En un contexto de planificación, donde el marco regulatorio principal definido por los gobiernos generalmente se modifica a un ritmo lento y con un enfoque genérico (Turner, 1972; Werlin, 2000), se requieren soluciones más específicas y locales para garantizar una mejora rápida y efectiva de la calidad de vida de los ciudadanos y un uso más eficiente de los recursos naturales.
El desarrollo comunitario guiado por los principios de barrios sostenibles podría ser una estrategia interesante para reforzar las dinámicas de la vida urbana. La planificación a escala local apoya el desarrollo de ciudades más vibrantes y eficientes, promoviendo interacciones sociales al tiempo que reduce las demandas y presiones urbanas sobre los recursos naturales (Peterman, 2000; Choguill, 2008).