El camino a un nuevo futuro

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El camino a un nuevo futuro •

• Autor: Damián Mata Mentora: Lcda. Dorys Serrano Serrano • Ilustrador: Dis. Bryan Portilla



Autor1, Autor: Hola soy Damián Mata tengo 12 años, soy Venezolano, moreno de ojos marrón, me gusta la natación, los legos y me encanta Star wars y aprender nuevos idiomas. Mis colores favoritos son: blanco, negro, gris y rojo; me gusta la pizza, el pollo de cualquier forma que esté hecho. Y me gusta mucho Halloween, carnaval y también la Navidad.

Autor2, Mentora: Dorys Serrano Serrano con 37 años de Edad, la mitad de ellos dedicados al voluntariado y labor socio educativa con grupos de atención prioritaria. Licenciada en Ciencias de la Educación, Psicóloga educativa y docente con un gusto inmenso por la enseñanza y aprendizaje que se genera al compartir experiencias con los niños y niñas de tooodas las edades y en todos los contextos. Fue un desafío grato y un honor el poder colaborar como mentora del cuento de Damián, pese a esta cuarentena extendida que nos limita el contacto y la comunicación personal hemos podido consolidar un equipo de trabajo comprometido en apoyar la expresión de las vivencias a través de los ojos y el corazón de un niño que nos cuenta su experiencia y la de su familia al emprender “El camino a un nuevo futuro”. Disfrútenlo tanto como nosotros, y les invitamos a abrirnos a la posibilidad de aprender y desaprender…

Autor3, Ilustrador: “A más de ser un proyecto realizado en medio de una pandemia, donde es difícil establecer una comunicación directa entre los participantes y colaboradores, se ha logrado establecer la unión indirecta gracias a los medios digitales para llevar su mensaje a través de este cuento. En el cual puede mostrar una vida y un trayecto de muchos cambios, al igual que varias situaciones de estrés, melancolía e inclusive miedo. Pero sin dejar de opacar los pequeños momentos felices y los nuevos lazos que se desarrollaron en el trayecto, conociendo nuevas personas, nuevas amistades quienes han brindado ese empuje para seguir con más fuerza. Fue un placer poder colaborar con un pedacito de este cuento y poder establecer una imagen que pueda representar parte de este viaje de un hijo y su madre para un reencuentro con su padre, quien fue el primero en asegurar un lugar al cual poder tener a su familia segura y con una mejor vida.” (Dis. Bryam Daniel Portilla, 2020)



AGRADECIMIENTO

Agradezco primeramente a mis padres Mónica de Mata y Oswaldo Mata por apoyarme en todos mis logros y metas.

Agradezco a Dorys por ser mi mentora y Bryam por ser mi ilustrador.

También quiero darles gracias a la Fundación Munay Sayani y Haciendo Panas por hacer este concurso.



El camino a un nuevo Futuro Hola soy Damián Mata, vivo con mi mamá Mónica de Mata y mi papá Oswaldo Mata. Les voy a contar como era nuestro día a día; era, ya les explico por qué. Mis papás trabajaban en Maracay- Estado Aragua y de lunes a viernes nos parábamos a las 4:30 para alistarnos porque a las 5:40 teníamos que salir de casa, en Cagua, pues yo entraba al colegio a las 7:00am en Maracay, era una odisea porque casi no había transporte público y las colas eran muy largas cuando llegaba un colectivo la gente se olvidaba del orden de la fila y tratando de subirme me golpeaban pues era más pequeño pero todos necesitaban llegar a sus destinos, ya se pueden imaginar al regreso, nos daban las 5 de la tarde en Maracay y todo el viaje de regreso en veremos… Mis padres hacían largas colas y de días para poder adquirir los alimentos y la mayoría de veces llegaban sin comida porque no lograban comprar, luego se agudizó el problema del agua, días o meses sin agua; luego la luz ¡whao! toda la noche sin luz y así teníamos que bajar a Maracay a nuestra labor. Cada vez era más difícil la situación ya que todo aumentaba de precio a diario, mis padres lloraban a escondidas porque el dinero ya no alcanzaba; por varias noches los vi y escuche, buscaban solución para el momento, ¿y mañana?. El dinero en efectivo imposible, todo era una locura en Venezuela, entre vecinos nos ayudábamos con la compra de cisternas de agua para poder tener por pocos días porque entre lavar, cocinar, el aseo y limpiar la casa etc., se agotaba y volvía de nuevo el horror de días sin agua; fue así como de pronto la familia tuvo que tomar una decisión que lo cambiaría todo… Todo comenzó cuando en Venezuela la situación económica desmejoro, comenzando por los transportes públicos, ya que no había repuestos para los autobuses, taxis, carros y motos. Luego el agua no llegaba por semanas, el camión de gas y de agua mineral no pasaban por las urbanizaciones ni residencias porque no contaban con repuestos necesarios y la electricidad se iba por horas y hasta días. Después la comida comenzó a escasear, por el mismo problema del transporte ya que no podían llevar suministros a los mercados populares y cuando lograban surtir a los mercados de comida y artículos personales se hacían largas filas que tardaban horas o días. Durante las filas las personas se golpeaban desesperadamente para adquirir alimentos o artículos personales, las personas no respetaban el orden de la fila y se adelantaban para pasar de primeros, las personas les gritaban que no se adelantaran y las autoridades policiales presentes no hacían nada, más bien golpeaban injustamente a las personas que reclamaban. Luego se empezó a manejar la moneda del dólar y a diario subía, los artículos de primera necesidad se elevaban y era difícil de comprar, y las medicinas se agotaban y si lograbas encontrarlas los precios eran muy elevados...


Entonces las personas comenzaron a viajar a Colombia para adquirir alimentos y medicinas y la mayoría de las personas revendían la mercancía necesitada por la gente y así todo se volvió aún más caro de lo normal. Ya no podíamos adquirir alimentos ni gozar de los servicios básicos por tantos problemas que empezaba a reflejar el país... Mis padres trabajaban en una oficina contable, mi mamá era asistente contable y mi papá que es diseñador gráfico y bilingüe trabajaba como Office Boy en la oficina de mi abuelo Nelson Rodríguez (contador público y jefe de la oficina) y mi abuela Marlene de Rodríguez (secretaria de mi abuelo). Mis abuelos enfermaron, a mi abuelo le dio un A.C.V (Accidente Cerebro Vascular) el 01 de mayo de 2012 lo que le afectó todo su lado derecho y lo cual se repitió durante muchos meses y quedó en silla de ruedas, ya no se valía por sí sólo. El 10 de julio de ese mismo año le detectaron cáncer de colón a mi abuela, la operaron de emergencia para evitar que se regara en su organismo, mi abuela sufrió mucho con la quimioterapia. Mis padres me decían que eso era un suero poderoso y que la abuela se iba a sanar pero no fue así ya que el último examen arrojó que tenía metástasis luego de que pasó un año y medio en el 13 de diciembre del 2014 mi abuela murió y ocho días después en el 21 de diciembre del 2014 mi abuelo murió también. Eso fue muy duro para la familia porque mis abuelos eran lo máximo, ¡como ellos ninguno!, yo me deprimí mucho y eso no tiene palabras... Así pasaron un año y 6 meses, en el 2016 mi tío materno Gustavo Rodríguez decide irse a Ecuador para buscar una mejora económica, pasando la misma travesía al igual que todos los venezolanos, él llegó a Salinas, buscó trabajo y como fue difícil obtenerlo decidió irse a Cuenca, allí consiguió trabajo, se sintió un poco estable aunque recibía insultos y malos tratos por ser venezolano, pasó un gran tiempo y le propuso a mi papá que el también viajara para buscar estabilidad económica para mi familia. Por un largo tiempo mi familia lo pensó y el 08 de septiembre del 2018, mis padres deciden que mi papa debía irse a Ecuador ya que mi tío Gustavo le había conseguido un trabajo en un patio de comidas. Pasaron unas semanas y el 22 de septiembre mi papá partió a Ecuador específicamente a Cuenca, fue un día muy difícil para mí y para mi mamá tener que despedir a mi papá. Yo no supe expresarle a mi papá como me sentí al verlo partir, en mi inocencia no sabía si era bueno o malo que se fuera para nosotros dos como mamá e hijo quedarnos solos. Sentía miedo ya que teníamos que salir solos en la madrugada y dormir sin mi papá, así fue como pasamos también nuestro primer diciembre sin mi papá... A veces sufríamos mucho por no estar con él. Al pasar de los meses mi papá se quedó sin trabajo, se quedó en la calle, ya no tenía donde vivir, ni donde dormir y mucho menos que comer, él no le avisó nada a mi mamá, porque le daba mucha pena, y de pronto esa noche unos amigos le brindaron hospedaje y comida.


Durante el año 2019 le ocurrieron muchas cosas a mi papá, no conseguía trabajo porque la gente lo rechazaba por ser venezolano a pesar de que tenía sus papeles en regla, buscando trabajo mi papá se partió el pie, duró tres meses con un yeso, y cuando se lo quitaron en solo 2 semanas consiguió un trabajo con un DJ, las cosas mejoraron un poco para el pero igual no nos podía mandar dinero, mis padres hablaban y mi papá le decía a mi mamá que no tenía dinero suficiente y ella le decía que ella lo resolvería, comenzaron a subir los mensuales del Colegio constantemente. En el país la situación se agudizaba y mi mamá ya sola no podía, las empresas a las que ella les llevaba la contabilidad cerraban por los problemas que estaban ocurriendo en el país, duramos 3 meses sin luz, pasábamos toda la noche en vela, llegaba la luz por pocas horas y cuando llegaba salíamos corriendo a cargar el teléfono y prender la nevera pero ya la poca comida se había dañado. Dormíamos solo 3 horas, fueron días muy difíciles para nosotros y donde vivíamos teníamos como amigas a dos vecinas de nombre Lotty Vilera y Susana Quiroz, junto con mi mamá se reunían para comprar la cisterna de agua, comprar el gas, también se preguntaban que tenían de comida para unirnos a hacer comida todos juntos para alimentar a todos los niños y adultos que se quedaban sin comer por varios días y no recibíamos ayuda de nadie y mi mamá siempre resolvió con algo para que yo pudiera comer e ir al colegio, las empresas no le pagaban en los días correspondientes y se atrasaban con los pagos. Ya era muy difícil bajar a Maracay para yo ira la escuela y mi mamá a su trabajo. Y ahí fue cuando mis padres tomaron la decisión de que mi mamá y yo nos teníamos que ir a Ecuador y ahí fue cuando todo cambiaría para mí y mi mamá… El 10 de enero del 2020 comenzamos a hacer los trámites reglamentarios para poder realizar el viaje, fueron pasando los días y poco a poco fuimos vendiendo las cosas de la casa y una vecina le hablo a mi mamá sobre una agencia de viaje llamada J y M, mi mamá los llamó, reservamos los cupos para viajar y el día 28 de febrero partimos a Ecuador, llegó el día de partir, salimos a las tres de la tarde desde el terminal de Valencia, luego de que mi tío Carlos nos llevó por que al Doctor Luis León, que descanse en Paz, se le daño la camioneta donde nos llevaba y tuvimos que cambiar de transporte. Cuando llegamos al terminal que fue donde conocimos al Sr. Isaac, nuestro guía del viaje que nos asignó la empresa J y M, tuvimos que esperar una hora y media para que el autobús saliera a nuestro destino. Tenía todos mis sentimientos revueltos, lloré mucho de pensar que ya no había vuelta atrás, deje a mis familiares y amigos, pasamos por muchos estados de mi país, el cual no conocía; lo conocí a través de una ventana, hasta que llegamos a San Antonio para cruzar la frontera, y después de tanto esperar nos dicen que tenemos que pasar por trocha y tuvimos un mal momento al pasar, fue una mala idea pasarla. Pasamos y llegamos a Cúcuta, duramos todo el día ahí, salimos a hacer varias cosas, comimos y descansamos.


¡Ahora sí, llegó la hora de seguir!; a las 9h00 pm salió el autobús a la próxima frontera, cruzamos Colombia y cada parada fue una nueva vivencia, ya tu sentías el rechazo, al solo saber que eres venezolano las personas nos miraban mal. Hasta que llegamos a Rumichaca, los guías dijeron esto es cosa de Dios. ¡Vamos a pasar!, mis nervios no desaparecían, me puse a llorar y al rato ya estábamos en Ecuador. Wahoo, ¡si!, ¡si!... Listo, nos dijeron, y nos llevaron al hostal y ahí comimos y nos bañamos pero al salir la gente nos mitraba mal y yo le dije a mi mamá, no importa pronto vamos a estar con papá. De allí nos llevaron a otro puesto de autobús, donde nos indicaron que faltaba un módulo de inmigración y que era el más difícil de pasar y pasamos como cosa de Dios porque ningún policía volteo a ver el autobús donde íbamos. Para mí fue una experiencia muy bonita porque todo el camino esa mucha naturaleza, con bellos paisajes, lo único malo era que las personas nos miraban mal porque sabían que éramos venezolanos y hasta nos lanzaron la comida. Yo no dormí esa noche por que estaba muy emocionado de ver a mi papá. En el autobús donde estábamos había una señora muy amable con la cual compartimos la cena y además de que fue la única que nos habló en el autobús. Y por fin a las ocho de la mañana llegamos al terminal terrestre de Cuenca y ahí fue donde vi a mi papá, cuando lo vi de la emoción los dos nos golpeamos la cabeza, pero me baje y nos pudimos dar un abrazo fuerte en familia y todos dijimos un nuevo comienzo entre familia… De todo esto aprendí que no importa lo lejos que estemos, lo importante es tener fe de que todos podremos estar juntos de nuevo.


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