Oizirbaf y su Nuevo Hogar

Page 1



Oizirbaf y su Nuevo Hogar Autor: Fabrizio Alejandro. Mentora: Ing. Johanna Alexandra Coronel VĂŠlez. Ilustrador: Neder Jesus Betancourt.



Autor: Fabrizio Alejandro. Hola, soy Fabrizio y tengo 8 años, estoy cursando el cuarto grado de básica. Desde pequeño he ido descubriendo muchas cosas que disfruto mucho, como escuchar música, salir al parque con mis padres, sembrar, andar en bicicleta, jugar con mis legos y mi casita de cartón; otras que puedo hacer súper bien, como las manualidades, dibujos y pinturas; y otras que amo y respeto mucho, como: la naturaleza, los animales y las personas de mi alrededor.

Mentora: Johanna Alexandra Coronel Vélez. Coordinadora del departamento de pedagogía del Grupo Holguín. Editora de obras en categorías: libros de consultas y libros informativos. Ingeniera en Marketing, certificada en educación infantil y activamente responsable con el aporte a una educación de calidad.

Ilustrador: Neder Jesus Betancourt Silvera. Diseñador gráfico, músico, locutor y productor radiofónico. Amante de la naturaleza, la justicia y el amor. Ciudadano del mundo, migrante y ser humano feliz.



Agradecimientos A mis papás, con todo mi corazón, por sentir su ayuda en cada momento, su apoyo y brindarme con amor sabias enseñanzas. También agradezco a mis abuelos y mi tía que me dan ánimo aun estando lejos. A Fundación Nur, donde he aprendido muchas cosas importantes, me han ayudado en momentos difíciles, y me han demostrado en cada oportunidad que son buenas personas, los llevaré presente siempre.

“Los que confían en el Señor renovaran sus fuerzas, volaran como las águilas: correrán y no se fatigaran, caminaran y no se cansaran” Isaías 40:31



Hace algún tiempo, en el planeta Aleuzenev vivía un niño aleuzeniano llamado Oizirbaf. Un niño muy noble, amoroso y súper alegre; amante de la naturaleza, fascinado por el arte, la música y las manualidades. Asimismo, le gusta mucho aprender cosas nuevas y tener amigos con quién compartir, disfrutar del parque y de juegos muy divertidos. Oizirbaf es muy observador y sus padres inculcaron en él desde pequeño el significado de igualdad, como algo justo y equitativo, donde prima el respeto, la solidaridad y honestidad; así que, si faltaba uno de ellos, él instantáneamente sabía que algo no estaba ocurriendo con normalidad, por lo que no debía quedarse callado sino tratar de buscar a un adulto para poder ayudar a quien lo esté necesitando. Oizirbaf es una personita llena de sorpresas, imaginación, valores y muchos sueños, y su hermosa historia comienza así: Una tarde, sus padres le comentaron que debían hacer un viaje a otro planeta; e inmediatamente Oizirbaf pensó que eso implicaría separarse de su familia y se puso muy triste, inquieto y confundido durante varios días. El gran día se aproximaba y entre conversaciones con sus padres, su tía y abuelos lograron animarlo a viajar con su mejor predisposición; además, decidieron que el fin de semana, antes del viaje, irían a casa de sus abuelos para así despedirse alegremente de ellos. A pesar de momentos de melancolía, él trataba de disfrutar al máximo cada instante que compartía con su familia: sembrando con sus abuelos, jugando con su tía; e incluso juntos entre juegos, canciones y risas hicieron las maletas, mientras platicaban con mucha emoción sobre los paisajes, comidas, animalitos y personas extraordinarias que encontrarían en su travesía. El día de partir llegó. Oizirbaf entre abrazos, lágrimas y risas se despedía de su familia, a quienes les pedía que no lloraran que él y sus padres estarían bien y que no dudaran que en su corazón estarían cada uno de ellos, esperando con ansias volver a compartir momentos excepcionales en familia.


Mientras viajaban en una nave llamada Darli, podían disfrutar de las estrellas, asteroides y cometas que pasaban durante el recorrido hasta el nuevo planeta, ¡qué fantástico!, ¿no? Tuvieron muchas paradas donde Oizirbaf y sus padres con un gigante telescopio observaban frondosos árboles, animales hermosos, majestuosos ríos y acogedores paisajes; definitivamente para ellos fue toda una aventura y no esperaban la hora de poder estar en aquel planeta lleno de vida y grandes misterios, sin embargo, en varias ocasiones, Oizirbaf dejaba caer una que otra lágrima al recordar su amado planeta y todo lo estupendo que habita en el. Y es que, sin duda alguna, su corazón empezaba a extrañar a las tres vidas más importantes de las cuales se estaba separando. En el emocionante y extenuante itinerario, aparecieron en Oizirbaf muchas ideas, sensaciones y emociones nuevas; muy cierto es que él no le dio cabida al miedo, pero con el pasar de los días empezó a tener fatiga, cansancio y algo de frío, pues la verdad es que la nave Darli, no era tan cómoda; pero sus padres, llenos de valentía y amor, alimentaban esa chispa de emoción y magia que le transmitían al pequeño Oizirbaf sobre ese maravilloso planeta llamado Rodauce, al cual llamarían “nuestro nuevo hogar”.


¡Al fin!, después de un largo viaje, la nave Darli había aterrizado. Mientras los padres de Oizirbaf cogían sus pertenencias, el pequeño miraba atentamente a su alrededor. Cuando juntos emprendieron su camino Oizirbaf exclamó: ⎯¡Hemos llegado!, aunque es diferente a Aleuzenev, sé que habrá mucho por conocer y compartir⎯. Durante la ruta a su nueva casa, él observaba cada detalle, y pensó “¡wow!, este nuevo planeta es bonito”; y es que sus ojitos se deslumbraban admirando esos inmensos árboles que adornaban su camino, aquel caudaloso río a su izquierda y avecillas que cantaban sobre el pasto. Suspirando preguntó a sus padres ⎯mamá, papá ¿cómo se llama el lugar a donde hemos llegado? ⎯, sus padres con mucho entusiasmo le respondieron ⎯este asombroso lugar se llama Acneuc, que pertenece al planeta Rodauce⎯. Oizirbaf muy contento compartió ⎯que divertidos nombres mamá, ¿no te parece?⎯. Sus padres, se miraron y sonriendo dijeron complementándose ⎯Sí, llenos de magia y encanto como te gustan; un lindo lugar para cada día iniciar una nueva aventura⎯. Todos se agarraron las manos, muy fuerte, y sonriendo finalizaron su trayecto.


Al poco tiempo de haber llegado, aparece Cocolet un niño amable, bondadoso, extrovertido y muy alegre quien en poco tiempo logra ocupar un espacio muy valioso en la familia de Oizirbaf. Todo empezó en un parque donde Cocolet decidió acercarse a Oizirbaf y su familia, y con mucha curiosidad, expresó: ⎯¡hola!, soy Cocolet, ¿ustedes son de otro planeta, cierto?, que estupendo verles por acá y conocerles⎯ ; Oizirbaf muy contento, contestó: ⎯es verdad, no somos de aquí, ¿cómo lo supiste?, pues yo te veo igual a mí y eres amable como yo⎯; Cocolet se quedó asombrado con la respuesta, y es allí donde los papás de estos pequeños, supieron que estaban presenciando el inicio de una mágica travesía en el prodigioso mundo de la fraternidad y el compañerismo. Una mañana soleada, Cocolet y sus padres, decidieron visitar la nueva casita de Oizirbaf para saludarlo a él y su familia. Al llegar, con una alegría desbordada se saludaron todos, y Cocolet preguntó a los papás de Oizirbaf si podían salir al parque para conocer más amigos, los padres al ver la emoción de Oizirbaf aceptaron; y sin esperar más, decidieron salir corriendo entre brincos y risas. Durante el camino, Cocolet le pregunta a Oizirbaf si le gustaría ser su amigo, y él confundido, pero muy entusiasmado le contestó ⎯¡claro que sí!, eso no tienes ni que preguntarlo, tu para mí ya eras mi amigo⎯. De repente, al llegar a la cancha donde se encontraban los amigos de Cocolet, ambos observaron que muchos del grupo no tenían la misma emoción que ellos, y recibieron a Oizirbaf con poca amabilidad, incluso uno de ellos mencionó: ⎯¡que niño tan feo! ⎯, y de inmediato Cocolet un poco confundido y molesto preguntó: ⎯¿por qué has dicho eso?, él no lo es, es mi amigo, así como ustedes, lo invité a jugar y compartir juntos⎯. El grupo de amigos de Cocolet se quedó en silencio por varios minutos, y uno de ellos, quien con el rostro expresaba un frío desdén, exhortó: ⎯¡entonces juguemos!⎯.


A pesar de que desde ese momento decidieron dejar entrar a Oizirbaf al grupo, el resto de los niños lo trataban con mucha desconfianza y sin muchos ánimos de integrarlo a todas las actividades; no obstante, Cocolet demostraba en cada momento su genuina amistad, interesándose siempre en que su nuevo amigo se sintiera bien y pudieran compartir juntos momentos agradables para todos. En muchas ocasiones, Oizirbaf se sentía un poco incómodo y con sentimientos encontrados, al ver que sólo a él no le permitían unirse a ciertos juegos; sin embargo, con el apoyo de sus padres en casa y su leal amigo Cocolet, él decidía volver a intentar una y otra vez incluirse para demostrar que él si quería ser amigo de todos. Una tarde, mientras jugaban estos pequeños grandes amigos se acercó a ellos un compañero que parecía algo molesto sin motivo aparente, se dirigió a Oizirbaf para darle un empujón y decirle: ⎯¡Cocolet es sólo mi amigo, tú no puedes estar aquí, eres malo y no eres de aquí!⎯. Oizirbaf estaba completamente aturdido, paralizado ante el maltrato físico y sus palabras de rechazo; no pudo contenerse más e instintivamente contestó a la agresión. Y es allí, cuando un adulto que observaba la situación intervino, pero sin resultados positivos pues no recibió apoyo en lo absoluto, sólo un momento más de prejuicios y comentarios negativos hacia él. Oizirbaf jamás pensó vivir todo lo que le estaba sucediendo en ese momento, a su corta edad estaba experimentando una intensa angustia y temor por no saber a quién acudir, ya que incluso sentía como un adulto carecía de empatía con él y todos a su alrededor sólo se mofaban de lo que había ocurrido. Lo inundó un fuerte sentimiento de soledad y vacío en su interior por no entender lo que había hecho mal o lo que había dicho para que eso pasara; pues en su pequeña cabecita no tenía cabida la diferencia entre ser de un planeta u otro, y que inclusive eso podría provocar molestias en las personas que lo rodeaban. Llegó a casa en un mar de llantos, les comentó a sus padres lo que había ocurrido, y ellos sumergidos en esta nueva preocupación y dilema, optaron sólo por tratar de limpiar el corazón de Oizirbaf, y no permitir que este episodio de alguna manera influya en su pequeño, pero no fue así. Esta situación, sin lugar a duda marcó a Oizirbaf, los padres notaron cambios drásticos en su comportamiento: lo veían cabizbajo, desmotivado y aislado durante varios días, incluso se rehusaba salir de casa. Por tal motivo, sus padres sabiamente determinaron finalizar esa etapa de una manera creativa y estaban más que decididos en enseñar a Oizirbaf que jamás habrá motivos suficientes para detenerse porque todo, a pesar de cualquier cosa, debe seguir fluyendo y las personas deben seguir aprendiendo y viviendo. Así que durante toda la semana sus padres comenzaron a contarle de un grandioso parque que habían visto, y que les encantaría que Oizirbaf pudiera ir a divertirse con ellos. Él escuchaba muy atento e intrigado; hasta que todos fijaron que la tarde soleada del viernes iban a


descubrir los famosos encantos de aquel parque que describen sus papás. Y para ello, el invitado especial, Cocolet, no podía faltar. Y fue así como se dio la oportunidad de retomar con entusiasmo, ilusión y optimismo el seguir en su travesía de conocer el nuevo planeta. La vida tan misteriosa y maravillosa pronto hizo magia, y en ese mismo parque, permitió que conocieran a una señora extraordinaria llamada Yttap que llego a brindar a la familia de Oizirbaf y a él; apoyo y manos solidarias para que los propósitos de vida cobraran sentido en ellos. Todo comenzó con una gentil invitación a un fantástico club, donde se reúnen muchas personas, igual de extraordinarias que ella, para realizar múltiples actividades divertidas y juntos aprendían nuevas costumbres, dinámicas, estilos de vida, viviendo en valores de unidad y esperanza, para poder así recibir cálidamente a todos quienes llegasen. Oizirbaf, allí pudo conocer niños de diferentes planetas, y su gran sorpresa fue compartir con amigos, quienes al igual que él, habían llegado a Rodauce desde Aleuzenev. ¡Qué emoción!, Oizirbaf había vuelto a ser el niño alegre, bondadoso, arriesgado y lleno de ilusión que tanto sus padres como su familia conocían. Ahora está más enfocado en brindar ese amor y ser esa mano amiga hacia quienes más lo necesitan, no importa quién fuera, ni tampoco si se lo hubiesen pedido o no; él se ingeniaría la manera de ayudar a algún un abuelito, una bebé, algún perrito comunitario, ya sea porque percibía que hiciera falta o simplemente le nacía en ese momento dejar una huella positiva en los demás.


En uno de esos magníficos días de muchos colores, risas y aventuras, las familias de Oizirbaf y Cocolet, deciden hacer un pequeño recorrido hacia algunos de los sitios más reconocidos como patrimonio cultural en Acneuc. Comenzaron por la majestuosa Catedral de la Inmaculada Concepción. Oizirbaf y Cocolet estaban encantados recorriendo cada rincón de la iglesia, con mucho sigilo observaban y comentaban en pocas palabras lo que iban admirando al paso. Al salir de la catedral, platicaron todo el trayecto sobre lo deslumbrados que estaban; y Oizirbaf expresó: ⎯¡wow, que gigante es!⎯, añade: ⎯está genial y encantadora⎯. Cocolet asintió sus palabras y agregó: ⎯¡sí¡, viene gente desde distintos planetas para admirar su belleza, es toda una obra de arte⎯. Los padres sonreían y sentían una gran satisfacción al ver como sus hijos disfrutaban el paseo. Llegando la noche ambas familias se despidieron. ⎯Feliz noche Oizirbaf, pronto nos vemos⎯ dijo Cocolet, y le dio un fuerte abrazo. Oizirbaf de inmediato respondió ⎯buenas noches Cocolet, gracias por ser mi amigo⎯.


Al llegar a casa, Oizirbaf y sus padres, compartieron juntos un rato de juegos y emotivas conversaciones. Hablaban sobre lo hermoso de Acneuc, también de recuerdos sobre su planeta Aleuzenev, incluso comentaban acerca de aquellas grandes similitudes y pequeñas diferencias en las costumbres de ambos planetas; lo cierto es que la sonrisa en sus rostros y el brillo en sus miradas jamás se apartaron de la tertulia. Y es allí, donde Oizirbaf aprovecha la oportunidad y consulta a sus padres: ⎯mamá, papá, ¿por qué hay personas que nos miran como si fuéramos extraños o quizás malos?, si tenemos muchas cosas en común con los de este, y otros planetas⎯. Se escuchó un silencio por segundos, y Oizirbaf exhortó: ⎯Cocolet me dijo esta tarde, que a la catedral va mucha gente de distintos planetas a conocerla. Si todos los que se reúnen a ver la misma obra de arte, te tratan con amabilidad y respeto, ¿por qué fuera de ella no ocurre lo mismo? Quienes lo visitan pertenecen a otros planetas, cometas, estrellas hasta galaxias; pero eso no tendría tanta importancia, si todos llegamos con el mismo sentir: admirar, imaginar y vivir⎯. Los padres se miraron fijamente, mientras sus rostros reflejaban momentos de reflexión y asombro, eligieron una comunicación no verbal entre ellos para no responder a ninguna de las inquietudes que Oizirbaf expresaba. Luego de varios minutos de meditación para todos, decidió el papá tomar la palabra, indicando: ⎯son válidas tus preguntas, y valiosos tus pensamientos Oizirbaf, quizá muchas personas nos han visto como extraños en su planeta, muy probable por la forma en la que hemos llegado, pero ¿quieres que te confiese algo? Nosotros sólo hemos venido buscando un mejor futuro para nuestra familia. No te preocupes por lo malo, en todo lugar habrá un puntito gris, lo esencial es encontrar ese arco iris que nos guíe para seguir día a día soñando y luchando por alcanzar nuevas metas⎯. Oizirbaf, escuchaba atentamente y fue prudente al no pronunciar palabra alguna.


El padre añadió: ⎯tienes mucha razón, todos debemos sentirnos y tratarnos como iguales, pero es fundamental que seas tú quien respete a todas las personas de tu entorno⎯. Su mamá complementó: ⎯así es hijo mío, es bonito vivir como iguales, en medio de tanta maravillosa diversidad. Tú, sigue edificando tu noble corazón para enseñarles a través de tus acciones, a otros niños lo mismo⎯. A Oizirbaf se le iluminó su carita e interrumpió a su mamá añadiendo: ⎯eso me lo enseñaron en mi fantástico club: igualdad y unidad en diversidad, es decir que todos somos diferentes de pensamiento, lugar de nacimiento y costumbres, pero de la misma manera todos somos tan importantes y necesarios cómo lo es nuestro corazón para poder vivir⎯. Con la mirada fija hacia la ventana, Oizirbaf exteriorizó ⎯Que chévere sería que el mundo fuera diferente y todos nos amaramos igual mamá⎯. Aquella noche Oizirbaf, antes de dormir, dio las gracias a Dios por todo lo aprendido y recibido, por todos los ángeles que había conocido en su nuevo planeta y por lo feliz que se encontraba. Actualmente Oizirbaf, es un niño dichoso y le encanta colaborar con su fantástico club. Ha participado en varias actividades de apoyo, una de sus favoritas es ayudar a preparar y repartir comida a niños y familias que lo necesitan. También, le encanta estar presente en las bienvenidas a las nuevas familias y así él poder transmitir sus mejores deseos y brindar su incondicional compañía a cada uno de ellos, para juntos aprender a vivir conforme a ese fascinante lema de “igualdad y unidad en diversidad”.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado y yo, Oizirbaf, deseo que tú, nunca olvides esto, que siempre, pero siempre le podemos poner al puntito gris una pincelada de colores brillantes.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.