Nº6– Enero de 2017 / Revista online gratuita.
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Los Ostraca de Deir el-Medina
Osiris y Anubis, ¿dioses de la muerte?
Algunas pinceladas sobre el universo sexual egipcio
Colección egipcia Museo Episcopal de Vic
EL EXTRANJERO EN LA ICONOGRAFÍA EGIPCIA Egiptología 2.0 | 1
Editorial Os presentamos la sexta entrega de la Revista Egiptología 2.0, correspondiente al mes de enero de 2017. Iniciamos el año, con nuevos proyectos, metas e ilusiones renovadas. Como siempre, persiguiendo un fin común, la divulgación de la historia y el arte de la antigua civilización egipcia. Dirección Moisés González Sucías moibcn@hotmail.com Edición Moisés González Sucías (Barcelona). Diseño gráfico y maquetación David Claros Lozano Jordi Romera Sevillano Documentación Sara López Caiz Colaboradores Sandra Pajares Sotillo Bartomeu Egea Resino María Isabel Cubas Contreras Laura Huertas López Marian Romero Gil Heródoto de Halicarnaso Gerardo P. Taber Aroa Velasco Alexandra Bast Hipólito Pecci Tenrero Julio López Saco Álvaro Luque Lomas Amairani Avid Nava ISSN: 2444-6254 www.egiptologia20.es https://www.facebook.com/egiptologia20 https://twitter.com/egiptologia20 Egiptología 2.0 es una marca registrada. Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni total ni parcialmente ni registrada o tramitada en ninguna forma ni por ningún medio sin permiso previo por escrito de la editorial. Egiptología 2.0 no se hace responsable de los juicios, críticas y opiniones expresadas en los artículos publicados. Egiptología 2.0 ha hecho lo posible por localizar los derechos de autor de todas las imágenes. Cualquier posible omisión no es intencionada y se agradecerá culaquier información sobre los mismos. Contacto: egiptologia2.0@hotmail.com 2 | Egiptología 2.0
Abrimos este número, con un artículo de Julio López Saco: ‘‘El extranjero en la iconografía del Egipto de la antigüedad: sumisión y pasividad del enemigo’’. El texto aborda, como en el interior del Egipto antiguo, el “otro” lo conformaban las mujeres, los siervos, los niños, campesinos y artesanos. Fuera de la tierra egipcia, lo eran los “foráneos”, los extranjeros, que diferían de los egipcios en el lenguaje, las costumbres, la vestimenta y las creencias. El sometimiento de los enemigos extranjeros (golpeados y pisoteados) fue un tema común en el arte egipcio. La representación, en actitudes pasivas, de no egipcios cubría relevantes espacios en palacios y templos, aparecía sobre estatuas reales, mobiliario y recipientes de cosméticos. Su preeminencia en el arte se debió a su rol cosmológico, pues encarnaban el caos indiferenciado y suponían una amenaza al orden. Sin embargo, los modos de representación de los foráneos no implicaban un sentimiento xenofóbico. Los extranjeros no eran, en consecuencia, meramente subyugados a causa de que eran foráneos, sino porque su sometimiento era un requisito imprescindible para restablecer Maat. En nuestra sección de entrevistas, hablaremos de magia en el antiguo Egipto, con Javier Arries, licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en la especialidad de Física de la Tierra y del Cosmos. Alexandra Bast, nos hablará de los ostraca de Deir el-Medina, conoceremos si Osiris y Anubis eran realmente los dioses de la muerte, nos introduciremos en el universo sexual de los antiguos egipcios, Sandra Pajares, nos enseñará una de las siete maravillas del mundo antiguo, que quedan en pie: la Pirámide Khufu, hablaremos de los inicios de la dinastía XVIII, su desarrollo histórico, y la situación de Egipto desde finales del Segundo Período Intermedio hasta la expulsión de los Hiksos, desvelaremos los secretos de la ‘‘Señora de las Dos Tierras’’, Tausert, de la mano de Gerardo p. Taber y Rodrigo A. Cervantes Navarro, conoceremos un contrapeso de menat conmemorativo del heb-sed del faraón Psamético I conservado en el Museo Nacional de las Culturas de México. Conoceremos como se formó la colección egipcia del Museo Episcopal de Vic, recorreremos las renovadas salas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, visitaremos la exposición: Khaemwaset. El príncipe arqueólogo y finalizaremos viajando a la Isla Sehel, donde Bartomeu Egea nos mostrará todos sus rincones menos conocidos. Todo ello, junto con nuestros contenidos habituales y un artículo especial de Álvaro Luque Lomas: ‘‘Escarabeos y escaraboides, egipcios, egiptizantes y pseudoegipcios en la Península Ibérica’’. Imagen de portada: Relieve con un grupo de cautivos nubios. Templo de Ramsés II, Abu Simbel (Imagen: Institute for the Study of the Ancient World).
Sumario 6. Entrevistas - Javier Arries: ‘‘Algo nos llama y nos hace mirar hacia este país, con una historia y un pasado tan fascinante.’’ 12. Testimonios del pasado - Estatuas de Rahotep y Nofret. 17. Historia militar - El extranjero en la iconografía del Egipto de la antigüedad: sumisión y pasividad del enemigo.
Entrevistas - Javier Arries.
27. Arte - Los ostraca de Deir el-Medina. 33. Religión - Osiris y Anubis, ¿dioses de la muerte?. 40. Vida cotidiana - Algunas pinceladas sobre el universo sexual egipcio. Arte - Los ostraca de Deir el-Medina.
49. Arquitectura - El horizonte de Khufu. 58. Mujer en el antiguo Egipto - Tausert, Señora de las Dos Tierras. 62. Historia - Los inicios de la dinastía XVIII: desarrollo histórico, y situación de Egipto desde finales del Segundo período Intermedio hasta la Expulsión de los Hiksos. 67. Faraones - La XXV dinastía egipcia. 75. Personajes - El destino final de Cleopatra: Hollywood.
Religión - Osiris y Anubis.
80. Arte - Un contrapeso de menat conmemorativo del hebsed del faraón Psamético I en el Museo Nacional de las Culturas de México. Contexto histórico e identificación. 87. Colecciones - Colección egipcia del Museo Episcopal de Vic. 90. Museos - El Museo Arqueológico Nacional de Madrid. 103. Exposiciones - Khaemwaset. El príncipe arqueólogo. Vida cotidiana - Universo sexual egipcio.
110. Hoy viajamos a... - Isla de Sehel. 113. Especiales - Escarabeos y escaraboides, egipcios, egiptizantes y pseudoegipcios en la Península Ibérica. 125. Novedades editoriales - Introducción al antiguo Egipto / La Gran Pirámide. Clave secreta de la Atlántida / Esto no estaba en mi libro de historia del antiguo Egipto / La tumba del Visir Rehkmire. TT100, Vol. I. 127. Noticias - Noticias destacadas del trimestre.
Mujer en el AE - Tausert.
Faraones - La XXV Dinastía.
Arquitectura - El horizonte de Khufu.
Egiptología 2.0 |XVIII. 3 Historia - Los inicios de la Dinastia
En portada
En el interior del Egipto antiguo, el “otro” lo conformaban las mujeres, los siervos, los niños, campesinos y artesanos. Fuera de la tierra egipcia, lo eran los “foráneos”, los extranjeros, que diferían de los egipcios en el lenguaje, las costumbres, la vestimenta y las creencias. El sometimiento de los enemigos extranjeros (golpeados y pisoteados) fue un tema común en el arte egipcio. La representación, en actitudes pasivas, de no egipcios cubría relevantes espacios en palacios y templos, aparecía sobre estatuas reales, mobiliario y recipientes de cosméticos. Su preeminencia en el arte se debió a su rol cosmológico, pues encarnaban el caos indiferenciado y suponían una amenaza al orden. Sin embargo, los modos de representación de los foráneos no implicaban un sentimiento xenofóbico. Los extranjeros no eran, en consecuencia, meramente subyugados a causa de que eran foráneos, sino porque su sometimiento era un requisito imprescindible para restablecer Maat. Durante los Reinos Antiguo y Medio, los contactos con los no egipcios se restringieron a los residentes en áreas fronterizas y también a aquellos particularmente vinculados al comercio exterior y la diplomacia.
Escena de la Batalla de Qadesh. Ramesseum (Imagen: Coyolicatzin). 4 | Egiptología 2.0
La subyugación de los extranjeros constituyó un tema muy común en el arte egipcio. La representación de no egipcios cubría grandes espacios en palacios y templos, aparecía sobre estatuas reales, elementos arquitectónicos, mobiliario y hasta sobre recipientes de cosméticos. Su preeminencia en el arte se debió al rol cosmológico que los extranjeros jugaban. Fueron vistos como la encarnación metafórica del caos indiferenciado de la no existencia, que antecedía a la creación y que después la rodeaba (incluso a veces penetrando en ella), amenazando el mundo ordenado de Egipto.
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Entrevistas Marian Romero Gil
Javier Arries: ‘‘Algo nos llama y nos hace mirar hacia este país, con una historia y un pasado tan fascinante.’’
Nació en Madrid, en 1963. Es licencia-
do en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en la especialidad de Física de la Tierra y del Cosmos. En la actualidad trabaja como profesor de Informática de grado medio de Formación Profesional y monitor de Informática. Además de realizar labores como programador y administrador de redes y bases de datos, ha impartido cursos especializados para empresas, instituciones y diversos organismos.
Javier Arries (Imagen: Ciencia España).
Desde muy temprana edad, se sintió atraído por la Física y la ciencia en general. Fruto de ese interés a lo largo de más de cuarenta años de investigaciones personales acerca de lo heterodoxo, la antropología, y la historia menos conocida, son seis libros publicados hasta la fecha, y una extensa cantidad de artículos publicados desde 1995 como colaborador de revistas especializadas.
Como ya sabéis, de un tiempo a esta parte, celebramos fiestas que hemos importado de otros países como Halloween, una noche llena de magia, aunque para nosotros es la noche de difuntos y años atrás también pensábamos que estaba llena de magia y hasta que nuestros difuntos venían a visitarnos. Tenemos la noche de San Juan en la que muchos hacen sus rituales esperando encontrar trabajo, pareja o incluso mejorar su salud, y demás fechas en las que aprovechamos para utilizar la magia en nuestras vidas, aparte de personas que la utilizan como medio de vida, ganando generalmente grandes sumas de dinero. Pero no os asustéis que no nos hemos ido por el mal camino, hemos querido contaros que la magia forma parte de nuestras vidas, pero también formaba parte de la vida de los antiguos egipcios y por eso en este número 6 de Egiptología 2.0 tenemos al autor del libro: “Magia en el Antiguo Egipto”. Javier, bienvenido a Egiptología 2.0. Hola, encantado de estar con vosotros. 6 | Egiptología 2.0
Javier por lo que hemos leído, es un libro que está muy bien documentado, ¿tardaste mucho en conseguir toda la documentación que necesitabas? Pues como quien dice, toda una vida porque ya sabéis que estos temas no los lleva uno de una semana para acá, la fascinación por el Antiguo Egipto la llevamos en la sangre desde que somos bien pequeñitos, algo nos llama y nos hace mirar hacia este país, con una historia y un pasado tan fascinante, entonces a partir de ahí como os digo, he ido creciendo en cuanto a conocimientos, investigando e indagando y sobre todo a partir de algún artículo que he escrito, ahí se forma un poco el esqueleto en mi cabeza de hacer una obra sobre los aspectos menos conocidos o los que se tocan menos en las obras de divulgación del Antiguo Egipto. Tenemos mucho material sobre política en el Antiguo Egipto, sobre la vida cotidiana, pero los aspectos mágicos más que los religiosos, se dan un poco sobreseídos o se tocan de forma anecdótica, no de una forma en conjunto. Javier, nos hemos saltado una pregunta que le hacemos a todo el que pasa por primera vez por nuestras entrevistas y es ¿Cómo te ‘‘picó’’ el gusanillo del Antiguo Egipto? Leyendo desde que era pequeño antes de ir al colegio. Yo tenía curiosidad por saber que hacían los mayores cuando cogían esa cosa que llamaban libro, abrían sus páginas y parecían hablar con él. Pues esa curiosidad me llevó a decirle a mi madre que me enseñara a leer que yo quería que los libros me contasen historias. Y ¿Qué cosas encontré después de aprender a leer como lo haría un niño pequeño? Pues algún que otro diccionario de mitología, alguna enciclopedia en la que encontraba cosas relacionadas con Egipto, cosas también relacionadas con su mitología, pero ya os digo que todo esto visto desde el punto de vista de un niño al que todo le sorprende y maravilla. Ese dios con cabeza de halcón, Horus, que a su vez era hijo de una diosa llamada Isis, con un trono en la cabeza, y que a su vez era hermana y mujer de Osiris, ¡en la cabeza de un niño eso es una locura! Y a partir de ahí me ‘‘picó’’ la abeja egipcia y hasta ahora, yo creo que a todos nos ha pasado más o menos lo mismo, nos ‘‘pica’’ cuando eres más o menos pequeño y a partir de ahí te engancha y no paras. ¿Por qué has elegido el tema de la magia para este libro? Pues es algo que me gusta desde siempre, todo lo que tiene que ver con el pensamiento metafísico, re-
ligioso, siempre me ha llamado la atención, como os digo, las mitologías desde que era pequeño me encantaban, la egipcia, pero también la clásica, la sumeria, la hindú, todas, pero en el caso de la egipcia, además con la fascinación por esa civilización y su historia. En el apartado de religión como bien sabemos, hay algo que es tremendamente importante, el concepto de magia, que es Heka, ese poder mágico que tienen los dioses y de una manera mucho más clara que en otras mitologías. La propia Isis es llamada “La Grande en Magia”, es algo que viene intrínseco en la propia religiosidad egipcia, además siempre me ha gustado este tema y toda mi obra va encaminada a dar a conocer todo ese otro aspecto del pensamiento humano, a conocernos a nosotros mismos, no solo desde el aspecto racional, sino, también desde las cavernas cuando estamos a oscuras y tenemos que imaginar que hay ahí fuera y es la magia la primera forma de entender el mundo y entonces todo eso me ha llamado mucho la atención. ¿Crees que hemos heredado algo de toda esa magia que practicaban los antiguos egipcios? Pues es una de las cosas que me he planteado en el libro porque, buscando, indagando, precisamente antes de escribirlo me iba encontrando con un montón de cosas, de tradiciones que pensamos que son muy nuestras, más o menos recientes, y para nada, podemos retrotraerlas a algo tan milenario como es el antiguo Egipto. Precisamente el último capítulo del libro es un recorrido por ese pensamiento religioso-mágico, porque los dos van muy ligados en el caso de Egipto, pues ha influido también en nuestra propia civilización, buena parte de nuestros propios mecanismos, de las mismas “leyes” que rigen la magia cotidiana, que de alguna manera ha imbuido, que más o menos el racionalismo se ha impuesto, pero no olvidemos que nuestra civilización occidental es mucho más antigua y no solamente parte de la revolución industrial, entonces aún mantenemos ese bagaje místico y mágico y ¿de dónde lo hemos heredado? Pues en buena parte del Nilo y de esa civilización que creció a lo largo de ese rio maravilloso. ¿Por qué crees que era la magia tan importante para los antiguos egipcios? Eran muy metódicos en sus observaciones, al observar la teogonías por ejemplo de Menfis, de Tebas, de Heliópolis, nos damos cuenta que buena parte de esas teogonías están basadas en la observación natural, evidentemente sabemos que la observación de los astros era algo muy importante para ellos, por Egiptología 2.0 | 7
ejemplo, para conocer las crecidas o la salida del sol, era muy importante la observación de la naturaleza y su entorno, algo fundamental para los egipcios, y evidentemente pensaban que ese orden no surgía porque si, imaginaban sus dioses, ese océano primordial del cual había surgido todo, océano que se parece mucho al Nilo cuando en el tiempo de la inundación baja y hace que la tierra emerja igual que la colina primordial en las teogonías, en la colina primordial emerge un primer dios que tiene que crear el mundo y ¿Cómo lo hace? Tiene que hacerlo con algo, los egipcios lo llaman Heka, poder mágico, es decir, un tipo de ‘‘sustancia’’ que da vitalidad a todo, algo que mantiene unido a todo el universo. Como digo en uno de los capítulos, la creación es magia, por eso para ellos es algo muy importante y muy interesante a la vez, uno de los primeros pensamientos científicos que es, tratar de saber cómo está hecho el mundo, en este caso, desde un punto de vista del poder mágico, y a su vez, tratar de aplicarlo a su vida cotidiana. Los conjuros mágicos trataban de dominar precisamente la energía, la fuerza con la que los dioses habían creado el mundo, incluso el concepto de Heka es muy interesante en cuanto a su jeroglífico, está compuesto de dos, de He y de Ka. Todos sabemos que Ka es ese doble vital que hay en todo, las ofrendas que se llevan a los difuntos incluso tienen su Ka, Ka que nutre al propio Ka de los difuntos, y He, es el jeroglífico en forma de lazo que significa lo que activa, lo que hace útil, entonces, el concepto de Heka para ellos sería lo que activa, lo que hace usable el Ka, lo que hace que esa fuerza vital se pueda manejar. Yo creo que no hay mejor definición de una energía, de una fuerza, de un poder místico, en este caso divino, que puede permitir hacer cosas, hacer las mismas cosas que hacen los dioses. ¿Entonces piensas que esa Heka lo podían tener todos? A ver, siempre estamos hablando desde el punto de vista del pensamiento del antiguo Egipto, como bien decíais al principio, se puede tomar desde dos puntos de vista, el científico y verlo como un tipo de pensamiento al igual que tenemos el racional. Tenemos ese pensamiento mágico que hemos heredado y que sigue ahí. No hay que ser crédulos, lo que yo quiero plasmar en esta obra, más que pensar si existe Heka o no, es que nos metamos en la piel de un egipcio, que aprendamos a mirar su mundo con los ojos con los que él lo veía. Para los egipcios este mundo estaba considerado con ese algo invisible, con ese otro lado, sabéis que la dualidad era algo realmente importante para los egipcios, este 8 | Egiptología 2.0
mundo era dual, había un alto y un bajo Nilo, dos reinos, dos coronas, todo formaba parte de una curiosa dualidad, precisamente nuestro mundo visible parece ser el espejo y en muchos textos así queda manifiesto. Cuando se describen seres de ese otro lado del duat parece ser un espejo, pues Heka, el que de manera invisible tiene para el egipcio unido todo el universo, son los dioses creadores, el propio dios Ptah por ejemplo, el que primero idea en su corazón, tiene en su pensamiento, tiene un proyecto, luego lo verbaliza con la palabra, y es precisamente con ese poder mágico con el que todo eso se condensa y se crea el universo. Para el egipcio eso era lo que explicaba que el mundo existiera y tratar de conocerlo era precisamente lo que le podía dar la pista de cómo utilizarlo en beneficio de su propia sociedad. ¿Utilizaban amuletos para hacer magia? Claro, yo creo que el amuleto es la forma de magia más popular aunque también es la más sencilla. Los sacerdotes tenían que llevar una larga instrucción en las casas de la vida, impuestos bajo el cuidado de un instructor que les enseñaba a leer, a copiar los textos mágicos y religiosos, eran ellos los que leían los conjuros y los hechizos y eso llevaba años de instrucción pero la magia talismánica en todas las culturas es la más sencilla. En en el libro tenemos alguna diferencia entre amuleto y talismán, el talismán parece relacionado con un elemento natural, por su forma, por su color, o por su origen, parece vinculado a algún tipo de fuerza, por ejemplo una concha, las conchas solían ser amuletos de fertilidad, los colmillos de animales peligrosos son utilizados como amuletos que dan fuerza, que defienden, y por otra parte los talismanes que suelen ser más elaborados, mas artificiosos, en los que se realizan conjuros, en los que ya hay alguien, un mago, un sacerdote que debe conocer los conjuros que se realizan sobre ello. Se utilizan de todo tipo, desde los más sencillos hasta los más elaborados, nuestros lectores conocerán muchos de ellos como el Ankh, el ojo de Horus o los dedos de Anubis, con los cuales el sacerdote con la máscara de Anubis restituía la herida que se le hacía para sacarle las vísceras al difunto. Todos estos amuletos aparecían en las momias, entre los vendajes, en el sitio que les correspondía y todos pensamos que son amuletos de magia para los difuntos, pero no olvidemos que estos amuletos también eran llevados por los vivos, por ejemplo, los dos dedos de Anubis, se han encontrado en pulseras pequeñas lo que ha llevado a pensar que eran amu-
letos de protección para los niños. Se han hallado muchísimos y hay egiptólogos que han tratado de clasificarlos, teniendo clasificados en la actualidad miles de ellos, muestra de ello, son las grandes colecciones que atesoran decenas de museos, eso significa que eran utilizados por todas las clases sociales. Un amuleto utilizado por las clases sociales pudientes, era un cilindro de oro colgado al cuello, y en su interior llevaba un papiro inscrito con algún tipo de fórmula mágica en forma de decreto divino. Las clases sociales más bajas también podían llevar algo así, pero evidentemente no en oro sino en materiales que estuvieran más a su alcance y facilitado por alguien que conociera las fórmulas mágicas.
mos magia negra. ¿De qué ritos se valían para utilizar la magia además de los ‘‘muñecos vudú’’? Sobre los ‘‘muñecos vudú’’ tenemos un ejemplo de Época Tardía, conservado en el Museo del Louvre, que causa bastante impresión. Se trata de una mujer desnuda, arrodillada, con las manos atadas a la espalda, con trece clavos de bronce colocados estratégicamente en distintos lugares de su cuerpo, se trata de un amarre.
¿Había magia blanca y magia negra? Quiero decir, magia para hacer el bien y magia para hacer el mal. ¡Buena pregunta! Al principio del libro yo hago un repaso por la historia, como fue poblado Egipto, sus dinastías, y podemos ver como el país a través de sus guerras y del comercio, se ve influenciado en todos los aspectos, y la magia que se practicaba en el Imperio Antiguo es diferente a la que se practicaba en el periodo Tardío. Toda la magia es buena, ¿por qué? porque todos los textos que tenemos, hablan de magia protectora, de magia utilizada por los sacerdotes, incluso la magia que podríamos llamar nefasta, la que causa daño a alguien, era magia blanca, porque era execratoria. Los textos execratorios se utilizaban para acabar con los enemigos, pero claro, eran los enemigos del estado. Los sacerdotes o los magos, lo que hacían, era inscribir los nombres de los enemigos del estado tanto en cuencos como en figuras que representaban a sus enemigos, lo que llamamos ahora ‘‘muñecos vudú’’ de los cuales hemos encontrado una gran cantidad de muestras en necrópolis o en algunas fortalezas, y evidentemente esto estaba destinado a hacer daño, pero claro, no es magia negativa, el sacerdote lo que estaba haciendo era defender a Egipto, defender al estado de los nueve arcos que era como se llamaba a las gentes fronterizas que podían amenazar a Egipto. Desde el punto de vista de un faraón o de un sacerdote, Egipto es la representación del orden de los dioses, es una representación de Maat y sus enemigos son representantes de las fuerzas del caos. En el Periodo Tardío todo cambia y la magia es utilizada para saciar los instintos más bajos de hechiceros más que de magos. Tenemos desde hechizos de odio para acabar con competidores, como amarres para dominar la voluntad ajena, lo que ahora llama-
Muñeca vudú del Louvre (Imagen: Arqueología e Historia del sexo).
Los papiros mágicos estaban divididos en dos partes, una para explicar lo que se va a hacer, y el conjuro que se debe realizar sobre lo que se haga, ya sea un amuleto o una figura. El mago imita el ritual que hace el sacerdote al entrar en el Sancta Sanctórum, imitar el momento de la creación, también aprovecha las fechas dependiendo a que dios quiere ofrecer el ritual, o el día y la noche, algo que también ha llegado a nuestros días, y después de toda esta preparación viene el conjuro, las palabras, palabras de poder que debían ser rigurosamente conservadas y no divulgadas. Durante los periodos intermedios, muchos de estos textos se habían dado a conocer y por ello habían su poder, pero en resumen, los pasos Egiptología 2.0 | 9
que hemos comentado son los que el mago solía hacer a la hora de realizar un ritual. ¿La magia era igual para todos o distinguía clases sociales? Todos los egipcios creían en la magia de una manera u otra, aunque evidentemente no todos tenían acceso a los estamentos más elevados de la magia. El primero de los magos, el que se consideraba lleno de Heka era el faraón, por ello era el intermediario entre los dioses y su pueblo. Recuerdo el texto de un sacerdote que toca algo que no debía del faraón, algo que está consagrado, que esta ritualizado y que por lo tanto podía hacerle daño al estar cargado de ese poder mágico, y el faraón se vuelve a él y le dice: “Decreto que no te ocurra nada” fijaros hasta qué punto el poder mágico era tomado como algo muy serio. Por otro lado tenían a las parteras, mujeres que con el tiempo habían ganado mucha experiencia y a muchas de ellas se le atribuían poderes mágicos, poderes de videncia, en Deir el-Bahari, tenemos por ejemplo, un ostraca que nos cuenta como un hombre había consultado con una de estas parteras, porque un Ba le estaba incomodando, para saber quién era y como aplacarlo, es decir, ellos tenían también entre sus vecinos, gente a la que se atribuían poderes de videncia, poderes de sanación o poderes mágicos.
Muchos hemos oído hablar del mal de ojo, creamos o no en él, pero ¿Es el mismo del Antiguo Egipto, del que nos hablas en el libro? Exactamente el mismo y es algo que le deja a uno perplejo. Yo desde pequeño lo he vivido como una creencia que está muy extendida, y en su momento escribi una obra que se llama “El poder de los aojadores”, en ella reflejo que es una creencia, el ojo no recibe la luz, lo que ahora sabemos que ocurre realmente, los fotones. La luz viaja hasta nuestra retina y esta es un receptor, una antena que recibe esas variaciones electromagnéticas y que nuestro cerebro interpreta, pero en el pensamiento de nuestros antepasados, el ojo emite, el ojo se posa en un sitio, echó la mirada en un sitio, como si la mirada pudiera echarse, como si la mirada fuera algo que sale del ojo y va a alguna parte. El siguiente paso es pensar, si el ojo tiene esa fuerza de posarse, de ir al horizonte, de mirar y ver, puede ser dañino y benéfico, y fijaros que hay muchísimos mitos en Egipto que nos hablan del ojo de Ra, o como el ojo de Ra sale de Ra y su mirada se pierde en el horizonte y hay que ir por él, pero es que el mal de ojo aparece reflejado en algunos textos dentro de Egipto como la mala mirada y dicen algo asi como:
“Ojo malo, tu que te has clavado en la puerta...”. Se le temía mucho, pero no solo en Egipto, también en Mesopotamia. El gesto tan común que conocemos hoy día con el nombre de la figa, que es meter el dedo gordo entre el índice y el corazón para evitar el mal de ojo, también lo podemos encontrar en el Antiguo Egipto. La escena es la de un pastor que está ayudando a dar a luz a una vaca, mientras él está tirando de las piernas de la ternera, hay otro pastor que está haciendo ese mismo gesto para proteger a la ternera. En otro bajo relieve se ve a unos pastores con su rebaño atravesando el Rio, con el peligro que eso conlleva, algunos pastores están remando pero hay otro que apuntando al ganado, hace este gesto mágico para protegerle. Javier, de toda la investigación que has llevado a cabo para escribir este libro ¿hay algo que te haya sorprendido?
Javier Arries durante una conferencia (Imagen: YouTube). 10 | Egiptología 2.0
Pues la verdad es que todo me sorprende, afortunadamente no he perdido la capacidad de admirarme, de lo complejos que somos como ser humano, de los ritos, de las leyes, de cómo los magos idean toda clase de cosas para tratar de entender el mundo. Para mi están en las puertas de la ciencia, porque son los primeros que empiezan a ‘‘picar’’ en la curio-
sidad y quieren saber lo que son. Cosas que me llamaron la atención en su momento, fueron el famoso ‘‘conjuro del harén’’, en el que se descubrió que Ramsés III fue asesinado por esas ansias de poder y envidias. Algo que pudimos descubrir al quitar las vendas de su cuello y apreciar un profundo corte que iba de lado a lado, y que en dicho conjuro se ha podido ver que la magia fue un elemento muy importante. Muchas gracias por haber estado con nosotros en Egiptología 2.0 y haberle dado un toque distinto a las entrevistas que hasta ahora habíamos presentado. Te deseamos muchos éxitos y muchas ventas para este nuevo libro. Maldiciones, amuletos y exorcismos en el Antiguo Egipto. Tras más de tres décadas de investigación acerca de todo lo relacionado con el pensamiento mágico desde una perspectiva histórica y antropológica Javier Arries nos traslada en esta obra al mundo de la magia en el Antiguo Egipto, revelándonos la teoría, la práctica y los procedimientos de la magia egipcia, y su presencia en el mundo moderno después de más de 5000 años. En esta obra el autor nos sitúa en el entorno geográfico e histórico de Egipto, se adentra en los mitos de la creación egipcios y describe el mundo según estos, especialmente el mundo invisible, habitado por una caterva de seres de pesadilla, genios, demonios, espíritus de difuntos que aterrorizan a los vivos durante el sueño y traen todo tipo de desgracias y enfermedades. También nos da a conocer algunas historias y cuentos en los que intervienen magos, los secretos de la magia talismánica, de la magia maléfica, de la magia egipcia aplicada a la salud y de las artes adivinatorias. Y, finalmente, nos muestra como todo este bagaje mágico dio lugar en el periodo heleno y de la dominación romana a un auténtico crisol de procedimientos mágicos en los que se mezclaban elementos egipcios, griegos, judíos y persas.
Sobre Javier Arries
Sobre el autor
Nació en Madrid, en 1963. Es licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en la especialidad de Física de la Tierra y del Cosmos.
Marian Romero Gil, Directora, productora y presentadora del programa de radio: ‘’Las enseñanzas de Maat’’, donde podrás encontrar todo tipo de temas relacionados con el antiguo Egipto. Todo ello de la mano de Marian Romero Gil y su equipo de colaboradores.
En la actualidad trabaja como profesor de Informática de grado medio de Formación Profesional y monitor de Informática. Además de realizar labores como programador y administrador de redes y bases de datos, ha impartido cursos especializados para empresas, instituciones y diversos organismos. Desde muy temprana edad, se sintió atraído por la Física y la ciencia en general. Fruto de ese interés a lo largo de más de cuarenta años de investigaciones personales acerca de lo heterodoxo, la antropología, y la historia menos conocida, son seis libros publicados hasta la fecha, y una extensa cantidad de artículos publicados desde 1995 como colaborador de revistas especializadas. http://arries.es
El programa se emite todos los domingos a las 20:00 horas, en: http://portalzona.com/maat.html Media http://xn--lasenseanzasdemaat-t0b.es https://www.facebook.com/LasEnsenanzasDeMaat/ timeline https://twitter.com/marian_egipto?lang=es http://www.ivoox.com/podcast-ensenanzas-maat_sq_ f146256_1.html Egiptología 2.0 | 11
Testimonios del pasado Moisés González Sucías
Estatuas de Rahotep y Nofret
Piedra caliza estucada y pintada; Dimensiones Rahotep: 1,21 cm altura; Dimensiones Nofret: 1,22 cm altura.
Procedentes de la mastaba de Rahotep en Meidum (M6); Excavaciones de Auguste Mariette (1871); IV dinastía, reinado de Snefru (2575-2551 a.C.), Imperio Antiguo. Sala 32, Planta Baja, CG 3 y CG 4.
Estatuas de Rahotep y Nofret (Imagen: Wikimedia Commons).
Ambas esculturas fueron halladas por Auguste Mariette, entre las ruinas de las mastabas anejas a la pirámide de Meidum. La necrópolis de Meidum se encuentra en la zona norte de El Fayum, en el límite del desierto que roza ya la zona cultivada. En ella se yergue la discutida pirámide, que empezada, al parecer, en tiempos de Huni, último rey de la III dinastía, fue terminada por su hijo y sucesor Snefru. Próximas a ella se construyeron dos mastabas, en las que fueron enterradas dos parejas principescas. Una compuesta por Rahotep y su esposa Nofret, y la otra por Nefermaat y su esposa Atef. Ambos príncipes eran hijos de Snefru. Su importancia radica, precisamente, en que, de entre sus escombros, se liberaron obras artísticas de reconocida importancia para el análisis de la escultura y pintura del Imperio Antiguo. En una de ellas, concretamente la mastaba M6, apareció el grupo escultórico compuesto por Rahotep y Nofret. Realizadas en piedra caliza y trabajadas en cuerpos independientes, fueron concebidas como un conjunto es12 | Egiptología 2.0
cultórico. Miden unos 120 centímetros de altura cada uno, aunque la estatua de Nofret es ligeramente más alta, debido al voluminoso tocado. Los dos cuerpos están sentados en sólidas sillas de piedra estucada y pintada en color blanco, formando un bloque con la figura humana. Dispone de una zona para reposar los pies, y lleva, en la zona superior, una serie de inscripciones jeroglíficas pintadas en negro, con el nombre y los títulos de los difuntos. Este conjunto está tratado con cierta ligereza y de acuerdo a las normas imperantes: el cuerpo masculino evidencia la tosquedad de las piernas, la exagerada angulosidad de los hombros y una flexión demasiado baja del brazo derecho; la figura femenina está enfundada en la larga y estrecha túnica de lino, que sólo deja visible la mano derecha, pero simultáneamente dibuja el contorno del cuerpo, con los mismos defectos que la estatua de Rahotep. Como muchas otras, ambas están coloreadas: el cuerpo masculino es de color rojizo, en tanto que la piel femenina es de un ocre claro. El conjunto es armónico al reproducir un esquema y crear a través del color blanco un vínculo entre las dos piezas.
Vista de perfil de las estatuas de Rahotep y Nofret (Imagen: Kastatic).
La estatua de Rahotep está concebida como una más dentro de su clase: faldellín corto de lino y un finísimo collar sujeto al cuello, probablemente un amuleto. La cabeza está trabajada con esmero: una peluca corta que hace visible grandes orejas, perfectamente representadas; suave modelado de la nariz, grande y recta y una boca grande y de abultados labios carnosos ligeramente sombreados por el bigote, característico del Imperio Antiguo; potentes líneas negras arquean las cejas y enmarcan los ojos, que para mayor realismo llevan incrustados trozos de cristal de roca, engarzado en metal de cobre; están bordeados por el kohl, al estilo egipcio, y protegidos por cejas pintadas en negro. Los miembros del cuerpo están representados con bastante perfección, especialmente la cabeza. Su tez es muy morena, representada en tonos rojizos, tal y como se representaba la piel masculina en el antiguo Egipto. Detalle como los hombros, pecho, rodillas, manos y pies, están tallados de forma muy cuidada, dándole a la Egiptología 2.0 | 13
estatua mayor realismo. Finalmente, lleva la mano derecha cerrada y cruzada sobre el pecho, y la izquierda cerrada apoyada sobre la rodilla. Sus brazos están ligeramente separados del cuerpo. La segunda figura corresponde a Nofret, su esposa, también en posición sedente y formando un bloque único con el trono. De igual modo, el asiento va pintado de blanco con más inscripciones jeroglíficas en color negro. Nofret, por su calidad de mujer de alta posición social, está representada de modo ostentoso: un rico collar se ajusta alrededor del cuello, delicadamente pintado en tonos rojos y verdes, característicos del arte egipcio, y se expande en abanico sobre el pecho; cuenta con abultada y pesada peluca, partida al medio, y cae a los lados de la cara en apretadas y retorcidas hebras que enmarcan el rostro como una masa ancha y oscura, produciendo un efecto de achatamiento de su relieve.
Detalle del rostro de Nofret (Imagen: Wikimedia Commons).
Una ancha banda, a modo de diadema, con dibujos de flores sujeta el pelo y constituye otro elemento de sobria ornamentación. El
rostro de Nofret ha sido tratado con igual cuidado que el de su marido, pero se ha acentuado en él el maquillaje, la prolongación del arco ciliar y la coloración sugerente de los ojos. La piel está representada en todo amarillento-rosáceo, claro, tal y como se representaba el rostro femenino en el antiguo Egipto. Los ojos también son de cristal engarzado sobre metal, y finamente pintados con kohl. Lleva pintadas las cejas, que se alargan hacia el exterior del ojo. La nariz es fina, los labios gruesos y sin colorear. No se representan las orejas, que van tapadas por la enorme peluca. Están representados con detalle los pies, y una de las manos. El resto del cuerpo va envuelto en una representación de finísimo lino blanco que la envuelve hasta los tobillos. Por el escote de la túnica, asoman los tirantes anchos del vestido. Las formas representativas del arte egipcio (escultura de bulto redondo, relieve y pintura) adquieren un carácter definitivo hacia los comienzos del Período dinástico, y los cambios artísticos a través de los distintos períodos reflejan los cambios producidos en la sociedad. La mayoría de obras egipcias tuvieron una función, bien fuese como objetos cotidianos o, por lo general, como objetos reservados dentro de un contexto religioso o funerario. Habitualmente, la escultura constituye el doble en el que se tenía que encarnar el difunto; por ello usaban piedras duras, formas compactas, la idealización del individuo en su plenitud y una actitud reposada. Cabe recordar que una denominación egipcia para el escultor era, precisamente, “el que mantiene vida”. Todo lo anterior es básico para un arte que quiere garantizar una vida más allá de la 14 | Egiptología 2.0
Detalle del rostro de Rahotep (Imagen: Wikimedia Commons).
muerte; pero, para que el efecto mágico sea posible y tenga toda su fuerza, es preciso que la representación sea total y que mantenga la integridad, si no el difunto sufriría la misma mutilación que el doble. En consecuencia, las características artísticas de estas obras están condicionadas inexorablemente por esta función religioso-funeraria.
bloque sobre el que se talla la pieza. La consecuencia es una sensación de rigidez manifiesta, puesto que todos los miembros del cuerpo se adaptan a ese perfil volumétrico, pero también de una gran monumentalidad por su masa y su tamaño, lo que influye indudablemente en la espectacularidad que expresa siempre el arte egipcio.
Dentro del arte egipcio, la estatuaria monumental dirigida a la representación principalmente de los faraones cobró una especial importancia como elemento propagandístico, y conservó a lo largo de su larga historia unas características formales prácticamente inalterables, basadas en la rigidez, la frontalidad y el hieratismo. Aunque no toda la escultura exenta y de estas mismas características se orientó exclusivamente al retrato faraónico, hubo también ejemplos como el que nos ocupa, en el que los retratados aunque representaban al ámbito cortesano, no pertenecían a la familia real.
La rigidez conlleva una inevitable ausencia de movimiento y de multiplicación de puntos de vista de la pieza, así como de una irremediable frontalidad, que es otra de las características más conocidas de la escultura egipcia. En buena medida todo ello es la consecuencia directa del proceso de ejecución de la obra, que seguía una serie de pasos igualmente establecidos: sobre los bloque cuadrados originales se realizaban los dibujos de la pieza representada en cada una de sus caras, que habrían de servir de guía al proceso de desbastado. Se tallaban los perfiles siguiendo la guía del dibujo, que debía de ser renovado continuamente a medida que la pieza se iba completando. Concluido el perfilado se completaba el pulido de la superficie y se pintaba la pieza.
Tal como hemos ido apuntando, para representar la figura en su totalidad se adoptaron una serie de convencionalismos, entre ellos, la estatua bloque que evita cualquier saliente que pudiera romperse con facilidad, conservando la volumetría original del
La proporcionalidad y la simetría era otra pauta sintomática del arte egipcio. Proporcionalidad que en el
Parte superior de las estatuas de Rahotep y Nofret (Imagen: Maatkare).
caso de la escultura partía al parecer del tamaño del puño de la figura, que se dibujaba en un ángulo extremo del bloque original y a partir del cual se relacionaban proporcionalmente todo el resto de partes del cuerpo. La misma frontalidad antes explicada contribuía a componer la estatua en dos mitades equidistantes, lo que unido al sentido del bloque y la rigidez de la pieza le otorgaba esa simetría que igualmente las caracteriza. Por último, la expresión de las figuras solía elevarse sobre la condición humana y asumía un sentido hierático, distante, frío y carente de emoción, que es bastante lógico considerando que se trataba de representaciones de personajes con un carácter divino, caso de los faraones, o de representaciones funerarias que también habían abandonado este mundo y su condición humana. Egiptología 2.0 | 15
Parte superior de las estatuas de Rahotep y Nofret (Imagen: Chema Kaiser).
Todos estos convencionalismos y formulaciones artísticas pueden comprobarse en la pieza que comentamos. En primer lugar, Rahotep y Nofret constituyen un sólido bloque calcáreo, aunque se trate de dos piezas independientes. Ambos están sentados sobre sillas que se simplifican en meros ángulos geométricos y manteniendo esa rigidez pétrea de la estatuaria egipcia: con los hombros angulados, las piernas juntas, los brazos pegados al cuerpo y la mirada al frente, ligeramente elevada, como mirando a Ra, mirando al sol. A pesar de todo, esta obra, tal vez por no tratarse de una representación de la realeza, tiene a pesar de sus limitaciones un mayor grado de naturalismo que las demás esculturas de esta primera etapa del Imperio Antiguo. En primer lugar por el tratamiento del color, que era habitual en la escultura egipcia, pero más en las piezas de la escultura popular que en la oficial. Rahotep aparece representado en un tono rojizo y Nofret con una tez blanquecina, lo cual nos indica la diferencia de sexo y de rango, pero también hace más próximas y reales las figuras. En segundo lugar están los aditamentos que completan la representación de las figuras: Rahotep con su faldellín corto, propio de su condición de gran sacerdote, y un colgante al cuello, y Nofret con su largo vestido blanco de lino, cinta sobre el pelo y un ostentoso collar sobre el cuello. También la expresión resulta más realista que en otros casos, y más que nada gracias a los recursos que denotan la condición social de la pareja: la peluca que lucen ambos, muy habitual sobre todo en las mujeres de la alta sociedad como Nofret; el maquillaje que lucen sobre sus ojos, con el kohl que utilizaban para remarcar el perfil de los ojos y cejas y aumentar la expresión de sus miradas; y el tratamiento dado a los ojos de ambos personajes, realizados con incrustaciones de cuarzo (costumbre iniciada con la IV Dinastía), lo que también contribuye a su mayor realismo. Un último elemento iconográfico que añadir sería el único que tímidamente rompe la absoluta rigidez de la pieza y su simetría, la posición del brazo en ángulo de Rahotep y su puño cerrado, para algunos, símbolo de su poder. Ya en los primeros retratos de la IV dinastía, encontramos una simplicidad y solemnidad que no se olvida fácilmente: el escultor sólo se ha fijado en las cosas esenciales. Quizás precisamente por esta estricta concentración de las formas básicas de la figura humana, estos retratos (a pesar de su casi geométrica rigidez) siguen siendo tan impresionantes. La observación de la naturaleza y la proporción del conjunto se encuentran tan perfectamente equilibradas que nos impresionan como seres dotados de vida y, no obstante, se nos muestran lejanos en su eternidad. Esta combinación de regularidad geométrica y de aguda observación de la naturaleza es una característica de todo el arte egipcio. 16 | Egiptología 2.0
Historia militar Julio López Saco
El extranjero en la iconografía del Egipto de la antigüedad: sumisión y pasividad del enemigo
En el interior del Egipto antiguo, el “otro” lo conformaban las mujeres, los siervos, los niños, campesinos y
artesanos. Fuera de la tierra egipcia, lo eran los “foráneos”, los extranjeros, que diferían de los egipcios en el lenguaje, las costumbres, la vestimenta y las creencias. El sometimiento de los enemigos extranjeros (golpeados y pisoteados) fue un tema común en el arte egipcio. La representación, en actitudes pasivas, de no egipcios cubría relevantes espacios en palacios y templos, aparecía sobre estatuas reales, mobiliario y recipientes de cosméticos. Su preeminencia en el arte se debió a su rol cosmológico, pues encarnaban el caos indiferenciado y suponían una amenaza al orden. Sin embargo, los modos de representación de los foráneos no implicaban un sentimiento xenofóbico. Los extranjeros no eran, en consecuencia, meramente subyugados a causa de que eran foráneos, sino porque su sometimiento era un requisito imprescindible para restablecer Maat.
Relieve con un grupo de cautivos nubios. Templo de Ramsés II, Abu Simbel (Imagen: Wikimedia Commons).
Introducción El arte egipcio, producido por la elite letrada, entendía que el “otro”, dentro del propio Egipto, lo conformaban las mujeres, los siervos, los niños, artesanos y campesinos. Fuera de la tierra egipcia, lo eran los “foráneos”, los extranjeros, que diferían de los egipcios en el lenguaje, las costumbres, la vestimenta y las creencias (BRESCIANI, 1997, pp. 228-230; ASSMANN, 1996, p. 83). Durante los Reinos Antiguo y Medio, los contactos con los no egipcios se restringieron a los residentes en áreas fronterizas y también a aquellos particularmente vinculados al comercio exterior y la diplomacia. Egiptología 2.0 | 17
La subyugación de los extranjeros constituyó un tema muy común en el arte egipcio. La representación de no egipcios cubría grandes espacios en palacios y templos, aparecía sobre estatuas reales, elementos arquitectónicos, mobiliario y hasta sobre recipientes de cosméticos. Su preeminencia en el arte se debió al rol cosmológico que los extranjeros jugaban. Fueron vistos como la encarnación metafórica del caos indiferenciado de la no existencia, que antecedía a la creación y que después la rodeaba (incluso a veces penetrando en ella), amenazando el mundo ordenado de Egipto (HORNUNG, 1982, pp. 172-186). Maat se concibió como la antítesis y el complemento del caos; un compuesto de justicia, orden, acción correcta, paz y tradición. Un mundo conocible nombrado y categorizado que podía ser mantenido por las acciones del faraón y de su gente. La caótica no existencia allende Egipto era, no obstante, un necesario componente de la vida egipcia, porque era la fuente de toda fertilidad y renovación, como lo había sido de la creación misma. Los extranjeros fueron contemplados, de modo genérico, como una masa indiferenciada, amenazante, aunque no tanto por su capacidad de atacar como de sumergir y reabsorber las distinciones ordenadas. Por su localización exterior, su incontable número y su naturaleza intercambiable, los foráneos se asemejaban a las aves, peces y animales salvajes del desierto y de los pantanos egipcios, que también representaban la no existencia y tenían que ser sometidos y controlados para mantener Maat. Al igual que la subyugación de los extranjeros, la caza de animales, la captura de pájaros y la pesca de peces, fue un tema relevante en la iconografía egipcia. Los paralelos aclaran que el modo en que los egipcios representaban a los foráneos no implicaba odio xenofóbico ni temor. De hecho, los textos y las biografías de oficiales suelen mostrar a la elite egipcia interactuando pacíficamente con no egipcios, tanto dentro como fuera de Egipto.
monial de un cautivo extranjero o un ritual en el que un fragmento de escultura era “atacado”, en lugar de un enemigo vivo, como se sugiere de las esculturas decapitadas de cautivos atados encontradas en el complejo mortuorio de Pepi II (HALL, 1983, p. 76; HALL, 1986, pp. 67-69; JÉQUIER, 1938, p. 26). En cualquier caso, la escena llegó a ser un icono de la realeza. El nombre del rey también podría representado golpeando extranjeros. Así, en el serej del rey Aha de la Dinastía I extiende sus brazos desde las esquinas para agarrar y golpear a su enemigo. El mismo recurso se observa en las bases de las estatuas en el primer patio de Medinet Habu, donde los halcones encima del serej de Ramsés III y sus cartuchos mantienen a sus cautivos con brazos humanos (SCHULMAN, 1988, pp. 89-90; EPIGRAPHIC SURVEY, 1932). Un motivo regio vinculado fue la representación de extranjeros aplastados y pisoteados bajo los pies del faraón, quien debe ser mostrado en su forma humana o como humano con cabeza de halcón o de esfinge. De hecho, es probable que esta situación pudiera haber sido uno de los principales roles de la esfinge, pues vemos que ocurre en una escena en el templo mortuorio de Sahure, antes de la creación de la forma de la esfinge. El motivo, tal vez, es muy antiguo, del Período Predinástico. En la Paleta del Campo de Batalla un león pisotea cautivos caídos, mientras que en la Paleta del Toro, un enemigo caído es aplastado por un toro (DAVIS, 1992, figs. 33, 37 y 38). Esto sería así si se entiende que leones y toros están ya simbolizando en este momento al gobernante.
El extraño y la realeza: sometimiento y pasividad La representación de los extranjeros estuvo cercanamente asociada a la representación de la realeza egipcia. Uno de los más corrientes contextos en los cuales los foráneos eran mostrados fue el de las escenas de golpes violentos, en las cuales el faraón mantenía sujeto del cabello a un cautivo arrodillado, mientras con su mano libre levantaba un arma preparada para ejecutarle. Su gran número, la idéntica apariencia y las poses análogas se asociaban al caos indiferenciado (METROPOLITAN, 1999, pp. 441-442; WENGROW, 2006, pp. 204-205; SCHOSKE, 1994, pp. 23-26 y ss.). La escena de golpear al enemigo pudo haber simbolizado la ejecución cere18 | Egiptología 2.0
Paleta del “Campo de Batalla” (Imagen: British Museum).
monial de un cautivo extranjero o un ritual en el que un fragmento de escultura era “atacado”, en lugar de un enemigo vivo, como se sugiere de las esculturas decapitadas de cautivos atados encontradas en el complejo mortuorio de Pepi II (HALL, 1983, p. 76; HALL, 1986, pp. 67-69; JÉQUIER, 1938, p. 26). En cualquier caso, la escena llegó a ser un icono de la realeza.
temibles ataques del faraón, se representaban pasivos, permaneciendo de pie, arrodillados, levantando sus manos en sumisión o súplica, y caminando solamente si eran cogidos por sus ropas. La pasividad general de los extranjeros responde, probablemente, a la presencia del rey, quien activamente los sometía; su pasividad enfatizaba, así mismo, el tremendo esfuerzo necesario para crear Maat.
El nombre del rey también podría representado golpeando extranjeros. Así, en el serej del rey Aha de la Dinastía I extiende sus brazos desde las esquinas para agarrar y golpear a su enemigo. El mismo recurso se observa en las bases de las estatuas en el primer patio de Medinet Habu, donde los halcones encima del serej de Ramsés III y sus cartuchos mantienen a sus cautivos con brazos humanos (SCHULMAN, 1988, pp. 89-90; EPIGRAPHIC SURVEY, 1932).
A pesar de su rol cosmológico de la no existencia indiferenciada, los foráneos fueron, normalmente, diferenciados en distintos grupos. El aprecio egipcio por la taxonomía y las oposiciones (o polaridades) dualísticas fueron un contrapeso significativo sobre la homogeneidad teorética de las gentes extranjeras. No se debe olvidar que el mundo organizado egipcio consistía en oposiciones entre el este y el oeste, la tierra cultivada y el desierto, el valle del Nilo al sur y el delta al norte (HORNUNG, 1982, pp. 182-186 y ss.). Se distinguían entre ellos y también se oponían. Muy habitualmente, los nubios del valle meridional del Nilo eran contrastados con los asiáticos de las tierras septentrionales y orientales de más allá del Sinaí.
Un motivo regio vinculado fue la representación de extranjeros aplastados y pisoteados bajo los pies del faraón, quien debe ser mostrado en su forma humana o como humano con cabeza de halcón o de esfinge. De hecho, es probable que esta situación pudiera haber sido uno de los principales roles de la esfinge, pues vemos que ocurre en una escena en el templo mortuorio de Sahure, antes de la creación de la forma de la esfinge. El motivo, tal vez, es muy antiguo, del Período Predinástico. En la Paleta del Campo de Batalla un león pisotea cautivos caídos, mientras que en la Paleta del Toro, un enemigo caído es aplastado por un toro (DAVIS, 1992, figs. 33, 37 y 38). Esto sería así si se entiende que leones y toros están ya simbolizando en este momento al gobernante. Los extranjeros fueron también representados sobre las bases de las esculturas regias. El pisoteo del enemigo foráneo puede aparecer implicado en representaciones tardías de extranjeros atados sobre las suelas superiores de las sandalias reales y en las cubiertas de los reposapiés del faraón, tal y como los preservados en la tumba de Tutankhamón, y también en los “senderos de cautivos” pintados en los suelos del palacio real de Amarna (SALEH & SOUROUZIAN, 1987, p. 14; TEETER, 2011, pp. 224-226; WEATHERHEAD, 2007, p. 121) Al igual que las escenas de golpear al enemigo, este motivo estuvo, salvo pocas excepciones, limitado a los contextos reales. Una característica de la representación de extranjeros en el arte egipcio es su pasividad. Los “otros” egipcios (niños, mujeres, artesanos, campesinos), tendían a ser mostrados activos en escenas con hombres de la elite. Por su parte, los extranjeros, si no eran simplemente mostrados muertos debido a los
En los templos del Reino Nuevo los nubios, por ejemplo, eran mostrados, muy a menudo, sometidos por el rey llevando su corona blanca meridional, sobre el sector sur de los pilonos del templo. Por el contrario, los asiáticos aparecían subyugados por el faraón, con su corona roja del norte, en la zona septentrional de los pilonos. Un tercer grupo, menos comúnmente representado, tal vez porque no tenía un opuesto polarizante, fue el de los libios, habitantes del desierto y los oasis del occidente de Egipto. Los libios eran a menudo sustituidos por los asiáticos, aunque también ocurrió que las tres etnicidades podían ser agrupadas como una tríada de pueblos foráneos, lo cual era muy apropiado porque los egipcios empleaban las tríadas para indicar multiplicidad (JÉQUIER, 1938, pl. 8, 11, 12; NEWBERRY, 1893, pl. 30; O’CONNOR, 1990, p. 75 y ss.). Los grupos genéricos se vieron aumentados por más específicas representaciones de agrupaciones de extranjeros en contextos históricos concretos, como pasaba con las gentes de Punt (relieves de Sahure y Hatshepsut), o los comerciantes levantinos, de la tumba de Khnumhotep II en Beni Hasan (NEWBERRY, 1893, pl. 31; ALLEN, 2008, pp. 31-33). Además, las escenas de hambrunas de Sahure y de la pirámide de Unas muestran poblaciones emancipadas que, ocasionalmente, han sido identificadas como beduinos del desierto. Nueve Arcos. Los enemigos tradicionales Además de la dual y la triple división de los extranjeros genéricos y de las referencias históricas a grupos Egiptología 2.0 | 19
étnicos más específicos, los enemigos extranjeros fueron representados, desde los períodos más antiguos de la historia egipcia como un Grupo de Nueve Arcos. Parece probable que esos arcos, inicialmente, no representasen nueve grupos individuales de extranjeros. El número tres simboliza multiplicidad, y tres treses significa totalidad, de manera que agrupar nueve arcos representa a todos los enemigos del faraón y de Egipto.
Representación de una caravana de comerciantes asiáticos (hapiru). Mural de la tumba de Khnumhotep II, hacia 1890 a.C. Beni Hasan. (Imágenes: Wikimedia Commons).
Los cautivos pisoteados fueron, a menudo, representados sobre las caras de las basas de las estatuas. Sus superficies superiores mostraban habitualmente un grupo de nueve arcos bajo los pies del rey, una práctica que parece datar de la Dinastía III. Posteriormente, los nueve arcos también se observan sobre sandalias reposapiés y suelos pintados, algunas veces solos, y otras en combinación con los extranjeros que representaban (WILKINSON, 1988, p. 134; MILLET, 1991, p. 225; FIRTH & QUIBELL, 1935, pp. 58-60; EPIGRAPHIC SURVEY, 1980, pls. 26 y 49). En las escenas de golpear
con violencia el faraón puede mantener consigo un arco o el cautivo puede levantar un arco hacia el soberano, con su cuerda vuelta hacia él, en gesto de sumisión y de súplica (WENGROW, 2006, p. 208; MILLET, 1991, pp. 228-229 y ss.). Esta arma básica en los conflictos armados implicaba que los cautivos se habían rebelado contra el faraón, violando, de este modo, Maat. Los extranjeros no son, así, meramente subyugados a causa de que eran foráneos, sino porque su sometimiento es un requisito necesario para restablecer Maat. El uso más antiguo de arcos para simbolizar enemigos se remonta a la cabeza de maza ceremonial del Rey Escorpión (Nagada III-Dinastía 0) (DAVIS, 1992, fig. 39). En el Reino Nuevo, momento en el que los nueve arcos empezaron a ser identificados con nueve particulares grupos étnicos, dos de esos grupos eran los egipcios del Alto y el Bajo Egipto, lo cual demuestra que el universo de “otros” peligroso no consistía únicamente de extranjeros, sino de una mezcla de foráneos que amenazaban el país, y de egipcios de ambas partes del mismo, quienes perturbaban el orden establecido violando las normas y las leyes. Unos y otros se colocaban al margen de la protección del estado y del faraón. Los nueve arcos incluían los tres enemigos tradicionales, libios (thnw), nubios (jwntjw-ztj) y asiáticos (mntjw-nw-stt), mientras que los restantes cuatro son más
Los nueve arcos y cautivos en el fondo de las sandalias. Tumba de Tutankhamón. (Imagen: Wikimedia Commons).
complicados de identificar. Se trata de hw-nbw, š3tjw, shtjw-jm y pdtjw-šw. Algunos investigadores (WILDUNG, 1982, p. 146, sobre todo), sugieren que serían los pueblos de las tierras mediterráneas, los nubios superiores, los moradores de los oasis y los nómadas del desierto oriental. Otros, por el contrario (O’CONNOR & QUIRKE, 2003, pp. 12-13; HARTWIG, 2015, p. 161), ofrecen unas identificaciones más tentadoras: pueblo de Hau-nebu; pueblo de Shat; los habitantes de las tierras de los pantanos de Iamu; y el pueblo del arco (o de la pluma) de Shu. Durante el período grecorromano el señalamiento de egipcios del Alto país como “Orientales” y los del 20 | Egiptología 2.0
Bajo Egipto como “Sirios” en la lista de los Nueve Arcos en el templo de Edfu, parece sugerir que cuando Egipto estuvo gobernado por extranjeros, se sintió la necesidad de explicar el potencial escenario en el cual un rey no egipcio sometía a los egipcios. Tales egipcios fueron, claramente, vistos como alienados de la sociedad, como verdaderos “foráneos” por sus propios crímenes. Los foráneos en representaciones no regias En el periodo arcaico (2950-2545 a.e.c.) y en el Reino Antiguo (2540-2120 a.e.c.), los extranjeros eran representados únicamente en contextos reales. Aunque existen tumbas decoradas de oficiales como las de Weni y Harkhuf, cuyos textos autobiográficos describen interacciones con los extranjeros, no hay representaciones de foráneos en esas tumbas. Los no egipcios también se encuentran enteramente ausentes de las tumbas elitescas de Elefantina, región fronteriza cuya elite estuvo muy a menudo inmiscuida en el comercio foráneo. Durante la etapa de conflictos sociales del Primer Período Intermedio (2118-1980 a.e.c.), las gentes de etnicidades extranjeras comienzan a mostrarse en las capillas funerarias provinciales, usualmente en un contexto de actividad militar (ROEHRIG, 1999, pp. 73-74). En el Reino Medio (1980-1750 a.e.c.), las representaciones volvieron a ser infrecuentes en los contextos no regios. Algunas excepciones se encuentran en provincias, notablemente la tumba de Khnumhotep II en el cementerio de Beni Hasan, en donde se puede observar una procesión de comerciantes levantinos con los ojos pintados (ALLEN, 2008, p. 34). Una relevante excepción a la ausencia de foráneos en monumentos no regios en el Reino Antiguo y Medio es la representación de pastores beduinos conduciendo un toro. Desnudos o casi, y a menudo de una delgadez esquelética, esos aislados beduinos se observan en capillas funerarias de tumbas no reales de ambos períodos, tanto en la capital como en las provincias. Su apariencia sugiere que los beduinos no fueron vistos como un grupo extranjero durante esas épocas. Como las regiones de los oasis fueron habitados por beduinos desde tiempos remotos y gobernados por oficiales egipcios, es probable que tales habitantes fuesen considerados como un sub conjunto de la población egipcia. Nunca aparecen, de hecho, en escenas de golpes violentos. Un significativo cambio en las representaciones del Reino Nuevo es la aparición de extranjeros en los contextos no reales, probablemente debido a la aparición del faraón en la decoración de tumbas no regias. A menudo el rey era mostrado entronizado
en un kiosco canópico; tanto el trono como el kiosco estuvieron a menudo decorados con imágenes de extranjeros subyugados (ROEHRIG, 1999, p. 77; SCHNEIDER, 2010, pp. 145-146). Aparte de la representación del faraón, las tumbas no regias podían también contener imágenes adicionales de foráneos, mostrados, a menudo, caminando libremente, trayendo los productos de sus tierras hasta Egipto, bajo la supervisión del faraón y del propietario de la tumba, en escenas análogas a las históricas regias. Los egipcios podían ser mostrados controlando tales procesiones de foráneos, mientras que los extranjeros podían, algunas veces, ser representados atados o llevando esposas de madera (SHEDID, 1994, pp. 60-62; NEWBERRY, 1893, p. 110). El propietario de la tumba nunca aparecía sometiéndoles, un rol que continuaba siendo una prerrogativa real. Distintivos genéricos y elementos diferenciadores Las antiguas representaciones de extranjeros son notables por su ausencia de distinciones físicas entre ellos y los egipcios en cuanto a los rasgos faciales. Ello se ve con claridad en los relieves. Los enemigos representados sobre la Paleta de Narmer tienen rostros muy similares, en forma y proporción, al del rey, si bien sus barbas son más profusas. En las representaciones tridimensionales de cautivos, como en las esculturas de prisioneros atados del complejo de Pepi II, los rasgos han sido descritos como propios de foráneos (BORCHARD, 1913, figs. 11, 12). Aunque las características notadas, como las largas narices y los ojos angulados, difieren de los rasgos de oficiales y faraones durante esos períodos, solamente se trata de rasgos menos idealizados. Las caras esculpidas de los cautivos no aparecen idealizadas. No existió, por tanto, la exageración de rasgos no egipcios, cercana a la caricatura racial, que sí fue propia del Reino Nuevo. Otra característica distintiva física principal de los no egipcios, su color de piel, no se atestigua antes de la Dinastía XI. Un fragmento de relieve, que se cree perteneció al templo mortuorio de Mentuhotep II, muestra como una hilera de cabezas de prisioneros, marcados como foráneos, presentan colores que alternan entre el amarillo (asiáticos) y negros (nubios) (BRITISH MUSEUM, EA, 732; ROBINS, 1987, pp. 94-96, y fig. 95; FISCHER, 1961, p. 45). El color negro para los nubios también está atestiguado en los modelos de una tropa en madera de arqueros nubios de la tumba de Meskhti en Asyut, de comienzos del Reino Medio (BIETAK, 1985, pp. 28-32 y ss.; FISCHER, 1961, pp. 76-77; HARTWIG, 2015, p. 165; Egiptología 2.0 | 21
BORCHARDT, 1913, pl. 1). Las vestimentas, la forma de la barba y el estilo de los peinados de los extranjeros son distintivos, pero no dejan de ser más similares a los de los egipcios de lo que lo serán en períodos posteriores. Una sección de un registro en relieve del templo mortuorio de Sahure (Dinastía V), en Abu Sir, que muestra cautivos atados, ejemplifica el modo en el que los tres grupos étnicos más típicos (libios, nubios y asiáticos) son representados en este período.
Relieve con un grupo de prisioneros libios. Templo de Medinet Habu (Imagen: Wikimedia Commons).
Relieve con un grupo de cautivos nubios. Templo de Ramsés II, Abu Simbel (Imagen: Wikimedia Commons).
En general, diversos elementos de la vestimenta libia eran paralelos a los más especializados, y a menudo reales, elementos de los ropajes egipcios. Por ejemplo, la vaina para el pene se conocía ya desde la iconografía del Predinástico Tardío, y continuó apareciendo en los dioses en el período arcaico; las bandas de cuentas que cruzan sobre el pecho eran, a menudo, llevadas por danzantes masculinos y femeninos durante el Reino Antiguo, así como por bailarines de los jubileos en períodos posteriores. Los nubios eran distinguidos de los egipcios por su mayor variación en la altura y un color de la piel marrón oscuro, mientras que los egipcios se mostraban uniformes en su altura (tal vez una alusión al orden dentro de Egipto), y con un típico color de la piel marrón rojizo. Los faldellines nubios, por su parte, eran más cortos que los de los egipcios, y en ocasiones, rojos más que blancos. La representación estereotípica de los nubios ilustra la adopción por parte de este grupo de vestimentas egip22 | Egiptología 2.0
cias del Reino Nuevo. Tales ropajes indican un estatus de elite cuando son llevados por egipcios (HARTWIG, 2015, pp. 166-167; SHEDID, 1994, p. 64; O’CONNOR, 1990, pp. 68-73). Usados por cautivos atados sugiere que esos prisioneros en las escenas genéricas representan la contrapartida de la elite del faraón en esa cultura extranjera, y no una soldadesca ordinaria. Un elemento relevante en la vestimenta de los nubios es el cinturón y la faja, ambos conocidos ya desde las representaciones del Reino Medio, y que pueden aparecer pintados en rojo y con patrones de losanges negros. Son mostrados con piel muy oscura. En términos genéricos no llevan barba y suelen lucir pendientes de lazos de oro. Su cabello, a menudo tintado en rojo, puede ser más corto que en períodos anteriores y aparecer adornado con plumas. Se les representa con grandes y redondeados ojos, además de narices cortas. Las representaciones de los asiáticos también parecen adquirir diferentes marcadores entre el Reino Antiguo y el Medio. En la mencionada tumba de Khnumhotep II, en Beni Hasan, de finales del Reino Medio, se puede ver una procesión de comerciantes que visitan Egipto (NEWBERRY, 1893, pl. 32; EPIGRAPHIC SURVEY, 1932; ALLEN, 2008, pp. 34-35). Los hombres llevan barbas más pobladas pero recortadas.
Representación de una caravana de comerciantes asiáticos (hapiru). Mural de la tumba de Khnumhotep II, hacia 1890 a.C. Beni Hasan (Imagen: Wikimedia Commons).
Durante el Reino Nuevo los asiáticos podían ser mostrados llevando faldellines cortos, a menudo coloreados, modelados y ornamentados con franjas o borlas. En algunos casos (tumbas de Rekhmire y de Sobekhotep, de la Dinastía XVIII), se les puede ver con una larga túnica blanca. Son mostrados también a menudo con cabello largo y ondulado. Aunque ocasionalmente se les puede representar calvos, de modo habitual llevan barba, a veces larga y poblada. La nariz, larga o corta, es, a menudo, ganchuda. El principal identificador de enemigos foráneos durante los períodos más antiguos corresponde al contexto en el cual aparecen (SCHNEIDER, 2010, pp. 144-145: EL AWADY, 2009, pp. 204-205 y ss.). Como los egipcios tuvieron menos contactos con foráneos que lo que acontecería posteriormente, y dado que muchos extranjeros lo eran de tierras cercanas a Egipto, o incluso de Egipto mismo, sus diferencias étnicas y fisiognómicas respecto a los egipcios fueron menos remarcables y, por tanto, menos enfatizables por los artistas locales. Los contextos en los cuales los extranjeros fueron representados durante los Reinos Antiguo y Medio fueron, sin duda, menos estereotipados. Podrían ser mostrados arrodillados, con las manos levantadas en súplica, siendo tomados por el pelo cuando eran ejecutados en las escenas estándar de golpeo violento, aplastados por el faraón en sus forma humana o de esfinge, cruelmente atados, con sus manos detrás del cuerpo o sobre la cabeza, o conducidos tirando de ellos por sus ropajes para ser presentados ante el soberano o las deidades (METROPOLITAN, 1999, p. 174; SCHULMAN, 1988, pp. 92-93; HALL, 1986, p. 72). La representación de las vestimentas de los extranjeros, así como de sus peinados, son bastante diferentes de aquellos que se podían ver en períodos anteriores. En las muestras del Reino Nuevo los extranjeros son distinguibles de los egipcios no sólo por sus rótulos y distintos ropajes étnicos y peinados, sino también por sus característicos rasgos faciales. Los libios siguen distinguiéndose por la mayor complejidad de sus vestimentas y peinados. A veces, no obstante, se les muestra llevando faldellines, vainas para el pene y bandas en la cintura. Pueden aparecer con largas fajas cruzadas y grandes collares en forma de Y. A menudo llevan túnicas de coEgiptología 2.0 | 23
lores brillantes, modeladas en losanges y abiertas en el frente. Su piel es amarillo pálido y suele estar marcada con múltiples tatuajes en negro en las piernas y brazos (O’CONNOR, 1990, pp. 79-80; JÉQUIER, 1938, pp. 27 y 28; BAINES, 1996, p. 90). Los ojos suelen ser angulados y las narices largas y, a veces, ganchudas. Las mujeres son raramente representadas. En algunos casos excepcionales, sin embargo, como en la mencionada tumba de Rekhmire, las mujeres asiáticas llevan faldas ondulantes sobre el mismo tipo de túnica que usan los varones, y cargan niños en cestas sobre sus espaldas. Las mujeres de la elite Nubia en la tumba de Huy, por su parte, se muestran vestidas a la moda de las mujeres egipcias de alto rango de este período (EPIGRAPHIC SURVEY, 1932, p. 180, pl. 52a). Un particular e interesante desarrollo de fines de la Dinastía XVIII es la presencia de la escena femenina del golpeo violento. En ella, la reina es mostrada pisoteando mujeres extranjeras o aplastándolas, en la forma de esfinge . Las mujeres nubias suelen llevar una falda larga, hasta los tobillos, y el pelo corto, mientras que las asiáticas, llevan el cabello largo, hasta la cintura. El extranjero en la escenografía histórica Las escenas que parecen mostrar un encuentro histórico preciso y específico, pueden representar extranjeros de etnicidades más concretas, probablemente traídos como bienes mercantiles. Con la conquista de los Hicsos durante el comienzo del Segundo Período Intermedio (1759-1540 a.e.c.) y la consecuente expansión del poder egipcio por el occidente de Asia y Nubia, los egipcios se encontraron con extranjeros en un número y variedad mayor que en épocas previas (EL AWADY, 2009, pls. 5 y 9, p. 203; LABROUSSE & MOUSSA, 2004, figs. 117, 118). Mientras los egipcios de períodos anteriores conocieron a los nubios de la Baja Nubia, a las gentes del Punt, o a los asiáticos de la región del Sinaí o del Levante, durante el Segundo Período Intermedio y el Reino Nuevo (1540-1077 a.e.c.) los ejércitos y los diplomáticos se encontraron de cara con poblaciones más exóticas, tanto más al sur de la Cuarta Catarata del Nilo, como en las grandes ciudades del Medio Oriente, caso de Babilonia, Washukkanni, Asur o Hattusas e, incluso, probablemente, también en las ciudades del Egeo como Cnosos y Micenas. Los extranjeros viajaban a Egipto y se asentaban allí, de modo que los naturales sin duda tomaron nota de sus lenguajes, costumbres y vestimentas características. Como nuevos residentes en Egipto, en el momento en que eran representados en los monumentos solían distinguirse únicamente por sus nombres 24 | Egiptología 2.0
foráneos, aunque, ocasionalmente, se mostraban con relevantes marcadores étnicos (SCHNEIDER, 2010, pp. 152-158 y ss.; BAINES, 1996, pp. 93-97 y ss.). Si bien los extranjeros fueron claramente mejor conocidos y más distinguidos con seguridad en este período, las representaciones genéricas fueron creciendo de modo formular y estereotipado, representándose nubios, libios y asiáticos casi como caricaturas. Como en los períodos más antiguos, los contextos reales genéricos en los que se incluían extranjeros eran las escenas de golpeo y aplastamiento, escenas de cautivos foráneos atados y conducidos tirando de sus ropajes, sobre todo sobre las bases de las estatuas regias (SALEH & SOUROUZIAN, 1987, p. 16; WEATHERHEAD, 2007, p. 123 y ss.). Tales representaciones de extranjeros prisioneros se constatan también sobre reposapiés de los faraones, suelas de las sandalias y suelos de los palacios. En uno de los carros de la tumba de Tutankamón las imágenes de extranjeros sometidos y atados se encuentran sobre las superficies internas del carruaje, de tal modo que el cuerpo del soberano se inclinaba contra ellos cuando rodaba. El mensaje no era que los extranjeros fuesen pisoteados, subyugados y humillados, sino que se trataba de que fuese el faraón en persona quien los pisotease, sometiese y humillase (DESROCHES-NOBLECOURT, 1963, pl. 11, 18, 90; LITTAUER & CROUWEL, 1985, pls. 15-22; REEVES, 1990, pp. 155-156). De un modo semejante, los brazos del trono de la tumba de Tutmosis IV mostraban una esfinge pisoteando sobre una cara y al faraón con el dios Thot y una diosa con cabeza de leona, Weret-Heka sobre la otra. Hubo también ahora una mayor cantidad de posibles escenas históricas que representasen extranjeros. Además de las escenas de expediciones de comercio (como aquellas al Punt, que son visibles en los relieves en el templo de Hatshepsut de Deir el-Bahari, o las escenas que muestran la presentación de tributos foráneos a Ajenatón), los artesanos ahora representaron batallas con presencia de extranjeros, un nuevo género escenográfico que aparentemente comenzó en época de Amosis, a juzgar por los fragmentos de relieves descubiertos no hace mucho en Abidos (HARVEY, 2001, pp. 78-82). Las múltiples representaciones de Ramsés II en la batalla de Qadesh y aquellas de las batallas contra los libios y los Pueblos del Mar modeladas sobre el templo de Ramsés III en Medinet Habu (ilustración 1) representan grupos específicos, bien etiquetados, de extranjeros con vestimentas y apariencias distintivas (EPIGRAPHIC SURVEY, 1932). Al igual que las escenas semejantes del Reino An-
Ramsés II en una escena de la batalla de Qadesh, apresando por el cabello a enemigos (un nubio, un libio y un asiático). Menfis (Imagen: Wikimedia Commons).
tiguo, esas escenas históricas no suponen, necesariamente, seguras representaciones de batallas reales o acerca de la apariencia verdadera de los combatientes extranjeros (LABROUSSE & MOUSSA, 2004, p. 260). Las formas más especializadas de extranjeros se ubicaban, ocasionalmente, en los contextos cosmológicos, como por ejemplo los variados Pueblos del Mar en las escenas más genéricas de Medinet Habu. Una innovación del Reino Nuevo que comparte características con las escenas históricas y las representaciones más genéricas de foráneos es la presencia de listas geográficas de ciudades conquistadas, con sus nombres cercados por óvalos mostrando bordes almenados, y encimados con la cabeza y los brazos atados de un habitante extranjero (REDFORD, 1983, pp. 360-362; BRESCIANI, 1997, pp. 226-227). Algunas veces se les llama “óvalos de los cautivos”. Los nombres jeroglíficos escritos en esos óvalos dan la apariencia, muy probablemente falsa, de un hecho histórico, si bien los extranjeros atados tienden a ser fuertemente genéricos. Conclusión Las representaciones del “otro” no egipcio en el arte son tanto regias como no reales, esquemáticas como realistas, históricas y genéricamente propagandísticas. Sin embargo, las alusiones textuales a los extranjeros tienden a ser casi uniformemente realistas, tanto si el propósito de los textos es para registrar eventos históricos como si se trata de literatura. Únicamente en las inscripciones reales, a menudo acompañadas de escenas de batalla propagandísticas, como en las lamentaciones, donde representan el desorden y la inversión de lo real, los extranjeros adquieren los estereotípicos y esquemáticos roles que se corresponden a las formas de las reEgiptología 2.0 | 25
presentaciones artísticas. Las representaciones de los no egipcios en los contextos no reales tienden a ser positivos, focalizándose, en la literatura, sobre su papel de asistentes de los egipcios en el extranjero, y en el arte, en su capacidad de traer cosas maravillosas y exóticas hasta Egipto. En contraste, tanto en los textos reales como en las representaciones estéticas plásticas de esta naturaleza, son considerados como viles y desdichados oponentes cosmológicos, cuyo apaleamiento y subyugación es necesaria por parte del soberano para garantizar la estabilidad y resistencia de Egipto. La pasividad del foráneo respondía a su inevitable sometimiento, pues como genérica metáfora del caos, siempre presente en el delicado equilibrio cósmico, su continuado control se hacía imprescindible para que se mantuviera Maat. En un mundo de polaridades contrastantes, necesarias para mantener el equilibrio dinámico, los egipcios se distinguían de los extranjeros y también se les oponían, en un diálogo que permitía, en el fondo, la proclamación propagandística del poder del faraón.
Bibliografía
Sobre el autor
BAINES, J. (1996). “Contextualizing Egyptian Representations of Society and Ethnicity”, en COOPER, J.S. & SCHWARTZ, G.M. (Edits)., The Study of the Ancient Near East in the Twenty-first Century: the William Foxwell Albright Centennial Conference, Winona Lake, pp. 339-384.
Julio López Saco (Caracas, 1966), es profesor e investigador titular en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Católica Andrés Bello.
BRESCIANI, E. (1997). “Foreigners”, en DONADONI, S. (Edit.), The Egyptians, Chicago, pp. 221-253.
Doctorado en Historia y doctor en Ciencias Sociales.
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Ex-coordinador del Doctorado en Historia en la UCV y ex-coordinador Académico en la Escuela de Historia.
Es miembro asociado activo de varios centros de investigación, entre ellos el Centro de Estudios de África y Asia (ULA-Mérida), perteneciente a la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África, y el Centro de Investigaciones Filosóficas y Humanísticas de la UCAB, además de autor de más de una decena de libros y múltiples artículos en publicaciones periódicas cuyas temáticas se centran en los ámbitos culturales de la historia antigua. Se ha especializado en el estudio de las antiguas tradiciones míticas y sus referentes iconográficos, desarrollando una línea de investigación que lleva por nombre: El mito como sustrato de la cultura. http://asiahistoria.blogspot.com.es/ http://www.investigacioneshistoricaseuroasiaticas-ihea.com/ https://www.facebook.com/julio.saco.1?fref=ts.
Arte Alexandra Bast
Los ostraca de Deir el-Medina
Ostracon con la representación de un pato y una mujer portando un Sistro y un menit. Deir el-Medina (Imagen: Wikimedia Commons).
Quizás, cuando se piensa en un soporte de escritura en el antiguo Egipto nos viene a la mente la figura de un
escriba sentado teniendo sobre sus rodillas un rollo de papiro. Quizás también, se pueda pensar en aquellas paredes de templos y tumbas donde se puede apreciar, no solo la escritura sagrada, sino también lienzos donde se representaban diferentes escenas. Sin embargo, el resultado visto tanto en papiros como en paredes, solía ser la consecuencia de una práctica previa, ejecutada en un soporte diferente a estos dos, el ostracon. Los ostraca Éstos eran unos fragmentos de piedra caliza o cerámica que podían extraerse de canteras o tumbas en proceso de excavación. Así sucedía en Deir el-Medina (Tebas), donde los trozos de piedra caliza que se desechaban, los cuales no eran necesarios tratar previamente, se laminaban siendo muy adecuadas para la escritura. El nombre por el que los conocemos proviene del griego y según el número (singular o plural), se denomina de una manera u otra. Así es como para singular utilizamos: ὄστρακον, ostracon, mientras que para el plural usamos: ὄστρακα, ostraca. Eran utilizados tanto para escribir textos, como para dibujar. Tanto por aprendices, como por personas ya formadas. Para realizar simples bocetos u para obras ya finalizadas. Para practicar sobre escritura o sobre dibujo o incluso, para llevar a cabo los bocetos de un proyecto. Deir el-Medina, el pueblo de los artesanos Egiptología 2.0 | 27
Vista aérea de Deir el-Medina (Imagen: Wikimedia Commons).
Es allí, en Tebas, lugar idóneo para la extracción de estas lascas de piedra, donde nos vamos a detener, en el pueblo llamado Set-Maat, el lugar de la Verdad, el pueblo de los artesanos o mas conocido como Deir el Medina. Es allí, en el basurero de la ciudad de los artesanos, donde se han hallado una muy buena cantidad de ostraca, con una temática variada y valiosa, ya que gracias a ellos podemos saber un poco más sobre el proceso de ejecución de un artista o un aprendiz de escriba, pero también nos aporta conceptos sobre la vida administrativa e incluso privada de las gentes del lugar. Pero, antes de detenernos en estos fragmentos, analicemos las peculiaridades de esta ciudad. El Lugar de la Verdad nace en época de Tutmosis I (1504-1492 a.C.), después de que este decidiese alejarse de las enormes pirámides como lugar de descanso eterno, para buscar un lugar más recóndito para tal fin. El arquitecto de su tumba fue Ineni y el lugar elegido, el Valle de los Reyes. Y allí estaba Tutmosis I, el primer rey enterrado en este valle e Ineni, primer arquitecto en diseñar una tumba en este lu28 | Egiptología 2.0
gar, asentando las bases de lo que posteriormente será un lugar próspero para futuros enterramientos. A partir de entonces, será cuando se considere la idea de tener un séquito fijo de artesanos expertos para la construcción y decoración de las tumbas reales, ya fuese en el Valle de los Reyes o en el de las Reinas. De esta idea y con la pretensión de guardar discreción acerca del alojamiento de las nuevas moradas eternas, nace la decisión de alojar a estos artesanos en las cercanías de su lugar de trabajo. Deir el-Medina tuvo su época de esplendor durante el gobierno de Seti I y Ramsés II, abandonándose en época de Smendes I, en torno al 1070-1044 a.C. Posteriormente, tuvo un segundo resurgimiento en época Ptolomaica, pero nunca llegó a ser tan próspero como en época Ramésida y se terminó abandonando de nuevo. Los ostraca, una fuente para conocer mejor el mundo del escriba y del artesano Estos fragmentos que a priori pueden resultar insignificantes, por el contrario, guardan una información muy valiosa, ¿por qué? Los ostraca eran conside-
rados borradores donde, entre otras cosas, tanto el escriba como el artista, podían dejar vagar su imaginación, ya que no estaban frente a un papiro (soporte de escritura utilizado tan solo para los documentos más concretos debido a su alto coste). Una de las peculiaridades del pueblo de Deir el-Medina es que gran parte de sus habitantes sabían leer y escribir, por lo que los ostraca hallados son todavía más ricos en información, ya que se han encontrado lascas con información un tanto curiosa del día a día, como recibos de compra, cartas, cotilleos entre vecinos o notas de lavandería. También se han hallado otros ostraca con contenido un tanto más formal, que ofrecen un amplio abanico de documentación sobre trabajos que se han puesto en marcha, disputas locales, listas de provisiones o incluso, algunos, que han ayudado a hacernos una idea del sistema educativo en las escuelas. Por otro lado, en los ostraca artísticos, vemos peculiaridades tales como: bocetos previos a la realización de un plano de una tumba o la cuadricula empleada para ejecutar con precisión la decoración en un lugar, escenas de vida cotidiana o incluso, ostraca donde dejaban vagar toda su imaginación otorgándole, en ocasiones, notas un tanto satíricas. Literatura y enseñanza Gracias a algunos de estos fragmentos sabemos que los aprendices utilizaban ciertos textos que le ayudaban a avanzar en su aprendizaje. Ostracon detallando la entrega de provisiones. Reino Nuevo (Imagen: Los Angeles County Museum of Art).
En relación a esto, se han encontrado cientos de ostraca que reúnen una serie de disciplinas diferentes: cartas, encabezamientos, saludos, despedidas que se ade-
cuaban a cada tipo de persona a la que fuese dirigido. También, epistolarios, fraseología, narración, aritmética o misceláneas. Uno de estos textos tan presentes en ostraca, es el conocido por Kemit, un ejemplar compuesto por cartas modelo, expresiones y textos sapienciales organizados en líneas verticales. No se tiene muy claro el porqué de la elección de este texto. Sin embargo, se intuye que dada su facilidad de lectura, sencillez en la comprensión del texto y su distribución escrita, era un texto idóneo para el aprendizaje. Relatos Si seguimos en la línea de ostraca con texto, no nos podemos olvidar de los relatos literarios. Un ejemplo de esto es la famosa Historia de Sinuhé, un relato que se ha conservado en 5 papiros y 25 ostraca (todos ellos de época Ramésida, entre la XIX y XX dinastía).
Ostracon hallado en la tumba de Sennedjem (artesano local) con carta privada y parte de la Historia de Sinuhé. Museo egipcio de El Cairo (Imágenes: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 29
Por todos los restos conservados, se sabe que fue un texto muy utilizado en las escuelas durante el Reino Medio y Nuevo. Los textos literarios empiezan a ser famosos a partir del Imperio Medio, y la Historia de Sinuhé, tiene la particularidad de ser considerada como una de las obras que marca el origen de la literatura egipcia. Una de las novedades que nos trae este cuento es que está narrado en primera persona y es considerado el primer relato de autor. Además, está escrito en egipcio medio (lengua clásica por excelencia) siendo un gran ejemplo para ver la evolución de la lengua egipcia. Un ostracon hallado en la tumba de Sennedjem, (artesano de Deir el-Medina) es un ejemplo de esta copia tan repetida. Roto en dos partes, un lado contiene la Historia de Sinuhé, mientas que el otro, una carta privada.
Si nos acercamos al mundo artístico, entendemos que para un antiguo artista egipcio, un ostracon era como un boceto de dibujo, donde el artista, experto o aprendiz, realizaba sus prácticas y además, daba rienda suelta a su imaginación. Los ostraca hallados muestran bocetos previos o ya terminados, normalmente escenas peculiares que se desvían del canon y estilo egipcio que, a priori, estamos acostumbrados a ver en templos y tumbas. Por ejemplo, en la tumba de Irynefer, nos encontramos con un ostracon donde se puede ver al artesano en una escena de vida cotidiana, sentado sobre una piedra, con dos cuchillos en las manos, frente a una mesa con panes.
El ostracon que hoy se conserva en el Ashmolean Museum de Oxford, es otro ejemplo. Este es un tanto más peculiar, ya que es uno de los ostraca más completos con esta historia y además, se puede apreciar un verdadero ejercicio de escriba, escrito en hierático, con la presencia de errores durante la escritura. Bocetos artísticos
Gato guiando a gansos. Reino Nuevo, Museo egipcio de el Cairo (Imagen: Pablo Santos).
Los ostraca de contenido satírico son uno de los que más llaman la atención, precisamente porque se desvía del estilo al que estamos acostumbrados. En este tipo de ostraca normalmente se ven a animales en actitud cómica, a veces tornándose los papeles, como un gato abanicando a un ratón con indumentaria faraónica, o a un ratón jugando o incluso, a un gato guiando a un séquito de gansos. Como vemos, estos ostraca son los que mejor definen la gran imaginación de la que estaban dotados estos artesanos.
Ostracon de la tumba de Irynefer (artesano local). Reino Nuevo, Museo del Louvre (Imagen: Wikimedia Commons). 30 | Egiptología 2.0
Uno de los ostraca más bellos encontrados en este pueblo es el famoso ostracon de Turín. En él se representa a una bailarina ejecutando una pirueta acrobática. Sabemos que la presencia de esta figura era muy
Bailarina de Turín. Reino Nuevo, Museo egipcio de Turín (Imagen: Xavier Masnou Planes).
importante en el antiguo Egipto, ya que tanto las bailarinas, como la música, eran imprescindibles durante las festividades religiosas y rituales funerarios. Este ejemplo es una muestra inequívoca de que los egipcios sabían dibujar perfectamente, saliéndose del canon ideal que estaban obligados a ejecutar durante su jornada, aplicando, incluso, sombras sobre la piel. Huelgas, causas juzgadas, transacciones comerciales y amuletos Es en Deir el-Medina donde se documenta la primera huelga de la historia y es en otro de estos fragmentos donde se documenta tal hecho. En él se cuenta cómo en época de Ramsés III, los artesanos del Lugar de la Verdad se ponían en huelga porque no se les pagaba como era debido. Después de muchas quejas al encargado y ver que este no ponía solución a sus reclamos, deciden ponerse en huelga hasta conseguir lo que les pertenecía. Si seguimos con conflictos, es interesante un ostracon que nos habla de la manera de proceder en el qenbet o tribunal de Tebas. Éste cuenta cómo el tribunal de los artesanos del Lugar de la Verdad, tuvo que llevar a cabo la investigación de una denuncia de un tal Nebnufe hacia Heria, una ciudadana, por haberle robado unas herramientas. También nos cuenta la manera de proceder en estos casos y cuántos miembros formaban el tribunal y además, vemos cómo a lo largo de la declaración, no solo se descubre que Heria había robado las herra-
mientas de su denunciante, sino también una vasija ritual del templo de Amón, por lo que no solo atañe a un robo, sino que se consideraba también un sacrilegio. Este suceso se considera tan importante, que el tribunal del Lugar de la Verdad, creyó conveniente que fuese el visir quien tomase cartas en el asunto. Por otro lado, también nos encontramos con ostraca que comentan transacciones comerciales. En ellos vemos otro lado del pueblo de Deir el-Medina, en el que nos acercarnos a la vida cotidiana, a la manera de proceder en una transacción o a los problemas que se pueden encontrar en el transcurso de un intercambio. En uno de los ostraca, se observa como las mujeres podían realizar transacciones sin problema y además, a hacer una serie de intercambios con cualquier bien de su propiedad. Por último, pero no por ello menos importante, se han hallado ostraca que contienen una especie de hechizos, los cuales se cree pudieron actuar como una especie de amuleto de protección, por las palabras que se escribían y por el poder de la escritura en sí. Otros ostraca por el estilo, demuestran que los miembros de Deir el-Medina estaban bien asistidos médicamente, puesto que recibieron asistencia médica a base de tratamientos, encantamientos y magia. En conclusión, a lo largo de este artículo, hemos visto algunos ejemplos de ostraca. Sin duda, son muchos y muy variados, cada uno contando una historia difeEgiptología 2.0 | 31
rente e igual de interesante. Una historia que suma a la hora de montar las piezas de un puzle y descubrir el modo de vida de este pueblo. Por ello, no podemos dejar de admirar la gran importancia que poseen estos fragmentos para la Historia de Egipto.
Toros de lidia. Reino Nuevo, Metropolitan Museum of Art (Imagen: Metropolitan Museum of Art, New York).
Bibliografía
Sobre el autor
B. LLOYD, A. (2010). A companion to Ancient Egypt vol.1. Wiley- Blackwell. Oxford.
Licenciada en historia del arte con la especialidad en historia del arte antigua y medieval y protección del patrimonio cultural. Además, se dedica a la ilustración y creación de infografías, cualidad que complementa con su formación en historia del arte.
CERVELLÓ AUTORI, J. (2015). Escritura, lengua y cultura en el Antiguo Egipto. El espejo y la lámpara. Edicions UAB. Bellaterra. LABOURY, D. (2013). De l’individualité de l’artiste dans l’art égyptien. L’art du contour. Le dessin dans l’Égypte ancienne. Louvre éditions. París. MANNICHE, L. (1994). El arte egipcio. Alianza. Madrid. T.G.H., JAMES. (2004). El pueblo egipcio: La vida cotidiana en el Imperio de los faraones. Crítica. Barcelona. PARRA ORTIZ, J. M. (2016). Eso no estaba en mi libro de Historia del Antiguo Egipto. Almuzara. Madrid. PARRA ORTIZ, J. M. (2014). La historia empieza en Egipto. Eso ya existía en tiempos de los faraones. Crítica. Barcelona. PARRA ORTIZ, J. M. (2015). La vida cotidiana en el Antiguo Egipto. La esfera de los libros. Madrid. 32 | Egiptología 2.0
Desde que tiene uso de razón adquiere especial interés y cariño por el país de Kemet, lugar que la motiva e influye a la hora de crear la mayoría de sus ilustraciones, las cuales, siempre contienen pinceladas de Pasado. Además, colabora con diferentes entidades y blogs culturales, como redactora, ilustradora e infografista. https://alexandrabast.wordpress.com https://www.facebook.com/crealexandrabast/?fref=ts&locale=es_ES https://twitter.com/alexilustra https://www.instagram.com/alexilustra
Religión Aroa Velasco
Osiris y Anubis, ¿dioses de la muerte?
Uno de los temas que más atraen al gran pú-
blico es el de los dioses de la muerte del antiguo Egipto. Un nombre que suele ser más llamativo y sensacionalista que real. ¿Un dios de la muerte egipcio? Si, todos conocemos a dos, Osiris y Anubis, pero ¿cuál es la real diferencia entre estos dos? ¿Se les puede llamar dioses de la muerte? En esta pequeña introducción vamos a hablar de este par de dioses, muy conocidos por todos, más en profundidad. Osiris Osiris es una de las divinidades más populares del panteón egipcio, aunque no por ello es de las mejores conocidas. Aún hoy los investigadores tenemos numerosas preguntas sin respuestas para esta divinidad, cuyos orígenes se remontan al Reino Antiguo.
Osiris, Anubis y Horus. Tumba de Horemheb (Imagen: Wikimedia Commons).
No conocemos con certeza su origen ni su fecha de introducción en la mitología real (a pesar de que su mito, que luego veremos, es el mejor conocido). No existe ninguna representación suya en el periodo predinástico, ni siquiera en las primeras dinastías. La primera referencia que tenemos a su nombre constatada se encuentra en una mastaba de Guiza, la perteneciente a la hija de Khaefra,
Hemet Re, y que está fechada a finales de la IV dinastía / principios de la V dinastía. Es aquí donde se le cita como receptor de un contexto funerario. Se le representa como una figura momiforme, vestida con un lino blanco y con atributos reales como el cayado, el flagelo y las coronas. En ocasiones aparece con el falo erecto, matizando su aspecto de fertilidad de la tierra. Osiris como rey Además, Osiris es una divinidad con múltiples aspectos, siendo muy difícil conocer también su verdadera esencia. Para poder conocerle mejor, lo más sencillo es dirigirnos hacia el mito de la realeza. Este mito, uno de los mejores conocidos del antiguo Egipto nos relata la muerte y consecuente resurrección del dios y aunque es aludido en numerosas ocasiones en textos e imágenes del Reino Antiguo en adelante, no tendremos el texto íntegro hasta el siglo II d.C. con Plutarco. Como he comentado se trata de un mito de la realeza, porque Osiris era el primogénito de Geb y Nut, los dioses de la tierra y el cielo respectivamente, y hermano de Isis (que fue también su esposa), Seth y Neftis. Al ser el primogénito heredó el derecho a gobernar la tierra de Egipto. Este ‘‘reinado’’ lo tenemos en la Lista Real de Turín, en donde la tradición de la realeza nos habla del gobierno de una sucesión de dioses: Ptah, Re, Shu, Egiptología 2.0 | 33
Geb, Osiris, Seth y Horus. Por supuesto se trata de reinados ficticios y más ligados con la religión que con el gobierno estatal. Es de destacar que las fuentes nos hablan de que este reinado ‘‘mítico’’ de Osiris fue muy boyante. Una de estas fuentes es la estela de Amenmose, (XVIII dinastía), actualmente en el Museo del Louvre (C286). En este documento, el reinado de Osiris aparece como uno de los más prósperos, con las aguas del Nun controladas y con todos los dioses respetándole a él y a su reinado. Estamos ante una edad de oro con Isis y Osiris como gobernantes. También se nos retrata al dios como invencible, destructor de los enemigos. En el mismo texto nos encontramos con una incongruencia pues a pesar de ser invencible, nos aparece Isis buscando su cuerpo, omitiendo toda la parte de su asesinato por parte de Seth, y usurpación del trono, que es el mito que todos conocemos y al que luego volveremos. Durante su reinado, el dios enseñó a los hombres el código de leyes, cómo adorar a los dioses, y las técnicas y conocimientos de la agricultura, la base de la economía egipcia durante toda su historia. Es por ello por lo que Osiris sea principalmente un dios agrario, y a la vez un dios del renacimiento, ¿cómo? Para entenderlo mejor nos vamos a los Textos de los Sarcófagos, en donde a Osiris se le identifica con el grano y el trigo, como símbolo de la semilla que muere pero renace en forma de espiga. De esta manera, Osiris representa el renacimiento de la tierra. De ahí que en numerosas ocasiones se le representa con la piel verde, de vegetación, o negra, como se tiñe la tierra del valle cuando las aguas de la crecida se retiran depositando el limo que aporta ese color negro a la tierra, y que permite la fertilización natural de los campos para la agricultura (de ahí viene también el nombre de Kmt, ‘‘tierra negra’’, como se llama a Egipto). En otro documento, el Papiro Chester Beatty se dice que Osiris “es el que hace crecer el trigo y la cebada”. ¿Por qué se le conoce como el dios de los muertos? Todo lo anterior se entrelaza con el mito de la realeza al que ya nos hemos referido anteriormente. Como he comentado, Seth, su hermano, asesina a Osiris y usurpa su trono. Isis, su hermana y esposa busca su cuerpo y lo recupera; mediante su magia le revive lo justo para concebir un hijo, Horus, que luego vengará la muerte de su padre. Mientras Osiris se convierte en el primer dios que muere y resucita para vivir en el Más Allá. La tumba del dios se encontraría en Peqer, en la región
Estela Amenmose. XVIII dinastía, Museo del Louvre (Imagen: Wiki Art).
conocida como Umm el-Ga´ab o ‘‘Madre de los cacharros’’, debido a la enorme cantidad de cerámica que se acumula como ofrendas al dios. El dios desciende a Duat para reinar allí como su señor, y de esta manera ofrece una esperanza de continuidad de la existencia de cada persona con el milagro de su resurrección de entre los muertos, siendo su gobernante. Mientras tanto, su hijo y primogénito, a quien ha pasado la realeza, Horus, gobierna sobre los vivos en la tierra. De ahí que lo llamemos mito de la realeza, porque nos está justificando al faraón sobre el trono como Horus. Este mito intenta resolver el problema de la sucesión por la legitimación. 34 | Egiptología 2.0
Osiris. Libro de los Muertos de Hunefer, 1275 a.C. (Imagen: Steven Zucker).
EgiptologĂa 2.0 | 35
Y es justo cuando tenemos a Osiris muerto y resucitado, cuando más relación tiene con la realeza y con la divinidad del rey muerto (un concepto más fácil de explicar que la divinidad del rey vivo). El culto al rey muerto está atestiguado desde periodos tempranos y continúa a lo largo de la Historia de Egipto, y como primera muestra tenemos los Textos de las Pirámides, en donde se identifica al rey muerto con una variedad de dioses, siendo los más importantes Osiris y Re.
Téxtos de las pirámides en la pirámide de Teti (Imagen: Wikimedia Commons).
Estas dos divinidades simbolizan dos aspectos distintos de la religión funeraria, a saber: el ctónico, de Osiris, y el solar de Re; y ambos reflejan las dos medidas de la eternidad, resurrección de un ciclo lineal infinito
(Osiris) y otro cíclico de renacimiento (Re). ¿El dios de los muertos para todos? Pero Osiris no sólo es el dios de la resurrección para el rey, también alcanza a otros egipcios. Este fenómeno solo aparece una vez que los Textos de los Ataúdes empiezan a ser escritos (seguramente a finales del Reino Antiguo), siendo los encantamientos funerarios disponibles para la alta nobleza. A partir de este momento los encantamientos de las transformaciones divinas y las identificaciones están disponibles para más gente que puede aspirar a una vida en el Más Allá. Es ahora cuando los nombres de los difuntos son precedidos por el de Osiris, como “Osiris N”, siendo N el nombre del difunto en cuestión. Durante este periodo muchas características del enterramiento ritual real se asimilan, como por ejemplo que el difunto reciba la protección de Nut, Isis, Neftis y Anubis, deidades que juegan un papel importante en el mito osiriano. Esta llamada “democratización” del Más Allá tiene más alcance aun cuando en el Reino Nuevo aparece el Libro de los Muertos, que es a su vez una derivación de los Textos de los Ataúdes. Estos encantamientos son más baratos y asequibles para una mayor audiencia. Los antiguos egipcios comienzan a apropiarse de prerrogativas que antes eran solo reales. Anubis De nuevo estamos ante un dios con un pasado desconocido e incierto. Su parentesco es una mezcla de tradiciones. Primeramente nos lo encontramos en los Textos de las Pirámides, en donde posee dos madres: la diosa felina Bastet y la diosa bovina Hesat; además aparece como padre de la diosa serpiente Kebehut, quien le asiste en la purificación del difunto. En fuentes posteriores se dice que Anubis es hijo de Neftis con Re, Osiris o Seth (dependiendo de la fuente). Según Plutarco Anubis era hijo de Neftis y Osiris pero Isis le crio como un hijo suyo propio. En otro texto demótico, este dios aparece como hijo de Osiris e Isis-Sekhmet. ¿Un dios chacal? Lo que si tenemos claro es su forma: se le representa como un chacal o como un hombre con cabeza de este animal (sobre todo hacia el Reino Nuevo). Normalmente el dios aparece descansando sobre un cofre con las piernas delanteras extendidas y su cola colgando. En su garganta suele llevar un collar o una venda normalmente roja; también suele portar el cetro nejej, símbolo de autoridad, o el cetro sejem que indica poder. Pero ¿qué es un chacal? ¿Por qué se eligió este animal para este dios? Un chacal es un mamífero cánido que 36 | Egiptología 2.0
Anubis. Libro de los Muertos de Hunefer, 1275 a.C. EgiptologĂa 2.0 | 37 (Imagen: Steven Zucker).
en Egipto tiene el lomo negro, muy parecido al lobo, depredador de pequeños mamífero y carroñero, llegando a desenterrar y alimentarse de cuerpos muertos. Suele estar activo al anochecer en el desierto, un momento muy crucial para los antiguos egipcios, pues durante la noche las fuerzas del caos eran más patentes. Los antiguos egipcios que eran muy observadores, decidieron asociar el chacal y otros cánidos salvajes al ámbito funerario. Sus hábitos alimenticios y su comportamiento biológico como el hecho de vivir en el desierto (el límite entre el mundo de los vivos y los muertos) sentaron las bases de una interpretación simbólica-religiosa. El carácter carroñero de los cánidos salvajes presenta una ambigüedad con respecto a su función protectora en el tránsito al Más Allá. Se trata de una domesticación de las fuerzas destructivas de la naturaleza. De esta manera, Anubis se colocó como la principal figura protectora de los difuntos y el guardián de las necrópolis, que se situaban en el desierto.
Anubis. Época Tardía, Museo Arqueológico de Florencia (Imagen: Wiki Art).
Tenemos otros dioses con forma de chacal que pueden ser ocasionalmente confundidos con Anubis si no están debidamente nombrados. El más importante es Upuaut, de quien se dice que pudo ser en sus orígenes una de las diversas personalidades de Anubis y que con el tiempo logra independizarse de este. Otros investigadores opinan que Upuaut fue desde el principio una divinidad independiente de Anubis con quien tuvo puntos de contacto con la función funeraria. Upuaut en los Textos de las Pirámides es el que guía al faraón en su ascenso hacia las estrellas, y también se le relaciona con la ceremonia de apertura de la boca que luego veremos. Anubis, dios funerario y “señor de los secretos” Anubis era el principal dios funerario de los antiguos egipcios, aspecto apreciable en sus numerosos epítetos, como por ejemplo “aquel que está sobre la montaña” (es decir, la necrópolis), “señor de la tierra sagrada” (de nuevo la necrópolis), “enterrador”, “aquel que está en el lugar del embalsamamiento” o “el que está al frente de los occidentales” (los difuntos). Como ya he comentado, su presencia la tenemos constatada en el Reino Antiguo con los Textos de las Pirámides, donde aparece como juez de los muertos. Sin embargo, con el auge del dios Osiris a partir del Reino Medio, Anubis pasa a formar parte del mito osiriano perdiendo importancia y pasando a ser el inventor de la momificación para preservar el cuerpo de Osiris; además se convertirá en guía, juez y protector de los difuntos. Estos serán otros de sus aspectos que, como podemos ver, todos están ligados al mundo funerario. Otro de los títulos de Anubis se refería a su papel como embalsamador, “Señor de los secretos”. El dios chacal era el encargado del vendaje de la momia, y así lo podemos ver en el proceso de momificación: un sacerdote con máscara de Anubis, portando algún instrumento de momificación (sobre todo jarras de aceites) e inclinado sobre la momia. Apertura de la boca. TT359 (Imagen: Wikimedia Commons). 38 | Egiptología 2.0
Este dios también tenía una importancia crucial en
el ritual conocido como de apertura de la boca, en donde tenemos de nuevo al sacerdote enmascarado, ayudando en este ceremonial al sujetar a la momia, mientras el sacerdote le aplica una azuela para “abrir” ritualmente los sentidos del difunto. Este ritual era un momento trascendental para el tránsito del difunto y que se llevaba a cabo en la entrada de la tumba, una vez la procesión había llegado, marcando a su vez el inicio del enterramiento del cuerpo como preludio de una nueva fase de su existencia. La ceremonia, una de las más populares y reconocibles de la liturgia egipcia la tenemos en numerosos papiros del Reino Nuevo, y mediante su realización el ka del difunto adquiría la capacidad de cobrar vida a través de la toma de contacto con diversos objetos litúrgicos y una serie de ensalmos. Así el difunto podría renacer en el inframundo. Por último, y después de ayudar en la momificación, Anubis acompañaba al difunto hacia la Sala de la Verdad y la Justicia, en donde tenía lugar el juicio de Osiris. Anubis era el encargado de colocar el corazón en la balanza, acto que tenemos ilustrado en la viñeta 125 del Libro de la Salida al Día (mal llamado Libro de los Muertos). Si en el pesaje, el corazón era más ligero que Maat, significaba que el difunto no había cometido ningún mal acto en su vida, pudiendo “vivir” en el Más Allá para siempre. Si por el contrario, el corazón pesaba más que la pluma, la monstrua Ammit devoraba su corazón, dejando de existir para siempre. Conclusiones Nos encontramos ante dos dioses que tienen una relación indiscutible con el ámbito funerario, aunque de manera distinta y complementaria. No hay que olvidar que estos dioses evolucionan con el tiempo, variando y matizando sus aspectos a medida que la democratización del Más Allá es más latente. Gracias a este cambio, ambos dioses se reparten sus papeles y funciones quedando una mejor organización del aspecto funerario en la mentalidad egipcia. Sin embargo, personalmente no los llamaría dioses de la muerte, pues como hemos visto, Osiris es un dios de aspecto real, agrario y de resurrección, mientras que Anubis es el embalsamador. Ambos tienen relación con la muerte pero la intención de los antiguos egipcios era vivir en ese Más Allá. Ellos no concebían la muerte como el final, sino como el principio, una vida incluso mucho mejor para algunos.
Bibliografía
Sobre el autor
ALTENMÜLLER, B. (1975). ‘‘Anubis’’. En Lexikon der Ägytologie, 1: 327-333.
Nació en Madrid en 1986. Es licenciada en Historia, con un máster interuniversitario en Historia y Ciencias de la Antigüedad, especialidad Egipto y Oriente antiguos, y actualmente doctorándose en la Universidad Autónoma de Madrid. Enamorada del país de Kemet desde pequeña, es titulada en lengua y escritura jeroglífica por el Seminario George Posener, y ha escrito numerosos artículos para revistas nacionales e internacionales.
MOLINERO, M. A. (1998). Realeza y concepción del universo en los Textos de las Pirámides, Tesis doctoral. Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Geografía e Historia, UCM. SHAFER, B. E. (ed.), (1991). Religion in Ancient Egypt. Gods, myths, and personal practice. Cornell University Press. Ithaca and London. TAYLOR, J. H. (2001). Death and the Afterlife in Ancient Egypt. British Museum Press. Slovenia.
Desde Enero de 2014 dirige el proyecto Papiros Perdidos, con el propósito de acercar el Antiguo Egipto de una manera amena, divulgativa y científica, llevando a cabo un enorme trabajo de investigación y documentación, clave para la elaboración de una Historia para todos. http://papirosperdidos.com https://www.facebook.com/papirosperdidos https://twitter.com/papirosperdidos Egiptología 2.0 | 39
Vida cotidiana Hipólito Pecci Tenrero
Algunas pinceladas sobre el universo sexual egipcio
Con la entrada de las tropas de Napoleón en Egipto (1798-1801) se abría, gradualmente, un nuevo mundo para los ojos occidentales.
Los misterios y secretos del Valle del Nilo iban a brotar en toda su plenitud, siendo plasmados por los científicos que acompañaban a la expedición militar francesa, en número de doscientos aproximadamente, los cuales aglutinaron todos sus estudios y observaciones, mapas e imágenes, en una inmensa obra llamada “Description de l’Égypte”, además de realizar descubrimientos tan trascendentales como la piedra Rosetta, hallada por un soldado que integraba el destacamento comandado por un oficial de apellido Bouchard, en julio de 1799 cerca de la localidad homónima, y que serviría a Jean-François Champollion (1790-1832) para descifrar la escritura jeroglífica. A partir de este periodo, la fascinación por el Antiguo Egipto se desbordó, y esta atracción llevó a muchos europeos acomodados a visitar, e incluso establecerse en el país, dando pie a la aparición de excavaciones privadas y al surgimiento de un ingente comercio de reliquias, entre ellas, el tráfico de momias, piezas clave, en muchos casos, de las veladas en el Viejo Continente, cuyo acto final consistiría en su desvendado ante la mirada boquiabierta, estupefacta, de los asistentes. Si bien, las más desafortunadas, acabarían sus días sirviendo para menesteres menos “científicos”.
Napoleón ante la Esfinge, 1868 (Imagen: Jean-Leon Gerome). 40 | Egiptología 2.0
Es así, como a lo largo del siglo XIX Egipto se convirtió en un gran mercado de antigüedades, suministrador de obras de arte a museos europeos, y a algún que otro personaje adinerado con pocos escrúpulos, pero también vio nacer una nueva ciencia, la Egiptología moderna, en la que arqueólogos y estudiosos, e igualmente algunos individuos no tan “doctos”, Giovanni Battista Belzoni (1778-1823), Ippolito Rosellini (1800-1843), Richard Lepsius (1810-1884), Luigi Vassalli (1812-1887), Auguste Mariette (18211881), Gastón Maspero (1846-1915), o William Matthew Flinders Petrie (1853-1942) entre otros, se afanaron por recopilar y descubrir la historia del país de los antiguos faraones, trabajos e investigaciones que alcanzaron su clímax en 1922, cuando Howard Carter logró su objetivo aquella mañana del cuatro de noviembre, localizando los restos de un rey poco conocido hasta el momento, Tutankhamón, cuya tumba inviolada (KV62) suministró un fantástico ajuar compuesto por espléndidas piezas, entre ellas carros desmontados, arcos, bastones, abanicos o un trono de oro en el que aparece la pareja formada por la figura sedente del monarca, situada frente a su hermanastra y esposa Akhesenamón.
antaño el Cuartel de la Montaña, es decir, en la Montaña del Príncipe Pío, en el Parque del Oeste, junto al Paseo del Pintor Rosales.
Paralelamente, y ante el aluvión turístico, junto a los trabajos de excavación se iba tomando conciencia sobre la necesidad de salvaguardar los monumentos, de tal forma que algunos investigadores plantearon la necesidad de instituir entidades dirigidas a estos fines, labor que puso en práctica Amelia Edwards (1831-1892) junto a Reginald Stuart Poole (1832-1895), fundadores de la Egypt Exploration Fund en 1882, y que tras la Gran Guerra cambiaba su denominación, pasando a conocerse como Egypt Exploration Society.
Sin embargo, existe una faceta vital, trascendental en las relaciones personales, que, hasta el momento, y sorprendentemente, ha pasado un tanto desapercibida, ya que se ha hecho poco hincapié en ella, bien por falta de datos, de documentación, o bien por ser un aspecto un tanto peliagudo, matiz embarazoso del espacio cotidiano para los investigadores, tanto del siglo XIX, como de la primera mitad de la centuria siguiente, y no es otro que la vida sexual de los antiguos moradores de Kemet.
Lo cimientos ya se habían proyectado para que el fenómeno del antiguo Egipto se extendiera por el continente europeo, no obstante, con diferente grado de impregnación, pues mientras en países como Inglaterra o Francia la tradición egiptológica, como se ha visto, se había ido desplegando durante todo el siglo XIX, en otros, como España, su conocimiento, salvo algunos casos puntuales, no ha tenido suficiente impacto mediático hasta la segunda parte del siglo XX, sobre todo, con la creación del “Comité Español para el salvamento de los tesoros arqueológicos de Nubia” (Martín Valentín), que a partir de 1960, y dirigido por el Profesor Martín Almagro Basch, participaría en el rescate de varios monumentos, trabajos continuados por diversos arqueólogos españoles en diferentes enclaves geográficos de la región. Gracias a ellos, los españoles podemos disfrutar del Templo de Debod, donado por Egipto en 1970 como reconocimiento a los esfuerzos llevados a cabo, y situado en la actualidad en la zona donde se ubicaba
En los últimos años la Egiptología se ha creado un gran espacio en nuestro país, por una parte, gracias a la impartición de estudios relacionados con la Historia egipcia en las universidades, y por otra, por la labor de entidades tanto públicas, caso del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, como privadas, por ejemplo el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto, que se encuentran realizando investigaciones y excavaciones arqueológicas, además de las colecciones existentes en museos como el Museo Arqueológico Nacional o el Museo Egipcio de Barcelona. Gracias a todo este conjunto de comunidades y organismos, el acercamiento al Antiguo Egipto es considerablemente más asequible a día de hoy, el interés sobre monumentos, pirámides, etc., es mucho mayor dentro de la sociedad, y el conocimiento de la historia, la religión, los monarcas, se encuentra más extendido.
La percepción del erotismo La noción de Egipto como una cultura monolítica es difícil de sostener, pues los habitantes que se asentaban en el Valle durante el Reino Antiguo, es muy posible que tuvieran algunas conductas diferenciadas de los pobladores del Imperio Nuevo, por ejemplo, ya que entre ambas comunidades existía una distancia cronológica de un milenio aproximadamente, de tal forma que esta separación entrañaría un desconocimiento, una caída en el olvido de costumbres enterradas en el tiempo, y que pudieron ser, poco a poco, relegadas, hasta desaparecer de la esfera tradicional. No obstante, se puede afirmar que es un proceso normal, pues tan solo baste decir que, este lapso temporal implicaría una metamorfosis, e incluso, una pérdida de ciertos hábitos, por lo que el saber y el acercamiento, en la actualidad, a estos usos o modas es ciertamente imposible. Debido a esta situación, la percepción de prácticas y modos de proceder únicamente son asequibles a Egiptología 2.0 | 41
Cleopatra y Julio César, 1866 (Imagen: Jean-Leon Gerome).
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través de los medios que han perdurado hasta nuestros días, y, aunque, no pueden ser extensibles a la totalidad de la historia de la cultura egipcia, que abarcaría, con sus altos y bajos, alrededor de tres mil cien años más o menos, aportan una información muy útil para conocer ciertas cuestiones, en el caso que nos ocupa, referidas al plano sexual, durante el periodo en que fueron concebidos. Por tanto, la visión contemporánea del universo erótico nos ha llegado a través de fuentes exógenas, fundamentalmente viene dada por personajes alejados en el tiempo, que, en algunos casos, poseían innegables intereses políticos, como los autores romanos durante los decenios finales del siglo I a. C. en sus ataques a Cleopatra VII (69 a. C.-30 a. C.), a los que se sumarían, siglos más tarde, viajeros, artistas y escritores, los cuales, imbuidos de la moral propia de la época, principalmente los siglos XVIII y XIX, contribuyeron a distorsionar la realidad de las cosas, escenario apoyado posteriormente por la nueva tecnología surgida a finales de 1895, y que tendría un rápido predicamento, pasando a conocerse como “Séptimo Arte”, el cual continuaría, de cierta forma, expandiendo la idea de la sociedad un tanto “libertina” del Antiguo Egipto. Pero, no hay que olvidar la prolífica literatura actual cuyas tramas se desarrollan en el País del Nilo, y que, en ciertos aspectos, bebe del mismo manantial que los autores románticos, no teniendo reparos, usualmente, en presentar un paradigma, un modelo de atmósfera similar, sensual, voluptuosa.
Fotograma de la película Cleopatra, 1934 (Imagen: Claudette Colbert, 1903-1996).
Fotograma de la película Sinuhé el Egipcio, 1954 (Imagen: Bella Darvi, 1928-1971). Egiptología 2.0 | 43
Las fuentes Independientemente de las múltiples representaciones en las que se revelan bailarinas un tanto ligeras de vestimenta, la documentación no es muy pródiga en cuanto al ámbito sexual se refiere, pues no hay que olvidar que la escritura, y por ende, la lectura, se encontraban circunscritas a un mínimo exponente de la población, circunstancia que conllevaba, con toda seguridad, una difusión oral de cuentos y narraciones, perdidos, con el paso del tiempo, al no haber quedado manuscrito. A pesar de esta aseveración, la existencia de diferentes testimonios, tanto de modo gráfico, como formando parte de figuras y pinturas nos acercan, en la medida de lo posible, a esta faceta de la vida privada. De esta manera, la documentación que ha conseguido salvaguardarse hasta nuestros días, aporta información de primera mano relativa al universo erótico, pero también nos destapa y revela las reglas o cánones de moralidad vigentes en la época en la que presumiblemente se elaboraron los pasajes. En consecuencia, nos encontramos con diferentes creaciones literarias en las que el eje central no es otro que el adulterio, tal como recoge, por ejemplo, el conocidísimo Papiro Westcar, descubierto a finales de la centuria de 1800 y emplazado en el Museo Nuevo de Berlín. El texto, en escritura hierática y procedente de originales confeccionados en la Dinastía XII , nos refiere una historia de traición conyugal, en la que la mujer se convertía en la protagonista de una infidelidad hacia su marido, el jefe-lector Ubaoné, escenario idéntico al que se desarrolla en el Papiro D’Orbiney igualmente redactado en hierático, y también conocido como el “Cuento de los dos hermanos”. Datado en tiempos posteriores, durante la XIX Dinastía y actualmente en el Museo Británico, narra una situación similar, con el intento de seducción de una mujer hacia su cuñado, maniobra infructuosa en este caso, pero que, a pesar de los siglos transcurridos entre uno y otro, muestra el castigo aplicado en ambos casos, esto es, la muerte, si bien, en el texto del Imperio Nuevo, el perseguido pudo escapar en ultima instancia. Al mismo tiempo, otro rasgo que se vislumbra claramente a través de los cuentos, es la importancia del “matrimonio” como entidad o institución básica dentro de la sociedad. Con todo, habría que andar con pies de plomo y tener mucha cautela a la hora de utilizar este término, puesto que, entendido como “Unión de hombre y mu44 | Egiptología 2.0
jer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses ”, se puede afirmar que, hasta ahora, es inexistente en el mundo egipcio, e incluso, las relaciones contractuales parece ser que no se ultimaron hasta principios del III Período Intermedio, hacia el siglo X a. C. aproximadamente. Se considera que el núcleo familiar estaba compuesto por la pareja junto a sus hijos, cuyo lugar de habitación era la morada masculina que había conseguido constituir, trasladándose a ella la mujer, la cual, según los criterios actuales, en la inmensa mayoría de las ocasiones no era más que una niña, ya que la edad de partida a su residencia marital se encontraba en torno a los catorce años, e incluso menos en algunos casos. Las informaciones existentes y los estudios llevados a cabo por los investigadores, declaran una cierta libertad de la mujer, aunque se desconoce si se podría llegar a considerar una total igualdad entre ella y el hombre, como algunas veces se ha querido entender por parte de ciertos eruditos, son manifiestos una serie de derechos, quizás inimaginables en otras sociedades coetáneas, como la posesión de esclavos durante el Imperio Nuevo , el disfrute de herencias, bienes y de tierras, la posibilidad de divorcio en ciertos casos como las infidelidades, etc. Pero esta visión de la pareja como centro de la vida egipcia, no tiene que nublar los ojos y hacer pensar en una relación familiar idílica, en donde los engaños brillasen por su ausencia, ya que la existencia de meretrices atestigua la posible laxitud de algunos hombres para con sus mujeres. Un ejemplo de la actividad de este tipo de trabajadoras fue recogido en un pasaje de Heródoto, en el cual aseguraba que parte de la financiación de la Gran Pirámide podría haber sido realizada gracias a los servicios sexuales desplegados por la hija de Kheops. Junto a esta documentación, que muestra una peculiaridad vital tremendamente importante, como es la creación de un nuevo núcleo familiar, existen otros modelos de textos que, de la misma forma, dejan entrever distintos aspectos de las comunicaciones personales, y por consiguiente, las sexuales, bien por medio de escritos de contenido erótico, fundamentalmente dirigidos a jóvenes, hombres y mujeres solteros, “¡Ah! Ojala fuese yo su sirvienta negra, la que le lava los pies, pues entonces podría ver la piel de todo su cuerpo entero” “Mi amor, qué dulce es ir al estanque a bañarme ante ti y mostrarte mi belleza en una camisa del más fino lienzo, mojada. Me sumergiré contigo y volveré a subir con un pez rojo,
tan lindo, entre mis dedos. Ven y mírame ” o bien, por una serie de papiros de contenido médico que reúnen variadas patologías, entre las que no faltan las de tipología venérea. En esta última línea, se localizan múltiples tratados redactados en diferentes períodos cronológicos; de esta suerte, se puede hacer alusión a dos de los más importantes y más conocidos, uno de ellos sería el denominado papiro (o papiros) de Lahun, datado durante el Reino Medio, a la altura de la Dinastía XII, más o menos hacia el 1800 a. C., y que, entre otras cosas, reúne recetas y remedios con los que hacer frente a enfermedades y males que atacan a los órganos sexuales, fundamentalmente femeninos, así como temas ligados al embarazo y los métodos anticonceptivos. El otro modelo que se puede citar es el famosísimo papiro Ebers, un arquetipo de vademécum elaborado unos tres siglos más tarde, y actualmente depositado en la Universidad de Leipzig (Alemania), y que, igualmente, recogía enfermedades propias de la mujer y materias vinculadas al embarazo y la anticoncepción.
Papiro erótico de Turín (Imágenes: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 45
Ambos aluden a diferentes mezcolanzas de sustancias, heces, miel, natrón, leche, resinas, etc., como prevención para evitar embarazos, a la posición de las parturientas en cuclillas y su atención por parte de comadronas, la circuncisión en el hombre, etc., mostrando un alto conocimiento médico. Pero, si todo este repertorio es significativo como aproximación o toma de contacto con el mundo sexual, el esplendor, el derroche informativo corre a cargo de una composición conocida como el papiro 55001 o papiro de Turín. Esta narración, que algunos investigadores han querido ver como un compendio o manual erótico del Imperio Nuevo, fue descubierto en Deir el-Medina durante los primeros decenios del siglo XIX y en la actualidad se encuentra en el Museo Egipcio de Turín, si bien, su contemplación no se pudo llevar a cabo hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, ya que, anteriormente, el acceso únicamente estaba permitido a hombres, siempre y cuando su interés fuera meramente científico. Está compuesto por doce pasajes en donde los personajes aparecen practicando sexo de forma tan clara, tan abierta, que no se deja nada a la imaginación. En estas ilustraciones surgen hombres y mujeres en diferentes posturas amatorias, algunas de ellas muy acrobáticas, mientras que otras son bastante tradicionales, como puede ser la postura a tergo , es decir, penetración por la parte posterior, aunque con un denominador común, el amante posee un miembro viril bastante desarrollado, lo que ha llevado a pensar en la existencia de un complemento irónico, un toque divertido en la tarea. Asimismo, algunos investigadores han sugerido cierta relación del protagonista con el sacerdocio, lo que daría trazas de religiosidad al conjunto, pues hay que tener presente que dentro de la esfera religiosa, el elemento sexual es fundamental, hallándose presente ya desde los mismos mitos de la creación. Una de las tradiciones más conocidas, sería aquella denominada Teogonía Heliopolitana, la cual refiere como en un principio únicamente existía el Num u Océano Primigenio, y en él se localizaba el Benben. En esta roca primordial se crearía a sí mismo Atum, el cual, a través de la masturbación y con su semen (o su saliva) dio vida a Shu, el Aire, y Tefnut, la Humedad, que engendrarían a Geb, la Tierra, curiosamente representada como principio masculino, y Nut, el Cielo o Bóveda Celestial, y a su vez, de ellos se originan Osiris, Isis, Set y Neftis, dando lugar a uno de los conjuntos de divinidades más importantes de la religión egipcia, a los que se sumarían Horus y Anubis . Son evidentes, en esta cosmogonía, las conexiones y vínculos sexuales que acontecen entre sus protagonistas, reflejando prácticas habituales en algunos casos, como el onanismo o la felación, esta última recogida en imágenes de Geb, que, obligado en algunos contextos a estar separado de Nut por la interposición de Shu, se ve empujado a la autosatisfacción, junto a otros presumiblemente más inusuales, como el incesto, personificados en la unión de Seth y Neftis o de Osiris e Isis, cuyo vástago, Horus, asumiría un rol esencial en la monarquía egipcia.
Papiro funerario de la sacerdotisa Henuttawy, Cantora de Amón-Ra, 1070-945 a. C. (Imagen: Wikimedia Commons). 46 | Egiptología 2.0
Pero, el arte también congrega alguna de estas voluptuosas particularidades en tallas y pinturas, moldeando diversas características de las divinidades que, de una u otra manera, sobresalen y las envuelve de esa naturaleza erótica, apreciándose claramente en la representaciones de Min, el dios itifálico, es decir, con el pene erecto, vinculado a la fertilidad y a la potencia de la naturaleza y de la vegetación, cualidad esta última que establecería una conexión muy estrecha con una verdura como es la lechuga, debido a la semejanza entre el líquido que desprende y el semen. En el templo de Luxor es curioso observar el grabado del dios presentando su miembro ennegrecido debido a la multitud de veces que ha sido manoseado. Otras deidades poseen un rasgo preciso que, liviana o sutilmente, deja entrever determinada asociación con este mundo del placer, a causa de la presencia de algún atributo en concreto que le conecta con la virtud, la capacidad, la facultad de la fecundidad, constituyendo el ejemplo más evidente la iconografía de Hapi, efigie masculina, que, sin embargo, posee pechos, los cuales otorgan su carácter distintivo, su naturaleza como renovador de Egipto, aquél que con la crecida del Nilo da la vida al Valle. Mas, en este último estado, es decir, “portador de fertilidad”, se pueden vislumbrar otros actores; baste con enumerar a Bes, curioso ser de fisonomía humana, una especie de genio que en ocasiones se presenta desnudo y con su miembro erecto, relacionado, entre otras cosas, con el goce sexual, el embarazo y el parto, al igual que Taueret o Tueris, reconocible gracias, fundamentalmente, a su cabeza de hipopótamo y a sus generosas ubres que la consignaban como protectora de las parturientas.
Bes (Imagen: Altes Museum) y Tueris (Imagen: British Museum).
En un nivel más mundano, las representaciones se despojaban de cualquier significación que no fuera meramente el sentido sexual, para convertirse en objetos de disfrute. En este aspecto, nos encontramos con elementos bastante significativos en, se podría decir, la creación artística de la población, si bien dentro de un conjunto bastante particular, ya que los autores eran verdaderos virtuosos en la materia, tal como lo demuestra su procedencia, el poblado de Deir el-Medina, en donde se asentaban los trabajadores y artesanos que se encargaban de la construcción de las tumbas ubicadas en el Valle de los Reyes durante el Reino, o Imperio, Nuevo. De este asentamiento proceden los ostracas que exhiben ilustraciones “subidas de tono”, dibujos realizados por trabajadores que creaban estas viñetas, previsiblemente, con un fin libidinoso, quizás, como en la actualidad, Egiptología 2.0 | 47
teniendo una función de revistas pornográficas, sirviendo para trabajadores que pasaban un tiempo alejados de sus mujeres, o tal vez se había originado un mercado con estos productos a partir de encargos solicitados a los artistas, o simplemente como modo de expresar su sexualidad, su lujuria, sus necesidades carnales plasmadas en un trozo de cerámica de manera magistral. Avanzando en el tiempo, con la entrada de Alejandro en Egipto, y el surgimiento de Alejandría como centro neurálgico del delta, la cultura y los pensamientos griegos van impregnando la sociedad gradualmente, y con ello, la concepción y la percepción sexual helénica, mucho más abierta, fundamento que se traslada al arte, exhibiendo figuras en las que el acto es mucho más explícito, ágiles escenas de penetración, miembros viriles sorprendentes, en fin, una diseño totalmente alejado de las líneas de antaño, mucho más recatadas. A grandes pinceladas, se han expuesto las formas de plasmación del universo erótico y sexual del pueblo egipcio.
Ostracon, Imperio Nuevo (Imagen: British Museum).
Obviamente, con estas líneas el objetivo no ha sido elaborar un tratado en profundidad, pero sí mostrar que, por muchos años, siglos, milenios que puedan transcurrir, uno de los motores, muy importante, en el avance y movimiento de las sociedades humanas, fue, es y será el sexo.
Bibliografía
Sobre el autor
CALZADILLA NÚÑEZ, J. (2005). La sexualidad en el antiguo Egipto. Año 11, nº 27. Págs. 21-26.
Doctor en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Magíster en Museografía y Exposiciones por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Diplomado en Estudios Avanzados (D.E.A.) por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Miembro del Laboratorio de Estudios Paleolíticos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), y de la Red de Expertos del Proyecto Campus de Excelencia Internacional en Patrimonio, concedido a las universidades andaluzas coordinadas por la Universidad de Jaén.
GUGEL, B. (2008). Las mujeres en el Valle del Nilo. Capítulo XV, págs. 263-293 en “Egipto. El culto a la muerte junto al río de la vida”. VV.AA. Madrid. LLAGOSTERA, E. (1995). La poesía erótico-amorosa en el Egipto faraónico. Visión Libros. Madrid. ORRIOLS I LLONCH, M. (2009). Léxico e iconografía erótica del antiguo Egipto. La cópula a tergo. Trabajos de Egiptología. Papers on Ancient Egypt. Número 5/2. Actas III Congreso Ibérico de Egiptología. Eds. Miguel Ángel Molinero Polo, Covadonga Sevilla Cueva. Págs. 123-137. PECCI TENRERO, H. (2004). Isis, la Gran Maga. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, História Antigua, t. 15. Págs. 11-26. PARRA, J. M. (2001). Vida amorosa en el antiguo Egipto. Aldebarán. Madrid. RIVAS, J. L. (1998). Poemas de amor del antiguo Egipto. Universidad Veracruzana. Xalapa. SALEM, L. (2012). Memoria y recuerdo en el Reino Medio egipcio. Acerca de un mito de origen en el papiro Westcar. Universidad Nacional de La Plata. La Plata. 48 | Egiptología 2.0
Entre los años 1998 y 2008 ha participado en diferentes campañas arqueológicas: Yacimiento de la Cova D’en Pardo (Planes, Alicante), La Peña de Estebanvela (Ayllón, Segovia), excavación y estudio de la Cueva de Ambrosio (Vélez-Blanco, Almería), trabajos arqueológicos en Perales del Río (Getafe), Proyecto de Investigación, estudio y documentación en la Cueva de la Fuente del Trucho (Asque-Colungo, Huesca) y dirección arqueológica para la realización de trabajos de prospección y excavación arqueológica en el Cerro de San Isidro (Domingo García, Segovia). Entre los años 2008 y 2011 Arqueólogo de la Unidad de Promoción y Desarrollo V y VI de la Diputación de Toledo. Es también autor de diferentes artículos relacionados con el antiguo Egipto. www.reflejosdelpasado.blogspot.com
Arquitectura Sandra Pajares Sotillo
El horizonte de Khufu
Pirámide de Khufu (Imagen: David O’Malley).
En la orilla occidental del Nilo, a unos 20 km al sur
del centro de El Cairo, nos encontramos con la última representante de las Siete Maravillas del Mundo, la pirámide de Khufu (Keops para los griegos). Ésta se yergue en la necrópolis de Guiza, acompañada de las pirámides de Khaefre, su hijo, y Menkaure, su nieto, y de los recintos funerarios que acompañan a todas ellas. El faraón Khufu, conocido antiguamente como Khnum-Khufu, ‘‘El Dios Khnum me protege’’, gobernó durante el Reino Antiguo, hacia el año 2551 a.C., y su mandato duró unos 30 años. Sucesor e hijo del faraón Snefru y de la reina Hetepheres I, fue el segundo monarca de la IV dinastía (2575-2465 a.C.). Su pirámide fue construida después de las tres que se edificaron durante el reinado de su progenitor, y era conocida por los antiguos egipcios como Akhet Khufu, ‘‘El Horizonte de Khufu’’. Como contrapunto a su pirámide, la más grande construida en el antiguo Egipto, del monarca poseemos únicamente, al menos hasta ahora, una pequeña estatua de marfil, de 7’5 cm, descubierta en 1903 en Abidos.
Mapa de Egipto (Imagen: Sandra Pajares Sotillo). Egiptología 2.0 | 49
La construcción de la Gran Pirámide Además de los motivos ideológicos que pudieron hacer de Guiza el lugar idóneo para la construcción de la pirámide, como el hecho de que el emplazamiento pondría en relación Iunu (Heliópolis) y Khem (Letópolis), dos ciudades sagradas en aquella época; también existieron motivos prácticos a favor del lugar, como son la buena resistencia del terreno de la meseta (algo esencial para soportar el peso de semejante obra) y la cercanía al emplazamiento de una cantera de piedra caliza. Según las estimaciones fueron necesarios 2.300.000 bloques para construir la pirámide, cada uno de los cuales tendría una media de 2’5 T. Aunque la mayoría de estos bloques fueron sustraídos en la cantera antes mencionada, también se utilizaron bloques de caliza de Tura, de mejor calidad, para el revestimiento de la pirámide y de otras construcciones. Pero no toda la pirámide son bloques colocados por los obreros, ya que ésta fue erigida sobre un montículo que existía en Guiza, con lo que parte de su núcleo inferior lo conforma la propia roca de la meseta.
Estatuilla de Khufu (Imagen: Marco Leiz).
Al finalizar la construcción, la altura total de la pirámide era de unos 146,59 m, 280 codos (1 codo = 0’5235 cm). Actualmente debemos restarle unos 9 m ya que faltan aproximadamente 10 hiladas en la parte superior, además del piramidión, el cual es probable que
fuese de granito. Sus lados miden unos 230 m (440 codos) y la pendiente de sus caras es de 51º50’40”. A esta precisión hay que añadirle que sus caras están desviadas una media de 3’6” respecto a los puntos cardinales, y que la mayor diferencia entre las dimensiones de sus lados es de 4’4 cm. Según I.E.S. Edwards en su libro ‘‘Las pirámides de Egipto’’, la pirámide de Khufu ‘‘marca el apogeo de la construcción de pirámides tanto en tamaño como en calidad’’. Aunque sigue siendo uno de los asuntos más enigmáticos debido a la dimensión, la perfección en su ejecución y a su antigüedad, el método que siguieron los egipcios para su construcción, según muchos expertos, habría sido la creación de una rampa helicoidal alrededor de la pirámide, realizada en adobe. Y las herramientas utilizadas por los obreros fueron martillos realizados en piedra dolerita y cobre. Para la colocación de los bloques habrían sido necesarios entre 4.000 y 5.000 hombres, además de los dedicados a la logística (cantería, reparación, avituallamiento…), siendo un total de 15.000 hombres, aproximadamente, los que trabajasen en la construcción. Estos trabajadores, con sueldo y otros beneficios, fueron enterrados cerca de la pirámide de su rey. Conocemos las dolencias, así como las curas que los médicos de la obra llevaban a cabo con ellos, gracias a que sus tumbas, halladas sin haber sido saqueadas, aún conservan sus cuerpos y estos pueden ser estudiados. Hemiunu (enterrado en la mastaba G4000 cerca de la pirámide), sobrino de Khufu e hijo de Nefermaat, hijo también de Esnefru, es considerado el supervisor de la labor de los arquitectos reales, ya que uno de sus títulos es ‘‘Jefe de todos los trabajos de construcción del rey’’, por lo que muchos egiptólogos coinciden en que, además de supervisar la obra, pudo ser el arquitecto de la Gran Pirámide. El interior de la pirámide La estructura interior de la pirámide consta de tres cámaras independientes (la Cámara Subterránea, la Cámara de la Reina y la del Rey) conectadas a 50 | Egiptología 2.0
Hemiunu, probable arquitecto de la pirámide (Imagen: Salvador Conte).
Sección de la pirámide de Khufu (Imagen: Sandra Pajares Sotillo).
través de diversas galerías. Hasta hace años se creía que la existencia de diferentes cámaras se debía a cambios en el proyecto según avanzaban las obras, sin embargo hoy se sabe que todas ellas fueron proyectadas desde el principio de la construcción, y que cada una habría tenido un uso concreto. Cámara Subterránea Partiendo de la entrada de la pirámide, situada en la cara norte, nos encontramos con el corredor descendente. Sus medidas son 105 m de longitud, 1’05 m de ancho y 1’2 de alto. Tras éste, otro corredor, esta vez horizontal y con 9 m, nos lleva a la cámara subterránea. Esta cámara, excavada a 30 m de profundidad en la roca de la meseta, y con 5’3 m de altura y 14 m de longitud de este a oeste y unos 7’2 m de norte a sur, pudo estar dedicada al dios Sokar, originario de Guiza (este dios es denominado ‘‘El Alma de Ra’’ y es una divinidad funeraria identificada con Osiris y con Ptah, formando junto a ellos la divinidad PtahSokar-Osiris). En la pared sur existe una perforación de unos 70 cm de lado que penetra en la roca 16 m, y en el centro de este espacio existe un pozo que en la antigüedad
pudo tener hasta 3 m de profundidad. Algo que llama la atención es que nunca fue finalizada, lo que puede deberse, según Rainer Stadelmann, a que su función habría sido la de representar una caverna del inframundo. Corredor ascendente Este corredor parte del corredor descendente a unos 28 m de la entrada de la pirámide. Sus primeros 4 m están taponados por tres bloques de granito. Con una longitud de 39 m y 1’05 m de ancho por 1’2 de alto, en su extremo superior convergen: la Gran Galería; otro corredor que nos lleva a la cámara de la reina; y el pozo. El pozo Excavado a través del núcleo de piedra de la pirámide y de la propia meseta, recorre 60 m de forma casi vertical hasta desembocar en el corredor descendente, unos 8 m antes de la entrada a la Cámara Subterránea. Se cree que su función era permitir la salida de los hombres que, tras el fallecimiento del monarca y el enterramiento del mismo en el interior de la pirámide, habrían colocado las piedras de seguridad taponado Egiptología 2.0 | 51
la Cámara del Rey y la Gran Galería. A través de este pozo habrían accedido al corredor descendente y desde aquí a la salida de la pirámide. Cámara de la Reina Tras el corredor ascendente otro corredor, esta vez horizontal, nos lleva a la Cámara de la Reina. Éste parte del anterior con una altura de 1’19 m, pero según nos acercamos a la cámara, el suelo baja y adquiere una altura de unos 1’77 m. La Cámara de la Reina, construida con bloques de caliza de buena calidad, tiene unas medidas de 6’7 m de alto, con un techo a doble vertiente, 5’7 m de este a oeste y 5’2 m de norte a sur. Se cree que pudo estar dedicada al ka del faraón, ya que en la pared este nos encontramos con un nicho escalonado de 4’6 m de altura y 1’5 m de ancho en la base, que pudo ser diseñado para albergar una estatua del rey. En las paredes norte y sur encontramos dos “canales de aireación”, los cuales, con 20 cm de sección, salen de la cámara en sentido horizontal, y toman después una inclinación ascendente. Aparentemente no tienen salida hacia el exterior, el canal del lado sur tiene una longitud de 65 m y el norte se encuentra obstruido por una barra, introducida en el s XIX durante unas investigaciones, por lo que no se ha podido medir su longitud. Gran Galería Y por fin, en nuestro avance por el corredor ascendente, nos encontramos con esta impresionante galería, una auténtica maravilla arquitectónica. Con 46’7 m de longitud y 8’7 m de altura, arranca del suelo con paredes verticales en sus primeros 2’3 m, a partir de aquí siete ‘‘capas’’ de piedra conforman una bóveda que va estrechándose unos 7 cm a cada lado en su ascenso. A lo largo de toda la galería, y en ambos lados, se extiende un banco corrido, de unos 55 cm de ancho por 60 de alto, sobre el cual unas vigas de madera habrían soportado un suelo, probablemente también de madera. El pavimento formaría un puente, ya que estaba elevado sobre el suelo, y habría unido el suelo de la Gran Galería con el del corredor ascendente, cubriendo el acceso que lleva a la Cámara de la Reina y al pozo. Al final de la galería llegamos a la “sala de los rastrillos”, la cual antiguamente habría quedado obstaculizada por tres bloques de granito (los denominados “rastrillos”), y que da paso a la Cámara del Rey. Cámara del Rey Esta cámara, única de todo el Reino Antiguo que se 52 | Egiptología 2.0
Vistas de la gran galería (Imágenes: Wikimedia Commons).
Pirámide de Khufu (Imagen: Alberto Montes Seon).
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encuentra en el núcleo de la pirámide y no en la base, está realizada enteramente en granito. Sus dimensiones son 10’45 m de este a oeste y 5’2 m de norte a sur, con una altura de 5,80 m. En su interior, cerca de la pared oeste, encontramos el sarcófago del rey, también realizado en granito, y con unas dimensiones de 2’28 m de largo, 1’05 de alto y casi 1 m de ancho. El techo de esta cámara es plano y se construyó con 9 bloques de unas 45 T cada uno. Sobre él existen cinco compartimentos separados, conocidos como “cámaras de descarga”, de los cuales el último tiene un techo en doble vertiente, como el de la Cámara de la Reina. Aún hay dudas acerca del sentido de estos compartimentos, hay quien ve en los mismos una función estructural, apuntando que servirían para quitar peso sobre el techo de la cámara y evitar que este pudiera colapsar, pero no todos los expertos están a favor de esta teoría. La altura total de estos cinco compartimentos es de 17 m. Algunas de las paredes de estas cámaras de descarga estaban realizadas con piedra caliza y su superficie no fue labrada. Es en estos compartimentos donde se conservan las marcas de ocre rojo con el nombre de Khufu.
Cámara del rey y sarcófago (Imágenes: Wikimedia Commons).
Al igual que la Cámara de la Reina, la del rey también posee los llamados “canales de aireación” en sus paredes norte y sur, pero estos sí salen al exterior de la pirámide (antiguamente quedaban taponados por el revestimiento de caliza). La función de estos canales habría sido ideológica, ya que tanto los de la Cámara del Rey como los de la Reina están orientados a elementos estelares importantes para las creencias de los antiguos egipcios. Después del recorrido por el interior de la Pirámide de Khufu ahora toca conocer cómo eran el resto de construcciones que completaban el complejo funerario del monarca. Templo del Valle En el límite de la zona de cultivo y al este de la pirámide, se encontraba el Templo del Valle. Poco sabemos de él a parte de su emplazamiento (hacia 1990 54 | Egiptología 2.0
unas obras en el cercano asentamiento del Nazlet el-Samman descubrieron este templo, o parte del mismo, bajo el actual poblado), y que habría estado conectado al Nilo a través de un embarcadero. Esta construcción se encontraba conectada también con el extremo oriental de la calzada del complejo funerario. Calzada La calzada era una avenida cubierta, realizada con piedra caliza de Tura, de unos 800 m de longitud que en su recorrido salvaba un desnivel de unos 38 m, y la cual se encontraba decorada con bajorrelieves. En 1938 se descubrieron en su extremo occidental varios bloques de esta construcción donde se veía parte de esta decoración. A través de su extremo occidental se accedía al Templo Alto.
Templo del Valle Conectado a la calzada, en su cara este, y a la muralla de la pirámide, en su cara oeste, la función del Templo Alto, también denominado Templo Funerario, era la de dar cabida a las ceremonias y ritos en honor al faraón, una vez fallecido. Actualmente, lo poco que conservamos de esta edificación son los restos de su pavimento, realizado en basalto, así como las bases de sus columnas de granito. Al igual que en la calzada, los muros de este templo habrían estado decorados en su totalidad con bajorrelieves. Se desconoce cómo sería realmente esta construcción, pero se estima que tendría unos 52 m de norte a sur y 40 de este a oeste, además, habría contado con un amplio patio porticado y a cielo abierto, un santuario y dos cámaras laterales. Muralla Rodeando la pirámide, a unos 10 m de sus lados, se encontraba la muralla. Ésta tendría, aproximadamente, 8 m de altura y su construcción se llevó a cabo, una vez más, con caliza de Tura. Hasta la actualidad no nos ha llegado ningún resto de la misma, pero lo que sí se conserva es parte del pavimento de piedra caliza que cubría el espacio entre ella y la pirámide. Fosos El complejo funerario de Khufu cuenta, al menos hasta el momento, con siete fosos, cinco de ellos asociados a su pirámide y dos a las Pirámides de las Reinas. De los fosos asociados a la Gran Pirámide dos se encuentran en la cara sur, dos en la cara este, y un tercero alineado a la parte norte de la calzada (también al este de la pirámide). Los tres fosos del lado este fueron descubiertos vacíos, sin embargo los dos de la zona sur guardaban gratas sorpresas... En 1954 se descubre en uno de estos pozos, de unos 31 x 5 m y cubierto con 41 losas de piedra caliza (algunas de más de 15 T), una barca desmontada en 1.224 piezas. En el mismo pozo se encontraron, además, inscripciones que incluían el nombre de Djedefre, hijo y sucesor de Khufu y responsable, al sucederle en el trono, de los funerales de su padre.
Barca solar de Khufu (Imagen: Zolakoma). Egiptología 2.0 | 55
Después de su restauración y ensamblaje, este barco, realizado en madera de cedro y de 43’4 m de eslora, puede verse desde 1982 en un museo creado especialmente para él junto a la Gran Pirámide. La proa y la popa de esta embarcación tienen terminaciones papiriformes y sobre su cubierta existen varias estructuras: un baldaquino, en la parte delantera; un toldo, hacia la mitad del barco; y una cabina en la popa. Además, la embarcación cuenta con seis pares de remos de unos 7 m, dos de ellos situados en la popa, para dirigir el barco del faraón. Al descubrir este foso ya se supo que existía otro en la cara sur, pero no fue hasta 1987 cuando el Consejo de Antigüedades Egipcias y la National Geographic Society examinaron este segundo foso. Para ello se introdujo, por un orificio de 9 cm, una pequeña cámara gracias a la cual se descubrió otro barco desmontado. Actualmente el profesor Sakuji Yoshimura, de la Universidad de Waseda en Japón, es el encargado de ir extrayendo partes de esta embarcación y de restaurarlas para, en un futuro, reconstruirla y exponerla en el Grand Egyptian Museum. Pirámides subsidiarias Además de la pirámide del faraón, este complejo funerario cuenta con otras cuatro construcciones de este tipo, tres de ellas conocidas como las Pirámides de las Reinas, y una cuarta, descubierta hace relativamente poco, y denominada Pirámide de Culto. Todas estas pirámides subsidiarias se situaron al este de la de Khufu. De estas construcciones las de mayor tamaño son las Pirámides de las Reinas, las cuales tienen entre 44 y 47 m de lado, no son exactamente iguales, y unos 30 m de altura. Cada una de ellas contaba, en su cara este, con una pequeña capilla. Se cree que estas pirámides pertenecieron a Hetepheres I, madre del faraón y propietaria de una tumba cerca de su pirámide (que es la que se encuentra más al norte), y a sus esposas: Meritites, cuya pirámide es la del centro; y Henutsen, con su pirámide al sur. La cuarta pirámide, más pequeña que las anteriores con unos 23 m de lado y 12 de alto, y situada cerca de la esquina sureste de la construcción de Khufu, la conocemos desde el año 1992 cuando fue descubierta semienterrada. De esta construcción únicamente quedan restos de sus tres hiladas inferiores y una sala escavada en la roca. Puede que esta pirámide hubiera estado dedicada al ka del faraón, como una reminiscencia de la tumba sur del complejo funerario de Djoser.
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Pirámides de las Reinas (Imagen: Wikimedia Commons).
Mastabas Familiares y funcionarios quisieron ser enterrados cerca de su rey. Con este fin se creó un gran cementerio con más de 70 mastabas para estos personajes. Tanto al este como al oeste de la muralla se distribuyeron estas construcciones en hileras paralelas, las del este dedicadas a los familiares, y las del oeste (más grande) a los funcionarios del rey. Al sur también encontramos una hilera de estos enterramientos. Todas estas construcciones han perdido su revestimiento, pero es probable que también estuviera realizado con piedra caliza de Tura.
Mastabas de la necrópolis este (Imagen: Wikimedia Commons).
Bibliografía
Sobre el autor
EDWARDS, I. E. S. (2011). Las pirámides de Egipto. Crítica. Barcelona. KEMP, B. J. (2008). El Antiguo Egipto. Anatomía de una civilización. Crítica. Barcelona.
Sandra Pajares se licenció en Arquitectura Superior mostrando especial interés por la Historia de la Arquitectura. El antiguo Egipto es su mayor pasión, lo que le ha llevado a realizar diversos cursos sobre el mundo faraónico (especialmente sobre su arte).
LEHMER, M. (2007). The Complete Pyramids. The American University in Cairo Press. El Cairo.
Creadora del blog “Bajo las arenas de Kemet” donde analiza y estudia la Arquitectura del antiguo Egipto.
PARRA, J. M. (2001). Las pirámides. Editorial Complutense. Madrid.
Especializarse en esta materia y un futuro Máster en Egiptología son dos de sus grandes metas.
PARRA, J. M. (1998). Los constructores de las grandes pirámides. Alderabán. Madrid.
https://bajolasarenasdekemet.wordpress.com https://www.facebook.com/Bajo-las-arenas-de-Kemet-962643477111733/timeline/ https://twitter.com/BajoArenasKemet?lang=es
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Mujer en el antiguo Egipto María Isabel Cubas Contreras
Tausert, Señora de las Dos Tierras
Tausert. Tumba de Irinufer, TT290 (Imagen: Corbis).
Cuando pensamos en mujeres que llegaron a gobernar Egipto a menudo recordamos a la famosa Hatsepshut o a Cleopatra VII, a pesar de que esta no llegó nunca a gobernar en solitario, sino que siempre hubo un faraón a su lado, ya fuera un hermano o su propio hijo. Mucho menos conocida para la gran mayoría es la reina Tausert, de finales de la XIX dinastía.
Como la mayoría de mujeres que llegaron a gobernar en solitario, a Tausert le tocó vivir una época turbulenta, debido a las rivalidades familiares que ocasionó la enorme descendencia de Ramsés el Grande. Cuando el faraón Merenptah, decimotercer y único hijo varón superviviente de Ramsés II, falleció se produjo una crisis dinástica en Egipto: El legítimo heredero, Seti II, vio usurpado su trono, al menos en el sur del país, por un personaje de nombre Amenmose (o Amenmés) por un periodo breve de tiempo, de tres a cinco años. No se sabe con exactitud cuándo ocurrió esto, aunque la mayoría de los historiadores creen que fue a principios del reinado de Seti II. Los orígenes de este usurpador no están claros, y se ha discutido sobre si era hijo de Seti II, o bien un miembro de una rama secundaria de 58 | Egiptología 2.0
Dibujo de la Reina Tausert (Imagen: Emhotep.net).
la familia ramésida, puede que otro de los muchos nietos de Ramsés II. Desaparecido Amenmose, Seti II reinó por un corto periodo de tiempo, dejando como heredero a un joven de nombre Siptah. Debido a su juventud se repitió la misma situación acontecida unos siglos antes con Hatsepshut y Tutmosis III: el poder se confió provisionalmente a la regente, en esta ocasión Tausert, madrastra de Siptah.
Cronología del fin de la XIX dinastía, según ‘‘Historia del antiguo Egipto” de Ian Shaw (Imagen: El Templo de Seshat).
Según el historiador griego Diodoro de Sicilia, Tausert (1188-1186 a.C.) fue la quinta mujer en gobernar Egipto como faraón. Pero antes de esto fue la segunda “Gran Esposa Real” de Seti II. Sin embargo, los orígenes de Tausert son desconocidos, ya que nunca se menciona a sus padres ni posee títulos que indiquen su ascendencia real; en su tumba solo aparece su titulatura como reina de las Dos Tierras. Probablemente fuera una descendiente más de Ramsés II. Sí sabemos que fue madre de un príncipe llamado Seti Merenptah, que falleció siendo aún un niño. La muerte prematura del heredero dejó el trono en manos del hijo de una esposa secundaria del faraón, llamado Siptah, a pesar de que era un joven enfermizo, cuya momia ha desvelado que tenía la pierna izquierda inútil por la poliomielitis. Su juventud y mala salud dejaron el gobierno en manos de la regente y de un canciller de origen sirio llamado Bay, “aquel que estableció al rey sobre el trono de su padre”, según una inscripción. Después de un reinado efímero, el enfermizo Siptah murió y fue entonces cuando Tausert vio la oportunidad para hacerse con el control absoluto de Las Dos Tierras. Al igual que un faraón masculino, Tausert adoptó los títulos reales y se hizo llamar Sitre Meritamón Tausert, es decir, “Hija de Re, Amada de Amón, Tausert”. Este último, su nombre de nacimiento, significa “La poderosa”, un nombre muy apropiado para la que sería el último faraón de la gloriosa XIX dinastía. El reinado de la reina-faraón Aunque Manetón nos habla de un reinado de siete años, muy probablemente fuese más corto, ya que la reina empezó a calcular los años de reinado a partir de la muerte de Seti II, sin tener en cuenta los años durante los cuales fue regente de Siptah. Su reinado podría haberse limitado a un par de años, durante
Momia de Siptah y detalle de los pies (Imagen: Ancient Egypt - History and Chronology). Egiptología 2.0 | 59
los cuales reanudó los contactos comerciales con otros países y realizó una política de construcción: de sus obras arquitectónicas hoy día solo quedan vestigios en Tebas, Abidos, Hermópolis, Menfis y Heliópolis. En cuanto a su tumba, es la segunda mujer, después de Hatsepshut, en tener una tumba en el Valle de los reyes (KV 14). Más tarde, dicha tumba sería usurpada por Setnakht, su sucesor y padre de Ramsés III, destruyendo los cartuchos de la reina-faraón. También hizo construir su propio templo funerario, que estaba situado al sur del famoso Rameseo de Ramsés II. Se sabe también que continuó la explotación de las minas de turquesas del Sinaí y su nombre ha aparecido en objetos en Palestina y Nubia, indicador de la continuación de los contactos comerciales con esas zonas. Todo esto nos permite deducir que su reinado, aunque breve, fue pacífico y relativamente próspero.
Hathor. KV XIV (Imagen: Magical Egypt).
Pero desgraciadamente tras la muerte de la reina, y como sucediera años antes con Hatsepshut, se inició una damnatio memoriae contra esta mujer. Según el Papiro Harris, Setnakht, su sucesor, aparece como salvador, iniciando una campaña de destrucción de la memoria de Tausert. Como ya he dicho, incluso se apropió de
la tumba que Tausert había comenzado a construir en el Valle de los reyes, inscribiendo su nombre sobre el de la reina-faraón.
Reconstrucción del Templo de Tausert (Imágenes: Egyptian Study Society). 60 | Egiptología 2.0
Bay Tausert
Localización de la tumba de Tausert. El canciller Bay contó con el raro privilegio de ser enterrado en la necrópolis real, señal del poder que alcanzó (Imagen: The Captain’s Log) y supuesta momia de Tausert (Imagen: Wikimedia Commons).
En cuanto al destino de la momia de la reina, se pensó que Setnakht habría destruido sus restos como parte de esa campaña para borrar su nombre de la historia. Pero parece que la momia hallada en el escondrijo de la tumba de Amenhotep II junto a la de Siptah, y que está parcialmente destruida, podría ser la de Tausert. Finalmente, la reina-faraón de efímero reinado consiguió vencer a la destrucción de su memoria.
Bibliografía
Sobre el autor
SHAW, I. (2007). Historia del antiguo Egipto. La esfera de los libros. Madrid.
Mª Isabel Cubas Contreras nació en la localidad toledana de Talavera de la Reina en 1989.
BEDMAN, T. (2007). Reinas de Egipto, el secreto del poder. Alianza. Madrid.
Su afición por el antiguo Egipto comenzó desde pequeña y fue lo que la llevó a estudiar la licenciatura en Historia en la Universidad de Alcalá de Henares entre 2007 y 2012.
JACQ, C. (2000). Las egipcias. Planeta. Barcelona.
Actualmente es bloguera de ‘’El templo de Seshat’’, dedicado al mundo del antiguo Egipto, y del blog de reciente creación ‘’La gaceta de Menfis’’, donde se pueden encontrar las últimas noticias egiptológicas. Además es colaboradora esporádica en el blog sobre Historia Universal ‘’Historiae’’. http://eltemplodeseshat.blogspot.com.es https://www.facebook.com/eltemplodeSeshat?fref=nf Egiptología 2.0 | 61
Historia Laura Huertas López
Los inicios de la dinastía XVIII: desarrollo histórico, y situación de Egipto desde finales del Segundo período Intermedio hasta la Expulsión de los Hiksos
El final del Segundo período Intermedio estuvo
marcado por las sucesivas luchas que enfrentaron a los soberanos hiksos (XV dinastía de Manetón) que gobernaban el norte de Egipto desde principios de este periodo con capital en la ciudad de Ávaris, y los soberanos egipcios (XVII dinastía), que gobernaban el sur desde Tebas. Según Ryholt, existió un reino independiente en Abydos, que actuó como estado-barrera entre ambos bandos. Con ello, cuando se dan los primeros conflictos armados contra los hiksos, los reyes tebanos controlaban la zona comprendida entre Elefantina y Cusae, en el Egipto Medio, al mismo tiempo que llevaban a cabo una política de reconstrucción de monumentos, lo que caracterizaría posteriormente a los soberanos de la XVIII dinastía. El interés por la conquista de territorios hacia el norte puede que estuviera impulsado en gran medida por la necesidad de los soberanos tebanos de aumentar sus recursos frente al control económico del que disfrutaban los templos.
Hatshepsut. Metropolitan Museum (Imagen: Robin Taylor). 62 | Egiptología 2.0
Durante este proceso la ciudad de Tebas recuperaba su importancia junto al dios local tebano Amón, que fue adoptando una categoría nacional, llegando a sincretizarse con Re y dando lugar al dios AmonRe, considerado creador y padre del Universo. A la vez su clero fue adquiriendo cada vez más relevancia, prestigio y poder. Antes de aplicarse a la reconquista del territorio hikso, los soberanos tebanos se encargaron de establecer y afianzar su poder en el reino de Kush. Con esto es posible que Kamose, el último faraón de la XVII dinastía, conquistara Buhen,
una importante fortaleza situada en la segunda catarata, como estrategia para asegurar que durante el periodo de reconquista del norte del país, las energías se concentraran exclusivamente en un frente. Paradójicamente es innegable que había nubios de Kerma en el ejército de Kamose y Ahmose, aunque no podemos decir si estaban allí de forma voluntaria o forzada, fenómeno que se explica porque muy probablemente la cultura de Kerma estaría formada por un conjunto de tribus de las cuales no todas aceptaban la autoridad del rey nubio.
Estos soberanos tebanos de los que hablamos son según la lista de reyes del papiro de Turín: Seqenenre Taa II, Kamose y Ahmose, siendo este último el fundador de la XVIII dinastía de las listas de reyes de Manetón. Seqenenra Taa aparece en un relato conocido como La querella entre Apofis y Seqerenre, conservado en el papiro Salier I. En él se da una explicación mítica al inicio de las hostilidades entre ambos reyes, explicando que Apofis, el rey hicso contemporáneo, acusó a Taa de que los hipopótamos del Alto Egipto hacían mucho ruido y le impedían dormir.
“Y después de muchos días tras esto, el rey Apopi envió un mensajero al príncipe de la Ciudad del Sur con la comunicación que le habían sugerido sus escribas y sus sabios. Y el mensajero del rey Apopi llegó adonde el príncipe de la Ciudad del Sur. Se le condujo ante el príncipe de la Ciudad del Sur. Entonces se le dijo al mensajero del rey Apopi -¿Por qué has sido enviado a la Ciudad del Sur? ¿Y por qué has emprendido este viaje hacia mi?. Y el mensajero le respondió: -Es el rey Apopi quien me envía a ti para decirte: Haz que se abandone el estanque de los hipopótamos que está al este de la ciudad, pues impiden que el sueño acuda a mi ni de día ni de noche. El ruido que ellos hacen repletos los oídos de las gentes de su ciudad.” Lefebvre, op.cit, pp.143-147 y J. M. Serrano, Textos para la historia antigua de Egipto, Cátedra, Madrid, 1993, pp.108-109. Sabemos que Seqenenre Taa II murió en combate gracias a su momia, que presenta signos ocasionados por una muerte violenta a base de heridas en la cabeza producidas por un arma blanca. El reinado de su sucesor, Kamose, continuó con la política de su padre, consiguiendo la victoria sobre Teti (aliado de los hiksos) en Nefrusi, así como la conquista de Hardai, una primera incursión a Ávaris (capital hiksa), la intercepción de un correo enviado por Apofis al rey de Kerma y campañas exitosas en Nubia que consiguieron tomar Buhen. Con esto último la vía hacia las minas de oro quedaba libre para los egipcios. El sucesor de Kamose fue su sobrino o hermano, Ahmose, quien gobernó durante
Sarcófago de Kamose. Museo Egipcio de El Cairo (Imagen: Wikimedia Commons).
veinticinco años y cuatro meses según Manetón. Con él se considera el inicio de la XVIII dinastía, siendo por tanto el fundador de un nuevo periodo para la historia de Egipto: El Imperio Nuevo. Esta división cronológica tiene sus bases en el hecho de que Ahmose expulsó definitivamente a los hiksos de Egipto con las conquistas de Menfis y Ávaris, extendiendo el territorio egipcio hasta Sharuhen, en Palestina, para así asegurarse de
la protección del país frente a las amenazas extranjeras. Esta política se refleja en la autobiografía del militar Ahmose, hijo de Ebana, que sirvió al Estado egipcio hasta tiempos de Tutmosis I. Ahmose llevó a cabo también una importante política constructiva, repleta de una gran cantidad de proyectos que pretendían privilegiar al dios Amón y que difícilmente pudieron llevarse a cabo en su totalidad durante su vida. El gobierno del sucesor de Ahmose, su hijo Amenhotep I, estuvo muy centrado en el desarrollo
Parte superior de la momia de Seqerenre Taa (Imagen: Wikimedia Commons). Egiptología 2.0 | 63
Tutmosis I. Museo Egipcio de Turín (Imagen: Luca Manca).
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administrativo y monumental del templo de Amón en Karnak y de otros centros importantes del país como la ciudad de Abydos, destacando sus monumentos funerarios en Deir el-Bahari y sus construcciones en la isla de Sai. Su política no fue totalmente pacífica, pues conocemos expediciones al Sur de Egipto, que se llevaron a cabo con el objeto de completar campañas anteriores, cuyas victorias beneficiaron a la economía egipcia. Amenhotep I no tuvo descendencia masculina y estamos muy mal informados de los progenitores del sucesor, Tutmosis I, cuya madre, Seniseneb, solo recibió el título de “madre del rey”. Por ello tradicionalmente se ha considerado que Tutmosis era hijo del rey y que su madre habría sido una concubina. Conocemos dos esposas de Tutmosis I, la favorita, Ahmose, cuyo origen no queda tampoco claro, y Mutnofret, siendo esta última “hija del rey”, por lo que podría haber sido hija del faraón Ahmose. En cambio, la reina Ahmose ostentó los títulos de “hermana del rey” y “gran esposa real”, siendo dudoso si fue hija del mismo Amenhotep I. Shaw propone que su nombre podría sugerir que la reina era miembro de la familia ahmósida, quizás por parte del príncipe Ahmose-Ankh, lo que explicaría que el matrimonio con la reina hubiera permitido a Tutmosis acceder al trono en caso de que este no fuera hijo de Amenhotep I. Con Ahmose, Tutmosis I tuvo a dos niñas, Nefrubity y Hatshepsut, y con una esposa desconocida a dos hijos que no llegarían a reinar, Amenmenes y Wadjmose. Aunque hay dudas acerca del primero, quizás hijo de Ahmose. De segunda esposa real, Mutnofret, nació el futuro Tutmosis II, que reinaría durante pocos años. Tutmosis I continuó la actividad constructiva, tanto en Karnak como en otros centros importantes de Egipto (Abydos, Guiza, Menfis, Ombos...) y envió expediciones al exterior del país, llegando en Nubia hasta la cuarta catarata y evitando en la región de Siria-Palestina (Retenu para los egipcios) un enfrentamiento directo con Mitanni tras lo que se dirigió hacia Niy, al Sur. Este recorrido aparece descrito en las autobiografías de las tumbas de los funcionarios Ahmose Pennekhbet y Ahmose hijo de Ebana, que
Ahmose-Nefertari. Museo del Louvre (Imagen: Wikimedia Commons).
se construyeron en tiempos de Tutmosis III. El sucesor de Tutmosis I, fue su hijo Tutmosis II, que según los estudios cronológicos no duró más que tres años en el poder, periodo en el que se calmaron las revueltas en Nubia y se venció definitivamente al reino de Kerma, tal y como se describe en una estela grabada en la isla de Sehel, al Sur de Assuan. Durante su reinado destaca la escasez de obras constructivas, siendo incluso ausentes en el Norte de Egipto y centrándose exclusivamente en la zona de Karnak, Napata, Semna, Kumma y Elefantina. Este rey se casó con su hermana de padre, Hatshepsut, con quien tuvo una hija, Neferure, de modo que fue con una esposa secundaria, Iset, con quien tuvo un hijo varón, el futuro Tutmosis III.
Tutmosis I (Imagen: Wikimedia Commons).
Tras su muerte, muchos de estos reyes y reinas de finales de la dinastía XVII y principios de la XVIII, fueron adorados como deidades del más allá, especialmente en Deir el-Medina (donde habitaban los obreros de las necrópolis), como consecuencia del efecto que tuvieron sus políticas para el desarrollo posterior del país. Así, destacan Amenhotep I y su madre Ahmés-Nefertary, a los que se les consagraron varias capillas para que se le rindiera culto, donde aparecen representados de color negro o azul como divinidades del más allá. Tras este proceso de reconquistas y reunificación, los soberanos de la recién nacida Egiptología 2.0 | 65
dinastía XVIII, gobernando desde Tebas, se inspiraron en las políticas llevadas a cabo por los soberanos egipcios del Reino Medio al mismo tiempo que adoptaron elementos transmitidos por los hiksos a la sociedad egipcia, con lo que el país se abrió paso a un periodo de estabilidad y consolidación como nación en el plano internacional. Etapa de máximo esplendor y hegemonía, que se prologaría hasta la XX dinastía y dejaría ecos en la historia posterior del país hasta el punto de que hoy día es la imagen del Imperio Nuevo y sus famosos reyes, la que define la idea del Egipto faraónico.
Ahmose-Nefertari. Neues Museum (Imagen: Wikimedia Commons).
Bibliografía
Sobre el autor
DRIOTON, E. y VANDINER, J. (1973). Historia de Egipto. Buenos Aires.
Laura Huertas López, nacida en Algeciras en 1991.
GARDINER, A. H. (1994). El Egipto de los faraones. Barcelona. LEFEBVRE, G. (2003). (trad. J. M. Serrano) Mitos y cuentos de la época faraónica. Madrid. MANETHO. (1980). (trad. W.G. Waddell). Aegyptiaca. Loeb Classical Library. Londres. PARRA, J. M. (2009). Historia del Antiguo Egipto. Madrid. RYHOLT, K. S. B. (1997). The Political Situation in Egypt during the Second Intermediate Period. Copenhague. SERRANO, J. M. (1993). Textos para la historia antigua de Egipto. Cátedra. Madrid. SHAW, I. (2007). Historia del Antiguo Egipto. Madrid. 66 | Egiptología 2.0
Máster en Egiptología por la Universidad de Liverpool, graduada en Historia por la Universidad de Sevilla, actualmente estudiante de Antropología Social y Cultural. Especializada en la administración política durante el reinado de Hatshepsut, su investigación se centra en las diferentes áreas administrativas y sus conexiones entre sí a lo largo del inicio de la Dinastía XVIII. Consciente de la gran importancia de la labor divulgadora de cualquier historiador, ofrece vídeos de divulgación egiptológica en su canal de Youtube: Laura-Egiptologia. https://www.youtube.com/channel/UCkgDVOO3QTa8A0vRJtQPgPg https://www.facebook.com/Lauraegiptologia?fref=ts https://twitter.com/NiloLaura?lang=es
Faraones Heródoto de Halicarnaso
La XXV dinastía egipcia
La XXV dinastía egipcia, la llama-
Taharqo. The Ashmolean Museum, Oxford (Imagen: Clive Jones).
da dinastía kushita (751-656 a.C.), es la última que se desarrolló durante la fase cronológica del Tercer Periodo Intermedio (1069-664 a.C.), contemporáneamente a la XXIII dinastía (818-715 a.C.) y a la XXIV dinastía (727-715 a.C.). Esta dinastía estuvo formada por cinco monarcas (Piy, Shabaqo, Shabitqo, Taharqo y Tanutamani), y se basó en la dominación del reino de Kush (así llamaban los egipcios al reino de Napata, en la antigua región histórica de Nubia, en lo que hoy es Sudán) sobre el reino egipcio, muy fragmentado y debilitado políticamente durante los siglos que duró el Tercer Periodo Intermedio. La base fundamental del gobierno kushita en Egipto fue el dominio
militar. Gracias a las intensas relaciones entre el rey y su ejército a lo largo de toda la dinastía, los reyes kushitas pudieron controlar militarmente Egipto durante más de 80 años, puesto que eran incapaces de controlar políticamente una extensión tan grande como su tierra nativa y un reino egipcio unificado. Debido a esto, los principados que habían gozado de una gran autonomía durante la época de los faraones libios la conservaron, de tal modo que ciudades como Tanis o Sais siguieron gobernadas por príncipes locales sometidos a la administración descentralizada kushita.
Cronología según Ian Shaw de las dinastías egipcias del Tercer Periodo Intermedio (Imagen: Ian Shaw, 2014). Egiptología 2.0 | 67
La conquista kushita de Egipto Después de afianzar su dominio político sobre toda Nubia, con reconocimiento de su autoridad por parte de los egipcios incluido, el soberano kushita Piy (751-720 a.C.) llevó a cabo una expedición militar en Egipto en torno al año 730 a.C. con la excusa de ayudar al príncipe Peftjauawybast (dinastía XXIII) de la ciudad de Heracleópolis, asediada por la coalición formada por el príncipe Tefnakht de la ciudad de Sais y el príncipe Nimlot de la ciudad de Hermópolis. A medida que Piy fue avanzando, la mayoría de las ciudades egipcias a lo largo del río Nilo fueron capitulando excepto Menfis, que tuvo que ser tomada al asalto. Lejos de querer destruir sus tradiciones culturales, Piy no solo no saqueó y profanó los templos egipcios, sino que adoró a los dioses de Menfis y Heliópolis, tras lo cual recibió el homenaje de los soberanos provinciales y fue reconocido como rey de Egipto y Kush. Este nombramiento no implicó la unión política de Egipto, puesto que en el norte se permitió (al menos durante el resto del reinado de Piy) que los dinastas locales conservaran el control de sus provincias.
Dibujo de la parte superior derecha de la estela triunfal de Piy (Imagen: Historiae 2014).
El nuevo rey pronto restauró y amplió el templo kushita más importante, el templo de Amón en la montaña sagrada de Djebel Barkal, cuya construcción fue iniciada por Tutmosis III (XVIII dinastía) y ampliada por Ramsés II (XIX dinastía). Construyó una sala hipóstila que se cerraba con un monumental pilono, delante del cual edificó un patio porticado que remató con otro pilono. No contento con esto, Piy usurpó las esculturas del templo de Soleb construido por Amenhotep III para formar la avenida de esfinges con cabeza de carnero que conducía a este último pilono. Además, en Djebel Barkal mandó erigir una estela de granito en la que narró la conquista de Egipto. En la parte superior de la misma aparece Piy ante los dioses Amón-Ra y Mut, acompañado de su esposa y del rey
Nimlot de Hermópolis, y debajo de ellos están arrodillados y vencidos los gobernantes de Bubastis, Leontópolis y Heracleópolis. Convertido ya en rey de Egipto y Kush, Piy pasó el resto de su reinado en Nubia, donde a su muerte fue enterrado en la necrópolis de El Kurru, en una tumba que contaba con elementos de influencia egipcia, como una superestructura piramidal y un ajuar funerario con shabtis, y con elementos evidentemente kushitas, como el sacrificio y enterramiento cercano de sus caballos más queridos.
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La montaña sagrada de Djebel Barkal en la actualidad (Imagen: Wikimedia Commons).
La ideología real de la dinastía kushita A lo largo del reinado de la XXV dinastía se llevaron a cabo pequeños pero significativos cambios en la ideología de la realeza egipcia. En lo que respecta a la iconografía real, en la diadema del rey se representó con regularidad un doble uraeus, que simbolizaba el control tanto sobre Egipto como sobre Kush; se dejó de ver la corona azul y se volvió habitual la corona-gorro kushita característica, tanto en su forma básica como con bandas adicionales; y se representó físicamente a los reyes con mayor amplitud de hombros y musculación del pecho, símbolo de su juventud y su buena forma física. Por otro lado, en lo que respecta al modo de transmisión de la realeza, cabe destacar que en Kush un rey no era necesariamente sucedido por su hijo, sino en ocasiones por su hermano (como sucedió con Piy y después con Shabitqo), lo que contrastaba con el sistema de sucesión patrilineal egipcio. Por último, las ampulosas y monótonas titulaturas reales del Periodo Libio (XXIIXXIV dinastía) se sustituyeron por otras más sencillas que recordaban al estilo del Reino Antiguo. Precisamente fue el Reino Antiguo donde los monarcas kushitas buscaron la legitimidad ideológica para gobernar Egipto, erigiéndose como defensores de ese glorioso pasado al trasladar (a partir del reinado de Shabaqo) la residencia real de Napata a Menfis, y al construir sus tumbas reales en El Kurru (excepto Taharqo, que la hizo en Nuri) a su estilo, con una superestructura piramidal, una capilla para ofrendas situada al este, y una cámara funeraria abovedada decorada con escenas y textos de los libros funerarios del Reino Nuevo. Para bien o para mal, toda esta simbología real de los soberanos kushitas se perdió tras el final de la XXV dinastía, en el momento en el que Psamético I reunificó políticamente Egipto y dio comienzo a la fase cronológica de la Baja Época (664-332 a.C.).
Busto de Piy con la corona-gorro nubia típica (Imagen: Quatr).
Las dos caras de la moneda, Shabaqo y Shabitqo
Ubicación aérea de las tumbas en El Kurru de cuatro de los reyes kushitas de la XXV dinastía (Imagen: Google Maps).
La relativa autonomía política de la que habían gozado los gobernadores locales del norte egipcio, destacando sobre todo los de la ciudad de Sais, que formaron la efímera XXIV dinastía, duró escasamente debido a que el hermano y sucesor de Piy, Shabaqo (720-706 a.C.), impuso su autoridad sobre todos los gobernadores provinciales con una nueva campaña de conquista en torno a su primer año de reinado, el 720 a.C. El traslado de la principal residencia real a Menfis, producido seguramente en el segundo año
de reinado de Shabaqo, se realizó tanto por gestionar políticamente mejor el inestable reino egipcio como para conectarse ideológicamente con los reyes del Reino Antiguo. En la misma ciudad, Shabaqo hizo obras de consolidación en las tumbas de los toros Apis diseñadas por Jaemuaset, hijo de Ramsés II, y perseveró en la política religiosa de proteger los templos y favorecer al clero de Ptah. En esa línea, el testimonio documental más importante de su reinado es la Piedra de Sabaqo, una Egiptología 2.0 | 69
Detalle de un busto del rey kushita Shabiqo (Imagen: Pinterest).
gran losa de granito negro que recoge una de las cosmogonías egipcias más importantes que se conservan en la actualidad, elaborada por el clero de Menfis y descubierta en 1805 por el conde de Spencer. En ella las principales temáticas tratadas son la creación del mundo por parte de Ptah, dios supremo que dio nacimiento y existencia a todas las cosas, y la afirmación de Menfis como la gran capital de Egipto. Desgraciadamente, de las 61 columnas de jeroglíficos verticales, más de 25 están dañadas por su uso como piedra de molino en una época post faraónica indeterminada.
Piedra de Sabaqo (Imagen: Wikimedia Commons).
Respecto a su política constructiva más allá de Menfis, su obra mejor conservada es la ampliación del pequeño templo de Medinet Habu, iniciado por Hatshepsut y Tutmosis III en la XVIII Dinastía, realizada para enterrar allí a su hermana Amenardis, Divina Esposa de Amón. Por otro lado, en Karnak Sabaqo realizó varios proyectos, entre ellos un templo, conocido popularmente como “el tesoro de Sabaqo”, del que en la actualidad solo nos queda la columnata de acceso; la prolongación de la avenida que conduce al santuario de Ptah, y otras intervenciones en el recinto de Montu, en el norte de la ciudad. Después de una quincena de años de reinado, Sabaqo imitó a su hermano al ser enterrado en una pirámide en El Kurru acompañado de sus caballos favoritos.
Estatua de Amenardis I, Divina Esposa de Amón en la XXV dinastía (Imagen: Wikimedia Commons). 70 | Egiptología 2.0
Al morir Sabaqo asumió el poder Shabitqo (706-690 a.C.), hijo de Piy y probable corregente con su tío durante sus dos últimos años de vida. A diferencia de su predecesor, que había seguido una política
de conciliación y apaciguamiento del imperio neoasirio de Sargón II (721-705 a.C.), Shabitqo integró a Egipto en la coalición rebelde contra la Asiria de Senaquerib (704-681 a.C.) formada por Palestina y Fenicia. Después de una serie de victorias asirias, Senaquerib asedió y tomó la estratégica ciudad de Jerusalén, tras lo cual los egipcios decidieron retirarse y volver a casa para lograr salvar así la casi totalidad de las fuerzas de la expedición. Con respecto a ambos reyes aun hay muchas preguntas que la arqueología no ha podido responder, como la muerte de Shabitqo. Según Manetón, fue asesinado por su hermano y sucesor Taharqo, el mismo que había dirigido sus fuerzas en Palestina, pero, si tenemos en cuenta la religiosidad nubia, es poco probable que esto sucediera así.
Relieve del rey neoasirio Assurbanipal (Imagen: Wikimedia Commons).
Taharqo y las invasiones asirias Taharqo (690-664 a.C.) fue el soberano kushita más destacado de la XXV dinastía, tanto por sus construcciones en Egipto y Nubia como por sus conflictos bélicos con el imperio neoasirio de Asarhaddon (680-669 a.C.). Durante los veintiséis años que abarcó su reinado (contando como reinado también los periodos de invasión asiria de Egipto), Taharqo llevó a cabo una ambiciosa política constructiva inspirada en la arquitectura del Reino Antiguo. En Medinet Habu borró los cartuchos del pilono construido por Sabaqo, y en su lugar se hizo representar trazando un surco de replanteo y moldeando ladrillos en presencia de Amón, lo que le convertía simbólicamente en el constructor del edificio. En el recinto de Karnak construyó a modo de vestíbulo dos imponentes quioscos abiertos ante el segundo pilono, frente al santuario de Ramsés II, y un tercero en el acceso al templo de Jonsu. En éste, situado en el patio de los bubástidas y frente a la entrada principal del templo, aun se conserva una de las muchas columnas papiriformes que debieron conformar el monumento original, conocida como la columna de Taharqo. También, junto al lago del templo de Amón, Taharqo mandó edificar un templo rectangular consagrado a Osiris de singulares características, como la ausencia de una puerta de entrada a pie de calle, ya que en su día el único acceso al interior del templo consistía en una rampa que comunicaba con el lago sagrado tras un recodo en ángulo recto. Asimismo, la fachada ciega del sudoeste cuenta con unas ondulaciones en sus bloques que simbolizarían el nun, es decir, el mar primigenio de donde surgió la vida. En el reino de Kush, en la región de Dongola, Taharqo restauró y amplió el templo de Kaua, amplió el templo de Amón de Djebel Barkal, y levantó santuarios en lugares como Sanam Abu Dom, Meroe, Qasr Ibrim, Buhen y Semna. Egiptología 2.0 | 71
Finalmente, al morir fue el único de la XXV Dinastía que se hizo enterrar en la necrópolis de Nuri, bajo una pirámide muy apuntada de bloques de piedra con la parte superior recubierta por una capa de yeso blanco que luego se pintaba. En la superficie también se encontraba la capilla funeraria, que tenía el aspecto de un templo con pilono y donde cada día se depositaban las ofrendas al difunto. Para poder entrar hasta el lugar del sepulcro debía bajarse por una rampa o escalinata situada antes de la capilla funeraria, a diferencia de otras tumbas. Al final del camino estaba la cámara funeraria, precedida por una o dos cámaras de techo abovedado y con decoración de textos funerarios.
Reconstrucción del templo de Jonsu con la columnata construida por Taharqo (Imagen: Algargosarte).
La política interestatal promovida por Taharqo durante sus dos primeras décadas de reinado, basada en intrigas para sublevar contra Asiria a sus reinos dominados en la costa siropalestina (citando como ejemplo la revuelta de Sidón o la de Tiro en los años 70 del siglo VII a.C.), llevó a Asarhaddon a marchar contra Egipto en el 670 a.C. Después lograr cruzar el desierto del Sinaí gracias al apoyo de los beduinos, que les dieron camellos y provisiones, el ejército asirio venció a la resistencia egipcia y tomó y saqueó Menfis. Como parte del botín, los asirios capturaron a la familia real, no así al propio rey, que huyó a Nubia dejando que Asarhaddon anexionara Egipto y Kush al ya inmenso imperio neoasirio.
Aspecto actual de la pirámide de Taharqo en la necrópolis de Nuri (Imagen: BBC).
Finalizada la campaña y hechos los juramentos de lealtad de los gobernadores del Delta al rey asirio, Asarhaddon regresó a Nínive, pensando que tenía por fin neutralizado a Egipto. Sin embargo, apro-
vechando la ausencia asiria, Taharqo consiguió hacerse de nuevo con el favor de los nomarcas, y, tras un rápido avance de su ejército, reconquistó la ciudad de Menfis y volvió a reinar en Egipto. Asarhaddon no tardó demasiado en ser avisado de la nueva situación, por lo que volvió a marchar hacia Egipto sin llegar esta vez, ya que murió en el camino. En el trono asirio fue sucedido por su hijo Assurbanipal (668-631 a.C.), quien quiso terminar la obra conquistadora de su padre invadiendo por segunda vez Egipto en el 667 a.C. y haciendo que Taharqo volviera a huir al sur. Una vez consolidada la conquista las tropas asirias se retiraron hacia el Delta, seguramente porque tuvieron que sofocar un levantamiento de la zona que acabó con todos los rebeldes ejecutados, y después volvieron a Asiria. Por no haber participado en tal rebelión, Assurbanipal nombró al nomarca de Sais, Necao (padre de Psamético, el que finalmente reunificaría Egipto con 72 | Egiptología 2.0
Estatua oferente de Taharqo (Imagen: Iskrako).
la expulsión de los asirios y la fundación de la XXVI dinastía), gobernador de Menfis. La arquitectura funeraria kushita Los dos principales rasgos de la arquitectura funeraria de la Dinastía kushita fueron el templete situado delante de la entrada del templo, tal y como se puede ver en los cuatro lados del templo de Amón en Karnak, y la sala de la Barca en la sala hipóstila. Aunque en general los kushitas se dejaron aculturar por los egipcios, y no al revés, el estilo más africano del arte kushita se observa especialmente en el carácter de los relieves, que muestran al rey y a todas las demás personas como figuras atléticas con el cuello corto, los labios gruesos y la frente estrecha. El rey kushita Taharqo representado como una esfinge (Imagen: BBC).
La influencia cultural de la arquitectura egipcia en la kushita no acabó en el momento en que finalizó la XXV Dinastía. Las pirámides nubias poste-
riores, con una inclinación de sus caras de 70º y una altura de 20-25 metros, no se inspiraron en las majestuosas pirámides del Reino Antiguo egipcio, sino en las pirámides de Deir el Medinah, Gurna, Dra Abu el-Naga, o las alzadas sobre tumbas privadas tebanas en el Reino Nuevo, debido probablemente a que Tebas era un centro de culto a la diosa Mut, consorte de Amón y venerada protectora de la Dinastía kushita. Por otro lado, estas tumbas reales se diferenciaron de las egipcias tanto en los edificios de culto como en el tipo de cámara sepulcral, puesto que, junto a la cara oriental de la pirámide, se alzaba la cámara de sacrificios, un pequeño templo mortuorio de una sola habitación generalmente. Asimismo, la cámara funeraria estaba labrada en la roca debajo de la pirámide, llegando a ella mediante una rampa que arrancaba del lado oriental de la misma. Fuera de lo que son las tumbas reales, la arquitectura funeraria destinada a grandes personajes de la XXV dinastía, como los gobernadores tebanos, por ejemplo, se caracterizó por la construcción de enormes tumbas subterráneas en el valle de Assasif, que se extiende delante del templo de Hatshepsut. Por encima del nivel del suelo, unos altos pilonos de ladrillo señalaban la entrada a la sepultura, a la que se accedía a través de escaleras y pozos que comunicaban los diversos niveles subterráneos hasta la cámara funeraria. La principal novedad de estas tumbas privadas eran los pozos de luz a los que se podía acceder mediante escaleras, y en cuya parte trasera había una puerta falsa que conducía a la cámara funeraria.
Pirámides meroíticas de Nubia | 73 Egiptología 2.0 (Imagen: Christophe Cerisier).
El final de un sueño Tras ser coronado en el templo de Amón de Djebel Barkal, el sucesor de Taharqo, Tanutamani (664-656 a.C.), fue grandiosamente acogido en Tebas. Tras conquistar rápidamente Menfis y el Delta en general, desde Asiria se envió un gran ejército que no solo volvió a tomar el Delta y llegar hasta Tebas, sino que expulsaron al rey a Nubia. Después de esta humillante derrota, Tanutamani no volvió a Egipto. Al morir, fue enterrado en una tumba de El Kurru similar a las de sus predecesores, con una superestructura piramidal y una subestructura con el pasadizo, una antecámara y la cámara funeraria.
Estatua de Tanutamani con la corona-gorro y el doble uraeus (Imagen: Egypt Search).
A pesar de que no se encuentra en buen estado de conservación, se sabe que la cubierta de la cámara es abovedada y que su decoración imita un cielo nocturno con un fondo de color azul y estrellas amarillas de cinco puntas. Los soberanos kushitas, si bien durante varias generaciones siguieron reclamando de forma nominal su autoridad sobre Egipto, nunca fueron capaces de volver a recuperarla.
Bibliografía
Sobre el autor
SHAW, I. (2014). Historia del Antiguo Egipto. La esfera de Libros. Madrid.
Heródoto de Halicarnaso nació en Tenerife en 1990, mostrando desde pequeño su afición por el conocimiento de lo sucedido en el pasado. Se licenció en Historia por la Universidad de La Laguna en 2013, mostrando interés sobre todo por la historia antigua de Egipto y Próximo Oriente, la Historia del Siglo XX, la creación de la imagen real en la edad moderna, y la Historia militar antigua y contemporánea. Desde febrero de 2014 lleva el blog “Historiae”, en el que trata de enseñar la Historia de la Humanidad, independientemente del nivel de conocimientos del lector, y de una forma en la que se trata de combinar el rigor, la profesionalidad y la veracidad, con la sencillez, la amenidad y la visualidad. Además, es redactor habitual en la sección de Historia de la web “Que Aprendemos Hoy”.
GRIMAL, N. (2011). Historia del Antiguo Egipto. Akal. Madrid. LARA, F. (1998). Diccionario biográfico del mundo antiguo. Egipto y Próximo Oriente. Aldebarán. Madrid. MOLINERO, M. A. (2016). “El Occidente de Tebas en el Tercer Período Intermedio y el Período Tardío. Nuevos paisajes rituales y tumbas-templo monumentales”. En Las manifestaciones artísticas del antiguo Egipto. Curso de Egiptología 2015-2016 de la Asociación española de Egiptología. WILDUNG, D. (2004). Egipto. De la prehistoria a los romanos. Taschen. Madrid. AUTORES, VARIOS. (2013). Egipto. National Geographic. RBA. Barcelona.
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74 | Egiptología 2.0
Personajes Amairani Avid Nava
El destino final de Cleopatra: Hollywood
Monedas con la efigie de Cleopatra (izq.) y Marco Antonio (der.). Bronce, 57 d.C. (Imágenes: Universidad de Newcastle).
‘‘Cómo se atreven tú y el resto de tus bárbaros a incendiar mi biblioteca? ¡Actúa como un conquistador todo lo que deseas, Poderoso César! ¡Viola, asesina, saquea miles, incluso millones de seres humanos! ¡Pero ni tú ni tus bárbaros tienen derecho a destruir ningún pensamiento humano!”. Elizabeth Taylor como Cleopatra. Film homónimo de 1963. La historia del Antiguo Egipto reconoce a tres reinas -entre muchas en tantas dinastías y siglos-, como las más influyentes, poderosas y “hermosas”: Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra. De esas tres, únicamente la última ha conseguido un lugar imperecedero en la cultural popular o pop culture que acrecentó su fama en el siglo veinte. Gracias al séptimo arte, Cleopatra ha sido recordada hasta nuestros días como la bella seductora interpretada por la actriz británica Elizabeth Taylor, envuelta en un triángulo amoroso que desafiaría cualquier novela victoriana. Y es curioso, pues la fascinación por dicha reina, que poco tenía de egipcia y mucho de griega (su propio apellido, Filópator significa en griego “amante de su padre”) pocos se preguntan cuándo o dónde empezó. Si tornamos la mirada a la historia podemos saber que el interés por la fatídica quasi leyenda de Cleopatra comenzó, precisamente, desde que existió. El fin de su reinado, que culminó con el supuesto suicidio de Cleopatra hacia el año 30 d.C., marcó la caída del último “imperio” del mundo antiguo. Octavio, el primer Augusto del Imperio Romano, el primer César, anexa Egipto a los territorios romanos y con ello, marca una nueva historia para Occidente. Sin embargo, Cleopatra no sería el primer monarca derrocado del mundo antiguo y su historia pervivió más de mil años después siendo una de las más adaptadas, escritas y representadas pictóricamente. Mujer astuta, valiente, culta, amante de la gran biblioteca de Alejandría y que, pese a lo perpetuado por la meca del cine acerca de su apariencia había conquistado a uno de los hombres más fascinantes de la antigua Roma, Julio César. Y ya que se mencionó el look de Cleopatra, cabe mencionar que descubrimientos arqueológicos recientes, muestran a una reina con un tremendo perfil griego: nariz aguileña, mentón prominente, expresión severa. No obstante, es también probable que, dado a los cánones estéticos de la época, fuera considerada realmente bella. Egiptología 2.0 | 75
De los primeros recuentos históricos que se conservan acerca de la vida de Cleopatra son los de Casio Dio y Plutarco. De hecho, como sucede a menudo con la meca del cine, escenas icónicas que aparecen en diversas adaptaciones cinematográficas de la vida de Cleopatra incluyen el famoso episodio descrito por Plutarco donde una joven Cleopatra se presenta ante Julio César envuelta en una alfombra: “Fue por este medio de Cleopatra, se dice, que César se cautivó por vez primera puesto que mostró ser una coqueta atrevida” (Life of Julius Caesar, XLIX.3). Plutarco deja bastante en claro que la fascinación que sentía el gran general romano por la reina egipcia se basaba en sus “artimañas” femeninas mas no hace una alusión específica a la belleza que se le atribuye hoy día. Incluso, la más famosa imagen que se conservaba de Cleopatra -hasta antes del descubrimiento de distintas monedas con su efigie- es el busto en mármol que resguarda el Altes Museum de Berlín, confirma ciertas características del “perfil griego” que ya se mencionaba. Difícilmente, para el ojo no conocedor, se podría pensar que dicha imagen pertenece a una reina egipcia. La representación helenizada de Cleopatra con semblante pensativo y peinado romano dejan entrever la controversia que marcaría su vida y que resultaría tan fascinante en tiempos modernos: de origen griego, enamorada de Egipto pero atrapada en un idilio romano. Busto de Cleopatra. Mármol, 30-40 a.C. Altes Museum, Berlín (Imagen: Carole Raddato).
Casio Dio, senador e historiador romano en su Historia Romana, fue uno de los primeros autores latinos que escribirían sobre la supuesta belleza
que le ha sido atribuida Cleopatra con el paso del tiempo. Escribe así: ‘‘Pues era una mujer de belleza incomparable y, en esa época, cuando estaba en la flor de su juventud, era incluso más despampanante; poseía a su vez una voz encantadora y el conocimiento de hacerse agradable a todos. Era maravillosa al escuchar y mirar, con el poder de subyugar a todos incluso a un hombre satisfecho en el amor y bastante mayor, ella consideró como parte de plan conocer a César y confío a su belleza toda su pretensión al trono. Por tanto, pidió ser admitida ante su presencia y, al obtener dicho permiso, se adornó y embelleció a sí misma para así aparecer frente a él vestida del modo más majestuoso y a la vez inspirador de lástima. Cuando hubo perfeccionado sus artimañas entró a la ciudad (pues había estado viviendo fuera de la misma) y por la noche, sin el conocimiento de Ptolomeo, entró a palacio”.
Cfr. Dio, Roman History (XLII.34.4-6). Traducción Universidad de Harvard. Gracias a las interpretaciones históricas de diferentes personajes romanos, el recuerdo del “último faraón” egipcio prevaleció, y no solo eso, sino que la historia de Cleopatra, al coincidir con la caída de un Imperio (el egipcio) y el nacimiento de otro (el romano). En contraste a los escritos de los egiptólogos modernos en cuanto a la importancia histórica de la fatídica reina egipcia, como se ha visto, se encuentran aquellos de su belleza que incluso otros autores clásicos ponen en debate, lo cual únicamente aumentaría su popularidad en épocas venideras. Plutarco de nuevo, en la vida de Marco Antonio -y muy probablemente por las desesperadas medidas que Cleopatra utilizaría para salvar su reino- se pronuncia dubitativo en cuanto a la reina, sin otorgarle el mismo halago que cuando escribía la vida de Julio César: 76 | Egiptología 2.0
“Pues su belleza, se ha dicho, no era totalmente incomparable en sí misma, ni tal para sorprender aquellos que la mirasen sino que le otorgaba un encanto irresistible y su presencia, combinada con su la capacidad de persuadir en su hablar y el carácter demostrado en su comportamiento hacia otros, poseían cierta cualidad estimulante. Había incluso dulzura en el tono de su voz y su lengua, como un instrumento de muchas cuerdas, convertía a cualquier lenguaje que deseara…”.
Cfr. Plutarch, Life of Antony (XXVII.2-3). Asimismo, ciertos poetas de la época Augusta la convirtieron en una villana al estilo de una tragedia griega, considerándola una “extranjera seductora”. Propercio la llamaría en sus elegías “reina puta”; en las Odas de Horacio la encontramos como “monstruo fatal”; Lucano en Pharsalia la denigra como “la vergüenza de Egipto”. Así, del tan propiciado debate en cuanto a la belleza de una mujer, una belleza “dañina” tanto como la de Helena de Troya, se puede inferir que si en realidad no hubiera sido atractiva, sus detractores lo hubieran señalado. El propio Lucano lo repite constantemente llamándola “impura” y “dañina”. Pese a esto, se podría decir que debido al hecho de que eran poetas elegíacos, el tono de su verso tendía hacia el dramatismo histórico lo cual tampoco prueba ser una fuente demasiado confiable. Cleopatra y Julio César, 1866 (Imagen: Jean-Leon Gerome).
Después de estos escritos, la figura de Cleopatra se vuelve a retomar hasta el s. XVII con Anthony and Cleopatra de William Shakespeare ; las Pensées de Pascal; Caesar and Cleopatra de George Bernard Shaw (1898), principalmente. A partir del s. XVI con el auge del Barroco y posteriormente, en el Neoclasicismo, la sociedad comienza a tornar los ojos al pasado, añorando el orden, la simetría, el misticismo y lo exótico de las tierras lejanas. Durante el Romanticismo del s. XVIII, y buena parte del s. XIX, era obligatorio para los jóvenes de la alta sociedad y educación viajar a oriente y conocer las tierras lejanas y su cultura.
Elizabeth Taylor en la icónica escena de la alfombra. Cleopatra, 1963 (Imagen: Twentieth Century Fox).
Y no solo eso sino que dichos viajes marcaron el co-
mienzo del redescubrimiento arqueológico de Egipto, entre otros. Con el nacimiento del séptimo arte, era de esperarse que diversas historias clásicas fueran representadas, tal como sucedió con Shakespeare o Shaw en su momento. El s. XX vio más de 50 adaptaciones cinematográficas de la vida de Cleopatra, basada en distintas obras literarias, recuentos históricos, nuevas historias, pinturas, etc. La reconstrucción de una imagen “viva” de la desaparecida reina y su fatídica historia se apoyó de los recuentos de su belleza ya mencionados con anterioridad e incluso pinturas, principalmente del s. XIX donde, pese a tener una influencia del romanticismo, se representa una figura más acercada históricamente pues presenta ropas griegas y nemes egipcio. La popular adaptación de 1917, protagonizada por la estrella de cine mudo Theda Bara es considerada en la actualidad un filme perdido. Únicamente se conservan algunas escenas, memorabilia, posters e información de la producción y actores. Debido a los bailes exóticos y vestuario atrevido para la época es probable que el negativo haya sido destruido. Egiptología 2.0 | 77
Tres “Cleopatras”, tres diferentes adaptaciones cinematográficas: 1912, 1917 y 1963 (Imágenes: Archivo).
En las adaptaciones de la meca del cine, Cleopatra siempre ha sido interpretada por mujeres “blancas”. Incluso, en la adaptación de Cecil B. DeMille, uno de los personajes es ridiculizado por preguntar si Cleopatra es blanca. Diferentes debates existen al respecto de la raza de Cleopatra, lo cierto es que, históricamente es poco probable que haya sido de raza negra. La dinastía Nubia se había extinguido siglos atrás del reinado de Cleopatra con la llegada de Alejandro Magno y, por supuesto como es bien sabido, Cleopatra era griega. Esto se resalta aún más en la adaptación homónima de 1963, protagonizada por Elizabeth Taylor y Richard Burton y basada directamente en el Antony and Cleopatra de Shakespeare.
Cléopâtre essayant des poisons sur des condamnés à mort. Alexandre Cabanel, 1887 (Imagen: Wikimedia Commons).
Antony and Cleopatra. Sir Lawrence Alma-Tadema, 1885 (Imagen: Wiki Art). 78 | Egiptología 2.0
Conclusiones La interpretación histórica de Cleopatra es este artículo no se limita únicamente a su “belleza” sin importar que el personaje aludido fuera bella o no. Lo importante es tomar en cuenta que, para poder explicar su importancia en la cultura pop o actual, se decidió valerse de escritos históricos clásicos que le dan primacía a este concepto sobre otros. Después de todo, Cleopatra vivió en una época de gran misoginia. Para los romanos, solo el hombre era digno de gobernar. La mujer aprendía solo a mentir y manipular así que para Casio Dio o Plutarco, Cleopatra hacía esto a la perfección. Si bien, para un escritor de la época, ¿de qué otra artimaña sino de la belleza podría valerse una mujer para influenciar la vida de hombres de gran reputación como Julio César? Jamás pensarían que era por su inteligencia o su amor a Egipto, su ascendencia griega u otras características políticas y estrategas que pudiera tener Cleopatra. El hecho era que dos generales romanos de gran reputación habían perdido la cordura, abandonado a sus esposas, otorgado poder político a una mujer. Esta tragedia por evidentes razones interesó en gran medida a los románticos, que basándose en la lectura del Antony and Cleopatra de Shakespeare, le otorgaron a Cleopatra la fama imperecedera que hoy tiene. La reina Ptolemaica se convierte entonces en una Ofelia de Millais. Muere trágicamente, se vuelve loca antes de ser humillada. Su destino fatídico es su único amor. Lo importante sería entonces, para los egiptólogos, historiadores y aficionados seguir buscando fuentes que nos conecten hacia el verdadero ser personal de Cleopatra y no solo su apariencia física.
Bibliografía
Sobre el autor
ASSMAN, JAN. (1996). The mind of Egypt: History and meaning in the time of pharaohs. Metropolitan Books. New York.
Amairani Avid es Licenciada en Humanidades por la Universidad Popular Autónoma de Puebla en Puebla, México.
DIO, CASSIUS. (1916). Roman History. Trans. Earnest Carey. Harvard University Press. New York.
Fue parte del Summer Mentoring Program for College Juniors del Museo Metropolitano de Arte en Nueva York en verano de 2014 siendo su mentora Isabel Stüenkel Curadora Asistente del Departamento de Arte Egipcio.
HORACE. (1912). Odes. Trans. Herbert White. Harvard University Press. New York. LUCAN. (1992). Civil War. Trans. Susan H. Braund. Harvard University Press. New York. PASCAL, B. (1995). Pensées. Trans. A. J. Krailsheimer. Penguin Classics. New York. PLUTARCH. (1916). Parallel lives. Trans. B. Perrin. Harvard University Press (Loeb Library of Literature). New York. PROPERTIUS. (1916). Poems. Trans. B. Perrin. Harvard University Press (Loeb Library of Literature). New York.
En la actualidad se encuentra cursando el Diploma de Postgrado on-line en Egiptología: Espacios, Lenguajes e Identidades, por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). A su vez, es artista y editora freelance de ClioArs Studio. http://naniavid.wixsite.com/clioarsavid https://www.facebook.com/ClioArs/?fref=ts
SHAW, I. (2004). The Oxford History of Ancient Egypt. Oxford University Press. New York. ______. (2004). Ancient Egypt: A Very Short Introduction. Oxford University Press. New York. MILES, MARGARET M. (2011). Cleopatra: A Sphynx Revisited. University of California Press. London. Egiptología 2.0 | 79
Arte Gerardo P. Taber / Rodrigo A. Cervantes Navarro
Un contrapeso de menat conmemorativo del heb-sed del faraón Psamético I en el Museo Nacional de las Culturas de México. Contexto histórico e identificación La conquista asiria de Egipto
En el primer tercio del siglo VII a.C. el medio oriente se convulsionaba bajo el estruendo de las ruedas de los carros y las lanzas que se alzaban para la conquista en nombre del dios Aššur. En ese tiempo, todos los pueblos del mundo conocido pagaban algún tipo de tributo o sucumbían ante el poderío del ejército asirio. En este sentido, el país del Nilo no fue la excepción y en el año 671 a.C. las fuerzas del rey Aššur-aha-iddina (Asarhaddón, c. 681-669 a.C.) invadieron Egipto. Aunque unas décadas antes, durante el reinado de Śïn-ahhe-eriba (Senaquerib, c. 705-681 a.C.) esta conquista se intentó evitar por vía de la diplomacia egipcia; que apoyó abiertamente las revueltas de los diferentes reinos de la región de Siria-Palestina. Estos episodios fueron registrados, posteriormente, en distintas fuentes como en los relatos del célebre Heródoto de Halicarnaso (c. 484-425 a.C.) quien anotó en el segundo libro -dedicado a la musa Eὐτέρπη (Euterpe)- de su obra στορίαι (historíai) “los nueve libros de historia” este pasaje:
Contrapeso de collar menat con el preanomen del faraón Psamético I. 664-610 a.C. Fayenza moldeada. Museo Nacional de las Culturas, N. Inv. AF-E-Pres-73. Ciudad de México (Imagen: Gerardo P. Taber). 80 | Egiptología 2.0
Pero, cierto tiempo después, ocurrió que Senaquerib, rey de árabes y asirios, lanzó un gran ejército contra Egipto; pues bien, como era de esperar, los egipcios de la casta guerrera no quisieron prestarle ayuda. Entonces el sacerdote, sumido en un apurado trance, penetró en el sagrario del templo y se puso a gemir ante la imagen por el peligro que le amenazaba. Y mientras estaba deplorando su suerte, de improviso le entró sueño y, en la visión que tuvo, creyó ver que se le aparecía el dios y le daba ánimos asegurándole que no sufriría desgracia alguna, si salía al encuentro del ejército de árabes, pues él, personalmente, le enviaría socorros. Con su confianza puesta, como es na-
tural, en esas palabras, tomó consigo a los egipcios que quisieron seguirle y acampó en Pelusio (pues la ruta de acceso a Egipto pasa por allí); y por cierto que no le siguió ningún miembro de la casta guerrera, solamente buhoneros, artesanos y mercaderes. Cuando los enemigos llegaron a aquel lugar, sobre ellos cayó durante la noche un tropel de ratones campestres que royeron sus aljabas, sus arcos y, asimismo, los brazales de sus escudos, de modo que, al día siguiente, muchos de ellos cayeron cuando huían desprovistos de armas… Y en la actualidad se alza, en el santuario de Hefesto, una estatua en piedra de este rey con un ratón en la mano y una inscripción que dice así: ‘‘Mírame y sé piadoso’’. (Schrader, 1992: 433-434). Asimismo, hay varias menciones de la resistencia de los pueblos semitas contra el poderío militar asirio en el libro de ( ב םיִכָלְמMelajim Bet) “Segundo Libro de los Reyes” de la Biblia, de las cuales destaca: Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte. Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó. Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo. (2a Reyes 19:32-37 versión de Casiodoro de Reina). Pero a pesar de estas acciones, el propio Asarhaddón conquistó y saqueó la ciudad de inb ḥḏ (ineb hedj) “Menfis” y controló todo el Bajo Egipto; lo que obligó a que el faraón, de origen nubio, Taharqa (c. 690-664 a. C., de la dinastía XXV) huyera hacía el sur. El rey asirio impuso un gobierno tributario y nombró a Necao I (c. 672-664 a.C., de la dinastía XXVI) como rey en Sais, ciudad situada al oeste del delta del Nilo, bajo su égida; pero Asarhaddón abandonó Egipto para sofocar otras revueltas en su imperio (cfr.: Masó, 2013: 113-114). Esta situación fue aprovechada por Taharqa, quien alentó numerosas rebeliones en contra del gobierno saíta. Al escuchar de estas insurrecciones, Asarhaddón preparó -al más puro estilo asirio- una campaña punitiva; pero murió antes de poder volver a pisar suelo egipcio. Sin embargo, el ímpetu beligerante contra el faraón kushita lo retomó su heredero al trono Aššur-bāni-apli (Asurbanipal, c. 668-627 a.C.) quien tomó cartas en el asunto y resolvió la situación de manera tajante al invadir, una vez más, Egipto; esta vez llegando hasta w3st (waset) “Tebas” (cfr.: Masó, 2013: 116-119). Esta situación orilló a que el último monarca nubio, Tanutamani (c. 664-656 a.C.) se replegase definitivamente a sus dominios originales en el actual Sudán. En el norte, Necao I murió durante una de las incursiones nubias, ordenadas por Tanutamani, y fue sucedido por su hijo Psamético I (c. 664-610 a.C.) quien al asegurar su posición, proclamó de facto la independencia de Egipto del yugo asirio. En realidad, esta pudo lograrse debido a que Asurbanipal se encontraba ocupado en una guerra contra Elam, en el actual Irán, por lo que se desentendió del asunto egipcio ya que no contaba con tiempo o recursos suficientes para sofocar otra rebelión en un lugar tan distante del centro del poderío asirio. De este modo, Psamético I contó con tiempo suficiente para consolidar su poder; lo cual logró tanto en el plano político
como en el religioso, ya que desde el inicio de su reinado impulsó un verdadero “renacimiento saíta” en las artes (cfr.: Clayton, 1994: 520) y dedicó varias construcciones a los dioses de la tierra del Nilo. Al morir Asurbanipal -el último gran rey de Asiria- Egipto se independizó de iure; ya que sus sucesores fueron incapaces de reponer el poderío del imperio neoasirio ante las potencias del imperio medo y del imperio neobabilónico que, en un movimiento de tenazas, se cerraban sobre las capitales de Nínive y Assur, que finalmente cayeron en los años 612 y 614 a.C. respectivamente (cfr.: Masó, 2013: 129-132). La caída del imperio asirio catapultó al país del Nilo, de nueva cuenta, como una potencia; sumándose así al repertorio de los cuatro poderosos reinos: Lidia, Media, Babilonia y Egipto, que se dividieron el antiguo medio oriente del último tercio del siglo VII a.C. Los medios que utilizó Psamético I para asegurar su posición, en los convulsos tiempos que le toco vivir, son desconocidos; aunque sobrevivieron leyendas como la narrada por Heródoto en su libro dedicado a Euterpe: Los doce reyes, entretanto, se conducían con justicia, pero, al cabo de cierto tiempo, con ocasión de un sacrificio que ofrecían en el santuario de Hefesto, cuando, el último día de la fiesta, se disponían a realizar unas libaciones, el sumo sacerdote les llevó las copas de oro con que solían ofrecerlas, pero se equivocó de número y les llevó once cuando ellos eran doce. Entonces Psamético, el que en la fila ocupaba el último lugar, como no tenía copa, se despojó del casco, que era de bronce, lo tendió al sacerdote e hizo la libación. Todos los demás reyes, por su parte, llevaban también cascos y en aquel instante preciso los tenían puestos. Psamético, pues, tendió el suyo sin poner en ello mala fe alguna, pero los demás, cayendo en la cuenta, relacionaron lo que había hecho Egiptología 2.0 | 81
Psamético y el oráculo que les había vaticinado que sería único rey de Egipto quien de ellos hiciese una libación con una copa de bronce. (Schrader, 1992: 445-446). Lo más probable es que esta anécdota no sea verídica, pero su valor histórico radica en que denota los problemas políticos que se suscitaron en la época en que Psamético I accedió al trono y el advenimiento de la dinastía XXVI, el último linaje nativo que gobernó Egipto antes de la conquista del imperio persa aqueménida, y con la cual el país del Nilo salió de lo que se denomina actualmente como el Tercer Período Intermedio (c. 1076-723 a.C.) para entrar en su última etapa de esplendor, conocida como Período Tardío o Baja Época (c. 722-332 a.C.). Psamético I ubicó su capital en su natal Σάϊς (Sais), cuyo nombre egipcio original era š´w (shau), y formalizó una alianza con Giges (c. 680-644 a.C.) rey de Lidia para dotar a su ejército con huestes de mercenarios carios y griegos; éstos últimos permanecieron en el delta del Nilo, sobre todo en la ciudad de Ναύκρατις (Naucratis) ubicada en el brazo de Canopo. Con este poderío militar primero controló el Bajo Egipto y después destruyó los últimos bastiones leales a la dinastía kushita en el Alto Egipto, logrando que la ciudad de w3st (waset) aceptase su autoridad como el le-
Detalle de un fragmento de cornisa que figura al faraón Psamético I ofrendando a una deidad en forma de serpiente; El-Rashid (Rosetta), 664-610 a.C. Basalto tallado. Obsequio del rey George III al British Museum, Núm. Inv. EA 20. London, UK. (Imagen: Captmondo, GFDL & Wikimedia Commons).
La fiesta sed Durante la Baja Época se retomaron y reinterpretaron muchos de los cánones artísticos y tradiciones del Reino Antiguo (c. 2543-2120+25 a.C.) en un intento de legitimar a la nueva dinastía y de enarbolar el poder del faraón sobre las fuerzas extranjeras que constantemente amenazaban a la tierra del Nilo. Uno de las más importantes acontecimientos que conjugaba los conceptos anteriormente mencionados era el
Busto que representa a un faraón, posiblemente Psamético I. 664-610 a.C. Granito tallado. En colección desde antes de 1956 en el Metropolitan Museum of Art, Núm. Inv. X.358. New York (Imagen: Collection Photo MET, OASC & IAP). 82 | Egiptología 2.0
ḥb sd (heb-sed) vocablos que literalmente significan: “fiesta sed” (aunque algunos autores los traducen como “jubileo real”) que se realizaba para renovar la fuerza física y el poder mágico del monarca, para que él pudiese seguir prodigando estabilidad, vida, fuerza y salud a Egipto. Esta festividad se celebraba, idealmente, al cumplirse el trigésimo aniversario de la coronación del faraón para posteriormente repetirse cada cinco o siete años y, al parecer, duraba varios días (cfr.: Shaw & Nicholson, 1995: 256); razón por la que sólo los faraones con un reinado longevo cuentan con registros de este importante suceso (cfr.: Wilkinson, 1992: 145). Los orígenes del heb-sed se pierden en la noche de los tiempos; aunque desde el Período Predinástico (c. 5300-3000 a.C.) se tienen registros de su realización. Al parecer, es una evolución de un antiguo ritual de regicidio en donde se disponía del monarca que ya había pasado sus años de juventud y vigor (cfr.: Bárta, 2015: 489-492).
La secuencia exacta y las acciones que el faraón realizaba en el heb-sed aún no son claras; pero las evidencias -que sobrevivieron al cruel embate del tiempo- muestran que el monarca debía realizar varios rituales que lo situaban como el regente de varios asuntos mundanos; de tal manera se le representaba arando la tierra, contando el ganado y fundando edificaciones. Pero, en estas actividades los dioses estaban presentes, razón que les confería sacralidad. El evento más importante parece haber sido una carrera ritual que el rey debía realizar para demostrar que aún se encontraba en buen estado físico. La culminación del heb-sed se daba cuando el faraón era investido con las coronas del norte y del sur por los dioses, usualmente Horus y Seth como personificaciones del Alto y el Bajo Egipto, justo en el doble pabellón
sd (sed). Por último, el monarca erigía una
columna ḏd (djed) que simbolizaba la estabilidad de su reinado y disparaba flechas hacia los cuatro puntos cardinales para, mágicamente, mantener alejados a los enemigos del país del Nilo.
Detalle de un dintel que figura al faraón Senusret III en el doble pabellón sed; Nag el-Madamud. 1837-1819 a.C. Caliza tallada. Museo de Antigüedades Egipcias, Núm. Inv. JE 6189. El Cairo (Imagen: Soutekh67, GFDL & Wikimedia Commons).
En el caso de Psamético I, es seguro que pudiese celebrar al menos su primer heb-sed, ya que en los 54 años que permaneció en el trono tuvo suficiente tiempo para asentar sus reales y dejar bien cimentadas las bases de su dinastía y el nuevo renombre alcanzado por Egipto a nivel internacional. Pero, a diferencia de otros monarcas longevos, aún no se ha descubierto algún relieve o un complejo monumental que de cuenta de su “fiesta sed”. Sin embargo, existen otros artefactos que corroboran la mencionada celebración, como el caso que se expone a continuación. Descripción, análisis epigráfico e interpretación de un contrapeso de menat El artefacto en cuestión se resguarda y exhibe al público en las nuevas salas del Egipto faraónico del Museo Nacional de las Culturas (MNC) de México. Se trata de una placa de forma trapezoidal, en su parte proximal y circular en su parte distal con bordes rectos. En su parte superior presenta una pro-
tuberancia rectangular con una perforación longitudinal. Cuenta con 11 cm de alto, 5.5 cm de ancho y 0.5 cm de espesor y se encuentra manufacturado en fayenza egipcia moldeada. En su recto y verso presenta inscripciones dispuestas en una sola columna a cada lado, las cuales son idénticas. En este caso, las inscripciones se leen de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda. Los jeroglíficos registran el egipcio medio; escritura que se seguía utilizando en contextos religiosos y ceremoniales aún en la Baja Época (cfr.: Allen, 2010: 10). Un elemento que sin duda resalta en la inscripción es el conocido trilítero šnw que también se conoce como “cartucho”; éste se utilizaba para indicar tanto el praenomen y el nomen, es decir; los nombres de entronización y nacimiento de los monarcas egipcios (cfr.: Leprohon, 2013: 17-19). En este caso, dentro de este “cartucho” se encuentra inscrito: w3ḥibr´, cuya transcripción es: uahibra y que puede traducirse como: “rejuvenece (o resurge) el coraEgiptología 2.0 | 83
Contrapeso de collar menat con el preanomen del faraón Psamético I. 664-610 a.C. Fayenza moldeada. Museo Nacional de las Culturas, N. Inv. AF-E-Pres-73. Ciudad de México (Imagen: Gerardo P. Taber). Jeroglíficos en el contrapeso de collar menat con el preanomen del faraón Psamético I. Restitución de Gerardo P. Taber y Rodrigo A. Cervantes utilizando JSesh, an Open Source Hieroglyphic Editor de Serge Rosmorduc.
zón de Ra”. Este es el nombre de entronización de Psamético I quien, probablemente, escogió los tres fonogramas que construyen este enunciado, el cual era mucho más que un nombre; era una declaración de restauración del poderío real que se conjugaba perfectamente con los objetivos políticos de la dinastía saíta (cfr.: Ray, 1990: 196-199 y Leahy, 2011: 550-568). En concreto, la transliteración de la inscripción de esta obra es:
ḏd mdw ḥb sd nb ḥb sd ʿš3 wr n(y) nyswt bityt w3ḥibr´ mi r´ ḏt Cuya transcripción es:
djed medu heb-sed neb heb-sed asha ur ni nisut bitit uahibra mi ra djet La cual puede traducirse como: “Palabras dichas en cada festival sed, y en todos los grandes festivales sed, del rey del Alto y Bajo Egipto Uahibra (Psamético I), quien es como Ra por siempre.” La inscripción es una fórmula de invocación mágica para que el faraón celebrase el heb-sed para el que se manufacturó este artefacto y que también fuese capaz de estar presente en muchos más; deseándole por antonomasia un largo reinado bajo la égida del dios Sol. Lo más probable es que esta inscripción corresponda al 634 a.C., año en que, idealmente, se cumplió el trigésimo aniversario de la coronación de Psamético I; aunque este longevo monarca vivió otros 24 años más y posiblemente celebró más de una “fiesta sed”. 84 | Egiptología 2.0
Para conmemorar tan importante suceso, se inscribieron este tipo de fórmulas mágicas en los objetos litúrgicos y votivos relacionados; como es el caso de este contrapeso de un mnit (menat), que consistía en un collar de cuentas en forma de luna creciente y un contrapeso al que se anudaban los cordeles. Este elaborado abalorio servía como instrumento musical en algunos contextos religiosos asociados a la diosa Hathor, quien recibía el epíteto de “gran menat”. Al parecer, el sonido producido por este collar era un medio que transmitía el poder de la diosa (cfr.: Wilkinson, 1992: 173). En este sentido, es probable que durante el heb-sed algunas sacerdotisas dedicadas al culto a Hathor tañeran estos instrumentos para que ella se manifestase ante el faraón y que después se ofrendasen amuletos para que esta acción siguiera ocurriendo por toda la eternidad. De tal manera, existen otros ejemplares similares al contrapeso de collar menat con el preanomen del faraón Psamético I que se resguarda en el Museo Nacional de las Culturas de México: uno en el Musée du Louvre en Paris, Francia y otro en el Los Angeles County Museum of Arts (LACMA) en California, USA; éste último contiene la misma fórmula mágica con la diferencia que se inscribió el nomen de Psamético I: psmṯk, cuya transcripción es: psametek y que puede traducirse como: “compañero de Metik” (cfr.: Ray, 1990: 196-199 y Leahy, 2011: 550-568).
Menat. Dinastía XVII, 1539-1292 a.C. Fayenza egipcia moldeada. Metropolitan Museum of Art, New York. (Imagen: Reprografía de Aldred, 1971: 18).
Contrapeso de collar menat con el preanomen del faraón Psamético I. 664-610 a.C. Fayenza egipcia moldeada. Musée du Louvre, Paris (Imagen: Guillaume Blanchard, DFDL & Wikimedia Commons). Contrapeso de collar menat con el nomen del faraón Psamético I. 664-610 a.C. Fayenza egipcia moldeada. Obsequio de Frank J. y Victoria K. Fertitta a Los Angeles County Museum of Arts, N. Inv. M.80.198.115. California (Imagen: Collections LACMA). Egiptología 2.0 | 85
Comentarios finales Como ya se ha mencionado en otros textos, la colección egipcia del Museo Nacional de las Culturas de México es parte de un conjunto de más de dos millones de objetos provenientes del antiguo país del Nilo que se conservan en más de 850 colecciones públicas en 69 países alrededor del mundo.
Fachada del Museo Nacional de las Culturas. Ciudad de México (Imagen: INAH).
Muchas de esas obras aún esperan, hierática y pacientemente, un estudio minucioso como el que se presenta, de manera sintética, en este artículo; el cual esperamos sea de utilidad para los interesados en la historia y cultura del antiguo país del Nilo.
Bibliografía
Sobre el autor
BAINES, JOHN & MALEK, JAROMIR (1988). Dioses templos y faraones. Vol. I & II. Graham Speake (ed.). Col. Cultural Atlas Series. Andromeda Oxford Ltd. & Checkmark Books. Folio. Barcelona.
Gerardo P. Taber realizó sus estudios de arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México y se ha especializado en el estudio de las culturas del medio oriente y el Mediterráneo antiguo, con especial interés en el Egipto faraónico. Ha impartido numerosas conferencias y cursos sobre el arte, la religión y la escritura del Egipto faraónico.
ALDERED, C. (1971). Jewels of the Pharaohs. Egyptian Jewelry of the Dynastic Period. Thames & Hudson. London. ALLEN, J. P. (2010). Middle Egyptian. An Introduction to the Language and Culture of Hieroglyphs. 2nd Edition. Cambridge University Press. Cambridge. CLAYTON, P. A. (1994). Chronicle of the Pharaohs. The Reign-By-Reign Record of the Rulers and Dynasties of Ancient Egypt. Thames & Hudson. London. HERÓDOTO DE HALICARNASO (1992). Historia. Libro II Euterpe. Col. Biblioteca Clásica Gredos N. 3. Traducción y notas de Carlos Schrader. Gredos S.A. Madrid. LEPROHON, R. J. (2013). The Great Name. Ancient Egyptian Royal Titulary Col. Writings From The Ancient World N. 33. Society of Biblical Literature. Atlanta. MASÓ, F. F. (2013). Las civilizaciones de Mesopotamia. Col. Historia National Geographic, Vol. IV. National Geographic Society. España. RAY, J. D. (1990). “The names Psammetichus and Takheta.” En: The Journal of Egyptian Archaeology Vol. 76. The Egypt Exploration Society. London. pp. 196-199. SHAW. I. & NICHOLSON, P. T. (1995) The British Museum Dictionary of Ancient Egypt. The British Museum Press. London. WILKINSON, R. H. (1992). Reading Egyptian Art. A Hieroglyphic Guide to Ancient Egyptian Painting and Sculpture. Thames & Hudson. London. 86 | Egiptología 2.0
También fue investigador de diversas exposiciones internacionales. Es autor del libro Medu Netscher, las palabras divinas que fue aceptado en los acervos de la Bibliotheca Alexandrina en Egipto en el año de 2008. Actualmente desempeña su labor como investigador del Museo Nacional de las Culturas de México, en el área de investigación y curaduría del Egipto faraónico y el Mediterráneo antiguo y se encuentra trabajando en el proyecto Kemet en Anáhuac, que busca analizar y contextualizar las obras faraónicas que se encuentran en México. https://kemetenanahuac.wordpress.com
Colecciones Bartomeu Egea Resino
Colección egipcia del Museo Episcopal de Vic
Exterior del Museo Episcopal de Vic (Imagen: Patrimoni gencat).
Hace ya 125 años. El 7 de julio de 1891, el obispo de Vic, Josep Morgades y Gili, inauguraba el nuevo Museo
Episcopal de Vic (MEV), que reflejaba el interés que, desde finales del siglo XIX, se había generado por el arte de la Edad Media, recogiendo el esfuerzo realizado por un grupo de intelectuales y clérigos de Vic de la época de la “Renaixença” para recuperar el patrimonio artístico catalán. Sus primeras instalaciones ocupaban el espacio situado sobre el claustro de la catedral y del palacio del obispo. Desde 2002 unas modernas instalaciones acogen sus tesoros.
Sala de arqueología del Museo Episcopal de Vic, siglo XIX (Imagen: MEV). Egiptología 2.0 | 87
Los antecedentes de la creación del Museo Episcopal hay que buscarlos en dos hechos: la Exposición Arqueológica Artística de Arte Retrospectivo celebrada en 1868 en Vic y organizada por el Círculo Literario, con el canónigo Jaume Collell y Bancells como líder; y en el descubrimiento del templo romano en el año 1882, y la consiguiente creación de la Sociedad Arqueológica de Vic que se encargó de la creación de un Museo Lapidario núcleo embrionario de la futura colección arqueológica del museo. Esta Sociedad fue presidida desde los inicios por el mismo obispo Morgades. Una magnífica colección de obras maestras de pintura y escultura del románico y del gótico catalán, junto con unas destacadas colecciones de arqueología, orfebrería, tejido, forja, vidrio y cerámica. Un fondo de valor excepcional integrado por más de 29.000 piezas.
Máscara funeraria, madera policromada. Sokar, Madera policromada y doble escarabeo (Imágenes: MEV).
La colección egipcia integrada en la de arqueología esta formada por aproximadamente un centenar de referencias, formada a lo largo del siglo XIX mayoritariamente, en base a material procedente del mismo Egipto, adquirido en El Cairo y Alejandría, así como de yacimientos arqueológicos de la costa mediterránea occidental y de donaciones realizadas a lo largo del tiempo por particulares siendo las mas significativas, las de Don Ramiro Miralpeix, Don Joaquin Badia i Andreu y las de Don Federico Rauret (General Auditor de Guerra en el Tribunal Mixto de Alejandría).
Libro de los Muertos (Imágenes: MEV). 88 | Egiptología 2.0
Cabe destacar un ejemplar del ‘‘Libro de los Muertos’’, escrito en hierático y decorado con dibujos que complementan y explican los textos presentados en columnas verticales y la Momia y sarcófago antropomorfo de la cantora de Amón Nadegaubastisred. El sarcófago en cuya tapa están reproducidos los rasgos idealizados de la fallecida, muestra la cabeza cubierta por una pesada peluca sobre la que el halcón Horus extiende sus alas protectoras, lleva un ancho collar “Usekh”. En el registro vertical hay inscrita en escritura jeroglífica una oración de ofrendas al dios de los muertos, Osiris, para que provea el “ka” de la sacerdotisa de todo lo necesario para su supervivencia en el Más Allá, y está presidida por la figura del dios chacal Anubis, guardián de las necrópolis y embalsamador principal. El cartonaje está formado por varias capas de tejido de lino y yeso, la última de las cuales está estucada y decorada con motivos religiosos. Bajo el ancho collar “Usekh” hay un colgante con la efigie de la diosa leona Sacmis y una ave con la cabeza de carnero de Amón que extiende sus alas en un gesto protector.
Momia y sarcófago de Nadegaubastisred (Imágenes: MEV).
Una columna vertical central separa los cuatro genios funerarios encargados de la conservación de las vísceras. Los textos jeroglíficos de la ofrenda funeraria están dirigidos a Ptah-Sokar-Osiris.
Bibliografía
Sobre el autor
BAQUÉS ESTAPE, LLORENS. (1971). ‘‘Las piezas egipcias del Museo Episcopal de Vich’’. Información Arqueológica, num: 6. Boletín informativo del instituto de prehistoria y arqueología de la diputación provincial de Barcelona.
Bartomeu Egea (Barcelona 1953), después de una larga trayectoria empresarial, dedica toda su atención al estudio del antiguo Egipto, estudia prehistoria e historia antigua y etnoarqueología, colabora habitualmente en blogs y foros que promuevan el conocimiento de la egiptológica, así como en docencia, acercando el AE a los escolares.
Webgrafía http://www.museuepiscopalvic.com http://egipte.org/wordpress/?page_id=216
Desde 2005 administra el sitio web: egipte.cat, donde a manera de repositorio gráfico, recopila el legado, que del antiguo Egipto, exista en la Mediterránea occidental. http://egipte.org https://www.facebook.com/egipte-org-Projecte-Uemot-62080254459 https://twitter.com/projecteuemot https://instagram.com/projecte_uemot
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Museos Sara López Caiz / Moisés González Sucías
El Museo Arqueológico Nacional de Madrid
Fachada principal del Museo Arqueológico Nacional (Imagen: Wikimedia Commons).
El Museo Arqueológico Nacional fue fundado en
1867 por Isabel II, siguiendo la tendencia europea de crear grandes museos nacionales destinados a mostrar los testimonios del pasado propios de cada país. Con su creación se daba respuesta a la demanda de reunir en una única gran institución las colecciones de antigüedades, dispersas en diferentes establecimientos, con el fin de representar la historia de España, desde los orígenes a los tiempos más recientes, y ofrecer un panorama de las antiguas civilizaciones del resto del mundo. La idea encontró impulso en el desarrollo que la arqueología alcanzó en esos momentos, así como en la toma de conciencia del riquísimo patrimonio cultural que, a causa de invasiones, guerras y desamortizaciones, se encontraba en peligro de desaparición y era necesario proteger. El nuevo Museo debía reunir, conservar y estudiar estos bienes para ponerlos al servicio de los ciudadanos, contribuyendo de este modo a su formación e instrucción. 90 | Egiptología 2.0
Desde su creación la sede prevista para el Museo Arqueológico Nacional fue la actual, el Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, un gran edificio de nueva planta concebido en 1860 y situado en el Prado de Recoletos, cuya construcción necesitó más de treinta años y tres proyectos arquitectónicos para su culminación en 1892. De 1867 a 1893, el Museo ocupó provisionalmente el Casino de la Reina, antigua finca de recreo cercana a la actual glorieta de Embajadores de Madrid, que el Ayuntamiento de Madrid había regalado a la reina Isabel de Braganza en 1817. Entre 2008 y 2013 se ha desarrollado la reforma del decimonónico edificio en el que se ubica el Museo Arqueológico Nacional y la reinstalación de su exposición permanente. El edificio se ha acondicionado logrando que sus espacios se distribuyan más racionalmente, sean más accesibles, dispongan del equipamiento tecnológico necesario y respondan a los criterios de confortabi-
lidad y seguridad requeridos para hacer cómoda y placentera la estancia en él. La ampliación de las áreas públicas permite ofrecer a los visitantes una zona de acogida en condiciones idóneas, exponer nuevas colecciones, ofertar una amplia variedad de actividades simultáneamente y poner a su disposición nuevos servicios. La renovación museográfica de las salas de exposición incorpora todos los medios técnicos y de comunicación que pueden favorecer la puesta en valor de las colecciones y la comprensión del discurso expositivo histórico propio del Museo, convenientemente actualizado y reinterpretado a la luz de los nuevos descubrimientos científicos. Procedencia de la colección egipcia Desde sus comienzos el Museo Arqueológico Nacional recibió o adquirió antigüedades egipcias por parte de instituciones públicas, de particulares, e incluso, algunos hechos históricos dieron lugar, a la adquisición de piezas egipcias que fueron a parar a los fondos de dicho centro. Cabe destacar las colecciones de cuatro españoles, varias donaciones y adquisiciones, que forman el grueso de la actual colección egipcia: Tomás Asensi, Víctor Abargues, Eduardo Toda y Güell, y el Padre Francisco Roque Martínez. En cuanto a los hechos históricos: la inauguración del Canal de Suez, el viaje de la Fragata Arapiles y el descubrimiento de la “Segunda Cachette” de Deir el Baharí. La Colección de Antigüedades Egipcias del Museo consta de unas 10.000 piezas, un número no muy elevado si la comparamos con la de otros museos internacionales. Alrededor de una tercera parte, llegó a finales del siglo XIX y comienzos del XX de la mano de españoles que se adentraron en Egipto como comerciantes, políticos, diplomáticos, religiosos, turistas, etc., y que adquirieron estas piezas por compra o como fruto del reparto de excavaciones realizadas por ellos en Egipto. No obstante, el interés de España por Egipto en esas primeras etapas del redescubrimiento fue bastante escaso, y de hecho, sólo una persona, Eduardo Toda y Güell, es nombrada en estudios realizados sobre egiptólogos de prestigio o sobre viajeros y exploradores que estuvieron durante el siglo XIX o comienzo del XX en Egipto. Tomás Asensi fue el primer español, que aportó una importante cantidad de piezas al Museo. Conocemos muy poco sobre su vida, fue Caballero de la Real Orden de lsabel la Católica, vicecónsul de España en Niza y Director de Comercio de Estado. Es muy posible que gracias a este último cargo tuviese que viajar con cierta frecuencia y de manera especial a
Egipto. Probablemente dichos viajes despertaron su interés por este país y por su historia, lo que le llevó a adquirir alrededor de 300 piezas. Se trata mayoritariamente de amuletos, escarabeos, y estatuillas de divinidades de bronce, aunque también merecen atención especial las momias de animales, las esculturas en madera y piedra, las cerámicas, los vasos de alabastro, los objetos de adorno personal, y los ushebtis. Ignoramos cómo, cuándo y en qué lugar concreto de Egipto las adquirió, aunque no parece descabellado pensar que procedan de alguno de los muchos anticuarios que en ese momento trabajaban en este país. Tras su muerte, Rosario Laiglesia, su viuda, decidió vender toda la colección al Museo, hecho que se produjo el 10 de Noviembre de 1876. Víctor Abargues, era un arquitecto de reconocido prestigio, con muchos medios económicos y bastante bien relacionado políticamente. Parece que visitó Egipto por puro placer, como turista, antes de 1877, y fue entonces cuando adquirió alrededor de unas 200 piezas, entre las que cabe destacar el conjunto de amuletos, collares, vasos de alabastro, ushebtis y estatuillas de divinidades de bronce. Desconocemos el contexto arqueológico de todas ellas, aunque según Abargues, proceden del Alto Egipto. Las piezas fueron adquiridas por compra por el Museo Arqueológico Nacional en dos lotes distintos. El primero, el 3 de Abril de 1877 y el segundo, 27 de Septiembre de 1879. En 1881, organizó una gran expedición al Mar Rojo, Etiopía y a Africa Occidental por encargo de la Asociación Española para la Exploración de Africa. Su influencia le permitió solicitar ayuda logística al entonces Ministerio de la Guerra (armas, municiones, tiendas de campaña, etc.), y muy posiblemente gracias a esta ayuda tuvo el pretexto perfecto para presentarse ante las autoridades de Abisinia, como “cónsul español” en dicho país y “comendador de varias órdenes”, cuando en realidad todo ello era falso, tal y como nos lo cuenta un despacho del cónsul español en El Cairo, quien tuvo relación con Abargues en Abisinia. Sin duda alguna, el primer egiptólogo español fue Eduardo Toda y Güell. Entre 1884 y 1886, fue cónsul español en El Cairo, y desde su llegada a Egipto tuvo contacto con Maspero, y al parecer fue éste quien le introdujo en el conocimiento de la historia de Egipto y Nubia. Fue el único español del siglo XIX que excavó en Egipto, en concreto la tumba del noble Sennedyem, en Deir el Medina, transcrita por él mismo como Son Noten y fechada en la XX dinastía. El 7 de enero de 1886 embarcó a bordo del vapor Bulaq junto con Maspero, Wilbour, Grébour, Bouriant e Insinger, y estando en Luxor recibieron la noticia del descubrimiento de una tumba en la orilla occidental, la primera intacta que se había hallado hasta el momento en Egiptología 2.0 | 91
Bajorrelieve con la representación de un cáprido, 1539-1077 a.C. (Imagen: Sabrina Carlson).
Barca con tripulación, 1939-1760 a.C. (Imagen: Sabrina Carlson). 92 | Egiptología 2.0
Parte superior de una escultura de Ptolomeo II o III, 332-30 a.C. (Imagen: Moisés González Sucías).
Egiptología 2.0 | 93
Egipto. Desconocemos por qué le fue encomendada la tarea de excavar dicha tumba a Toda, quizá porque el Servicio de Antigüedades estaba enfrascado en el desescombro del enorme templo de Luxor. El vaciado de la tumba duró tres días y parece que sólo se contó con siete hombres. En ella encontraron numerosos objetos, pero por desgracia sólo uno entró a formar parte de los fondos del Museo. Se trata de una caja de ushebtis, cuyo titular se llama Ja-Bejent. Su interés por el país fue más allá, y formó su propia colección de objetos egipcios. Una colección, sin contexto arqueológico, aunque sí precisó el lugar de procedencia (Saqqara, Luxor, Deir el Medina, Assiut, Assuan, Gumah, Deir el Bahari, Gebel Ein y Akhrnin). Su importancia, radica no sólo en la gran cantidad de piezas que la componían, sino también en la variedad temática de éstas. Hoy en día, se halla repartida en dos museos: Biblioteca Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú (Barcelona). La colección está compuesta por 101 objetos y fue donada a dicha institución por E. Toda y Güell en 1886. Museo Arqueológico Nacional de Madrid. La colección fue adquirida por compra el 15 de Enero de 1887, y consta de más de 1.300 piezas. En Líneas generales, se trata de amuletos, estatuillas de divinidades de bronce, escarabeos, vasos de alabastros, conos funerarios, objetos predinásticos, vendas de momias, ostracas con inscripciones en hierático, demótico y copto, estelas de piedra, máscaras funerarias, cestos, y zapatos de cuero. La última gran donación fue la realizada por el Padre Francisco Roque Martínez, párroco de la Iglesia de San Francisco en Alejandría. No se sabe cómo adquirió su colección, toda sin contexto arqueológico ni procedencia, pero lo cierto es que cuando la donó al Museo entre 1923 (8 de Abril) y el groso de ésta, el 27 de Septiembre de 1930, constaba de casi 300 piezas. Es una colección muy variada en cuanto a temática: amuletos, ushebtis con inscripciones, estatuillas de divinidades de bronce, esculturas en madera, y quizá lo más interesante a resaltar es el conjunto de vasos de alabastro de pequeño tamaño. Importantes también fueron los particulares que donaron o vendieron piezas egipcias al Museo Arqueológico Nacional y algunos hechos históricos, de los que habría que resaltar los siguientes: Inaguración del Canal de Suez El 11 de diciembre de 1869 y tras unas costosas obras realizadas ese mismo año por F. Lesseps, se inaugura el Canal de Suez. Este hecho convocó, en una fastuosa ceremonia, a una gran cantidad de per94 | Egiptología 2.0
sonalidades europeas como la Emperatriz de Francia, el Emperador de Austria, los príncipes de Prusia y Holanda, y por parte de España, entre otros, el entonces alcalde de Madrid Manuel María Galdo, quien adquirió en este país algunas piezas egipcias, entre ellas algunas estatuillas de divinidades de bronce y una momia de Ibis, que fueron donadas al Museo en 1870. El Director General de Instrucción Pública, Ruiz Aguilera, propuso en un escrito fechado el 26 de agosto de 1869 que Facultativos del Museo Arqueológico Nacional viajaran a Egipto, acompañando a la misión diplomática que España enviaba, con la intención “no sólo para ver y estudiar los monumentos y antigüedades egipcias, sino para traer las que de éstas pudieran adquirir”. El transporte de los objetos comprados correría a cargo de los buques de la Armada. Por desgracia, esto no se pudo conseguir, y se perdió una oportunidad de oro de incrementar los fondos egipcios del Museo. Viaje de la Fragata Arapiles Dos años más tarde de la inauguración del Canal de Suez, tuvo lugar el viaje de la denominada Fragata Arapiles al Oriente Mediterráneo. Un viaje lleno de problemas y contratiempos, motivados, principalmente, por el escaso presupuesto con el que contaban los componentes de dicha Fragata. En verano de 1871, partió de Nápoles rumbo a Oriente. España mandaba una comisión científica bajo la dirección de Juan de Dios de la Rada y Delgado, arqueólogo y conservador del antiguo Departamento de Prehistoria y Edad Antigua. La importancia histórica y arqueológica de este viaje queda plasmada en la obra de Rada y Delgado. La Arapiles, visitó numerosas ciudades como Siracusa, Atenas, Troya, Constantinopla, Mitilene, Esmirna, Castro, Cos, Tigani, Jaffa, Cesarea, Chipre, Rodas, Beirut, Port Said, y por supuesto Alejandría. De los 86 días que duró el viaje, sólo dos permaneció en esta última ciudad, en concreto el 4 y el 5 de septiembre. Sin embargo, los medios económicos con los que contaban eran más que escasos e impidieron que España se hiciera con una buena colección de objetos egipcios, tal y como hubiera sido su deseo. Únicamente se pudo adquirir una cabeza de granito de un faraón joven, de época ptolemaica. Donación del Gobierno egipcio Algunos años más tarde, en 1891, tuvo lugar el descubrimiento de la “Segunda Cachette” de Deir el Bahari, perteneciente a la familia Abdel Rasul. En este escondrijo, cuya dirección la llevó a cabo el Servicio de Antigüedades egipcio, se hallaron un total de ciento treinta y cinco sarcófagos cuyos titulares eran sacerdotes y sacerdotisas de la dinastía XXI y XXll.
Momia de Nespademu, Periodo Ptolemaico (Imagen: Sabrina Carlson).
El Gobierno egipcio, decidió ceder parte de las antigüedades descubiertas a diferentes museos del mundo, y entre ellos estaba el Museo Arqueológico Nacional. Le tocó el lote número 13, sin lugar a dudas, el menos numeroso en cuanto a piezas: cinco sarcófagos cubiertos de inscripciones pertenecientes a Pairusejer, Anjefenjonsu, Thy, Rum y el quinto anónimo, sesenta y seis ushebtis de fayenza, y dos cajas funerarias de madera, una de ellas de ushebtis. El propio cónsul español en El Cairo al escribir al Ministerio de Estado Español, ya mostró el malestar ante el escaso número de objetos que componían el lote destinado a España, a pesar de que reconoce que ésta no era una gran potencia y por lo tanto tomaba pocas decisiones en materia de cultura internacional.
Vaso predinástico, 3500-3200 a.C. y estela de la dama Iutsasus, 380-343 a.C. (Imágenes: Sabrina Carlson). Egiptología 2.0 | 95
excavaciones arqueológicas sistemáticas realizadas en Ehnasya el Medina (Heracleópolis Magna) y en diversos yacimientos nubios. Por su parte, la colección de Oriente Próximo antiguo está formada por un número reducido de piezas, fechadas entre la Prehistoria y la época romana e incluye cerámicas, inscripciones, ladrillos, sellos o bronces procedentes fundamentalmente de Mesopotamia y Persia.
Vista general de una de las vitrinas expositivas (Imagen: Moisés González Sucías).
El antiguo Egipto en el Museo Arqueológico Nacional Las milenarias culturas de las orillas del Nilo están representadas básicamente a partir de colecciones que son fruto de la investigación directa de los técnicos del Museo durante los últimos cincuenta años. La muestra se organiza en tres grandes apartados: la sociedad, que revisa desde la vida cotidiana de los habitantes del Nilo hasta la figura del faraón; el panteón egipcio, con los múltiples dioses y prácticas religiosas; y la muerte y sus rituales asociados. De Egipto y Nubia el Museo conserva objetos desde la Prehistoria hasta la época romana y medieval, vinculados al mundo religioso y funerario (sarcófagos, ushebtis, amuletos, momias, estelas, esculturas de divinidades, etc.), muchos de ellos procedentes de
En la actualidad, la colección egipcia, está situada en las salas 33, 34 y 35. El hilo conductor de la exposición es el Río Nilo, en el tramo que fluye desde el Sudán Medio hasta su desembocadura en el Mediterráneo a través de un gran Delta. En torno a este río se desarrollaron en la Antigüedad las culturas nubias en el actual Sudán, y las faraónicas en Egipto, países separados por la primera catarata del Nilo. Ambas culturas presentaron muchas similitudes y a la vez enormes contrates, pero mantuvieron entre ellas un diálogo constante durante miles de años. Respetando su propia especificidad y su contexto, en ocasiones se exhiben juntos objetos procedentes de ambas regiones para explicar ciertos temas. En términos visuales se han elegido dos colores para establecer la procedencia geográfica de los objetos: amarillo para los de Egipto y marrón claro para los de Nubia. Las huellas se manifiestan en los restos arqueológicos, siendo los más importantes para las colecciones del Museo los encontrados en las excavaciones de Nubia y de Heracleópolis Magna. Se exhiben en dos vitrinas que serán renovadas periódicamente.
Segunda planta del Museo donde se encuentra ubicada la colección egipcia (Imagen: MAN).
Los mensajes se leen en documentos con distintos soportes, anotados en diferentes lenguas y escrituras, como la lengua egipcia con sistema jeroglífico, hierático y demótico, así como en copto, griego, meroítico, paleonubio o árabe. El espacio y el tiempo La sala 33 ofrece información sobre la geografía, la historia y la cronología. Un mapa del Nilo, acompañado de un audiovisual, muestra su recorrido desde Jartum al Mediterráneo, mientras que otros dos definen el territorio de Egipto y de Nubia. Están acompañados de una cronología comparada con 96 | Egiptología 2.0
riódicamente. Los mensajes se leen en documentos con distintos soportes, anotados en diferentes lenguas y escrituras, como la lengua egipcia con sistema jeroglífico, hierático y demótico, así como en copto, griego, meroítico, paleonubio o árabe. La sala 33 ofrece información sobre la geografía, la historia y la cronología. Un mapa del Nilo, acompañado de un audiovisual, muestra su recorrido desde Jartum al Mediterráneo, mientras que otros dos definen el territorio de Egipto y de Nubia. Están acompañados de una cronología comparada con las diferentes etapas de su historia que abarca miles de años. La arquitectura de esta sala evoca al río, el eje conductor del discurso museográfico. Se invita al visitante a hacer un recorrido por el Nilo, acompañando a las barcas que lo surcaron para conocer su paisaje, su ecosistema, los métodos de producción, así como las gentes que poblaron sus riberas; animales, plantas, máquinas, utensilios para el control del agua, son los objetos y dibujos que se muestran en la larga vitrina sobre la cual se halla una espléndida acuarela del Nilo. Vista general de una de las salas dedicadas al antiguo Egipto (Imagen: Lorenzo Plana).
La visita continúa descubriendo objetos relacionados con la sociedad egipcia y nu-
bia y con su vida cotidiana. Esculturas, piezas y monedas con los nombres de algunos faraones, objetos de tocador, sandalias, vasos para ungüentos y perfumes, joyería, utensilios domésticos y armas, nos informan de como debió desarrollarse la vida diaria de estos pueblos. Las manufacturas, realizadas por excelentes artesanos, nos han legado tejidos y ejemplares bellísimos de fayenza, de alabastro, y de cerámica, sobre todo la hecha en Nubia. En la sala 34 nos introducimos en el dominio de lo religioso, en primer lugar en Egipto. Una vitrina con las distintas versiones sobre la creación del mundo inicia el recorrido. A continuación, el panteón egipcio muestra divinidades antropomorfas, o hibridas, con cuerpo humano y cabeza de animal, o bajo el aspecto de un animal, el elegido para manifestarse por su misteriosa naturaleza. A estos los momificaron, y en ocasiones los introdujeron en sarcófagos, o sus vísceras en vasos de alabastro. Cada dios fue acogido en una ciudad, junto con una diosa consorte y un hijo, formando las
Estela de Taesjeret, 950-900 a.C. (Imagen: Carlos Moreira). Egiptología 2.0 | 97
Parte superior de una esculura de bronce de Sekhmet, 664-332 a.C. 98 | Egiptología 2.0 (Imagen: Moisés González Sucías).
‘‘triadas’’ que garantizaban la continuidad de la vida. Todas las divinidades fueron veneradas en su templo, al que solamente tenía acceso el faraón y los sacerdotes encargados del culto y de los rituales. El pueblo egipcio, por el contrario, elevaba plegarias a divinidades más cercanas o a intermediarios entre ellos y las grandes deidades en capillas contiguas al templo. Los amuletos y escarabeos protegían a las personas, y los marfiles mágicos ahuyentaban a los genios malvados y a los animales venenosos. Desde la conquista de Egipto en 332 a.C. por Alejandro Magno, el país se verá influido por movimientos artísticos, religiosos y filosóficos helenísticos y romanos, originándose un auténtico sincretismo entre ambos panteones. En Nubia La religión puso de manifiesto una fusión de creencias y una asimilación de dioses. Amón fue venerado como dios supremo. Pronto se constata una fuerte influencia helenística. A partir del periodo meroítico se incorporan al panteón deidades vinculadas al mundo africano. El cristianismo se introdujo en Nubia de forma gradual y, tras la conquista del país por los árabes, se practicó la fe islámica. La conciencia de la muerte es una característica de la persona como individuo y como ente social. ¿Que hacer con los muertos para que sobreviviesen en el Más Allá? En Egipto preservar sus cuerpos, proporcionarles una tumba o casa de eternidad y realizar los ritos funerarios. Las piezas relacionadas con estos temas se muestran en las salas 34 y 35. El cuerpo era soporte del alma, por lo que era necesario conservarlo mediante la momificación. Tras bañar al difunto en el Nilo se extraían las vísceras que se depositaban en los vasos canopos. Después de ser vendado, era cubierto con una máscara y pectorales, con una malla de fayenza o con un simple sudario, como puede verse en las dos momias expuestas en el Museo. Posteriormente, la persona era depositada en un ataúd o ‘‘Cofre de vida’’, decorado con imágenes y textos mágicos que expresaban las formas de renovación, transformación y supervivencia del difunto. En las salas se exhiben cinco ataúdes. Las tumbas o ‘‘casa de eternidad’’
Estela de Seankhiptah, 1785 a.C. (Imagen: Carlos Moreira).
Las tumbas nubias pueden presentar un túmulo rodeado de cráneos de bóvido que cubre el enterramiento, o una pirámide como superestructura y una cámara bajo el suelo. En Egipto la tumba poseía una capilla accesible a los familiares, con las paredes decoradas con escenas de la vida cotidiana, de la comida funeraria y de los rituales llevados a cabo por sacerdotes. Aquí se celebraba el culto. Estaba separada de la cámara subterránea por una falsa puerta y un pozo. Pirámides, mastabas e hipogeos son los tipos más comunes. Sarcófago de Taremetchenbastet, 664-525 a.C. (Imagen: Carlos Moreira).
La cámara sepulcral. Recreación Egiptología 2.0 | 99
Se trata de una recreación hecha con objetos originales de las dinastías XXI y XXII (a excepción de la momia que es moderna). Además del sarcófago, han sido introducidos los vasos canopos, los ushebtis o figurillas funerarias, objetos de tocador y collares. Las imágenes que rodean la vitrina reproducen textos del ‘‘Libro del Amduat’’, extraídos de la tumba de Tutmosis III. Alrededor de la cámara se exhiben objetos procedentes de otros ajuares funerarios. La supervivencia y la ‘‘salida al día’’ El video relata las veinticuatro horas del ciclo solar, su recorrido durante el día y durante la noche hasta el nuevo amanecer, así como el deseo del difunto de unirse al viaje del sol para renacer con él. Las imágenes muestran los objetos expuestos: la barca de la estela funeraria, la venda de momia, el ataúd con textos del ‘‘Pequeño Amduat’’ y representaciones del difunto llegando al umbral de la estancia infernal, donde prosigue su camino conducido por genios que le guían hasta Osiris. Este, personificado por una estatuilla, permanece en el mundo inferior mientras que el dios sol Ra, convertido en un escarabeo, renace de nuevo por la mañana y con él, el difunto renacido. En la actualidad el Museo Arqueológico Nacional, desarrolla una serie de programas internos con la finalidad de estudiar y catalogar el amplio patrimonio procedente del antiguo Egipto: Estudio y catalogación de los ushebtis Estatua de Harsomtus-em-hat, 664-610 a.C. (Imagen: Carlos Moreira).
La colección de ushebtis del Museo es una de las más importantes de todos los museos del mundo por su número y calidad. Estas figurillas funerarias, muy características del antiguo Egipto, constituyen
una fuente inagotable de información sobre los títulos y los nombres de las personas a las que pertenecieron. La tipología, las inscripciones y los materiales de que estuvieron hechos también proporcionan datos esenciales para su estudio. La catalogación y el estudio de los ushebtis avanza paulatinamente. El objetivo final es la publicación On line, del catálogo de estas piezas por parte del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. El catálogo se está haciendo en fichas PDF español-inglés, siguiendo las normas de la base de datos BIS (Base Internacional de Shabtis). Se utiliza el Tesauro Internacional de Egiptología, se están copiando las inscripciones con el programa GLYPH y se incluyen 4 fotografías de cada pieza. En la actualidad se están estudiando los ushebtis del Reino Nuevo y del Tercer Periodo Intermedio, materiales que serán los que se incluyan en el Volumen I del catálogo. Estudio y catalogación de los ataúdes egipcios de la Dinastía XXI Los ataúdes de la dinastía XXI son, quizá, las piezas mas destacadas de la colección egipcia del Museo Arqueológico Nacional. Proceden de la donación que el Gobierno egipcio realizo en1887 tras el descubrimiento del escondrijo de Deir el Bahari, donde 100 | Egiptología 2.0
Algunos de los ushebtis expuestos, varios periodos (Imagen: Sara López).
estaban depositados los cuerpos y los ataúdes de los sacerdotes del dios Amón. Otro ataúd entró formando parte de la colección de E. Toda. La decoración externa relata motivos religiosos e iconografía sagrada que será estudiada e interpretada con detenimiento, así como las inscripciones que los cubren.
Parte superior de la tapa de un Sarcófago, 1500-1100 a.C. (Imagen: Carlos Moreira).
El estudio de los ataúdes egipcios y su iconografía continúa. Se espera que el Prof. Niwinski acuda a España en un futuro próximo para hacer una revisión de los ataúdes fechados hasta ahora en la dinastía XXI, y establecer una datación más precisa de los mismos, sus posibles reutilizaciones, etc.
Estudio y catalogación de la colección de antigüedades del Oriente Próximo La colección de antigüedades del Oriente Próximo ingresó gracias a las ventas hechas al Estado por D. Julio Martinez Santa Olalla en 1975 y por otros coleccionistas particulares como Rivadeneira en el siglo XIX. Las piezas proceden de Mesopotamia y Persia. Este proyecto se realiza en colaboración entre el Museo Arqueológico Nacional y la Universidad Autónoma de Madrid. Se estudiara, catalogará y fotografiara toda la cultura material procedente de estos lugares, que cobra una importancia excepcional tras los acontecimientos bélicos recientes en toda la región y la perdida de una buena parte de su patrimonio. Estudio y catalogación de las piezas procedentes de Heracleópolis Magna Los objetivos son estudiar las piezas procedentes del yacimiento egipcio en el que excava actualmente la Misión Arqueológica española, cuyos inicios se remontan a 1966. Las piezas, relieves de pared y falsas puertas halladas en la necrópolis del Primer Periodo Intermedio / inicios del Reino Medio y conservadas hoy día en el Museo gracias al reparto de excavaciones que se hizo hasta 1980, están siendo incluidas en el registro e inventario general de la excavación, junto a los otros hallazgos realizados entre 2000 y 2013 procedentes de la citada necrópolis y que en muchas ocasiones forman parte del mismo complejo arquitectónico. Todos los hallazgos están incluidos en una base de datos en Acces con fotografías y dibujos, y pronto se iniciará la redacción de la memoria de esta necrópolis para su publicación. Estudio y catalogación de la colección egipcia de Tomás Asensi El proyecto tiene como finalidad poner al día esta importante colección egipcia que fue adquirida por el Museo Arqueológico Nacional en 1876 a la viuda de D. Tomás Asensi. La colección consta de más de 70 piezas de carácter muy diverso: amuletos, escarabeos, ushebtis, máscaras, recipientes, y esculturas, y de distintos materiales: bronce, oro, madera, piedra, y arcilla.
Fragmento de la tumba de Satbahetep y Neferkhau (Imagen: Carlos Moreira). Egiptología 2.0 | 101
102 | EgiptologĂa 2.0
Exposiciones Sara López Caiz / Gerardo P. Taber / Moisés González Sucías
Khaemwaset. El príncipe arqueólogo
Cuarto hijo del faraón Ramsés II y la reina Isetneferet, Khaemwaset es uno de los hijos más conocidos del
monarca, ya que sus contribuciones a la sociedad egipcia fueron recordadas durante siglos. Ha sido descrito como el primer egiptólogo debido a sus trabajos en la identificación y restauración de tumbas y templos. Fue Sumo Sacerdote de Ptah, gobernador de Menfis y príncipe heredero. Murió a los 56 años de edad, en el año 55 del reinado de su padre. Le Musée Départemental Arles Antique, muestra hasta el próximo 22 de enero de 2017, una selección de más de 140 piezas procedentes del Musée d’Art et d’Histoire de la ville de Genève, el Musée d’Archéologie Méditerranéenne de Marseille, el Musée du Louvre y el British Museum, entre otros, con la finalidad de acercarnos a la figura del príncipe Khaemwaset, considerado el primer arqueólogo de Egipto por su contribución a la restauración, recuperación y catalogación de monumentos funerarios, templos y edificios históricos y conocer los vínculos de este con su padre Ramsés II. La exposición cuenta además con reconstrucciones realizadas por Jean-Claude Golvin, que nos permiten contemplar en todo su esplendor como eran las antiguas ciudades de Tebas o Pi-Ramsés. Comisariada por Alain Charron (comisario científico de la exposición) la muestra nos ofrece una oportunidad única para conocer la figura del cuarto hijo del faraón Ramsés II. Egiptología 2.0 | 103
La exposición se organiza en 7 ámbitos: Un hijo de Ramsés II, un príncipe y un sacerdote del dios Ptah, el Serapeum, los sabios y los eruditos, Egipto y la ciencia, la tumba del príncipe y la posterioridad. Khaemwaset fue el cuarto hijo del faraón Ramsés II y de la reina Isetneferet, quienes vivieron durante la dinastía XIX (Reino Nuevo). Ramsés II gobernó el país del 1279 al 1213 a.C. Su largo reinado fue una época de esplendor, gracias a las enérgicas políticas hacía el exterior e interior del Estado, las cuales favorecieron la economía y el desarrollo de las artes. Se considera que Khaemwaset nació alrededor del año 1270 a.C. y que murió a una edad avanzada, tan sólo unos pocos años antes que su padre. En realidad, Khaemwaset fue designado como el príncipe heredero, entre los años 50 y 55 del reinado de Ramsés II; pero su muerte colocó en el trono a su hermano menor Merenptah, décimo-tercer hijo del faraón. Desde muy pequeño Khaemwaset acompañó a su padre, Ramsés II en varias campañas militares. Alrededor del año 13 del reinado de Sety I se sofocó una rebelión en las tierras de Kush (en el actual Sudán). Aunque para esas fechas Khaemwaset debió ser un niño de unos tres o cuatro años de edad, se le representó en uno de los relieves del templo de Beit el-Wali, en Nubia, como un valeroso joven a bordo de un carro de guerra. Khaemwaset estuvo presente en la célebre batalla de Kadesh, a orillas del río Orontes, y en otros asedios de ciudades de la región. Para ese entonces, el príncipe debió contar con unos 15 o 16 años de edad y figura en los relieves del templo de Abu Simbel conduciendo a los hijos capturados de los
Estatua colosal de Ramsés II (Imagen: Moisés González Sucías).
Vista general de una de las salas de la exposición (Imagen: Moisés González Sucías). 104 | Egiptología 2.0
de los generales y jefes hititas ante el faraón y los dioses egipcios. Más tarde, acompañó a su padre en otras campañas militares y se tiene registro, en uno de los relieves del templo funerario de Ramsés II, conocido como el Ramesseum, que en el año 10 del reinado del mencionado monarca, combatió en la toma de la fortaleza hitita de Dapur. Con una carrera militar tan prestigiosa, lo más lógico es considerar que este príncipe seguiría al servicio de las armas. Sin embargo no fue así. Al regresar a Egipto, después de las numerosas incursiones punitivas en tierras asiáticas, el príncipe se trasladó al Bajo Egipto alrededor del año 16 del reinado de Ramsés II, contando con unos 26 o 27 años de edad. Su objetivo fue la milenaria ciudad de Menfis, donde se convirtió en sacerdote sem al servicio del templo del dios Ptah, que en ese entonces estaba dirigido por el ‘‘Gran Jefe de Artesanos” (título del sumo sacerdote del templo de Ptah) de nombre Huy. Durante este período, Khaemwaset se dedicó activamente a los servicios de la liturgia y estuvo a cargo de los rituales funerarios de varios toros Apis en el Serapeum. En el año 30 del reinado de Ramsés II, Khaemwaset fue convocado para anunciar y tomar parte del primer (heb-sed) el “Jubileo Real” de su padre; función que retomó en varias ocasiones a lo largo de los años. El príncipe continuó en el servicio del clero, como sacerdote sem, por varios años y probablemente tomó a su cargo varios de los trabajos de remodelación y ampliación del templo de Ptah. Como sacerdote sem, uno de los principales deberes de Khaemwaset era realizar los rituales funerarios necesarios para que las esencias espirituales de los difuntos pudieran reconocer su cuerpo embalsamado, su tumba y sus ofrendas desde el Más Allá. De tal manera, es seguro que el príncipe oficiara ceremonias en las necrópolis de Menfis. Estatua de Khaemwaset (Imagen: Moisés González Sucías).
Probablemente, después de terminar sus servicios religiosos, el príncipe emprendía largas caminatas entre las innumerables tumbas en for-
ma de mastabas y de inmensas pirámides que habían construido sus antepasados. Khaemwaset tenía un vivo interés por conocer más sobre la historia de su cultura. Recordemos que para él las emblemáticas pirámides que los faraones de la dinastía IV del Reino Antiguo mandaron a erigir en la meseta de Guiza ya tenían más de 1250 años de antigüedad. Un ejemplo interesante que muestra la admiración y respeto que sentía por sus antepasados, es el texto que mandó grabar en una escultura del príncipe Kawab, quien fuera hijo del faraón Khufu de la dinastía IV, quien gobernó del 2509 al 2483 a.C. y que mandó a erigir la célebre “gran pirámide” de Guiza. Entre las fórmulas protocolarias y la titulatura, Khaemwaset declaró que rescató y restauró varias obras de “los nobles que estuvieron antes”. El príncipe no se dedico sólo a las esculturas, como la de Kawab, sino que emprendió un vasto programa que incluyó varios monumentos del Reino Antiguo como: el templo solar del faraón Neuserra, la mastaba del faraón Shepseskaf y las pirámides de los faraones Djoser , Userkaf, Sahura y Unis, entre otros. Tan sólo hace falta considerar el tiempo, esfuerzo y recursos materiales que Khaemwaset invir-
Relieve de Khaemwaset (Imagen: Moisés González Sucías). Egiptología 2.0 | 105
Máscara atribuida a Khaemwaset y pectoral del Visir Paser (Imágenes: Moisés González Sucías). 106 | Egiptología 2.0
tió en la documentación, planeación y gestión de estas empresas. Por tales motivos también se le ha otorgado el sobrenombre de: “el príncipe arqueólogo” porque, efectivamente, realizó labores de este carácter. Un dato que no debe ser pasado por alto es que la actividad “arqueológica” de Khaemwaset se encuentra atestiguada por lo menos desde el último periodo en que se desempeñó como sacerdote sem. Sin embargo, alrededor del año 45 del reinado de Ramsés II el “príncipe arqueólogo”, que para ese entonces ya contaba con unos 55 o 56 años de edad fue promovido al grado de sumo sacerdote del templo de Ptah. Evidentemente, este nombramiento le otorgó más facilidades para efectuar sus obras, pero es relevante hacer notar que ya estaba dedicado a rescatar la memoria de su pueblo antes de obtener un cargo político importante. Esto puede interpretarse como una muestra de su genuino interés por conocer la historia de sus antepasados, en contraposición con acciones que sólo buscasen el proselitismo político o religioso.
Vista general de dos de las salas de la exposición (Imágenes: Moisés González Sucías).
Los últimos años de Khaemwaset transcurrieron en Menfis, en donde siguió ostentando el cargo de sumo sacerdote del templo de Ptah. Al parecer continuó con sus trabajos “arqueológicos” hasta su muerte; la cual ocurrió probablemente poco después del año 55 del reinado del longevo Ramsés II, cuando el “príncipe arqueólogo” contaba con unos 65 o 66 años; edad bastante avanzada para la esperanza de vida del mundo antiguo. Su tumba aún no ha sido localizada aunque probablemente fue sepultado en Saqqara. Aunque mucho tiempo se pensó que su sepulcro era un sarcófago hallado en el interior del Serapeum por Auguste Mariette entre 1851 y 1853, el cual contenía una figura antropomorfa elaborada en resina, así como varias joyas y ushebtis con el nombre y títulos del príncipe Khaemwaset. Sin embargo no hay testimonios para el enterramiento en el Serapeum de Saqqara que se ha propuesto con frecuencia y, en realidad, su momia era la de un toro sagrado. Por otra parte, a finales del siglo pasado, las excavaciones arqueológicas realizadas por la Universidad de Waseda de Japón en el norte de Saqqara localizaron los restos de lo que pudo haber sido el ‘‘recinto del ka” de Khaemwaset. Habrá que esperar a que estos trabajos continúen y a que se reúnan más datos para determinar cual es el lugar de eterno reposo del príncipe.
Pectoral en forma de halcón y detalle (Imágenes: Moisés González Sucías). Egiptología 2.0 | 107
Ushebtis descubiertos en el Serapeum de Saqqara (Imágenes: Moisés González Sucías).
Las obras del “primer egiptólogo” hicieron eco más allá de su tiempo ya que fue recordado como un personaje sabio, aún por los propios egipcios de la antigüedad. Su historia se funde en la literatura mitológica, en donde protagonizó una serie de relatos de carácter mágico que se conocen por textos, escritos en demótico, del período romano de Egipto, es decir, 1500 años después de su época. En estas historias es llamado “Setne Khaemwaset” siendo el vocablo setne una corrupción del término setem que se utilizaba para designar a un integrante del clero de Ptah. Uno de los relatos narra como el “príncipe arqueólogo”, tras un arduo trabajo de investigación en las bibliotecas de los templos, descubre que un “papiro mágico” se encuentra oculto en una tumba de la necrópolis de Menfis del otrora príncipe Naneferkaptah. Cuando Khaemwaset, después de localizar y “excavar” la tumba, se dispone a tomarlo las esencias espirituales del propietario del sepulcro, así como las de Ahwere y Merib (la esposa y el pequeño hijo de Naneferkaptah) se aparecen y le advierten que el papiro contiene dos poderosos conjuros escritos por el mismo Thot, el dios de la sabiduría. Las animas le advierten a Khaemwaset sobre el peligro de recitar las fórmulas mágicas del papiro y le narran la historia de cómo lo consiguió Naneferkaptah y que al hacer esto, cayó sobre él un castigo divino que hizo que perdiese todas sus posesiones y a todos sus seres queridos. La historia narra que Khaemwaset no hizo caso de la advertencia y tomó el “papiro mágico”. Los siguientes días tuvo visiones terribles que le advertían sobre el lúgubre destino que le esperaba si se empecinaba en conservar los conjuros de Thot. Khaemwaset comprendió que había incurrido en una acción poco digna y restituyó el papiro a la tumba de Naneferkaptah y, para redimirse, 108 | Egiptología 2.0
Neferrenpet (Imagen: Moisés González Sucías).
también llevo a Menfis los cuerpos embalsamados de Ahwere y Merib desde la lejana ciudad de Coptos, para que así toda la familia pudiese estar reunida en la eternidad. Otra historia narra el nacimiento y educación de Sa-Osiris, hijo de Khaemwaset y su esposa Mehusekhe, quienes se alegraron de su llegada, ya que sólo habían engendrado a dos hijas. Desde muy pequeño el niño demostró una inteligencia vivaz y grandes aptitudes para la magia.
Vasos canopos de toros Apis procedentes del Serapeum de Saqqara (Imágenes: Moisés González Sucías).
A la edad de 12 años fue convocado al palacio de Ramsés II por su padre para resolver un acertijo con el que un cacique nubio había desafiado a la corte del farón: leer una carta sin romper el sello que la mantenía cerrada. Ante el asombro de todos, Sa-Osiris leyó la misiva sin problema y en el proceso se reveló que el cacique nubio era en realidad el hechicero Sa-Neheset, quien había azotado a Egipto siglos atrás y que fue derrotado por Sa-Paneshe, un poderoso mago de la corte de los faraones de antaño. En ese momento, Sa-Osiris reveló que en realidad él era Sa-Paneshe y que había regresado del Más Allá para defender nuevamente al país del Nilo. La historia narra el enfrentamiento entre estos magos, quienes hacen gala de prodigiosos hechizos y poderosos encantamientos. Al final, el hechicero nubio es nuevamente derrotado y Sa-Osiris / Sa-Paneshe desaparece tras completar su misión. Khaemwaset queda desconsolado al perder a su único hijo, aunque después vuelve a engendrar a otro varón al que también nombra Sa-Osiris en honor al poderoso mago que crió como si fuera su hijo.
Busto de un funcionario de Menfis (Imagen: Moisés González Sucías). Egiptología 2.0 | 109
Hoy viajamos a... Bartomeu Egea Resino
Isla de Sehel
Parte superior de la denominada ‘‘Estela del hambre’’ (Imagen: Bartomeu Egea Resino).
Que ver Toda isla, especialmente su zona sur, que es la que visitaremos, es un gran depósito de petroglifos sobre granito, esparcidos por todo el lugar y aunque nuestro objetivo principal sea la llamada “Estela del hambre” en las rocas existen inscripciones de varios periodos como los registros de Tutmosis I y los más numerosos ptolemaicos. El yacimiento que se encuentra rodeado por una verja, esta formado por dos pequeñas colinas llamadas Hus-
Ofrenda de incienso al cartucho de Amenhotep II y Khnumemwesekhet (alcalde de Elefantina) y su esposa Hener, adorando una estatua de Anuket (Imágenes: Bartomeu Egea Resino). 110 | Egiptología 2.0
sein Togug y Bidi Togug, es esta última que se encuentra al este, en la que podemos ver la estela de período ptolemaico que nos narra la hambruna producida por las pobres crecidas del Nilo y las plegarias realizadas a los dioses, en tiempos de Dyeser en la III dinastía.
Isla de Elefantina
Aswan
Amarradero Taquilla
Isla de Sehel
Situación de la Isla Sehel (Imagen: Google Maps).
Como ir El medio de transporte para acercarnos a la isla de Sehel es mediante una motora, barca que tomaremos en la corniche de Aswan, en la proximidad del hotel Old Cataract. Mediante este medio en cortos minutos llegaremos al amarradero de la isla, desde él, y en un recorrido de 500 metros llegaremos a las taquillas. El ticket asciende a 30 LE.
Amarradero y taquillas (Imágenes: Bartomeu Egea Resino). Egiptología 2.0 | 111
Funcionario y restos de inscripciones jeroglíficas (Imagen: Bartomeu Egea Resino).
Funcionario ante el faraón Ramsés II (Imagen: Bartomeu Egea Resino).
Recomendaciones El terreno es muy abrupto al tiempo que ascendente, aunque las vistas sobre los antiguos rápidos de lo que fue la primera catarata bien vale el esfuerzo, precisando buen calzado para esta excursión tan interesante. El Vendedor de los tickets dispone de información en castellano en fotocopias del lugar a cambio de una pequeña propina. 112 | Egiptología 2.0
Escarabeos y escaraboides, egipcios, egiptizantes y pseudoegipcios en la Península Ibérica Álvaro Luque Lomas
Egiptología 2.0 | 113
Aproximarnos a los escarabeos en la Península Ibérica implica abordar la arqueología protohistórica: Estas piezas u otros materiales semejantes de factura egipcia, pseudoegipcia o egiptizante, requieren del trabajo minucioso de aspectos como procedencia, contextualización arqueológica, lectura iconografía (imagen y símbolos) y valoración de los hallazgos como fuente difusora de nuevos conceptos foráneos. Este análisis arqueológico sobre los escarabeos peninsulares se compone por un total de 118 ejemplares, que han sido estudiados en sus contextos permitiendo lecturas interpretativas de los datos. Los escarabeos proceden de 30 yacimientos distintos de toda la Península Ibérica, habiéndose seleccionado únicamente aquellos que cuentan con una documentación arqueológica adecuada para el estudio. La ubicación de estos puntos arqueológicos viene establecida en un mapa que ilustra la difusión de los escarabeos facilitando la visualización de su dispersión.
Mapa de la Península Ibérica que señala geográficamente las ubicaciones de cada uno de los 30 yacimientos arqueológicos de donde proceden los escarabeos y escaraboides estudiados (Imagen: Wikimedia Commons).
Debemos comenzar a desarrollar nuestro análisis por la designación nominal y clasificación para las piezas halladas. Esta se establece en dos tipologías distintas: escarabeo y escaraboide. La designación de escarabeo es la otorgada por arqueólogos a piezas que genéricamente han sido interpretadas como pequeños amuletos con forma de escarabajo y que con frecuencia llevan motivos iconográficos e inscripciones en su reverso (Canales Mesa, P., 2013: 22). Como escaraboides son designadas aquellas que carecen de detalles anatómicos propios del insecto en el anverso de la pieza (Conde Escribano, M. et al, 2005:82), entre sus tipologías podemos encontrar ánades, erizos, cabezas negroides, etc (Canales Mesa, P., 2013: 22). La clasificación a su vez se lleva a cabo en tres categorías (egipcias, pseudoegipcias y egiptizantes) dependiendo de las características que la definan. 114 | Egiptología 2.0
Piezas egipcias se les denomina a aquellas que con seguridad se han fabricado en el país del Nilo, piezas pseudoegipcias son las que presentan una morfología semejante a las egipcias, pero cuentan con alguna característica que advierte que el objeto se elaboró fuera de Egipto, y son clasificados como materiales egiptizantes aquellos que fuera del entorno egipcio cuentan con elementos de dicha cultura (Padró Parcerisa, J. 1976:12). ¿Pero cuál es el origen de estas piezas? ¿Qué simbolizaban? ¿A quién representaron? ¿Cómo llegaron hasta la Península Ibérica?. En Egipto la imagen del escarabajo plasmado como amuleto de pequeño tamaño se convirtió en objeto de culto de modo ininterrumpido desde su origen hasta la etapa tardorromana, adquiriendo distintas connotaciones sobre un mismo núcleo conceptual según el momento histórico, siempre asociado a mitos de creación, fecundi-
Ejemplar de escarabeo - Escarabeo de tesorillo de Peña Negra. Crevillente, Alicante (Imágenes: Escolano-Poveda, M. 2010:90).
Ejemplar de escaraboide - Escaraboide de Tossal del Moro en Piñeras. Batea, Tarragona (Imágenes: Almagro Gorbea M., y Graells i Fabregat, R. 2011:29).
Ejemplar de escaraboide negroide - Escarabeo de Porto do Sabugeiro, Portugal (Imágenes: según PEREIRA, 1975, citado por Almagro-Gorbea, M. y Torres Ortiz, M., 2009: 536). Egiptología 2.0 | 115
Ejemplar de escarabeo egipcio - Escarabeo de Cabezo de la Joya, Huelva (Imágenes: Padró Parcerisa, J., 1976-1978: 492 y López de la Orden, Mª D. y García Alfonso, E. 2010: 295).
Ejemplar de escarabeo pseudoegipcio - Escarabeo de Torrelló del Boverot, Castellón (Imágen: Almagro Gorbea M., y Graells i Fabregat, R. 2011:27) y ejemplar de escarabeo egiptizante - Escarabeo de Aliseda, Badajoz (Imágenes: Almagro Gorbea M., y Graells i Fabregat, R. 2011:27).
dad y nacimiento (López Grande, M. J., 1988: 162). Observando el animal al que representan, este fue tradicionalmente interpretado como ejemplares del Scarabaeus Sacer Linnaeus, el escarabajo pelotero mediterráneo que se asimiló principalmente al dios egipcio Jepri hasta que Latreille detectó en 1827 que estas piezas realmente estaban fabricadas a semejanza de otra especie, el Kheper Aegyptiorum, propia del Bajo Egipto (Martín-Piera, 1997, citado por Canales Mesa, P., 2013:7). A nivel popular la figura del escarabajo (escarabeo), guardaba lecturas sobre la dinámica del cosmos y del ciclo vital, que corrían paralelas a formulaciones teológicas sobre la divinidad solar egipcia, para esta población los escarabeos poseían un valor mágico religioso que se adecuaba a las exigencias del individuo y sus miedos ante el devenir de la vida (López Grande, M. J., 1988: 162). Pero este amuleto no solo tuvo adscripciones con la religiosidad del concepto solar, sino que también se vinculó a deidades egipcias diversas como Ptah, Thot o el demiurgo Khepera (Canales Mesa, P., 2013: 21). Según algunos investigadores la clave de la interpre116 | Egiptología 2.0
Proceso de recolección, modelaje y transporte del excremento (Imágenes: Martín-Piera, F., 1997:328).
tación religiosa está en el horror al caos que existía en la cultura egipcia. El escarabajo era una expresión del Orden Divino, que junto a la facultad de resurgir de este insecto, se alegorizaba al mismo sol, que muere y resucita tras cada noche (Martín-Piera, F., 1997:327-330). Además entre las cuestiones de la mitología generada en torno al escarabajo pelotero egipcio, observaremos que alberga un concepto religioso cultural sobre el devenir, resurgimiento, renacimiento, metamorfosis y engendramiento. Igualmente esta deidad es la responsable tras la muerte del ser humano de sus transformaciones y del camino en la otra vida. El significado varía en función de las facetas a las que se haga referencia en su designación (Canales Mesa, P., 2013:8 y 10), pudiendo encontrar más utilidades ideológicas y cultuales.
Esquemas del proceso de larva a ninfa del escarabajo y dibujo de la tumba de Ramses VI (Imágenes: Martín-Piera, F., 1997:338).
Así en el ámbito egipcio original de uso funerario solían darse tipologías más grandes de escarabeos. Durante el ritual eran depositados junto al difunto, con frecuencia cerca del corazón, y contaban con inscripciones considerablemente más amplias del Libro de los Muertos (Canales Mesa, P., 2013: 26) cuyo fin práctico era ayudar al difunto a superar el juicio de los dioses. Volviendo al tema que abordamos, hay que observar el contexto histórico que vivió la Península Ibérica durante el I milenio a.n.e. para comprender el registro de estos escarabeos. Será escenario de contactos comerciales, culturales e interétnicos que pese a que su intensidad y dirección varía espacial y temporalmente, permite el estudio de distintos tipos de relaciones con diferentes posibilidades de lectura para los escarabeos y escaraboides(Fernández Rodríguez, J. M., 2000:185). Realmente se trata de piezas muy estimadas en todo Oriente durante el II milenio a.n.e. (Base de datos museísticos Ceres, I: CE08310). Pero será en el I milenio a.n.e. cuando hacen incursión en la Península Ibérica abarcando desde el Siglo VIII al IV-III a.n.e. (AlmagroGorbea, M. y Torres Ortiz, M., 2009: 539). En un principio la mayor parte de los escarabeos eran de procedencia egipcia, siendo Naucratis una de las más importantes factorías exportadoras a todo el Mediterráneo, activa hasta finales del Siglo VI a.n.e. (Navarro Cía, O. 2012), coincidiendo con el cese de exportaciones de Egipto, que entraron en retroceso por motivos políticos internos y externos (Fernández Rodríguez, J. M., 2000:193). A partir de ese momento los focos emisores pasan a ser talleres de artesanos griegos, etruscos y púnicos. De los cuales irradiarían las piezas pseudoegipcias y egiptizantes cuya circulación se estima hasta el Siglo III a.n.e. (Base de datos museísticos Ceres, I: CE08310). Por ello el contexto histórico peninsular de los escarabeos se comprende a partir de un complejo proceso de aculturación que comienza en el III y II milenio a.n.e., cuando se configuran rasgos culturales fenicios, entre los cuales está comprendido como amuletotalismán (Fernández Rodríguez, J. M., 2000:193). Resulta necesario para comprender la ideología con la que manejaron estas piezas, un análisis en la religiosidad oficial fenicia del I milenio a.n.e., coincidiendo con la expansión colonial en occidente. Ya que serían estos grupos los responsables de su difusión en una primera instancia. Desde finales del Siglo XI a.n.e., durante el I milenio a.n.e. el prestigio político, cultural y técnico de Egipto estaba presente en manifestaciones culturales del ámbito colonial y en las zonas sirio-palestinas, el dominio cultural egipcio desemboca en la moda egiptizante, reflejándose en los rasgos y ciertos conceptos de su cultura material, sin embargo, es importante aclarar que esta influencia egipcia no caló en el plano religioso, pero sí que se adquieren rasgos artístico vinculados a la sacralidad, como ejemplos: el naos de los templos, las golas arquitectónicas egipcias y motivos iconográficos como el uraeus. En cambio en el ámbito popular se adoptaron divinidades egipcias protectoras pero con un carácter individual y privado. Queda constatado, que existió una imitación de los productos egipcios incorporándolos a su cultura material, pero cuya realización en serie (para la actividad comercial) conllevó la perdida de los conceptos originales y una vulgarización de los materiales (Fernández Rodríguez, J. M., 2000: 193-195). Egiptología 2.0 | 117
La recepción de estos escarabeos por parte de las sociedades indígenas tuvo una amplia aceptación (Padró Parcerisa, J., 1976-1978: 508). Su problemática reside en el carácter mágicoreligioso de los materiales y su correspondiente encaje en la creencia y religiosidad ibérica, ya que el perfil de esta religión o religiones es difícil de definir por los investigadores. Resulta complejo interpretar la incursión de las piezas debido a la propia heterogeneidad de los grupos receptores y a sus realidades socioculturales e ideológicas, por lo que deben ser estudiados con cautela. Sin embargo los investigadores coinciden en concluir que fueron empleados en la península como amuletos protectores en el paso hacia el Más Allá, muy posiblemente tras su uso en vida como talismán apotropaico, como sellos y marcas de propiedad de sus dueños, con claras connotaciones de estatus social (Almagro-Gorbea, M. y Torres Ortiz, M., 2009: 546). Un ejemplo de las nuevas connotaciones religiosas que adquirieron en la península lo refleja el ritual ibero de incineración, del que formaron parte muchos de los escarabeos estudiados aquí, que resulta antagónico a la cosmovisión egipcia en la momificación para la conservación del cuerpo, como veremos más adelante. Como ya hemos dicho, la difusión por todo el Mediterráneo de los escarabeos es fruto del comercio fenicio en el Periodo Orientalizante siendo habituales ciertos contextos arqueológicos fenicios y púnicos, con presencia también en el ámbito indígena. El escarabeo es uno de los elementos más representativos del proceso de aculturación (Almagro-Gorbea, M. y Torres Ortiz, M., 2009: 539). Se refleja en su amplia diseminación por la cuenca mediterránea la gran actividad exportadora durante el I milenio a.n.e., no solo por parte de los colonizadores fenicios, sino de individuos de sectores sociales poco elevados como soldados, que junto con el comercio de los diferentes ámbitos culturales (etrusco, fenicio, heleno etc.) lo difundieron como amuletos de magia común al servicio de los intereses cotidianos a los que se le sumarían valores teológicos de los mismos (López Grande, M. J., 1988: 162). En la observación de los hallazgos arqueológicos el contexto es imprescindible para la interpretación, ya que nos aproxima al significado correcto de estos materiales con la articulación precisa de su yacimiento o su depósito funerario pudiendo establecer cronologías y aspectos de su incursión en el territorio. Para ello la elaboración de un pequeño registro de hallazgos de escarabeos peninsulares con contexto (118 ejemplares estudiados en total), a través de la publicación de sus estudios, supone interesantes datos que evidencian contactos entre las sociedades del pasado, donde se observan diferentes tipos de 118 | Egiptología 2.0
relaciones con varias posibilidades de lectura. Así el papel de los escarabeos en las necrópolis, como en otros yacimientos de carácter ideológico, sacro e incluso doméstico revelan prácticas de su uso, del modo de vida de sus dueños y permiten valorar factores de aculturación. A partir de los materiales estudiados, los contextos arqueológicos pueden ser agrupados en los siguientes tipos: Necrópolis: 66 número total y 55.93%. Espacios cultuales: 39 número total y 33.05%. Espacios domésticos: 13 número total y 11.01%. Continuando en el ámbito funerario, la presencia de escarabeos y escaraboides en ajuares de incineración resulta antagónica al ritual egipcio para la conservar el cuerpo (López Grande, M. J., 1988: 162), como ya mencionamos, aspecto que es revelador y ofrece información sobre el grado superficial del calado religioso original de los que estos materiales formaban parte en Egipto. También su presencia en espacios domésticos es muestra del uso talismánico, así como de piezas que podrían ser productos exóticos marcadores de rango social, en función de sellos personales e incluso como objetos que formarían parte del adorno en la indumentaria a modo de piezas exóticas de prestigio.
Gráfico de porcentajes (Imagen: Álvaro Luque Lomas).
Una vez analizados los datos que se desprenden de nuestro estudio, de los 118 escarabeos, observamos que en la costa atlántica predominan los hallazgos en necrópolis, mientras que en el territorio de la actual Extremadura encontramos un número muy elevado de contextos sacros, vinculados a las prácticas religiosas. En el sur peninsular hay un predominio de contextos funerarios para los escarabeos, señalando algún hallazgo relevante de 37 piezas en el san-
tuario Gorham´s Cave, en Gibraltar. También en la zona del levante peninsular encontramos predominio de contextos funerarios en necrópolis. En el noreste peninsular, coinciden los hallazgos en contextos funerarios. Las características que se han podido valorar en la observación de estas piezas comienzan por el sector noreste de la Península Ibérica donde encontramos una dispersión llegando hasta el Valle del Ebro y las costas de la Galia mediterránea (Almagro Gorbea M., y Graells i Fabregat, R. 2011: 81), resultan muy raros en el arco noroeste del Mediterráneo Occidental al aparecer a fines del Siglo VII a.n.e., a partir de c. 575 a.C. se evidencia una creciente “divulgación” de su uso (Almagro Gorbea M., y Graells i Fabregat, R. 2011: 68). En el sur de la Península Ibérica se hace evidente la distribución de los escarabeos egipcios hasta la primera mitad del Siglo VI a.n.e. coincidiendo con el área de expansión del comercio fenicio (López Grande, María José., 1988: 155). Gadir parece ser el centro distribuidor de materiales egipcios (entre ellos los escarabeos), para el área sur (Fernández Rodríguez, J. M., 2000). En la costa atlántica y la zona extremeña predominan piezas de factura egipcia, mientras que las de fabricación fenicia e hispano-fenicia están en menor proporción. En el sur peninsular destaca piezas atribuidas a talleres egipcios, y en el levante se registran escarabeos egipcios y pseudoegipcios, con predominio de las egipcias. Otro aspecto de interés vinculado a los escarabeos es la posibilidad, como algunos investigadores han apuntado, de que puedan ser auténticos marcadores de sexo y edad, algunos estudios realizados al respecto revelaron una tendencia a la asociación de tumbas de mujeres y niños sobre las de hombres adultos, en el marco peninsular y mediterráneo (Fernández Rodríguez, J. M., 2000:202). Este fenómeno podría tener una interpretación sobre prácticas concretas, vinculadas a las creencias y a las propiedades que se atribuyeron a estas piezas y a su posible valor mágico en beneficio de estos sectores (mujeres y niños) de las sociedades protohistóricas. Los resultados de este trabajo concluyen el volumen más importante de materiales egipcios, pseudoegipcios y egiptizantes para contextos arqueológicos de necrópolis, coinciden con los estudios de Fernández Rodríguez, J. M., (2000). Menos frecuente es este tipo de objetos en espacios de culto, y significativamente menor para los espacios domésticos. Si hacemos un pequeño resumen cronológico del papel que jugaron los escarabeos a lo largo de los siglos en el Mediterráneo, y más concretamente en la Península Ibérica debemos comenzar por el II milenio antes de nuestra era. Periodo en el cual fueron muy estimados en todo Oriente (Base de datos mu-
seísticos Ceres, I: CE08310). Más tarde, durante el I milenio a.n.e., la presencia de escarabeos está mucho más generalizada y se vincula ya con la colonización fenicia. Según Almagro-Gorbea, Torres Ortiz, (2009) y Padró Parcerisa, (19761978) el marco temporal en el que aparecen más abundantemente en la Península abarca desde el Siglo VIII al IV a.n.e., igualmente Fernández Rodríguez (2000) afirma que en esta misma franja temporal existe una proliferación de los materiales de tipo egipcio y egiptizante, entre los cuales se encuentran los escarabeos. Es importante señalar también, que a partir del Siglo VI a.n.e. las inscripciones jeroglíficas en los anversos dejan de estar presente, al menos de un modo tan genérico como en siglos anteriores. Para los escarabeos pseudoegipcios junto con otros materiales del mismo estilo de fabricación se han dado fechas desde el Siglo VI a.n.e. (Fernández Rodríguez, J. M., 2000:198). En torno al Siglo V a.n.e. es cuando se producirá la generalización de las piezas con iconografía helenizante (Almagro-Gorbea, M., et al 2009: 75), los focos emisores pasan a ser talleres de artesanos griegos, etruscos y púnicos, se estiman hasta el Siglo III a.n.e., (Base de datos museísticos Ceres, I: CE08310). Para comprender estos cambios en el comercio de los escarabeos debemos recordar algunos aspectos históricos; A comienzos del Siglo VI a.n.e. se produjo una serie de cambios que desembocarían en una crisis del sistema socio-económico existente hasta el momento en la Península Ibérica y en gran parte del Mediterráneo. Uno de los más relevantes llegó con el hundimiento del comercio fenicio, interrumpido por el asedio de Tiro y su conquista por los persas, favoreciendo la introducción de comerciantes griegos focenses en nuevas áreas peninsulares (Moneo, T. 2003:343), el auge y la presencia de colonias estuvo entre los años 580-550 a.n.e. con nuevos productos exóticos (objetos cerámicos y otras piezas de lujo), dándose un contacto entre el mundo colonial focense y tartesos (Almagro-Gorbea, M. 1987:64) con importaciones de productos destinados a las élites indígenas. Además abrieron nuevas rutas de explotación hacia las áreas del interior hasta que el creciente poder de Cartago bloquea las naves griegas y su comercio declina a partir del 550 a.n.e. y con él, el esplendor de la cultura tartésica, a este declive se unen otras circunstancias de orden políticoeconómico y el surgimiento en su entorno de una nueva cultura ibero-turdetana (Valiente Cánovas, S. 2007:43). El comercio colonial griego focense continúa influyendo en la cultura ibérica a través de la región del sudeste peninsular desde donde se alcanzaban las ricas regiones mineras de Sierra Morena en el Alto Guadalquivir. Los escarabeos de marcado carácter helenístico proceden de estos contactos coloniales Egiptología 2.0 | 119
con el mundo griego y púnico. Volviendo al análisis de los esacarabeos, es importante señalar cómo uno de los aspectos principales es la observación de sus reversos y su amplia variedad iconográfica. El carácter exótico estaba reforzado por la rica carga de motivos figurados, inscripciones o grabados albergados en la parte inferior, esta es bastante diversa y varía en función de su uso, procedencia y cronología (Egipcia, feno-púnica o helenística).
Escarabeo de tesorillo de Peña Negra, Crevillente, Alicante (Imágenes: Escolano-Poveda, M. 2010:86).
En un primer momento la procedencia egipcia de los escarabeos hizo que la presencia de jeroglíficos fuese predominante.
Escarabeos de Cancho Roano, Badajoz (Imágenes: Almagro-Gorbea, M., et al 2009:73).
Sin embargo los grupos indígenas encontrarían en la iconografía helenística temas más afines a su idiosincrasia e ideología (leones, guerreros, escenas de caza, grifos etc.). Correlatos que reflejan aspectos socioculturales y funerarios propios de la vida y la cosmovisión del ibero (Fernández Rodríguez, J. M., 2000:190-197). Los producidos como mercancía comercial tendrían, lógicamente, una temática iconográfica, simbólica o religiosa más popular. Pero de igual modo, la base del escarabeo puede aparecer sin ninguna grafía, aunque es menos frecuente. Se ha estimado que la carencia de motivos se debe interpretar como piezas concebidas para ser integradas en collares, botones, etc. Las inscripciones jeroglíficas de muchos de estos escarabeos son una fuente de información y un recurso de datación muy estimable, entre las más comunes destacan los epígrafes reales, cartuchos faraónicos, laudatorias religiosas, alusiones a divinidades del panteón egipcio, nombre de personas y fórmulas epigráficas que reforzarían su función mágica. Igualmente su iconografía recoge motivos religiosos, emblemas, animales, plantas, lemas y ornamentos (Canales Mesa, P., 2013: 24). En Egipto los faraones utilizaron los escarabeos como emblema de poder, su vinculación al sol y al dios Osiris les otorgaba legitimidad espiritual, vinculándose directamente con el ámbito divino (Canales Mesa, P., 2013: 28). Con respecto a la interpretación iconográfica de los signos jeroglíficos encontramos algunos que pueden ser considerados como símbolos en sí mismos, como es el caso del disco solar, el halcón o el uraeus. El signo jeroglífico más frecuente en las inscripciones es el nb que representa el ideograma egipcio del cesto. Este es habitual tanto en escarabeos de origen egipcio como feno-púnico (Almagro-Gorbea, M. y Torres Ortiz, M., 2009: 542). 120 | Egiptología 2.0
Entre el rico abanico iconográfico de los escarabeos destacan los motivos figurativos zoomorfos, animales reales o míticos, vinculados tanto a la divinidad como a la figura real, el león y la esfinge son ejemplos de ello. Otro reiterante de esta categoría son las aves (halcón, buitre, y otros de difícil definición). La divinidad solar queda simbolizada a través del halcón y el ureaus (Almagro-Gorbea, M. y Torres Ortiz, M., 2009: 542). Con respecto a la iconografía helenística, destacar el protagonismo en esta etapa de motivos de carácter guerrero y heroico (guerreros, caza, lucha, héroes, grifos, leones, esfinges, etc), que serían los más demandados y apreciados culturalmente por las sociedades surgidas tras el perido Orientalizante (almagro-Gorbea, 1996, p.41 s.;Torres 2002, p. 380 s., citado por Almagro-Gorbea, M. y Torres Ortiz, M., 2009: 545), estos escarabeos con frecuencia procedían de talleres púnicos y etruscos, en el ámbito ibérico serían interpretados desde la ideología local, también se plasman estos conceptos en la iconografía monetal de etapa ibero-romana. Los escarabeos con representaciones iconográficas figuradas deben considerarse de procedencia cartaginesa en su mayoría (Almagro-Gorbea, M. y Torres Ortiz, M., 2009: 545).
Ejemplar de escarabeo con iconografía figurativa - Escarabeo de Ampurias. La Escala, Gerona (Imágenes: Almagro Gorbea M., y Graells i Fabregat, R. 2011:52).
Torelli en este ámbito iconográfico (M. Torelli 2002 y 120 citado por Almagro Gorbea M., y Graells i Fabregat, R. 2011: 74-77) descarta una autorrepresentación del propietario mediante las divinidades, animales reales o símbolos determinados. Las materias primas empleadas en la fabricación de estas piezas, así como los metales elegidos para engarzar los escarabeos denota a menudo unos valores intrínsecos reconocibles para cualquier individuo, técnicas artesanales elaborados y metales nobles como la plata y en menor frecuencia el oro (Base de datos museísticos Ceres, I: CE08310). Entre los diferentes materiales que se emplearon para fabricar los escarabeos que recogemos en este trabajo podemos apreciar: pasta vidriada verde, pasta blanca, bronce, esteatita, ágata, fayenza, cristal, jaspe, cornalina, lidita, marfil, amatista y cuarzo. La tipología de escarabeo egipcio emplea la piedra, siendo la esteatita o esteatoquisto (silicato de magnesio) la de mayor antigüedad y abundancia. Para la técnica de la talla de escarabeos se usaron piedras transpa-
rantes o semitransparentes, más tarde se emplearon materiales de mayor dureza como basalto verde, diorita, granito, hematita, lapislázuli, jaspe, serpentina, cornalina, amatista, ónice y ágata entre otros. Simultáneamente se realizaban también en materiales blandos como la caliza blanca y la pizarra blanca (Canales Mesa, P., 2013: 23). En Egipto los más valorados eran los realizados en porcelana blanca, cristales de colores, marfil, oro y piedras preciosas (Canales Mesa, P., 2013: 23). Con la “industrialización” de los escarabeos en el Mediterraneo se comenzó a emplear las técnicas de pasta o tierra cocida utilizando moldes, La técnica del vidriado surge de la mano, con distintos tonos de esmaltado, siendo los más comunes los verdes, azules y tonos intermedios a estos. Los anillos porta escarabeos y escaraboides se elaboraron con metales valiosos como oro, plata o bronce. También se han interpretado como colgantes en su función de adorno personal y elemento ostentatoEgiptología 2.0 | 121
rio al ser piezas jerárquicas de posición social y amuletos mágicos profilácticos (Fernández Rodríguez, J. M., 2000:190-197). En la costa atlántica predominan las piezas fabricadas con pasta (fayenza, vidriadas y no vidriadas), en menor número están presentas escarebeos de bronce, cristal y piedras semipreciosas. En el Sur Peninsular predominan las piezas de fabricación en pastas claras y parecida proporción en piedras semipreciosas. En la zona de la actual Extremadura, encontramos documentados escarabeos que mayoritariamente están fabricados en piedras semipreciosas. En el Levante, piezas de fayenza blanca, en el noreste peninsular destacan los escarabeos de pasta en distintos tonos de verde azulado, señalando un aumento de piezas en piedras semipreciosas en la zona más próxima al norte.
Escarabeo de Aliseda, Badajoz. Siglo VII-VI a. C. (Imágenes: Base de datos museográficos ceres.mcu.es). 122 | Egiptología 2.0
Básicamente podemos sintetizar el proceso aculturador de los escarabeos en tres momentos: primero en el contexto egipcio (país originador de estas piezas) otorga una identidad cultural concreta al objeto, en segundo lugar son tomados por comerciantes fenicios y soldados, que reciben de su contexto original los materiales y (en diferente grado) interpretan y modifican conceptos sobre los escarabeos impregnándolos de connotaciones culturales propias, y finalmente cuando llegan a manos de receptores en otros puntos del Mediterráneo como la Península Ibérica, donde llegan con connotaciones egipcias, feno-punicas, o helenísticas. Estos grupos indígenas receptores que asimilarían y sincretizarían ciertos conceptos (en distinto grado dependiendo de factores culturales propios en cada territorio) y quizá otorgaran nuevas lecturas a los escarabeos y a la iconografía e ideas mediterráneas que estos ya traían de los contextos culturales anteriores. Es decir, señalamos diferentes niveles de calado y sincretismo de estos en los grupos indígenas y en los colonizadores, con matices históricos, geográficos y cronológicos. Para los iberos tendrían su propio significado pero incorporando aspectos nuevos en la ideología, apoyados por tradiciones orales que se introducen desde el mundo colonial en el imaginario colectivo de las élites rectoras, según su capacidad de adaptación al ideario preexistente con su propio substrato cultural, además de ser un elemento renovador de este y de la iconografía. Los escarabeos peninsulares suponen un verdadero documento arqueológico de la protohistoria mediterránea, una fuente sobre posibles prácticas, mitos, creencias y conceptos ideológicos que circulan por el ámbito colonial, especialmente entre las élites indígenas que los adquirían para su uso, por lo que deben ser considerados valiosos testimonios para conocer la evolución del sistema ideológico y sus transformaciones históricas (Almagro Gorbea M., y Graells i Fabregat, R. 2011: 74-77). Piezas que ayudan a investigadores y arqueólogos a reconstruir un pasado complejo, donde los contactos culturales y las influencias protagonizan importantes cambios socioculturales.
Bibliografía
Sobre el autor
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, J. M. (2000). ‘‘Objetos e iconografía egipcia en el mundo colonial e indígena del Extremo Occidente’’. Arte y sociedad del Egipto antiguo. Ensayos, 171, 185-203.
Nació en 1991 en Los Villares (Jaén), se graduó por la Universidad de Jaén en Historia del Arte con mención en Arqueología, para después cursar un Máster de Arqueología en la Universidad de Granada, periodo en el que participó como ponente en las primeras jornadas de jóvenes arqueólogos de la UGR.
PADRÓ PARCERISA, J. (1976). Los materiales de tipo egipcio del litoral Mediterráneo de la Península Ibérica. (Resumen). Instituto de Prehistoria y Arqueología Universidad Autónoma de Barcelona. PADRÓ PARCERISA, J. (1976-1978). “Datos para una valoración del ‘‘factor egipcio” y de su incidencia en los orígenes del proceso de iberización’’. Ampurias: revista de arqueología, prehistoria y etnografía. Nº. 38-40, pp. 487-510. LÓPEZ GRANDE, M. J. (1988). “Reflexiones acerca del sentido religioso de los objetos egipcios, egiptizantes y pseudoegipcios presentes en la protohistoria andaluza”. Actas del I Coloquio de Historia Antigua de Andalucia, Córdoba 1988 / coord. por Juan Francisco Rodríguez Neila, Vol. 1, 1993, págs. 155-172.
Además de haber participado en diversas campañas arqueológicas, ha colaborado en actividades museísticas vinculadas a la difusión del patrimonio en Jaén, cuenta con algunos trabajos publicados de investigación local sobre el patrimonio histórico en el Proyecto Ujaen de Innovación Docente Laboratorio de Arte. En materia egiptológica ha realizado nivel inicial e intermedio de jeroglíficos en UGR y UJA, así como un curso en Egiptología de la Universitat Autònoma de Barcelona. alvaroluquelomas@gmail.com
ALMAGRO-GORBEA, M. y TORRES ORTIZ, M. (2009). “Los escarabeos fenicios de Portugal. Un estado de la cuestón’’. Estudos Arqueológicos de Oeiras. Vol. 17, Oeiras, Câmara Municipal, 29, pp. 521-554. ALMAGRO-GORBEA M. y GRAELLSS I FABREGAT, R. (2011). “Escarabeos del noreste de Hispania y del sur de la Galia. Catálogo, nuevos ejemplares e interpretaciones’’. Lvcentum XXX. Anales de la Universidad de Alicante. Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua. pág. 25-87. Egiptología 2.0 | 123
Todos los números de Egiptología 2.0 en: http://egiptologia20.es/descargas 124 | Egiptología 2.0
Novedades Editoriales Introducción al antiguo Egipto
La Gran Pirámide. Clave secreta de la Atlántida
Autor: A. Pérez Largacha / A. Errandonea Rodríguez
Autor: M. Pérez Sánchez Pla
Idioma: Castellano
Idioma: Castellano
Año: 2016
Año: 2016
Editorial: Akal
Editorial: Larousse
ISBN: 9788446030706
ISBN: 9788416641147
Introducción al antiguo Egipto pretende acercarnos a una cultura milenaria que creó algunas de las primeras composiciones literarias conocidas, así como los primeros textos legales; a una sociedad, plenamente urbana, que realizó importantes avances en todos los ámbitos del conocimiento. Sus grandiosos monumentos (las pirámides), sus costumbres funerarias (la momificación), o el despotismo de sus gobernantes (los faraones, dioses ellos mismos) son de todos conocidos. No obstante, pocas veces vamos más allá de esta estampa, cuando la realidad es que el antiguo Egipto encierra una historia larga y compleja, durante muchos siglos conocida (única y sesgadamente) por lo que transmitió el relato bíblico y por las descripciones y comentarios que realizaron los autores clásicos. Presentamos, pues, una introducción histórica actualizada, visualmente rica, a una civilización que entronca con nuestras tradiciones más antiguas y cuyo devenir, histórico y cultural, abarcó más de tres milenios. Antonio Pérez Largacha es profesor de Historia antigua en la Universidad de Castilla-La Mancha (Ciudad Real). Autor de numerosos artículos y libros de investigación y divulgación, entre sus publicaciones más importantes destacan: ‘‘Tierras fabulosas de la Antigüedad’’ (1995), ‘‘Egipto en tiempos de las pirámides’’ (1998), ‘‘Egiptomanía’’ (2003), ‘‘La vida en el antiguo Egipto’’ (2004) así como ‘‘Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente’’ (Ediciones Akal, 2006). Amparo Errandonea es investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid.
La Gran Pirámide constituye un permanente foco de atracción para visitantes e investigadores, y es fuente de inagotables interrogantes acerca de una civilización capaz de construir, hace miles de años, un monumento que todavía hoy nos causa admiración. Esta obra presenta el fruto de un pormenorizado y pluridisciplinar estudio de la Gran Pirámide partiendo de los recursos que ofrece la arquitectura y desvela, uno tras otro, los principales misterios que envuelven a esta enciclopedia de piedra: ¿Cómo era la forma original del monumento? ¿cuándo empezó y acabó su construcción? ¿cuál fue la causa última de erigirla? ¿qué motivó su nombre oficial: el ‘‘Horizonte de Keops’’? ¿dónde podría encontrarse la Cámara Sepulcral del faraón?. El descubrimiento de un Código Secreto, que «hace hablar a los números y que se halla asociado a las medidas y magnitudes de la Gran Pirámide revelará, por último, uno de los mayores enigmas de la antigüedad: el nombre de la civilización madre que daría origen a los antiguos egipcios. Una información que puede ser decisiva para esclarecer uno de los misterios más fascinantes de la historia de la Humanidad: la ubicación de la Atlántida. Miquel Pérez Sánchez Pla es arquitecto por la Escola T. S. de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), y Doctor arquitecto por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). En su tesis doctoral reconstruyó por primera vez la forma original de la Gran Pirámide de Keops. Y mediante el Código Secreto de la geometría estableció los orígenes del antiguo Egipto. Dirije Antiguo Egipto XXI y ha publicado el libro “La Gran Pirámide, clave secreta del pasado”, resumen de su tesis doctoral. La edición digital es una colección de 10 libros y un curso online que han recibido una ayuda del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Egiptología 2.0 | 125
Novedades Editoriales Esto no estaba en mi libro de historia del antiguo Egipto Autor: J. M. Parra Ortiz
Autor: Josep M. Güell Rous
Idioma: Castellano
Idioma: Castellano
Año: 2016
Año: 2016
Editorial: Almuzara
Editorial:
ISBN: 9788416776160
ISBN: 9788494633416
Eso no estaba en mi libro de Historia del Antiguo Egipto es una obra amena, de lectura fluida, destinada a todos los amantes de la cultura faraónica. Agrupados en seis grandes apartados (Descubrimientos arqueológicos, Grandes faraones, El período amárnico, La sociedad del valle del Nilo, La Gran pirámide y ‘‘Enigmas’’ que no lo son tanto) se estudian en sus páginas temas variopintos que capturan desde el primer momento el interés del lector, como puedan ser el día a día de una excavación arqueológica en Egipto, el ascenso al poder de la reina Nefertiti, las posturas sexuales favoritas de los egipcios, las cámaras ocultas de las pirámides, los sistemas de iluminación utilizados para excavar las tumbas del Valle de los Reyes o las conjuras del harén. Si bien cada uno de estos apartados forma un todo coherente que puede ser leído en conjunto, sus capítulos también pueden ser disfrutados al albur de la curiosidad de cada uno, saltando de uno a otro atendiendo al interés de cada momento. De este modo, el lector puede asomarse curioso a diferentes elementos de la vida en el valle del Nilo, y sumergirse en los aspectos menos conocidos de la historia y el diario devenir de los antiguos egipcios. José Miguel Parra Ortiz es licenciado y doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense de Madrid, donde también obtuvo un máster en Traducción. Especialista en el Reino Antiguo, sobre todo en complejos funerarios con pirámides, forma parte del equipo del ‘‘Proyecto Djehuty’’, que excava las tumbas de dos nobles de la XVIII dinastía (Djehuty y Hery) en el cementerio de Dra Abu el-Naga, en la orilla occidental de Luxor. Ha impartido seminarios y conferencias sobre el antiguo Egipto en diversas universidades españolas, así como en numerosas asociaciones culturales y sociedades de amigos de la egiptología. 126 | Egiptología 2.0
La tumba del Visir Rehkmire. TT100, Vol. I.
El visir Rekhmire desempeñó las funciones de Gobernador de la Ciudad y Visir del Alto Egipto, cargo responsable de la administración y justicia durante el reinado del gran faraón Tutmosis III. El visir cedió a la humanidad un importante legado: su tumba (TT100), el sepulcro privado más grande de la Dinastía XVIII en la necrópolis tebana, cuyos detalles consuetudinarios serán analizados en esta obra. El primer volumen sobre el estudio de la tumba del visir Rekhmire ofrece una detallada descripción de la conocida escena de Los tributos extranjeros. A lo largo de cinco registros, los representantes de los pueblos de Punt, Keftiu, Nubia, Retenu y los cautivos asiáticos y nubios desfilan ante el visir portando diferentes productos procedentes de sus respectivos países como obsequio destinado al faraón. Los diferentes aspectos de esta escena son examinados en profundidad, especialmente el registro correspondiente al pueblo de Keftiu, ya que proporciona claves sobre su controvertida procedencia y su presencia en Egipto durante los reinados de Hatshepsut y Tutmosis III. El autor también plantea diversas hipótesis sobre las posibles causas de la damnatio memoriae que sufrió el visir en su tumba. Josep Maria Güell i Rous nació en Camprodon (Girona). Tiene un Máster en Egiptología por la Fundació Arqueològica Clos, complementado con estudios del Postgrado en Egiptología del Institut d’Estudis del Pròxim Orient Antic de la UAB. Actualmente forma parte del equipo que está documentando textual e iconográficamente la tumba del visir Rekhmire (TT100) en Luxor, imparte cursos y conferencias divulgativas sobre el Antiguo Egipto, además de ser autor de artículos especializados.
Noticias Completada la restauración de la capilla de la barca del rey Tutmosis III en el templo de Karnak. Durante más de dos milenios todo faraón que se jactara de serlo dejó su impronta en los confines del inmenso e imponente templo de Karnak, el gran santuario del dios Amón.
La capilla tras su reconstrucción (Imagen: CNRS - CFEETK).
Fueron aportaciones dominadas por el caos y el ego: los monarcas añadían muros, patios y estatuas a menudo desmantelando las creaciones erigidas por sus antecesores. Un universo mágico de retoques y borrones en el que desde el pasado mes de octubre luce en todo su esplendor un nuevo inquilino: el santuario de la barca del rey Tutmosis III.
El Centro Franco-Egipcio de Estudio de los Templos de Karnak ha completado los trabajos de restauración de esta capilla de piedra caliza edificada por Tutmosis III frente al cuarto pilono de un complejo que cuenta con hasta diez pilonos, seis en el eje principal y otros cuatro colocados en dirección al templo de Mut, la consorte de Amón. Según anunció el ministerio de Antigüedades egipcio en un comunicado, el santuario fue reconstruido en 2010 pero aún quedaba la operación más delicada: “sustituir los fragmentos de la losa del techo y un dintel, que se habían roto en muchos pedazos”. El director de la misión, el egiptólogo galo Christopher Thiers, explicó que la tarea se efectuó manualmente “con ayuda de gatos hidráulicos y muros temporales, que permitieron la elevación progresiva de la losa del techo, que pesa 76 toneladas, hasta la parte superior de las paredes”. “El bloque fue más tarde trasladado lateralmente hasta alcanzar su ubicación original”, agregó el científico, profesor de la universidad francesa Paul Valéry de Montpellier y estudioso de la construcciones erigidas en Karnak durante las épocas ptolemaica y romana. El resucitado santuario sucumbió tras la construcción de una capilla similar ordenada por Tutmosis IV. Los restos de su presencia fueron hallados entre 1914 y 1954 como relleno del tercer pilono y junto al noveno muro. Una vez completados los trabajos de limpieza y conservación, el santuario de Tutmosis III se halla preparado para recibir en el museo al aire libre del templo a la menguada procesión de turistas que peregrina hasta el recinto de Karnak, un cuadrilátero encajado en una muralla de adobe y rodeado por el callejero de la actual Luxor, a unos 700
Colocación de la cubierta (Imagen: CNRS - CFEETK).
kilómetros al sur de El Cairo. Karnak, orientado en el eje este-oeste hacia el lugar donde sale el sol en el solsticio de invierno, suma así una nueva estructura al complejo mapa que inauguró hace más de cuatro mil años Intef II, monarca de la dinastía XI, y que con el paso de los siglos se convirtió en uno de los centros de culto más formidables de la antigüedad, ejemplo de una grandiosidad monumental que cultivaron decenas de faraones. Egiptología 2.0 | 127
El Museo de Louvre pide donaciones para restaurar la mastaba de Akhethétep. El Museo de Louvre inició el pasado mes de octubre una campaña pública de donaciones para restaurar la capilla de la mastaba de Akhethétep, encontrada a principios del siglo pasado en la ciudad egipcia de Saqqara y que forma parte de sus fondos. El Louvre necesita recaudar 500.000 euros antes del 31 de enero para poder lanzar las obras de restauración de la capilla funeraria el próximo otoño, según un comunicado. Se trata de la séptima campaña pública de mecenazgo que lanza el museo parisiense, la última de las cuales permitió restaurar la Victoria de Samotracia. El museo pretende dar una nueva presentación a ese monumento funerario
Mastaba de Akhethétep (Imagen: Egyptophile).
de más de 4.000 años, después de que a principios de este siglo se encontrara bajo la arena su emplazamiento original. El objetivo es “destacar uno de los monumentos más bellos del Imperio Antiguo”, agrega la nota. Considerada una de las obras más importantes del departamento de Antigüedades Egipcias del Louvre, la mastaba perteneció a un alto dignatario del antiguo egipto, cercano al faraón. En 1903 fue trasladada al Louvre, que exhibe la obra en la que destaca el virtuosismo de sus relieves. Representación de Akhethétep en uno de los muros de la capilla (Imagen: Egyptophile).
Detectan 2 espacios vacíos desconocidos en el interior de la Gran Pirámide.
Los investigadores del proyecto internacional Scan Pyramids, que utiliza técnicas no invasivas para explorar el interior de las pirámides, han detectado dos anomalías en la Gran Pirámide, según ha revelado recientemente el comité arqueológico y científico de dicha misión. La Gran Pirámide de Gizeh fue erigida por el faraón Keops hace más de 4.500 años y aún sigue rodeada de misterio. Su orientación astronómica exterior resulta enigmática y también su intrincada arquitectura interior, compuesta principalmente por un pasadizo descendente, que conduce a la Cámara Subterránea, y un pasadizo ascendente, que desemboca en la Cámara de la Reina y, a través de la Gran Galería, en la Cámara del Rey. Esta última sala contiene un sarcófago de granito... vacío. “Creo que la tumba de Keops sigue escondida en la Gran Pirámide de Gizeh”, afirmó Zahi Hawass, el célebre arqueólogo egipcio. Tres son las conclusiones que ha presentado el proyecto Scan Pyramids al Ministerio de Antigüedades de Egipto. Por un lado, y como explica el HIP Institute en un comunicado, “por primera vez en la historia se han utilizado tres técnicas complementarias (la muografía, la termografía y la simulación en 3D) para ‘‘escanear la 128 | Egiptología 2.0
Estas son las estructuras conocidas en el interior de la Gran Pirámide: un pasaje descendente que conduce a la Cámara Subterránea y un pasaje ascendente que conduce a la Cámara de la Reina y a la Cámara del Rey (Imagen: Scan Pyramids Mission).
Gran Pirámide de Gizeh”. La muografía es la radiografía de muones, unas partículas ínfimas procedentes del espacio exterior que llegan a la superficie terrestre a través de los rayos cósmicos y que pueden penetrar materiales sólidos como las rocas o los bloques de piedra caliza. Las placas sensibles a los muones, estratégicamente colocadas en el interior de una pirámide, pueden revelar espacios vacíos. Los equipos de investigación de la Universidad de Nagoya utilizan esta técnica en la vulcanología. Las otras dos conclusiones de la investigación: los investigadores han podido confirmar la presencia de una cavidad desconocida en la esquina noreste de la Gran Pirámide, a unos 105 metros de altura del nivel del suelo; y, por último, han podido constatar la presencia de un vacío desconocido detrás de los chevrones que hay sobre el acceso del pasadizo descendente, aunque “su forma, tamaño y extensión aún están bajo investigación”, señala el comunicado.
explica Mehdi Tayoubi, el codirector de la misión, a este medio.
“Por favor no utilice los términos ‘cámara’ o ‘cámara oculta’, queremos evitar cualquier indicio de sensacionalismo. Estamos hablando de cavidades anteriormente desconocidas que han sido confirmadas por la muografía. Ahora se trata de refinar la investigación y tratar de averiguar el propósito, la posición exacta, la forma y el tamaño de estas cavidades”,
¿Qué es esto de los chevrones? El logotipo de Citroën tiene dos de ellos, también el de la petrolera Chevron. Un chevrón es un símbolo heráldico con forma de compás. Sobre la puerta de entrada a la Gran Pirámide, en la cara norte, hay cuatro bloques de piedra colocados de forma oblicua que forman dos chevrones. Estas piezas no se colocaban con
Las líneas discontinuas señalan los topes de los chevrones, que los mantienen en posición oblicua (Imagen: Scan Pyramids Mission).
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fines decorativos, sino para proteger un espacio vacío y evitar el derrumbe del techo. Hace 4.500 años, cuando se construyó la pirámide, estos chevrones estaban ocultos tras unos bloques de revestimiento que fueron desmantelados a lo largo de los siglos. “La cuestión es la siguiente: ¿por qué se colocaron tantos chevrones para proteger un área tan pequeña al comienzo del pasadizo descendente?”, se preguntan los investigadores. Los expertos confirman, por tanto, la existencia de un vacío oculto en el interior de la cara norte que “podría tener la forma de, al menos, un corredor en dirección al interior de la Gran Pirámide”. A finales de octubre se recogerán los datos procedentes de doce nuevas placas de emulsión de muones que han sido colocadas en el pasadizo descendente. En el interior de la Cámara de la Reina también se está recogiendo información procedente de muones y los resultados de los análisis se obtendrán durante los tres primeros meses de 2017. La otra anomalía se localiza en la esquina noreste de la Gran Pirámide. Los telescopios de muones de la Comisión de Energía Atómica (CEA) de Francia, dispuestos en el exterior de la Gran Pirámide, han operado durante tres meses y han acumulado unas cincuenta millones de partículas cósmicas de muones. Los análisis han revelado la presencia de tres hendiduras ya conocidas y una nueva cavidad a 105 metros de altura. “Se están desarrollando nuevos análisis para comprobar la existencia de cavidades adicionales”, concluyen los investigadores. La Gran Pirámide sigue rodeada de misterio...
Reconstrucción en 3D de los chevrones desaparecidos (Imagen: Scan Pyramids Mission).
Un grupo de arqueólogos descubre dos tumbas con restos de momias en el sur de Egipto. Según inforó el pasado mes de octubre en un comunicado el Ministerio egipcio de Antigüedades, un grupo de arqueólogos egipcios ha descubierto dos tumbas en el oeste de la provincia meridional de Asuán que pertenecerían al Periodo Tardío (724-343 a.C.). Esta ciudad se sitúa al sur de Egipto, en la primera catarata del Nilo, a casi mil kilómetros de El Cairo.
Restos de cartonaje encontrado en las tumbas (Imagen: Ministry of Antiquities).
Los arqueólogos que forman parte de la Escuela de Excavaciones, perteneciente al Ministerio, descubrieron ambas fosas en unas rocas ubicadas en Al Agajan, en la citada provincia. El director general del Departamento de Antigüedades en Asuán, Nasr Salama, dijo que las dos tumbas, cavadas en roca, están en mal estado y carecen totalmente de dibujos y escrituras, pero contienen restos de momias y sarcófagos. Escintilador o centelleador electrónico de muones de KEK (Japón), instalado en la Cámara de la Reina de la Gran Pirámide (Imagen: Scan Pyramids Mission). 130 | Egiptología 2.0
Delante de cada nicho hay escaleras que conducen a una pequeña cámara funeraria de forma cuadrada, según explicó Salama.
El Ministerio señaló además que el ministro de Antigüedades, Jaled al Anani, se trasladó a la zona de excavaciones en Asuán para homenajear a los arqueólogos que han realizado este descubrimiento. La Indiana Jones del espacio que descubre tesoros con un satélite. Sus ojos se han acostumbrado a buscar la aguja en el pajar. Después de años entrenando sus pupilas, Sarah Parcak es capaz de hallar tesoros que han permanecido ocultos e inaccesibles a las excavaciones convencionales. Le basta con lanzar un simple vistazo a los pliegues de una imagen captada desde un satélite remoto. No en vano la llaman la Indiana Jones del espacio. ‘‘Es una nueva disciplina, la arqueología espacial’’, explica la directora del departamento de Observación Global de la Universidad de Alabama.
‘‘Nuestro trabajo consiste en usar diferentes técnicas para localizar yacimientos arqueológicos a partir del uso de datos y algoritmos’’. A sus 37 años, esta egiptóloga catapultada a la fama se ha convertido en la principal eminencia de un campo desconocido hasta ahora cuya denominación empleó por vez primera la NASA hace tan sólo una década. ‘‘No soy la pionera. Hay cientos de académicos especializados’’, esboza Parcak, nieta de un paracaidista curtido en la fotografía aérea durante la II Guerra Mundial. ‘‘He pasado los últimos 15 años centrada en esto. He dedicado más de 10.000 horas de mi vida a contemplar y estudiar imágenes por satélite hasta llegar a comprender lo que observaba’’. Impermeable a la fatiga, Parcak escudriña las instantáneas de los lugares más recónditos que proporciona la mayor compañía de imágenes por satélites del planeta. ‘‘Rastreamos un área hasta determinar lo que oculta su paisaje, topografía o geología. Resaltamos las diferencias añadiendo diferentes colores a la tierra cultivada, las estructuras urbanas, la vegetación, el agua o los lugares arqueológicos. En todo este tiempo hemos hallado tantas pistas e identificado tantos objetos que confirmar todos los descubrimientos sobre el terreno me llevaría los años de vida que no tengo’’. La tecnología ha comenzado a desvelar porciones de tierra vírgenes de miradas. Primero fueron los fogonazos en alta resolución arrojados por el satélite los que trazaron el complejo mapa de Tanis, una ciudad del antiguo Egipto plantada en el delta del Nilo. El rastro de los muros de adobe, las calles y los grandes edificios residenciales que durante 3.000 años habían sobrevivido bajo las ruinas afloró en el análisis de Parcak. Luego fue el turno de los trazos de un anfiteatro romano localizados en una tierra de cultivo próxima al aeropuerto Fiumicino de la capital italiana. Su último acierto fue en junio, cuando su equipo
Sarah Parcak, en el yacimiento de Tanis (Imagen: El Mundo).
anunció el hallazgo de una gigantesca plataforma rectangular enterrada en la villa nabatea de Petra, en el sur de Jordania. Las fotografías de drones y las imágenes por satélite (incluidas aquellas con infarrojos, usados para medir la radiación de energía) obraron el descubrimiento.
‘‘Los fotogramas nos ayudan a concentrar nuestro trabajo, a saber exactamente donde se debe excavar. Por eso colaboramos con colegas de otras misiones arqueológicas y les cedemos el uso de las imágenes para que puedan confirmar nuestras pistas. Estamos ahorrando una gran cantidad de dinero y tiempo’’, celebra la especialista, consciente de que su aventura es una carrera contra el reloj. ‘‘Basta mirar lo que está sucediendo en Egipto, con la presión demográfica y el desarrollo urbanístico, o en Siria e Irak con el expolio y la destrucción del patrimonio. Si uno observa un mapa de Egipto de hace 10 años, se da cuenta de que muchos yacimientos han quedado completamente arrasados. Si no los encontramos ahora, desaparecerán para siempre’’, arguye Parcak, que colabora con las autoridades locales auscultando la tierra de los faraones y levantando acta de los lugares engullidos por el ladrillo y el pillaje. ‘‘La gente cree que el expolio comenzó tras la primavera árabe en 2011, pero lo que demuestra el mapa es que el robo de antigüedades arrancó dos años antes, coincidiendo con la crisis económica mundial. Es un fenómeno global cuya dimensiones desconocemos’’. Un saqueo que amenaza el vasto tesoro que guardan las arenas del país más poblado del mundo árabe. ‘‘Calculo que los arqueólogos han descubierto y excavado menos del 1% de los vestigios del antiguo Egipto’’, admite Parcak, volcada estos días en modelar su proyecto más ambicioso. A principios de 2017 lanzará Global Xplorer, una plataforma financiada con el premio de un millón de Egiptología 2.0 | 131
dólares que le entregó hace un año el foro TED y que permitirá a cualquier internauta del mundo descubrir a vista de pájaro nuevos lugares arqueológicos o denunciar las marcas de un robo reciente. ‘‘Es una herramienta que puede cambiar la arqueología tal y como la conocemos. Hemos decidido comenzar en Perú porque es un país con una arqueología increíble y una muy buena cobertura satelital. El objetivo es democratizar el proceso de descubrimiento de lugares arqueológicos y convertir a los internautas en arqueólogos. Será una base de datos pero también un juego’’, detalla su artífice. Y, mientras Parcak canta las bondades de la carrera espacial, el satélite ya campa a sus anchas por las expediciones que, asidas aún a la estampa de tumultuosas cuadrillas de obreros, horadan el terruño egipcio.
‘‘Por unos cientos de euros cualquier misión puede contar con estas instantáneas’’, explica la arqueóloga. ‘‘La calidad de los satélites está mejorando muy rápido, lo que nos permitirá en un futuro próximo visualizar mejor los potenciales hallazgos. Será una herramienta extremadamente poderosa. Vamos a ser testigos de los descubrimientos más formidables. Esto acaba de empezar. Justo ahora estamos aprendiendo a usar el satélite para detectar nuevos emplazamientos. Nos queda por hallar lo mejor de la historia de la humanidad. En Egipto, Perú y en cualquier rincón del planeta’’. Egipto reabre las dos tumbas más espectaculares de la necrópolis tebana. El ministro de Egipto de Antigüedades, Jaled al Anani, reabrió el pasado mes de octubre al público las tumbas del faraón Seti I y la reina Nefertari, las más importantes de la necrópolis tebana. Además, se ha rebajado el precio del “Luxor Pass”, que permite visitar los sitios arqueológicos de la ciudad egipcia.
Interior de la tumba de Nefertari (Imagen: Wikimedia Commons).
Al Anani hizo el anuncio en un discurso en la apertura de la quinta Cumbre Mundial sobre Turismo Urbano, bajo el lema Ciudades: cultura local para viajeros globales.
El mausoleo de Seti I es el más gran de del Valle de los Reyes, y junto a la tumba de Nefertari, lleva varios años cerrado al público para evitar su deterioro. La reina Nefertari fue la esposa de Ramsés II, faraón de la XIX dinastía del Imperio Nuevo (1539-1075 a.C.), mientras que el rey Seti I fue el padre de Ramses II. En cuanto al descuento en el ‘‘Luxor Pass’’, que entró en vigor el pasado mes de octubre, el ministro indicó que la medida fue adoptada para “promover el turismo en Egipto” y lograr así los ingresos necesarios para la restauración del patrimonio y la construcción de museos. El secretario general del Consejo Supremo de Arqueología, Mustafa Amin, precisó que el primer tipo del ‘‘Luxor Pass’’ ha sido rebajado de 270 a 200 dólares, lo que autoriza la visita a todos los sitios arqueológicos, incluidas las tumbas de Seti I y Nefertari. Mientras, el precio del segundo, que excluye la entrada a esas dos tumbas, pasó de 110 a 100 dólares. Luxor es un gran museo al aire libre que acoge los templos faraónicos de Karnak y Hatsehpsut, así como el Valle de los Reyes, entre otros lugares emblemáticos. La quinta Cumbre Mundial sobre Turismo Urbano, de dos días de dura132 | Egiptología 2.0
Interior de la tumba de Seti I (Imagen: Wikimedia Commons).
ción, arrancó en Luxor para analizar las nuevas tendencias del sector y sus desafíos. Los participantes abordaron temas como el desarrollo sostenible, la organización y el rejuvenecimiento de destinos, la innovación en el turismo urbano, la interacción intercultural y los nuevos modelos de negocio, según la Organización Mundial de Turismo (OMT). Hallan una flota de más de 120 barcos grabada junto a la tumba del faraón Sesostris III. Las excavaciones llevadas a cabo en Abidos, han dado con un sorprendente descubrimiento: una edificación subterránea abovedada donde fue enterrada intacta una embarcación de unos 20 metros y en cuyas paredes fueron grabadas imágenes de más de 120 naves. La construcción, de hace unos 3.800 años, ha sido hallada cerca de la tumba del faraón Sesostris III (1850 a.C.) y data de esa misma época, lo que ha llevado a pensar que la nave, de la que se han encontrado restos de madera, formaba parte del grupo de naves reales funerarias asociadas a la tumba de Sesostris III. La flota de ultratumba del faraón que conquistó Nubia. Los barcos fueron grabados en los muros interiores de yeso blanco y algunos miden hasta un metro y medio. Las naves, aunque esquemáticas, reproducen mástiles, velas, aparejos, timones, remos y en algunos casos remeros, según explica el egiptólogo Josef Wegner, en su estudio publicado recientemente en la Revista Internacional de Arqueología Náutica. Este profesor asociado de Egiptología en la Universidad de Pensilvania describe que intercalados entre las naves se representan algunos animales como gacelas, ganado y flores. El retablo no describe una escena y no parece haber ninguna intención en la dirección de los barcos, ya que alternan su orientación al azar. Todos los grabados fueron creados durante un breve espacio de tiempo por un grupo de personas con mayor o menor talento, según Wegner, que lamenta que no se hayan conservado las imágenes de la bóveda y que quizá fueran las más elaboradas. ¿Quién grabó estas imágenes y por qué? ‘‘No podemos responder a eso de forma
Interior de la estructura, similar a una antigua embarcación (Imagen: J. Wegner).
definitiva basándonos en lo que se ha conservado’’, respondía el egiptólogo, que especula con que la gente que construyó la estructura pudo crear el retablo, o quizá un grupo de participantes en una ceremonia funeraria tras la muerte del faraón Sesostris III trazó las imágenes sobre los muros. Tampoco se descarta que un grupo de personas consiguiera acceder al recinto tras la muerte del faraón y realizar los grabados. Los arqueólogos han descubierto que, en cierto momento posterior a la muerte del faraón, ‘‘un grupo de individuos entró en el edificio y retiró la barca, reutilizando sus tablones’’, explicó el arqueólogo. ‘‘Si bien son numerosas las preguntas sin responder en cuanto a la finalidad de estas imágenes, lo que es único es la cantidad asombrosa de tantos barcos que aparecen juntos en un solo lugar’’, subrayó Wegner. Próxima a la entrada de esta estructura se han descubierto además más de 145 piezas de cerámica que habrían sido posiblemente utilizadas para albergar líquidos y que también son objeto de estudio. ‘‘Las ofrendas líquidas forman parte integral del culto funerario personal en las prácticas mortuorias egipcias, pero no aparecen asociadas normalmente a objetos inanimados’’, indicó Wegner en su artículo antes de señalar que ‘‘potencialmente, un vertido masivo de líquidos en la entrada del recinto, entre los que muy probablemente predominase el agua, podría ser una forma de botar mágicamente la embarcación, encerrada ahora en el interior de su búnker subterráneo del desierto, de tal modo que podría simbólicamente navegar hasta el inframundo junto con el faraón, al que habría acompañado recientemente en sus ceremonias funerarias’’. Este acto ‘‘sería coherente con la práctica, de otro modo incongruente, de enterrar embarcaciones en el desierto, y expresaría la necesidad de establecer simbólicamente un puente de transición entre el entorno desértico y Egiptología 2.0 | 133
el uso esperado de la nave para una existencia en el Más Allá, en la que las barcas serían tan esenciales para viajes y transportes como lo eran en el mundo de los vivos’’, añadía el egiptólogo. La calzada ritual de Sarenput I sale a la luz en Qubbet el-Hawa Una calzada construida por Sarenput I, un nomarca de la dinastía XII, quien gobernó al servicio del faraón Sesostris I, ha sido localizada en la necrópolis de Qubbet el-Hawa por una misión arqueológica de la Universidad de Birmingham y de la Egypt Exploration Society. La antigua calzada, de 133 metros de longitud, se extendía entre la tumba de Sarenput I y la ri-
Embarcaciones grabadas sobre el muro norte de la estructura (Imágenes: J. Wegner).
bera del río Nilo. El Ministerio de Antigüedades de Egipto explicó en un comunicado que “es la calzada más larga jamás construida en la ribera occidental de Asuán, usada para acceder a la tumba y para enterrar ritualmente a Sarenput I, el primer gobernador de la zona a comienzos del Imperio Medio”. Martin Bommas, el director del proyecto de investigación en Qubbet el-Hawa, donde también trabaja la Universidad de Jaén, ha revelado el hallazgo de un relieve en el lado oriental del muro norte de la calzada. El relieve en arenisca azul, un material utilizado en el templo mortuorio de Mentuhotep II en Deir el-Bahari y en el templo de Satet en la isla Elefantina, muestra una escena funeraria formada por un grupo de hombres tirando de un toro que ofrecen al difunto Sarenput I. Una excavación junto a la calzada también ha sacado a la luz una colección de recipientes de arcilla que, según los arqueólogos, podrían ser vasos canopos en los cuales se depositaban las vísceras de los difuntos durante el proceso de momificación.
Calzada aparecida bajo la arena de la necrópolis de Qubbet el-Hawa (Imagen: Ministry of Antiquities).
Estos recipientes con tapas planas fueron utilizados en la Baja Época del Antiguo Egipto, según Eman Khalifa, directora del proyecto de investigación de los restos cerámicos. Los restos que hay en el interior, aún visibles, serán
analizados químicamente para conocer su composición y las sustancias empleadas para su conservación. Una nueva técnica permitirá leer las enigmáticas inscripciones con las que envolvían las momias Las momias egipcias siguen ocultando secretos. Se sabe, por ejemplo, que los encargados de embalsamar los cuerpos de los faraones empleaban papiros llenos de inscripciones, pero el contenido de estos textos nunca se ha podido leer. Una nueva técnica de Rayos X lo hará posible. Entre las diferentes capas que envuelven las momias egipcias hay cientos de documentos escritos sobre papiro y tratados de una forma no muy diferente a lo que hoy conocemos como papel maché. El problema con estas inscripciones es que, para poder leerlas, había que destruir la momia y eso es algo que los arqueólogos no pueden permitirse. 134 | Egiptología 2.0
Cuerpo momificado de Época Ptolemaica, 300-200 a.C. (Imagen: Brent).
Un equipo de arqueólogos de las universidades de Berkeley, Duke, Stanford y el Colegio Imperial de Londres ha unido esfuerzos para desarrollar una técnica de imagen única. La técnica es idea de Mike Toth, un experto en imagen del laboratorio de óptica avanzada en Berkeley y emplea un acelerador de partículas. La técnica consiste en bombardear las momias con partículas en diferentes longitudes de onda que interactúan con los elementos del sarcófago y permiten leer las inscripciones de los papiros sin dañarlos gracias al contenido en hierro de la tinta. Lo más curioso es que la nueva técnica permitirá destapar un capítulo del antiguo egipcio bastante desconocido, que es el de la vida cotidiana. Las inscripciones que conocemos en los sarcófagos o en las tumbas son textos religiosos o de eruditos, pero apenas se conoce nada de lo que los egipcios escribían en el día a día de sus vidas. Se cree que los encargados de embalsamar reciclaban los papiros de los escribas que no eran importantes para envolver las momias. En otras palabras, lo que esos documentos esconden son cartas y registros comerciales, listas, mensajes entre nobles... un fiel retrato, en definitiva, de la parte menos ceremoniosa de esa civilización. Egiptólogos españoles descubren un cartonaje de momia ricamente decorado en Lúxor
Del sarcófago apenas quedaba nada, comido por las termitas. Y sin embargo en el estrecho nicho descansaba, perfectamente conservado pero frágil como una cáscara de huevo, un cartonaje ilustrado con bellas imágenes: símbolos solares, la cobra y las diosas protectoras Isis y Neftis. El equipo de la egiptóloga española Myriam Seco halló una tumba, datada hacia el Tercer Periodo Intermedio y con su particular huevo de pascua, en el muro perimetral del templo funerario de Tutmosis III en Lúxor, donde excavan desde hace ya nueve años.
‘‘Se llevarán a cabo mayores investigaciones para establecer la cronología de la tumba’’, explicó Mahmoud Afifi, director del Departamento del Antiguo Egipto en el Ministerio de Antigüedades. Las primeras valoraciones de Seco sitúan la pieza y el enterramiento a comienzos del Tercer Período Intermedio, en torno a los siglos XI o X a.C., lo que correspondería a la XXI o XXII dinastía. La tumba sería por tanto muy posterior a la construcción del Templo de Tutmosis III. Según explicó la directora de la excavación, su equipo encontró la tumba mientras limpiaban de arena y piedras el trazado del muro exterior del templo funerario del faraón, de la XVIII dinastía. Se trataba de una fosa no muy profunda con una cámara adyacente. El deteriorado estado del sarcófago ha impedido que fuera recuperado, mas el cartonaje, una suerte de (funda) que envolvía a la momia y se popularizó a Egiptología 2.0 | 135
partir del Primer Periodo Intermedio, ‘‘se encuentra en buen estado de conservación’’. Javier Martínez Babón, parte del proyecto Tutmosis III, ha resaltado la riqueza del cartonaje, que conserva ‘‘una policromía preciosa’’ y que ‘‘no se corresponde con la sencillez de la tumba’’. Según Babón, su calidad apunta a alguien no de la nobleza cercana al faraón, pero con cierta holgura económica. Gracias a los detalles de la pieza funeraria, se han identificado el nombre y el título del personaje, un funcionario ‘‘Sirviente de la Casa Real’’ que respondía al nombre de Amón Renef. Como era costumbre, sobre el cartonaje de lino y otras telas endurecidas se pintaron motivos reli-
Parte superior del cartonaje de Amon Renef (Imagen: Ministry of Antiquities).
giosos y místicos, como los cuatro hijos de Horus, cuyo cometido era proteger las vísceras del difunto. Para proteger la frágil estructura, el equipo de arqueólogos de Seco la envolvió primero en gasas y luego la acomodó entre espuma. En una operación llena de tensión, dos arqueólogas lograron cerrar un cajón entorno a la momia y el cartonaje, para después extraerlo del nicho. Una vez rescatada de la pequeña tumba, el equipo español procederá a su estudio. ‘‘Sería interesante hacerle un escáner rayos X para observar la momia’’ en el interior de la pieza funeraria, comenta Seco, además de restaurar el cartonaje para reforzar su integridad.
Rostro del cartonaje de Amón Renef (Imagen: Ministry of Antiquities). 136 | Egiptología 2.0
La tumba, que esta vez ha dado un ‘‘interesante descubrimiento’’ en palabras de Seco, es la número 24 encontrada bajo el Templo de Tutmosis III, donde también se ha descubierto una necrópolis con fosas más humildes u otras dos tumbas de una necrópolis tardía, sobre las que el equipo, con espónsores como la Fundación Botín, Banco Santander, Cemex y Caja Sol, continúan trabajando.
Descubierta en Egipto una ciudad de más de 5.000 años de antigüedad Un cementerio, un poblado y los restos de la vida diaria que hace 5.316 años transitó su callejero. Es el fascinante hallazgo firmado por un equipo de arqueólogos egipcios en las proximidades de un templo de Abydos, uno de los principales centros políticos del Alto Egipto situado a unos 500 kilómetros al sur de El Cairo.
Restos cerámicos y utensilios (Imagen: SAEEDCS/2016/YMH).
‘‘Es probable que la necrópolis y el poblado pertenecieran a altos funcionarios y supervisores de las tumbas reales y las estructuras mortuorias de los reyes de la pri-
mera dinastía de Abydos’’, explicó Mahmud Afifi, el jefe del departamento de antigüedades del ministerio de Antigüedades egipcio en un comunicado difundido el pasado mes de noviembre. El descubrimiento, que data de principios de la primera dinastía faraónica (3300-2850 a.C.), ha sido localizado a unos 400 metros del templo del monarca Seti I en Abydos, en la provincia sureña egipcia de Sohag, durante la excavación de una misión arqueológica egipcia. En el entramado urbano, el equipo también ha rescatado algunas piezas de la vida de sus moradores como chozas, vasijas de cerámica, piedras o herramientas de hierro que, según la expedición, podrían pertenecer a los trabajadores a cargo de construir las tumbas reales. Su presencia demuestra la existencia de una ciudad habitada por los empleados.
‘‘El equipo ha logrado desenterrar 15 grandes tumbas de adobe que miden en algunos casos hasta 14 por 5 metros. Tienen diseños y estilos arquitectónicos diferentes’’, indicó el jefe del departamento de Antigüedades del Alto Egipto Hani Abu al Azm. ‘‘Algunos enterramientos tienen mayores proporciones que las tumbas reales de la primera dinastía que se hallan en Abydos, lo que demuestra la importancia de sus propietarios y de los cargos y la posición social que disfrutaban en este periodo temprano de la historia de Egipto’’ agregó. Precisamente el hallazgo puede arrojar luz sobre la renombrada Abydos, que en pleno y árido desierto albergó un cementerio para nobles en el período predinástico y se convirtió más tarde en la necrópolis de los primeros monarcas de Egipto. A juicio del director de la misión, Yaser Mahmud Husein, ‘‘algunas de las tumbas son únicas pues están formadas por más de una mastaba’’. ‘‘Llegan a tener hasta cuatro. Fueron empleadas en las tumbas de la primera dinastía en Saqqara y luego en la tercera por lo que es la primera vez que se halla en la primera dinastía en Abydos’’ agregó. Abydos y su extenso complejo guardan aún secretos bajo sus arenas. En 2014 una misión de arqueólogos de la universidad estadounidense de Pensilvania, que ha horadado este terruño durante tres décadas, halló la tumba y el esqueleto del faraón Senebkay, un rey desconocido hasta ahora que gobernó hace 3.700 años, durante el decrépito y agitado segundo periodo intermedio (1800 a.C. a 1550 a.C.). Un año antes habían localizado la tumba del también
Diferentes tumbas (Imagen: SAEEDCS/2016/YMH). Egiptología 2.0 | 137
rey Sobekhotep, formada por un enorme sarcófago de cuarcita y más de 60 toneladas. Todos los gobernantes de la primera dinastía fueron enterrados en Abydos. En la dinastía II, sin embargo, el cementerio real se trasladó por algún tiempo a Saqqara, donde los monarcas eran enterrados en sofisticados laberintos subterráneos con gran cantidad de cámaras y corredores. Los últimos reyes de aquella dinastía se reconciliaron con Abydos y la eligieron para iniciar su vida de ultratumba.
Tomografía del cocodrilo en el que pueden verse los cuerpos de las pequeñas crías (Imagen: EFE).
Encuentran 47 crías momificadas en el interior de un cocodrilo Un escáner 3D del esqueleto de un cocodrilo egipcio, que tiene más de 2.500 años, ha revelado la existencia de al menos 47 crías momificadas e incrustadas dentro del cuerpo del reptil. Según explicó la investigadora del Museo de Leiden, Lara Weiss, se trata de un descubrimiento ‘‘sorprendente y extraño’’ en un animal de tres metros de largo, que ya ha sido sometido a decenas de pruebas anteriores. La tomografía, que muestra a la perfección lo que se esconde en el interior del animal, fue realizada por la empresa sueca de tecnología Interspectral, capacitada para llevar a cabo escáneres tridimensionales avanzados. La cocodrilo adulta, indica Weiss, fue momificada usando trozos de madera, de lino, tallos de plantas y cuerda. No obstante, la experta no se explica por qué hay decenas de pequeños cuerpos dentro del animal y duda de que las 47 pequeñas momias sean hijas propias de la mayor. ‘‘Quizás no había cocodrilos grandes suficientes en el momento en el que se estaba realizando la ofrenda’’, aventura la experta, que recuerda que un cocodrilo puede poner entre 138 | Egiptología 2.0
cincuenta y sesenta huevos. Los restos del animal portador fueron localizados por egiptólogos en el desierto de El Fayum, al sur de El Cairo, una región conocida por su culto al cocodrilo. En una exploración de rayos X realizada en la década de los noventa, los expertos aseguraron que el cuerpo tenía dentro solo dos pequeños cocodrilos que pensaron que probablemente eran hijos de la madre. ‘‘En las pruebas que se han hecho con anterioridad, no se podía distinguir bien la presencia del medio centenar de bebés, parecían simplemente dos grandes bultos’’, especifica la experta. Este escáner 3D también revela que cada uno de los pequeños cocodrilos fue momificado antes de ser introducido en el cocodrilo más grande, momificado también. La explicación de esta ‘‘extraña momificación’’, según la investigadora, es que se trata de una ‘‘ofrenda al dios cocodrilo Sobek’’, encarnación del reptil que navegaba por las aguas del río Nilo y que era adorado, respetado y temido por los antiguos egipcios. ‘‘Es muy raro y fue totalmente inesperado, y eso lo hace mucho más interesante’’, asegura sobre un animal
tan adorado como temido por los antiguos egipcios. El cuerpo del cocodrilo se encuentra en el Museo Nacional de Antigüedades de Leiden desde 1828 y está en exhibición en sus galerías egipcias. ‘‘La exploración del cocodrilo tenía el objetivo de tomar nuevas fotografías del animal para una exposición llamada autopsia virtual interactiva’’, reconoce Weiss, y añade que ‘‘nadie sospechaba lo más mínimo’’ sobre este descubrimiento. El museo ha puesto una ‘‘autopsia virtual’’ a disposición de los visitantes, que utilizarán una gran pantalla táctil para descubrir las características físicas y el proceso de momificación. Además, podrán analizar cada parte del animal y tener un primer plano “detallado” y en formato interactivo de los envoltorios de los restos momificados de los pequeños cocodrilos.
Tomografías del cocodrilo en el que pueden verse los cuerpos de las pequeñas crías (Imágenes: EFE).
Este es el segundo caso conocido en el mundo de un cocodrilo momificado que conservaba un número tan grande de cuerpos de crías. En 2010, el Museo Británico también reveló detalles sobre la vida, la muerte
y la última comida (una vaca cuyos restos aún seguían en su estómago) de una cocodrilo madre con 20 crías incrustadas que había sido localizada en Kom Obmo, un templo al norte de Asuán. La momificación de estos cocodrilos, destino final que también tuvieron muchos animales del antiguo Egipto, es entendida como un regalo a los dioses, a cambio de protección o como creencia en la vida después de la muerte. Estados Unidos devuelve a Egipto la mano de una momia y otros cuatro objetos robados Autoridades de EEUU devolvieron a Egipto además una máscara y un sudario de una momia, todos ellos robados. La mano, de casi 3.000 años de antigüedad, fue encontrada por los agentes de aduanas del aeropuerto internacional de Los Ángeles en un paquete con la etiqueta ‘‘66 dólares, atrezo para película de ciencia ficción’’.
‘‘En realidad había sido comprada a un traficante en Francia por 1.500 dólares’’, explicó la directora del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas estadounidense (ICE), Sarah Saldaña, durante un acto en la embajada de Egipto en la que entregó los objetos robados. La mano se situó durante la ceremonia en un podio y, a pesar de haber sufrido un robo, se encontraba tan bien preservada que todavía podían apreciarse las uñas y las arrugas que rodean los nudillos, según dijo a Efe el arqueólogo Fredrik Hiebert, que colabora con la revista National
Mano momificada devuelta a Egipto (Imagen: ABC). Egiptología 2.0 | 139
Geographic. Además de la mano momificada, las autoridades estadounidenses entregaron al Gobierno egipcio el sarcófago de madera de un niño, otro sarcófago, un sudario y la máscara dorada de una momia. En opinión de Hiebert, una de las piezas ‘‘con más valor emocional’’ de la colección es el pequeño sarcófago que perteneció a un niño o a una adolescente joven de una familia de clase media.
‘‘Era alguien muy querido por su familia y que fue muy cuidado. Es importante pensar en hace 2.500 años, hacer un viaje al pasado y ver que (el sarcófago) nos ayuda a imaginar la vida social de las familias en el Antiguo Egipto’’ destacó Hiebert, que colaboró en la investigación con las autoridades estadounidenses. El pequeño sarcófago, el sudario, el otro sarcófago y la máscara de la momia fueron encontrados por los agentes del ICE de Nueva York que durante años siguieron la pista a un grupo internacional de criminales que se dedicaba a vender en el mercado negro piezas arqueológicas para luego lavar el dinero ilícito.
Sarcófago de madera de un niño y sudario (Imágenes: ICE).
Primero, en septiembre de 2009, descubrieron uno de los sarcófagos en una cochera del barrio neoyorquino de Brooklyn y luego, un año más tarde, los agentes consiguieron incautar un cargamento de mercancías egipcias que los criminales trataban de introducir a EE.UU.
mundo.
Las autoridades siguieron la pista al grupo hasta que lograron arrestar a cuatro personas y recuperar tres millones de dólares, así como 7.000 piezas culturales de Egipto, India, Grecia e Irak.
El acuerdo de protección cultural, el primero que Washington firma con un país de Oriente Medio, busca evitar el tráfico de las valiosas reliquias del Antiguo Egipto y establece restricciones a la importación de material arqueológico egipcio con un origen situado entre el 5.200 antes de Cristo y el 1.517 después de Cristo.
Como parte de esa operación, bautizada ‘‘la maldición de la momia’’, los agentes han realizado 19 registros en residencias y negocios de Estados Unidos, dos personas han sido condenadas y las autoridades le siguen la pista a un fugitivo internacional, según indicó Saldaña durante la ceremonia. Saldaña y el ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, formalizaron la devolución de las piezas arqueológicas con la firma de un ‘‘certificado de transferencia’’, en el que se reconoce que la obra es ‘‘parte de la herencia cultural egipcia’’ y pertenece al país árabe. Según indicó Hiebert, las cinco piezas arqueológicas saldrán hacia El Cairo en el próximo vuelo y serán recibidas por el Gran Museo Egipcio (GEM), que aspira a ser el museo arqueológico más grande del 140 | Egiptología 2.0
El compromiso de los dos países en la protección del legado cultural se materializó este miércoles con la firma de un acuerdo entre Shoukry y el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry.
Desde 2007, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos ha devuelto más de 80 artículos a Egipto, separados en cuatro repatriaciones. ¿Son estas las piernas de Nefertari? Cuando egiptólogos italianos entraron en la QV66, la que luego se identificaría como la cámara funeraria de la reina Nefertari había sido arrasada ya por saqueadores en varias ocasiones: pese a todo, el yacimiento ofreció numerosos hallazgos a la egiptología, entre ellos un par de rodillas que los expertos presumieron serían de Nefertari. Ahora, tras nuevos y específicos análisis, la egiptóloga Joann Fletcher
está científicamente más convencida: las rodillas son de la hermosa Nefertari, esposa favorita del faraón Ramsés II. Los resultados de los numerosos test (datación por radiocarbono, análisis químicos, reconstrucción antropológica, pistas arqueológicas) sobre las dos rótulas momificadas, así como fragmentos de fémur y tibia que permanecen en el Museo Egipcio de Turín (Italia), ‘‘apuntan firmemente a la identificación de los
Las piernas conservadas en el Museo Egipcio de Turín (Imagen: ABC).
restos como de Nefertari’’, concluye la investigación internacional, de la que egiptóloga Joann Fletcher es coautora, publicada en la revista Plos One. Ambas rodillas pertenecerían a una mujer que pasaba los cuarenta en el momento de morir, edad aproximada con la que Nefertari desapareció del escenario real. Un análisis de rayos X reveló por su parte un fino espesor cortical, que sin otras evidencias clínicas que aseguren una osteoporosis, demuestra en cambio escaso trabajo físico, lo que apunta al alto estatus de la momia. Análisis químicos de los materiales usados en la momificación subrayan esa hipótesis: ‘‘Fueron momificadas siguiendo un proceso de muy alta calidad, usando los ingredientes más costosos. Una envoltura muy cuidadosa, con gran atención al detalle’’, señala Fletcher. Los materiales, según queda recogido en la investigación, se ajustan a los utilizados para embalsamamientos en el siglo XIII a.C., época en la que se calcula murió la reina (1255 a.C.) A partir de las rodillas y los fragmentos de pierna, el equipo de Fletcher calculó la altura aproximada de la momia: 1,65m, altura media en la época y que coincide además con las medidas de la persona para la que fueron diseñadas unas sandalias encontradas en la tumba de Nefertari. Dada la costumbre de los egipcios de reutilizar los enterramientos para otras momias, existía la posibilidad de que las rodillas no fueran de Nefertari, sino de una época posterior. Sin embargo, la datación con radiocarbono confirma una horquilla entre el final del Segundo Periodo Intermedio y el Imperio Nuevo, época en la que gobernó Ramsés II (hacia 1250 a.C., XIX dinastía). La tumba de Nefertari, la esposa favorita del megalómano faraón y reconocida en su época por su belleza, fue descubierta en 1904 en el Valle de las Reinas. Nefertari Meryetmut, cuya muerte se sitúa en 1255 a.C., perteneció a la dinastía XIX y fue la Gran Esposa Real de Ramsés II, uno de los faraones más poderosos. Su tumba en el Valle de las Reinas es la más hermosa del antiguo Egipto por la calidad de las pinturas que decoran todas las salas. Radiografía de las piernas momificadas con algún rastro de Artritis (Imagen: ABC).
Descubren varias estatuas en el templo de Amenhotep III en Luxor Egiptología 2.0 | 141
Arqueólogos de la misión de conservación del templo de Amenhotep III y los Colosos de Memnon en Luxor han descubierto una serie de estatuas entre las ruinas, representando a la diosa egipcia Sejmet y los restos de una esfinge de grandes dimensiones. Las estatuas contarían con ‘‘un gran valor artístico y del mayor interés arqueológico’’, señaló el Ministerio de Antigüedades egipcio en un comunicado. Según ha explicado el director del departamento del antiguo Egipto en el Ministerio, en la sala hipóstila del templo se han encontrado cuatro fragmentos de estatuas de la diosa-leona: tres bustos y un busto descabezado. La directora de la excavación, Hourig Sourouzian, aclaró que las estatuas encontradas están ‘‘en muy buen estado de conservación’’ y que encajan con otras piezas encontradas con anterioridad en el templo. El templo de Millones de Años de Amenhotep III, como se le llama a los templos funerarios de los faraones, habría contado con un gran número de estatuas de la diosa Sejmet, temible hija de Ra con cabeza de leona. Siguiendo la mitología egipcia, Sejmet, hija del dios sol, lo defiende en contra de sus enemigos, y protegería al templo de la maldad, así como de la enfermedad o la desgracia. Parte superior de una estatua de la diosa Sejmet (Imagen: Ahram online).
En la zona del tercer pilono del templo se han encontrado grandes fragmentos de una esfinge ‘‘colosal’’, escul-
pida en caliza, además de una pieza más pequeña, el torso en granito negro de una deidad. A diferencia de las estatuas de Sejmet, las esfinges están en peor estado de conservación y requerirán de un proceso de restauración antes de ser expuestas al público. Pese a que la idea central del proyecto de conservación del Templo de Amenhotep III es la de exhibir las piezas en su lugar original, Kom el-Hettan a la orilla oeste de Luxor, las estatuas encontradas recientemente ‘‘han sido almacenadas’’ en depósitos del Ministerio de Antigüedad, por ‘‘razones de seguridad’’, según detalló Sourouzian. ‘‘Una vez que el yacimiento se organice y proteja, serán colocadas de nuevo en su posición original’’, añadió la arqueóloga. Dos imponentes colosos, de casi 20 metros de altura y que pueden visitarse en Luxor, preceden al templo funerario de Amenhotep III, también conocido como Amenofis III y faraón de la dinastía XVIII. En el yacimiento se han encontrado más de un centenar de piezas como imponentes cabezas de estatuas u otras antigüedades religiosas, 40 de las cuales serán expuestas a partir del lunes 12 de diciembre en una exhibición temporal del Museo de Luxor. Los objetos expuestos incluirán una colección de amuletos, monedas de época grecorromana, restos de arcilla y estelas religiosas. La nueva vida del templo del faraón guerrero Dominado tal vez por la misma megalomanía que padecen los políticos 142 | Egiptología 2.0
Parte superior de una estatua de la diosa Sejmet (Imagen: Ahram online).
de hoy, Tutmosis III (el faraón guerrero que amplió los dominios del antiguo Egipto hasta limites jamás alcanzados) tampoco perdía ocasión de firmar las grandes obras que alumbró su mandato.’’Cuando el monarca decidió construir el templo se celebró la ceremonia del estiramiento de la cuerda. Se realizó por la noche y orientada por las estrellas. Estiraron una cuerda que sería simbólicamente el eje del templo y se señalaron cuatro lugares en los que, una vez excavados, fueron depositadas piezas que traerían suerte a la edificación’’, cuenta la egiptóloga española Myriam Seco, plantado entre los campos fértiles regados por el Nilo y la pedregosa y agujereada colina de Qurna, en la orilla occidental de la actual Luxor. En su vasto perímetro, que se extiende a lo largo de 100 metros de ancho y 150 metros de largo, la misión que a las órdenes de Seco horada sus entrañas desde 2008 ha hallado las primeras piedras que depositó el rey durante tan singular y solemne ritual.
‘‘Se solían colocar en las esquinas y es un pequeño tesoro. Hemos encontrado unos monolitos de granito, cuarcita y arenisca, los materiales usados en el templo. Los cuatro de mayores proporciones tienen el cartucho del soberano y la inscripción: ‘Tutmosis III en su templo del oeste en el día del estiramiento de la cuerda’’, detalla la arqueóloga. Es mediados de diciembre y la expedición apura sus últimos días. Las cuadrillas de obreros se desparraman aún por las ruinas del templo de Millones de Años (como se denomina a los templos funerarios del Imperio Nuevo) dedicado al apodado ‘Napoleón egipcio’ (1490/68-1436 a.C.). Las nueve campañas han ido desempolvando un recinto extraviado en mitad de la antigua Tebas faraónica. ‘‘Es un templo en ruinas que nos ha permitido acceder a una serie de informaciones muy valiosas como su cimentación’’, subraya la sevillana mientras observa al menguado ejército de trabajadores que, enfundado en “galabiyas” (túnicas), reconstruye la rampa del primer patio, mutilado hoy por el asfalto de la carretera que cruza a unos metros.
‘‘Es la rampa que conducía a la tercera terraza del templo. Estaba construida de adobe y recubierta de losas de piedra’’, explica la directora de la misión. Cuadrícula a cuadrícula la edificación va desvelando sus secretos. Al cruzar los muros de adobe (remontados sobre los originales), la mirada se pierde en los ocho hoyos (cuatro a cada lado de la rampa) que carcomen el suelo del segundo patio.
Una cuadrilla de trabajadores egipcios participa en la restauración del muro de adobe de la zona oeste del templo, junto a las ruinas del santuario (Imagen: Proyecto Tutmosis III).
‘‘Son ocho maceteros. Es un agujero de nueve metros de profundidad en la roca madre que llega hasta la capa freática. Los rellenaban de tierra fértil y estaban rodeados de adobe. No requerían riego’’, arguye Seco. ‘‘En uno de los huecos hallamos restos de raíces y hojas secas que corresponderían a una persea, el árbol sagrado de los egip-
cios’’. A ras de suelo, el templo parece un universo cuasi inabarcable que cada otoño auscultan una treintena de expertos (la mayoría españoles) y 150 obreros en busca de los restos del naufragio. ‘‘Estamos reparando una deuda. Que el templo de una figura de tal trascendencia histórica no estuviese excavado era algo que no encajaba’’, replica el también egiptólogo y miembro del proyecto Javier Martínez Babón. ‘‘Tutmosis III es uno de los faraones más fascinantes y éste su templo de eternidad’’. Martínez Babón habla del desagravio pendiente entre los muros de una estancia construida fuera del complejo y en presencia del último paciente rescatado de los enterramientos que se extienden bajo tierra. El recién llegado, socorrido hace tan solo unas semanas, es una momia cubierta de un espléndido cartonaje. ‘‘Es lo más bonito que he visto. La policromía es magnífica’’, confiesa feliz el especialista. Poco se sabe a ciencia cierta del difunto, un tal Amon Renef que portaba el título de “Sirviente de la Casa Real”. ‘‘Tenemos que investigar el título para tratar de precisar el cargo. Sería probablemente un funcionario de rango medio’’, avanza Martínez Babón. La primera radiografía del finado ha arrojado luz sobre su interior: ‘‘Las termitas han devorado los soportes de madera del cartonaje. Solo quedan las vendas que recubren la momia. Ni siquiera hay amuletos’’. A juicio del académico, el despliegue simbólico dibujado en el cartonaje disculpa el Egiptología 2.0 | 143
vacío que reina en su interior. ‘‘En realidad, lleva encima todo lo necesario para un exitoso tránsito hacia el mas allá. Están, para empezar, la protecciones invocando al sol como el escarabeo, que es el sol de la mañana, y el carnero, que representa al sol del atardecer’’. Residen, además, en su colorida piel las diosas protectoras Isis y Neftis con sus alas desplegadas; los cuatro hijos de Horus encargados de custodiar las vísceras del difunto o los halcones protectores. ‘‘Hay un detalle muy emotivo en su tumba.
En la parte hundida del sarcófago hemos recuperado los restos de una guirnalda de flores y hojas secas que debía ser el postrero acto de cariño de alguien hacia el difunto. Es el toque sentimental’’, concluye.
Cartonaje de Amon Renef, hallado en el muro perimetral sur del templo (Imagen: Proyecto Tutmosis III).
De la odisea que arrancó a Amon Renef del subsuelo, más allá del muro perimetral sur, levantan acta sus protagonistas, las restauradoras Inmaculada Lozano e Inés García. ‘‘Fue una hazaña’’, corrobora Lozano. ‘‘La tumba (agrega) era muy angosta y nuestra mayor preocupación era que nos fallara el cuerpo y el cartonaje resultara dañado’’. Durante ocho días y en intervalos de diez minutos ambas prepararon el regreso a tierra del funcionario. ‘‘Lo primero fue retirar los fragmentos del sarcófago que, salvo cabeza y pies, había sido comido por las termitas. Luego lo limpiamos con una perilla de aire y lo cubrimos de gasas’’, apunta García. El auxilio definitivo resultó la misión más azarosa. ‘‘Parecía un rescate de alta montaña’’, evoca Lozano. Una vez fuera del nicho, el cartonaje recobró el hálito con una pasta a base de dióxido de silicio y adhesivo inyectada sobre las diminutas perforaciones realizadas por las termitas en su repliegue. La sepultura de Amon Renef se suma a una larga retahíla de enterramientos localizados en un recinto y aledaños escudriñados fugazmente a finales del siglo XIX y principios del XX por los egiptólogos Daressy, Weigall y Ricke. ‘‘Cuando Tutmosis III levanta aquí su templo esto era ya una necrópolis. Hasta ahora hemos excavado 25 tumbas’’, recalca Seco. Sobre el muro se ha localizado un tumba de época tardía con tres estancias subterráneas con un centenar de momias hechas trizas y una bella colección de varias decenas de amuletos. “Las habitaciones fueron saqueadas y las momias quemadas y despedazadas. Lo que encontramos parecían escenas de una película de terror”, comenta la directora, a cargo de un intrincado plano en el que se superponen épocas y yacimientos.
“Los enterramientos ubicados debajo del templo son del final de la XII dinastía. Allí localizamos las tobilleras de plata y los brazaletes de oro que nos indican el elevado estatus de sus dueños. En el exterior del muro sur, la de Amon Renef es una de las tumbas del tercer período intermedio. Y en el lado opuesto, más allá del muro norte, nos hemos topado con un promontorio de tumbas más humildes de la dinastía XI. De momento, solo hemos estudiado una parte de la colina en la que fueron enterradas varias mujeres con un reposacabezas, un espejo y tres mesas de ofrendas de cerámica’’. Una sucesión de necrópolis que juntas se extienden a lo largo de más de 1.500 años de historia. En la superficie, entretanto, María Franco colecciona los objetos que rememoran el culto que albergó el páramo (excavado parcialmente en la montaña) en épocas de Tutmosis III, el “hereje” Akenatón y Ramsés II.
‘‘Mi objetivo es precisamente explicar cómo funcionaba el templo, su día a día’’, esboza la joven, quien prepara su tesis en la universidad alemana de Tübingen centrada en este inventario. ‘‘Hay desde elementos piadosos como los exvotos de terracota que llevaría la gente hasta estelas a modo de vínculo del faraón con la divinidad y las piezas cotidianas como las rasuradoras que usarían los sacerdotes para afeitarse la cabeza, las sandalias e incluso las herramientas empleadas para arreglar y conservar el templo’’. 144 | Egiptología 2.0
De rescatar la memoria que guardan las ruinas también se ocupa Linda Chapon, a punto de concluir una tesis sobre la arenisca que una vez habitó las paredes del templo.
Unos obreros en “galabiya” (túnica) excavan en el área externa del norte del templo de Tutmosis III, donde se han hallado un vertedro de cerámica y un tumba con cien momias (Imagen: Proyecto Tutmosis III).
‘‘Hay documentados unos 6.400 fragmentos sin contar los de esta campaña. Algunos aportan mucha información y otros son un signo o una línea. Los más pequeños apenas tienen cinco centímetros y se hallaron extramuros entre los desechos de las excavaciones del siglo XIX y XX’’, precisa la historiadora, becada también por el proyecto. ‘‘A partir de la base de datos trato de reconstruir por ordenador lo que se puede. Calculo que he logrado entre el 15 y 20% de todo lo que había en los
muros’’, añade. Su ardua labor coincide con el sueño de Seco: transfigurar las tres terrazas en una muestra al aire libre. “De todo esto, que fue una vez un montículo de arena, queremos hacer un museo en el que el visitante pueda imaginar la planta y el significado de este templo, que fue además un lugar económico y administrativo”, revela la directora de la expedición. A unos metros, los últimos obreros cruzan una de las áreas ganadas al desierto. “Este era el basurero del templo. En esta campaña hemos retirado entre dos y tres metros de cerámica rota. La gente venía con su jarra y, una vez realizada la ofrenda, la arrojaba en este lugar”, señala el rostro de uno de los proyectos más veteranos de la egiptología española, financiado por el Banco Santander, la Fundación Botín, la compañía mexicana Cemex y la fundación sevillana Cajasol. Una singladura que ha lavado la cara de una desconocida porción de la necrópolis tebana y que ya barrunta final de travesía. “Podríamos estar aquí 30 años pero un proyecto no puede ser eterno”, opina Seco, quien calcula que se necesitarán tres años para echar el cierre definitivo a las excavaciones. “El proceso para musealizar el complejo nos llevará siete u ocho años más. Nos queda, además, mucho material por publicar”. Fascinado por la hoja de servicios de “Tutmosis el Grande”, Martínez Babón reconoce que las pesquisas reunidas en patios, peristilo, sala hipóstila y santuario han ayudado a “matizar” la biografía del general.
“Hemos ampliado su conocimiento con detalles como el hallazgo de evidencias de sus campañas asiáticas en su templo. Lo cierto es que no esperaba encontrar tanto y en tan buenas condiciones”.
Las restauradoras Inmaculada Lozano e Inés García junto a Myriam Seco y Javier Martínez Babón posan con el cartonaje de Amon Renef, hallado durante esta campaña (Imagen: Proyecto Tutmosis III). Egiptología 2.0 | 145
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