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Editorial para un comienzo
Hoy en el difícil momento que nos encontramos, los sindicatos tenemos el deber histórico de convertirnos en agentes de resistencia frente a las injusticias promovidas en falsas leyes que empobrecen a los trabajadores y trabajadoras. Los sindicatos debemos, más que nunca ser generadores de aprendizajes y diagnósticos colectivos, para lograr impulsar, a nuestra clase a la transformación que el país requiere. En ese sentido afirmamos que no hay economía vital y sustentable, sin trabajadores que posean justicia, participación y bienestar. h
Para cumplir con este desafío, las organizaciones sindicales nos debemos actualizar, mejorar nuestra democracia interna, fomentar el protagonismo, reflexión y creatividad de los asociados. Basado en la necesidad de comunicarnos y expresar nuestras ideas sobre educación y sindicalismo, surge la revista “Nuestra Sala, Nuestra Clase”, que es el resultado colectivo de un grupo de trabajadores del Sindicato STI.
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En pleno 2020, con una revuelta social que aún perdura, en una democracia que se cae a pedazos junto con el modelo económico neoliberal, nos encontramos con una violencia desatada contra la clase trabajadora. Esta violencia, materializada como abuso, se ha expresado en la promulgación de leyes que solo protegen a las empresas, de la mano de la creciente vulneración de los derechos a los trabajadores y la falta de garantías para la vida.
Producto de la pandemia del COVID-19, los costos sociales, laborales y económicos recaen en nuestra clase, mientras que las ganancias-nuevamente- serán para los de siempre, quienes amparados en un gobierno de derecha, promueven leyes con las que nunca tienen perdidas, a modo de ejemplos por estos días; el dictamen N°1283- 006 de la Dirección del Trabajo que permite congelar y reducir las remuneraciones, la promulgación de la Ley de Protección al Empleo; otras como la Ley Sticker 1 que nos lleva a la censura y otras más complejas del ámbito educativo, que terminaran minando lo poco que queda de la educación pública en educación inicial, tales como: el proyecto de Ley de subvención para los niveles medios, y el proyecto de ley “Sala Cuna Universal.”
El modelo neoliberal impuesto en dictadura y desarrollado en “Democracia” por los gobiernos de la Concertación y la derecha, desde los años 90, se expresó en políticas educativas que han generado profesionales endeudados, con trabajos efímeros y con sobrecarga laboral. Este modelo de gestión económica educacional, ha hecho ricos a los sostenedores, logrando acrecentar la brecha educacional, entre quienes poseen o no el “Capital Cultural”. Un ejemplo de esta brecha se da en los estudiantes que vienen de familias con empleos precarios y que solo pueden estudiar en colegios municipales o particulares subvencionados de baja calidad en materia de gestión, equipamiento e infraestructura. Esta brecha ha sido encubierta con mensajes desde el Estado y los medios de comunicación masivos y de propiedad de los grandes empresarios, mediante el eslogan de una falsa libertad para acceder a la “oportunidad de ser profesional” a través de la oferta de universidades privadas, que, dicho sea de paso, son de propiedad de la elite chilena