La otra vida de las palabras: la importancia de la lectura

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ENTREVISTA

Juan Mata Experto en animación lectora

La otra vida de las palabras Eva Martínez Pardo

La importancia de la lectura se ha convertido en uno de los temas centrales del trabajo escolar en los últimos tiempos. El autor invita, a través de sus reflexiones, a descubrir el verdadero placer por los libros. PALABRAS CLAVE: animación lectora, literatura, motivación, lecturas infantiles y juveniles, educación literaria, competencia literaria, lectura.

La importancia de la lectura se ha convertido en uno de los temas centrales del trabajo escolar en los últimos tiempos. Juan Mata, autor de diversos libros sobre el tema, expone sus ideas sobre las nuevas lecturas; nos invita, a través de sus reflexiones, a trabajar para hacer descubrir a los niños y a las niñas el verdadero placer por la lectura; además, da algunas pistas para conseguirlo. Usted habla de alentar a la lectura, de hacer de la lectura una práctica deseable. ¿Pero qué es estrictamente hacer animación lectora? No hay una definición unánime, pero podríamos decir que nos referimos a todas aquellas actividades que puedan conducir a una persona a descubrir la importancia, el sentido y el placer de leer. El acercamiento a los libros puede hacerse tanto con la lectura de un poema en un aula como con la presentación de un libro en una biblioteca o la lectura de un cuento a un niño antes de dormir. Lo

importante es la conciencia y la voluntad de mostrar y compartir con otros la experiencia de la lectura. ¿El hecho de realizar un buen trabajo de animación lectora puede ser un factor de mayor éxito académico? Yo creo que sí. En realidad, todos tendríamos que actuar con ese con-

vencimiento, no sólo los profesores, sino también las personas que están en el entorno de niños o jóvenes. Todos debemos aspirar a que nadie fracase en la escuela. Es indudable que si se aprende a leer bien, si se sienten deseos de saber a través de los textos, está más asegurado el éxito escolar o, al menos, el no fracaso. Nadie debe quedarse por el camino porque

Un largo camino alentando la lectura Juan Mata es profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada y doctor en didáctica de la lengua y la literatura. Autor de algunas obras exquisitas: Cómo mirar a la luna. Confesiones a una maestra sobre la formación del lector (Graó), 10 ideas clave. Animación a la lectura (Graó), El rastro de la voz y otras celebraciones de la lectura (Universidad de Granada), Apogeo y silencio de Hermenegildo Lanz (Diputación Provincial de Granada) y Las manos ven, los ojos vuelan (Consorcio Parque de las Ciencias), entre otras. Su dedicación por el fomento y la animación lectora le han valido premios como el Premio Feria del Libro de Granada (1998) o el Premio Andaluz de Fomento de la Lectura (2002), además de otros reconocimientos. Actualmente gestiona el blog Discreto lector.

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no hayamos conseguido que lea bien. Es una responsabilidad no sólo pedagógica, sino también ética, social. Usted afirma que habría que evitar ciertas rutinas o actividades que entorpecen el vínculo positivo con la lectura; sin embargo, en ocasiones se tienen dudas sobre si hay que evitar el trabajo sistemático: hay cosas que se trabajan de manera sistemática y, aunque no acaben de gustar, generan aprendizaje. Esa es una diferencia perjudicial para quienes nos dedicamos a la enseñanza, pues transmite la idea de que se aprende mejor a través del sacrificio o la machaconería, y que lo que se hace con satisfacción o interés es intrascendente. Ese pensamiento me parece erróneo y desalentador. Las evidencias científicas demuestran que el cerebro humano actúa por impulsos de deseo, de placer, de recreación. Pero si partimos de la base de

que el aprendizaje sistemático conduce al conocimiento y que hacer algo por simple curiosidad o gusto lleva necesariamente a la irrelevancia, poco se puede hacer.

de sintaxis, deberíamos ser coherentes y pensar que algo no funciona bien. ¿Cómo es de influyente la biografía lectora del docente? ¿Todo esto tiene que ver también con el vínculo que tenga el maestro con el mundo de la lectura?

Por lo demás, el sistema actual no garantiza el aprendizaje de todos, y menos aún de aquellos estudiantes que viven en circunstancias sociales o famiNaturalmente. De esa cuestión soleliares desafortunadas. Son constantes mos hablar poco, por temor a incomolos lamentos acerca de que los jóvenes dar a alguien. Sin embargo, está que acaban la edudemostrado que cación secundaria Los docentes que conside- los docentes que no saben hablar, ni ran la lectura algo que afec- tienen una relaescribir, ni leer ción con la lectura ta a sus vidas saben trans- que va más allá bien. Entonces, mitir esa condición muy de lo estricta¡algo se debe de bien. A mi juicio, la impli- mente profesional estar haciendo cación personal es decisiva son capaces de mal! Pensemos que desde los 3 alentar en sus hasta los 18 años alumnos y alumtranscurren 15 años de escolaridad y si nas el deseo de leer. Todos sabemos en 15 años no se consiguen esos elecuándo alguien está defendiendo algo mentales objetivos con lecciones sisteen lo que cree, independientemente máticas y continuadas de gramática y de la forma en que lo haga, y cuándo lo hace por rutina. Todos apreciamos la veracidad. No es sólo una cuestión de discurso, es también una cuestión de emoción. En el campo concreto de la lectura literaria, los docentes que consideran la lectura algo que afecta a sus vidas saben transmitir esa condición muy bien. A mi juicio, la implicación personal es decisiva.

Juan Mata

Pero, además, como decía, es una tarea social: si el maestro pretende alentar la lectura, pero en la sociedad el mensaje es contradictorio (medios de comunicación, publicidad, valores sociales), es como intentar parar un tsunami con las manos.

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No podemos cargar sobre la escuela una responsabilidad que es colectiva. Pensar que la escuela puede lograrlo todo es un error y una fuente de frustración. Además de los métodos o los programas, hay que tener en cuenta los entornos familiares y culturales, los valores morales de cada época, las circunstancias históricas y sociales…, pues todo ello configura el destino de los jóvenes. Eso no quiere decir que debamos renunciar a darles otras visiones del mundo, a desvelarles la otra vida de las palabras, que es, en definitiva, el sentido de la literatura, porque la escuela es el único espacio realmente democrático. No todos los niños pasarán por las bibliotecas, los cines o las salas de conciertos, pero todos pasan por la escuela. Y eso supone un gran desafío. Es lo que otorga a la educación pública su carácter de equidad, de igualdad de oportunidades, de justicia social. ¿Por dónde empezar? Lo prioritario es hacer que los alumnos y las alumnas sean competentes en el campo de la lengua, garantizar que sean capaces de leer sin dificultad todo tipo de textos. Asegurado eso, que no siempre se hace, el siguiente paso es inculcarles el deseo de leer. En el caso de la lectura literaria, debemos plantearla como algo que afecta a sus vidas, algo que de no ser por ella se perderían. Saber leer no es garantía de ser un lector. Ser lector requiere mucho más que conocimientos o habilidades. ¿Internet, las redes sociales, las nuevas tecnologías en general o

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las nuevas maneras de leer ponen en peligro el acceso de los jóvenes al conocimiento de la literatura universal?

términos cuantitativos, sino también cualitativos. ¿Si no estuviesen en internet, con Facebook, con Tuenti, etc., estarían leyendo a Góngora? La respuesta es obvia. No creo que ninFrancamente, pienso que no. ¿En gún joven haya dejado de leer Guerra qué momento de la historia, reciente y paz por culpa de internet. Por el o pasada, las distracciones no han contrario, quienes leen bien, quienes dominado sobre lo que entendíamos aman los libros, utilizan internet, espor pedagógico o cuchan música, Las maneras de leer se mo- van a conciertos o necesar io? Resulta ridículo pendifican, pero eso no signifi- a museos… Es sar que ha decir, suman, no ca que se degraden habido una época restan. No confunen la que los adodamos a dos adolescentes en lugar de estar jugando lescentes chateando por las tardes con la bicicleta o al fútbol o en la cacon un fracaso de la lectura. lle paseando y charlando con los demás… estaban leyendo a Virgilio Además, los nuevos textos y los nueo a Flaubert. Quien opina así no envos soportes de lectura abren exceptiende qué es la infancia o la adocionales posibilidades de conocimiento. lescencia. ¿Va a modificarse la manera de leer? Sin duda, de hecho, ya está ocuNo ha habido una generación que rriendo. Las maneras de leer se modifihaya leído más que esta, no sólo en can, pero eso no significa que se

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«Es necesario pensar en lo cualitativo» En algunas comunidades se ha aumentado el tiempo de lectura y el número de libros que el alumnado debe leer, con el objetivo de combatir el fracaso escolar y mejorar los hábitos lectores. ¿Estas medidas garantizan el aprecio de la lectura o uniformizan los gustos literarios del alumnado? A mí me parece bien aumentar el tiempo dedicado a la lectura. Pero seguimos empeñados en considerar lo cuantitativo como índice de calidad. A más libros o más tiempo, mejores resultados. Eso no es del todo exacto. Lo importante es determinar qué hacer en ese tiempo, qué hacer con esos libros. ¿Qué diferencia hay entre un alumno que lee veinte libros y uno que lee ocho o diecisiete? Da la impresión de que utilizamos criterios básicamente bancarios: cuanta más inversión, más rendimiento. Tendrían que ser los propios docentes los que decidieran en función de sus alumnos y alumnas qué itinerarios, qué tiempos y qué lecturas son más adecuados. No creo que unificar y cuantificar las lecturas sea garantía de éxito. Mi idea es que tendrían que hacerse las cosas de tal manera que leer uno o veintidós libros redundara en la doble vertiente que antes comentábamos: en las capacidades intelectivas de los alumnos y las alumnas, así como en sus virtudes personales y cívicas. Sin embargo, se sigue pensando que lo cuantitativo es garantía de éxito. Creo que es más necesario pensar en lo cualitativo.

degraden. Lo que yo leía de adolescente, hoy me parece un espanto. Pero eran mis lecturas las que me estaba haciendo lector. Creo que a veces cargamos injustamente sobre los jóvenes una responsabilidad que no les corresponde. ¿Y en las aulas? ¿Qué tipo de actividades habría que programar en los centros en cada etapa para conseguir que el alumnado se enganchara a la lectura? Entre otras cosas, tendríamos que hacer un esfuerzo por «desescolarizar» las lecturas literarias. Con esto quiero decir que no deberíamos convertirlas en medios para otras tareas

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de aprendizaje. Nadie escribe una novela o un poema o un ensayo filosófico para ser analizado en una clase; escribe porque necesita hablar de su vida, expresar un deseo, una experiencia, una fantasía. Cuando esos textos afectan a los jóvenes como lo que son, textos escritos para sus vidas, el interés por la lectura aumenta de inmediato. Lamentablemente, gran parte de los jóvenes perciben la literatura como una excusa para ser controlados, evaluados, calificados. Usar libros de gran intensidad emocional o intelectiva para realizar ejercicios académicos es una forma de minusvalorar el significado de la literatura y la lectura.

Pero los docentes necesitamos un instrumento de evaluación para saber si el alumnado ha llegado a la lectura, y esos instrumentos suelen ser pruebas de evaluación, fichas, resúmenes, etc. Hay muchos modos de valorar el rendimiento del alumnado sin necesidad de recurrir a los textos literarios. Todos los docentes que trabajan con la literatura deberían determinar con claridad qué quieren hacer con ella de verdad. Si la quieren utilizar para hacer entender a las personas que tienen delante, sean niños de 8 años o adolescentes de 15, algo sobre el mundo o sobre ellos mismos, entonces hay que trabajar de otro modo. Allí donde esa tarea se realiza con libertad y compromiso aparece lo más admirable de los niños, aprenden a hablar y compartir parte de sus vidas, sus sueños, sus frustraciones, sus dolores, sus alegrías, y lo hacen con una inteligencia y una profundidad emocional realmente conmovedoras. Mostrar y entender la vida debería ser la principal, casi única, función de la literatura en las aulas. ¿Ayudaría que los maestros pudiéramos tener espacios para compartir, recomendar, hablar sobre libros a título personal? Buscar o crear esos espacios debería ser la obligación de cualquier docente que crea en esto, no limitarse a cumplir con los programas que les marcan las instituciones o las editoriales. Lo que forma a los jóvenes como lectores es encontrar a profesores que


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no sólo les den clase, sino que les muestren su biografía lectora, sus gustos personales, sus expectativas… Todos recordamos a esos maestros o profesores que nos descubrieron algo inimaginable gracias a los libros que llevaban a clase, libros que comentaban y compartían. Un profesor de literatura debería actuar sobre todo como un lector. Cuando se aúnan lector y profesor, los resultados

son maravillosos. Aunque olvidemos su rostro, o su manera de actuar, sabemos que esos profesores que nos mostraron la otra vida de las palabras, que nos descubrieron mundos desconocidos, poseían algo capaz de cautivar y de alentar la lectura. Eso se producía gracias a la gran virtud de la enseñanza: la revelación. Cuando sucede, los alumnos y las alumnas lo agradecen y nunca lo olvidan.

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ENLACE WEB

Consulta obras y artículos de Juan Mata en la web www.grao.com/autors/bt/mata/juanmata

AUTORA

Eva Martínez Pardo Asociación Arae www.araebcn.com

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