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El origen de O.K.—Irene López Rufo

El último rey de Roma se llamó Tarquinio “el Soberbio” y fue expulsado por sus propios súbditos debido a sus numerosas injusticias y despotismo. Este rey buscó ayuda para retomar su trono y la encontró en un pariente suyo, el rey de los etruscos. Juntos, prepararon un ejército y lo lanzaron contra la ciudad de Roma. Pronto los defensores romanos se vieron superados y los dos cónsules que dirigían su ejército fueron abatidos por las tropas etruscas. El ejército romano huyó en desbandada y cruzó el río Tíber por el puente Subiclio que era, para los atacantes, la única entrada a la ciudad.

En ese momento, y cuando todo parecía perdido, tres figuras se alzaron para defender a Roma y bloquear el paso al ejército invasor. Tres soldados de rango menor se pusieron en la entrada del puente y desafiaron a todo el ejército etrusco. Los invasores lanzaron oleada tras oleada sobre los defensores con objeto de cruzar el puente y conquistar la ciudad. No obstante, Publio Horacio Cocles y sus dos compañeros de armas resistieron embate tras embate y golpe tras golpe, impidiendo el paso al ejército enemigo. Esta situación duró varias horas, y mientras los etruscos lanzaban cada vez más soldados contra los tres romanos, estos no solo resistían sino que causaban estragos entre los atacantes.

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Finalmente, los romanos pudieron rehacer su ejército al otro lado del Tíber y empezaron a demoler los pilares del puente que defendían Cocles y sus dos compañeros. Al ver esto, Horacio Cocles les dijo que volvieran a Roma y que él solo repelería el ataque del ejército etrusco. Y así lo hizo, mientras sus compañeros retrocedían y ayudaban al resto de los romanos a hundir el puente Subiclio, Publio Horacio Cocles, solo y sin ningún tipo de apoyo se enfrentó y repelió a los miles de atacantes que formaban el ejército enemigo. Sus compañeros tampoco fracasaron y el puente fue destruido y con él la única manera en que los invasores podían entrar en Roma.

¿Y qué fue de Horacio Cocles? En esto los historiadores no están de acuerdo: unos dicen que al caer el puente decidió saltar al río Tíber con su armadura y escudo, pero el peso le arrastró al fondo y murió ahogado. Hay, sin embargo, quien sostiene que logró llegar a la otra orilla y que, aunque quedó cojo tras el combate, pudo vivir en Roma siendo siempre respetado como gran soldado mientras vivió y pasando a ser considerado héroe de Roma a su muerte.

JESÚS CORDERO LORENTE

La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje que afecta a los ámbitos de la lectura y la escritura, sin estar ligado a la inteligencia (APA, 2013). Cuanto antes se detecte y se intervenga más posibilidad de superar las barreras para el aprendizaje que este trastorno supone a las personas que lo sufren. Es un trastorno de origen neurobiológico, con alta probabilidad de ser heredado y que no se cura, sino que se compensa mejor o peor en relación al momento de la detección y a la manera de intervenirla. Por tanto, no solo es una dificultad que se da en la infancia o adolescencia, sino que también se da en la edad adulta. Sin embargo, los estudios con esta población son escasos en comparación con la investigación existente sobre dislexia infantil y adolescente. Según Soriano-Ferrer y Piedra-Martínez (2017) alrededor del 4% de la población adulta presenta dislexia. Pero, ¿cómo sabemos si una persona adulta puede tener dislexia? Normalmente presenta dificultades tanto en la lectura como en la escritura manifestándose principalmente mediante un enlentecimiento de la lectura y un mayor número de errores ortográficos. Además, no solo presentan características asociadas a lo académico, sino que existe afectación a nivel personal y motivacional llegando a presentar baja autoestima, ansiedad y depresión. Es importante destacar que a mayor capacidad cognitiva mayores barreras de aprendizaje emocional se encuentran, porque son más conscientes de ello. Hay que insistir en que: “que sea difícil no implica que sea imposible”. Si sospechamos que un adulto presenta dislexia debemos realizar una evaluación psicopedagógica y poner en marcha el ajuste de la respuesta educativa a través de medidas de inclusión educativa, que contribuyan a superar las barreras para el aprendizaje que presentan los adultos con dislexia. Dentro de estas medidas las más destacadas son:

Dar más tiempo y permitir la ejecución oral en tareas y pruebas. Reducir el texto escrito y simplificar enunciados.

No penalizar faltas de ortografía que no se estén trabajando en ese momento.

Uso de lectores y grabaciones de audios para apoyar la comprensión.

Apoyar el discurso de manera visual.

Dotar de estrategias emocionales para mejorar la autoestima y motivación.

Hacer ver potencialidades y enseñar a compensar dificultades.

El mundo está pensado para personas que leen y escriben. Por ello, el tratamiento de la lectura y la escritura en nuestros centros educativos es clave. No solo en los primeros años de la escolarización, donde situamos la adquisición de estas habilidades, sino en centros de educación para personas adultas donde debemos reforzar, potenciar y fomentar la lectura y la escritura como llave que abre la puerta al conocimiento, a la cultura y al pensamiento. Sin embargo, no hemos olvidar que la dislexia no solo tiene efectos negativos en lo académico, sino que también en la parte emocional y motivacional de nuestro alumnado por lo que debemos estar preparados para ello. Si eres adulto y crees que tienes dislexia contacta con el Departamento de Orientación, estaremos encantados de ayudarte.

VERÓNICA GARCÍA ORTEGA

.Referencias bibliográficas

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