Mutantres_3

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Creación (hibridación, sobreexposición) literaria AÑO 2 - NÚMERO 3 - NOVIEMBRE 2012

literatura mutante


a modo del primer parche Paciente lector: Los prólogos son muchas veces absurdos, innecesarios, muchas veces explican lo que el propio lector debiera descubrir, intuir, lo que nuestros textos debieran decir sin que tengamos que explicarlos aquí. No queremos masticarte previamente nada. El puré de bebé en pañales te lo dan otras revistas. Valdelomar era un capo porque hacía prólogos en su Colónida como redactando un cuento que era también un ensayo. Como alguien ha dicho por ahí: él era un genio. Ahora escribimos este prólogo para explicar algo justo: cuando comenzamos con la idea, gris y nebulosa, de hacer una revista, nos planteamos hacer, mínimo, tres números. Hoy lo hemos cumplido. Nacimos siendo tres los editores (hoy somos cuatro) y cada tres números nos sentaremos a desahuevar esta revista: si continúa, tendrá tres números más; si no, chau. Editar y difundir Mutantres no ha sido fácil y mucha mierda nos ha caído encima, la de siempre: mala leche, prejuicios, envidia y mucha roña. Por suerte, estamos vacunados contra todo eso: creemos en la literatura. “The rest is dross”, como dice Hinostroza que dice Pound. Ahora, después de haber cumplido con nuestro proyecto inicial de editar tres números, los editores de esta revista nos tomaremos un espacio para reflexionar sobre esta primera parte de nuestro proyecto y evaluarlo en su conjunto. No nos tardaremos mucho, eso es seguro. Paralelamente, dos de los tres miembros de este grupo han fundado, con otros amigos, una maravilloso proyecto, C.A.C.A. Editores y editado su primer libro ese puerco existe, breve antología poética. Eso ha retrasado esta edición: no importa, ya estamos aquí.

Año 3 - Número 4 - Junio 2013 MUTANTRES es editada por Viviana Barrios, Shirley Castañeda, Kevin Castro y Jorge Castillo. Es una publicación que pretende ser trimestral. Su tiraje es de 500 ejemplares. Escriben en esta publicación: Kevin Castro y Jorge Castillo. Colaboran: Cristian Alcaraz, Ernesto Carrión, Berta García, Javier Gato, Joy Godoy, Karin Heredia, Rosakebia Mendoza, Rocío Valdez, Roy Vega y Martín Zúñiga. Ilustración de portada: Mutantre (témpera sobre papel) de Bastian Alarcón. bastianalarcon.blogspot.com E-mail: tresmutan3@gmail.com Agradecimientos: Jairo Araujo, Armando Alzamora, Óscar Contreras, María Claudia Espíritu, Yarini Díaz, C.A.C.A Editores, Kelly García, Elio Osejo, a toda le gente que administra Qlaustro Fobia, un espacio de intercambio cultural en la Villarreal . Papelería Autoadhe: Avenida José Gálvez 1660, Lince. Teléfono: 472-1907. WR Impresiones: Avenida José Gálvez 1670, Lince. Teléfono: 265-3576. Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2012-05060 Creemos en la piratería: fotocopia y difunde.


D4: Do you need drugs to be happy? jorge castillo

Soy conciente de mi lucidez en grado sumo. Estoy perfectamente drogado de D4, esta sustancia me hace tener una conciencia brillante y en extremo aumenta mi hipersensibilidad. Cualquiera me tildaría de loco; nada más lejano de la verdad, tampoco pienso contradecirlos. Que piensen lo que quieran. El D4 está en mis venas, la siento deslizarse suavemente como ese pequeño auto verde de potente y silente motor que cruza la calle, como el agitar de las alas de ese pequeño picaflor verde. Todo lo veo verde. El verde es el verdadero color de las cosas. Las cosas que aún faltan descubrir, las cosas que nadie ve, lo que yo sí veo porque tengo en mí abundate D4. La mujer que camina delante mío es guapa. Tiene un vestido bonito y miles de lunares en la espalda, lleva el cabello recogido y parece no conocer las calles por donde transita. Diría que es una turista, tal vez europea, o tal vez nunca haya pasado por aquí. Nuestros destinos se cruzarán, es previsible desde aquí. Ella desciende su marcha cada vez más seguido porque está evidentemente perdida y yo camino diez metros por detrás y es inevitable que la alcance; aun demorándome más de lo previsible. Noto que ella busca a alguien con la mirada, busca a quién pedirle algún dato, información o ayuda. Si voltea, inevitablemente me encontrará. Sé que tengo una sonrisa triunfante, me alegra ver lo que nadie ve, lo veo verde, verde en un estado natural, verde sencillo y brillante. Mi sonrisa es fatal y presumida. La sonrisa del campeón. Es estúpido. La sonrisa también me delata, me contamina de una obviedad que quisiera evitar. En el exacto momento en que me planteo eliminarla surge de mí un sonido chirriante, una entrecortada y pequeñita carcajada que me hace ver aún más estúpido. Decido contenerme, es mejor esbozar la media sonrisa triunfante y orgullosa que andar con tics nerviosos de payaso compungido. La verdad es que la sonrisa no me sienta mal; todo lo contrario, me siento complacido. Siento que mi sonrisa se extiende hacia mis extremidades, siento que todo mi cuerpo quiere reirse, quiere difuminarse en una carcajada que paralice el tránsito de la ciudad y hago que el mundo celebre a mi cuerpo reirse de modo libre y pagano. Lo inevitable ha sucedido. La mujer me ha preguntado por una calle de la que alguna vez escuché en mi vida. Sé que estamos cerca, le he dicho; ella también sabe que es así, pero no coincide con el lugar, anda perdida y divagando hace buen rato por estas calles. Tenemos dos modos de llegar hacia allá, le digo y no puedo ocultar mi sonrisa triunfante. ¿Estás bien?, me pregunta ella. La tomo del brazo en donde percibo que tiene muchos lunares, redondos y bien formados, lunares que parecen también sonreírme. La tomo del brazo y la llevo hacia una calle que considero más oportuna, a los veinte metros de caminar juntos, considero que ha sido un error porque veo que la calle está llena de rejas negras y feas que dificultan mi perspectiva visual. Cambio de rumbo, la tomo del otro brazo y utilizamos una calle paralela. Es esta ruta un poco más larga, pero acaso más tranquila y libre. ¿Seguro de que te sientes bien?

Soy un sommelier de drogas de la compañía Pelícanos Desplumados. Me han encargado y suministrado abundante D4 antes de lanzarlo al mercado. Soy un ser libre y libérrimo. El D4 ha producido en mí una Conciencia de Las Cosas con una razón que nace del antecerebro, se conecta con mi tercer ojo verde y que se manifiesta visualmente en mi sonrisa complaciente y en un ligero y pequeño temblor de mi brazo izquierdo. Soy conciente de todo y puedo decirlo, expresarlo tranquilamente. A diferencia de otras estúpidas drogas —ya probadas antes en mí—, que te ridiculizan y te vuelve un mojón de risas y paranoias; esta no. Ahora veo un montón de cerros guiándome de las manos hacia el monte de la sabiduría extrema y la guillotina de la razón. El camino es sinuoso y difícil con senderos que se bifurcan. No temo perderme. Aplicar el D4 a tu cuerpo es fácil. Es un moco verde amarillento que te lo puedes introducir por donde quieras, es del tamaño de un caramelo cocoroco y puede romperse para hacer la dosis más pequeña, o para introducírtelo, por ejemplo, por las fosas nasales, o el recto si prefieres. Los Pelícanos Desplumados pensaron en todo. El D4 será un éxito y me encanta que yo haya sido el primero en usarlo. Mi trabajo es este, introducirme todos los días D4 para probar sus virtudes, contraindicaciones y sus efectos secundarios. Soy conciente de todo, ya lo he dicho, el D4 corre por mis venas a la velocidad de un caballo pura sangre y su galope es el arrullo de los ángeles. Hemos llegado. La mujer responde al nombre de Anomália, es bella y me estoy enamorando. Casi no hemos dirigido palabra, me sienta bien su mutismo y mucho mejor sus lunares que he contado —virtudes del D4—, hasta donde he podido ver, mil trescientos ochenta y seis. Los hay circulares perfectos, medio ovoides, casi estrellados y algunos, pocos, casi cuadrados. Son hermosos sus lunares. Anomália no parece incómoda por esta oda visual que compongo para ella. ¿Oye, los caballos pura sangre tienen tres patas no?, me pregunta Anomália. Claro, hermosa, le digo. Todo lo pura sangre viene en paquetes de tres, como la Trinidad, continúo. Es una pena que vayamos a separanos más adelante, pienso, no podré verle más sus tantísimos lunares, tan bellos. Me mira y me pregunta: ¿Es verdad que la risa de los hombres es igualita al cacareo de las gallinas de plumas azules y ciertas aves del Congo que vuelan con una sola ala? Es totalmente cierto, divina, es así desde tiempos antediluvianos; es decir, hace poco. El tiempo, bien lo sabes, es una creación, como el Monopolio, vamos. Sin duda, sigo pensando, puedo hablar en español, pensar en chino y seducirla en francés. Tal vez sea otra virtud del D4. Los Pelícanos Desplumados fue fundada por Otto Schrödinger y Dino Stauffenberg hace medio siglo más o menos. Eran judíos traficantes de drogas y de personas, salvaron a muchos paisanos suyos llevándolos a Suecia primero y a Inglaterra después, haciendo como trato, para la salvación, el llevar en su cuerpo cantidades regulares de drogas lla-


madas en ese tiempo Lorensdrunkesfargen (El loro drogo) y Amipfzinger (Cuello roto). Estas drogas producían una sensación de paz y regocijo abundantes; de hecho, muchos judíos intercambiaron estas drogas por sus posesiones personales para ir a los campos de concentración nazi. En Auschwitz, se encontraron, enterrados, bajo la celda de los judíos presos, cantidades diversas de este tipo de drogas. Dicen que se escuchaban a estos judíos drogos cantar mientras desfilaban a las cámaras de gas. Con el tiempo, Otto Schrödinger y Dino Stauffenberg fueron traicionados y capturados por la Waffen-SS (la oficialidad militar de rango mayor) y llevados a una prisión de máxima seguridad. En los sótanos de tortura se escucharon, en vez de gritos, vivas; en vez de llantos, risas; en vez de súplicas, aliento. Al final todo se unió en una carcajada gigantesca y brutal que sorprendió hasta a los más duros de la Gestapo. Fueron liberados, poco tiempo después, a cambio de muchas más drogas, necesarias para alimentar a la tropa, tan necesitada de amor como de alegría. No todo podía ser sufrimiento. Los negocios se hacieron más complicados en Europa y se vinieron a América. Y aquí, oh maravilla, les fue mucho mejor, con más risas y alegrías. El demasiado mutismo de Anomália me ha incomodado. Estoy tan dispuesto a entregarme a su amor que no soporto este silencio tan adusto y complicado que lleva ella. Mi sonrisa ya no le dice nada, mi simpática sensualidad no le expresa nada, mi enervada y fina observación de la realidad no le dice nada. Ya me cansé de contarle los lunares, en las tres expediciones que hice a sus brazos descubiertos (la parte superior de su vestido es muy corta) y su cuello he podido corroborrar la exactitud de mis afirmaciones. De pronto, me dice, ¿cuánto falta para que lleguemos?, tengo que ir al baño. Cagándome en la sutileza ecológica de estos días, le digo: puedes mear aquí mismo, donde quieras. No, no es posible, yo no haría eso, está mal visto que una chica, una dama, una mademoislle haga eso, no por favor; además, ustedes los hombres tienen pipí y pueden hacerlo bajo un árbol nomás como cualquier perro, las chicas no, somos más prudentes y recatadas, por favor, no me diga eso, me dice sorprendida Anomália. Su gesto tiene credibilidad, sospecho que ha sido adoptada por los príncipes de Dinamarca y que sus modales son finísimos. No te preocupes —le digo— tengo un pene enroscable, lo desenrosco y te lo presto, así puedes mear bajo el árbol como cualquier perra, digo perro. Fantástico, me dice. Genial, eres brillante; oye, y si no es mucho pedir, ¿después podemos tener sexo con mi/tu pene?, ¿te puedo penetrar?, me dice emocionadísima. Me bajo la cremallera del pantalón, sacó mi pipí y lo comienzo a desenroscar. Ya no pienso en el D4, el efecto se ha conseguido, los Pelícanos Desplumados lo han logrado: He conseguido eliminar la conciencia de la conciencia del uso de drogas. Soy un ser drogado sin conciencia de drogarse. Tal vez como lo dijo Aristóteles: “La causa de la causa es causa de lo causado”. Mi conciencia es anterior a toda experiencia científica, a toda lógica epistemológica, es antes de lo a priori, es clara y diáfana como el agua, es deslumbrante, no me queda más que entregarme a este éxtasis infinito. Claro que sí, mi amor, le digo, lo que tú quieras. Imposible evitar esta lágrima, lloro de tanta felicidad.

enredadera desplegando sus fauces con lento placer Mi feroz llamamiento fue lanzado a las aguas La necesidad de apretar los puños y untarte con berenjenas De encuadrar tus mejillas y desterrarlas de su palidez habitual Sin huellas ni lentes que engrandecieran la maleza Éramos la profundidad de un charco que recién aprendía a [ruborizarse Solo nosotros en la redonda superficie Y mi feroz plegaria que se retorcía en las aguas Como un recién nacido suplantando a algún pez Devorador de hombres devorador de vacas Era yo intentando fabricar pisadas que se imprimieran en el [océano Para así lograr romper el hielo que me invadía Mis extremidades nunca habían lucido tan delgadas Como arterias portadoras de líquidos profanos Cada ciertas horas cada ciertos minutos Tú enviabas rocas que me sacudían del letargo Entonces nada era similar al orgasmo de los campos y los [cauces De mí solo quedaba verdadera piel o sombra Inusual protuberancia que alzaba la mano y tocaba el matorral [oscuro Hasta que un brillo final anunciaba el deceso de los tímpanos Y bendecía la feliz conjunción del hombre y el planeta vuelto [de espaldas De nosotros solo quedaba verdadera piel o sombra Aunque tu poder rebasara lo hilvanado durante la vejez Mi feroz llamamiento dormido en las aguas La danza de las horas celestes llenaba el universo de tentáculos Y recreaba tu semblante con partículas de cristal

Roy Vega Jácome (Lima, 1988). Estudió Literatura en la UNMSM. Obtuvo una Mención Honrosa en el VII Concurso Nacional de Poesía “José Watanabe Varas” (2011), organizado por el Centro Cultural Peruano Japonés.


el poema-cíclope

Nada más lúbrico que el poema extenso heroico visionario mirándome desde hombros eminentes zahiriendo mi blandura con fulgores sofocando bajo platino y diamantes la plegaria muda ante el larario. Nada más obsceno, nada más tronando por una caverna vieja paranoica de goteras, nada más hueco y pardo en el viento.

Entonces qué escarcha en los dedos desplumados qué cera de fuego agriándose en el vientre qué quijadas de loba tarascando la garganta golpeando con espectros el estómago cuando lo grande se agosta en un risco y Galatea se desvía hacia lo pequeño.

caro data vermibus

Pensar, Claudio, que solo somos gusanos, hormigas, moscas transitando el sexo de la Tierra, alquitarando sus desechos, irritando su clítoris hasta su explosión definitiva.

No ser más que un insecto que masturbe la tierra la hoja el ojo. Pese a Muse y Neutron Star Collision pese al móvil hecho pez de hielo pese a esta Britania que desborda el Palatino. Así la cuchilla no vendrá a mendigar (dos de la mañana y gusanos, hormigas, moscas dentro de los ojos) su plato de adrenalina.

Javier Gato (Sevilla, España, 1987). Licenciado en Filología Hispánica, ha colaborado, en calidad de alumno interno en el Departamento de Literatura Española de la Universidad de Sevilla, en las webs de Fernando de Herrera y Novela pastoril de la Biblioteca Cervantes Virtual y en el proyecto de investigación “El canon en la lírica áurea: constitución, transmisión e historiografía” del Grupo PASO. Ha publicado los poemarios Diario de un gato nocturno (Sevilla, Cangrejo Pistolero, 2009) y 72 demonios (Sevilla, Cangrejo Pistolero, 2012). Ha sido durante tres años presentador de PERFOPOESIA, Festival Internacional de Poesía de Sevilla, y ha sido antologado en numerosas antologías de poesía nacional. Sus recitales y perforrecitales han tenido lugar en espacios como el Real Monasterio de San Clemente, el CICUS, la Sala Fli de Sevilla, el Museo de Bellas Artes y el Centro Penitenciario de Córdoba (dentro del Festival Internacional de Poesía COSMOPOÉTICA), L’Escorxador de Elche y la Sala Carme Teatre (dentro del Festival de Poesía de Valencia VOCIFERIO) o la Fundación Juan Ramón Jiménez. Los poemas aquí publicados forman parte del futuro libro, Lycisca.


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kevin castro

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—las tablets han desplazado a las laptops— Caminé hasta el paradero y esperé a que venga el micro, tenía frío y ganas de tirarme a alguno de los universitarios que esperan el micro fumando un cigarro, mirando a las otras chicas pasar por la calle y escuchando música en el iPod. Siempre miran a otras mujeres, nunca es a mí, maldita sea, pero bueno, esperé al carro y encima no tenía ningún cigarro que encender y ningún iPod en el cual escuchar Last nite y pensar que The Strokes es la mejor banda de estos últimos 10 años, hasta que vino el puto micro y me subí, y vi que todas las personas estaban sentadas sobre laptops abiertas como asientos especiales y maravillosamente tecnológicos, y pensé ‘wow, vaya que las tablets han desplazado realmente a las laptops’, y era cierto, porque uno de los universitarios se había sentado a mi lado y tenía una Galaxy Note y buscaba algo en Google, pero yo no tenía ni un iPod ni un iPad, ni siquiera un Galaxy Note, sino tenía frío y ganas de tirarme un universitario de la Católica. Así que me dormí y soñé que, efectivamente, me tiraba a uno de esos chicos universitarios, que lo hacíamos en su departamento y que él también amaba The Strokes y me decía: ‘querida, YO no te voy a dejar’, y yo le preguntaba que qué insinuaba con eso, que acaso alguien me había dejado antes, pero él se reía y me besaba el cuello y yo pensaba ‘para qué arruinar esta linda velada con preguntas estúpidas’, y miraba las ventanas y era de día, un día clarísimo, y pensé ‘mierda, es de día, cómo carajo llegue aquí’ y luego me sentí estúpida y pensé que soy la persona número uno para arruinar momentos tan bellos como ese planteándome preguntas innecesarias. En fin, me relajé y cerré los ojos

y oí que de algún lugar del departamento sonaba la voz de Julian Casablancas cantando You only live once, lo cual era sublime, y miré a mi amante y era Julian Casablancas el que me cogía, y me asusté y me aparté de él, y Julian también se asustó y se empezó a vestir y yo pensé que era realmente la persona más estúpida del mundo, y le dije ‘no, Julian, mi amor, disculpa’, pero él estaba muy callado y solo se abrochaba los botones de la camisa, maldita sea, y yo le rogaba por que no se vaya, por que se quede a mi lado, pero él no me hacía caso, así que me lancé encima y lo cubrí de besos desesperados, y Julián se puso a llorar y dijo que todas las mujeres terminaban rompiéndole el corazón y que a la mierda, y yo le decía ‘no, mi amor, yo NO te voy a dejar’, y noté que Julián no lloraba sino que en realidad sonreía y yo me sentía infinitamente extraña, y vi cómo Julian Casablancas sonreía mientras un líquido negro invadía por cuatro cañerías enormes el cuarto en el que estábamos, y Julián me decía ‘oh don't, don't, don't get out, sh, sh, sh… I can't see the sunshine, I'll be waiting for you, baby’, y lo abrazaba y pensaba en cosas bonitas besándole el cuello, en cosas que no recuerdo pero que en ese momento me hicieron sentir bien o no tan triste mientras Julián Casablancas cantaba y decía ‘shut me up, shut me up’ y el líquido nos cubría las caras hasta solo poder vocalizar burbujas negras y gárgaras extrañas al tiempo que nuestros cuerpos se sumergían o desintegraban/crujían/disolvían volviéndolo todo negro y vacío. En este punto desperté y noté que me había pasado un par de paraderos, pero entonces aquello importaba poco o nada.

* El presente texto es un fragmento de una novela inédita que el autor viene trabajando.


canino

He salivado como un perro –descendiente de Pávlov con la boca repleta de moscas– todas las veces que asoma y procura un encuentro. Me he saltado todas las señales de STOP! con el objetivo de que un coche me estampe hacia la izquierda y volar. He llamado al sol infierno y al calor autoestima. He cortado la piel que me sobra de la oreja para sentirme un poco más usado. Escucho por placer el ritmo de otros testículos golpeándome y bailo ti-ro-te-a-do

Las vecinas me han atado en el ascensor con el cordel donde tienden las bragas.

las vecinas

Encerrado entre sus bolsas de basura me planteo la vida como una acumulación de Tetra Bricks.

Por dormir en una cama distinta cada noche te mereces todo lo malo que pueda pasarte. La distancia. El destierro. Una repetición continua del amor como si fuera un trauma. Ojalá vayas al Tártaro por crear esta guerra injusta entre nosotros. No cometerás actos impuros a partir de hoy.

Y soy feliz porque no me queda nada.

Cristian Alcaraz (Málaga, España, 1990) Estudia Filología Hispánica y Dirección y Dramaturgia en la ESAD (Málaga). Ha publicado el poemario Turismo de Interior (La Bella Varsovia, 2010), que obtuvo el III Premio de Poesía Joven “Pablo García Baena”, y ha ganado algunos certámenes como el VII Certamen andaluz de escritores noveles, organizado por el Pacto Andaluz por el Libro. Seleccionado en la modalidad de artes visuales en el certamen MálagaCrea 2012 por su instalación Poesía DYMO e invitado a diversos festivales como Cosmopoética: Poetas del mundo en Córdoba, algunos de sus poemas han sido publicados en diferentes revistas digitales, como La sombra del membrillo o El bote de Colón. Otros han sido incluidos en antologías como La dolce Vita. Poesía y Cine (2010) o Tenían veinte años y estaban locos (2011). En el ámbito teatral ha escrito, junto con Alberto Cortés, la obra titulada Seres Queridos. Actualmente, junto con otros cinco integrantes, forma parte de Cienfuegos, un taller/espacio de creación en el centro de Málaga. Ambos poemas pertenecen a su libro La orientación de las hormigas, aún inédito.


el futuro narrado

Sabes que te espero allí donde no estarás, será el único lugar en donde podré estar, hará frío y no lloverá, las gotas guardarán luto a esto que es una muerte que cojea y que huele a tabaco, y te detendrás en la cuenta de las piedras que salieron de mi boca y que llegaron a ti en forma de silencios cortilargos y frases sin puntos, sin sentido, será un día antes de domingo, antes del final que se torna un embudo y nos devora y nunca nos digiere, mientras huimos de la última muerte y de las sobras de un domingo por la noche que termina con todo, aun con lo que todavía no había empezado, porque jamás comenzamos nada, nos amábamos sin esperar la llegada tardía del amor, lo sabíamos y éramos culpables de besarnos sin besos y mirarnos con los ojos de la desnudez,

un día antes de domingo, por la noche, te veré a lo lejos, trayendo el silencio en tu sombra, bañada en el hedor espeso de la ciudad, cerrando los ojos, juntando los labios y llorando para adentro hasta el rebaso, entonces las gotitas, emergiendo de lo intrínseco, cerca del reverso de tus ojos, emanando por cualquier salida un ligero sabor a sangre que creíamos lágrimas recientes, que desconocíamos como melancolía derretida a lo largo de lo corto de un tiempo tan inexacto que preferimos llamar vidadicción o vidabundez sin más que pensar porque las palabras nos venían etiquetadas de antemano, creadas en un pasado sin vigencia alguna en lo venidero, tan sólo preguntar si las hubiésemos devuelto y sólo vivir luego de gemidos y demás sonidos que el cuerpo teje y la memoria desanuda, pero temimos definirnos, pagamos el castigo de no saber quiénes éramos y al final reíste hasta bien entrada la madrugada, aunque ese día nos tocaban besos y caricias ciegas porque la noche y su viento eran tibios y buscaban también tu calor, pero reíamos sin saber quiénes éramos y dijiste que nada importaba, que todo con tal de evitarnos el trazar una barda en nuestras afueras, que definirnos era limitarnos, no más ni poco más, era encontrar un par de identidades y pegárnoslas a la cara como máscaras, ya no pudiendo usar otras de las miríadas de máscaras y máscaras y otras máscaras descartadas por ponernos apenas dos que llevaríamos hacia el final de lo eterno o cinco minutos antes, lástima por las tantas otras máscaras de colores e identidades imposibles de imaginar y falsificar, y a fin de cuentas falsificábamos el amor, lo imprimíamos y teníamos crédito libre en hoteles y cines oscuros como parques y parques cálidos como cines, hasta que amar se hizo

un tope en un techo que nunca tocamos pero sabíamos que estaba allí, como las nubes y las arañas, un techo donde vimos deprimidos al amar desdibujándose letra a letra, el pobre verbo, sin saber que se volvía dificultoso, pegajoso, embarazoso, y sin saber tampoco que en verdad no era difícil amar sino amar viviendo, la condena insalvable de amar y vivir al mismo tiempo, que por hacer bien lo uno descuidábamos lo otro, lo ahogaban las sábanas, que por vivir amando acabábamos amando sin vivir, que nos escondimos al final en la mediocridad para malvivir amándonos, cómo podía ser de otra forma si las demás formas no tenían caderas, como locos que éramos y fingíamos estar, pero siempre y siempre con la frustración en cada sexo, que éramos locos, qué bien por el placer y qué mal por serlo al momento de amar y ser locos de amor, porque entonces jamás llegamos a estar tan locos como hubiéramos querido, nos veremos un día, por la noche, y nada habrá mejor que un consuelo cabizbajo que se refugia en la piel, entre dos pieles que se respirarán entre ellas y todavía seguirán asfixiándose, ninguna caricia como las miradas que se han querido antes de cruzarse, como cuando hacíamos el amor desde que nos veíamos y el juego perdía sus reglas y sus fichas y ganaba quien más iba perdiendo, descompensado por sometido al peso de lo liviano de la pérdida de una conciencia de hacer de cuenta que se pierde de verdad y de verdad compartiendo una derrota de ardor y pelos crispados sin embargo, perdiendo vaya a saber qué, perdiendo quizá la noción de lo real y lo ficticio y lo realmente irreal, buscando siempre perder, buscando siempre perder, porque era amor sexual y sexo amatorio, buscando siempre perder el sentido de lo lógico y lo terrenal que se pisa y no se hunde, buscando siempre amar hasta el punto en que se confunden la saliva y el sudor. Será un día, por la noche, en que nos veremos hasta confundirnos donde el límite vendrá ebrio y buscará romperse a sí mismo, y a lo mejor eres tú, en un lugar en donde no estaré, quien sabrá que nos amamos porque sabemos que vamos a morir de todas formas, qué va y qué queda y que quede lo que se va apenas venga, qué va.

Joy Godoy (1994). Todo redunda en un permitirle a la literatura abrirse libre de piernas y libre de biografías, que a nadie le interesa leer las vidas de los autores, ni a mujeres ni a hombres, porque a las mujeres como a las uvas: hay que comerlas con pepas y cáscaras, y porque lo único profundo que tenemos los hombres es el sueño.


huracán kevin castro

give up your vows, give up your vows save our city, save our city right now Roadhouse Blues, The Doors

estoy montado sobre el lomo de un tigre que a su vez está montado sobre el ojo del huracán que arrasa con el perú mi país se destruye debajo de mí ayer todo el mundo hablaba del futuro

estoy montado sobre el lomo de un tigre y lloro la muerte de mi país que es arrasado por un huracán sin nombre sobre el cual también estoy yo/ veo los cuerpos de las personas girar despedazarse chocar como piedras que se encuentran violentamente en la inmensidad del espacio en 1989 algo similar pasó en p. rico pero mi huracán no tiene nombre se lleva los caminos las calles los nombres de las ciudades todo se vuelve un llano yermo donde solo hay polvo lloro de alegría al ver a mi país convertirse en una muchacha desnuda sin pelos sin ojos sin uñas creo que esto es algo difícil es como megadeth haciendo un cover de the doors en el garaje de mi amigo el perú será de ahora en adelante el país de la nada/ el perú será el desierto más grande del mundo/en el perú nada crecerá excepto cactus gigantes llenos de ácido vendrán los turistas con sus cámaras fotográficas y yo diré ‘aquí acaba el recorrido’ y luego me comeré a todos los turistas seré un maldito zombie turistófago en realidad no me importa


las casas no son de color negro ¿Puedo confiar en ti, muchacho mortal? dices que me amas oh, seguro que lo haces, ¿pero qué significa exactamente esta afirmación? no tengo la más mínima idea, no tengo idea de lo que tú entiendes por amor, y otros asuntos tan inútiles como este viejo canto y baile, al que llamas romance. Soport Aeternus: The true meaning of love Escribíamos sobre nuestros cuerpos para que solo sea leído por quien encaminara nuestro paladar al goce profundo es por ello que cada escrito estaba para cada encuentro cada noche, nombre distinto gemidos con olor a novedad adentraban en nuestras fosas nasales lentamente La piel era limpiada por saliva extraña. Bebíamos sorbos de tinta negra, roja escarlata a veces. Nos contaminábamos con ese líquido blanco salido de pistilos con sabor a forjadores de muerte. Te lo recuerdo No dan vida, al contrario, dan muerte. Suele suceder, todo acto está sujeto a un tercero que en el mejor de los casos es el sacrificio, puesto al medio para absorber su vida y fulminarlo generalmente esa razón es por algo impronunciable algo que comienza con Am, y termina con Or. Pienso en el significado de la palabra y me ha cortado la pequeña inspiración que rugía en mi interior ahora mi columna vertebral crepita mis cabellos se vuelven crespos mi piel se vuelve escama mi nariz se achica como el de una liebre y mis pies dejan de sentir; acabo convirtiéndome en un ser pequeño e inutilizable para este globo terráqueo, vulgarmente llamado tierra.

Rocío Valdez (Lima, 1991) Estudiante de Sociología. Úrsula, Nadia, da lo mismo. Ya no tiene fobias. 01010011 01100001 01101100 01110101 01100100 01101111 01110011


[Giro 3: Si el Escritor pierde la ética todo queda en rabieta] Uno se da por vencido hasta volverse humano. Aplasta a un elefante: toca el poema. Blanquea la metafísica de un pulmón parqueado en un hollín de letras. Así he debido calentarme todo este entierro. Como las garras de una roja cebolla envuelta en los pañuelos de mi gran abuela. Así se cierra esta cadena de favores: un libro escrito por un gusano camina a ser carcomido, como una balsa de párpados disfrazados de rosas capilares, por centenares de gusanos forzados a respirar bajo una tierra asfixiante. Esto es Geometría, Circularidad peligrosa, y una Canción de amor soleada como la cabellera de un viejo rompeolas. Este es mi sitio: entre la vida privada y la vida privada de mi vida. Los años iban y venían, aún vienen y van los años, y fue imposible desaparecer nuestro nacimiento simulando un asalto sexual forjado por el polvo como una obra maestra. Yo enamorado de mi polvo, polvo me iba haciendo entre un escombro exótico de tráqueas saboreadas. Apenas me conocí tenía tantas ganas de escribir un libro sobre la vida, tantas ganas de narrar la vida artificial de mi inteligencia, que terminé escribiendo un libro sobre la muerte. Dios es transversal y transexual y el horror de mi escritura es la circularidad de su palabra que ya no puede mentirme, porque a mí me han descargado su leche los cientos de hombres que me habitan, y llevo la cara cortada como un piano floreciendo hacia la hoguera. Yo fui una canícula partida como una margarita sudando su tabaco y besando pronto. Madre, ¿no te dio pena habernos partido cuando apenas teníamos lengua para defendernos? Madre, ¿no te dio pena habernos partido cuando apenas teníamos lengua para defendernos? Uno se da por vencido hasta volverse humano. Aplasta a un elefante: toca el poema. Disculpa al Cromañón que lo arrincona. Envuelve con adornos su palabra. Escribe desde el cerco.

*** Mi obra es mi juego personal y no puede ser juzgada por nadie que presuma de entenderla. Sólo yo la comprendo porque solamente yo la elaboré desde la histeria y la angustia sobre un sliding sofa. La he construido con todos los materiales no ficticios que encontré en mi cabeza y con todos los materiales ficticios que encontré en el mundo. Si usted se siente plagiado en este libro tiene toda la razón. Acérquese y reclame sus derechos.

Ernesto Carrión (Guayaquil, Ecuador, 1977) Ha escrito: El libro de la desobediencia, Carni vale, Labor del extraviado, La bestia vencida, Fundación de la niebla, Demonia Factory, Monsieur Monstruo, Los Diarios Sumergidos de Calibán y Viaje de Gorilas reunidos en los tomos: La Muerte de Cain y Los Duelos de una Cabeza sin Mundo, dos primeras partes de una trilogía única titulada Ø. Además ha publicado: Toma esta cabeza mestiza por donde rodará un dios judío (Santa Muerte cartonera, México, 2008), Demonia Factory (Limón partido, México, 2009), la plaquette Los diarios sumergidos de Calibán (Conaculta, México, 2009), Bóveda 66 (Mantis editores, México, 2011), Ghetto Americano (Catafixia editores, Guatemala, 2010) y Cyborg Democracia (Dadaif cartonera, Ecuador, 2011). Tuvo a su cargo el volumen Identidades a plazo. Recopilación de textos de pacientes del Hospital Psiquiátrico Lorenzo Ponce (CCE, 2008). Trabaja en 18 Scorpii, volumen que cierra su trilogía. Ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2002). Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín (2007). Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2008). Finalista del II Certamen de Poesía Hispanoamericana Festival de la Lira (2009). Becario del Programa para Creadores de Iberoamérica y Haití en México (FONCA y AECID, 2009). Mención Especial en el III Certamen de Poesía Hispanoamericana Festival de la Lira (2011).


[sin título] La nada es pronombre personal. Estoy anciana de lo mismo: ganamos un almuerzo, perdemos el bus, se terminaron las servilletas. Las mangas de la camisa están amarillas. Regresamos al Zoo. Nos buscan raíces en los talones, el médico internista nos hace sacar la lengua, se transforma en un oso gigante, modula su voz de oso fumador y nos pregunta: ¿Qué te duele? Como si fuera posible decir que nos duele con tanto dolor. Como para saber qué me duele, se rasca la oreja, se come mi historia clínica. Necesita practicarme una endoscopía, me da la orden estricta de no consumir sopa caliente. A mi abuela que lo mira tanto le recomienda amputarse el dedo extra que tiene de nacimiento. La abuela se ríe y el médico internista deja de ser oso. Por mi parte, me dejaré las uñas largas, los bolsillos llenos de caimanes. Aceptaré el café con leche, la soga en el cuello.

*** El origen de la palabra mar es algo monstruoso, lo mismo para las demás palabras. Adán debió maldecirlo por desconocer lo qué era. Sin saber que maldecía o que maldecía el mar. ¡Entonces el mar era una calabaza grande y gorda! ¡Entonces Adán no podía salir a navegar en su barco que era una fresa! ¡No podía ir de pesca con su red que era un zapato! ¡No podía hacer el amor delante del mar, en su cama que era un erizo! Hasta que lo golpeó en la cabeza una calabaza de las actuales.

*** Digamos que éste es el mar y nadie lo ve. Esta silla sacude su aleta dorsal y se extingue. No hay mar. Qué puerto triste sin tu mar sin tus olas que golpeen fuerte y duelan. Ya no quedan banderitas de humo. Toda la noche en la noche sola. He llorado toda la noche en otro sexo. Brújula sin hechizo. El conejo blanco murió asfixiado en el sombrero de la maga. No sé hacia dónde partieron los barcos con toda mi sangre. Pero por piedad, quédate irreal en el puerto. Golpéame el pecho con tu mar invisible. Devuélveme el delirio de las caracolas.

Rosakebia Liliana Estela Mendoza, la mujer que no pudo ser luna (Chiclayo, 1990). Poeta. Ha ganado varios premios, entre ellos: Primer puesto del “XI Concurso Regional de Poesía”, Juegos Florales Municipales (Chiclayo, 2009), Primer puesto Concurso Poesía Taiwán (2010), Primer Puesto VII Concurso Internacional Literario Conglomerado Cultural “José Eufemio Lora y Lora & Juan Carlos Onetti. Tercer puesto en el I Concurso Internacional de Nano Literatura (Venezuela, 2010), ganadora del Concurso Internacional de Poesía Latin Heritage Foundation (2011), Primera mención honrosa del III Concurso de Poesía de Mujeres “Scriptura” (Lima, 2011), Tercer puesto en el 30º Concurso Internacional de la Poesía Jóse Pedroni (Argentina- 2011)


poema de casi amor en una ciudad del perú Debería buscar un nombre para esta ciudad que no se le chorree por la cintura como “límites del mar a las 4 de la mañana” o “cacharros escondidos debajo de las gradas” pero el perú son tres obreros masticando hambre a las siete de la madrugada con una botella de agua debajo de cada brazo y, aunque es ya obvio, no tienen sed. El perú es un río y risas pintadas en quechua sobre máscaras de tizne. Una fruta sin piel como una adolescente desollada. Un huayno donde dicen que el amor es una tumba cavada sobre la risa. Cajita nacarada llena de alitas de mosca. La imagen lúdica de mi botón de óseo canino. Su sonido y peso roto en mi camisa. Su imagen telúrica de esfínter gastado. El perú son taxis repletos de santos y vírgenes y carteles de seguridad. La lucidez de una hormiga atrapada en la pintura fresca. Rombos y piedras cuadradas con formas de una fruta quimérica. Aquí y no me refiero a un lugar sólo queda el arte de vivir: viajar. Aquí el mundo pierde el ombligo. Queda explorar una cintura buscando un nombre como “llamas que rumian un árbol sin consumirlo” o: “la liturgia de los peces ensimismados de amor” Y claro / un pensamiento / claro que revienta dentro de los compañeros como úlcera cuando logro irme a cenar esta noche con ella. El perú es el sabor de una fruta amarilla y negra. Una lúcuma, por ejemplo. Entonces la desconocida te toma de la mano juega con tus cabellos. Trata de sonreír como una muchacha o luego de mil años enterrada entre harapos tenidos por lujos o queriendo meter su figura en lo impresionable de un vestido rojo que sólo existe en su imaginación como una categoría. Y no le sale tan mal abre la boca para cacarear, y no importa se puede seguir esperando que se le ocurra la idea que se quiere mientras tejes hilos de plata sobre su muñeca. Aquí una piedra tiene el encanto de ser una piedra. Aquí las frutas más ácidas que tanto nos gustan están reservadas para los ascetas. Malas bromas de la economía. Un nombre como “y dios creo los papagayos allá cerca a pueblo libre, y todas las criaturas que se caen de colores por la cintura del viento” Todo es tan un oxímoron viniendo de ella. Aquí les dejo por si necesitan pruebas. El paisaje del andén de trenes me es una herida abierta, decía. Quisiera vivir para siempre en esta ciudad mágica, decía. Decía. Martín Zúñiga (Arequipa, 1985). El poema pertenece a Cover (Ediciones Difacit, España, 2012).

para Marina Ann Hantzis


el infierno son los otros Me despierto en esta novela de ciencia ficción donde el ser omnisciente es un Dios imperfecto. Mi inteligencia es mermada por mis trampas semánticas. Sucede que me canso de hacer comprensible y manejable a este universo no-humano. Y es que mi corazón ya no está limpio y carece de su verdadera conciencia; será que he caído en la inercia consciente1 dostoievskiana: ¿dónde la voluntad se va por el caño y disuelve la idea de confabularse con la razón? Es cuando me vi en esa mirada con argumento, me di asco. No soporté la idea de racionalizar cada paso, cada acto, al punto de arrebatarle el instinto vital. Odié la manera en que aquel individuo distorsionaba la verdad con intensión perversa, viciosa, insondable. ¿Mi estrategia? Ir directamente al corazón. Sin embargo como dice Buckle, esta civilización me había ablandado, ya no era nada sanguinaria y mucho menos belicosa, incluso cuando mi vaso después de la 1am suele tornarse en poesía vulgar2 de la que habla Balzac. El infierno son los otros,3 dice Sartre. Y es que conocí a mi demonio, estoy segura que fui su infierno y no él el mío, como dice Fantone. Hoy sin perder la costumbre, no logro dominarme para huir de estos pensamientos. Me abandono impasible ante la necesidad de logicización,4 lo aparente, conocido, estructurable, sometido, invariable, a los puntos finales5 nietzscheanos y musilianos. Me acerco a la construcción-desestructuración. A esta fuerza que me acerca a ti, cual imán de (mis) carencias en estado mutable, que toma la forma última y definitiva en ninguna. Y es esta fuerza la que agota y momifica la idea de apropiarme de ti. Y es esta idea de ruptura y re-estructuración a la que me someto. No a una respuesta ni fundamento último.

Aquí Karin se refiere a la conciencia de la que habla Fedor Dostoievski en Memorias del Subsuelo, quien la concibe como una enfermedad del hombre civilizado. 1

Estimado lector, no en vano confesaba Balzac «A mí me encantan las personas extraordinarias; precisamente, yo soy una de ellas». Leer La piel de Zapa. 2

Jean-Paul Sartre, filósofo existencialista francés, de quien tomo prestada la frase, determina en A puerta cerrada a la mirada como infernal e infiernizante. 3

En los Fragmentos póstumos de Friedrich Nietzsche de 1869-1874 menciona «La vida está fundada en la presuposición de una creencia en alguna cosa durable que retorna regularmente, en tanto más fuerte es la vida, tanto más necesario es que el mundo sea hecho siendo, por así decirlo. Logicización, racionalización, sistematización, en tanto expedientes de la vida». 4

Ulrich, El hombre sin atributos de Roberto Musil plantea en un discurso: «Si existe el sentido la realidad, debe existir también el sentido de la posibilidad» es decir, habla de una realidad generadora de posibilidades. 5

Karin Heredia. Humana. Arqueóloga de lo sentimental. Padece de migrañas y gastritis. No concibe el mundo sin una progresión armónica. Últimamente ha sido poseída por el culto a Thomas Berthard. Anda en busca de la inefable conciencia de su lugar en la historia. Tiene 28 años.


fantasía hippie Mi ideal de vida es pasarme la vida veinte años a partir de hoy corroída en la mecedora; Conocimiento y Artes y Estética sofocados en compota de pera y fresa, y me propongo olvidar su existencia tan célebre para herirles, para herirles.

Y adiós al ritmo, adiós al contenido mirándote en escorzo (no es una fantasía hippie):

Como todos los parias de la sociabilidad, tengo una fantasía (no erótica: axiológica) estrictamente impracticable y dulce:

Desafiar al tiempo −permitiendo los lapsus, permitiendo la pausa− diciéndole aquello que nadie le ha dicho nunca a la cara desde Henry Ford:

parar el movimiento de mis muslos. Sueño con una cabaña color cerveza en la orilla de algún río de clima insensible; y apagar la luz y prosperar muy lejos de la tetera a flores del mundanal ruïdo; bajar el volumen y abandonarlo todo drásticamente pero de broma. Decir: me voy. Pero no irme. No busco las Sigilosas Églogas de Virgilio. No busco cómo haremos para desaparecer. Mi fantasía reside en la posibilidad de un paréntesis; en período académico, exilio y atimia. Básicamente, suspendo la revolución del paseante.

mi ideal de vida es pasarme la vida veinte años más tomando el sol mirándote a ti plantar arena; absoluta suspensión, agitación de lichis, y en resistencia nuestra conjunta pesadez.

tú, príncipe del ascetismo, primer ministro de la tortura, interioriza, si te atreves, esta mutilación que invalida tu autocracia: en los límites de esta cama matrimonial no vales nada. Tu amenaza no tiene sentido para mí. Mi fantasía aproximadamente hippie juega a que tú no ganas: alguien te corta la cabeza para que yo, tranquilamente, pueda no actuar. Y así, detengo la época para mirar las nubes.

Berta García Faet (Valencia, España, 1988). Compagina la actividad académica (filosofía política, ética, metaética) con la actividad literaria. Ha publicado Fresa y herida, ganador del Premio Nacional de Poesía “Antonio González de Lama 2010” (Instituto León de Cultura, 2011); Introducción a todo, ganador del IV Premio de Poesía Joven “Pablo García Baena” (La Bella Varsovia, 2011); Night Club para alumnas aplicadas, ganador del VII Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares” (Vitrubio, 2009) y Manojo de Abominaciones, ganador del XVI Premio de Poesía “Ana de Valle” (Ayuntamiento de Avilés, 2008). Blog: tristeycaliente.blogspot.com. El poema publicado aquí es inédito.


“tumbas, lluvia, ácidos”

La uña que raspó el cielo (Huelefangos Editores, 1980) y Breve repaso de la melancolía (Editorial Dedeté, 1983) son sus dos únicos poemarios. No le interesa publicar más. Coja, manca y tuerta de nacimiento. No concede entrevistas. Insistimos. -¿Quiere decir algo de su poesía? -No -Estamos interesados en sus poemas, ¿no quiere decir nada a sus lectores? -No. ¿Tengo lectores? -Oiga, esta, se supone, es una entrevista y, se supone, nos ha cedido su tiempo para hablar. Díganos algo de su poesía. - No sé qué decirte. -Dígamos lo primero que pasa por su cabeza. -Tumbas. -Es un tema recurrente en su poética. -... -Otra cosa que pase por su cabeza - Lluvia. -... -Ácidos. -¿Dónde nació? -Entre el mar y la arena. -¿Cómo es eso? -Mi mamá es una muymuy y mi padre un pescador que usaba su pene para pescar -¿Cómo es eso? -Se subía en su bote, que llamaba Tempestad, se iba a altamar y desenrrollaba su pene sobre el mar (a modo de anzuelo) hasta que un pez se lo mordía y luego tiraba de él. Lo vi hacerlo muchas veces, tenía la técnica muy estudiada. Nunca nos faltó la comida. -Le molesta que hablemos de sus deficiencias físicas. -No, me da igual. -¿Cómo es que terminó manca, coja y tuerta? - Nací así. Nunca he tenido problemas, excepto para tener sexo con mi novio, pero ya me acostumbré. ¿Quieres que te diga cómo lo hacemos? - Si prefiere. - Ya. Mire, todo lo que me falta lo tengo guardado en un cajón, conservado con abundante formol. Me introduzco el brazo que me falta por la vagina y la pierna por el recto. -¿Y el ojo? -El ojo se lo introduce mi novio por el culo para darse autoplacer. -Ah, entonces se dan placer por separado, como masturbarse. -El placer siempre es personal, autárquico. -Entonces, ¿para qué tiene novio? -A veces me prepara un rico sánguche o me ayuda a cruzar la pista. Es buen chico. -Volvamos a su poesía. Le decía que son temas recurrentes las tumbas, los nichos, los hoyos, los vacíos, ¿por qué? -No sé. -Bueno, pero piense un poco... -No sé qué decirle, no me hagas preguntas difíciles. -No es un pregunta difícil, es su trabajo como poeta. -Me importa una mierda ser poeta. Yo escribo porque un día apareció San Juan de la Cruz y me lo dictó. -No le creo. A ver, ¿qué significan estos versos suyos: “Una conejo me llama / Huyo de la boca del diablo / Y duermo contigo en esta tumba / en ti”? -No sé qué significa. Probablemente se debió a que tenía una hernia, un tumor que me creció bajo la teta izquierda, ese tumor tenía forma de conejo y siempre quise quitármelo.

-Puede ser un cáncer, ¿se lo quitó? -No, ahora me hace compañía, no me duele, es como mi mascota. -Tenga cuidado. Y qué significan estos versos “Tres parásitos se anidan en mi garganta / no me callan / una pistola es mi tercer ojo / los parásitos cantan cínicos futuros”. -No lo sé. Ya me aburrió su entrevista. Aquí acabamos. -Bueno, pero queremos hablar de su poesía. -Pero yo no tengo nada que decir. -Bueno, pero por eso, estamos tratando de saber... -Pero yo no sé, carajo, no insista. -Diga algo. -Váyanse a la mierda. -... -Bueno, me contó su novio que le gusta mucho Cernuda. -Es un gran poeta. -¿Nos puede recitar algo de él. -“Estoy cansado de estar vivo / aunque más cansado sería el estar muerto / estoy cansado del estar cansado / entre plumas ligeras sagazmente / plumas del loro aquel tan familiar o triste / el loro aquel del siempre estar cansado”. - Bonito. Pero, sabe, no veo ninguna conexión con su poesía. - No la hay. -¿Y por qué le gusta tanto? - ¿Hay que explicar eso? -Sí. Diga algo. -No quiero. -... -Usted es el loro del que hablaba Cernuda. Es un loro tan familiar que parece que son todos el mismo. Como usted y su puta revista. -Hey, más respeto con esta revista, es autogestionada y de tiraje limitado. -Usted y su revista pueden irse ilimitadamente al carajo. -Dígame lo que quiera, ya no me afecta. - A mí tampoco. -¿Qué opina de la poesía reciente? -No la leo, no la conozco, no me interesa. -¿Cuáles son sus intereses? -La nada. La masturbación. El sexo no, está muy sobreestimado. También tengo una pecera donde tengo perratas. -¿Perratas? -Sí, una mutación entre pez y ratas. -Ya. Como esta revista, es sobre mutaciones, sobre mutaciones literarias, claro. -¿Cómo son las mutaciones literarias? -Es como lo que hace usted, mezclar dos especies distintas en una sola. -Mis perratas tiene branquias, son mamíferos con aletas y cola. -Bueno, lo mismo, solo que con géneros literarios. -Debe ser una porquería. -Más o menos como sus perratas. -Mis perratas son hermosas. ¿Quiere ver una? -No gracias. Ya nos vamos. ¿Algo más que quiera agregar sobre su poesía? - Nada. -¿Algo más que quiere decir sobre cualquier tema? -Ya. Quien ansía la muerte y no muere, no morirá; quien pudiendo morir no muere, no morirá; quien ansía vivir y no muere, merece morir. Eso es todo, chau. -Gracias, poeta. Hasta pronto.


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