"El amor es el motor que mueve el mundo" - Norte de Castilla

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Viernes 16.02.18 EL NORTE DE CASTILLA

CULTURA

MĂłnica G. Ă lvarez, autora de ‘Amor y horror nazi’. :: HENAR SASTRE

ÂŤEl amor es el motor que mueve el mundoÂť MĂłnica G. Ă lvarez Periodista y escritora La autora vallisoletana reĂşne en un libro testimonios de parejas que se enamoraron en los campos de concentraciĂłn nazis :: JESĂšS BOMBĂ?N VALLADOLID. De los barracones del infierno del Holocausto brotaron historias de amor entre hombres y mujeres condenados a sopor-

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tar palizas, vejaciones, hambre y frĂ­o, sin mĂĄs horizonte vital que la cĂĄmara de gas. MĂłnica G. Ă lvarez (Valladolid, 1979) ha recogido en ‘Amor y horror nazi. Historias reales en los campos de concentraciĂłn’ (LuciĂŠrnaga) testimonios de supervivientes que fueron capaces de enamorarse en medio de aquella infamia. ÂŤEl motor que mueve el mundo no es la polĂ­tica, el dinero o el poder ni las cosas materiales; es el amor, en el siglo XX, en este y en los anteriores; esa es la esencia de lo que transmito en este libro a partir de las historias que he conocido y de

conversaciones mantenidas con gente que se sobrepuso a aquellas penalidades por aferrarse a la idea de que algĂşn dĂ­a se reencontrarĂ­an con la persona amadaÂť. –¿CĂłmo ha llegado a reunir testimonios de parejas surgidas en la barbarie del genocidio? –DespuĂŠs de publicar ‘Guardianas nazis. El lado femenino del mal’ quedĂŠ completamente rota porque fue un libro de mucha crudeza. Durante una conversaciĂłn con una amiga me sugiriĂł rebajar la intensidad de mis libros, cambiar de temĂĄtica, fijarme en aspectos como el amor. Me

quedĂŠ pensativa y guardĂŠ la idea en un cajĂłn, hasta que hace unos aĂąos me preguntĂŠ si era posible enamorarse en un campo de concenentraciĂłn. AsĂ­ que me lancĂŠ a hablarr con asociaciones e instituciones de Alemania, Estados Unidos, Polonia, nia, Israel y otros lugares en busca dee historias surgidas en ese contexto o de horror y penalidades. –¿Por quĂŠ historia comenzĂł a tirar del hilo? –Entre todos los correos que escribĂ­, bĂ­, recibĂ­ uno de una asociaciĂłn judĂ­aa de Seattle que me llevĂł al resto. AsĂ­ tuve conocimiento de la historia de o Paula y Klaus Stern, un matrimonio que se conoce antes de llegar al camtz, po de concentraciĂłn de Auschwitz, en una granja judĂ­a que les proporcionaba un visado para salir a la Palestina britĂĄnica. Se enamoran, mantienen un idilio y se casan, pero antes de que puedan abandonar Alemania la Gestapo se los lleva deportados a Auschwitz, donde les separan y durante 28 meses esta pareja no sabe nada el uno del otro. Paula me contaba que si no hubiese estado casada no habrĂ­a logrado sobrevivir. Pensar que su marido la podĂ­a estar esperando le ayudĂł a sobrellevar la tragedia. Y a partir de ahĂ­, el resto de personas con las que contactĂŠ fueron respondiendo a mis preguntas. Y sobre algunos de los personajes que aparecen en el libro he hablado con sus descendientes. –Ha recogido testimonios de siete parejas en diferentes circunstancias vitales. –Son catorce testimonios, siete parejas, cada una con una particularidad diferente. Como el caso del oficial de las SS Franz Wunsch, que se enamora de la judĂ­a Helena CitrĂłnova. Él nunca abusĂł de ella, como sucediĂł en otras historias en las que los nazis se aprovechaban de las prisioneras. En este caso intentĂł conquistarla dĂĄndola de comer, protegiĂŠndola y salvando su vida y la de su hermana. –¿QuĂŠ historia le sorprendiĂł mĂĄs? –Por cĂłmo se desarrollĂł y por lo que tiene de desafĂ­o al nazismo, la de amor entre dos mujeres. Elisabeth Wust era nazi, casada con un oficial de las SS, con cuatro hijos, y se enamorĂł perdidamente de Felice Schragenheim, una mujer judĂ­a, algo doblemente impensable en aquella ĂŠpoca. Otra historia llamativa es la de Jerzy Bielecki y Cyla Cybulska, que se enamoraron a travĂŠs del agujero de un tablĂłn del granero de la granja donde trabajaban. No se podĂ­an ver hombres y mujeres, y ĂŠl arriesgĂł su vida para salvar la de su amada disfrazĂĄndose de oficial de las SS para sacarla del campo de concentraciĂłn. –¿CĂłmo era posible llegar a enamorarse en un ambiente de torturas, trabajos durĂ­simos, humillaciones y con la amenaza constante de ser asesinados? –Era lo que sentĂ­an. Y les ayudaba a resistir, del mismo modo que habĂ­a gente que rezaba y tenĂ­a fe en Dios, a estos personajes les animaba la fe del amor, del reencuentro con su ser amado, el amor era el motor que les llevaba a sobrevivir. –En ‘Guardianas nazis’ indagĂł en el mundo de las mujeres que participaron en los campos de exterminio. ÂżPor quĂŠ ese interĂŠs por la temĂĄtica nazi? –Es una ĂŠpoca del siglo pasado so-

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ÂŤLa historia de amor entre una judĂ­a y la esposa de un oficial de las SS, fue una de las que mĂĄs me sorprendió ÂŤLos supervivientes y sus descendientes nos alientan a no olvidar el HolocaustoÂť bre la que, aunque se ha escrito y visto tanto, hay muchas historias que contar. Se han ocultado demasiados testimonios en estos aĂąos y alguien tiene que sacarlos a la luz. Es una forma tambiĂŠn de no olvidar la Historia, de no ignorar el genocidio y tantas muertes, de homenajear a los supervivientes y vĂ­ctimas del Holocausto y de completar ese gran puzzle que fue la II Guerra Mundial. Ese periodo histĂłrico me interesa por la masacre que cometieron los nazis con una ideologĂ­a tan extrema que llevĂł a buena parte de la poblaciĂłn alemana a reivindicar su pureza aria cuando hasta aquel momento convivĂ­an de manera normal. Que una ideologĂ­a extermine a una poblaciĂłn por motivos de raza, religiĂłn o cultura me parece terrible; no hay que dejar de recordar ese tipo de situaciones. Nunca me ha gustado la separaciĂłn de los pueblos y las sociedades. –¿QuĂŠ disposiciĂłn tuvieron los entrevistados a hablar de esa ĂŠpoca dramĂĄtica de su vida? –Lo mĂĄs complejo al elaborar el libro ha sido la investigaciĂłn, encontrar a los personajes, saber si estĂĄn vivos, dĂłnde viven, si querĂ­an hablar conmigo. Algunas historias no las he incorporado porque los personajes eran reacios a hablar, lo que es respetable, porque recordar el dolor es muy duro. Lo mĂĄs difĂ­cil ha sido meterme de lleno en la historia y contar algo que estĂĄ muy vivo todavĂ­a. A pesar de ello, no he encontrado rencor en ninguno de los protagonistas. Ni en los supervivientes ni en los hijos de los fallecidos he visto odio, animadversiĂłn ni deseo de venganza. Todos ellos me recalcaban que no habĂ­a que olvidar la catĂĄstrofe de lo que fue el Holocausto, y ser altavoz de sus testimonios para que jamĂĄs se olviden.


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