la Montaña Tebana, los difuntos al iniciar una nueva vida. Hathor es también la diosa que su padre, el dios Ra, envió a la Tierra con el fin de hacerse respetar entre los humanos; transformada en leona, Hathor provocó una matanza de tal magnitud que tuvo que ser calmada mediante el uso de narcóticos. Tomando como motivo de inspiración el sistro, los egipcios definieron conceptual y artísticamente un tipo original, y particular, de columna, denominada hathòrica. El mango de este instrumento musical vendría a corresponder al fuste de la columna, mientras que la cabeza de la diosa, junto con la parte sonora del sistro, serían el capitel. El rostro de Hathor está formado por una cabeza de mujer con orejas de vaca, su animal sagrado. La co-
Capitel de columna Hathórica, 304-30 a.C. (Imágenes: Moisés González Sucías).
lumna hathòrica fue especialmente utilizada en estructuras relacionadas con el nacimiento divino (los mammisi), así como en templos y capillas vinculadas a la diosa Hathor. Por útlimo destacamos una esfinge con cuerpo de león y cabeza de cerdo, perteneciente al período ptolemaico, adquirida recientemente por el museo. Las denominadas esfinges eran seres imaginarios y de tipo híbrido, es decir, combinaban originariamente el cuerpo de un león sentado con la cabeza del faraón. Con el paso del tiempo, surgieron diversas variantes sobre este modelo inicial, destacando las esfinges de tipo criocéfalo (con cabeza de carnero, otro animal sagrado relacionado con el dios Amon) las cuales fueron utilizadas en las avenidas procesionales vinculadas a sus templos de culto, especialmente los de Karnak y Luxor. En definitiva, una exposición que pretende hacer hincapié en el estrecho vínculo que unía a los antiguos habitantes del País del Nilo con el mundo animal que los rodeaba, a través de más de 70 piezas originales de la Fundación Arqueológica Clos. 102 | Egiptología 2.0
Hoy viajamos a... Bartomeu Egea Resino
Deir el-Shelwit
Exterior del templo de Deir el-Shelwit (Imagen: Bartomeu Egea Resino).
Que ver. Deir el-Shelwit es un antiguo templo egipcio de Isis de época grecorromana. Hoy en día todo lo que queda del recinto original es el pequeño edificio principal y ruinas del propilon o pilono, junto con su muro de cerramiento de adobe y el pozo.
Pilono y detalle del templo de Deir el-Shelwit (Imágenes: Bartomeu Egea Resino). Egiptología 2.0 | 103
El templo tenía un área de 74 x 51 metros; El edificio que podemos ver hoy, es mucho más pequeño, con una superficie de 13 x 16 m. Su entrada está orientada al sur. Las paredes exteriores no tienen mucha decoración, en su lugar, los relieves en el interior están bien conservados. El santuario está rodeado por un pasillo adivinándose alguna capilla lateral así como las escaleras que conducen a la azotea de este corredor. En el lado sur de la pared exterior algunos bloques de piedra al parecer son reutilizados, a juzgar por los relieves, de Medinet Habu. El pilono está situado a 60 metros al este del templo, y está ricamente decorada por todos sus caras. La importancia del templo de Isis de Deir el-Shelwit se debe a la particularidad de ser un edificio religioso muy
Relieve que muestra a Adriano realizando una ofrenda y relieve y detalle que muestra a Amenope (el Dios velado) en el interior del templo de Deir el-Shelwit (Imágenes: Bartomeu Egea Resino). 104 | Egiptología 2.0
tardío, no frecuente en esta zona y no estar asociado a la triada Tebana. De acuerdo con las inscripciones del pilono, la construcción del templo de Isis comenzó a principios del siglo I d.C. Ignorándose la posible existencia de algún edificio anterior en el lugar, especulándose que la construcción del templo se inició bajo el reinado de Nectanebo II y con alguna relación con la antigua deidad Montu. Los relieves del templo datan del periodo grecorromano y son similares a los de Dendera y Philae. En las paredes del templo y del pilono podremos ver los cartuchos de Adriano, Antonino Pío, Galba, Otón, Vespasianus y Julio César.
Relieve de Isis y detalle del interior del templo Deir el-Shelwit y cartel explicativo (Imágenes: Bartomeu Egea Resino).
Como ir. Se encuentra en la orilla oeste del Nilo en Luxor, a 1 km de Malqata y a unos 4 km al sur de Medinet Habu. Se ha de tomar la pista hacia el sur que parte de las taquillas cercanas al templo de Amenhotep III, pasando por la parte posterior del templo de Ramsés III en Medinet Habu y los restos imperceptibles de la antigua Malqata. Taquillas
Templo de Amenhotep III
Medinet Habu
Malqata Medinet Habu
Templo de Deir el-Shelwit
Templo de Deir el-Shelwit
Situación de Deir el-Shelwit y detalle (Imágenes: Google Earth).
Recomendaciones. Los tickets se adquieren en las taquillas que hay en la esquina y enfrente del hotel Marsam. En el sitio podemos encontrar aseos, se trata de una visita de corta duración. Egiptología 2.0 | 105
Serapis: el dios sincrético Verónica Reyes Barrios
106 | Egiptología 2.0
Serapis: el origen de un nuevo dios. Entre los años 332-331 a.C. Alejandro Magno había conquistado Egipto y fundó Alejandría, como resultado se produjo el contacto entre diferentes culturas. El general macedonio había conseguido gobernar un gigante imperio, pero su idea era constituir una monarquía de manera oficial que aunara cada uno de los territorios conquistados. Pero diez años después, en el 323 a.C., Alejandro muere de forma repentina en Babilonia. La consecuencia de su muerte fueron años de interminables guerras entre sus generales, los Diadocos, que como era de esperar, se disputaron los territorios conquistados. Egipto quedó bajo las manos del general Ptolomeo, nombrado sátrapa de Egipto. Éste no dudó en trasladar la capital egipcia de Menfis a Alejandría. Para legitimar el hecho, de manera simbólica, hizo que el sarcófago con los restos de Alejandro quedara depositado en el Sema de Alejandría. No obstante, la constitución definitiva como reino Ptolemaico fue un proceso largo y caracterizado por numerosas guerras. Ptolomeo trató de expandirse hacia Grecia pero fue frenado de sus intenciones por otro diádoco, Antígono, el cual se había denominado Rey. Los demás Diádocos imitaron a Antígono tomando este título. Por lo que Ptolomeo pasó a denominarse Ptolomeo I Sóter (“salvador”), fundando una de las dinastías egipcias más conocidas, la Ptolemaica o Lágidas (por el padre de Ptolomeo, Lagos). Una vez que Ptolomeo consolidó su poder sobre tierras egipcias, introdujo al nuevo dios, pues la nueva capital necesitaba una divinidad tutelar que recogiera, tanto los elementos de la tradición egipcia como ciertos caracteres griegos asimilables por la población helena allí instalada. La mayor parte de la bibliografía coincide en que Ptolomeo tiene la autoría de la introducción de Serapis, pero existe el problema de que los relatos fundacionales no coinciden, debido a que desde esta época no existió unanimidad sobre la procedencia de la divinidad. Una de las versiones que defendían los amigos de Alejandro Magno era que Serapis había viajado desde Babilonia hasta Sínope y de ahí a Alejandría. En egipcio Sínope es Sen-Hapi “morada de Apis” y, en este sentido, Estéfano de Bizancio hace alusión a Sinôpion como una colina en Menfis, donde se desarrollaba el culto de Apis y de Otor-Hapi ante de la llega de los macedonios. Otras fuentes distinguen entre la introducción de la estatua de Serapis a finales del siglo IV y la creación del dios durante el reinado de Ptolomeo II. Mientras que para Plutarco fue inspiración directa de Ptolomeo Sóter, para Tácito fue una iniciativa de su tercer sucesor, Ptolomeo III. En definitiva, y pese a las
distintas versiones, J. Alvar (2001: 59-60) afirma, el poco sentido que tendría llevar en el siglo IV desde Sínope (Helesponto) a Alejandría una estatua de Plutón y que tres décadas después se construyera el culto. Por lo tanto, hay una corriente que afirma que con toda probabilidad, nació por iniciativa de Ptolomeo en el siglo IV a.C. cuya intención era crear un culto híbrido en el que Serapis quedara vinculado a Alejandría y fuera aceptado por griegos y egipcios. F. Cumont habla en su obra Las religiones orientales y el paganismo romano de la existencia de una costumbre indígena, según la cual las dinastías nuevas introducían a un dios. Pero, ¿cuál era la utilidad de esta costumbre? En efecto, tanto a Ptolomeo como a sus sucesores, le sirvió para aglutinar en su persona una cohesión social posible de justificar el poder político y hereditario. Desde época de Alejandro Magno, el inmenso imperio conquistado hizo que se relacionara con los modos de gobiernos piramidales, es decir, aquellos en los cuales la figura del rey se apoya en una ideología que le da la atribución de divino. Existía una necesidad de concentrar el poder político en el soberano, pues quedaba encargado no sólo del orden político sino también cósmico, atribuyéndole así, orígenes divinos. En este sentido, también queda como medio de propaganda. La literatura nos muestra una versión del hecho, por la cual a Ptolomeo Sóter se le apareció el dios Plutón/Hades (dios del inframundo) en sueños y le ordenó que fuera a buscar una estatua a Sínope. Existen controversias sobre el asunto puesto que pese a que Plutarco (Is. 28 = 362 A) afirma que Ptolomeo ve la estatua en sueños; Tácito (Historias, IV, 83-84) no hace referencia a Ptolomeo sino a un joven. La estatua supondría todo un artilugio que atraería lo bueno, pues en propias palabras del dios Hades: “daría prosperidad al reino y llenaría de grandeza y gloria a la ciudad que la poseyera”. Sosibio, un viajero, afirmó haber visto la estatua y Ptolomeo, sin dudarlo mandó a dos enviados, Soteles y Dioniso, a buscarla. Plutarco describe este pasaje del siguiente modo: Ptolomeo Sóter vio en sueños al coloso de Plutón que estaba en Sínope. Ignoraba su existencia, no sabiendo su forma, no habiéndolo visto jamás. En esta visión le ordenó el dios hiciera transportar lo antes posible esta gigantesca figura a Alejandría. Ptolomeo, ignorando como ignoraba el lugar en que se erigía, se encontró en apuro y, al relatar la visión a sus amigos, halló entre ellos un hombre llamado Sosibios que había viajado mucho. Éste declaró que en Sínope había visto un coloso parecido al que el rey vio en su sueño. Entonces Ptolomeo envió a Soteles y Dioniso, y estos dos hombres, tras muchas penas y largo tiempo, a pesar de contar con la ayuda de una Egiptología 2.0 | 107
providencia divina, consiguieron llevarse furtivamente al coloso. Tan pronto fue visible aquella figura transportada, Timoteo y Manetón el Sebenita conjeturaron por el Can Cerbero y la serpiente que poseía como emblemas, que se trataba de la estatua de Plutón, persuadiendo a Ptolomeo que no representaba a otro dios sino a Serapis. En el lugar de donde venía no llevaba ciertamente este nombre, pero una vez transportado a Alejandría se la designó de este modo, puesto que recibió por parte de los egipcios el nombre de Serapis, que es precisamente del que se sirven para designar a Plutón (Is. 28=362 A). En el relato además se hace mención a los que, por una parte de la historiografía, consideran los posibles teólogos del invento; el sacerdote egipcio Manetón (del templo de Isis en Sabenitos) y el sacerdote griego Timoteo (iniciado en los misterios de Eleusis). Manetón contribuyó a la transformación de Osiris, pero para ello necesitó de la ayuda de alguien que conociera bien la religión griega y los misterios eleusinos, así que quién mejor que un sacerdote iniciado en cultos griegos mistéricos, por lo que hace su aparición la persona de Timoteo de Eleusis. El sacerdote egipcio tomó las pautas de ambos cultos e introdujo en el culto egipcio elementos de los misterios eleusinos. Se trataba de helenizar al dios pero con rasgos egipcios para que fuera aceptado por ambas culturas, como
Cabeza de Serapis. Mármol. Museo del Louvre (Imagen: Wikimedia Commons).
hemos comentado más arriba; pero como todo proceso, la transformación no se produjo inmediatamente, sino que se fueron introduciendo poco a poco nuevos componentes. Isis y Osiris estaban circunscritos al ciclo vegetativo a través de la resurrección de Osiris; es decir, el dios quedó vinculado al momento en que la tierra queda muerta (el invierno). Pero la nueva pareja formada por Isis y Serapis representaban a Alejandría. Isis como madre protectora de la familia, los partos, la vida doméstica y matrona del ciclo agrario. Pero a Serapis era necesario darle una imagen propia, por lo que sus creadores formularon una fusión entre el dios Osiris y Apis, de hecho la etimología del nombre supone una simbiosis entre ambos dioses que deriva de la transcripción del griego al egipcio de Osor-Ha u Osiris-Apis (constituye a un Apis convertido en Osiris). Al principio, en Egipto se hacía referencia al culto de Oserapis y los griegos helenizaron el nombre bajo Sarapis. También los cristianos darán significación al nombre como “José, hijo de Sara”.
Busto de Serapis (Imagen: Wikimedia Commons). 108 | Egiptología 2.0
El dios buey, Apis, era venerado en el templo de Ptah (Menfis). Se seleccionaba un buey sin manchas, debido a la idea de pureza, y se le adoraba. Después de muerto recibía un funeral y enterramiento divino. Apis simboliza la fecundidad a través de la representación del toro y Osiris lo funerario, la fertilidad y la protección de la realeza. Con el tiempo se
terminó identificando a Apis con Osiris. Y a su vez, quedó difundido entre griegos y egipcios la idea de que Serapis era la versión helenística de Osiris. Sin embargo, Osiris continuó apareciendo como dios de la muerte, ritual y mito; mientras que Serapis como dios sanador y oracular que se manifestaba a través de sueños proféticos. Atribuciones. Serapis representa a su vez a Hades/Plutón, Zeus/ Júpiter, a Helios/Apolo (Helioserapis), Dioniso/ Bacos y a Ammón. Del dios Hades toma el aspecto y parte de las características de dios del Inframundo, la comparación fue señalada por Heráclides del Ponto y Arquémaco de Eubea; con Helios se le relaciona por ser dios del sol y con Zeus y a Amón se le asocia por su relación con los cosmos. En las atribuciones de los dioses griegos se aprecia la influencia de Manetón. De hecho, en Quintanilla de Somoza (León) se descubrió un texto epigráfico en 1876 en el cual aparece: “Uno, Zeus, Serapis, Iao”. A Serapis se menciona a veces como “Señor” o “El que está en las alturas; el Altísimo”.
estudios, se empiezan a representar serpientes sagradas con cabeza de Serapis. Es importante tener en consideración que la figura de la serpiente en el Antiguo Egipto era símbolo de gobernación, el uaraeus utilizado en la iconografía de los faraones. Se sabe que se trata de Serapis porque aparecen también serpientes con la cabeza de Isis y en monedas de época de Adriano. Algunos autores consideran que el sincretismo entre Agathos Daemon y Serapis se produciría en este momento. Al igual que Isis y Osiris concentraron a las divinidades locales egipcias, Isis y Serapis también concentraron en sus respectivas personas a varias divinidades. Heródoto (I, 23) afirmó: “No todos los egipcios adoraran igualmente a los dioses, salvo a Isis y Osiris […]” (López, 1992:161). La pareja comienza a representarse con rasgos propios de la iconografía helenística. Se encarga a Briaxis, escultor griego, que elabore el aspecto del nuevo dios. La mayor parte de la historiografía atribuye la escultura a Briaxis, pero existe el problema que la actividad del autor es anterior al modelo en sí, por lo que pudo ser una inspiración de una obra suya o de un autor homónimo.
Además, al tomar formas rituales propias de los misterios eleusinos resultaron atractivos para los griegos, lo que facilitó su aceptación. Como divinidad de Alejandría se tomaron cualidades del Agathos Daemon, la serpiente sagrada que se caracterizaba por proteger las casas y que murió por los trabajos realizados al fundar Alejandría. Como consecuencia de su muerte, Alejandro creó un templo en su honor y se difundió su culto. A partir de cierto momento, no concreto aún en los
Isis amamantando a Harpócrates, fresco copto, Egipto (Imagen: Alvar, 1995: 488).
Agathos Daemon entre Isis y Serapis. Delos (Imagen: Ruiz, 2008: fig. 55).
De cualquier modo, la escultura muestra la imagen de Serapis entronizado propio de la cultura griega; por ejemplo, fue muy característica de la representación de Zeus y Hades, pero con el Kalathos (cesto con frutos que fueron regados por el Nilo, símbolo de abundancia). Se le representa como un hombre adulto y a veces aparece con el Can Cerbero (perro de tres cabezas que actuaba como guardián del Inframundo) La estatua se caracterizaba por su construcción con madera, metal y piedras preciosas que daban a la estatua color. El cetro era de oro, de plata la ropa y las sandalias. Isis adquiere rasgos de Egiptología 2.0 | 109
la iconografía de Tyche/Fortuna, Deméter o incluso Afrodita. A Isis y Serapis se les representa a veces en familia con el dios Harpócrates (Horus niño), que en ocasiones aparece en el regazo de Isis mientras se amamanta. El mito. El mito de Isis y Osiris, del que se fundamenta Serapis, pertenece al período predinástico; aunque el mito tradicional es de la religión egipcia antigua. Hay diferentes versiones, pero la más conocida es la que realizó Plutarco en el tratado Sobre Isis y Osiris que escribió aproximadamente en el año 118 d.C., basado en la información que recoge este autor de las fuentes antiguas egipcias y clásicas. Su mito es transcendental para entender la importancia que supuso. Seb y Nut tuvieron los siguientes hijos: Osiris, Set, Neftis e Isis. Osiris era el dios solar y de la trasformación de la naturaleza. Civilizó a la humanidad, les enseñó la agricultura y gobernaba Egipto haciendo reinar la justicia, junto a su hermana y esposa Isis (arquetipo de esposa y madre); ambos representaban el bien.
Cabeza de Serapis. Mármol. Museo del Louvre (Imagen: Wikimedia Commons).
En cambio, se produce una lucha de contrarios, porque por otro lado, se encuentran sus otros dos hermanos; Set (Tifón en griego, personifica la oscuridad) y su esposa Neftis (representa la naturaleza). Las relaciones endogámicas servirán para
justificar con posterioridad los casamientos entre los hermanos faraones. Ptolomeo Filadelfo se casa con su hermana, imitando a Isis y Osiris, dioses que representan la soberanía. Por los tanto, los hijos del rey se identifican con Horus. Set envidiaba a Osiris, pues la hegemonía de éste era clara y tras varios intentos, consigue engañarlo para que se meta en un sarcófago de oro. Para ello prometió a los presentes que tan atractivo objeto quedaría en propiedad de aquel con quien coincidieran las medidas de dicho sarcófago. Cuando Osiris entró en él, Set lo selló y lanzó al Nilo, provocando su muerte. El sarcófago navegó desde el Mediterráneo hasta Biblos (Siria). Isis haciendo uso de la magia blanca encontró el cuerpo y cuando fue recuperado en Biblos, Set se enojó y lo descuartizó en catorce trozos (veintiséis según Diodoro, I, 87, 2-3) que arrojó por distintos paraderos de Egipto. Así, comenzó el duro peregrinaje de Isis en búsqueda de cada uno de los pedazos de Osiris. Cuando cada uno de los pedazos fue recuperado (excepto el miembro viril) lo resucitó con el halo de la vida. Pese a que Osiris renace lo hace en el mundo subterráneo por lo que se convierte en el protector de los difuntos. En la historia es significativa la participación de Anubis, hijo de Osiris con Neftis, que es representado con cabeza de perro y que ayudó a la búsqueda a través de su olfato. Durante el peregrinaje de Isis le acompaña y tras la resurrección de Osiris, pasará a ser el compañero de los muertos en su viaje hacia el más allá y preside los embalsamamientos. Algunas versiones también muestran a Neftis, como en los papiros, ayudando a Isis en la resurrección y búsqueda de Osiris. Isis antes de que ocurrieran los citados hechos estaba embarazada, por lo que dio a luz a Horus. Horus será el vengador de su padre, por lo que se enfrentó a Set. Se produjo una trágica lucha entre los dioses, en la cual Horus pierde su ojo y será la representación del disco solar. Así Osiris que hasta el momento representaba al disco solar pasará a Horus, que será el encargado de restablecer el orden. Set queda como la representación del crepúsculo e Isis de la luna. 110 | Egiptología 2.0
Osiris-Nepra brota del trigo como resurrección (Imagen: Wikimedia Commons).
Se explica, a través del mito, el ciclo anual y las relaciones de los astros. Esto queda vinculado con el ciclo vegetativo ya que Osiris aparece como dios vegetal personificando el suelo fértil; al morir y resucitar reproduce el ciclo biológico. Pero además, quedó como prototipo de la justicia, siendo el juez en el juicio realizado en el más allá. De ahí, la importancia que tomaron los textos del Libro de los Muertos que tenía que llevar el difunto en su tumba. Set, sin embargo, personificaba el desierto y la sequedad. Pero, además, con el mito se transmiten una serie de valores sobre la estructura familiar de cuya unión, encuentra las soluciones, para evitar luchas entre sus miembros.
Bibliografía
Sobre el autor
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, J. M. (2000). ‘‘Objetos e iconografía egipcia en el mundo colonial e indígena del Extremo Occidente’’. Arte y sociedad del Egipto antiguo. Ensayos, 171, 185-203.
Nació en 1987 en Las Palmas de Gran Canaria. Se graduó en Historia en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y realizó un máster interuniversitario en Religiones y Sociedades en la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).
ALVAR, J. (1995). “Los cultos egipcios”, Cristianismo primitivo y religiones mistéricas, capítulo XXI, Madrid: Cátedra, pp. 479-498. ARROYO DE LA FUENTE, Mª A. (1999). “Isis y Serapis, legitimadores de la realeza en época Ptolemaica”, Boletín de la AEDE, pp. 157-174. CUMONT, F. (1987). Las religiones orientales en el paganismo romano. Akal Universitaria. Madrid. FRASER, P. M. (1960). “Two Studies on the Cult of Sarapis in thee Hellenistic World”, Opuscula Atheniensia, 3, pp. 1-54.
En el trabajo fin de grado se centró en la figura de Serapis; mientras que en el trabajo de fin de máster en la de Osiris. Actualmente, está realizando el doctorado Islas Atlánticas: Historia, Patrimonio y Marco Jurídico en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Su propuesta de tesis es realizar una comparación entre los dioses Serapis y Osiris. Además, ha realizado cursos sobre religión egipcia en el Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía de la Universidad de Murcia.
LÓPEZ SALVA, M. (1992). “Isis y Serapis: Difusión de su culto en el mundo grecorromano”, Revista de filología clásica, 6, pp.161-192. PEREA S. y MONTERO, S. (2001). “La misteriosa inscripción hispana a Zeus, Serapis y Iao: su relación con la magia y con la teología oracular del Apolo de Klaros”, Entre Occidente y Oriente. Temas de historia romana: aspectos religiosos, pp. 64-94. Egiptología 2.0 | 111
Todos los números de Egiptología 2.0 en: http://egiptologia20.es/descargas 112 | Egiptología 2.0
Novedades Editoriales La Dama del Nilo Autor: Pauline Gedge
La arqueología de la conciencia
Traductor: Nora Watson
Autor: Guillermo Caba Serra
Idioma: Castellano
Idioma: Castellano
Año: 2017
Año: 2016
Editorial: Pàmies
Editorial: La Tempestad
ISBN: 9788416970230
ISBN: 9788479481360
Mil seiscientos años antes que Cleopatra, reinó en Egipto Hatshepsut, una mujer extraordinaria por su inteligencia y su belleza, y también por ser la primera de la historia que gobernó en un mundo dominado por los hombres. Según la tradición secular, los faraones de Egipto solo podían reinar si se casaban con una mujer de sangre real que, mediante el matrimonio, otorgaba al hombre la condición de soberano. Tan arraigada costumbre iba a romperse por primera vez hace treinta y cinco siglos, cuando el faraón Tutmosis I dictaminó que su hija Hatshepsut, de quince años, fuera consagrada primera emperatriz de la historia de Egipto. Hábil en la administración, audaz en la guerra y, sobre todo, entregada a su tierra y a su pueblo, la dama del Nilo supo defenderse de los celos y la insidia de sus enemigos y mantener el poder del imperio en el apogeo de su gloria. Su azarosa vida, llena de apasionados amores y brillantes éxitos militares, nos la relata con gran realismo Pauline Gedge. Pauline Gedge (Auckland, Nueva Zelanda), una escritora que cultivó también la poesía durante muchos años, aunque nunca llegó a publicar sus trabajos. Fue ya bastante tarde cuando se dedicó a la novela histórica inspirada en el Antiguo Egipto con alguna incursión en el campo de la ficción contemporánea. “La Dama del Nilo” es precisamente su “opera prima” con la que ganó el concurso de nuevos novelistas de Alberta en 1977. Otras conocidas obras suyas son “El águila y el cuervo”, premio Jean Boujass y de la Société des Gens de Lettres en France, y “El Faraón”, mejor novela del año de la Asociación de Escritores de Alberta.
Desde una perspectiva totalmente innovadora, al tiempo que rigurosamente científica, Guillermo Caba nos propone un viaje apasionante a través de la Gran Pirámide de Giza, del mundo sumerio y acadio, de la tradición hindú, del paganismo de Siberia, del Islam de Samarcanda, y del mundo precolombino maya y azteca. Caba aborda estas tradiciones a través del testimonio de un ser excepcional, el místico hindú Sri Ramana Maharshi, y los datos que hoy nos aportan la astrofísica, la investigación clínica y la neurología. El resultado es una travesía, pero no hacia tierras desconocidas, sino hacia territorios cuya existencia hace ya tiempo habíamos olvidado, y que nos hablan del origen y del destino que todos los seres humanos compartimos más allá de nuestras limitaciones físicas. La llave que ha encontrado este investigador permite entender no sólo el fundamento de las distintas tradiciones sagradas sino también el relato absurdo, presente en todas ellas, del Diluvio Universal. Una llave, en definitiva, a través de la cual podemos comprender cómo estos legados milenarios están cargados de un significado que aúna una sencillez y una profundidad insondables. Y es que las respuestas que se aportan en esta obra están insertadas en medio del silencio del que pende, con un hilo muy fino y tremendamente frágil, el yo de cada uno de nosotros. Guillermo Caba Serra nació en Sabadell en 1968. Licenciado en periodismo por la UAB y diplomado de posgrado en comunicación científica por la UPF, se especializó en la elaboración de informaciones de temática científica y de investigación y colaboró en diferentes medios de comunicación de Barcelona. La elaboración de este La arqueología de la conciencia es fruto de la decisión que tomó en el año 2001 cuando decidió aparcar su actividad como periodista. Egiptología 2.0 | 113
Noticias La enésima vida del templo de Tutmosis III. Cuando la arqueóloga sevillana Myriam Seco comenzó, hace ya nueve años, sus excavaciones en Luxor, apenas parecía quedar nada del templo funerario de Tutmosis III, convertido en una colina llena de piedras. En la orilla oeste del Nilo, y frente al pico Qurna, se había levantado una vez el Templo de Millones de Años del faraón conocido como ‘’Napoleón egipcio’’, pero nadie lo había investigado a fondo. Arqueólogos hicieron una tentativa en 1906, para después abandonarlo. En las manos de Seco y su equipo, el yacimiento ha demostrado ser fecundo como
Vista aérea de la zona de excavación (Imagen: Tutmosis III Temple Project).
nadie esperó: el templo y varias necrópolis abarcan más de 1.500 años de historia del Antiguo Egipto.
‘‘No esperaba que iba a ser tan rico. Era un descampado lleno de basura’’, comenta Seco mientras guía el camino a través de los muros de adobe que perimetran el templo donde se afanan durante tres meses una veintena de expertos de diferentes especialidades, así como más de 150 trabajadores locales. Si en su primerísima semana, allá en 2008, encontraron una suerte de almacén donde los arqueólogos anteriores habían acumulado decenas de fragmentos de muros y relieves -’’fue como una señal’’- la campaña de 2016 acabó con un muy buen sabor de boca: en noviembre encontraron un bellísimo y bien conservado cartonaje de momia e investigan ahora un complejo funerario que guarda más de una decena de momias en su depósito. El descubrimiento de la tumba con el cartonaje, que el equipo estima provisionalmente en el Tercer Período Intermedio, amplía aún más los años de vida del yacimiento, que comienzan con una necrópolis de fosas simples y humildes (dinastía XI) y una segunda necrópolis justo bajo el suelo del templo, con tumbas de pozo y pasillo (Imperio Medio, dinastías XII y XIII). ‘‘Prefería un templo, y al final salió una necrópolis’’, bromea Seco. Con gestos y un torrente de explicaciones, la egiptóloga dibuja cómo era el templo; un pilono de adobe, al otro lado de la carretera del siglo XX, y una muralla de adobe encalada en blanco. ¿Cómo se sabe que era blanco? Seco muestra una zona donde todavía se conservan restos de las diversas capas de cal que lo pintaron. Tras él se avanza hasta un segundo patio: en su momento, ocho árboles persea ofrecieron algo de sombra.
Myriam Seco (Imagen: Manuel González Bustos).
En una campaña anterior, Seco encontró hojas, raíces y tierra fértil en los agujeros, de más de 9 metros de profundidad. Ha pedido permiso para volver a plantarlos, que de momento le ha sido denegado, aunque insistirá: el uso de árboles le da al templo una característica bien distinta a los
de otros, diseminados a la orilla del río Nilo. Una rampa daba acceso a una nueva plataforma, flanqueado por un pórtico de estatuas -quedan sus bases- precediendo al peristilo, capillas y santuarios. Los relieves de arenisca que adornaban las paredes, aún hechos pedazos, cuentan la historia de Tutmosis, el ‘‘Napoleón egipcio’’, por sus campañas militares, desde sus cacerías de elefantes en Asia (área de la actual Siria) hasta la pleitesía de los nubios del sur. 114 | Egiptología 2.0
A lo lejos, se oye el esporádico ‘‘clinc-clinc’’ del equipo de trabajadores que talla la piedra caliza que se colocará en parte del suelo, reconstruido para que los turistas puedan imaginar cómo fue el templo. ‘‘¡Alhamdulilah! (Gracias a dios)’’, gritan cuando logran desplazar una pieza especialmente grande. El proyecto de convertirlo en un museo, que el equipo de Seco tuvo muy presente desde el principio, empieza a dibujarse y deja ver lo que será en 7-8 años: un puzle de épocas conviviendo en una misma parcela, un museo al aire libre donde el turista «caminará sobre los muros» de adobe y podrá asomarse a las tumbas del patio. Sobre el muro original, han levantado una ‘‘hilada de sacrificio’’ que realza el elemento arquitectónico, hasta entonces devorado por la arena. La ingenua incredulidad de que muros tan altos hayan logrado preservarse resulta injustificada cuando Agustín Gamarra, ‘‘el experto adobero’’, muestra hasta dónde llegaba el último ladrillo de barro original conservado. En el exterior del templo, una charca de barro y la sabiduría de los locales son la génesis de los nuevos ladrillos de adobe ‘‘fabricados con los mismos materiales’’: barro, paja (utilizan fibras largas, de caña de azúcar) y secarse al sol. Siguiendo el ‘‘libro’’ de los perfiles estratigráficos, los arqueólogos rastrean los distintos niveles del suelo, que permiten seguir las sucesivas vidas del templo, centro religioso pero también económico e, incluso, residencial. El templo, de la dinastía XVIII e iniciado en los años de la Hatshepsut, corregente del entonces faraón niño, tenía mucha actividad, como demuestran los miles de vasijas de ofrendas desechadas junto al muro exterior, el particular ‘‘basurero’’ del complejo. Se mantuvo en activo casi los 50 años de gobierno de Tutmosis III, pero también durante el reinado de su hijo, Amenofis II.
Detalle de una de las piezas halladas en el templo decorada con jeroglíficos (Imagen: Alicia Alamillos).
El equipo de Seco ha encontrado además unas habitaciones anexas, esta vez de época ramésida (dinastía XIX). Precedida por un dintel y una jamba blanca decorada -cuya copia se puede ver in situ, el original
está en el museo de Luxor, donde también se exhiben joyas, marfil y cuchillos mágicos encontrados en las tumbas- está la casa de Jonsu, ‘‘sacerdote de Menkheperrá’’ (Tutmosis III).
‘‘Con el descubrimiento de esta casa, aclaramos un enigma histórico. Jonsu fue sacerdote en tiempos de Ramsés II que ejerció en el propio templo de Tutmosis III’’, señala Javier Martínez Babón, epigrafista y egiptólogo de la excavación, lo que demuestra que, más de una decena de faraones después, seguía habiendo actividad religiosa en el complejo. Una vez abandonado e incluso saqueado por otros faraones, que se fueron llevando las piedras, el yacimiento alojó sucesivas necrópolis de periodos más tardíos (dinastías XXI-XII y dinastías XXV-XXVI). Bajo una sombrilla, Babón se afana en documentar cada pieza ‘‘con algo de relevancia’’ que escupe el yacimiento. Resulta, según dice y se puede apreciar, ‘‘un trabajo ingente’’. La riqueza del yacimiento provoca que las ramas de investigación, más allá de la mera excavación, se multipliquen. Durante los tres meses de campaña conviven epigrafistas, arqueólogos, restauradores y gente de la rama de Bellas Artes y documentación. El proyecto cuenta con un convenio con la Universidad de Granada y con la Universidad de Tübingen (Alemania), segunda alma mater de Seco. Se estudia y se restauran las estructuras y las tumbas, pero también se pone un ojo en las momias encontradas, más de un centenar desde que comenzaron la excavación en 2008, financiada por la Fundación Botín, Banco Santander, Cemex y Cajasol.
‘‘El templo está volviendo a la vida’’, aprecia el arqueólogo Ibrahim Noureddine, antes de adentrarse de nuevo en el pozo que conduce a ‘‘su’’ tumba. Con una riqueza que pocos esperaban, Thutmose III Project ‘‘es un proyecto que ha adquirido una dimensión muy notoria. Era un pedregal, no se veía absolutamente nada. Da mucha satisfacción verlo ahora’’, rezuma entusiasmo Babón. El pasado 15 de diciembre, Seco echó el cierre a la novena campaña. Le esperan otros 9 meses de investigación y publicación del infinito material hasta regresar, Egiptología 2.0 | 115
un año más, a Luxor. Tutmosis III, faraón de la XVIII dinastía, llegó al trono egipcio apenas a los 9 años de edad, tras la prematura muerte de Tutmosis II. La esposa de su padre, Hatshepsut, no quiso limitarse a ejercer de regente: cuando Tutmosis era todavía un adolescente, Hatshepsut lo apartó a un lado y se nombró faraón con pleno derecho. No fue hasta la muerte de la reina años después cuando Tutmosis III pudo sentarse cómodamente en el trono egipcio. Durante sus casi 60 años de reinado, Tutmosis III organizó 17 ambiciosas campañas militares que ampliaron y consolidaron el imperio egipcio hacia el sur, sometiendo a los nubios, y hacia el este. Los carros de guerra de Tutmosis cruzaron el Eúfrates y recorrieron Siria, Palestina y Líbano. Con los ingresos de sus conquistas construyó numerosos templos y obeliscos cuajados de imágenes de sus victorias militares. Recibió el apelativo de ‘‘El Grande’’.
Tutmosis III (Imagen: Wikimedia Commons).
Hallan numerosas tumbas de los reinados de Tutmosis III y Amenofis II. Un suculento filón ha aparecido al abrigo de la ladera norte de Gebel al Silsila, un yacimiento ubicado a unos 65 kilómetros de la ciudad egipcia de Asuán. Una misión sueca ha hallado entre los recovecos de una docena de tumbas excavadas en la roca un tesoro con restos de ovejas, cabras, un par de percas del Nilo y un cocodrilo esparcidos junto a esqueletos humanos de niños y adultos. Un formidable descubrimiento que se remonta a la época en la gobernaron los faraones Amenhotep II y Tutmosis III y que devuelve la vida a un terruño poco estudiado hasta ahora. Los enterramientos cambian el mapa conocido de la necrópolis, célebre por sus canteras de piedra arenisca de la que proceden los colosos de Memnón. Los arqueólogos de la Universidad sueca de Lund han localizado hasta doce tumbas horadadas en la colina y tres criptas que albergan dos nichos usados para ofrendas, una tumba destinada a animales y tres sepulturas individuales de niños. Tumba excavada en la piedra arenisca de Gebel el Silsila (Imagen: The Gebel el Silsila Project).
Según John Ward, codirector de la misión que ausculta una extensión de veinte kilómetros cuadrados, la ma-
yoría de los enterramientos fueron saqueados en la antigüedad y habían permanecido sepultados bajo tres metros de sedimentos del Nilo y desechos de una cantera cercana.
”Las estratificaciones son fáciles de identificar y proporcionan una gran cantidad de información sobre la forma en la que se depositaron los escombros. Nos ofrecen una visión cronológica del área”, subrayó el experto a propósito de un hallazgo anunciado el pasado mes de enero por el ministerio de Antigüedades egipcio. Las piezas desempolvadas están datadas del Imperio Nuevo (1539-1075 a.C.). 116 | Egiptología 2.0
Restos humanos hallados en las tumbas excavadas en la roca de Gebel el Silsila (Imagen: The Gebel el Silsila Project).
Durante la última campaña el equipo europeo ha levantado acta de tres enterramientos distintos: una cripta cortada en la roca, una tumba poco profunda rellena de piedras y otra oquedad en la que se han hallado varios niños envueltos en tejidos y colocados dentro de un ataúd de madera junto a amuletos (entre ellos, la figura de Bes, el dios protector del hogar y los menores de edad representado como un genio enano, barbudo y melenudo), collares, recipientes de cerámica y piedras coloreadas. Entre los descubrimientos, también figuran una docena de esqueletos de ovejas y cabras; un pareja de parcas del Nilo (un pez que puede alcanzar los dos metros originario de la actual Etiopía) y el armazón casi completo de un cocodrilo adulto, sito sobre el suelo de un patio que antecede a la tumba ST27.
la mayoría de los restos óseos rescatados certifican la buena salud de los difuntos con escasas señales de malnutrición e infecciones. Las fracturas de huesos de grandes dimensiones y el desarrollo de los músculos sugieren, en cambio, un entorno laboral exigente e intensivo que contaba con un atención médica eficaz a decir por el estado de curación de las lesiones. La aventura de arrojar nueva luz sobre la necrópolis arrancó en 2012. Desde entonces los egiptólogos han rescatado del olvido los restos del templo de Jeny (”lugar de remar”, como era conocido el páramo en el Antiguo Egipto) que podría pertenecer a Sobek (la deidad cocodrilo que creó el Nilo).
Junto a esta colección de animales que guardó el tiempo, han aparecido sarcófagos de arenisca; ataúdes de cerámica pintados; cartonajes; envolturas textiles y orgánicas; platos y vasijas de cerámica, joyas, amuletos y escarabajos. Todo un universo de objetos faraónicos desperdigados entre restos de sus antiguos dueños. Para el director de las Antigüedades de Asuán, Naser Salama, los múltiples enterramientos ubicados en la misma cámara, con individuos de edades y sexo diferentes, pertenecerían a familias completas. “Indican la vida familiar que existió en Al Silsila”, esbozó el funcionario. El proyecto trata ahora de desentrañar datos de la vida de sus moradores. Según María Nilsson, codirectora de la expedición,
Escarabeo hallado en una de las ofrendas (Imagen: The Gebel el Silsila Project). Egiptología 2.0 | 117
En 2015, durante un examen inicial, el equipo detectó 43 tumbas en el perímetro y se descifró su estructura de cámaras, patios y puertas de acceso. Cinco de las sepulturas halladas fueron sometidas a estudio: se les retiró la arena y la capa de sal que se había depositado sobre ellas. Ocho meses después, los expertos comprobaron que el estado de conservación de las paredes externas e internas y parte de las estancias había mejorado y la exposición al sol había secado la humedad. En busca de los tesoros ocultos en el sótano del Museo Egipcio de El Cairo. Han permanecido durante décadas arrumbados en los lúgubres sótanos del museo de Antigüedades egipcias de El Cairo, sepultados por el polvo y el abandono. Jamás han visto la luz pública, castigados en la bodega del mayor centro de arte faraónico del planeta.
Ataúdes depositados en el sótano del museo (Imagen: Ministry of Antiquities).
Ahora un proyecto se ha propuesto rescatar más de 600 ataúdes de madera en un acto de justicia poética que promete suculentas sorpresas para los investigadores y amantes del Antiguo Egipto. ”Estamos impacientes por comenzar la tarea. Esperamos muchos y buenos resultados”, reconoció Moamen Ozman, jefe del departamento de conservación del museo entre las salas
atestadas de piezas y visitantes, el escenario donde se presentó el paso mes de enero una iniciativa financiada con los 130.000 dólares (unos 121.000 euros) desembolsados por el Fondo del Embajador para la Preservación Cultural, un programa de la unidad de asuntos educativos y culturales del Departamento de Estado estadounidense. La labor, que se desarrollará a lo largo de los próximos dos años, desempolvará más de 600 sarcófagos de madera que se hallan actualmente repartidos entre el sótano y el almacén de la tercera planta del centro. “Son ataúdes procedentes, en su mayoría, de excavaciones arqueológicas. Son de épocas y procedencias diferentes, lo que hace de éste un proyecto realmente apasionante”, desgranó Ozman. Las piezas serán sometidas a un pormenorizado estudio por un equipo multidisciplinar de 35 empleados del museo asistidos por expertos llegados de Estados Unidos, Reino Unido e Italia.”Nos vamos a centrar primero en la documentación y conservación de los ataúdes. Es un reto enorme porque analizaremos, fotografiaremos e investigaremos cada uno de los sarcófagos”, admite el especialista que llegó al departamento para borrar el recuerdo de la chapuza que en 2014 hirió la máscara dorada de Tutankhamón. “Todos gozarán de un estudio de documentación completo pero la restauración solo afectará a entre 15 y 20 ataúdes”, apostilló. Desde su fundación, allá por 1902, las misiones arqueológicas que pueblan la tierra de los faraones han nutrido los gigantescos fondos de un museo que es, en sí mismo, un enorme almacén. Un absoluto caos campa a sus anchas por sus estancias, abarrotadas y anticuadas. Los objetos languidecen pobremente identificados por leyendas escritas aleatoriamente en árabe, inglés o francés. Una situación aún más precaria sufren las bambalinas del centro, un universo del que susurran maravillas quienes han tenido el privilegio de transitarlo. ”Hay miles de objetos en el sótano. No tenemos una cifra exacta”, balbuceó Ozman, feliz por “las dimensiones nunca vistas del proyecto”. “Los ataúdes, una vez restaurados 118 | Egiptología 2.0
Ataúdes depositados en el sótano del museo (Imagen: Ministry of Antiquities).
y catalogados, estarán disponibles para los investigadores y el público en general. Es algo formidable porque significa que personas de todo el mundo podrán descubrir y apreciar este patrimonio”, subrayó Martin Perschler, director del fondo que sufraga esta misión faraónica. “Una de las preocupaciones es el entorno en el que se hallan los sarcófagos. Un traslado inmediato a otro lugar podría tener un efecto negativo sobre su preservación”, advirtió el estadounidense. Además de reparar el agravio histórico, el proyecto también transformará el agreste subterráneo del museo en un páramo más habitable. “Vamos a examinar las condiciones del sótano, su nivel de humedad y temperatura, para mejorar el ambiente”, avanzó el máximo responsable de la conservación del museo, pendiente del profundo remozado que las autoridades locales han prometido coincidiendo con la la inauguración en 2018 del Gran Museo Egipcio en las inmediaciones de las pirámides de Giza. El proceso de salvación de un tesoro hasta ahora oculto abrirá la puerta a nuevos hallazgos. “Tenemos alguna información. Sabemos que hay una colección de ataúdes de una sacerdote de la dinastía XXI pero hay cientos más que jamás han sido exhibidos”, comentó Ozman. “Hay féretros pintados y otros sin decoración. Lo que es seguro es que habrá sorpresas. Quizás seamos capaces de identificar la propiedad de algunos de ellos; descubrir piezas relacionadas o poner nombre a sus antiguos moradores. Es una misión apasionante”, concluyó. ‘‘Egipto abrirá nuevas tumbas.’’
Mohamed Yehia Rashed, ministro de Turismo de Egipto (Imagen: Aitor Flores / Idealmedia).
En plena vorágine de Fitur, la Feria de Turismo de Madrid en la que los actos promocionales de los países visitantes se suceden a velocidad de vértigo, destacaba la predisposición mostrada por el ministro de turismo de Egipto para responder unas preguntas. Su voluntad por cumplir la agenda y cuidar al detalle el encuentro con la prensa denotaba la urgencia e interés del país por desterrar los fantasmas del terrorismo que han alejado al turismo internacional de sus monumentos y pirámides.
“En esas estamos”, reconoce Mohamed
Yehia Rashed. “Nuestra prioridad es recuperar el volumen de visitas perdido por los años de turbulencias políticas y ataques terroristas vividos desde 2010. La industria turística egipcia es vital para la economía del país. Pero, por suerte, el interés turístico por Egipto sigue intacto”, insistía Yehia. “Para ello debemos trabajar tanto en los mercados tradicionales como en los emergentes. Son objetivos ambiciosos, hablamos de doblar las visitas del año pasado y recuperar los 10 millones de visitantes”. En ese sentido el ministro desgranaba los flancos a atacar: “La aproximación tradicional sigue siendo válida y seguimos trabajando en ella mediante una estrategia de contacto cotidiano. Pero también se le ha sumado una aproximación basada en la tecnología, en los conocidos como e-channels, desde el marketing digital hasta el e-commerce. Y en eso llevamos trabajando ya un tiempo. En depurar, perfeccionar e interrelacionar estas herramientas para empezar a recuperar las cifras de hace unos años”. “De hecho ya existen algunos indicadores que lo confirman, especialmente en la segunda mitad de 2016 en la que hemos registrado importantes resultados”, reconocía con esperanza. Rusia, Alemania e Inglaterra son los principales caladeros en los que pescar. Según los datos del estudio BBVA Research, cerca de 11 millones de sus turistas cambiaron destinos como Túnez, Egipto o Turquía por otros más ‘‘controlados’’ como España tras el estallido de las revueltas de la Primavera Árabe. De ahí que la palabra ‘‘seguridad’’ fuese la que más veces pronunció el ministro durante la entrevista. “La situación está totalmente controlada. Hemos instalado nuevo equipamiento en los aeropuertos que otorgan un enfoque vanguardista y tecnológico a la seguridad”, decía el ministro Yehia, que hablaba de un “gasto significativo que también incluye un programa de especialización de Fuerzas de seguridad específicas para zonas turísticas y complejos hoteleros, así como la instalación de videocámaras en las carreteras”. ¿Cómo espera Egipto reactivar el turismo en las zonas amenazadas y atacadas por grupos terroristas, como Egiptología 2.0 | 119
las legendarias pirámides o la península del Sinaí? “Ese no es el principal problema”, cortaba de raíz Yehia para ahuyentar cualquier fantasma. “Porque las zonas en las que el Ejército está combatiendo el terrorismo están lejos, muy lejos de las áreas turísticas. De hecho, me gustaría recalcar que lo que estamos haciendo ahora beneficia directamente a la seguridad europea. Erradicar la violencia, como se ha hecho en estas grandes áreas de terreno, ha servido para expulsar a los terroristas y alejarlos de cualquier acceso al Mediterráneo y de un hipotético salto a Europa. Lo que los europeos deben entender es que Egipto trabaja por el bienestar del viejo continente con un interés común. ¿Y puede el mundo quedarse al margen de un destino como Egipto?”.
Reyes, que irá detallado próximamente el ministerio de Antigüedades”. “Egipto está de vuelta al negocio”, sentenciaba sonriente.
Cabe destacar que la gran beneficiada del descenso de viajeros en Egipto ha sido España. Tan es así que el Ministerio de Turismo español debe temer que el resurgir de Egipto haga caer las espectaculares cifras de los últimos años. “Desde luego que no hay nada que temer”, se apresuraba a matizar el ministro Yehia, quien al acabar la entrevista tenía agendados varios encuentros con turoperadores y organismos oficiales nacionales. “No somos competidores, España tiene el sol y Egipto los mayores tesoros de la Humanidad. Es por eso que es más correcto pensar que se trata de destinos complementarios, ya que el turista puede visitar dos o tres días España y disfrutar de sus playas y sus costas para al día siguiente pasar a Egipto. En ese sentido se enmarca nuestra intención de aumentar las conexiones aéreas actuales entre El Cairo y las diferentes ciudades tradicionales de origen, entre ellas Madrid. Y estaríamos encantados en combinar ofertas dirigidas a los turistas de Latinoamérica”.
¿Y el busto de Nefertiti, exhibido en el Neues Museum de Berlín y reclamado desde hace años al gobierno alemán? “Pues más de lo mismo, de nuevo la Unesco y la cooperación internacional han entendido que el robo de algunas de estas piezas son actos criminales. Y nadie quiere vivir en un mundo que permita la sustracción y venta de antigüedades a un tercero. Por lo que habrá que esperar a la ejecución de las leyes que marcan las Naciones Unidas”.
Por si el descenso de turistas no fuera suficiente, los amantes de lo ajeno aprovecharon los tumultos y las revueltas de la Primavera Árabe para saquear numerosos yacimientos y museos de la capital. Se calcula que el botín asciende a 4.000 piezas. “Afortunadamente las leyes están a nuestro favor, el Gobierno lleva años trabajando con los servicios de aduanas de todo el mundo, así como con diversos organismos internacionales encargados de la preservación del patrimonio histórico. Así han sido recuperadas varios cientos. Y detrás vendrán el resto”.
“Entre las ofertas turísticas para este 2017”, proseguía el ministro de turismo, “destacan paquetes de aventura y destinos específicos para amantes del buceo y del windsurf como Ras Sudr, Dahab o El Gouna. Pero no hay que perder de vista que Egipto es el primer destino turístico cultural. Lo que Egipto puede ofrecer no lo puede ofrecer nadie más. Por eso insistimos en compartir paquetes vacacionales con España o incluso con Francia”. Egipto tiene mucho terreno por recuperar, de ahí que el ministro encadenase, casi sin aliento, las virtudes de su país como destino turístico. No hay tiempo que perder, como demuestra el hecho de que el Gobierno haya reabierto al público las tumbas del faraón Seti I y la reina Nefertari -“una medida drástica” que sus responsables justifican por la caída de ingresos tras la espantada turística- para ampliar la oferta monumental de los sitios arqueológicos de la ciudad de Luxor. “Y están por venir otras muchas aperturas, abriremos aún más tumbas en el Valle de los 120 | Egiptología 2.0
Capilla de la mastaba de Akhethotep (Imagen: American friends of the Louvre).
El Louvre restaurará la capilla de la mastaba de Akhethotep, gracias al mecenazgo popular. El Louvre volvió a dar en la diana con su séptima campaña de mecenazgo popular logrando conseguir antes de tiempo los 500.000 euros que requería para empezar a restaurar la capilla funeraria de Akhethotep, rico y misterioso dignatario que vivió hace 4.000
años en el Egipto de los faraones. El plazo del proyecto ‘‘¡Todos mecenas! ¡Todos arqueólogos!’’ concluía el pasado 31 de enero, obteniendo los 558.490 dólares necesarios para lanzar los trabajos el próximo otoño. Más de 3.300 donantes individuales se apuntaron a la idea de participar en la restauración de la última morada de esa insigne figura del Antiguo Imperio, gran propietario en la región de Menfis, al sur del delta del Nilo, ‘‘jefe de los secretos de la casa de la mañana’’ y ‘‘sacerdote de Héka’’ (dios de la magia).
Relieve de Akhethotep. Capilla de la mastaba de Akhethotep (Imagen: American friends of the Louvre).
Procedente del sitio Saqqara, la capilla de su tumba monumental, de su mastaba construida hacia el año 2400 a.C., es uno de los tesoros más valiosos del departamento de antigüedades egipcias de la pinacoteca, desde que en 1905 fue presentada al público. Esa parte de la última morada de Akhethotep fue adquirida por el Estado francés dos años antes, cuando las autoridades egipcias empezaron a vender conjuntos decorados completos de su patrimonio milenario a principios del
siglo XX. Intentaban así ‘‘secar el mercado’’ y frenar los continuos y destructores saqueos de que era víctima la necrópolis de Saqqara, en la ribera occidental del Nilo, relató el museo en un comunicado. Su valor es incalculable, no solo por venir de la época de las pirámides, sino también por la variedad y el virtuosismo de los bailes, figuras campestres, banquetes, animales, procesiones con ofrendas y otras escenas esculpidos en ella. Del privilegiado finado (muy pocos egipcios podían ser inhumados en una tumba monumental cerca de la del faraón y gozar de servicios religiosos consecuentes) se conoce entre otros datos que casó a su primogénito con una princesa. La impresionante lista de cargos que ocupaba en el entorno del máximo mandatario, de quien era ‘‘amigo único, es decir conocido personalmente por él, indica igualmente que tenía la responsabilidad de las coronas, los cetros y las joyas reales’’ todo ello cuestión de magia ‘‘y, por lo tanto, de medicina’’. El proyecto de restaurar la capilla de su morada eterna ha sido posible gracias a los últimos hallazgos de los trabajos arqueológicos iniciados en 1991 por los equipos del Louvre, que dieron con el emplazamiento original del conjunto arquitectónico al que pertenecía. En unos meses el museo conocerá la suma definitiva alcanzada para su restauración, que incluirá las aportaciones de la Sociedad de Amigos de la pinacoteca y ‘‘varias pequeñas y medianas empresas’’. Saben ya, sin embargo, que el éxito de esta campaña lanzada el pasado 11 de octubre permitirá ir ‘‘aún más lejos’’ en la restauración y reconstrucción de lo promete ser uno de los más grandes trabajos museográficos promovidos por el museo. En principio, el público descubrirá en la primavera de 2018 el resultado de esta campaña de mecenazgo.
Relieve en el interior de la capilla de la mastaba de Akhethotep (Imagen: American friends of the Louvre). Egiptología 2.0 | 121
Hallan en un anticuario de Londres un sarcófago ushebti descubierto por una misión española en Egipto. Una preciada figurilla de madera acaba de ser hallada en un anticuario londinense tras un azaroso viaje. Una misión española la descubrió en 2009 en una árida colina de la ciudad sureña de Asuán, a orillas del Nilo. Tres años y medio después de que fuera robada, un experto la ha encontrado en un anticuario de Londres.
”Se trata de un sarcófago de ushebti (una figurilla funeraria colocada en las tumbas del Antiguo Egipto con la creencia de que sus espíritus trabajarían para el difunto en la otra vida) robada en 2013”, reconocía Alejandro Jiménez, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Jaén y director de la expedición que desde 2008 horada Qubbet el-Hawa, una colina con sus entrañadas agujerada por las sepulturas de nobles de los reinos Antiguo y Medio. Un expolio registrado en los almacenes de Asuán, donde se guardan los hallazgos, extravió su rastro a mediados de 2013. Hasta que un conservador del Museo Británico, que trabaja como epigrafista en un proyecto suizo en el sur de Egipto, la localizó entre las alhajas de un anticuario londinense.
“En una conferencia celebrada en Asuán hace ahora dos años dije que la figura había sido robada y el conservador estaba allí. Por casualidad, la reconoció en un anticuario de Londres y me envió la fotografía. No había duda. Era la pieza”, comentaba Jiménez. “Nos pusimos en contacto con el Ministerio de Antigüedades y felizmente se ha logrado recuperar”, agregaba el experto. Las autoridades egipcias confirmaron el pasado mes de enero que la estatua (de unos 16,5 centímetros de altura y tallada en madera con elementos decorativos dorados) se halla en poder de la embajada egipcia en Londres, tras concluir los trámites diplomáticos, será repatriada. Según Jiménez, se trata de una pieza muy importante porque “es uno
El sarcófago ushebti encontrado por la expedición española (Imagen: Ministry of Antiquities).
de los primeros ushebtis de la Historia egipcia”. “Perteneció a Sarenput el joven. Su factura es excelente. Precisamente fue robada unos meses antes de que llegara una especialista para realizar un análisis y determinar si la madera era local o extranjera”, detalla el director de una de las expediciones españolas con más solera en la tierra de los faraones. La pieza, que ya había sido consolidada por los restauradores, será sometida a un concienzudo análisis cuando vuelva a Egipto. “En el mercado negro le han eliminado algunas partes que estaban comidas parcialmente por las termitas”, avanzaba Jiménez, que litiga aún por recuperar otros objetos perdidos. “Nos faltan 34 piezas halladas entre 2009 y 2013. Hace una par de meses el Ministerio de Antigüedades nos avisó de que se había localizado una máscara funeraria en Francia”, admitía. El afortunado hallazgo es una victoria para la misión española que ha firmado notables descubrimientos desde 2008 y ha ayudado a desenterrar buena parte de la geografía de Qubbet el Hawa, donde encontraron el descanso eterno los gobernadores de Elefantina que jugaron un papel central no sólo en la administración del país sino dentro de las relaciones con la baja Nubia y las campañas militares de los faraones. Descubierta la tumba privada de Khonsu, un escriba real. La tumba de época ramésida probablemente fue profanada hace siglos, pero aún conserva sus pinturas murales polícromas y unos frisos que mencionan al propietario de la misma. La tumba privada de Khonsu, un escriba real desconocido hasta ahora, ha aparecido en la necrópolis tebana, 122 | Egiptología 2.0
en Luxor, Egipto, según informaba Jiro Kondo, el director de las excavaciones, de la Universidad Waseda. La misión arqueológica japonesa realizó el hallazgo durante unas labores de limpieza al este del patio de la tumba de Userhat, un funcionario de alto rango y confidente del faraón Amenofis II. Los arqueólogos se han topado con un agujero excavado en la roca madre que conectaba con la tumba de Khonsu, construida en forma de “T” y cuya entrada principal se encontraba cubierta de escombros.
Interior de la tumba de Khonsu (Imagen: Institute of Egyptology, Waseda University).
La tumba de Khonsu mide unos 4,6 metros de largo y la parte transversal unos 5,5 metros de ancho. El interior está magníficamente decorado con pinturas murales y frisos que han sido fechados en el período ramésida, hace unos 3.000 años. La decoración interior desarrolla diferentes temáticas: cuatro babuinos veneran la barca solar de Atum-Ra y unos jeroglíficos adyacentes mencionan a Khonsu como “el verdadero y reconocido escriba”; Khonsu y su mujer aparecen en otra imagen venerando a los dioses Osiris e Isis en un quiosco egipcio y detrás hay dos deidades con cabeza de carnero, probablemente Jnum o Jnum-Ra; las figuras sedentes de Osiris e Isis también aparecen en otro muro, junto a la representación de los seguidores del propietario de la tumba.
Khonsu y su mujer (Imagen: Institute of Egyptology, Waseda University).
Las decoraciones del techo se encuentran en mejor estado que las decoraciones de
los muros y, según explicaba Kondo, tras los escombros se ocultan otras imágenes.
Escena en la que aparecen cuatro babuinos venerando la barca solar de Atum-Ra y detalle de la barca solar (Imágenes: Institute of Egyptology, Waseda University). Egiptología 2.0 | 123
Momias en el escáner. Se usan con frecuencia en los hospitales, pero posiblemente los doctores no hayan tenido nunca la oportunidad de atender a tan ancianos pacientes. Científicos de la Universidad de Jaén (UJA) han sometido a un TAC a cinco momias localizadas en la necrópolis de Asuan (Egipto) a fin de analizarlas de forma no destructiva y poder analizar su edad, parámetros físicos o incluso determinar ciertos aspectos de su vida. Se trata de la primera vez en la historia que una misión extranjera ha podido aplicar esta tecnología TAC a las momias halladas en sus excavaciones. Los análisis, según han explicado desde la UJA, han sido realizados en el Hospital Universitario de Asuán, contando con la presencia del director del proyecto Qubbet el-Hawa, el profesor de Egiptología Alejandro Jiménez. Los cuerpos no han tenido que desprenderse de su envoltura original de vendas de lino utilizadas en el proceso de momificación. La técnica de la tomografía computerizada, realizada con la última tecnología en escáneres (100 cortes) permitirá a los investigadores poder estudiar sin dañar las momias diferentes aspectos como la edad, las posibles patologías que sufrieran en vida, los amuletos u objetos de adorno que pudieran portar, las técnicas de momificación y cualquier aspecto ri-
Restos momificados durante un TAC (Imagen: Patricia Mora Photography).
tual que contengan.
“Antes de los análisis, conocíamos sus nombres y su sexo gracias a las inscripciones que portaban los sarcófagos en los que fueron enterradas, pero poco más”, y “a partir de los análisis, esperamos reconstruir aspectos sobre la vida y la muerte en el Egipto faraónico de hace más de 2.500 años”, explicaba Jimenez, que detalló que hasta ahora solo el antiguo director del Ministerio de Antigüedades egipcio, el conocido Zahi Hawas, había realizado este tipo de análisis en Egipto con anterioridad.
Equipo científico durante uno de los TAC (Imagen: Patricia Mora Photography).
El proyecto ha sido posible gracias al convenio firmado el pasado año entre las Universidades de Asuán y Jaén, aunque en el mismo participa el equipo de antropología de la Universidad de Gra-
nada, encabezado por Miguel Botella, Inma Alemán y Ángel Rubio, que serán los encargados de analizar los resultados de la prueba. La misión arqueológica que dirige la Universidad de Jaén en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, frente a la ciudad egipcia de Asuán, se encontraba realizando su novena campaña de excavaciones, que finalizó el pasado 17 de marzo. En total, el equipo multidisciplinar que dirige la UJA está formado por una treintena de investigadores, principalmente pertenecientes a la propia Universidad de Jaén, Granada, Autónoma de Madrid, Alcalá de Henares, Londres, Carlos de Praga y Lovaina (Bélgica). Los trabajos arqueológicos, con financiación de un proyecto I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad, pueden seguirse desde un diario de campaña en la web del proyecto. 124 | Egiptología 2.0
Entrada de la tumba de Tutankhamon (Imagen: Wikimedia Commons).
Egipto aparta al arqueólogo Reeves de la investigación de la tumba de Tutankhamón.
coincidió precisamente con el mutismo que ha sepultado la aventura de Reeves.
A principios del pasado abril de 2016 una horda de periodistas desfiló por el Valle de los Reyes, a la caza de Nicholas Reeves. El egiptólogo británico había publicado meses antes una corazonada que hizo correr ríos de tinta: la existencia de dos oquedades ocultas en los muros oeste y norte de la tumba de Tutankhamón.
Hasta entonces, una nerviosa sucesión de ruedas de prensa y declaraciones públicas había disparado las especulaciones entre la legión de forofos de la egiptología. Al Anani confirma que Reeves (profesor de la universidad estadounidense de Arizona) y el equipo de National Geographic que sufragaba los exámenes de la tumba han sido apartados del proyecto.
Según su tesis, uno de los espacios albergaría la cámara funeraria de la Reina Nefertiti. Desde aquel escaneado (el tercero al que fue sometida la sepultura en cuestión de meses), las autoridades egipcias optaron por el sigilo. El revuelo mediático cesó abruptamente y, tras una polémica conferencia internacional celebrada en El Cairo en mayo, no se volvió a hablar públicamente del asunto.
“La nueva propuesta procede del Centro Nacional de Investigación de Italia. Comenzarán a trabajar muy pronto, a finales de febrero o principios de marzo de 2017”, auguraba el máximo responsable de las antigüedades del país árabe.
Hasta ahora, “La teoría fue esbozada por Reeves pero la tumba de Tutankhamón pertenece a Egipto”, replicaba tajante el ministro de Antigüedades egipcio Jaled al Anani en una entrevista. “El proyecto no ha sido cancelado pero prefiero tratar con instituciones científicas. Nos llegó una propuesta seria desde Italia. El comité permanente la estudió y ha sido aprobada”, desvelaba Al Anani cuyo nombramiento
“La misión es idéntica a la que se ha desarrollado hasta ahora. Se trata de escanear las paredes de la tumba. Hay que diferenciar entre la teoría y la persona que la formuló. Estamos trabajando sobre la tesis de que puede haber algo”, detallaba Al Anani. “El señor Reeves no está relacionado con el nuevo proyecto y no está desarrollando ninguna investigación sobre la tumba en estos momentos pero, como cualquier otro especialista, puede enviar una solicitud y será examinada. Hasta ahora, no he recibido Egiptología 2.0 | 125
ninguna propuesta de una institución que lleve el nombre de Reeves. Para nosotros resulta crucial tratar con instituciones” , argumentaba el ministro. El giro de 180 grados protagonizado por el Gobierno egipcio, desde el desbordante entusiasmo inicial a la estricta cautela actual, también ha alcanzado al objetivo de la exploración. “Tenemos que dejarle tiempo a la ciencia y a sus métodos. Las expectativas o los sentimientos no funcionan aquí. Mi esperanza es encontrar algo en la de Tutankhamón y en cualquier otra tumba de Egipto pero hay que distinguir entre esperanzas y emociones. Es tan posible que existan esas cavidades como no hallar nada” , decía el arqueólogo. Su escepticismo se ha llevado incluso por delante las declaraciones públicas de su predecesor en el cargo, Mamduh al Damati, quien aseguró estar “seguro al 90%” de que la sepultura del “faraón niño” (hallada por Howard Carter en 1922) escondía otra cámara o tumba detrás de sus actuales muros.
“Debe preguntarle a él. Yo sólo soy responsable de mis palabras pero creo que existe una diferencia entre lo que él dijo y lo que se le entendió. Al Damati me comentó que jamás había dicho lo del 90% en esos términos. Simplemente se limitó a informar de que el especialista del radar afirmaba que existía ese porcentaje de probabilidades de hallar algo” , apuntaba Al Anani.
Interior de la tumba de Tutankhamón (Imagen: Wikimedia Commons).
hallar la tumba. Ni entonces hubo plazos ni los habrá ahora” . Y a la ilusión de localizar el descanso eterno de Nefertiti, “Era (admitía) un paso muy remoto. Yo soy un académico. Primero tenemos que certificar que hay cavidad y, si existe, habrá que precisar si es simplemente una oquedad o una tumba. En el segundo caso, lo siguiente sería investigar a quién pudo pertenecer. Estamos aún en la primera pregunta”. Alarmado tal vez por el espectáculo que se ofreció hace un año, Al Anani subrayaba: “los procedimientos científicos deben ser respetados y seguidos con cuidado porque tenemos una credibilidad en el mundo” . A su juicio, no obstante, la campaña que alentó la teoría de Reeves no dañó la imagen del país.
“Se hizo lo adecuado. Cuando publicó su artículo, se le invitó a Egipto para que pudiera comprobar su tesis examinado la tumba con técnicas no invasivas. Yo estoy tan entusiasmado como mi predecesor con la posibilidad de localizar algo nuevo”. 126 | Egiptología 2.0
Su llamada a la prudencia afecta, además, al propio calendario de la renovada iniciativa. “La investigación puede llevar años. Carter necesitó diez campañas para La digitalización de tumbas faraónicas rescata de paso el patrimonio de un arquitecto olvidado por Egipto. Abandonada durante años y cerca de su total destrucción, la casa Stoppelaëre, una de las obras más representativas del renombrado internacionalmente arquitecto Hassan Fathy se ha ganado una nueva vida gracias a la digitalización de tumbas faraónicas: Stoppelaëre acoge desde el pasado mes de febrero el centro de formación y entrenamiento de la fundación española Factum Arte, que ofrecerá a un pequeño grupo de egipcios la oportunidad de tomar las riendas de la protección de su patrimonio gracias a tecnologías escaneado 3D, fotometría y composición fotográfica digital de gran resolución.
‘‘La digitalización de las tumbas la estamos haciendo con las tecnologías más avanzadas hoy en día, y lo importante es que lo estamos haciendo con un equipo local, y les facilitaremos el equipo y la formación necesaria para que sea Egipto el dueño de su patrimonio’’ , explicaba el director de la fundación espa-
ñola, Adam Lowe, desde Luxor, donde también han visitado la casa el ministro de Antigüedades, Khaled El Enany, y la directora de la UNESCO, Irina Bokova. Digitalizar y construir facsímiles de las tumbas de los faraones Tutankhamón y Seti I sólo era el primer paso: en los próximos años, el equipo local de egiptólogos, ingenieros o arquitectos podrá emprender la digitalización a detalle nanométrico, respetando cada cicatriz, poro o erosión, de otras tumbas del Valle de los Reyes sujetas a los destrozos del tiempo y los turistas, como parte de la iniciativa ‘‘Preservación
Detalle de la casa Stoppelaëre (Imagen: ABC).
de la Necrópolis Tebana’’, iniciado en 2008 por el Ministerio en colaboración con la Universidad suiza de Basilea y Factum Arte. En 2014, el primer facsímil, a imagen y semejanza de la tumba de Tutankhamón, se construyó junto a la Casa Museo de Howard Carter, con la intención de absorber grandes flujos de turistas en momentos en los que la tumba original permaneciera cerrada al público. Desde finales de 2016, un equipo de Factum Arte está digitalizando la tumba de Seti I, de mucho mayor tamaño y pinturas decorativas de gran calidad. La tumba de Seti I, descubierta en 1817 por el italiano Giovanni Belzoni, había permanecido cerrada a los turistas durante unos 30 años por motivos de conservación. Antes, había sido expoliada y partes de su estructura trasladadas a museos alrededor del mundo, que Factum también escaneará y añadirá al nuevo facsímil, todavía sin construir. La joven Aliaa Ismail vigila atentamente los complejos escáneres diseñados específicamente para la digitalización de las tumbas durante una visita de este periódico a la tumba en noviembre, mientras un grupo de curiosos turistas esquiva los puntos de referencia colocados por el equipo de Factum. Ismail es sólo la primera de un total de seis técnicos egipcios que recibirán entrenamiento en el uso de tecnologías de escaneo 3D y archivo de la información recolectada, que se ha demostrado útil no sólo para la protección, sino también para el estudio de forma remota. ‘‘La grabación y la documentación de alta resolución proporcionan una solución rentable para la documentación patrimonial que beneficiará a la comunidad local’’, señalan desde Factum. Siguiendo el adagio ‘‘nadie es profeta en su tierra’’, el egipcio Hassán Fathy (1899-1989) recibió numerosos reconocimientos internacionales: en 1980 se le otorgó el premio Aga Khan de Arquitectura, y su libro ‘‘Arquitectura para los pobres’’ se mantiene como influyente referencia en planificación urbanística. Es considerado como un pionero de la arquitectura sostenible, apoyándose en ‘‘la conexión entre personas y lugares y el uso de conocimientos y materiales tradicionales, especialmente las ventajas excepcionales de la tierra como material de construcción de pleno derecho’’, explican desde la Unesco. Sin embargo, pese a que su nombre sigue siendo invocado como ejemplo de talento egipcio, su patrimonio y legado ha sido abandonado y dado de lado en Egipto, donde los edificios originales de Fathy están siendo sustituidos por hormigón. Durante cientos de años, lugareños construyeron sus casas en el monte Gurna, sobre centenares de tumbas y sepulcros que sufrieron el expolio y la destrucción propias de la vida junto a ellas. En los años 40, el Gobierno egipcio ordenó la destrucción de esas viviendas y trasladarlas a una ‘‘Nueva Gurna’’, a la sombra del monte pero lejos de las tumbas. El arquitecto que se encargó del proyecto fue Hassán Fathy, que aplicó en la nueva población sus teorías y estructuras ‘‘sostenibles’’. Con el paso de los años, los vecinos abandonaron las casas que progresivamente iban necesitando reformas para las que la Administración local no ofreció ayudas.
Detalle de la casa Stoppelaëre (Imagen: ABC).
De las centenares de casas para las 3.000 familias de la Vieja Gurna, construidas con ladrillos de barro y siguiendo un estilo simiEgiptología 2.0 | 127
lar a las construcciones locales en Mali con un toque local en las cúpulas y ventanas, apenas un puñado de ellas continúan en pie, abandonadas a su suerte o directamente destruidas. ‘‘Los egipcios no saben apreciarlo, sólo se quejan. Fathy fue un gran arquitecto con éxito en Marruecos, Argelia o Estados Unidos, y aquí nada. Construyó un teatro, mezquitas y escuelas sin pedir dinero y los vecinos los abandonan o los tiran abajo para construirse otra casa más moderna’’, explica Farida, que junto a sus padres todavía vive en una de las casas construidas por Fathy en Nueva Gurna y ha tomado la protección del nombre del arquitecto como una causa personal. En 2010, la Unesco comenzó un proyecto para la preservación del patrimonio de Fathy que, sobre el papel, debía terminar en 2013. En 2011 fue suspendido y nunca retomado: los trabajos de Fathy en Nueva Gurna desaparecieron de las listas de patrimonio cultural de la organización. Desde entonces, nuevas casas han ido derrumbándose o siendo destruidas por los mismos propietarios, denuncia la organización ‘‘Salvad el patrimonio de Hassan Fathy’’. La restauración de la Stoppelaëre como el centro de entrenamiento y formación en la digitalización del patrimonio se dibuja así como una forma de rehabilitar los últimos restos del nombre y trabajo de Fathy, junto al que trabajó durante años Tarek Waly, arquitecto y conservador patrimonial encargado de la restauración. ‘‘Es una pena que la casa Stoppelaëre haya permanecido abandonada durante tantas décadas, ya que representa uno de sus pocos trabajos supervivientes de Fathy (en Nueva Gurna)’’, explicaba Waly. La misión española de Myriam Seco, premiada en Egipto. La misión española que dirige la egiptóloga Myriam Seco ha sido galardonada con un premio por haber logrado uno de los diez mejores descubrimientos en Egipto durante su campaña en el 2016, otorgado por la revista ‘‘Luxor Times’’. En una ceremonia celebrada el pasado mes de febrero en El Cairo, la arqueóloga recogió el galardón que reconoce el descubrimiento del cartonaje colorido del “sirviente de la Casa Real”, llamado Amon Renef, y que fue hallado en el templo de Millones de Años de Tutmosis III (1490-1436 a.C.), en el que trabaja desde 2008 en Luxor.
“Estoy muy contenta de que uno de los descubrimientos haya tenido tanta repercusión mediática, es una gran satisfacción para nosotros”, aseguró Seco 128 | Egiptología 2.0
Myriam Seco (Imagen: Cepoat).
(Sevilla, 1967). Un total de diez proyectos, procedentes la mayoría de misiones extranjeras, han sido premiados en la categoría de “mejor descubrimiento”, y han recibido el galardón en una sala del Ministerio de Antigüedades. Además, han reconocido a los cinco mejores proyectos de restauración del pasado año, así como a los cinco mejores hallazgos en lo que va de año. Sobre ‘‘Luxor Times’’, que vio la luz el año pasado y que le ha concedido el premio a la arqueóloga sevillana y a su equipo de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, Seco consideró que “es una iniciativa muy buena ya que publican todos los descubrimientos (en Egipto) y les dan mucha difusión”. Seco, que comenzará el próximo septiembre de 2017 la que será la décima edición de su campaña en Luxor, agradeció, con el premio entre las manos, que se reconozca lo que consiguen los arqueólogos en Egipto. Bajo el lema de “Necesitamos aprender nuestra historia para mejorar nuestro futuro”, el responsable de la publicación, Mena Melad, entregó por segundo año consecutivo estos galardones, y anunció que el año que viene la ceremonia tendrá lugar en Alejandría, en el norte de Egipto.
Un tesoro que resucita sin rastro del visir del faraón Amenhotep III. Durante varios milenios los secretos cortesanos del visir Amenhotep Huy vivieron sepultados bajo toneladas de arena y lascas de caliza. El gobernador del faraón Amenhotep III (1387-1348 a.C.) -que jamás ocultó su lealtad al orden tradicional frente a la revolución monoteísta de Akenatón, pagó el precio de su desafío con la dolorosa purga de su nombre y más tarde fue venerado como un héroe- vuelve a proyectar las aristas de su poder sobre el perímetro de su tumba, en la necrópolis de Asasif, a un tiro de piedra del templo de Hatshepsut (1478-1458 a.C.). Es primera hora de la mañana en la orilla occidental de la sureña Luxor. Una cuadrilla de obreros locales recorre sin pausa la polvorienta vereda que conduce al patio del enterramiento, la inmensa oquedad que antecede a la capilla. Son los últimos días de la campaña y el trabajo apremia. Las espuertas cargadas de desechos se abren paso por el sendero mientras el equipo cataloga los hallazgos antes de enviarlos al almacén. “Todo esto estaba cubierto por la arena. Solo se veía el dintel de la puerta de la capilla y teníamos que entrar agachados porque nos dábamos con el techo. Hemos hecho un trabajo gigantesco”, explica Francisco Martín Valentín, codirector de la misión española que desde 2009 horada el terruño en busca de pesquisas que reescriban la historia. Entre los montículos de tierra que flanquean el que un día fue el acceso a la tumba, el portón de acceso a la capilla parece un hito lejano. Un destino al que separa la imagen de una sima sobre la que las sucesivas campañas van creando bancales. ”Un tercio del patio ya ha sido excavado. Es un proceso laborioso porque hay que cavar, cribar y mirar cada piedra”, apunta el egiptólogo. “Es -reconoce- un terreno muy revuelto, con pequeños restos de saqueos. Hemos localizado objetos incluso de época romana como una llave, un par de monedas o una lámpara de aceite”. Una aventura detectivesca en la que se enrolan 38 españoles; tres especialistas llegados de México, Italia y Andorra y medio centenar de egipcios, entre obreros, arqueólogos, restauradores e inspectores. El plano del yacimiento -que tras ocho temporadas ha alterado por completo su apariencia inicial- ha hallado en el patio un auténtico filón. Media docena de nichos asoman en los laterales, con la promesa tal vez de nuevas sorpresas. De momento, la región que centra todas las miradas es aquella colindante con la capilla excavada en la piedra. “En estos dos meses hemos bajado hasta siete metros en diferentes cuadrículas. Son 40 metros cuadrados”, subraya Teresa Bedman, la “mudira” (directora, en árabe) que comparte mando con Martín Valentín.
Capilla del Visir Amen-Hotep Huy, con las columnas elevadas, que contienen los nombres de Amenhotep III y Akenatón (Imagen: Misión Visir Amen-Htep Huy).
”Vamos excavando -detalla- en horizontal en torno a 35 o 40 centímetros dependiendo de la zona y nivelamos a diario”. De su contorno ha emergido un pequeño tesoro. “En esta campaña han aparecido unos cuarenta cuer-
pos y un sinfín de piezas como estupendos ushebtis (figurillas funerarias colocadas en las tumbas del Antiguo Egipto con la creencia de que sus espíritus trabajarían para el difunto en la otra vida) hechos de fayenza (cerámica con un acabado vítreo); amuletos y cerámica que nos proporcionan una información muy valiosa sobre el yacimiento de Asasif desde el tiempo del visir hasta la época romana”, apunta Bedman. Vestigios de la vida pretérita del páramo de cuyo inventario se ocupa, entre otros, la malagueña Marina Esteve. “Es un privilegio. No hay palabras para describir lo que se siente cuando eres el primero en ver algo que lleva milenios bajo tierra”, comenta esta joven historiadora del arte mientras completa la ficha de una vasija rota en pedazos, recuperada a un metro de la roca madre. “Tener objetos de hace tres mil años en tus manos, dibujarlos y estudiarlos impacta”, admite Verónica García, otra integrante del equipo. A su lado, la mexicana Paloma Corona se encarga de la tarea de restaurar los restos del naufragio. “A menudo se encuentran fragmentos de un mismo objeto repartidos por cuadrículas y niveles distintos. Nuestra labor es limpiarlos con alcohol y acetona, consolidar las piezas con hidroxipropil celulosa y unirlas”, esboza la experta. La faena de escudriñar el Egiptología 2.0 | 129
Ushebtis hallados durante la misión (Imagen: Misión Visir Amen-Htep Huy).
patio no solo ha desenterrado una retahíla de piezas. También han resucitado algunos de los personajes que, aplacada la tempestad de Akenatón, confiaron al recinto su descanso eterno. Existencias desconocidas hasta ahora como las de Anj-efJonsu -un escriba de las ofrendas divinas del dios Amon en Karnak que sirvió además como sacerdote Uab (puro) de la dinastía XXII (hacia el 900 a.C.)- o la de una cantora- sacerdotisa de Amón. Sus dos formidables sarcófagos -cuya rehabilitación ha arrancado este año- fueron hallados bajo la fachada de la capilla. “Aquí encontramos a la cantora. La colocaron contra el muro, la recubrieron de piedras y arrojaron arenas y cascotes”, relata Martín Valentín. El ataúd de Anj-ef-Jonsu asomó en uno de los rin-
cones del patio. La decoración del sarcófago -con textos jeroglíficos y escenas en las que el finado aparece orando ante Osiris, Nefertem, Anubis y Hathor- desvelaron, además, los lazos familiares que le unían al enclave.
“En el tercer periodo intermedio los libios buscaron emplazamientos de prestigio para hacerse enterrar en ellos. En virtud de su estatus Anj-ef-Jonsu pidió permiso para descansar aquí y se le concedió porque su hermano Pa-di-Iry Jonsu también yace en este lugar. El patio se convirtió entonces en una necrópolis llena de tumbas de la alta sociedad donde se instaló incluso un taller de momificación”, confirma el codirector desde la nueva estructura que el curso de la excavación -como si se tratara de la bajamar- ha hecho aflorar. ”Es un edificio muy interesante para la arquitectura funeraria”, arguye Martín Valentín mientras merodea por el interior de una estancia desprovista de techo y acotada por dos muros de adobe. La construcción descansa sobre las paredes de la capilla, en la esquina sur del patio. “Es un recinto sacro dedicado probablemente a rendir culto a Osiris y a la memoria del visir en época ramésida, unos 200 años después de su muerte”, narra el especialista, capaz de reconstruir los pasos de los peregrinos que -derrotada la reforma de Akenatón enfilaron el camino hasta la tumba. ”La gente -barrunta- venía a este pequeño recinto. Dejaba cerámica sobre la mesa de ofrendas que hemos encontrado y quizás accedía hasta la primera columna de la capilla, la dedicada a Amenhotep III, de la que nos queda el fuste y en la que se conserva un grafito de un sacerdote de Amon”. Las treinta columnas que una vez poblaron las entrañas de la capilla quedaron reducidas a añicos, víctimas de la cruel desmemoria con la que los secuaces de Akenatón castigaron a un gobernador tan obstinado como leal a su padre. Desde hace tres años la misión española redime a la sala reconstruyendo parte de su esqueleto. ”Le estamos devolviendo la vida a la tumba del visir”, señala feliz el conservador egipcio Ahmed Bagdadi, uno de los artífices del ajuste de cuentas.
“Se trata de la primera restauración que se realiza en la necrópolis de unas columnas desde la década de 1930. Son en total cuatro columnas, de Amenhotep III y IV, reconstruidas mediante anastilosis”, precisa Bedman. De los armazones -preparados durante todo el año- se encargan los artesanos Mohamed y Mahmud Salem. Padre e hijo esculpen las columnas sobre las que los arqueólogos y restauradores van encajando cientos de piezas. ”Las hay de todos de los tamaños, tan 130 | Egiptología 2.0
Francisco Martín Valentin y Teresa Bedman, directores de la misión (Imagen: Misión Visir Amen-Htep Huy).
Fragmento de sarcófago con la diosa Isis (Imagen: Misión Visir Amen-Htep Huy).
pequeñas a veces como esta barba de una figura”, explica Bagdadi. Una tarea faraónica a la que se entrega Alejandro Serrano. “Hay dos mil fragmentos guardados en el almacén. Busco entre las piezas y reúno aquellas que pueden encajar”, comenta el joven historiador. Las inscripciones jeroglíficas son, a juicio de Martín Valentín, la joya del complejo. Los textos, rescatados y remendados, ratifican la corregencia de Amenhotep III y su hijo Amenhotep IV, el monarca que convertido en Akenatón desterró la antigua religión e impuso el culto a una nueva deidad -el dios solar Atón- con la oposición del todopoderoso clero de Amón.
daron interrumpidas súbitamente y el plan no llegó a materializarse. En época ramésida se termina rellenando la zona”, apunta Martín Valentín, consciente de que las opciones de hallar al difunto se agotan. “Es posible que no lo encontremos pero el puzzle se va completando. Y este lugar confirma la violencia que marcó el final de la vida del visir; la terrible persecución que sufrió y la veneración de la que gozó una vez derrotada Amarna”. Halladas 66 estatuas de la diosa Sekhmet, en un templo de Luxor.
“Estas cuatro columnas son el punto final a una discusión académica que ha durado desde los años 30 del siglo pasado”, esboza Martín Valentín a propósito de una de las intrigas pendientes de la egiptología. “El mayor activo de esta tumba fue encontrarlas y preservarlas”, añade. La última campaña, sin embargo, ha arrojado algunas respuestas y abierto nuevos interrogantes acerca del enigma que persigue al yacimiento: la falta de pistas sobre el cuerpo del visir.
El faraón Amenhotep III, de la XVII dinastía, desplegó todo un contingente de ‘‘guardaespaldas’’ protectoras en su templo funerario, levantado en la orilla occidental de la actual Luxor, antigua Tebas. El equipo de arqueólogos de la misión de conservación del templo de Amenhotep III y los ‘‘Colosos de Memnón’’ han concluido su campaña de este año con el descubrimiento de al menos 66 nuevas estatuas de la diosa Sekhmet entre los restos del templo, según Informó el Ministerio de Antigüedades egipcio.
“Hemos descubierto que los arquitectos encargados de construir la tumba cambiaron el plan diseñado para la ubicación de la cámara funeraria. Estudiaron la posibilidad de excavarla debajo de la capilla porque en el rincón suroeste había alguna otra tumba interfiriendo en el camino”, desliza el egiptólogo. Las mordidas que asoman por el suelo próximo a la capilla delatan un proyecto truncado. “Las obras que-
Los fragmentos de estatuas hallados se encuentran en buen estado de conservación, explicó la directora de la excavación, Hourig Sourouzian, y resultarían ‘‘de alto valor artístico, científico y arqueológico’’. Las estatuas de la diosa de la guerra fueron halladas diseminadas entre el patio y la sala hipóstila del templo durante las excavaciones del equipo alemán en busca del muro perimetral del templo. Egiptología 2.0 | 131
Reconocido seguidor del culto a Sekhmet, hija de Ra y diosa de la guerra, los arquitectos del templo funerario de Amenhotep habrían colocado decenas de estatuas de la diosa con la intención de protegerlo de sus enemigos, de la enfermedad y la desgracia.
Fragmentos de estatuas de la diosa Sekhmet (Imagen: Ministry of Antiquities).
‘‘Estas estatuas permiten esbozar una imagen completa de lo que fue el templo de Amenhotep III’’, apostillaba Sourouzian. Tallados en piedra diorita, los fragmentos encontrados representan a la diosa sentada en un trono o de pie, a veces con el símbolo de la vida entre las manos
y otras con un cetro en forma de papiros. Del complejo, destruido en el siglo VIII a.C. por un terremoto, apenas quedaron restos en pie. Dos imponentes estatuas, de casi 20 metros de altura y conocidos como los ‘‘colosos de Memnón’’, preceden al que fue el templo funerario de Amenhotep III (1410-1372 a.C.) y donde desde 1998, equipos de arqueólogos han trabajado en su excavación, investigación y restauración, bajo la supervisión del Ministerio de Antigüedades, con la intención de que se establezca ‘‘un museo al aire libre’’ in situ. En el yacimiento ya se han encontrado más de un centenar de piezas sólo en esta última campaña, desde amuletos a estelas religiosas. A finales de 2016 el Ministerio comunicó el hallazgo de los restos de una ‘‘colosal’’ esfinge en la zona del tercer pilono del templo, esculpida en caliza y en peor estado de conservación que las estatuas de la diosa Sekhmet, de unos 3.400 años de antigüedad. Fragmentos de estatuas de la diosa Sekhmet (Imagen: Ministry of Antiquities).
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Egipto recupera del fango dos grandes estatuas de época ramésida. Un equipo de operarios egipcios ha extraído piezas de dos grandes estatuas de época ramésida encontradas sumergidas a más de un metro de profundidad en un hoyo lleno de fango y semi inundado. Bajo la atenta mirada del Ministro de Antigüedades Jaled El Anani, una excavadora recuperó los fragmentos hallados por la misión arqueológica germano-egipcia en Matariya, un suburbio de El Cairo. Tras ser limpiadas de barro, los ‘‘cartuchos’’ de una de las piezas encontradas, de 80 cm de altura y tallada en piedra caliza, han permitido que sea identificada como el rostro de una estatua de Seti II, faraón de la dinastía XIX. La segunda figura, un coloso de unos 8 metros de altura tallado en cuarcita y descuartizado en diferentes piezas de gran tamaño, representaría probablemente al faraón Ramsés II, aunque todavía no se han encontrado inscripciones que lo confirmen, apostilló el responsable egipcio de la misión, Ayman Ashmawi. Las piezas han sido halladas en las inmediaciones de un gran templo construido por Ramsés II, principal faraón de la XIX dinastía, descubierto recientemente por la misión de la Universidad de Leipzig. El templo de Ramsés II, encontrado ‘‘por casualidad’’, según afirmó entonces Ashmawi, ‘‘confirma la hipótesis de que Ramsés II mostró un especial interés en
Uno de los fragmentos hallados en el hoyo (Imagen: Ministry of Antiquities).
Detalle y extracción de uno de los fragmentos localizados (Imágenes: Ministry of Antiquities).
Heliópolis (Matariya) durante las últimas décadas de su reinado (casi 70 años)’’. El gran tamaño de las estatuas encontradas, la belleza y la riqueza de sus inscripciones apuntan a ‘‘un importantísimo descubrimiento’’ que realza la grandeza y magnitud del templo en su época original, explicó el arqueólogo egipcio. El complejo de los Templos Solares de Heliópolis quedó destruido hacia la época Helenística, y muchas de sus estatuas y materiales de construcción fueron enviados a Alejandría e incluso a Europa, o reutilizados en la construcción de El Cairo viejo en época islámica. Los arqueólogos continuarán con las excavaciones en la zona para asegurarse de que no queden piezas sumergidas en el fango, apuntó por su parte el director alemán de la misión arqueológica, Dietrich Raue. Las piezas recuperadas, algunas de hasta dos metros de altura, serán trasladadas al Gran Museo Egipcio para su restauración a tiempo de la esperada (y muchas veces retrasada) inauguración del complejo, construido junto a las pirámides de Guiza. Egiptología 2.0 | 133
La última marcha triunfal del coloso de Ramsés II. La madrugada del pasado jueves16 de marzo de 2017, un grupo de arqueólogos y operarios acomodó en varios camiones los fragmentos del coloso descubierto la semana pasada en un barrio cairota y que presumiblemente pertenecería a Ramsés II. Entre brillantes focos, un buen puñado de curiosos, escolta militar y fuertes medidas de seguridad, el renombrado faraón comenzó su última marcha triunfal desde el humilde barrio de Matariya hasta el Museo Egipcio de Tahrir, en el centro de la capital cairota, donde será expuesto durante cerca de seis meses. El ‘‘descubrimiento más importante de la egiptología reciente’’, según apostillaba el Ministro de Antigüedades egipcio, Jaled El Anany, fue anunciado el pasado 9 de marzo, y desde entonces ha atraído gran expectación e incluso polémica. Los restos del coloso, de unos 8 metros de altura y esculpido en cuarcita, fueron encontrados hundidos en un hoyo lleno de fango entre basura y edificios a medio construir del barrio popular de Matariya, donde excava desde 2005 una misión arqueológica germano-egipcia codirigida por Dietrich Raue.
‘‘Es tarde y hace frío, pero estamos muy contentos del proceso de traslado (de la estatua), una pieza increíble de arte del Antiguo Egipto encontrada en un lugar que muy pocos esperarían, en medio de El Cairo’’, señalaba Raue, rodeado de curiosos vecinos y periodistas poco antes de comenzar ‘‘la marcha real’’ en dirección al museo Tahrir. La operación se llevó a cabo por restauradores y arqueólogos del Ministerio con apoyo de oficiales del Ejército egipcio especializados en el transporte de elementos pesados, detalló el director del departamento del Antiguo Egipto, Mahmud Afifi.
Imágenes del traslado (Imágenes: Ministry of Antiquities).
Tras un trayecto de casi tres horas por las nocturnas pero nunca vacías calles de El Cairo, dos horas más de lo calculado por el Ministerio debido a ciertos retrasos, las fuertes medidas de seguridad y problemas en el momento de introducir el camión militar dentro del Museo cairota, las piezas descansaban en el jardín del Museo Egipcio. En las próximas semanas, la estatua será sometida a ‘‘ligeros procesos de restauración’’ y, dependiendo del estado de los fragmentos, tratará de ser ensamblada para dar una idea de su estado original: un coloso de más de 8 metros de altura y toneladas de peso, tocado con la corona faraónica y el pecho desnudo. Según las primeras indagaciones del equipo de egiptólogos, la estatua pertenecería al faraón Ramsés II (1270 a.C. hasta 1210 a.C.), en cuyo honor se habría construido en el área cercana del descubrimiento un enorme complejo de templos solares en el barrio de Heliópolis, ‘‘la ciudad del sol’’. La extracción de las piezas no fue fácil. Hundidas hasta un metro en aguas subterráneas y el fango, la primera pieza, el rostro, fue recuperada mediante 134 | Egiptología 2.0
la pala de una excavadora y un bulldozer, un proceso catalogado de ‘‘negligente’’ o incluso de ‘‘una locura’’ por algunos egiptólogos consultados. El exministro de Antigüedades, Zahi Hawas, quiso zanjar la polémica aclarando que el uso de maquinaria de este tipo es ‘‘100 % adecuada’’ debido a las peculiaridades del descubrimiento, el enorme peso de las piezas y la presión del agua y el barro. ‘‘Este método se ha usado en otros países y puedo asegurar que la estatua no ha sido dañada en lo más mínimo’’, aseveró. Sin embargo, el Ministerio tomó nota y para la extracción del torso -acompañado de parte de la barbilla de la estatua- se utilizaron ‘‘técnicas más avanzadas y seguras’’, según fuentes del Ministerio detallaron al periódico local Al Masry Al Youm. El torso, con un peso estimado de 7 toneladas, fue extraído con arneses y capas de materiales protectores. Para su transporte hasta el museo de El Cairo, las piezas han sido cuidadosamente envueltas y atadas en los camiones militares antes de comenzar la procesión, rodeados de furgonetas blancas y una nube de cu-
la pala de una excavadora y un bulldozer, un proceso catalogado de ‘‘negligente’’ o incluso de ‘‘una locura’’ por algunos egiptólogos consultados. El exministro de Antigüedades, Zahi Hawas, quiso zanjar la polémica aclarando que el uso de maquinaria de este tipo es ‘‘100 % adecuada’’ debido a las peculiaridades del descubrimiento, el enorme peso de las piezas y la presión del agua y el barro. ‘‘Este método se ha usado en otros países y puedo asegurar que la estatua no ha sido dañada en lo más mínimo’’, aseveró.
versidad de Leipzig temen que se destruyan nuevos sitios arqueológicos. Sin embargo, apunta Raue, la idea de un ‘‘museo al aire libre’’ al estilo Luxor es prácticamente imposible: ‘‘No podemos dejar los restos aquí. No podemos pedirle a la población que abandone sus casas sólo porque queremos dedicarnos a la arqueología. Hay que buscar equilibrio entre los requerimientos de una ciudad moderna y las excavaciones’’.
Sin embargo, el Ministerio tomó nota y para la extracción del torso -acompañado de parte de la barbilla de la estatua- se utilizaron ‘‘técnicas más avanzadas y seguras’’, según fuentes del Ministerio detallaron al periódico local Al Masry Al Youm. El torso, con un peso estimado de 7 toneladas, fue extraído con arneses y capas de materiales protectores. Para su transporte hasta el museo de El Cairo, las piezas han sido cuidadosamente envueltas y atadas en los camiones militares antes de comenzar la procesión, rodeados de furgonetas blancas y una nube de curiosos. La enorme cabeza, que pese a la erosión del tiempo cuenta todavía con la oreja derecha y parte del ojo del coloso, permaneció unos días en Matariya, donde decenas de curiosos, niños y adultos, no pudieron evitar acercarse a tomarse fotografías o tocar un descubrimiento que ha dejado asombrados a los vecinos del barrio obrero. En declaraciones a medios egipcios, el Ministro Al Anany reconoció cierta falta de seguridad y afirmó que no se repetirían situaciones similares en el futuro: ‘‘Todos conocemos la escasa conciencia que existe sobre estos monumentos’’, señaló. Pese a la presencia del equipo de arqueólogos y el descubrimiento a finales de 2016 de los restos de un extenso templo solar erigido por Ramsés II, los edificios continúan construyéndose y la basura acumulándose en las calles. El templo solar de Heliópolis, construido en la XIX dinastía, quedó destruido hacia la época Helenística, y muchas de sus estatuas y materiales de construcción fueron enviados a Alejandría e incluso a Europa, o reutilizados en la construcción de El Cairo viejo en época islámica. Las últimas excavaciones en la zona apuntan a que se trataba de un templo ‘‘gigantesco’’ y de gran importancia arqueológica, ‘‘hogar del dios sol’’, detallaba Raue. El dios sol vivía en Heliópolis hace casi 3.000 años, pero hoy en día son miles de vecinos de la populosa El Cairo, que no deja de crecer y que ha alcanzado ya los 22,9 millones de habitantes en el área metropolitana. Los edificios siguen construyéndose en Matariya y los arqueólogos de la misión de la Uni-
Imagen del traslado (Imagen: Ministry of Antiquities).
El coloso hallado en El Cairo no es del faraón Ramsés II sino de Psamético I. Los restos del coloso descubierto hace un par de semanas en Matariya, corresponden probablemente al faraón Psamético I, de la dinastía XXVI, que gobernó Egipto entre los años 664-610 a.C., según informó Jaled Al Anani, el ministro de Antigüedades del país árabe. En un primer momento, las autoridades egipcias especularon con la posibilidad de que se tratara de una estatua del Ramsés II, uno de los faraones más poderosos y venerados del Antiguo Egipto, ya que los restos arqueológicos se hallaron cerca de su templo. Egiptología 2.0 | 135
En caso de confirmarse que el coloso, de más de ocho metros de altura, es una representación del faraón Psamético I, esta sería la mayor estatua de la Baja Época del Antiguo Egipto encontrada hasta la fecha. “Cuándo extrajeron la cabeza, empezamos a encontrar algunas características que eran de otros periodos”, declaró al-Anani. De acuerdo con el ministro de Antigüedades, más allá del estilo utilizado para esculpir el mastodonte, del que se han recuperado la cabeza y una parte del torso, la evidencia más importante que señala al faraón Psamético I es la inscripción del nombre de “Nebaa”. “El único faraón al que se dio este nombre es Psamético I. Es un faraón de la dinastía XXVI”, aseveró. Por su parte, Dietrich Raue, jefe de la misión arqueológica alemana que participaba en los trabajos que propicieron el hallazgo, destacó que el coloso está tallado en cuarcitade Al-Gabel al-Ahmar, un yacimiento situado al Este de El Cairo. Además, en el mismo lugar se encontró también una estatua del monarca Seti II de menor tamaño. Descubierta la tumba intacta de Shemai, quien vivió a la sombra del poder. La misión de la Universidad de Jaén en Qubbet elHawa (Asuán, Egipto) dirigida por el profesor de Egiptología, el Dr. Alejandro Jiménez Serrano, ha descubierto una estructura intacta donde se enterró al hermano de uno de Sarenput II, los más importantes gobernadores egipcios de la dinastía XII (en
Pozo que conduce a la cámara funeraria de Shemai, quien fue el hermano de Sarenput II (Imagen: Patricia Mora / Universidad de Jaén).
torno a 1.800 a.C.). El descubrimiento no es sólo importante por la riqueza del enterramiento, sino también porque arroja luz sobre aquellos individuos que vivieron a la sombra del poder, “segundones” de los que no existía hasta ahora mucha información, según explicó el propio investigador. Lo hizo junto al rector de la Universidad de Jaén, Juan Gómez, en una rueda de prensa en la que hizo balance de la novena campaña de trabajos arqueológicos que el grupo que dirige ha realizado en esta necrópolis del 16 de enero al 17 de marzo de 2017. Ha añadido que este hallazgo es único porque se han encontrado hasta las últimas ofrendas que se depositaron sobre el pozo que conduce a la cámara funeraria. “Es la primera vez que está constatada la presencia de un enterramiento dentro de un corredor. No lo esperábamos. Cerraron el pozo funerario y dejaron ofrendas cerámicas sobre él. Es la primera vez que se constata este tipo de deposición funeraria completa”, afirmó. Dentro de este último espacio había un ajuar que consistía en cerámicas, dos ataúdes de cedro (uno exterior, destruido por las termitas, y otro interior, en perfecto estado), un grupo de maquetas de madera, que representaban barcas funerarias y escenas de la vida cotidiana. La momia, todavía en estudio, estaba cubierta con un cartonaje polícromo con una bella máscara y collares. “Hace prácticamente un siglo que no se encuentra un enterramiento con estas características, con un ajuar tan rico y tan variado”, subrayó el profesor Jiménez. Las inscripciones en los ataúdes llevan el nombre del difunto, Shemai, seguido del de su madre y su padre, Satethotep y Khema, respectivamente. Este último fue gobernador de Elefantina bajo el reinado de Amenemhat II. Sarenput II, el hermano mayor de Shemai, fue uno de los gobernadores más poderosos de Egipto durante 136 | Egiptología 2.0
Detalle del ataúd de Shemai, de la dinastía XII (Imagen: Patricia Mora / Universidad de Jaén).
los reinados de Sesostris II y Sesostris III. Aparte de sus deberes como gobernador de Elefantina, también fue general del ejército egipcio, tuvo responsabilidades diplomáticas y fue responsable de varios cultos de varios dioses. Con este descubrimiento de la misión de la Universidad de Jaén en Qubbet el-Hawa, realizado durante la novena campaña de excavaciones en este yacimiento, que ha estado financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad (plan I+D+i), se añaden más datos a anteriores descubrimientos de 14 miembros de la familia gobernante de Elefantina durante la dinastía XII. Tan elevado número de individuos abre una oportunidad única para analizar las condiciones de la vida y la muerte de la clase dirigente de Egipto hace más de 3800 años. Por su parte, el rector de la UJA se ha referido al Proyecto Qubbet el-Hawa como ejemplo de la fuerte apuesta de la Universidad de Jaén en proyectos en el extranjero, señalando la que dotación de 350.000 euros por parte del Ministerio de Economía y Competitividad lo convierten en uno de los más importantes de la rama de Humanidades en España y en el
más importante de los proyectos españoles en Egipto y otros países del Mediterráneo.
“Las razones para esta apuesta científica por parte de Ministerio son obvias: la potencialidad de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Egipto (Qubbet el-Hawa). Ello se ha venido confirmando a lo largo de los últimos siete años, durante los cuales los descubrimientos de la UJA en Egipto han ido in crescendo, no sólo en estética, sino también en importancia histórica, como así lo atestiguan sus diferentes hallazgos”, aseguró Juan Gómez. En este sentido, recordó que además, este año, el Proyecto Qubbet el-Hawa ha podido realizar el TAC a cinco momias halladas durante las pasadas campañas de excavación 2015 y 2016. “Por primera vez en la historia, una misión extranjera, en este caso la que dirige la UJA, ha podido aplicar la tecnología TAC a las momias halladas durante sus excavaciones, gracias al convenio firmado el pasado año entre las Universidades de Asuán y Jaén”, manifestó Gómez. El equipo multidisciplinar que dirige la Universidad de Egiptología 2.0 | 137
Jaén ha estado formado por una treintena de investigadores, principalmente pertenecientes a la propia UJA (de áreas como Historia Antigua, Química Inorgánica, Cartografía, Geodésica y Fotogrametría, y del Instituto de Investigación en Arqueología Ibérica), así como de otras universidades como Granada, Autónoma de Madrid, Alcalá de Henares, Londres, Carlos de Praga y Lovaina (Bélgica). Jiménez ha señalado que el resultado de su trabajo en estas nueve campañas “no es común”, con importantes hallazgos prácticamente en cada una de ellas, como el descubrimiento de seis
Los arqueólogos acceden al interior de la cámara funeraria (Imagen: Patricia Mora / Universidad de Jaén).
cámaras intactas y una parcialmente robada de un gobernador, personajes de relevancia histórica o de las evidencias del cáncer de mama más antiguo del que se tiene constancia (2.200 a.C) en los restos de mujer.
“Estamos teniendo buenas noticias todo los años y eso no es normal”, aseguró el investigador, incidiendo en que supone algo “único” en la egiptología de las últimas décadas, puesto que en Egipto “se ha excavado y se está excavando mucho”. Como razones principales para ello ha aludido a la cercanía del desierto en Asuán, donde “cae directamente sobre la necrópolis” y el amontonamiento de arena llega en un corto período. Así, si los saqueos “se realizan unos pocos años después” de los enterramientos, sabiendo dónde y a quién dirigirse, en este caso habrían tenido difícil el expolio ya que “en dos o tres años se perdía toda traza de cualquier estructura que estuviera a nivel de suelo”. A ello ha sumado que la época de Sarenput II fue “de estabilidad” y “con un gobierno fuerte”, de modo que “los saqueos no serían tan comunes y para cuando se producen es ya demasiado tarde y se ha perdido toda visibilidad de estas tumbas”. Hallan una posible estatua de alabastro de la reina Tiye. Una misión arqueológica euro-egipcia ha hallado en Luxor, una posible estatua de alabastro de la reina Tiye, esposa del faraón Amenhotep III, y abuela de Tutankamón. La pieza ha sido calificada por el ministro de Antigüedades egipcio, Jaled al Anani, como ‘‘importante, hermosa y única’’. La obra fue hallada en un templo funerario de Amenhotep III en la zona de Kom al Hitan, situada en la orilla oeste del río Nilo a su paso por Luxor. La estatua se encuentra esculpida en la parte inferior de la pierna derecha de una estatua de dimensiones colosales de su marido, que fue el noveno gobernante de la XVIII dinastía faraónica y cuyo reinado se prolongó durante 38 años.
Posible estatua de la reina Tiye (Imagen: Ministry of Antiquities). 138 | Egiptología 2.0
Según Al Anani, es la primera vez que se descubre una estatua de alabastro de la reina Tiye en el interior del templo funerario de su esposo, ya que el resto de reproducciones encontradas son de grani-
to. La arqueóloga armenia Hourig Sourouzian, jefa de la misión, explicó que el hallazgo de la escultura ocurrió de manera ‘‘fortuita’’, cuando se levantaba la parte inferior del coloso de Amenhotep III. Sourouzian destacó el buen estado de conservación de la obra y resaltó que todavía conserva los antiguos colores con los que fue pintada. En este sentido indicó que la escultura necesitará un delicado trabajo de consolidación y de restauración. Un grupo de arqueólogos desentierran una tabla de madera que podría pertenecer al barco del antiguo faraón Keops. Una tabla de madera que podría pertenecer al barco del faraón Keops ha sido desenterrada cerca de la Gran Pirámide de Giza, según anunciaron los arqueólogos del proyecto, el pasado mes de marzo. Se cree que el barco, el segundo que se encuentra en la zona, fue construido para el faraón Keops, que gobernó Egipto durante la cuarta dinastía, hace más de 4.500 años. Después de los primeros descubrimientos en la década de 1980, han aparecido 700 piezas del barco, y los expertos creen que ya han desenterrado la mayoría.
“Estamos celebrando la aparición de la tabla de madera más grande”, comentó el supervisor del proyecto, Mamdouth Taha, que añadió que tiene 26 metros de largo. Arqueólogos y expertos en conservación han extraído la pieza que se encontraba a casi tres metros bajo tierra y la han trasladado a
Posible estatua de la reina Tiye (Imagen: Ministry of Antiquities).
un centro de conservación cercano al lugar del descubrimiento. Arqueólogos de Egipto y Japón están trabajando en el proyecto con el fin de restaurar la totalidad de las piezas del barco, y exponerlas en el Gran Museo de Egipto que se inaugura el próximo año. Fragmento descubierto (Imagen: EFE).
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