Aunque tengamos poca edad, hay que entender que nada es seguro, eso nos ayuda a pensar y aprender de cada día que vivimos. A Freddy, el conejito, le tocó vivirlo… y así comienza su historia. Él era un conejo pequeño, con unos grandes dientes al igual que sus orejas, pelaje gris y suave, pero sobre todo era el más amoroso y noble con sus seres queridos; le gustaba mucho jugar a las escondidas, saltar entre los arbustos junto a su hermana Vale, la cual cuidaba con mucho cariño.
Vivía en un lugar maravilloso, Gochilandia, un bosque, el cual tenía un río cristalino, flores coloridas, árboles muy grandes, el clima era agradable, no hacía frío ni mucho calor. La madriguera donde vivía Freddy era grande, cada conejito tenía su propio sitio para dormir, ahí, no se filtraba el agua que caía de las tremendas lluvias, ya que papás conejos habían construido el lugar con mucho amor.
El pequeño conejito, además, tenía muchos amigos, entre ellos el tímido Castor, la artista mapache, la ardilla bailarina y su mejor amigo el ciervo futbolista. Sus amigos eran vecinos, con la ardilla siempre hacía travesuras en el bosque a los demás animales; con el cuervo, solían jugar a menudo fútbol, además de que esta ave era la más inteligente del grupo ya que era experto en la computadora.
Freddy asistía a una escuela muy grande que quedaba a las afueras del bosque, a ese lugar le decían “Cordero” su escuela se llamaba “Villa de los lobos” el, disfrutaba ir a aprender. Había días que la mamá coneja, la señora Kim, decía << Freddy, cuando salgas de la escuela, debes ir saltando rápidamente a la casa de tus bisabuelitos con tu hermana>>. El conejito se emocionaba mucho cuando esto sucedía ya que sus bisabuelitos Alfonso y Carmen contaban historias maravillosas acerca de cómo era la vida y cómo debían actuar en ella.
Por otro lado, estaba su abuelita, le decían Nona Ceci, a veces utilizaba unos grandes lentes para ver mejor, ya que los años habían alterado su visión, lo que la hacía increíble a esta conejita es que era la
mejor chef de la casa, ya que, hacía una rica merienda con café y arepas de trigo, una receta que de generación en generación había llegado hasta la casa de la abuelita conejita, todos las sabían hacer…menos la conejita Kim lo cual la ponía ¡furiosa! Todos sus nietos amaban a la abuelita mucho, ya que siempre les escucha cuando tenían una historia nueva que contar, como aquel día en, que el conejito Freddy se puso a jugar rin rin corre corre con todos sus amigos, ellos amaban tocar los timbres de las demás casas y salir brincando para que ningún animal furioso los alcanzara, así eran sus tardes llenas de travesuras sin parar. Freddy es un conejito muy colaborador y acompañaba los días lunes desde muy temprano a su abuelito y su tío a vender unas ricas zanahorias en el mercado de Táriba…! si! así se llamaba el lugar, Táriba … ¿gracioso no? El abuelo levantaba a Freddy para ir al mercado muy temprano, su abuelita les hacía el desayuno, después, un mono muy fuerte ayudaba a llevar las zanahorias al mercado, normalmente siempre almorzaban ricas lechugas y plantitas, ahí pasan todo el día vendiendo. El pequeño ayudaba mucho a cuidar el puesto y por supuesto las zanahorias, ya que siempre había otros animales muy astutos como los lobos, que querían llevarse la comida sin pagar. Al lado vendían otros animales, verduras, frutas, caramelos. El abuelo siempre solía regalarle al conejito bombas o solteritas, estos eran unos postres muy ricos y tradicionales de Gochilandia; mientras comían estos dulces, su Tío Ere sabía hacerle bromas, él era un conejo muy grande y fuerte, con muchos músculos ¡hasta en las orejas! Lerinyer era su nombre, pero el prefería que le digan por su apodo, para sentirse más en confianza, su pelaje era de color gris, con una sonrisa juguetona, era el Tío preferido de los conejitos, ya que siempre les llevaba al parque y después a comer unos ricos helados en una tarde soleada.
A Freddy le encantaba ir a la escuela porque jugaba con sus amigos, pero un terrible día llegó un gran oso, este de la nada golpeó a Freddy y le dijo: ¡Eres enano y dientón! el conejito triste y adolorido, pensó en una frase “si alguien te lastima devuélvele una hermosa sonrisa eso duele más que cualquier golpe”
así que el solo sonrió al oso peleón, todos al ver lo acontecido quedaron sorprendidos y aprendieron una gran lección. La situación en la madriguera no era la mejor, ya que se venían presentando ciertas dificultades, las cuales afectan a toda la familia, papá conejo era muy trabajador y dedicado, pero no tenía trabajo, por más que saltaba y saltaba en el bosque por su búsqueda, el dinero no alcanza para las necesidades y sobre todo ya no había comida en la refrigeradora, sobre todo las zanahorias que tanto le gustaban al pequeño conejito. Freddy se preguntaba << ¿Qué está pasando? ¿Por qué veo a mis papitos tristes?, aunque ellos siempre tenían una sonrisa gigante , poco a poco les tocó entender a los conejitos que la situación en la madriguera estaba por empeorar, ya no todo era alegría , a veces los familiares les regalaban algunos alimentos para poder subsistir , pero lo curiosos era que todos los animalitos de este bosque pasaban por la misma situación, los demás estaban viajando a otros bosques donde tenían trabajo y comida, contaban las lenguas que eran viajes realmente largos y cansados, pero que valían la pena.
Un día los hermanos conejos despertaron y su vida se había transformado, el señor conejo José tenía gran sentido del humor y era el alma de la casa, le encantaba construir hogares para otros animalitos, pero como no tenía trabajo, había tomado la decisión de buscar nuevos rumbos con la única meta de ayudar a su familia, la cual se quedaría en el bosque de Llanitos…así se quedó sola mamá coneja, junto a sus bebés. El conejito Freddy no podía creer lo que había sucedido, ya que no sabía cuándo volvería a ver a su papá “es como una separación forzada” decía el conejito…él amaba mucho a su papito, siempre jugaban futbol, compartían muchos momentos juntos, solían ir a elevar cometas, caminar por el parque, hacer trabajos de la casa los cuales les unían más… su hermanita Vale, tampoco lo tomo bien, ella estaba muy triste.
Así pasaron los días, los meses; el conejito Freddy, era un gran inventor, busco la solución para comunicarse con su papito, así que, con ayuda de su hermana, fabricaron dos aparatos, los cuales funcionaban con energía solar, uno para ellos y el otro para el conejito Edgar, un águila muy colaboradora, ayudó llevando este gran artefacto donde se encontraba el papá conejo.
Después de mucho tiempo, la conejita Kim, les comunicó a los pequeños que ya podrían ir a ver a su papito ¡ahora era su turno de viajar! la trayectoria duraría cuatro días, los cuales tendrían unos cambios de clima muy locos. Freddy se entusiasmó al saber que volverían a estar juntos, los cuatro conejitos ¡como una familia! pero en el fondo, el pequeño también sabía que debía dejar a sus familiares en el pueblito Llanitos, esta idea lo puso muy triste, al pensar en su querida abuelita Ceci, ella, por el contrario, le dio muchas fuerzas y le decía << Todo va a estar bien, mi amor por ti y tu hermanita Vale, jamás cambiará, a pesar de la distancia>>.
Freddy pensó en todo lo que dejaba, familia, amigos, escuela ... es que nunca había ido a otro país, estaba con varios sentimientos encontrados ¡pobre conejito! las emociones lo envolvían; pero él era fuerte y siempre mostraba una sonrisa gigante a las situaciones difíciles. Fue así, como una mañana, se montaron en un camioncito donde se dirigían a un bosque llamado Ecuador, con mucha esperanza en el corazón.
El pequeño, mientras viajaba con su mamá y su hermanita, escribía un diario, contando todo lo que le sucedía y cómo se sentía, su diario era como un amigo de aventuras donde le contaba todos sus secretos. El calor infernal dentro del camioncito, era insoportable y el frío de las noches que tuvieron que pasar ahí, es mejor no hablar de ello; al final, después de mucho sufrimiento Freddy y su familia ¡llegaron a la frontera! donde estaban a punto de ¡pisar suelo ecuatoriano! El conejito maravillado con el lugar, se tomó una foto en un puente amarillo, por el cual había mucha gente caminando y pasando con su equipaje, su hermanita Vale, seguía triste, pensaba que ahí podría ver a su papito… entonces, la mamá de los pequeños les dijo <<tranquilos, ya falta poco para que vean a su papá>> después, tomaron otro camioncito el cual los llevaría a Cuenca, un lugar con un clima muy “loquito” a veces, hace sol y otras frío ...mucho frío de hecho.
Cuando ya estaba amaneciendo llegaron a Cuenca, se bajaron del camioncito, el lugar era tranquilo, esperaron en asientos con sus maletas, junto a un gran reloj, para Freddy la espera fue una eternidad. De repente, llegó saltando el conejito Edgar, después de ¡cinco meses sin verse, por fin se volvieron a encontrar como una familia!
¡Qué emoción! sentía Freddy, había muchas lágrimas y abrazos por montón. El conejito tenía muchas preguntas ¿cómo será mi escuela? ¿mis amigos serán amigables? ¿me gustará vivir aquí? Los primeros días en el bosque, Freddy junto a su mamá, estaban en búsqueda de escuelas, mientras lo hacían, observaban lo bonito que es Cuenca, junto con sus grandes parques, plazas y sobre todo muchos museos, él estaba encantado, quería conocer todo en ¡un día! entre tanto la conejita Kim consiguió una nueva escuela, para sus hijos. Ellos se encontraban un poco asustados, pero emocionados. ¡Al fin! llegó el primer día de clases para Freddy, él fue muy alegre… pero cómo llegó tiempo después de que iniciaron clases, todos los animalitos ya tenían sus amigos y el conejito se sentía solito. Al pasar los meses se había vuelto tímido, pasaba aburrido y solitario en su escuela. El señor conejo comenzó a preocuparse por esta situación y junto a la señora Kim averiguaron que estaba aconteciendo, así fue que se enteraron que al pobre conejito no lo trataban bien en la escuela, le pegaban y le decían terribles cosas acerca de su aspecto y su procedencia, además de que los demás animalitos preferían que el conejito se regresara a su bosque de nacimiento ¡qué mal la estaba pasando! se sentía aislado y solo.
La mamá conejo busco ayuda en la escuela, pero no la encontró decían << es cosas de pequeños, ya mejorara todo>> Preocupada, se fue a otros lugares, ya que las agresiones no paraban, Freddy no se sentía para nada feliz, después de un tiempo, la conejita Kim, conoció durante esta situación tan difícil, a otros animales muy sabios y empáticos, los cuales le brindaron un gran apoyo, en primer lugar, ante un cuervo negro, denunciaron a la escuela, la cual nunca ayudo a Freddy y por ultimo una ovejita muy cariñosa ayudo psicológicamente al pequeño, para él, no fue fácil pasar por todo esto siendo tan chiquito. Toda la familia ayudó a que Fredy pueda sentirse nuevamente mejor y volver a ser un conejito alegre y saltarín, así mismo, aprendió a perdonar a los compañeros, gracias al amor y apoyo que le brindaron sus seres queridos.
Después, el conejito se cambió a otra escuela… pasó a ser un excelente estudiante ya que este lugar solo le producía hermosos sentimientos, esta escuela se llamaba “Alegría” es bonita y ordenada, muy diferente a la anterior, sus amiguitos nuevos son Domínguez el puercoespín, Guamán el zorrillo y Morocho el gato, se sintió bien desde el primer día ya que fue recibido con gran cariño, además, sus compañeros de clase eran geniales con él, en esa clase no había diferencias por ser de otros bosques. Freddy aprendió que a veces, lo diferente te hace único y especial, que en este mundo no debería existir el rechazo. Su maestra Mari, que era una zarigüeya, decía << el conejito es la chispa del salón>> los padres del pequeño, vieron el cambio tan positivo y como el conejito comenzó a ayudar a sus compañeros… ¡volvió el Freddy de siempre! con un corazón más fuerte y con mucho amor al prójimo.
La conejita Kim, mucho más tranquila y emocionada por los cambios, decidió regalarle al conejito una mascota, fueron toda la familia a elegir y cuando la encontraron, fue un momento perfecto. La llamaron Ali, era una linda grilla, la cual brinda felicidad a la familia, así cuando los pequeños conejos iban a la escuela, mamá coneja se quedaba cuidando a Ali y ya no se sentiría solitaria. Al finalizar cada noche, el pequeño conejito, anhela regresar a su querido pueblito Llanitos… sentir los abrazos de sus abuelitos Ceci y Rafa ...jugar y molestar a todos los animalitos junto con su tío Ere, es lo que le hace especial a este conejito, el poseer mucha esperanza.