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El rey que renunció a su puesto

Por Abraham Sánchez

La Ciudad del Vaticano es el estado soberano más pequeño del planeta, donde se encuentra la Santa Sede y hogar del último rey absoluto de Europa, el Papa.

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Si bien, el Obispo de Roma no tiene la denominación nobiliaria de rey, sí posee el título de soberano en el Estado de la Ciudad del Vaticano, cuya forma de gobierno es una monarquía absoluta, electiva y teocrática. Con lo que, por definición, la máxima autoridad es considerada ante el derecho internacional como un rey.

Desde su creación como estado independiente en 1929, La Ciudad del Vaticano ha tenido ocho Papas en el cargo. Los primeros seis sirvieron hasta el día de su muerte. Sin embargo, el séptimo Papa, Benedictus PP. XVI, con nombre secular Joseph Aloisius Ratzinger, anunció su renuncia al puesto el 11 de febrero de 2013 y fue efectiva el 28 de febrero de 2013, convirtiéndose en el primero en hacerlo en la historia actual de la institución, quinientos noventa y ocho años para ser precisos, dejando así el puesto libre para ser tomado por Franciscus PP., con nombre secular Jorge Mario Bergoglio, actual Obispo de Roma.

A pesar de ser un acto increíble, la renuncia al pontificado ya había ocurrido antes en la historia, de hecho, está contemplado en el Código de Derecho Canónico de 1983, el código que regula a la Iglesia católica.

Si el Romano Pontífice renunciara a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie.

Los dos puntos fundamentales son, por lo tanto, la libertad y la manifestación debida. Y ya que Benedictus PP. XVI cumplió con estos requisitos, tramitó su renuncia correctamente y obtuvo el título de “Papa emérito”. Con este título aún funge como consejero del Papa actual y su palabra es escuchada, sin embargo, quien tiene las decisiones finales es Franciscus PP.

A pesar de no ser el soberano del estado, el Papa Emérito ha manifestado algunas opiniones públicas contrarias a las del Papa actual. Por lo que a pesar de su gran amistad, han surgido fricciones entre ellos, provocando una sensación de falta de autoridad en el Vaticano. No obstante, con el tiempo, Franciscus PP ha logrado darle estabilidad a esta institución eclesiástica, misma que parece continuará por ese rumbo.

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