Fátima Nicole Guerrero Gómez
En el mundo actual es cada vez más frecuente encontrar un puesto o lugar donde la comida procesada es el recurso primordial en ventas, hablamos de tiendas de abarrotes, supermercados, comida rápida, infinidad de recursos abundan en este tema, pero existe una gran problemática conforme a su existencia, pues estos productos son solamente para comer, no para alimentarse, “El acto de comer consiste en morder, masticar y tragar cualquier alimento, nutritivo o no nutritivo. Es la respuesta al estímulo del hambre. Tenemos hambre...comemos. Sin embargo,
el COMER algo no significa que se esté ALIMENTANDO adecuadamente, de hecho, existen muchísimas personas que comen todos los días, pero que no se alimentan adecuadamente, por qué razón, porque alimentarse consiste en ingerir alimentos que, en adición a calmar la sensación de hambre, provean sustancias que son beneficiosas para la salud, como fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes” (Foods, 2010). Alimentarse implica estar consientes de lo que entra en nuestro cuerpo y su aprovechamiento conforme al necesario con nuestro ritmo de vida, al contrario de comer, que no tiene mayor significado que el de apaciguar la necesidad de nuestro cuerpo, sin tomar en cuenta las necesidades de nuestro cuerpo. La alimentación es el factor más importante para la estimulación del organismo, en especial si se encuentra en pleno crecimiento, pues gracias a este proceso el cuerpo obtiene los nutrientes necesarios, sin embargo en la era actual el ritmo de vida exigido por la sociedad crea en los miembros de esta una necesidad elevada de tiempo, en la cual nos hemos visto prácticamente forzados a recurrir a cualquier cosa a nuestro alcance para suprimir la necesidad de consumir alimentos: “En la actualidad, según exponen diferentes estudios, parece que los patrones culturales de la alimentación están cada vez más deteriorados debido a una creciente desestructuración de los ritmos y hábitos alimenticios” (Callo, 2007), la calidad en la alimentación es inversamente proporcional al ritmo de vida del sujeto, es decir, si el sujeto ocupa demasiado tiempo en diversas labores su calidad en la alimentación caerá. Ahora bien, no solo la falta de tiempo repercute en el consumo de estos productos, esta forma de vida puede compararse fácilmente con una adicción, buscando llenar espacios caemos en la necesidad de encontrar productos que nos hagan sentir bien y al hallarle le usamos cada vez que nos sintamos mal: “Todo ello podría traer como consecuencia no sólo la pérdida de la relación social ya expuesta, sino también la afectiva (algo que repercute de forma especial en los escolares) que invitaría al comensal a buscar otras fuentes de placer menos sanas (bebidas gaseosas).” (Callo, 2007), pensémoslo como una necesidad social, primeramente la falta de cariño por los seres allegados implica la necesidad de buscar algo mas, pero no solo es un factor familiar, el factor social tiene un papel muy importante, dejando de lado la idea de una falta de atención tenemos en frente de nosotros la búsqueda de aceptación que todos los sujetos buscamos por parte de nuestros iguales, la necesidad de aceptación nos lleva a la imitación, donde recreamos las acciones de los demás para sentirnos parte de la sociedad, y gracias a la gran difusión de venta que tienen los productos chatarra se han convertido en un aspecto necesario para toda reunión social sin importar edad o estatus social. Finalmente tenemos la televisión como un factor clave al estilo de vida actual: “La presencia de la televisión es otro de los elementos que cada vez se expone más como un
factor que deteriora estas relaciones afectivo-sociales que tradicionalmente se han adjudicado a la mesa, haciendo del comensalismo un mero acto de individualidades próximas en torno al aparato de TV” (Callo, 2007) la necesidad de entretenimiento que presentamos actualmente frente a los cambios tecnológicos han implicado una pérdida de afecto entre individuos que se ha transformado en individualismo, centrándonos en un aparato que curiosamente está infestado de propaganda conforme a estos artículos chatarra. “Desde los 6-12 años (edades que comprenden la educación primaria), las necesidades de crecimiento de los niños son prioritarias, por lo que debemos tener muy cuenta el aporte energético que el niño debe tener en su dieta diaria, en función de su peso y ritmo de desarrollo” (Rodriguez, 2008), el ritmo de vida de un niño comprende el gasto de proteínas diarias necesarias para incentivar su desarrollo mental y físico, pero si nos detenemos a analizar detenidamente la información nutrimental de la comida chatarra más populares entre los niños nos podemos percatar fácilmente del desequilibrio que implican a una dieta saludable: “Se estima que mil seiscientos millones de personas en el mundo tienen deficiencia de yodo. La deficiencia de yodo está asociada con una reducción promedio de 13.5 puntos en el coeficiente intelectual en una población” (Jukes, 2002), Si tomamos en cuenta que la deficiencia de un solo elemento afecta tanto en el desarrollo del sujeto, ¿Qué pasará con todos aquellos aspectos que la comida chatarra ha remplazado en la dieta de la población? “Treinta y seis por ciento de los niños menores de cinco años tienen retardo de crecimiento (esto es, su talla para la edad es baja). Este número puede aumentar a cerca del 50 por ciento en los niños en edad escolar. El retardo de crecimiento, aun en casos leves o moderados, está asociado con una reducción substancial en la capacidad mental y con un rendimiento escolar deficiente, lo cual finalmente conduce a una productividad laboral reducida” (Jukes, 2002)un 36% implica más de la cuarta parte de nuestras aulas de clase (sin tomar en cuenta que el estudio se remonta hace mas de 10 años) están en el peligro de no desarrollarse completamente ni física ni mentalmente, causando problemáticas mas allá de la escuela, problemas en la vida cotidiana, pero si sabemos esto ¿Por qué continuamos en este frenesí de consumismo? La respuesta es fácil, los productos con los que están hechos: “Los aditivos alimentarios conocidos también como sustancias “E “(con esta letra y un número seguido aparecen en los embases comerciales), se emplean en los procesos industriales con distinto objetivo: para dar sabor, obtener un color determinado, conseguir un textura específica, etc.… Casi todos son productos de origen químicos que tienen como fin conseguir ciertos efectos artificiales. La golosina se encuentra muy extendida entre la población infantil, están en general fuertemente aditamentada con toda clase de sustancias, llevando a los consumidores sin apenas conciencia de ello.” (Callo, 2007), a las grandes
industrias no les conviene crear un producto que no pueda ser consumido de manera regular, he aquí la necesidad de crear una dependencia a estas sustancias. Debido a la necesidad de globalización que exige la economía mundial no está en manos de industrias cambiar estas perspectivas, sino en las de aquellas personas que conviven personalmente con demás personas, especialmente nuestros niños, el área más vulnerable a sufrir la adicción chatarra ¿pensamos dejar que esta adicción siga creciendo o haremos algo al respecto? Tal vez no esté en nuestras manos el cambio total, pero sí de aquella parte con la que convivimos, como amigos, hermanos, padres y maestros, la tarea es simple si comprendemos que lo único que necesitamos es conocer la problemática, tener el objetivo claro, tener la vocación para hacerlo y en especial comprender y fortalecer nuestros lazos con aquellos que queremos apoyar.
Bibliografía Callo, N. B. (2007). Alimentacion y nutricion en edad escolar. Revista Digital Universitaria, 1-7. Foods, L. (21 de septiembre de 2010). Comiendo bien... sano. Recuperado el 17 de enero de 2015, de la diferencia entre comer y alimentarse: http://comiendobiensano.blogspot.mx/2010/09/la-diferencia-entre-comer-yalimentarse.html Jukes, M. (2002). Nutrición y educación. En nutrición: La Base para el desarrollo (pág. 4). Ginebra: SCN. Rodriguez, L. B. (2008). La alimentacion, aspecto fundamental para el desarrollo integral del alumnado. Revista digital Innovación y experiencias educativas, 8.