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Plan DN-III: Contención a la población civil
JUAN OMAR FIERRO L a aplicación del Plan DN-III debido el covid-19 prevé que elementos del Ejército y la Guardia Nacional (GN) participen en el acordonamiento de colonias, comunidades o regiones donde se presenten brotes graves o no controlados por el virus. Además, según fuentes castrenses, también deberán actuar para restringir las libertades de tránsito y de reunión cuando se aplique la fase 3 de la pandemia.
Rebasada la etapa de prevención, el Plan DN-III se aplicará por primera vez ante una epidemia que afecta a todo el territorio nacional. De hecho, su aplicación será más de contención que de apoyo directo a la población civil.
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De acuerdo con las fuentes consultadas, el Plan DN-III está diseñado para atender los escenarios durante una situación de crisis –la expansión del coronavirus es un caso inédito–, por lo que se prepara a militares y efectivos de la GN para actuar en caso de que las autoridades civiles se vean rebasadas ante un escenario catastrófico.
Pese a que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) entrevé la posibilidad de aplicar medidas extraordinarias, éstas están sujetas a la decisión del presidente de la República y al aval del Consejo General de Salubridad (CGS), cuya primera sesión se llevó a cabo el jueves 19 y a partir de ese momento se declaró en sesión permanente.
José Ramón Cossío, ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, advierte que la sesión del CGS fue tardía y no resolvió los vacíos legales que existen para regular la actuación del Ejército y la Guardia Nacional frente a la actual pandemia de covid-19, particularmente en un escenario en el que se prevén restricciones a las libertades de tránsito y de reunión.
“El Ejército y la Armada, con todo lo que ayudan –dice–, no pueden suspender las garantías de tránsito, de reunión, de asociación, porque no tienen facultades para ello. Llegarán a las zonas de mayor afectación para apoyar a la población con comida y medicamentos, pero en modo algu
Karina tejada / Procesofoto
CORONAVIRUS /SALUD
no pueden ordenarle que se guarde o deje de transitar. Eso no pasa con el Plan DN-III, eso sólo lo puede hacer el Consejo Gene ral de Salubridad o la Secretaría de Salud.” El también integrante de la Academia Nacional de Medicina explica que tras la declaratoria de que el covid-19 representa “una enfermedad grave de atención priori taria”, el propio consejo debe decretar las “acciones extraordinarias en materia de salubridad general” previstas en los artícu los 181-184 de la Ley General de Salud.
Esos artículos prevén restricciones al tránsito terrestre, aéreo y marítimo, así co mo a la libertad de reunión por cuestión sanitaria, incluyendo la “entrada y salida en las poblaciones y con los regímenes higié nicos especiales que deban implantarse”, conforme la gravedad de las zonas o regio nes bajo control militar del Plan DN-III.
“Lo que corresponde ahora a la Secre taría de Salud (Ssa) es utilizar el artículo 181 de la Ley General de Salud y hacer la declaratoria de acciones extraordinarias y comenzar a delimitar las zonas en las cua les se van a introducir algunas restricciones al comercio, al tránsito y a la asociación de personas”, sentencia Cossío.
Cossío explica que con la declaratoria de acciones extraordinarias por parte de la Ssa se evitaría que cada municipio o esta do fije sus propias restricciones a los derechos que consagra la Constitución, como el establecimiento de “toques de queda” por parte de alcaldes y gobernadores.
Además, con esa misma declaratoria se podría evitar que cada empresa o ins titución pública fije sus propias reglas ante la emergencia epidémica, incluso para despedir trabajadores de manera injusti ficada o para dejarles de pagar.
“Cuando se presentan estas emergen cias hay que ver lo que contemplan las leyes; éstas establecen que el Consejo de Salubridad y la Secretaría de Salud son la máxima autoridad sanitaria y que pueden imponer sus decisiones a estados y muni cipios, pero cuando hay una ausencia de decisiones lo que se provoca es que cada quien toma decisiones como mejor le va ya pareciendo y eso agrava la situación”, advierte.
El diagnóstico de la SSPC
La posible aplicación del Plan DN-III para contener a la población en el caso de la pandemia de covid-19 no sólo fue confir mada a Proceso por fuentes militares: desde la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) se manejan escenarios similares para el manejo de la GN. El semanario digital Eje Central publicó el jueves 19 un diagnóstico elaborado por la Dirección de Logística y Adiestramien to, y de Planeación y Análisis Estratégico de la dependencia que encabeza Alfonso Durazo y en el cual advierte que “la situa ción en México puede agravarse”:
“Ante situaciones de emergencia sani taria como las que actualmente se enfrentan, que pueden desencadenar eventos de alteración del orden y la paz públicos por el pánico social generado, la escasez de productos de primera necesidad, de ar tículos de sanitización y desinfección, o bien afectaciones al funcionamiento de los servicios médicos de atención u hos pitalización por padecimientos infeccioso respiratorios, los elementos de la Guardia Nacional deben ser garantes para asegurar que estas actividades se desarrollen con
En un escenario inédito, como el que ha provocado el covid-19 en todo el mundo, en México la aplicación del Plan DN-III –que prevé por primera vez la movilización de elementos castrenses y de la Guardia Nacional– entraña un severo riesgo: que las tropas, en lugar de auxiliar a la población civil, se vuelquen a contenerla.
Apoyo en tiempos de desastres
el mayor orden y normalidad posibles.” Para el coordinador del diplomado de Seguridad Nacional, Democracia y De rechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, Erubiel Tirado, el uso de la GN para enfrentar posibles disturbios re vela que la aplicación del Plan DN-III en el caso del covid-19 más que de apoyo a la población, va a ser para contenerla.
“Se ha dejado entrever que la Guardia Nacional está apuntando sus acciones an te la eventualidad de disturbios (saqueos, robos y protestas violentas) y no de apoyo a la población. Entonces, resulta que la Se dena asume una doble cara (Dr. Jekyll y Mr. Hyde), donde el lado bueno, de apoyo a la población en acciones sanitarias (Plan DNIII), corresponde al Ejército y a la Marina, mientras el lado represivo, a la GN”, señala. Antes de que el presidente Andrés Ma nuel López Obrador lo hiciera público, el Estado Mayor dio la orden de activar el Plan DN-III para casos de emergencia, funcio nando de manera preventiva al interior de las Fuerzas Armadas y comenzando la coordinación de los 46 comandantes de zo na con los gobernadores de los 31 estados y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Incluso ya comenzó a funcionar el Centro Coordinador de Operaciones ba jo el protocolo de atención a emergencias clínicas biológicas, que incluyen el esce nario de una posible epidemia en todo el territorio nacional.
El Plan DN-III se activa “ante la pre sencia de un agente destructivo” y su fin primordial es “salvaguardar la vida de las personas, sus bienes y la planta produc tiva” del país, para lo cual cuenta con las fases iniciales de alerta y elaboración de planes de emergencia, según la página web de la Sedena. Posteriormente están las fases reacti vas, cuando se presenta un desastre natural
Eduardo Miranda
CORONAVIRUS /SALUD
o la de un agente químico-biológico, por lo que se plantea una coordinación de emer gencia, una evaluación de daños y el registro sobre la pérdida de vidas humanas.
En estas fases hay operaciones de apo yo directo a la población, como el rescate de personas afectadas, búsqueda de sobre vivientes, tareas de transporte y evacuación preventiva, acondicionamiento de refugios temporales y entrega de víveres.
De manera simultánea el Ejército y la Secretaría de Marina tienen facultades pa ra “coadyuvar con las fuerzas de seguridad pública para preservar la actividad econó mica y los bienes de la población”.
Además, deben proporcionar “servi cios estratégicos, equipamiento y bienes” mientras persiste la emergencia, por lo que brindan transporte y recursos huma nos a las autoridades civiles.
En materia de salud, su labor hasta antes de la epidemia de covid-19 ha sido la de apoyar y coordinar labores de “asis tencia médica y saneamiento”, proporcionando los recursos humanos y materiales de los cuales dispone.
Debido a que no se han registrado da ños físicos o a la infraestructura pública derivado de la epidemia, los cuales sólo po drían presentarse en casos de disturbios o saqueos, el siguiente paso para la Sedena será apoyar con “controles sanitarios” para establecer zonas, municipios o comunida des en cuarentena, un paso que sólo darían a petición de las autoridades civiles.
Otra posibilidad es que los militares y la propia GN participen de manera activa y a petición de la SSPC en imponer restriccio nes a la libertad de tránsito, con el propósito de fijar horarios para comprar alimentos o definir lugares y zonas de circulación. Ambas medidas son casos extremos para evitar un crecimiento expansivo de la epidemia.
El Manual de Procedimientos del Cen tro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece) de la Ssa también prevé la participación de la Sedena para reducir los daños a la salud y evitar los brotes de enfermedades trans mitidas por vectores de contagio.
“La Dirección General de Protección Ci vil de la Secretaría de Gobernación es la facultada para decretar situaciones de emergencia y desastres; pero la Secretaría de la Defensa Nacional, a través del Plan DN-III, coadyuva con la Secretaría de Salud a la atención de esas emergencias y desastres”, señala el documento que puede consultar se en la página web del Cenaprece.
Dudas constitucionales
La posibilidad de que el Plan DN-III prevea restricciones a las libertades de tránsito y de reunión genera dudas, debido a que el CGS sesionó el jueves 19, pero sigue sin decretar cuáles serán las “acciones extraordinarias en materia de salubridad general” que po drían regular la actuación del Ejército, la Marina y la GN ante la pandemia de covid-19.
Para Tirado, especialista en relaciones entre militares y civiles, el anuncio presi dencial de que se van a aplicar los planes DN-III y de la Marina para contener la pan demia “puede provocar la implantación de “miniestados de sitio o de excepción de fac to , pero al margen de la ley”, puesto que se requiere la declaratoria de emergencia que López Obrador se niega a hacer.
Admite que existen facultades de las au toridades civiles para el despliegue del Plan DN-III y que en casos de emergencia “hay garantías específicas que se limitan”, pero también advierte que los derechos huma nos, la integridad física y la vida de las personas “no son afectadas ni deben afectarse por una eventual suspensión de garantías”.
AICM. Medidas preventivas Agrega que las experiencias previas del Plan DN-III en el “combate de epide mias” son regulares para prevenir enfermedades como el dengue, la chikungunya y la influenza A-H1N1, ya sea mediante campañas de erradicación de mosquitos o de vacunación.
No obstante, considera que no hay pre cedente en casos de pandemia y advierte que nunca se ha mostrado la capacidad del Ejército para actuar en las 32 entidades federativas en forma simultánea, ya que siempre acordona o apoya a la población cuando hay zonas de desastre limitadas a dos o tres regiones del territorio nacional.
“El Plan DN-III, por definición de su naturaleza doctrinal y legal (pese a llevar el apellido “nacional”) es un mero esque ma operativo de carácter temporal y de límites geográficos definidos, pero ante la emergencia del coronavirus (que es de ca rácter global), su respuesta implica el territorio nacional en forma íntegra. En ese sentido, los planes como DN-III o “Marina” (éste con sustento legal menos sólido que los del Ejército) son, en efecto, de carácter contingente para casos extraordinarios, pero limitados geográficamente”, acota el investigador.
Agrega que cuando es necesario valo rar y revisar su actuación de 2009, las Fuerzas Armadas “en realidad no están preparadas para una situación como la que significa el coronavirus. Estamos ante un escenario inédito”.
INER. En alerta
Neumonía e influenza, presencias letales
JUAN OMAR FIERRO
En el sexenio de Enrique Peña Nieto las muertes provocadas por el virus de la influenza y por neumonía asociada con infecciones respiratorias agudas (IRA) prácticamente se duplicaron: pasaron de 15 mil 709 en 2012 a 28 mil 305 en 2018, se gún datos de la Secretaría de Salud.
Los más de 28 mil decesos registrados en 2018 por esas enfermedades superan la cifra de 17 mil 519 personas que fallecieron por las mismas causas en 2009, año en que México comenzó a medir el impacto de la influenza en la salud de sus habitantes.
Tras la intensa campaña para detener la epidemia de influenza hace 11 años, la cifra de decesos por males respiratorios se redujo a 15 mil 606 casos en 2010 y a 15 mil 21 en 2011, pero a partir de 2012 –con 15 mil 719 muer tes–, esa cifra no ha dejado de crecer: en 2013 la cifra se disparó a 17 mil 466; en 2014, a 20 mil 528; y finalmente a más de 28 mil en 2018. En cuanto a casos de neumonía y bron coneumonía en 2019, la Dirección General de Epidemiología reportó hasta el pasado jueves 19 un total de 77 mil 191 reportes de personas con estos padecimientos, pero sin dar el número de fallecidos.
En el rubro de influenza estacional para el ciclo 2019-2020, que abarca del 29 de septiembre de 2019 al pasado jueves 19, el informe semanal señala que se han notifica do 5 mil 757 contagios y 299 decesos.
Para el infectólogo Alejandro Macías, de la comisión especial de la UNAM para la in vestigación del covid-19, el creciente número de muertes por neumonía e influenza puede deberse a varios factores y no necesaria mente a un incremento exponencial de este problema de salud pública.
Considera que puede tratarse de una mejor vigilancia epidemiológica o de la inten sidad de la temporada de influenza estacional, sin que esto sea motivo de alarma.
El Perfil Nacional de Riesgos elaborado por la Secretaría de Salud en 2018 ya incluía los brotes epidemiológicos de varias cepas de influenza y distintos tipos de coronavirus co mo parte de las amenazas para la seguridad del país.
Ambas enfermedades –que pueden pro vocar neumonía y un aumento repentino en el número de personas que mueren por estas causas– aparecen junto a sismos, inunda ciones, erupciones volcánicas, incendios forestales y derrames tóxicos, entre otros.
“Las epidemias de gripe se repiten anual mente, durante el otoño y el invierno en las regiones templadas. La enfermedad es cau sa de hospitalización y muerte, sobre todo en los grupos de alto riesgo (niños peque ños, ancianos y enfermos crónicos). Estas epidemias anuales causan unos 3 millones a 5 millones de casos de enfermedad grave y entre 250 mil y 500 mil muertes anuales”, señala el documento.
Sobre la posibilidad de una epidemia, el documento identifica de forma específica al MERS-Cov que surgió en Arabia Saudita en 2012, y a diferentes cepas de coronavirus, como el SARS-CoV o el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
“Los coronavirus son cosmopolitas, sien do más frecuentes en invierno y primavera. Pueden llegar a constituir 35% del total de las infecciones respiratorias altas; la reinfec ción es común y puede ocurrir a cualquier edad, aunque es más frecuente en los niños y ancianos”, explica el Perfil Nacional de Riesgo.
El documento fechado en diciembre de 2018 por los investigadores adscritos a la Unidad de Inteligencia Epidemiológica, Javier Montiel Perdomo y Ana Lucía de la Garza Barroso, afirma que el coronavirus humano más conocido, el SARS-CoV, “tiene una patogenia única, ya que infecta tanto los tractos superior e inferior de las vías respira torias”, provocando neumonía en los casos más graves.
El perfil de riesgo sobre el coronavirus agrega que este tipo de enfermedad tiene una mortalidad de 1% por ciento en niños de uno a 14 años; de 6% en las edades com prendidas entre 15 y 44 años, de 15% para personas que tienen de 45 a 64 años; y de 50% para pacientes de 65 años o más. Sin embargo, la mortalidad que el covid-19 ha mostrado hasta el momento es relativamente más alta, ya que su índice de letalidad ha variado de 2 a 3%, según los informes médicos de distintos países.
Sin embargo, el Perfil Nacional de Riesgos también advierte que los daños no se limitan sólo a la salud, sino que también pueden afectar el comportamiento de la sociedad.
“Los efectos de una amenaza de este ti po incluyen el desarrollo de un miedo latente que cambia el comportamiento de la socie dad, creando un aire de nerviosismo colectivo, la inseguridad y a veces desconfianza en los líderes políticos”, prevé el documento ante un escenario de pandemia. O