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B1.1.DIMENSIÓN
De La Ni Ez
B1.1.1. Concepto de ser humano
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Desde un punto de vista etimológico, el concepto de humano proviene del latín “humanus” (Vadella, 2017), cuya disposición morfológica está compuesta de dos partículas; humus, refiriéndose a la tierra o suelo y anus, indicando la procedencia de algo.
Complementando a la idea anterior, según las palabras de Alonso Palacio y Escorcia De Vásquez (2003):
El ser humano es un ser integral que se desen vuelve dentro de un ambiente; en él influye un sinnúmero de características biológicas, psicológicas, sociales y espirituales. Está dotado de conciencia, inteligencia, voluntad, intencionalidad, afectividad y creatividad, en síntesis, de una personalidad, que obedece a su ubicación temporal (momento histórico) y espacial (lugar donde habita). (p. 4)
Desde un enfoque holístico, lo referido previamente argumenta cómo el ser humano es un individuo complejo que puede ser presentado como un influenciador o un influenciado de su propio entorno o aspectos que conforman su existencia, independientemente de la perspectiva del tiempo o del espacio. Por esta razón, es considerado un ser integral cuyas dimensiones son complicadas de separar debido a la dependencia que estas poseen entre sí mismas.
De igual modo, la emocionalidad que encubre al ser humano, en conjunto con los factores externos, son condiciones que moldean la personalidad y el carácter del individuo, lo que representa el eje de acción en la toma de decisiones en la vida cotidiana de cada persona en sociedad. Así, como estable Koffman (2008), el ser humano como “único ser consciente de su propia finitud” (p. 32) y “constructor de conocimientos” (p. 33), suscita su impulso natural de descubrir el sentido o la finalidad de sus propios actos para así contribuir a la supervivencia de la especie, planteando en cada periodo histórico teorías, leyes o principios que le permitan establecer cierto orden lógico que involucra el desarrollo humano.
B1.1.2. Etapas del ser humano
En otro orden de ideas, la concepción del ser humano como un ente vivo está asentado en el principio epigenético, el cual expresa que “todo ser vivo tiene un plano básico de desarrollo, y es a partir de este plano que se agregan las partes, teniendo cada una de ellas su propio tiempo de ascensión, maduración y ejercicio, hasta que todas hayan surgido para formar un todo en funcionamiento”
(Erikson, 1987, p. 92); esto es aplicado tanto en el proceso biológico, como en los procesos psicológicos y los procesos sociales. A raíz de este principio, es afirmado que, las etapas del desarrollo humano se caracterizan por ser un proceso secuencial cuyos parámetros del ciclo vital están comprensiblemente definidos. De esta manera, es recomendado la atención adecuada a cada fase del ciclo para así evitar las repercusiones negativas que podrían provocar si las etapas no son desarrolladas acorde a sus necesidades.
En continuación a lo anterior y fundamentado en la psicología evolutiva, el ser humano “va desarrollando las capacidades físicas e intelectuales que posee desde que nace” (Muñoz Corvalán, 2012), y dichos cambios están inherentemente relacionados a la época que dicha persona se encuentre desde un punto de vista personal, cultural, histórico o social. Sin embargo, a pesar de la variabilidad que pueden presentar esas transformaciones, las etapas del ser humano se mantienen constantes, las cuales pueden ser englobadas en dos grandes grupos:
Los menores de edad, quienes según la CND de 1989 (ratificado por 196 países, incluyendo República Dominicana), engloba a toda persona menor de 18 años de edad, abarcando desde la infancia hasta la adolescencia (Ver figura 13).
Los mayores de edad, comprenden toda persona que haya excedido los 18 años, el cual comprende la adultez y la senectud.
A partir de lo anterior, las subdivisiones de cada etapa (Ver figura 15) presentan sus propias características que según Mansilla A. (2000) “operan en la estructura, pensamiento o comportamiento de la persona” (p. 106) acorde a la edad y los distintos factores que se manifiesten desde el aspecto físico o biológico, el cognitivo, el psicológico, el cultural e incluyendo el ámbito social.
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Ante todo, la infancia inicia en la etapa prenatal, cuyo rango corresponde desde la concepción hasta el nacimiento. Durante esta etapa “el niño es un ser viviente: percibe, siente, reacciona e influencia a su vez, su medio ambiente; además, aprende de las experiencias que realiza dentro del útero” (Schapira, 2004, p.60) por lo que este va formando su cuerpo y su psiquis como persona dentro de la madre.
Luego de agotada esta fase, continúa con la denominada infancia y niñez, periodos que abarcan desde el nacimiento hasta los 12 años de edad, y donde el niño procede a desarrollar sus características desde el punto de vista físico, cognitivo y emocional provocado por su interacción con el entorno social. Por tal, durante este lapso es imperante ubicar a los niños en ambientes que incentiven sus procesos psicológicos, físicos, culturales y sociales acorde a su edad, con la finalidad que dichas características inherentes del ser humano puedan ser fortalecidas.
Posteriormente a dicha fase, el ser humano prosigue con la designada adolescencia, cuyo rango de edad comprende desde los 12 o 13 años hasta los 18 años, donde dicho concepto es concebida como un tiempo de transición entre la niñez y la vida adulta en general, y que según el psicoanalista Erick Erikson (2004), resulta ser una etapa relacionada a la condición social que esté presente, es decir que “debido a la incorporación del mundo laboral y a la independencia de los padres cada vez más tardía” (Muñoz Corvalán, 2012) ha provocado una extensión de la edad hasta los 20 años. A su vez, durante este momento es desarrollado el pensamiento individual y el de las operaciones formales, cuyo razonamiento es de carácter hipotético-deductivo destacándose la capacidad de reflexionar “científicamente a través de la generación de predicciones, o hipótesis, sobre el mundo para responder preguntas, abordando los problemas de una manera sistemática y organizada, más que a través del ensayo y error” (Vergara, 2020). De igual manera, el adolescente como ente busca una constante definición de su identidad personal, se intensifica el juicio individual llegando a ser crítica frente a lo establecido por los adultos; e incrementa los lazos afectivos destacándose el proceso de enamoramiento.
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Desde este punto, el siguiente paso corresponde a la adultez, englobado entre los 18 o 20 años hasta los 65 años, el cual se destaca por ser la etapa más larga en el orden cronológico, y según su desarrollo, las disimilitudes entre las personas se hacen cada vez más evidentes, debido a la relevancia como determinantes del desarrollo de los factores sociales y culturales. De igual manera, para el psicólogo Klaus Riegel (1995), “el desarrollo cognitivo del adulto, está caracterizado por la ausencia de contradicciones y la capacidad de flexibilidad en la aplicación de esquemas”( como se citó en Muñoz Corvalán, 2012) asimismo, desde el punto de vista de Erikson (2004) durante la edad adulta también se manifiesta el “nosotros somos” más allá del “yo soy” caracterizado por la niñez y la adolescencia, esto desde el marco de la intimidad y las relaciones interpersonales. Además, el aspecto laboral y el desarrollo profesional se convierten en actos primordiales de la vida adulta del ser humano, resaltando el proceso de exploración, elección, acceso y estabilización de dicha vida profesional.
Para culminar las etapas del ser humano, es expuesta la senectud, el cual incorpora a todas las personas cuya edad sobrepasa los 65 años (Muñoz Corvalán, 2012) y es aquí, donde la determinada vejez da inicio; tomando en cuenta que según la genética o el estilo de vida desarrollado durante su periodo de vida, este puede presentar enormes diferencias entre un ser y otro. Pero, manteniéndose una percepción de estado de descanso, o por el contrario, de un estado de angustia.
B1.1.3. Concepto de niñez
En primer orden, cuando es utilizado el concepto niñez en la cotidianidad se engloba a todos los niños desde su nacimiento hasta los doce años; sin embargo, este término sólo hace referencia a aquellos que cumplan con el rango de 6 a 12 años de edad, debido que este periodo corresponde “a la tercera etapa del desarrollo humano” (Etapas de desarrollo humano, s. f.). Por lo que, se encuentra entre la infancia y la adolescencia. Además, la anterior explicación corresponde a la definición de niñez desde el punto de vista biológico.
Por otro lado, abordando el término de niñez desde la óptica social, su concepción es más generalizada, ya que como estipula el artículo uno de la Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización de la Naciones Unidas de 1989, “todo ser humano menor de 18 años de edad será considerado un niño” (UNICEF Comité Español, 2006, p. 10).
Aunque, en el principio II de la Ley 135-03 sobre el Código para el sistema de protección y los derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes de República Dominicana, se describe que las personas desde su nacimiento hasta los 12 años son considerados niño o niña, mientras que aquellos de 13 a 18 años son adolescentes (Congreso Nacional de la República Dominicana, 2003, p. 37), esta concepción está más alineada a la representación biológica del niño.
Además, durante la niñez, las personas están expuestas a trayectos de gran importancia para su desarrollo por tal, cualquier tipo de perturbación en su proceso de crecimiento puede ocasionar problemas de índole “fisiológicas y psicológicas” (Ceupe, 2020) en la adultez. Por tal motivo, la infancia y la niñez van más allá de ser un periodo de vida sino que, se refiere “al estado y la condición de la vida de un niño: a la calidad de esos años” (UNICEF, 2005).
Es importante distinguir que, la noción de infancia o de la niñez lleva consigo toda una carga histórica, la respuesta a qué es considerado un niño o niña, ha sido redefinida a lo largo del
El niño es causa de molestia y fastidio para los padres, por lo que el desprecio y el infanticio son acciones comunes de la época.
Reduce los infanticidios, pero aumentan los abandonos como método para deshacerse de los niños que ocasionan angustias, por lo que se mantiene el concepto de niño como una carga.
Los niños eran considerados como seres llenos de maldad, así que eran sometidos a castigos físicos constantes, con la finalidad de purificarlos.
San Agustín declara en sus Confesiones que todo los niños nacen en el pecado, idea que perdura hasta el siglo XVI.
Los niños eran objeto de intercambio para ser utilizados de acuerdo al interés de los padres.
Los niños son estimados como adultos pequeños, por tal sus vidas eran desarrolladas en los mismos espacios que los adultos, tanto el espacio de ocio como el laboral.
La severidad de siglos anteriores hacia los niños, paulatinamente se adopta una visión compasiva.
Jean Jacques Rousseau difunde la imagen del niño como un ser inocente y bondadoso de naturaleza, y es la sociedad quien lo corrompe.
La idea de que el niño es un ser que debe ser protegido, cuidado y guiado es cada vez más normalizado.
El niño empieza a gozar libremente de derechos y deberes como cualquier ser humano, sin ningún tipo de discriminación.
La idea del niño como un lienzo en blanco es difundida por John Locke, quien expresaba que los niños no son buenos ni malos, comparados con una tábula rasa.
Durante este periodo, los padres demuestran interés genuino por el bienestar infantil.
Son establecidos a los padres, el Estado y la sociedad en general como agentes responsables por velar por la seguridad y bienestar integral del niño.
Todo este recorrido sociohistórico de la niñez revela el dinamismo que dicho concepto ha presentado, Asimismo destaca que, la niñez como constructo social, está intrínsecamente enlazada con “la perspectiva del adulto, del género, del tipo de familia, de los aspectos culturales, el momento histórico, de los aspectos laborales de los padres, de las diferencias sociales, geográficas y económicas” (Coloma, 2005), entre otros aspectos.
B1.1.5. Aspecto jurídico de la niñez
Aunque desde los años 1800 se gestaba la idea de protección infantil, es a partir de 1924 que marca como hito histórico en la humanidad, la declaración de Ginebra, tratado internacional que por primera vez le “otorga derechos específicos a los niños” (Gallardo, 2018) para su disfrute pleno; igualmente, se establecen las responsabilidades de los adultos frente a los niños.
Posteriormente, en 1947 fue fundado el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), aunque su enfoque inicial era el apoyo a los niños europeos afectados tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) (Gallardo, 2018). Seguidamente, en 1959 fue aprobado la Declaración de los Derechos del Niño por la Asamblea General de las Naciones Unidas; lo que conduce que en 1989 fuera promulgada la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño (CDN), “convertida en ley en 1990” (UNICEF Comité Español, 2015); la misma establece 54 artículos que describen “los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de todos los niños y niñas” (UNICEF Comité Español, 2015).
Por su parte, en el ámbito nacional, la preocupación por la situación social, económica, educacional y de salud que la niñez dominicana enfrentaba, condujo que el 23 de noviembre de 1978 el Estado haya creado, mediante el decreto No. 426, el Consejo Nacional de la Niñez (CONANI), “con el objetivo de asumir el diseño de una política de Estado coherente y que sus acciones concretas eludieron toda improvisación” relacionados a la infancia (CONANI, s. f.). Además, para 1991 la República Dominicana ratificó la CDN, dando paso a la creación de nuevas políticas en beneficio de la infancia dominicana. Como consecuencia, en 1994 se promulga la Ley 14-94 sobre el Código para la protección de niños, niñas y adolescentes, coloquialmente conocido como Código del Menor, el cual para el 7 de agosto del 2003 fue actualizada por la Ley 136-03, cuyo vigente objetivo radica en:
“...garantizar a todos los niños, niñas y adolescentes que se encuentren en el territorio nacional el ejercicio y el disfrute pleno y efectivo de sus derechos fundamentales por tal motivo, el código establece la protección integral de estos derechos regulando el papel y la relación del Estado, la sociedad, las familias y los individuos con los sujetos desde su nacimiento hasta cumplir los 18 años de edad”. (Congreso Nacional de la República Dominicana, 2003, p. 37)
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