Escena
jean-jacques rousseau, de ‘el contrato social’
«El hombre ha nacido libre, y por doquier está encadenado. Hay quien se cree amo de los demás, cuando no deja de ser más esclavo que ellos»
Beethoven encadenado
La escenografía, obra de Leibinger, crea una continuidad en el espacio a través de una forma helicoidal.
En el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven, su única ópera, Leonore-Fidelio, se sigue revelando como un yacimiento inagotable. texto Felipe Santos [Com 93]
@ultimoremolino fotografía Monika Rittershaus
98—Nuestro Tiempo otoño 2020
Justo antes del estallido de la pandemia, en Viena ya se conmemoraba un nuevo aniversario de uno de sus más ilustres moradores: Ludwig van Beethoven. Los carteles de los dos principales teatros de la ciudad anunciaban una de sus creaciones más paradójicas y sugerentes. Aunque siempre estuvo en contacto con la música escénica, la ópera se le resistió hasta el final. Fidelio es una obra largamente gestada y pesadamente concebida; la antítesis de lo que se suele tener por la crea-
ción de un genio. Primero, le costaría un gran esfuerzo encontrar el libreto adecuado. Luego, alumbraría una partitura que estrenó en medio de un toque de queda, el de 1805. El patio de butacas que presenció los primeros pasos del Beethoven lírico estaba poblado por militares franceses que acababan de tomar la ciudad. El ambiente no podía ser más frío, sobre todo porque en el núcleo hay un coro de prisioneros que clama por su libertad. En aquel momento, la ópera se llamó Leonore, como la heroína,