Nueva Revista 159

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Nueva Revista DE POLÍTICA, CULTUR A Y ARTE

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Nº 159  -  10 €


SIGLO XXI. TERCER QUINQUENIO. SUMA Y SIGUE 2

Nota editorial

ESPAÑA COMO PROBLEMA 8

Lo que queda de la Transición. Conversación con Miguel Herrero de Miñón  MIGUEL ÁNGEL GOZALO

POLÍTICA INTERNACIONAL 25 37

El fin de la era Obama: luces y sombras de su legado  DANIEL UREÑA ¿Dónde va la América Latina? Después del boom: pragmatismo y estridencia política  EMILI J. BLASCO

IBEROAMÉRICA. CASO A CASO 49 52 65 77

Argentina. De Cristina a Macri  ROSENDO FRAGA Venezuela. El enfermo de América Latina  XAVIER REYES MATHEUS Colombia. Una paz firmada pero no refrendada  IVÁN GARZÓN VALLEJO Brasil. Cambia el presidente, la crisis sigue  CLOVIS ROSSI

LITERATURA EN ESPAÑOL. ÚLTIMO QUINQUENIO

89 La última novela española, asediada por la literatura comercial  ADOLFO TORRECILLA 103 Un quinquenio de poesía española  JOSÉ ANTONIO LLERA 115 El teatro en la segunda década del siglo xxi. La ilusión de novedad  JOSÉ-LUIS GARCÍA BARRIENTOS

CULTURA 127 147 161 173

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Sumario

Darío, el último libertador de América  PEDRO LUIS BARCIA Periodismo cultural y comunidad política. ¿De verdad deseamos saber?  RAFAEL LLANO SÁNCHEZ Más sobre Shostakovich: ¿un compositor oficial de la Unión Soviética de Stalin?  ANTONIO R. RUBIO PLO Shakespeare y Goethe, dos gigantes en el Festival de Salzburgo  JOSÉ ANTONIO NIETO DE MIGUEL

ENSAYO

183 El trabajo intelectual. Algunos obstáculos  MARIANO F. MARTÍN 200 Releer el sentido de España dentro de Occidente  JUAN LUIS MARTÍNEZ

RELIGIÓN

211 Las Edades del Hombre 2016, un proyecto consolidado  RAFAEL GÓMEZ LÓPEZ-EGEA

LIBROS

226 Benn Steil, La batalla de Bretton Woods  (JUAN VELAYOS) 231 Manuel Sánchez Cuesta, Calidoscopio de la memoria y la escritura  (MARIANO DEL MAZO DE UNAMUNO) 236 Hubert Dreyfus y Charles Taylor, Recuperar el realismo  (ALBERTO CRESPO) 241 Julio Martínez Mesanza, Gloria  (SANTIAGO MIRALLES) 245 Mary Beard, SPQR. Una historia de la Antigua Roma  (JOSEMARÍA CARABANTE) 249 Lucia Berlin, Manual para mujeres de la limpieza  (ADOLFO TORRECILLA) 253 Luis Goytisolo, El sueño de san Luis  (CARMEN FRAGERO GUERRA) 258 Fred Kiel, Return on Character. The Real Reason Leaders and Their Companies Win  (DANIEL RIVADULLA)


NR 159 2016


SIGLO XXI. TERCER QUINQUENIO. SUMA Y SIGUE

NOTA EDITORIAL

Miguel Ángel Garrido Gallardo

En 2015 Nueva Revista cumplía veinticinco años desde que la fundó Antonio Fontán y lo conmemoramos con la magna reunión habida el verano pasado en el campus santanderino de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El número 157 dio cuenta de la conmemoración. Pero ahora, pasados cinco años de la nueva etapa de Nueva Revista sin Fontán, cumple tomar en cuenta los cambios habidos en el mundo que, quizás más que en otros «planes quinquenales», no responden a lo previsto cuando empezó el quinquenio. Por comenzar por España, donde radica la redacción central de Nueva Revista, nos enfrentamos a un rebrotar de la conciencia que, por evocar el viejo título de Laín Entralgo, podríamos tildar de España como problema. Lo que empezaba siendo una legislatura de mayoría absoluta de un Partido Popular, que la había conseguido por la reacción social ante la crisis económica y la equivocada gestión con que la enfrentó el Partido Socialista en el poder, terminó con unas elecciones de resultados difíciles de digerir. Tras años de austeridad y sacrificios colectivos, el presidente Mariano Rajoy (61 años), persona solvente, registrador de la propiedad, veterano

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político, llegaba al final de la legislatura con un país con los mismos datos de paro que había dejado su predecesor Rodríguez Zapatero, aunque, eso sí, puesto en pista para la recuperación. El resultado electoral fue malísimo. La indignación generada por la crisis, la invisibilidad de la recuperación incipiente, más los casos de corrupción y corruptelas que afectaban al pp y que centró la propaganda de la oposición, lo dejó desarbolado. Y eso sin contar su palmaria traición a la promesa electoral de reformar la ley del aborto en un sentido favorable a la vida, cuyo impacto negativo en un núcleo importante de votantes del pp no ha sido evaluado. El partido socialista consigue un resultado aún peor, el peor resultado electoral de su historia. La memoria de la penúltima legislatura le ha pesado como una losa insuperable. Salir del pp hacia el psoe era para los que cambian su sentido de voto

(y propician el éxito o el fracaso en las elecciones) un itinerario imposible. Si a eso se suman los enormes casos de corrupción y las generales corruptelas que afectaban al partido, sobre todo en la Comunidad de Andalucía, su feudo por antonomasia, se explica la situación de parada cardiaca en que se encuentra. La elección en primarias para secretario general recayó en Pedro Sánchez, 44 años, licenciado en Ciencias Económicas, hombre de su generación, que se maneja en inglés y francés y tiene una buena presencia, aunque su currículo, atentamente leído, no acredita ninguna solvencia. El caso es que ha constituido un grave problema. Aconsejado no sé por quién, comienza su campaña de imagen centrándose en tics pretendidamente izquierdistas, como el aborto radical o, por ejemplo, que determinados edificios de la Iglesia católica no estén exentos de pagar el ibi, cuestión esta última tan razonable como irrelevante, lo

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cual la convierte más en etiqueta de comecuras que en proclama plausible para mostrar la propia identidad, que, a la hora de la verdad, se resumió en una serie de acusaciones-insultos contra el pp y su líder. Pedro Sánchez termina dimitiendo como secretario general de un psoe partido en dos: los temerosos de una deriva hacia ninguna parte, que han forzado su dimisión, y los enfervorizados partidarios de Sánchez con tintes sectarios y ayunos de discurso. Junto a los dos grandes partidos, emerge como tercera fuerza política Podemos. Se trata de un grupo encabezado por jóvenes profesores ayudantes de Ciencias Políticas, inteligentes y con chispa, cuya mayor virtualidad es la mercadotecnia electoral. Recoge el voto de los indignados y, como partido de izquierdas, va a conseguir sumar también al tradicional Partido Comunista y otros grupúsculos que formaban Izquierda Unida. Con un montante de votantes próximo al del psoe, sus líderes, Pablo Manuel Iglesias (38 años) e Íñigo Errejón (32 años), se debaten entre identificarse con los indignados, mostrarse próximos a los antisistemas y «dar miedo» a la burguesía en general, o travestirse de «socialdemócratas», lo cual resulta homologable sin problemas. Es de saber que, siendo un fenómeno enteramente semejante al del Syriza griego, no tiene razón la derecha en vaticinar la catástrofe económica que supondría su acceso al poder, ya que inevitablemente (como Syriza) no podría cumplir lo que promete. Es atendible, en cambio, el reparo para aceptar una opción que puede crear disfunciones al prometer lo que no puede cumplir. Emerge también Ciudadanos, fuerza fundada por el abogado Albert Rivera (36 años), persona dotada de una notable elocuencia natural, aunque de ninguna otra cualidad especialmen-

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te conocida. Se trata de un partido del Parlamento catalán que había surgido proclamando en Cataluña una coherencia en el discurso de unidad nacional e igualdad de los habitantes de todos los territorios de España, lo cual arrebataba allí, al Partido Popular sobre todo, la simpatía de la minoría partidaria del nacionalismo español en una circunscripción donde las tendencias centrífugas son predominantes, razón por la cual los partidos nacionales tienen que buscar el ten con ten. Transmutado Ciudadanos en partido nacional, ha tomado como bandera la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción, que es tema candente. Su programa, en cuanto a las líneas de fondo, es un texto que podría haber sido igualmente del pp. Sus cuadros hacen el efecto de responder a un casting de personas aseadas y de aspecto agradable. Salvo algún que otro caso (la designación del profesor Luis Garicano como asesor económico es muy respetable) no parecen ofrecer nada en concreto y a ojos de determinadas personas bien informadas, aparecen con tintes demagógicos cuando apoyan comisiones de investigación que solo valen para perder el tiempo o hablan de i+d, pobreza infantil o desarrollo energético sin saber bien de lo que hablan. Otra cosa sería que se dedicaran a reforzar líneas positivas de actuación tras un adecuado estudio y no por ocurrencias o mero postureo. El partido, que ha llegado a conseguir 40 escaños en el Parlamento nacional de 350 diputados, está sirviendo de adecuado complemento para ayudar a que se formen gobiernos del pp o del psoe donde estos partidos son los más votados, pero no obtendrían mayoría absoluta a no ser con fuerzas de la extrema izquierda o separatistas. Así las cosas, un año entero y dos votaciones ha costado que Mariano Rajoy, como líder del partido más votado, pueda con-

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seguir ser investido de nuevo presidente con el apoyo de los diputados de Ciudadanos y la diputada de Coalición Canaria, más la abstención de los socialistas que han obedecido al Comité federal tras el cese de Sánchez. Cinco años después, la conciencia de España como problema recorre todo el territorio. Y que hay que cambiar la Constitución de cabo a rabo. Y que el separatismo es un problema insoluble. Y que los antisistemas son una amenaza (o una esperanza). Es la tendencia atávica al Spanish is different. Nueva Revista ha pedido a Miguel Herrero de Miñón, uno de los padres de la constitución vigente, la entrevista que insertamos para que sirva de meditación al respecto. Mutatis mutandis, atendemos igualmente al suma y sigue de los últimos cinco años del resto del ámbito político que observa preferentemente Nueva Revista. ¿Qué nos queda del segundo mandato de Obama en que se debería haber sustanciado el cambio histórico simbolizado por la llegada a la Casa Blanca de una persona de raza negra? ¿Qué nos queda de esa América Latina que hace bien poco aparecía como próxima a la redención e inmersa en un crecimiento económico imparable? ¿Qué hay o no hay del chavismo, de la violencia en Colombia, de la situación de Brasil, del cambio en Argentina? Reiteradamente hemos ido siguiendo la evolución. Ahora hemos pedido estos informes a grandes especialistas que nos abren los ojos y tal vez nos explican lo que nos parecía inexplicable. Como saben nuestros lectores, Nueva Revista no se limita a un estricto ámbito geográfico. Lo seleccionado para este número nos ha parecido especialmente oportuno ahora. Pero falta la in-

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formación pormenorizada de México y de otros países de América Latina y tendremos que volver sobre Europa tras el Brexit y no podremos descuidar la yihad y los fenómenos migratorios, aunque ya los hayamos tratado. Y en este planeta globalizado, habrá que atender más a los países asiáticos (Japón, China, India...) y sus repercusiones. Y al África subsahariana. Como es natural, Nueva Revista de Política, Cultura y Arte atiende también en este número los campos que enumera su título y nos ha parecido que sería especialmente significativo elegir ahora la literatura, tan asiduamente visitada, para someterla a esa mirada retrospectiva quinquenal. Aquí nos enfrentamos con el problema del canon, largamente tratado en nuestras páginas. Ante la dificultad de establecer límites precisos, hemos dejado a nuestros especialistas que elijan el tenor de su texto: literatura española o literatura en español, panorama comprensivo o selección canónica, clasificación por criterios objetivados o viaje alrededor de la biblioteca propia. Nos han proporcionado un resultado estimulante. Es más. La información que suministra José Luis García Barrientos, que encabeza el mayor grupo de estudio del teatro que se hace a lo largo y lo ancho del mundo hispánico, es algo seguramente sin parangón.

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ESPAÑA COMO PROBLEMA

LO QUE QUEDA DE LA TRANSICIÓN Conversación con Miguel Herrero de Miñón

Miguel Ángel Gozalo

Una entrevista periodística puede ser muchas cosas, de una conversación cordial y relajada a un mitin, de una transcripción de coincidencias a un combate. En realidad, como decía un gran entrevistador, Joaquín Soler Serrano, es un autorretrato: el que contesta se dibuja a sí mismo. He venido a hablar con Miguel Herrero de Miñón (Madrid, 1940), a su casa, llena de empaque, de la calle Mayor, a cincuenta metros de su despacho en el Consejo de Estado, del que es miembro permanente, convencido, ingenuamente, de que esta era una tarea muy sencilla: un tema fascinante, la Transición; un interlocutor brillante, que es uno de los llamados «padres» de la Constitución de 1978, y una actualidad política rabiosa en torno a eso que venimos llamando «España como problema», de la que es difícil sustraerse y sobre la que este jurista, político y ensayista tiene, sin duda, mucho que decir.

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lo que queda de la transición

Miguel Herrero es hijo de catedrático, doctor en Derecho, licenciado en Filosofía, consultor, académico de Ciencias Morales y Políticas y autor de muchos libros. Tras ingresar en el Cuerpo de Letrados del Consejo de Estado, ha sido un activo protagonista de la política española, de concejal a diputado. Como portavoz del gobierno en el Congreso, adquirió un prestigio temible por su contundencia como orador.

—Señor Herrero de Miñón, seguimos en lo de siempre, España como problema. Esto que está pasando, el que sea tan difícil formar gobierno, el que el Partido Socialista viva esta crisis, ¿supone que hay que decir adiós a lo que fue la Transición? —Yo creo que no. Al contrario. Lo que es permanente y estable en España es lo que se hizo en la Transición. El espíritu de la Transición y el desarrollo que la Transición ha tenido durante largos años. Porque tanto con gobiernos del psoe como del pp, la verdad es que se ha seguido legislando dentro del marco de la Constitución, fruto de la Transición, y, en los temas fundamentales, por consenso. Porque por muchas que hayan sido las polémicas y las tensiones, la verdad es que ha habido una gran parte de consenso en nuestra vida política, que ha permitido que las diferencias nunca fueran abismales. —¿Pero el «no es no» del psoe no ha sido excesivo? —Lo que ha ocurrido ha sido absolutamente nuevo y absolutamente imprevisible, y yo creo que transitorio. Porque el psoe, la gran obra de Felipe González, ha sido durante largos años un partido socialdemócrata a la europea. Uno puede estar en desacuerdo con muchas de sus tesis, nueva revista · 159

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miguel ángel gozalo

Miguel Herrero de Miñón

Foto: Carole Alfarah

y muchas de sus realizaciones, pero no cabe duda de que ha supuesto, junto con el partido de la derecha, o del centro derecha, se llamase como se llamase, un pilar de la vida pública española. Que algo tan importante se dilapide dándole una orientación que no gusta a los electores, reducidos elección tras elección, ni a las bases que abandonan poco a poco el partido, es lamentable y lo sería más si la causa fuera una ambición personal. —La verdad es que ha sido un espectáculo bochornoso, que ha dejado en muy mal lugar al psoe y que salpica a la clase política. —Yo creo que la gran reforma que ahora necesita la política española, y esto sé que puede no ser muy popular, es que no se pueda entrar en política sin tener una profesión y sin haber trabajado. Entonces el político podrá 10

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salir del poder o de los aledaños La gran reforma que se nedel poder sin irse al paro. Los cesita es que no se pueda políticos tienen que ser gente entrar en política sin tener que tenga una experiencia real, una profesión seria, de saberse ganar la vida y saber tomar decisiones en una profesión seria. Me da igual que sea la de ebanista o la de arquitecto. Pero una profesión seria, para que se pueda retirar al salir de la política. —¿Hay que reformar la Constitución? —Hombre, yo creo que la Constitución, claro que es reformable y hay muchos aspectos que pueden mejorarse. La semana que viene aparecerá un libro mío sobre la reforma constitucional, en el que señalo que la mayor parte de las cosas que hay que hacer se pueden hacer sin reformar la Constitución, dentro del texto constitucional. Hay cuestiones como la actualización del sistema electoral que en su momento fue muy acertado, al permitir el paso desde muchos partidos, la famosa «sopa de letras», a unos pocos grandes y sólidos partidos homólogos a las democracias de nuestro entorno. Hoy puede ser modificado, actualizado, hecho más flexible y representativo sin alterar las bases fijadas en la Constitución, aunque sí modificando la ley electoral. Y hay otras cuestiones, como por ejemplo la lucha contra la corrupción, que no dependen de textos legales ni constitucionales. Lo que hay que excluir en la práctica de cada día son no ya los abusos, sino lo que es peor, los malos usos. —Vista la Transición con perspectiva, como la empezamos ya a contemplar, ¿qué fallos se cometieron en la Constitución que estamos pagando ahora? nueva revista · 159

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—Yo no creo que estemos pagando los errores de la Constituvuelto un escenario muy ción, al contrario, nos estamos poco agradable beneficiando de sus aciertos. Lo que ocurre es que la Constitución, cualquier constitución, puede regular el proceso político pero no sustituirlo. La Constitución fija quién manda y hasta dónde se manda, pero no puede garantizar que quienes manden sean inteligentes y lo que manden sea acertado. —Y la Transición, ¿ha ayudado a cambiar algo las costumbres de este país, o estamos volviendo a las andadas? —Desde luego, en aquel momento se cambiaron seriamente muchas costumbres. La gente entró en política por pura vocación, abandonando sus profesiones originales y dedicándose con escaso rendimiento económico a gestionar la cosa pública. Yo creo que eso pasó en la derecha y en la izquierda. Hoy la política se ha vuelto un escenario muy poco agradable. Y hay menos gente capacitada y valiosa que se dedique a la política. Desgraciadamente, la política se ha vuelto terriblemente hostil por las relaciones entre los partidos, y la competencia, a veces cainita dentro de los partidos, y tremendamente impopular ante la opinión pública. En eso, los medios de comunicación han hecho, yo creo, bastante escaso favor, porque han subrayado todos los escándalos y han destacado lo más escandaloso de los escándalos —Menciona usted la opinión pública, un elemento esencial en la democracia. En la Transición, los periódicos se sumaron a la tarea colectiva, y ahora da la sensación de lo contrario. Ahora no se sabe dónde está la opinión pública. Si Hoy la política se ha

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en los periódicos, en las redes soHay una mayor dosis de ciales o en las tertulias de la radio ignorancia en la opinión y la televisión. pública —Antes se distinguía entre la opinión pública y la publicada. Ahora lo que rige es la política murmurada, es decir, se murmura, hay rumores por doquier. Hay poco rigor. Y yo creo que hay una mayor dosis de ignorancia en nuestra opinión pública. Aunque se diga que es una opinión pública muy bien formada. —Hay quien empieza a creer que la Transición fue un paréntesis, un milagro que todo el mundo elogia, pero que eso ya pasó... —La Transición, como toda obra histórica, se hizo por hombres a los que no les faltaban defectos y que cometieron lógicamente errores. Es decir, estaba llena de luces y sombras, pero tiene mucho más de las primeras que de las segundas. Fue una gran empresa colectiva en que los protagonistas individuales e institucionales, y en ello incluyo a los partidos políticos y a las fuerzas sociales, a la Iglesia católica, a las centrales sindicales, pusieron todos sus empeños en trabajar por una meta en común. No cambiaron «cromos», como suele decirse, sino que asociaron esfuerzos. No fue un contrato de transacción sino un pacto de unión de voluntades. Sería muy de desear que renaciera tal espíritu. —Otra teoría muy repetida es que el bipartidismo ha muerto por la irrupción de Podemos y Ciudadanos, como fuerzas nuevas. Pero ¿no es posible que sigamos en el bipartidismo, aunque sea imperfecto, y que lo que representen los nuevos partidos sean unas corrientes más modernas? nueva revista · 159

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—Es posible eso, pero, claro, el futuro está por ver. Si el psoe za política de centroderese hundiera, cosa que sería muy cha y una sólida fuerza muy inconveniente para España socialdemócrata y para el equilibrio político español. Si la oposición de izquierdas fuera Podemos o principalmente Podemos, yo creo que se estaría en una posición como la italiana en los últimos años de la República, en que la democracia cristiana, cualquiera que fueran sus defectos, terminaba siempre ganando por el terror que inspiraba el Partido Comunista. Esto podría darse aquí, y eso no es bueno para un país. Aquí conviene que haya una sólida fuerza política de centroderecha, pero se requiere también que haya una firme y sólida fuerza política socialdemócrata. —Felipe González dice eso mismo: corremos el riesgo de ser como Italia pero sin italianos. Volvamos a la Transición y a sus posibles fallos. Por ejemplo, el famoso título VIII. —Claro. El título VIII, el mayor fallo que tiene es que no es una ordenación de las autonomías. Es una ordenación del acceso a la autonomía. Los pactos autonómicos del 82 y del 92 generalizaron lo que debía haber sido el resultado de diferentes caminos. —¿Y eso no lo vieron ustedes, cuando ejercían de «Padres de la patria»? —Bueno, unos lo vieron y otros no lo vieron. No voy a decir nombres. Yo he criticado siempre, siempre, que el título VIII se fundamentase en la generalización del modelo catalán y vasco, multiplicando por diecisiete, y que después se desarrollase por los nefastos pactos autonómicos Conviene una sólida fuer-

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Miguel Herrero de Miñón y Miguel Ángel Gozalo

Foto: Carole Alfarah

del 81 y del 92, que homogeneizaron ya todas las autonomías y después con la loapa trataron de disminuir a todas. Yo creo que gran parte de los problemas de nuestro sistema autonómico proceden de ahí, de la homogeneización. Porque es claro que Cataluña y las necesidades de Cataluña, probablemente no son las que dice el señor Puigdemont, pero son las que durante siglo y medio ha mantenido el catalanismo político y que personificó Miquel Roca en la última fase de nuestra vida política constitucional. Esas necesidades no son las de Madrid. Es decir, aquí hace falta reintroducir la asimetría en el sistema autonómico y hace falta, desde luego, poner unos techos infranqueables a las competencias autonómicas para no vaciar el Estado. Y curiosamente Arzallus propuso eso en las Constituyentes. Arzallus quería que hubiera un techo de competencias nueva revista · 159

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intransferibles, y eso no se aceptó porque se dijo: si lo dice Arzallus asimetría en el sistema debe de ser malo. autonómico y poner te—También se veía venir la concho a las competencias fusión al distinguir entre nacionaautonómicas lidades y naciones. —Eso fue inevitable para conseguir, por parte de ucd, un aliado en cuestiones fundamentales. Ese aliado no pudo ser ap, porque Fraga no jugó a esa alianza, y tuvo que ser Miquel Roca. Las partes más moderadas de la Constitución y el que se constitucionalizase la monarquía en el primer artículo y que las relaciones Iglesia-Estado salieran adelante en una fórmula feliz, que inventó José Pedro Pérez Llorca, se consiguieron fundamentalmente con el apoyo de Miquel Roca. Y después, gracias a Miquel Roca, se atrajo al psoe y se atrajo hasta el Partido Comunista. Pero Fraga nunca jugó a esa alianza en pro de la moderación. —Y esa minoría catalana, ¿por qué ha derivado en Puigdemont? —Eso es el misterio, yo nunca lo he entendido. Yo nunca he entendido por qué. Hombre, ha habido errores por las dos partes. Yo creo que ha habido, desde la loapa, una política de recentralización innecesaria, en pequeñas cosas y cosas hirientes. El Estado ha planteado recursos de inconstitucionalidad contra normas catalanas, un tanto inocuas. Yo recuerdo que se discutió muchísimo sobre la transferencia de la competencia para otorgar el carné de mariscador, y yo he dicho en público muchas veces: ni la unidad de España pasa por eso y ni la identidad de Cataluña pasa por eso. Es una Hace falta reintroducir la

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necedad. Ha habido errores de España es uno de los pueese tipo, que produjeron el no blos sin el cual no puede esmenor error del estatuto del cribirse la historia del mundo 2006. Y que, a su vez, provocó, el que yo creo que fue un disparate, el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto, que impugnaba cosas que están en el Estatuto de Valencia, en el de Andalucía, en muchos. Que produjo el inmenso error de la sentencia del Tribunal Constitucional del 2010. ¿Qué pasó con esa sentencia? Esa sentencia abrió numerosas heridas. ¿Y qué hicieron desde Cataluña? Aumentar el daño de la herida, dolerse demasiado por las heridas. Y, ¿qué se hizo desde Madrid? Ahondar la herida. Entonces el señor Pujol le pega la patada a su propia formación política con sus escándalos familiares y económicos. Cosa que tampoco es fácilmente comprensible. Cómo un hombre que podría entrar por la puerta grande de Cataluña y de España, tira todo eso por la ventana. Por asuntos familiares... —¿No sería más bien por codicia? Hay una frase de Unamuno que me encanta: «A los españoles nos trae a mal traer la sobra de codicia y la falta de ambición». —Pues es muy posible. —Eso también puede explicar la corrupción. Quizá en la Transición, como había que hacer cosas más importantes, no había tiempo para tanta codicia. —Eso coincide con la definición que no sé quién daba de la avaricia: «La avaricia es la ambición inhibida por el miedo». —Volviendo a España como problema, que dijo Laín en la Posguerra, replicado por Calvo Serer con su «España sin problema», ¿cómo estamos ahora? Amelia Valcárcel, que es nueva revista · 159

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compañera suya en el Consejo de Estado, decía en una entrevista triotismo por la leyenda reciente que los españoles hemos negra: los demás no son hecho algunas cosas importantes, mejores pero que en el fondo somos gente corriente. —Es que todo el mundo es corriente, claro. Los romanos eran gente corriente, el que no era corriente era César, por ejemplo, o Cicerón. Pero los romanos eran gente corriente y todo el mundo es gente corriente. Ahora bien, los españoles somos uno de los pueblos sin el cual no puede escribirse la historia del mundo. Es decir, Dinamarca es muy respetable, pero puedes escribir la historia del mundo sin mencionar a Dinamarca. Eso no se hace con España, Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia, Estados Unidos, China, y no hay más. Un pueblo sin el cual no se puede escribir la historia del mundo. Eso ya es una baza. Un pueblo sin el que no se puede escribir la historia del mundo, porque ha hecho cosas como América. —¿Y no hemos perdido como pueblo un poco de patriotismo? —Yo creo que mucho patriotismo y lo hemos sustituido por la introducción de la leyenda negra. Es decir, después de haber vivido unos años de falso entusiasmo, diciendo que éramos lo más grande que había en Europa, hemos pasado a decir que no hemos hecho nada, que estamos en pleno desorden, que todos los países de nuestro entorno son mejores. No lo son. Yo tengo una nuera italiana y un yerno argentino. Los dos dicen que este es el país del orden y de la seriedad. E Italia es un país muy Hemos sustituido el pa-

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Miguel Ángel Gozalo (izda.) con Miguel Herrero de Miñón

Foto: Carole Alfarah

serio, muy importante. Y Argentina es un país muy grande, muy valioso. España es un país serio, que ha hecho cosas muy serias, que tiene la segunda lengua del mundo. No es para estar tan triste como a veces se está. Y en eso, Rajoy tiene mucha razón, y hace bien en insistir en ello. Somos un gran país. No podemos considerarnos el culo del mundo. —Y el fenómeno de Podemos y Ciudadanos, como decíamos antes, ¿puede quedarse en unos apéndices de dos corrientes mayoritarias? —Yo creo que Ciudadanos ha sido una aventura que no sabemos cómo acabará, una aventura muy parecida a la famosa operación Roca, sin un líder político de la experiencia y calidad política que tiene Miguel Roca. Una desconfianza frente al Partido Popular, desconfianza que nueva revista · 159

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el Partido Popular ha dado motivo en ocasiones de tenerla, pero esa Felipe González, ha sido desconfianza ha creado un partidurante largos años un do que no se ve muy claro cuál es partido socialdemócrata su fuste ideológico. a la europea Y Podemos yo creo que es un fenómeno populista, muy parecido a otros en Europa y que tiene no una raíz, pero sí una causa, y la causa está en las medidas económico-sociales que ha impuesto la Unión Europea. Es decir, la Unión Europea también tendrá que pensar hasta qué punto puede supeditar todo a una lógica económica. Porque no todo son las reglas contables, y prueba de ello es que esas reglas contables no se las ha aplicado a Alemania o a Francia en muchas ocasiones, y cuando las han aplicado a Francia hay populismo en Francia. Yo creo que ahí, los políticos no solo europeos sino nacionales, y en este caso el partido que gobierna en España, tienen que ponderar lo que la lógica económica exige y lo que exigen otras lógicas. Es decir, cuando se habla de la Reforma de la Administración Local, y se dice: para ahorrar dinero hay que suprimir los pequeños municipios. Oiga y desertifica usted el territorio. Hay ocho mil y pico municipios en España, de los cuales siete mil y pico tienen menos de 20.000 habitantes. Lo que no se puede es suprimir eso. Eso enraíza e identifica la población y mantiene vivo el territorio. Habrá que buscar otras medidas, se podrán fusionar servicios, no necesita cada municipio sostener un polideportivo, pero lo que no se puede es, por razones de ahorro económico, desertificar el territorio. El PSOE, la gran obra de

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—La frase de Unamuno sobre La Constitución puede la ambición y la codicia se complemejorarse sin necesidad menta con otra perla de Chateaude reformarla briand: «La ambición sin talento para sostenerla es un crimen». Y esto nos ha pasado también aquí y nos está pasando. No vamos a dar nombres. Ha habido quien se ha creído Napoleón. —El Estado Social es indispensable. Pero tiene que ser un Estado Social justo, aunque no tiene porqué ser opulento y en ningún caso tiene que ser dispendioso. Se pueden poner muchos ejemplos. La sanidad española es estupenda, los médicos españoles son estupendos. Algunas veces hay derroche en el Estado Social, que como prestador de servicios esenciales, como tenemos en España, es irrenunciable. Pero hay que ajustar los gastos. Se ha gastado más de lo debido y se ha gastado en cosas rigurosamente inútiles, como los aeropuertos sin aviones. —Le veo crítico como siempre, según era su fama, pero optimista. —Yo soy más optimista en conjunto. Yo tenía un maestro, Jaime Guasp, que me decía, «Miguel, España es como el musgo, no dará flores pero lo aguanta todo». Y es cierto que ha dado muchas flores, nuestra historia es una historia llena de flores. Y el que no lo vea así y crea solo en la leyenda negra, es que no sabe historia. —Y la Transición fue un auténtico centro de mesa. —Un centro de mesa muy florido y muy hecho por todos, porque la verdad es que la Transición consiguió aunar el entusiasmo de políticos de derechas y de izquierdas, del centro y de la periferia. La Constitución fue votada en Cataluña nueva revista · 159

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más que en ningún otro sitio de España, de la clase alta y la clade transacción sino un pacse menos alta, de intelectuales y to de unión de voluntades trabajadores manuales. Fue un empeño nacional, y todavía en la calle hay mucha gente que a mí me para, y me figuro que pararán a muchos políticos de esa época, y me dicen: «Qué bien lo hicieron ustedes. ¿Por qué no se hace ahora así?». —¿Usted ahora se siente más político o más espectador? —Yo no soy político activo, pero toda mi actuación tiene un fondo político. Sea en el servicio público, sea con las cosas que escribo o predico por ahí. Y predico bastante, porque esta semana voy a Alicante a una reunión de Presidentes de Diputación para hablar del futuro de las Diputaciones provinciales. Yo creo que es una institución muy importante que sería un disparate suprimir. Y el mes que viene tengo que ir a un seminario de Derecho Constitucional que se organiza en Sevilla. Yo, todos los meses hago una o dos cosas docentes. —Y sigue escribiendo, claro. Recuerdo lo que escribió sobre Antonio Fontán, el fundador de esta revista: «La vida política española no ha sido en las últimas décadas un camino de rosas, propicio para el fácil cultivo de ciertos valores ajenos en la práctica rufianesca del navajeo. Pero Fontán, sin dejar de estar de una manera o de otra presente en la escena pública durante más de treinta años, se ha mostrado imperturbablemente leal, tolerante, liberal, amable y valiente». Eran virtudes muy romanas, según usted. —He escrito muchísimo en la prensa. Tengo recogidos cerca de mil artículos. Empecé a escribir en el año 66. La Transición no fue un acto

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lo que queda de la transición

Desde el año 88 al 2009 yo he Fontán nunca fue partiescrito al menos dos artículos sedario de la generalización manales. Me gustaría hacer una y homogenización de las selección. Si no, se pierde. Yo reAutonomías cuerdo que Fontán me habló de los estatutos, y lo cuento en las memorias mías en la Semana Santa del año 79, cuando él era ministro de Administración Territorial. Eso fue un disparate que le metieron a Suárez desde dos perspectivas: la derecha porque quería ahogar la autonomía catalana y vasca, generalizándola, y la izquierda porque no estaba segura de ganar las elecciones siguientes y quería trozos de poder en Extremadura, Andalucía, donde sabían que iban a ganar. Lo cual es muy patriótico, como ve. Aunque parezca que a Antonio Fontán, político ilustre si los hay, se le atribuyó en 1979 un Ministerio que parecía carecer de importancia, si se le hubiera dejado actuar hubiera sido trascendente, por ejemplo en lo relativo a los estatutos catalán del 36 y el vasco del 36, adobados con oropeles monárquicos. Fontán nunca fue partidario de la generalización y homogenización de las Autonomías. —En esa etapa de la Transición, ¿cómo consiguieron los siete ponentes crear ese clima de entendimiento entre gentes tan dispares? —Hombre, la verdad es que había varios vínculos previos. El único no vinculado era Fraga por razones de edad. Pero Gabriel Cisneros, Peces Barba y yo habíamos sido compañeros de Facultad y con un año también de diferencia con José Pedro; Solé y yo habíamos hecho oposiciones juntos a nueva revista · 159

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miguel ángel gozalo

Cátedra de Derecho Constitucional y nos habían echado a los table en España es lo que dos. Lo cual une mucho y revela se hizo en la Transición la agudeza del Tribunal. Y Roca, al que no conocíamos ninguno, es un hombre que cultiva las buenas relaciones. Yo, la verdad es que siempre tuve por el catalanismo especial simpatía antes de conocerle y eso facilitó el entendimiento. Fraga, cuando quería cautivar, cautivaba. Es decir, cuando quería ser simpático y amable, lo era. E inmediatamente entabló relaciones con todo el mundo. Y su mejor relación fue con Peces Barba. Entabló una tremenda amistad porque sedujo a Peces Barba, que probablemente era el más ingenuo de todos... Lo que es permanente y es-

Pasa siempre igual, uno seguiría hablando toda la tarde, y ainda mais. Pero en algún punto hay que detenerse. Salgo a la calle Mayor añorante de la Transición y reconfortado por el optimismo de uno de sus protagonistas. Al día siguiente, en el centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Juan Pablo Fusi va a insistir en lo mismo, al trazar, en la inauguración del curso académico, la perspectiva sobre la Transición, gracias a la cual España se había transformado y había conquistado la libertad, y que según este historiador, fue «una respuesta a la crisis española del siglo xx que no queremos ver ni deshonrada ni rectificada». A ver si es verdad. 

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POLÍTICA INTERNACIONAL

EL FIN DE LA ERA OBAMA: LUCES Y SOMBRAS DE SU LEGADO Daniel Ureña

El 8 de noviembre millones de ciudadanos de Estados Unidos están llamados a las urnas, lo que pondrá fin a los dos mandatos de Barack Obama, una presidencia repleta de luces y sombras que será evaluada al milímetro a partir de ahora. Obama llegó a la Casa Blanca tras vencer en las elecciones de 2008 con una brillante campaña electoral, en la que conectó no solo con la mayoría de los votantes de Estados Unidos, sino que despertó una corriente de simpatía en todo el mundo que contribuyó a mejorar la imagen del país, muy dañada tras los complejos años de la Administración Bush. Desde que asumió el poder en enero de 2009 y revalidara su mandato en 2013, el mundo ha cambiado mucho. Se abrió una etapa en la que el multilateralismo se consolidó y, por tanto, Obama optó por la diplomacia y la búsqueda de consensos y acuerdos internacionales para hacer frente nueva revista · 159

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a los desafíos globales. Hoy, una de las principales amenazas afecta a la seguridad, no solo por el surgimiento de Estado Islámico, sino también por el notable incremento del terrorismo yihadista en Estados Unidos, Europa y otras zonas del mundo. Además, en los últimos años Rusia ha iniciado una peligrosa estrategia para recuperar influencia geoestratégica, lo que supone una amenaza para los intereses tanto de Estados Unidos como de Europa. Pero no solo el contexto internacional ha cambiado, la realidad política de Estados Unidos también es muy diferente. Desde su toma de posesión, Obama ha vivido, además de su reelección, dos elecciones de medio término (midterms de 2010 y de 2014), en las que su partido ha perdido la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Además sufrió el auge del Tea Party, una escisión del Partido Republicano, cuyos líderes, muchos de ellos en el Congreso, han dificultado con su negativa algunas de las propuestas y promesas que Obama había establecido en su plan de gobierno. Esta situación de enfrentamiento llegó a uno de sus puntos culmen en octubre de 2013 cuando se produjo el cierre del gobierno (shutdown), del día 1 al 17, ante el desacuerdo entre los demócratas y los republicanos por la financiación de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, más conocida como Obamacare, que impidió aprobar los Presupuestos Generales a tiempo. Además, durante su gobierno, Obama ha tenido que hacer frente a la mayor crisis financiera de la historia de Estados Unidos desde la Gran Depresión de 1929, con un sistema bancario quebrado, con los índices bursátiles con cifras históricas a la baja, millones de personas endeudadas 26

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y una tasa de desempleo que llegó al 10% en 2009, una cifra récord para este país. Todos estos hitos se han reflejado en los niveles de aprobación de Obama. De acuerdo a la medición diaria de Gallup, uno de los centros de investigación más prestigiosos del país, Obama empezó su gestión en enero de 2009 con un 68% de aprobación y un 12% de desaprobación. Tocó fondo con un 56% de desaprobación en febrero de 2014 (frente a un 40% de aprobación) y en la actualidad se despide de la presidencia con un 54% de aprobación frente a un 42% de desaprobación, según los datos del día 11 de octubre de 2016, a menos de un mes de las elecciones presidenciales entre Hillary Clinton y Donald Trump y a tres de abandonar definitivamente la Casa Blanca. Sea cual sea el veredicto que la Historia tenga guardado para Obama, no podrán faltar algunos hitos, como que fue el presidente que acabó con Osama Bin Laden, el enemigo público de Estados Unidos tras el 11-S; que bajo su mandato se aprobó el matrimonio homosexual; que se produjo el nombramiento de la primera jueza hispana del Tribunal Supremo, Sonia Sotomayor; o que al poco de ser elegido presidente recibió el Premio Nobel de la Paz, un galardón muy cuestionado últimamente, en parte gracias a esta decisión. Pero los años de Obama, especialmente los últimos cuatro, también serán recordados por haber dejado en el tintero algunas de las grandes promesas y reformas con las que convenció al electorado en dos ocasiones. Por todo ello, con el objetivo de comprender mejor qué ha supuesto el gobierno de Obama se han seleccionado a continuación seis claves que pretenden dar una visión más completa sobre su legado. nueva revista · 159

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daniel ureña LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA

La crisis mundial originada en Estados Unidos en 2008 con la caída de Lehman Brothers supuso una nueva era en la historia financiera, hipotecaria y crediticia del país. Y apenas dos meses después desde que se materializara y se comenzaran a sufrir sus efectos, Barack Obama llegó al Despacho Oval. Desde entonces ha lidiado con la inestabilidad económica doméstica y externa, con tasas de desempleo de hasta el 10% y con una rebaja de los tipos de interés al 0% para frenar la caída. Un panorama económico muy diferente al que deja como legado tras su gestión. Independientemente de las interpretaciones de economistas, analistas, partidarios y detractores del presidente Obama, los principales índices económicos muestran una clara mejora de la situación económica nacional y una salida de la crisis. No obstante, los niveles de productividad, de deuda y los salarios bajos todavía no permiten hablar de una recuperación plena. Según los datos actualizados del Fondo Monetario Internacional en septiembre de 2016, Estados Unidos es el país con el producto interior bruto (pib) más potente del mundo y terminará el año con 18.561 billones de dólares, por encima del segundo, China, que lo hará con 11.391 billones de dólares. Teniendo en cuenta los datos más recientes, el pib creció en Estados Unidos un 0,4% durante el segundo trimestre de este año respecto al trimestre anterior y llegó a 1,3% de variación interanual. El déficit se situó en 2015 en un -3,46% del pib, una cifra considerablemente menor que el -13,15% del pib registrado en el año 2009, en plena 28

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Gran Recesión. Sin embargo, Estados Unidos también es el país más endeudado del mundo. Comparando las cifras del primer año de la crisis con el último del que se tiene registro, la deuda en 2008 era del 72,85% del pib mientras que en diciembre de 2015 la cifra llegó al 105,15% del pib, una situación consecuencia de la política desarrollada por el Estado en la que gastó dinero de más para intentar reactivar la economía durante la crisis. Uno de los efectos que aún persisten tras la crisis es el precio del dinero en Estados Unidos. Durante siete años, desde el 16 de diciembre de 2008 hasta el 17 de diciembre de 2015, los tipos de interés estadounidenses han permanecido en el 0%, una cifra que subió hace algo menos de un año al 0,25%, poniendo fin a una era de política monetaria hiperexpansiva que tenía como objetivo estimular la economía e impedir una segunda Gran Depresión. Tras la muestra de mejoras económicas, la Reserva Federal ha intentado subir durante 2016 los tipos. No obstante, cada vez que la entidad parecía decidida a tomar la decisión, un nuevo dato o índice económico retrasaba este momento, que puede llegar en los próximos meses, posiblemente una vez pasadas las elecciones de noviembre. No obstante, a pesar de los datos macroeconómicos, el índice que más ha mejorado —y en el que más incide Obama en sus discursos— es el del desempleo. Según los datos ofrecidos la primera semana de cada mes por la Oficina de Estadísticas Laborales del Departamento de Trabajo, en el peor momento de la crisis económica uno de cada diez estadounidenses que buscaban trabajo no lo conseguía, mientras que en septiembre de 2016, con una subida de una nueva revista · 159

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décima respecto a agosto, Estados Unidos tiene un 5% de desempleo, lo que se aproxima muy de cerca al pleno empleo. Esto supone la creación de más de catorce millones de empleos en Estados Unidos desde el año 2010. A pesar de las mejoras, la recuperación de Estados Unidos está siendo lenta en otros aspectos clave, como la productividad o el nivel de los salarios. La productividad, que mide el nivel de producción en relación a los recursos empleados para crear los productos (mano de obra, recursos, etc.), está cayendo desde hace tres trimestres y los salarios son más bajos que hace años, lo que está provocando una caída del consumo interno. Este dato, para un país que depende un 70% del consumo interno, supone un freno para la recuperación económica plena. No obstante, el éxito de la gestión económica de Obama es incuestionable. UNA POLÍTICA EXTERIOR MÁS ABIERTA Y DIALOGANTE

Uno de los cambios más significativos de la Administración Obama ha sido la ruptura con la forma de lidiar asuntos de política exterior desarrollada por sus predecesores. Obama ha apostado, sobre todo en su segundo mandato, por la diplomacia, el diálogo, la negociación y el multilateralismo con otras potencias para recuperar las relaciones con países históricamente enemigos o reconsiderar su posición en conflictos internacionales. Dos de los acuerdos históricos que formarán parte del legado de Obama son el restablecimiento de las relaciones con Cuba y el pacto nuclear con Irán. No obstante, todavía tienen que verse de manera más evidente los resultados, pero la firma de ambos acuerdos han sido dos hitos fundamentales de su segundo mandato. 30

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El 17 de diciembre de 2015 el presidente Obama compareció ante los medios de comunicación para anunciar la recuperación de las relaciones diplomáticas con Cuba tras más de cincuenta y tres años, poniendo fin al último vestigio de la guerra fría. Esta nueva era en las relaciones bilaterales supuso la reapertura de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, la reanudación de las relaciones diplomáticas suspendidas en 1961, el comienzo del fin del embargo total con la isla y el compromiso de ambas naciones para colaborar de forma mutua en asuntos de interés general como el tráfico de drogas y personas, la inmigración o la protección medioambiental. La cuestión del embargo, todavía pendiente de su aprobación en el Congreso, llevó el pasado 14 de octubre a Obama a firmar una nueva Directiva Presidencial de la Política sobre la Normalización de las Relaciones Estados Unidos-Cuba para consolidar los logros conseguidos y blindarlos para que ningún futuro inquilino de la Casa Blanca pueda derogarlos. No obstante, muchas voces critican este acuerdo debido a que las contraprestaciones por parte de la dictadura cubana han sido escasas. Por ello, mientras que el Gobierno de Obama avanzaba en sus relaciones con los dirigentes cubanos, las cárceles de la isla siguen estando repletas de disidentes cuyo único crimen ha sido discrepar políticamente del régimen. Apenas un mes después del anuncio del restablecimiento de las relaciones con Cuba, en enero de 2016, entró en vigor el acuerdo nuclear firmado en Viena entre Irán y otras seis potencias mundiales, por el que se limita el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de las sanciones que han aislado a Irán del panorama internacional durante nueva revista · 159

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años y han complicado su situación económica. Este pacto, aunque no restablece por completo las relaciones entre Estados Unidos e Irán, supone el primer paso para que ambos países se alíen en la lucha contra un enemigo común: el Estado Islámico. Un acuerdo histórico que pone fin a décadas de enfrentamiento y enemistad y abre una nueva etapa en el equilibrio de fuerzas y alianzas en Oriente Medio. El tiempo dirá si esta nueva estrategia funciona o no. LA REFORMA SANITARIA

Una de las grandes promesas que el presidente Barack Obama hizo a sus votantes desde el comienzo de su campaña fue la aprobación de una ley de salud que extendía y mejoraba la cobertura médica de todos los ciudadanos y regulaba la industria de los seguros médicos en Estados Unidos. Fue una promesa que cumplió el 23 de marzo de 2010 con la firma de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible (Affordable Care Act), más conocida como Obamacare, ratificada por el Tribunal Supremo en junio de 2012. Aunque no con el acuerdo de todas las partes. A diferencia de otros países de Iberoamérica o España, el sistema de salud de Estados Unidos no es gratuito y los ciudadanos son responsables de obtener una cobertura médica privada (no obligatoria). Para ayudar a las personas de escasos recursos y a los jubilados, el Gobierno de Estados Unidos creó en 1965 los programas Medicaid y Medicare. Sin embargo, cerca de cuarenta y ocho millones de estadounidenses (un 15,4% de la población) no tenían un seguro médico, ya que no cumplían los requisitos para acceder al Medicare o no tenían los recursos económicos 32

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suficientes para contratar un seguro privado. Este grupo de la población ha sido el mayor beneficiado de la nueva reforma sanitaria aprobada por Obama. Las cifras compartidas por el Gobierno han demostrado el funcionamiento de una ley que el candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, ya ha anunciado que anulará si llega a la Casa Blanca. Después de seis años de vigencia, más de veinte millones de ciudadanos tienen cobertura sanitaria y la tasa de no asegurados es la más baja de la historia. Además, 137 millones de estadounidenses con cobertura de salud privada se garantizan la cobertura de servicios preventivos sin costos compartidos, una cifra que incluye a 55 millones de mujeres y 28 millones de niños. LA REFORMA MIGRATORIA

La gran promesa incumplida de la era Obama ha sido la reforma migratoria. En Estados Unidos residen más de once millones de inmigrantes indocumentados y Obama prometió una nueva ley que regularizaría a cinco millones de ellos, la mayoría de origen hispano, con una reforma en la que contemplaba como una de las medidas estrella la legalización de los indocumentados que hubieran llegado al país antes de cumplir los 16 años y de los padres indocumentados de ciudadanos estadounidenses que lleven más de cinco años en el país. Sin embargo, ni el Congreso ni el Tribunal Supremo han permitido que esta promesa se cumpla. Durante su primer mandato Barack Obama trabajó para la elaboración de una ley que permitiera la legalización de más de cinco millones de personas en todo el país. Una normativa que desde el principio contó con la negativa del nueva revista · 159

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Partido Republicano. Ante esta situación, y considerando el alcance de la aprobación o no de esta nueva reforma, un grupo de ocho senadores (cuatro republicanos y cuatro demócratas), conocidos como «el Grupo de los ocho», negoció durante dos meses a principios de 2013 para desarrollar una nueva reforma integral con la que estuvieran de acuerdo ambas partes. En abril de 2013 la presentaron en el Senado y lograron su aprobación. Sin embargo, esta reforma no obtuvo la luz verde de la Cámara de Representantes. Tras varios años de parálisis en el Congreso, el presidente Obama cumplió sus advertencias y el 20 de noviembre de 2013 firmó una orden ejecutiva por la que aprobaba, sin necesidad del apoyo legislativo, la reforma migratoria que evitaría la deportación y ofrecería el acceso a un permiso de trabajo a más de cinco millones de inmigrantes indocumentados. Una decisión interpretada por muchos como abusiva por parte del Ejecutivo que fue denunciada por 26 estados, liderados por Texas. Tras varios fallos en contra en cortes estatales, el caso pasó al Tribunal Supremo de Justicia, que mantuvo el bloqueo, un decisión ratificada con empate en junio de 2016 a falta de un juez en la Corte Suprema tras la muerte del conservador Antonin Scalia. Finalmente, a principios de octubre de 2016 el Tribunal Supremo reiteró su opinión y rechazó la petición del presidente de reconsiderar su decisión poniendo fin a una tarea de más de ocho años que quedará en manos del próximo presidente. EL CIERRE DE GUANTÁNAMO

Otra de las grandes promesas de Obama que se quedará sin una resolución final es su controvertida propuesta de 34

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el fin de la era obama: luces y sombras de su legado

cerrar la prisión de Guantánamo. En su segundo día como presidente, Obama firmó el decreto para cerrar la prisión, por aquel entonces con más de doscientos detenidos, en el plazo de un año. Pero después de más de siete años y medio después, la medida no se ha concretado. Ya en la recta final de su mandado, el pasado mes de febrero presentó el plan definitivo del Pentágono para cerrar la prisión y trasladar a los 91 presos que permanecen en el centro a otras cárceles de máxima seguridad de Estados Unidos y otros países. Un plan que Obama apoyó en cifras (el penal supuso el año pasado un gasto de 450 millones de dólares), en ideas (lo considera una herramienta de propaganda para los terroristas) y en su ineficiencia (ya que no ha habido ni un solo veredicto sobre alguno de los presos desde el 11-S). Sin embargo, Obama no ha logrado convencer al Congreso con mayoría republicana y dejará su cargo con la prisión de Guantánamo en funcionamiento. EL CONTROL DE LAS ARMAS

Según ha declarado el propio Obama, el tema que más le ha frustrado durante su gestión ha sido la imposibilidad de establecer una regulación de la tenencia de armas en Estados Unidos, un asunto complejo que forma parte de la historia y la identidad del país. Durante sus primeros años de gobierno, cuando los demócratas tenían la mayoría en ambas cámaras, Obama centró sus esfuerzos en la reforma sanitaria y en la recuperación económica, cuestiones prioritarias en 2009. Pero desde ese mismo año se produjeron varios tiroteos de especial gravedad en Texas, Arizona, Wisconsin y Colorado, nueva revista · 159

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hasta que en diciembre de 2102 se produjo el tiroteo de la escuela primaria de Sandy Hook en la que murieron 28 personas, la mayoría de ellos niños. A partir de ahí Obama puso en marcha una serie de medidas para controlar las armas en todo el país. No obstante, han sido insuficientes y no han impedido otras masacres en el último año en Carolina del Sur, en Oregón, en San Bernardino (California) o en Orlando el pasado mes de junio. El debate sigue abierto entre los partidarios del control de armas y los defensores de la Segunda Enmienda de la Constitución por la que justifican la libertad de los ciudadanos a portar armas para defenderse. El contexto actual, en el que la amenaza terrorista sigue acechando al país, quizá no sea el mejor, pero lo que está claro es que será uno de los grandes desafíos para el inquilino de la Casa Blanca, que gane quien gane ya no llevará el apellido Obama. 

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DESPUÉS DEL BOOM: PRAGMATISMO ECONÓMICO Y ESTRIDENCIA BOLIVARIANA Emili J. Blasco

América Latina se encuentra en un cambio de rasante. La prosperidad lograda durante el boom del precio de las materias primas se ve dañada por la crisis que atraviesan numerosos países, acuciada en algunos de ellos por dogmatismos políticos de izquierda. Latinoamérica deja atrás su década de oro, pero lo que viene no tiene por qué ser otra década perdida, como la de los años ochenta. Es el momento propicio para las reformas y para los proyectos de integración de mercados: ambos como medios para asentar unas economías aún muy dependientes de la exportación de unos pocos productos y para tratar de recobrar los estándares democráticos, menospreciados por ciertos gobiernos. Más de medio continente avanzará probablemente en esa positiva línea, pero el bolivarianismo, aunque en situación de pérdida de apoyo, amenaza con lastrar la situación allí donde se agarra. nueva revista · 159

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En los últimos cinco años, el largo ciclo de bonanza de la economía latinoamericana —un notable progreso económico y social generalizado— se ha visto truncado. La llamada década de América Latina, de 2004 a 2013, acabó cuando se produjo el pronunciado descenso del precio de las materias primas, sobre todo de los minerales e hidrocarburos, cuya exportación constituye la mayor parte de ingresos de buena parte de los países de la región. Las bases para el crecimiento se habían puesto ya en los años noventa, cuando la consolidación de regímenes democráticos y las medidas de choque contra la galopante inflación previa permitieron aprovechar una nueva época de crecimiento económico mundial. El salto económico fue especialmente notable entre 2004 y 2008, con un aumento del pib del 5,2% de promedio anual en la región. Luego la crisis financiera global atemperó algo las cifras en muchos países, si bien en ciertos lugares los números siguieron siendo altos. Aún hoy, acabado el ciclo expansivo general, Perú, Bolivia y Paraguay continúan con crecimientos superiores al 3% del pib, tal como ocurre en las naciones de Centroamérica, cuyas economías dependen menos de la exportación de materias primas. Esa buena marcha económica a lo largo del decenio facultó reducir el paro en la región, de un promedio del 11,3% en 2004 al 6,2% en 2013. También hizo posible una importante mejora en la distribución de riqueza, de manera que si en 2002 la población latinoamericana que vivía en la pobreza era del 44%, en 2014 se había reducido al 28%, de acuerdo con las cifras de la Cepal, la organización de las Naciones Unidas para el desarrollo de 38

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Latinoamérica. Por su parte, la clase media pasó del 23 al 34%. Los mayores ingresos del Estado, no obstante, sirvieron también para alimentar la corrupción y para diseñar un sistema de programas sociales cuyo fin primordial era el clientelismo electoral. Eso ocurrió sobre todo en países con grandes ingresos por petróleo (o gas), cuyo precio por barril pasó de diez a cien dólares a lo largo de la década. Sobre esa ingente disponibilidad de capital se asentaron los populismos de izquierda de Venezuela, Bolivia, Ecuador y, con dinámicas internas algo distintas, de Brasil y Argentina. México y Colombia, países en los que el sector petrolero tiene también importante peso, en cambio, utilizaron los recursos para mejorar el propio entorno de inversiones. El desplome del precio del crudo a partir de junio 2014 —a finales de ese año había caído a los 45 dólares por barril, lo que supone una depreciación del 60% en pocos meses— marcó el brusco cambio de signo. En el caso de los minerales, su depreciación había comenzado un poco antes, a un ritmo más moderado, debido a la gradual desa­ celeración de la economía china: a la vez que bajaba el precio, también lo hacían los volúmenes de hierro y cobre —también grano de soja, por citar los tres principales productos— que Pekín importaba de Sudamérica. En los últimos años, el área de Latinoamérica y el Caribe se había convertido en el cuarto socio comercial de China, solo por detrás de Estados Unidos y sus vecinos asiáticos de Japón y Corea del Sur, de ahí la influencia en la región de cualquier variación en la economía china. En 2014, el valor de ese comercio bajó por primera vez desde 2009. nueva revista · 159

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Las dificultades presupuestarias que todo esto supuso para los gobiernos latinoamericanos comenzó a tener consecuencias políticas. El caso más palmario ha sido el de Venezuela, donde el cese de la entrada en caja de ingentes ingresos petroleros ha llevado al colapso económico e institucional del país, que está sumido en una grave crisis humanitaria por falta de alimentos y medicinas. Con el retroceso de capital a libre disposición comenzaba a retroceder también la marea del dominio social bolivariano. En diciembre de 2015 la oposición logró una amplia mayoría en las elecciones parlamentarias de Venezuela. Un mes antes, el kirchnerismo fue desalojado de la presidencia argentina; en marzo de 2016, Evo Morales perdió un referéndum para poder optar a la reelección en Bolivia. Simultáneamente, en Brasil se tramitó el impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff, a raíz de escándalos de corrupción que arrastran también a su antecesor, Luiz Ignácio Lula, y erosionan el poder que había llegado a tener el Partido de los Trabajadores brasileño. La previsión de ese declive de popularidad del bolivianismo, y por tanto el riesgo de perder la ayuda económica que recibe de Venezuela, fue una de las razones por las que Cuba abrió el diálogo secreto con Estados Unidos en 2013, justo tras la muerte del benefactor Hugo Chávez. Si La Habana había intentado compensar la pérdida de las subvenciones soviéticas, a raíz de la caída del telón de acero, con el petróleo venezolano, ahora buscaba un nuevo salvavidas financiero. El restablecimiento en 2015 de plenas relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, en cualquier caso, constituye uno de los principales aconteci40

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mientos de los últimos años en Latinoamérica, como también lo son las negociaciones del Gobierno de Colombia y la guerrilla de las farc. El desarrollo de ambos procesos va a tener un gran protagonismo en el nuevo quinquenio ya comenzado. LA HORA DE LAS REFORMAS Y LA INTEGRACIÓN

En un entorno de más dificultades económicas, los gobiernos latinoamericanos están llamados a aplicar los próximos años un mayor pragmatismo en sus políticas presupuestarias. «Con menos ingresos disponibles para pacificar poblaciones nerviosas, los nuevos gobiernos probablemente serán económicamente más pragmáticos que sus predecesores», asegura un informe de Stratfor. Esta firma de inteligencia global pronostica que posiblemente los líderes de izquierda se abstendrán de nacionalizaciones en masa o de hostigar a compañías extranjeras: «alentarán inversiones en lugar de ahuyentarlas». En esa línea, la nueva coyuntura económica debería forzar a América Latina a hacer reformas. El Fondo Monetario Internacional propone dos tipos de mejoras, destinadas a conseguir que el crecimiento no esté tan ligado a condiciones externas. En primer lugar, la diversificación de la estructura productiva, orientada hacia una reindustrialización, así como un avance tecnológico en los procesos de explotación de bienes naturales para ganar en competitividad. También debería haber una diversificación del comercio con China, para que no estuviera tan limitado a las materias primas. En segundo lugar, Latinoamérica debería hacer importantes progresos en integración regional, nueva revista · 159

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algo que comenzó a procurarse en la década de 1990, pero que con el tiempo perdió inercia. Junto a estos dos objetivos, el fmi apunta la mejora de la calidad de la educación y la inversión en infraestructuras. Lubricante ideal para todo eso sería un incremento del precio del petróleo, que los expertos creen que a corto plazo se situará por encima de los cincuenta dólares el barril, aunque las previsiones al alza están tardando en cumplirse. En cualquier caso, difícilmente América Latina va a conocer en el futuro un desarrollo que aumente su peso relativo en la economía global. Adrián Bonilla, anterior responsable de la red flacso, la institución creada por la onu para el desarrollo de las ciencias sociales en Latinoamérica, estima que, si se hacen bien las cosas, el continente americano, descontado Estados Unidos y Canadá, seguirá generando el mismo 8% del pib mundial. La previsiones del fmi para 2030 apuntan precisamente a ese mantenimiento de la cuota de la producción de riqueza general. Pero para ello deben tomarse medidas. La más comúnmente citada, como ya se ha hecho referencia, es la imperiosa necesidad de integración de mercados, en un continente cuya principal característica física es la fragmentación provocada por la cordillera de los Andes y la selva de la cuenca del Amazonas. «Fragmentada como está, América Latina no tiene capacidad para los niveles de desarrollo que pretende. La integración no es un lujo, sino una necesidad», afirmó Enrique García, presidente de la Corporación Andina de Fomento (caf), en un reciente encuentro en Washington dedicado a las perspectivas de 42

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desarrollo regional. En ese acto, Enrique Iglesias, antiguo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (bid), lamentó que hasta ahora a Mercosur le haya faltado el empuje de sus dos principales socios, Brasil y Argentina. Por su parte, Augusto Latorre, economista del Banco Mundial, advirtió que el crecimiento que necesita la región no vendrá de la demanda doméstica de cada país, sino de la integración de mercados nacionales, pero no concebidas esas uniones islas, sino como medio para la interacción global. El desarrollo efectivo del Mercado Común del Sur debiera ser la gran noticia económica de los próximos años. Si una zona transfronteriza de Sudamérica está especialmente llamada a un notable progreso, esa ha sido siempre la que va del tercio sur de Brasil a la mitad norte de Argentina, con Paraguay y Uruguay en medio. Lo que está dictado por la geografía y el clima quiso ser aprovechado finalmente en 1991 con la puesta en marcha de Mercosur. Pero la unión aduanera se vio lastrada primero por inestabilidad económica de Brasil en los años noventa y luego por la inestabilidad doméstica de Argentina en la década siguiente; después vino el boom de las materias primas, que hizo que cada país se concentrara en sus exportaciones hacia terceros países. Así, en 2013 el comercio intrarregional era solo el 15,5% del comercio total conducido por sus miembros. Los cambios políticos operados en Brasilia y Buenos Aires debieran servir para reactivar este club comercial. En el caso de Brasil, no porque Dilma Rousseff no estuviera ya suficientemente comprometida con la idea, sino porque la necesidad de una nueva política económica obliga a reducir el proteccionismo brasileño y por tanto aconseja apostar aún nueva revista · 159

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más por Mercosur; en el caso de Argentina, porque Mauricio Macri ha recuperado la bandera del libre comercio que había sido enterrada por el kirchnerismo. En esa nueva dinámica que pone las razones económicas por encima de las políticas, Venezuela tiene poco espacio en Mercosur, donde entró en 2012 como estrategia del bolivarianismo. Solo dejando a un lado a Venezuela, al menos de momento, la organización puede avanzar en sus propósitos originarios. Un avance de Mercosur permitiría equilibrar el esfuerzo comercial de las dos mitades de Sudamérica, esta encarada hacia el Atlántico y la que se encuentra al oeste de los Andes, articulada en la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México), organización que desde su creación en 2011 ha dado un importante salto. En los próximos años, esa alianza se beneficiará del aumento de los contactos con Asia y del crecimiento de esa región. El éxito de ese club llevará a otros países a llamar a su puerta, como ya ha hecho Costa Rica. Otro candidato podría ser Ecuador, en el supuesto de que en ese país se produzca un cambio político. Ambos pulmones comerciales seguirán contando con el oxígeno que aportan las relaciones con China. La moderación del crecimiento chino ha contribuido al fin del ciclo de bonanza de la economía latinoamericana, pero eso no quiere decir que las importaciones de materias primas que ordene por Pekín no vayan a seguir siendo importantes. Así, el plan de cooperación entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (celac) para el periodo 2015-2019 prevé un comercio anual por encima de los 500.000 millones de dólares. No obstante, en esa relación van a ir adquiriendo un creciente peso las inver44

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después del boom: pragmatismo económico y estridencia bolivariana

siones financieras directas, que pueden llegar a 250.000 millones de dólares en el conjunto de los próximos diez años. Las consecuencias del fin del boom de las materias primas debiera llevar a los gobiernos latinoamericanos a introducir ciertas correcciones en los acuerdos con el gigante asiático. A pesar del enorme volumen de ese comercio, «casi no hay pensamiento estratégico en el hemisferio [occidental] orientado a cómo maximizar los beneficios», advierte el Atlantic Council, un think-tank de Washington, en un informe dedicado a analizar cómo ese comercio «puede ser un win-win», es decir, que lleve a ganar a las dos partes. Entre los consejos están más transparencia de los acuerdos bilaterales, un mayor papel de los organismos multilaterales para supervisar ciertas cláusulas y fomentar una política de reciprocidad. H U I D A H A C I A D E L A N T E D E L B O L I VA R I A N I S M O

El fin de la década expansiva, ya se ha dicho antes, augura una agenda de mayor pragmatismo económico y rigor presupuestario para los próximos años. Además, aconseja la adopción de reformas que permitan poner las bases para un crecimiento menos sujeto a ciclos externos. Pero políticamente no todos los países responderán de modo adecuado. La previsible mayor inestabilidad social y política puede dificultar la aprobación de las soluciones correctas, por más que los recortes vayan a ser generalizados. Las sociedades latinoamericanas han vivido la década de oro con bastante estabilidad política. Allí donde el pib seguirá creciendo por encima de la media probablemente continuará habiendo ese mismo clima. Es el caso singular nueva revista · 159

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de Perú, donde la calma tras la ajustada victoria de Pedro Pablo Kuczynski en abril de 2016 demostró una consolidación institucional nada desdeñable en un entorno que ha visto mermados los estándares democráticos. En cualquier caso, el consenso básico dependerá de la cooperación entre Kuczynski y la mayoría parlamentaria de Keiko Fujimori. En Chile, Paraguay y Uruguay los respectivos procesos electorales de los próximos años pueden alterar el tono del debate, pero de momento nada indica que vaya a deteriorarse sustancialmente la paz social. Más incógnitas presentan México, donde la presidencia de Enrique Peña Nieto ha malogrado las expectativas que generó, y sobre todo Brasil y Argentina, donde la enconada lucha política puede minar los esfuerzos de los respectivos gobiernos para enderezar la economía. Por lo demás, casi todos los países están expuestos a la general ola anti establishment que se observa en muchos lugares del mundo, aprovechada por diversas formas de populismo. Donde diríase que la inestabilidad está asegurada es en las plazas fuertes del bolivarianismo. El menor apoyo social cosechado en varias votaciones recientes llevó a hablar del fin de ese particular populismo de izquierdas; sin embargo, lo que puede suceder en varios casos es una fuga hacia delante. Así, lo previsible es que varios de esos regímenes aceleren su deslizamiento por la pendiente de un creciente autoritarismo, en caso de no ser sustituidos. Es la senda que recorre Venezuela, donde el interés del chavismo por esquivar la Asamblea Nacional, controlada por la oposición desde diciembre de 2015, ha llevado al Gobierno a romper del todo el orden constitucional. Se produzca o no 46

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después del boom: pragmatismo económico y estridencia bolivariana

un recambio interno de Nicolás Maduro a partir de comienzos de 2017, el chavismo seguirá dirigiendo el poder al menos hasta las presidenciales de finales de 2018. Igual huida hacia delante está protagonizando Daniel Ortega en Nicaragua, cuya esposa concurrirá como candidata a la vicepresidencia en las elecciones del próximo año, vetadas por el sandinismo para la mayor parte de la oposición. En Ecuador, la Alianza País de Rafael Correa ha recurrido a extrañas operaciones, como la importación de fusiles no solicitados por las Fuerzas Armadas y la formación de grupos de choque callejeros, algo que no encaja en los supuestos democráticos y siembra sospechas. También en El Salvador, la antigua guerrilla del frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (fmln) ha dado muestras de acoso a la oposición, mientras que hay dudas de que en Bolivia Evo Morales acepte de buena gana irse a casa cuando termine su mandato. De ese mismo poso contrario a la democracia liberal, y con el mismo eficiente asesoramiento cubano del que algunos de los movimientos citados se han beneficiado, pretende surgir la nueva formación política de las farc, la guerrilla colombiana. La implementación del acuerdo de paz que pueda alcanzarse tras el fallido plebiscito va a ocupar los próximos años. Posiblemente podrá llevarse a cabo sin críticos sobresaltos, pero la fortaleza que puede adquirir la izquierda podría condenar a medio plazo al país a una cierta ingobernabilidad, lo que perjudicaría el estirón económico que prevén los colombianos. La mayor estridencia a la que está abocada el bolivarianismo va a alterar la convivencia en las organizaciones nueva revista · 159

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multilaterales regionales. La celac, que reúne a todos los países de la Organización de Estados Americanos (oea) menos Estados Unidos y Canadá e incluye a Cuba, y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) surgieron en 2010 y en 2011, respectivamente, como iniciativa principal de Brasil y las naciones del Alba (en el caso de la celac también hubo interés de México, luego venido a menos), mientras que el resto de países dejaron hacer. Hoy esa dinámica se ha roto, por lo que es de esperar menos acuerdos y más roce entre delegaciones, al tiempo que la celac y Unasur perderán algo del protagonismo que habían alcanzado. De hecho, la oea ya ha recuperado su posición predominante, además con informes críticos contra Venezuela y Nicaragua, en términos con los que pocas veces la organización se había expresado. 

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IBEROAMÉRICA. CASO A CASO

ARGENTINA 2011-2016: DE CRISTINA A MACRI Rosendo Fraga

La nota característica del último lustro de política argentina ha sido el cambio: en diciembre de 2011, Cristina Kirchner era reelecta en primera vuelta con el 54% y cuatro años después, su candidato, Daniel Scioli, es derrotado en la segunda vuelta, por margen estrecho del 2,6%, por un político emergente proveniente del ámbito empresario, Mauricio Macri. El kirchnerismo que gobernó la Argentina tres períodos consecutivos entre 2003 y 2015, fue la expresión local del populismo que dominó la política latinoamericana durante la primera década del siglo xxi y los primeros años de la segunda. Tanto en la política regional como en la global, Cristina Kirchner —como antes su extinto esposo y también presidente— se alineó con esta corriente ideológica. Cabe mencionar que en su última participación como jefa de estado en la asamblea anual de la un, se reunió con solo dos presidentes del mundo: el de China y el de Venezuela, nueva revista · 159

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confirmando así que la primera era su aliado en el ámbito global y la segunda en el regional. El triunfo de Macri en la Argentina en noviembre de 2015 marcó el inicio del retroceso del populismo latinoame­ ricano, que dominó la región durante más de una década. Winston Churchill decía que «los gobiernos populistas se terminan cuando se acaba la plata para financiarlos», y América del Sur confirma esta tesis. El último año que la región creció fue 2014, y quienes gobernaban ganaron las cuatro elecciones presidenciales que tuvieron lugar en ella: reelección de Dilma en Brasil, de Evo Morales en Bolivia, de Santos en Colombia, —apoyado por el populismo en función de su frustrado acuerdo de paz con las farc contra un candidato del expresidente Uribe—, y el Frente Amplio volvió a ganar en Uruguay con una nueva Presidencia de Tabaré Vázquez. Pero en 2015 y 2016 América del Sur fue la región del mundo que menos creció. Se sucedieron así las derrotas del kirchnerismo en Argentina en noviembre del año pasado; la del chavismo en las elecciones legislativas que tuvieron lugar en diciembre; Evo Morales fue derrotado en un referéndum para tener un cuarto mandato consecutivo en febrero; en mayo fue suspendida Dilma en Brasil; en junio un economista neoliberal, Kuckzynski, gana en Perú; seguidamente Correa fracasa en lograr un referéndum para tener un cuarto mandato consecutivo; en agosto Dilma es destituida en Brasil, y el 2 de octubre el gobierno colombiano fracasa en el referéndum para aprobar el acuerdo de paz con las farc. Todo esto sucede en menos de un año y tiene una dirección político-ideológica clara: la región sale del populismo 50

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argentina 2011-2016: de cristina a macri

y crecen o llegan al poder expresiones políticas y programas de gobierno que pueden ser considerados de centro-derecha, más allá de diferencias que se dan en cada caso. Las circunstancias hicieron que Argentina con el triunfo de Macri fuera el primero de esta serie de hechos electorales y políticos, y de ahí su significación regional. Tras una apertura internacional que tuvo por objetivo recomponer las relaciones con los países desarrollados de Occidente, en la última semana de marzo, antes que Macri cumpliera cuatro meses en el poder, visitó el país el presidente Obama. Su definición fue contundente: «Argentina es el ejemplo para la región». Es el mismo tipo de afirmación que el presidente Clinton hacía acerca de Chile veinte años antes. Al abrir en la primera semana de septiembre un foro para inversores extranjeros realizado en Buenos Aires, Macri dijo respecto a la elección de medio mandato que tendrá lugar en octubre del año próximo: «Creo que vamos a tener una elección maravillosa que va a confirmar la elección que hemos elegido». Dada la experiencia argentina, en la cual en seis de las últimas siete elecciones presidenciales la previa anticipó su resultado, tiene lógica que lo diga. Mientras tanto, el primer año de Macri muestra que está sobre las expectativas en materia política al lograr acuerdos claves en un Congreso en el cual está en minoría en ambas cámaras, movimientos en política exterior de acuerdo a lo esperado y por debajo de las expectativas en lo económico, al demorarse el crecimiento y las inversiones a las cuales apostó desde el primer día. 

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VENEZUELA: EL ENFERMO DE AMÉRICA LATINA Xavier Reyes Matheus

A las telenovelas —los recordados culebrones, tan populares en los años noventa— se debe en buena medida la imagen que en muchos lugares del mundo se tiene de Venezuela. Escribiendo sobre la técnica de este género de programas, uno de sus autores más celebrados, el fallecido José Ignacio Cabrujas, ponía énfasis en la necesidad de conducir el argumento hacia un final que explicara todo el sentido del relato. Si Blancanieves muerde la manzana y simplemente muere, explicaba, los lectores se quedarían desconcertados preguntándose por qué se les contaba aquella historia. «Un relato tiene que aterrizar en un desenlace», decía el guionista y también importante dramaturgo; «de otro modo lo que queda es una gran perturbación»1. Sin embargo, en el drama contemporáneo de Venezuela, el protagonista murió hace ya tres años y aún nadie sabe en qué consiste aquella fábula del «socialismo del siglo xxi», ni cómo terminará la incomprensible sucesión de episodios rocambolescos con los que el país sudamericano consigue siempre altos datos de share en los telediarios de todo el planeta. 52

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venezuela: el enfermo de américa latina E L C H AV I S M O D E S P U É S D E C H Á V E Z

«No hay chavismo sin Chávez» era el mantra de la oposición, que ya desde los primeros años del régimen pretendía usar el referendo revocatorio para sacarle del poder. La frase resultaba una obviedad a los ojos de cualquiera, teniendo en cuenta el apabullante personalismo al que parecía reducirse un fenómeno que, por encima del credo socialista, por encima del culto a Bolívar o por sobre la mano alargada de Fidel Castro, era fundamentalmente el hombre al que enfocaban las cámaras de Aló, Presidente; la lengua sin freno ahora reencarnada en Duterte —el actual presidente de Filipinas—, y dirigida un día contra Bush, otro contra el arzobispo de Caracas y otro contra el secretario general de la oea; la estampa del autoritarismo tropical, que abandonaba de pronto el chándal tricolor para usurpar las galas del general de brigada. Aun con lo sencilla que resultaba la ecuación, el hecho de que el chavismo no pudiera sobrevivir sin su caudillo resultaba tanto más descorazonador cuanto que nada parecía ser capaz de contener el tornado demagógico que hacía lucir raquítica y débil a la política tradicional, e hipócritas y burocráticos a los líderes moderados. Y entonces, de pronto, el hecho biológico llegó como el recurso tirado de los pelos por un libretista excesivamente imaginativo. Creerlo resultaba muy difícil, considerando que, tras varias décadas de presidentes-ciudadanos, perfectamente identificables en la vida burguesa (con sus cátedras universitarias, sus domicilios privados, sus familias o sus devaneos extrafamiliares), Chávez se había rodeado del misterio propio de líderes como Gadafi o Kin Jong-Un: no se sabía dónde residía exactamente, si tenía alguna pareja, quiénes formanueva revista · 159

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ban su círculo más cercano. Toda esta opacidad se acentuó aún más durante la enfermedad, y mientras unos insinuaban que había muerto, otros pensaban que el pronóstico no sería muy grave. Sobraban razones para desconfiar después de aquel episodio de 2002, cuando fue destituido de la presidencia por el Alto mando militar y a los tres días se le vio volver, premiando a los que apoyaron su regreso y purgando las Fuerzas Armadas de todos los que se le habían mostrado contrarios. Con la nueva reclusión nadie podía asegurar que no se tratase también de una jugada táctica, destinada a probar las lealtades. Se anunció su muerte y la confusión no se alivió: se dudaba sobre la fecha cierta en que había muerto, y los periodistas desmentían la versión oficial asegurando que el fallecimiento había tenido lugar en La Habana. Por las calles de Caracas solo paseó, según se dijo, un ataúd vacío, y los planes iniciales de embalsamar el cuerpo y someterlo, como el de Lenin, a la devoción popular, cambiaron súbitamente. Hoy no se ve más que el monumento sellado del Cuartel de la Montaña. Pues ¿qué ha sido entonces del chavismo sin Chávez, después de aquella súbita intervención de lo imponderable en una trama que nadie esperaba ver desarrollarse así? Los propios herederos del difunto parecieron, al principio, dominados por la superstición sobre el líder imprescindible, y mientras Nicolás Maduro reproducía casi cómicamente, como un imitador, los gestos y las inflexiones del que llamaba su padre, el régimen se disponía a organizar los altares y las liturgias en los que mantener viva la memoria del Comandante eterno. Pero muy pronto se demostró que este empeño era innecesario en una sociedad que, como la vene54

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zolana, nunca ha valorado especialmente la preservación del pasado (Caracas es lo menos parecido a una ciudad-museo, y las generaciones criadas al calor del boom petrolero aprendieron a estimar más que nada la modernización de signo americano, lo nuevo, lo confortable y lo que está de moda). En todo caso, confiar en estos tiempos la lealtad de la gente a un vínculo romántico no habría sido demasiado realista: a fin de cuentas, el chavismo es un fenómeno posmoderno, jaleado desde la retórica por el viejo repertorio de altisonantes eslóganes emancipadores, pero movido, en verdad, por la antiheroica e irresistible atracción del dinero fácil, al que se accede ora por vía del asistencialismo, ora haciéndose cliente de la omnicomprensiva revolución. El espectro de Chávez también representaba para Maduro, por otra parte, el peligro de una comparación que no podía por menos de resultarle odiosa. Los primeros pasos del sucesor mostraron cruelmente todo lo que no tenía: ni la autoridad, ni la sagacidad, ni el carisma, ni la cercanía del malogrado teniente coronel. La condición de primus inter pares que le confirió el líder al elegirlo entre todos los jerarcas chavistas (en medio de una ceremonia trágica, última aparición pública de Chávez antes de irse a morir) no bastaba para echar bajo la silla de Maduro un suelo que no pudiera hundirse, y todo el mundo dio por supuesto que se trataría de un gobierno de trámite, sobre el que los aspirantes a sucederlo (igual en las filas del chavismo y en las de la oposición) descargarían las consecuencias que habrían de acarrear el duelo y la frustración entre las masas huérfanas. Cuando, a partir de 2014, se vio que tocaba despedir el buen momento que unos años antes había disparado los nueva revista · 159

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precios del petróleo venezolano hasta llegar a promediar los 103 dólares por barril (cuando Chávez asumió la presidencia en 1999 se pagaba a 16 dólares), quedó claro que el nuevo avatar del régimen iba a estar asociado a la penuria económica. Así y todo, no parece que el escenario actual se haya planteado nunca ni en las peores pesadillas de los venezolanos. Habiendo recibido por el ingreso de pdvsa aquel gigantesco caudal de dinero, la nación tiene compromisos hasta 2027 que ascienden hasta los 92.750 millones de dólares. Mientras, las reservas internacionales están agotadas, la inflación es la más alta del mundo y el tejido empresarial se halla devastado, de modo que el desabastecimiento es general. Sin medicinas, sin alimentos, sin productos de aseo personal; debiendo ganar más de veintidós salarios mínimos para poder comprar la cesta básica del mes que le permita comer a una familia de cinco miembros, la población gobernada por Maduro tiene la percepción de enfrentar una hora apocalíptica, y todo el mundo espera, dentro y fuera del país, que esta olla en ebullición reviente más pronto que tarde. Pero total es que el régimen, con su débil y desprestigiado presidente; muy mermado en popularidad; decaído en su antigua posición de árbitro de la política latinoamericana, no deja aún ver ni una sola de las costuras por las que se supone que ha de empezar a desbaratarse. Esperando algún signo de ese principio del fin, el foco de las miradas ha estado fijo sobre dos importantes figuras de la nomenclatura, habida cuenta de su ascendiente entre el estamento militar. Por una parte, el todopoderoso Diosdado Cabello, que, aunque desalojado de su cargo de presidente del poder legislativo, se mantiene, según las in56

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formaciones manejadas por la dea, como el jefe del llamado Cártel de los Soles, el grupo de altos mandos de la Fuerza Armada a los que se vincula con el narcotráfico internacional. Por la otra, está el general Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa, al que se le atribuyó una decisiva actuación para hacer respetar los resultados que en diciembre de 2015 favorecieron a la oposición en las elecciones legislativas. En julio de 2016, además, Maduro atribuyó a este militar unas competencias que lo elevaban por sobre los demás miembros del gabinete, al encargarlo de la llamada «Gran Misión de Abastecimiento Soberano y Seguro», el programa de medidas desplegadas para combatir la «guerra económica» que, según el presidente, hacen contra Venezuela los aliados del imperialismo y a la que acusa de ser la auténtica causante de la escasez y la carestía. Lo cierto, sin embargo, es que, a pesar de los distintos polos de poder entre los que orbita el chavismo, el elenco de secundarios que ha venido a asumir fragmentariamente el papel del protagonista muerto ha logrado mantener con eficacia un orden que parecía muy inestable, pero que sale adelante gracias al grado de compromiso con el que todos velan, desde la interpretación de sus partes respectivas, por la causa común. Quizá sea más acertado compararlo con un equipo de fútbol, en el que a Maduro y a los caciques militares corresponde la delantera, mientras los jueces del Tribunal Supremo se encargan de la defensa y en el arco está plantado el portero estrella del régimen, atento a que nadie le cuele más goles que los estrictamente necesarios para entretener la ilusión de la grada: el Consejo Nacional Electoral, componedor del sufragio y gobernado nueva revista · 159

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por su inefable presidenta, Tibisay Lucena. Los parones de esta última solo se requieren en tiempo de urnas; pero el hecho de que mientras tanto los líderes de oposición vayan acumulando popularidad, incidiendo algunos de ellos sobre las movilizaciones de calle que además se promueven desde varias y valientes plataformas estudiantiles, ha reclamado de los atacantes pasar a la ofensiva con brutales medios de represión. En la página web de la ong Foro Penal venezolano puede consultarse la relación individualizada de las decenas de casos cuyo encarcelamiento aparece asociado a razones políticas, acrecentadas en los últimos meses con nombres como el de Yon Goicoechea, dirigente estudiantil que en 2008 fue reconocido con el premio Milton Friedman por la Libertad, o el periodista Braulio Jatar, arrestado por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (sebin) tras publicar un vídeo en el que podía verse a Maduro huir a la carrera de las increpaciones de vecinos descontentos en un barrio de la isla de Margarita. El símbolo más destacado de la persecución chavista sigue siendo, no obstante, el exalcalde de Chacao, Leopoldo López, recluido en la cárcel de Ramo Verde. La impresionante campaña internacional para pedir su libertad ha incluido declaraciones del presidente Obama, del Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la onu y hasta una carta abierta dirigida a López por Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (oea), en la que se reconoce sin ambages que en Venezuela «hoy no rige ninguna libertad fundamental ni ningún derecho civil o político». Lejos de ceder, el régimen ha respondido, por boca de un envalentonado Diosdado Cabello, afirman58

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do que el fundador del partido Voluntad Popular será acusado como responsable de 43 muertes que se produjeron durante varias protestas antigubernamentales arengadas por López, entre febrero y junio de 2014. Al desmedro que han supuesto para el régimen chavista aquellas manifestaciones de la comunidad internacional contra sus métodos autoritarios hay que sumar, por otra parte, el cambio de signo político recientemente experimentado por varios gobiernos suramericanos que Venezuela contaba entre sus aliados: el argentino, donde el liberal Mauricio Macri ha sustituido a la incondicional Cristina Fernández de Kirchner; el peruano, en el que el representante de la centro-derecha, Pedro Pablo Kuczynski, ocupa la presidencia dejada por Ollanta Humala (un líder que a fin de cuentas resultó mucho menos apegado al chavismo de lo que parecía en sus tiempos de candidato); y el brasileño, desde donde Michel Temer, el sucesor de la defenestrada Dilma Rousseff, ha abogado por la realización del referéndum contra Maduro y ha condicionado a una serie de requisitos perentorios la pertenencia de Venezuela al Mercosur. No obstante, el chavismo aún se muestra capaz de hacer valer los multimillonarios subsidios en dinero y en petróleo con los que ha logrado constelar en el exterior todo un sistema de satélites bolivarianos integrado por Estados, organismos internacionales, franquicias ideológicas y agencias de comunicación. Junto a su aliado tradicional, la dictadura cubana, acabamos de ver al gobierno venezolano en calidad de «facilitador de logística y acompañante»2 de las negociaciones entre el Estado colombiano y las farc (cuyo líder, Timochenko, se desplazó hasta La nueva revista · 159

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Habana en un avión de pdvsa dispuesto a su servicio por Maduro). En junio, la diplomacia chavista se anotó un tanto al conseguir que en el Consejo Permanente de la oea quedase en nada la activación contra Venezuela de la Carta Democrática Interamericana propuesta por Almagro, cuya petición venía acompañada de un informe de 132 páginas en el que daba cuenta de la precaria situación de los derechos humanos en la tierra de Bolívar. La canciller de Maduro ha preferido distraer las inquietudes sobre Venezuela privilegiando la mediación del expresidente español Rodríguez Zapatero en un difuso y retórico proceso de diálogo al que se ha convocado a la oposición. A mediados de septiembre, con un desembolso que se calcula cercano a los 200 millones de dólares, la isla de Margarita fue la sede de la VII Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados, en donde Maduro recibió el respaldo y el homenaje personal de líderes como Robert Mugabe, el inevitable Raúl Castro o Hasán Rouhaní, presidente de Irán, mientras que otros gobiernos tan democráticos como Corea del Norte, Siria o Bielorrusia enviaban a sus cancilleres. Venezuela, que desde enero de 2015 es miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la onu, y que, para más inri, integra también su Consejo de Derechos Humanos, ha sabido usar muy bien estos sillones para honrar las simpatías que la vinculan a aquellos regímenes. MUY LEJOS DEL HAPPY ENDING

Con el gobierno bolivariano apuntalado por unos flancos y debilitado por otros, el presente de Venezuela resulta incomprensible y disparatado; pero la imagen del futuro no ofrece 60

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muchas más pistas como para aventurar el rumbo que podrían tomar las cosas. Cuando ha transcurrido casi un año desde el triunfo de la oposición en las elecciones al Congreso, las grandes expectativas confiadas a este logro han dado paso a la frustración: todas las iniciativas parlamentarias se han estrellado contra la muralla inexpugnable de un poder judicial al servicio del régimen, y que, apenas preocupado por parapetar un remedo de las formalidades legales, no hace sino traducir ese estado de general anarquía en el que paradójicamente funciona la Revolución. Al margen de lo establecido en la Constitución y en las leyes, la Revolución es el verdadero orden, la fuente de la autoridad, la fuerza gravitatoria que mantiene todos los elementos de la vida política y social de Venezuela imbricados en un movimiento que cualquiera juzgaría llamado a desembocar en la colisión y en el caos, pero en el que, no obstante, todos orbitan asombrosamente. Por supuesto, en buena medida, la impotencia de los recursos opositores se explica por una cuestión de fuerza —de fuerza bruta—: es el oficialismo quien controla la violencia, bien de los cuerpos de seguridad del Estado, bien de las formaciones paramilitares y los grupos de choque que siembran el terror en las manifestaciones contra el gobierno. Pero la titularidad de las pistolas, aunque cada vez se haga valer más, no es el factor que puede explicarlo todo. ¿En qué consiste entonces la esencia auténtica de la Revolución, la clave de su potencia, el instrumento con el que se impone en la vida de los ciudadanos? La respuesta puede cifrarse en una sola palabra: impunidad. La disolución de las instituciones venezolanas ha dejado un Estado que, si ha abdicado de sus responsabilidades en el mantenimiento del nueva revista · 159

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orden, en la administración y en la justicia, tiene sin embargo la capacidad de articular sistemas y recursos muy creativos al margen de la ley. El mejor ejemplo de esto son los controles establecidos por el gobierno para limitar la adquisición de divisas o la compra de bienes básicos, origen de un activísimo mercado negro en el que algunos se han embolsado millones de dólares, y en el que muchos venezolanos de pocos recursos, dedicados ahora al bachaqueo (el contrabando y la especulación con alimentos y otros productos de primera necesidad) han encontrado un medio de subsistencia. En una economía en la que el billete de más alta denominación tiene menos valor que su fotocopia, el ahorro y el trabajo formal son esfuerzos carentes de cualquier sentido, y en cambio el trajín de la calle, las urgencias de la gente, la corrupción de los funcionarios, la complicidad de las autoridades, son el contexto que se intenta aprovechar. La innumerable cantidad de trabas gubernamentales para los trámites más necesarios genera una enorme red de gestores, de contactos, de facilitadores, de mozos de cuerda dispuestos a acarrear las pesadas cargas de la burocracia y la arbitrariedad oficiales. Mientras más deterioros y carencias se abaten sobre la población, más mecanismos exóticos y disfuncionales surgen para intentar paliarlos, abriendo nuevos filones a la picaresca, a la extorsión y al caciquismo. La desastrosa gestión de las compañías públicas, gracias a la cual se han acostumbrado los hogares de Venezuela a pasar largas horas sin luz, terminó siendo ocasión para uno de los más escandalosos negocios logrado por un grupo de empresarios avispados que, según denuncias de organizaciones que han seguido el caso, recibieron del Estado más de dos 62

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mil millones de dólares por la provisión de equipos termoeléctricos que tampoco funcionaron.3 Pero, independientemente de la cifra, es esta lógica necrófaga la que convoca a todas las capas de la población a intentar sacar tajada de un país que se descompone. La oposición, organizada, con sus más y sus menos, en torno a la Mesa de la Unidad Democrática (mud), ha combatido enérgica, aunque hasta ahora infructuosamente, por obligar a Maduro a someterse a un referendo revocatorio. Sin embargo, nadie parece tener claro cuál es el proyecto político, económico y social que, en caso de ser desalojado el chavismo, habría que poner por obra de inmediato, como una especie de maniobra de resucitación destinada a impedir la aniquilación definitiva de Venezuela. En la precaria intimidad de sus hogares, los ciudadanos carecen también de cualquier plan de futuro. Salir todos los días a buscarse la vida significa asimismo jugársela en la ruleta rusa de una inseguridad campante —en 2015 Caracas ha desbancado a la hondureña San Pedro Sula como la ciudad más violenta del mundo4—. El sueldo mínimo (alrededor de unos 30 dólares mensuales) y la mala situación de muchas empresas y comercios, hostigados por el gobierno y con los anaqueles vacíos, desincentivan el empleo estable y, con él, los valores que le son propios: puntualidad, disciplina, respeto por el orden jerárquico, amabilidad hacia el cliente. El deseo de hacerse fácil y prontamente con un puñado de dólares tiene, en bastantes casos, un solo fin: la emigración. La nación que a mediados del siglo pasado era un reclamo muy atractivo para los inmigrantes de la golpeada Europa de posguerra tiene hoy dos millones de nueva revista · 159

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nacionales fuera, muchos de ellos echando mano de esos pasaportes españoles, portugueses, italianos, que heredaron de sus padres y abuelos. Más del 90% son profesionales universitarios, de modo que el país se vacía de su clase media y bien formada5. Para los que se quedan, el marasmo de la vida sin proyecto hace parecer que el tiempo no pasa, que se encuentran condenados a un purgatorio sin fin. Para los que se van, por el contrario, los afanes de la nueva vida, de los nuevos idiomas, de las nuevas costumbres, les impiden entretenerse, como la mujer de Lot, en nostalgias y lamentos; y cuando se dan cuenta ya han pasado los años, la tierra de acogida se ha transformado en su casa, y la patria de sus cuitas se ha quedado allá, esperando a que se renueven las generaciones para que los venezolanos de entonces, los de algún día, decidan lo que van a hacer con ella.  NOTAS

José Ignacio Cabrujas, Y Latinoamérica inventó la telenovela, Caracas, Alfadil, 2002, pp. 32, 33. 2 Cfr. Acuerdo de paz para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, en: http://www.acuerdodepaz.gov.co/sites/all/themes/nexus/ files/acuerdo-genera-terminacion-conflicto.pdf. 3 Véase la entrevista a Thor Halvorssen, presidente de Human Rights Foundation (hrf) en: http://www.larazon.net/2016/05/09/entrevista-thor-halvorssen-bolichicos-estafaron-con-chatarra-electrica/. 4 Consúltese el informe de Seguridad, Justicia y Paz. Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A.C. en: http://www.seguridadjusticiaypaz.org.mx/sala-de-prensa/1356-caracas-venezuela-la-ciudad-mas-violenta-del-mundo-del-2015. 5 Cfr., sobre la emigración, el libro del sociólogo Tomás Páez, La voz de la diáspora venezolana, Madrid, Libros de la Catarata, 2015. 1

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UNA PAZ FIRMADA PERO NO REFRENDADA Iván Garzón Vallejo

Cuando la prensa internacional registra que después de cuatro años de negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla más longeva de América Latina, una apretada mayoría de ciudadanos (50,22% vs 49,77%) rechazó en las urnas lo acordado que días antes había sido ratificado en La Habana, en la onu y en Cartagena de Indias, es lógico pensar que el realismo mágico de Gabriel García Márquez sigue siendo la mejor forma de describir lo que sucede frecuentemente en Colombia. El propósito de este ensayo es ofrecer una radiografía del estado actual del proceso de paz e identificar los cambios culturales que vienen operando en la sociedad colombiana en los últimos años por cuenta del mismo. UNA DERROTA INESPERADA

Si se tiene en cuenta que en los últimos dieciséis años la imagen desfavorable de las farc ha estado por encima del 82% y que la popularidad del presidente Santos en las semanas previas al plebiscito rondaba el 29% según los datos del Gallup Poll, parece relativamente sencillo explicar que un acuerdo entre ambos iba a tener muchas dificultades nueva revista · 159

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iván garzón vallejo

en ser ratificado popularmente. No obstante, las encuestas no son el mejor elemento de análisis del resultado plebiscitario, menos aún cuando todas vaticinaban que el Sí ganaría con al menos diez puntos de diferencia sobre el No. El Sí perdió, entre otras cosas, porque la propaganda —llamada pedagogía por el oficialismo— del voluminoso acuerdo de 297 páginas escritas, por lo demás, en lenguaje farragoso e incomprensible para el ciudadano promedio, se estructuró sobre un falso dilema: refrendar la paz o volver a la guerra. Se trataba de un falso dilema no solo porque, en efecto, los colombianos no amanecimos el 3 de octubre con la noticia de nuevas confrontaciones militares en las selvas del país, sino además porque solo los poetas de la paz y algunos incautos podían creer que un acuerdo firmado con una organización que en los últimos años representa alrededor del 20% de la violencia del país y cuyo cese al fuego unilateral catorce meses antes había aproximado a cero sus acciones violentas más significativas traería la pacificación. La paz como panacea, la paz total —como la llamó el presidente Santos— en suma, era un ideal demasiado ambicioso como para hacer cambiar de opinión a quienes estaban precavidos de la acendrada actitud taimada de las farc y de su tendencia a hacer de las negociaciones una puesta en escena de su cinismo. Por si fuera poco, las escasas apariciones mediáticas de los aburguesados revolucionarios y sus equívocos gestos de conversión llegaron tardíamente, reforzando la desconfianza hacia su voluntad de paz. Los partidarios del Sí, cual liebre confiada en su ventaja absoluta sobre sus competidores, fueron castigados en las urnas por una ciudadanía que, aunque amedrentada por el 66

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una paz firmada pero no refrendada

estigma que se promovió desde el Gobierno y los medios de comunicación de que votar No era oponerse a la paz, depositó el 2 de octubre un voto de protesta que no estaba en los cálculos de ningún analista o encuestador. Y menos, paradójicamente, entre los líderes del No, quienes tampoco tenían un plan B. UNA VICTORIA IMPREVISTA

Si las causas de la derrota del Sí pasan por la ausencia de un liderazgo fuerte de los protagonistas del acuerdo y de razones plausibles para aprobar un extenso texto, las causas del triunfo del No obedecieron a liderazgos tradicionales cuyo mensaje se enfocó en potenciar la indignación ciudadana que producían decenas de aspectos de lo acordado que eran vistos por el votante promedio como una concesión injusta a una organización que hasta el 2010 era calificada como terrorista. Que se estaba entregando el país a las farc, que los cabecillas no irían a la cárcel y llegarían al Congreso de la República en 2018, que se abriría el camino hacia el castro-chavismo y pronto imitaríamos a Venezuela en sus récords de pobreza, y que las farc no dejarían el negocio del narcotráfico ni repararían a las víctimas fueron algunas de las consignas —ciertas unas, falsas otras tantas— que repitieron consistentemente los líderes del No, entre quienes se contaban dos expresidentes —otra contribución del realismo mágico— (Álvaro Uribe y Andrés Pastrana), consecuencia de que la paz se hizo antes en La Habana que en Bogotá. Más allá del alineamiento de las fuerzas políticas y de sus estrategias de campaña, la sociedad colombiana se dividió antagónicamente en torno a la persecución de dos nueva revista · 159

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ideales políticos: la paz y la justicia. Pero en su maximalismo, ni los defensores de la paz ni los de la justicia lograron persuadir a sus antagonistas de que su propuesta constituía un acomodo razonable a los Rawls o una elección trágica inevitable por lo demás en la vida política, como advirtió Isaiah Berlin. De allí que el proceso y la campaña estuvieron marcados por las retóricas de la intransigencia de las que habla Albert Hirschman. El país, sin embargo, continuó su curso el 3 de octubre, aunque envuelto en una crisis política inédita: tener una hoja de ruta consensuada, apoyada internacionalmente y verificada por Naciones Unidas, de la desmovilización, desarme y reinserción de las farc, pero que no tenía apoyo ciudadano y que había perdido su sustento jurídico. LOS ÁRBITROS DE UNA DEMOCRACIA

Reconforta saber que, en un partido de fútbol, no todos corren tras la pelota en la misma dirección. Por eso, mención aparte merecen cuatro instituciones que, al evitar tomar partido por uno de los bandos en disputa, actuaron como árbitros imparciales. Se trata de la Corte Constitucional, la Corte Penal Internacional, la Registraduría Nacional del Estado Civil y la Iglesia católica. La Corte Constitucional consideró ajustado a la Constitución política el inédito mecanismo de refrendación: un plebiscito con una pregunta de Sí o No cuya validez dependía de que participara al menos el 13% del censo electoral. Pero hizo algunas advertencias que, a la postre, resultaron oportunas. Enfatizó la responsabilidad del jefe de Estado en la conducción de la negociación señalando 68

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que un resultado favorable lo vinculaba a él, pero no a las otras ramas del poder público y precisó que un rechazo ciudadano del acuerdo haría imposible su implementación mediante reformas constitucionales y legales. Aunque el presidente Santos desafió las indicaciones del Tribunal Constitucional de no formular una pregunta que indujera al elector a pensar que votaba por la paz y no por un acuerdo específico, el espíritu republicano que animó a los jueces puso de relieve la importancia del control que ejercerá de lo que finalmente se acuerde. Por su parte, Fatou Bensouda, fiscal de la Corte Penal Internacional, expresó su beneplácito por el acuerdo y destacó que no se pactaran amnistías e indultos para crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. Pero al mismo tiempo advirtió que la Jurisdicción Especial para la Paz, el sistema de justicia transicional pactado que juzgaría a los miembros de las farc y a otros responsables del conflicto armado —militares, políticos y empresarios, entre otros—, debía hacer rendir cuentas a los máximos responsables de los crímenes más graves, juzgarlos y sancionarlos efectivamente. De este modo, dicho organismo no otorgó un cheque en blanco —como esperaban los defensores del Sí— pero tampoco anunció una inminente intervención en el país —como presagiaban los defensores del No—. El día de la votación, tan solo una hora después de que se cerraran las urnas en todo el país, la Registraduría Nacional del Estado Civil ya había informado públicamente del resultado final de la consulta. La rapidez y transparencia fueron cruciales en un proceso que le dio el triunfo al No por 53.894 votos de diferencia. Ello enalteció a la denueva revista · 159

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mocracia más antigua de la región y puso en evidencia que la limpieza de las reglas de juego electorales son el abecé de una democracia seria. Finalmente, otra institución que jugó el papel de árbitro imparcial fue la Iglesia católica. En un país donde la Iglesia es, después de las Fuerzas Militares, la segunda institución con mayor favorabilidad —60% según el último Gallup Poll, mientras que las de aquellas es del 73%—, no es extraño que esta haya sido un actor relevante durante el proceso de refrendación. Aunque algunos entusiastas del proceso criticaron a los obispos por no tomar partido abiertamente por el acuerdo e invitar a los fieles a votar afirmativamente, lo cierto es que un escueto comunicado de la Conferencia Episcopal condensó de modo impecable el principio de laicidad del Estado y subrayó el deber de los católicos de votar de modo informado y según su conciencia. De este modo la Iglesia se puso por encima de una confrontación que polarizó a los ciudadanos entre amigos y enemigos de la paz. LA DERECHA SALIÓ DEL CLÓSET

Además del realismo mágico, otro de los contrastes que definen a la sociedad colombiana es la brecha, señalada por el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, entre el país político y el país nacional. Esto es, entre una élite política urbana, liberal y secularizada, de un lado, y una ciudadanía rural y de clase media, conservadora y religiosa, del otro. Pues bien, aunque la sociedad es mayoritariamente de costumbres conservadoras, ningún partido político se define abiertamente como de derecha y el Partido Conservador es una fuerza política minoritaria y desprestigiada. 70

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Dicho de otro modo: la derecha en Colombia es vergonzante. Un líder político tan característicamente de derecha como Álvaro Uribe, por citar un ejemplo, en cuyo ideario y políticas de gobierno sobresalen la seguridad, la inversión privada y los valores morales, nunca se ha definido a sí mismo en esta tendencia y su agrupación política se llama Centro Democrático. Por ello, uno de los fenómenos políticos más relevantes de la campaña fue precisamente que diferentes fuerzas de la derecha se unieron y se visibilizaron. Aunque el expresidente Uribe es el referente más conocido de la misma desde el 2002, en esta ocasión hicieron causa común con él, el expresidente Andrés Pastrana, el exprocurador Alejandro Ordóñez, un grupo de juristas, líderes de iglesias evangélicas y un par de obispos. De tendencia política conservadora todos, y en lo personal humillados y ofendidos— para parafrasear a Dostoyevski— por el presidente Santos algunos, encontraron en la defensa de la Constitución liberal de 1991 —que los acuerdos de La Habana modificarían sustancialmente— motivos suficientes para enfilar sus dardos en la misma dirección. Además de la visibilidad que obtuvieron los principios defendidos por estos actores —justicia punitiva, propiedad privada, seguridad jurídica, sostenibilidad fiscal—, que contrastó con un entorno mediático tendiente a la estigmatización de las críticas al proceso, resulta llamativo que esta variopinta y espontánea coalición de derecha lograra poner en la agenda de discusión un elemento marginal en el acuerdo: el enfoque de género. Y como lo relevante en la política no es solo lo que se dice sino cuándo y dónde se nueva revista · 159

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dice, a la unión y exposición de la derecha contribuyó dos polémicas medidas tomadas por organismos del Gobierno —el Ministerio de Educación y el Departamento Nacional de Estadística— en los días previos a la votación tendientes a indagar por la orientación sexual de los niños. Estas medidas, particularmente una cartilla del ministerio destinada a combatir la discriminación en los colegios mediante la incorporación de una perspectiva de género en los manuales de convivencia, suscitaron marchas ciudadanas y reclamos públicos de padres de familia, educadores y organizaciones de la sociedad civil —sectores que tradicionalmente no se movilizaban— en contra de una intromisión indebida del Estado en cuestiones que son del resorte de las familias y las comunidades. Aunque tras la unificación y movilización de estos sectores subyace cierta nostalgia confesionalista —no defienden la neutralidad del Estado en estas materias sino su compromiso activo en implementar los valores cristianos— y una dosis de clericalismo —pastores y obispos son protagonistas, codo a codo con los laicos, de la movilización—, el fenómeno le dio un protagonismo inédito a la sociedad civil en un país que oscila entre el estatismo y el individualismo. Este fenómeno puede definirse como populismo moral, y consiste, básicamente, en la pretensión de darle un estatus legal y constitucional a valores ampliamente compartidos por la población, lo cual está motivado por las convicciones morales y religiosas de sus promotores y trae como resultado previsibles réditos electorales. Este frente común ha convertido en compañeros de ruta a activistas de las iglesias evangélicas y a sectores tradicionalistas del catolicismo, los 72

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cuales, congregados en torno a una visión catastrófica y maniquea de la política han logrado situar en la agenda pública la discusión sobre los alcances sociales y culturales de la ideología de género. Aunque los defensores del acuerdo de La Habana insistieron en que el acuerdo no contenía la ideología de género, es un hecho que el texto aludía profusamente a un enfoque de género como clave interpretativa de planes, comisiones y políticas que se implementarían en la etapa del posacuerdo. Asimismo, que el texto estuviera redactado en un lenguaje incluyente activó las alarmas de activistas religiosos al tiempo que suscitó el guiño de organizaciones de derechos humanos y de los colectivos lgbti del país. Pero, a decir verdad, la presencia que puede tener la ideología de género en un tratado de paz entre un Estado y una longeva organización subversiva solo puede ser marginal. Hacer de ello un tema central del debate sobre la conveniencia del mismo evidenció la capitis diminutio democrática a la que se han autosometido los activistas de la fe cristiana. DE LA GUERRA CIVIL A LA BATALLA DE LAS IDEAS

Ahora bien, que la ideología de género haya sido un tema marginal en el acuerdo no significa, sin embargo, que el proceso de paz no conllevara serios desafíos ideológicos y culturales. De hecho, la batalla en el campo de las ideas se libró desde la definición de la agenda de negociación. Las farc, por su parte, han intentado ampliar el espectro del conflicto armado llamándolo también «conflicto social» y situando sus orígenes varias décadas antes de su fundación en 1964. Con ello se ampliarían también los nueva revista · 159

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responsables del mismo —además de la guerrilla, los grupos paramilitares y los sectores de la sociedad civil que los financiaron o apoyaron—. La estrategia semántica y cronológica no pretende, ni mucho menos, ser más rigurosa con la verdad histórica sino diluir su responsabilidad en el proceso de victimización. El Gobierno, por su parte, fue consciente de este desafío y le apostó a una composición pluralista de sus delegados en la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas —creada en 2014— y en aquellos puntos en los que según las farc las condiciones sociales —las agrarias, por ejemplo— fueron causa del conflicto, el Gobierno tomó distancia expresamente de tal interpretación y advirtió que fueron más bien consecuencias del mismo. En este sentido, el proceso de paz ha puesto de presente un debate ideológico que ha estado latente en la sociedad durante décadas: el de la justificación y la crítica de la violencia. Así, en la defensa del proceso de desmovilización de los paramilitares acaecido durante la administración Uribe, algunas voces tienden a minimizar el horror de la violencia que aquellos ejercieron y la deslegitimación que el recurso a medios ilícitos trajo para las instituciones del Estado. Pero al mismo tiempo, en su apología del proceso de negociación con la guerrilla entraron en escena voces románticas que ven en la «guerrillerada» una versión criolla de Robin Hood y los espacios políticos con ellos pactados el pago de una deuda histórica por parte de una democracia de cuestionada legitimidad. En este sentido, el inflacionismo con el que se identificó a las víctimas —se habla de 8.000.000— y las alusiones a las mismas como una 74

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suerte de oráculo del perdón y la reconciliación colectivas develan visiones que conspiran contra las lecturas matizadas, problemáticas y no simplificadoras de nuestro pasado violento. Sin embargo, al sincerar y visibilizar las posturas ideológicas se hace posible abordar públicamente el problema de la crítica y la justificación de la violencia, un debate público imprescindible en la construcción de una narrativa que rechace el recurso a la violencia política y cuya verdad de lo ocurrido trascienda la selectividad de la verdad histórica y la parcialidad de la verdad judicial, para configurar, más bien, una verdad como modus vivendi que incorporando una pluralidad de lecturas del pasado se oriente hacia el futuro. Una verdad política de este tenor puede ser un derrotero para la convivencia pacífica y no una coartada, propia de la esencialización o la instrumentalización, de revanchas sobre el escritorio de derrotas sufridas en los campos de batalla. ¿ACUERDO A LA VISTA?

El Premio Nobel de la Paz a Juan Manuel Santos, que fue anunciado cuatro días después del plebiscito, supuso un reconocimiento a sus esfuerzos por poner fin al último conflicto armado del hemisferio occidental, el último rezago de la guerra fría en la región. El galardón trajo consigo, paradójicamente, un tácito ultimátum. Y es que la ceremonia del 10 de diciembre en Oslo quedaría empañada si Santos acudiera a la misma sin haber cerrado el proceso. Este elemento, sumado al carácter propositivo con el que han actuado los líderes del No, quienes tras reuniones con nueva revista · 159

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el jefe del Estado le han hecho llegar sus propuestas para la renegociación y a la movilización de amplios sectores de la sociedad civil —estudiantes, académicos y empresarios— pidiendo un pronto acuerdo permiten inferir que en diciembre podría haber un nuevo texto consensuado entre el Gobierno y las farc. Se trata, debo aclararlo, de una especulación. Lo que es un hecho es que tras los años del proceso parece haberse gestado un nuevo consenso en la sociedad colombiana en torno a la negociación con las guerrillas como forma de terminar con su insurrección. La ilusión por una derrota militar definitiva, imposible por lo demás en lo que Jorge Giraldo llamó las guerras civiles posmodernas, parece haber dado paso al realismo condicionado de que dicha estrategia no sea a costa de excesivas concesiones, pues las imágenes de sus atrocidades están vivas en la memoria colectiva y las heridas de las víctimas aún no han cicatrizado. El reto es, entonces, que aunque estas negociaciones de paz —incluida la incipiente con el Ejército de Liberación Nacional (eln)— no supongan la rendición del enemigo público tampoco sean una reivindicación de sus prolongadas injusticias. 

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BRASIL: CAMBIA EL PRESIDENTE, LA CRISIS SIGUE Clovis Rossi

La derecha pidió «impeachment», el alejamiento constitucional de la presidenta Dilma Rousseff, consumado al final. La izquierda gritó «golpe». ¿Quién tiene razón? Yo prefiero decir que la historia es más sencilla, casi un clásico de la política, que se podría resumir así: un gobierno fracasa estrepitosamente, pierde en consecuencia el apoyo del público y, al perderlo, los políticos que lo apoyaban lo abandonan (no conozco caso en la historia en que políticos mueran abrazados a un gobierno que está mal visto, muy mal visto, en la opinión pública). Como «fracaso» no es motivo constitucional para impeachment utilizaron un pretexto legal (maniobras contables irregulares adoptadas por la entonces presidenta) para alejarla de su cargo. Es más o menos el equivalente al voto de desconfianza en el parlamentarismo, solo que aplicado a un régimen presidencialista. Los datos del fracaso son elocuentes. La economía de Brasil retrocedió 3,8% en 2015 y solo creció a un promedio nueva revista · 159

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anual del 0,9% en los primeros cinco años de gobierno de Dilma Rousseff, lo que ubica a su gestión como la tercera con peor desempeño desde la instauración de la República en 1889. Es, por lo tanto, un colosal fracaso, el segundo más fuerte en ciento dieciséis años. Consecuencia inevitable de ese desempeño horrible: solo en 2015, el último año completo de Dilma en el gobierno, 1,5 millones de personas perdieron el empleo, el peor resultado en treinta años. La inflación alcanzó en 2015 su mayor nivel en trece años (10,67%) y hubo además un déficit histórico en las cuentas públicas. Como los datos macroeconómicos parecen abstractos al común de la gente, es necesario recopilar hechos de la vida real, del cotidiano, para que se entienda mejor la dimensión del fracaso. A ellos: 1.  En una de las más importantes clínicas de diagnóstico por imagen de São Paulo, el movimiento cayó este año de 130 agendamientos por quincena hasta 60. O sea, se redujo a menos de la mitad, pese a que han rebajado los precios. Como hoy día son raros los médicos que se animan a diagnosticar sin tener a mano un examen por imagen, no es que la salud de los brasileños haya mejorado. Lo que empeoró fue el bolsillo de la gente. 2.  La publicidad en los periódicos, en general, sufrió, también este año una caída que los directivos nunca habían visto en muchísimo tiempo. Si se suma a esa caída la crisis mundial del negocio de la comunicación, se forma una 78

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tormenta perfecta cuya consecuencia inexorable es el corte sistemático de puestos de trabajo. 3.  La Volkswagen, presente en Brasil hace más de cincuenta años, conoció en 2016 en el país su peor desempeño en el mundo. Vendió un 37,6% menos autos en el primer trimestre, en comparación con idéntico periodo de 2015. A principios de esta década, Brasil era el tercer mercado de la montadora. Ahora es el séptimo. 4.  El rendimiento promedio del trabajo cayó más del 3%, en términos anuales, descontada la inflación. 5.  Los planes privados de salud perdieron 1,4 millones de clientes en un año. El grueso de la perdida viene de los clientes de empresas, por las dimisiones. Doble crueldad, por lo tanto: si pierde el empleo, se pierde también el plan de salud y es obligado recurrir al (pésimo) servicio público. Es una masacre, a la cual se suman los datos macroeconómicos que la gente no siente inmediatamente en su cotidiano pero que son obviamente determinantes para la marcha de un país. Resumen apretado de tales datos: —  Desequilibrio fiscal que generó un déficit del 6% del Producto Interno Bruto en 2014, 10% en 2015 y amenaza repetirse en 2016. — Preocupante dinámica de la relación deuda bruta-pib, que subió del 52% a finales de 2013 hasta el 67% al terminar 2015. —  Total descontrol de los gastos públicos, al punto de que el déficit previsto en marzo por el anterior gobierno (90 mil millones de reales, equivalentes a 25 mil millones nueva revista · 159

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de euros) ha sido elevado por la nueva dirección económica, en concreto, casi el doble (a 170 mil millones de reales, equivalentes a 47 mil millones de euros). ¿Alguna sorpresa ante tales datos por el hecho de que la popularidad de Dilma cayera a mínimos igualmente históricos (11% de apoyo)? El pmdb, partido sin ideología definida y que fuera compañero de viaje de Dilma en las elecciones de 2010 y 2014, ambas ganadas por ella y por su candidato a vicepresidente, Michel Temer, sintió la posibilidad de llegar al poder, después de haber pasado los veintidós años anteriores sin tener un candidato presidencial viable. La mayoría de sus parlamentarios y el mismo Temer traicionaron a Dilma y se sumaron al proceso de impeachment, utilizando el pretexto legal abierto por el hecho de que la presidenta realmente practicó maniobras fiscales, que, sin embargo, no serían suficientes para castigarla sin el fracaso administrativo, el retroceso económico y la devastación social consecuente. Alejada Dilma, ¿se resuelven los problemas del país? Para nada. Para empezar, hay el hecho de que el nuevo presidente, Michel Temer, puede tener la legitimidad jurídica (el reemplazo de Dilma siguió los trámites previstos en la Constitución y fue aprobado por dos tercios de cada una de las dos Cámaras del Parlamento, en proceso supervisado por la Corte Suprema). Pero no tiene, a mi juicio, la legitimidad electoral. Como candidato a vicepresidente de Dilma, su figura no aparecía en la pantalla de la máquina en que votan los brasileños. 80

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Además, es una figura gris, al punto de nunca haber sido ni siquiera propuesto como candidato a presidente o gobernador de su estado (São Paulo) o ni siquiera a alcalde. Asumió con el apoyo de tan solo el 14% de los encuestados, no mucho más, por lo tanto, de los 11% que respaldaban entonces a Dilma. Es importante señalar que dos de los cuatro presidentes elegidos democráticamente después del fin de la dictadura militar del periodo 1964-1985, fueron derribados por el procedimiento legal conocido como impeachment. Parece haber ahí un claro déficit de consistencia en el sistema político-partidario. Pero es siempre posible ver las cosas de una manera más positiva: el alejamiento de dos presidentes, impopulares pero elegidos democráticamente, se dio por el Parlamento y no por los tanques en las calles, a la vieja usanza latinoamericana. Da la sensación de que la democracia está consolidada en Brasil. Lo que le queda es funcionar mejor, lo que implica poner coto a los altísimos niveles de corrupción (sería ingenuo suponer que se puede eliminar). Desde mi punto de vista, el sistema político brasileño está podrido. Me parece obvio que hay algo profundamente equivocado en un sistema político en que la jefa del poder ejecutivo está alejada por decisión de un poder legislativo, en el cual, sin embargo, el entonces presidente de la Cámara de Diputados también perdió el puesto y, luego, el mandato, bajo acusación de corrupción. Y, además, pero no apenas, el presidente de la otra Casa, el Senado, está igualmente pendiente de acusacionueva revista · 159

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nes que terminarán por ser juzgadas en la Suprema Corte. Complica todavía más las cosas el hecho de que treinta y cinco partidos estén legalmente registrados en la Corte Electoral, de los cuales veinticinco ocupan asientos en el Parlamento. No hay, por supuesto, veinticinco ideologías distintas que necesiten un partido para expresarse. La mayoría de las siglas que están presentes en el escenario político brasileño son los que llamamos «partidos de alquiler». Véndense al mejor postor —con lo cual contribuyen enormemente a la corrupción—. Para demostrar que no hay ideología por detrás de los partidos, basta mencionar un dato: Dilma y Temer pasaron a simbolizar las cabezas de dos enemigos mortales, el anterior y el actual gobierno. Sin embargo, el 55% de los miembros del nuevo gobierno o participaron en el anterior o, por lo menos, lo apoyaron. Es una situación surrealista, comparable a imaginar, por ejemplo, que el 55% de los fans del Real Madrid lo sean también del Barcelona o que el 55% de la directiva del psoe se animarían a formar parte de un gabinete del pp. Es, por lo tanto, un sistema enteramente disfuncional, lo que facilita enormemente la aparición de crisis y dificulta también enormemente la resolución de ellas. L A C O R R U P C I Ó N R A M PA N T E

Hablemos un poco ahora de Newton Ishii, aunque dudo que los lectores hayan escuchado hablar de él, pese a que ha sido durante los primeros meses del año la figura más notoria de Brasil. 82

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Ishii es más conocido como el «Japonés de la Federal», por ser descendiente de japoneses y miembro de la Policía Federal. En esta última condición, fue el custodio de todos los importantes personajes de la política y del empresariado detenidos en el curso de la «Operación Lava Jato» —la más impresionante cruzada contra la corrupción en 516 años de la historia brasileña—. Por la importancia de las personas que iban siendo detenidas, los diarios y las televisiones estaban siempre presentes en el momento de la detención y Newton Ishii aparecía, inevitablemente, día y noche (a veces también de madrugada) en las portadas de los diarios y en los noticieros de televisión. Se transformó en celebridad instantánea. De pronto, volvió a las portadas y a los telediarios, esta vez como preso él mismo, condenado por facilitación de contrabando. O sea, el custodio de los acusados de corrupción era también corrupto —irónica demostración de cómo la corrupción está gangrenando Brasil—. La opinión pública siempre supo que obras públicas y corrupción andan juntas muchas veces —y no solo en Brasil—. Los escándalos en España, por ejemplo, tienen que ver, casi siempre, con la adjudicación de obras o servicios públicos a empresarios amigos. La sospecha es tan arraigada en Brasil que una de las principales constructoras del país, la oas, era traducida en charlas café o en las redacciones periodísticas como «Obras Arregladas por el Suegro». En referencia al todopoderoso gobernador, senador y ministro Antonio Carlos Magalhães, suegro de uno de los fundadores de oas (no nueva revista · 159

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por coincidencia, es una de las empresas involucradas en la «Lava Jato»). Nunca antes se había dicho nada de empresas y políticos involucrados en tales negocios sucios. Por eso, cuando la «Lava Jato» saca a la luz un escándalo tras otro y señala con el dedo a casi todas las grandes constructoras y miembros importantes de casi todos los grandes partidos, se produce un shock de proporciones considerables. No es trivial que un apellido como Odebrecht (de la constructora del mismo nombre) aparezca entre rejas y, más que eso, adhiera el mecanismo llamado en Brasil de «delación premiada». Termina siendo la confesión de que cometieron los crímenes de los cuales son acusados, lo que involucra automáticamente buena parte del mundo político, del anterior y del nuevo gobierno. Según las cuentas de un sitio llamado «Congreso en Foco», dedicado a la información (y vigilancia) sobre el Parlamento, 24 de 81 senadores (29,6%) responden a acusaciones criminales en el Supremo Tribunal Federal —el único que tiene competencia para juzgarlos—. El presidente del Senado, Renan Calheiros, acumula la nada envidiable marca de once investigaciones. En la Cámara de Diputados, la situación es prácticamente idéntica: hasta el final del año pasado, 148 de los 513 diputados federales (28,9%) estaban pendientes de resoluciones de la Suprema Corte. Si el gobierno anterior tuvo inmenso desgaste por las acusaciones de corrupción, el nuevo no tuvo reparo en proponer, como líder en la Cámara de Diputados, al diputado André Moura, reo en tres acciones pendientes en la Supre84

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ma Corte, investigado en tres casos —uno de ellos por nada menos que intento de asesinato— y una condena por improbidad administrativa en un estado del Sureste. Uno de los principales aliados de Michel Temer, el senador Romero Jucá, está mencionado en las delaciones de ejecutivos de dos constructoras, en casos que involucran supuestas (o reales) propinas en el sector eléctrico. En esas circunstancias, no sorprende que Jucá se haya alejado del cargo de ministro de Planeación, después de tan solo doce días en el puesto. Un antiguo aliado, también reo en la «Lava Jato», grabó —y filtró posteriormente— una grabación en que los dos discutían maneras de contener lo que Jucá llamaba «sangría» —en alusión a la cantidad de prisiones en la «Lava Jato»—. Contener la «sangría» parece ser del interés de todos los partidos, todavía más después que el juez Sergio Moro, que conduce los procesos correspondientes, aceptó la denuncia de los fiscales contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, líder de la oposición al nuevo gobierno. Como la «Lava Jato» es apoyada firmemente por la mayoría de los brasileños, la dicha «sangría» parece imparable y, mientras siga, cualquier apuesta política es arriesgada: nadie sabe lo que saldrá, mañana o pasado de Curitiba, la ciudad sureña en que se concentran las investigaciones. EL DESAFIO ECONÓMICO

Mientras tanto, el desafío es evaluar las perspectivas del gobierno Temer. De hecho, son dos gobiernos Temer, con distinta suerte, hasta ahora. Hay el gobierno económico, formado para nueva revista · 159

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satisfacer a los agentes de mercado y a los empresarios. Y hay el resto del gabinete, formado para asegurar a la nueva gestión el apoyo de los parlamentares. En relación a la economía, la reacción más o menos generalizada fue de apoyo a la elección de Henrique Meirelles para Hacienda. Meirelles fue banquero toda su vida hasta aventurarse en la política en 2002. Presidió BankBoston hasta ser elegido diputado por el psdb, la socialdemocracia brasileña. Pese a ese origen y a sus credenciales neoliberales, fue indicado por Lula, supuestamente de izquierda, para presidir el Banco Central, con lo que, durante los ocho años de gobierno Lula, controló las principales palancas de la economía, como las políticas cambiaria y monetaria. Hasta ahora, el nuevo equipo económico se dedicó a hacer más anuncios que a tomar medidas concretas, pero, sin embargo, el simple hecho de que un hombre como Meirelles, market-friendly, esté al frente de la economía, hizo cambiar la expectativa de los agentes económicos. Sofocados por la recesión, que ya dura seis trimestres, no creían que Dilma fuera capaz de recuperar la economía. Sin ella, por lo tanto, esperan mejoras. La principal apuesta de Temer/Meirelles es una auténtica revolución en las cuentas públicas (sin entrar en juicio de valor, sino por mera constatación): trátase de la congelación de los gastos públicos, quizás por veinte años. Solo podrían aumentar de acuerdo con la inflación. Para dar una idea concreta de lo relevante que es la congelación, basta decir que, en los diez años más recientes, los gastos crecieron un 93% por encima de la inflación. 86

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Otra comparación relevante: si la nueva regla estuviese en vigor en 2015, los gastos públicos habrían sido de 600,7 mil millones de reales (166 mil millones de euros), poco más de la mitad de los 1,16 trillón de reales efectivamente contabilizados. Parece claro, por esas comparaciones, que, una vez recuperado el crecimiento de la economía y de la recaudación, el límite de gastos será más que suficiente para ree­ quilibrar el presupuesto dentro de algunos años. La cuestión es saber si el país aguanta hasta entonces sin que haya simultáneamente un programa más definido para reactivar la economía y sacarla del profundo pozo en que está. Reducir el rol del Estado, por la vía de la congelación de sus gastos, tiene un efecto necesariamente de contracción de la economía, como se ha visto en Europa en los años recientes. No están todavía definidos los detalles para ese techo de gastos. En la versión más radical que se escucha en círculos gubernamentales, los gastos estarían en 2036 al mismo nivel en que estaban en 1997, en el primero de los dos periodos de Fernando Henrique Cardoso (13,4% del pib). Hoy, está en el 19,1%. De todos modos, la implementación depende de aprobación del Congreso, que no será fácil una vez que una buena parte de los parlamentarios que apoyan el gobierno son adictos a hacer política con base en los gastos públicos para sus regiones. Austeridad no es una palabra que combine con pmdb, el partido del presidente. nueva revista · 159

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Economía al margen, en el ámbito político hubo demasiadas idas y venidas, empezando por el hecho de que el gobierno perdió tres ministros en un solo mes, el primero de su gestión, antes de que fuera confirmado el impeachment de Dilma. Así y todo, la composición del gabinete, para agradar a los congresistas, ha funcionado hasta ahora. De acuerdo con la encuesta realizada por el sitio Aos Fatos, el gobierno tiene el apoyo del 70% de los congresistas en las dos Casas del Congreso, lo que, en teoría, hace fácil aprobar proyectos de interés del poder ejecutivo, incluso enmiendas constitucionales. Y estas demandan el voto de dos tercios de cada Cámara. Esa mayoría tiene, en todo caso, que ser demostrada en la práctica —y la ocasión crucial será el voto sobre el límite de gastos—. Si se aprueba, bien para el gobierno, que verá la confianza de los agentes económicos reforzada. Pero la confianza de los trabajadores solo vendrá si la economía realmente se recupera y, en consecuencia, se recupera también el empleo. Los españoles saben, mejor que nadie, que en recuperar el empleo se tarda más que en recuperar la economía. El plazo, en ese caso, es más largo —y lo que Temer no tiene es largo plazo—. He aquí el gran problema: el tiempo de que dispone el gobierno es de tan solo 28 meses, lo que constituye, en mi opinión, un reto insoslayable. Y eso, sin tener en cuenta las dificultades que puedan venir de esa caja de Pandora que es la «Lava Jato». 

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LITERATURA EN ESPAÑOL. ÚLTIMO QUINQUENIO

LA ÚLTIMA NOVELA ESPAÑOLA, ASEDIADA POR LA LITERATURA COMERCIAL Amarrada al individualismo y al memorialismo

Adolfo Torrecilla

Un análisis de la novela contemporánea no puede dejar de lado la situación editorial, para mí una de las claves que explican parte de la evolución y las tendencias de la novela española última. Hoy más que nunca, la industria editorial condiciona más de lo que parece, en nuestro país y en otros muchos, la manera de hacer literatura y la proliferación de los argumentos de moda. En este sentido, las editoriales, sobre todo las grandes, imponen su sello y su estilo. Por eso, antes de entrar en el análisis de la literatura española contemporánea, conviene apuntar algunas notas distintivas de nuestra realidad editorial. nueva revista · 159

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adolfo torrecilla EN MANOS DEL MARKETING

Vivimos un momento de acusada concentración editorial, que tuvo su momento álgido con la adquisición del grupo multinacional Peguin Random House de la editorial Alfaguara y de otros sellos del grupo Prisa. Desde el punto de vista económico, la crisis ha afectado de lleno al sector, que hace lo que puede para mantener el tipo ante las convulsiones de la crisis y la amenaza del libro digital. Aquí podemos recuperar las conclusiones del ensayo La edición sin editores (Destino), de André Schiffrin, donde ponía el dedo en la llaga en algunos de los problemas del mundo editorial: la desaparición de los editores tradicionales y la irrupción desbocada de las estrategias del marketing. Ahora, sin disimulo, sobre todo en las grandes editoriales (simplificando el análisis bastante, pues para ser justos habría que hacer muchas excepciones), lo que se busca es vender como sea y de manera masiva. A P O T E O S I S D E L B E S T- S E L L E R

Muchas editoriales, por cuestión de supervivencia, reafirman su fe en las estrategias del best-seller, la manera más eficaz de llegar a un amplio número de lectores que buscan, sin más, entretenimiento al por mayor, tendencia que ya está determinando la elección de los títulos que se publican y que es una advertencia para aquellos escritores que no cuenten con estas premisas. No parece que muchos escritores sufran por esto, pues se prestan sin rubor a escribir novelas con una explícita vocación comercial. Y si no los hay, convertimos a famosos en escritores, sobre todo a los presentadores televisivos, rostros conocidos para 90

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el gran público: Mara Torres, Mónica Carrillo, Sandra Barredo, Maxim Huerta, Christian Gálvez, Marta Fernández, David Cantero, Luján Argüelles... La obsesión por el best-seller se traslada también a las técnicas literarias. El best-seller busca públicos masivos, por eso un buen número de autores estudian las estrategias de los grandes escritores extranjeros que han pegado el pelotazo internacional y marcado el camino (por ejemplo, Dan Brown. E.L. James y Ken Follett, y la lista es amplia). En muchas ocasiones, lo peor de este fenómeno no es el libro que triunfa, sino los sucedáneos que vienen a continuación, las obras clónicas que los imitan sin rubor. Menciono algunos autores de best-seller españoles, eficaces representantes de una manera de escribir que, hay que reconocerlo, ha servido también para que miles de lectores se acerquen a la literatura: María Dueñas, Julia Navarro, Carlos Ruiz Zafón, Matilde Asensi, Ildefonso Falcones, Javier Sierra, Luz Gabás, Paloma Sánchez-Garnica, Javier Moro... Un fenómeno singular en este panorama es Arturo Pérez-Reverte, uno de los escritores más leídos en nuestro país, que aporta en su literatura un gran trabajo de documentación, los ingredientes más vistosos de la novela histórica y policíaca y los temas del best-seller culto, a los que hay que sumar un estilo ágil, trabajado, dinámico, repleto de intriga y de una calidad muy superior a la de otros autores que van en esta línea, de ahí su éxito. Entre sus últimas novelas, Algunos hombres buenos (2015) contiene, sin embargo, una tópica trama histórica que le sirve al autor para hacer una sesgada radiografía de la España del siglo xviii, con mucha moraleja; me ha resultado más novedosa nueva revista · 159

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y lograda El francotirador paciente (2013), una novela de aventuras sobre el mundo clandestino de los grafiteros. EL ESPECTÁCULO DE LOS PREMIOS LITERARIOS

Este reconocible estilo editorial se ha trasladado a los premios más populares (Planeta, Nadal, Alfaguara, Primavera, Azorín...), que son un ejemplo redondo de esta vocación mercantilista de la literatura. Los premios, con su correspondiente boato de marketing, no buscan nuevos valores literarios ni obras en verdad originales, sino escritores y libros que puedan venderse al por mayor. Esto lo tienen muy claro los jurados. Ante este panorama comercial, la crítica literaria ha adoptado una postura complaciente, pues no resulta ni fácil ni agradable convertirte permanentemente en un pepito grillo que cuestione la validez de tantos libros prescindibles. Además, estos libros son los que tienen visibilidad, los que marcan tendencias, los que imponen su sociología y los que garantizan el mercado y la pujanza de la industria editorial. Sin embargo, la crítica ha olvidado demasiadas veces su papel de señalar las diferencias que existen entre una obra de calidad y una obra de usar y tirar y en ocasiones parece un eslabón más, hasta programado, de las campañas de marketing de las editoriales. N U E VA S E D I T O R I A L E S , N U E V O S L E C T O R E S

Así, resumiendo este panorama, podemos apuntar la coexistencia de una apabullante literatura comercial con una literatura minoritaria que se dirige a un lector más literario y más interesado en la calidad literaria que en el cómodo entretenimiento. 92

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Y aquí quiero destacar un fenómeno editorial: la consolidación de las editoriales pequeñas e independientes: Libros del Asteroide, Impedimenta, Nórdica, Periférica, Minúscula, Funambulista, Sajalín, Gallo Nero, Ático de los Libros, Menoscuarto, Errata Naturae, Alpha Decay, Gadir... Aunque para el tema de este artículo no nos son de mucha utilidad (salvo excepciones, publican poca literatura contemporánea española), sí que son un testimonio de la pujanza del sector y de la variedad de lectores actuales, pues no todos se dejan seducir por lo comercial. AUGE DE LOS SUBGÉNEROS

La huella de lo que más vende se manifiesta también en la moda de los géneros populares. De hecho, algunos autores se han convertido en verdaderos fenómenos, como es el caso, en la novela histórica, de Santiago Posteguillo. En este género, también han conseguido popularidad Javier Negrete, Jesús Sánchez Adalid, María Gudín, José Javier Esparza y una inabarcable lista de autores que frecuentan uno de los géneros de moda en la actualidad. Y lo mismo pasa en la novela policiaca con Dolores Redondo, Lorenzo Silva, Domingo Villar, Reyes Calderón, Carlos Zanón y un largo etcétera, pues estamos ante uno de los géneros más leídos en toda Europa. La novela policiaca tiene un interés añadido, pues a los ingredientes habituales del género hay que añadir el análisis crítico que hacen de la sociedad actual, con sus peligrosas sombras y corruptelas, característica que han tomado de la novela policíaca nórdica. nueva revista · 159

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adolfo torrecilla ESCASO EXPERIMENTALISMO

En la literatura última no se aprecian grandes maestros, autores que marquen tendencia y que impongan su magisterio. No domina ninguna escuela ni ningún magisterio, ni tampoco una única manera de escribir y de cuestionar la realidad. Hoy, en tiempos de una espumosa y líquida posmodernidad, se imponen la heterogeneidad y la pluralidad. Son muchas las voces que describen y analizan la realidad, casi siempre desde una perspectiva realista y tradicional, la más asequible para un amplio número de lectores. Hay experimentalismo, porque hay de todo, pero no es una tendencia dominante. Este experimentalismo se manifiesta en determinados autores y fenómenos teóricos (como la denominada Generación nocilla, con Agustín Fernández Mallo y, entre otros, Vicente Luis Mora), con escasa visibilidad comercial y literaria, salvo algunas excepciones. Eso sí, hay un caso singular que merece la pena destacar, y mucho: Enrique Vila-Matas. El escritor catalán continúa con una carrera insólita, sorprendente, alejada del realismo y con la que ha abierto nuevas vías narrativas, muy imaginativas, como ha demostrado en su última novela, Kassel no invita a la lógica (2014), una nueva vuelta de tuerca a su ya de por sí ingeniosa y vanguardista trayectoria literaria. SENTIMENTALISMO Y AGUADO EXISTENCIALISMO

El individualista posmodernista suele ser el protagonista de muchas novelas contemporáneas. La novela actual es un buen catálogo de los comportamientos individuales, sean los que sean y descritos desde múltiples puntos de 94

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vista. Este individualismo muestra muchas caras, tantas como escritores, predominando en su análisis la perspectiva sentimental sobre la existencial. El peso de los sentimientos, si no se canaliza convenientemente, puede acabar siendo incluso un peligro literario, pues los límites entre la novela sentimental y la cuasi-rosa son difusos. Para mí, el sentimentalismo epidérmico y narcisista, con sus dosis de literatura de autoayuda y de moralina light, invalida la literatura como radiografía de las complejidades de la individualidad (y hasta de la sociedad). Y eso que a algunos autores, desde un punto de vista comercial, les está yendo muy bien este camino. Por otra parte, la perspectiva existencial, salvo excepciones, tiene escasa entidad, pues el desasosiego del que se hace gala suele ser prefabricado y muy literario, más una moda que una auténtica inquietud. No son creíbles muchos conflictos existenciales que se plantean, más cerebrales que reales, ni tampoco el cómodo pesimismo, el hastío y el hartazgo que arrastran muchos antihéroes, demasiados. UNA LITERATURA TESTIMONIAL Y CRÍTICA

Como tímida novedad en la novela actual, podemos destacar el intento de algunos autores por presentar una visión testimonial y comprometida de la realidad como hacía décadas que no se daba. En algunos autores, ha sido crítica, rea­ lista, ideológica, con gran calidad literaria, destacando con rigor las sombras de un sistema deshumanizado, como ha hecho Rafael Chirbes con ciertas dosis de amargura en sus mejores novelas, Crematorio (2008) y En la orilla (2013). nueva revista · 159

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Sin embargo, en otros escritores este análisis social y político de lo que está pasando ha caído en un maniqueísmo ideológico partidista. Destaco, sin embargo, algunas recientes novelas que describen literariamente y con calidad las consecuencias de la crisis económica —Julio Fajardo Herrero, en Asamblea extraordinaria (2016)— y también la conflictiva realidad política del País Vasco —asunto que aborda la ambiciosa Patria, de Fernando Aramburu (2016)—. LOS CONSAGRADOS

En estas vertientes literarias, hay autores consolidados que han sabido mantener el listón alto de su compromiso y calidad, eso sí, con sus lógicos desniveles. Algunos de estos autores consagrados han continuado en los últimos años recreando el conflictivo pasado con unas reconocibles y personalísimas señas de identidad instaladas en la posguerra y el franquismo, como ha hecho Juan Marsé, aunque sus últimas novelas (como Esa puta tan distinguida, 2016), igualmente ambientadas en su territorio reconocible de los barrios populares de la Barcelona de posguerra, están muy lejos de las mejores de su dilatada, sólida y lograda trayectoria. Lo mismo podemos decir de Eduardo Mendoza, que se ha prodigado en publicar novelas humorísticas y policiacas (El enredo de la bola y la vida, 2012, y El secreto de la modelo extraviada, 2015, cuarta y quinta entregas de las novelas protagonizadas por su anónimo y divertido detective), en la antípodas de sus obras de más entidad narrativa: ni siquiera Riña de gatos, premio Planeta 2010, ambientada en la guerra civil, está a la altura de las anteriores. 96

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Parecida sensación de cansancio se aprecia en las últimas novelas de Álvaro Pombo: en unas porque el exceso de originalidad ha descafeinado sus mejores y reconocibles ingredientes y en otras porque se aprecia ya una saturación de su mundo novelesco. Sus últimas novelas publicadas son La transformación de Johanna Sansíleri (2014), Un gran mundo (2015) y La casa del reloj (2016), novela esta última donde consigue recuperar por momentos los mejores rasgos narrativos de su literatura. Tanto Juan Goytisolo, premio Cervantes, como Luis Goytisolo, poco han aportado últimamente a sus cuajadas trayectorias literarias. LOS MÁS PRESTIGIOSOS

Hay autores actuales con una reconocida proyección nacional e internacional. Antonio Muñoz Molina sigue sirviéndose en sus novelas de su historia personal y colectiva para realizar un lúcido análisis de cuestiones contemporáneas, como ha hecho en la última de ellas con bastante originalidad en la estructura y en los temas, Como la sombra que se va (2014). Javier Marías le sigue sacando partido literario a los mareantes vaivenes del pensamiento, donde es más importante el estilo que la trama, aunque en sus últimas novelas se aprecia un cierto ensimismamiento endogámico que a algunos entusiasma y a otros saca de quicio: Así empieza lo malo (2014) y en Los enamoramientos (2011). Javier Cercas incorpora a sus novelas las técnicas de la autoficción, la crónica y el reportaje con las que construye unos ingeniosos argumentos con los que también analiza de manera crítica, no sin polémica, la historia reciente de nueva revista · 159

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nuestro país, como ha hecho en El impostor (2014), una sutil alegoría sobre la Transición. Y continúan desarrollando una interesante carrera literaria, en algunos casos no siempre a la altura de las expectativas que levantan con cada novedad, escritores como Luis Landero, Julio Llamazares, Ignacio Martínez de Pisón, Andrés Barba, Juan José Millás, Vicente Molina Foix, Soledad Puértolas, José María Merino, Luis Mateo Díez, Bernardo Atxaga, Juan Bonilla, Abel Hernández, Felipe Benítez, Ignacio Vidal-Folch, Justo Navarro, Juan Manuel de Prada, Andrés Ibáñez, Benjamín Prado, Rosa Montero, José María Guelbenzu, José Ángel Mañas, Almudena Grandes, Juan Cruz, Ricardo Menéndez Salmón, Elvira Lindo, Cristina Fernández Cubas, Ray Loriga, Pablo d’Ors, Marcos Ordóñez, Manuel Rivas, Jorge Carrión, Belén Gopegui, Isaac Rosa, Adolfo García Ortega, Javier Pérez Andújar, Gustavo Martín Garzo, Alberto Olmos, Eduardo Lago, Víctor del Árbol, Usue Lahoz, Espido Freire... Y también una larga lista de jóvenes promesas de la que, por mencionar solo unos cuantos nombres y para no caer en un listado de guía telefónica, cito a Milena Busquets, Jesús Carrasco, Sergio del Molino, Sara Mesa, Llucia Ramis, Natalia Sanmartín, Vicente Valero, Jenn Díaz... Y no hablo en este artículo de los escritores que se han especializado en cultivar el relato, un género todavía más minoritario, que cuenta con excelentes representantes que no voy a destacar, para no liarnos. (Ya sé que de estas largas listas de consolidados y promesas quedarán dentro de unos años una docena, como mucho.) 98

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la última novela española, asediada por la literatura comercial VA R I E D A D D E R E G I S T R O S

No resulta fácil encontrar hilos conductores en la narrativa española contemporánea. En unos autores domina el análisis crítico del pasado (con especial obsesión por la guerra civil española, que sigue siendo un recurso muy utilizado hoy día, para mí demasiado); hay escritores con un estilo más europeo que emplean un existencialismo denso y complejo; otros que han optado por las posibilidades narrativas del memorialismo, muy presente en la literatura última; en otros se mezcla la investigación histórica con el análisis de la condición humana en circunstancias a veces enrevesadas. Hay también autores que deliberadamente se han ideologizado, a ver si así rascan bola y público, y que ponen hasta en su biografía a qué partido votan; otros mezclan los ingredientes policiacos con la narrativa más analítica; y están los que imitan de mala manera algunas corrientes de autores norteamericanos para bucear literariamente en el alcohol, el sexo y las drogas... Los hay que apuestan por un realismo de corte tradicional y testimonial y los que tienen una querencia más fantástica; los que utilizan como argumento temas sociales y políticos candentes de nuestro tiempo y los que se mueven en el territorio de la alegoría de la actualidad... Como decíamos antes, mucha heterogeneidad y pluralidad, sin excesos. LA LITERATURA DEL YO

Otra consecuencia del acusado individualismo estético de la literatura última es su marcado carácter memorialístico, interesante rasgo que viene repitiéndose en las últimas décadas. Esta arrolladora presencia del yo es el ingrediente fundanueva revista · 159

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mental en el mundo novelesco de algunos escritores —que utilizan como ingrediente fundamental su biografía personal o la autoficción, como ya hemos apuntado— o aparece en unos géneros, los libros de diarios y de memorias, que han sido minusvalorados en la historia de la literatura española y que ahora mismo, sin embargo, gozan de mucho prestigio. Los diarios o dietarios actuales, para mí una de las tendencias más sobresalientes de la literatura española, tienen como referente a autores del siglo xx que han dotado a sus diarios de un trabajo literario similar al de otros géneros, sin considerarlo un género secundario o de menor entidad. En este sentido, El cuaderno gris, de Josep Pla, es el libro más prestigioso e influyente. La muestra de diaristas contemporáneos es sobresaliente: Andrés Trapiello, José Luis García Martín, Iñaki Uriarte, Valentí Puig, José Carlos Llop, José Jiménez Lozano, Miguel d’Ors, Karmelo C. Iribarren, Enrique García-Máiquez, Gabriel Insausti... Para todos ellos, el diario no es una actividad literaria secundaria o marginal sino que encaja perfectamente dentro de su trayectoria literaria, siendo, quizá, lo que más les define como escritores, como le sucede, por ejemplo, a Andrés Trapiello, quien ha publicado ya diecinueve volúmenes (el último, Seré duda, 2015) de unos diarios a los que ha dado el título genérico de Salón de pasos perdidos y que para mí son una de las aventuras literarias más sobresalientes de la literatura española última. PERIODISMO Y COLUMNISMO

Por último, el yo tiene también más presencia en el articulismo literario actual. Las fronteras entre el periodismo 100

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y la literatura están desapareciendo en muchos casos, y el periodismo, para sobrevivir, necesita ofrecer algo más. Hay pues, hoy día, un estilo de periodismo que merece también nuestra atención literaria. Lo han hecho las editoriales, que han recuperado los mejores libros de los grandes maestros españoles del género (como Manuel Chaves Nogales, Julio Camba, Josep Pla, Gaziel, Augusto Assía, Eugeni Xammar, Azorín, Fernández Flórez, César González Ruano, Jaime Campmany, Vázquez Montalbán, Umbral...), muy leídos hoy día y que son el declarado ejemplo para los columnistas actuales más jóvenes que gozan de más popularidad: Manuel Jabois, David Gistau, Hughes, Jorge Bustos, Antonio Lucas..., que se suman a la larga lista de escritores famosos y periodistas que publican columnas políticas, sociales, costumbristas, literarias, etc., en la prensa nacional y de provincias, aportando vitalidad al periodismo y también buena literatura (en este sentido, el periodismo literario ha recibido un fuerte espaldarazo con la elección de la bielorrusa Svetlana Alexiévich como Premio Nobel de Literatura 2015). EL FUTURO ESTÁ EN LOS LECTORES

En el futuro, la escasez de lectores literarios puede agrandar todavía más el peso de lo comercial en la industria editorial, ya que no habrá muchas editoriales dispuestas a arriesgarse a publicar a autores noveles y obras minoritarias que no conecten con lo comercial. Además, la literatura está perdiendo peso como vehículo para reflexionar de manera crítica sobre la realidad y el hombre contemporáneo, pocos autores se atreven a ir en esta dirección; cada vez más, la literatura, especialmente la novela, forma parte nueva revista · 159

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de la todopoderosa industria del ocio, siendo una pata más en una larga lista de ofertas de entretenimiento. Sería un peligro que las editoriales pequeñas perdiesen espacio y oxígeno, pues ahora, al dirigirse a lectores más exigentes, aportan variedad, intensidad y originalidad. Hacen falta, pues, editoriales literarias y escritores literarios que vayan por libre y analicen críticamente la realidad, buscando formas y técnicas nuevas, sin plegarse a los intereses de un mercado cada vez más acrítico, plano y clónico. Será la manera, también, de provocar nuevos lectores que conviertan la lectura en una profunda experiencia estética y vital. 

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UN QUINQUENIO DE POESÍA ESPAÑOLA José Antonio Llera

Me apresuro a decir, desde el umbral, que este artículo carece de intención canonizadora, y que debería subtitularse «Viaje alrededor de mi biblioteca». Como toda selección, tiene lagunas, aparte de la omisión de todo el resto de la poesía en español de autores no españoles, que, por razones de espacio, se habrá dar en otra entrega. Quedan sin citar grandes autores que siguen su obra de parecido perfil en el quinquenio, proviniendo del anterior, premios significativos y un largo etcétera. Solo me guían la intuición y la experiencia lectoras, cicerones sometidos al relativismo que entraña toda perspectiva (una lección de visión lo es también de ceguera, irremediablemente). La intuición es como la madera que proporcionan algunos árboles, aromatizada por los frutos pero no muy resistente. La prefiero, no obstante, a los carriles de acero por donde transitan los profetas de lo infalible, a la crítica que pretende persuadirnos de que el mapa —el suyo— es el territorio, como si no nos hubieran castigado bastante con la palmeta de las generaciones y sus exactas sucesiones de difuntos. A veces me he representado en la imaginación el papel del Antólogo de Poesía Última como un jugador de go, nueva revista · 159

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juego que procede de China y para el que se emplean piedras blancas y negras. El objetivo consiste en conquistar el mayor espacio posible, rodeándolo, frente a los avances de nuestro adversario. El Antólogo se encierra en su quinta y pone a su servicio a los poetas que él se ha encargado de santificar; entre sus paredes, ellos se afanan en servirle los mejores pedazos del banquete y se dejan los ojos en los telares para disimular que el Antólogo es un hombre que camina desnudo, un Tales de Mileto no absorto en la teoría astral, sino que mira solo aquello que le proporciona mejores dividendos simbólicos. El Antólogo y sus poetas se respetan y se temen; saben que lo suyo es un matrimonio de conveniencias. Me quedo mejor con la crítica apasionada por la que clamaba Baudelaire y que después desenterró Barthes. Con las piedras blancas y negras del go hagámonos un collar de cuentas deseando que un niño, en una travesura, las desparrame de un tirón por el suelo. SENIORES

Quiero empezar por él. Recuerdo que, a mediados de los noventa, asistí por vez primera a una lectura de su poesía. Tenía lugar en el edificio de la Cámara de Comercio de Cáceres, en el centro de la ciudad, en una sala fría e incómoda, alevosamente antilírica. Caía una luz macilenta y neblinosa mientras José Ángel Valente leía de una forma seca pero no solemne, sin impostaciones ni espasmos rapsódicos. Al término, no hubo preguntas y yo tampoco me atreví a solicitar ninguna dedicatoria. Ahora pienso que aquella lectura puso en práctica su idea de la creación como un espacio de plena disponibilidad, al margen 104

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de generaciones, siempre en contra de la moda estéril y a favor del estilo propio, atento a otras culturas y otros lenguajes. El último libro de José Ángel Valente, Fragmentos de un libro futuro (2000), se publicó el mismo año de su muerte. Su título declara un carácter testamentario en la mediana del cambio de siglo. Si bien lo considero inferior en intensidad y organicidad a No amanece el cantor, se reconoce al poeta elegíaco, crepuscular, afirmándose en la memoria del hijo muerto y en su imposible diálogo, unidos en la sombra. El soliloquio hace recuento de las pérdidas: «Hay un eco infinito en los vacíos / desvanes tristes de la infancia perdida. / Y no encuentro las huellas de tu paso, / que tal vez fuera el mío. ¿Dónde? ¿Cuándo?». En 2001 se edita la Poesía completa (1953-1991) de Claudio Rodríguez, el gran poeta hímnico y celebratorio de la promoción del cincuenta. No menos significativa considero la aparición de la Obra poética (1941-2005) de Manuel Álvarez Ortega. Pese a las eventuales variaciones temáticas, métricas o formales, cada libro de Manuel Álvarez Ortega conserva la memoria del anterior y anticipa el siguiente. Se recuerda lo que aún no ha sido escrito; por eso estamos ante una obra memorable. Profanaciones, epitafios y el viento helado de la culpa en un universo dominado por el dolor. Un mundo donde dominan los dioses oscuros brota a partir de una lectura lúcida del simbolismo y el surrealismo. Además de una memoria interna reconozco en esta poesía una memoria externa, elusiva y elíptica, una fuerza testimonial latente sobre la guerra civil y la posguerra. Escritura en la perspectiva de la muerte, lámparas negras, cuchillos azules, la ciudad sitiada por el llanto. Arden las pérnueva revista · 159

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didas (2003), de Antonio Gamoneda, se construye sobre versos cortantes y reticentes, que nos escaldan con sus silencios. La memoria y sus coacciones es uno de los núcleos simbólicos que estructura obsesivamente su obra. El expresionismo irracionalista que la distingue no se puede deshistorizar (ha habido bastantes interpretaciones desenfocadas por esta causa). La anáfora recurrente del verbo vi en muchos de sus poemas, más que remitir al Apocalipsis bíblico, da entrada a la conciencia del testigo y allí permanece en toda su violencia. Lo dice muy claro: «agua mortal en las cunetas». Francisco Ferrer Lerín, raro entre los raros, rompió su largo silencio con Fámulo (2009), un poemario casi dodecafónico. Sagas familiares, ornitología, disparos a lo recóndito, crepitante de latinismos y celosías barrocas, tupido de referencias culturales privadas. De una ironía compleja, respira a cada instante una subjetividad fuera de molde que juega con el lector (Autor-Tahúr), con sus expectativas y con las convenciones de los géneros, descabalándolas. La memoria amorosa (2011), de Carlos Edmundo de Ory, posee un carácter póstumo y recapitulador. Aquí están, entrelazados, el alquimista, el flâneur que cree ver a su padre muerto sentado en un parque público, el recuerdo de una infancia que siempre galvanizó sus escritos, la doma de los reveses del exilio (visto ya en la distancia, casi con serenidad taoísta). Capaz de reinventar su tradición a base de alfilerazos postistas, Ory desautomatiza lo consabido en cada página. Sobre el bastidor de los tres espacios que marcaron su vida (Cádiz, Madrid y Francia), se hibridan géneros diversos como el apunte diarístico, el poema en prosa y el microrrelato. 106

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Después de poemarios neomodernistas que me enfriaron el aliento, Rapsodia (2011), de Pere Gimferrer, supone un revival de libros emblemáticos como Arde el mar y La muerte en Beverly Hills. Nos lleva otra vez al cine, a la pintura, para afirmar que el poema crea el teatro de su propia realidad y bruñe sus espejos nocturnos (toda la poesía de Gimferrer, como ha visto José Luis Rey, puede leerse como metapoesía). El sonido y el ritmo propagan la imagen, que es anterior al sentido: «Al explicarse, el verso nos explica; / lo verdadero es siempre inexplicable / y el poema se explica al llamear». Me acuerdo también, doblando la esquina del siglo xxi, del lamento negro y la rosa de sanatorio de Leopoldo María Panero, aunque sus mejores libros los escribiera solo hasta Narciso en el acorde último de las flautas y todo lo demás no fuera sino parodia de sus mejores versos, que sobrevivirán al fin lejos del Hombre de la Máscara de Hierro en que se convirtió o lo convirtieron. Los poemas en prosa que componen Oeste (2013), de Pureza Canelo, rescatan la arteria de lo rural sin caer en añejos costumbrismos. Surge un cántico a un mundo que se ha ido, que se está yendo, en el que la palabra se aposenta, se reconoce y explora su ser. Sus primeras entregas atisbaron la inocencia del lugar común, aquí revisitado desde una óptica sustancialmente distinta: la inocencia y el tanteo sobre la rama se ha transformado ahora en una aprendida ignorancia, en una mirada que se arroja sobre las cosas, abismada en los licores fuertes de lo real, que busca ahí su contaminación tenaz, resolutiva, convocada. Se tuerce la sintaxis como el cuello del caballo, remueve el nueva revista · 159

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matorral del sintagma, descarna el sustantivo de determinantes, sincopa la música para retroceder hasta lo nimio. La edición en 2015 por la editorial Calambur de la Poesía reunida (1967-1987) de Aníbal Núñez, unida años antes a la de algunos poemas inéditos, hace justicia a una obra cuya recepción no fue óptima en su momento. Emisario de las ruinas del lenguaje, Aníbal Núñez crea combinatorias intransferibles e hipérbatos-cerbatanas. También hay que celebrar la publicación en 2008 de la poesía reunida de José-Miguel Ullán gracias a Galaxia Gutenberg. Ullán acostumbra a borrar las marcas de enunciación, de tal modo que sus poemas hablan por la boca y por la espalda. Si bien no siempre consigo entrar en su férvido experimentalismo, me gusta recordar su ars poetica: «Llora, porque toda mirada entraña error. / Mas los andrajos, horca, palio y cruz no morirán por este llanto. / Mejor, fulgir a solas y rezar en balde. ¿Como el topo? Así; dueño de la penumbra y de su asfixia. / Hablando por hablar. A ciegas. Ojo del corazón, quema el paisaje». POETAS CONSOLIDADOS

El canon dominante de la poesía española de finales del siglo pasado parece que no aprendió mucho la lección de Pessoa, Cernuda y Unamuno. Antepuso la anécdota narrativa al pensamiento, el attrezzo y la bisutería a la visión. Bien es verdad que, desde planteamientos realistas, autores como Álvaro Valverde, Vicente Valero y Antonio Cabrera, entre otros, no cayeron en esa fosa y desde el principio se aproximaron meditativamente a la Naturaleza, siguiendo el modelo de los lakistas ingleses y de los románticos ale108

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manes. Matar a Platón (2004) representa un intento bastante logrado de unir lírica y ensayo a partir de la noción deleuzeana de acontecimiento. No importa tanto el hecho que se poetiza (un accidente de tráfico en el que un hombre es atropellado por un camión) cuanto su fenomenología, lo que da sentido a lo que sucede, el observador que es a su vez objeto de observación, en abyme, la ligadura del texto y su glosa. Se crea un escenario de actores y espectadores unidos por la contemplación del horror, que fluye sin dramatismos (el foco quiere ser objetivista). ¿Todo es mímesis entonces, resultado de una mera representación de la realidad? La respuesta —«la herida no, la herida nos precede»— trae ecos de la angustia primordial, de lo que Otto Rank denominó el traumatismo del nacimiento. Aunque Julieta Valero ha publicado dos libros más tras Los heridos graves (2005), sigo considerando este último como su mejor obra y «Canción del empleado», el largo poema inicial, como uno de los cantos más hermosos: «Solo es hermosa la salvación del que casi está desconsolado. / Solo entiende la salvación el Herido Grave. / Yo respondería con la alegría sin gusano del padre primerizo y del patrón que halla peces / la del que expulsa su fluido y se ignora un instante / la del minero que reconoce de nuevo el sol / la alegría abisal del animal en su siendo». No trabaja con ideas o experiencias prefabricadas, con aquello que se impone a la razón o a los ojos, sino que explora la complejidad de lo real mediante una fina espátula lingüística y solo a su través apunta a las relaciones intersubjetivas, al deseo insurgente, a los conflictos de género. En sus versos se transparentan no pocos ecos vallejianos («pezonueva revista · 159

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nea su paciencia, irrítale / las corvas, el hueso sacro por la danza»), pero soldados a un estilo propio. Olvido García Valdés recoge su poesía en Esa polilla que delante de mí revolotea (2008). No he dejado de leerla desde que la magnífica colección de Ave del Paraíso de Valladolid diera a conocer Caza nocturna (1997). A lo hondo del mundo se llega por la corteza, reuniendo lo estilizado y lo vital en una misma mirada de amor a la materia, a lo concreto casi imperceptible (y que se nos trae y se nos lleva). En sus formas, advierto la querencia por la vacilación como un estado del alma, crestas, capas, condensaciones y desprendimientos. El poema es entonces lo que se ha recobrado, lo que gotea sobre las hojas más leves. Y el encabalgamiento, aquí, como lo que los cazadores llaman muestra: el perro inmoviliza el cuerpo vibrante anticipando la presa y entonces entendemos tanto la inmovilidad como la fuga. El sitio que digo es este, el ojo interior y neutro de la zarza: «[...] qué hice que no / recuerdo, qué hicieron, / dónde / ocurre la vida y es libre y no / benigna, dónde con su herida / lo solo del animal». La casa roja (2008), de Juan Carlos Mestre, recibió en 2009 el Premio Nacional de Poesía. A cierto culturalismo surrealizante de base incorpora acordes propios, su constelación de símbolos, su humanismo. Heredero del mejor Neruda, su capacidad para labrar imágenes parece no tener límites, y en ellas emulsionan nombres, ciudades, destinos, lenguas. El yo se fragmenta en máscaras suntuosas y monólogos dramáticos, se divide en progresión geométrica (poesía partenogenética), en infinitas correspondencias: «He leído durante toda la noche el Discurso sobre la dignidad del hombre, / de él se deduce la aritmética del mar y la 110

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Ley bajo la corteza de la encina, / de él se deduce el río de la ciencia y la golondrina de los caldeos, / de él se deduce la inexistencia de la muerte y la fecundidad de lo discutible». Todo lo visible y lo invisible toca su musculatura versicular, ya sentencioso, ya aligerado de humor. Lo aprecio más cuando su esteticismo poderoso no olvida los pozos ciegos de la Historia, como cuando resucita la silueta de Robert Desnos, muerto de tifus en un campo de concentración. Basta pasear por las inquietantes naves del antiguo matadero madrileño de Legazpi para sentir una indecible aprehensión en el pecho. Las bóvedas transmiten la adherencia de la sangre y del gemido. No es fácil afrontar la lectura de Reses (2008), de Esther Ramón. El punto de vista distanciado y ajeno a todo confesionalismo nos ofrece una alegoría de lo que somos, de nuestras cárceles y sacrificios cruentos bajo el manto de un expresionismo que recuerda temáticas afines en Döblin, Perse o Julio Llamazares. En los intersticios de una naturaleza elemental llamean múltiples voces. ¿No es la Poesía un cordero de tres cabezas ante el que todos desfilan? Cuando comenzó a publicar, Diego Doncel era un poeta metafísico, que bebía de Leopardi y de María Zambrano. Su poesía ha dado un vuelco evidente y considero Porno ficción (2011) como la prueba de este giro hacia la contemporaneidad. Su nihilismo se caracteriza por una inmersión crítica en la ciénaga del simulacro y el vacío (Baudrillard, Bauman y Lipovetsky al fondo). Las secuelas más oscuras de la posmodernidad nos ponen frente a voces estranguladas por la soledad y la falta de valores, que han sido sustituidos por la publicidad, la cultura del espectáculo y las nueva revista · 159

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josé antonio llera

pantallas. Nos sitúa entre Orwell y Blade runner, en una especie de Marienbad del horror y la distopía. Eros también ha sido aniquilado. Solo quedan limonada y ansiolíticos. Por la cornisa experimentadora y metapoética, sin duda el poemario más destacado de este quinquenio ha sido Topología de una página en blanco (2011 en edición digital y 2012 impreso), de Alejandro Céspedes. Hijo legítimo del Livre mallarmeano y de su golpe de dados, esta obra arriesgada implosiona en imágenes de triple filo y, en una ceremonia de borrado, pulveriza la noción de sujeto lírico —autobiográfico— y desafía los límites del texto, donde confluyen la Física con la Estética (de la negación). Los blancos son aquí semiotizados, participan de un juego expresivo, plástico, significante, y es el Lenguaje mismo el que dirime y calla, como quería Blanchot. Eduardo Moga es, para mi gusto, uno de los poetas de la actualidad que mejor utiliza el registro existencialista. En Insumisión (2013) apuesta por una estructura diseminada: se mezclan el poema en prosa y el verso, el lirismo se hibrida con lo diarístico, la gravedad con el sarcasmo y el homenaje tiende la mano a la parodia. Se encabalgan lo sublime y lo abyecto, la rosa y el arpón. Arranca de una conciencia encarnada, rastrea los abismos de la identidad desde las sensaciones que recibe un yo absorto. Todo se piensa a partir del cuerpo, que también es observado, pensado como viviente, entre los alquitranes vinosos del abandono y del ser-para-la-muerte. Hasta El hundimiento (2015), la poesía de Manuel Vilas presentaba como rasgos distintivos un hedonismo de raíz whitmaniana y una ironía viscosa y ambigua, además de 112

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un quinquenio de poesía española

una gran fascinación por el ciclorama de las autoficciones. El poemario que comento, el más autobiográfico de todos los suyos, lo empapa un sentimiento de duelo y desolación, cristalizado en turbios remolinos anafóricos o en una parca narratividad. No es de extrañar que como correlato objetivo elija a Scott Fitzgerald, mundano y dipsómano, quien en Crack-up ya había dictaminado que los golpes más duros siempre vienen desde dentro de uno mismo. Merece la pena destacar el yermo interior que exhiben los personajes de «Los nadadores nocturnos», o el examen de conciencia con motivo de la muerte de la madre —fragilidad y cinismo— que manifiesta «974310439». OTRAS VOCES (CODA)

Me interesan bastantes poetas nacidos a partir de finales de los años setenta, pero no dispongo aquí del espacio necesario para entrar a fondo en la cuestión. Sí quiero, al menos, citar tres nombres, no solo por la relevancia de lo hecho, sino también por lo que se vislumbra que pueden hacer. Mis padres: Romeo y Julieta (2003), el tercer libro de Pablo Fidalgo, es una crónica familiar. Su voz suena limpia y nueva. Alrededor de la casa, referente real y simbólico (Bachelard nos enseñó que la casa emblematiza los estratos del yo), Fidalgo reflexiona sobre su lugar en el mundo, sobre los amores imposibles, sobre los lazos de sangre que nos llenan de responsabilidades, decepciones y arrepentimientos. Todo es larva en la habitación del Tiempo: nos terminamos pareciendo a nuestros padres, reconocemos en nosotros sus gestos, lo que para algunos es una maldición y para otros una sentencia casi sagrada. nueva revista · 159

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josé antonio llera

Inclinación al envés (2014), de Julio César Galán, surge con resuelta voluntad de ruptura. Los contornos del poema, como los de la identidad, se disuelven y desmoronan, lo que promueve por lo demás una instancia lectora activa y creadora, que pueda leer entre y más allá de la línea. Son reconocibles los ecos creacionistas en el cultivo de la imagen. Los poemas se expanden en notas y porosidades, atacados por tachaduras y revisiones múltiples. En esta misma estela se emplaza también su antología Limados bajo el heterónimo de Óscar de la Torre. Aunque esté hermanada con poéticas del compromiso como las de Jorge Riechmann, Antonio Méndez Rubio, el primer Fermín Herrero —pienso en su excelente El tiempo de los usureros (2003)— o Enrique Falcón (La marcha de 150.000.000, en su versión definitiva de 2009, me parece la propuesta más ambiciosa y lograda en este ámbito), la poesía de María Salgado, desde el banlieue de la literatura, transgrede esos límites, pues no solo explora en lo ideológico un tiempo por venir y el relato colectivo del mismo, sino también el libro por venir. Hacía un ruido (2015) es un mural polifónico donde se citan diversas lenguas y discursos, donde se ponen de relieve los aspectos orales y plásticos del idioma, en convergencia con la neovanguardia hispánica, movimientos como la poesía concreta brasileña o la language poetry estadounidense en torno a Charles Bernstein. Desafía los formatos de la página tradicional mediante texturas, grafismos y estratificaciones significantes, al tiempo que cuestiona el concepto de sujeto centrado y unitario a través de un apropiacionismo y una intermedialidad constantes. De eso se trata: de batallar en las fronteras de lo (im) posible.  114

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EL TEATRO EN LA SEGUNDA DÉCADA DEL SIGLO XXI La ilusión de novedad

José-Luis García Barrientos

Basta

pensar que el tema de reflexión que me propone Nueva Revista en esta ocasión es exactamente el que enuncia el título para caer en la cuenta de que, estando como estamos iniciando el segundo lustro de esta década, es un ejercicio de adivinación el que exige en su segunda mitad. Pero lo que reclama en su primera tampoco es fácil de satisfacer con algún fundamento. Eso me hace pensar en el George Steiner de Presencias reales, cuando recuerda el cauto proceder de la filología tradicional al imponer la distancia mínima de un siglo entre cualquier estudio y su objeto. Pues, en efecto, será al cabo de cien años, si acaso, cuando empieza a hacerse alguna claridad en el panorama literario o teatral o cultural. ¿Quién podía imaginar, aparte de ellos mismos, en los años treinta del siglo pasado que Valle-Inclán sería —era ya— el primer dramaturgo del siglo y García Lorca el segundo? Pues todavía habrá hoy quien lo discuta, equivocándose seguramente.

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Lo cierto es que cinco años no son nada y que la presbicia de la mirada cultural no distingue nada de tan cerca. Como el encargo de la revista es para mí irrenunciable, no me queda otra opción que acogerme a lo que el propio Steiner considera, en el mismo libro, el espíritu de nuestro tiempo, que es el del periodismo. Con la desenvoltura propia de este, y quedando avisado el lector, sí que me atrevo a adelantar una visión propia (una teoría) parcial e interesada del asunto. Nada más que esto. Renunciando a cualquier atisbo de rigor metodológico y no digamos de exhaustividad, a cambio de afilar las armas de la intuición, el gusto y hasta las manías propias. Rindiéndome a la obligada promiscuidad entre creación y crítica que ha invadido, según Steiner, el mundo académico y universitario (al principio norteamericano, ya global); una de cuyas consecuencias es que nuestras universidades escamotean ya vergonzantemente en sus titulaciones la gloriosa denominación de «filología». Lo primero que llama mi atención y mitiga un tanto cierta sensación de euforia extendida en los últimos años sobre el éxito del teatro como espectáculo, con aumento del número de espectadores o el hecho sintomático de que se cierran ahora salas de cine que se convierten en teatros, al revés de lo que ocurría no hace tanto tiempo, es el retroceso sostenido, que viene de muy atrás, del teatro en el canon cultural, y no digamos en el de los géneros literarios. Resulta sorprendente que Nueva Revista haya pensado, al plantear esta cuestión, en el paradigma renacentista y sobre todo romántico de la tríada genérica «poesía-narración-teatro»... todavía. No es lo más frecuente hoy, desde luego. Basta mirar las convocatorias de premios literarios. 116

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Por casualidad tengo a mano el especial número 1.000 del suplemento cultural Babelia, publicado en 2011, que intenta un balance de los últimos veinte años, o sea, las dos décadas anteriores a la nuestra. Dedica una sola página, y la última, al teatro, frente a libros (7), arquitectura y urbanismo (5), música (4), cine (3), pensamiento (2 o 3), arte (2) e historia (1). La escasez de la historia es seguramente ocasional y a las páginas de arte habría que sumar al menos las de arquitectura; así que el espacio cultural del teatro resulta triplicado por sus competidores inmediatos, el cine o el pensamiento. Pero hay más: se ofrece una amplia selección de las películas (160), los discos (160) y los libros (206: ninguno de teatro) más destacados del periodo. La página teatral consta de dos artículos de Marcos Ordóñez, uno demasiado general, «El magnífico enfermo», y otro más breve significativamente titulado «Cuatro de veinte», por el que sabemos que le encargaron primero seleccionar veinte obras teatrales (20) y terminaron reduciendo la selección a cuatro (4). Cierto que esto no demuestra nada, pero no me digan que no es sintomático. Las selecciones, cuanto más estrictas, más significativas; pero hasta cierto punto; si nos pasamos de la raya, no significan nada. ¿Cuatro espectáculos en veinte años? Solo el capricho puede hacerse cargo de una pregunta así, como quizás del tema de este artículo. Con todo, propongo incluso dividir la respuesta de Ordóñez para quedarnos solo con estas dos obras: La estupidez de Rafael Spregelburd y La función por hacer de Miguel del Arco. Dos nombres que han seguido llenando el teatro en español del último lustro y no es arriesgado pronosticar que seguirán llenánnueva revista · 159

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dolo el próximo, y que arrastra cada uno toda una constelación de otros nombres: Alfredo Sanzol, Sergi Belbel, Ernesto Caballero, Angélica Liddell, Josep Maria Miró... en España; Javier Daulte, Daniel Veronese, Ricardo Bartís, Federico León, Claudio Tolcachir... en Argentina. La mera mención suscita una serie de cuestiones palpitantes: la pertinacia del centralismo teatral, lo mismo en Madrid y Buenos Aires (con el añadido de Barcelona en nuestro país) que en Santiago, Caracas o Montevideo; el liderazgo del teatro argentino en el ámbito de la lengua española; el hecho de que todos los nombrados respondan a la figura, hegemónica pero en absoluto nueva, del director-dramaturgo o dramaturgo-director; la referencia pirandelliana o metateatral, explícita en la segunda función destacada, que es una versión de Seis personajes en busca de autor, y más velada en la primera; etcétera. Para mitigar un poco el subjetivismo más o menos periodístico de mi visión, he pedido algunas opiniones al respecto. He aquí la de Sergio Blanco, al que me referiré luego, en términos literales: «Creo que los grandes cambios que ha habido en estos últimos años son: la agudización de la metateatralidad, la aparición de las nuevas tecnologías a disposición, no de la fábula (la historia), sino de la estructuración del relato; un re-cuestionamiento casi diría que obsesivo de lo real; el desmoronamiento de los grandes relatos de emancipación, algo que en el pensamiento latinoamericano siempre estuvo muy presente, y que creo que se dio con especial intensidad a partir del 2005 y las decepciones provocadas por las izquierdas que por fin llegaron al poder y se mostraron tan ineficientes como las derechas. A 118

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este fin de los relatos de emancipación heroicos y el desplazamiento hacia los microrrelatos me gusta denominarlo “el cambio del foco de atención del diluvio a la lágrima”». Si algún denominador común encuentro en el desbordante panorama del que intento dar cuenta de manera incompleta y quizás caprichosa es el de la «ilusión de novedad» que atraviesa el periodo y que viene él mismo de muy atrás, de las vanguardias históricas (valga el oxímoron) de principios del siglo xx, como poco. Y desde la teoría, que es mi observatorio, resulta más difícil sucumbir a ella, o sea, no advertir su carácter ilusorio, que desde el periodismo y hasta (paradójicamente) desde la historia. Por ejemplo, la pérdida de relevancia del teatro en el campo cultural hunde sus raíces por lo menos en el Romanticismo, que socava el canon de los géneros literarios que había mantenido al teatro como género hegemónico desde Aristóteles. Pensemos que el último marbete que ha etiquetado un tipo de teatro presuntamente nuevo es todavía el de «posdramático» (verdadero cajón de sastre, quizás por eso útil) y que el sobrevalorado libro de Lehmann que lo acuñó es de 1999 y se refería a las dos o tres últimas décadas del siglo xx. Pues bien, todavía hoy la simplificación más operativa a la hora de abordar el panorama teatral es seguramente la oposición entre el dramático y el teatro «posdramático»; cuyas características resume así Luis Emilio Abraham: «La percepción del espectáculo como un proceso efímero y autónomo, desligado de un texto previo; la impugnación de conceptos como intriga o lógica narrativa; el destierro de la actividad representacional, a favor de la presentación de corte performativo; la ritualización de la escena, con la consinueva revista · 159

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guiente participación ceremonial del público; el parentesco con la danza, las artes plásticas y el videoarte; el desmontaje rizomático de toda noción de jerarquía; la indistinción entre lo real y lo ficticio; aspectos, todos ellos, que engendrarían un nuevo lenguaje, una nueva ética y nuevas ideas sobre la construcción del universo teatral, lejos de la mímesis y sus aledaños». En definitiva, se trata en lo esencial de la oposición entre un teatro que sigue fiel al principio de representación con el desdoblamiento del actor en personaje o de la realidad en ficción, frente a otro que pretende reducir ese desdoblamiento a solo el plano real, ser «presentación» y no representación, fricción y no ficción. Heiner Müller es el modelo por excelencia de los «dramaturgos» del segundo tipo; pero auténticos renovadores de la dramaturgia como Beckett, Pinter, Handke, Koltès, Mamet o Cormann creo que reparten su legado por igual entre los dos tipos de teatro. Resulta obvio que, por más que se empeñe Lehmann, no todo lo nuevo en teatro es posdramático; ni tampoco solo lo nuevo: muchas de sus supuestas manifestaciones, si no todas, son continuación de (o vuelta a) las vanguardias históricas o el teatro sin más. Pienso en la narración escénica, por ejemplo, que no está después sino antes del drama y en su origen. Así que, si nunca es exacto llamarlo posdramático, sí lo sería en muchos casos, paradójicamente, llamarlo «predramático». Lo que resulta de todo esto en la actualidad es quizás una tipología relativamente nueva de los textos de teatro que permite oponer una amplia y variada mayoría de textos que son más o menos dramáticos, 120

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o sea, teatrales, a una más homogénea minoría de textos que seguramente no lo son y se presentan como «posdramáticos». Calculo que, en el ámbito de nuestra lengua, los primeros alcanzan el 80% como poco y los segundos el 20% como mucho. Pero dista mucho de estar claro —mejor dicho, es una falacia— que lo viejo y lo nuevo coincidan, así, automática y respectivamente, con uno y otro tipo de texto (y de teatro). ¿Es Beckett más tradicional, más viejo que Müller? Que alguien me explique por qué es más «nuevo» Rodrigo García que Juan Mayorga, o Angélica Liddell que Lluïsa Cunillé, en España, o Rogelio Orizondo que Abel González Melo en Cuba. Lo que parece evidente es que los textos de Liddell, García y Orizondo son más literarios que los de Cunillé, Mayorga y González Melo. Quiero decir que, a fuerza de no querer los primeros ser «dramáticos», no les queda otra posibilidad que ser poéticos, narrativos, ensayísticos, incluso didácticos o autobiográficos, o sea, literarios al cien por cien, mientras que los dramáticos lo son, más o menos, al cincuenta por ciento. Pero para que la falacia de la «nueva» escritura de los primeros salte a la vista bastaría considerar el texto-documento resultante de las representaciones efectivas de esas obras de Müller, o de Liddell, de García, de Orizondo... Se podría constatar que en esa reescritura pierden casi toda su rareza y se ven tan dramáticas como las tradicionales. Se esfuma así la novedad radical: esa terca ilusión de todas las vanguardias. Alejándonos de la nítida simplificación y acercándonos a la confusa realidad, se hace evidente la complejidad o multiplicidad de la misma, que es el resultado casi nueva revista · 159

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automático de mirarla de demasiado cerca; de la falta de distancia histórica que, mediante una limpieza jerárquica, aclare el panorama. Sí se pueden percibir los entrecruzamientos sin abandonar el cómodo (y falso) esquema. Hay autores, como Rodrigo García, que se mantienen fieles a la línea posdramática en sus espectáculos y sus textos; pero en la trayectoria de Angélica Liddell se puede advertir un proceso desde lo dramático, donde se situaría todavía El matrimonio Palavrakis, por ejemplo, hasta lo performático. Dramaturgos actuales genuinamente dramáticos (valga la redundancia) como el mexicano Jaime Chabaud o el hispanocubano Abel González Melo han hecho incursiones en la «narraturgia» (Sanchis Sinisterra), quizás hegemónica en el teatro mexicano de hoy, con obras de esta década como Noche y niebla del primero o Cádiz en mi corazón del segundo. Entre los autores españoles más jóvenes, Carlos Contreras Elvira ha escrito uno de los textos posdramáticos (valga el oxímoron) más valiosos a mi juicio, Verbatim drama; pero también Rukeli, premio Calderón de la Barca 2013, obra con notables rupturas estructurales, pero indiscutiblemente dramática. Llama la atención, en fin, que éxitos resonantes de los últimos años, dentro y fuera de España, como La piedra oscura de Alberto Conejero o El principio de Arquímedes de Josep Maria Miró respondan a una dramaturgia clásica, por no decir tradicional. Se me ocurre, para terminar, ilustrar esta idea de entrecruzamiento o diversidad, en que se concilian lo dramático y lo posdramático, lo nuevo y lo de siempre, con tres obras de nuestra década en las que el gran dramaturgo y director francouruguayo Sergio Blanco, antes citado, lle122

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va a cabo una auténtica investigación artística en torno a un género realmente nuevo (hasta donde es posible), la autoficción teatral, una posibilidad problemática que ha acertado a resolver con profundidad, brillantez y originalidad incomparables: Tebas Land (2012), Ostia (2013) y La ira de Narciso (2014). En ellas convergen muchos de los rasgos que se perciben hoy como nuevos: metateatralidad, dramaturgia del yo, irrupción de la realidad o permeabilidad de la frontera realidad/ficción, presencia de las nuevas tecnologías, deriva progresiva hacia la narraturgia y el monólogo, permanente interpelación al público, etc. Pero las obras resultantes me parecen no solo dramáticas sino dramáticas al cuadrado. Si en la narrativa, que es su patria, la autoficción es una especie de deconstrucción de la autobiografía, con la intención de desacreditarla y suplantarla, en el teatro es la solución de una aporía insalvable, la de la autobiografía teatral, imposible en rigor. Porque el teatro es incompatible con lo «auto» y con lo «factual». Es impermeable a la primera persona por su carácter de representación in-mediata y es irreductible a la mera realidad, se pongan como se pongan los posdramáticos. Porque el teatro es siempre ficción; aunque no solo ficción. El desdoblamiento realidad/ficción es en él constitutivo. No hay teatro sin realidad, pero tampoco hay teatro con solo realidad. Al subir a un escenario cualquier realidad real se dobla en otra ficticia. A la fuerza, por definición, y afortunadamente. Por eso el teatro resulta ser un juego más sofisticado que la lucha de gladiadores. Pues bien, la autoficción relaja esas dos condiciones constitutivas de la autobiografía: abre la puerta a nueva revista · 159

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la ficción y a la tercera persona. De forma que el teatro, aunque no sin problemas, puede ser autoficticio, ya que no autobiográfico. Blanco sabe bien todo esto, sigue la buena dirección y acierta. ¿Y cuál es la buena dirección? No la de simplificar sino la de complicar el juego. No la de reducir el esencial desdoblamiento teatral sino, al contrario, la de reduplicarlo hasta el mareo que hace borrosos los límites —lógicamente nítidos— entre los niveles de realidad y ficción. No la de lo performático, aunque pueda jugarse a simularlo, sino la de la reinvención de una especie de pirandellismo de larga y alta prosapia (Cervantes, Shakespeare), cuyo efecto encuentra una expresión feliz en el Borges de «Magias parciales del Quijote»: «¿Por qué nos inquieta que don Quijote sea lector del Quijote, y Hamlet espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores y espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios». Se trata, en fin, de buscar la realidad, no fuera del teatro, sino adentrándose más y más en él. No huyendo de la ficción, sino abismándose en ella. Tebas Land supone el paso decisivo de Sergio Blanco hacia su autoficción. No solo por el contenido de verdad sino también por el despliegue de recursos formales de la máxima eficacia. El protagonista se denomina «S», que es la inicial de Sergio, pero también la de Saffores, el actor que lo interpreta en la puesta del estreno, dirigida por Blanco; amén de la de Sófocles, cuyo Edipo es el palimpsesto de la pieza, y la de Sigmund Freud, que es el otro padrino de este drama sobre el parricidio. Este personaje 124

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central se relaciona con el público y con otros dos personajes, Martín, el parricida, y Federico, el actor que debe representarlo en el teatro. O con un personaje doble, pues ambos deben ser interpretados «necesariamente» por el mismo actor. Lo decisivo es que «S» es un dramaturgo y director, como Blanco, y, como él, el de la obra que estamos viendo o leyendo, que pone en escena precisamente el proceso de escritura y montaje de la misma. Ostia da un paso adelante. Dos son ahora los personajes, «El hermano» y «La hermana», pero en la instrucción inicial se establece: «El texto deberá ser leído y en ningún momento podrá ser actuado. Las únicas personas que podrán leer Ostia serán la actriz Roxana Blanco y el dramaturgo Sergio Blanco». De nuevo, me parece que lo importante no es que la obra sea leída por él y su hermana, la gran actriz uruguaya Roxana Blanco, como ocurre en efecto, sino el hecho de que uno y otra son, al modo de la ficción pero con base en la realidad, los dos personajes de la obra, que igual podrían llamarse «Sergio Blanco» y «Roxana Blanco». Con la misma exactitud, pero sin duda con menos claridad. Y de eso se trata en todos los casos, de oscurecer las líneas, difuminar los perfiles o disolver los límites. De confundir en la dirección que señalan las palabras de Borges. La ira de Narciso supone otra vuelta de tuerca. Es un monólogo, o mejor, un unipersonal, lo que en principio favorece e intensifica la condición autoficticia. Y más si, como ocurre, el único actor interpreta casi todo el tiempo a Sergio Blanco. Que comparece por primera vez aquí con su propio nombre, aunque, como no podría ser de otra manera, convertido en personaje y por tanto ficcionalizado en nueva revista · 159

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josé-luis garcía barrientos

mayor o menor grado; pero con un abultado poso de realidad. En el reparto de la obra, que lo tiene a pesar de parecer una mera narración escénica, figuran dos «Personajes / Sergio Blanco / Gabriel Calderón», y la lógica interna de la pieza obliga a que, como ocurría con Martín y Fede en Tebas Land, sean interpretados necesariamente por el mismo actor. Que, para rizar el rizo, será en la puesta en escena el director, dramaturgo y actor «real» Gabriel Calderón, al que Sergio Blanco llama en la dedicatoria «mi amigo, mi hermano, mi otro yo»; lo que dará lugar a innumerables intromisiones de realidad. ¿Podrá hacer el papel otro actor? Seguramente no, sin modificar a fondo el texto. He aquí tres obras y un género cargados de futuro, de un futuro que rebasará el próximo quinquenio y en el que ojalá se vaya disolviendo también esa falsa oposición, tan cómoda, entre lo dramático y lo posdramático. Sé que he dado al lector gato por liebre: unos pocos ejemplos y una idea por un panorama amplio. Solo diré en mi defensa que prefiero una claridad inexacta a una confusión meticulosa. 

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CULTURA

DARÍO, EL ÚLTIMO LIBERTADOR DE AMÉRICA Pedro Luis Barcia

En 2016 se está conmemorando el centenario de la muerte de Rubén Darío, cuya significación en la historia de la literatura en español es imposible pasar por alto. Nueva Revista ha encargado a Pedro Luis Barcia, eminente miembro de la Academia Argentina de Letras, un trabajo que sitúa en contexto la importante aportación dariana y ofrece las claves precisas para abordar una adecuada interpretación.

Los

hispanoamericanos somos ecatónfilos, para decirlo con un falso grecismo: nos acordamos con veneración de nuestras realidades esenciales cada cien años. Dos frases borgesianas lo rubrican. En el velorio de su madre, doña Leonor, una señora pregunta a don Jorge Luis qué edad tenía a la hora de su muerte. Él responde que 99 años, y la señora lamenta: «Lástima que no llegó a los cien». A lo que Borges comentó: «Se ve que la señora tiene un notable respeto por el sistema decimal». Y, en ocasión del nueva revista · 159

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pedro luis barcia

cuarto centenario de Góngora, escribió: «Yo estoy siempre dispuesto a acordarme de Luis de Góngora y Argote cada cien años». En medio de las celebraciones del bicentenario de nuestras independencias políticas, hagámosle sitio memorioso a dos evocaciones: el centenario de la muerte de Darío (1916-2016) y, el año venidero, el sesquicentenario —dicho sea con sesquipedalia verba, a la manera horaciana— de su nacimiento (1867-2017), en el pequeño pueblo nicaragüense de Metapa. Evoquemos el primer siglo de la ausencia física de Darío, pero, a la vez, hagamos un arqueo básico de los cien fructuosos años vivificados por su generosa y creativa herencia lingüística y literaria expandida, primero, por el amplio seno de la literatura hispanoamericana, que él llamó, en una ocasión, con acierto, «neomundial», y, a poco, por la peninsular.1 La evolución dariana acentuará su atención por el legado hispano, como la prueba Cantos de vida y esperanza. Pero lo hace después de haber brindado a España su propio aporte renovador, imponiéndose en las letras peninsulares. Lugones señalaba en 1916: «La joven poesía de España es rama de su tronco» y «América dejó ya de hablar como España y en cambio esta adopta el verbo nuevo».2 De parecida manera lo proclamaron Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado.3 Rubén no inicia ni agota el llamado «modernismo», designación vaga para un vasto y complejo movimiento literario iniciado al oeste del Atlántico. Deberíamos precisar los aportes de cada cual en esta renovación, no solo 128

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En El Corte Inglés somos conscientes de que en nuestra sociedad hay muchas cosas que mejorar. Nuestra forma de demostrarlo es siendo respetuosos con el medio ambiente, colaborando con todo tipo de organizaciones sociales (ONG, asociaciones, instituciones públicas y privadas) y participando en numerosas actividades. En El Corte Inglés promovemos cada año más de 4.000 acciones relacionadas con la cultura, la acción social, la educación, el medio ambiente, el deporte y la ayuda al desarrollo.

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Es presidente ejecutivo de LinkedIn Corporation y socio de Greylock Partners. En 2003, en el salón de su casa de Mountain View, California, cofundó LinkedIn, la red profesional en línea más grande del mundo. Hoy, LinkedIn cuenta con más de trescientos millones de miembros en doscientos países y territorios de todo el planeta. Forma parte del consejo de administración de varias empresas y entidades sin ánimo de lucro, como Kiva.org o Endeavor. Tiene un máster en filosofía por la Universidad de Oxford y se graduó con matrícula de honor en la Universidad Stanford.

Ben Casnocha Es escritor y emprendedor en Silicon Valley y ha obtenido varios premios. Es coautor junto con Reid Hoffman de El mejor negocio eres tú: Adáptate al futuro, invierte en ti mismo e impulsa tu carrera, número uno en ventas de The New York Times. Ben trabajó dos años como director de personal de Reid en LinkedIn y en Greylock Partners. PoliticsOnline lo incluyó en la lista de 25 personas más influyentes en el mundo de las redes y la política y según Businessweek es «uno de los diez mejores emprendedores jóvenes de Estados Unidos».

Reid Hoffman, Ben Casnocha y Chris Yeh Las claves de la gestión del talento en la era del networking, por el presidente y cofundador de LinkedIn Chris Yeh

Es vicepresidente de márketing de PBworks y cofundador y socio de Wasabi Ventures. Lleva trabajando con start-ups tecnológicas desde 1995. Posee dos titulaciones superiores con matrícula de honor de la Universidad Stanford (en diseño e ingeniería de productos y en escritura creativa) y un máster de la Escuela de Negocios de Harvard, donde fue distinguido con el título Baker Scholar.


darío, el último libertador de américa

de la literatura sino de la lengua. Hubo precursores, los sanjuanbaustistas, es decir, aquellos que aportaron desde sus poéticas individuales rasgos innovadores aislados, no organizados en una poética concreta. Es el caso de los mexicanos Manuel José Othón y Salvador Díaz Mirón, del argentino Carlos Guido Spano —a quien Darío llamó «el precursor de las formas puras»—, el uruguayo José Zorrilla de San Martín, y pocos más. Un segundo escalón lo pisan los verdaderos iniciadores, un cuarteto formado por dos cubanos, José Martí y Julián del Casal; el mexicano, Manuel Gutiérrez Nájera y el colombiano José Asunción Silva. Esta diversidad de naciones de origen indica cómo ya estaba sembrada en toda América la semilla del cambio. En tercer lugar, Darío, que es la máxima figura del movimiento, es el maestro, quien llevó en personalísima síntesis creativa todos los aportes a una concepción unitiva, varia y fecundísima. Después, el mejor discípulo, Leopoldo Lugones, es decir quien aprovecha las lecciones del maestro para plantar su propia tienda; y, en otro registro, lo que Ezra Pound llama «los creadores de manías», que pulsan con virtuosismo pero con exasperación, una sola cuerda, pisando un solo pedal de todo el órgano de posibilidades, como es el caso del uruguayo Julio Herrera y Reissig, en lo que su obra tiene de más personal; finalmente, los epígonos, calcadores de oficio, de formas, de temas y modalidades y que nada agregan a la innovación, También debemos al modernismo la herencia vastísima que nos legó en sus proyecciones, diversísimas y que suelen apretarse en una designación de apelación solo cronológica: el «posmodernismo», bautismo que nada caracteriza. La nueva revista · 159

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siembra fue fructífera porque en distintos niveles y puntos pluralidad de creadores talentosos hallaron en la veta modernista motivación para sus propios surcos en los que laboran su cosecha fecunda. La asimilación del legado dariano generó una riquísima variedad de líneas y poéticas de él que matizaron la poesía en lengua española. Antes de Darío ningún poeta alcanzó tal hegemonía poética en ambos lados del océano Max Henríquez Ureña troqueló una expresión acertadísima para referirse al modernismo: «la vuelta de los galeones». Las naves españolas nos trajeron la lengua: «y nos dejaron la palabra», como dice Neruda. Andados los siglos, los hispanoamericanos supimos pilotear esas naves en viaje de retorno con la carga de la lengua enriquecida, renovada, revitalizada. Fuimos buenos administradores de esa herencia porque supimos acrecentarla. Y la recepción en la Península se dio abierta y agradecidamente. Allí está la continuidad manifiesta de Manuel Machado, la impronta personal que Valle-Inclán puso a lo recibido, la primera presencia dariana en los poemas de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado que, a la hora de revisar sus textos, en un segundo momento, en que retomaron sus poemas, supieron «juanramonizarlos» «machadizarlos», alivianándolos de la presencia rubeniana inicial, muy acentuada, cosa que supo señalar con su habitual perspicacia Dámaso Alonso, y, en fin, un vasto etcétera. Y en este ir y venir de la lengua poética a través del mar Atlante, de legárnosla, recibirla, acaudalarla y retornarla acrecida, es que hemos contribuido desde América a tejer la historia de la hispanidad y de lo que en la Argentina, hacia 1927, Amado Alonso 132

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llamara por vez primera «lo panhispánico».4 A esta empresa el modernismo contribuyó acentuada y hondamente. Jaimes Freyre consideró a Darío: «el autor de la más grande de las revoluciones literarias que hayan visto los hispanidas de los cien últimos años».5 Y Borges, en ocasión de evocar a Darío cuando el centenario de su nacimiento, en 1967 (el irónico y talentoso argentino sacrificó esta vez su ofrenda en el altar ecatónfilo, del cual se burlaba) afirmaría: «Su labor no ha cesado y no cesará; quienes alguna vez lo combatimos comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar el Libertador».6 Medio siglo después Borges hacía, casi, paráfrasis de las palabras de Lugones escritas a la muerte de su maestro y amigo, en 1916: «Así resulta el hombre más significativo de un Renacimiento que interesa a cien millones de hombres, el último Libertador de América, el creador de un nuevo espíritu».7 No está mal la concatenación: Darío, Lugones, Borges... La frase certera de Lugones se enclava, con oportunidad, en este momento de celebraciones bicentenarias de la Independencia de los países hispanoamericanos. La contribución del modernismo va más allá de la poesía y de las formas literarias: supone una renovación de la lengua española, una puesta al día creadora y caudalosa. Con percepción estrecha, se asocia y suele limitarse la renovación modernista a la poesía, a la modalidad en verso. Y es un grave error de estimación. Por supuesto que la revolución en la poesía es incuestionable y es muy notable porque la modificación de las formas fijas y canonizadas del verso son más perceptibles que las logradas en la pronueva revista · 159

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sa. En el verso se dieron restauraciones, como el rescate del alejandrino berceano; rescates de formas antiguas como las del gay decir de los cancioneros; incorporaciones de ritmos y fraseos orales, como los endecasílabos de gaita gallega y la versificación rítmica de la poesía popular; adaptaciones de los pies cuantitativos de los grecolatinos a los grupos rítmicos acentuales; las innovaciones en metros, en acentos, en estrofas, combinaciones de diversa medida; incluso ensayos de versolibrismo, apenas insinuado; en fin, una extensísima gama de contribuciones que modificaron las formas más o menos estáticas y repetitivas que nos legara el romanticismo. Todos estas contribuciones marcaron —hasta visualmente— los aportes modernistas. Pero, en cambio, se ha desconsiderado una verdad de a puño: la revolución y trascendencia mayor del modernismo se dio en la prosa. Un año antes de que Darío pisara la Argentina, un cronista del diario La Nación, de Buenos Aires, don Mariano de Vedia, publicó la primera reseña que se hizo en el país de una obra dariana. Se refiere a Azul..., que para 1892 ya había tenido dos ediciones (1888 y 1890). En esa recensión el crítico destaca un hecho capital: la prosa del libro es superior y más innovadora que el verso de sus poemas. Es el primer señalamiento que se hace en la dirección que señalo. Y cuando damos un paso atrás, y tomamos perspectivas, la precursión crítica de De Vedia, se ratifica y se muestra como una previsora lectura de lo adveniente. En efecto, la renovación en la prosa será de mayor latitud que la del verso porque ella supuso varios géneros: la narrativa —novela 134

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y cuento—, el poema en prosa, el ensayo, el teatro, la literatura egotista (diarios, autobiografías), todas las formas periodísticas, ficción y no ficción, para decirlo a la sajona. En el campo periodístico cobra un relieve inusual el género crónica, que va a ser renovado por Darío. Rubén hizo la mano como cronista, según el mismo lo confiesa, robando oficio en las páginas que Martí y Paul Groussac —un francés radicado en la Argentina, dueño de una notable prosa vigilada— publicaban en «la sábana» de La Nación, de Buenos Aires.8 Pero, como varón talentoso, el hombre no fue epigonal, sino discipular, y supo renovar el género que asumió desde 1893 hasta su muerte, en las mismas páginas del diario de Bartolomé Mitre. En la crónica, Darío introdujo tres innovaciones destacables. En primer lugar, flexibilizó el estilo decantándolo de cierto tono oratorio que aún subsistía en Martí; incorporó a la lengua cronística registros lingüísticos varios. Por solo dar un ejemplo: incorporó lunfardismos en su decir, esto es «la jerga de la furca y la ganzúa», con una notable y personalísima capacidad de aclimatar en su prosa cualquier materia del más diverso origen, apueblándola con naturalidad. Así incluye «noches de farra» (a las que era afecto su «inquerida bohemia», la cursiva es mía) o llama al poeta Jean Richepin, «Píndaro atorrante», con acertada designación, para quien era nocherniego como el Arcipreste o los avechuchos de Minerva. O bien, expresiones del «cocoliche» (media lengua que funde materia del español y dialectal italiana), como cuando habla de Los amores de Giacumina, novelita que él prefería entre otras de más renombre rioplatense, por el delicioso juego lingüístico que suponía; nueva revista · 159

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o maneras expresivas gauchescas y populares de los distintos países de Hispanoamérica. Estos niveles se codean, sin brechas, con adjetivos requintados y frases espiritadas. Y así como supo allegar lo distante en callida iunctura lingüística, también lo hará, en un segundo rasgo propio en el manejo de la crónica, con la incorporación en lo temático de una notable diversidad de asuntos, pues dio al género una inusual hospitalidad de materia. Fue lingüística y temáticamente de gran porosidad y adecuación Una tercera contribución destacable en su calidad de cronista es que hibridizó el género: lo que comienza como un comentario bibliográfico, vira hacia el ensayo o hacia el cuento; una tesitura descriptiva, se inclina hacia lo lírico y se transpone en un poema en prosa o en una «fantasía», como entonces se decía; un apunte biográfico o anecdótico se enlaza con lo mítico... En esto debe vérselo también como un precursor de Borges. Pese a los muchos intentos de agavillar sus obras completas, la tarea está aún lejos de cumplirse. Si bien en el campo de la poesía se ha recogido casi todo y quedan solo algunos textos huidizos al rodeo de la investigación, en el de la prosa estamos muy lejos de colectar todo lo disperso.9 El centón más firme y rico de la prosa dariana sigue siendo las páginas del diario argentino La Nación, donde Darío comenzó a publicar en febrero de 188910 y lo hizo por veintiséis años, ininterrumpidamente, hasta su última crónica: «Apuntaciones de hospital», escrita en Nueva York, desde el lecho de enfermo, en julio de 1915.11 Hace medio siglo, cuando era ayudante de cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de La Pla136

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ta, trabajé intensamente la colección del gran diario argentino. Como premio al esfuerzo alcancé a publicar dos tomos de Escritos dispersos de Rubén Darío.12 Con ellos sumé 700 páginas desconocidas a las potenciales obras completas darianas. Quedó inédito —lo está aún parcialmente— un tercer tomo de aquel material.13 Las tres cuartas partes de sus libros en prosa reúnen el material publicado inicialmente en La Nación. Así es el caso de: Peregrinaciones, La caravana pasa, Tierras solares, España contemporánea, Letras, Todo al vuelo, Opiniones, La isla de oro, Historia de mis libros. Además, claro, de dos tercios de sus cuentos. A ello debemos sumarle Las repúblicas hispanoamericanas y Cabezas, obras que se integrarían con piezas publicadas en Mundial Magazine.14 Quedaron sin editar por su autor libros completos que recogí en los dos tomos dichos: El castellano de Víctor Hugo, Films de Paris, Articles de Paris, El mundo de los sueños, y vasta cantidad de crónicas sobre materia diversísima. La producción prosada de Darío constituye una selva selvaggia para los investigadores, pues publicaba dos y tres veces muchos de sus trabajos, con cambios titulares, en diversas publicaciones periódicas. Fue La Nación la que lo mandó como corresponsal a España y luego a París. Y la que le dio sustento económico en su vida. Fue su hogar de papel y el medio por el que difundió casi toda su prosa.15 La obra dariana ha tenido notable trascendencia porque no solo revolucionó la poesía y la prosa, sino la lengua misma. Hoy nos beneficiamos de sus contribuciones en plurales campos. nueva revista · 159

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En la lírica, Darío inició su renovación en 1888 con Azul... Este libro primicial generó un «azulamiento», como dijo Roberto Payró, amigo del poeta, en la poesía del momento y una cascada de imitaciones lamentables y epigónicas de las que no se puede hacer responsable a Rubén. La epidemia arreció cuando apareció Prosas profanas (1897). Esta descendencia involuntaria se manifestó en parodias de las más diversas intenciones. Uno de los textos en que más se cebaron la caricatura y el pastiche fue la magnífica «Sinfonía en gris mayor», que motivó sinfonías en «color fresa de leche» o en «verde mayor». La viruela —en solfa o en serio— prendió en todos y todos «rubendarizaron». Y, como se convalidó dijera Benavente: «Bienaventurados vuestros discípulos porque de ellos serán vuestros defectos»; o lo de Oscar Wilde: «La caricatura es el homenaje que el mediocre rinde al genio». Después de un agitado periplo centroamericano, estadounidense y europeo, recaló Darío en Buenos Aires, donde permaneció por un lustro entre nosotros (1893-1898). El período porteño fue esencial para la consolidación poética de Darío. Encontró un haz sostenido de amigos que lo acompañaron y respaldaron, incluso, que pagaron las ediciones de sus dos obras porteñas —Los raros y Prosas profanas—, un ambiente de alta cultura artística, una variada gama de peñas, cenáculos y ateneos en los que rodeados de camaradas en las letras, de admiradores y discípulos halló eco y respaldo; vasta gama de revistas y periódicos de calidad en los que esparció sus prosas y sus versos. «Fui para mí magnífico refugio la República Argentina, en cuya capital, aunque llena de tráfagos comerciales, había una 138

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tradición intelectual y un medio muy favorable al desenvolvimiento de mis facultades artísticas», evocará en sus apuntes sobre Prosas profanas, en 1913. Con motivo del centenario del 25 de Mayo, creación del primer gobierno patrio, en 1910, Darío le destinó el entonado «Canto a la Argentina». Y hacia 1915, a poco de su muerte, confiesa que pensaba destinarle un libro a su país de adopción intelectual. Los Cantos de vida y esperanza están dedicados a sus dos patrias: la nativa Nicaragua y la cordial Argentina. Los dos mayores poemarios de Darío son, sin lugar a dudas, Prosas profanas y otros poemas (Buenos Aires, 1897)16 y Cantos de vida y esperanza (Madrid, 1905). El primero de estos libros se instaló como un hito en la expresión lírica en lengua española. Desde el hallazgo del título, con su oxímoron, en que aproxima las «prosas» —secuencias litúrgicas en verso latino sobre temas religiosos, que cultivaron desde Tomás de Aquino a la monja Hildegarda—, y el adjetivo de «profanas», de predominante base carnal y erótica, instala su contraste con aquella materia.17 En 1896, Darío es dueño pleno de su instrumento. Ha traducido, imitado, estudiado, ensayado, pulido y trabajado hasta lograr una obra de innegable impronta personal. Ha alcanzado su sello a fuerza de depuración, selección, sentido artístico exquisito y arte combinatoria. Las «Palabras preliminares» del poemario de 1897 dicen que quiere alejarse de toda actitud magistral («Soy el ser menos pedagógico de la tierra») y de toda posición de cabeza de movimiento («Yo no soy jefe de escuela»). No obstante, afirma principios que son básicos de la nueva estética: la individualidad creadora, el acratismo estético, la nueva revista · 159

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condena de lo vulgar, lo guarango y el rastacuerismo; cierto grado de turrieburnismo («La torre de marfil tentó mi anhelo»); etc. Abre formas de evasión frente al presente cartaginés y craso explorando ámbitos como la Grecia antigua, la Edad Media, la América precolombina, el Oriente y el siglo xviii francés. Lo curioso es que el libro dariano ha influido en la Argentina en los niveles más diversos, con notable poder de pregnancia. Para dar un solo ejemplo: su presencia en las letras de tango es paradójica. El más alquitarado de sus poemarios, Prosas profanas, haciéndose sitio en las canciones populares. Daré solo, de muestra, algunos ejemplos. En el más arrabalero de los poemarios lunfas, La crencha engrasada, de Carlos de la Púa, leemos: Y ayer, en el Florida matutino, que cantara Rubén en verso fino, te campanié de nuevo embelesado.

En «La novia ausente», tango con letra de Enrique Cadícamo, con música de Guillermo Barbieri, nos habla de una pareja de novios que vaga en la tibieza de la noche. «Al raro conjuro / de noche y reseda / temblaron las hojas / del parque, también / y tú me pedías / que te recitara / esa “Sonatina” / que soñó Rubén». Los ejemplos abundan. El más definido es, sin lugar a dudas, la «Sonatina», de Celedonio Flores, en que las cinco primeras estrofas se corresponden ecoicamente, en su adaptación al andurrial y al conventillo, con las iniciales del antologizado y recitado poema de Darío: 140

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La bacana está triste, ¿qué tendrá la bacana? Ha perdido la risa su carita de rana y en sus ojos se nota yo no sé qué penar; la bacana está sola en su silla sentada, el fonógrafo calla y la viola colgada aburrida parece de no verse tocar. Puebla el patio el berrido de un pebete que llora, Tiran bronca dos viejas y chamuya una lora, mientras canta «Pagliacci» un vecino manghín. La bacana no ríe, la bacana no siente, la bacana parece que ha quedado inconsciente con el mate ocupado por algún berretín. ¿Piensa acaso en el coso que la espera en la esquina?...18

Le hubiera sido grato al poeta de Nicaragua escuchar estas letras en boca de cantores de tango en cafetines porteños, o en la voz de recitadores de boliche esquinero, y ver cómo sus versos alabeados se trasmundaban de ámbito y atmósfera, manteniendo viva en esa aclimatación extraña su capacidad sugestiva. Por los elementos señalados de distanciamiento del presente y exquisitez expresiva, se simplificó la complejidad de su poemario porteño reduciéndolo muchos críticos a meras versallerías, juegos banales y falta de hondura lírica. Bastaría para barrer con esta simplificación, la relectura de un texto del poemario, «El reino interior», donde el nueva revista · 159

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alma, como una princesa encerrada en una torre se debate en una psycomaquia esencial. Todavía hoy sigue pesando un prejuicio sobre Prosas profanas: que es un libro exterior, sin raíz lírica, pura superficie; brillante, sí, pero sin hondura anímica. La contraposición con el confesionalismo de varios de los poemas de la obra siguiente, Cantos, agrava el cargo. Al definírsela como «poesía de cultura» se la distancia de un lirismo auténtico. Cierta impersonalidad y formalismo del libro ratificarían aquel juicio. Aceptar que este poemario no es obra de un lírico es un absurdo. Habría que suponer que la intensidad anímica del poeta fue puesta en suspensión, o entre paréntesis, durante el lustro en que compuso las piezas que lo componen, para retomarla pocos años después en una de las obras más notables de la lírica del siglo xx: los Cantos de vida y esperanza, profunda desnudez de un alma. La índole lírica sí puede ser velada, vestida, transpuesta en símbolos, pero siempre estará como sustrato espiritual nutriendo cada poema. Esa raíz suya es la que se ha asomado en los planos más diversos de su expresión manteniendo su tensionado conflicto de carne y espíritu, de cuerpo y alma, de Carnaval y Cuaresma, como en los debates medievales. La socorrida comparación contrastada entre las Prosas y los Cantos repetidamente iterada por crítica superficial, no advierte que son dos manifestaciones de la misma unidad interior conflictiva. Su espíritu se movió «entre la Catedral y las ruinas paganas» y en la antonimia permanente de «la carne que tienta con sus verdes racimos / y la muerte que aguarda con sus fúnebres ramos». Eros y Tánatos. Como 142

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lo ha demostrado Pedro Salinas en su libro La poesía de Rubén Darío, uno de los más hondos y certeros análisis que se han hecho de la poesía del nicaragüense.19 Si algo puede encarnar ambas tendencias convivientes en su ánimo es la imagen del cisne, que aparece con esplendidez visual y externa: El olímpico cisne de nieve, con el ágata rosa del pico, pule el ala eucarística y breve que abre al sol como un casto abanico.

Este poema, «Blasón», se incluye en las primeras páginas de sus Prosas, el mismo libro que se cierra con este verso cuestionante: «El cuello del gran cisne blanco que me interroga». Es decir que conviven en la misma imagen, según la perspectiva de la mirada, lo decorativo estético y lo inquietante existencial humano profundo. Para los críticos que sobreponen su personal interpretación a los textos mismos, el poeta, en el texto inicial de Cantos, que empalma con las Prosas, les dirige una advertencia esclarecedora: En mi jardín se vio una estatua bella; se la juzgó mármol y era carne viva. Un alma joven habitaba en ella: sentimental, sensible, sensitiva.

La lírica de Darío es una expresión de sí, de su hondón espiritual, traspuesto en símbolos e imágenes que, por venueva revista · 159

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ces, parecen ajenos a esa realidad profunda. Si se quiere una semejanza contemporánea, es el mismo procedimiento que utiliza Borges cuando traspone preocupaciones anímicas y aun situaciones biográficas, a símbolos y mitos antiguos. Habla de sí por ellos, en el «Poema de los dones»: De hambre y de sed (narra una historia griega) muere un rey entre fuentes y jardines; yo fatigo sin rumbo los confines de esta alta y honda biblioteca ciega.

La magnífica hipálage del verso final esclarece cómo expresa su angustia personal de ciego frente a la rica materia libraría que le es vanamente ofrecida. «Voy a hablar de mí, a propósito del mito de Tántalo», puedo decir con variante de la sabida frase de Flaubert. La potencia dariana es de alquimia poética: transformar la lágrima en cristal, como la ostra margaritana genera, a partir del grano de arena que la hiere, una perla magnífica. Cierro con dos apuntes, uno amical y otro del propio lírico, un par de definiciones que cifran su modalidad profunda. «Nadie sintió el horror de la muerte con mayor angustia. Nadie amó la vida con amor más intenso. Y no fue feliz, porque nunca supo cómo se busca y cómo se encuentra la felicidad», dice de él, que bien lo conoció, Ricardo Jaimes Freyre. Fue un alma hondamente religiosa, con dejos de superstición popular temerosa. «Para mi uso particular tengo a bien conservar una pequeña nave, una navicella, una parva navis, si no completamente católica, muy cristiana. 144

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Eso sí: los remos son de marfil y las velas de púrpura», confiesa con simpática imagen reveladora. Este es Rubén, quien lo leyó, lo sabe.  NOTAS

Darío es el único autor hispanoamericano del siglo xix que Harold Bloom incluye en su tan meneado canon. 2 Lugones, Leopoldo, en el discurso pronunciado en el funeral cívico por Darío; recogido en Darío, Rubén, Páginas olvidadas. Ediciones Selectas América, Cuadernos Mensuales de Artes y Ciencias, Buenos Aires, a. III, nº 39, 1921, pp. I-VII. 3 Recuérdese el magnífico poema compuesto a la muerte de Darío, a quien llama «Jardinero de Hesperia»: «Que en esta lengua madre la clara historia quede. / Corazones de todas las Españas llorad. Rubén Darío ha muerto en Castilla del Oro». 4 En un artículo de una revista social porteña, El Hogar, en 1927, Amado Alonso usó por vez primera esta designación que hoy manejamos desde la Asociación de Academias: «las mejores mentes de la comunidad panhispánica». Américo Castro comenta los trabajos de Amado Alonso y retoma la designación: «En el fondo, todos reconocen que la lengua panhispánica, con su admirable riqueza y elástica soltura, es un instrumento maravilloso», apunta, en La peculiaridad lingüística rioplatense y se sentido histórico, Buenos Aires, Losada, 1945, p. 15. 5 Ob. cit., en n. 2, p. V. 6 Borges, Jorge Luis: «Mensaje en honor de Rubén Darío», al II Congreso Latinoamericano de Escritores, recogido en Estudios sobre Rubén Darío. Compilación y prólogo de Ernesto Mejía Sánchez. México, Fondo de Cultura Económica, 1968, p. 13. 7 Lugones, Leopoldo, ob. cit. en n. 2. 8 En efecto, abierto el diario sobre una mesa se expandía en sus dos alas por un metro y medio de superficie, de ahí la designación popular. 9 El esfuerzo mayor para la prosa sigue siendo, con todas sus imperfecciones, Obras completas. Madrid, Afrodisio Aguado, 5 tomos, 1950-1955. Para la poesía: Poesías completas, Madrid, Aguilar, 1967. El último intento de diseñar sus obras completas se dio en el congreso reunido en Managua por la Sociedad Internacional Rubén Darío, que presidia Mimi Hammer, del 10 al 15 de enero de 1993. De entre los seis proyectos presen1

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tados, el mío fue votado y elegido como el oficial de la Sociedad. Lamentablemente, razones económicas impidieron llevarlo adelante. V. Memorias. Simposio Internacional sobre las obras completas de Rubén Darío. Managua, Nicaragua, del 10 al 15 de 1993. Managua, Fundación Internacional Rubén Darío, 1993, 224 pp. V. el mío en pp. 59-100. 10 «Desde Valparaíso. Llegada de La Argentina y del Almirante Barroso. Recepción y festejos. Domeyko», en La Nación, Buenos Aires, 15 de febrero de 1899, p. 1. 11 La Nación, 15 de julio de 1915, p. 1. 12 Barcia, Pedro Luis. Escritos dispersos de Rubén Darío (Recogidos de periódicos de Buenos Aires). Estudio preliminar, recopilación y notas de Pedro Luis Barcia. «Advertencia» de Juan Carlos Ghiano. La Plata, unlp, Inst. de Lit. Arg. e Iberoamericana, tomo I, 1968; el tomo II se publicó en La Plata, unlp, 1977. Restó inédito, el tomo III, 380 pp. En esa época no se disponía de microfilms de los tomazos, y uno debía espigar hoja por hoja, día por día, por meses, por años, en mesas de trabajo, con lenta manipulación. 13 Algo edité tardíamente: Barcia, Pedro Luis, Nuevos escritos dispersos de Darío referidos a la Argentina. Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 2007; separata del baal n° 291-292, mayo-agosto de 2007. 14 V. Darío, Rubén. Las repúblicas hispanoamericanas. Edición y estudio de Pedro Luis Barcia. Buenos Aires, Embajada de Nicaragua, Buenos Aires, 1997. 15 El año que viene, con motivo del sesquicentenario de su nacimiento, editaré Darío y «La Nación», con el detalle completo de cuanto publicó en el diario y un estudio sobre su epistolografía con las autoridades del periódico. 16 He demostrado, documentalmente, que el poemario salió no en 1896, sino en enero del año siguiente. V. Darío, Rubén. Prosas profanas y otros poemas (18961996). Edición, estudio y notas de Pedro Luis Barcia. Buenos Aires, Embajada de Nicaragua, 1996; el estudio preliminar, pp. 15-68. 17 En la misma línea del cruce se sucederá títulos como El misal rojo, de Lugones, o las Misas herejes, de Evaristo Carriego. «Y tal es este libro, que amo intensamente y con delicadeza, no tanto como obra propia, sino porque a su aparición se asomó en nuestro continente toda una cordillera de poesía poblada de magníficos y jóvenes espíritus. Y nuestra alba se reflejó en el viejo solar.» V. Barcia, Pedro Luis, «Prosas profanas y otros poemas», en Darío, Rubén, Del símbolo a la realidad. Obra selecta. Madrid, rae y aale, 2016, pp. 337-375. 18 He rastreado las proyecciones en: Barcia, Pedro Luis, Rubén Darío entre el tango y el lunfardo. Managua, Nicaragua, 1997. 19 Salinas, Pedro, La poesía de Rubén Darío (Ensayo sobre el tema y los temas del poeta). Buenos Aires, Editorial Losada, 1948.

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PERIODISMO CULTURAL Y COMUNIDAD POLÍTICA ¿DE VERDAD DESEAMOS SABER?*

Rafael Llano Sánchez

Hacer asequible la cultura al ciudadano es una misión que exige tener muy en cuenta las posibilidades de recepción. Rafael Llano reflexiona sobre estos temas, señalando que el crítico no solamente ha de prestar atención a materia y procedimiento, sino que debe buscar que se amplíe el horizonte intelectual del destinatario.

Pántes ánthropoi tou eidénai orégontai phýsei. La Metafísica de Aristóteles empezaba así, asegurando que «Todo hombre apetece por naturaleza saber». Ese es el arranque del capítulo introductorio, en el que uno de los pensadores más grandes de la Humanidad trata de justificar el esfuerzo que exigirá a sus lectores para que le sigan en la larga cadena de razonamientos abstractos que conducen hasta las últimas estancias del conocimiento humano. * Texto de la intervención en el simposio sobre «El lenguaje de la crítica. Crítica de exposiciones de arte antiguo en los medios de comunicación», celebrado en la Cátedra Museo del Prado, el 11 de mayo de 2016.

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rafael llano sánchez

Esa expresión aristotélica siempre me ha parecido genial. Estoy de acuerdo con él en que a nadie le gusta desconocer voluntariamente lo que el común de los mortales sabe. Nadie apetece ser llamado ignorante por vagancia o parecer que sufre de cortedad mental. Entre la gente que yo encontraba en Asturias en mi infancia, había un aldeano que gustaba de asegurar que no hacían faltan estudios para darse cuenta del porqué de las cosas. Era una expresión que luego he encontrado en actores de películas españolas o italianas de los años cincuenta y sesenta. Y que reflejaban a las claras cómo los estudios básicos podían haber sido negados a algunas clases sociales durante mucho tiempo; como también que, incluso en esos casos, a todo el mundo le gusta demostrar que no tiene menos capacidad de comprensión que sus congéneres. Ahora bien, en nuestros días, tan alejados de aquella sabia Atenas, y siendo como soy un profesional de la educación, me hago inevitablemente la pregunta: ¿realmente todos los españoles de hoy, todos nosotros deseamos saber? Creo que los que leemos esto podemos contestar afirmativamente que sí, que nos importa saber y que lo buscamos. Pero ¿no es verdad también que a algunos parece importarles muy poco el saber? ¿No es verdad que son muchos, ¡demasiados!, los que apetecen la ventaja partidista, el lucro no importa por qué medio, o el famoseo y el postureo social? Por mi parte, he de decir que ese principio aristotélico lo he asumido como profesor de Ciencias de la Información y en concreto para la materia de periodismo especializado. Porque la gente que dedica su tiempo a escuchar la radio o 148

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periodismo cultural y comunidad política

la televisión, y más aún la que gasta su dinero en comprar un periódico o una publicación especializada, desde luego que le importa saber. Desea saber qué está ocurriendo en el mundo. Le importa saber qué es lo que tratan de ocultar los poderosos. Le importa saber qué hacen los científicos y los artistas y los grandes deportistas. Le importa saber quién es violento y quién un canalla, aunque digan que tienen las manos limpias. Tanto más cuanto que nuestra sociedad está hecha de especialistas y cada uno de nosotros, si es que llegamos a saber algo con cierto fundamento de nuestra propia especialidad, en todo lo demás somos unos perfectos ignorantes. Y esto, que tal vez no vaya con alguno de los sabios que hoy nos acompañan, me lo digo y se lo digo a mis alumnos en clase todos los años. Este punto de vista nos sirve para iniciar nuestra reflexión sobre la información y la crítica del arte en los medios contemporáneos. Y para avanzar, me gustaría dejar de lado ya desde este momento todo lo que se refiere al arte contemporáneo, puesto que estamos en el Museo del Prado y tenemos que centrarnos en el arte que se atesora en esta sede. He dicho que se atesora, porque sin duda la pinacoteca nacional encierra tesoros fabulosos de pintura y artes plásticas. Un tesoro que tiene su propia historia varias veces centenaria de custodia, conservación, valoración crítica y científica; así como una historia de exposición del respetable público hispano a la vis atractiva de las cosas bellas. Pinacoteca que, a estos decisivos méritos añade, además, el de tener un valor simbólico, puesto que es un lugar de referencia ineludible para determinar la conciencia que los españoles tienen de sí mismos como un colectivo diferente nueva revista · 159

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rafael llano sánchez

de otros colectivos. Aunque no quepa decir que esta autoconciencia sea unívoca, porque este tesoro es de tal riqueza que permite diferentes y variadas lecturas sobre la relaciones de poder, las aspiraciones de prestigio de los distintos protagonistas sociales, el papel más o menos independiente que jugaron los pintores en ese patio de actores sociales, etc. El Museo del Prado, en definitiva, es un epítome de la historia de la cultura y la sociedad española en los últimos cinco siglos; así como también de las relaciones de poder entre los españoles, los gustos diferenciales de sus clases sociales, las aspiraciones políticas y también ideales de la sociedad y sus principales antagonistas y protagonistas. Y como cada uno de estos asuntos tiene una historia más que centenaria, también hay que contar y encadenar causalmente las distintas etapas en las percepciones, valoraciones, interpretaciones y usos políticos y sociales que se han hecho de cada uno de estos aspectos. Pues no olvidamos que el Museo del Prado ha sido la colección de arte de una Dictadura, y de una República, y de una Monarquía decadente, y que antes fue ahormada por un gusto neoclásico, y con anterioridad el referente de una inteligencia ilustrada, y espejo del Barroco y de Trento, y la colección de un imperio político en cuyas fronteras no se ponía el sol. Pero como estamos hablando de medios de información, todo eso hay que llevarlo hasta la orilla de la actualidad, y también hasta el saber común de los ciudadanos de nuestro tiempo. Tenemos que contar historias y proporcionar información asimilable por nuestra gente de la calle, que apetece, sí, saber, pero que no es científica del arte 150

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ni de su historia, ni sabe por experiencia propia cuánto puede prestigiar socialmente la posesión de arte, ni cómo funciona el mercado del arte, ni es tal vez muy consciente de cómo funcionan los símbolos colectivos, de los que no obstante participa emocionalmente. En consecuencia, en cada pieza informativa o de crítica que se redacte a propósito de las exposiciones que se organicen en este centro (y por extensión, en todos los demás museos de bellas artes), los profesionales de la divulgación de la cultura tendríamos que desarrollar una primera fase analítica que desmenuzara los siguientes aspectos, antes de sintetizarlos en el texto que aparecerá impreso sobre papel o locutado. Primero, análisis de las sorpresas y gratificaciones sensoriales que la exposición ofrecerá al visitante. Esto está lógicamente determinado por las cualidades perceptibles de las piezas que se han incorporado a la exposición. Pues no interactúa con nuestra sensibilidad del mismo modo una pintura al óleo o un collage, una tabla con color o un aguatinta, ni los bocetos a sanguina de un grabado y los grabados mismos. En todo caso, es la sensibilidad contemporánea la que hace contemporáneas las obras del pasado; y estas manifiestan su grandeza cuando son capaces de afectar la sensibilidad de los humanos, cien, doscientos o quinientos años después de haber sido creadas. Por tanto, el comunicador tiene que hacer sus hipótesis acerca de cuánto la sensibilidad del futuro visitante ha de ser preparada para gozar con intensidad de lo que la exposición le ofrece. Y aunque sea verdad que no hay dos sensibilidades iguales, ni individuales ni colectivas, el nueva revista · 159

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profesional de la comunicación ha de tener, sin embargo, percepción e información suficientes para hacer hipótesis razonables al respecto. Estos análisis sensoriales están codeterminados también por las condiciones de circulación en el espacio y en el tiempo, que ha previsto el comisario de la exposición. Porque los tamaños de las obras, su disposición en pared o en peana, así como las condiciones para que se detengan a contemplar o deambulen los visitantes, todo eso son condicionantes de la experiencia final que tendrá el público presente en la sala. Y si esas condiciones son buenas, el periodista tiene que agradecerlas y potenciarlas; y si son malas, criticarlas. Por otra parte, esas condiciones de percepción están directamente relacionadas con los materiales que se han empleado y con las técnicas con que se han aplicado para hacer de ellas medios de expresión individual. Por tanto, el comunicador tendrá que anticiparse a informar y explicar qué condiciones de la materia y de los procedimientos hacen más fácilmente comprensible la experiencia futura del visitante. Descubrir, por ejemplo, el óleo como materia pictórica, con su untuosidad, su brillo, su capacidad de saturación y disolución, etc., es un paso decisivo para entender el medio pictórico, mucho más importante, a mi juicio, que las infinitas representaciones que se puedan hacer con él. O la condición incolora del dibujo, que es otra de las condiciones ineludibles para emplearlo como tal. Por tanto, también a este respecto la audiencia tiene derecho a saber, y el informador la obligación de explicar, lo que sea más relevante para potenciar la experiencia de gozo y apren152

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dizaje derivados de los procedimientos con que han sido realizadas las piezas expuestas. También aquí entrarían todas las cuestiones relativas a la restauración de las obras. Pues casi siempre el deterioro de los materiales empleados en la fábrica de una obra lleva aparejado el ocultamiento de sus posibilidades expresivas, aquellas que el artista empleó a conciencia en su día y que la restauración revela de nuevo en toda su originalidad. A ese animal que apetece saber, que es el hombre, no le bastaba sin embargo habitualmente ni la percepción de la materia ni la conciencia de su propia sensibilidad, sino que además también apetece darse una explicación articulada, comunicable mediante el diálogo, de lo que ve y siente. De ahí que a toda obra y exposición acompañe habitualmente un discurso. Si no necesariamente el discurso del artista, ya que su lenguaje son sus obras, desde luego sí un discurso de los expertos y connoisseurs, de los comisarios y galeristas, de los científicos de la historia del arte. Pues bien, el informador especializado en arte tiene también que divulgar para su audiencia los discursos justificativos que proporciona tanto el comisario responsable de esa exposición como la historia de la crítica especializada y la historia del arte, acerca de esos mismos materiales y obras. Está claro que a una audiencia de un medio de información general no le importan los detalles de las discusiones expertas, pero sí los núcleos de discusión que han generado esa dialéctica de opiniones encontradas. Si se trata, por ejemplo, de dudas acerca de la originalidad de una pieza, o distintos pareceres sobre las justificaciones sociales, políticas o de eficiencia expresiva que contribunueva revista · 159

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yan a explicarlo, etc. Pero así pasamos ya al siguiente asunto, que es un análisis de los contenidos. Cualquier dimensión de la condición humana, considerada tanto individual como socialmente, ha tenido y tiene reflejo en la representación del arte. Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, observaba Wittgen­ stein. Y sin duda los límites del lenguaje icónico señalan también los límites de un mundo comprensible y participable. Por tanto, toda exposición dará pie a abordar alguna de estas cuestiones relativas a lo más inquietante y seguramente interesante de cuanto podemos saber, es decir, los seres humanos. El periodista especializado en arte moderno puede, pues, ensanchar los límites del mundo de la audiencia ayudándoles a comprender su pasado y su presente. Insisto, no obstante, en que esto no tiene prioridad sobre los puntos anteriores, es decir, las sensaciones de las materias y la comprensión de los procedimientos. Porque si el arte no necesitara del potencial de estos medios plásticos para expresarse, sus contenidos podrían ser contados por medio de la palabra y las obras serían, por tanto, perfectamente reemplazables por estas. Pero tal no ocurre en las artes plásticas, que existen porque lo que los artistas quieren contar no lo pueden contar con otros medios de expresión distintos de los que emplean. Y puesto que estamos hablando de la pinacoteca nacional, dentro de esos contenidos creo que serán siempre particularmente importantes los que permitan ensanchar la comprensión de nosotros mismos a través del arte y la pintura atesorados en el Prado. La pintura del Greco o de 154

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Velázquez, de Zurbarán o de Goya afectan ampliamente a la conciencia de nuestra identidad, porque afectan de manera particularmente familiar a nuestra sensibilidad. Cuando vemos sus obras, sabemos que estamos ante algo mucho más próximo a nosotros, que cuando nos paramos ante una obra de Durero, de Poussin o del Bosco. Aunque el hecho de que el Bosco o Durero o Poussin estén en la pinacoteca nacional, se integra también en nuestro discurso histórico y en el de nuestra identidad colectiva, que no podemos omitir. Digamos, finalmente, algo también sobre la actitud del periodista o crítico, puesto que él está presente como emisor, implícito o explícito, en su mensaje, y es tan decisivo para su eficaz recepción como lo son los contenidos del mensaje o la actitud de la audiencia. Para empezar, el informador y el crítico se hacen presentes en sus textos de maneras muy distintas. El primero tratará (idealmente) de evitarlo por todos los medios, mientras que el segundo tratará de lograrlo por otros tantos medios. Como un informador de agencia, el periodista de redacción hablará, idealmente, solo de la cosa, del objeto, del acontecimiento, tratando de satisfacer las famosas «cinco interrogantes» que en inglés empiezan por «w» (who, what, when, where, why). El crítico, en cambio, hablará de sus impresiones, expresará sus opiniones críticas y hará recomendaciones, tal y como se espera de él. Más allá de esta presencia explícita en el caso del crítico, implícita en el del informador, en sus respectivos textos, hay una coloración fundamental en todo texto, que es su «tono». Por tal suele entenderse el mucho, poco o ningún respeto que el redactor del texto puede tener en nueva revista · 159

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relación a lo que escribe, y que se traslada implícitamente al conjunto de lo redactado. El tono se vierte en él como seriedad e interés, o al revés, como duda sobre su interés, o como indiferencia, o todavía más allá, como desprecio por parte del informador, acerca de lo que escribe o habla. En el lenguaje oral podemos comunicar el tono con los gestos que empleamos; en el lenguaje escrito, nos servimos de los giros del lenguaje, de coordinadas adversativas, de medios tipográficos como cursivas o signos de admiración o interrogación, etc. Estos y otros muchos son medios gracias a los cuales el texto comunica al lector la concesión implícita de importancia que el emisor atribuye a los contenidos, y que se expresa como «tono» del mensaje. Pues bien, tratándose del comunicador especializado en cultura y bellas artes para audiencias no especializadas, la divulgación la alcanzará más fácilmente el periodista si emplea un tono serio aunque no pedante, pedagógico aunque no didáctico ni paternalista. El periodista será consciente de la posible falta de formación de su audiencia en las materias especializadas de las que trata, pero nunca la tratará como si fuera idiota. Como la policía, la audiencia puede decir de sí misma que no es tonta. Y que ha pagado unos euros porque quiere saber, y espera que el periodista sepa no solo de lo que hablan los expertos, sino también cómo contarlo de manera que se entienda, y no como lo hacen expertos —que se entienden solamente entre ellos—. Y que el periodista distinga además cuáles, de entre las discusiones de comisarios e historiadores del arte, son bizantinas y cuáles relevantes, para ser un poco irónico con las primeras pero definitivamente serio con las segundas. 156

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Los periodistas y los profesores tienen muchas cosas en común, me parece a mí. Ambos tenemos que saber, o mejor dicho, tenemos que tener pasión por saber. Es la pasión la que nos lleva a investigar, a preguntar, a leer más que los demás. Una pasión por saber, que puede transmitirse a los textos y en las clases, y que las audiencias y los alumnos agradecen. Tienen en común también el afán por hacerse entender. Porque informadores y profesores saben que no hay tanta gente con pocas entendederas como emisores con pocas explicaderas. Enseñar a gente adulta y libre, con sus propias experiencias, con una valía en un terreno de especialización profesional más que demostrada, eso también requiere de una gran pasión, porque alcanzarlo es tan difícil como gratificante. Si el periodista especializado tiene que investigar, leer, saber más que casi todos los demás, y si además no se lo tiene que guardar para sí, ni para darse importancia, sino para participarlo y que así llegue a ser de dominio público, el periodista tiene que tener, me parece a mí, una gran generosidad. En el estado de la vida pública en la que nos encontramos, me importa apelar a esta virtud moral de los intelectuales y profesionales de la palabra o de la imagen. Porque aunque innumerables otros ciudadanos estén dando muestra de estar en la cosa pública para obtener solo ventajas privadas, me parece que todos nosotros debemos comprometernos justamente a lo contrario: arribar a la cosa pública dispuestos a desprendernos de nuestros intereses privados. Y privadas son las horas de investigación y estudio que nos nueva revista · 159

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ha costado dominar un tema, y que sin embargo queremos hacer público y de fácil acceso. Y el esfuerzo que nos ha costado abrirnos paso entre lenguajes especializados, para llegar a conocer las materias de las que se trata y así poder nosotros comunicarlas, pero con un lenguaje común y accesible. Y el situarnos en la jungla de las opiniones libres, para saber con cuál comulgamos y con cuál no, y razonar persuasivamente acerca de nuestras convicciones. Estas observaciones me conducen a una afirmación hecha anteriormente, acerca de la historia de nuestra identidad colectiva, y que me permite abordar la última parte de mi intervención, relativa al tono de ciudadanía responsable que ha de saturar también los trabajos de un periodista especializado. Nuestra sociedad se ha configurado como un Estado democrático y ha logrado una estabilidad sin parangón en épocas del pasado —a despecho incluso de la crisis actual—. Pues bien, nosotros, como ciudadanos y como profesionales, tenemos la responsabilidad de acrecentarlo y transmitirlo a las futuras generaciones. Es posible que los apocalipsis que pinta y con los que se enriquece la industria del cine hollywoodiense acaben cumpliéndose, y que nuestros nietos vivan en un mundo brutal, sin cultura y con grandes dictadores. Nuestra misión, sin embargo, como ciudadanos y como profesionales del periodismo, es reforzar y hacer mejor, en la medida de nuestras posibilidades, los fundamentos de esa sociedad democrática en la que vivimos. Y hacer eso a través de la información cultural y de la crítica de arte, que es lo que nos reúne aquí. 158

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En el preámbulo de la Constitución española de 1978 encontramos la referencia a una serie de valores, de los que los ponentes constitucionales quisieron dejar constancia por su importancia. Parece ser que los constitucionalistas puros no dan valor jurídico a estos referentes previos, puesto que el articulado de los derechos constitucionales se sostiene directamente sobre los derechos fundamentales defendidos en el primer título de la Constitución. Pero a nosotros, ciudadanos y periodistas en activo, nos conviene no perder de vista la justicia, la libertad, el pluralismo, la igualdad y la seguridad, a los que se refiere ese preámbulo y los primeros artículos de la Constitución. No es que en nuestras piezas informativas o de crítica de las exposiciones tengamos que articular un discurso justificativo de esos valores políticos, ni mucho menos que hayamos de deslizarnos por un cierto sermoneo ciudadano. Pero no hemos de olvidar que todos, o la mayoría de los ciudadanos de este país, estamos de acuerdo en que la justicia, la libertad, el pluralismo, la igualdad y la seguridad son apetecibles o deseables como referentes de la acción individual y de la política. Y que todos, por tanto, deseamos saber más de ellos. Sí, saber cómo se dieron o no se dieron en otros tiempos esos valores, saber cómo difieren los del pasado con los que modulamos nosotros en la actualidad. Y hacer que nuestra sensibilidad sea aún más sensible para la justicia y para la libertad. Ejercitarnos en el pluralismo, siguiendo las discusiones encontradas entre especialistas. Confiar en la razón y en la ciencia, fuentes infinitamente más importantes de seguridad que los ejércitos y las armas. Detenernos a comprender las razones de los oponentes, nueva revista · 159

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sean individuales o de clase. Y aprender de aquellas individualidades que, a despecho de todo, lograron decir palabras e imágenes nuevas y ponerlas en circulación para que duraran por siglos —los artistas—. Es posible que ese futuro de violencia apocalíptica acabe con nosotros y también con nuestros tesoros. Pero si ese fuera el caso, creo que el desastre debería sorprendernos en el trabajo cotidiano en beneficio de la cultura, luchando porque ella no descienda del único nivel que le corresponde, que es el de la dignidad humana y la convivencia pacífica entre gentes diversas. 

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MÁS SOBRE SHOSTAKOVICH: ¿UN COMPOSITOR OFICIAL DE LA UNIÓN SOVIÉTICA DE STALIN?

Antonio R. Rubio Plo

La aparición de la novela del escritor británico Julian Barnes El ruido del tiempo (2016) trae a la actualidad al compositor Dimitri Shostakovich, considerado como el último gran sinfonista de la historia de la música. Una recomendación: lean esta novela, con intensa carga emocional, escrita por un buen conocedor de la literatura rusa. Además, así podremos comprender mejor el universo, histórico y musical, de un excelente compositor.

Shostakovich no solo será recordado por su obra sino también porque su vida es un ejemplo típico de las relaciones entre el artista y un poder político opresor. Ese poder exigía, en nombre del denominado «realismo socialista», que los compositores hicieran música para el «pueblo» conforme a unos cánones oficiales, en los que no se escatimaba la afectación seudorromántica ni el uso de temas folclóricos más o menos pegadizos. nueva revista · 159

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antonio r. rubio plo EL PODER DICTA LECCIONES DE MÚSICA

Todo era válido para escapar de lo que sonara a formalismo o subjetivismo. En dichos cánones no existía lugar para apremiantes preguntas sobre el destino del hombre ni para entrever ninguna clase de tragedia. Para eso ya estaba, por ejemplo, Shakespeare, que nunca entusiasmó al poder comunista. Su teatro podía ser un instrumento para cuestionar el sistema, mucho más peligroso que un poema o una composición musical, forzosamente más breves. Pero una gran paradoja es que a Marx, el inspirador del régimen soviético, le apasionaba Shakespeare, aunque, en función de sus dogmas ideológicos, escribiera más acerca de Shylock, el prestamista judío de El mercader de Venecia, que de Hamlet o Macbeth. Se entiende así, sin ir más lejos, que hasta 1971 Dimitri Shostakovich no compusiera música para una adaptación cinematográfica de El rey Lear, dirigida por Grigori Kozintsev. En la época del estalinismo nunca se habría estrenado una partitura austera que transmitiera sequedad y pesimismo. Pero tiempo atrás, Shostakovich se convirtió en una víctima moral de Stalin, según refleja magistralmente la novela de Barnes, y vio mutilada su creatividad por las estéticas, más bien burguesas y convencionales, del secretario general del Partido y de sus acólitos, como Andrei Jdanov, autoproclamados expertos en «lecciones de música». Es una muestra de la omnipresencia del poder estalinista, y en el libro de Barnes no nos extraña que el camarada Troshin, el mentor impuesto forzosamente a Shostakovich, tenga que recordarle que en su estudio no hay ningún retrato de Stalin, algo inconcebible en un distinguido compositor soviético. 162

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4ª TEMPORADA EN MADRID / Del 13 de octubre al 4 de diciembre de 2016, de jueves a domingo



más sobre shostakovich

A decir verdad, el compositor solo ha sido entendido mucho después de su muerte. Hasta entonces, algunos críticos en Occidente habían caído en el lugar común de elogiar sus espectaculares sinfonías compuestas en torno a la Segunda Guerra Mundial, para acabar concluyendo que Shostakovich terminó perdiendo su brillo en el firmamento musical para convertirse en un compositor oficial. Este argumento se vería justificado si leemos la necrológica de Pravda, en agosto de 1975, que le presentaba como un leal hijo del sistema comunista y un ejemplo de artista y ciudadano. TÉCNICAS DE SUPERVIVENCIA

Sin embargo, en 1979 Solomon Volkov, un músico huido a Occidente, publicó un libro en el que recogía testimonios de Shostakovich que serían tachados en su país de calumnia y falsificación. Ni siquiera el final del comunismo apagó la polémica. Julian Barnes reconoce que ha bebido para su novela en esta fuente y en la voluminosa biografía escrita por Elizabeth Wilson en 1997, y ha conseguido plasmar una atmósfera social e individual marcadas por el miedo y la culpa. Con todo, en la Rusia de la década de 1990 algunos se resistieron a admitir que aquel compositor «oficial» se burlaba del régimen para sus adentros. No se había resignado al silencio, pues resultaría muy negativo para sus inquietudes artísticas. Antes bien, aduló al poder para sobrevivir, con su afiliación al Partido en 1960 o siendo uno de los firmantes de escritos reprobatorios contra Alek­ sander Soljenitsin y Andrei Sajarov. Alguien tachará esta conducta de arribismo o de oportunismo, pero en realidad era una consecuencia del Estado y la sociedad soviéticos. nueva revista · 159

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antonio r. rubio plo

Es la actitud de quien no quiere ser héroe o mártir, y que ha visto que las represalias del estalinismo han alcanzado a parientes y amigos. Estamos ante un músico que no quiere dejar de seguir componiendo y estrenando, y que toma la decisión de disimular para no comprometer su futuro y el de su familia. Barnes relata en su libro que Shostakovich tenía en su estudio una reproducción de El tributo al César de Tiziano, como si quisiera expresar que él ya había pagado sobradamente su parte al Estado. Saldada esta deuda, ahora había que dar al arte lo que era del arte, pero el poder no se conformaba y se limitaba a repetir machaconamente esta consigna de Lenin: «El arte pertenece al pueblo». Dar al arte lo suyo era abrir una vía al formalismo y al revisionismo. Las vanguardias y experimentaciones eran un lujo para los comunistas, como Picasso o Sartre, que vivían fuera de la Unión Soviética. Pese a todo, nuestro compositor trató de que no se silenciara su expresión artística. Sabía que si se prestaba a todas las exigencias del poder, su música terminaría por caer en el olvido. Pese a sus concesiones estéticas, aparentes o reales, aspiraba a que su música perdurase. Hay, al respecto, una definición lapidaria en la novela de Barnes: «El arte es el susurro de la historia que se oye por encima del ruido del tiempo». Me he preguntado con frecuencia si la conducta de Shostakovich podría encajar con lo que el premio Nobel 166

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polaco Czeslaw Milosz expuso en su ensayo El pensamiento cautivo (1953). Se trata de la técnica del ketman, una palabra árabe que podría traducirse como secreto u ocultación, aunque en realidad se ajusta más a lo que se conoce como restricción mental. Milosz recuerda que el conde de Gobineau, en su destino diplomático de la Persia de mediados del siglo xix, fue testigo de la práctica del ketman. ¿Cómo podía sobrevivir en medio de la ortodoxia chiita un sabio partidario de la lógica y el racionalismo? No solo con la mera sumisión a los dictados de los clérigos sino convirtiéndose en uno de ellos hasta el extremo de ganar por completo su confianza. Una vez instalado entre la jerarquía, el sabio racionalista podría ir deslizando entre sus discípulos ideas que se apartaran de la ortodoxia oficial, aunque sin dejar de proclamar su compromiso con el orden vigente. Milosz afirmaba que algo similar estaba muy extendido entre los intelectuales de la Europa comunista, aunque los grados de ketman variaban de unos a otros. Por lo general, no se trataba tanto de socavar el sistema, aunque esto fuera una consecuencia indirecta, sino de sobrevivir de la mejor manera posible. Tal era también el propósito de Shostakovich, hombre tímido y reservado, seguramente incapaz de desarrollar una compleja estrategia del clérigo chiita del relato de Gobineau. Antes bien, el compositor parecía moverse, o paralizarse, por sentimientos de culpa y miedo que le atormentaron durante toda su existencia, si bien, de vez en cuando, se sobreponía a ellos para seguir haciendo música. Debió de pensar en algún momento que no temía a la muerte, si bien era mucho más grande su temor a la vida. nueva revista · 159

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antonio r. rubio plo D E L A N U E VA B A B I L O N I A A L A D Y M A C B E T H D E M T S E N S K

La recomendación de la lectura de El ruido del tiempo estaría incompleta sin invitar al lector a profundizar en la música de Shostakovich, haciendo acopio de un poco de erudición y un mucho de intuición. Podemos empezar con la banda sonora de La nueva Babilonia (1929), un film de Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg, obra clásica del expresionismo soviético. Se trataba de la película perfecta para un panegírico del régimen comunista. Los directores-guionistas se habían leído las novelas de Zola sobre los Rougon-Macquart, crónica de la ascensión y caída de una familia durante el Segundo Imperio, pero también asimilaron La guerra civil en Francia de Marx, un apasionado manifiesto en defensa de la insurrección de la Comuna (1871). Con estos ingredientes se podía hacer una película contra el orden burgués, el viejo París simbolizado en los almacenes La nueva Babilonia, guarida de comerciantes sin escrúpulos que solo piensan en sus beneficios, ajenos a la derrota de su patria en la guerra franco-prusiana. Este argumento permitía a Shostakovich componer una música alegre y desenfadada, no difícil de identificar con los felices años veinte. Música para ilustrar las risas y diversiones de los burgueses, y música dramática para presentar los duros trabajos de la gente del pueblo que, a los ojos de sus enemigos de clase, solo son ladrones, prostitutas y asesinos. Ese pueblo, derrotado más tarde en las barricadas de la Comuna, es representado por Shostakovich con una partitura dramática y triste, que se tornará en música triunfante y marcial en las escenas de los fusilamientos de los insurrectos bajo la lluvia. Una banda sonora al servicio 168

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del mensaje de la religión política del marxismo-leninismo, en la que el martirio de sus fieles es promesa de la futura redención tras la caída de la corrupta Babilonia capitalista y burguesa. Si Shostakovich se hubiera dedicado casi en exclusiva a este tipo de música, quizás no hubiera tenido demasiados problemas con el poder. Pero películas así solo podían hacerse en los años inmediatos a la Revolución de 1917, en los que las esperanzas iniciales de muchas personas no se habían desvanecido del todo. La era estalinista supondría un amargo despertar, y no únicamente para los intelectuales. Uno de los principales episodios de la novela de Julian Barnes es el rechazo por el poder estalinista de la ópera Lady Macbeth de Mtsensk de Shostakovich. Un famoso editorial de Pravda, bajo el título de «Bulla en lugar de música», fue publicado el 28 de enero de 1936, y en él se leían expresiones de esta índole: «la música graznaba, gruñía y resoplaba; su carácter era nervioso, compulsivo y espasmódico; procedía del jazz en el que el chillido ha sustituido al canto». Lo más inquietante no eran estos calificativos sino el rumor, nunca demostrado, de que el propio Stalin había escrito el editorial. Shostakovich pasará más de un cuarto de siglo intentando la rehabilitación de su ópera, y finalmente se reestrenará en 1962 bajo el título de Katerina Ismailova. La referencia a Shakespeare, presente en el relato original de Nikolai Leskov, desapareció por completo y se eliminaron del libreto algunos detalles escabrosos. Seguramente el error de nuestro compositor fue creer que las innovaciones musicales, con toda una serie de disonancias a cargo de los instrumentos de metal y a la nueva revista · 159

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vez compatibles con un sardónico neoclasicismo que recuerda a Stravinski, se podían poner al servicio de un tema social: la denuncia de la condición de la mujer rusa en el siglo xix. Katerina podía ser una mujer sin escrúpulos y una asesina, pero a la vez una víctima de una sociedad injusta. Esto es lo que pensaría el compositor. Lo malo es que las autoridades soviéticas no deseaban ver tragedias en el escenario que deslucieran las consignas oficiales. DOS SINFONÍAS Y UN CUARTETO

La Quinta sinfonía, estrenada en 1937, representó la rehabilitación de Shostakovich a los ojos del régimen. La definieron desde las altas instancias como «la réplica creativa de un artista soviético a una crítica justa», en referencia a la ópera desacreditada desde las páginas de Pravda. Pero lo cierto es que Shostakovich no terminó de someterse del todo a las consignas oficiales, pues en las notas de esta composición asoma una ironía capaz de incrustarse en medio de pasajes supuestamente triunfales. Según leemos en la novela de Barnes, la ironía es el disfraz de la verdad y la armonía entre el pesimismo y el optimismo. En este sentido, la sinfonía tiene mucho de irónica, pues es una vía de escape para un compositor al que aterra que no le dejen componer. El primer movimiento arranca con una solemnidad abrumadora, alternada con un cierto lirismo, y en el segundo no es difícil percibir tintes grotescos en una especie de marcha militar aunque nuevamente la música alcanza altas cotas de emotividad. El tercer movimiento sobresale por sus pasajes melancólicos que confluyen en una progresiva extinción de la música. En total contras170

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te, el cuarto movimiento presenta un comienzo enérgico y triunfal, marcado por trompetas y timbales, pero luego siguen motivos más líricos que desembocan en una apoteosis final de los instrumentos de viento y los timbales. Hubo quien definió a esta sinfonía como «una tragedia optimista», y probablemente el compositor habría estado de acuerdo. Su vida, y la de su país, estaban marcados por la tragedia, pero había que seguir adelante, pese a las cargas de la tristeza y el miedo. De la Séptima sinfonía, conocida como Leningrado y estrenada en 1942, se dijo en medios oficiales que había sido escrita para merecer el perdón. Era un ejemplo de la buena música que podía hacer Shostakovich si era guiado correctamente. Destaca su primer movimiento, evocación, a la vez solemne y nostálgica, del pasado de su ciudad natal, y que será interrumpida por unos obsesivos violines graves, indicadores de que el enemigo se aproxima. El tercer movimiento también posee rasgos nostálgicos evocadores de una puesta de sol sobre una hermosa ciudad, y el movimiento rico en temas melódicos culmina en una triunfante apoteosis final. La sinfonía es el tributo a la heroica resistencia de la antigua capital rusa al nazismo, pero también hay opiniones de que la sinfonía había sido ideada mucho antes de la invasión alemana de 1941 y que la repulsa de los enemigos de la humanidad, a la que se refería el compositor, estaba dirigida a otros enemigos más cercanos y que hablaban su mismo idioma. A Shostakovich, modelo oficial de compositor soviético, no le estaba permitido presentarse como el principal protagonista y destinatario de su música. Sería una actitud nueva revista · 159

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egolátrica e individualista incompatible con la ideología en la que oficialmente militaba. Esto explica que el Cuarteto n.º 8 (1960) fuera dedicado a «las víctimas de la guerra y del fascismo» y se dijo que estaba inspirado por la contemplación de las ruinas de la ciudad de Dresde. Sin embargo, esta partitura está llena de alusiones a temas de otras obras, de dos sinfonías, un trío con piano y una ópera. Es como una recapitulación de su carrera y un intento de reivindicar algunas de sus composiciones censuradas por el poder. El músico comentó una vez que el cuarteto rendía homenaje a todos aquellos «torturados por una cruel esclavitud». Entre ellos se contaba él mismo y su carrera musical. En realidad, la composición estaba dedicada a sí mismo, un músico que quería ser escuchado más allá del «ruido del tiempo». 

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SHAKESPEARE Y GOETHE, DOS GIGANTES EN EL FESTIVAL DE SALZBURGO José Antonio Nieto de Miguel

Nueva Revista ha dedicado varios artículos a conmemorar los aniversarios culturales más importantes de 2016: Cervantes y Shakespeare. También la música ha querido rendir su homenaje al segundo de ellos. El dramaturgo inglés ha estado de muchas maneras presente en la celebración del último Festival de Salzburgo, cuyo contenido se repasa en estas páginas.

William Shakespeare falleció en 1616, en la misma fecha que Cervantes, aunque todos sabemos que sí en la misma fecha pero no el mismo día, pues en España y las islas británicas el cómputo del tiempo se regía por dos calendarios diferentes, el gregoriano en España y el juliano en las islas británicas. En cualquier caso, es incuestionable el año 1616 como el del fallecimiento de ambos. Por ello los actos que quieren recordar el cuarto centenario de ambos fallecimientos se multiplican por todos los lados. Y la manifestación cultural más importante del mundo como sigue siendo el Festival de Salzburgo no ponueva revista · 159

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josé antonio nieto de miguel

día estar ausente en esta conmemoración, aunque Shakespeare ha estado muy presente desde los primeros años de su andadura, de tal forma que podría afirmarse sin exageración que Shakespeare ya es connatural al Festival de Salzburgo. Y para empezar de una forma menos musical y como de aperitivo —y nunca mejor dicho— este año lo ha sido con la edición auspiciada por el festival de una guía de restaurantes salzburgueses, Die besten Restaurants der Stadt Salzburg und Umgebund (Los mejores restaurantes de la ciudad de Salzburgo y alrededores), a la que se ha dado el título de «Falstaff», el protagonista vividor, y, a decir verdad, también un poco tontorrón y primario, de la comedia de Shakespeare Merry wives of Windsor (Las alegres comadres de Windsor), escrita entre 1597 y 1600. Y es que Shakespeare ha estado muy presente en Salzburgo casi desde los inicios del festival hasta hoy mismo, bien con sus propias obras teatrales, bien con óperas compuestas sobre algunos de los personajes creados por él. O incluso con propuestas que han tomado de sus obras su hilo conductor. Sin tratar de ser exhaustivo, pues este artículo rebasaría ampliamente el espacio que la corrección exige, precisamente comenzaré refiriéndome a estas últimas. Como aquel espectáculo, sugerente y precioso, al que tuve el placer de asistir en la edición del festival de 1988, el año de Don Giovanni dirigido por última vez por Karajan. El Ballet de Hamburgo, con su director John Neumeier al frente de unos profesionales pletóricos de juventud y de ideas de belleza, consiguieron juntar la obra de Shakespeare As you 174

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shakespeare y goethe, dos gigantes en el festival de salzburgo

Foto de West Side Story. Copyrigth SF/Silvia Lelli

like it (que en alemán se traducía por Wie es Euch gefällt y en castellano por Como os parezca o A vuestro gusto), escrita entre 1597 y 1600, con la obra mozartiana kv 522 Ein musikalischer Spass (Una broma musical), servida en directo por la orquesta Sinfonía, de Varsovia, dirigida por Bruno Weil en el Grosses Festspielhaus. Y se intercalaba en la Felsenreitschule los días alternos siguientes con Otelo (1622, 1ª impresión), pero esta ya sin música de Mozart. Aunque la obra de Shakespeare ya se había representado en el Landestheater de Salzburgo, como tal obra teatral, en el festival de 1951, y en la Felsenreitschule los años 80 y 81, dirigida por el gran Otto Schenk. En mi artículo «Festival de Salzburgo: pasado y presente de arte total», que me pidió don Antonio Fontán para Nueva Revista y que se publicó aquí en octubre de 1990 —¡qué barbaridad, hace casi treinta años, cuando todos nueva revista · 159

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éramos un poco más jóvenes!—, recordaba un pensamiento de Richard Strauss, uno de los padres fundadores del festival, precisamente manifestado en los momentos fundacionales, al final de la segunda década del siglo pasado, cuando quería ver en Salzburgo «el símbolo de nuestra cultura. Toda Europa —decía— debe saber que nuestro futuro está en el arte». Y, por tanto, aunque Salzburgo sea un festival de origen germánico, por lo mismo lo es europeo, y Shakespeare debería ocupar en él un lugar importante. Por eso, ya en 1927, el 6 de agosto, seguido de siete convocatorias más, hasta el 27, se representaba de Shakespeare El sueño de una noche de verano (Ein Sommernachtstraum, A midsummer night’s dream), fechada entre 1594 y 1597, 1ª impresión en 1600. Y se quiso dar toda la importancia que el acontecimiento tenía asumiendo la dirección, otro de los padres del festival como era Max Reinhardt. Y desde entonces esta obra se ha vuelto a representar en Salzburgo con frecuencia, por ejemplo el 96, incluso programando la música que Mendelssohn escribió para ella, y que en el catálogo de sus composiciones lleva el número 61 de opus, como ocurrió los días 27 y 28 de agosto en las Mozart-Matinées. Y tras El sueño de una noche de verano, llegó Julio César el 53, 92 y 93; Coriolano el 93 y 94; Antonio y Cleopatra, el 94 y el 95; Otelo, el 97; Hamlet, el 70 y el 2000, Macbeth, el 2001 y The tempest (La tempestad), el 68, el 2012 y el mismo año pasado, 2015. Es curioso pero el personaje de Shakespeare que más ha frecuentado Salzburgo ha sido Falstaff, como ya dije al principio, principal protagonista de Las alegres comadres de 176

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Windsor, aunque si bien como título operístico de Verdi. La primera vez lo fue el año 35, con dirección, nada más y nada menos, que de Arturo Toscanini, que repitió el 36 y 37. La ópera la han dirigido posteriormente Karajan, o más recientemente Solti, Maazel o, en 2013, Zubin Mehta. Macbeth y Otelo, ambas también óperas de Verdi, asimismo han estado también en Salzburgo y algunos personajes de Shakespeare lo han hecho dando nombre a otras óperas, como Romeo et Juliette, de Gounod, o I Capuletti e i Montecchi, de Bellini. ¿Y cómo ha sido la vuelta de Shakespeare a Salzburgo este año? De una forma completamente diferente, aunque muy sugestiva, original y atractiva. Además de con su obra teatral La tempestad (Der Sturm), ya citada y solicitada a Deborah Warner, según ella misma ha escrito en el programa oficial del festival, por Sven-Eric Bechtof, es casi con seguridad la última obra escrita por Shakespeare en 1610-1611. Igualmente, con la ópera West Side Story se ha dado este tratamiento al musical que habían presentado y dirigido en Broadway Robert E. Griffith y Harold S. Prince y teniendo de alguna forma en cuenta la película de 1961, ganadora entonces de diez Oscars. El éxito de público y taquilla que tuvo entonces la versión cinematográfica, producida por Robert Wise, se ha convertido ahora en Salzburgo en atronador. Se respetó de forma absoluta la música original de Leonard Bernstein, en la lectura de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, de Venezuela, a las órdenes de la batuta de Gustavo Dudamel; escenografía y coreografía han sido responsabilidad de Philip Wm. McKinley y Liam Steel, respetando con algunas variacionueva revista · 159

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Foto de West Side Story. Copyrigth SF/Silvia Lelli

nes la idea original de Jerome Robbins. Aunque capuletos y montescos de Verona se hayan convertido en los Jets y en los Sharks de Nueva York. La ópera asimismo se desarrolla unos años después de la muerte de Tony (Richard Beymer en la película) y por ello en la ópera dos intérpretes distintas dan vida a María: María II que representa la realidad en su momento (Michelle Veintimilla) y María I, que recuerda y quiere revivir el pasado (Cecilia Bartoli). Los aplausos al final incesantes a los que me he referido fueron subrayados con los compases más populares y conocidos de América. La producción fue estrenada con el mismo éxito en el último Festival de Pentecostés, también de Salzburgo. De Goethe, la gran figura germánica de la literatura, el romanticismo y el Sturm und Drang no se celebraba nin178

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shakespeare y goethe, dos gigantes en el festival de salzburgo

guna fecha especial pero también ha vuelto a Salzburgo aunque había tomado posesión de ella ya el año 1933, con su primera parte de Fausto, la obra cuya composición le había acompañado casi toda su vida, en una producción rotundamente de lujo, encabezada por Max Reinhardt, y en cuyo equipo estaba Clemens Holzmeister, el arquitecto diseñador del hoy Grosses Festspielhaus, excavado en gran parte en las mismas entrañas del Mönchsberg, y por lo mismo con una acústica perfecta; la música era de Bernhard Paumgartner y la dirigía dando sus primeros pasos con fuerza en el festival Herbert von Karajan, cuyo nombre, por cierto, figuraba en los programas oficiales como Heribert y ya había debutado en Salzburgo, al frente de la Orquesta del Mozarteum, el 22 de enero de 1929, cuando contaba solamente con veinte años. La obra se representó más de cuarenta veces y su continuación en el Fausto II desde 1963 a 1965, con esa conclusión final «...aquí toma cuerpo lo inefable. El eterno femenino nos lleva a lo más alto» (Das Unbeschreibliche / Hier ist es getan; / Das Ewig-Weibliche / Zieht uns hinan). Pero Johann Wolfgang von Goethe ha sido especialmente apreciado en Salzburgo, donde además de por su obra de referencia como es Fausto, también ha sido acogido por otros títulos, sobre todo en los últimos años. En 2015 se programó, en versión concertante la ópera de Jules Massenet Werther, con libreto de Édouard Blau, Paul Millet y Georges Hartmann, pero sobre el texto de Goethe Die Leiden des jungen Werther (Las penas del joven Werther), aunque los libretistas alteraron su obra e introdujeron el personaje de Sophie, interpretada por Chiara Skerath; a nueva revista · 159

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Foto de Fausto. Copyrigt SF/Monika Rittershaus

Werther le dio vida y voz Piotr Beczala y la orquesta fue la del Mozarteum, dirigida por Alejo Pérez. Pero además de por Werther en la visión de Massenet, se presentó la obra teatral de Goethe Clavigo, en una coproducción espectacular con el Deutchen Theater de Berlín. La obra la había escrito Goethe todavía flotando en el ambiente de éxito que había rodeado a su Werther, y además, en contraposición a Fausto, en muy pocos días y basándose, eso sí como la anterior, en una historia real. Pero no era la primera vez en que Salzburgo se fijaba en ella: durante varios días se había representado, en agosto del 49, en el Landestheater. Pero en este año de 2016, junto con Shakespeare en West Side Story, Goethe ha sido el escritor de referencia nuevamente con Fausto, en una producción faraónica en todos los sentidos, aunque haya habido algunas personas no muy de acuerdo con su tratamiento escenográfico, y con las que me permito discrepar. La idea de Goe180

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shakespeare y goethe, dos gigantes en el festival de salzburgo

the, en la que está basada la ópera de Charles Gounod, se ha representado siete veces este año en Salzburgo, con libreto de Jules Barbier y Michel Carré. La ópera, también llamada Margarita en el mundo germanófono, presentó un importante y acertado movimiento de masas gracias al Coro Philharmonia de Viena y con una versión espléndida e insuperable de la Orquesta Filarmónica, también de Viena, dirigida con profundidad e inteligencia por Alejo Pérez, y con la interpretación magistral de Piotr Beczala como Fausto, o la de Ildar de Abdrazakov como Mefistófeles, sin olvidar a María Agresta como Margarita, todos posiblemente de acuerdo con el lema que dejó grabado en su obra A puerta cerrada Jean Paul Sartre cuando dijo: «L’enfer, c’est les autres» (El infierno son los otros). ¡Shakespeare y Goethe, los grandes protagonistas este año de la convocatoria cultural más importante del mundo como es el Festival de Salzburgo! Pero también Mozart, Beethoven, Mahler (no solo por sí mismo sino también por la orquesta que lleva su nombre), Strawinsky... Y todos ellos no solo contribuyendo de forma espléndida a la difusión de la armonía sino, sin pretenderlo, a la creación de riqueza. La Cámara de Comercio de Salzburgo (Wirt­ schaftskammer Salzburg), en cooperación con el festival, ha publicado por primera vez este año un estudio con el cálculo de los efectos del valor añadido y que puede resumirse en unas cifras: estos efectos se concretan en 183 millones de euros, se han recaudado en tasas 77 millones de euros y creado 2.800 puestos de trabajo. De tal forma que puede afirmarse con este estudio serio y riguroso, muy nueva revista · 159

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germánico, que el Festival de Salzburgo «es un motor económico con efectos de gran alcance». Es la manifestación clara y rotunda de que la alta cultura es absolutamente rentable. ¡Y en otros lugares gravada con un 21% de iva! En la presentación del estudio, Helga Rabl-Stadler, presidenta del festival, resumió su idea afirmando que «cada euro invertido por las instituciones es devuelto poco tiempo después», aunque la mejor manifestación de la imagen que a la ciudad proporciona el festival pueda resumirse en esos 250.018 asistentes que hemos llegado desde Alemania (41%), Austria (38%) o desde Suiza, Japón, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia principalmente (muy pocos desde España), hasta un total de 81 países, el 95% motivados exclusivamente por el festival, y dispuestos a pagar (¡o ya lo han pagado desde enero!) hasta 430 euros por una buena entrada a una ópera. Y llenando, además, en primer lugar los hoteles más caros. 

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ENSAYO

EL TRABAJO INTELECTUAL. ALGUNOS OBSTÁCULOS Mariano F. Martín

Muchos son los libros, convertidos ya en clásicos, que analizan la naturaleza del trabajo intelectual, desde los consejos de Ramón y Cajal hasta las incisivas sugerencias de Sertillanges o Guitton. Recordar las exigencias del arte de pensar con rigor es lo que se propone en este ensayo, que detecta cuáles son los obstáculos que dificultan esta actitud y que devalúan el ejercicio de la razón.

No hay tarea más ingrata que tratar de distinguir y circunscribir racionalmente —o, dicho con otras palabras, esforzarse por elevar a un nivel científico o filosófico— las nociones comunes... Todo el mundo se encuentra más a sus anchas al utilizar conceptos cuanto con menor exactitud conoce su significado. Mas apenas trata uno de definirlos y separarlos, surgen legiones de problemas y dificultades. Uno corre el riesgo de caer sobre una pista falsa mientras intenta obtener la verdad y hacer analítico y sistemático lo obtenido... (Jacques Maritain)

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Cuando alguien se decide a estudiar filosofía (pero me animaría a afirmarlo de cualquiera de las humanidades) suele tener la idea de que el trabajo intelectual es una cosa sencilla. En muchos casos uno se encuentra demasiado seguro de quién es, de dónde viene y hacia dónde va. Cree que el estudio de la cultura y de las ideas es lineal, con algunos recovecos, pero nada más. Piensa que uno puede refutar a cualquiera en tres páginas, o quizá en menos. Supone, además, que uno puede explicar cualquier problema, pongamos por ejemplo «el de los universales», a cualquier lego que se asome a la materia. Esto no debe sorprender demasiado: puede atribuirse, quizá, a las ínfulas inocentes de la juventud, propias de ese momento vital. Pero no me resigno a creerlo completamente. He conocido profesores entrados en años muy reconocidos, cuyo esquematismo en las respuestas y la asombrosa confianza en sus sentencias denotaban más una intelección adolescente de los problemas que la madurez serena que debería venir con el paso del tiempo. Podemos suponer que, como lo afirma el mismo Sertillanges, hay personas que nunca abandonan la edad escolar, que son esclavos del trabajo en vez de impulsarlo delante de sí en plena luz. Dejarse envolver por estrechas fórmulas y petrificar el espíritu con teorías librescas representa una marca de inferioridad que contrae claramente la vocación intelectual. Ilotas o eternos niños: tal es el nombre de esos pretensos trabajadores, que se sienten 184

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extranjeros en toda región superior, en presencia de todo horizonte amplio y que con gusto reducirían a los demás a su ortodoxia de escolares estrechos.

Lo anterior es cierto y creo que no podría expresarse mejor. Sin embargo, confluyen en ciertos intelectuales otros factores que limitan el horizonte de comprensión y que no tienen que ver solo con esta especie de falta de madurez del pensamiento. O quizá, para decirlo mejor, la posible inmadurez intelectual se explica como una confluencia de factores y es el resultado de estos. Aquí me propongo enumerar algunas de esas cortapisas que limitan la profundidad analítica de quien busca dedicarse al trabajo intelectual. Dada mi especialidad, me detendré fundamentalmente en la filosofía, pero no me limitaré únicamente a ella. Creo que muchas de las cosas que he observado pueden aplicarse con bastante facilidad a otras disciplinas humanísticas. Aparece así la primera objeción. ¿Quién soy yo para enumerar escollos intelectuales? ¿Es que tengo tanta confianza en mi propia razón y tanta desconfianza en la autoridad de otros? La respuesta a estas preguntas es la siguiente: he dirigido el artículo, en primer lugar, a mí mismo; dedicado a «algunos de los insolventes hombres que he sido», como dice Alejandro Dolina. En segundo lugar, estas reflexiones se postulan como avisos y marcas en el camino para todos aquellos que emprenden el viaje de la vida intelectual. Por ello deben tomarse por lo que valen: un aviso en un camino conocido para muchos, pero no por eso menos sinuoso. nueva revista · 159

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Muchas de las cosas que aquí propongo son harto sabidas y me reconozco en deuda con A. D. Sertillanges, José Ortega y Gasset, Ernesto Garzón Valdés y J. M. Bochenski. Entre sus recomendaciones y las que aquí propongo, las similitudes saltan a la vista. Sin embargo, he aprendido que aunque muchas de las cosas que sostengo sean sabidas, eso no me dispensa de repetirlas. Tal como dice Garzón Valdés en Moralejas de una vida intelectual: «Suele no ser inútil reiterar lo ya conocido. Por el contrario, a menudo es aconsejable y hasta necesario reiterar o reformular los llamados ‘lugares comunes’... no toda reiteración es vana, ni toda innovación fecunda» (el resaltado es mío). F A L T A D E A C T I T U D C O N T E M P L A T I VA Y S E R E N A ANTE LAS COSAS Y OPINIONES

Examinadlo todo y quedaos con lo bueno (1. Tes. 5,21)

Ante una determinada obra filosófica, literaria o histórica; ante un hecho o una opinión, el intelectual debe ser capaz de escrutarlo en sus implicancias más profundas llegando a mostrar aspectos que una visión rápida y desprevenida pasaría por alto. Entender una tesis filosófica desarrollada por un determinado autor, por ejemplo, implica pensar junto con el autor, asumir sus presupuestos e intentar recrearlos de la forma más fiel posible. Implica aceptar que lo dicho nos interpela y tiene algo para decirnos. 186

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Como diría un profesor amigo, supone, en primer lugar, meterse en la piel del autor y buscar entender qué dice y luego por qué lo dice. Nunca se podrán clarificar estas cosas sin una actitud serena y contemplativa. Ocurre lo mismo con los hechos, los conceptos y las cosas: suelo decir a mis alumnos que para hacer filosofía hay que darle la última palabra a las cosas. Esto es, dejar que las cosas me hablen, e interpretarlas del modo más fidedigno posible. El filósofo alemán Robert Spaemann denomina a esto intentio recta. Nótese que digo «contemplación» y «serenidad», y de estos términos no se siguen «aceptación» o «rechazo». La actitud contemplativa, según mi parecer, implica como decía Tácito, contar los acontecimientos «sin ira y sin parcialidad»: sine ira et estudio. Lo cual, de ningún modo, supone aceptación sin más de lo que se describe. Hasta aquí parecería que solo repito cosas sabidas con las que parece que nadie podría estar en desacuerdo. Solo serían estos unos principios tan generales, que por decir tanto no dicen nada. Pero, ¿cómo se ve esto en el plano de la praxis, en el ámbito de las concreciones, donde las cosas no parecen ser tan unánimes? Para responder a esto propongo algunos criterios que mostrarían esta falta de serenidad. 1.  La excesiva adjetivación y el abuso de la retórica. A menudo un exceso de calificativos demuestran la vacuidad de lo que se dice. Haga el esfuerzo el lector y piense en escritos panfletarios o de barricada y verá que se caracterizan por denostar, por medio de adjetivaciones profusas o de innumerables figuras retóricas, una posición y ensalzar otra nueva revista · 159

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(la propia, naturalmente), de un modo maniqueo, como si de «blanco o negro» se tratara. Tales escritos pueden ser, en algunas ocasiones, simpáticos, motivadores, decididos. Pero de ningún modo contribuyen a un conocimiento acabado de las realidades que nos circundan. Es cierto que el intelectual debe «usar la ayuda del poeta», como dice Garzón Valdés. Es innegable que la objetividad de un texto no implica que sea completamente aburrido o mal escrito. De ninguna manera es así. Por eso decimos excesiva adjetivación. Siempre debemos tratar, en la medida de lo posible, de darle a nuestro discurso giros que lo embellezcan o expresiones metafóricas que lo hagan más asequible. Pero limitar las calificaciones suele traer como resultado, entre otras cosas, evitar la descalificación rápida (sobre todo ad hominem). Además de impedir, en alguna medida, el «énfasis sobre la precisión», como diría Ortega y Gasset. 2.  La descalificación en bloque de los estudios más confiables o recientes sobre un tema. El intelectual solipsista. La descalificación de todo lo escrito suele revelar una actitud que es, cuanto menos, sospechosa. Supongamos que alguien se interesa por el pensamiento de Aristóteles: flaco favor le hará al Estagirita si se sienta él solo con la Metafísica y trata de decir algo original sobre el tema sin conocer o descalificar sin más los estudios de Werner Jaeger o Pierre Aubenque. Por supuesto que una investigación debe revelar algún aspecto original de un determinado tema, y puede ocurrir que incluso ese aspecto haya pasado completamente 188

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desapercibido. Heidegger decía que «en cada cosa sabida se oculta aún algo digno de pensarse». La realidad es muy compleja y siempre nuestra razón, aunque limitada, puede descubrir algo en ese todo que es lo real. Pero esto no debería convertir al investigador en un «solipsista» que ignora a sabiendas la mayor parte de las cosas que se han escrito o dicho sobre un tema. Este vicio se hace especialmente patente cuando alguien solo conoce y cita autores de una determinada tradición. Esto se puede apreciar cuando observamos muchas aprobaciones en un sentido, y llegado el momento de reconocer el valor de una proposición expresada por un autor de otra tradición, se usan expresiones como «en un rapto de lucidez» o «a pesar de sus errores, en esto acierta». El intelectual solipsista, por sus razones ideológicas, suele arribar a las simplificaciones más descabelladas, porque despreciar lo dicho por otros entraña, en el fondo, un menosprecio de lo real en sí. Es como si este intelectual nos dijese: «nadie ha acertado, solo yo y, eventualmente, los míos [los que piensan como yo]». Incapaz de levantar la mirada, tropieza irremediablemente con la reiteración vacía o con palabras sinópticas que no significan nada, defectos ambos en los que casi siempre cae el pensamiento sectario. El investigador solipsista es todo lo contrario de lo que afirma Aristóteles, para quien «es razonable suponer que quienes vivieron antes que nosotros no se han equivocado en todo por completo, sino que en algún punto o en la mayor parte de ellos han pensado rectamente» (e.n. 1098b 29). nueva revista · 159

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mariano f. martín LA CONFUSIÓN DE REGISTROS Y LA NECESIDAD DE SU MANEJO ADECUADO

Hay escritores que aumentan el número de lectores. Otros solo aumentan el número de libros. (Anónimo)

De lo anterior, ¿cabe deducir que al intelectual que se precie de tal le están vedados la ironía, la defensa airada y la invectiva? Pero hay que considerar que quien desee transitar por la senda del estudio metódico en las humanidades: a) debe ser capaz de distinguir este tipo de texto de uno académico/científico; b) debería cultivar otros géneros. En nuestras hodiernas «sociedades del conocimiento» se hace necesario que el intelectual domine todos los registros del lenguaje: desde el más formal (científico/académico) hasta el de difusión. En ámbitos tan complejos y diversos, el conocimiento no se difunde adecuadamente en un solo registro. Los públicos son muy variados y la necesidad de satisfacer «ese deseo natural de saber de todo hombre» (Aristóteles) se presenta como una exigencia y un desafío enorme para quienes se dedican a las humanidades en nuestro tiempo. Pero ¿es posible dominar todos los registros? Evidentemente es muy difícil. Es cierto que el cultivo de un tipo textual sobre otro en muchos casos depende de razones subjetivas. En su libro contra Jacques Maritain titulado El mito de la nueva cristiandad, Leopoldo Eulogio Palacios advierte que, al menos entre los intelectuales católicos, 190

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suelen darse dos tipos: el ensayista y el académico. El primero sería aquel que, sin demasiado aparato crítico, sale al encuentro de las cuestiones más candentes de su tiempo, se hace cargo de ellas y, por lo general, pega donde duele. El otro modo intelectual es el del académico: erudito, al tanto de las discusiones, preciso, riguroso. Aunque pueda sonar pretencioso, quien se dedica a la vida del espíritu debería aspirar a fusionar en sí ambos modos. Es decir, no limitarse a publicar o colaborar solo en un tipo de formato. No se puede renunciar a comunicar el conocimiento en ninguna forma. Suele ser un obstáculo muy común entre los intelectuales de una cierta trayectoria, creer que el conocimiento se degrada si sale del recinto académico o si se adapta para un público más amplio. Es cierto que esto es hoy cada vez menos frecuente. Pero como estamos enumerando actitudes y hábitos que pueden limitar el trabajo intelectual, no podemos dejar pasar este. Por otra parte, y esto creo que está más extendido y es igual de grave que lo anterior, existe quien se dedica a denostar sistemáticamente el modo intelectual académico, creyendo que el único valioso es el ensayístico o periodístico. Generalmente quienes afirman esto suelen ser personas frustradas por lo árido que resulta, a veces, alcanzar un resultado más o menos agradable en la investigación institucionalizada. Sin embargo, en muchos casos, quienes postulan este ensayismo radical suelen ser buenos conversadores, pero incapaces de profundizar, de dar precisión a los conceptos nueva revista · 159

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o de mantener un debate académico sin caer en la descalificación fácil y en la ofuscación ideológica. Además, esta negativa a intervenir en los intercambios de ideas más recientes suele ser un síntoma de intelectual solipsista: perdida su confianza en la capacidad de razonamiento de sus pares y porque juzga que la academia está irremediablemente perdida por quienes sostienen «el sistema», considera irreal, sesgado, poco valioso todo lo que se produce fuera de su estrecho círculo no académico. Quien comienza en el cultivo de la discusión racional, debe prevenirse de no leer solo discursos ensayísticos o no académicos o asistemáticos, ya que si bien la historia nos ha legado grandes personalidades «asistemáticas» (Nietzsche, Chesterton), no todos los autores que cultivan este modo intelectual tienen ese talento. En muchos casos, solo abren sendas que se pierden en un lejano bosque pero que no conducen a ningún lugar, o dan la impresión de decir muchísimo, pero, en el fondo, no dicen nada. LA FILOSOFÍA NO DEBERÍA SER ALGO SUPRARRACIONAL O NECESARIAMENTE OSCURO

Dunraven, versado en obras policiales, pensó que la solución del misterio siempre es inferior al misterio. El misterio participa de lo sobrenatural y aun de lo divino; la solución, del juego de manos. (J. L. Borges, «Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto»)

Desde que el positivismo conquistó la escena intelectual desde finales del siglo xix, muchos autores comen192

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zaron a pensar que se podía abandonar la filosofía. Otros, por el contrario, negaron decididamente esto, pero observaban que luego del avance de las «ciencias duras» la filosofía debía considerarse como algo más cercano a las bellas artes que a la ciencia. Para estos últimos, prácticamente no existiría diferencia entre poesía y filosofía. Como lo explica J. M. Bochenski en su impecable Introducción a la filosofía, los existencialistas tanto en su vertiente atea (Sartre, Camus) cuanto en su vertiente cristiana (Marcel) fueron los principales difusores de esta idea. Naturalmente los existencialistas no fueron los únicos. Ante un universo cultural que negaba lo espiritual como ámbito de indagación, era natural que las reacciones se suscitaran en todos los sentidos, y esto caló muy fuerte en todos aquellos que se interesaban por las humanidades. Desde entonces, como dice el mismo Bochenski, la indagación de la realidad, que pregunta por los principios y causas últimas, parece que debe hacerse buscando un cierto «estremecimiento metafísico». La identificación de lo filosófico con lo desconocido, con lo misterioso, lo suprarracional, lo que trasciende las categorías de verdadero/falso, con ese lenguaje necesariamente oscuro puede ser muy tentadora. No han faltado filósofos que han cultivado esa oscuridad. Por otra parte, dado el nivel de abstracción que se requiere para hablar de ciertas cuestiones, no es de extrañar que a veces lo que decimos aparezca, a los ojos del lego, como despojado de toda claridad. nueva revista · 159

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Puede sumarse a lo anterior razones de tipo subjetivo, que hacen al humanista buscar esta oscuridad conceptual y lingüística. Alejandro Dolina, en su libro Crónicas del Ángel Gris, nos dice que suelen existir dos tipos humanos: «los muchachos sensibles» y «los refutadores de leyendas». Los primeros son aquellos más dados a conceder sin problemas que existe realmente algo más que esta realidad que vemos y tocamos. Los refutadores, por el contrario, necesitan probar racionalmente, a través del razonamiento y la verificación empírica, todo cuanto se asevera. Afirma Dolina que si uno le dice a un muchacho sensible que hay una persona que vuela, él mirará inmediatamente al cielo. En cambio, el refutador de leyendas armará un silogismo para probar que eso es imposible. Para los muchachos sensibles, es natural que la filosofía busque el estremecimiento metafísico. Pero estoy convencido de que la filosofía no siempre debe ser un arrobamiento y un éxtasis: las más de las veces llegamos a conclusiones provisorias, difusas y bastantes prosaicas. Muy a menudo nuestras conclusiones poco tienen que ver con «lo eterno», «lo infinito», «lo misterioso» o «la nada». ¿Dejan de ser por ello «filosóficas»? Me inclino a creer que no. En algunas oportunidades el papel del filósofo es bastante humilde: tratar de deducir conceptos que definan una cierta realidad y, a su vez, que la expliquen. Es una actividad racional bastante modesta. Dice Ernesto Garzón Valdés: «Claridad no es trivialidad». Es innegable que los grandes genios de la filosofía (al menos muchos de ellos) tenían un gran talento literario: 194

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el trabajo intelectual. algunos obstáculos

podemos pensar en las imágenes poéticas de Platón o la retórica pulida de san Agustín. Incluso existen grandes escritores que tuvieron escarceos filosóficos: recordemos ese bellísimo texto de Leopoldo Marechal, Descenso y ascenso del alma por la belleza. Pero si pudiéramos consultarles a Platón o san Agustín sobre qué buscaban transmitir con sus obras, de seguro no habrían respondido «algo suprarracional» o «un tipo de sentir parecido a la poesía». De seguro se hubiesen inclinado por una actividad cognoscitiva, una actividad que explica las realidades que nos rodean. La oscuridad en el lenguaje y la consiguiente vaguedad conceptual que de ella se sigue, suele ser una salida fácil, un «tranvía intelectual», como decía José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas: un concepto que me deja donde quiero llegar. Es decir, cuanto más amplios y vagos los conceptos, entonces más realidades pueden abarcar, pero en concreto puede que no signifiquen nada. Para ello es importante mantener una sana distancia de la sinonimia a mansalva y hacer un uso morigerado de los conceptos, sabiendo que cada término trae consigo un horizonte de significación muy amplio, que Tomás de Aquino denominaba analogía de los términos. Para concluir este apartado se puede decir que no debe buscarse la oscuridad a sabiendas. Puede ocurrir, no obstante, que el tema a tratar imponga un cierto nivel de abstracción o de terminología específica. Aun así, siempre debería intentarse mostrar los conceptos con la mayor claridad. nueva revista · 159

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mariano f. martín E N E L T R A B A J O I N T E L E C T U A L L A M AY O R Í A D E L O S CONCEPTOS SON RESULTADOS, NO PRESUPUESTOS

Saca agua de tu propio pozo. Para mí todos esos hombres, nunca autores, intérpretes siempre, cobijados bajo la sombra ajena, nada tienen de animoso, porque no se atreven a hacer algo de aquello que con tanto tiempo aprendieron. En obra ajena ejercitaron su memoria; pero una cosa es recordar y otra cosa es saber. Recordar es guardar una cosa encomendada a la memoria; y al contrario, saber es habérsela asimilado y no estar colgado del ejemplo, volviendo a cada instante los ojos al maestro. (Séneca)

He coincidido con muchos colegas en que el mejor maestro es aquel que fomenta en su interlocutor la posibilidad de arribar a una conclusión, pero conociendo y asumiendo como propias también las premisas. Es decir, el maestro buscará mostrar cómo se llega a ese resultado para que el alumno tenga el razonamiento completo, es decir, que conozca también las premisas. De ningún modo impondrá el camino por donde se arriba a la conclusión, y mucho menos debería imponer la conclusión. Según afirma Ernesto Garzón Valdés, en el ya citado Moralejas de una vida intelectual, la propuesta debe superar a la imposición. Dice: Es mejor proponer que imponer. La aceptación de una propuesta implica compartir razones: tiende a la creación de un marco argumentativo estable; la imposición no se basta a sí misma, no pierde nunca su desigual unilateralidad y mantiene, por ello, una siempre inquietante inestabilidad. 196

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Salvando algunas excepciones, el análisis de lo real supone un camino arduo. La realidad es necesariamente compleja y para poder afirmar algo y tener un concepto cierto, debemos pasarnos un largo tiempo reflexionando, leyendo y contrastando opiniones. Tomás de Aquino lo sabía: se requiere mucho análisis y muchos errores para poder llegar a una conclusión. La tarea de un buen maestro será, entonces, la de guiar en ese análisis, proponiendo un marco argumentativo que contemple la complejidad de lo real. El buen maestro, por consiguiente, debe mostrar resultados completos, no imponer presupuestos ni conclusiones apresuradas. Entender esto debe hacernos desconfiar de los anatemas caprichosos. Por otra parte, debería prevenirnos también contra las interpretaciones que dan por supuestas explicaciones que no se brindan. Una de las cosas contra las que debemos estar en guardia son las elipsis conceptuales, que casi siempre terminan en una justificación post factum. Es decir, muchas veces se ensayan tristes explicaciones como «cuando el maestro dijo tal cosa, quiso decir tal otra» o «hay que suponer esto y lo otro». Hemos aclarado ya que los términos deben tomarse con un sentido análogo. Así, un literalismo excesivo puede pecar de reduccionista. La hermenéutica textual es la disciplina que se encarga de darnos las pautas de la correcta interpretación, para no caer en extremos ridículos. Pero en el trabajo intelectual el contexto no debería salvar continua y milagrosamente al texto: si un autor quiere decir algo, debe decir eso y no otra cosa. Volvemos a lo que denueva revista · 159

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cíamos al principio de este apartado: cuando alguien afirma algo, debe mostrarnos cómo llega a esas conclusiones. Tal fue la insistencia del gran Platón con lógon didónai; o el pasaje evangélico: redde rationem (Lc. 16,2): da cuenta de eso que dices. CONCLUSIÓN

Nos hemos detenido en algunos puntos que pueden obrar como obstáculos en el trabajo intelectual. Podríamos, naturalmente, enumerar otros: el teologismo, el afán inmoderado de novedades, la construcción ideológica independiente de lo real, y así un largo etcétera. Pero detenernos en ellos nos llevaría demasiado. Aunque la lista sea incompleta, podemos afirmar que tomar a la ligera algunas de estas advertencias que hemos enumerado puede desembocar fácilmente en la «inmadurez intelectual» de la que nos prevenía Sertillanges. En muchos casos, esta se refleja en la incapacidad de trascender las fórmulas vacías. La modestia, el rigor, la sobriedad en el uso de los términos suele tener su recompensa: gozar del fruto maduro del conocimiento, que permite trascender los esquematismos muertos. Por el contrario, abusar de los conceptos perimidos, la repetición libresca y aferrarse a lo que dijo el maestro solo porque el maestro lo dijo, suele conducir al anquilosamiento. O lo que es peor: a la vanidad. Atado a dos o tres conceptos vagos que escuchó de su maestro, el intelectual solipsista cree estar sobre todo y sobre todos. 198

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el trabajo intelectual. algunos obstáculos

Algo de esto adivinó Juan de Salisbury (según nos cuenta Etienne Gilson en La unidad de la experiencia filosófica) en su retorno a París cuando, al encontrarse con sus viejos compañeros, sufrió una fuerte decepción: Los encontré como antes y donde antes; no parecían haber avanzado una pulgada en el planteamiento de las viejas cuestiones, ni les habían añadido ni siquiera una proposición. Los propósitos que entonces les habían estimulado, les estimulaban todavía; solamente habían progresado en un punto: ignoraban la moderación, no conocían la modestia, y esto en tal medida que se podía desesperar de su recuperación.

Aunque escritas en el siglo xii, estas palabras tienen gran actualidad. Cualquiera que identifique un intelectual en el que algunos de estos vicios que hemos enumerado (o todos ellos) se han hecho carne, podrá fácilmente reconocerlo en las palabras de Salisbury. A los que se nos ha concedido la gracia de advertir estas falencias de la vida del espíritu nos queda velar para no caer en la tentación. 

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RELEER EL SENTIDO DE ESPAÑA DENTRO DE OCCIDENTE Juan Luis Martínez

España ha sido imprescindible tanto para la consolidación de la cultura occidental como para su transmisión a otras partes del mundo. Tras la paulatina disolución de las bases de la civilización, tras las crisis culturales que las han socavado, España está llamada a desempeñar un papel insustituible en la reafirmación de los valores universales y a ejercer de nuevo su responsabilidad histórica.

Nuestra civilización hunde sus pilares en el derecho romano, la filosofía griega y la religión judeocristiana. El sentido de trascendencia que marca nuestra impronta y esa pasión dominante por salir de nosotros mismos, tiene su origen en un pequeño pueblo de Palestina. La posibilidad de abarcar a otros, dándoles carta de ciudadanía, con igualdad de derechos y deberes, hunde sus raíces en la tradición del derecho romano. El reconocimiento de la autonomía de la razón y la reafirmación de la dignidad del hombre, solo se entiende desde la filosofía griega. Los rasgos característicos 200

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releer el sentido de españa dentro de occidente

de nuestra cultura se perfilan en la síntesis de una tradición que ha cincelado, no sin esfuerzo, un cuerpo de doctrina, un imaginario humano, una sensibilidad especial para saborear la belleza, cuyos pilares pivotan en el encuadre oriental del Mediterráneo. Metafóricamente podemos decir que España, ya que se encuentra en el embudo de la salida de ese mar hacia el océano Atlántico, ha filtrado los elementos fundamentales que dan definición a esa cultura, los ha vivido, enriquecido y hecho propios, y los ha proyectado hacia el occidente americano. Se convirtió en un «reservorio» de los valores culturales occidentales, en el depósito del que volver a beber las aguas de la tradición que dio origen a la cultura occidental, protegiéndola por momentos de sí misma y difundiéndola a otros territorios. Me llamó la atención una frase, oída de labios del americanista Hernández Sánchez-Barba, en la que se comentaba que hasta que los españoles salieron a navegar al Atlántico, se navegaba «a la vista». A partir de entonces, la navegación se hizo mirando las estrellas. Los españoles enseñaron a mirar a las estrellas para hacer algo útil, enseñaron a mirar hacia arriba no solo para admirar y para conocer la realidad que circunda a nuestro mundo, sino para orientarse en él. El descubrimiento de América posibilitó la apertura y revitalización de unos valores culturales que languidecían. No fue solo un acontecimiento político y económico, lo fue también a nivel religioso y vital: la semilla de una cultura que daba síntomas de agotamiento por las luchas internas entre reinos, fecundó en el vientre de una tierra que no había sabido mirar con sentido de trascendencia sus activos y riquezas. nueva revista · 159

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El presente es la síntesis armónica del pasado y el futuro. Es el momento que destila las lecciones de una vida que ya fue y que simultáneamente la abre a su proyección. El presente es superador del instante hedonista que vive del capricho del «ya». España y Portugal tuvieron un papel crítico en recuperar el sentido del presente difuminado en los albores de la Edad Moderna: España abrió nuestra cultura hacia el futuro, poniendo la mirada en el occidente, en el Nuevo Mundo, y Portugal lo enfrentó, en un diálogo abierto, con el pasado que supone las culturas orientales. Europa se recupera a sí misma por la labor de unos hombres que se tomaron en serio la necesidad de ir más allá para resolver los problemas que se tenían «más acá» —disculpen esta forma poco ortodoxa de expresión—. Se pueden proyectar unos valores, enfrentándolos a una nueva realidad, cuando se está seguro de ellos, cuando no se duda de su relevancia y pertinencia. Solo se da lo que se tiene, y algo se tiene cuando se posee en plenitud. Para darse, poseerse; para poseerse, quererse; para quererse, conocerse. Este proceso del conocimiento de lo que uno es, hasta la posesión de sí mismo para la entrega a otro, requiere de un movimiento ascendente que no puede pararse, enquistarse. Cuando me recreo en el propio conocimiento caigo en la parálisis del «narcisismo»; cuando me encorvo sobre mí mismo autocomplaciéndome en mi propia posesión, caigo en los vicios de un egoísmo estéril que me deforma como al Gollum de Tolkien. Si me entrego sin tomar posesión de mí, caigo en un huero sentimentalismo que difícilmente deja huella. España, cuando se abrió a América, cuando abrió Europa a América, propició que Occidente iniciara un 202

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nuevo itinerario fructífero: tuvo que tomar conciencia de lo que era, reconocer las fuentes de su cultura, respetarlas y quererlas. De algún modo, obligó a Europa a entenderse y a hacerse entender, poniendo los pilares para un verdadero proyecto común. La Edad Moderna puso las bases para reconocernos y proyectarnos; la Edad Contemporánea —en la que ya había que incluir en el debate y en el proceso de crecimiento y madurez a los nuevos territorios con sus singularidades e idiosincrasias, con sus legítimos objetivos y tradiciones— supuso ese esfuerzo que hace la crisálida dentro del capullo en el que se gesta una nueva realidad, por transformarse de gusano en mariposa. Esa lucha por reinventarse no estaba libre de esfuerzos, de tensiones incluso dramáticas. Las grandes guerras, los grandes dramas, las grandes revoluciones, se gestan en esta época. Y estas grandes revoluciones, a pesar de su dramatismo, van invadiendo territorios cada vez más amplios y sustanciales: de la guerra por la expansión territorial, a la guerra política por cambiar los sistemas. De las revoluciones nacionales, a la imposición de un nuevo orden secular. De la lucha por imponer un nuevo orden, a la revolución cultural —se da ya el paso de lo material a lo espiritual—. De la revolución cultural, al cuestionamiento radical del espíritu. Todo se pone «patas arriba», sobre todo se debate, todo se discute y se opina. Estos fenómenos de transformación se viven con una especial violencia y vehemencia porque se es consciente, explícita o implícitamente, que lo que está en juego es mucho. El antropocentrismo que supone la emancipación del hombre llevada a cabo por la Ilustración, es el catalizador de este proceso. Es cierto que las aporías a las que nos nueva revista · 159

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enfrentaba el diálogo con una nueva realidad requerían de una reafirmación del papel del hombre en su propio gobierno. El reconocer el estatuto epistemológico propio de nuestro pensamiento, la autonomía de nuestra razón, debía llevar al hombre a superar planteamientos mitológicos que lo encorsetaban en una pesada realidad, que impedían su crecimiento y proyección, que dificultaban hacerlo mayor de edad, dar cuenta de sí mismo. El ser consciente de estar hecho a imagen y semejanza de Dios, llevó al hombre occidental a reclamar para sí y para los demás una dignidad usurpada por el miedo a un futuro que no se domina ni se gobierna. Pero ese logro necesario se llevó hasta el extremo. La aparición de las ideologías en el debate sobre los valores nos llevó a claudicar sobre nosotros mismos. El deslumbramiento que nos provocó la conquista científica y tecnológica nos debilitó aún más la mirada sobre los asuntos que realmente eran relevantes. Desde el siglo xvi se produce una dilución del hombre occidental en sí mismo: se deja ubicar en un mundo acuoso, donde ya no hay más seguridades para anclarse que aquellas que nos da la ciencia. El hombre navega intencionalmente en el mar de lo opinable, de lo relativo: necesita una sociedad líquida que no imponga sendas e itinerarios, donde cualquier camino y recorrido sea posible, donde no se deje más rastro que una estela en el agua —de manera que los demás no se vean obligados a seguir un rastro, ni yo mismo tenga por qué seguir el de otro por haberlo rotulado en un terreno sólido que se convierte para mí en una especie de «punto focal» que condiciona mi libertad y creatividad—. Esta dilución es paulatina, nos va llevando por un plano inclinado. Los acontecimientos 204

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históricos se amontonan, cada vez se precipitan con mayor rapidez: lo que antes se vivía desde una humana parsimonia, ahora se acelera en un movimiento centrípeto y en espiral que tiene al hombre como foco. Casi sin tiempo para sacar lecciones, para aprender de los errores y recrearse en los aciertos, el hombre occidental contemporáneo se ve a sí mismo como ser simplificado. Y lo único que le basta para no caer en un pesimismo irredento es afianzarse en lo que la tecnología puede hacer por él. Pero hay que caer en la cuenta que estos abusos solo pueden darse en una cultura que es capaz de cuestionarse a sí misma, una cultura capaz de mirarse desde fuera, de ser, por tanto, trascendente. Este es el hecho relevante: la cultura occidental es una cultura capaz de cuestionarse, capaz de ir más allá, es la cultura de la libertad. Es la única cultura que puede destruirse a sí misma: las demás lo hacen desde fuera, necesitan de un enemigo que erosione sus fundamentos. La nuestra, es capaz de hacerlo desde dentro. De aquí nuestro drama... y también nuestra grandeza. El problema, a mi juicio, no es por una cuestión de método, sino de equivocarse en la premisa de partida. No se trata de cuestionar la conquista de la libertad, sino de hacerlo adecuadamente, y eso pasa por entender que la libertad es una «libertad-para» y no una «libertad-de». La emancipación del hombre que se inició con la Ilustración —fenómeno qué solo podría darse en nuestra cultura— nos llevó por un itinerario lleno de trampas. Era necesario emancipar al hombre de las instituciones, pero no para llevarlo al nudo gordiano de sí mismo. La fractura que se produce en el siglo xvii de los trascendentales clásicos llevó nueva revista · 159

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al hombre a no reconocerse en su unidad. La unidad del ser y su desvinculación de la Belleza, la Verdad y el Bien nos permitió avanzar por caminos insospechados en el desarrollo de los respectivos campos, pero se hizo a costa de fracturar al hombre en su unidad. El énfasis en la libertad de la persona para que no tenga ningún condicionamiento en su acción, nos llevó a perder el sentido de finalidad. La libertad es para el Bien (para la Verdad, para la Belleza, tanto da una como otra porque son categorías del ser, inseparables en cuanto que el ser es uno), y eso no condiciona, sino que ordena. Se confunde la libertad con el libertinaje y se anula la dignidad del «libre albedrío»; no se entiende lo que esto supone y se reduce al capricho subjetivo. La fractura de los trascendentales clásicos permitió, en efecto, desvincular el desarrollo de la ciencia de lo moral. En la medida que la Verdad tiene su propio ámbito y no tiene que estar referida a un bien, puede mantener su propio discurso y no encuentra más límites que los que ella quiera darse a sí misma. Todo lo que se pueda hacer científicamente, se debe hacer. De igual modo en el campo de la moral y las nuevas formas de ética laica. Lo bueno no tiene por qué estar sometido a lo verdadero, tiene su propia autonomía. El procedimentalismo ético es la forma básica por la que el hombre posmoderno puede darse asimismo los valores contingentes en los que fundamentar la evaluación de su acción. Esta larga disquisición viene a cuento porque pone de manifiesto, a la vez, el problema y los rasgos diferenciales de nuestra cultura, de nuestro genuino carácter español: es una cultura con ideal de belleza, de bien y de verdad; es 206

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una cultura holística, que toca todos los campos, que sobre todos los asuntos que competen al hombre tiene algo que decir y que proponer. Además, tiene un discurso sólido sobre ellos —o mejor dicho, ha tenido un discurso sólido—, un discurso coherente, sistemático y sistémico. Nuestra cultura ha avanzado mucho en el desarrollo de la ciencia pero haciendo que el hombre sea capaz de anularse a sí mismo. Nuestra cultura ha propiciado sistemas políticos que garantizan los mayores niveles de libertad jamás conocidos, pero haciendo que el relativismo imponga la dictadura de la individualidad, llevando al hombre al aislamiento. Nuestra cultura ha posibilitado una producción artística y literaria riquísima, pero poniendo al mismo nivel una acto de creación y un acto de improvisación, haciendo que el hombre confunda lo espontáneo y lo libre. Se dijo que en España se ensayó la Segunda Guerra Mundial con la participación de los bloques en el apoyo a las dos facciones de hermanos que se enfrentaron. Ahora también España es el campo de experimentación de las ideologías de género que nos impone el posmodernismo. Parece que nuestro papel de irradiación de la cultura occidental sigue estando en nuestro adn, e igual que antes sirvió para difundir y afianzar valores permanentes, ahora está sirviendo para experimentar y esparcir contravalores. Los acontecimientos históricos surgen como consecuencia de ideas y estas también se forjan al hilo del desarrollo de esos acontecimientos. Sin solución de continuidad, se van superponiendo actos y pensamientos, acelerando un proceso que deja al hombre casi sin armas para defenderse de sí mismo. nueva revista · 159

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La Edad Media había permitido al hombre occidental superar dos grandes problemas: por una parte, despojarse de los prejuicios y de la esclavitud del mito. Ya no era víctima de la discrecionalidad de los dioses y del destino. Gracias al cristianismo, el hombre se reconocía como hijo de Dios y se veía liberado de la pesada losa de las fuerzas de una naturaleza caprichosa. La Edad Moderna permitió al hombre liberarse de una institucionalización de su vida. La cosmovisión medieval se materializó en instancias muy visibles, en organizaciones políticas, sociales y religiosas que facilitaban el acceso a una vida trascendente, pero que a la vez lo hacían por «carrilitos de acero» (por utilizar una expresión de Américo Castro) muy estrechos, para evitar que nadie se equivocase. Los estamentos cosificaban y solidificaban los proyectos personales. El abuso y simplificación de estos itinerarios institucionalizados podía llevar al hombre a una cierta asfixia por respirar siempre un aire enrarecido, no oxigenado. Pero la Edad Moderna y la Contemporánea han impuesto otro tipo de abuso: el de la dictadura del hombre sobre sí mismo. Había que emanciparse de los mitos, y el hombre occidental lo hizo, había que emanciparse de las instituciones, y el hombre occidental lo volvió a hacer; ahora el hombre occidental tiene que emanciparse de sí mismo, y está por ver si es capaz de hacerlo. Una novedad frente a este nuevo reto concurre en el escenario. Siempre que nos habíamos emancipado lo habíamos hecho contando con Dios, o al menos sin cuestionarlo. Ahora el hombre occidental se encuentra sin su apoyo, y no porque Él esté debilitado o desinteresado, es porque nosotros lo hemos excluido de nuestro mundo (para algunos, de nuestro imaginario). 208

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De nuevo ahora, España, debería jugar un papel crítico en la defensa de un carisma, de una forma de entender el mundo y las relaciones vitales. La mística española fue una de las principales aportaciones a un mundo que daba los primeros síntomas de secularización. La mística encontró en el arte la mejor y más adecuada forma de expresión de las verdades que contemplaba y admiraba. Mientras que otros se dedicaban a hacer un desarrollo de la verdad mediante la especulación filosófica, mediante la disciplina y el rigor de un pensamiento discursivo, España se dedicó a darle cauce a esas mismas verdades utilizando un método más completo, menos cerrado, más sugerente y libre: el que nos proporcionaba el arte. Cuando en el siglo xix se empiezan a producir los primeros avances de la ciencia y la tecnología, en esta ocasión verdaderamente efectivos para la mejora del bienestar, en España surge un romanticismo peculiar, con singulares y profundas consecuencias políticas y culturales que permiten innovar en campos distintos a los puramente materiales. El haber utilizado siempre métodos distintos al resto, el haber «mirado siempre a las estrellas» para dirigirnos y organizarnos —mientras otros lo hacían mirando la proximidad de la costa—, nos ha permitido ir un poco más allá del resto. No siempre bien entendidos, hemos innovado y no solo renovado. Gracias a que no nos hemos guiado por los perfiles reconocibles de una costa ya transitada y familiar, sino que nos hemos lanzado a mar abierto, mirando siempre arriba, a puntos del firmamento que nos permitían avanzar a mayores distancias ya que la vista podía referirse a ellos desde puntos más distantes entre sí, hemos sido capaces de proteger un legado y abrirlo nueva revista · 159

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al encuentro con el otro. Hemos sido cauce de dialogo entre culturas sin caer en un peligroso sincretismo. Si somos capaces de volver sobre nuestras raíces asumiendo nuestra responsabilidad histórica como punto de encuentro entre Oriente y Occidente, entre reafirmación de la persona y su apertura a la trascendencia, si nos reconocemos como la necesaria puerta de entrada del Sur hacia el Norte, podemos volver asumir un papel que nos hemos usurpado a nosotros mismos. Quizás los vicios de nuestra cultura occidental los vivamos aquí con una pasión especial, de igual forma que vivimos también sus virtudes. Quizás esa vehemencia nuestra nos lleve a identificar con mayor grado de precisión el rostro enfermo de una civilización que para alguno puede estar dando síntomas de deterioro. Pero, como decía Toynbee, la existencia de una minoría creativa puede ser la garante de la reconstrucción que el sistema necesita. Esa minoría creativa, nos dice Benedicto XVI en su diálogo con Marcelo Pera —publicado en forma de libro con el título Sin raíces—, se encuentra en aquellas personas que tienen la convicción y el compromiso de vivir conforme a unos determinados valores, aquellas personas que no pactan con lo políticamente correcto ni con la comodidad de una vida sin sobresaltos. Las fuerzas centrípetas que nos pueden llevar al colapso, se equilibran con las centrífugas que nos fuerzan a la fractura de nosotros mismos. Sin caer en la peligrosa dialéctica histórica de lucha de clases, de movimientos e incluso de ideologías y tendencias, puede haber algo bueno en el mantenimiento de un cierto equilibrio respecto de estas dos fuerzas.  210

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RELIGIÓN

LAS EDADES DEL HOMBRE 2016, UN PROYECTO CONSOLIDADO Rafael Gómez López-Egea

Este año Toro (Zamora) acoge la XXI Exposición de Las Edades del Hombre. Agrupadas bajo el título de aqva, se ofrecen al público diversas obras artísticas, también contemporáneas, que ayudan a entender el significado religioso, pero también humano, del agua. Rafael Gómez López-Egea, miembro del consejo editorial, explica el interés que Nueva Revista ha mostrado por Las Edades desde su fundación y repasa lo que el visitante puede encontrar en la muestra organizada este año.

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, recién fundada por don Antonio Fontán, publicó en su número 9, correspondiente a noviembre de 1990, como tema de portada un artículo del entonces subdirector del diario El Norte de Castilla, José Jiménez Lozano, en el que exponía los nueva revista · 159

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propósitos y alcance de una iniciativa tan ilusionada y ambiciosa como de incierto futuro. Dos amigos, el sacerdote don José Velicia (1931-1997) y el periodista, poeta y narrador, premio de las letras Miguel de Cervantes 2002 y autor intelectual del proyecto Jiménez Lozano, se habían concertado en el mismo propósito de dar a conocer al público el tesoro de arte, cultura y religiosidad que se ocultaban en los más apartados lugares de la Comunidad de Castilla y León. La autorizada pluma de Jiménez Lozano en las páginas de nuestra publicación presentaba los rasgos definidores de un programa que ha superado las más optimistas previsiones y permite hoy, una vez más desde Nueva Revista, reconocer el acierto de sus fundadores y el valor de los trabajos realizados por sus continuadores. BAJO EL LEMA DEL AQUA

Se celebra este año 2016 en la ciudad de Toro (Zamora) la vigesimoprimera exposición de Las Edades del Hombre. Se cumple un año más del programa de actividades iniciado por la fundación del mismo nombre en Valladolid en el año 1988, bajo la presidencia de honor del rey don Juan Carlos I. Las actividades desarrolladas han permitido inventariar, recuperar y restaurar centenares de piezas de incalculable valor, no solo desde el punto de vista estrictamente religioso, sino también artístico, histórico y cultural. Los objetos seleccionados y tratados por los expertos, van desde la más delicada orfebrería en metales preciosos a los más modestos materiales: cobre, plomo, bronce, 212

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barro y cerámica y cristal. Permanece constante el mismo propósito inicial de dar a conocer a los hombres de hoy las obras que nos legaron nuestros antepasados, a las cuales se ha devuelto, después de una restauración rigurosa y concienzuda, su belleza original. Así, ha sido recuperada una cantidad innumerable de esculturas en piedra, imágenes policromadas y tallas en maderas nobles, escenas en relieve, óleos sobre tabla o lienzo, tapices y muebles, así como pergaminos, incunables, planos, cartas, libros litúrgicos y de polifonía y archivos parroquiales. Todo este ingente material ha escapado de una más que probable desaparición debido a diversos factores, que van desde el deterioro natural a las agitaciones sociales, guerras o el más reciente expolio y comercio ilegal de obras de arte. La mayor parte de los objetos rescatados se hallaban diseminados en iglesias, conventos, monasterios, colegiatas, basílicas, templos y catedrales, aunque también los hay cedidos por fundaciones, museos o colecciones particulares. Encuentros con el pasado A través de las veintiuna exposiciones ya celebradas, Las Edades del Hombre, además de impedir en gran medida la pérdida de un rico patrimonio nacional, referido en este caso a la religiosidad popular, se muestra buena parte de la historia secular de los habitantes de las tierras reconquistadas por los reyes de León y Castilla a los invasores musulmanes. El ámbito geográfico que abarca la Iglesia en la región castellanoleonesa se corresponde con la demarcación ponueva revista · 159

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lítica y administrativa de España de la Junta de Comunidades de Castilla y León. Se trata de una zona extensa, de reconocida raigambre histórica, que atesora una extraordinaria riqueza, tanto en lo que se refiere a la calidad de sus grandes monumentos como al número elevado de las piezas que estos albergan tras sus muros. A la vista del patrimonio heredado, es fácil descubrir el espíritu que animaba a mecenas, arquitectos, escultores, imagineros, pintores, orfebres y artesanos de las sucesivas épocas históricas que, observadas en conjunto, permiten seguir el pulso de los siglos y apreciar los cambios de mentalidad y costumbres experimentados por los diversos estamentos de la sociedad castellanoleonesa. El visitante puede entablar un diálogo con el pasado. Sentir el latido y la voz de los hombres y mujeres que las idearon, encargaron, costearon o bien trabajaron con sus propias manos. En ellos quedaron reflejados para la posteridad inquietudes e ilusiones que, salvando las distancias de tiempo y lugar, podemos llegar a compartir los hombres y mujeres de hoy. La realidad que presentan las salas de exposición no se reduce a una época determinada, sino que ofrece un amplio recorrido a través de una historia secular tan diversa y amplia como variados son los acontecimientos que marcan la aventura del ser humano sobre la tierra en la que nace, vive y muere. Junto a las aguas del Duero que riegan la ciudad de Toro Esta visión cambiante y dinámica de la existencia en permanente transformación, constituye uno de los rasgos definidores de los propósitos que movieron a los impul214

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sores de Las Edades del Hombre. Así, la actual vigésimo primera exposición que se celebra en la basílica de Santa María la Mayor y en la iglesia del Santo Sepulcro de Toro, presenta ante el público las obras que muestran, sobre el tema acuático de fondo, los múltiples significados del patrimonio que nos habla de un pasado común. Es cierto que los objetos incluidos en la actual edición de Las Edades transmiten en su mayor parte una visión cristiana, católica, de la existencia, rodeadas además del suntuoso marco ambiental que prestan los espacios de arquitectura religiosa. Sin embargo, no está de más señalar que el lema central elegido, el término latino aqua, gira en torno al agua, el líquido elemento, recurso indispensable, fuente de la vida, y del modo de servirse de ella, a través de la ciencia, la tecnología, el arte y la cultura, ámbitos que se relacionan más tarde con el significado religioso que, obviamente, constituye el eje central de la exposición. Por otra parte, el tema del agua aparece estrechamente vinculado a la provincia de Zamora, regada en Toro por las aguas del legendario río Duero, frontera natural de dos zonas características de la región, al separar los trigales de las llamadas «Tierras del Pan» al norte de la capital zamorana, de las situadas al sur o «Tierras del Vino», de las que forma parte la ciudad de Toro, afamada por sus tintos con denominación de origen. Los dos itinerarios de la exposición Como elemento indispensable de vital importancia, el agua parece como si quisiera elevarse sobre la fluida nueva revista · 159

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corriente de su cauce, para recorrer primero las naves de la basílica de Santa María la Mayor y para surcar después las salas de la iglesia del Santo Sepulcro, y recordarnos que, además de fuente de vida, el agua ha desempeñado una papel trascendental en la historia de la salvación del hombre, tal como viene representada en los textos de la Sagrada Escritura del Antiguo y del Nuevo Testamento. Considerada en su conjunto, la exposición se distribuye en seis grandes capítulos que, a modo de relato, desarrollan una trama argumental dentro de la cual el agua figura como gran protagonista. Los cuatro primeros apartados, I. Agua de vida, II. Preparando caminos, III. Los cielos se abrieron y IV. Cristo, fuente de agua viva, se albergan en las naves de la basílica, mientras los dos restantes, V. El bautismo que nos salva y VI. Renacidos por el agua y el espíritu, se ubican en la iglesia del Santo Sepulcro, situada frente a la basílica. El simple enunciado de los títulos que presentan a continuación ayudará comprender el significado de las obras que se van a mostrar al visitante. P R I M E R A PA R T E : B A S Í L I C A D E S A N TA M A R Í A L A M AY O R

I. Agua de vida En este primer capítulo, al amparo de las bellas imágenes en piedra que adornan la Portada de la Majestad, se desarrolla el relato que gira en torno al agua tratada, en fase textual de los organizadores, «desde las perspectivas natural y antropológica». Un recurso indispensable para alimentar y mantener la salud e higiene del cuerpo, además 216

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AQVA 1. Eduardo Palacios, 2014

de servir al hombre para regar los cultivos y aprovechar las corrientes como fuentes de energía. De entre las veintitrés piezas que integran este capítulo, destaca por su antigüedad y simbolismo un fragmento de mosaico romano del siglo iv d.C, que representa un tritón, en abierto contraste temporal con la imagen del agua que fluye entre las manos del hombre, pintada diecisiete siglos más tarde (2014) por el artista Eduardo Palacios. Paisajes del Duero de distintas épocas y lugares, copas y jarra de cristal de La Granja, una preciosa edición de los diez libros de la arquitectura de Vitrubio (s. xviii) planos de proyectos hidráulicos y cántaros de cerámica, cierran este primer capítulo dedicado a los aspectos naturales del agua. nueva revista · 159

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I. Agua de vida. Colegiata de Santa María la Mayor.

II. Preparando caminos Las veintidós obras que integran este capítulo, se refieren a los siglos que precedieron al nacimiento de Cristo. Desde el relato bíblico de la Creación, donde las aguas aparecen como el primer paso de la vida animada, hasta los bautismos de Juan a sus seguidores en el Jordán, se exponen distintas representaciones del Diluvio Universal, del Arca de Noé y de Moisés, en tres versiones: salvado de la muerte en el cañaveral del Nilo, en la travesía del mar Rojo y al hacer brotar bajo su cayado la fuente para calmar la sed de los israelitas en el desierto. En todo momento, el agua es protagonista destacada, imprescindible, para la salvación de cuerpos y almas. La edición facsímil del Beati Liebanensis Tractatus de Apocalipsin (s. xi) y la acuarela titulada Vegetación cedida por el artista Fernando 218

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Lozano Bordell (2016) señalan los límites del tiempo en este apartado, en el que también figuran óleos de los siglos xvi y xvii, algunos de gran valor como El baño de Betsabé atribuido al taller de Pedro Pablo Rubens (hacia 1635), procedente de la colección del marqués de Remisa. III. Los cielos se abrieron

III. Los cielos se abrieron. Colegiata de Santa María la Mayor.

San Juan Bautista, figura que cierra el tiempo de los profetas del Antiguo Testamento, también abre como precursor los caminos del Nuevo para anunciar la inmediata venida de Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, Redentor y Salvador de la Humanidad. A través de las veinticinco obras que componen este capítulo se ofrece una amplia visión sobre la vida y mensaje del Bautista, desde su nacimiento e infancia, con óleos de artistas italianos de los siglos xvii-xviii, al drama de su muerte, recogido de forma conmovedora en nueva revista · 159

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los óleos sobre tabla de Fernando Gallego (s. xv) y de Javier Carpintero (s. xx). Entre las obras más relevantes dedicadas a su figura, destacan la talla en madera policromada de Gregorio Fernández (s. xvii) y el Bautismo de Cristo, óleo sobre tabla de Pedro de Berruguete (s. xv) en el que el Precursor derrama sobre el cuerpo de Jesús las aguas purificadoras del Jordán. Es el momento cumbre del capítulo, cuando «los cielos se abrieron» para dejar paso a la voz de Dios Padre que reconoció ante el mundo: «Este es mi Hijo amado en quien me he complacido» (Mt. 3, 13-17). IV. Cristo, fuente de agua viva

IV. Cristo, fuente de agua viva. Iglesia del Santo Sepulcro.

Este apartado, que se configura como el eje central de la muestra ofrece, a través de las dieciocho obras que lo componen, diversos episodios de la vida de Jesús relacionados 220

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con el agua, desde las escenas que transcurren en torno al lago de Tiberíades a otras en las que el líquido elemento aparece como referencia, símbolo o motivo que sirve de cauce para transmitir el mensaje salvífico de Cristo. Al observar los contenidos del capítulo tendremos ocasión de recordar cómo el Señor dirige sus primeros pasos hacia las orillas del mar de Galilea, donde llama a sus primeros discípulos. El momento viene representado en la pintura al óleo de Bartolomé de Cárdenas, titulada La vocación de san Pedro (1626), cedida por la iglesia del convento de San Pablo, de Valladolid. En la escena de la pesca milagrosa, los cuadros dedicados a Cristo sobre las aguas, de Juan Carlos Savater (2014), y el cuadro anónimo del siglo xvii junto a la Aparición a los discípulos en el mar de Galilea, de Martín Alén (2016), tanto el agua como las riberas del gran lago sirven de marco ambiental donde transcurre buena parte de la predicación de Jesús. El agua mantiene su presencia en El milagro de las bodas de Caná, copia del óleo de Gerard David (s. xvi) y en el relieve en madera de Pérez Calvo (1966). Aunque de forma distinta, vuelve a ser protagonista en la escena conmovedora de Jesús con la samaritana junto al pozo de Jacob, en la ciudad de Sicar. El Señor pide a la mujer agua para calmar la sed. A cambio, le revela que Él es la verdadera fuente de agua viva: «El que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás [...] será en él una fuente que salta hasta la vida eterna» (San Juan, 4, 11/42). Nuevos episodios se suceden bajo el signo del agua. En la pintura de Pieter van Lint (s. xvii) titulada Jesús cura a nueva revista · 159

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un enfermo en la piscina de Betesda, el agua reviste propiedades sanadoras que, en el relieve de nogal Lavatorio de los pies, simboliza el amor de Jesús a sus discípulos. Las últimas escenas de la Pasión en el Calvario, vistas a través de la tabla del maestro Francisco Gallego (s. xv) y de las imágenes del Crucificado, la Dolorosa y san Juan, obra de los Ducete, Juan y Sebastián (s. xvi), muestra la fuerza salvadora del agua que brota del costado de Cristo y se convierte en símbolo visible del misterio de la Redención. Finaliza aquí el recorrido por las naves de la basílica que se reanuda en el cercano templo del Santo Sepulcro, donde se muestran los capítulos V. El bautismo que nos salva y VI. Renacidos por el agua y el espíritu, con los que se cierra aqua, la edición de Las Edades del Hombre 2016 en Toro. S E G U N D A PA R T E : EN LA IGLESIA DEL SANTO SEPULCRO

V. El bautismo que nos salva El agua desempeña en el sacramento del bautismo una acción purificadora que limpia las culpas del que lo recibe y elimina los efectos del pecado original cometido por nuestros primeros padres. A través de las veintiocho piezas reunidas en este capítulo se ofrece una variada muestra de cuadros, pilas, cacitos y conchas bautismales, hisopos y acetres para el agua bendita, crismeras para los santos óleos, aguamaniles, vinajeras, navetas y otros objetos de plata repujada, conservados celosamente en las sacristías y museos de iglesias y catedrales. Destacan en este apartado el Pontificale Romanum, libro impreso en Venecia en 222

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V. El bautismo que nos salva. Iglesia del Santo Sepulcro.

1769, y los dos cantorales de música polifónica (motetes, misas y salmos), ambos del siglo xvii, cedidos por la catedral de Zamora. VI. Renacidos por el agua y el espíritu Este capítulo, continuación del anterior, presenta en sus veintiuna piezas un resumen del tema central elegido para la muestra: el agua en sus múltiples aplicaciones para la historia de la salvación del hombre. Se incluyen numerosos retratos, óleos sobre lienzos y tablas, diversas tallas en madera policromada que representan las vidas de santos canonizados a los que rinde culto la Iglesia católica. Se trata de hombres y mujeres que a lo largo de los siglos dieron testimonio y ejemplo de fidelidad al mensaje del amor predicado por Jesucristo durante su paso por la tierra. Ocupan lugar destacado en este apartado la pintura sobre tabla de la Inmanueva revista · 159

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rafael gómez lópez-egea

culada Concepción, de Antonio Vázquez (s. xvi), con la que se inicia el capítulo, y la imagen de su divino Hijo, Cristo resucitado, en madera policromada, de Antonio Tomé, joya relevante del siglo xviii que enriquece la misma iglesia del Santo Sepulcro y que sirve para clausurar el recorrido de Las Edades del Hombre que dio comienzo en la basílica de Santa María la Mayor. Intercalados entre los dos extremos, la Virgen Inmaculada y su Hijo resucitado, figuran, entre otros, numerosos óleos de notable valor artístico dedicados a los apóstoles Santiago (s. xvi), San Andrés y San Pablo (s. xvii) seguidos de las Santas Práxedes y Úrsula (s. xvii), junto a los de San Agustín (s. xvii), San Antonio de Padua (s. xvii), San Nicolás de Bari (s. xvi), San Isidro labrador (s. xviii), San Pedro de Alcántara (s. xviii) y San Francisco Javier bautizando a los infieles, de Claudio Coello (s. xvii). LAS EDADES DEL HOMBRE UN PROYECTO DE AMPLIO ALCANCE

El proyecto de Las Edades del Hombre, que gestiona administra y promueve la fundación del mismo nombre, centraliza actividades en el monasterio de Valbuena, perteneciente a la provincia y diócesis de Valladolid. Declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1931, fue designado como sede de la Fundación Las Edades del Hombre a finales de la década de 1990, restaurado en el año 2001 y recuperada la antigua hospedería del convento, reconvertida hoy en hotel-balneario. Edificado por Estefanía de Ermengol, hija de los condes de Urgel, en el siglo xii, ha recibido el apoyo de diversos monarcas españoles a través de los siglos. 224

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las edades del hombre 2016, un proyecto consolidado

En la actualidad la Casa Real Española ha distinguido en varias ocasiones con su presencia y respaldo Las Edades del Hombre. El rey don Juan Carlos I ha ostentado en dos ocasiones la presidencia de honor y la reina doña Sofía y las infantas han inaugurado o clausurado algunas de las exposiciones. El entonces príncipe Felipe inauguró la sexta exposición celebrada en Burgo de Osma (1997) y la veintiuna en la ciudad de Toro que ahora se reseña, se abrió de nuevo con la presencia de la reina doña Sofía el pasado 26 de abril. Consolidado ya un proyecto que ha reunido a millones de visitantes de toda España y viajado fuera de la comunidad castellanoleonesa, en Madrid y en las capitales de Amberes (Bélgica) y Nueva York (eeuu), Las Edades del Hombre ha rebasado el ámbito de la Junta de Comunidades de Castilla y León para alcanzar una dimensión extraordinaria dentro y fuera de sus fronteras. Las próximas convocatorias previstas en Cuéllar (Segovia, 2017), Aguilar de Campoo (Palencia, 2018) y Lerma (Burgos, 2019) garantizan la continuidad de los trabajos de la Fundación Las Edades del Hombre y convierten su proyecto en serio candidato a optar al premio Princesa de Asturias en algunas de las próximas convocatorias. 

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LIBROS

Benn Steil LA BATALLA DE BRETTON WOODS Editorial Deusto, Barcelona, 2016, 544 págs., 24,95 euros

Benn Steil, senior fellow y director de economía internacional en el Council on Foreign Relations, ha sido capaz de generar en esta obra una atmósfera que atrapa al lector desde los primeros párrafos. Explicar la creación del nuevo orden monetario mundial que nació en julio de 1944 en el complejo hotelero de Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos) no es nada sencillo, y Steil, mediante un trabajo bien documentado y gracias a una profunda investigación, decide tomar como eje central de la historia la pugna entre dos personajes esenciales, John Maynard Keynes, el economista británico más influyente del siglo pasado, y Harry Dexter White, un tenaz alto funcionario del Tesoro de Estados Unidos, criado en el barrio obrero de Boston y fascinado por la Unión Soviética. Steil ayuda a entender el entorno político, social y personal en el que se movieron, explica el porqué de su enfrenta226

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la batalla de bretton woods

miento y justifica la evolución de sus posiciones. Todo ello caminando página tras página en el interior de la cabeza de ambos protagonistas. Es un excepcional relato en el que también tienen cabida las maniobras políticas, y sirve para evidenciar cómo las personas —sus intereses, fobias y filias— influyen en los hechos históricos. La obra describe a White como un poco conocido tecnócrata del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, profesional inteligente, seguidor entusiasta del New Deal de Roosevelt, profundamente interesado por el entorno social soviético y que en su fuero interno defendía un modelo económico con una creciente planificación centralizada que poco a poco resolviera las ineficiencias del capitalismo liberal estadounidense. El lector descubrirá a un experto en problemas de política económica que destaca por su enorme capacidad de trabajo, dedicación y una sorprendente dialéctica. Desde los primeros párrafos se ofrece la visión de un auténtico americano hecho a sí mismo, que logra tener éxito a pesar de las adversidades a las que debe enfrentarse a lo largo de su vida. Será el principal oponente de Keynes en Bretton Woods. White llega a la conferencia sin ser una figura de prestigio internacional, pero contará con el respaldo de un país en pleno ascenso político y económico, y que tiene una moneda, el dólar, en una posición dominante. Keynes, que procedía de la clase media y que desde los treinta años se relacionaba cordialmente con los grandes políticos, la aristocracia y los millonarios, es presentado como la gran estrella de esta conferencia. Era la referencia de la delegación británica y, como se aprecia durante nueva revista · 159

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juan velayos

el desarrollo de las conversaciones llevadas a cabo, tratará de utilizar ese poder e influencia sobre la opinión pública para defender sus intereses. Esa habilidad permite que las ideas de Keynes susciten inmediata atención por parte de los medios de comunicación, sean acaloradamente discutidas y casi todas acaben por ser aceptadas tras un periodo de tiempo no muy largo. Su autoridad intelectual era indiscutible en todo el mundo, sobre todo tras la publicación de su principal obra, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, que había convencido a la mayoría de los economistas occidentales, entre otros, al propio Harry D. White, de la necesidad de la intervención de los poderes gubernamentales en el rumbo que debía seguir la economía para superar los problemas de deflación y paro; problemas que consideraba que necesitaban respuesta inmediata dentro de cualquier sistema. Keynes como principal actor que encabeza una delegación británica en la cual había otros excelentes economistas como Lionel Robbins y Dennis Robertson, buscará con arrojo defender los intereses del Reino Unido en un futuro orden económico mundial, destacando las preferencias comerciales en sus dominios y la penalización tanto de los déficits exteriores persistentes como de los superávit. Sin embargo, conseguir imponer los intereses de un país agotado por la guerra, con una deuda que excedía con mucho el doble del pib, y de un imperio que se aferraba a los últimos resquicios de gloria y pierde el protagonismo, se antojaba difícil. Ante este escenario y como mente brillante que ha conseguido un respeto intelectual inaudito, incluso por parte de quienes más lo critican, se dispone a llevar la 228

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la batalla de bretton woods

discusión económica a su terreno. Reino Unido se abandona de forma desesperada al ingenio del maestro, pero sus pretensiones colisionan frontalmente con las de su hermano americano. Estados Unidos es el principal proveedor de recursos y capitales de los aliados europeos y desea mantener esta posición después de la guerra y garantizar de ese modo su supremacía. En principio, desde el punto de vista intelectual, Keynes partía con ventaja y nada podía hacer contra él White, que veía al Reino Unido como una potencia rival, salvo desarrollar una estrategia política lo más velada posible para imponer sus intereses en una conferencia en la que se jugaba el liderazgo económico mundial. White, como hombre inteligente, y sabiendo que el enfrentamiento frontal no le beneficiaba, aprovechó la soberbia intelectual de Keynes, que le hacía pecar de ingenuidad y de falta de dotes diplomáticas, para asestar el certero golpe. Utilizó el punto fuerte de su adversario y lo transformó en su talón de Aquiles. Y Keynes, lejos ser la figura triunfante que se esperaba, dejó Bretton Woods con la cabeza baja. White, con su victoria, aparece como el arquitecto de un nuevo sistema económico internacional en el que primaba Estados Unidos. El libro muestra, pues, tanto el ascenso definitivo de Estados Unidos a nivel político y financiero, como la pérdida de liderazgo del Reino Unido; gracias a ello, se fortaleció la posición del dólar como moneda de referencia en el sistema monetario internacional y se sentaron las bases para el nacimiento y desarrollo del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. nueva revista · 159

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juan velayos

Steil ofrece también una visión crítica al sugerir que las medidas de Bretton Woods no fueron del todo correctas debido a los análisis equivocados que se hicieron en aquel momento. Entre otras cosas, Reino Unido fue durante las reuniones el adversario de Estados Unidos cuando el auténtico rival era la Unión Soviética, como se comprobó poco después. En cualquier caso, en la situación de hoy, en la que se debate la posibilidad de otro sistema económico, la perspectiva histórica que brinda Steil es interesante y muy ilustrativa.  Juan Velayos

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Manuel Sánchez Cuesta CALIDOSCOPIO DE LA MEMORIA Y LA ESCRITURA Ediciones del Orto, Madrid, 2015. 141 págs., 12 euros

La

contraportada de esta obra ya nos da pistas suficientes acerca de su contenido, una reflexión filosófica profunda y sutil sobre la mutua interrelación entre memoria y escritura. Su autor retrata a través de una serie de textos temáticamente autónomos pero interrelacionados entre sí la trascendencia de las palabras en el tiempo. En cada uno de los capítulos, presentados como «figuras» del calidoscopio, aparecen distintas perspectivas de la conexión entre la existencia, el relato que hacemos de ella a través del lenguaje y el tiempo. Perspectivas que se van yuxtaponiendo y complementando, sin caer en ningún momento en una visión atomizada sin unidad temática. Esta última se puede resumir en que todo lo esencial de lo humano y de nuestra vida lo han captado las palabras, reflejo de la existencia de los seres humanos, con la idea de interpretar lo vivido y de no morir del todo. Es el valor de la memoria que pervive mediante el lenguaje como representación y proyección de la existencia humana. nueva revista · 159

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mariano del mazo de unamuno

La obra de M. Sánchez Cuesta es conceptualmente precisa y certera para acceder a una visión humana, esencial y filosófica de la escritura, un texto lleno de claves que abre vías de comprensión honda de la poesía humana y metafísica esencialmente universal y abstracta, más cerca de la concepción del lenguaje como sustancia lingüística conformada que como un análisis formal, una perspectiva sociohistórica o un estudio inmanente del texto. Este calidoscopio permite acercarse directamente a la poética del relato más desde el plano del contenido que del de la expresión. Y es que la definición y descripción esencial de los conceptos abstractos relevantes más recurrentes del texto (palabra, existencia, finitud, vida, muerte, yo...) nos acerca a esta concepción sustancial del lenguaje y marca la jerarquía axiológica de la obra. En un estilo sintético, depurado de todo adorno superfluo, el relato está visto aquí como una búsqueda de los universales del lenguaje humano en el tiempo. Estilísticamente no hay artificios retóricos. Es una expresión directa y rigurosa al servicio del conocimiento. Mediante el análisis de la trascendencia del relato como espejo de la memoria, Sánchez Cuesta nos muestra la proyección de la vida en el discurso. Sin embargo, pese a ser un libro abstracto y concienzudo donde no abundan las alusiones contextuales, no deja de ser ameno, por estar provisto de ese didactismo y esa claridad que son «la cortesía del filósofo». Aborda las diferentes perspectivas de la relación entre memoria y escritura fuera de las coordenadas concretas del tiempo y el espacio para situarse en un terreno más universal. No hay 232

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calidoscopio de la memoria y la escritura

casi erudición ni referencias históricas, excepto algunas citas ilustrativas, como Auschwitz o los clásicos griegos, que adquieren más el valor de símbolo atemporal que el de pretender un análisis discursivo de determinados textos en particular. Por eso, una de las categorías esenciales del libro de Sánchez Cuesta es el tiempo en la narración, dentro del cual destaca el propio sujeto de quien narra, «Nuestro yo es siempre resultado» (pág. 103), «Donde hay yo hay una historia» (pág. 103). Pero en esta reflexión teórica sobre la memoria narrada, sin negar la esencialidad del presente, todo relato trascendente y humano, expresa «La sombra alargada de la finitud» (pág. 103), la angustia existencial, la imposible inmortalidad. El ser en el tiempo, la conciencia de estar hechos de temporalidad nos sitúa ante el autoengaño de que es posible un instante eterno. El relato busca en el tiempo un sentido vital, una razón vital. Otro eje temático lo constituye la relación entre la palabra y la memoria: «Si no hubiera palabras, nuestra amnesia sería absoluta» (pág. 35). La palabra se convierte así en inmortalidad, pues la escritura después de la muerte es otra forma de existir, una lucha contra el olvido. Por eso el lenguaje como reliquia del existir es la trascendencia más allá de la vida, lo que nos acerca a la definición machadiana de la poesía de palabra esencial en el tiempo. El lenguaje articula nuestro recuerdo, nuestros pensamientos y nuestra visión del mundo. Nos queda la palabra, nos quedará la palabra. La trascendencia de nuestra vida —individual y colectiva— no será posible sin la palabra escrita que permanece. nueva revista · 159

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mariano del mazo de unamuno

Estamos, pues, ante una visión calidoscópica del análisis del discurso y del relato, de la vida y mito (al fin y al cabo, mito es originariamente palabra). El relato es el espacio temporal más aferrado al tiempo o a la palabra esencial. El lenguaje, como uno de los ejes de la vida en el tiempo, es un elemento central de este libro. Pero no estamos ante una teoría del relato esencialmente literaria ni lingüística, sino sobre todo existencial. Así, el relato cuenta con un final previsto, conocido. No es cualquier relato, es el relato de nuestra vida, lo cual explica el sentido de la escritura, que devuelve la vida a nuestra biografía, por lo que el autor va en busca de sí mismo, más de su yo profundo que de su yo exterior. Como subrayaba Camilo José Cela en su teoría de la novela, la vida no tiene trama. El relato es una reconstrucción del sentido de la vida. En la narración se funden existencia, memoria y vida, se trata de una interpretación de lo vivido. La escritura da cuenta de fragmentos de vida, pero ya no es la vida. La memoria es lo que queda, la memoria persigue y a veces logra «blindar su recuerdo a la escritura en el tiempo» (pág. 85). De ahí que en esta obra se aborde la cuestión de la percepción, las perspectivas y visiones del relato, donde «No existe un ver puro» (pág. 119), «Ningún ver es neutral» (pág. 121). Podemos de esta forma hacer una reconstrucción de los componentes del relato, en el que destacan la figura del narrador, el punto de vista y la distancia, personas y personajes, el héroe del relato, un sentimiento y una filosofía de la vida, el sentido de la vida, que conecta realidad y ficción, los sueños, nuestros sueños, con la verdad; relato individual y colectivo. 234

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calidoscopio de la memoria y la escritura

Cabe destacar finalmente que el valor fundamental de la obra de M. Sánchez Cuesta son los aforismos o tesis sintéticas que se van desgranando en las distintas figuras, tesis rigurosamente argumentadas. Nos quedamos al finalizar la lectura con una teoría general sobre el valor de la escritura como trasunto de la vida, no entendida como una mera narración biográfica, sino interpretada a la luz de la filosofía. Pasa la vida. La memoria es lo que queda tras ese final. La visión perspectivista y esencial sobre la relación entre la memoria y el relato que proporciona el libro que reseñamos enriquece nuestro entendimiento de la trascendencia del lenguaje como resultado de la vida humana, por lo que recomendamos su lectura a quienes estén interesados en entender en un plano teórico y filosófico el valor de la palabra en el tiempo.  Mariano del Mazo de Unamuno

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Hubert Dreyfus y Charles Taylor RECUPERAR EL REALISMO Traducción y prólogo de José María Carabante Rialp, Madrid, 2016, 276 págs. 22 euros

A pesar de no tratarse de un libro fácil, la lectura de esta obra escrita conjuntamente por Dreyfus y Taylor no debería dejar indiferente. Trata de una cuestión que se encuentra en el núcleo de problemáticas actuales de gran calado y, con independencia de la abstracción a la que se eleva el discurso de estos autores, lo cierto es que revisar la teoría del conocimiento y —no dar por supuesto el abandono de la verdad que, por el flanco posmoderno, parece apremiarnos— debe ser apuntado como mérito en el abultado haber de ambos. Taylor es conocido; su defensa del comunitarismo y su lectura de la génesis del yo moderno han tenido y siguen teniendo una indudable repercusión. Menos conocido —y, tal vez por esa misma razón, más interesante— se presenta Dreyfus: este experto en Heidegger ha intentado elaborar una fenomenología del ser humano encarnado y, con bastante antelación, advirtió de los efectos de las nuevas tecnologías. 236

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recuperar el realismo

Ambos autores deciden embarcarse en la crítica del concepto representacionalista de conocimiento partiendo, justamente, de su enorme difusión y aceptación. Así, a su juicio, el marco inaugurado por la filosofía moderna no determinó tanto la apertura de nuestra mente como la reentrada en una nueva caverna: las corrientes modernas pueden de este modo ser interpretadas como respuestas a los inconvenientes y aporías a las que conduce la idea de que nuestro conocimiento es una copia, más o menos fiable, del entorno que nos llega gracias a los sentidos. No es descabellado afirmar que hay, en efecto, un cierto dualismo en la filosofía moderna y también contemporánea, pues con frecuencia se orilla la imbricación entre lo corporal y lo anímico. Por otro lado, tanto las explicaciones cartesianas como empiristas no consiguen dar cuenta de todo lo que está implicado en el proceso cognitivo, ni de que para recibir el influjo del medio uno ya ha de estar, con anterioridad, situado en él. La expresión «afrontamiento absorbido», que hace referencia a esa interacción entre el individuo y el entorno que no está mediada conceptualmente, serviría a juicio de los autores para reivindicar cierta connaturalidad entre el trato del hombre con el mundo y la constitución de sentido. Estos dos filósofos tienen la intención de rebatir con firmeza todos los planteamientos que, de algún modo, simplifican el conocimiento. Es esta tendencia a la simplificación lo que, según ellos, procede de Descartes y mantiene en cautividad al pensamiento filosófico. El mediacionalismo —la tesis según la cual el conocimiento representa la realidad a través de nuestras ideas— está presente tanto nueva revista · 159

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alberto crespo

explícita como implícitamente en muchas propuestas filosóficas e incluso en aquellas que se perciben a sí mismas como superadoras de la misma. Al proponer una perspectiva holística, que no circunscribe el proceso cognitivo a una mera función mental o cerebral, pueden llegar a hablar de «comprensión encarnada» para referirse a la situación en la que hombre y mundo interseccionan. En el debate sobre las neurociencias es interesante la perspectiva que aportan estos autores, ya que permite denunciar como reduccionistas los intentos por explicar el cerebro como una mera operación neurofísica. Pero ¿cómo recuperar, al fin y al cabo, una gnoseología realista? Estos autores no están empeñados en reivindicar una escuela de pensamiento concreta, sino en defender que, de alguna u otra manera, no puede soslayarse ni restar importancia al hecho de que el hombre tiene la capacidad corporalizada de acceder a lo real y que el mundo se aprehende como una realidad independiente de nuestro conocimiento. Sus principales interlocutores son tanto el naturalismo cientificista, que mantiene una concepción aún mediacionalista y que abstrae la condición corporalizada del ser humano, alimentando esos fugaces sueños nacidos de la inteligencia artificial, y, de otro lado, el relativismo de Rorty, que culturaliza en demasía el saber y elimina la correspondencia de saber y realidad. Es el realismo encarnado de Dreyfus y Taylor el que permite entender que el acceso del hombre a lo real se realiza en multitud de planos diferentes y que existe una combinación de reciprocidad y espontaneidad irreductible en el proceso de conocimiento. 238

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recuperar el realismo

El realismo así descrito aparece como la posibilidad filosófica más coherente con la existencia de la ciencia, pues en realidad para que la investigación racional del hombre sobre el universo tenga sentido es menester suponer que nuestro saber menta intencionalmente una realidad que es independiente de nosotros. De otro modo, estaríamos condenados a un mundo subjetivo y el hombre no tendría medio alguno de enlazar con esa realidad que, antes de captarla intelectualmente, ya está como donada a su corporalidad. A pesar de ser un libro de exquisita filosofía, gracias a los ejemplos y la facilidad argumentativa de los autores puede seguirse cómodamente el transcurso de las discusiones especializadas que plantean. Tanto Dreyfus como Taylor amplían antropológicamente la teoría del conocimiento, ya que en lugar de plantear sus críticas y aportaciones como especificaciones de una determinada gnoseología, parten de la situación del «ser en el mundo», de su enraizamiento corporalizado, como instancia originaria. Siguiendo a otros autores, sostienen que, antes incluso de que se pueda llevar a cabo un proceso de objetivación, el ser humano pre-comprende su ubicación. Surge en esos encuentros encarnados entre hombre y mundo un trasfondo que acompaña, dando sentido, a todas las posteriores formas de saber. Ahora bien, ¿implica la aceptación del realismo, es decir, la afirmación de que hay una realidad independiente al sujeto, con el que este está en contacto, suscribir un punto de vista dogmático? A juicio de Dreyfus y Taylor, no, en absoluto. Por eso, insisten en calificar su realismo nueva revista · 159

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alberto crespo

de «pluralista», pues es justamente a partir de la complejidad en que se produce el encuentro del hombre con lo real —lo que rebate el esquema simplista adoptado por el mediacionalismo— lo que posibilita también la comunicación con otras culturas y otros puntos de vista. La enseñanza que se puede extraer de ello es que la capacidad de comprensión del hombre es mucho más rica y profunda de lo que la gnoseología moderna y contemporánea ha supuesto. Partiendo de la pluralidad de perspectivas, y de la imposibilidad de esa óptica de tercera persona que exige el saber imparcial, reconocen en última instancia un camino para cierta unificación, pero sin ser demasiado optimistas al respecto. En definitiva, podemos decir que se trata de un ensayo profundo pero útil para el lector que quiera hacerse una idea de los caminos que ha tomado la filosofía en los últimos decenios. La introducción, a cargo del propio traductor, ilustra muy bien la importancia de este ensayo escrito a cuatro manos. El libro prueba que muchos de los problemas sociales y políticos a los que hoy nos enfrentamos exigen una reflexión filosófica: la integración del diferente, la posibilidad de entender y comprender a quien no comparte nuestra propia cultura, son temas de discusión filosófica que un libro como este está llamado a esclarecer en alguna medida.  Alberto Crespo

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Julio Martínez Mesanza GLORIA Colección Poesía Adonáis, Rialp, Madrid, 2016, 64 págs., 9,50 euros

Julio

Martínez Mesanza aclara en una breve nota al final de su Gloria que escribió estos versos entre agosto de 2005 y marzo de 2016 y que los compuso en Madrid, Túnez y Tel Aviv. La racionalidad cartesiana («abstracta» y tal vez «imperdonable») hace que él mismo sitúe en el tiempo y en el espacio sus poemas; pero esas dos coordenadas no explican lo que el lector acaba de experimentar: que tiene en sus manos una joya que solo raramente encuentra quien busca en la poesía belleza, emoción y verdad. Hablemos del tiempo. Estos treinta y seis poemas han necesitado once años de gestación, lo que pone de manifiesto una vez más que Martínez Mesanza es un escritor minucioso y sosegado. Hay que esperar para que las ideas y las imágenes se hermanen con los vocablos hasta lograr endecasílabos redondos que fluyen con ritmo y elegancia. Es posible que algún poema haya brotado en un solo día; pero ha necesitado largos periodos de maceración, quizás de ensoñación, para que salga armado y victorioso de nueva revista · 159

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santiago miralles

su cabeza, y necesitará después de un pausado trabajo de ajuste. Sin duda, el poeta es su crítico más feroz, el más exigente de sus lectores, y por eso ha tardado tanto tiempo y ha dejado por el camino bellos cadáveres, algunos de los cuales pueden atisbarse en los blogs que ha mantenido durante esta década. Porque a las exigencias de fondo y forma se añaden las de la coherencia interna del conjunto. Al igual que en sus libros anteriores, un hilo de oro enlaza todos los poemas y justifica la presencia de cada uno de ellos en esas páginas. Gloria es la crónica del alma. El alma, lo sabe el poeta ante una Madonna de Bellini, es inextinguible, aunque camine «en los ríos de niebla» o tenga que rezar ante «Nuestra Señora de los laberintos», por otro nombre «Nuestra Señora de los indecisos». Agitada por el viento que sopla incesantemente, el alma «devora dones», busca «ante las puertas cerradas», «en el desdén de quien amamos», en las equívocas estelas de las galeras, en «las zarzas del tiempo», «en el juego, la geometría y la guerra» que la gobiernan. El alma tantea entre las tinieblas, la apatía y «el infierno tibio» para aprender a cantar a la Creación, a los dones y la gracia que Dios derrama en el mundo. Resuenan los carros de Kipur o la carga de los húsares (y ahí reconocemos al Martínez Mesanza fascinado por los símbolos de la estrategia militar y la belleza de los campos de batalla); pero Gloria es por encima de todo un libro intimista en que lo divino se vislumbra en el mar, en el cielo y en la pereza de las naranjas que reciben la lluvia que las limpia, porque la merecían «como merecen todos los que esperan». 242

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gloria

El poeta contempla otra Virgen, la de Van Eyck, y percibe un «claro en el cielo incomprensible / que dice imagen, gloria y esperanza». Las mujeres, las mujeres de carne y hueso, se le deshacen al poeta, e invoca ansiosamente a la niña madre de Dios cuando admira la solidez heroica de Jan Sobieski o de Gino, que salva vidas en silencio metiendo salvoconductos en el tubo de su bicicleta, que el poeta compara de forma deslumbrante con los tubos de las mezuzás que custodian textos sagrados en las puertas de las casas judías. ¿Y el espacio? Las pistas geográficas son engañosas. Es cierto que Túnez es el azul intenso, las olas paralelas de Ghar el Mehl, el mar de mayo de La Marsa y la cordialidad de una conversación en Les Ombrelles; es cierto también que Israel le revela la otra faceta del Mediterráneo para que se encuentren su «alma fenicia» y su «alma cristiana»; pero no estamos ante la aventura de un explorador, ni siquiera ante el itinerario de un viajero. La peregrinación de Julio Martínez Mesanza es siempre interior porque, si bien «malvive en sitios diferentes», el suyo es un mundo estático: una cueva de ermitaño acolchada con las lecturas de la Patrística, de los grandes pensadores de la edad moderna o de los clásicos que nunca dejan de enriquecerle. Por eso lamenta que no sepa usar los nombres propios en sus poemas (por más que, cuando lo hace, pinte cuadros de intenso poder evocador); por eso siempre es fiel a sí mismo y a los asuntos que le in-quietan (que le mueven en su quietud). Por eso también su poesía es perfectamente coherente, y su estilo y su modo de hacer, personales e inconfundibles. Aunque Gloria avance por terrenos nuevos, reconocemos con agranueva revista · 159

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santiago miralles

decimiento al poeta que añadió versos a un primer libro, Europa, hasta que por razones más editoriales que personales se vio obligado a pasar a Las trincheras. Tanto es así que el primer verso de este poemario empieza con una «Y», recordándonos que los caminos nunca tienen un principio definido. Lo que le interesa al poeta de los lugares donde ha vivido es el reflejo de la cultura, la evocación de figuras y hechos históricos o los restos, siempre huidizos, de la huella de lo divino. Afortunadamente su cabotaje le ha hecho rodear el Mediterráneo, ese «mar de Homero» donde confluyen sus lecturas, sus visiones y su concepto del hombre forjado en la Biblia, en Grecia y Roma, el hombre revestido de valores y profundamente moral. Gloria es otro puñado de diamantes que este poeta ermitaño nos ofrece después de su larguísimo retiro en las minas del Génesis; diamantes perfectamente pulidos, porque es el diamante la piedra de mayor dureza para penetrar en la verdad, la de los reflejos más puros, la más rica en facetas; aunque sea también la más frágil, como son frágiles todas las empresas humanas. Es bueno no olvidarlo, y saber que, aunque «vuelves siempre a lo mismo» y «te ocultas con tu culpa» «porque la vida siempre desconfía», puedes mirar la atalaya desde donde nos defiende la Niña de Nazareth y tener la certeza de «que la gloria existe».  Santiago Miralles

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Mary Beard SPQR. UNA HISTORIA DE LA ANTIGUA ROMA Crítica, Madrid, 2016, 664 págs., 27,90 euros

Mary

Beard, galardonada recientemente con el Premio Princesa de Asturias, ha dedicado su vida a adentrarse en la historia del Mundo Antiguo, especialmente en Roma. En spqr presenta de un modo sintético su visión, tras sus años de investigación y después de haber publicado importantes trabajos. Beard sobre todo quiere ofrecer una historia alternativa, de algún modo desmitificadora, que obvie o desmonte lo legendario y dé voz a los hechos sociales, económicos y culturales que en otras narrativas han pasado desapercibidos. Desconfía de las fuentes romanas que nos han llegado; los historiadores romanos con frecuencia han ayudado a consolidar un relato de los hechos poco verídico, más útil para legitimar o justificar, así como para engrandecer, que como registro fidedigno de lo que ha sucedido. Beard se remonta a los orígenes de Roma y explica cómo los mitos sobre la prístina fundación de la ciudad son elaboraciones posteriores, cuya finalidad política a ella se le antoja evidente. La mirada de esta historiadora inglesa llega hasta nueva revista · 159

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josemaría carabante

el año 212, cuando Caracalla decide la concesión de la ciudadanía a todos los hombres libres del Imperio. Frente a esa idealización del pasado, Beard interpreta la labor de los historiadores romanos como si su pretensión fuera no dar sentido a su pasado, sino enmendar o encubrir los desmanes de una historia de la que no tenían muchos motivos para sentirse orgullosos. No hay mucha admiración en spqr por el pueblo romano; como ha señalado en alguna entrevista, no hay razones para reverenciar Roma y ha de leerse su historia también teniendo en cuenta las perspectivas sociales, políticas y culturales de hoy. Pero, si no se puede recurrir a las fuentes, ¿dónde encontrar información? Beard lee los grandes textos entre líneas; por otro lado, rastrea esos testimonios de la vida cotidiana que la arqueología y los descubrimientos nos deparan: inscripciones, textos funerarios, arquitectura urbana, cartas, etc. Así puede escribir una historia de Roma que «deconstruye» ese relato de grandeza para descubrir una historia escrita por vencedores y poderosos, en contra de los oprimidos. El libro, así, adquiere cierto aire de refutación global a todas esas retrospecciones utópicas tan habituales y busca, en definitiva, dar a conocer ese otro lado de la historia que las rememoraciones imaginativas, para bien o para mal, sortean. No está mal ese intento de superar el simplismo que diferencia en la historia a buenos y malos. Para Beard, los romanos no son más dignos de admiración que otros pueblos, pero tampoco de repulsión. Su atención se dirige sobre la situación social: los desfavorecidos, la mujer, la 246

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spqr. una historia de la antigua roma

familia, la religión, etc. De toda la lectura de su ensayo, se puede sacar la conclusión de que la apoteosis histórica de Roma ha descansado más sobre las idealizaciones posteriores que por el valor de sus propias aportaciones. No fue ni más ni menos que un pueblo como otros, que por motivos accidentales y sin casi previsión construyó un imperio. Al lector de hoy, sin embargo, también le puede parecer simplista interpretar la historia de Roma como una lucha entre pobres y ricos. Para Beard, la constante de la historia romana es el enfrentamiento fratricida: ya desde los orígenes míticos y el asesinato fundacional hasta las virulentas y frecuencias muertes de algunos emperadores. A juicio de Beard, hay sin embargo dos puntos de inflexión: en el siglo ii a. C., que comienza el declive de las instituciones republicanas y los raptos personalistas, aunque los emperadores se conciben a sí mismos como seguidores de la tradición republicana; y en segundo lugar, cuando se produce la ruptura con lo que había significado Roma, que es justamente con Caracalla. Por eso, termina ahí su relato. Si nos preguntáramos, entonces, ¿para qué recordar la historia de Roma?, Beard diría que para aprender no. A pesar de la herencia romana que configura nuestra cultura, los romanos no pueden ser hoy un motivo de inspiración ni modelos para nosotros. Beard dialoga con ellos, pero su mirada hacia el pasado está filtrada por la óptica de hoy: la desigualdad, la relación con los extranjeros, el papel de la mujer, etc. spqr es una buena introducción al mundo romano y aunque permite que se conozca mejor su época, no deja de provocar distanciamiento con una cultura que connueva revista · 159

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josemaría carabante

forma uno de los pilares de la civilización occidental. La mirada de Polibio, Cicerón, Plutarco o Tito Livio tal vez no sea exacta, pero no debe enjuiciarse desde esta óptica, sino por su importancia cultural. Gracias a esos relatos Roma también supo dar sentido y fundamentar unos valores que, a pesar de no cumplirse, constituyen parte de nuestra cosmovisión occidental, e incluso han motivado otros cambios sociales. Si no fuera así, no tendría sentido seguir investigando, como hace Beard, sobre su historia.  Josemaría Carabante

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Lucia Berlin MANUAL PARA MUJERES DE LA LIMPIEZA Alfaguara, Barcelona, 2016, 432 págs., 20,90 euros

Se publica por vez primera en castellano la obra de la escritora norteamericana Lucia Berlin (1936-2004). Manual para mujeres de la limpieza es una selección de 43 relatos de los 76 que escribió y publicó en diferentes revistas literarias en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta y que reunió posteriormente en tres volúmenes publicados en pequeñas editoriales. Poco a poco, sin embargo, la literatura de Berlin, desconocida para el gran público, ha ascendido como la espuma y se está convirtiendo en una autora de culto, muy leída y valorada, en Estados Unidos y en otros muchos países, como demuestra el éxito de esta antología en castellano, de la que en poco tiempo han salido varias ediciones. Berlin publicó solo relatos. No se dedicó profesionalmente a la literatura sino que los fue escribiendo de manera esporádica. Muchos de ellos se refieren a su convulsa biografía, que alimenta sus relatos de historias y personajes que saltan de un cuento a otro. Tal es así que la lectura de nueva revista · 159

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adolfo torrecilla

estos relatos se asemeja a la de los distintos capítulos de una autobiografía, eso sí, no muy fiel aunque se inspire en sucesos que ella conoció y vivió, alterados literariamente por el desarrollo del relato. Sorprende también su radical y original mirada femenina sobre todo lo que cuenta, mirada que añade tonos literarios nuevos e insólitos. Nació en 1936 en Alaska. El trabajo de su padre en la industria minera lleva a la familia a residir en diferentes localidades (Idaho, Kentucky, Montana...). El padre fue llamado a filas durante la Segunda Guerra Mundial y Lucia, su madre y su hermana pequeña se trasladaron a vivir con unos parientes a El Paso. Tras la guerra, vivieron durante años en Chile en un ambiente de riqueza y privilegios que Lucia compartió con una dura enfermedad, la escoliosis, que la obligó a llevar durante años un corsé ortopédico de acero. Estudió a partir de 1955 en la Universidad de Nuevo México. Pero su vida a partir de entonces —y ya incluso antes— no fue muy convencional. Se casó muy joven con un escultor con el que tuvo dos hijos y que la abandonó para trasladarse a Europa a estudiar. Se relacionó con escritores de prestigio, como Edward Dorn; con músicos, poetas, artistas variopintos... Volvió a casarse en 1958 con el músico Race Newton. Ya en Nueva York, Lucia se separó de nuevo y se casó con Buddy Berlin, con quien tuvo dos hijos más. Sus matrimonios estuvieron llenos de problemas provocados por el alcohol y las drogas. De Buddy se divorció en 1968. Comienza entonces la época más dura de la autora. Ya no volvió a casarse y se dedicó al cuidado de sus hijos. Para sacarlos adelante, trabajó en diferentes ocupaciones que aparecen muy a menudo en sus relatos: profesora de uni250

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manual para mujeres de la limpieza

versidad y de secundaria, telefonista en una centralita administrativa de un centro hospitalario, mujer de la limpieza, auxiliar de enfermería... Vivió en Berkeley y Oakland. Y durante esos años, complicados desde muchos puntos de vista, cayó en el alcoholismo y luchó hasta conseguir dejar el alcohol. En 1991-1992, se dedicó por entero en la ciudad de México a cuidar de su hermana Sally, enferma de cáncer (suceso que se cuenta en unos cuantos relatos muy biográficos). En 1994 se trasladó a la Universidad de Colorado, donde colaboró con el profesor y escritor Edward Dorn. Se retiró por enfermedad en 2000 y falleció en 2004 en Los Ángeles. Aunque la antología incluye algunos relatos que se escapan de su peripecia personal, la mayoría tienen que ver, de manera directa o indirecta, con su propia y agitada vida. Así, aparece el trauma del alcoholismo, los conflictos familiares, problemas laborales y económicos, desesperadas relaciones amorosas, anécdotas profesionales... El contenido es importante, pero lo que más sorprende de estos relatos, nada complacientes con el lector, es el tono y el ritmo. Todo en ellos es concreto, tangible, real. Los personajes están muy bien caracterizados y hablan llanamente, sin rodeos; con una económica franqueza, aborda todos los temas y situaciones; también hay ironía y humor, rasgos que rebajan el ambiente a veces espeso y agrio de muchas narraciones. Los finales suelen ser inesperados y cortantes, y en ocasiones los relatos tienen la forma de una escena costumbrista y realista, sin desenlace. El descenso a los infiernos toma forma cuando describe su intensa, turbia y agitada vida (el alcohol, las drogas, nueva revista · 159

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adolfo torrecilla

rupturas amorosas, abortos...) y la de personajes muy cercanos. Pero queda suavemente mitigado por una sugestiva piedad, ausente de valores trascendentes. Como escribe Lydia Davis en un texto introductorio, «la brutalidad de la vida siempre queda atenuada por su compasión», que en su caso es una explícita influencia de Chéjov. La lectura de estos relatos deslumbra por su novedad y por su arrolladora carga de humanidad, a menudo volcada hacia personajes que viven en los márgenes de la sociedad, con una sucesión de vidas rotas y fracasadas. Lucia Berlin describe este mundo desde dentro, con un estilo directo, ingenioso y lúcido que da forma a una voz ciertamente única y sorprendente, a pesar del mazazo moral que contienen sus historias.  Adolfo Torrecilla

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Luis Goytisolo Gay EL SUEÑO DE SAN LUIS Anagrama, Barcelona, 2015, 120 págs., 12,90 euros

Luis

Goytisolo (Barcelona, 1935) es novelista, ensayista y miembro de la Real Academia. Su tetralogía Antagonía (reeditada en 2013 y publicada entre 1973 y 1981) le consagró como uno de los mejores novelistas del siglo xx en España. Ahora continúa su trayectoria ensayista —cuya última muestra fue Naturaleza de la novela (2013)— con El sueño de San Luis (2015) donde relaciona algunos rasgos de su narrativa con su biografía. Este estudio-ensayo se dirige a aquellos interesados en la trayectoria narrativa de Luis Goytisolo, pues el mismo expone la razón de la elección de ciertos motivos recurrentes en su obra. Por esta minuciosidad es un estudio dedicado fundamentalmente al ámbito académico. La explicación onírica de ciertos motivos de sus novelas quizá pueda resultar poco convincente para los incrédulos de las secuelas de la teoría freudiana —cuyos planteamientos revalorizan el inconsciente y asocian la creación literaria a una sublimación de los instintos sexuales—. nueva revista · 159

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carmen fragero guerra

El ensayo está dividido en cuatro partes de las que daré cuenta, señalando los temas más relevantes de cada una. En la primera parte, «Relectura con sorpresa» (3-12), el autor narra que El sueño de San Luis surgió a raíz de la reedición de su primera novela, Las afueras; al releerla para prologarla, se dio cuenta de que su subconsciente se había manifestado en ella cuando la compuso. Por esta razón, en este ensayo-estudio decide sacar a la luz los rasgos relativos de su biografía que se plasman inconscientemente en sus novelas y que, sin su ayuda, serían irreconocibles al lector. Aislando estos elementos, por ejemplo, señala el recuerdo de su madre, Julia, que murió en un bombardeo durante la guerra civil cuando él contaba tan solo tres años; su nombre —en género masculino— le ha servido para apelar a alguno de sus personajes (como al hijo del protagonista del capítulo IV de Las afueras). Y también el tema de «la muerte de la madre» resurge en sus novelas (como es el caso de la de Raúl Ferrer Gaminde, el protagonista de Antagonía). Asimismo, en esta parte el autor nos comunica la actualidad de Las afueras y cuáles fueron sus influencias: «Yo la había escrito de acuerdo con las estrictas normas del “realismo objetivo”, teorizado por Gertrude Stein y desarrollado por nove­listas como Hemingway o Pavese» (4). La segunda parte, «Ascendencia incierta» (13-21), muestra cómo el tema de los hijos concebidos fuera de la institución matrimonial, que ronda algunas de sus novelas (a partir de Estatua con palomas), proviene de una historia familiar según la cual su bisabuelo tomó el apellido de su verdadero padre, Agustín Goytisolo, tan solo en el momen254

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to en que recibió el sacramento de la confirmación, ya que no fue reconocido por este antes. Igualmente, Magdalena, la madre de su bisabuelo Agustín, mujer de carácter que se relacionaba con sus amantes sin romper el matrimonio, impresionó al autor tanto que su nombre reaparece en sus personajes. En la tercera parte, «Al despertar del solsticio» (22-33), el autor da cuenta de un sueño en el que siempre ocurre lo mismo; él descubre un solar con un edificio lleno de encanto que debe reconstruir. Esta ensoñación la relaciona con los edificios familiares adquiridos con el patrimonio que su abuelo Agustín consiguió amasar en Cuba. Un sueño similar a modo de metáfora aparecerá en Antagonía. En la cuarta parte, «Impulsos afines» (34-43), el autor señala la estrecha relación entre creatividad e impulso sexual y se confiesa admirador de Freud por su perfecto análisis de estos aspectos en el Hamlet de Shakespeare (38). Igualmente considera que el aislamiento favorece la creación literaria; lo argumenta con El Quijote (ideado en la cárcel) y con las creaciones de fray Luis de León, Lope de Vega o Quevedo. Por su parte, señala que también Antagonía la concibió en el retiro (la cárcel) (40). Concluye que todo escritor se reconstruye a sí mismo al construir su obra. En la quinta parte, «Otras conjeturas» (43-51), reconoce su admiración por Joyce y la influencia en su propia escritura de los novelistas Proust, Hemingway y Faulkner. Aquí, de manera poco ordenada, singulariza los rasgos de estos autores que se encuentran en su narrativa; por ejemplo, la metáfora proustiana (40) o la frase larga de Faulknueva revista · 159

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carmen fragero guerra

ner —«la frase subordinada que se prolonga páginas y páginas creando un escenario con atmósfera propia» (49)—. Respecto a Hemingway, concluye que sus novelas en la actualidad no le convencen pero que no ocurre lo mismo con sus cuentos, «que sí aguantan» (46), —sin embargo no explica este cambio de opinión, ni qué significa «aguantar», expresión que reitera para indicar la lectura todavía interesante de Las afueras—. Finalmente, el apartado «Adenda [añadido]» (52-58) incluye, primero, un «Pequeño diccionario personal de narrativa» en el que Goytisolo filtra algunos puntos de su taller literario; verbigracia, confiesa distinguir entre autor, voz narradora y protagonista (55), así como preparar con esmero la estructura de sus novelas. Aparte de pequeños detalles personales de técnica narrativa, el diccionario no aporta ningún conocimiento nuevo a los expertos en narratología. En segundo lugar, en el «Post scriptum», se incluye un breve apéndice fotográfico en el que aparece el autor de infante (con su servicio doméstico uniformado), su madre (Julia Gay), su bisabuelo (Agustín Goytisolo), él de joven junto a sus dos hermanos (José Agustín y Juan), una foto escolar (en la que él posa con su compañero y amigo el editor Jorge Herralde) y, entre otras, las de su tío Luis y Leopoldo. En conclusión, este estudio-ensayo aporta más un conocimiento de la personalidad del autor que de su narrativa, pues presenta aspectos personales ajenos a la estructura de esta; estructura de cada novela trabajada con ahínco, como dice el autor, porque sus escenas, personajes, trama y lengua están programadas para que se relacionen y 256

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coordinen. Así pues, el intento de una crítica freudiana se antoja en estos tiempos trasnochada porque no aporta ningún factor relevante para el mejor entendimiento de la totalidad de su obra ni para cada una de sus narrativas en particular. Es decir, se muestran solo «curiosidades» tangenciales a estas.  Carmen Fragero Guerra

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Fred Kiel RETURN ON CHARACTER. THE REAL REASON LEADERS AND THEIR COMPANIES WIN Harvard Business Review Press, Boston, 2015, 276 págs., 23,81 euros

El poder de los conceptos es menos simbólico de lo que parece ser y más real de lo que estamos dispuestos a aceptar, como organizadores de la vida social, que es siempre cultural por la naturaleza misma del ser humano. En este sentido, toda sociedad —estructurada en el marco político, económico, empresarial que sea— tiende a elaborar, desplazar e incluso ocultar los conceptos que crea o que ha heredado. EL PODER OCULTO DE LOS CONCEPTOS

En una interesante obra de Daniel Bell, publicada ya en 2001 (no siempre lo más reciente tiene por qué ser lo mejor) y titulada The Cult of the Nation in France. Inventing Nationalism, 1680-1800, el historiador norteamericano relacionaba, con gran acierto, los conceptos y el lenguaje del discurso en la historia cultural —y, en concreto, en la cultura política— con la constitución y desarrollo de los procesos históricos. Y así exa258

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minaba el discurso político francés y la formación paulatina de una nueva idea de Francia que encontraría su expresión a partir de 1789 con el estallido de la Revolución. En esta línea de argumentación, el lenguaje, por tanto, no solo describe, sino que actúa. Y, a este respecto, el impacto discursivo de la Revolución Francesa ha sido tal que, más de doscientos años después, no puede darse todavía por finalizado. Aunque para el caso del libro que analizamos aquí parezca que nos hemos ido muy lejos, en realidad no es así. Pongamos, para demostrarlo, un doble ejemplo. A partir y raíz de la Revolución Francesa, y desde Europa sobre todo, se ha producido en distintos tramos históricos el desplazamiento u ocultación de dos conceptos clave de la que hasta ahora conocemos como civilización occidental: El desplazamiento y sustitución del concepto de «bien común», por el discurso del «interés general» y la ocultación y sustitución de la cultura de las «virtudes» por el lenguaje de los «valores». De tal manera que si en la concepción de siglos pasados el bien común era una causa ineludible de todos los ciudadanos de una nación o territorio, pongamos por caso, ahora el interés general se ha convertido en el ejercicio político y/o cultural de unos pocos, las denominadas élites. Y si para vivir las virtudes en aquellos siglos la cultura del hábito y del esfuerzo eran imprescindibles, hoy los valores se adoptan, o no, en función de las modas de pensamiento, ligadas sobre todo a las novedades de una cultura predominantemente sometida al desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (ya popularmente conocidas como tic) y sus aplicaciones, sobre todo sociales. nueva revista · 159

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daniel rivadulla barrientos

Por señalar un caso más actual, asistimos, por ejemplo, al auge del concepto de innovación, de tal modo que el que no innova, sea institución o persona —en imagen, lenguaje, proyectos de vida personal o profesional—, se va quedando supuesta e ineludiblemente atrás en el camino del progreso de la humanidad. Cosa bien distinta sería establecer respecto a qué se produciría ese atraso... Pues no. La innovación por la innovación parece ser un bien en sí mismo, aunque no se sepa con qué fin y con qué objetivo real. EL LIDERAZGO: UN CONCEPTO DE IDA... Y VUELTA

Otro tanto ha ocurrido con el concepto de liderazgo. También aquí el análisis del discurso actual nos aporta una interpretación de la cultura —política, empresarial, educativa— basada en una concepción del hombre y su lenguaje, no solo como medio de comunicación, sino sobre todo como matriz significativa de esa realidad política, empresarial...; aquí, nuevamente, el lenguaje también actúa. Pero la fragmentación del área de estudio del liderazgo que se observa desde fines del siglo xx ha sido de tal magnitud que ha convertido el ejercicio y enseñanza del liderazgo tanto en un campo de interacciones diversas y complejas como, con excesiva frecuencia, en una práctica incluso contradictoria. Así, por ejemplo, J. Gosling, I. Sutherland y S. Jones, en su manual introductorio sobre el liderazgo, con el título de Key Concepts in Leadership, nos ofrecen hasta 33 estilos básicos de liderazgo... y otros 33 como contrarios a ellos. Y, entretanto, las evidencias nos muestran que a la altura de 2016 el reto del liderazgo en las organizaciones ha al260

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canzado un nivel crítico. Hasta tal punto que ese año Josh Bersin, en su estudio 6 Ways Work Will Change in 2016, ha remarcado que en 2015 el 87% de las compañías más citadas globalmente admitían serios fallos de liderazgo en todos los niveles de la organización. Ante este aparente callejón sin salida, la investigación del profesor Fred Kiel, reconocido experto internacional en análisis estratégico y desarrollo de liderazgo, y su equipo de krw International, resulta muy oportuna y conveniente. Así, tras siete años de intensas investigaciones, aplicando las herramientas estadísticas y de evaluación adecuadas, nos plantea abiertamente la necesidad de repensar el paradigma actual del liderazgo empresarial —en su caso— regresando a conceptos originales y, en su propuesta, a la validez, nunca tan actual, de la cultura de los hábitos y las virtudes. EL EJERCICIO DEL LIDERAZGO Y SUS REPERCUSIONES

En línea con lo expuesto hasta ahora, el libro de Kiel nos presenta una doble y afortunada aportación. Por un lado, demuestra suficientemente que regresar al carácter de las personas, y particularmente de los líderes que trabajan en una organización, constituye en sí misma una fuente indiscutible de valor, en la propia cadena de valor de una institución —sea esta económica, empresarial, o no—. Esta aportación la han realizado con anterioridad, y a distintos niveles, otros investigadores o expertos, en el terreno de lo social o lo empresarial. Con todo, Kiel y su equipo van más allá, demostrando fehacientemente en su estudio que las condiciones o elementos que constituyen el carácter de los líderes y su proyección (definidos y desarrollados en los capítulos 2 al 5) conllevan un indudable beneficio o «return», en el sentido nueva revista · 159

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daniel rivadulla barrientos

propio del libro desde su mismo título. Y no únicamente un beneficio en el sentido de influencia, sino en el de una repercusión directa, y cuantificable incluso, en los resultados económicos de la empresa o actividad de que se trate. De los 121 ceo norteamericanos entrevistados y encuestados por el equipo de Kiel tan solo 84 accedieron a que también lo fueran sus empleados; alcanzándose no obstante, y de forma voluntaria, más de ocho mil respuestas por parte de estos sobre el comportamiento y estilo de liderazgo en los directivos de sus compañías. Esta conexión era imprescindible para el estudio, puesto que, como ya han demostrado recientemente otras investigaciones, conocer a quienes ejercen un liderazgo real es solamente la mitad de la historia. En este sentido, puede consultarse la interesante obra de Marc y Samantha Hurwitz titulada Leadership Is Half the Story. A Fresh Look at Followership, Leadership and Collaboration. EL FRACASO DEL LIDERAZGO INSTRUMENTAL

Para Kiel y su equipo existe sin duda una relación intrínseca entre lo que un líder es (character) y lo que un líder hace (skills) y esta ecuación —su propia cadena de valor— tiene un impacto directo y demostrable en los resultados empresariales de su compañía. El eslabón clave en esta cadena lo constituye, más de lo que ha sido considerado hasta ahora, el carácter de un líder: una combinación singular de creencias, principios, experiencias de vida y hábitos, que se manifiestan en sus acciones y comportamientos como tales líderes. Pero han ido todavía más lejos, tras un detenido análisis de los datos recopilados. De tal modo que han identificado 262

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cuatro hábitos que consideran básicos para el desempeño de un auténtico liderazgo: integridad (integrity), responsabilidad (responsibility), compasión (forgiveness) y empatía (compassion). Hasta el punto de que una combinación elevada de estos hábitos en acción (high-character leaders) es lo que distingue precisamente al líder orientado hacia los demás (que denominan Virtuoso Leaders) del líder centrado en sí mismo (Self-Focused Leaders). Y de hecho, en su investigación descubren que, a medio y largo plazo, un liderazgo virtuoso —personal y en equipo— consigue hasta cinco veces más retorno (return on assets, capítulo 6) para sus organizaciones, que el ejercicio de un líder focalizado prioritariamente en sí mismo, sus logros y los de su propio equipo. UNA CAJA NEGRA DENTRO DE OTRA CAJA NEGRA

Finalmente Kiel insiste en que los cuatro hábitos de carácter señalados constituyen una caja negra cuyo valor y trascendencia —siguiendo un símil aeronáutico— requieren ineludiblemente trazar un camino específico de desarrollo directivo (capítulo 7) y de los equipos ejecutivos necesarios (capítulo 8). Es más, el ejercicio del liderazgo exige, por encima de todo, un intenso recorrido interior: «otra caja negra dentro de aquella caja negra». Todo un arte para saber convertir, siguiendo como el propio Kiel a Jim Collins —un clásico ya de la gestión del liderazgo—, una buena empresa en una gran empresa (Good to Great. Why Some Companies Make the Leap... and Others Don’t).  Daniel Rivadulla Barrientos nueva revista · 159

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159 h a n c o l a b o r a d o Pedro Luis Barcia

José Antonio Llera

CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LITERATURA.

PROFESOR DE LITERATURA ESPAÑOLA.

UNIVERSIDAD DE LA PLATA Y UNIVERSIDAD

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

AUSTRAL. ACADÉMICO. EX PRESIDENTE DE LA ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS Y

Mariano F. Martín

DE LA ACADEMIA NACIONAL DE EDUCACIÓN

PROFESOR DE FILOSOFÍA. UNIVERSIDAD

Emili J. Blasco

NACIONAL DE CUYO (MENDOZA, ARGENTINA)

PERIODISTA. DIARIO ABC

Juan Luis Martínez

Josemaría Carabante

PROFESOR DE IE BUSINESS SCHOOL

PROFESOR DE FILOSOFÍA DEL DERECHO. C.U. VILLANUEVA. SUBDIRECTOR DE NUEVA REVISTA

Alberto Crespo PROFESOR DE FILOSOFÍA.

Rosendo Fraga DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS UNIÓN PARA LA NUEVA MAYORÍA ARGENTINA

Carmen Fragero Guerra DOCTORA EN FILOLOGÍA HISPÁNICA. UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA.

Mariano del Mazo de Unamuno DOCTOR EN FILOSOFÍA. PROFESOR ASOCIADO DE DIDÁCTICA DE LA LENGUA EN EL MÁSTER DE FORMACIÓN DEL PROFESORADO. UCM

Santiago Miralles DIPLOMÁTICO Y ESCRITOR. DIRECTOR GENERAL DE LA CASA DE AMÉRICA

José Antonio Nieto de Miguel CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LATÍN. PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN

ACREDITADA DE LA AGENCIA

CULTURAL SALZBURGO

ANDALUZA DEL CONOCIMIENTO

Xavier Reyes Matheus

José-Luis García Barrientos

PROFESOR DE RELACIONES INTERNACIONALES.

FILÓLOGO. PROFESOR DE INVESTIGACIÓN

UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS

DEL CSIC (ILLA-CCHS).

Daniel Rivadulla Barrientos

DIRECTOR DE REVISTA DE LITERATURA

Miguel Ángel Garrido Gallardo FILÓLOGO. PROFESOR DE INVESTIGACIÓN DEL CSIC (ILLA-CCHS). CATEDRÁTICO DE UNIVERSIDAD. EDITOR DE NUEVA REVISTA

Iván Garzón Vallejo

DOCTOR EN HISTORIA. COORDINADOR ACADÉMICO DE LA FACULTAD DE EDUCACIÓN. UNIR

Clovis Rossi

~ PERIODISTA. FOLHA DE S AO PAULO

PROFESOR ASOCIADO Y DIRECTOR

Antonio R. Rubio Plo

DEL PROGRAMA DE CIENCIAS POLÍTICAS.

ANALISTA DE POLÍTICA INTERNACIONAL.

UNIVERSIDAD DE LA SABANA

Rafael Gómez López-Egea ABOGADO Y PERIODISTA

Miguel Ángel Gozalo PERIODISTA. EDITOR ADJUNTO DE NUEVA REVISTA

Rafael Llano Sánchez

PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE LA RIOJA (UNIR)

Adolfo Torrecilla CRÍTICO LITERARIO

Daniel Ureña PRESIDENTE DE THE HISPANIC COUNCIL

PROFESOR DE PERIODISMO.

Juan Velayos

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

PROFESOR DE ECONOMÍA Y ABOGADO


Nueva Revista Nueva NuevaRevista Revista D E P OL Í T IC A , C U LT U R A Y A RT E

D E P OL Í T IC A , C U LT U R A Y A RT E D T I CFontán A, CULTUR A Y ARTE FUE N D AP D AO P OL R ÍAntonio F U N D A D A P O R Antonio Fontán P R E S I D E N T E Eugenio Fontán Oñate EDITOR/DIRECTOR

Miguel Ángel Garrido Gallardo

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Josemaría Carabante, Martín Santiváñez Pilar Soldevilla Fragero

A D J U N TA A D I R E C C I Ó N   SUBDIRECTORES

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NUEVA REVISTA EN AMÉRICA. NUEVA REVISTA EN AMÉRICA. DELEGADOS DELEGADOS NUEVA REVISTA EN AMÉRICA. ARGENTINA. ARGENTINA. MARTÍN MARTÍN ORDUNA ORDUNA DELEGADOS CENTROAMÉRICA. FEDERICO HERNÁNDEZ

ARGENTINA. ORDUNA AGUILAR Y JAVIER JAVIER MARTÍN BOLAÑOS TELLECHEA AGUILAR Y BOLAÑOS TELLECHEA CHILE. ALEJANDRO SAN FRANCISCO CENTROAMÉRICA. FEDERICO HERNÁNDEZ CHILE. ALEJANDRO SAN FRANCISCO COLOMBIA. CARMEN MILLÁN AGUILAR Y JAVIER BOLAÑOS TELLECHEA MÉXICO. EEUU.AURELIO MANUELGONZÁLEZ MUÑIZ CHILE. ALEJANDRO SAN FRANCISCO PERÚ. JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE MÉXICO. AURELIO GONZÁLEZ MÉXICO. AURELIO GONZÁLEZ PERÚ. JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE URUGUAY. FERNANDO AGUERRE PERÚ. JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE URUGUAY. FERNANDO AGUERRE VENEZUELA. RAFAEL ARRÁIZ LUCCA VENEZUELA. RAFAEL ARRÁIZ LUCCA URUGUAY. FERNANDO AGUERRE VENEZUELA. RAFAEL ARRÁIZ LUCCA SUSCRIPCIÓN A NUEVA REVISTA

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y Promociones Editoriales, S.L. P O R TA D A Luis Castro M Anzos, S.L. S.L. MA AQ QU UE E TA TA C C II Ó ÓN N Anzos, E D I TA Difusiones y Promociones Editoriales, S.L. -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -P O R TA D A Luis Castro D ST TR R II B BU UC C II Ó ÓN N D II S M A Q U E TA C I Ó N Anzos, S.L. SGEL Quioscos y tiendas de prensa Tel: 91 91 657 657 69 69 00 00 SGEL Quioscos y tiendas de prensa -- Tel: ---------------------------------------------------LIBROMARES Tel: 91 91 354 354 16 16 71 71 LIBROMARES Librerías Librerías -- Tel: DISTRIBUCIÓN I M P R I M E Anzos, S.L. Fuenlabrada, Madrid I M P R I M E Anzos, S.L. Fuenlabrada, Madrid SGEL Quioscos y tiendas de prensa - Tel: Octubre 91 657 69 00 2016 Junio 2015 LIBROMARES Librerías - Tel: 91 354 16 71 C E M S.L. P R OFuenlabrada, Tel. 91 447Madrid 27 00 I M P R I M E Anzos, Tel.€ 91 00 E SPA ÑA Un año: 36,06 €; dos CEMPRO años: 60,10 (4%447 IVA 27 incl.) Junio 2015

ESPAÑAR EUn €;PAdosUn años: (4% IVA incl.) S T año: O D E36,06 EURO año:60,10 50 €;€dos años: 90 € RD OO PAUn Un año:80 50€; €;dos dos años:27 9000€ € R ERSETSOT O D EDLEMEUUN año: 140 CEMPRO Tel. 91años: 447 R E S T O D E L M U N D O Un año: 80 €; dos años: 140 € ESPAÑA Un año: 36,06 €; dos años: 60,10 € (4% IVA incl.)

© Nueva Revista  ISSN: 1130-0426 Un año: 50 €; dos años: 90 € © Nueva Revistalegal: ISSN: 1130-0426 Depósito M-1537-1990 Un año: 80 €; dos años: 140 € Depósito legal: M-1537-1990

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