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Adicciones

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Tempestad y amor

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Adicciones

Por Miguel Silva

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales. Es una enfermedad progresiva y fatal, caracterizada por episodios continuos de descontrol, distorsiones del pensamiento y negación ante la enfermedad.

Se ha demostrado que la adicción es una enfermedad del cerebro compleja y de larga duración, y que los tratamientos disponibles en la actualidad pueden ayudar a las personas a controlar sus adicciones. Pero incluso para aquellos que logran dejar una adicción, siempre existirá el riesgo de que la adicción regrese, lo que se conoce como reincidencia. La base biológica de la adicción ayuda a explicar por qué las personas necesitan mucho más que buenas intenciones o fuerza de voluntad para romper con sus adicciones.

A groso modo, la ciencia de una adicción es que buena parte del poder de la adicción está en su capacidad de secuestrar e incluso destruir regiones cerebrales fundamentales que se encargan de ayudarnos a sobrevivir.

Un cerebro sano recompensará los comportamientos sanos, como hacer ejercicio, alimentarse o crear lazos con los seres queridos. Para ello, enciende circuitos cerebrales que hacen que nos sintamos excepcionalmente bien, lo que motiva a repetir esos comportamientos. Por el contrario, cuando se está en peligro, un cerebro sano empuja al cuerpo a reaccionar rápidamente con miedo o alarma, de modo que nos alejemos de las fuentes perjudiciales. Al sentirnos tentados por algo cuestionable — como tomar helado antes de la cena o comprar cosas que no puede pagar — las regiones frontales del cerebro nos ayudan a decidir si las consecuencias de esos actos valen la pena. Pero cuando se está volviendo adicto a una cosa o situación, ese «cableado» normal de procesos cerebrales que salen en nuestra ayuda, pueden empezar a funcionar en nuestra contra. Y al ser seres emocionales la adicción también puede “sobrecargar” los circuitos emocionales que activan la sensación de peligro, lo que provoca sensaciones de ansiedad y estrés.

La adicción es una enfermedad devastadora, con una tasa de muerte relativamente alta y consecuencias sociales graves», dice la Dra. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA por sus siglas en inglés), de los NIH. La adicción destruye no solo la vida de los que la padecen sino también la de sus seres queridos.

En resumen se podría decir que una adicción se caracteriza por episodios continuos o periódicos de descontrol, a pesar de consecuencias adversas, y por distorsiones del pensamiento, especialmente la negación de padecer la enfermedad y sus consecuencias.

Como reflexión final debemos de entender que una adicción no solo es cuestión de “dejar” un comportamiento o sustancia y ya; conlleva muchos procesos neurológicos los cuales necesitan de atención profesional porque es posible revertir los efectos y tener una vida digna. No quiero decir que las acciones de alguien que sufre una adicción sean justificadas por ser una enfermedad, como se ha dicho, destruye vidas, sino más bien tenemos que hacer conciencia de lo que pasan las personas para así encontrar la manera de ayudarles y ayudarnos en el proceso, nada justifica la destrucción de una vida pero con más destrucción las cosas tampoco se solucionan. Es grave sufrir de una adicción y es de vital importancia buscar ayuda de la manera que sea posible.

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