Caminos Tricolor • • •
Autora (Yuruvy Aniloha Mayorca Piñate) Mentora (Maria Fernanda Castro) Ilustrador (Daniel Matheus)
Autora, Yuruvy Aniloha Mayorca Piñate, hija de Amaloha Piñate y Pedro Mayorca, tiene 14 años y nació en MaracayVenezuela; vive actualmente en CuencaEcuador, le gusta practicar baile, ver series y películas de aventuras, también disfruta de visitar lugares nuevos con su familia.
Mentora, María Fernanda Castro tiene 23 años vive en la ciudad de Atuntaqui, es licenciada en Diseño y Publicidad. Disfruta trabajar creando piezas gráficas y diseñando contenido digital, le gusta trabajar en equipo, escuchar música, ver partidos de futbol y sobre todo pasar tiempo con su familia.
Ilustrador, Daniel Matheus, tiene 30 años de edad, artista ilustrador y músico (Tenor), Técnico Superior en Administración de Empresas.
Quisiera agradecer a mi familia, por insistir en que continuara en la competencia, por ayudarme a lograr presentarlo ante todos los lectores, especialmente a mi hermana, por ayudarme a recordar cada suceso y redactar mucho de lo que les presento en el cuento. A mi mentora Mafer, por ayudarme a hacer de esto algo más especial y mi ilustrador Daniel, por crear maravillosas imágenes que representan la historia que les comparto. “NO OLVIDES QUE EL MIEDO ES SOLO EL PRECURSOR, NUNCA DEBE DETENERTE, PARA LLEGAR A TODAS TUS METAS Y SER FELÍZ”.
En algún lugar de Venezuela vivía una jovencita muy talentosa llamada Ruby, sus padres y su hermana Ana, eran una familia muy alegre y disfrutaban de la vida que hasta ese momento tenían en su hogar.
Pero como todo en la vida no es color de rosa, empezaron a llegar noticias de lo mal que se encontraba la economía del país, la comida era cada vez más costosa y era difícil el vivir tranquilos, en las escuelas ya les hablaban de esta difícil situación que empezó a afectar a todos.
Siempre pensaron que era algo pasajero, que como país podrían superarlo, pero un día sus padres se sentaron a conversar y les hablaron de muchas opciones, una de ellas y la que más se repetía era de viajar a otro país, pensaron que era de vacaciones, de pronto Ruby preguntó: ¿Cuánto tiempo vamos a quedarnos? - Sus padres respondieron que por un par de años o más, pero que no podrían viajar todos juntos, así que decidieron que su mamá debía hacerlo primero, no viajaría sola lo haría con su hermana, hubo que planear el viaje con mucha cautela, hasta que llegó la hora de partir.
La despedida fue difícil, pero todos sabían que no era para siempre, que volverían a verse en otro lugar. Ruby sabía que esto era el comienzo de un largo viaje, que así como su madre y su tía lo emprendieron, el resto de la familia también lo tendría que hacer.
Un domingo la casa se volvió un desastre, una locura; ya no estaba la madre en casa y su padre trabajaba toda la semana lejos de ella, las niñas quedaban al cuidado de su abuela materna Yeyi o Yeyita, como ellas la llamaban de cariño, al principio les pareció bastante extraño acostumbrarse a la rutina sencilla de la Yeyita, dormir, ver telenovelas, limpiar la casa. Ella era bastante amorosa, en fin una abuela ejemplar a pesar de las dificultades de salud que tenía.
Durante este tiempo las niñas se comunicaban con su madre con frecuencia, ella les mostraba la ciudad, tipos de ropa, que eran muy diferentes al que estaban acostumbradas, era un buen lugar, agradable y tranquilo. Mientras pasaban los días en Venezuela la situación era más complicada. Pero la vida debía continuar, por las tardes salían con sus amigas de la urbanización, era bastante divertido compartir con personas de su misma edad, dejando de lado los problemas que los estaban agobiando.
Cuando era hora de ir a la escuela, una vecina llevaba a su hermana Ana, ya que sus hijos estudiaban en la misma. A Ruby la llevaba una amiga de su mamá, que se hacía cargo del carro de la familia de lunes a viernes. En algunas ocasiones cancelaban las clases de Ruby y la amiga de su mamá la llevaba a la guardería donde enseñaba, para ella esto la hacía sentir muy feliz porque jugaba y les ayudaba a los niños en lo que necesitaran.
El año escolar estaba por terminar y Ruby culminaría estudios de primaria, pero le entristecía que su mamá no podía asistir a la ceremonia de clausura. En el acto su maestra lloró diciendo un discurso y con ella todos sus estudiantes, la abrazaron y recordaron todo lo que pasaron juntos, algunos se confesaron que se iban a extrañar, otros estaban haciendo bromas de que no se iban a ir por que iban a repetir el año, se rieron y Ruby hasta lloró, en la escuela que decía que odiaba por ser vieja y sucia, pero de la que guardaría muchos recuerdos.
Más tarde, la Yeya se tuvo que ir de la casa, las niñas fueron a quedarse en casa de su abuela paterna Lola, ella tenía una peluquería, donde peinaba a cada una de
las mujeres de la vecindad, siempre cuando se ingresaba, había mucha energía, planchas de cabello por todas partes, y una conversación entre todas las presentes. Le gustaba tener el local frío, así que siempre tenía el aire acondicionado encendido; si había un problema, ella pedía ayuda para solucionarlo y en ocasiones, les pedía ayuda a Ruby y a Ana, porque estaba muy ocupada y eso las fastidiaba un poco, pero era su casa y sus reglas, así que le obedecían en todo, les gustaba mucho estar en esa casa, podían ver televisión con mucha frecuencia.
Llegó el cumpleaños de Ana, cumpliría 14 años, su padre y las niñas aprovecharon para hacer una pequeña despedida, había familiares, amigos de la urbanización, primos y conocidos. Fue bastante divertida, bailaron, cantaron, jugaron. No conocían a algunos de los invitados, pero la pasaron muy bien. Después de pasar 4 meses de esa nueva rutina en sus vidas, su padre vendió carro, cosas y artefactos que no iban a llevar al viaje exceptuando la casa, por lo que hizo un trato con la tía Anna, que vivía con su hijo recién nacido, su hija y su esposo en un apartamento rentado, se hospedarían en la casa de Ana y Ruby como si fuera suya, se preocuparían por cuidarla y mantenerla, hasta que llegara el día en que la familia volviera a su querido hogar.
El padre tuvo que trabajar más que nuca para poder llevarlas de una manera legal, rápida y sobre todo segura, recorrió la ciudad de Caracas y Maracay, obteniendo los documentos que les hacían falta para viajar como: notas escolares y cuestiones de su trabajo. Se sumó a esto los preparativos para el viaje; fueron estresantes y agotadores, estuvieron casi hasta la media noche seleccionando y organizando las maletas, quien cargaría cada una de ellas, y cuanto pesaban. Vaciaron todo lo que podían llevar de la casa. Justo una noche antes del viaje, hicieron juegos, vieron películas entre otras cosas; estuvieron emocionados, pero al mismo tiempo tristes, al ver por última vez su hogar.
Más tarde, salieron de su urbanización, alrededor de las 9:30 am, lo más difícil fue despedirse de sus amigos y familia, se abrazaban unos a otros, con lágrimas en los ojos, diciéndoles, “Buen viaje, recuerda llamar, escribir lo que sea. Buena Suerte en esta nueva aventura, que es una puerta más para prosperar en la vida” esas fueron las palabras de su abuelo paterno Moisés; conmovedor como
siempre - ¿no?. Al llegar a la estación de autobuses se despidieron de sus abuelos, tíos y algunos de sus primos que en ese momento estaban presentes, pasando el tiempo que les quedaba. Anunciaron la hora de partir, dijeron adiós con un beso y abrazo, con la fé de volver algún día.
Al subir al autobús Ruby estaba bastante emocionada, su hermana había llevado varias distracciones para el viaje como: cartas, un cuaderno para jugar “STOP” o el “ORCADO”, el autobús era viejo pero bueno para llevarlos a su destino, era de un color blanco con rojo, todos tenían maletas algunas grandes, otras no tanto, pero con la misma intención de salir del país lo más pronto posible.
El viaje duró tres días, la primera estación fue en frontera venezolana (San Antonio del Táchira), se confundieron al reconocer las maletas, sin embargo, las identificaron por las cintas de color celeste que les pusieron, así fue más rápido. Tardaron mucho en eso porque les revisaron todas las maletas como tres veces; se complicó un poco más al ver que tenían un paquete envuelto en la maleta, pero solo era un regalo para su tía con chocolate, diablito, entre otras cosas.
Después de eso llegaron a Colombia (Cúcuta), donde los acogieron en un edificio con algunas camas y baños, estuvieron por dos horas más o menos, suficiente tiempo para poder cambiarse de ropa, comer algo y descansar. Esperaron un buen rato hasta poder subirse en el autobús de Colombia. Cuando por fin llegó el momento, tomaron asiento en el bus, algo apretado y confuso, sin embargo, todo salió bien, hubo juegos en el camino, películas, charlas y música.
Unas paradas más tarde, se detuvieron en un restaurante que tenía una vista hermosa de una montaña llena de nieve, para Ruby fue una de las cosas más emocionantes que había visto en su vida, nunca había estado en un lugar parecido, el frío era terrorífico, sin embargo, se sintió en el cielo por la emoción. A la mitad del viaje la abuela Lola, quien también viajaba con ellos, empezó hablar con los pasajeros del autobús, se quedó charlando por un largo tiempo. En una de las paradas de un restaurante en Colombia; se acercó a una mesa donde se encontraban unos jóvenes padres y su hijo, dijeron que se dirigían a Perú. Ruby escuchó que el chico estaba preocupado por empezar de nuevo, casa, estilo de
vida, en fin, todo. Los que viajaban buscaban prosperar, porque en su país ya no se podía; mientras viajaban el guía les hizo cantar la canción Venezuela, fue un momento bastante conmovedor, porque les hizo recordar que a donde sea que fueran su país estaría con ellos.
Ya estaban próximos a llegar a la próxima parada, (Rumi chaca); la frontera entre Colombia y Ecuador, donde les sellaron los pasaportes, y así Ruby y su familia llegaron a Ecuador, esperaron otro autobús para poder continuar con su viaje (lo sabía, muchos caminos que recorrer). Continuaron con el viaje hasta llegar a la ciudad de Guayaquil, cambiaron de bus, hasta finalmente llegar a su destino la linda y fría ciudad de Cuenca, para Ruby ese trayecto fue bastante rápido, quería llegar lo más pronto posible, pero el cansancio era muy notorio, todos estaban agotados, ella apoyaba su cabeza sobre el hombro de Ana.
Recordó el tiempo que pasó desde que no veía a su madre, y que hizo extrañarla mucho, parecía que se fue hace años; algo triste, pero necesario. Se imaginaba millones de momentos diferentes en el encuentro. El mismo fue inesperado, el autobús se detuvo pensó que era otra de muchas paradas, su papá la despertó, al igual que a su abuela, y les dijo que ya bajarían ahí, pero no se imaginaba que su mamá estaría en aquella parada, esperándolos con los brazos abiertos, con lágrimas en los ojos, lloraron, se abrazaron y le agradeció a Dios, por volver a ver a su madre. Apenas llegaron fueron a conocer su nueva casa, era un departamento con espacios bastante cómodos, su madre les mostró su nueva ropa y medias que hasta ese momento no entendían para que eran, hasta que les dijeron que eran para el colegio, Ruby y su hermana peleaban por los vestidos que les mostraban, pero al final eso ya no era importante estaban emocionadas por estar en su nueva casa.
Al día siguiente ya estaban poniéndose al día con los horarios, tareas, visitaron la escuela y más tarde compraron los uniformes, le parecía raro e irritante el frío, porque estaba acostumbrada a estar en lugares más cálidos. La primera vez que vio el colegio fue cuando su papá fue a una reunión de representantes. Ella estaba en el cyber cercano, haciendo tareas para nivelarse en el 8 Grado “A”, conoció a dos chicos de la escuela, que eran agradables. Iba al cyber a hacer las tareas de la
escuela, pero también le gustaba el nuevo ambiente, mientras hablaba y jugaba con los chicos.
A la mañana siguiente fue al colegio con su nuevo uniforme, se puso todo, exceptuando la falda, porque no la tenía, así que fue con pantalón de colegio que usaba en Venezuela, abajo las medias largas para soportar el frío, lo primero que observó fue que la mayoría del terreno era de arena, tenía dos canchas, y se subía a la segunda en una rampa, observó todo cuidadosamente y se acercó a su salón, era la tercera aula de uno de los pasillos, el piso era de madera vieja, los asientos no eran pupitres, sino que eran una mesa y una silla de color celeste. Al observar a los estudiantes se dio cuenta que no era el uniforme que tocaba ese día, el que correspondía era el de deporte, pero eso no le detuvo a participar en la clase, jugó con algunos de sus nuevos compañeros a las carreras, se cayó, pero no fue tan grave y siguió jugando como si nada hubiese pasado.
Después entró al salón, se sentó en una silla, y dieron un comunicado; dijeron que había pocos niños en el Octavo “B” y que necesitaban pasar a algunos niños a aquel salón, así que era oficialmente una estudiante de la otra sección. Cuando entró estaba por comenzar la clase de Estudios Sociales, los demás chicos mostraron tareas sobre una herencia de familia. La reacción de todos al verla el primer día, fue bastante rara, pero linda, todos querían conocerla a ella y a su hermana, le preguntaron mucho el - ¿Por qué estaba aquí?, le hablaron mucho y a cada cosa que decían ella respondía con un - ¿Qué?, no les entendía muy bien, usaban palabras que nunca había oído, y hablaban muy rápido, otra cosa que le resultó extraña era la comida que servían en la cantina, así le decía ella al bar, al principio pensaba que este era un lugar de bebidas alcohólicas le resultaba bastante extraño, lo que aquí vendían le pareció raro pero bueno, nunca pensó que le iba a gustar tanto.
Transcurrió el tiempo y ya era hora de la primera clase de deporte; ella estaba emocionada, porque eran puros juegos, sin embargo, al escuchar ´´juguemos a las cogidas´´ no entendió, se alejó disimuladamente poquito a poquito, le preocupaba al no saber a qué se referían, al explicarle que era un juego se echó a reír. Cuando las clases ya finalizaron su mamá las recogió, les explicó cómo ir a casa
fácilmente, porque ella no podía buscarlas todos los días. Para poder regresar a casa tenían que bajar todo un cerro con mucho cuidado, porque era un lugar con mucho tránsito vehicular. Pero semanas después poco a poco se les hizo fácil, al llegar a casa se sentaban a hacer tarea. Cuando terminaban se ponían a hablar sobre el montón de palabras nuevas que habían aprendido, comida y como eran las nuevas clases, reían y hacían chistes casi toda la noche, con sus padres, su abuela y su tía. Todos reunidos en la pequeña cocina del departamento.
Los fines de semana eran increíbles, cada domingo salían a pasear por todas partes, fueron a un río de rocas hermosas, fue una experiencia casi mágica que nunca olvidará, también fueron a un parque con un planetario, una cancha, donde se la pasaban jugando basquetbol, una tirolesa, algunas estatuas de madera y muchas cosas más que le fascinaban. En otra ocasión visitaron el Museo “Pumapungo” que tenía imágenes de los ancestros ecuatorianos, sus tribus e historia, tenía un lago lleno de peces naranja, gris y otros colores de casi medio metro, ruinas antiguas, al bajar unas escaleras había unas jaulas enormes, con pájaros de diferentes especies, también había tortugas, entre otros.
Visitaron el zoológico en medio de una caminata alrededor de la montaña y en cada nivel encontraban un animal nuevo como: el lémur, guacamayos, un jaguar bebé, leones, un pingüino, un búfalo, un chigüiro, los avestruces, el cocodrilo, un cuarto de peces, serpientes, entre muchos otros. La caminata era bastante larga, pero valía la pena, al ver todos esos animales tan increíbles. El último viaje que recuerda fue a Yunguilla, con los jefes de su padre, se separaron en dos camionetas blancas. Al llegar a las piscinas, parecía una casa lujosa de campo; con yacusi, sauna, y un campo donde se podía jugar voleibol. Todos estaban emocionados, pero el frío que hacía al principio era horrible, pero la pasaron bastante bien, compartiendo con todos en el viaje.
Continuaban asistiendo al colegio, aunque no iban tan bien, ni en lo educativo, ni en lo social. Después de todoRuby no se entendía con nadie, normalmente se la pasaba recorriendo todo el colegio, hasta que llegara el momento de entrar a clases o de irse. Los horarios eran bastante complicados y mucho más cuando no entendía lo que decían, por ejemplo: cuando se referían a una lección, ella creía
que era una enseñanza, o algo que habían aprendido anteriormente, pero hablaban de una prueba. También eran horribles los exámenes no sabía cómo responder, ya que la forma de evaluar era diferente, en las revisiones de los cuadernos estaba todo mal, no estaba acostumbrada a este tipo de evaluación. Su promedio en sí estaba muy bajo de lo que ella quería, pero lo peor que le pasaba era que lloraba por cada mala nota o examen, y que los demás no entendían para nada. Sin embargo, poco a poco, iba mejorando, aprendiendo como era la rutina, y la forma de entregar los deberes, o tareas, en poco tiempo ya era la mejor de la clase, era emocionante poder desafiarse cada día para ser excelente.
Los maestros le felicitaban todo el tiempo, decían que era un ejemplo para los demás, normalmente se postulaba en actividades escolares como decatlón ortográfico y en el concurso de oratoria, donde ganó el primer lugar, contra jóvenes de todo el colegio. En reconocimiento de su trabajo le dieron una medalla, y uno de los jueces fue a felicitarle personalmente, ¡fue impresionante!. La mayoría de sus compañeros fueron regañados por la profesora guía, por las notas terribles del examen de ortografía; un día faltó a clases debía participar en la competencia de oratoria contra otros colegios.
Se levantó temprano, limpió su uniforme, se puso formal y fue con su mamá al colegio donde iba a competir, se divirtió mucho al participar en la competencia distrital, cuando llegó su turno de dar el discurso, llegaron todas las escuelas del distrito y se tardaron mucho midiendo los tiempos, la puntualidad, entre otras cosas, al final de todo no quedó entre los tres finalistas, pero no se preocupó, porque aprendió cosas nuevas, vio como explicaban el tema cada uno de los participantes, y fue excelente.
Generalmente en esa escuela, hacían muchas competencias, entre ellas las de baile. Se iban a enfrentar los Octavos, el “A” contra el “B”. Ellos del ” B”, fueron los primeros en bailar, la rutina que hicieron fue practicada 3 semanas antes, y el vestuario lo rentaron en una tienda bajando el cerro cerca de una parada de buses, no estuvo tan mal, pero justo antes de salir se le olvidó traer las sandalias que iban con el traje, y tuvo que salir con los zapatos del colegio, su mamá y su hermana se reían al igual que ella, la pasó bastante bien.
Poco a poco pasaban los meses ella y su hermana tuvieron algunos problemas de aceptación, los supuestamente ´´compañeros´´ que tenían, empezaron a discriminarlas, les decían que Venezuela era una tierra perdida, y que su país era mejor que el de ellas, preguntaban cosas hirientes, pero menos mal no eran todos. Un mes después llego una nueva chica a su salón, se llamaba Alejandra le gustaba que la llamaran Lea, también era de Venezuela, fue una gran amiga, se ayudaban mutuamente, se divertían demasiado juntas. Fue la primera verdadera amiga que hizo, con el tiempo todo fue fluyendo. Nuevos amigos, nuevas experiencias y al finalizar el año escolar les dieron un reconocimiento, por ser las mejores de todo el salón, ganaron el primer lugar, ¿no es increíble?. Se emocionaron muchísimo, se la pasaron bastante bien, fue gratificante saber que todo su esfuerzo valió la pena, su mamá les dio sus certificados de primer lugar y la alegría se sentía en el aire.
Ya en las vacaciones empezó a nacer un proyecto, sus padres se habían reunido con algunos venezolanos con los que hablaron y pasaron el tiempo, luego fueron de visita a la casa de un hombre llamado Josué, él les estaba preparando una paella de mariscos, deliciosa, que hasta ese momento no sabía cómo se llamaba. Fueron contando sus historias y se reían mucho, no habían niños de sus edades y se sentían muy aburridas esperando a que ya terminara, era agotador esperar. De esa visita surgió la primera idea de realizar una actividad para otros venezolanos, en ese momento no habían tenido la idea del nombre, pero luego pensando y pensando se les ocurrió el nombre “Haciendo Panas” lo que significa, Familia, Amigos, Amor, entre otras cosas, esto era un acto de generosidad para venezolanos y otros extranjeros que en Ecuador se refugiaban, se hacían diferentes tipos de eventos para dar comida, brindar ayuda o dinero. El primer evento fue realizado en la víspera del día 24 de diciembre “navidad”, en la plaza del Vergel, lo que llamaron “El Sopaso”, era una gran sopa que llevaba de todo y era tan grande que fue suficiente para 200 o 300 personas. Ruby y Ana estaban en el puesto de pintar caritas, hasta los adultos estuvieron allí, todos se pintaron la cara con la bandera de Venezuela, hicieron juegos y entregaron dulces y muchas otras cosas más. El segundo evento fue en la parte de arriba de una
cafetería, en el día del niño y no fue lo que imaginaba, pero bastaría para las personas que iban a asistir, hubo una peluquería, juegos y premios como cuadernos y peluches.
El tercero, fue algo que no se esperaban, se trataba de bailar música venezolana, al principio les agradó la idea, Ana y ella fueron a las prácticas, pero a su hermana no le gustaba, así que se fue. Ruby se quedó, pero el entusiasmo no duro mucho, disfrutó del ritmo del manduco, que era su favorito, y aunque haya sido divertido, ella ya quería irse, pero no podía porque había hecho un compromiso con el baile. La presentación fue el día de la “Pacha Mama”, ese día fue una fusión de culturas, después de la hermosa ceremonia bailaron, fue doloroso porque se arrodillaron mucho tiempo en un montón de rocas y además sentía dolor por que su sandalia le apretaba, sintió como un milagro habérselas quitado.
Ya finalizaban las vacaciones y debían volver a clases, pero ellas no querían continuar en el mismo colegio así que sus padres las inscribieron en la escuela de “Bellas Artes”, ya habían ido a esa institución, para un curso de inglés, que su mamá les había inscrito en las vacaciones. Lo que ellas no sabían es que esa sería su nueva escuela, lo primero que hicieron fue matricularlas, estaban bastante emocionadas, compraron los uniformes, les hicieron los arreglos necesarios ya que Ana era mucho más delgada que Ruby. Al regresar a la casa, su mamá hizo cuentas y les dijo que – “cuiden esa vaina que costo bien caro y no voy a estar comprando otros uniformes” habían costado alrededor de $ 350.00.
Un día antes de entrar al colegio, era el cumpleaños número quince de su hermana Ana. Fue algo pequeño pero bonito, asistieron los más allegados a la familia, sus amigas, y por supuesto no podía faltar su torta favorita de “Chocolate” con nutella y galletas. Lo sé - ¿empalagoso verdad?. No se quedaron hasta muy tarde, sin embargo la pasaron bastante bien. Se acostaron alrededor de las 11 o 12 de la noche y al siguiente día debían ir al nuevo colegio. Salieron de la casa como a las seis de la mañana y ya que tenían buenos peinados, pues durmieron y despertaron con ellos, su mamá les tomó una foto para guardar el momento emocionante.
Ruby realmente estaba por explotar, al ser la única niña en tener una falda, y el cabello no le ayudaba para nada, se sentía como la niña rica, malcriada y mimada, empezó en un nuevo lugar, sin amigos y casi totalmente sola, ya que Ana también estaba ahí; hasta que unos días después de leer en el baño, o sea lo más vergonzoso y triste que haya hecho, unas chicas le hablaron, fue el día más fuera de lo normal, hablaban y ella no entendía nada, normalmente no era muy comunicativa cuando estaba conociendo nuevas personas, no entendía nada de lo que hablaban, pero llegaron más chicos nuevos y se entendía más con ellos, eran como cinco, se hacían llamar “El Team sin nombre”, fue comiquísimo normalmente jugaban a la botella aunque no estaba permitido, cada vez que una maestra venía ocultaban la botella y decían, PIEDRA, PAPEL o TIJERA se reían todo el tiempo.
Justo a la mitad de ese año lectivo, El director los reunió para comunicarles que las clases presenciales iban a ser canceladas, por el covid 19 y saltaron de alegría por no volver a levantarse temprano, pero también se pusieron tristes porque no podrían verse. Se llenó de valor y ya que no iba a volver a ver a sus amigos en mucho tiempo, le dijo a uno de ellos que le gustaba, fue algo rápido e incómodo, porque no sabía cuál sería su respuesta, pero al final quedaron como amigos y actuarían como si nada hubiese pasado. Unas horas más tarde, llego el momento de irse, le dio un abrazo grande a su concejera y se fue, llego a casa y les dijo la noticia a todos los que pudo, estaba alterada y pensaba que iba a ser el fin del mundo, pasaron varios días esperando un correo con los deberes, los días eran cada vez más aburridos, al fin llegaron notificaciones de las clases virtuales, intentaron tomarlas como una clase normal, pero nada lo fue; les invitaron a un plan vacacional “Crea tu Espacio”, donde habían participado antes de la pandemia; pintando, bailando, teniendo clases divertidas, viendo películas, entre otros. Ahora les habían invitado para más o menos lo mismo solamente que desde casa. A la par fue informada por su padre de una competencia de cuentos de “Haciendo Panas”, le interesó mucho a Ruby así que decidió participar en este proyecto contando su experiencia como viajera y decidió llamarlo “Caminos tricolor”.
Llegando al final de éste camino tricolor nos encontramos en otra situación difícil, producto de la pandemia mundial, Ruby reconoce la situación en la que vive
actualmente y finaliza esta publicación diciendo: “Entonces pienso que tengo mucha suerte de tener esta familia, por el techo que tengo cada mañana, porque a muchos les hace falta, además hay personas con condiciones de vida muy difícil y a pesar de que yo tengo la condición del autismo, existen otras personas con dificultades más difíciles que las mías y aunque haya sido algo raro o difícil, debo estar agradecida por quien soy y por las personas que tengo en mi vida, pronto seguiré adelante, caminando otros colores, otras tierras; qué o quién sabe que tenga el destino para mí?, pero seguiré esta idea que me llena de valor: “El miedo es solo el precursor para seguir con tu meta, siendo quién eres, orgulloso de tus raíces y poder ser feliz en donde sea; los cambios pueden ser raros, a veces buenos y a veces no, pero eso no significa que vayas a rendirte, porque sin importar a donde vayas, siempre va haber alguien que te quiera y que te haga sentir como en casa, siempre estarán personas buenas”.
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