Museo La Trifulca, Liberia, Guanacaste

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Museo La Trifulca

Liberia


El catador de belleza, suele encontrarla donde quiera. Emperador Adriano


Museo “La Trifulca”, 2012 Contacto: Museo La Trufulca, Barrio La Victoria, Liberia, Guanacast, Costa Rica. Teléfono (506) 26657226

Museo La Trifulca

Museo del Árbol: < museodelarbol@gmail.com > ARTSeum: < crusalegria@yahoo.com >

Museo del Árbol, Edición Especial publicada en http://issuu.com/museodelarbol Además se editan cinco ejemplares impresos, encuadernados a mano en estilo “mariposa”. Fotografías y diseño: Luis Fernando Quirós

Museo Vernáculo-Popular


ARTSeum / un Museo sin museo

Artseum es una institución de arte contemporáneo fundada en 1981, cuya programación itinerante está dedicada a promover y divulgar toda expresión cultural existente fuera de las corrientes artísticas tradicionales. Desde su fundación, Artseum ha funcionado como un Foro alternativo libre y pluralista, sin motivo de lucro, generalmente sin espacio físico propio, organizando exposiciones directamente en talleres de artistas o divulgando el contenido de colecciones de variados temas en sedes particulares. Además, se organizan eventos performativos o ferias en el espacio público.

Museo “La Trifulca” El más reciente proyecto es una colaboración de Artseum con el Museo del Árbol, el cual consiste en divulgar a un público más amplio la existencia y actividades de un museo suigeneris de cultura vernácula popular con muchos años de existencia en Liberia, Guanacaste, Costa Rica. Moyo Coyatzin Julio 2012 La Garita, Costa Rica


La Trifulca: Poesía del Caos Luis Fernando Quirós, julio 2012 Hemos aprendido a finales del siglo XX que hay que sustituir la visión de un universo que obedece a un orden impecable por una visión donde el universo sea el juego y lo que está en juego es una dialógica entre el orden, el desorden y la organización. Edgar Morín Los siete saberes en la educación del futuro. UNESCO, 1999.

Bajo la sombra del almendro de barrio La Victoria en la ciudad de Liberia, Guanacaste, se encuentra el museo “La Trifulca”, un espacio privado cuyo propietario, don Rafael Ángel Zúñiga (más conocido con el alias “Pellejo de Lora”) es su colector, su custodio, y quien sabe descifrar los signos de desasosiego de cada objeto exhibido en una especie de “no composición”, carente de la lógica de lo que sería un museo etno-cultural, sino de acumulación donde prevalece el caos, cubierto por una densa capa de polvo añoso como las maderas, los metales, las cerámicas, los cueros, las piedras, todo sumido en el silencio de un tiempo inamovible. Diseño Autóctono en el MADC En el año 1996, el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) –en esos años dirigido por la desaparecida Virginia PérezRatton y Rolando Castellón como curador jefe, albergó la muestra “Diseño Autóctono Costarricense”, curada por Luis Fernando Quirós, la cual estuvo acompañada por “Agua con azúcar”, exposición curada


por el grupo Ordo Amoris de Cuba, representado, en ese entonces, por Diango Hernández; en el ámbito de las dos muestras se exhibió una gran parte de la colección de objetos del museo La Trifulca. Huella cultural en el MADC 1996 El asunto central tratado por la muestra fue la memoria cultural, y constituyó un importante evento histórico por su apertura a objetos de la cultura material costarricense autóctona, que se mostraba, por primera vez, en un espacio público -en similar condición a la propuesta de Ordo Amoris, que siendo objetos muy propios de la intimad cubana, salían por primera vez de la isla para ser exhibidos en un museo. Los de La Trifulca eran objetos muy cotidianos: una taza de porcelana, un buda, una hornilla, unas espuelas, las albardas y monturas, una máquina de moler café, un asiento, jícaras de diversos tamaños, piedras de moler maíz, un filtro de agua de piedra caliza, la “mona” o “mica”, la “cegua”, todo un inventario de elementos ancestrales que su propietario colectó en aquellas viejas haciendas de la pampa guanacasteca que se establecieron desde la colonia, además, muchos de esos objetos traídos por los colonos arraigaron profundamente en la vida local costarricense por su utilidad, función y

Parte de la instalación de los objetos de La Trifulca, exhibidos en la Sala 2 del MADC en 1996. Fotografía cortesía del MADC.


tolerancia con la naturaleza y la cultura local. No están ausentes de ese compendio etnológico y sociológico los retratos y fotografías familiares, íconos que rememoran y vuelven viva la evocación que gravita en cada ángulo de aquel alero protector de la colección llamada por su autor como “La Trifulca”, en tanto la palabra expresa la lucha cotidiana, las contingencias de la vida, todo dentro de un caos que posee orden y equilibrio pero sin ser aparentes, que conmueve, atrae, se proyecta como el efecto vórtice agitando con furia la atmósfera del lugar cuyo centro u ojo –como en el huracán-, prevalece en la relativa calma.

Detalles de la nstalación exhibida en la Sala 2 del MADC en 1996. Museografía de Rodolfo Fischer. Fotografías cortesía del MADC.

Flujo de narrativas: el signo de la incertidumbre Cada objeto posee una narrativa para su colector, nos habla que esa pieza la consiguió en tal sitio y quizás la obtuvo por el trueque de un saco de mangos, o porque alguien se la regaló o la dejó a su cuidado; así fue creciendo su colección. Él coloca cada pieza que entra al espacio de “su museo” sin una ficha técnica ni más dato que el que alhoja en sus recuerdos personales, la coloca por ahí entrando en esa sintaxis del caos, que no media instrumento que la ordene sino un fluye constante en la deriva del acontecer, incrementando su ya amplia dosis de incertidumbre.


Existe una enorme belleza en todo ese desencadenamiento de situaciones, quizá si alguien limpiara el polvo de cada pieza ya no sería la misma; si un museólogo interviniera en el sitio apuntando al equilibrio de la información contenida, perdería su fuerza sugestiva, y quizás si un museógrafo hiciera su trabajo, la colección se desplomaría de ese andamiaje desestructurado y cambiante que lo caracteriza para protestar con su desencanto. Ahí, el todo permanece sumido en el silencio de un sueño del cual no se puede despertar pues perdería el hilo de la “no narrativa”, de lo que no se cuenta pues es para ser sentido profundamente por nuestra sensibilidad, que va decantando cada objeto en un continuum si principio ni fin, como la trifulca y las contingencias del vivir actual sumidos en la deriva, que, cuando algún sujeto descubre el código de su sintaxis, entonces ésta se desborda por doquier para no ser encontrada. Es como la creatividad humana, cuando se puede definir ya está buscando otra manera de expresarse para ser buscada, para obligarnos a estar siempre atentos y en alerta; cuando alguien la conoce ya es obsoleta su definición pues es cambiante, como la luna, que crece o decrece y cuyo influjo se hace sentir en sus diferentes caras que nos muestra allá en el firmamento.

La estrategia ¡Qué nadie la intervenga! Solo a su autor le será permitido indagar o reinventar ese espacio que es fruto de su ingenio de artista colector, quien, como diría el Emperador Adriano, toma entre sus manos una alfarería quizás rota y en la cual nadie pusiera antes su mirada, y al dejarla ahí entra en el inconmensurable vórtice destructor-constructor de la imaginación humana.

Museo La Trifulca, Liberia, Guanacaste. Foto LFQ.























































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