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El tan inesperado origen del churro
Por Andrés Padilla
Seguramente, varias veces has disfrutado de una buena bolsa de papel de estraza con 8 churros calientitos espolvoreados con azúcar y canela, mientras disfrutabas de una tarde amena de domingo en alguna feria. O quizá fue en la mañana saliendo de la iglesia cuando eras más pequeña o pequeño de la mano de tu abuelita o tu mamá. O seguramente eres de los míos que caminando en dirección a Copilco te topaste con ese pequeño puesto de churros rellenos que está, sino mal no recuerdo, frente al G. Martell. De la manera en la que haya sido, la mayoría de nosotros ha disfrutado de este dulce postre que, podemos decir, es típico ya de la cocina mexicana y más acompañado de un rico chocolatito caliente. Pero, alguna vez te has preguntado, ¿cuál es su verdadero origen? Acompáñanos a averiguarlo.
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Puede que hayas creído (y no estás solo en este camino) que el churro es de origen mexicano o al menos español, pero la mala noticia es que no es así. Su origen nos transporta hacia la parte oriente del planeta, pues tiene similitud con un platillo típico de China que remonta su preparación al siglo XII y que recibe el nombre de Youtiao.
Se cuenta que en aquel tiempo, vivió un importante general, héroe de la nación llamado Yue Fei, quien fue querido por muchos y odiado por un singular personaje, reconocido como uno de los principales y más grande traidores de la historia de China, el ministro Qin Hui. Yue Fei, sin más, fue asesinado por Qin Hui. Debido a esta situación, los pobladores tuvieron una gran inconformidad y enojo, tal que los panaderos de la región decidieron crear una masa alargada que sumergieron en aceite caliente. Aquella masa, daba como resultado una peculiar figura deforme que daba la apariencia de dos personas abrazadas, esto simbolizó al ministro Qin Hui y a su esposa.
Así es como el Youtiao encuentra su gran similitud con el churro, pues se conforma de una masa de pan frito, igual de forma alargada, elaborado a base de harina, aceite y sal. Con el transcurso del tiempo este platillo llegaría a ocupar el puesto del desayuno típico de cada día o, si bien, en un platillo típico que, por cierto, se llega a degustar con una buena salsa de soja.
En los siglos posteriores, debido al constante intercambio cultural que existió en aquellas tierras, entre oriente y occidente, el Youtiao, debió llegar a la península ibérica, donde se encargaría de modificar la receta, agregando azúcar en lugar de sal para hacerlos más dulces y dándole una forma de estrella alargada a lo que se le conocería como Porras, que es igual un postre típico en España.
Los churros como tal los conocemos se comienzan a consumir en Cataluña a principios del siglo XIX y también en otras partes de las costas de España, como Madrid. Es en este punto, donde los pastores de la zona le bautizaron con el nombre de churro, ya que le encontraron un gran parecido a la cornamenta de unas ovejas típicas de la región, las ovejas churras. Para ellos, los pastores, les resultaba poco práctico tener que preparar pan para posteriormente hornearlo en hornos de leña, por lo que encontraban más fácil y rápido hervir esta masa en aceite caliente. Con el paso del tiempo, se extendió sobre el resto de la península con mayor presencia entre ministros evangelistas quienes les llamaban “ovejas fritas”.
En México, las primeras historias donde se hace mención del churro datan igual del siglo XIX, lo cual no es de sorprenderse, pues sabemos que desde la llegada de Hernán Cortés a Mesoamérica y el despapaye que armó después, el intercambio gastronómico entre España y México se ha propagado sin parar, pues justo de aquí se llevaron el chocolate, bebida que solían deleitar los Tlatoanis en la antigua civilización de Tenochtitlan, por lo que se volvió el complemento perfecto para los churros. ¿O me vas a decir que no has disfrutado de unos churros acompañados de un chocolate caliente?
Este tan ya conocido postre que fue desde su inicio como un palo largo, delgado (incluso lo hemos visto enrollado) y de poco sabor, ha presentado una variada evolución, pues ya en la actualidad nos podemos encontrar también con este manjar cubierto de chocolate y hasta relleno de distintos sabores, los cuales van desde chocolate líquido, queso, dulce de leche, cajeta, mermeladas como la zarzamora, fresa e incluso guayaba, convirtiéndolo ya en una combinación un tanto exótica.
En la Ciudad de México, en el Eje central Lázaro Cárdenas, cerca de la Torre Latinoamericana, podemos encontrar la que es la churrería más famosa del país, o al menos del área metropolitana, pues la fundación de este comercio data del año de 1935. Las veces que he ido, ha estado como decimos: “a reventar” y muy probablemente, debido a este éxito que llevan teniendo es que han comenzado a abrir nuevas sucursales en distintos puntos de la misma Ciudad de México, ubicadas en las colonias Polanco, Condesa, Roma, Santa Fé, Cuauhtémoc, en la Zona Rosa y la plaza Artz Pedregal. Digo, por si querían el dato.
Claro que unos churros de este tipo de establecimiento muchas veces no se comparan con los que puede uno llegar a comerse, como les decía al inicio de este artículo, en las afueras de una iglesia o dentro de una feria de algún pueblito mágico de nuestro maravilloso país que ya vimos es capaz de darle un sabor propio a platillos que vienen de otra parte de este planeta tan grande pero a veces tan pequeño, y claro que no estamos limitados a sólo ir a comprarlos para comerlos, también puedes aventarte a hacerlos tú mismo con las miles de recetas que encontrarás navegando por el inmenso mar del internet.
Quién se imaginaría que encontraríamos el origen de este rico postre en las lejanas tierras de oriente y que sin duda es un postre que, me permito asegurar, a la mayoría nos gusta, pues no conozco a alguien a quien no le guste disfrutar de ellos. Seguramente de tanto hablar de churros te abrí el apetito, ¿por qué no vas por unos y los acompañas de un chocolatito caliente? Siempre y cuando puedas, por supuesto.