El cambio y la transformación de mi intervención educativa en las instituciones de educación preescolar
Como docente en formación, tenemos la oportunidad de empaparnos de conocimiento que va a trascender, y conocimientos que quizás nos harán cuestionar nuestra vocación en la docencia; sin embargo, lo que hace a un buen docente es el interés por el cambio y la innovación, mantenerse actualizado y adentrarse en la investigación para mejorar la práctica educativa por y para los alumnos; parte de ello es el sentido de responsabilidad y compromiso con lo que se pretende lograr. Dentro de la institución preescolar el compromiso no es menor, por el contrario, el pensamiento abstracto de los niños de edades entre 3 y 5 años representa un reto y a la vez una meta para la que se necesita tener un grado de preparación amplio. Personalmente, analizando la práctica que he tenido a lo largo del transcurso en la licenciatura he notado avances tanto como debilidades a lo largo de las mañanas de trabajo, he aprendido a reconocer los momentos que una actividad estuvo de sobra en la planeación y cuando es necesario enriquecer la práctica y el diálogo con los niños, cuando es necesario aprender a llamar su atención, a darle seguimiento a las actividades y a notar cuando no han funcionado. Así como reconocer los intereses de los niños y tomarlos en cuenta tanto como los estilos de aprendizaje a la hora de planear; que cada niño requiere un ajuste razonable en cada actividad, habrá días en los que ellos también tengan una mañana difícil en casa, la importancia de reconocer las necesidades de cada niño y su manera de actuar y reaccionar según su estado de ánimo y cómo todo ello influye en mi práctica. Enseñar es un arte, requiere tiempo para planearlo, paciencia, interés, una visualización crítica; enseñar, pero, sobre todo, encontrar las estrategias para que otros generen su aprendizaje es todo un reto que va más allá que tres horas al día y el trabajo no se limita al aula. He aprendido a ver al niño como sujeto capaz de generar aprendizajes, encontrar sus propias estrategias para lograr y enriquecer sus propias competencias, para la convivencia, para los contenidos académicos, la manera en que abordan lo que les interesa y desechan lo que les aburre y la transparencia para comunicar aquello que piensan. Concluyo a sabiendas que mi práctica no es excelente, por el contrario, tiene muchas carencias, sin embargo, la formación es permanente, y así como los alumnos, la tarea de los docentes es seguirse formando y aprendiendo de los niños y de nosotros mismos. F. Nicole Guerrero
SĂŠptimo semestre Licenciatura en EducaciĂłn Preescolar