NAO #10 by NAO Revista & Agencia de Viajes

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Travesías

Fotografía de Viaje con Móvil pág. 6 Pitcairn Island pág. 8 Trujillo: La Ciudad de la Eterna Primavera pág. 12 Colombia: La Ciudad Perdida en la Jungla pág. 20 Noble Tailandia de Norte a Sur pág. 30 Tras los Pasos de las Tumbas Licias pág. 42 Parque Nacional das Sequóias pág. 50 Safari en el Kruger pág. 56 Crimea pág. 64

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Editor en Jefe

Carlos A. de la Cruz Cantú Asesor Editorial

Eduardo Garza Diseño y Maquetación

KERN & Gabriela González behance.net/kernmx

Colaboradores © Manuel Espinosa

Arturo López Edgar B. Bryand Iara Vilela Jordi Canal-Soler Julia Tumanova Manuel Espinosa María Velázquez de Castro Rosario Gavidia

Carta Editorial En este número nos preparamos para el verano con una crónica de Manuel Espinosa y Arturo López por Tailandia. Su peculiar travesía por este país asiático los lleva a explorar ciudades caóticas y playas de ensueño. Toda la crónica gráfica de este viaje se hizo usando sus dispositivos móviles y talento fotográfico. Es por eso que nuestro artículo central aborda esta técnica al haber sido hecho en un 100% con fotografía móvil. Dedicamos este número a los fotógrafos usuarios de Instagram que usan esta app como herramienta para captar imágenes. Dentro de la publicación también encontrarán como siempre las imágenes y travesías de nuestros viajeros y fotógrafos. Por ejemplo, la crónica por el Kruger en Sudáfrica, el gran parque nacional de las secuoyas en California, la tranquila y simpre veraniega Trujillo en Perú. Conocerán los usos y costumbres en una isla del Pacífico y darán un vistazo a la historia en Turquía.

p or los v iajes y la fotog r a f ía . E sp er amos seg u i r cont a ndo con m á s colab o r a ciones ext r aord i na r ia s en nue st r a s p róx i m a s publ ica c iones.

Contacto viajes@naotravel.com.mx

Sin más que deci r, los dejo con este r ico conten ido que toca A mér ica, Eu ropa, Asia y un pequeño conjunto de islas en el Pacíf ico. ¡Buen viaje!

Carlos A. de la Cruz Cantú | Editor en NAO México

Instagramer @__theeditor__

Fotografía en Portada: Manuel Espinosa Nevraumont y Arturo López

Síguenos en: Sitio www.naotravel.com.mx. Facebook www.facebook.com/naotravelmag

A un año y medio de esta publicación agradecemos a todos aquellos que han colaborado para que sea posible. Sobre todo, a los viajeros y fotógrafos que han compartido con nosotros y nuestros lectores la pasión 4 • NAO | Mayo • Junio 2015

Instagram instagram.com/naotravel (IG: @naotravel) Twitter @naotravel

Número 10 | Julio - Agosto | 2015

Viajeros 1

Jordi Canal - Soler | España

Julia Tumanova | Rusia

María Velázquez de Castro | España

Carlos de la Cruz | México

Manu Espinosa & Arturo López | México

Iara Vilela | Brasil

Rosario Gavidia | Perú

Edgar B. Bryand | México

Viajero y fotógrafo español, su trabajo han sido publicado en revistas como Viajes National Geographic e Historia National Geographic. Para conocer más acerca de su trabajo pueden visitar su sitio en www.jordicanal.com

Viajar y fotografiar no son sus hobbies, son actividades sin las cuales su vida no tendría tanto sentido. Es una gran felicidad para ella observar, capturar y compartir la belleza de este mundo. Vive en Moscú viaja por el mundo.

Historiadora y arqueóloga que ha recorrido, cámara en mano, más de 50 países de todo el mundo detrás de antiguas civilizaciones y culturas ancestrales.

Adicto al espresso, los viajes y la fotografía. Viaja ligero y le gusta conocer los destinos por medio de la comida y bebida.

En Octubre 2014, @manumanuti y @imjustafox viajaron juntos al Sudeste de Asia, y visitaron China, Vietnam, Camboya, Tailandia y Birmania, durante 41 días. Decidieron llamar este proyecto #MonsoonKingdom.

Fotógrafa y bloquera brasileña tiene como proyecto el blog Com Os Erros Aprendi. En este plasma las experiencias de viaje alrededor del mundo y como bien lo dice, “los errores y aciertos” al viajar. Para conocer este blog visite: www.comoserrosaprendi.com.br

Peruana, comunicadora social y viajera de corazón. Lo que más disfruta es conocer otros países, culturas y hacer amigos en todo el mundo. Su filosofía: “Hagamos el mundo más pequeño y más amigable”.

Es editor de la publicación mensual, independiente, digital y LGBT+ Ulisex!Mgzn. La revista que dirige difunde los talentos de artistas, diseñadores, esctitores y fotógrafos. http://issuu.com/ulisexmgzn

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Fotografía de Viaje con tu Móvil Texto | Staff NAO

En los últimos años la fotografía ha llegado a las manos de muchos. Con la integración de cámaras a dispositivos móviles como tablets y teléfos celulares se puede captar un instante sin necesidad de ser un profesional. Según Business Insider los usuarios de Facebook suben aproximadamente 300 millones de imágenes diariamente. Para tener una idea de la amplitud de este fenónemo habría que considerar apps como Instagram y EyeEm y plataformas como Flickr que son grandes bancos dedicados de manera exclusiva a imágenes. La tendencia de los últimos años ha impactado no solo la cantidad de contenido que se crea diriamente sino la manera de usarlo. Hace 10 o 15 años cuando escuchábamos hablar de una revista de viaje imáginábamos al viajero/fotógrafo con un complejo equipo de cámaras, lentes, soportes, filtros, etc. Revistas como National Geographic, AFAR, National Geographic Traveler y Conde Nast Traveler por nombrar algunas fijaron el parámetro. Con esta nueva tendencia de la fotografía móvil existen publicaciones como NAO que abren sus páginas a estos expertos urbanos que con un “tap” con capaces de congelar el tiempo. Valiéndose de sus nociones básicas de fotografía son capaces de contar historias de ciudades e inclusive de países. Esto con el simple hecho de “desenfundar” su teléfono móvil. El artículo principal de esta revista está dedicado a todos aquellos viajeros que dejaron en casa sus pesadas cámaras y salieron a recorrer el mundo con una tecnología que cabe en la palma de su mano. Con una tecnología que, a pesar de lo que digan los puristas, capta el momento que no todos son capaces de captar

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#naotravel

@ chris036 @ godyla @ makhorov

@ colinlowellollvv @ heyengel @ maxwellcampbellphotography

@ dulszchka @ jcg48 @ tomas_sent

@ gettyphotography @ jeffbiro @ vollygda Julio • Agosto 2015 | NAO • 7

Texto | Edgar B. Bryand

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Tras difundirse la noticia de que una paradisiaca isla en medio del Pacífico había aprobado el Matrimonio Igualitario esta comenzó a regalar terrenos a los que quisieran asentarse en aquel lugar. Muchos se preguntaron seriamente dónde pasar el resto de su vida, pero les atacaba una duda aún mayor ¿hay Wi-Fi en Pitcairn? La respuesta es sí y mucho más que eso. El plan de repoblación de acuerdo a las autoridades de la isla 2014-2019 tiene como objetivo atraer y retener a los migrantes en Pitcairn. También proveer servicios clave como vivienda, educación y salud para garantizar que el plan tenga éxito. Es un proyecto que ha sido desarrollado por el Consejo de la Isla el Gobierno británico y la comunidad. La isla de Pitcairn forma parte de un pequeño archipiélago que es la última colonia británica que queda en medio del Pacífico en Oceanía. Tiene 48 habitantes y ninguno ha hecho públicas sus intenciones de casarse con una persona de su mismo sexo. Sin embargo, la isla de 47 kilómetros cuadrados legalizó por unanimidad el matrimonio homosexual. Ahora solo necesita personas que quieran casarse con alguien de su mismo sexo, porque de momento, entre sus 48 habitantes tampoco no existe ninguno abiertamente gay

AISLADA La única isla habitada del archipiélago es Pitcairn y tiene una superficie de 5 km². Está situada a 120 kilómetros de Tahití y sólo accesible a través de la Bahía de Bounty por medio de barcazas que llegan a los grandes barcos.

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o lesbiana. La aprobación ocurrió el 5 de mayo pero ha sido ahora cuando se ha dado a conocer debido a un fallo en la web oficial del Gobierno. Durante la última década, la isla de Pitcairn decreció en número de habitantes que tocó el pico de 200. Esto a partir de un escándalo sexual que sacudió a la pequeña comunidad en 2004. Siete de los habitantes hombres, incluido el alcalde, fueron encontrados culpables por abuso a chicas jóvenes e incluso niños desde los cinco años. Por ello las autoridades isleñas han lanzado el curioso plan para atraer residentes. Ofrecen una parcela de tierra a todo el que quiera instalarse allí, al momento solo ha atraído un nuevo residente

Hace 177 años, en 1838, las islas habrían sido trend topic cuando se convirtieron en el primer territorio del mundo donde se aprobó el sufragio femenino.

Comparado con el territorio de Tamaulipas Área Natural Protegida

Isla Oeno Desde marzo de este año, Pitcairn forma parte de los 834.000 kilómetros cuadrados, que componen la reserva marítima más grande del mundo, mayor que el territorio de Texas. Protegerá a 1,249 especies, peces, grandes mamíferos marinos y aves acuáticas. En Pitcairn las aguas son extraordinariamente claras y allí se descubrió el ser vivo que ha logrado prosperar a mayor profundidad, un alga a 382 metros.

Isla Pitcairn

Trópico de Capricornio Isla Henderson Isla Ducie

OCÉANO PACÍFICO México Comparado con el territorio del Reino Unido

Las islas son conocidas debido a que los amotinados del barco Bounty se asentaron en esta isla, convirtiéndose en sus primeros habitantes en siglos. Esto ocurrió en 1790, y los descendientes de estos amotinados aún habitan en ella. Incluso hay una película con Mel Gibson y Anthony Hopkins de 1984 sobre este episodio de la Historia. Julio • Agosto 2015 | NAO • 11

Trujillo: La Ciudad de la Eterna Primavera Rosario Gavidia | Escritora y fotógrafa para NAO Perú Instagramer @aventurasdeunaviajera

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Trujillo, conocida como la ciudad de la eterna primavera, es una ciudad norteña, ubicada a orillas del Océano Pacífico a unas 8 horas de Lima. Es una de las ciudades más importantes del Perú, llena de color, alegría, fiesta, historia y deliciosa gastronomía. Al visitar Perú, debe significar un paso obligado por estas tierras costeñas. Si llegaran a Trujillo un día lunes lo primero que hay que hacer es probar el delicioso shambar, una tradición de los lunes en todos los restaurantes trujillanos. Si su arribo es otro día existen algunas buenas opciones para comer como lo son el cabrito a la norteña, el pepián de pavita, pescado a la trujillana, la sopa teóloga y el popular ceviche frente a Huanchaco, la principal playa trujillana; escenario además de torneos de surf. No es sorpresa encontrarse con surfistas de cualquier lugar del mundo, quienes viajan hasta Huanchaco sólo para disfrutar de sus olas. Asimismo pasear en los tradicionales caballitos de totora es algo típico que no debemos dejar de hacer. Si les atrae el tema de la historia, en Trujillo no deben dejar de visitar la famosa ciudadela de Chan Chan, la ciudad de abobe más grande de América Latina y la segunda en el mundo, capital del reino de la cultura pre-inca Chimú. Pasear por los pasillos y callejones es verdaderamente regresar el tiempo para rememorar los cultos y sacrificios que se hacían en este complejo arqueológico. Por otro lado, a unos cinco kilómetros al sur de Trujillo encontrarán las huacas del Sol y de La Luna, un complejo arqueológico considerado un santuario mochica, que además representó la Capital de la Cultura Mochica. Otro lugar interesante y de significado histórico es la Huaca del Dragón o Huaca Arco Iris, ubicada al norte de Trujillo. Se trata de un gran monumento religioso, centro ceremonial y administrativo construido en adobe, cuyos murales están decorados con frisos en relieve mostrando figuras antropomorfas y representando de manera estilizada el arco iris.

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Dejando de lado la historia, Trujillo es además una ciudad que vivió la época virreinal y colonial, por lo que la cultura que encontrarán en su centro histórico es invaluable. Su hermosa Plaza de Armas, ícono principal, con el monumento a la Libertad en el centro es un lugar que atrae a turistas de todo el mundo. Encontrarán también sus hermosas y bien conservadas casonas coloniales y republicanas como: La Casa Orbegozo, La Casa Ganoza, La Casa del Mayorazgo de Facalá, Palacio Iturregui y la Casa de la Emancipación. Todas ellas ubicadas alrededor del corazón del centro histórico de Trujillo. Como les comenté este destino es un lugar de fiesta, en Trujillo durante el mes de enero, cada año, se vive el Festival de la Marinera cuyo evento se centra en el concurso de marinera que es un baile típico de la ciudad. Durante este festival se realizan pasacalles, presentaciones de las parejas danzantes y concurso de caballos de paso. Cabe resaltar que tanto el baile de la marinera como el caballo de paso peruano han sido declarados patrimonio cultural de la nación por el gobierno peruano. Y por si fuera poco, durante los últimos días del mes de septiembre y los primeros días de octubre, se lleva a cabo el Festival Internacional de la Primavera, completamente alusivo a festejar esta estación del año el cual concita además la asistencia de público y participantes de todo el mundo. El principal atractivo es el tradicional corso, en el cual participan reinas de belleza, bastoneras y el desfile de carros alegóricos, quienes compiten por el galardón a la mejor decoración. Como pueden ver Trujillo tiene de todo, así que si pasan por Perú, no duden en separar unos días para disfrutar de esta cálida ciudad en donde reina la primavera y la amistad los 365 días del año

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Colombia:

L a Ciudad Perdida en la Jungla Rui Freitas Escritor y fotógrafo para NAO Portugal

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La terminal doméstica del Aeropuerto Internacional de El Dorado en Bogotá tenía la apariencia de una central de camiones. No había tiendas y estaba llena de mujeres y hombres colombianos vestidos con sencillas ropas de granja cargando desgastadas maletas y bolsos. El nivel más bajo del edificio no contaba con puentes de abordaje y en algún momento pensé que carros tirados por caballos se detendrían frente a los cristales para llevar pasajeros. El aire frío se colaba a través de los espacios entre las puertas de vidrio. Había viajado por más de 12 horas continuas desde Lisboa a Madrid y desde ahí en un vuelo de Avianca a la capital de Colombia. Estaba esperando para que mi vuelo final me llevara a Santa Marta en la costa cercana al Caribe. El avión aterrizó en Santa Marta cerca de las 10 p.m. Era un pequeño aeropuerto de provincia con sencillos sistemas de carrusel para el equipaje. Afuera en la vía principal y el estacionamiento el calor y humedad inundaban el área. Los taxistas, manejando tanto taxis oficiales como no oficiales hacían señas con los brazos tratando de persuadir a los pasajeros para que viajaran con ellos. Después de hacer un retiro en el cajero del banco más cercano subí a un taxi. Los ritmos de cumbia salían por bocinas del coche mientras me recostaba en el asiento sintiendo el cálido aire tropical pegando sobre mi cara. Esto mientas el chofer cantaba los ritmos populares mientras desafiaba el camino haciendo maniobras peligrosas antes de las curvas cerradas. Pasamos Rodadero y seguimos un camino serpenteante que nos llevó cuesta arriba hasta Santa Marta. Decidí quedarme el siguiente día en Santa Marta para recuperarme de la travesía antes de adentrarme en el corazón de la selva colombiana. Edificios color pastel, amarillo oscuro o azul claro y viejas iglesias españolas y catedrales formaban la gradilla del centro de la ciudad que se extendía hasta la orilla de una pequeña bahía en el Mar Caribe. Aún y cuando algunos de estos edificios habían sido restaurados, había un sentimiento general de decaimiento y mal estado de la ciudad. Fue fácil imaginar el momento en que barcos piratas detonaron sus cañones contra los pueblos costeros de Santa Marta, Cartagena y Río Hacha. Me hospedé en el hostal Brisa Loca, en una mansión colonial que había sido restaurada a su antigua gloria. Decidí no tomar ni fumar hasta terminar los cuatro días físicamente demandantes de la travesía a la Ciudad Perdida. Sentado en el bar del hostal me di cuenta que ni los expatriados ni los mochileros ahí conocían el lugar. Quizá era algo tan turístico que no ameritaba ser mencionado por los mochileros de corazón. Ordené una cerveza y una caja de cigarrillos.

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Al siguiente día le comenté al tour operador que organizaba la expedición que yo estaba programado para la travesía de 4 días en lugar de los usuales tours de cinco o seis días. Cayó en shock como si yo fuera un gringo loco pidiendo más de lo que podría soportarl, cuando le pregunté si la caminata de cuatro días sería muy difícil me dijo que estaría bien. Había seis de nosotros en el grupo y un guía local. Viajamos en la parte trasera de una Toyota Land Cruiser por aproximadamente una hora antes de que el chofer se desviara en un camino lodoso y se detuviera en un pequeño poblado. Las viviendas eran construcciones sencillas de ladrillos de cemento con techos de lámina. Afuera de cada casa había ropa de colores vibrantes colgada en el tendedero. Niños corrían descalzos mientras el chofer vaciaba algunos contenedores de gasolina en el tanque de la Toyota. Regresamos al camino principal y después continuamos por un camino de tierra que nos llevó a un pueblo en el pie de la Sierra Nevada. El vehículo cruzó sobre ríos y riachuelos siendo este un viaje incómodo a lo largo del camino rocoso. Nos tomó aproximadamente una hora en llegar al pueblo de Machete Pelao. Ahí comimos sándwiches y Coca-Cola para la comida. Los portadores descargaron las camionetas y ensillaron las mulas con cajas de víveres que llevarían a los pueblos y campamentos en la montaña. Machete Pelao era lo más lejano que un vehículo podía llegar. Había otros cuantos grupos en el pueblo también preparándose para salir. Cuando finalmente partimos hacia la selva después de la comida nuestro grupo era de cerca de treinta turistas y tres o cuatro guías locales. Ellos explicaron que del total del grupo yo sería el único que haría la caminata de 4 días y por lo tanto tendría que despertar al siguiente día muy temprano para pasar la cabaña dos y dormir en la cabaña tres. Comencé a pensar que quizá me metí en algo más grande de lo que podría esperar. Caminamos sobre piedras para poder cruzar el riachuelo y seguimos por la gentil colina. El aire era caliente y húmedo. Caminamos más o menos en línea recta y de un momento a otro me encontré al final del grupo tomando algunas fotografías. La pesada lluvia y humedad producía densa vegetación tropical que tomaba un color verde oscuro a lo largo del río. El alto dosel del bosque proyectaba su sombra sobre el suelo del bosque y en los tramos de la ruta.

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Después de unas cuantas millas los árboles se aclararon y comenzamos a escalar. El camino ensanchado había sido cortado profundamente en pendientes pronunciadas en la colina que terminó en giros en ángulo recto que revelaron otra sección empinada cuesta arriba. No fue posible ver la parte superior, pero a juzgar por una colina cercana era de gran altura para ser escalada. Yo había recuperado una posición en la parte delantera del grupo, pero comencé a retrasarme nuevamente; esta vez, no porque estuviera tomando fotografías - la cámara estaba prolijamente almacenada lejos en mi mochila y sacarla era la última cosa en mi mente. La tierra suelta en el camino aunada a la inclinación de la escalada hacía la caminata difícil. Mi corazón comenzó a latir de manera furiosa contra mi pecho como si un enojado percusionista tribal hubiera tomado control de él. Pensé que iba a explotar contra mi esternón. Tal vez poner todas esas cervezas y cajetillas de cigarrillos en el bar del hostal no fue la mejor idea. Me pregunté si era así como yo había decidido pasar mis primeras vacaciones en 15 meses. Entonces pensé en abandonar y volver a bajar a Santa Marta a pasar el resto de la semana bebiendo cocteles en la playa. Me tomó más tiempo y más paradas frecuentes para recuperar el aliento y tranquilizar mi pulso. Después de casi cuarenta minutos llegamos a la mitad de la primera escalada. Nos detuvimos para refrescarnos cerca de la cabaña de un granjero donde patos y pollos corrían libres en el patio. La segunda mitad de la travesía fue igual de empinada y desafiante. Estaba empapado de sudor y mis ojos se enrojecieron debido a la sal del sudor que bajaba por mi cara. La mochila parecía pesar una tonelada en los hombros y mis piernas comenzaron a fallarme. Después de otros cuarenta minutos nos acercamos al final de la escalada. Recordé que el doctor en el Tropical Medial Centre de Lisboa donde me administraron las vacunas de la fiebre amarilla y hepatitis y las pastillas de la malaria me aconsejó evitar vegetales crudos o frutas. Sin embargo, cuando llegué a la cima y vi que estaban repartiendo rebanadas de sandía inmediatamente descarté la recomendación y fui por mi porción sin pensarlo dos veces. Tuve una segunda y tercera ración. Fue la mejor sandía de mi vida.

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Despertamos un poco antes del amanecer. Dormí mejor de lo que esperaba. Magal, nuestra guía, ya estaba despierta. Era difícil determinar su edad. Era delgada, con cabello negro y piel morena, tenía el vigor de la gente de montaña. Dejé mi ropa en el tendedero durante la noche pero no se secó en su totalidad. Me use una camiseta limpia pero tenía solamente un par de shorts. Desayunamos y llenamos nuestros botes con agua. Dejamos el campamento con la primera luz del día. Las pendientes eran tranquilas y el camino placentero, aún y cuando ahora era más estrecho e impredecible que el día anterior. Estaba húmedo y de un momento a otro mi camisa estaba empapada nuevamente con sudor. Bajamos hacia un valle que seguía el Río Buritaca. El hermano de Magali y su hijo nos alcanzaron y se unieron en nuestro camino hacia la Ciudad Perdida. Su sobrino, Camilo, probablemente no tenía más de diez años pero se pasó los tres siguientes días corriendo por las pendientes delante de nosotros como ridiculizándonos por nuestra poca preparación para la geografía y el clima. A lo largo del camino vimos a los primeros Kogui, descendientes de los Tayrona, los nativos que construyeron la Ciudad Perdida 700 años antes que los Incas construyeran Machu Picchu. Vestían túnicas blancas y pesadas botas de plástico, su caminar era constante, con energéticos pasos independientes de si subían la colina o bajaban. También nos topamos con un regimiento de soldados que bajaban de la Ciudad Perdida. Estaban doblados por el peso de su mochila militar y rifles. Un valle agradable y brillante cubierto con helechos se abrió al final de una larga pendiente, al otro lado del Río Buritaca . A lo largo del camino, en medio del valle, había un pueblo Kogui con una media docena de chozas redondas hechas con

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paja. Había sólo un puñado de niños en la vista. Nuestra guía Magali nos explicó que los niños más grandes cuidaban de los más pequeños mientras los adultos hacían las tareas diarias. Las niñas se convierten en adultos una vez que cumplen los trece años de edad y los niños tan pronto cumplen ocho. Cuando se casan, las niñas prometen dar a sus esposos un niño al año. Después de llegar a una edad madura, tanto hombres como mujeres dejan de cortarse el cabello de por vida. Ellos piensan que el cabello representa los ríos que fluyen montaña abajo y que cortarlo sería profanar la madre naturaleza. Nos detuvimos en la segunda cabaña para tomar un refrigerio y un jugo. Ahí, el río formaba una pequeña pileta donde no dudé en meterme. El agua estaba fría y las pequeñas piedras en el fondo lastimaron mis pies. Trepé a una gran piedra en medio del río y me senté ahí en silencio, escuchando el agua correr río abajo formando pequeñas cascadas y perdiéndose en la espesa selva. El lugar era solitario y tranquilo. En ese momento no existían los teléfonos móviles sonando o enviando notificaciones. Las señales de comunicación no llegaban a esa profundidad de la selva así que las comunidades se comunican con pequeños radios. No existe el internet inundado de información y noticias, eventos ni información inútil. El mundo como lo conocemos no existe después de haber entrado a la selva. Lo único que existe es el camino delante de nosotros. Y eso era bello y pacífico.

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Ese mismo día nos enfrentamos a otra escalada masiva. Mi corazón protestó contra mi pecho, los músculos de mi muslo quemaban a medida que caminaba y el arco de mis pies dolía por tanto cansancio. El calor hacía que el paso más sencillo pareciera el más difícil y mi ropa estaba húmeda de sudor. En la cumbre había un par de cabañas, una de ellas aparentemente era una pequeña tienda que vendía frituras y refrescos. Los niños Kogui estaban sentados bebiendo una Coca-Cola en una banca. Era el perfecto anuncio publicitario, al día de hoy lamento no haber sacado mi cámara para capturar una imagen de ese momento. Uno de los niños le ofreció un poco de refresco a Camilo. Mientras comíamos sándwiches y rebanadas de piña, él estaba a nuestro costado viendo la comida con ojos de tristeza. Después de comer, Magali le preparó un sándwich con queso y mermelada de guayaba. Vi como el niño se comió el sándwich con gran entusiasmo como si fuese el mejor refrigerio del mundo. Una columna de mulas iba bajaba mientras nosotros retomábamos el camino. El camino se tornó salvaje y cerrado durante los últimos kilómetros del día, en ciertos puntos pasaba peligrosamente a un costado de un desfiladero en cuya base había un río. Para las mulas era difícil pasar este punto, por lo tanto, para llevar víveres a la tercera cabaña se requería de humanos para hacerlo. Al atardecer llegamos a la tercera estación. Al día siguiente escalaríamos las antiguas ruinas de la Ciudad Perdida

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PrimeraParte

Texto | Manuel Espinosa Nevraumont Fotografías | Manuel Espinosa Nevraumont y Arturo López Viajeros para NAO México Instagramer @manumanuti y @imjustafox

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Adiós Camboya. Hola Tailandia Después de varios días en el Sudeste de Asia, nos habíamos vuelto expertos para empacar. Adiós Camboya. Tomamos un autobús con dirección a Poipet, la ciudad fronteriza con Tailandia a 1 hora de Siem Reap.Y después de un aparatoso proceso burocrático de chequeo de visas, nos llevaron en un tuk tuk a un restaurante para esperar el segundo autobús que nos transladaría finalmente hasta Bangkok. Mientras esperábamos, comimos arroz frito con res, pollo y verduras, y una bebida de lata extraña. También conocimos a un polaco llamado Richard (ni de chiste se escribe así), nos cayó bien, le dimos hasta nuestro Face. Llegamos al atardecer a la capital de Tailandia, en un mercado abarrotado de personas y mercancías. Estábamos cansados después de un viaje de 7 horas que terminaría siendo de 12. Nos inclinamos por una aventura más y tomamos un camión urbano, que más que camión, parecía un barco oxidado sobre llantas parchadas que aún andaba por un milagro de la ingeniería mecánica.

La geolocalización de Google Maps funciona, a pesar de no tener 3G ni Wifi, y en la que parecía ser la parada del Hotel, saltamos del camión imitando a una señora de edad avanzada que al parecer era una experta en lanzarse de los vehículos en movimiento, como en película de acción. A dormir.

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Primer día en Bangkok La mejor manera de transportarse por Bangkok es en barco a través de todos los puertos del río Chao Phraya. Ese día por la mañana lo utilizamos para ir al al barrio central, el Phra Nalhon. De repente un vendedor comenzó a gritarme: – Guapo, Guapo. – Ah mira ya ligué. En realidad lo que el tipo decía era Wat Pho, un templo budista que estaba a unos metros de distancia. Además de sus techos brillantes y afilados, existe un Buda gigante dorado de 46 metros que idiotiza al observarlo. De ahí continuamos con el recorrido hacia el Gran Palacio, que fue residencia de los Reyes hasta 1932, año en que se abolió la monarquía absoluta en Tailandia. La entrada estaba en 16 dólares, se nos hizo un ultraje real, y optamos por no entrar y visitar solo las zonas de acceso gratuito. Proseguimos nuestro andar para ir a conocer dos calles célebres por la intensa vida nocturna: Khao San y Soi Rambuttri. De día son una realidad totalmente diferente que en la noche, pero como Arturo y yo íbamos de abuelos al viaje no salimos después de las 10 pm. Nos tomamos una cerveza en Soi Rambuttri -2 Chang, por favor- mientras investigábamos cómo llegar al mercado flotante de Tailing Chan. Nunca llegaríamos; el autobús no pudo atravesar el puente porque estaba en obra, y el tuk tuk nos quería fregar con precios inflados. Desistimos pues de ir al mercado, pero Bangkok se encargaría de redimir la desvergüenza de sus taxistas, y pondría en nuestro camino un mercado de flores naranjas, y frutas raras y enormes, como huevos de dragones. Compramos dulces típicos y comimos Pad Thai en un restaurante diminuto, con su cocinera anciana aún más diminuta de cientos de años.

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Para bajar la comida atravesamos el Puente Real y nos encontramos con tres templos, uno muy parecido al Wat Pho pero en pequeña escala; otro, un templo blanco, inmaculado, donde jugueteaban unos monjes infantiles y practicaban sus cánticos de memoria; y finalmente el templo del amanecer, Wat Arun, con una torre de 82 metros con mosaicos y ornamentos florales de porcelana china, y la escalera más vertiginosa que haya visto en mi vida. De vuelta al muelle 1 y al hotel bajo una lluvia inclemente. Al día siguiente volaríamos hacia el sur de Tailandia. ¿El rumbo? Las mejores playas de este lado del mundo. Segundo día en Bangkok Teníamos 3 horas para visitar un poco más de Bangkok. Tomamos un barco hasta el muelle 5, China Town. Caminamos por el barrio entre puestos ambulantes, que vendían todo tipo de parafernalia, comida frita, flores y aguas de fruta. Compré un jugo de granada por 50 bahts, la felicidad roja en una botellita de plástico reciclado; Arturo compró una bolsita de patitos de hule miniatura. Entramos a un templo, el Wat Mangkon Kamalawat, con decenas de feligreses ahumados de incienso y devoción; y a otro donde lo más interesante fue un pequeño y gordo pug que atacó directo a los cordones de mis zapatos. Caminamos rumbo al sur buscando un Buda gigante de más de 4 toneladas que nos habían recomendado. Nunca lo encontramos. Al final resultó que estaba a kilómetros de ese lugar, en el muelle 14. De regreso al hotel descubrimos que la mejor forma de llegar al aeropuerto era con medios públicos, que son muy asequibles si sabes moverte como Thai: 42 bahts por el Sky Line hasta Mo Chit, y 10 por el autobús hasta el Don Mueang International Airport (10 bahts son 4 pesos mexicanos). Por persona, el barco que recorre el río te cobra 15 o 20 bahts, la lancha que te cruza de un lado a otro de la cuenca 3 bahts, y un urbano de 10 a 15 bahts. Aeropuerto, check-in, vuelo. Aterrizamos en Krabi a las 6 de la tarde. Transporte del aeropuerto al hostal en Ao Nang, y a descansar.

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Las aguas de Koh Poda Caminamos al puerto más cercano para tomar un bote a Railay Beach, pero en el último instante, por simple intuición, decidimos ir a la isla Poda. 20 minutos en lancha motorizada que partía en dos el mar azul como una gelatina mórbida. –¿No traes bloqueador? – Yo nunca uso. “Machín” Al final del día nos arrepentiríamos de retar de manera tan insulsa al sol. Recorrimos la isla hasta encontrar un pedazo de playa sólo para nosotros. En Koh Poda la arena es suave y tibia, con conchitas, corales y cangrejos ermitaños diminutos. El agua es de dos azules, uno claro, casi verde, diáfano, cerca de la costa; el otro obscuro, casi marino, sólido, en la zona honda. Estuvimos horas perdidos con los cuerpos sumergidos en una ausencia de olas. 4 de la tarde. La marea había descendido gradualmente, y donde antes había un tronco submarino, ahora yacía seco y entero a la orilla de la playa. También muchos corales desnudos al sol. Era hora de regresar a Ao Nang, comenzó a llover y un arcoiris con una parábola perfecta se dibujó en el cielo. Qué belleza. Arribo, ducha, reposo. Salimos a cenar. Pollo, con salsa de nueces de la india, y curry thai. De postre un licuado de lychee, y “sticky rice” – arroz pegajoso- con mango. Es como arroz con leche de coco, y fruta en rebanadas. Delicioso. El Templo de los Monos Guardianes y los 1272 escalones Despertamos tarde y después de un desayuno inglés, rentamos un scooter para todo el día. 5 dólares de renta, más otros 5 de gasolina. Arturo fue el piloto, y yo el asistente de logística y planeación cartográfica (el güey que tenía el Google Maps). Llegamos al Templo del Tigre, el Wat Tham Suea.

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Con 1272 escalones empinados y protegidos por un ejército de monos guardianes (que en realidad no cuidan nada), el templo está rodeado de grandes árboles de más de mil años, en particular del Valle de Khiriwong, montañas, cuevas y el mar Andaman. En el transcurso hacia la cima puedes ver peregrinos desparramados en las escaleras o en las estaciones de descanso, relajando las piernes tras el martirio de la subida infinita. Al llegar a la cima, encontramos unos grifos de agua muy oportunos, como espejismos: “Only for drinking, no washing”, decía, “Only for drinking”, pobres idiotas. Nos bañamos ahí. Literal. La vista desde arriba es increíble. 360 grados de verde y azul milenarios, y un Buda que ahí vive, sentado para siempre, sobre el piso caliente y chicloso. Luego el descenso, un poco menos cansado, pero igualmente desconsolador. De nuevo sobre el scooter, recorrimos unos 40 kilómetros hasta Laem Sak. El camino es espectacular con árboles y palmas altísimas, y peñas forradas de vegetación. El viento fresco de los 80km por hora, mi cara se volvió china japonesa de los más “antuigua”. Pasamos a un costado del parque nacional Than Bok Khorani y fuimos a dar hasta el mar, con un hambre insoportable. Cangrejos fritos, mariscos con curry rojo y ostiones en salsa de pimienta y ajo. Otras 2 Singha (cervezas) por favor. La perfecta comida, para la perfecta vista del puerto, con la mejor acústica: mantras sagrados que nos llegaban desde muy lejos, de una comunidad cercana. 40 kilómetros de vuelta. Llegamos a Krabi justo al atardecer. Las mareas habían vuelto a bajar, dejando barcas encalladas, arenas mórbidas, y espejos de agua de reflejos idílicos. Las personas caminan donde horas antes se nadaba. Devolvimos el scooter. Descanso. Cena. Mañana se vuelve a la playa.

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La playa de Ko Phi-Phi Leh Ese día fuimos a la playa de La Playa, la película dirigida por Danny Boyle protagonizada por Leonardo DiCaprio (1999). Se nos hizo muy tarde para tomar el Ferry, pero la adrenalina, un tuk tuk oportuno y un poco de suerte nos salvaron el día. Zarpamos a las 9.30. Llegamos a Ko Phi-Phi Don después de una hora y media. Nos compramos dos batidos de fruta, de mango y de fresa (los “shakes” son algo muy típico de Tailandia), y luego rentamos una lancha y a su respectivo lanchero. – Llévenos a la Playa de la película, ¡ahora!- Le dije. Mientras lo escribo, noto que no fui muy claro con mi encomienda, me dejé llevar por el entusiasmo LeoDicapriano. La isla se llama Ko Phi-Phi Leh. Protegida ubicuamente por acantilados, posee aguas claras, arrecifes de coral, lagunas y cuevas. Ao Maya se encuentra en la costa oeste de la isla, y es la laguna de la película La Playa. Irreconocible según las remembranzas fílmicas, “La Playa” se encuentra siempre llena de lanchas y turistas. El encanto del aislamiento social y la utopía comunitaria fue destruído por el tsunami y la producción Hollywoodiana.

y Dragon Fruit (pitaya) morada, parecida al kiwi en la consistencia y el sabor. Tomamos el Ferry de regreso a Ao Nang. Una lancha más pequeña tuvo que venir por nosotros a alta mar, pues las mareas habían bajado nuevamente, impidiendo el paso al puerto de navíos de grandes dimensiones. Hotel, baño, descanso. Salimos a cenar a un puesto en la calle, que puede ser una de las mejores y más baratas opciones. Calamares a la parrilla, brochetas de pollo y res. – Me regala más salsa. – More? Where are you from? – Mexico. – Ah, now I get it. Habanero, Habanero. En los siguientes días pasaríamos otros tres días en el sur de Tailandia, y luego volaríamos al norte, rumbo a Chang Mai. La segunda parte de este viaje, en la próxima edición de NAO

El lanchero logró bajarnos en un trozo de playa cercano, inhóspito, nadamos un poco, y de ahí nos fuimos a dos zonas de snorkeling; bueno, solo yo, porque Arturo siempre le ha tenido miedo a las criaturas marinas. También visitamos otros dos destinos turísticos: la Viking Cave (Tham Phaya Naak), donde los locales han construido andamios de bambú para recolectar huevos de vencejos, unas aves que anidan en esta parte de la isla; y la playa de los monos, donde viven decenas de pequeños peludos, que son alimentados por turistas a base de plátanos y trozos de piña. De regreso a la isla grande, Ko Phi-Phi Don, comimos un pedazo de pizza (moríamos por algo de comida grasosa occidental). De postre nos compramos unas bolsitas de Jackfruit (K hanun), una fruta mastodóntica cuyas semillas, una vez cocidas, son comestibles;

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TRAS LOS PASOS DE LAS TUMBAS LICIAS Texto y fotografías | María Velázquez Escritora y fotógrafa para NAO España

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En la costa mediterránea del sur de Turquía se encuentran, salpicando el territorio, más de mil magníficas y misteriosas tumbas excavadas en piedra y construidas por un antiguo y desconocido reino: el reino de Licia. Nuestra primera parada fue Dalyan, lugar que alberga las tumbas reales, unas espectaculares edificaciones talladas en el año 400 a.C. sobre los acantilados del río y cuya construcción imita la forma de los templos jónicos griegos. Los licios parecen haber mantenido la creencia de que las almas de sus muertos serían transportadas desde las tumbas al otro mundo por una especie de criatura alada, tipo sirena griega, por lo que a menudo colocaban sus tumbas a lo largo de la costa o en la parte superior de los acantilados. Continuamos nuestra ruta hacia Fetihye, una animada localidad costera cuyo principal atractivo es la espectacular tumba de Amintas. Este asombroso enterramiento excavado en la roca fue construido en el año 350 a.C. y denominado así por una inscripción en griego que hay en una de las paredes del interior de la tumba y que dice: "Amyntou tou Ermagiou", que traducido significa "Amintas, hijo de Hermagios". La tumba de Amintas y las otras tumbas más pequeñas excavadas sobre la pared de la roca fueron construidas por los licios, que vivían en esta zona de Turquía en torno al siglo IV a.C. Los licios no eran miembros de un país específico, sino más bien una confederación muy unida de ciudades-estado ferozmente independientes.

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A unos 40 Km. de Fetihye se encuentra Tlos, una de las seis principales ciudades de Licia (y una de las más poderosas), Tlos llevaba el título bajo el imperio romano de “la muy brillante metrópoli de la nación de Licia”, por lo que se trata de uno de los asentamientos más antiguos y grandes de la región. Tlos se encuentra en el lado este del valle de Xanthos, y está dominada por su acrópolis. En su ladera hay varios sarcófagos licios y tumbas excavadas en la roca de tipo templo. De entre todas las tumbas hay una que merece la pena buscar y subir hasta ella, aunque el acceso no es fácil y hay que escalar por la roca. Se trata de la tumba de un legendario héroe de la mitología griega: Belerofonte. Este mítico héroe griego, hijo del mismísimo Poseidón, y muy relacionado con Licia, fue el asesino de la Quimera, un terrible monstruo mitológico que lanzaba fuego a través de sus tres cabezas. También Belerofonte fue el héroe que consiguió domar a Pegaso, el hermoso caballo alado que le acompañó en sus múltiples aventuras y con el que aparece representado en su tumba. Nuestra última parada sería Pinara, una de las tres ciudades más importantes del valle de Xanthos y una de las seis principales ciudades de Licia, poblada desde comienzos del siglo V a.C. Este asentamiento permanece oculto al turismo de masas, lo que le da un mayor encanto. La ciudad se encuentra encaramada en lo alto de una montaña y se alza sobre más de 450 metros de altura, en una especie de cono plano, y junto a una pared vertical de roca donde se apilan cientos de tumbas rectangulares excavadas en la piedra como si de una colmena se tratase. "Pinara" significaba "redondo" y al parecer hace referencia a la forma redondeada de la colina escarpada en la que la ciudad se encontraba originalmente. En este lugar aparecen excavadas cientos de tumbas de diversos tipos, algunas bellamente talladas. Con la llegada del cristianismo a la región muchas de las ciudades licias fueron paulatinamente desmanteladas y sus construcciones funerarias abandonadas para siempre

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(Parque Nacional de las Secuoyas) Iara Vilela Escritora y fotógrafa para NAO Brasil Instagramer @comoserrosaprendi

Este es literalmente uno de estos lugares únicos en el mundo. Cada uno de los cientos de árboles existentes aquí ha visto parte de la historia humana, de tan viejos que son, se consideran "fósiles vivientes" por los científicos y la muestra más antigua tiene no menos de 4.600 años.

Este é literalmente um desses lugares únicos no mundo. Cada uma das centenas de árvores aqui existentes já presenciou parte da história humana, pois de tão antigas, são consideradas ‘fósseis vivos’ pelos cientistas e o mais velho exemplar possui nada menos do que 4.600 anos.

El Parque Nacional de las Secuoyas se encuentre California, EE.UU., y es un área de conservación de esta especie gigantes. Usar el término "gigante" no es una mera expresión, ya que tienen entre 55 y 85 metros de altura, lo que equivale a un edificio de 28 pisos!

O Parque Nacional das Sequóias fica na Califórnia, Estados Unidos e é uma área de preservação dessa espécie gigante. Usar o termo ‘gigante’ não é força de expressão, já que elas possuem entre 55 e 85 metros de altura, o que equivale a um prédio de 28 andares!

Al igual que los árboles, el parque es enorme y tiene una extensa área para acampar, museo, centro de llamadas para los turistas, estacionamiento e incluso quioscos con parrillas. Además de mucha naturaleza alrededor.

Assim como as árvores, o parque é enorme e possui uma extensa área de camping, museu, centro de atendimento ao turista, estacionamento e até quiosques com churrasqueiras. Além de muita, mas muita natureza em volta.

Para llegar a esta montaña llena de secuoyas necesita subir por una estrecha carretera de dos vías llena de curvas. El camino sinuoso puede enfermar hasta al más sensible, pero al llegar a la cima es recompensado con una vista espectacular que es aún mejor en un hermoso día soleado de invierno.

E para chegar nesta montanha repleta de sequóias você precisa subir por uma estreita estrada de mão dupla e completamente cheia de curvas! O caminho sinuoso pode até enjoar os mais sensíveis, mas chegar ao topo é recompensado por uma vista espetacular que fica ainda melhor em um lindo dia ensolarado de inverno.

Bajamos del coche para iniciar una caminata que nos mantuvo despreocupados por un buen tiempo. Caminar entre estos árboles tan grandes y antiguos es un privilegio, además de ser emocionante es interesante saber que algunos de ellos existían antes de que las pirámides de Egipto fueran construidas.

Assim que descemos do carro iniciamos uma trilha e seguimos caminhando sem preocupação por um bom tempo. Andar entre árvores tão grandes e antigas é um privilégio, além de ser emocionante (e até assustador) pensar que algumas delas já existiam antes mesmo das pirâmides do Egito serem construídas!

Luego siguió por un camino más ligero, perfectamente preparado para recibir a las familias. Después de un tiempo llegamos al general Sherman: con sus 83,8 metros de altura es uno de los árboles más antiguos y más importantes del parque. Vale la pena llegar a este árbol y aprender un poco más sobre esta especie

Depois seguimos por uma trilha mais leve, perfeitamente preparada para receber toda a família e chegamos até a General Sherman: com seus 83,8 metros de altura é uma das mais antigas e importantes árvores do Parque. Vale a pena chegar até esta árvore e aprender um poucos mais sobre esta espécie

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Safari

en el Kruger Texto y Fotografías | Jordi Canal-Soler Escritor y fotógrafo para NAO España Instagramer @jordicanalsoler

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Con más de diecinueve mil kilómetros cuadrados de superficie, el Kruger, en el extremo nororiental de Sudáfrica, es el mayor Parque Nacional de África y tiene las dimensiones de un pequeño país. A lo largo de sus 360 kilómetros de longitud y sus 65 de ancho se encuentran hasta 21 ambientes bien diferenciados en el que viven 336 especies de árboles, 49 de peces, 34 de anfibios, 114 de reptiles, 507 de pájaros y 147 de mamíferos. Entre estos se encuentran los famosos Big Five, los cinco animales más peligrosos de África: elefante, rinoceronte, búfalo, león y leopardo. Una red de carreteras pavimentadas y caminos de tierra recorren todo el parque, uniendo los distintos campamentos donde puede descansarse, comer algo o dormir y los puntos de mayor interés para la observación de la fauna. Varios ríos y lagos concentran la vida animal del Parque: hipopótamos, cocodrilos y multitud de pájaros además de todos aquéllos que buscan abrevarse. Está prohibido bajarse del auto fuera de la docena de campamentos que salpican el Parque. Es demasiado peligroso, ya que los animales cruzan la carretera indiferentes al paso de los coches y elefantes, leones, hienas y chacales suelen utilizarlas también para desplazarse. Incluso puede ser que nos crucemos con uno de los enormes rinocerontes blancos, paseándose tranquilo por la carretera, consciente de su cuerpo blindado. En cada campamento se organizan caminatas matutinas con las que es posible descubrir otra cara del Kruger: la más próxima a los animales. Protegidos por un par de expertos guías armados, en pequeño grupo seguimos por los senderos de los animales analizando las huellas y rastros que éstos han dejado en el suelo o los árboles. Es la oportunidad perfecta para sentirnos como uno de los cazadores que hasta 1898, cuando fue creado el Parque, frecuentaban la zona buscando los mejores trofeos de caza. Desde cerca podremos observar las huellas y rastros de los animales y ver las plantas de las que se alimentan para conocer sus propiedades: unas pisadas de león, unos excrementos de elefante, la corteza raída por un kudu. A lo lejos divisamos una jirafa ramoneando las hojas de la copa de una acacia y muy cerca, escuchamos el graznido de un toco piquigualdo, un ave de largo pico que nos mira con curiosidad desde lo alto de un árbol. La esencia de África la encontramos al andar.

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La noche oscura, en el Kruger, muestra a su vez otra de sus bellezas. Ya sean algunas danzas tribales o la observación del nítido cielo meridional, son actividades que pueden realizarse dentro del campamento protegido. Pero también se organizan salidas nocturnas en todoterreno para la observación de fauna en el Parque: armados con un proyector de luz, escaneamos los arbustos cerca de la carretera, esperando ver, entre las ramas tupidas, unos ojos brillando en la oscuridad. Quizá sean los de un leopardo, que se acerque indiferente desde un bosque de acacias. Con ágil paso cruzará la carretera a pocos metros del todoterreno internándose sigilosamente en la vegetación al otro lado de la carretera, pero antes de perderse de nuevo en la oscuridad, podremos vislumbrar por un instante su piel amarilla y moteada. Un safari por el Kruger, seguro, nunca se olvida

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Crimea Texto | Staff NAO Fotos | Julia Tumanova NAO Rusia Instagramer @jtumanova

La Península de Crimea es bañana por el Mar Negro y al día de hoy forma parte de Rusia. Su extensa costa es ideal para cualquier vacacionista y viajero pero sobre todo para muchos rusos que buscan pasar breves temporadas fuera de complejas ciudades como Moscú o San Petesburgo. Los maravillosos atardeceres se combinan con una geografía accidentada que dan a este destino una personalidad peculiar. Nuestra fotógrafa y viajera Julia Tumanova viajó a este lugar para captar con su lente la naturaleza y tranquilidad de un ricón a donde no llegan muchos viajeros

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