7 minute read

EDITORIAL 3

EDITORIAL

Consejo de redacción

Advertisement

LA LLAMA PERMANENTE DE LA DEVOCIÓN

Tiempos complejos para la realidad de siempre. La iconografía sagrada se sumerge en una época difícil donde la religiosidad y los valores se diluyen. El vértice de nuestra vida como cofrades, el ejemplo sacrificial de Cristo cargado con su cruz, camino del Gólgota, se presenta ante nosotros incorruptible. Surgen dificultades, cesa la luz, aumenta el griterío ensordecedor, pero pervive entre todo ello, entre todos los obstáculos, el ejemplo viva del Nazareno: timón bajo cuya dirección se encaminan nuestras vidas. Y aunque el camino es errante y las dificultades muchas, sólo su presencia permanente puede salvarnos del fácil naufragio.

Vivimos en una sociedad donde los apetitos gustan de la solución fácil y cómoda. El camino que nos marca el “mártir del Gólgota” no se revela como apetecible. Y, no en vano, sabemos que es el único posible para no zozobrar definitivamente en el caos inalienable del “mundo sin Dios”. Y aquí está el papel de “los nazarenos” en este momento crítico de la Historia: revelar y manifestar la pervivencia de una senda y la viabilidad de un sentido auténticamente cristiano de la vida. Como siempre, como cada día desde aquel 1600, estamos en pos del Nazareno, bajo el dictado de amor que emana de su mirada.

El misterioso temor que irradia la contemplación mansa y humilde del que es Dios nos acerca a la naturaleza imperturbable de la religiosidad sagrada: una forma y una sustancia que en su culto no entiende ni de cambios ni de la vertiginosa fluctuación de la modernidad líquida. El oficio de profundizar en el poder que exhala de su Santa Palabra es obligado anhelo del cofrade y del devoto auténtico que se postra a los pies del Nazareno. Para nuestro gozo, la suerte de poder contemplarlo a diario bajo el orbe universal de su cúpula y sabernos hijos suyos: fruto salvado y preservado por este gran Padre, dueño de los tiempos y maestro de la única Sabiduría.

Por ello se dirige la acción decisiva de la cofradía y sus miembros a la contemplación cultual de su Santo Nombre: al rito permanente de la veneración amparada en la oración y la liturgia. Sólo para Dios es nuestro culto y para ello, bien preocupados, erigieron nuestros antepasados el templo glorioso que hemos heredado para realizar en él el culto permanente en honor al Dulce Jesús Nazareno. La banalización de la nueva era consumista trata de irrumpir despojando al templo de su sentido y significado único; por eso la obligación de los cofrades es ser fieles a Cristo y restaurar su Casa de Oración.

También la revista Nazarenos pone en este año difícil, marcado por la epidemia y la crisis, sus ojos sinceros en la figura del Nazareno: amparo y refugio del pueblo murciano para los siglos de la tribulación. Arca de la alianza para todos ante el diluvio ensordecedor de la contemporaneidad. Por eso, se vuelca en ofrecer a sus lectores una visión retrospectiva y crítica sobre la figura devocional de nuestro amado titular, su historia, sus cultos, sus procesiones…; en definitiva, sobre su proyección en la propia ciudad. Porque si algo caracteriza a Jesús es el proyectar su púrpura recamada sobre toda Murcia, protegiéndola y ofreciéndole auxilio.

Tenemos una imagen sagrada cuya tutela y cuidado nos compete pero que nos obliga a donársela cada día de nuestras vidas a las gentes de la ciudad a la que siempre acompañó en sus dolores. Somos mayordomos, estos es, servidores todos, para ese donarse continuamente a nuestra sociedad; somos, en consecuencia, los responsables últimos de que siempre permanezca ardiendo la llama de su fe, de que nunca se apague el eco de su nombre en cada rincón de nuestras calles. Volvamos la vista atrás para coger el aliento que tanto necesitamos: volvamos a transitar en nuestras vidas por aquellos lugares donde durante siglos se posó soberana su sombra, a la luz de cada Viernes Santo, y proclamemos el milagro esperanzado que su presencia trajo: ¡Oh, sí, Jesús. Déjanos sólo tocar la fimbria de tu túnica morada!

A TODOS LOS COFRADES

+ José Manuel Lorca Planes | Obispo de Cartagena

Queridos hermanos cofrades: Os saludo en esta época, sabiendo que estáis aún afectados por la pena de pasar una Semana Santa sin sacar a la calle las procesiones y, al mismo tiempo, con el temor fundado de que este año sucederá lo mismo. Casi con certeza tendréis que ofrecer este otro sacrificio al Señor. Lamento con vosotros esta situación, porque todos sabemos que es muy dura, pero son las consecuencias de la tormenta que nos ha caído con el Covid-19, sin embargo, debemos valorar vuestra positiva respuesta, el bello testimonio de responsabilidad y la grandeza de vuestro sentido común al aceptar con serenidad este grave inconveniente. Valoramos el cuidado que habéis tenido con los cofrades al protegerlos y la generosa colaboración con nuestras autoridades sanitarias, que nos pidieron desde el principio mucha prudencia. Afortunadamente estamos en el tiempo de Cuaresma, que es el marco de preparación para la Semana Santa. En condiciones normales tenéis muchas oportunidades para convocar a la gente a las diversas actividades cofrades, que os sirven de preparación espiritual y os ayudan a entender por qué Jesús quiso aceptar la Cruz y llegar hasta el extremo de dar la vida por nosotros. Todos los años, a partir del miércoles de ceniza ya tenéis cronometrado el tiempo para rendir culto a las imágenes de especial devoción: con novenas, triduos y quinarios, con conferencias y otras iniciativas. Esperamos que este año se podrán realizar algunas de esas actividades, cuidando siempre las medidas de protección establecidas. ¡Ojalá podáis mantener fija la mirada en Nuestro Señor Jesucristo, que aceptó la Pasión y la Cruz por obediencia al Padre y por amor a nosotros!, ¡ojalá podáis contemplar las imágenes de la Santísima Virgen María en la Pasión, que, con su corazón traspasado por el dolor, nos arrastra a la belleza de la fe, ¡ojalá os sigan ayudándolos los testimonios de fidelidad de los apóstoles!

Ahora os toca a todos vosotros, queridos cofrades, cargar con la cruz como penitentes y ponerse en la fila paso a paso, tras Jesús, para seguirle con sencillez. Aceptad esta otra experiencia con fidelidad, con corazón de hermano, porque os va a enriquecer. Agarrarse a la cruz será una buena cosa para fortalecer el corazón, para entender mejor a los que la llevan todos los días y les resulta demasiado pesada, así les podréis ayudar a entender la necesidad de imitar a Cristo que no protesta, no se subleva y acepta la Voluntad del Padre. Hoy más que nunca hay que ayudar a los que te rodean y enseñarles que Dios no se desentiende, que siempre manda un cireneo, para ayudarte ante las dificultades de la vida. Podéis hacer la prueba en esta ocasión que nos viene impuesta, pero aceptadla con serenidad, ya veréis que no está la salud del alma ni la esperanza de la vida eterna sino en la cruz. Toma este año tu cruz y sigue a Jesús, como lo sigue tanta gente, tal como nos dieron ejemplo sus discípulos y la Virgen María y ya verás que no has perdido la alegría.

Un cristiano que se toma en serio su vida de fe aprovecha incluso las adversidades para crecer en una respuesta positiva a Dios. Os aseguro que no son palabras bonitas, sino que cuando uno aprende a cargar la cruz, no sólo la de madera, sino las cruces que cada uno conoce y las que le han tocado llevar sobre sus hombros en la vida, aprende una cosa, que solo encuentras el consuelo en la aceptación de la Voluntad de Dios, porque ganas en humildad en medio de las tribulaciones. Ten paciencia si quieres tener paz interior, agárrate a Dios en estos momentos cuando parece que todo el mundo se viene abajo o se pone en contra y recuerda que fue el Señor el que calmó la tormenta delante de aquellos expertos hombres de mar, que le gritaban de miedo. Solo el Señor te llevará al consuelo y a la paz interior. Esto lo necesitamos.

Vive la Semana Santa y su preparación con serenidad, sin prisas, sin agobios por la procesión, ahora vas a vivir este misterio desde dentro, intensificando la espiritualidad, respondiendo a tantas preguntas que te has hecho durante tanto tiempo y no has encontrado ocasión para hacerlo. Participa en los oficios de la Iglesia, ¡sí, tú, el que no tenía tiempo antes porque estabas demasiado ocupado! Reza, escucha las lecturas de la Palabra de Dios, confiésate, pide perdón y ya, libre para seguir ligero de peso, te sentirás muy feliz, verás como se te iluminan los ojos y las cosas serán más sencillas. Como te quedará tiempo, te recomiendo leer la encíclica del Papa Francisco, Fratelli Tutti, porque te hará mucho bien.

Demos gracias a Dios por este tiempo, que dice la gente que, “no hay mal, que por bien no venga”; dale gracias por tu familia, que habrá muchas oportunidades para estrechar más los lazos y que el Señor os bendiga.

Os encomiendo a todos a la protección de la Santísima Virgen María.

This article is from: