Noah y Ciro Un viaje a Rayas

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AUTORES Fernando Joshua Peralta Villazhiñay Melanie Isabel Cadena Villacrés Kelibeth Anahis Ullaguari Segovia



Fernando Peralta, Tengo 14 años, actualmente curso 10mo de Educación Básica en la Unidad Educativa Santa Mariana de Jesús. Me gusta el futbol; mis pasatiempos son practicar Taekwondo y tocar guitarra. Me gustan los retos y esta vez, fue formar parte de este proyecto. Amo compartir tiempo con mi familia.

Melanie Cadena, Tengo 20 años y soy estudiante de la carrera de Medicina en la Universidad de Cuenca, Azuay. A parte de mi carrera, amo escribir, generar contenido para plataformas digitales y encontrar una manera creativa de inspirar a mujeres a creer en ellas. Emprender es parte de mí y los proyectos que deseo desarrollar a futuro están en proceso. Me encanta el postre de tres leches y pasar un domingo en familia.

Kelibeth Ullaguari, Tengo 20 años y soy estudiante de la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad de Cuenca, Azuay. Ilustro, diseño y creo ideas nuevas e innovadoras por medio de expresiones creativas, por lo que convertí mi pasión por el arte en mi profesión. Soy amante de las historias fantásticas, las recetas de mi abuela y el flan con caramelo.



AGRADECIMIENTOS

Agradezco a mi familia por apoyarme en lo posible, en el desarrollo del cuento; a mi tutora e ilustradora todo mi agradecimiento y admiración por el apoyo incondicional y, a las personas que lean este cuento espero que sea de su agrado. -Fernando P.

Agradecer a quienes hacen parte de este proyecto es esencial para mí; durante este tiempo me llené de una experiencia increíble, un gran equipo hizo posible este cuento, siempre estaré agradecida con mi familia, quienes los que día a día me impulsan a desarrollar una mejor versión de mí. -Melanie C.

Las personas en mi entorno cumplen una función elemental en mi desarrollo como persona y profesional, por lo que mi aptitud creativa existe gracias a ellos: mi familia. También agradezco a mi equipo de trabajo en este proyecto, con quienes he obtenido nuevos aprendizajes durante la elaboración del cuento; una experiencia que perdurará en mi memoria. -Kelibeth U.



NOAH y CIRO UN VIAJE A RAYAS

Hace mucho tiempo en el Norte de Asia, los grupos de animales que habitaban esas tierras estaban pasando momentos no antes vistos en la historia: la comida y bebida se estaba agotando. Miembros valientes de cada familia salĂ­an a buscar una manera de vivir, algunos viajaban a NorteamĂŠrica, pero otros no llegaban a los lugares que deseaban ya que el camino era tan cansado que no resistĂ­an sin comer ni beber agua.


Había una familia de antílopes muy particular, pues no habían enviado a ningún miembro en busca de comida. Cierta mañana de abril, dos jóvenes antílopes estaban angustiados por la situación familiar, así que armaron un plan de migración señalando en su mapa el lugar de su destino, la idea era ir a buscar un lugar seguro y abundante y luego llevar a toda su familia. Los planes siempre son excelentes hasta que llega el momento de ponerlos en acción, se acercaba la parte más difícil para estos jovencitos. Pero, ¿quiénes eran? La


familia antílope contaba con dos valientes caballeros que querían movilizarse para sustentar el hogar: Noah, un pequeño antílope de cabello café oscuro como la tierra, sus ojos de capulí, eran únicos en su manada; por otro lado, se encontraba a Ciro: grande, de cabellera rubia como los rayos del sol y con ojos azules como el cielo, era el más humilde de todo el lugar. El tiempo en familia para ellos era esencial,

pero

sus

padres

pasaban

momentos de mucha angustia al no tener suficiente alimento para sus hijos, por esa


razón querían emprender un viaje en el que pensaban que ayudarían a su familia. Ambos jugaban carreritas con su papá todos los domingos y por la tarde horneaban deliciosos postres con su madre. Llegó el momento decisivo para la familia, los hermanos debían hablar con sus padres de los planes que tenían. Aquel día, los jóvenes contaron sus planes; para sus padres era una situación muy difícil, ya que conocían de los peligros que existían en el camino y que


muchos no lograban llegar a su destino; pero, también estaban conscientes que, de quedarse ahí, morirían de hambre y sed y con dolor en el alma, aceptaron. Era el momento de comenzar el trayecto, con poca agua y alimento, los antílopes emprendieron su viaje en busca de mejores condiciones de vida para su familia. Su entusiasmo era muy grande y en lo único que pensaban era en volver con su promesa cumplida. Luego de cuatro días de caminata, los jóvenes llegaron a un maravilloso lugar, rodeado de cascadas, altas y verdes


hierbas; un lugar habitado de cebras con flameantes rayas blancas y negras. Mientras Noah y Ciro admiraban la belleza que los rodeaba, un grupo de insensibles

cebras

comenzaron

a

murmurar cosas desagradables por el físico

de

los

“forasteros”

(como

empezaron a llamarlos). Sin prestarles atención, los hermanos empezaron a beber y comer lo que encontraron, pues habían pasado un largo tiempo sin alimentarse. Luego de unos minutos, los jóvenes decidieron descansar, pero lo que ellos no


sabían era que habían escogido el peor lugar para hacerlo. Como en todo lado existe un líder, en este rayado mundo no era la excepción, la Cebra Jefe era quien dirigía toda la manada y no le gustó en lo más mínimo la llegada de los antílopes. Esta rayada criatura reunió a un grupo de cebras para idear un plan de ataque contra el par de migrantes, que lo único que buscaban era mejorar la calidad de vida de los suyos. Esa

noche,

los

antílopes

pudieron

descansar y comer, actividades que desde hace mucho no hacían cómodamente.


Para los hermanos era muy difícil estar lejos de su familia; ellos sufrían mucho a pesar de solo haber pasado cuatro días, dudaban de cuánto aguantarían estar solos. A la mañana siguiente, el sol era resplandeciente, las aves cantaban en armonía y los hermanos se alistaban para seguir explorando el lugar, cuando de pronto un grupo de cebras se les acercó, ellos estaban confiados de que habían encontrado nuevos amigos, pero los habitantes rayados tenían otros planes. El plan malvado de la cebra jefe fue enviar a


los antílopes a buscar un tesoro escondido en una cueva. Esta oferta era muy tentadora y los hermanos antílopes no pudieron resistir, así que aceptaron el juego que les propusieron las cebras y empezaron a caminar hacia la cueva que escondía un grandioso tesoro. Después de unos minutos, llegaron al lugar. Noah y Ciro estaban entrando a la cueva cuando de pronto se dieron cuenta que había sido una trampa, pues estaban en la guarida del hambriento Rey de la Selva. Inmediatamente intentaron huir


pues estaban a punto de ser devorados por un enorme león; de repente llego la Cebra madre, quien los ayudó a escapar del enorme felino y pudiendo así salir victoriosos. Aquella cebra amigable se convirtió en su hada madrina, alguien que siempre procuraba cuidarlos de los peligros que los acechaban, incluidas las bromas de las cebras, que habían ideado para acabar con los extraños de la manada, la situación; se volvió muy desagradable ya que, por llevar grandes cuernos en lugar de usar rayas, los discriminaban. Las cebras no querían a


los hermanos antílopes porque sentían que iban a invadir su territorio, aunque lo único que ellos querían era alimento para su familia. Esta historia tomó giros inesperados, se estaba saliendo de control; aunque los antílopes lograron escapar del león, no sé salvaron de las malvadas bromas de las cebras, ellas querían que abandonen el lugar sin importar como. Los antílopes estaban a punto de renunciar a esa valiente aventura que decidieron vivir, pues estar en aquel lugar era muy difícil, se sentían solos al no


tener a sus padres cerca y querían huir de ahí lo más pronto posible. Platicaron de esta situación con su hada madrina (como ellos la llamaban), la Cebra Madre, quien fue la salvadora de los hermanos, les dijo que: la decisión estaba en sus manos, ya que, aunque ella quería que se quedaran no podía interferir en su decisión, también les dijo que lo pensaran muy bien puesto que si estaban ahí era por una misión importante: buscar mejores condiciones de vida para su familia. A pesar de ello los jóvenes aventureros deseaban volver con los


suyos porque los extrañaban y querían más apoyo para soportar lo que estaban viviendo, por eso decidieron tomar la noche para pensar lo que harían. Otro bello día empezó a nacer, las cebras tenían una rutina de caminata muy estricta; mientras ellas tenían su actividad matutina, los jóvenes antílopes estaban por despedirse de su hada madrina, pues pensaron que las cebras nunca iban a aceptarlos. En esos pocos días, los enviaron a un lago lleno de hipopótamos, de donde escaparon por una pata de ser nuevamente devorados, también llenaron


su alimento de barro para que así no pudieran comer plácidamente; las cosas que las cebras hacían eran totalmente crueles,

por

lo

que

los

antílopes

renunciaban al sueño de buscar un mejor lugar para su familia. De repente escucharon a los lejos un grito familiar, era su hada madrina pidiendo ayuda, por qué; al parecer, parte de su manada estaba a punto de ser atacada por un grupo de hienas salvajes. Los antílopes sabían que podían ayudarlos pues en sus tierras ellos practicaban artes marciales así que, sin dudarlo corrieron junto a la


Cebra Madre para salvar a sus molestosos compañeros. La pelea fue muy reñida, pero lograron ayudar a las cebras que estaban en peligro, luego corrieron todos juntos hasta una cascada en el centro de sus praderas. Las cebras estaban sin palabras, no sabían cómo responder, pues quienes los salvaron fueron los antílopes, aquellos a quienes molestaron una y otra vez por provenir de otro lugar. Lo único que la Cebra Jefe pudo decir fue: Gracias

hermanos,

habríamos muerto.

sin

su

ayuda


Los hermanos estaban emocionados de haber ayudado, y a partir de ese día la discriminación acabó, la familia de los antílopes se pudo mudar junto a las cebras, demostrando que todos eran iguales, y sin importar de qué lugar vengan o a donde vayan, también pueden pertenecer a un mundo a rayas, sin tenerlas. Si me preguntan cómo sé esta historia, eso es porque yo la viví, me llamo Noah, y mi familia vivió muy feliz luego de haber cumplido nuestra promesa.


Mis amigos, aquĂ­ termina este cuento, pero antes de irme quiero dejarles este consejo: Luchen contra la discriminaciĂłn, todos podemos compartir un mismo hogar como mi familia y las cebras. Un abrazo, Su amigo antĂ­lope, Noah.



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