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Tempestad y amor

Tempestad y amor

Por Akiva

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Cómo empezar a contar una historia que ya terminó, como la mayoría de las cosas en la vida hay que ver las dos caras de la moneda. Hoy les platicaré la cara mala de lo que fue la relación más larga de mi vida hasta ahora. Así como hubo cosas buenas, también hubo cosas malas.

A ella la conocí por Facebook, hermana de una amiga que era ligue de un amigo. Mi amigo me pidió que hiciéramos una cita doble, así que él me pasó el Facebook de la que sería mi cita. Intenté hablarle a ella, pero sólo me ignoraba, así que decidí declinar la cita. Dos o tres años después, intenté hablarle de nuevo, esta vez con respuesta favorable.

Cada vez que hablábamos nos acercábamos más y más, cada vez pasábamos menos tiempo sin poder platicar. El día que al fin nos conocimos ella era todo lo que esperaba y más. Después de ese día salimos más, conocí a su familia y me aceptaron muy bien, como un amigo más. Después de tres o cuatro meses, pensé que ya era tiempo de hacer la pregunta, sin embargo, ella iba saliendo de una relación que no había sido del todo agradable y yo también. Al contrario de mí, ella no quería nada serio en esos momentos. Al día siguiente salimos de nuevo, la llevé a su casa y le plantee mi postura de tener algo serio con ella, pero comprendía que ella no pensará lo mismo, la despedí y emprendí camino a mi casa. Después de caminar unas siete calles, antes de cruzar una avenida grande, escuché mi nombre, ¡oh, sorpresa! era ella corriendo para alcanzarme. Cuando me alcanzó me dijo que no podía dejarme ir, que seguramente no iba a volver a ser lo mismo después de ése día y que sí quería estar conmigo.

Con el pasar del tiempo fuimos creciendo como pareja, se cultivaba mucho el cariño y la cercanía cada día más, pero al mismo tiempo sin darnos cuenta también cultivábamos otro tipo de sentimientos.

Yo nunca había sido celoso, sin embargo, ella sí, no sólo era celosa, era muy posesiva al grado de reclamar comentarios de amigos míos hombres comentando una foto mía en Facebook. Cada día empeoraba, pero no me daba cuenta, su inseguridad me causaba pensamientos negativos, me preguntaba por qué era así, ¿acaso yo estaba haciendo algo mal? ¿si ella es así, tal vez es porque ella sí oculta algo? Sin quererlo surgió y conocí en mí por primera vez ése sentimiento de celos e inseguridad que intentaba controlar, ya que ella no lo hacía.

Empezamos a ser inseguros, el uno le preguntaba al otro con quién hablaba si nos veíamos mucho tiempo en línea sin respondernos, después nos revisábamos los celulares, nos fuimos haciendo muy herméticos y dejando amigos poco a poco, obvio eso estaba mal, aunque también existiera mucho cariño eso iba mal, sin embargo, yo seguía intentando controlarme.

Sin darnos cuenta pasamos a un punto más crítico y en gran parte fue mi culpa, ya que toleraba cosas que no debía, como que ella no supiera darme mi lugar ante personas que solían coquetearle, tener conversaciones que se podían llegar a malentender con personas que evidentemente no pretendían precisamente una amistad. Las peleas con respecto a eso se hicieron cada vez más fuertes, peleábamos en lugares públicos y ella alzaba demasiado la voz hasta que yo explotaba y alzaba la voz, al ser yo una persona demasiado tranquila, verme en ése estado no era agradable, provocaba miedo.

Lo peor es que no se quedó ahí, al tener estas peleas, generaban en ella mucha ansiedad, una vez azotó su teléfono contra el suelo, otras veces lo llevaba más lejos y se hacía daño, se rasguñaba o jalaba el cabello, al punto de que no podía calmarla, ella llegó a golpearme con los puños de la desesperación. Hubo tres ocasiones en que tuve que llegar más lejos para poder evitar que se lastimara, la primera golpee una pared rugosa hasta raspar los nudillos, la segunda me golpee en la cara muy fuerte y me sangre el pómulo, y la tercera le dije que si quería ver lo que era autolesionarse se lo iba a enseñar, con la mano derecha me rasguñé el antebrazo izquierdo y vaya que sangró, después de cuatro años aún tengo dos cicatrices de 20 cm en el brazo.

Ella era una manipuladora sentimental. Me mentía y manipulaba hasta que yo explotaba. En una ocasión enfurecí tanto que ella se asustó, quedó en shock, se fue y al día siguiente me dijo que pensó que iba a golpearla, evidentemente eso jamás pasó por mi cabeza, ni lo haría, simplemente la ansiedad e impotencia de no poder hacer nada me hizo transformarme y verme como un monstruo.

Después de un tiempo la relación se volvió monótona y ella empezó a actuar diferente, casi no me hablaba, me evadía, cuando estábamos juntos era como no estarlo, ella salía con amigos por días y no me avisaba, estaba días sin saber de ella y no le importaba que la buscara, ella no se aparecía. Esta situación me llevó a pensar que debíamos terminar, ya había aguantado mucho y ya era demasiado.

Una semana después de terminar sentí que ella me faltaba, sentí que valía la pena arreglar las cosas, porque a pesar de haber cosas tan malas también hubo cosas muy buenas, sin embargo, al querer hablarlo ella dijo que no, que no quería hablar conmigo, que talvez muy después, sólo me quedó recoger los pedazos de mi corazón y dignidad y seguir mi vida.

A la fecha yo no sé si ella me engañó alguna vez, yo sospecho que sí lo hizo, por las cosas que yo llegué a leer en sus conversaciones, sin embargo, no es algo que me interese ahora. Todo lo relatado tal vez suena un poco fuerte y fugaz, sin embargo, esto se desarrolló a lo largo de cuatro años y medio, incluso teníamos planeado casarnos una vez que yo terminara la carrera y tener hijos juntos.

Después del rompimiento la pasé mal realmente, pero tuve muchos amigos apoyándome incondicionalmente, incluso llegué a pensar que si ella regresaba y se esforzaba como nunca lo había hecho (porque en todas las peleas siempre era yo el que tenía que resolver o tomar la iniciativa), tal vez podríamos intentarlo de nuevo, después de mes y medio y ver que ella ya salía con otros chicos abandoné la posibilidad.

Un día caminando por la facultad vi una chica, una chica que ya había visto antes y que pensaba que era muy linda, era de mi carrera y estaba llorando de una manera muy triste que me recordó a mí y lo difícil que era poder hablar con alguien en un momento así, entonces decidí acercarme a ella y le pregunté que si estaba bien, ella me respondió que no. Después de ése día la chica y yo nos volvimos amigos y cada día nos volvíamos más cercanos, nos volvimos confidentes uno del otro, nos desahogábamos juntos y platicábamos mucho, sin embargo, ni ella ni yo teníamos cabeza para una relación nueva así que acordamos ser buenos amigos. Con el tiempo nos buscábamos más. Sin quererlo, sin buscarlo, e incluso evitándolo nos fuimos enamorando cada día más, cada semestre tomábamos más clases juntos, hasta que ocurrió algo que no pudimos evitar, empezamos a salir. Nos habíamos enamorado. Empezamos una relación muy linda y mucho más saludable que las que habíamos tenido antes. Me siento afortunado de estar con ella en estos momentos, de llevar ya más de un año juntos y de haber terminado la carrera a su lado. No me arrepiento de nada, ni guardo rencor de ningún tipo, me llevo lo mejor y valoro los aprendizajes que me dio la vida de mis relaciones pasadas, en especial de la relatada en este texto, pues me llevó a conocer a la mujer que amo actualmente.

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