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CORA YAKO

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Editorial

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POR: VÍCTOR TERRAZAS | FOTO:RUBÉN ALMONACID

'Prohibido suicidarse en primavera'. Así se llama la pieza teatral que inspiró a este conjunto a la hora de elegir nombre. Cora Yako es un personaje secundario, pero aun así imprescindible para entender la obra. Algo similar ocurre con esta formación. Su segundo largo, de título homónimo, corre el riesgo de pasar desapercibido por algunos, y sin embargo se antoja necesario para entender el presente del pop y el rock independiente de guitarras.

cada vez es más común que los nuevos músicos, de prácticamente cualquier estilo, sientan cierta desgana a la hora de trabajar con el típico ingeniero de sonido que parece hacerte un favor por el mero de entrar a grabar. Sabéis a quién me refiero, ese que te perdona la vida con la mirada y que tiene siempre en la punta de la lengua frases del estilo de: “Hazme caso: llevo treinta años en esto…”. “Tío, me importa una puta mierda tu Curriculum, no me cuentes tu vida. Quiero que esa guitarra esté más baja. Es nuestra canción, le hemos dado mil vueltas y queremos ese sonido”. Así sentencia Carlos Sennacheribbo, uno de los miembros de Cora Yako, mientras Luis de Oleza, la otra pieza clave del proyecto, afirma con la cabeza para posteriormente completar... “Nos hubiera encantado trabajar con alguien que más que un ingeniero fuera un productor a nivel musical, alguien cuya música nos mole y con el que podamos conectar. Como eso no se ha dado, preferimos hacerlo todo nosotros. Y no nos va del todo mal”. Carlos nos vuelve a mirar y en sus palabras muestra una sinceridad desbordante. “Lo digo en serio: el consejo que le daría a alguien que está empezando con un grupo es que confíen en su movida y no en todo lo que les cuenten”. Ahora, el que afirma con la cabeza soy yo. En ocasiones tiene mucha más importancia el gusto, el talento y la dedicación que dejarte unos miles de euros en grabar en un estudio de prestigio. Para Cora Yako su música va más allá de la composición, no la entienden sin controlar los diferentes aspectos del resto del proceso. Un trabajo diario y constante, que tiene lugar tanto fuera como dentro del local de ensayo. “Al final, todo cayó por su propio peso. A algunos músicos el tema de la grabación les da igual, a nosotros no. Aunque puedas equivocarte, al menos aprendes. Preferimos que suene menos técnico, pero que lo veamos como propio”.

Ambos son productores, vocalistas, guitarras y compositores. Una decisión forzada por las circunstancias, cuando salieron de Mallorca y no encontraron un frontman que complementará la formación que habían creado en Madrid. Con quienes sí se encontraron fue con Dani Treviño y Pablo Gutiérrez, al bajo y a la batería respectivamente. “Llegó un momento en que teníamos muchas canciones escritas y ninguno quería cantar, pero sobre todo lo que no queríamos era ser una banda de rock instrumental”.

Tras la publicación de su álbum debut a finales de 2020 se quedaron con una sensación agridulce. Aquel fue un trabajo con el que tuvieron reconocimiento, pero ellos mismos sentían que faltaba algo. “Estábamos un poco verdes. Se realizó en circunstancias raras. Teníamos prisa por sacar un disco para poder conseguir festivales tras la pandemia, pero las restricciones duraron más de lo que creíamos. Hay buenas canciones, pero no existe conexión en ese disco. Ahora mejoraríamos muchas cosas”. Debido a esta situación y a que los tiempos no eran nada proclives para la música, decidieron tomarse un descanso. Esperar y trabajar en la sombra hasta que saliera una canción que les representara. Por suerte llegaron tres, que se convirtieron en los primeros avances del disco: Beso en un portal, Uno entre un millón y Mil formas de morir llevaban más de un año grabadas. “El proceso ha sido largo, casi a cuentagotas. Intentamos que el producto final sea lo más perfecto posible, por eso en nuestro primer disco no nos quedamos del todo satisfechos”.

El resultado de ese perfeccionista trabajo verá la luz este mes de abril publicado por Intromúsica, un sello con una larga tradición independiente y vinculado a iniciativas como el Jaguar Club. Para el grupo se trata de un nuevo comienzo, más guitarrero, con punto de partida en los mejores momentos de su disco de debut. Aun así, este trabajo sigue bebiendo de ese géiser de furia post adolescente que marca a todos estos conjuntos y que ya se encontraba latente en sus primeros escarceos. Además, en este segundo disco Carlos se estrena como vocalista compartiendo esa carga con Luis: se reparten la tarea en igualdad de condiciones, cinco cortes para cada uno. Una decisión que aporta frescura a la banda. “Mis canciones son más narrativas, más personales. En cambio, las de Luis son más concretas y colectivas”, comenta Carlos. La balanza de poder se mantiene equilibrada. “Hay bandas que cuentan con un cabecilla y el grupo es una prolongación artística de su visión. En nuestro caso somos un monstruo de dos cabezas”.

Cora Yako utilizan las guitarras para radiografiarse a sí mismos y a cuanto les rodea. Son punta de lanza de una generación de nuevos grupos de guitarras que reivindican la contemporaneidad del rock. Al despedirnos les pregunto lo que significa para ellos la música. “Lo más apasionante en lo que invierto mi tiempo”, dice Carlos. “Y lo más frustrante”, remacha Luis. Ambas respuestas definen a la perfección tanto al grupo como el momento que les toca vivir.

CORA YAKO (INTROMÚSICA / ALTAFONTE,

Noche estelar / Fin de semana / Beso en un portal / Mil formas de morir / Cuestiones avanzadas / Campamento Krusty / Souvenirs / Uno entre un millón / Días nuevos, días viejos / Fiesta de despedida DIGITAL / LP

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