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La Seguridad Pública de España para 1500
denota la fuente encontrada, es que conduce a interpretar que la aptitud de los europeos en su tiempo, era una mentalidad de circulo compleja, sin soberanía y poco conocimiento para plantearse una estrategia eficaz que diera resultados tangibles y permanentes y no tener que organizar de manera recúrrete grupos armados que persiguieran a los criminales de su tiempo.
La Seguridad Pública de España para 1500
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Europa, como la España del siglo XVI, es una región, con una capa social desorganizada al parecer, que aun con los decretos represivos no serían erradicados los males -criminalidad- en donde yacía la población de entonces, que como una epidemia se diseminaba por el reino, así que la demanda requería de leyes contundentes incluyendo el destierro, su detención era tan necesaria que los reyes como Doña Juana41 y otros monarcas más tarde, decretaron medidas que no estaban orientadas a la conciliación o mediación con los infractores, por el contrario las decisiones de la corona, solo buscaban erradicar de forma definitiva la conducta impúdica de gente como los egipcianos, para que fueran expulsados de su territorio.
El tejido social español y su estructura monárquica, demandaba celeridad en cuanto a la construcción de la Seguridad Pública, su progreso obliga como se viene comentando a los reyes a encarar el problema de la criminalidad de forma definitoria como el caso de Don Felipe42 IV(1605-1665) conocido en España y Portugal como el rey planetario o el grande, quien para 1663, toma la decisión pragmática de instar a los criminales a deponer de los abismos más siniestros y demoniacos del alma humana que causan un horror desenfrenado,
41 “D. ª Juana, en 1514, que hizo extensivo al reino de Granada la obligación de los vecinos de seguir el rastro de los malhechores hasta penetrar en otra jurisdicción; D. Carlos I, en 1525 y 1528, haciendo echar de Madrid á (sic) los vagos y expulsando á (sic) todos los llamados egipcianos, que andaban vagamundos (sic) por el país; D. Felipe II, en 1552, 55 y 60, imponiendo azotes y galeras á (sic) los vagos.” (pp.26) Brigadier Jiménez de Sandoval (1858) Las Instituciones de Seguridad Pública en España y sus dominios de ultramar. Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, calle de la Madera baja, n.° 8. Madrid. España. 42 “D. Felipe IV, en 4663 , una pragmática estableciendo el modo de proceder contra los malhechores que andaban en cuadrillas por caminos y despoblados, en la cual prevenía fuesen llamados por tres pregones, y que, de no comparecer, se les declarase Bandidos , exponiéndose sus nombres al público para que cualquiera los pudiese dañar, coger y matar, presentándolos vivos ó muertos , y que las penas que habían de sufrir fuesen las de arrastrados, ahorcados y descuartizados, añadiendo aquella importante pragmática , que despees se reprodujo varias veces con pequeñas alteraciones, que si un malhechor presentase á otro , fuese indultado, y en caso de no ser delincuente él aprensor (sic), , se le concediera el librar á (sic) dos, excepto de los que tuvieran delitos de herejía, de lesa majestad ó (sic) de monederos falsos.” (pp.26) Ibídem.
de lo contrario se impondrá ineluctablemente, el rigor de la justicia y de esta manera, se sobrevendrá con severidad por sus acciones perniciosas e ignominiosas, que perjudican a la población, penas que implican, el ahorcamiento, ser arrastrado hasta la muerte y desmembramiento de sus cuerpos, este decreto, es para aquellos bandidos, que continuaran con sus propósitos criminosos y osaran seguir perjudicando a las personas de buen vivir, que estuvieran bajo el seno de la protección del rey.
Todo lo que este monarca –Felipe IV- resuelve hacer, no es tan riguroso como parece, ya que por un lado, condenará con la pena de muerte y por otro, le otorgara la libertad a quien delate o entregue a su secuaz y si no es delincuente el delator, se le otorgara el consentimiento de liberar a dos delincuentes que en cuyo caso, no estén vinculados con la pena de herejía, lesa majestad o monederos falsos, por lo demás, estaban abiertas las puertas para que los malhechores echaran a volar la imaginación, puesto que esta errónea condición de absolución, abría un intersticio hacia la propagación de la criminalidad, que parece sumergida en el limo eterno de la violencia que los esclaviza, oteando en el horizonte, símbolos de una humanidad con un destino fratricida.
Quizás en toda este caos, la injusticia transitaba a rienda suelta en aquellos días de oscurantismo, dado a que en las calles de Madrid o cualquier otra ciudad o población de la España rural, la Seguridad Pública estaba eclosionando y su ámbito no resguardaba las expectativas soñadas por sus ciudadanos súbditos al rey que suplicaban por un sistema de justicia equilibrado y respetuoso en todos sus ejecuciones, sin tomar en consideración la intensa guerra con los sarracenos del norte de África que azotaban con frecuencia, nada más lúgubre y contradictorio, como acciones de macabra coincidencia, para seguir atormentando a los pobladores de la antigua Hispania romana.
En toda esta entropía social, los criminales ganan adeptos, fue una tarea fácil para ellos, debido a que por la ausencia de la justicia material estructurada, permearon con facilidad la mentalidad y voluntad de los pobladores –campesinos- quienes optaron entre estar azotados por los asaltadores o ser parte de ellos, fue tan evidente la práctica delictiva
que se llegó a considerar como una profesión43 y paso a formar parte de la cultura española, ¡pobre América y su venidera herencia! gestando así un estado de inseguridad44 .
Las capas sociales más débiles yacían bajos las fauces del vandalismo, dando comienzo a un proceso de proliferación de corte lumpen45 en este sentido y según Zurita46
cronista de ese momento, relataba que “las recurrentes guerras coadyuvaban al crecimiento desmedido de los asaltadores, no dando abasto a los grupos de la hermandad, cuya función era eliminarlos” eran tiempos de convulsión para España, la eterna noche que cubre los horizontes, el hampa muestra un rostro de la más elemental ferocidad, las circunstancias estaban superadas por un manto lúgubre cargado de sangre, miedo y terror, momento oportuno para que el fantasma de la criminalidad recorriera el país acompañado de la injusticia y de la inseguridad, sumida bajo un horror desenfrenado, la situación parece un cuadro de la pintura negra de Goya (1746-1828).
El ímpetu de las pasiones monárquicas hacen que las garras de la inseguridad en su recorrido, pudieran atrapar a la política, es un estatus dominado por un estrato social alto, el cual no pudo resistirse al sortilegio de la criminalidad, y ejemplo de ello, fue el Alcalde de Castro Nuño47 conocido como Pedro de Mendoza, quien cobraba sus tributos, a través, de rescates, es decir, secuestraba las tierras a sus residentes para exigirles un pago por su
43 “¡Qué tiene, pues, de extraño que la inseguridad se hiciera normal para el honrado campesino, y que la vida de salteadores encontrase tan numerosos adeptos, que llegara á (sic) considerarse como una profesión y á (sic) infiltrarse, por desgracia, en las costumbres de modo tan duradero!.....”(pp.27) Ibídem 44 “Os interesáis tanto en la seguridad del hombre, que en el mismo capítulo protestáis hacer responsable de su sangre, hasta las bestias que la derramen” (pp.201) Roscio, Juan Germán. El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo. Fundación Biblioteca Ayacucho. Primera Reimpresión. Caracas. Venezuela. 2011 45 “La anomia” de Emily Dulkein. 46 “…los robos, disturbios y escándalos que con impunidad se cometían; y el cronista de Aragón, Zurita , consigna igualmente en varias épocas los cruentos males que irrogaban al país esas contiendas y cuánto favorecían á (sic) los malhechores , pues se multiplicaban á (sic) punto de no bastar las fuerzas de las juntas á hermandades para exterminarlos. Temporales ásperos, dice el P. Mariana, refiriéndose á (sic) los principios del siglo xv, enmarañados y revueltos, guerras, discordias y muertes, hasta la misma paz arrebolada con sangre, afligían no solo á (sic) España…” (pp.27) Ibídem 47 “…Pulgar, como otros autores contemporáneos, menciona el caso del alcaide de Castro Nuño, Pedro de Mendoza , que desde las fortalezas que tenía en su poder cometía tan terribles devastaciones, que las ciudades de Búrgos, (sic) Valladolid , Medina , Salamanca , Avila (sic) y Segovia se vieron obligadas á (sic) pagar tributo, por vía de rescate, para libertar sus territorios de la rapacidad de aquel gran bandido; y con ejemplo tan seductor, otros nobles bandoleros de la misma época del deplorable reinado de Enrique IV, se dedicaron á (sic) iguales exigencias con sus criados, desde sus almenadas guaridas, siendo imposible que nadie se atreviera á (sic) transitar por los caminos cercanos sin experimentar tales vejaciones.” (pp.28) Ibídem.
liberación, un verdadero delincuente sin armas, y esta mala práctica la emularon algunos nobles para adquirir dinero de una manera fácil, ejerciendo la criminalidad48 .
Por otro lado, la delincuencia perfeccionaba sus modalidades para sisar dinero a sus víctimas, ya no era el robo, el hurto, el asalto, muerte, entre otros, crímenes, a estos delitos se agavillaban el secuestro, ejercido por el propio Estado, la seudoprofesión estaba en auge y con nuevas tendencias para seguir atormentando al pueblo de España, se nota una incapacidad por parte de las autoridades del rey, quienes al parecer no tienen aforo para lidiar con el fenómenos en ciernes, mucho menos erradicarlos.
De todo lo mencionado, pudiera surgir una problemática ontológica 49 desde la perspectiva de una ley natural que colida con una real cedula implementada por los antiguos reyes europeos para lidiar con el fenómeno de la criminalidad, también, desde un contexto axiológico, donde los valores prácticos al perecer están congelados, es decir, son burlados por la ansiedad de los criminales entronizados que hacen ver en una siniestra lejanía horizontes misteriosos preñados de incertidumbre.
La España del siglo XVII, se conduce como un sistema de personas interactuando, dentro de un contexto social, que está inquiriendo una panacea para alcanzar la redención de su sociedad, que solloza por el mal que le aqueja y al parecer se transformó en un flagelo que muta de forma metódica y que se muestra como un problema difícil de descollar, para ellos, vuelven a utilizar el método50 de la organización social y estructura una Milicia Urbana51 con políticas definidas que no son nada nuevas, es decir, es la misma receta en un
48 “Todo hombre es inviolable y sagrado, mientras sea justo, mientras respete, y no ataque el carácter inviolable y sagrado de la ley. Pero violarla y pretender conservar al mismo tiempo su inviolabilidad personal, es pretensión intolerable” (pp.199) Roscio, Juan Germán. El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo. Fundación Biblioteca Ayacucho. Primera Reimpresión. Caracas. Venezuela. 2011 49 “Hacia el renacimiento epistémico” (pp.28) Bunge, M. (2002). Epistemología. siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. cerro del agua 248, delegación Coyoacán. 04310, México. d.f. 50 “Un método es un procedimiento regular explícito y repetible para lograr algo sea material, sea conceptual.” (pp.34) Brigadier Jiménez de Sandoval (1858) Las Instituciones de Seguridad Pública en España y sus dominios de ultramar. Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, calle de la Madera baja, n.° 8. Madrid. España. 51 “Con la creacion (sic) de esa clase de milicias urbanas, que se adoptó en muchas partes de la monarquía, y con las mayores fuerzas organizadas de tropas permanentes. vino desde principias del siglo xvii (sic) el que se las encomendase también á (sic) unas y á (sic) otras con frecuencia la proteccion (sic) de los habitantes, el perseguir á (sic) los malhechores y aprehender á (sic) los vagos, desertores y esclavos ó (sic) moros, que intentasen refugiarse á (sic) Berbería ; sobre todo lo que, se expidieron diversas prevenciones para las Guardas de las torres de la marina, para los Soldados de los castillos, para los que salían á (sic) las