El sueño del mundo

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El sue帽o del mundo - Poemas -

Oscar Sanzana Silva sanzanasilva.blogspot.com osanzana@gmail.com

Concepci贸n, enero de 2011.

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Índice ÉXTASIS Amor Bailando la Danza Ancestral Aprendiendo a Sonreír Canción Espectral Pequeña Muerte Mezcalina El Absurdo de la Sensación Serafina Escrito en el Desierto

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BOHEMIA Calle Bulnes Ciudad Húmeda La Danza de los Amantes El Náufrago y las Sirenas Alcohol

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LOCURA Cabecita Loca Ausencia Negra Esquizoide Rodrigo Edificio en Demolición La Finta

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ÉXTASIS

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Amor Busco una nueva geografía Exploro las planicies dormidas de tus caderas Extraviado entre los devaneos del éxtasis Busco el poema errante y necesario La canción capaz de secuestrar tu corazón; Espero iluminación para el verso con el que despertaré tu oído Serenos ambos tras caricias gentiles Y yo condenado a aceptar mi renacimiento junto contigo Y sólo entonces, compañera mía Nos entregaremos a la dulce fatalidad del sol crepuscular Confesándonos nuestras vidas, amores y desvelos.

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Bailando la Danza Ancestral Noche negra y fuego infernal Juega a buscar los astros detrás de su supremo escondite Allí donde las almas de los difuntos se baten a duelo Contra su inexorable destino de eterno retorno, Así danzan nuestras vidas fugaces Consumidas hasta reventarse por la vorágine Partícipes todos de misteriosa orgía Que se niega a sí misma, Borrando sus huellas como hábil asesino; La herida primigenia nos ha transportado Al país de las desdichas Al camino de los muertos A la fama expiatoria de los ángeles Al aterrador deber de vivir Una triste existencia de sepultureros; Todo lo que nos queda es esta danza Y su cósmica sabiduría Acércate a ella sin temor Y escucha con atención el milagro De su sanguínea vertiente; Escucha el susurro del éxtasis Como cálidos versos brotando de entre labios exquisitos Amor, amor, amor ¿Acaso tendrás el valor suficiente de reconocer tu horrible traición? Baila la danza ancestral, cruza con pies descalzos sin temor las cenizas Detrás del fuego bautismal te espera tu sombra para volver a ser uno.

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Aprendiendo a Sonreír A Oscar Lautaro

Recuerdo el día en que las nubes dibujaron tu rostro Esperando el bautizo de la lluvia como personajes dentro de una fábula invernal Entonces tenía unas cuantas palabras preparadas para ti Y cada gota limpió de ellas su originaria cicatriz, Amenizó su fuego, y pudiste comprender su lenguaje al fin Porque claro, no es una tarea fácil Dejar el cielo en un momento, volver a sentir Regresar desde el mejor de los sueños, Aprenderlo todo de nuevo, incluso a sonreír; Aunque, después de todo, piense que es la misma nuestra posición de aprendices: Dejándonos caer de la nave Anhelando la libertad como salvajes Regenerando nuestra alma por las noches Como si jugáramos a ser dignos de heredar el sol.

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Canción Espectral ¿Cuánta lucidez es necesaria para encontrar el amor? Ellos lo hicieron en medio de sus sueños Y para más de alguno Los sueños son lo más parecido a la muerte: Adictos a los estados alterados de conciencia, Huyeron de todo lo que oliera a rutina, Hartos los dos, él la invitó a construir su propia realidad: ¿Adónde irían a parar las palabras etéreas si no? ¡Canta tu canción espectral! Si todos terminan por desfigurar su corazón ¿Cómo podrían condenarnos por nuestro escape hacia la sensación? De pronto llegó la noche. Y entonces ella aceptó. Aceptó seducirlo a él, con piel, con dudas y vacíos Con etéreas manos, tomó su brazo Las velas de la taberna onírica se encendieron en sus ojos Cruzaron miradas pasajeras de lo oculto, de lo perverso e inconfesable Y dócilmente se entregaron el uno al otro todo cuanto el sueño les permitió; De allí que al despertar por separado Ella en alguna residencial de suburbio en París, Él, en el sofá de una cantina de Barrio Norte Se encontraran en un mismo y desamparado consuelo, Y con renovados aires para hacer frente a sus respectivas miserias.

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Pequeña Muerte Ya lo sabremos todo a su tiempo De dónde venimos, hacia dónde vamos: Llevamos un cementerio adentro nuestro Aunque nos neguemos a aceptarlo; Y cada vez que abandonamos nuestras tumbas Asomamos a ver lo que nos rodea, Cargamos con nuevos muertos Y sin darnos cuenta Existimos mil veces el mismo día; En esa odisea de descubrimientos y renuncias Se nos agota la pequeña vida.

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Mezcalina El silencio se ha apoderado de la noche Mientras pensaba en dormir Con sus oídos viajando a través de la lluvia Confundiendo sonidos, colores y formas; Desnuda y recostada Yace y abierta la ventana Alguien la observa: Alguien se solaza al contemplar la desnudez de su cuerpo furioso Tras beber aguas inquietantes que le arrebatan el sueño; Será como amar en primavera, piensa Su voluptuosidad se fusiona con la distorsión Y algo de su ternura desaparece en medio de la escena Algún tiempo atrás Soñó con una despedida que estuviera Al alcance de sus labios Al alcance de una copa amarga.

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El Absurdo de la Sensación Deja que mi boca te lastime Permite que mis versos más estropeados vivan en ti Necesitaré del absurdo de la sensación Para dejar esta cárcel y hacerte soñar Con que un día este amor nuestro aplacará nuestras miserias Con una deliciosa porción de alegrías; Pero mientras sigamos aquí Alimentando el morbo del público, Tropel de bellacos poseídos por un éxtasis endemoniado, Mientras los lobos aúllen contemplando el holocausto De mi estúpida posición de héroe macabro Riendo hasta las lágrimas, Mientras sueñe con verte caer desangrada sobre la barra de este bar Mientras necesitemos de oscuros rituales para exorcizar nuestras almas Seguiremos siendo un par de esclavos insanos; Entonces, la noche se desvanecerá como la disipación de un delirio Allí es cuando asistimos a la última orgía verdadera: La felicidad febril del borracho cantando entre eructos, afuera de la taberna Y el ensañamiento con que le responderá la noche cizañera Amparada en su oscuridad.

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Serafina A ti, Serafina Que has caminado hacia lo oscuro Con tu presencia diva y embriagada Con el majestuoso licor de tus formas A ti, extraviada entre ardientes turbulencias Que confundes a los astros con tu sonrisa de estrella Que haces suspirar al pequeño dios que te engendró Enamorado del arte, de la muerte, de sí mismo; A ti, Serafina Convoco esta mañana En medio de mi cama desolada Acompañando el paso de las horas con un libro Que desprevenido leí, sin prestar la más mínima atención Al veneno que ocultaban sus letras ardientes, Hoy quisiera que me visitaras Para recomponer la porción de vida que me arrebataste; Oh, pero tú ya has emigrado Y alguien te ha visto Buscando a tientas por la noche una cruz Donde apoyar tu cuerpo y depositar tus tardíos lamentos De reina bohemia salvaje, errante y descarriada Con el néctar de tus lágrimas barnizándote el rostro, Y hoy, que el otoño te atrapa en sus melancolías Tu voz parece un llanto incontrolable antes que una declaración de vida Entonces yo me pregunto: ¿Quién cantará sinfonías para los ángeles? ¿Quién tendrá el valor de llamarte su diosa? ¿Quién sentirá renacer su alma, perdido en la inmensidad de tus pechos descubiertos?

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Ah, pero un día saldrás de las hojas que te poseen Y vagarás llevándonos el aroma de tus versos, Con su esencia sembrarás los himnos que un día entonaremos Frente al furioso mar de nuestros anhelos Cuando volvamos a ser como niños enamorados, inocentes, Felices de no saber nada acerca del mundo Protegidos con el amuleto de nuestra belleza Con nuestro amor purificándonos, levantándonos, redimiéndonos.

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Escrito en el Desierto Quiero visitar el reino de las serpientes invisibles Escuchar las voces de los muertos una vez más Desvanecer mi limitado sentido, trascender Y es ahí, entre montañas de tierra seca, Donde entenderé la estridencia inútil de la gran ciudad Cavilaré hasta encontrar la huella de mis propios pasos Volver a sentir La brisa, seca acuarela de chamanes Escribiendo en la frente Los destinos de su gente Yo quiero volver a sentir La orgásmica creadora de la tierra Sus espasmos y su ofrenda de áspera saliva Quiero sentirme una parte del desierto Matar al que será mi asesino en medio de aquella desolada planicie Deseo escribir con mi mente bien lejos del papel Con un demonio de tierra a mis espaldas El alma al desnudo en su terrible noche Arquear las nubes, hacerme uno Escapar hacia un despojo libertario Sentir que puedo acariciar mis sueños como a pequeños hijos de este peregrinar Desierto, Me ha traído aquí la búsqueda de tu sabiduría Mis espaldas cargan con el rugido de una tormenta ya lejana Y quisiera zambullirme en la intemporalidad de tus arenas Cobijarme en los vértices del sol Y sentirme invitado a participar de tu fiesta.

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BOHEMIA

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Calle Bulnes Allí compuse una sinfonía Enamorado de mi sombra Escuché un grito desgarrador Y creí adorar a una pareja Besándose con furia Después de la lluvia; Allí era donde espiaba la noche por mi ventana Atisbando la impura lascivia de la jauría De los hombres oscuros y su bohemia marginal Recorría los jardines de la Remodelación Paicaví Con alegría adolescente Intentando no perder el juicio Resolviendo los puzles de la plazoleta solitaria Temblando al pensar en la irremediable emergencia del sol.

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Ciudad Húmeda Me siento como un pordiosero insolente Manoseando tus entrañas abiertas Ciudad húmeda Soy el ave fénix disfrazado de mi propio verdugo Soy la sierpe que muda de piel Cada última hora antes del amanecer Me siento como un náufrago sediento De beber toda la vida que aflora en tus rincones Navegante de tus mares remotos: Cada calle conduce hacia un tesoro lisérgico Del que todos los lugares forman parte Me siento como un indecente viejo verde Ávido de excitación barata Mordiendo la piel de tus caderas de asfalto Sonriendo al final pese a todo Queriendo vaciar mis versos ahogados Disparando emociones sobre tu húmedo vientre.

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La Danza de los Amantes La danza de los amantes Embriagados de obscenidad Se abrazan impúdicamente Bajo las luces del bar No se mienten No ocultan sus temores Son felices por toda la eternidad De aquel fugaz instante; Ambas miradas contestan la llamada Sus lenguas se cruzan en equivalente maldición Perdición y bienaventuranza Otras miradas, ajenas al rito, se escandalizan; Ahí los tienen, entregados el uno al otro Tiemblan, ríen y se acogen Se impresionan, se duermen Sobre la mesa húmeda e inmunda Sus cuerpos poseen auras celestiales Y así amanece.

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El Náufrago y las Sirenas Una vez más me sorprende el sol contemplando su cuerpo Los largos cabellos cayendo sobre su espalda Me recuerdan la promesa que un día hice de amar Con descarada locura, a una mujer venida del mar Con ojos salinos y pechos volcánicos Sobre la arena de una playa olvidada Como prisionero de un culto iniciático Hacer de su cuerpo mi morada eterna, Dejarle mi alma para su diversión y cuidado Dejarlo todo en un sentimiento acaso tan inútil Como una conspiración sofocada a destiempo Aunque fuera tanta la tibieza de su cuerpo Que deseara volver a nacer: Mineral, Vegetal, Animal Hasta volver a creer en la existencia de sus sentidos perfumados.

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Alcohol Me deshace el hígado, ¿verdad? Me ataca los riñones, sí ¿Pero qué le hace a mi mente? Me libra de todo el lastre y puedo subir por los aires De repente estoy por encima del suelo Soy poderoso, lo puedo todo Me paseo por la cuerda floja sobre las cataratas del Niágara Soy uno de los grandes del mundo Soy Miguel Ángel esculpiendo la balsa de Moisés Soy Van Gogh pintando la luz del sol Soy Horwich tocando el Concierto del Emperador Soy John Barrymore antes de que el vino lo estrangulara Soy Jesse James y sus dos hermanos Soy los tres juntos Soy William Shakespeare Y ahí afuera no está la Tercera Avenida Está el Nilo, Nat, el Nilo Y por él baja majestuosa la nave de Cleopatra. Don Birman, Billy Wilder, Lost Weekend (1945). Alcohol Solitario te escondes, pesadilla Mi hermosa mujer de plata está dormida Yo naufrago cada noche en el océano Yo, que ando siempre perdido Entre tugurios y mesas cojas Con la resaca siguiéndome como la muerte Pisándole los talones a mi existencia sonámbula Y allí estás, oportunidad Pasaje hacia lo increíble Y me hace sentir feliz Compartir mi mesa contigo; Por la noche sólo eres diversión Por la mañana, medicina Aventura, desenfado Me haces remediar el pasado estéril 21


Con cada sorbo, conectado Con la Biblioteca de los Tiempos, Bebiendo del manantial Del flujo íntimo de tu bohemia perversa; Yo, esclavo de tus entrañas brumosas Te ofrezco un poema y una sinfonía Con mis sentidos comprometidos Licor exquisito, adorable asesino Yo me aferro a tu cauce como un náufrago feliz Y decoro mi existencia con tu éxtasis.

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LOCURA

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Cabecita Loca Cabecita Loca Yo sé de qué están hechos tus ojos Que a cada tanto se dirigen hacia mí Huyendo del diligente vacío del que todos huimos Si accedieras a presenciar el milagro de esta noche Dentro del cuarto volaría en pedazos Nuestro trastocado deseo de felicidad Y nos quedaríamos celebrando con lágrimas su ausencia Cabecita Loca, quisiera decirte Que aquello que tanto extrañas no regresará Que en vano abres tu puerta cada noche Para dicha y festín de libidinosos invasores Esclava de los pequeños instantes De las evanescentes verdades que devoran tu atención.

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Ausencia Negra Y entonces nos vamos a dar un paseo por las nubes Allí donde nadie pueda dañarnos Donde no existan angustias Y podemos jugar a ser gigantes, convencidos de nuestra victoria Libres del tormento de nuestra memoria Cárcel psiquiátrica de lo peor, reclusión; Visitemos entonces los suburbios de la ciudad Allí donde siempre encontraremos los rezos de nuestras madres Extraviados, a medio camino entre el cielo y el infierno Sí, salgamos por ahí a disfrutar del recreo Que ya vendrá la muerte y confinará nuestros corazones, Deja la pestilencia de este húmedo cuarto Mantén tus temores a raya Deja a tu alma correr hacia el último reducto de su libertad: el olvido.

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Esquizoide Ven, déjate llevar, ya tendremos tiempo para remediar el pasado Para vivir con nuestros ojos rojos, perdidos en un norte fugaz Por hoy, basta con que escuches las voces de tu conciencia Aullando por la clemencia del olvido: Dejando atrás los sollozos, las marcas en la pared La evidencia suicida de tus muñecas El ron cola desgarrando tu alma El frenesí sexual de tus noches de éxtasis Los neones azules electrificando tus ojos Los gritos, las apariciones, las alarmas Todo aquello que envuelve tu ser será desenterrado Y esta será la primera noche en que empezarás a pensar En dejar la pesadilla atrás, en superar el letargo de tu nostalgia.

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Rodrigo Lo mataron, sí, y fueron los de siempre Aquellos cobardes que visten de verde Que pululan por nuestras calles Que viven de nuestro esfuerzo, que juran protegernos; Lo mataron, sí, Rodrigo se llamaba el caído Belisario, el asesino, Y el puñado de sicarios seguirá alimentándose A pesar de nuestra rabia, recibirá su salario; Lo mataron, sí, por indignarse frente a la injusticia Y echarse al hombro la venganza por años de despojos y avaricia Ya sabemos qué esperar de los corruptos en el poder De las telarañas que el plástico no puede quitar; Lo mataron, sí, y varios fueron los borregos Que con metralla acribillaron al obrero montado en su herramienta E impunes quedarán como siempre Los criminales cumpliendo sus deberes; Lo mataron, sí, pero ojalá viva Rodrigo aunque sea en una consigna En una piedra, en una bala benigna, si es que la hubiese, Y que termine por condenar a sus verdugos Al fuego de la infamia, al asco, al olvido.

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Edificio en Demolición Desde tu altura acabada podría Contemplar la agonía del monstruo urbano, Habrán de ser derribadas tus alcobas lujuriosas, Y tus alcobas tristes, Tus cortinas abandonadas, Tus refugios de amor exterminados, Tu gloriosa presencia sobre una ciudad que ya no te necesita, Habrás de ser derribado junto a una porción de memoria De quienes te habitaron, Y sus glorias y miserias forjarán un recuerdo Que poco tardará en desvanecerse. Descansa en paz.

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La Finta ¿Cuándo comenzamos a ser eternos? Se preguntó un día el niño, corriendo tras la vieja pelota No tuvo respuesta sino hasta varios años después En que haciéndole una finta al tiempo Agonizó algunos días sin morir Volviendo a encontrarse corriendo tras esa pelota Porque tal vez la muerte sea sólo eso: volver a ser niños Y renacer en preguntas que esperan respuestas, Respuestas de niños que el tiempo nos arrebata Y habremos –niños todos- de exigirle a nuestra muerte Situarnos un poco más cerca de su contestación, Hasta hacer simplemente innecesaria su compañía.

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