Nueva revista 162

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Nueva Revista DE POLÍTICA, CULTUR A Y ARTE

Nº 162  -  10 €

SOCIEDAD Y SOCIEDADES

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Movimientos sociales El mapa de la pobreza América Latina África


SOCIEDAD Y SOCIEDADES. Coordinador: Manuel Herrera 4 11 21 31 44 55

Una sociedad en transición  IGNACIO URQUIZU Sociedad de la información y nuevas tecnologías  CRISTÓBAL TORRES ALBERO Pobreza y desigualdad social en el mundo  MANUEL DE LA ROCHA VÁZQUEZ Gobernanza de la globalización  FEDERICO STEINBERG Europa bajo la amenaza islámica  ALEJANDRO PORTES La «última milla» en África  AINHOA MARÍN EGOSCOZÁBAL

PANORAMA DE ACTUALIDAD 68 75 86

¿A qué encuestas hacer caso?  NARCISO MICHAVILA Encuestas, ¿cifras o tendencias?  MANUEL MOSTAZA BARRIOS Corea del Norte en la era Trump  BELÉN LARA FERNÁNDEZ

CULTURA 98 107 113 119

FILOSOFÍA. El momento sublime y la sensación del yo  SANTIAGO GONZÁLEZ-VARAS UNIR/TEATRO El rufián dichoso, hoy  JOSÉ PADILLA Quien vive bien, muere bien; quien mal vive, muere mal  RODRIGO ARRIBAS El rufián dichoso de MIGUEL DE CERVANTES. Libreto en versión de José Padilla

Nº 162

Sumario

ENSAYO 171 Ante los desafíos del posthumanismo y transhumanismo  JUAN ARANA

RELIGIÓN 200 Lutero  VICENTE C. BALAGUER

LIBROS 210 Andrés Ortega Klein, La imparable marcha de los robots  (SALVADOR OTAMENDI FUDIO) 215 Andrea Wulf, La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt  (RAFAEL RODRÍGUEZ TAPIA) 219 Leonardo Romero Tobar, Goya en las literaturas  (ENRIQUE SERRANO ASENJO) 223 Reiner Stach, Kafka. Los primeros años. Los años de las decisiones. Los años del conocimiento  (JOSEMARÍA CARABANTE) 229 José Jiménez Lozano, Se llamaba Carolina  (RAFAEL GÓMEZ LÓPEZ-EGEA) 233 Philip Glass, Palabras sin música  (FELIPE SANTOS) 237 Elio Antonio de Nebrija, El arte de hablar en público. Traducción del latín, edición y notas de Miguel Ángel Garrido Gallardo  (ANTONIO BARNÉS VÁZQUEZ) 242 José Antonio Ibáñez-Martín, Horizontes para los educadores. Las profesiones educativas y la promoción de la plenitud humana  (JOSÉ LUIS GARCÍA GARRIDO) 247 John Henry Newman, Perder y ganar. Historia de una conversión  (JOSÉ MANUEL MORA FANDOS)


NR 162 2017


SOCIEDAD Y SOCIEDADES

Un fenómeno que no puede pasar inadvertido a ningún observador son los profundos cambios que ha experimentado la sociedad que nos rodea. Una sociedad que se ha hecho más densa, compleja e influyente. Al fin y al cabo, global. Las grandes cuestiones que deberemos afrontar en el siglo xxi (como la quiebra del equilibrio ecológico de la Tierra, las migraciones humanas a gran escala, el envejecimiento de las sociedades industriales avanzadas, la transformación del concepto de Estado-nación, el movimiento masivo de capitales o las nuevas formas de las «guerras de religiones») no pudieron ser ni sospechadas por los sociólogos clásicos. Puede darnos la sensación de que presenciamos el final de la historia de la sabiduría, como pudo pasarle a los europeos del Año Mil, porque no se nos ocurre fácilmente por dónde sigue su curso. Porque asistimos a metamorfosis tan profundas, que nuestro presente adopta la incierta expresión de un porvenir. Porque nos ha tocado vivir el punto en el que se bifurcan y oscurecen los caminos de la sociedad prevista y de la sociedad real. Porque experimentamos una honda destemplanza cuando nos sentimos desfasados e incapaces de imaginar la idea siguiente, ineptos para formular algo más en Sociología. Sin embargo, ese desasosiego será solo momentáneo. La sociedad continúa, y el problema es, y será, si disponemos de los instrumentos teóricos adecuados para afrontar tal continuación. Algunos sociólogos clásicos lo solventaban todo (explicaban el pasado, justificaban el presente y prevenían el futuro). La relación entre conocimiento y previsión social ha constituido uno de los temas clásicos de las Ciencias Sociales. Tanto Comte como Saint-Simon tenían en mente adelantarse al tiempo para dar una visión del futuro que se avecinaba y «planificar» el progreso, que consideraban necesario, unilateral e irreversible. Estas

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sociedad y sociedades

ideas también estaban presentes en Marx y Spencer. Para el primero no se trataba de una elección voluntarista y de opciones teóricas. El progreso era la culminación del movimiento dialéctico ineludible. Para el segundo, el progreso estaba garantizado por la no intervención del Estado en la evolución de la sociedad, pues se necesitaba la máxima espontaneidad. Todo eso lo hemos perdido, se ha deshecho. Más grave, hemos comprobado que no siempre acertaban. Las teorías fueron como un par de gafas o como unos anteojos que hacían ver el mundo tal y como resultaba filtrado por sus cristales. Lo que ahora sucede es que, liberados de tales lentes, cuando la tozuda realidad ha desbordado los estrechos cauces de las previsiones teóricas, somos todavía incapaces de reconocer el paisaje. Mantenemos las mismas nociones, las mismas discusiones y el mismo lenguaje que utilizábamos cuando mirábamos a la sociedad desde los postulados de los clásicos, pero el cuadro ya no es el mismo. No es que las Ciencias Sociales hayan acabado, sino que ha variado radicalmente su rumbo, que se ha ido por donde nadie esperaba. Principalmente, es que han cambiado las preguntas y, por eso, suenan anacrónicas y oxidadas las respuestas. Si queremos elaborar unas Ciencias Sociales que sirvan al tiempo en que vivimos, necesariamente tendremos que contemplar ese tiempo, utilizar su lenguaje y atender sus preocupaciones. Los antiguos griegos formularon una teoría de la democracia para la ciudad; los filósofos europeos ampliaron el ideal democrático al tamaño de la nación; ahora nos corresponde a nosotros adentrarnos en los retos que supone la sociedad global del siglo xxi. En este bloque de Sociedad y Sociedades, una serie de científicos sociales de varias generaciones contemplan una realidad que ha resultado ser como es y no como los principios teóricos decían que debía ser.

Manuel Herrera

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UNA SOCIEDAD EN TRANSICIÓN Ignacio Urquizu

Las ciencias sociales aportan importantes análisis sobre la realidad contemporánea. Teniendo en cuenta los cambios tecnológicos y culturales, podemos afirmar que hoy nos encontramos en una sociedad en transición. En este sentido, a juicio de Urquizu, se perciben indicios suficientes que permiten afirmar que en un futuro próximo aparecerán nuevas fracturas sociales y que la sociedad del futuro será distinta de la que hoy conocemos.

En

las ciencias sociales es muy habitual leer profecías sobre lo que está por venir o crear conceptos en los que resumir fenómenos sociales mucho más complejos. Son dos formas distintas de adquirir una cierta notoriedad en la disciplina, especialmente cuando la profecía se cumple o el concepto se generaliza al ser utilizado por los creadores de opinión. Existen bastantes ejemplos de académicos que acaban siendo vistos como «gurús» al tener alguna de estas dos habilidades. Un ejemplo paradigmático lo constituye Anthony Giddens y su famosa idea de la «tercera vía». Atrás quedaban algunos de sus trabajos más rigurosos sobre la estructura social en las sociedades modernas, 4

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una sociedad en transición

puesto que si por algo se le recordará es por un concepto que englo­baba una nueva visión de la socialdemocracia. De hecho, esa vida académica anterior de Anthony Giddens, que se caracterizó por una perspectiva más analítica, plagada de datos y reflexiones teóricas que generan más dudas que certezas, no tuvo tanta fortuna entre el gran público. Seguramente, por estas razones, algunos científicos sociales invierten mucho más tiempo en adivinar el futuro o en hacer de la investigación social una fábrica de generar nuevos conceptos, que en dedicar todos sus esfuerzos al análisis y la explicación causal. En los últimos tiempos, entregados a esta forma de concebir las ciencias sociales, algunos académicos y opinadores están realizando un enorme esfuerzo por anticipar ya una nueva sociedad. De nuevo, se unen los elementos que le llevan a uno a la notoriedad: se visualiza lo que está por venir y se acuña un nuevo concepto. Ahora el vocablo de moda es millennials. Contiene rasgos un tanto clásicos: una nueva generación y un cambio tecnológico. Por eso, los adeptos a la teoría de los millennials hablan de una nueva sociedad que está formada por aquellos que nacieron a partir de 1980 y que han sido socializados en el ámbito digital. La idea fuerza es que esta nueva generación transformará elementos fundamentales como las relaciones sociales, la estructura social, el proceso productivo o la democracia. Algunos llegan tan lejos en su profecía que parece que todo volviese empezar, como si la sociedad se reiniciara. Pero lo cierto es que, como veremos en las siguientes líneas, ni todo es tan nuevo, ni el cambio es tan drástico, ni las generalizaciones son siempre una buena respuesta. nueva revista · 162

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ignacio urquizu

En primer lugar, muchas explicaciones generacionales, como la de los millennials, pueden acabar pecando de un cierto adanismo cuando, en realidad, casi todas las preguntas son más bien antiguas y lo que cambian son las respuestas. Por ello, es dudoso que una sociedad pueda empezar de cero. Toda generación es en cierta forma heredera de la anterior, aunque solo sea por los procesos de socialización. Así, aunque los contextos en los que se conforman la cultura y los valores de las personas pueden cambiar, ello no implica que se produzca una ruptura total con lo anterior. Un ejemplo de lo que quiero decir lo encontramos en los sistemas autoritarios. Si hay un sistema político que realiza un esfuerzo enorme por cambiar los valores de las personas, este es la dictadura. El sistema educativo o los medios de comunicación de los regímenes autoritarios tratan de generar adeptos a la «causa». A los dictadores les gusta tener seguidores que simpaticen con los valores del movimiento. Saben que aunque no se celebren elecciones libres y competidas, es necesaria la existencia de un porcentaje de incondicionales que den cierto apoyo social al régimen. No obstante, cuando el sistema autoritario cae y la sociedad puede expresarse libremente, descubrimos que muchos de los valores anteriores a la dictadura siguen perviviendo en la sociedad. Si no fuera así, no entenderíamos por qué tras cuarenta años de dictadura franquista, en 1977, más del 56% de los españoles apoyaron a partidos políticos completamente contrarios al régimen. Dicho en otras palabras, incluso en contextos en los cuales se persiguen cambiar la cultura y los valores de una sociedad, el cambio social no acaba de romper con lo anterior y la sociedad no tiene un kilómetro cero. 6

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una sociedad en transición

Desde el punto de vista analítico existe una explicación adicional que ayuda a entender por qué las sociedades nunca parten de cero y siempre son herederas de lo anterior. Entre los científicos sociales ha hecho fortuna el término path dependence. La idea principal es que el conjunto de elecciones que tenemos en el presente depende de las decisiones que se tomaron en el pasado. De ahí aquello de que la historia importa para explicar el presente. Esto no significa que caigamos en el determinismo histórico y que el cambio no sea posible. Pero entre empezar de cero y que todo sigue igual como hace décadas, hay posiciones intermedias que explican los cambios sociales. Quizás por ello siempre estamos en transición y las transformaciones solo se visualizan de forma nítida cuando comparamos dos momentos muy alejados en el tiempo. En segundo lugar, la fragmentación de la sociedad va más allá de lo digital y de lo generacional. Cuando uno bucea con algo más de profundidad en los cambios sociales que se han producido en los últimos años, descubre que las sociedades se han roto en mil pedazos. Hay ganadores y perdedores de la globalización, donde el nivel educativo de las personas juega un papel fundamental a la hora de encajarse en alguna de estas dos categorías. La visión crítica de la Unión Europa ha aumentado de forma descomunal, especialmente en el sur del continente, creando una ciudadanía que rechaza la actual Europa. La crisis económica ha generado no solo perdedores económicos, sino también una nueva forma de establecer las relaciones económicas, donde la colaboración o el cooperativismo han cobrado mucha fuerza. La inmigración también va a dividir a nuestras sociedades, generando visiones enfrentadas. Por un nueva revista · 162

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ignacio urquizu

lado, tenemos a una ciudadanía horrorizada por la fosa común en la que se han convertido algunas fronteras, como el Mediterráneo, generándose una gran empatía con el sufrimiento de los inmigrantes. Por otro lado, tenemos a un porcentaje de ciudadanos que ven a los inmigrantes como competidores por los puestos de trabajo o por los servicios del estado del bienestar. Por no hablar de la división: rural y urbano. En un mundo en el que se tiende a una mayor concentración en las grandes ciudades, es muy probable que muchos territorios estén cada vez más despoblados, produciéndose una de las desigualdades más invisibles: la territorial. Cada una de estas brechas son profundas y van a marcar la agenda de los próximos años. Estas múltiples divisiones significan que los millennials solo es un grupo social más dentro de los distintos fragmentos en los que han quedado rotas nuestras sociedades. No ser capaces de ver todas estas fracturas no solo nos hace perder riqueza analítica, sino que además puede tener consecuencias políticas. Así, por ejemplo, la construcción de coaliciones electorales va a ser cada vez mucho más difícil. De hecho, uno de los elementos que estamos observando en numerosas democracias es la mutación de sus sistemas de partidos en dos direcciones: una mayor fragmentación partidista y el surgimiento de nuevas formaciones políticas. Tanto a conservadores como a socialdemócratas les está afectando esta nueva realidad social y una parte de su pérdida de apoyos electorales tiene que ver con una falta de conexión con muchas de estas brechas sociales enumeradas. No obstante, como se ha remarcado anteriormente, casi todo ha sucedido antes. Es decir, muchas de las fracturas 8

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una sociedad en transición

que se acaban de mencionar ya se desarrollaban en el famoso trabajo de Seymur Martin Lipset y Stein Rokkan de 1967, Party systems and voters alignement: Cross-national perspectives (Nueva York, The Free Press). La única novedad en estos momentos es la relevancia que han adquirido tras las múltiples crisis por las que vienen pasando nuestras sociedades desde el año 2007. Es decir, cuando parecían brechas del pasado, muchas de ellas han vuelto a surgir con gran fuerza. En tercer lugar, todo parece indicar que varias sociedades están conviviendo en estos momentos. Si atendemos a la brecha generacional, la sociedad del pasado que representan las personas más mayores sigue mostrando comportamientos y rasgos propios muy diferenciados de los más jóvenes de la sociedad. Ejemplos de estas diferencias las encontramos en el comportamiento electoral en España, donde los más jóvenes son claramente multipartidistas, mientras que los más mayores siguen apostando por el bipartidismo. O en el Reino Unido, donde los más jóvenes apoyaron continuar dentro de la Unión Europea y los más mayores se decantaron por el Brexit. Si atendemos a la brecha tecnológica, la división acuñada por Belén Barreiro en su reciente libro La sociedad que seremos. Digitales analógicos, acomodados y empobrecidos (2017, Barcelona, Planeta) también tiene una gran capacidad explicativa. Así, la fractura ahora se produciría en función al uso de las nuevas tecnologías, mostrando no solo comportamientos diferenciados respecto a la política, sino también en el consumo de productos o en la concepción de los mercados. En definitiva, lo que se ha pretendido defender brevemente en este texto es que la sociedad se encuentra en nueva revista · 162

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ignacio urquizu

transición. Se observan un conjunto de rasgos que muestran claramente un cambio social en profundidad y que están relacionados con el surgimiento o resurgimiento de nuevas fracturas sociales. Ello indica que en muy poco tiempo nuestras realidades sociales van a ser muy distintas a las de hace unos años, algo que es una obviedad. Además, para alcanzar tal conclusión no es exigible tener conocimientos sociológicos. Tampoco es un reinicio o un kilómetro cero de la sociedad. Es más bien un cambio donde la experiencia vital de las múltiples crisis y el cambio tecnológico han jugado un papel fundamental, tal y como explica Belén Barreiro en el libro citado. Las fracturas son múltiples y más numerosas de las que se vienen describiendo. Y estas brechas están generando que distintas sociedades estén conviviendo en estos momentos. Por todo ello considero que antes de comenzar a hablar de la sociedad de los millennials, deberíamos bucear con más detenimiento en la realidad. Es posible que esa nueva generación marque los rasgos elementales de la sociedad del futuro, pero esto es solo una hipótesis. Decía Albert Einstein que «Dios no juega a los dados con el universo». Sería deseable que no jugásemos a los dados con los análisis sociológicos tratando de poner el acento en ver quién tiene una mejor capacidad predictiva o en quién crea el concepto más ingenioso. Detengámonos más en los datos, en las casualidades y en los argumentos teóricos. Quizás nuestro conocimiento no tenga tanta notoriedad, pero seremos más sabios respecto a la realidad que nos rodea. 

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SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y NUEVAS TECNOLOGÍAS Cristóbal Torres Albero

En la década de los ochenta del siglo pasado emergen en los países industrializados más avanzados lo que se ha venido en llamar las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (de ahora en adelante, tic). Sobre este significativo fenómeno tecnológico arranca la configuración de una nueva estructura social y, en términos generales, un nuevo tipo de sociedad a la que se le denomina con la etiqueta de sociedad de la información. Con esta denominación quiere señalarse que el proceso de cambio no se reduce únicamente al ámbito económico o tecnológico sino que se expande en el conjunto de dimensiones sociales, culturales y políticas que conforman la sociedad como un todo. Así pues, la sociedad informacional o de la información constituye un nuevo modo de desarrollo y estructuración social basada en la nueva matriz tecnológica que constituyen las tic.

Como ha indicado el profesor Castells en su conocida trilogía La era de la información, cuando hablamos de las tic nos referimos al conjunto convergente de tecnologías desanueva revista · 162

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cristóbal torres albero

rrolladas en lo fundamental en el campo de la microelectrónica, la informática (hardware y software), las telecomunicaciones y su conjunto de desarrollos y aplicaciones. En torno a este núcleo de tecnologías se ha constituido una constelación de importantes descubrimientos en materiales avanzados, fuentes de energía, técnicas de fabricación (como la nanotecnología), tecnologías del transporte, etc. De este conjunto de innovaciones técnicas pueden deducirse todo un conjunto de rasgos que conforman el núcleo central de este paradigma tecnológico: En primer lugar, hay que resaltar que la información es su materia prima dado que son tecnologías para actuar sobre la información, no solo información para actuar sobre la tecnología, como era el caso en las revoluciones tecnológicas previas. También cabe reseñar la enorme capacidad de penetración de los efectos de las nuevas tecnologías en el conjunto de la sociedad. En tercer lugar, destaca la lógica de la interconexión de todo sistema o conjunto de relaciones que utilizan estas nuevas tecnologías de la información. De ahí se deduce la centralidad que las tic conceden a la morfología social en red, puesto que esta configuración social parece estar bien adaptada para una complejidad de interacción creciente y para pautas de desarrollo impredecibles que surgen del poder creativo de esa interacción. Además, el paradigma de las tic se basa en la flexibilidad. Esto significa que no solo los procesos técnicos son reversibles, sino que en el ámbito social pueden modificarse las organizaciones y las instituciones e incluso alterarse de forma fundamental mediante la reordenación de sus componentes. Y, finalmente, se aprecia una convergencia creciente de todas las tecnologías de la información y las comunicaciones en un sistema altamente integrado. 12

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sociedad de la información y nuevas tecnologías

Muchos analistas han estimado que los cambios sociales y las nuevas estructuras socioeconómicas responden miméticamente a las innovaciones técnicas. Y de ahí han extrapolado la reducción de la complejidad de lo social al cambio e innovación tecnológica, con lo que han acabado cayendo en la falacia del determinismo tecnológico. Pero si bien la tecnología incide de manera importante en la configuración de la nueva estructura social, económica y política que caracteriza a la sociedad informacional, no es menos cierto que la tecnología no es autónoma de las mismas condiciones sociales que la han generado. En efecto, si las tic han tenido el impacto social reseñado también ha sido como efecto de un doble proceso de base social: de un lado, a partir de que las economías de las sociedades occidentales avanzadas exigían, desde las crisis de los años setenta, una completa flexibilización de sus procesos productivos y la globalización de sus actividades. Y de otro, porque estas sociedades están presididas por valores de libertad y de cultura de masas que demandan el incremento de mayores cotas de comunicación abierta. Por tanto, no es de extrañar que ante este escenario económico, social y cultural, y dado el impresionante caudal de innovaciones técnicas generadas alrededor de la tríada que conforman la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones, el resultado haya sido una completa revolución en el conjunto de la sociedad que, en opinión de los más reputados analistas informacionales, supone un cambio de magnitud similar al que en su día desencadenó la Revolución Industrial. Como recuerda el propio profesor Castells, en este nuevo modo de desarrollo económico y social la fuente de la productividad y de la estructuración social estriba en la nueva revista · 162

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tecnología de la generación del conocimiento, el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos. Es cierto que todo proceso de producción siempre se ha basado sobre cierto grado de conocimiento y en el procesamiento de la información pero, sin embargo, lo que es específico del modo de desarrollo de la sociedad de la información es la acción del conocimiento sobre sí mismo como principal fuente de productividad y, con ello, de estructuración social. Así pues, ahora la misma información se convierte en el producto del proceso de producción. ¿Cuáles son los principales rasgos y dimensiones de esta profunda mutación social que han generado las tecnologías de la información y las comunicaciones? Uno de los rasgos más sobresalientes radica en el ritmo exponencial de expansión. Algo que, según Negroponte, tiene que ver con el hecho de que el factor multiplicador de la tecnología, esto es el número de veces que la tecnología en cuestión es capaz de mejorar la función o el objetivo que se le ha asignado, es del orden del millón, frente al factor multiplicador de, por ejemplo, la revolución industrial que fue tan solo de mil. Esta cualidad tiene su base en el cambio de la base material de esta revolución tecnológica, es decir, en el paso de los átomos a los bits, lo que permite una efectividad de incomparable magnitud en la posibilidad de almacenar y procesar la información. El resultado es que frente a las anteriores revoluciones económicas y sociales más lentas, la actual es muy dinámica. Pero el proceso no solo es rápido sino que también es universal, es decir, que afecta a todas las partes del mundo y que permite que estas estén conectadas de forma simultá14

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sociedad de la información y nuevas tecnologías

nea y permanente. Esta es la base de lo que se ha venido en llamar el fenómeno de la globalización. Esto significa, sobre todo, que a escala planetaria la sociedad, la política y la economía tienen la capacidad de funcionar como una unidad en tiempo real. De esta manera es a esta escala global y simultánea donde tiene lugar la producción económica, la distribución comercial, la geopolítica, las movilizaciones sociales, las amenazas criminales, y todo un largo etcétera de flujos de índole económico, social, político y cultural. Y, por este mismo, destacan sus repercusiones en los diversos ámbitos de la sociedad en general. Así, en el ámbito de la producción, además del ya referido impacto de la globalización de las actividades económicas para el cambio del modo de producción, cabe destacar también la flexibilización en la organización del trabajo, la aparición de mercados emergentes, de nuevos contenidos y perfiles ocupacionales, etc. Pero con independencia de estos rasgos de índole macro, han sido los artefactos tic más populares en la vida cotidiana los que han contribuido de manera muy significativa al desarrollo y consolidación de la sociedad de la información en las últimas cuatro décadas. Artefactos que pueden agruparse en dos olas diferenciadas según su irrupción en el tiempo. La primera es la tríada que forman el ordenador personal, Internet y la telefonía móvil, que aparecen en nuestra vida diaria a partir de la década de los ochenta. La segunda formada por los smartphones y las tablets, que no son sino híbridos convergentes de la anterior tríada, y que se han popularizado ya en la última década del actual siglo, ejemplifican las potencialidades combinatorias y convergentes que tienen las tic para los usuarios personales. nueva revista · 162

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El ordenador es un artefacto que permite la recombinación de la información, expresada en caracteres alfanuméricos, a una velocidad inconmensurable con la más limitada capacidad de procesamiento de la mente humana. Esa diferencia en el ritmo de los flujos de información y conocimiento permite transformar profundamente la estructura y contenidos de dichos flujos, en un proceso con una cierta afinidad a lo que para el pensamiento y la palabra supuso la aparición en su día de la escritura, y más tarde de la imprenta. Pero la condición necesaria para que el ordenador haya alcanzado su trascendental papel en las sociedades contemporáneas fue su conversión en un aparato de uso personal. Gracias a la miniaturización de sus componentes electrónicos y al desarrollo de programas de software asequibles para usuarios sin conocimientos técnicos se ha pasado, de los ya antiquísimos «cerebros electrónicos», o mainframes, ligados a la gestión administrativa y técnica, y propios de instituciones y grandes empresas, al ordenador para cualquier tarea y ciudadano con unos mínimos básicos de aprendizaje y pericia. El ordenador no solo es un artefacto técnico en sí mismo. Es también la base del segundo elemento de la referida tríada, en tanto que Internet no es sino la concreción de la idea de la conexión de los distintos ordenadores en una red compartida por la que se puede intercambiar información proveniente de cada uno de sus usuarios. En definitiva, la actual Internet es, sobre todo, una red de ordenadores personales (y ya sus equivalentes híbridos), o más exactamente una red generalizada de artefactos (adscritos a personas y organizaciones) que son capaces de generar, transmitir, recibir y procesar información. 16

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sociedad de la información y nuevas tecnologías

Aun cuando la aparición de Internet y de la World Wide Web ya suponía la idea de la interacción permanente y simultánea entre usuarios finales, también es cierto que el modelo mayoritario que se adoptó en los años noventa fue el de la página Web que funcionaba como una valla informativa. Fue a partir de mediados de la década pasada cuando la idea de interactividad real fue relanzada a través del desarrollo de aplicaciones que permitiesen compartir documentos (blogs, wikis), vídeos, fotos, música, etc., así como desarrollar vínculos sociales por sí mismos (redes sociales). Esta conjunción de un hardware digital convergente y móvil, un software social basado en la interacción social para compartir y generar información, comunicación y conocimiento, y una amplia base demográfica de usuarios individuales de Internet, constituyó la rampa de lanzamiento de las redes sociales digitales ciudadanas desde mediados de la década pasada. En este proceso ha jugado un importante papel la posibilidad técnica de su deslocalización, transformando su inicial y exclusivo anclaje a lugares fijos. Algo que ha sido posible gracias a las infraestructuras tecnológicas inalámbricas (3G y siguientes, Wifi, Wimax, etc.) que permiten, simultáneamente, la movilidad y la conectividad permanente. De hecho, existe un cierto consenso en que el rasgo fundamental de las redes sociales, acorde con los rasgos técnicos del paradigma de la tic y lo que el profesor Castells ha venido en denominar como Galaxia Internet, es el de conectividad permanente. De lo que se deriva la necesidad lógica de alcanzar técnicamente la posibilidad de la movilidad y la miniaturización de los dispositivos. nueva revista · 162

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Las redes sociales no son una novedad en nuestra sociedad. Han existido desde que se conformaron las primitivas sociedades, aun cuando tuvieran un carácter más secundario, dado que las estructuras burocráticas son mucho más eficientes para la coordinación de acciones y consecución de objetivos en contextos estables. Pero con la aparición de la sociedad de la información, y en su modalidad de redes sociales digitales, están adoptando un protagonismo muy decisivo por su flexibilidad y alta capacidad de adaptación y resolución de situaciones sociales propias de la referida sociedad en las que la incertidumbre, la complejidad, la innovación y el cambio son constantes. Frente a estas tesis informacionales se han señalado dos tipos de críticas: por un lado, que el evidente crecimiento exponencial de la información disponible, así como la drástica reducción de su coste, pone de manifiesto la diferencia cada vez mayor entre información y conocimiento, haciendo que este sea más valioso y aquella menos. De esta manera, a medida que la información vale menos y su acceso se democratiza, el valor del conocimiento crece. Por ello, consideran estos críticos que las sociedades contemporáneas avanzadas son, sobre todo, sociedades del conocimiento (o de ciencia) y no tanto de la información. De otro, se estima que no puede reducirse al campo de las tic el inmenso avance tecnocientífico moderno que se proyecta en la biotecnología, nuevos tipos de materiales, fuentes energéticas, etc. Con este segundo argumento coincido plenamente por cuanto, aparte de las tres ya indicadas, pueden aportarse otras potentes innovaciones en los campos de la robótica, las tecnologías agrarias y de la alimentación, el transporte, 18

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sociedad de la información y nuevas tecnologías

la farmacología o la propia nanotecnología, que está en la base de la revolución de las recientes tic pero también de muchos otros campos. No obstante, discrepo en el primero, en el sentido que constatar la universalidad y abaratamiento de la información no implica la pérdida de la centralidad de la misma, sino más bien todo lo contrario, en la medida que, fundamentalmente, ha sido el impacto de las tic en las últimas tres décadas lo que ha impulsado los principales cambios de toda índole registrados en las sociedades contemporáneas avanzadas. De esta manera, la idea de la sociedad del conocimiento más que invalidar las tesis de las sociedades de la información o informacionales lo que hace es complementarla. Así, el impacto de los más visibles efectos de las recientes tic se enmarca en la definitiva consolidación de la ciencia y la tecnología, ahora fusionada como tecnociencia, como principio rector de las sociedades avanzadas. Pero, a su vez, también supone que lo que ha materializado los principales cambios en las sociedades contemporáneas durante los últimos tres decenios han sido, precisamente, dichas tic. De esta manera, puede adoptarse la noción de «sociedad de la información y del conocimiento» que se caracterizaría por la centralidad de la tecnociencia que saltaría desde los márgenes al centro mismo de la vida social, para formar, junto con el Estado democrático, la economía de mercado y una concepción de ciudadanía plena de derechos sociales, las cuatro esquinas institucionales básicas de las sociedades de modernidad avanzada. El factor desencadenante principal, que no único, de esta nueva lógica societal sería pues la progresiva institucionalización de la ciencia y la técnica, prinueva revista · 162

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mero en universidades, después en laboratorios vinculados al Estado y las empresas y, finalmente, en organizaciones basadas en la permanente innovación. Decisivos en este proceso han sido, de un lado, la ya referida convergencia entre la ciencia y la tecnología (tecnociencia) en la segunda mitad del siglo xx. Y de otro, la fusión entre la tecnociencia y la dinámica empresarial, que ha dado lugar a la emergencia de lo que se han conformado como auténticas fábricas del conocimiento, es decir, una organización a medio camino entre el laboratorio y la empresa, que ha burocratizado y asalariado la innovación tecnocientífica, y ha terminado por generar la vanguardia de una nueva economía del conocimiento distinta de la economía industrial. Las consecuencias de este hecho central serían múltiples, puesto que la tecnociencia se ha configurado como una potentísima variable capaz de manipular una realidad de la que, al mismo tiempo, da cuenta. Con ello se ha producido una aceleración en el ritmo del cambio social inducido por ese flujo constante de innovaciones y desarrollos tecnocientíficos que afectan a todos los ámbitos de la vida. Así, este complejo que supone el indisoluble binomio de la tecnociencia se ha convertido, como indica el profesor Emilio Lamo de Espinosa, en la fuente principal de riqueza, el factor productivo primordial, la ocupación tendencialmente mayoritaria, la forma hegemónica de pensamiento y, con ello, aparece ya como uno de los problemas políticos centrales. Por todo ello, la tecnociencia requiere con urgencia de una cuidadosa atención por parte de los analistas de la realidad social.  20

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POBREZA Y DESIGUALDAD SOCIAL EN EL MUNDO Manuel de la Rocha Vázquez

La desigualdad económica se ha convertido en uno de los grandes problemas sociales de nuestro tiempo, especialmente en los países desarrollados. Los treinta años que van desde el fin de la segunda guerra mundial hasta principios de los setenta, los que Karl Polanyi llamó la «Gran Transformación», fueron los de más avance en la prosperidad general. Pero desde principios de los años ochenta, con el auge del neoliberalismo y la aceleración de la globalización, la desigualdad ha aumentado hasta cotas no vistas en décadas.

Las diferencias en la distribución de la renta y de la riqueza alcanzan niveles similares a los del periodo de entreguerras del siglo pasado. Las modificaciones de la estructura demográfica, el aumento de las desigualdades salariales, la mayor concentración de las rentas del capital y, sobre todo, la pérdida de capacidad redistributiva de los sistemas de prestaciones e impuestos, son algunos de los principales factores determinantes del cambio en el largo plazo en los nueva revista · 162

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manuel de la rocha vázquez

indicadores de desigualdad. Se vuelve a hablar de una segunda Gilded Age europea, una nueva época dorada en la que creación de riqueza y desigualdad van de la mano. En este contexto, España aparece como uno de los países de la ue con los niveles de desigualdad, medidos por el índice de Gini, más elevados, y en el que la desigualdad más rápido ha aumentado en la última década. Con la crisis, el aumento del desempleo, especialmente el de larga duración, y la devaluación salarial han dejado una enorme huella en las condiciones sociales de muchos ciudadanos, que se reflejan en el aumento de la desigualdad y la pobreza en nuestro país. Peor aún es que la información disponible, todavía escasa, correspondiente al nuevo cambio de ciclo económico desde 2013, permite apreciar un cambio de tendencia en los niveles de desigualdad. Es decir, la desigualdad se estaría volviendo estructural y no caería necesariamente con la recuperación del crecimiento económico. Siendo preocupante el enorme aumento de las diferencias de renta entre los hogares españoles, lo es aún más porque el grupo más afectado por la duración e intensidad de la recesión haya sido el de menores ingresos. Es decir, una de las constataciones más negativas del cambio distributivo desde 2007 ha sido el brusco aumento de la pobreza severa, quebrando la tendencia a la reducción de este problema de las últimas décadas. Así, entre 2008 y 2016 el número de familias españolas en riesgo de caer en la pobreza se incrementó en casi tres puntos, mientras la pobreza ya afecta a casi uno de cada tres niños. A finales de 2016 unas 666.000 familias no recibían ningún ingreso. Además, el aumento de la precarie22

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pobreza y desigualdad social en el mundo

dad laboral y los bajos salarios han dado lugar a un nuevo fenómeno en nuestro país, los trabajadores pobres, que ya constituyen casi el 15% del total. Si los datos sociales no son aún peores en vista de la gravísima crisis económica ha sido gracias a las redes familiares y la solidaridad de la sociedad civil que han actuado como colchón. ¿Por qué es tan importante la reducción de las desigualdades? Evidentemente, desigualdades de renta y riqueza muy elevadas muestran situaciones de injusticia social, éticamente rechazables. Pero más allá de las cuestiones morales, la desigualdad tiene un impacto en el crecimiento y dinamismo económico. Durante años, la visión dominante asumía una correlación positiva entre desigualdad y crecimiento, ya fuera por lógicas de acumulación de capital o como incentivo. Sin embargo, en las dos últimas décadas esa correlación ha sido ampliamente refutada (Banerjee y Duflo, 2003) y se han ido acumulando estudios que indican lo contrario: que la elevada desigualdad de ingresos afecta negativamente a la igualdad de oportunidades, y es ineficiente desde el punto de vista de la inversión en capital humano y crecimiento económico (Stiglitz, 2013). Y si el argumento de la eficiencia económica no fuera suficiente, hay que añadir los efectos dañinos de la desigualdad para la cohesión social y la legitimidad democrática, que deviene en factor causal de la inseguridad y la violencia (Kabeer, 2010; Kwasi, 2011; Berg y Ostry, 2011; Wilkinson y Pickett, 2012). A lo anterior hay que añadir los efectos dañinos de la desi­ gualdad para la cohesión social y la legitimidad democrática. Como señala Antón Costas, el aumento de la desigualdad es nueva revista · 162

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como un disolvente que poco a poco va terminando con los valores sobre los que se asientan las sociedades. En definitiva, tal y como ha puesto de manifiesto Thomas Piketty en su aclamado libro El capital en el siglo xxi, cuando la riqueza se concentra en una pequeña minoría, como sucede por ejemplo en nuestro país, se pone en serio riesgo valores como la meritocracia, la libre competencia, la justicia o la cohesión social sobre los que se asienta la democracia. Por todas las razones expuestas, reducir las desigualdades debería ser una, si no la principal, preocupación de los gobiernos occidentales. Y sin embargo, estamos muy lejos de esa situación y demasiados gobiernos europeos, entre ellos el español, parecen más preocupados en equilibrar las cuentas públicas y desregular el mercado laboral, que en fortalecer el estado del bienestar, mejorar la calidad de los servicios públicos o reducir el empleo precario, que son las palancas para reducir la desigualdad social. EVOLUCIÓN DE LA DESIGUALDAD Y POBREZA EN EL MUNDO

Pese a lo expuesto en la sección anterior, no todo son malas noticias en la evolución de la desigualdad pobreza, pues si miramos fuera de nuestro universo eurocéntrico descubriremos que en los últimos treinta años el porcentaje de personas en el mundo que viven en pobreza extrema se ha reducido en más de la mitad. No solo eso, el planeta tiene hoy al alcance y por primera vez en su historia la eliminación de la pobreza extrema, definida como un nivel de ingresos inferior a 1,9 dólares diarios. Es lo que el periodista del The New York Times Nicholas Kristof calificó en 2016 como «La mejor 24

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noticia desconocida del año». El objetivo es erradicarla en 2030, la meta fijada por Naciones Unidas como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ods), que sustituyeron a los Objetivos de Desarrollo del Milenio y han sido suscritos por prácticamente todos los gobiernos del mundo. ¿Es factible lograr el objetivo en la fecha señalada?, ¿de qué depende? El último Informe sobre Pobreza y Prosperidad Compartida, publicado en octubre de 2016 por el Banco Mundial, muestra que el número de personas en el mundo viviendo en extrema pobreza ha disminuido en 1.100 millones en las últimas dos décadas y media, periodo en el que la población mundial creció casi 2.000 millones (ver gráfico). Esta disminución se ha producido en todas las regiones en desarrollo con excepción de África subsahariana, donde a pesar de la reducción del porcenta-

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je de pobres extremos, el número absoluto ha subido debido al fuerte crecimiento poblacional y se ha estancado en el último lustro. A nivel global, los números dejan poco espacio para la duda: la pobreza extrema ha descendido dramáticamente y de forma efectiva de los 1.900 millones de 1990 a menos de 800 en 2013, una reducción de casi cincuenta millones de pobres menos por año, equivalente a la población de Colombia o Corea del Sur. Además, la reducción de la pobreza se mantuvo incluso en medio de enormes crisis internacionales, entre ellas la llamada Gran Recesión que comenzó en 2007. La única excepción fue la crisis asiática de finales de los noventa, que provocó un aumento de la pobreza por un corto periodo de tiempo, tanto en términos relativos como en números absolutos. A la vista de lo anterior, las perspectivas parecen muy positivas y, sin embargo, conviene ser cautelosos respecto al futuro. En efecto, si se mantuviera la pauta actual la pobreza extrema se eliminaría en el mundo antes del objetivo fijado de 2030. Pero se trata de un ritmo que es difícilmente sostenible, pues está muy condicionado por las tasas de crecimiento extraordinarias experimentadas por China y otras grandes economías emergentes, que en unos años prácticamente habrán eliminado su pobreza extrema. De hecho, es muy posible que ya no queden pobres extremos en China gracias al trepidante progreso de las últimas décadas, mientras que en el caso de Indonesia las últimas cifras resultan en unos 25 millones de pobres, por lo que las reducciones futuras tendrán que venir de otros países. Por otro lado, la India, todavía alberga unos 215 millones 26

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de pobres extremos y su capacidad para reducir esa cifra será fundamental para llegar al 2030. En este contexto, el gran desafío para lograr el objetivo en 2030 radica en los países más frágiles y en la reducción de la desigualdad. Los primeros se caracterizan por conflictos bélicos recurrentes, mala gobernabilidad, economías poco diversificadas, corrupción sistémica y gran vulnerabilidad al cambio climático. Son los países que Paul Collier llamó el Bottom Billion, los que albergan a los mil millones más pobres. Las estimaciones del Banco Mundial muestran que no es realista pensar que el crecimiento económico por sí mismo podrá acabar con la pobreza extrema. Y es que la economía internacional continúa mostrando síntomas de raquitismo económico y los países más pobres se enfrentan a circunstancias muy difíciles, incluso después de demostrar una considerable resiliencia durante la crisis global de 2008-2009. Desde 2014, con el fin del ciclo de los altos precios de las materias primas, el crecimiento económico se ha ralentizado en todas las regiones en desarrollo y hay pocos motivos para esperar que esto cambie a corto plazo. Por tanto, la clave para lograr el objetivo de eliminar la pobreza en 2030 reside en una mejor distribución de los beneficios del crecimiento en los países donde esta subsista, es decir, en la puesta en marcha de políticas efectivas de desarrollo inclusivo. De hecho, los últimos cálculos indican que solo se puede llegar al objetivo de eliminación de la pobreza extrema mundial en 2030 a condición de que la desigualdad disminuya de forma importante en aquellos países que albergan un gran número de pobres. Contrariamente a lo que munueva revista · 162

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chos piensan, las dos últimas décadas han sido testigos de importantes reducciones de la desigualdad en países no industrializados. Mientras en los países industrializados la desigualdad ha tendido a subir, en los países en vías de desarrollo las medidas estándares de desigualdad muestran en general cambios progresivos de la distribución de ingresos (aunque esto puede ser compatible con una creciente polarización del ingreso en favor de las élites económicas). Los últimos datos alrededor del periodo 2008-2013 señalan que en el 60% de los países para los que hay datos, y que representan más del 80% de la población mundial, el ingreso del 40% más pobre de la población creció por encima de la media. La buena noticia es que hoy sabemos con bastante certeza lo que funciona y lo que no en este campo. Los avances en el conocimiento y la evidencia empírica sobre cómo reducir la pobreza extrema en el mundo han sido enormes. Así, más allá del tan discutido papel que la globalización ha jugado en esta evolución, positiva en promedio pero con importantes impactos negativos en ciertos grupos que resultan perdedores netos, la disminución de la pobreza global se ha apoyado en buena medida en el desarrollo y elaboración, desde principios de los noventa, de encuestas de hogares. Estas han permitido un estrecho monitoreo y la aplicación de políticas bien enfocadas y dirigidas, al proveer información muy valiosa de la situación de bienestar material de las personas más allá de indicadores nacionales como el crecimiento del pib. Las causas de la reducción de la pobreza no son exactamente las mismas en cada región, pero sí que existe 28

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un amplio consenso en torno a tres políticas básicas que deben sustentar cualquier estrategia para lograr un crecimiento económico inclusivo: —  Inversión masiva en capital humano y en infraestructura de los países, con especial énfasis en los grupos más desfavorecidos, para que tanto las personas como las economías sean más competitivas y diversificadas. —  Puesta en marcha de políticas efectivas de protección social de las poblaciones vulnerables, que impidan reversiones de los avances logrados. Se trata de establecer redes de protección y aseguramiento frente a todo tipo de riesgos, como la enfermedad, el desempleo, desastres naturales o sequías. En Europa, este tipo de políticas está asociado a los estados del bienestar, mientras en otros países se han seguido estrategias mixtas con mayor participación del sector privado. —  Mayor progresividad de la tributación para ampliar el impacto redistributivo y financiar las dos políticas anteriores. Es decir, diferentes países han avanzado en la prosperidad inclusiva por caminos diversos, con diferentes grados de liberalización económica, apertura comercial o presencia del Estado en la economía. Pero en todos los casos considerados exitosos de reducción sustancial de la pobreza, las tres políticas mencionadas arriba han jugado un papel central, y que se ha venido a llamar como «crecer, invertir y proteger». Por último, merece la pena destacar que lograr la eliminación de la pobreza extrema no es ni de lejos tan caro nueva revista · 162

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como algunos pensarán. El coste real es probablemente imposible de estimar con precisión, pero un simple cálculo de los ingresos totales necesarios para cerrar la brecha de la pobreza extrema hasta proveer el umbral mínimo de 1,90 diarios para todo el mundo, resulta en una cifra sorprendentemente baja: el 0,15% del pib mundial o unos 150.000 millones de dólares al año. Se trata de una estimación bruta, que no tiene en cuenta los costes administrativos, ni las necesarias voluntades políticas, ni el desafío de mantener a millones de personas fuera de la pobreza en el futuro. Pero es una cifra que desmiente el gran mito de que terminar con la pobreza es una quimera imposible e inasumible de financiar por su altísimo coste. Es más, esa cantidad representa aproximadamente la mitad de los ingresos tributarios que se estima que se evaden cada año en paraísos fiscales, o menos de la mitad del dinero perdido anualmente en juegos de azar en solo diez países de todo el mundo. En definitiva, acabar con la pobreza extrema es tan solo uno de los 17 ods establecidos para avanzar hacia un desarrollo global sostenible y ni siquiera implica erradicar la pobreza, pero sin duda se trataría de un importantísimo hito para la humanidad, que está a nuestro alcance. Quedan tan solo trece años para esa fecha. Sabemos cuáles son los desafíos que tenemos por delante y dónde, así como las políticas que se necesitan para lograrlo. Ojalá que la comunidad internacional esté a la altura del reto y nuestro país juegue el papel que le corresponde por su peso. 

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GOBERNANZA DE LA GLOBALIZACIÓN Federico Steinberg

Este artículo analiza las líneas maestras de lo que parece que será la política comercial de la Administración Trump y especula sobre su posible impacto sobre el comercio internacional y la gobernanza de la globalización.

ANÁLISIS DE HECHOS

Nueva Revista me ha pedido que vuelva sobre las cuestiones que traté el pasado mes de marzo en relación a la política comercial de Trump1. Como ya han pasado algunos meses desde la elección del controvertido presidente norteamericano, ya va quedando más claro a qué podemos atenernos. Lo primero que debemos subrayar es que el Trump presidente será muy parecido al Trump candidato. Como parte de su campaña se basó en defender el nacionalismo económico y el proteccionismo comercial, es muy probable que el sistema global de comercio tal y como lo conocemos cambie durante su mandato. Sin embargo, es poco probable que el mundo entre en una espiral proteccionista que genere caos económico y desglobalización. nueva revista · 162

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El eslogan que llevó a Trump a la Casa Blanca, Make America Great Again, tenía un importante componente comercial. En su discurso de toma de posesión del pasado 20 de enero, el presidente afirmó que: From this day forward, it’s going to be only America first, America first. Every decision on trade, on taxes, on immigration, on foreign affairs will be made to benefit American workers and American families. We must protect our borders from the ravages of other countries making our product, stealing our companies and destroying our jobs. Protection will lead to great prosperity and strength.

Es difícil dilucidar si esta retórica neomercantilista se va a traducir en un creciente aislacionismo económico estadounidense que recuerde a la doctrina Monroe («América para los americanos») o si, por el contrario, veremos un eeuu agresivo y beligerante que utilice su poderío económico y militar para intentar abusar de sus socios comerciales. En cualquier caso, si eeuu, que ha sido el principal garante del orden comercial liberal multilateral que ha estado en vigor desde que en 1947 se estableciera el gatt, opta por dar la espalda al sistema, es poco probable que el mismo pueda continuar funcionando como hasta ahora. Tanto la Unión Europea como China y otras potencias emergentes están interesadas en preservar el régimen de comercio internacional basado en reglas multilaterales que opera bajo el paraguas de la Organización Mundial del Comercio (omc). Sin embargo, nada garantiza que este pueda sostenerse tal y como lo conocemos sin el apoyo de 32

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eeuu, sobre todo si se tiene en cuenta que a lo largo de las últimas décadas el sistema comercial global ha estado sustentado implícitamente por el paraguas de seguridad que eeuu desplegaba tanto en el Atlántico Norte a través de la otan como en Asia mediante el apoyo a Japón y Corea del Sur, paraguas que también se está cuestionando. Por lo tanto, aunque es imposible predecir qué aspecto tendrá el sistema comercial global dentro de unos años, no es aventurado anticipar que, tras la elección de Trump, sufrirá cambios. En las próximas páginas se analizan los cambios que ha experimentado el sistema comercial internacional antes de la llegada de Trump, se esbozan las líneas maestras de lo que parece que será la política comercial de la nueva Administración y se especula sobre su posible impacto tanto sobre los intercambios económicos internacionales como sobre la gobernanza de la globalización. UN SISTEMA COMERCIAL GLOBAL EN CAMBIO

Más allá de que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca suponga un terremoto para el sistema comercial mundial, lo cierto es que ya se estaban produciendo transformaciones importantes tanto en la geografía como en la gobernanza del comercio y las inversiones internacionales. En primer lugar, como explica Richard Baldwin en su nuevo libro The Great Convergence, la naturaleza del comercio internacional ha sufrido una transformación radical en las últimas décadas. La globalización y el cambio tecnológico han creado nuevas cadenas de suministro, que permiten a las empresas multinacionales ubicar distintas partes del nueva revista · 162

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proceso productivo en distintos países para aprovechar las ventajas de costes, lo que supone que los bienes y servicios ya no se producen en un solo país. Así, el comercio internacional tiene hoy poco que ver con el que existía hace medio siglo, cuando más del 70% de los bienes manufacturados se producían en los países avanzados y su proceso productivo era relativamente sencillo, al no incluir inputs intermedios de otros países ni procesos de deslocalización. Hoy, aunque sigue habiendo comercio tradicional, sobre todo en sectores como las materias primas o el textil, han aparecido cadenas de producción globales —especialmente en manufacturas industriales relativamente sofisticadas y cada vez más en servicios— que dominan cada vez más los patrones de intercambio internacionales y en las que muchas economías emergentes se han insertado con gran éxito. En segundo lugar, y en parte como consecuencia de la creciente importancia de las cadenas globales de suministro, que hacen que se desnacionalice la ventaja comparativa y se pase del comercio de bienes y servicios al comercio de tareas o inputs necesarios para la producción de bienes y servicios, la omc ha quedado relegada a un segundo plano. Esto se debe a que, para incorporarse a las cadenas de suministro globales, los países emergentes, además de bajar sus propios aranceles, tienen que abrirse a las inversiones y ofrecer a las empresas de los países avanzados seguridad jurídica, un marco sólido de protección de inversiones y reglas claras y predecibles sobre su política económica; es decir, políticas que no casan bien con sus compromisos en la omc (que cubren de forma muy débil estos ámbitos por centrarse sobre todo en el 34

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acceso al mercado mediante la reducción de los aranceles). Esto implica que la regulación del desarrollo de las cadenas de suministro globales se haya estado haciendo de espaldas a la omc, básicamente a través de acuerdos comerciales regionales y bilaterales de tipo preferencial, así como mediante acuerdos de protección de inversiones. Como resultado, la Ronda de Doha de la omc, que se inició en 2001 y cuya agenda de liberalización agrícola y manufacturera pertenece más al siglo xx que al siglo xxi, ha quedado olvidada. Pero como el interés por aumentar los intercambios no se detiene, han surgido con fuerza nuevos acuerdos preferenciales de amplio espectro, que se suelen llamar megarregionales y se centran en su mayoría en estos nuevos aspectos regulatorios (y en menor medida en el tema arancelario), como el Acuerdo Transpacífico (tpp), que eeuu no ratificará a pesar de haberlo liderado bajo la Administración Obama, los ya aprobados entre eeuu y Corea, la ue y Corea y la ue y Canadá (ceta), o los grandes acuerdos en proceso de negociación, como el ttip entre la ue y eeuu, el ue-Japón, el ue-India o el ue-Mercosur, entre otros, con los que la ue intenta dinamizar sus exportaciones y contrarrestar el auge de eeuu y China como grandes potencias comerciales en el Pacífico. Es evidente que estos nuevos acuerdos no eliminan la importancia de la omc como garante principal del sistema de reglas multilateral, pero sí habían dejado a la institución en un espacio de creciente irrelevancia como foro de los debates más actuales sobre liberalización y regulación del comercio y las inversiones internacionales. Como veremos, la llegada de Trump resucitará el interés de la comunidad nueva revista · 162

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internacional por recuperar la centralidad de la omc, ya que la nueva administración estadounidense, más allá de no querer avanzar en una mayor liberalización comercial, está yendo un paso más allá y socavando los cimientos del sistema multilateral de comercio. En tercer lugar, en los últimos años, el comercio internacional ha mostrado claros síntomas de desaceleración. Tras décadas creciendo por encima de la producción salvo en momentos puntuales de recesión como 1981 o 2009, su dinamismo se ha frenado. Las causas son múltiples, e incluyen la caída de la inversión, que reduce la demanda efectiva y con ella el comercio; el cambio del modelo productivo chino, menos orientado hacia las exportaciones que en el pasado; cierta saturación en las cadenas de suministro globales, que no crecerán al mismo ritmo que en las últimas décadas; y la posibilidad de que estemos midiendo mal los intercambios internacionales debido a la desmaterialización de la economía o la dificultad para capturar las nuevas formas de consumo vinculadas a las nuevas tecnologías con nuestros obsoletos métodos de medición. Esta desaceleración del comercio no es en sí misma una mala noticia. De hecho, aunque para los defensores de acuerdos como el ttip o el tpp es necesario seguir expandiendo el libre comercio para generar más crecimiento, autores como Dani Rodrik sostienen que una mayor liberalización generaría ganancias relativamente reducidas y tendría un impacto negativo sobre la cohesión social de muchos países avanzados, que sería peligroso para sostener la legitimidad de la globalización. En todo caso, de lo que se trata es de evitar que este frenazo en las tasas de crecimiento 36

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del comercio sea la antesala de una nueva desglobalización alimentada por el neoproteccionismo. Por último, y en relación con el punto anterior, en los últimos años se ha producido un creciente rechazo al libre comercio en los países avanzados. De hecho, el voto a favor del Brexit en el Reino Unido, la victoria de Trump o el auge de los partidos antiestablishment en Europa, refleja con claridad ese sentimiento de rechazo a la apertura al comercio, la inversión y la inmigración de amplias capas de la ciudadanía, que buscan recuperar la soberanía económica y comercial perdida levantando nuevas fronteras. Este resurgir proteccionista se traduce en cada vez más contestación por parte de la opinión pública a los nuevos acuerdos comerciales megarregionales, sobre todo el tpp en eeuu, el ttip en Europa y, en mucha menor medida, la omc. Es en este convulso contexto en el que pasamos a analizar la visión de la Administración Trump en materia comercial. LA FILOSOFÍA COMERCIAL TRUMPISTA

Tanto el nuevo presidente como sus principales asesores en materia comercial, Peter Navarro, Wilbur Ross y Robert Lighthizer, parecen tener cuatro principios sobre los que están diseñando la nueva estrategia comercial norteamericana. El primero es que el sistema comercial multilateral de corte liberal imbricado en la Organización Mundial de Comercio (omc) ha servido para que el resto del mundo abuse de eeuu y debe ser modificado. El segundo es que los déficits comerciales son perjudiciales y que, por tanto, hay que eliminarlos. El tercero es que eeuu debe utilizar su fuerza para negociar acuerdos comerciales bilaterales nueva revista · 162

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más favorables (especialmente con los países con los que tiene déficits comerciales abultados, como México o China), y que saldrá exitoso de dichas negociaciones tanto porque Trump es un astuto negociador como porque, en caso de guerra comercial, los demás países podrían perder más que eeuu, lo que los llevará a someterse. Y, el cuarto y último principio, es que este neomercantilismo debe servir para reindustrializar eeuu y crear empleo. Estos principios ya se están volviendo operativos. En un documento que la Administración Trump ha hecho público a principios de marzo, en el que se trazan las líneas generales de la política comercial estadounidense (disponible en https://ustr.gov/about-us/policy-offices/press-office/ press-releases/2017/march/annualreport17), se plantea, entre otras cosas, que eeuu no debe someterse a las decisiones de la omc (ya que solo debe obedecer las leyes estadounidenses), así como que su política comercial debe utilizar todos los instrumentos disponibles para abrir los mercados de otros países y para defenderse de prácticas comerciales por parte de terceros que considere injustas. También hay que añadir que la versión final de este documento es más suave que el primer borrador (que fue filtrado al Financial Times), lo que sugeriría que dentro de la Casa Blanca hay cierta división de opiniones sobre la conveniencia de llevar al límite estos principios e iniciar, por ejemplo, una guerra comercial con China o acusar de manipular sus monedas a prácticamente todos los países con los que eeuu tenga un déficit comercial bilateral. En todo caso, el problema es que estos principios, así como de su plasmación práctica en forma de medidas 38

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proteccionistas y desdén por el multilateralismo, se han mostrado como equivocados varias veces a lo largo de la historia. De hecho, el mercantilismo, que fue la doctrina económica imperante en Europa antes de que Adam Smith planteara en el siglo xviii las bases teóricas del liberalismo, y que se resume en que las exportaciones son buenas y las importaciones son malas, no logró elevar los niveles de prosperidad económica ni estabilizar las relaciones internacionales como lo harían posteriormente las prácticas de apertura comercial bajo reglas multilaterales. Del mismo modo, el déficit comercial (o, mejor dicho, por cuenta corriente) no es bueno ni malo per se. Implica que se está gastando más de lo que se produce, pero si ese gasto se plasma en inversiones que aumentan el crecimiento futuro, no debería haber ningún problema. Además, en todo caso, un déficit por cuenta corriente elevado durante muchos años puede no ser sostenible si el resto del mundo no está dispuesto a financiarlo. Y esto, por el momento, no le sucede a eeuu, entre otras cosas porque el dólar es la moneda de reserva global y su economía es fuerte e innovadora. En todo caso, un déficit permanente suele ser un síntoma de otros problemas de la economía, como la debilidad de su productividad derivada de carencias en su sistema educativo o de infraestructuras. Pero, en estos casos, si el objetivo es reducir el déficit, los aranceles o la negociación de acuerdos bilaterales agresivos con los países con los que se tiene un déficit comercial bilateral no es una buena estrategia, ya que, como demuestra la historia, puede desencadenar guerras comerciales que terminen empobreciendo al país. nueva revista · 162

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Asimismo, la idea de que el déficit comercial de eeuu con México, China o Alemania se podría reducir fácilmente imponiendo aranceles, y que esto permitiría elevar el empleo industrial en eeuu, es bastante engañosa. Es cierto que los trabajos de David Autor y sus coautores han demostrado que existen determinadas áreas de eeuu donde las importaciones chinas han eliminado mucho empleo manufacturero, así como que los trabajadores industriales que han perdido su empleo no han logrado encontrar nuevos trabajos en otros sectores. Sin embargo, la cruda realidad es que el declive industrial ha afectado a todos los países avanzados (incluida Alemania, que suele ponerse como ejemplo de país industrial), que la producción industrial ha aumentado aunque el empleo industrial haya caído (debido a un aumento de la productividad), y, lo que es más importante, que la automatización parece ser mucho más importante que el comercio a la hora de explicar la reducción del empleo industrial manufacturero. Por todo ello, el proteccionismo no servirá para recuperar empleos industriales en eeuu, ya que la mayoría de actividades de bajos salarios que hoy se hacen en México o China, de trasladarse a eeuu, seguramente serían automatizadas en pocos años. Esto no quiere decir que no haya que ayudar a los desempleados de larga duración que solían trabajar en la industria y, sobre todo, a las regiones deprimidas que han sufrido la desindustrialización y necesitan que el gobierno les preste apoyo. Pero, el proteccionismo no es la solución. Como tampoco lo es revocar el Obamacare que, al menos, da a estos desempleados acceso gratuito a la salud. 40

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Por último, pensar que el sistema gatt/omc que eeuu puso en pie tras la segunda guerra mundial ha servido para que otros países abusen de las buenas intenciones norteamericanas es, cuando menos, exagerado. Es cierto que los países europeos primero, y los emergentes después, se beneficiaron del orden económico liberal y abierto que lideró eeuu. Pero también es cierto que la principal razón por la que eeuu creó y mantuvo dicho orden fue geopolítica, y sirvió tanto para evitar el avance del comunismo por Europa occidental durante los primeros años de la guerra fría como para acomodar a las potencias emergentes en un orden internacional en el que eeuu seguía siendo la principal potencia hegemónica. De hecho, el principal objetivo del tpp, que ha sido la primera víctima del proteccionismo de Trump, era contener el auge geopolítico de China en Asia. Pero si tenemos en cuenta que el documento de estrategia comercial de la Casa Blanca dice textualmente «we reject the notion that the United States should, for putative geopolitical advantage, turn a blind eye to unfair trade practices that disadvantage American workers, farmers, ranchers, and businesses in global markets», lo que supone que no debería utilizarse la política comercial como instrumento de política exterior, algo que va en contra de siglos de estrategia diplomática. ¿QUÉ PODEMOS ESPERAR?

Si Trump y sus asesores son fieles a sus principios, debemos estar preparados para ver súbitos cambios en el sistema comercial global. Lo primero que sucederá es que los acuerdos en curso se frenarán. El tpp ha muerto. Y eeuu nueva revista · 162

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pretende negociar acuerdos bilaterales con los principales países firmantes, algo que tal vez nunca llegue a ocurrir si China aprovecha la oportunidad para liderar un gran acuerdo Transpacífico que no incluya a eeuu. Por su parte, el ttip, el acuerdo que eeuu estaba negociando desde 2013 con la ue, si no ha muerto también, ha entrado en una larga hibernación. De hecho, parece que eeuu estaría interesado en negociar acuerdos comerciales bilaterales con los países de la Unión Europea (sobre todo uno más favorable con Alemania, con quien tiene un déficit comercial bilateral abultado), algo que no es posible ya que los Estados miembros de la ue tienen cedida su política comercial a Bruselas. Tal vez sea por eso que Trump ha declarado su animadversión por la Unión, a quien ve más como un rival económico que como un aliado geopolítico. Por otra parte, es muy probable que eeuu renegocie el nafta (el acuerdo con Canadá y México). Esto será importante desde el punto de vista simbólico porque, aunque existe amplia evidencia empírica de que el impacto del nafta sobre la economía de eeuu fue pequeño (véase, por ejemplo, el análisis de Bradford DeLong disponible en http://www.vox.com/the-big-idea/2017/1/24/14363148/ trade-deals-nafta-wto-china-job-loss-trump), gran parte de la opinión pública (y sobre todo sus votantes) piensan que el acuerdo sirvió para llevarse muchos empleos estadounidenses al sur. Esta primera negociación (sobre todo en lo relativo a México) será el primer test para evaluar si la estrategia del negociador duro le funciona o no. Y dada la dependencia de México de la economía estadounidense, es posible que le funcione, si bien el nuevo acuerdo 42

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no servirá para crear nuevo empleo en eeuu y elevará los precios para los consumidores estadounidenses. A partir de ahí, y en función de cómo vaya la negociación con México, lo más probable es que Trump se centre en China, a quien ha amenazado con aranceles del 45%. Mientras que México podría ceder, no es probable que China lo haga, aunque sí es posible que haga algunas concesiones para apaciguar a Trump, como ya ha anunciado. En todo caso, es en un futuro conflicto comercial China-eeuu donde están los mayores riesgos para la globalización y el sistema multilateral de comercio. Una escalada arancelaria entre China y eeuu generaría una importante caída del comercio mundial porque ambos países son parte fundamental de las cadenas de suministro globales, y podría abrir una dinámica como la de los años treinta del siglo pasado, que agudizó la Gran Depresión debido a la intensidad de la guerra comercial. Y, además, si China denunciara ante la omc las medidas proteccionistas de eeuu y ganara, habría que ver si Trump sacaría a su país de la organización como prometió en campaña electoral. Si lo hiciera, sería el principio del fin del multilateralismo. Pero, afortunadamente, esto es cada vez menos probable que ocurra.  NOTA

Véase «El orden comercial multilateral ante el neomercantilismo de Trump» Análisis del Real Instituto Elcano. Disponible en http://www.realinstitutoelcano. org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/ elcano_es/zonas_es/ari16-2017-steinberg-orden-comercial-multilateral-neo-mercantilismo-trump.

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EUROPA BAJO LA AMENAZA ISLÁMICA Alejandro Portes

Las amenazas terroristas y las víctimas de tales ataques proliferan en Europa. Apenas transcurre una semana, sin que tengamos noticias de un nuevo ataque en algún lugar del continente, sucedido por el inevitable y triste recuento de muertos y heridos. El clima civil en varias ciudades europeas empieza a asemejar a las del Medio Oriente, donde la paz ciudadana y el derecho a la vida se ven continuamente amenazados.

Todo fenómeno social tiene causas y, en este caso, su indagación es particularmente urgente. El análisis del terrorismo islámico en Europa comienza a partir de tres hechos demostrables. Primero, el terrorismo urbano que busca asesinar el mayor número posible de inocentes es un fenómeno del siglo xxi. Antes del año 2000 y, concretamente, antes de la administración George W. Bush en Estados Unidos, el fenómeno prácticamente no existía. Segundo, la mayoría de los ataques terroristas en Europa son perpetrados por ciudadanos del propio país, no por inmigrantes. Tercero, los terroristas son jóvenes y, abrumadoramente, jóvenes varones. ¿Por qué? 44

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europa bajo la amenaza islámica

Las causas profundas de la situación actual habría que buscarlas en la creación del Estado de Israel por las potencias occidentales y el paralelo desplazamiento del pueblo palestino de sus territorios ancestrales. El evidente desprecio por los árabes evidenciado en su sumaria expulsión de sus tierras por parte de los occidentales para dar cabida a la nación hebrea inevitablemente generó un nacionalismo reactivo en el mundo árabe. El desplazamiento territorial sin que mediase acción o culpa alguna por parte de los palestinos da lugar a una confrontación insuperable entre Israel y el mundo árabe y, por extensión, entre este y los países occidentales que crearon originalmente este estado de cosas. La inevitabilidad de la confrontación se manifiesta a través de las décadas en episodios tales como la Guerra de los Seis Días, las sucesivas intifadas, las confrontaciones militares con Al Fatah y después Hamas, y la ocupación por este último movimiento de la franja de Gaza. Más importante aún, la expulsión palestina va cristalizando una identidad reactiva en el mundo árabe forjada en oposición no solo contra Israel sino contra sus aliados en Occidente. Parte de esa identidad se alimenta del recuerdo de la gloria del mundo islámico en siglos pasados y la nostalgia por su recuperación. Tal fin pasa por el enfrentamiento frontal con el Occidente, al que hay que llevar la «guerra santa». Osama Bin-Laden, vástago de una poderosa y adinerada familia saudí, se convierte en adalid de esta lucha y su éxito con la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York en septiembre de 2001 informa al mundo que la guerra está en curso. El desprecio con que las potencias de Occidente expulsaron a los palestinos de sus tierras les va a salir caro. nueva revista · 162

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La identidad reactiva provocada por este hecho logra cada vez más adeptos no solo entre los árabes, sino entre otros musulmanes en Paquistán, las Filipinas e Indonesia. Entretanto, varios grandes países europeos —Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda, entre los principales— se convierten en receptores de grandes flujos de inmigrantes de sus excolonias en África del Norte, Medio Oriente y el subcontinente indio. Las razones para estos flujos son esencialmente económicas, pero buena parte de sus integrantes son también musulmanes. Esta población da lugar al surgimiento de numerosas mezquitas y a la proliferación de instituciones culturales islámicas bajo el amparo de las constituciones democráticas y protección a la libertad de expresión en el Occidente. Aparte de la tensión clásica enfrentada por todo colectivo inmigrante entre la presión asimilacionista de la sociedad receptora y la lealtad a su cultura de origen, los musulmanes enfrentan un segundo dilema entre los valores y normas occidentales y el llamado a la reconstitución del mundo islámico por los impulsores de la nueva guerra santa. Abrumadoramente los inmigrantes de primera generación le apuestan a la integración «selectiva», combinando la preservación de su lengua y religión con el aprendizaje del idioma y las normas de vida de las sociedades receptoras. Siguen siendo musulmanes, pero comprenden que las oportunidades económicas que les ofrecen los países occidentales van aunadas a la aceptación de sus culturas y la obediencia a sus leyes. Las mezquitas mantienen y refuerzan la lealtad a las costumbres islámicas, pero rara vez los inmigrantes de primera generación aceptan las premisas de los radicales. Su plan de vida es otro. 46

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Con el paso del tiempo y como con todos los colectivos inmigrantes, surge una segunda generación nacida y educada en la sociedad receptora. Habla su idioma y conoce sus costumbres. En este caso, todo depende de cómo, al llegar a la juventud, esta segunda generación perciba su estatus y oportunidades de ascenso social y económico. Los padres aceptan estar «en» pero no ser «de» las naciones que los acogen. Pero la tensión entre el «habitar» y el «pertenecer» se vuelve central en la vida de sus hijos. Son descendientes de musulmanes, pero también ciudadanos del país en que nacieron y en el que recibieron su educación. En países europeos del norte, esta tensión entre el estar y el ser se agrava por la percepción de muchos jóvenes de segunda generación de ser tratados como ciudadanos de segunda categoría. Ser francés, belga o británico por ley pero no en la realidad cotidiana se convierte en un dilema existencial para muchos de estos jóvenes. «Si vas a pedir un empleo y compiten Mohammed y François, ya sabes a quien se lo van a dar», se queja un argelino-francés habitante de los suburbios de París. «Para qué estudiar», nos dice un participante en las revueltas populares en los mismos suburbios en 2006. «Terminas la secundaria y te dicen: tú, a barrer y tú a conducir un camión»1. Esta tensión a menudo da lugar a un proceso de integración descendente en que los jóvenes abandonan su educación y se resisten a aceptar los mismos trabajos manuales y mal pagados que fueron el destino de sus padres. La idea de tener que permanecer toda la vida en barrios minoritarios y pobres, teniendo que depender de pequeños trabajos temporales para sobrevivir se vuelve intolerable nueva revista · 162

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para muchos. Llegados a este punto, la cuestión esencial es cómo interpretan su situación los jóvenes en proceso de integración descendiente. Surge en este momento una segunda «identidad reactiva», nacida en oposición a la sociedad circundante cuyos miembros son percibidos como opresores. En Norteamérica ocurre un proceso similar entre hijos de mexicanos y otros grupos inmigrantes marginados por la sociedad receptora. En este caso, la identidad reactiva se manifiesta en el surgimiento de bandas juveniles y su participación en actividades delictivas de todo tipo. Es por ello que jóvenes mexicanos y de otros colectivos latinoamericanos pueblan cada vez más las cárceles norteamericanas, uniéndose a los negros nativos que fueron víctimas de un proceso de marginalización anterior. En Europa, la identidad reactiva juvenil posee un medio de canalización mucho más potente que las bandas. La ideología radical musulmana permite a jóvenes marginados reinterpretar su situación de forma clara y coherente: la causa estriba en la injusta y corrupta civilización occidental que debe ser reemplazada por un resurgente islam. La creación del califato en Irak-Siria, descendiente de Al-Qaeda pero mucho más efectivo en su propaganda, otorga nuevo rigor a la causa y la convierte en un vehículo válido de reafirmación y autoestima. De esta forma, la integración descendiente a las sociedades europeas se revierte, dando lugar a una nueva imagen heroica. El joven musulmán deja de ser repartidor de pizzas o barrendero de un bar para convertirse en soldado de Alá y abanderado de su guerra santa. 48

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Es por esta razón que los atentados terroristas que regularmente sacuden Europa son cometidos, en la gran mayoría de los casos, por ciudadanos del mismo país donde ocurren. Son jóvenes belgas, británicos, franceses u holandeses —musulmanes de segunda generación—. La «radicalización» de la que tanto hablan los medios no proviene del aire; los hijos de inmigrantes de otros países no se radicalizan. Es la conjunción del proceso de integración descendiente con una ideología coherente que lo reinterpreta, lo que da lugar a acciones terroristas. Es por ello que los que llevan a cabo estos actos no sienten remordimiento alguno en asesinar a mansalva a desconocidos inocentes, ni en morir ellos mismos. Las víctimas son miembros de la sociedad occidental que los margina y los oprime; morir en la guerra santa abre las puertas del paraíso. La situación que vive hoy Europa occidental es, si este análisis es correcto, resultado de la confluencia de dos procesos de identidad reactiva: el primero en respuesta a la humillación palestina entre intelectuales y activistas del mundo musulmán y la segunda como solución a la integración descendiente entre jóvenes ciudadanos de los mismos países en que estos hechos ocurren. Los líderes del califato en Mosul y Raqqa nunca hubiesen tenido éxito en implementar la cadena de atentados contra países occidentales de no contar con la presencia de una población juvenil lista a ser radicalizada, no en base a sus experiencias en el Medio Oriente —donde nunca vivieron— sino en las sufridas dentro de los países donde nacieron o se educaron. nueva revista · 162

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El 11 de marzo de 2004 explotan simultáneamente diez bombas de dinamita en la estación de Atocha, en el centro de Madrid, matando a 190 personas. Es el mayor atentado terrorista sufrido en Europa desde la explosión de un vuelo transatlántico en Lockerbie, Reino Unido. Los terroristas que perpetraron el atentado de Atocha se suicidaron posteriormente en un piso de Leganés al ser rodeados por la policía. Eran todos extranjeros —argelinos, marroquís o hindúes—. Formaban parte de un comando de Al-Qaeda creado deliberadamente en España por Bin-Laden para castigar a su gobierno por su alianza con Estados Unidos en la guerra contra el talibán en Afganistán y posteriormente la invasión de Irak. Desde Atocha, no se han registrado atentados de magnitud comparable en España. Parte de este buen resultado se debe, sin duda, a la retirada de las tropas españolas de la invasión a Irak por decisión del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. Parte a la vigilancia de los servicios de inteligencia españoles. Pero no es el caso que España no haya estado en la mira del extremismo árabe, sobre todo con el retorno de un gobierno de derechas al poder y la renovada cooperación con Estados Unidos. Osama Bin-Laden repetidamente señaló que la recuperación de España, el viejo Al-Andalus dominado por los árabes por ocho siglos, representaba una de las prioridades de la Guerra Santa. Sin embargo, no ha ocurrido así. España no ha sufrido repetidos ataques de Al-Qaeda o isis como ha sido el caso de sus vecinos del Norte. ¿Por qué? La introducción de células terroristas en el país, como la que llevó a cabo el atentado 50

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de Atocha, se vuelve crecientemente difícil dada la activa vigilancia de los servicios policiales. Descartada esta opción, la otra posible es el reclutamiento y radicalización de jóvenes musulmanes de segunda generación, según las pautas descritas anteriormente. Esto no ha ocurrido, al menos en la misma medida que en otros países occidentales. Las razones no estriban en la ausencia de esta población —los marroquís representan uno de los colectivos inmigrantes mayores y más antiguos en España—. La numerosa población de jóvenes de origen marroquí se ve reforzada por la presencia de descendientes de paquistaníes, tunecinos y otros. La Investigación Longitudinal sobre la Segunda Generación (ilseg) fue llevada a cabo en las dos principales áreas de concentración de la población inmigrante en España —Madrid y Barcelona— entre 2007 y 2013. El estudio, auspiciado por la Universidad de Princeton en conjunto con la Pontificia Universidad de Comillas y el Instituto Universitario Ortega y Gasset, entrevistó una muestra de casi 7.000 hijos de inmigrantes a edad promedio 14 años en 180 colegios públicos y concertados en ambas ciudades. Esta muestra se siguió en el tiempo y se la reentrevistó al cabo de cuatro años —en 2012-2013—. Se pudo reentrevistar al 73% de la muestra original sin evidencia de ningún marcado sesgo muestral. La muestra de seguimiento puede por tanto considerarse representativa de la original. Para compensar por la pérdida de casos, se entrevistaron 1.534 otros jóvenes de segunda generación, en la encuesta de seguimiento (2012). Los resultados del estudio han sido publicados en varios artículos y libros en español e inglés2. nueva revista · 162

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Los hallazgos relevantes de este estudio para clarificar la situación en España son dos. Primero, la identificación con el país es alta y además crece con el tiempo. Entre los nacidos en España de padres extranjeros, el 80% se autoidentificaban como españoles. Entre los nacidos en el extranjero pero traídos a edad temprana al país, solo el 22% se identificaba como tal en 2008; cuatro años más tarde, sin embargo, el porcentaje se doblaba al 44%. Segundo, las percepciones de discriminación por razones de raza o etnia son muy bajas y no aumentan con el tiempo. A edad promedio 18 años, solo el 5% de jóvenes de segunda generación reportaba haber sido discriminado «regular o frecuentemente». Tal cifra es menos de una cuarta parte de los hijos de inmigrantes que reportaban haber sido discriminados en un estudio paralelo llevado a cabo en Estados Unidos3. Los hijos de marroquís y otros musulmanes no difieren de otros jóvenes de segunda generación, ni en su creciente identificación con España ni en la ausencia de discriminación generalizada. Tales resultados se confirman en entrevistas en profundidad con jóvenes marroquís de segunda generación que formaron parte de la muestra ilseg. Son personas normales que, en su mayoría, aún estudian aunque otros trabajan. Se consideran españoles, aunque muchos siguen siendo musulmanes practicantes. Solo se quejan del creciente acoso de la policía que frecuentemente los para en la calle para pedirles identificación o preguntarles donde van. La relativa ausencia de identidad reactiva entre jóvenes de segunda generación en España puede considerarse como un éxito del proceso de integración de los inmigran52

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tes al país. Es importante notar que este relativo éxito no se debió a la presencia de un modelo deliberado de integración, sino a su ausencia. Contrariamente a lo que ocurre en otros países europeos, España no posee un modelo o esquema de «lo que hay que hacer» para ser aceptables al resto de la sociedad. En ausencia del mismo, los inmigrantes van buscando su forma de integración a su ritmo y a su manera sin padecer grandes presiones externas. Tampoco existen en el país grandes partidos o movimientos xenófobos que rechacen o marginen a los inmigrantes y a sus hijos los hagan defenderse de una discriminación generalizada. Por el contrario, la mayoría de los jóvenes de segunda generación, incluyendo los musulmanes, se ven a sí mismos como parte del universo de la juventud española que enfrenta los mismos desafíos y oportunidades que los demás. La sociedad española no será la más opulenta o la más poderosa pero, por la misma razón, sus miembros no se ven a sí mismos como innatamente superiores a los inmigrantes. Esa relativa ausencia de distancia social funciona para facilitar la integración de los inmigrantes e impedir el surgimiento de identidad reactiva en la segunda generación. Es imposible predecir el futuro y ataques terroristas pueden aún ocurrir en España. Sin embargo, la experiencia de los últimos trece años representa un testimonio elocuente de la notable diferencia entre este país y los de sus vecinos europeos en términos de este tipo de asaltos. La imbricación de dos identidades reactivas —la externa en el Medio Oriente y la interna en Europa— que subyace la situación actual de temor o incertidumbre en varios países occidentales, no ocurre o al menos no ocurre nueva revista · 162

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con la misma frecuencia en España. Si este análisis, basado en los datos del estudio ilseg, es correcto, implica que los órganos de seguridad del Estado deben actuar con cautela para evitar provocar lo que se quiere impedir. La policía a menudo adopta prácticas similares, y las de los países del Sur tienden a imitar a las del Norte. En este caso, tal tendencia sería errónea y peligrosa porque las situaciones sociales subyacentes son distintas. El inesperado pero real éxito de España en promover la integración de sus segundas generaciones debe protegerse y apoyarse. En cierta forma, puede servir de modelo a las sociedades hoy golpeadas por el azote de episodios terroristas cometidos por sus propios jóvenes.  NOTAS

Ver Cathy L. Schneider, «Police Power and Race Riots in Paris», Politics and Society 36, nº 1 (2008): 133-159. 2 Ver Alejandro Portes, Rosa Aparicio y William Haller, Spanish Legacies: The Coming of Age of the Second Generation, Berkeley, CA. University of California Press, 2016. Rosa Aparicio y Alejandro Portes, Crecer en España: La integración de los hijos de inmigrantes, Barcelona: La Caixa, Estudios Sociales nº 38, 2014. 3 Ver Alejandro Portes y Ruben Rumbaut, Legacies: The Story of the Second Generation, Berkeley, CA. University of California Press, 2001. Capítulo 7. 1

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LA «ÚLTIMA MILLA» EN ÁFRICA Análisis de los problemas africanos desde el enfoque del comportamiento

Ainhoa Marín Egoscozábal

Muchos de los grandes debates sobre el continente africano tienen como eje central la siguiente pregunta: ¿cómo se puede acabar con la pobreza en África?  La pregunta es aparentemente sencilla, sin embargo, las respuestas de los expertos son en muchas ocasiones contradictorias. Hay numerosos debates en la actualidad sobre las medidas a tomar. En este artículo, desde la economía del comportamiento, se explica que son las decisiones de las personas, en última instancia, las que determinan la eficacia de las políticas. Para entender este enfoque y las soluciones que aporta, se analizan tres casos: el uso (y no uso) de fertilizantes en Kenia, la resistencia a la utilización de mosquiteros en Nigeria, y un último caso sobre mujeres y recolección de agua en Uganda.

INTRODUCCIÓN

En primer lugar, el tema es complejo, ya que como se suele subrayar en los ámbitos africanistas: «África no es un nueva revista · 162

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país», sino un conjunto de 54 países tremendamente heterogéneos y llenos de disparidades. Algunos sufren eternos conflictos. Hay países con gobiernos débiles y otros sin embargo cuentan con gobiernos consolidados y procesos democráticos más estables. Algunos poseen abundantes y valiosos recursos como el petróleo, el gas natural o el coltán, mientras que otros son exportadores tradicionales de cacao y café. Algunos países tienen en torno a cien millones de habitantes, otros no llegan al millón y no tienen salida al mar. Estos, habiendo muchos otros, son ejemplos que ilustran sus diferencias y la enorme diversidad geográfica, económica, política y cultural del continente. En los diferentes enfoques sobre la solución a los problemas de los países africanos, hay muchos autores conocidos —como Jeffrey Sachs, Paul Collier o William Easterly— que proponen soluciones contundentes. La dificultad está en que estas propuestas no solo difieren entre ellas, sino que además en muchas ocasiones resultan contradictorias. Lo que para algunos economistas es la clave para la resolución de los problemas africanos (como, por ejemplo, donar más ayuda al desarrollo), para otros, no solo no es la solución, sino que es incluso una parte del problema (tesis básica, por ejemplo, de la economista zambiana Dambisa Moyo). Sin embargo, existen otras formas de analizar la realidad africana y de poder saber qué recetas funcionan y cuáles no. Este enfoque, que no participa de estos grandes debates, pretende diagnosticar lo que funciona y lo que no funciona en las políticas de lucha contra la pobreza, desde la perspectiva del comportamiento humano. En este 56

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contexto encontramos lo que la economista francesa Esther Duflo refiere como el problema de la última milla (en inglés «last-mile problem»). Esta expresión significa que existiendo todos los medios para superar los obstáculos (por ejemplo, vacunas para prevenir enfermedades, o fertilizantes de última generación a precios asequibles) existen limitaciones en la última fase de resolución que impiden que se consiga el objetivo deseado. Estas limitaciones que hacen fracasar los proyectos o limitan la eficacia de las políticas de mejora de la calidad de vida de los africanos, tienen que ver con el comportamiento de las personas. Los africanos, como sucede en cualquier parte del mundo, no siempre toman las decisiones que los gobiernos y los teóricos esperan. Este enfoque del comportamiento se vuelve cada vez más relevante para valorar la eficacia de lo que se hace en África, y sobre todo para el diseño eficaz de las políticas públicas e instrumentos de lucha contra la pobreza. ALGUNOS DEBATES ORTODOXOS SOBRE LAS CAUSAS Y SOLUCIONES A LOS PROBLEMAS AFRICANOS

Posiblemente, el instrumento de lucha contra la pobreza más debatido sea la Ayuda Oficial al Desarrollo (aod). La ocde, institución internacional de referencia en este ámbito, define la aod como los flujos —en efectivo o en forma de bienes y servicios— dirigidos a países en desarrollo y a instituciones multilaterales de desarrollo (como, por ejemplo, Naciones Unidas) que se administran con el objetivo de promover el desarrollo y el bienestar económico, que sean concesionales (por debajo de los tipos de interés oficiales de nueva revista · 162

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mercado) y que llevan un elemento de donación de al menos el 25% (ocde, 2017). La mayoría de los países desarrollados del mundo son donantes de ayuda al desarrollo. África subsahariana ha recibido de los países ocde unos 26.000 millones de dólares en el periodo 2014-2015. Esta ayuda adopta diversas formas: contribuciones a programas de educación y mejora de la salud, mejoras de las infraestructuras y la producción o, por ejemplo, ayuda humanitaria para situaciones de emergencia. El mayor defensor de la aod es el economista estadounidense Jeffrey Sachs (autor del bestseller El fin de la pobreza: cómo conseguirlo en nuestro tiempo) y otros autores de referencia, como el británico Paul Collier, coinciden en esta línea. Sachs y Collier explican los problemas de África, y de los países pobres en general, en base a la existencia de trampas de las cuales no es posible escapar sin ayuda externa. Defienden que los países africanos están inmersos en un círculo vicioso en el que la pobreza genera más pobreza, no pueden ahorrar, sufren enfermedades, no tienen salida al mar y tienen tierras poco fértiles y solo pueden escapar de esta situación mediante la ayuda procedente de los países ricos. Con esta ayuda, los países podrán realizar las inversiones necesarias para superar estas trampas. Son los defensores del big push, una especie de Plan Marshall para África que rompa definitivamente esta espiral, y que ya fue reclamado en el año 2005 por Gordon Brown, entonces primer ministro británico. En el otro extremo del debate sobre la aod, economistas como George Ayittey de Ghana (autor del libro publi58

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cado en 2005 Africa Unchained), William Easterly (con sus publicaciones En busca del crecimiento y The White Man’s Burden) o Dambisa Moyo (autora de Dead Aid) opinan que la ayuda externa genera corrupción, dependencia de los países ricos, libera a los gobiernos africanos de responsabilidades que deberían asumir (como educación, sanidad, etc.) o es aprovechada por los países desarrollados para favorecer a sus empresas y como instrumento al servicio de su política exterior. En lo que se refiere a la importancia de los recursos naturales y su papel en las posibilidades de crecimiento económico y desarrollo de un país, también se producen paradojas en el contexto de África subsahariana. Parece lógico pensar que la situación óptima de partida de un país es estar dotado de recursos naturales, y que, de hecho, esta abundancia proporcionará posibilidades de crecer y exportar. En África se puede observar de manera muy intensa el efecto contrario, más conocido como la «maldición de los recursos naturales». El continente africano puede parecer desde esta perspectiva bien preparado de partida para el crecimiento económico, pues muchos países tienen petróleo, gas natural, diamantes, hierro, cobalto, uranio, cobre o plata, y otros minerales de alta demanda en los mercados internacionales. El caso de la República Democrática del Congo, donde se encuentran las mayores reservas de coltán del mundo —mineral de gran demanda para la industria de la telefonía móvil— es paradigmático. La explotación del mineral no es pacífica, ni tampoco genera riqueza para el país y los congoleños, sino todo lo contrario. El Congo es, a nueva revista · 162

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consecuencia de este mineral, víctima de expolio de los países vecinos y en las minas de coltán, controladas por la guerrilla congoleña, hay mano de obra infantil, mientras que la población sufre violaciones de derechos humanos de forma continua. El comercio internacional o la inversión extranjera, polarizan —al igual que sucede con la ayuda al desarrollo— las posiciones de los diferentes expertos. Para unos, tanto el comercio como la inversión de empresas extranjeras genera en primera instancia puestos de trabajo. Según el informe del Banco Mundial Doing Business 2016, cinco de los países que más habían mejorado sus indicadores de negocio eran africanos: Mauritania, Uganda, Kenia, Senegal y Benín. En el informe de 2015, el continente africano aparecía como el segundo destino más atractivo para las inversiones. Además de los puestos de trabajo, para la visión más optimista, la inversión extranjera produce transferencia de tecnología y contribuye a mejorar las infraestructuras, que a su vez benefician a los habitantes de los países. Sin embargo, no pocos expertos señalan los peligros de la inversión: por ejemplo, la destrucción de empresas locales o la generación de trabajo precario. En el contexto africano, uno de los efectos más perversos de la inversión se observa en la compra de tierras a precios muy bajos (el llamado «acaparamiento de tierras») por parte de empresas privadas, fondos de inversión o incluso gobiernos extranjeros, para el cultivo de biocombustibles o la exportación de alimentos. Etiopía, con hambrunas recurrentes en algunas zonas del país, es uno de los países más destacados en 60

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este aspecto. Los efectos negativos se dan sobre la seguridad alimentaria de los países, que quedan descapitalizados para siempre de tierras fértiles y afecta negativamente a los derechos de la población local. Por otro lado, también hay muchos críticos de la creciente relación comercial y de inversión de los países africanos con China. También es interesante destacar la visión de autores que enfatizan el papel de las instituciones de un país como clave para entender por qué unos países se desarrollan y otros no (como Acemoglu y Robinson, autores del libro Por qué fracasan los países). Otros examinan el papel de la geografía, los procesos de integración regional o la corrupción como elementos causales de la pobreza africana. En definitiva, son muy diversas las causas de la pobreza en África y también lo son las soluciones. El enfoque del comportamiento, como se verá a continuación, no entra en debates maximalistas, sino en identificar qué funciona y qué no funciona en lugares concretos, analizando el comportamiento de los africanos. LOS PROBLEMAS DE LA ÚLTIMA MILLA EN ÁFRICA

En todos los países del mundo, países ricos o pobres, las personas toman decisiones que no siempre son favorables para su calidad de vida. Las personas no prevén, por ejemplo, ahorrar para su jubilación, o asegurarse un seguro o algún tipo de cobertura sanitaria, o de una forma u otra cuidar su salud. Muchas veces, las personas están bien informadas sobre estos temas y conocen los riesgos de las decisiones que toman. A pesar de toda esta información, no siempre se toman las decisiones que las políticas nueva revista · 162

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públicas pretenden, y por tanto es en última instancia el comportamiento humano el que determina la eficacia de muchas de las regulaciones públicas. El problema de la última milla aparece como un reto para la eficacia en el funcionamiento de las políticas y los procesos. El término tiene su origen en los tiempos del telégrafo, donde a pesar del gran avance en la rapidez de transmisión de los mensajes en comparación al sistema de correo tradicional, existía un obstáculo final en hacer llegar los telegramas a los hogares: este último reto a superar es el llamado problema de la última milla. En el contexto africano, existen actualmente muchas soluciones efectivas a problemas que han enfrentado tradicionalmente los países africanos. Existen vacunas contra la mayoría de enfermedades y existen medidas de protección contra enfermedades: mosquiteras contra el paludismo y anticonceptivos contra el vih. Existen también fertilizantes de última generación para mejorar la productividad de los cultivos, y leyes que impiden, por ejemplo, los matrimonios prematuros. Sin embargo, muchos de estos problemas, con soluciones aparentemente efectivas persisten por el problema de la última milla, como se verá a continuación en base a los siguientes tres casos: uso de fertilizantes en Kenia, utilización de mosquiteros en Nigeria y mujeres y recolección de agua en Uganda. Caso 1: Busia (Kenia): los agricultores que no utilizaban fertilizantes. Tal y como cuenta Benjamin Kumpf, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en Busia, un pueblo de 62

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unos 50.000 habitantes cerca de la frontera con Uganda, los pequeños agricultores no utilizan fertilizantes. Un enfoque convencional interpretaría que sería entonces necesaria una campaña centrada en informar y sensibilizar de las ventajas sobre su uso. En sucesivas entrevistas, los agricultores demostraron que conocían perfectamente las ventajas de utilizarlos y, es más, afirmaron que tenían intención de comprarlos. Sin embargo, la realidad era que al final no lo hacían. Desde la perspectiva del comportamiento, el análisis debería centrarse en identificar el problema de la última milla: es decir, ¿cuál es la razón por la cual estos pequeños agricultores, sabiendo de las ventajas de los fertilizantes y teniendo acceso a ellos, no los compran? Una vez se ha respondido a esta pregunta de partida, el siguiente paso sería diseñar nuevas estrategias para solventar este reto. En el caso de los agricultores de Busia, se identificaron dos factores de explicación de este comportamiento: la denominada contabilidad mental y los costes de fricción. El primer factor se refería a que los agricultores recibían los ingresos por la venta de sus productos en un momento diferente al momento en el que necesitaban comprar los fertilizantes. Mentalmente no se asociaban esos ingresos a la compra que a finales de año debían de realizar para conseguir los fertilizantes. El segundo factor, era que llegado el momento, además, existían costes adicionales por el transporte de los fertilizantes. Según el estudio, ambos factores explicaban por qué los agricultores, a pesar tener los ingresos necesarios disponibles y tener acceso a los mismos, no los compraban. nueva revista · 162

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Para conseguir superar este reto se realizaron dos intervenciones. La primera fue ofrecer la posibilidad de adquirir vales de compra de fertilizantes en el momento en que los agricultores vendían su producción y tenían los ingresos disponibles. Aunque los fertilizantes no se compraban en ese momento, este sistema hacía coincidir en el tiempo el ingreso y el gasto. Por otro lado, se ofrecieron envíos gratuitos como incentivo. El experimento demostró que con estas medidas se doblaba el número de agricultores que adquiría los fertilizantes. Caso 2: Las mosquiteras, ¿tenerlas es usarlas?: el caso de Nigeria. La mayoría de las muertes por malaria o paludismo que se dan en el mundo se dan en África subsahariana. La Organización Mundial de la Salud ha estimado que aproximadamente el 40% de las muertes en el mundo se producen en dos países africanos: República Democrática del Congo y Nigeria. La primera vacuna eficaz contra la malaria no empezará a aplicarse en algunos países africanos hasta el año 2018. Hasta la fecha, los mosquiteros tratados con insecticida (mti) han resultado ser el método más eficaz, pues protege a la población de las picaduras mientras duermen. Según el Informe Mundial sobre el Paludismo 2016, la proporción de hogares en África subsahariana que disponen de al menos un mti ha aumentado al 42%, una cifra muy inferior a la cobertura universal deseable del 100%. Pero lo paradójico es que en algunos lugares donde estas mosquiteras están disponibles, la población no las compra o no las usa si las tiene. Los gobiernos de los países ricos, el Banco Mundial, algunas ong y otras asociaciones internacionales, han distri64

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buido mosquiteras por varios países africanos entre los que se encuentra Nigeria. Gracias a estas donaciones, que en el caso de Nigeria se ha realizado además a través de un programa gubernamental, la proporción de población que las utiliza aumentó de manera significativa, pero sin embargo no llega al 50% del total de población. El Gobierno de Nigeria realizó una encuesta, recogida en la publicación Malaria Indicator Survey, donde se afirmaba que la razón más común que daban los encuestados que tenían la mosquitera —pero que no la usaban— era el calor (18% de los encuestados). Otras razones que aparecían en la encuesta tenían que ver con la dificultad en colgarlas (16%), que no eran necesarias (14%) o que no había mosquitos (13%). En este caso, resulta evidente que la debilidad más importante en los programas de salud pública de lucha contra la malaria no estaría tanto en el acceso a los medios de protección contra la malaria, como es el caso del mosquitero, sino en la forma de incentivar, sensibilizar o influir en la aceptación en el uso de estos medios de protección. Y sin embargo, incluso en los mecanismos para incentivar a la población africana las posturas no están claras. Algunos expertos opinan que, por ejemplo, regalar las mosquiteras desincentiva su uso, mientras otros apuntan lo contrario. En definitiva, el comportamiento humano determina una vez más la eficiencia de la política. Caso 3: Mujeres y recolección de agua en Kamwenge (Uganda) En algunas partes de África, las mujeres dedican ocho horas al día a recolectar agua. Además de este consumo de tiempo, la utilización de aguas contaminadas debilita el nueva revista · 162

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cuerpo, favorece la aparición de enfermedades y provoca numerosas muertes por diarrea. Como es sabido, en la actualidad existen diferentes dispositivos que permiten almacenar agua y potabilizarla a partir de agua de lluvia. Muchos países africanos tienen largas temporadas de intensas lluvias, por lo que la utilización de esta tecnología puede solucionar el importante problema de acceso al agua. Al menos en teoría. El Laboratorio de Acción contra la pobreza del mit (dirigido actualmente por Esther Duflo, Abhijit Banerjee y Rachel Glennerster) es pionero en la aplicación de la economía del comportamiento a los programas y políticas de desarrollo. Este centro de investigación realiza actualmente una valoración para aumentar la efectividad en la utilización de un dispositivo de recolección de agua por las mujeres del distrito de Kamwenge en Uganda, así como su potencial impacto en las vidas de los africanos y africanas. Aunque los resultados todavía no se han publicado, se están utilizando diferentes métodos para valorar la influencia del precio del dispositivo en su uso (¿a mayor precio mayor uso o viceversa?). También se están experimentando con diferentes formas de expandir el uso del artilugio y, lo más importante, en determinar si su utilización provoca cambios en la situación de las mujeres al liberarlas de la tarea de recolección de agua e implica —por ejemplo— un mayor nivel de asistencia a la escuela. CONCLUSIONES

El enfoque de la economía del comportamiento nos permite comprobar que en muchos problemas para el de66

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sarrollo africano la clave no es la ausencia de políticas, instrumentos, tecnología o programas, sino los desafíos y limitaciones en su implementación. Las decisiones de las personas pueden determinar en última instancia la eficacia de estas políticas y por ello hay que entender por qué los africanos toman las decisiones que toman. Algunas instituciones internacionales, como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) o la ocde, están empezando a incluir este enfoque en los parámetros de análisis y diseño de las políticas y programas africanos. Algunos centros, como el Poverty Action Lab, ya lo incluyen desde hace años. A pesar de su contrastada utilidad, siempre queda la duda, como afirman los más escépticos, de si lo que funciona en un sitio funcionará igualmente en otro. 

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PANORAMA DE ACTUALIDAD

¿A QUÉ ENCUESTAS HACER CASO? Narciso Michavila

A partir de las elecciones españolas de junio de 2016 y, más tarde, del Brexit, se ha hablado mucho de que las encuestas electorales o similares no aciertan. ¿Cómo hay que hacer las encuestas para acertar? ¿A qué encuestas hacer caso? ¿Hay que prescindir de las encuestas?

¿ Q U É E S T Á PA S A N D O ?

¿Será cuestión de método? En las encuestas previas a las elecciones francesas, por primera vez en la democracia de Francia, las encuestas publicadas desde el principio han sido realizadas online. En España todavía seguimos otra metodología. La metodología del cis es domiciliaria, metodología muy cara y que tiene sus inconvenientes: sus resultados se conocen un mes después de realizada la encuesta. Así, en las del cis o el ceo catalán, o tantos sitios en que se hacen domiciliarias, sobre todo en Latinoamérica, el problema no es del método sino del tiempo que, 68

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¿a qué encuestas hacer caso?

con ese método, hay que esperar para la publicación de resultados. En el mundo anglosajón llevan ya una década en que las encuestas online son muy precisas, sus resultados no han sido peores que los de las encuestas telefónicas. Con la elección de Trump se ha instalado la falsa idea de que las encuestas no acertaron en usa, cuando en realidad sí acertaron, aunque no predijeron el ganador por culpa de que hubo tres o cuatro estados donde no se llevaron las entrevistas hasta el final y Michigan, Wisconsin y Pensilvania tuvieron un comportamiento muy diferente al que habían tenido siempre. Pero las encuestas daban una media de tres puntos a favor de Hillary Clinton y Hillary Clinton ganó en el voto popular por 2,1. No fallaron las encuestas, sino que los resultados fueron inesperados. Lo mismo sucedió con el Brexit, los resultados fueron inesperados también. ¿Qué pasa? Todos los puntos del planeta Tierra están, cada vez más, instantáneamente conectados. Los españoles, por ejemplo, hemos estado pendientes de lo que iban a votar los franceses o de lo que votaron hace dos o tres semanas en Holanda. Nunca antes en España alguien se interesó por las posibilidades electorales de los partidos políticos holandeses. Sin embargo, al mirar desde fuera, la información nos llega distorsionada. En España o en Latinoamérica, por ejemplo, se prestó muchísima atención al partido de extrema derecha de Geert Wilders, cuando en realidad en la campaña holandesa se tenía por uno más, aunque un año antes el holandés medio llegara a creer que iba a ser el más votado. Precisamente las encuestas nueva revista · 162

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locales fueron anticipando que no iba a ser así, pero, entre nosotros, sin embargo, los medios seguían por inercia con la matraca de que podía ser ganador. Como sabemos de sobra, las encuestan reflejan un instante concreto y solo eso. Su contribución puede ser muy valiosa para el estudio de los procesos electorales, pero para el pronóstico hay que prestar mucha atención sobre todo al último tramo porque, por el fenómeno de la información instantánea, es ahí donde se concentran los cambios de tendencia. Está pasando en todo el mundo y a todos los niveles. Y hay que prestar atención a la persona que hace la encuesta o que informa con la oreja pegada al terreno. Si queremos saber lo que van a votar los colombianos, no nos sirve un medio que habla desde Bruselas, tiene que ser un medio que tenga gente pegada al terreno en Bogotá, en Medellín. Y que sepa discernir. Una anécdota personal. Las elecciones catalanas del año 2012 fueron las primeras en las que el sentido del voto para el parlamento podía querer decir que se votaba sí o no a la independencia de Cataluña. Pasado el escrutinio, a la vuelta, me encontré en el tren con un periodista anglosajón que se mostraba indignado, hablando en alto en su propia lengua. Mucha gente le había criticado el titular ya publicado en su periódico. En él había escrito que el independentismo había ganado las elecciones. «¿No ven que erc ha sacado 21 escaños?». «Sí, pero Esquerra ha llegado a tener 23. Y usted cuenta solo los escaños, pero hay que contar los votos». Sin duda, los independentistas llegarían a sumar mayoría absoluta de escaños, pero de la realidad 70

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¿a qué encuestas hacer caso?

política catalana sabe más cualquier plumífero de un diario local que un prestigioso periodista recién aterrizado de Londres o Washington. Lo dicho. Tenemos que pegarnos al propio terreno. Dos o tres semanas antes de las elecciones francesas, los observadores veían a Macron al alza y con posibilidades de ser el más votado, pero también cavilaban con que una opción nueva y de centro funcionara mejor en las encuestas que en las urnas. ¿Y si Fillon, desgastado por los casos judiciales que hay a su alrededor, tuviera sin embargo un voto más maduro, que no entra bien en los paneles online y que pudiera dar la sorpresa? Las encuestas mostraban el tique Macron-Le Pen como ganador, pero no se podía descartar nada. Desde luego, se decía que era improbable que Mélenchon pasara a segunda vuelta, pero apenas había sociólogos que se atrevieran a afirmar que esa hipótesis, sumamente improbable, era imposible. Así las cosas, institutos que tradicionalmente hacían encuestas electorales, ahora se han retirado, como pasó en Estados Unidos con Pew Research Center o con Gallup. No quieren arriesgar su prestigio. Es lo que hay. En Francia se acertó. De todas maneras lo que sí se sabía es que, al igual que en Holanda, las encuestas a cierre de colegios iban a acertar. En el caso de Francia lo tienen muy fácil porque a las ocho se cierran los colegios de las grandes ciudades, pero dos horas antes han cerrado los colegios del resto del país. Y los institutos han tenido dos horas enteras para ir viendo lo que se vota en las ciudades pequeñas. En un sistema de circunscripción única, miel sobre hojuelas. Es muy fácil. nueva revista · 162

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narciso michavila UN POCO DE HISTORIA

La democracia se extiende por todo el planeta a lo largo del siglo xx. Cuando empieza el siglo, menos de un 10% de la población está votando en una democracia. Cuando termina, alrededor de la mitad de la población está viviendo en una democracia más o menos consolidada que puede elegir a sus gobernantes. Si la democracia se extiende, en buena parte es gracias a los medios de comunicación. Sin medios de comunicación, no hay democracia. Pues bien, quienes inventan las encuestas de voto no fuimos los sociólogos ni los estadísticos, fueron los periodistas. En 1916 The Literary Digest, revista semanal de los Estados Unidos decide enviar a sus suscriptores millones y millones de cartas para que respondan con el voto previsto; se hace pregunta fácil porque hay solo dos candidatos, demócrata o republicano. Así, son capaces de anticipar el resultado en el año 1916 y a partir de ahí cada cuatro años van anticipando el resultado, hasta que llega el año 36, y se produce uno de los grandes fiascos. ¿Qué sucedió en el 36? Pues que The Literary Digest dio por ganador al contrincante de Roosevelt. Entonces aparecieron tres sociólogos, Roper, Gallup y Crossley, que decidieron hacer relativamente pocas entrevistas, cincuenta mil, y, con distribuciones de campos e informaciones aleatorias, pretendieron conseguir resultados ajustados. A partir de ahí, Gallup va anticipando bien en el 36, en el 40 y... hasta el 48 en que falla estrepitosamente y da lugar a la famosa portada «Dewey Defeats Truman», la portada del fiasco demoscópico que siempre nos acompañará a los sociólogos. ¿Qué había sucedido? Las entrevistas se habían 72

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¿a qué encuestas hacer caso?

hecho en octubre y en un mes la gente cambió muchísimo el voto. Es una lección de la historia. Ahora el voto se cambia en horas. Es lo mismo, pero peor. Ha sucedido hace unos días en Ecuador, donde no hay razones para hablar de manipulación electoral por la diferencia entre previsiones y resultados. CONCLUSIÓN

En España hemos fallado las casas de encuestas. El famoso fiasco del vaticinio unánime del sorpasso de Podemos en junio de 2016 será difícil de olvidar. Pero luego vinieron las elecciones vascas y gallegas y el sector, en general, clavó los resultados, no solo esa noche electoral, sino en las previsiones anteriores. Cuando se falla, se revisa, pero no se abandona. En GAD3 tuvimos que hacer una revisión general tras las elecciones europeas. Después, en el País Vasco y Galicia funcionamos bien. Para el inmediato futuro confiamos en tenerlo todo bien previsto. Lo que no debemos hacer es confundir una encuesta con una previsión. No se ha podido hacer nunca y ahora menos que nunca por las razones dichas. Si así y todo queremos jugar al acertijo, tenemos que poner nuestra esperanza solamente en el último tramo electoral y nuestra confianza en informaciones pegadas al terreno. En junio de 2016 hubo algún partido español en que ciertos líderes se atrevieron a poner en cuestión el resultado porque no coincidía con el de las encuestas previas. ¡Qué barbaridad! Desde el año 48, la mítica Gallup acierta por lo general, pero como las cosas se están poniendo especialmente difínueva revista · 162

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ciles, parece que se retira de arriesgarse haciendo encuestas electorales para no poner su prestigio en entredicho. Otros no tiramos la toalla y pensamos que la mejor forma de demostrar que lo que estamos testando en educación, en consumo o en cualquier otro capítulo ofrece resultados fiables es arrostrar que somos capaces de entender las tendencias del voto, que siempre es el reto más difícil, el riesgo de los riesgos.  NOTA

Este texto corresponde a una intervención oral del 6 de abril de 2017. Se ha revisado convenientemente para evitar anacronismos.

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ENCUESTAS, ¿CIFRAS O TENDENCIAS? Manuel Mostaza Barrios

En los últimos años parece haberse debilitado la confianza pública en las encuestas electorales. Los nuevos fenómenos políticos y la configuración mediática de la opinión ciudadana han hecho que los resultados de las elecciones en muchos casos resulten impredecibles. Sin embargo, como explica Manuel Mostaza Barrios, las encuestas no tratan de predecir, sino de estimar, y concluye, a partir de la situación actual, que los análisis demoscópicos deben apostar por lo cualitativo en lugar de lo cuantitativo.

OPINIÓN PÚBLICA E INVESTIGACIÓN1

A la hora de analizar la compleja relación que existe entre la opinión pública y los sondeos electorales, es bueno comenzar desmenuzando algunos elementos básicos de la misma, así como la trayectoria que esta relación ha tenido desde el nacimiento de los propios sondeos. En primer lugar, hay que entender que el concepto de opinión pública es una construcción que nos permite satisfacer una de las necesidades más innatas al ser humano: la necesidad de encontrar un relato que nos explique el mundo. No sabemos muy bien qué es la opinión pública ni tampoco sabemos bien cómo funciona, así que lo mejor nueva revista · 162

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manuel mostaza barrios

es acercarse al concepto desde la humildad epistemológica y entendiendo la pluralidad de las sociedades modernas, en las que no hay una sola voz, por mucho que varios de los actores del ecosistema (medios, partidos, asociaciones...) intenten arrogarse su representación y hablar como su portavoz. La opinión pública es un constructo cultural que puede significar muchas cosas a la vez y no significar ninguna. En cualquier caso, si damos por supuesto que algo similar a la opinión pública existe, también hemos de asumir que no todas las cuestiones, por importantes que nos puedan parecer, interesan a la opinión pública. La capacidad de atención es limitada en el fragmentario mundo de la posmodernidad y, por ello, pretender que todos los aspectos que configuran la vida diaria sean de interés para la opinión pública es irreal. En consecuencia, tampoco podemos esperar que esta opinión pública tenga opinión sobre todos los aspectos que podemos desear que estén en la agenda política. Es por eso que cuando preguntamos a la sociedad para obtener información, a veces nos encontramos con respuestas más vagas de lo que nos gustaría. Por lo tanto, y desde mi punto de vista, para que podamos hablar de una opinión pública sobre un tema, los ciudadanos han de tener información sobre el mismo, o al menos han de pensar que la tienen. Sobre aspectos que queden fuera del interés ciudadano o de su capacidad de entendimiento (la Ley General de Telecomunicaciones, por ejemplo) es muy complicado trabajar en el ámbito de las encuestas. Pero tampoco basta tener una población interesada y formada sobre un tema para que podamos realizar análisis de investigación social o de mercado. Necesita76

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encuestas, ¿cifras o tendencias?

mos disponer de instrumentos que nos permitan medirla y necesitamos enfrentar estos instrumentos a una población que entienda lo que estamos haciendo. En España, por ejemplo, estos medios han llegado —hablando en términos históricos— hace muy poco tiempo. Hasta una fecha tan tardía como 1963 no había en España instrumentos, ni públicos ni privados, para medir la opinión pública. Ese año se pone en marcha el Instituto de Opinión Pública para conocer qué pensaban los españoles, y el despliegue de la metodología sobre el territorio tuvo que enfrentarse a un marco mental, el de muchos ciudadanos y el de gran parte de las autoridades, que no entendía bien qué era eso de las encuestas y para qué servían. Juan Díez Nicolás, uno de los jóvenes sociólogos que participó en la puesta en marcha del Instituto, relata una anécdota muy reveladora sobre lo que significaba hablar de encuestas en aquella España sin libertades y sin experiencia en la investigación social. El gobierno encargó una encuesta en el Campo de Gibraltar y señala Díez Nicolás2 que: Antes de iniciar las entrevistas en los domicilios a la muestra estadística seleccionada en determinados municipios de Cádiz y Málaga, tuve que pedir autorización al general-gobernador de la zona del Campo de Gibraltar, a quien llevé una carta personal de Fraga. Después de leerla detenidamente, el general-gobernador me miró y dijo: «Este Manolo tiene unas ocurrencias, y ahora le ha dado por esto de las encuestas... Pero si el gobierno quería saber la opinión de la población de la zona sobre el cierre de la verja... ¡no tenían más que haberme preguntado a mí!». nueva revista · 162

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manuel mostaza barrios

Dentro del conjunto de la investigación social, uno de los elementos más presentes en el imaginario colectivo de los ciudadanos es la investigación electoral, pero hay que entender que los estudios electorales son solo una pequeña parte del conjunto del análisis demoscópico. Es decir, toda investigación electoral es investigación social, pero la investigación electoral no agota la investigación social. Sin la investigación, estaríamos a ciegas ante lo que pasa en una sociedad; no sabríamos los gustos mayoritarios en consumo, por ejemplo, o lo que piensa la ciudadanía sobre determinados aspectos polémicos sobre los que les pedimos opinión. Por eso, es también descorazonador que la sociedad juzgue a la investigación en su conjunto por los resultados de una encuesta en una noche electoral. La investigación electoral tiene algunos elementos que la convierten en uno de los elementos más frágiles del ecosistema de la investigación, ya que la intención de voto de un ciudadano es un elemento volátil que presenta menos consistencia que otros aspectos de la realidad social que pueden investigarse a través de técnicas cuantitativas, como la preferencia por una marca o la valoración de un servicio. OPINIÓN PÚBLICA E INVESTIGACIÓN ELECTORAL

Una de estas inconsistencias, quizá la más relevante, nace de un equívoco: las encuestas electorales no predicen resultados, sino que los estiman. Empero, la vanidad de los demóscopos, sumada a la necesidad de certezas en la que vive el periodismo, ha hecho que entre todos hayamos transmitido a la opinión pública la idea de que los resultados electorales están escritos en algún sitio y que solo esos 78

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encuestas, ¿cifras o tendencias?

gurús elegidos por la divinidad son capaces de verlos antes de las elecciones. Es un relato hermoso, pero profundamente falso. La predicción anuncia un hecho futuro y está relacionada con una visión premoderna e historicista del mundo, una visión de contactos con la divinidad y de seres que tienen conexión directa con la misma. Frente a ella, la estimación lo que hace es evaluar las posibilidades de que se produzca un hecho futuro a partir de los datos con los que contamos hoy. Las encuestas electorales, por lo tanto, elaboran estimaciones de voto con la información que obtienen en un momento determinado, pero la validez de esta estimación está siempre condicionada tanto por la complejidad del objeto de estudio (el voto) como por el entorno en el que se desenvuelve el sujeto sobre el que se realiza la investigación. Esto no desmerece en nada su utilidad: siendo imperfectas, son la única herramienta con base científica de la que disponemos para orientarnos antes de unos comicios. Y en general suelen ser muy fiables: tanto, que son noticias las (pocas) veces que se equivocan, porque los ciudadanos consideran lo normal que la estimación se acerque mucho al resultado real. Y aquí llegamos a la relación que las encuestas tienen con los procesos electorales. Siendo sinceros, no tenemos muy claro cómo influyen las encuestas en los electores durante los días previos a unos comicios. Como el sujeto soberano es un mito de la Ilustración y en realidad tampoco comprendemos bien cómo tomamos las decisiones, hemos de ser humildes y asumir que, aunque es posible que influyan, la verdad es que no sabemos bien cuánto ni cómo lo hacen, así que es mejor no sobreestimar sus efecnueva revista · 162

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tos. Que influyen en el decisor está claro: si es el único que la tiene, dispone de una información privilegiada que puede utilizar a conciencia. Por lo que han contado repetidamente los sociólogos que estaban al mando del viejo Instituto de la Opinión Pública previo al cis, en la postura de legalizar al Partido Comunista que tomó el presidente Adolfo Suárez influyó de manera decisiva las encuestas de dicho organismo, en las que de manera sistemática se repetía la idea de que, para tres de cada cuatro españoles, las elecciones no serían libres si no se podían presentar todos los partidos. Luego hay otros efectos, que están muy estudiados por la doctrina, el efecto bandwagon, es decir, subirse al carro del que las encuestas sitúan como ganador en el último momento (que se lo cuenten a upyd en relación a Ciudadanos en las elecciones de 2015), y el efecto perro apaleado (underdog), es decir, la lástima que genera el que aparece muy mal ubicado en las encuestas o el que aparece como perdedor en las mismas. Pero además de estos dos, sí que da la sensación de que las encuestas influyen, aunque no sabríamos precisar cuánto, en tres escenarios muy concretos: —  Cuando los resultados electorales que se van a producir se presume que van a estar muy ajustados. Aquí hay una motivación muy clara para el votante: no sabemos quién va a ganar y la sensación subjetiva de que «nuestro voto es importante» derivada del resultado de la encuesta puede animar a votantes indecisos a la participación. —  Influyen también porque son un poderoso elemento desencadenante de la espiral del silencio. Cuando en un escenario polarizado, alguna fuerza no está bien vista 80

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encuestas, ¿cifras o tendencias?

socialmente, es posible que se activen estos mecanismos que dificultan el funcionamiento de las encuestas por el «miedo al aislamiento» que sienten los ciudadanos. Los seres humanos no queremos aparecer públicamente (ni siquiera ante nosotros mismos) en minoría y por ello evitamos expresarnos con claridad en determinados momentos para evitar quedar aislados de nuestro entorno. — Finalmente, porque puede influir en la configuración de un voto táctico, que en España parece (con la prohibición de publicar encuestas en los cinco días anteriores a la jornada de reflexión) menos legítimo que el voto ideológico. Nunca nadie nos ha explicado por qué, pero lo que se acaba generando, a la larga, es una brecha de conocimiento entre las élites y la ciudadanía. Las encuestas no se dejan de hacer durante esos días, lo que se dejan es de publicar. OPINIÓN PÚBLICA, INVESTIGACIÓN ELECTORAL Y ECOSISTEMA: UN TRÍO COMPLICADO

En este mundo de influencias y cruzadas y de relatos que, por más que sean verosímiles pueden no ser verdad, la relación que se establece entre las encuestas y los principales actores del ecosistema es una relación compleja. Cada actor espera una cosa diferente de los sondeos, y ello genera varios equívocos que es interesante analizar antes de dar por concluido este apresurado repaso a un mundo tan fascinante como complejo. Si empezamos analizando el uso que cada uno hace de los sondeos, encontramos lógicas diferentes detrás de la actitud de cada uno de los actores: nueva revista · 162

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—  Para los medios de comunicación, las encuestas son contenido informativo de alta calidad que les permite, además, marcar la agenda política. En el caso de los diarios, el medio que mejor explota una encuesta, les permite mantenerse como el medio simbólico de referencia informativa, por encima de la televisión, de la radio y, desde luego, de Internet. — Para los partidos políticos, las encuestas son una herramienta muy eficaz para poder diseñar de manera adecuada su estrategia electoral. Los partidos no tienen ningún elemento sólido de juicio, más allá de la encuesta, para saber si un candidato tiene atractivo en una ciudad, cuáles son sus puntos fuertes, los débiles, etc. Y pasa lo mismo con las actuaciones del programa electoral: solo a través de las encuestas pueden conocer qué opinan los ciudadanos de las medidas que se van a proponer en los programas. —  Finalmente, y para la ciudadanía, los sondeos electorales ofrecen una información de alta calidad y sin coste sobre lo que está pasando en su ciudad, en su región o en su país. Si Robin Dunbar tiene razón y todas las comunidades humanas mayores de ciento cincuenta miembros son imaginadas, es imposible que sepamos lo que pasa en nuestra ciudad recurriendo solo a nuestro ámbito más cercano. De esta manera, las encuestas ayudan a construir una democracia deliberativa para que los ciudadanos sepan lo que está sucediendo en su entorno, y todo ello a un coste mínimo, lo que favorece una expansión (democratización, dicen los populistas) del conocimiento. Sin embargo, esta relación que puede parecer tan clara, es una relación ambigua y llena de matices, donde casi nada nunca es lo que parece: una relación en la que, como 82

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encuestas, ¿cifras o tendencias?

en La noche del cazador, la legendaria película de Charles Laughton, los protagonistas llevan tatuados en sus nudillos las palabras amor y odio. Tan es así que, en muchas ocasiones, los clientes de las empresas demoscópicas son sus mayores detractores: —  En relación a los medios de comunicación, hay que recordar que, antes de la aparición de las encuestas, ellos se arrogan la interpretación de la opinión de los ciudadanos. La investigación cuantitativa acabó para siempre con ese mito, y además obligó a los medios a encauzar sus opiniones: si un candidato es rechazado de manera clara por los votantes encuesta tras encuesta, un periódico no puede señalar que es querido por la ciudadanía. De esta manera, los fallos de las encuestas permiten a los medios reivindicarse alegremente como los auténticos (y por supuesto legítimos) intérpretes de la opinión pública. —  Los partidos políticos también tienen facturas que cobrarles a los sondeos. Así, cuando estos no les ofrecen buenas perspectivas electorales, la salida más fácil es desprestigiar a esa encuesta en general y a los sondeos en particular. Ahí aparecen todo tipo de expresiones creativas, como meterse con la «cocina» (¿usted se tomaría los garbanzos crudos?) o lanzar un manto de sospecha sobre las empresas y sus aviesas motivaciones últimas para falsificar de manera tan evidente la voluntad del pueblo. —  Finalmente, y en lo que se refiere al ciudadano, los errores en los sondeos rompen el hechizo con el que la magia de la estadística envuelve al gurú electoral: el hombre que viaja hasta las colinas de Roma y allí, tras analizar el vientre de las aves, nos trae la verdad revelada. Es un nueva revista · 162

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manuel mostaza barrios

escenario de rechazo de las élites, de sospecha sobre el establishment y de conspiraciones por doquier, fallos previsibles cuando investigas sujetos no del todo racionales utilizando metodologías imperfectas se convierten por arte de magia en una materialización de la casta y de todos los males del país. El ciudadano necesita pasarse por unas primarias de un partido político, por ejemplo, para entender lo que es enfrentarse a procesos de selección sin ninguna encuesta. Eso sí que es estar a ciegas ante la realidad. CONCLUSIONES SIN ÁNIMO EXCLUYENTE

Empezaba esta comunicación solicitando humildad a todos los que estamos en el ámbito de la investigación social: seguimos sabiendo poco de cómo funciona esa cosa que llamamos opinión pública, y conocemos menos aún el papel que juegan las encuestas en su configuración. En relación al papel que las encuestas juegan en el proceso político, es mejor no magnificarlo: ni es tan importante, ni es desde luego exactamente el papel que les asigna el paradigma racional-ilustrado: una herramienta para conocer las demandas de la ciudadanía e incorporarlas a la agenda política. Da la sensación de que se utilizan más para comunicar y así legitima lo que se está haciendo, o lo que se tiene pensando hacer, que para integrar la demanda ciudadana en la agenda política. En un mundo preñado de cisnes negros, tampoco podemos ser muy arrogantes en relación al futuro. Parece que después de tantos años fascinados por los decimales, los asesores de comunicación y los propios políticos están fijándose más en las tendencias que en los números pun84

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encuestas, ¿cifras o tendencias?

tuales de cada encuesta y, a mayores, están también dejando entrar en sus cuarteles a lo cualitativo. Saber el cómo además de saber el qué. Saber qué relato hay detrás de los números. Lo cuantitativo pierde su hegemonía y volvemos a entender que la complejidad de la realidad social necesita de metodologías combinadas e híbridas para intentar acercarnos a ella con alguna probabilidad más de éxito.  NOTAS

Agradezco a José Miguel de Elías, director de Investigación y Análisis de Sigma Dos, los valiosos comentarios aportados tras una primera lectura de este breve ensayo. 2 Díez Nicolás, Juan: «Encuestas de opinión y decisión política» en reis, número 99, julio-septiembre de 2002, página 217. 1

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COREA DEL NORTE EN LA ERA TRUMP Belén Lara Fernández

Desde que Donald Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos la tensión entre Washington y Pionyang no ha dejado de aumentar, hasta llegar a alcanzar niveles sin precedentes. Circunstancia que se ve agravada por la imprevisibilidad en el comportamiento que ambos líderes han demostrado. Una decisión no suficientemente meditada o un error de cálculo pueden llegar a causar una verdadera catástrofe.

Trump afronta su desafío internacional más inmediato y también más importante sin una estrategia de política exterior y de seguridad definida e, improvisando, ha hecho de China la pieza central de su estrategia hacia Corea del Norte. Ejerce continuas presiones para que el presidente chino, Xi Jinping, logre que su aliado norcoreano frene su programa nuclear y de misiles utilizando medidas económicas y diplomáticas, y le ha conminado a hacerlo —dirigiéndose a él a través de Twitter— en estos términos: «Corea del Norte está buscando problemas. Si China quiere ayudarnos, estupendo. Si no, ¡resolveremos los problemas sin ellos!». Por su parte, el líder norcoreano, Kim Jong-un, 86

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corea del norte en la era trump

bien conocido por sus provocaciones y por tensar la cuerda hasta niveles irracionales, respondía a través del diario oficial del régimen: «Nuestro poderoso ejército revolucionario está vigilando cada movimiento de elementos enemigos, con nuestras miras nucleares puestas en las bases invasoras de Estados Unidos». Posteriormente, Trump, en un duro mensaje político y militar hacia Pionyang, afirmó que «todas las opciones están sobre la mesa», lo que implícitamente significa que todas sus fuerzas estratégicas, incluidas las nucleares, podrían ser utilizadas para realizar un ataque sobre Corea del Norte y que podría hacerlo en cualquier momento. También anunció un endurecimiento de las sanciones y el despliegue de un escudo antimisiles. El régimen norcoreano, con su más belicosa retórica, ha dicho que una guerra nuclear puede estallar en cualquier momento y que su país está listo para responder. También el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, afirmaba que llevarían a cabo una acción militar preventiva si Corea del Norte «elevaba la amenaza a un nivel considerado inaceptable», aludiendo a la posibilidad de que desarrollen un misil balístico intercontinental (icbm, en sus siglas en inglés) capaz de alcanzar el territorio de Estados Unidos. Pero Kim Jong-un en la última parada militar, celebrada el 15 de abril, mostró su arsenal de misiles balísticos, incluidos prototipos de los icbm que está dispuesto a conseguir, y en su discurso de Año Nuevo ya había anunciado que estaban ultimando el lanzamiento de un misil de largo alcance, a lo que Trump respondió por medio de un tuit: «¡No ocurrirá!». Unos días después de la parada militar realizó dos lanzamientos de prueba y ambos resultaron fallidos. nueva revista · 162

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belén lara fernández

Y es que, además de los mensajes cruzados, también se han sucedido las acciones de provocación. Washington y Seúl han realizado ejercicios militares conjuntos donde simulaban destruir instalaciones clave de Corea del Norte con un ataque preventivo, y Estados Unidos atracó en el puerto surcoreano de Busan un submarino que transporta unos 150 misiles de crucero Tomahawk, con capacidad para llegar a territorio norcoreano. También ha desplegado en la zona un portaaviones, con su correspondiente flotilla, para realizar ejercicios navales con Corea del Sur y Japón. Por su parte, Kim Jong-un respondía con unos ejercicios militares en los que utilizaba fuego real y realizando pruebas de varios tipos de misiles. Mientras que Trump se reunía con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, lanzó uno de alcance intermedio con capacidad para llegar a Japón, y el mismo día, a comienzos del mes de junio, en que el recién elegido presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, suspendía el despliegue del escudo antimisiles en su territorio, en una significativa ruptura con la política de Trump hacia Corea del Norte, decidía lanzar varios misiles de crucero desde su costa este. EL PROGRAMA NUCLEAR Y DE MISILES DE COREA DEL NORTE

Corea del Norte ha realizado hasta la fecha cinco explosiones nucleares subterráneas y las cinco han tenido lugar en este siglo: en 2006, 2009, 2013 y enero y septiembre de 2016. Hace diez años se especulaba sobre si la primera explosión era realmente nuclear o no, y se daba por seguro que estaba muy lejos de poder fabricar una cabeza nuclear 88

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corea del norte en la era trump

que pudiera ser ensamblada en un misil. Actualmente el debate se centra en si ya ha alcanzado plenamente la capacidad termonuclear en cabezas para misiles de corto y medio alcance, y sobre el tiempo que tardará en tener operativo un icbm que pueda llegar a detonar una carga nuclear en el territorio continental de Estados Unidos. Cuando realizaron la cuarta prueba nuclear, aseguraron que habían detonado por primera vez una bomba de hidrógeno, una afirmación que fue acogida con gran escepticismo porque la magnitud del movimiento sísmico provocado —que es lo que denota la potencia de cada explosión— fue similar al detectado tras la prueba de 2013, insuficiente para una bomba H. El quinto ensayo nuclear fue algo más potente, pero tampoco lo suficiente como para tratarse de una bomba termonuclear. Fuentes surcoreanas calculan que la potencia oscilaría entre los 10 y 12 kilotones (las bombas de Hiroshima y Nagasaki fueron de 15 y 20 kilotones, respectivamente) por lo que creen que en realidad están detonando bombas nucleares clásicas reforzadas con algún isótopo de hidrógeno, pero que en puridad no se trata de explosiones termonucleares. Al margen de la potencia específica demostrada, el último test evidencia un enorme avance en su programa nuclear. Tampoco se ha podido determinar con exactitud el material que han utilizado, aunque lo más probable es que detonaran plutonio en los dos primeros ensayos y uranio altamente enriquecido en los tres últimos. Asimismo, se desconoce la cantidad de ojivas nucleares que poseen, aunque se estima que a finales de 2016 el número oscilaba entre trece y treinta. También existen estimaciones de que manufacturan entre nueva revista · 162

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tres y cinco por año, con lo que para 2020 podrían contar con entre veinticinco y cincuenta. Enriquecer uranio al nivel necesario y detonar un explosivo nuclear supone un avance tecnológico muy importante, pero de nada sirve una ojiva nuclear que no pueda ser ensamblada en un misil. Lograrlo presenta un gran número de problemas técnicos, ya que ha de ser ligera, pequeña y de un material capaz de superar los rigores del lanzamiento y de la reentrada en la atmósfera. Los norcoreanos afirman que disponen de la tecnología necesaria para miniaturizar cabezas nucleares (si bien nunca lo han demostrado) y los servicios de inteligencia estadounidenses y surcoreanos, tras años de intentar separar propaganda y realidad, han llegado a la conclusión de que estarían en disposición de montar una cabeza nuclear lo suficientemente pequeña en misiles de corto y medio alcance, para llegar a Corea del Sur y Japón, pero que todavía no habrían logrado la tecnología necesaria para ensamblarlas en los icbm, que al final de su trayectoria de vuelo han de reentrar en la atmósfera y soportar fuertes vibraciones y altas temperaturas por la fricción. Expertos militares aseguran que, si no se consigue frenar su desarrollo, para 2020 Kim Jong-un contará con dicha tecnología y supondrá una amenaza para la seguridad global mucho mayor que si verdaderamente hubiera conseguido una bomba termonuclear, pues esta aumenta la capacidad destructiva pero estratégicamente añade poco valor marginal. Es por ello que, paralelamente a su programa nuclear, Corea del Norte ha de avanzar en el desarrollo de sus misiles, pues es necesario disponer de los vectores de lan90

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zamiento adecuados para hacer detonar las cabezas nucleares en el lugar que se pretende. Desde principios de 2016 han probado unos cuarenta misiles de distinto tipo y alcance, pero hay dos programas de misiles en los que Pionyang está especialmente interesado: El prioritario es lograr un icbm, un misil que solo poseen China, Estados Unidos, India y Rusia, cuyo alcance excede los 5.500 kilómetros y que les permitiría tener al alcance el territorio de Estados Unidos. Para lograrlo tendrán que realizar varios lanzamientos de prueba a lo largo de este año y quizá durante dos o tres años más. El otro es desarrollar un slbm (Sea-Launched Ballistic Missile), un misil para ser lanzado desde un submarino, con el que podrían evadir los sistemas antimisiles, tener capacidad ofensiva lejos de sus fronteras y responder en caso de recibir un ataque. En agosto de 2016 lanzaron un misil desde un submarino que llegó a una distancia de unos 500 kilómetros y cayó en aguas de Japón, pero quedan años para que Corea del Norte pueda tener este sistema operativo porque han de modernizar su flota de submarinos. En la actualidad carecen de submarinos lo suficientemente avanzados y con la necesaria envergadura para realizar grandes trayectos sin ser detectados. Los que posee son copias del Romeo de la era soviética, que están anticuados, son ruidosos y tienen que salir con demasiada frecuencia a la superficie, por lo cual son fácilmente detectables. Los otros tipos de misiles balísticos que siguen desarro­ llando y probando son los Scud, de corto alcance, y los No-Dong, de alcance medio (entre los 1.200 y 1.500 kilómetros). En marzo de 2017 lanzaron cuatro de estos nueva revista · 162

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misiles en prueba y tres de ellos se desplazaron unos mil kilómetros hasta caer al mar, a 250 kilómetros de la costa de Japón, dentro de su zona económica exclusiva. Más irregulares están resultando las pruebas del misil de alcance intermedio denominado Musudan, con capacidad suficiente para llegar a las bases militares que Estados Unidos tiene desplegadas en el Pacífico, incluida la de Guam. Los servicios de inteligencia estiman que Corea del Norte tiene desplegados unos 600 misiles balísticos Scud de corto alcance, que pueden alcanzar el territorio de Corea del Sur; unos 200 misiles de alcance medio No-Dong, que pueden llegar hasta Japón; y poco más de cincuenta misiles de alcance intermedio Musudan y Taepo-Dong, capaces de recorrer 4.000 kilómetros. Pionyang siempre exagera al hablar de sus capacidades militares, pero lo cierto es que ha progresado a un ritmo alarmante y que continúa impulsando con especial celeridad en los últimos meses el desarrollo de sus misiles. Los misiles son, además, la principal fuente de divisas de Corea del Norte y desde que la Unión Soviética colapsara, Pionyang se ha convertido en uno de los más activos exportadores de misiles balísticos, de sus componentes y de sus tecnologías. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha adoptado varias resoluciones imponiendo sanciones para disuadir a los potenciales compradores de misiles, o de tecnología de misiles, o de materiales para fabricarlos, o de cualquier otro tipo de armamento, y que todos los países se abstengan de realizar transacciones con Corea del Norte. Además, aplicando la psi (Proliferation Security Initiative), se han bloqueado varios barcos norco92

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reanos que transportaban misiles. En diciembre de 2002 España y Estados Unidos interceptaron uno, en ruta hacia Yemen, que portaba quince misiles Scud. La psi, aunque no ha logrado disuadir a todos los compradores, ha conseguido que los riesgos y los costes de tales adquisiciones se hayan incrementado notablemente. Para zafarse de estos bloqueos, Corea del Norte ha incrementado los envíos a través del transporte aéreo, ha utilizado intermediarios chinos y paquistaníes, y se ha dedicado a vender más licencias y a realizar más transferencias de tecnología, que son más difíciles de detectar. Se sabe con certeza que ha exportado cientos de misiles, principalmente del tipo Scud, armados con cabezas convencionales, a países como Egipto, Irán, Libia, Pakistán, Siria y Yemen, y lo que se teme es que el régimen norcoreano —tal como hace con los misiles— opte por realizar transacciones con la tecnología nuclear y comience a transferir bombas nucleares, material fisible, tecnología nuclear o conocimientos para su desarrollo a otros Estados o, lo que es más preocupante, a actores no estatales como organizaciones terroristas. Existen sospechas fundadas de que asistió secretamente a Siria en la construcción del reactor nuclear que Israel bombardeó en 2007 y de que ha vendido tecnología nuclear a Irán. E VA L U A N D O L A S O P C I O N E S

Kim Jong-un es consciente de cómo acabaron derrocados después de abandonar sus aspiraciones nucleares tanto el presidente de Libia, Muamar Gadafi, como el iraquí Sadam Husein y, por ello, la posibilidad de que renuncie voluntariamente a su armamento nuclear es tan remota nueva revista · 162

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que no puede considerarse una opción. Según un informe elaborado por el Pentágono en 2015, titulado «Military and Security Developments involving Democratic People’s Republic of Korea», el objetivo estratégico supremo del régimen norcoreano, en un contexto en que los Estados vecinos aumentan su poder militar, económico y político, consiste en asegurar su supervivencia. Y el armamento nuclear es el garante de esa supervivencia. Por otro lado, la política de sanciones no ha surtido el efecto deseado porque el régimen norcoreano las elude a través de la extensa y compleja red de tráfico ilegal que tiene establecida. Tampoco ha funcionado la denominada «paciencia estratégica» de Obama (a la que algunos irónicamente se han referido como «paciencia, sin estrategia») consistente en no sobreactuar cada vez que realizaban un nuevo ensayo nuclear o probaban un misil más avanzado, pero sin proponer iniciativa alguna más allá de continuar con las sanciones e insistir en que antes de comenzar a negociar tenían que destruir su arsenal nuclear. Esta precondición solo ha servido para bloquear el que se pudieran iniciar unas negociaciones porque Kim Jong-un no va a renunciar a su armamento nuclear, que es su única baza para ser alguien en el mundo y para asegurar la supervivencia de su régimen. La solución tampoco pasa por imponer sanciones más duras y coercitivas, que lleguen a afectar incluso a los bancos de China que negocian con Pionyang, o por imponer un duro embargo que bloquee todos los puertos de Corea del Norte para paralizar sus finanzas, porque China no lo va a permitir. Xi Jinping sabe que si restringe o paraliza las exportaciones de alimentos y petróleo, o cesa de ayudar al régimen norcoreano, este podría colap94

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sar. Corea del Norte se convertiría en un Estado fallido y millones de refugiados pedirían asilo en China. Además, una vez desaparecido el colchón norcoreano, las fuerzas armadas estadounidenses desplegadas en Corea del Sur quedarían a sus puertas. Así pues, confiar en que el régimen pueda llegar a colapsar reforzando las sanciones y los embargos es mostrarse demasiado optimista porque China se opondrá por su propio interés, a pesar de que las relaciones entre ambos países hayan sufrido un gran deterioro en los años de mandato de Kim Jong-un. La opción de usar la fuerza militar contra Corea del Norte conlleva unos riesgos extremadamente altos porque Seúl, con su enorme población, podría resultar arrasada solamente con el armamento convencional. Un ataque preventivo para destruir las instalaciones nucleares y las bases de misiles tiene que afrontar severas dificultades operativas y no tiene garantizado que consiga eliminar o retrasar permanentemente el programa nuclear norcoreano. Además provocaría una fuerte respuesta militar de Pionyang, que podría desembocar en una segunda guerra coreana e involucrar a China en la escalada del conflicto regional. Además, en el caso de que Corea del Norte lograra poner a salvo alguna bomba nuclear, millones de personas en Corea del Sur y en Japón, incluidos los soldados estadounidenses destinados en las bases militares de ambos países, correrían peligro. El uso de la fuerza, por tanto, no debería ser una opción, porque una confrontación militar causaría daños intolerables y una catástrofe en la región. La amenaza continua del uso de la fuerza tampoco lo es porque da credibilidad a Kim Jong-un cuando argumenta nueva revista · 162

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que necesita armas nucleares para no ser atacado y le permite acelerar su programa de armamento nuclear. La mejor opción y la más viable es comenzar un proceso de negociaciones sin precondiciones onerosas. Es prioritario buscar un acuerdo para congelar las pruebas nucleares y de misiles de Corea del Norte y hacerlo antes de que llegue a desarrollar un icbm o realice una sexta prueba nuclear. Para conseguirlo, Estados Unidos debería de comprometerse a no imponer nuevas sanciones y a dejar de realizar ejercicios militares conjuntos con Corea del Sur así como otras acciones deliberadamente amenazadoras, tales como sobrevolar la península de Corea con aviones cargados con bombas nucleares. Si la moratoria funciona, el siguiente paso podría consistir en reducir paulatinamente la producción de uranio enriquecido y de plutonio, bajo la supervisión de inspectores internacionales, a cambio de que las sanciones se fueran reduciendo. Después habría que continuar negociando hasta llegar a desmantelar el programa de armamento nuclear norcoreano, algo que será difícil y puede no llegar a conseguirse. Trump cuenta con un estrecho margen de maniobra para recalibrar su política hacia Pionyang y afrontar uno de los más serios retos a la seguridad global. Es por ello que recibe presiones, que van en aumento, para que inicie unas negociaciones que, sin duda, han de resultar muy complicadas, pero que son la mejor opción. De momento su respuesta ha sido que las negociaciones no van a ser inminentes y que ahora es tiempo de centrarse en ejercer más presiones económicas y diplomáticas sobre Corea del Norte, exigiendo a China que las lleve a efecto. 96

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Sería más oportuno intentar negociar primero y luego, si la intransigencia de Kim Jong-un sabotea la diplomacia, presionar. El peligro que supone Corea del Norte, desde la amenaza directa a Corea del Sur y Japón, a la amenaza creciente a Estados Unidos, hasta la posibilidad de que llegue a transferir tecnología nuclear a grupos terroristas para conseguir divisas, no aconseja demorarlo más. Una fallida política que retrase aún más el inicio de las negociaciones, que es la alternativa más prometedora, solo conseguirá que Kim Jong-un se sienta menos vulnerable y, por tanto, mucho más peligroso. 

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CULTURA

EL MOMENTO SUBLIME Y LA SENSACIÓN DEL YO Santiago González-Varas

Hay pocas cosas que despierten tanta emoción como lo sublime. Objeto de incontables reflexiones filosóficas, para Santiago González-Varas lo sublime es lo que hace sentir real al hombre, la sensación del propio yo. Como explica en este ensayo poético, esa experiencia supera y desborda las categorías tradicionales y es diferente de la percepción de la belleza.

Me aproximo a tal momento sin ninguna connotación especial, sin admiración, incluso con algún distanciamiento, y relativa incredulidad. Al principio solo mandaba él. Se producían esos característicos segundos de estremecimiento de lo sublime... pero yo no sabía qué era eso; solo se trataba de una emoción. Al cabo de un tiempo me pregunté sobre el significado de esa sensación especial. Y fui descubriendo entonces el momento sublime, de otra forma, antes inconsciente. 98

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el momento sublime y la sensación del yo

En algunos lugares lo tengo localizado ya, aunque él me pueda seguir siempre sorprendiendo. Es más, porque ahora conozco ya algunos de los sitios donde se encuentra o esconde, ahora generalmente soy yo quien acude a su encuentro, yendo hacia él para experimentar uno de esos momentos que, en cambio antes, venían azarosos hacia mí con ocasión de un descubrimiento artístico casual. A poco que indago, en el momento sublime, de esta forma en cierta medida más racional y menos espontánea, confirmo su innegable presencia. Por eso, me acerco a él como aquel científico cuya atención ha sido llamada por alguna curiosidad. En definitiva, porque sé de su plena certeza, voy a su encuentro y me pregunto así por su significado. Me pregunto si hay alguna lógica en el conjunto de las cosas que lo producen. Pero tampoco indago demasiado en esto, porque me interesa solo el significado que después contaré, del «momento» sublime, una vez verifico que este es real o innegable. Observo también que se trata de momentos en forma de sensaciones que van y vienen. En efecto, dicho «momento» desaparece raudo, después de dejar su huella. Sobre todo me pregunto, una y otra vez, por qué lo sublime dura solo unos segundos. Esto me atormenta porque, una vez he descubierto el momento sublime, y, si tan real es, e innegable, ¿por qué no puedo quedarme allí más tiempo? Querría permanecer en él, pero no se puede. Verifico que existe el momento, al tiempo que también que me rechaza al cabo de un breve espacio temporal de pertenencia. Es así como lo sublime puede manifestarse. nueva revista · 162

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Llego a captar que lo sublime es una sensación de tal. Es, en principio, una sensación propia como otras. Me pregunto, como forma de avanzar a su encuentro, qué otras cosas me producen sensaciones con tal fondo interior, para así poder identificar mejor aquella otra. Observo por eso que lo sublime tiene algo especial dentro del género de las sensaciones. Envidio, en un instante absurdo, a esos místicos que llegan a un momento parecido quizás, por un estado religioso. Recuerdo textos y textos que he leído hace tiempo sobre lo sublime, en general o describiendo los caminos para llegar a él; o escritos sobre la conciencia del yo, si bien no recuerdo ahora nada escrito que relacione ambos fenómenos. Yo, más sencillamente, he podido gozar de lo sublime de vez en cuando, alguna vez mediante cosas menores, pero generalmente son momentos que me ha enseñado el arte; y más concretamente la música me lo enseña. En verdad, me da lo mismo la música; me es totalmente indiferente el arte mismo. El centro de mi atención es solo esa sensación que me hace sentirme real a través de la concreta intensidad de la sensación de lo sublime: ¿por qué ese estado? Ese que me permite ver algo distinto, generalmente serio o sobrecogedor, un instante en contacto con algo que no entiendo, pero que me hace sentir real. También otras cosas, discursos y paisajes o algunas conversaciones, o el simple desarrollo de cosas por azar, pueden llegar a ser trazos de momentos sublimes, pero raramente es así, en comparación con ese otro método musical más certero. Esa manifestación del arte, por la razón que sea, informa mejor de aquello que realmente interesa. No todo en la música es sublime. La mayor parte es diverti100

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mento, deleite o placer, solo belleza. Pero detecto algunos instantes concretos que me permiten el momento sublime. Una sensación es, nada más, lo sublime. Como otras sensaciones. Pero esta se diferencia por su altura, dicho sea, de nuevo, fría y desapasionadamente. Hay múltiples sensaciones de escaso contenido y casi nulo mensaje, y, por supuesto, también músicas diversas que no causan ese momento sublime y ni siquiera sensación alguna, como las cosas en general, quiero decir. Lo sublime participa de la sensación en tanto en cuanto es una más, pero salvo esa nota común todo son después diferencias. Nada tiene que ver esta sensación con otras. ¡Tan jerarquizadas están, en un mundo antijerárquico, bajo un criterio de calidad! Me pregunto de nuevo por qué se asocia necesariamente lo sublime con ciertos concretos segundos o momentos de ciertas obras de arte, o con ciertos paisajes naturales. Y por qué, si esto es así, lo sublime está al mismo tiempo, por contrapartida, siempre abierto, ya que en cualquier momento se me puede aparecer sorpresivamente. Y no puedo también dejar de preguntarme, con total modestia, por qué yo soy una de esas personas con capacidad de captar algún momento sublime, y no solo deleite o placer. Me pregunto, otra vez, por qué otras cosas no producen lo mismo. También me preocupa por qué no suelen ser productos de mi tiempo los que me llevan más fácil o rápidamente a un momento sublime. Me digo, por un momento, que me gustaría que todo fuera de otra forma. En realidad también esto me da lo mismo. Mi asunto es solo preguntarme por esta rareza, nueva revista · 162

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pero evidencia, del momento sublime, real e innegable. Un momento que, por una parte, creo o provoco yo mismo en torno a ciertas obras que conozco y que, por otra parte, aparece súbitamente cuando él quiere sorprenderme. Observo también que al momento sublime antecede un momento previo no sublime, acaso preparatorio, así como otro posterior que tampoco lo es, aunque pueda ser igualmente placentero. Me viene a la mente la imagen de una montaña (estremecedora) y me doy cuenta del espacio llano antes y después de ella. Me pregunto cómo se produce este estado y cuáles son sus claves y qué hay detrás de todo ello y si no es esta la vía más certera para llegar a descubrir lo realmente importante. Este descubrimiento me hace igualmente considerar, por fuerza, sin querer, pequeño el entorno. Lo no sublime pasa a parecerme por unos instantes carente de interés. No me agrada mucho la idea y me pregunto, ignorante yo, con algo de gracia, por qué las cosas son así. Y por qué existe lo sublime y lo no sublime. También aprecio que en ese momento trascendente no cabe obviamente la distracción. Es un momento que significa algo. No caben siquiera mezclas, es puro aunque breve. No hay problema. Lo sublime dura unos instantes y después no ha pasado nada. Obviamente, lo sublime consiste en una emoción. Generalmente seria, profundamente seria, aunque, por eso, con contrapesos de broma y sátira. Desconozco si es magia de su creador, o es arte de las cosas. Pero tampoco me importa esto mucho, solo la experiencia sublime cuenta. 102

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Por supuesto, es un momento que me hace feliz, o que me hace superar la realidad o, mejor dicho, sentirla como es. También en tales momentos supero la soledad, aunque después «el momento» me lleve a ella, pero no es este mi tema ahora. Recuerdo también, o admiro igualmente, todas esas personas a quienes vi capaces de tener momentos sublimes, a veces con cierto tono de pura broma o extravagancia fruto acaso de la mezcla entre grandeza e incomprensión del «momento». A ellas dedico estas páginas. No todo es igual en la obra que contiene un momento sublime. Toda ella tiene mérito, pero solo una parte irrumpe haciendo ver el momento sublime. No se trata de nada subjetivo. No cabe en este asunto decir que unos tendrán la experiencia sublime en una parte y otros en otra, de la obra. No. Los momentos sublimes son objetivos. Los identifico como una cosa material ante mí. Es más, los conozco de memoria, como criaturas mías, los matices, las idas y venidas, los ecos en movimientos u obras posteriores, los antecedentes o notando cómo el compositor va llegando a ellos. La subjetividad afectará, todo lo más, al discernimiento del grado de los momentos. Desde luego, el momento sublime me informa de las limitaciones de una perspectiva exclusivista científica o materialista de las cosas. Esta perspectiva de lo sublime me gusta porque aporta humildad. Tampoco será, supongo, que lo sublime sustituya a todo aquello, será posiblemente su complemento necesario. Pero indican, tales momentos, un posible misterio, real. Indican, más allá, la única vía certera de ver lo real. Sin embargo, se nos dice acostumbradamente lo contrario. nueva revista · 162

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El momento sublime puede ser guía de actuación y parámetro de las demás cosas. Aporta la utopía de una vida que se convierte en un proyecto artístico. Quien capta lo sublime puede no contentarse con tales momentos. Podrá querer trasladarlos a la realidad social. Lo sublime puede servir de pauta para otras realidades, o por contrapartida puede ser aparente, al convertirse en simple traducción de aquellas otras. Ese es otro momento clave, la imposibilidad y fatalidad de lo sublime: sin él, y sin dominar él el resto, la insatisfacción. Dominando él..., lo imposible, y el riesgo. La tentación de lo sublime es controlar la propia realidad social desde su perspectiva real. Observo a mi pesar que hay más ventajas que desventajas en el mundo social regido por principios más adecuados, no artísticos. Y veo claro que habría más malo que bueno si lo sublime fuera el parámetro del que partir derivando consecuencias. Entiendo por qué el mundo ha de ser como es, pero la conclusión no me gusta. ¿Qué es todo esto, entonces; qué significado encierra? En parte ya está dicho. En el momento sublime he descubierto al fin mi propio yo, con mayor certeza. Esto sí interesa, observar que, de entre todas las posibles referencias, es la más certera para afirmar que uno existe. Los objetos, el acostumbrado propio hecho de que pienso, no me provoca esa misma intensidad necesaria para experimentar mi yo. No lo noto. No veo su utilidad para eso que me interesa, provocar tal sensación peculiar necesaria del yo. Preciso una mínima intensidad, esta del momento sublime, una sensación interior por la que captar o verificar o sentir el 104

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yo. En cambio, el momento sublime provoca una sensación propia, real e innegable, en el fondo de personal existencia. Esta sí está dentro de mí, la siento y noto como mía, y mi yo a su través. Tampoco creo que haya una consciencia que se transmite a través de cualquier cosa. De forma vaga o general, siempre presente. No me doy cuenta, al menos en comparación con esto otro. Lo sublime es el grado de intensidad necesaria para la sensación del yo, por supuesto como sensación, pero más allá de la sensación ordinaria que no provoca ese algo sentido o innegable que irrumpe en uno mismo. Son sensaciones de un tipo concreto, elevadas y cultas, que permiten la sensación del yo. Esto es, en realidad, lo que me interesa de toda esta historia. Lo sublime me sirve en tanto en cuanto otorga una pauta certera de propia existencia. No me importa tanto el arte en cuanto tal, sino en tanto en cuanto aporta un momento que me dice que existo. Me convenzo así de que existo, porque solo así me observo cierto. Me causa absoluta perplejidad que pudiera ser que esa sensación del yo pudiera ser solo descubierta por algunos sujetos. Pero siempre fue así; que hubo unos cuantos, en esto, filósofos, que mostraron a los demás, cómo «los demás» existen. No obstante, también esto me asombra un poco. Y más extrañeza me provoca que lo sublime choca (en el fondo, a poco que se profundice en ello) con los principios del diseño social vigente. Si lo sublime me lo produjera la música no culta, yo estaría allí, con ella, con tal de experimentar uno de esos momentos. Poco me importa, pues, la causa o el origen. La nueva revista · 162

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cultura misma. Solo ha de interesar en esto el efecto. Pero el caso es que, por la razón que sea, observo que lo sublime se asocia generalmente a lo no popular, a lo culto y más elevado o reservado. Siempre hay cosas insospechadas que de pronto causan un momento sublime, pero me pregunto por qué suelen ser cosas muertas del pasado. Me considero por eso feliz, por captarlo, y lo aconsejo a los demás entonces. «Feliz», aunque sé que esta condición está prohibida para todo aquel que se ha adentrado mínimamente en este ascenso o gruta de lo sublime, en tanto en cuanto solo es tal si es total y puro. Justo eso que no puede ser. Y por eso entiendo, al fin también, lo reñido de todo lo intelectual con la felicidad. Y por qué también eso de sentirse felices está reservado, todo lo más, al desconocimiento, al menos el de la existencia del yo. El concepto de lo sublime, no apto solo para filósofos porque se escapa de la filosofía, no apto solo para artistas porque se escapa al arte, no apto solo para ensayistas porque desborda cualquier estudio, más apto para poetas aunque no es tema solo poético..., al final es solo un concepto apto para practitioners. De todas esas cosas que forman la vida real. Eso es posiblemente lo que uno es, un práctico de las cosas, buscando sensaciones y dentro de ellas, unas concretas. Y me maravilla, de nuevo, otra vez, observar, concluyendo, que lo sublime ya no depende, ahora ya, solo de él... porque también a uno mismo le es dado identificar o controlar o disponer del comienzo y el final de tales momentos sublimes que provocan la sensación del yo, y ese instante necesario, siempre tan ansiado, de verdad y realidad.  106

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UNIR/TEATRO El rufián dichoso , la comedia de santos de Cervantes, llega a escena La Fundación Siglo de Oro y la Universidad Internacional de la Rioja (unir), en el marco habitual de sus producciones teatrales y en su labor conjunta de difusión de los textos del Siglo de Oro, han creado Producciones Teatrales del Siglo de Oro, con el objeto de llevar a escena la obra El rufián dichoso, de Miguel de Cervantes, al servicio de su interés común en la defensa del teatro del Siglo de Oro como uno de los mayores patrimonios culturales de nuestra lengua y de nuestro país. El proyecto de investigación, traducción, puesta en escena, exhibición nacional e internacional de El rufián dichoso está integrado en los actos conmemorativos por el cuatrocientos aniversario de la muerte de su autor. La adaptación para la escena es de José Padilla y la dirección corresponde a Rodrigo Arribas y Verónica Clausich. La fructífera colaboración entre ambas instituciones tiene su origen en la producción de Enrique VIII, de William Shakespeare, con la que la Fundación Siglo de Oro representó a nuestro país en el Shakespeare’s Globe Theatre de Londres, dentro del marco de las Olimpiadas Culturales de 2012 y en la que unir fue colaborador fundamental, a través de su apoyo, en la difusión nacional del espectáculo, favoreciendo su exhibición en más de veinte ciudades de nuestro país. Posteriormente, esta forma común de entender la contemporánea valía y poder de estas dramaturgias, fomentó la colaboración en la producción y gira de Mujeres y criados, de Lope de Vega, texto, hasta el momento de su descubrimiento por Alejandro García Reydi en los fondos de la Biblioteca Nacional, desconocido y no representado desde hacía 450 años, y en Trabajos de amor perdidos, de William Shakespeare, proyecto este en asociación con el Shakespeare’s Globe Theatre de Londres y producido dentro del marco de los actos conmemorativos del aniversario de la muerte del autor.

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EL RUFIÁN DICHOSO, HOY José Padilla

Hasta donde hemos podido averiguar, no existen registros en España de ninguna puesta en escena de El rufián dichoso de Miguel de Cervantes previa a la actual de Fundación Siglo de Oro. Los motivos, de cuya referencia no existe registro alguno, se pierden en el tiempo, pero no cuesta intuir el porqué. La pieza se enmarca dentro del género conocido como comedia de santos, obras en las que se retrataba la vida de un santo desde el abandono de una vida más o menos disoluta, en algunos casos criminal —la función que nos ocupa, sin ir más lejos—, hasta la consecución de la santidad. Sin entrar a otras valoraciones, es obvio que este tipo de estructura dramática, aun sin desbastar, funciona. El protagonista empieza en un lugar y acaba en otro bien distinto, un devenir dramático de libro que bien puede sostener la historia y el interés del público sin mayor problema. Sin embargo, y en lo que a El rufián dichoso concierne, sí se nos presentaron algunas dificultades que, en última instancia, dieron forma a nuestra propuesta de versión. Cabe imaginar que si alguna compañía a lo largo de los siglos valoró poner en pie esta obra, se encontró con los mismos escollos que nosotros. Evidentemente, la calidad literaria de un texto cervantino queda fuera de cualquier duda, 108

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pero, y no deja de ser mi opinión, el núcleo a desbrozar para empezar a trabajar quizá se halle en la famosa frustración que sentía Cervantes ante la fría acogida de su teatro. Bien es sabido que las compañías de la época no le compraban sus obras porque, a juicio de estas, carecían de acción. Aportaban las obras contundentemente un inestimable valor reflexivo, por supuesto, pero este chocaba de frente con la eléctrica actividad, para desgracia de Cervantes, de las piezas de Lope de Vega. En 1615, un año antes de fallecer, Cervantes admite su malogro teatral en el prólogo de Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados. No sin resignación, en este escrito, se hace testigo a su pesar de que los gustos del público han cambiado. Es justo en esa edición recopilatoria donde encontramos El rufián dichoso, particular pieza: es la única del autor que puede definirse como una de aquellas comedias de santos que antes definimos. Imagino que esta peculiaridad se debió en gran parte a la búsqueda del favor del público por parte de Cervantes, si este tipo de propuestas tenían predicamento entre la audiencia teatral, como así parece, lógico es pensar que alguien que buscaba sin descanso su calor, tratara de darles lo que pedían. Pero este favor parece que no tuvo progreso y de ahí podemos colegir que no se haya extendido más en el género. Bueno, digamos que la ausencia de representaciones a través de los siglos de esta función, como poco, señalaba un problema. Aun así, nadie puede negar la originalidad que, una vez más, despliega Miguel de Cervantes en la construcción de su historia. A saber: una comedia de capa y espada se transforma en un retrato intimista de un hombre nueva revista · 162

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que lucha contra su pasado sirviéndose de su denuedo por salvar el alma de una mujer. Francamente, jamás he visto un argumento ni lejanamente parecido en otra obra del Siglo de Oro o, ya puestos, en la literatura universal. Ilumina rincones nuevos, propone elipsis aparentemente imposibles y que solo Cervantes es capaz de llevar a buen fin. Pero si esto es así, ¿cuál es la razón de que se haya puesto tan poco sobre un escenario?, y más allá, ¿dónde encontramos la mayor dificultad para trasladar la forma dramática que propone Cervantes en El rufián dichoso a un público del siglo xxi? Sin temor a equivocarme lo afirmo: en el acto I. Cuando empezamos a improvisar con actores estas primeras escenas, algo evidente saltó a la vista: el autor proponía situaciones de las que inmediatamente renegaba. Ejemplo (hay otros más, pero este es revelador): el alguacil —némesis del héroe Cristóbal de Lugo— secuestra y azota a uno de los amigos de Cristóbal, nuestro rufián, Cristóbal se presenta en el lugar y... todo se resuelve con buenas palabras. Es decir, dibuja una olla a presión, inmejorable situación dramática, y la deja escapar con formas y decoro. Los motivos para que el Cervantes dramaturgo haya hecho esto pueden ser varios, leyendo al respecto deduzco que tuvo que ver posiblemente con un encontronazo con la Santa Inquisición. No se sabe con certeza, pero no hubiera sido extraño que así fuera puesto que hubo fehacientes enfrentamientos entre el escritor y tal institución. Ninguno de ellos revistió gravedad alguna, pero sí fueron notorias en España y Portugal las desavenencias a cuenta de determinados pasajes del Quijote. Intuyo que Cervantes esquivó problemas ante la posibilidad real como dramaturgo de do110

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tar de impiedad a un futuro santo o a un alguacil inquisitorial. Es decir, si un personaje apunta a obrar mal, se corrige por voluntad propia o por las circunstancias que le rodean. Algo de difícil justificación cuando tenemos que plantear el viaje que va a emprender un rufián. Es decir, para alguien poder convertirse en virtuoso, como narra la obra, primero ha de carecer de esa virtud, y esto es algo que no se encuentra fácilmente en la primera jornada, a excepción de las referencias que hacen terceras personas de las andanzas de Cristóbal. Sin embargo, las acciones de Cristóbal de Lugo, y si seguimos la máxima interpretativa de que un personaje es lo que un personaje hace, son las de un hombre santo casi desde el inicio de la función. Esto devino en el mayor escollo a resolver. Por fortuna, cuando uno cuenta con un texto de Miguel de Cervantes la gramática es tan rica, la estructura tan precisa, que el versionador solo tiene que imaginar cómo puede recibir la historia un espectador de hoy en día. Lo demás es ponerse manos a la obra. Y esta ocasión no fue una excepción, costó en un principio detectar el problema, pero una vez averiguado —y este se situaba naturalmente en la jornada primera— las piezas empezaron a encajar. Situamos un vínculo emocional con el espectador a través del personaje de Lagartija, un tahúr de medio pelo de la Sevilla hampesca que, fiel a su amigo hasta el final, nos serviría de ojos prosaicos para descifrar una historia cuyas estrías más afiladas lindan con lo teológico y filosófico. Lagartija nos lleva de la mano a través de la peripecia de su amigo Cristóbal, y es su humanidad, y su, por qué no decirlo, sanchopancismo, los que decodifican las pasiones nueva revista · 162

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josé padilla

que laten en los distintos personajes. Podemos entender el viaje de Cristóbal porque nos lo relata humildemente su amigo Lagartija. Asimismo, se apuntaló también la relación paterno-filial entre el mismo Cristóbal y sus padres adoptivos, Tello y María de Sandoval, esta última no aparece en el texto original, pero su presencia nos fue necesaria para dilatar aún más la dicotomía entre un rufián (un delincuente) y el corazón bondadoso que este albergaba para llegar a convertirse en santo. Tello es riguroso, María le otorga la ternura que más tarde ejerce. Le dimos más espacio al enfrentamiento entre el alguacil y Cristóbal, una historia de rencores puros que, finalmente, derivan en el acontecimiento que provoca la huida de Cristóbal y primer paso, paradójico si se quiere, para su santidad. Además de otros detalles que hubo que manejar, claro está, centramos la carga dramática en la peculiarísima escena entre Ana de Treviño y el padre Cruz (antes Cristóbal). La fina cuerda que en la función vibra entre un delincuente y un santo se sitúa sin duda en esta escena: salvar el alma de una mujer supone la salvación, su pérdida supone la condena. Me emociona pensar en esta escena, es de un corte completamente contemporáneo. Esto es tener a Cervantes. Él, el más contemporáneo de todos nosotros. Supimos desde el principio que hacer una propuesta museística, si se me permite, no hubiera servido en modo alguno ni a la puesta en escena ni al espectador. Tuvimos que asumir riesgos, que no fueron tantos porque nos sostenía un coloso de las letras. Abriendo la historia de nuestro rufián hoy, hemos recuperado un texto inédito de nuestro pasado. Aquí está nuestra propuesta.  112

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QUIEN VIVE BIEN, MUERE BIEN; QUIEN MAL VIVE, MUERE MAL Rodrigo Arribas

Recomiendo fervientemente al lector, tal y como el equipo artístico y el elenco de esta puesta en escena han hecho, informarse, pues claramente lo merecen el autor y su obra, del contexto histórico, creativo y vital del creador, cuando El rufián dichoso fue escrito por Miguel de Cervantes Saavedra. Esto facilitará una mayor capacidad crítica por su parte, al cabo de la adaptación final y su montaje, y también un mayor espacio en este artículo para que me pueda permitir tratar otras cuestiones que considero más propias de mi labor como director del espectáculo, sin la injerencia en el espacio erudito, para el cual ya existen referentes bibliográficos desarrollados por profesionales mucho más expertos en este campo. El mayor esfuerzo necesario, o así lo entendemos nosotros, como intérpretes de las propuestas textuales de los autores del Siglo de Oro, se centra en la identificación de aquellos aspectos o «pistas» impresas por el propio autor, nueva revista · 162

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ya tengan estas un carácter narrativo, temático, poético o formal, y que junto a la consideración de los aspectos contextuales del poeta y su época, nos permiten construir los canales de conexión entre estas dramaturgias y el espectador de nuestro tiempo. En el caso de El rufián dichoso, la primera cuestión que abordamos, al mismo tiempo que desarrollábamos un taller de investigación en el que varios actores, directores y dramaturgos trabajábamos al servicio de la adaptación del texto original, se centró en tratar de entender las razones por las cuales Cervantes había escogido un género como el de las comedias de santos y, al mismo tiempo, había elegido para su obra la singular y extrema personalidad de su protagonista, de cuya muerte solo distaban alrededor de sesenta años cuando la obra fue escrita. Las comedias de santos eran, cuando Miguel de Cervantes escribió el texto, uno de los géneros más apreciados por el público de su tiempo. Tanto la temática como las posibilidades de representación, en las que se incluían todos los recursos técnicos de la época, abundaban en la espectacularidad de las puestas en escena, aspecto este muy celebrado por la audiencia de los corrales. No resulta complicado, por tanto, imaginar que el autor, arrastrado por la corriente lopista de la época y en su mayor interés de ser reconocido en el mundo teatral, hiciese su apuesta para entrar en el Parnaso de los corrales madrileños, sirviéndose, no solo de un «tipo» teatral de moda en su tiempo, sino renunciando a aquellas preceptivas aristotélicas en la construcción de los textos teatrales que tan profusamente había defendido en ocasiones anteriores. 114

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quien vive bien, muere bien; quien mal vive, muere mal

En el caso de este aspecto concreto, el autor se permitirá incluir una escena entre la primera y la segunda jornada de la obra justificando a través de dos personajes alegóricos, Comedia y Curiosidad, su cambio de actitud como dramaturgo al cabo de la ruptura necesaria de las unidades de acción, tiempo y lugar, y al servicio de su propio texto. Tanto nuestra voluntad de respetar esta declaración de intenciones como el importante juego metateatral que propiciaba nos impulsaron a conservar dicha escena, al servicio de la caracterización de dos personajes transversales en nuestra propuesta: Tello de Sandoval y María de Sandoval, su esposa, que, a su vez, en la puesta en escena representan dos formas opuestas pero complementarias de entender el mundo a su alrededor. Igualmente nos llamó poderosamente la atención la elección por parte del autor, como su personaje protagónico, de Cristóbal o Lugo o Fray Cristóbal de la Cruz, distintos nombres estos con los que es reconocido en la pieza y cuyas referencias biográficas, recogidas en mayor medida en los recopilatorios de la época sobre la vida de los santos, nos hablan en primer término de un «enfant terrible», personaje representativo del hampa sevillana y toledana, con varios requerimientos de distintos alguaciles que cubrían un amplio espectro de delitos incluyendo el hurto, el robo, la asociación con delincuentes y el delito de sangre. Siendo aún niño y través de la identificación de las muy especiales cualidades intelectuales de Lugo, Tello de Sandoval, inquisidor en Sevilla y Toledo, y tras el acuerdo con el padre natural del mismo, tabernero de profesión, terminaría acogiéndole bajo su auspicio. Será únicamente esta peculiar nueva revista · 162

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relación con su protector la que le exonerará de cumplir con la justicia en relación con todos los desmanes cometidos. No queda igualmente claro en estos relatos biográficos el motivo, ya fuera este ocasional, traumático o una concatenación de diferentes acontecimientos, que impelería a Lugo a trazar un nuevo rumbo en su vida, que le llevaría a ordenarse sacerdote en Toledo y a viajar a Nueva España-México con su protector Tello de Sandoval, en ese momento miembro ya del Consejo de las Indias, donde el rufián moriría, tras una «segunda» vida ejemplar en la Orden de los Dominicos, señalado ya por todo su entorno para su posterior santificación por los diferentes acontecimientos milagrosos o antinaturales acaecidos en relación con su persona. Este concreto, relacionado con la peculiar vida de este personaje histórico y la elección de Cervantes del mismo, fue sin duda uno de los motores que nos conectaron con las líneas temáticas de la obra, a priori bastante soterradas en el original y, en nuestra libre interpretación de este particular, tratando de encontrar el «para qué» del autor a la hora de escribir este texto, más allá de su necesidad de ganarse un lugar en el panorama teatral de su tiempo. Consideramos en ese momento y en primer lugar la propia vida del autor, una amalgama de acontecimientos límites en sus diferentes fracasadas tentativas profesionales, artísticas y amorosas, y que en sus dispares y, a veces incluso, disparatadas apuestas, imprimieron en su aspecto exterior e interior un mapa de cicatrices, transformándole, a los ojos de los que le rodeaban, en una suerte de «paria» de cuya categorización le fue imposible huir en vida, convirtiéndose en una de sus mayor aspiraciones y constantes solicitudes a sus pocos vale116

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quien vive bien, muere bien; quien mal vive, muere mal

dores, el viaje, con cargo público incluido, a los nuevos territorios de la corona española al otro lado del océano. Estas circunstancias en la vida del poeta, junto con el entendimiento de la posibilidad que le hubiera otorgado ser reconocido de manera distinta y alejada del prejuicio en un nuevo entorno, a nuestros ojos, le conectaron de manera indisoluble con su protagonista, proyectando en él mismo, o así lo hemos querido entender nosotros, su mayor aspiración de desligarse de un pasado y construir una nueva vida. Apareció, por tanto, conforme a este razonamiento, el extremo de una cuerda atada a la madeja de una línea temática que ha resultado fundamental en nuestra puesta en escena, y que, bajo nuestro punto de vista, nos conectaba con el espíritu de aquello que determinamos como voluntad primera de Miguel de Cervantes en su interés de contar al espectador algo con esta historia. Este principio fue refrendado, en cuanto a nuestra forma de entender, cuando aportamos a este axioma otro elemento de consideración basado en el momento histórico en el que el dramaturgo escribió su texto: la Reforma y la Contrarreforma. Por una parte, ya habíamos denotado que el poeta en su texto había suavizado o rebajado el retrato de Lugo, desconectándolo de la verdad biográfica y haciendo con él una construcción de carácter algo menos violenta al servicio de sus propios intereses narrativos. Concluimos que al tratarse de una comedia de santos, en el momento histórico anteriormente referido y en su mayor interés de que el texto fuera representado sin encontrarse con algún posible escollo, ya fuera de gusto o de censura posible nueva revista · 162

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por las autoridades eclesiásticas, prefirió plantear el camino hacia la santidad de Cristóbal desde un origen algo menos sumergido en el lumpen, punto de partida real desde donde el personaje histórico empezó su camino hacia la redención. Existen, por supuesto, otras líneas temáticas menores que no carecen de relevancia en sí mismas, sino que están supeditadas y al servicio de una transversal mayor y que aparecen tanto en el texto original como en nuestra adaptación: La finitud inherente a la existencia, el planteamiento cortoplacista del ser humano como consecuencia de dicha caducidad, representado, a su vez, por la necesidad inherente de justificar nuestro hollar en este mundo construyendo y apropiándonos del mito, la voluntad de trascendencia, también como forma de respuesta racional al vacío y agonía propios de lo aleatorio y arbitrario del vivir, la fe como respuesta válida para algunos e inválida para otros, son algunos de los subtemas que estructuran y dan cuerpo al corpus principal temático y que a su vez se relaciona con lo anteriormente expuesto relativo al momento histórico: el libre albedrío. Definimos por tanto y tratamos de plasmar en nuestra adaptación y propuesta escénica aquello que más nos ha inspirado en esta obra y que es la manifiesta posibilidad del ser humano de decidir y construir su manera de relacionarse con su tiempo, con aquello inmerso en el mismo, con todo aquello que le rodea y con su innegable posibilidad de elección al cabo de la huella que decidirá dejar en su tránsito por este mundo y, finalmente, con lo que, según el autor, Miguel de Cervantes Saavedra, terminará de confrontarle en el momento de su muerte: «Quien vive bien, muere bien; quien mal vive, muere mal».  118

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EL RUFIÁN DICHOSO

AUTOR Miguel de Cervantes VERSIÓN José Padilla DIRECTORES Rodrigo Arribas / Verónica Clausich

DRAMATIS PERSONAE LUGO, ESTUDIANTE. Nicolás Illoro LAGARTIJA. Pablo Vázquez TELLO DE SANDOVAL, INQUISIDOR, AMO DE LUGO / CORCHETE 2 / CIUDADANO 2 / LUZBEL. Javier Collado MARÍA DE SANDOVAL, MUJER DE TELLO DE SANDOVAL / CIUDADANA 3 / VISIEL. Alejandra Mayo ANA DE TREVIÑO / LOBILLA / CIUDADANA. Montse Díez ALGUACIL / PRIOR DEL MONASTERIO DE MÉXICO / CIUDADANO 1 / LUCIFER. Julio Hidalgo GANCHOSO / SASTRE / FRAILE / CORCHETE 3 / CIUDADANO 4. José Juan Sevilla ANTONIA / MÚSICA / CIUDADANA 5. Raquel Nogueira MÉDICO / MÚSICO / CORCHETE 1 / CIUDADANO 6. Raúl Pulido

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ACTO PRIMERO PRELUDIO Sale una actriz en primera planta de la escenografía, suavemente iluminada y canta, apoyada por el resto del reparto, distribuidos en los diferentes niveles de la escenografía, el siguiente texto: Calla el que canta que aterra oír hablar de la muerte, que no hay tesoro de suerte en tal espacio de tierra. Muerte y vida me dan pena. No sé qué remedio escoja. Que si la vida me enoja, tampoco la muerte es buena. Con todo es mejor vivir, que en los casos desiguales, el mayor mal de los males, se sabe que es el morir. Muerte y vida me dan pena. No sé qué remedio escoja. Que si la vida me enoja, tampoco la muerte es buena.

ESCENA 1 Irrumpen en el escenario LUGO y GANCHOSO peleando. Se proyecta sobre la escenografía el título: El Rufián Dichoso de Miguel de Cervantes. “Todo esto fue ansí”. Se instala a continuación proyectada la textura de ubicación de “Calle del Compás”. Todas la texturas y proyecciones se realizan sobre dos gasas en la escenografía que la cubren en su totalidad, en altura y anchura. LOBILLA:

¿Por qué fue la cuestión?

LUGO: No fue por nada No se repita, si es que amigos somos. GANCHOSO:

Quiso Lugo empinarse sobre el hombre Y, siendo rufo de primer tonsura, asentarse en la cátedra de prima, teniendo al hombre aquí por espantajo.

LUGO:

Señores, poco a poco. Yo soy mozo y mazo y tengo hígados y bofes para dar en el trato de la hampa quinao al más pintado de su escuela,

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en la cual no recibe el grado alguno de valeroso por haber gran tiempo que cura en sus entradas y salidas sino por las hazañas que ya hecho. ¿No tienen ya sabido que hay cofrades de luz y otros de sangre?

LOBILLA:

Aqueso pido

GANCHOSO:   ¡Señora Loba! Si es que pide queso, pídalo en otra parte, que en aquesta no se da. Si no... LOBILLA: ¡Ya, señor Ganchoso! Quieta la lengua y téngase por cierto que entiendo toda trampa y todo engaño. GANCHOSO:   ¿Pues nosotros nacimos en Guinea, so Loba? LOBILLA:

No sé nada.

GANCHOSO: Pues apréndalo con aquesta lección. LUGO: ¡Fuera Lobilla! GANCHOSO: Entrambos sois ovejas fanfarronas, y gallinas mojadas y conejos. LOBILLA:

¡Menos lengua y más manos, hideputa!

Entran un ALGUACIL junto el CORCHETE 1 y el CORCHETE 2. Huyen GANCHOSO y LOBILLA; queda solo LUGO, envainando. CORCHETE 1: ¡Téngase a la justicia! CORCHETE 2:

¡Tente, pícaro!

LUGO: ¿Conócesme? CORCHETE 1:

¡Sois Lugo!

LUGO: ALGUACIL:

¿Quién es Lugo?

Bellaco, ¿no le asís?

CORCHETE 1: Señor nuestro amo, ¿sabe lo que me manda?, ¿no conoce al señor Cristóbal de Sandoval?

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ALGUACIL:

¡Que siempre te he de hallar en estas danzas! ¡Por Dios, que es cosa recia. No hay paciencia que lo pueda llevar!

LUGO: Llévelo en cólera, que lo mismo da. ALGUACIL: Ahora yo sé cierto que ha de romper el diablo sus zapatos alguna vez. LUGO: Pues que los rompa a cientos; que él sabrá comprar más donde quisiere. ALGUACIL:

El señor Sandoval tiene la culpa.

CORCHETE 2: ¿Tello de Sandoval es amo deste? CORCHETE 1:   Y manda en la ciudad y no hay justicia que le ose tocar por su respeto. LUGO:   El señor alguacil haga su oficio y déjese de cuentos y preámbulos. ALGUACIL:   ¡Qué mejor estuviera el señor Lugo en su colegio y no en la barbacana, el libro en mano y no el broquel en cinta! LUGO:   Sepa el alguacil que no le cuadra ni un poco el predicar; deje ese oficio a quien le toca y váyase deprisa. ALGUACIL:

Sin prisa nos iremos y agradézcalo a su amo, que a fe de hijodalgo que bien sé en que parará este negocio.

LUGO:

En irse y en quedarme.

CORCHETE 1: Yo le creo, porque es un Satanás este Cristóbal. ALGUACIL:

Recójase y procure no encontrarme que será lo más sano.

LUGO: Aunque esté enfermo, haré lo que fuese de mi gusto. ALGUACIL:

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Vamos ya, corchete.

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Éntranse ALGUACIL y CORCHETE 2. CORCHETE 1: Mi señor Cristóbal, ¡no lo conocí! ¡Sí, juro por cierto! Señor Cristóbal, yo ya me arrepiento; De mí no ha de temer; soy ciego y mudo para ver ni hablar cosa que toque a la mínima suela de calcorro que tapa y cubre la columna y base que sustentan la máquina hampesca. LUGO:

¿Qué es lo que bebiste, Calahorra?

CORCHETE 1: No sé; Dios con la noche me socorra. Éntrase CORCHETE 1. LUGO:

Que solo me respeten por mi amo y no por mí, no sé esta maravilla; más yo haré que salga de mí un bramo que pase de los muros de Sevilla. Cuelgue mi padre de su puerta el ramo, despoje de su gusto a Manzanilla; conténtese en su humilde y bajo oficio que yo seré famoso en mi ejercicio.

ESCENA 2 Entra en ese instante LAGARTIJA. LAGARTIJA:   Señor Cristóbal, ¿qué es esto? ¿Has reñido, por ventura, que tienes turbado el gesto? LUGO:   Pónele de sepultura el ánimo descompuesto. La de ganchos saque a la luz porque me hiciese el buz un bravo por mi respeto, más huyose de su aspecto como el diablo de la cruz. LAGARTIJA:   ¿Pues quién? LUGO:

El señor Ganchoso.

LAGARTIJA:   ¿Por qué tú en tal pendencia? Mira bien, que el sor Ganchoso

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traspasa cuerpos sañoso de acero y dagas buidas.

LUGO:   Antes que a mí me tresquilen, habré quitado las vidas de los que asirme imaginen de la punta de un cabello. ¿Qué me quieres, Lagartija? LAGARTIJA:   La Salmerona y la Pava, la Mendoza y la librija, que cada cual por sí brava, gananciosa y buena hija, te suplican que esta tarde, allá cuando el sol no arde y hiere en rayo sencillo, en el famoso Alamillo, hagas de tu vista alarde. LUGO:

¿Hay regodeo?

LAGARTIJA: Hay merienda. Que las más famosas cenas ante ella cogen la rienda: cazuelas de berenjenas serán penúltima ofrenda. Hay el conejo empanado, por mil partes traspasado con saetas de tocino; blanco el pan, aloque el vino, y hay turrón alicantado. LUGO:

¡Lagartija, bien lo pintas!

LAGARTIJA:

Pues llevan otras mil cosas de comer, varias, distintas, que a voluntades golosas las harán poner en quintas.

LUGO:

¿Qué es en quintas?

LAGARTIJA: En división, llevándose la afición aquí y allí y acullá: que la variedad hará no atinar con la razón. LUGO:

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¿Y quién va con ellas?

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LAGARTIJA: ¿Quién? El Patojo, y el Mochuelo, y el Tuerto del Almadén. LUGO:

Que ha de haber soplo recelo.

LAGARTIJA:

Ve tú, y se hará todo bien.

LUGO:

Quizá, por tu gusto iré; que tienes un no sé qué de agudeza, que me encanta.

LAGARTIJA:

Mi boca pongo en la planta de tu valeroso pie.

LUGO: ¡Alza, rapaz lisonjero, indigno del vil oficio que tienes! LAGARTIJA: Pues dél espero salir presto a otro ejercicio que muestre ser perulero. LUGO:

¡Mucho sabes! ¿Qué papel es el que traes en el pecho?

LAGARTIJA: ¿Descúbreseme algo dél? Todo el seso sin provecho de Apolo se encierra en él.   Es un romance jácaro, que le igualo y le comparo al mejor que se ha compuesto; echa de la hampa el resto en estilo jaco y raro.   Tiene vocablos modernos, de tal manera que encantan; unos bravos, y otros tiernos; ya a los cielos se levantan, ya bajan a los infiernos. LUGO:

Di, pues.

LAGARTIJA: Lo sé como un loro; que ninguna cosa ignoro de aquesta que a luz se saque. LUGO:

¿Y de qué trata?

LAGARTIJA: De un jaque que se tomó con un toro.

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LUGO:

Vaya, Lagartija.

LAGARTIJA: Vaya, y todo el mundo esté atento a mirar cómo se ensaya a pasar mi entendimiento del que más sube la raya.   Año de mil y quinientos y treinta y cuatro corría, a veinte y cinco de mayo, martes, acïago día, sucedió un caso notable en la ciudad de Sevilla, digno que ciegos le canten, y que poetas le escriban. Del gran corral de los Olmos, do está la jacarandina, sale Reguilete, el jaque, vestido a las maravillas. No va la vuelta del Cairo, del Catay ni de la China, ni de Flandes, ni Alemania, ni menos de Lombardía: va la vuelta de la plaza de San Francisco bendita, que corren toros en ella por Santa Justa y Rufina; y, apenas entró en la plaza, cuando se lleva la vista tras sí de todos los ojos, que su buen donaire miran. Salió en esto un toro hosco, ¡válasme, Santa María!, y, arremetiendo con él, dio con él patas arriba. Dejóle muerto y mohíno, bañado en su sangre misma; y aquí da fin el romance porque llegó el de su vida. LUGO:   ¿Y este es el romance bravo que decías? LAGARTIJA: Su llaneza y su buen decir alabo; y más, que muestra agudeza en llegar tan presto al cabo.

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LUGO:   ¿Quién le compuso? LAGARTIJA: Tristán, que gobierna en San Román la bendita sacristía, que excede en la poesía a Garcilaso y Boscán. Se va LUGO.

Mas detente, ¿dónde vas? ¡Aun no he acabado todo! ¡Quedas satisfecho en parte! ¡Faltan versos! No hay modo. Lugo marcha, en fin, me mudo.

ESCENA 3 Tras la transición musical donde se instala la textura y título de “Casa de Villanueva”, LUGO y ANTONIA, bajando las escaleras internas, aparecen en la segunda planta, iluminados tras la gasa de la escenografía, LUGO perseguido por ANTONIA. ANTONIA:

Sabed, Lugo, que os adoro. No fea, y muy rica soy; sabré dar, sabré querer, y esto lo echaréis de ver por este trance en que estoy; que la mujer ya rendida, aunque es toda mezquindad, muestra liberalidad con el dueño de su vida. En la tuya o en mi casa, de mí y de mi hacienda puedes prometerte, no mercedes, sino servicios sin tasa; y, pues miedo no te alcanza, no te le dé mi marido.

LUGO:

Es alguacil.

ANTONIA: Siempre he sido completa en su confianza. No llegan de los recelos, porque los tiene discretos, a hacer los tristes efectos que suelen hacer los celos; y, porque nunca ocasión de tenerlos yo le he dado, le juzgo por engañado

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a nuestra satisfacción. ¿Para qué arrugas la frente y alzas las cejas? ¿Qué es esto?

LUGO: En admiración me ha puesto tu deseo impertinente.   Pudieras, ya que querías satisfacer tu mal gusto, buscar un sujeto al gusto de tus grandes bizarrías;   pudieras, como entre peras, escoger en la ciudad quien diera a tu voluntad satisfacción con más veras; y así, tuviera disculpa con la alteza del empleo tu mal nacido deseo, que en mi bajeza te culpa.   Yo soy un pobre criado de un inquisidor, cual sabes, de caudal, que está sin llaves, entre libros abreviado;   Ocúpome en bajas cosas, y en todas soy tan terrible, que el acudir no es posible a las que son amorosas:   a lo menos, a las altas, como en las que en ti señalas; que son de cuervo mis alas. ANTONIA:   No te pintes con más faltas, a causa de que en mis carnes te tiene amor retratado del modo que tú has contado, pero con más de donaire.   No pido hagas quimeras de ti mismo; solo pido, deseo bien comedido, que, pues te quiero, me quieras. Entra el ALGUACIL por la planta de debajo de la escenografía.   Pero, ¡ay de mí, desdichada! ¡Mi marido! ¿Qué haré? Tiemblo y temo, aunque bien sé que por ti estoy bien guardada. LUGO:

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Sosegaos, no os desviéis, que no os ha de descubrir.

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ANTONIA:   Aunque me quisiera ir, no puedo mover los pies. ALGUACIL:

Señor Lugo, ¿qué hay de nuevo?

LUGO:

Cierta cosa que contaros, que me obligaba a buscaros.

ANTONIA:

[Aparte] (Irme quiero, y no me atrevo.)

ALGUACIL:   Aquí me tenéis; mirad lo que tenéis que decirme. ANTONIA:

[Aparte] (Harto mejor fuera irme.)

LUGO: Llegaos aquí y escuchad.   La hermosura que dar quiso el cielo a vuestra mujer... ALGUACIL:

¿Mi mujer? Mirad qué hacéis. Aquí paciencia no admito.

LUGO: Ella ha encendido de manera de un mancebo el corazón, que le tiene hecho carbón de la amorosa hoguera.   No es rico mas sí poderoso, y atrevido de tal modo, que atropella y rompe todo lo que es más dificultoso.   No quiere usar de los medios de ofrecer ni de rogar, porque, en su mal, quiere usar de otros más breves remedios.   Dice que la honestidad de vuestra consorte es tanta, que le admira y que le espanta tanto como la beldad.   Por jamás le ha descubierto su lascivo pensamiento; que queda su atrevimiento, ante su recato, muerto. ALGUACIL:

¿Es hombre que entra en mi casa?

LUGO:

Róndala, mas no entra en ella.

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ALGUACIL:

Quien casa con mujer bella, de su honra se descasa, si no lo remedia el cielo.

ANTONIA:

[Aparte] (¿Qué es lo que tratan los dos? ¿Si es de mí? ¡Válgame Dios, de cuántos males recelo!)

LUGO: Digo, en fin, que es tal el fuego que a este amante abrasa y fuerza, que quiere usar de la fuerza en cambio y lugar del ruego.   Robar quiere a vuestra esposa, ayudado de otra gente como yo, desta valiente, atrevida y licenciosa.   De ayudarle he prometido, con intento de avisaros; que es fácil el repararos, estando así prevenido. ALGUACIL:

¿Soy hombre yo de amenazas? Tengo valor, ciño espada.

LUGO:

No hay valor que pueda nada contra las traidoras trazas.

ALGUACIL:

Yo la pondré donde el viento apenas pueda tocarla.

LUGO: En el recato se halla buen fin del dudoso intento.   Retiradla, que la ausencia hace, pasando los días, volver las entrañas frías que abrasaba la presencia;   y nunca en la poca edad tiene firme asiento amor, y siempre el mozo amador huye la dificultad. ALGUACIL:   Aunque el aviso agradezco, ¿cómo tras nuestra porfía me hacéis esta cortesía? LUGO:

En vuestra amistad me crezco.

ALGUACIL:   El nombre saber quisiera de quien me roba suspiros.

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LUGO:

¿Nombre queréis?

ALGUACIL:

¡Eso os pido!

LUGO:

De quién soy yo no se espera.

ALGUACIL:

No lo tengáis en cuidado.

LUGO:

Guardad, no sé si os conviene. Este negocio no tiene más de lo que os he contado.

ALGUACIL:   Mi consorte es inocente, libre pues queda del hecho. Si yo he de ser satisfecho, no cabe aquí el ser prudente. LUGO:

Es muy fuerte.

ALGUACIL: ¡Lo soy más! Tengo no pequeña espada, y manejando él la daga hallará dificultad. LUGO:

Mirad vos, que es bien rijoso ese atrevido mancebo.

ALGUACIL:   ¡El nombre! LUGO: Dároslo debo. Tiene por nombre: Ganchoso. ALGUACIL:   Entre los dientes ya estaba el alma para dejarme.   ¿Con que el Ganchoso es él? ¡Ganchos en mí procuraba!   ¡Mucho esfuerzo ha menester quien, con traidora conciencia, no se alborota en presencia de aquel que quiere ofender! LUGO:   Y más si la ofensa es hecha a un señor tan buen marido. Vase el ALGUACIL. ANTONIA:   ¿El nublado ya se ha ido? Hazme ahora satisfecha, contándome qué querías a mi esclavo y mi señor.

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LUGO:

Hanme hecho corredor de no sé qué mercancías. Díjele, si las quería, que fuésemos luego a verlas.

ANTONIA:   ¿De qué calidad son ellas? LUGO:

De la mayor cuantía; que le importa, estoy pensando, comprarlas, honor y hacienda.

ANTONIA:   ¿Cómo haré yo que él entienda esa importancia? LUGO: Callando. Calla y vete, y así harás muy segura su ganancia. ANTONIA:   ¿Pues qué traza de importancia en lo de gozarnos das? LUGO:   Ninguna que sea de gusto; por hoy, a lo menos. ANTONIA: Pues, ¿cuándo la darás, si es que gustas de lo que gusto? LUGO:

Ya haré por verme contigo. Vete en paz.

ANTONIA: Con ella queda, y el amor contigo pueda todo aquello que conmigo. Vase ANTONIA. LUGO:

Como de rayo del cielo, como en el mar de tormenta, como de improviso afrenta y terremoto del suelo; como de fiera indignada, del vulgo insolente y libre, pediré a Dios que me libre de mujer determinada. Vase LUGO.

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ESCENA 4 Una vez queda instalada, durante la transición musical, la proyección de Casa de Sandoval, entran el licenciado TELLO de Sandoval, amo de Cristóbal de Lugo, y MARÍA de Sandoval, esposa de aquel. El texto de esta escena, hasta la entrada del ALGUACIL, proviene del texto original de Miguel de Cervantes, asignado a los personajes alegóricos “Comedia” y “Curiosidad”. TELLO:  María. MARÍA: De Sandoval, ¿qué me quieres? TELLO: Informarme. ¿Por qué en el teatro dejan de usar sus antiguos trajes?; del coturno en las tragedias, del zueco en las manuales comedias, y de la toga en las que son principales; ¿cómo han reducido a tres los cinco actos que sabes que un tiempo les componían ilustres, risueñas, graves; ahora aquí representan, y al mismo momento en Flandes; truecan sin discurso alguno tiempos, escenas, lugares? Véole, y no le conozco; dame de tal nuevas tales que le vuelva a conocer, pues que soy su amigo grande. MARÍA:

Los tiempos mudan las cosas. ¡Y perfeccionan las artes!

TELLO:

Añadir a lo inventado no es dificultad notable.

MARÍA:

Bueno fue el pasados tiempos, y en estos, si los mirares, no es malo.

TELLO:

¿Aunque desdiga de aquellos preceptos graves que le dieron y dejaron en sus obras admirables Séneca, Terencio y Plauto,

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y otros griegos que tú sabes? ¡Han matado todo dellos!

MARÍA:

Han más bien guardado parte, que así lo requiere el uso, que no se sujeta al arte.

TELLO:

Ya representan mil cosas, no en relación, como era antes, sino en hecho.

MARÍA: Así, es fuerza que hayan de mudar lugares; que, como acontecen hechos en muy diferentes partes, van allí donde acontecen. TELLO:

Disculpa del disparate... ¡Ya la comedia es un mapa, donde no un dedo distante verás a Londres y a Roma, a Valladolid y a Gante!

MARÍA:

Muy poco importa al oyente que ya en un punto se pasen desde Alemania a Guinea.

TELLO:

¿Sin del teatro mudarse? Llaman a la puerta.

MARÍA:

El pensamiento es ligero: bien puedes acompañarle con él doquiera que fuere. Y ahora la puerta abren. Entra el ALGUACIL.

TELLO:

¡Alguacil de Villanueva! ¿Qué le trae a aquesta parte?

ALGUACIL:

La vida de un joven loco, apasionado de Marte, rufián en manos y lengua.

MARÍA:

¿Habláis de mi Cristóbal?

ALGUACIL:

Hablo. He de relatar pérdidas en trato y ganancia infame.

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MARÍA:

¿Cómo pues un estudiante de rezos penitenciales, que el rosario ningún día se le pasó sin rezarle, puede hacer aquesos tratos?

TELLO:

Ha de ser, aunque te enfade, quiero saber la verdad, que el alguacil nos relate. ¿Pasan de mocedades?

ALGUACIL: Es de modo que, si no se remedia, a buen seguro que ha de escandalizar [al] pueblo todo.   Como cristiano, a vuesa merced juro que piensa y hace tales travesuras, que nadie dél se tiene por seguro. MARÍA:

¿Es ladrón?

ALGUACIL:

No, por cierto.

MARÍA: las faldas en poblado? ALGUACIL: TELLO:

¿Quita a oscuras

No, tampoco.

¿Qué hace, pues?

ALGUACIL: Otras cien mil diabluras. Esto de valentón le vuelve loco: aquí riñe, allí hiere, allí se arroja, y es en el trato airado el rey y el coco;   con una daga que le sirve de hoja, y un broquel que pendiente trae al lado, sale con lo que quiere o se le antoja.   Es de toda la hampa respetado, averigua pendencias y las hace, estafa, y es señor de lo guisado; Por tres heridas de personas varias, tres mandamientos traigo y no ejecuto, y otros dos tiene el alguacil Pedro Arias.   Muchas veces he estado resoluto de aventurarlo todo y de prenderle, o ya a la clara, o ya con modo astuto; pero, viendo que da en favorecerle tanto vuesa merced, aun no me atrevo a mirarle, tocarle ni ofenderle.

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TELLO:

Esa deuda conozco que la debo; y la pagaré algún día, y procuraré que Lugo use de más cortesía, o le seré yo verdugo, por vida del alma mía.

MARÍA:

¡Que aqueste mozo nos engañe, y que tan a suelta rienda nuestro honor y su alma dañe!

TELLO:

Pues yo haré, si no se enmienda, que de mi favor se extrañe.

Aparece LUGO, suavemente iluminado por detrás de la primera gasa y en la primera planta de la escenografía. LUGO:   Mis señores a esta hora ya bien suelen madrugar. Mirad si lo dije bien; ya aquí. ¿Y el alguacil? TELLO:   Que, viéndose sin ayuda, será posible que acuda a la enmienda de su error, que a la sombra del favor crecen los vicios, sin duda. LUGO:

Hay sermón do no pensé. Acábese presto, amén.

MARÍA:

¿De dónde venís, mancebo?

LUGO:

¿De dó tengo de venir?

TELLO:

De matar y de herir, que esto para vos no es nuevo.

LUGO:

A nadie hiero ni mato.

ALGUACIL:   Siete veces te han librado de la cárcel. LUGO: Ya es pasado aquese, y tengo otro trato. MARÍA:

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Sabemos del mandamiento para prenderte en la plaza.

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LUGO: Sí; mas ninguno amenaza a que dé coces al viento:   que todas son liviandades de mozo las que me culpan, y a mí mismo me disculpan, pues no llegan a maldades.   Ellas son cortar la cara a un valentón arrogante, una matraca picante, aguda, graciosa y rara;   calcorrear diez pasteles o cajas de diacitrón; sustanciar una cuestión entre dos jaques noveles; Estas y otras cosas tales hago por mi pasatiempo, demás que rezo algún tiempo los salmos penitenciales;   y, aunque peco de ordinario, pienso, y ello será ansí, dar buena cuenta de mí por las de aqueste rosario. TELLO:   Dime, simple: ¿y tú no ves que desa tu plata y cobre, es dar en limosna al pobre del puerco hurtado los pies?   Haces a Dios mil ofensas, como dices, de ordinario. MARÍA: ¿Y con rezar un rosario, sin más, ir al cielo piensas?   Entra por un libro allí, que está sobre aquella mesa. TELLO: Dime: ¿qué manera es esa de andar, que jamás la vi?   ¿Hacia atrás? ¿Eres cangrejo? Vuélvete. ¿Qué novedad es esa? LUGO: Es curiosidad y cortesano consejo,   que no vuelva el buen criado las espaldas al señor. TELLO:

Crianza de tal tenor en ninguno la he notado.

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MARÍA:

Vuelve, digo.

LUGO: Ya me vuelvo, que por esto el paso atrás daba. TELLO:   En que eres Satanás desde ahora me resuelvo. ¿Armado en casa? ¿Por suerte tienes en ella enemigos? Sí tendrás, cual son testigos los ministros de la muerte   que penden de tu pretina; y en ellos has confirmado que el mozo descaminado, como tú, hacia atrás camina. MARÍA:

Si, en lugar de libros, llevas estas joyas que veo ahí, por cierto que das de ti grandes e ingeniosas pruebas.

TELLO:

¡Bien responde la esperanza en que engañados vivimos al cuidado que tuvimos de tu estudio y tu crianza! ¡Bien nos pagas, bien procuras que tu humilde nacimiento en ti cobre nuevo asiento, menos bríos y venturas!

MARÍA: En balde será avisarte, por ejemplos que te den, que nunca se avienen bien Aristóteles y Marte;   y que está en los aranceles de la discreción mejor que no guardan un tenor las súmulas y broqueles. LUGO:

(Al Alguacil:) Demonio, ¿quién te ha traído aquí?, ¿por qué me persigues, si ningún fruto consigues de tu intento malnacido?

ALGUACIL:

Fue consejo de un marido que a un tal Ganchoso dio muerte. Y arrepentido, me advierte quien era en verdad herido.

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Y así al morir, de tal suerte, entre doloroso llanto pudo decir sin quebranto quién merecía la muerte. Sale LUGO, a toda prisa.

TELLO: ¡Cristóbal! MARÍA:

¡Vuelve en buenora!

ALGUACIL:   Si me dejáis, al mancebo os le pondré como nuevo. TELLO:

No, iré yo.

MARÍA:

Marchad agora.

Sale TELLO tras Cristóbal. Poco después, marcha el ALGUACIL.

ESCENA 5 En transición musical se instala el título y textura proyectada de “Calle de las Harinas”. Sobre esta proyección, se instalará una nueva proyección que ilustra sangre circulando y que irá subiendo en intensidad de color hasta el final del acto. Salen dos MÚSICOS con guitarras, y Cristóbal de LUGO con su broquel, daga de ganchos y bota de vino. LUGO:   Toquen, que esta es la casa, y seguro que llegue presto el bramo a los oídos de las ninfas, qué he dicho, jerezanas, cuyos milagros ya son en mi lengua bien cifrados con versos correntíos. A la jácara toquen, pues comienzo. MÚSICO 1:   ¿Quieres que les rompamos las ventanas antes de comenzar, para que atiendan? LUGO:

Acabada la música, andaremos aquestas estaciones. Vaya ahora el guitarresco son, y el aquelindo. Tocan

MÚSICOS CON LUGO

Escuchad, las que vinisteis de la jerezana tierra

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a hacer en Sevilla guerra en cueros, como valiente; las que llaman su pariente al gran Miramamolín; las que se precian de ruin, como otras de generosas; las que tienen cuatro cosas, y aun cuatro mil, que son malas; las que pasean sin alas los aires en noche oscura; las que tienen gran ventura siendo amigas de un lacayo; las que tienen papagayo que siempre las llama “¡puta!”.

Asómase a la ventana un SASTRE medio desnudo con un paño de tocar y un candil, en la segunda planta de la escenografía y a través de la gasa. SASTRE:

¿Están en sí, señores? ¿No dan cata que no los oye nadie en esta casa?

MÚSICO 1:   ¿Cómo así, tajamoco? SASTRE: Que las dueñas ha que están ya a la sombra cuatro días. MÚSICO 2:   Convaleciente, di: ¿cómo, a la sombra? SASTRE:

En la cárcel; sí.

LUGO: ¿Todas en la cárcel? Pues, ¿por qué las llevaron? SASTRE: Por amigas de vida licenciosa. MÚSICO 1: LUGO:

¡Qué desaire!

¿Y quién se las llevó?

SASTRE: Aquese mismo que en Sevilla impone ley en contiendas. MÚSICO 1:   ¿El alguacil? SASTRE:

¡El mesmo!

MÚSICO 1: ¡Imposible!

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MÚSICO 2:   ¡Zabúllete, fantasma antojadiza! MÚSICO 1:   ¡Escóndete, podenco incomprensible! SASTRE:

Éntrome, ladroncitos en cuadrilla; zabúllome, cernícalos rateros; escóndome, corchetes a lo Caco.

MÚSICO 2:   ¡Vive Dios, que es de humor el hideputa! SASTRE:

¡No me creáis! Estén las manos quedas, y anden las lenguas.

MÚSICO 1: SASTRE:

¿Quién te tira, sucio?

¿Hay más? ¡Si no me abajo, cuál me paran! ¡Mancebitos, adiós!; que no soy pera, que me han de derribar a terronazos. [Vase]

MÚSICO 2:   ¿Han visto los melindres del bellaco? MÚSICO 1:   No le tiran, y quéjase. Es un sastre remendón muy donoso. MÚSICO 2:

¿Qué haremos?

MÚSICO 1:   Vamos a dar asalto al pastelero que está aquí cerca. MÚSICO 2: que esté haciendo pasteles.

Vamos, que ya es hora

Entra LOBILLA. Sube la intensidad de la proyección de sangre.

Lobilla, ¿qué buscáis vos? ¡Con sobresalto venís! ¿Qué respondéis?, ¿qué decís?

LOBILLA:   Digo que me valga Dios; digo que al so Lugo busco. MÚSICO 1:   Veisle ahí: dadle avisada. LOBILLA:

De cansada y de turbada, en las palabras me ofusco.

LUGO:   Sosiégate ya, Lobilla, y dime lo que me quieres.

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LOBILLA:

Considerando quién eres, mi alma se hace de arcilla y espera de tu valor que saldrás a rienda fija.

LUGO:

Bien; ¿qué hay?

LOBILLA: ¡A Lagartija le llevan preso, señor! LUGO:

¿Mi amigo?

LOBILLA:

Al mismo.

LUGO: ¿Por dónde le llevan? ¡Dímelo, acaba! LOBILLA:

Poquito habrá que llegaba junto a la puerta del conde del Castellar.

MÚSICO 1:

¿Y por qué?

LOBILLA:

Por pendencia, a lo que he oído;

LUGO:

¿Quien le lleva?

MÚSICO 2:

¿Lo has sabido?

LOBILLA:   El alguacil. Bien lo sé. Con un corchete, en peso le llevan, como a un ladrón. ¡Quebrárate el corazón si le vieras! LUGO: ¡Bueno es eso! Camina y guía, y espera buen suceso deste caso, si los alcanza mi paso. LOBILLA:

¡Muera Villanueva!

LUGO: ¡Muera! Vanse LOBILLA y LUGO, alborotados. Sube la intensidad, en transición musical, de la proyección de sangre.

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ESCENA 6 Sale el ALGUACIL que suele, con CORCHETE 3, que traen preso a LAGARTIJA. Lo azotan. LAGARTIJA:

Soy de los Lagartijas de Antequera, y tengo oficio honrado en la república, y háseme de tratar de otra manera.

ALGUACIL:

¿Pues cómo? ¿Que he de hablarte por súplica?

LAGARTIJA: Es mal hecho y mal caso que se atreva a un súbdito hacer afrenta pública. Si a un buen siervo como yo vos se lleva de aqueste modo, ¿qué hará a un mal hombre? Por Dios, que anda muy mal, sor Villanueva;   mire que da ocasión a que se asombre el que viere tratarme desta suerte. ALGUACIL:

Calla, y la calle con más prisa escombre. Sale en este instante LUGO con LOBA.

LUGO:   Todo viviente se tenga, y suelten a Lagartija para que conmigo venga. Que a mí él me regocija, pese a que a vos no os convenga.   Ea, señor Villanueva, dé de castigarme prueba, como otras veces lo hace. ALGUACIL:

Señor Lugo, que me place.

MÚSICO 1:

¡Juro a mí que se le lleva!

LUGO:   Sor buen Lagartija, vete y entraos en San Salvador, nada temas de este brete. LAGARTIJA:

Viva este Cid Campeador, viva este bravo cadete.

ALGUACIL:   Cristóbal, eche de ver que no me quiero perder y que le sirvo.

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LUGO: Está bien; yo lo miraré muy bien cuando fuere menester. Sube la intensidad de la proyección de sangre. Se instala en segundo piso, suavemente iluminado Tello de Sandoval rezando en un reclinatorio. ALGUACIL:

¿Es daga aquese garrote, señor de Lugo?

LUGO: Es un palo que por martas lo señalo para ablandar un cogote. ¿Y es puñal aquese vuestro? ALGUACIL:

Es una penca verduga que las espaldas arruga del maldiciente más diestro.

LUGO:

Luego, ¿vais a castigar algún maldiciente?

ALGUACIL:

Sí.

LUGO:

Pues no pasemos de aquí, que yo también he de dar doce palos a un bellaco, socarrón, traidor, y miente.

ALGUACIL:

¿Y lo decís abiertamente? Daré destierro a este saco, y haré en calzas y en jubón, ya con el palo o sin él, que confieses ser tú aquel desmentido y socarrón.

Pelean. El ALGUACIL junto con el CORCHETE 3 derriban a LUGO, cuando le va a dar estoque, LAGARTIJA le clava una daga por detrás. Muere el ALGUACIL. CORCHETE, LAGARTIJA y LUGO vanse corriendo mientras gritan. LUGO:

Mal se ha negociado.

LAGARTIJA: Mal. CORCHETE 3: Con sangre, con hierro y fuego. De cólera venía ciego y enfadado, ¡¡oíd tal!!

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ESCENA 7 En transición musical se vuelve a instalar la textura de Casa de Sandoval. TELLO de Sandoval rezando y entra MARÍA de Sandoval con el rostro demudado. MARÍA:

Si ahora yo le hallase en su aposento, ¡no habría cosa de que más gustase! Quizá a solas le diría algo que le consolase.

TELLO:

¿Consolar a ese impío? Dios me dé esfuerzo y brío con que no mostrar amor y castigar con rigor aquel su infame albedrío. Esta es mi casa, y la puerta, como requiere mi afán, permanecerá entreabierta para que venga el rufián a ver su esperanza muerta. Entra LUGO.

MARÍA:

¿Qué pasa ahí?

TELLO: ¿Qué ruido es ese? ¿Quién está ahí? MARÍA:

¡Ay desdichada de mí! ¿Qué es lo que te ha sucedido?

LUGO:   Pues, señora, preguntáis, y mi confesión no es falsa: Esta madrugada pasa por matar a un alguacil. TELLO:

¿Qué decís?

MARÍA:

¡Señor!

TELLO: ¿Qué es? Proseguid vuestra razón. LUGO:

Nunca la errada intención supo enderezar los pies.

TELLO:

¿Piedad venís a buscar?

LUGO:

Sin merecerla.

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MARÍA: TELLO:

¡Dolor!

Bastardo cobarde.

LUGO: Amor es quien me trae al hogar. TELLO:

¿Bien nos queréis?

LUGO:

No lo niego.

TELLO:

En vos no hallo parte buena, el proceder os condena.

LUGO:

Siempre es solícito el ruego.

TELLO:   En otra parte buscad materia que le apliquéis, que en mi casa no hallaréis otra cosa que verdad. MARÍA:

Verdad es que eras travieso, ¿mas frío acuchillador?

LUGO:

Ahora apelo a vuestro amor, soy asesino confeso. No me llevéis tras de él, si aquel alguacil he muerto, yo me arrepiento y es cierto de mi acerado broquel.

TELLO:

¿Qué eres, mozo? ¿Barrabás? ¿Demonio? ¿Asesino cruel?

LUGO:

¡No hubo otra cosa con él! Era el mismo Satanás.

TELLO:

Hideputa, bravonel. Con tus bravatas bizarras te has entregado a las garras de aquel infernal Luzbel. TELLO abofetea el rostro de LUGO.

Honor del hampa has de ser. No lo entiendes, no habrá paz Vase con amargura TELLO.

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LUGO:

¿Marchas? Bien. Aqueso haz, que ya jamás me has de ver.

MARÍA:

Ahora viéndote, acaso mis desdichas son mayores.

LUGO:

Ciegos sois, que aun sin amores yo sabré guiar mi paso, señora María.

MARÍA: No sé, si no es rabia, lo que sea. LUGO:

Si es rabia, muy mal se emplea en tal sujeto tal fe.

MARÍA:

No hay parte tan escondida, do no se sepa tu historia. Para todos ya es notoria, su honra queda perdida por poner fin a ese hombre.

LUGO:

¿Hombre? Si él lo fuera, fuera descanso mi angustia fiera. Mas no tuvo más del nombre; conmigo, a lo menos.

MARÍA:

¿Cómo?

LUGO:

Esto, sin duda, es ansí; su error lo hirió para mí con las saetas de plomo.

MARÍA:

No hay yelo que se te iguale. ¿Y tu arrepentirse tanto?

LUGO:

Ahora me alegro.

MARÍA: ¡Yo me espanto! ¡Sin él tu vida no vale!   ¿Más quieres ver? Te darán caza los más arrogantes, y a por ti irán los matantes, sus dagas se afilarán.   Yo quiero vivir segura, y nos niegas el respeto, tenerte amor es aprieto, y gana la desventura.

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Parte hacia la Nueva España, allí es donde debes ir, el océano ese has de abrir ya solo Dios te acompaña. Vase MARÍA.

ESCENA 8 LUGO:

Solo quedo, y quiero entrar en cuentas conmigo a solas, aunque lo impidan las olas donde temo naufragar. Ánimas del purgatorio de quien continua memoria he tenido seáos notoria mi angustia y mi mal notorio. Yo hice voto si hoy perdía, de irme a ser salteador claro y manifiesto error de una ciega fantasía. Locura y atrevimiento fue, el peor que se pensó, puesto que nunca obligó mal voto a su cumplimiento. Pero, ¿dejaré por esto de haber hecho una maldad, adonde mi voluntad echó de codicia el resto? No, por cierto. Mas, pues sé que contrario con contrario se cura muy de ordinario, contrario voto haré. Y así, lo pienso de hacer buscando mi nuevo destino; veis aquí a un asesino de contrario parecer. No en los montes salteando con mal cristiano decoro, sino en el mundo, y sin oro buscando la paz amando.

FIN DEL ACTO PRIMERO Sale LUGO. Se instala, durante la transición musical y en proyección, una textura en movimiento que narra en abstracto el viaje de LUGO y LAGARTIJA desde Sevilla, pasando por Toledo y llegando a México.

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ACTO SEGUNDO ESCENA 1 A continuación se instala la textura de “Monasterio en México”. Salen LAGARTIJA como fray ANTONIO y LUGO, ahora padre CRUZ, en hábito de Santo Domingo. Ambos, vigilados por otro monje, limpian las escaleras del monasterio. ANTONIO:

¡A Méjico te he seguido!, y porque yo no me enfade mejor será que en verdad, desde Sevilla relate: Toledo hízonos clérigos, y agora, en Méjico, frailes. Tan presto fue y paréceme que vinimos por el aire. El sobrenombre de Lugo ahora es Cruz, que te llamen fray Cristóbal de la Cruz desde este punto adelante. Y que miren, vuesas mercedes, que si tú fray Cruz nos sales, salgo yo en fray Antonio, fraile también, con donaire. Fui en el siglo Lagartija, hoy en la religión soy sacre, de cuyo vuelo se espera que he de dar al cielo alcance. Desde Sevilla a Méjico se me asemeja a un instante, mas no fue ansí, la primera de los carromatos parte, luego en los barcos fui libre, mas en los puertos fui grave, huyéndonos de la muerte: vivir hoy milagro es grande. Mal pudiera yo creer, aun teniendo yo tal arte, que hemos cambiado un Sevilla por un Méjico sin llave.

CRUZ:

Olvide ya esa ruindad y entone más bajo el punto de cortesía.

ANTONIO: En verdad, padre mío, que barrunto que tiene su caridad

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de bronce el cuerpo, y de suerte, que tarde ha de hallar la muerte entrada para acaballe, según da en ejercitalle en rigor áspero y fuerte.

CRUZ:

Es bestia la carne nuestra, y, si rienda se le da, tan desbocada se muestra, que nadie la volverá de la siniestra a la diestra. Obró por nuestros sentidos nuestra alma: así eran tupidos y no sutiles; es fuerza que a la carrera se tuerza por donde van los perdidos. La locura está en el vino, y a la crápula y regalo todo vicio le es vecino.

ANTONIO:

Yo, en ayunando, estoy malo, flojo, indevoto y mohíno. De un otro talle y manera me hallaba yo cuando era en Sevilla tu mandil; que hacen ingenio sutil las blancas roscas de Utrera. ¡Oh uvas albarazadas, que en el pago de Triana por la noche sois cortadas, y os halláis a la mañana tan frescas y aljofaradas, que no hay cosa más hermosa, ni fruta que a la golosa voluntad ansí despierte! ¡No espero verme en la suerte que ya se pasó dichosa!

CRUZ:

Cierto, fray Antonio amigo, que esa consideración es lazo que el enemigo le pone a su perdición. Y ahora rezad conmigo.

ANTONIO:

Consideraba yo agora dónde estará la señora Librija, o la Salmerona,

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cada cual, por su persona, buena para pecadora. ¡Quién supiera de la hampa, de Lobilla y de Terciado, y del Patojo y su zampa! ¡Oh feliz siglo dorado, tiempo alegre, bella estampa, adonde la libertad brindaba a la voluntad del gusto más esquisito!

CRUZ:

¡Calle; de Dios sea bendito!

ANTONIO:

Calle su paternidad y déjeme, que con esto evacuo un pésimo humor que me es amargo y molesto.

CRUZ:

Cierto que tengo temor, por verle tan descompuesto, que ha de apostatar un día, que para los dos sería noche de luto cubierta.

ANTONIO:

No saldrá por esa puerta jamás mi melencolía; no me he de extender a más que a quejarme y a sentir a Sevilla no ver mas.

CRUZ:

¡Que tal te dejas decir, fray Antonio! Loco estás; que en el juicio empeora quien tal recuerdo atesora en su memoria vilmente.

ANTONIO:

Rufián corriente y moliente fuera yo en Sevilla ahora, y tuviera en la dehesa dos yeguas, y aun quizá tres, diestras en el arte aviesa.

CRUZ:

De que en esas cosas des, sabe Dios lo que me pesa; mas yo haré la penitencia de tu rasgada conciencia. Quédate, Antonio, y advierte que de la vida a la muerte hay muy poca diferencia:

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quien vive bien, muere bien, quien mal vive, muere mal.

ANTONIO:

Digo, padre, que está bien; pero no has de hacer caudal de mí, ni enfado te den mis palabras, que no son nacidas del corazón, que sola la lengua yacen.

ESCENA 2 Entra el PRIOR del monasterio por la planta de arriba de la escenografía. PRIOR:

Deo gracias.

CRUZ:

Amén,

ANTONIO:

Amén. Estas y todas naciones con viva fe se las den.

CRUZ:

Suplícote nos perdones, señor, si no andamos bien, faltando a la cortesía que a tu presencia debía.

PRIOR:

Padre fray Cristóbal mío, esto toca en desvarío, porque toca en demasía.

ANTONIO:

Yo soy el que he de postrarme a sus pies.

CRUZ: Por el oficio que tengo, puedo excusarme de haber dado poco indicio de cortés en no humillarme; y más a quien debo tanto, que, a poder decir el cuánto, fuera poco. ANTONIO: Yo confieso que quedo deudor en eso a fuer de cualquier espanto. PRIOR:

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Antonio, ¿tu testimonio ha de caer en tal mengua, que consienta que su lengua se la gobierne el demonio?

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ANTONIO:

Cierto que pongo mancilla ver que el demonio maldito me trae las ollas de Egipto en lo que dejé en Sevilla.

PRIOR:

De las cosas ya pasadas, mal hechas, se ha de acordar, no para se deleitar, sino para ser lloradas.

CRUZ:

Solo da gracias a Dios, que, por su santa clemencia, nos dio de la penitencia la estrecha tabla a los dos.

ANTONIO:   Yo miraré lo que hablo de aquí adelante más cuerdo, pues conozco lo que pierdo, y sé lo que gana el diablo.   Ruégoos, padre prior, que si hay furia se mitigue, y no al peso me castigue de mi descuidado error. CRUZ:

Pues también yo le daré bastantísima disculpa de su yerro, y por su culpa y las mías rezaré.

PRIOR: Cruz, quiero hablaros de un destino incierto, que vive entre nosotros de manera, como en las soledades del desierto.   Es dama que afloja en la carrera del cielo, adonde, no ha de llegar presto, corre desnuda y pobre, a la ligera.   Está, para sí, ganando un infierno, la pena abrasa, era de edad florida, recatada, mas todo ha descompuesto.   En efecto, señor, lo que ha hecho en vida no la hace esperar muerte dichosa, ni gloria que agora tenga medida.   Mi oración por su alma es ya dudosa. Y obligo a vos: ¿Será vuestra obediencia, presta, sencilla, humilde y hacendosa?   Os solicito emplear en penitencia, el caso lo requiere, por lo inaudito, vuestra fe en ella a modo de conciencia. CRUZ:   Por millares de lenguas seáis bendito. En nombre del buen Dios: soy vuestro cebo de esa alma, con mi fe a Luzbel marchito.   Huélgome tan solo, y en mi alma llevo

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la duda de saber si mi persona merece tal honor, a vos me debo.

PRIOR:   Vuesa merced hoy lleva una corona que ha de honrar este reino mientras ciña el cerco azul el hijo de Latona. Está entre aquestos bárbaros aún niña la fe cristiana, y faltan los obreros que cultiven aquí de Dios la viña,   y la leche mejor, y los aceros, que a entrambas les hará mayor provecho. Es ejemplo de estos jornaleros,   que es menester que tenga sano el pecho el médico que cura a lo divino, para dejar al cielo satisfecho. El padre CRUZ besa la mano al PRIOR, tras él fray ANTONIO. Vase el PRIOR. ANTONIO:   Aquesta compostura de continuo trae nuestro padre prior, tan mansa y grave, que alegre y triste sigue su camino: que en él lo triste con lo alegre cabe. Digo alegre y a la palabra espanta, a su paso las flores se marchitan, les roba la color, les da su estampa, las nubes del gris cielo se avecinan. CRUZ:

Pecador eres si no ves en el prior, en sus divinas obras escondida, la mano de Dios, bondad y rigor de los de aplicar en la nuestra vida. Vase CRUZ.

ANTONIO:   Aplicárelos si es tu gusto, ve. Su dotrina, su voz, su estilo raro, míos son como mía es mi fe. ¡Míos no!, que en aquesto yo reparo.

ESCENA 3 Durante la transición musical se instala la textura en proyección de Casa de Treviño. A continuación, a través de la gasa y en primera planta, con gritos de Ana de Treviño, se intuye una escena donde Ana de Treviño está siendo auscultada por el MÉDICO. Sale el padre fray ANTONIO con CRUZ acompañados por una de las criadas de Doña ANA de Treviño. Durante la escena, en creciente, aparecen los ruidos de tormenta que se aproximan a la casa. ANTONIO:

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Pone gran lástima oílla: que no hay razón de provecho

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para enternecerle el pecho ni de su error divertilla; y, pues habemos venido a tal hora y en tal momento por remedio, es argumento que es el daño muy crecido.

CRUZ:

Que prefiera en este trance lo cierto negar, extraño. Es ese el mayor engaño que al que teme le sucede.

ANTONIO:

Fray Cristóbal de la Cruz, estás en pie, y adivino que has de hacer este camino, y en dar a esta mujer luz.

CRUZ: Sí. ANTONIO: Pues, su paternidad, coja el cuidado que haya, y cuanto pueda la raya sube de tu caridad, que anda muy listo el demonio con un alma en esta hora. ¡Vámonos ya, padre! CRUZ: Ahora no repliques, fray Antonio. ANTONIO: Vamos, que a mí se me alcanza   poco o nada, o me imagino   que he de ver en el camino   la no fantástica danza de denantes. CRUZ: si puede.

Calle un poco,

ANTONIO: Señor, tardamos, y será bien que nos vamos. Todos me tienen por loco.

ESCENA 4 Salen Doña ANA Treviño y un MÉDICO en la primer planta. Se proyecta “Todo esto es verdad de la historia. Miguel de Cervantes”. MÉDICO:   Vuesa merced sepa cierto   que aquesta su enfermedad

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es de muy ruin calidad;   hablo en ella como experto. Mi oficio obliga a decillo,   cause o no cause pasión:   que entre razón y razón   pondrá la Parca el cuchillo. Hablando te ha de quedar   muerta; y aquesto te digo   como médico y amigo que no te quiero engañar. Dª ANA:

Pues a mí no me parece que estoy tan mala. ¿Qué es esto? ¿Cómo me anuncia tan presto la muerte?

MÉDICO: El pulso me ofrece,   los ojos y la color,   esta verdad a la clara. Dª ANA:

En los ojos de mi cara suele mirarse el Amor.

MÉDICO:

Vuesa merced se confiese, y quédense aparte burlas.

Dª ANA:

Señor, si es que no te burlas, recio mandamiento es ese.

MÉDICO: No me suelo yo burlar   en casos deste jaez. Dª ANA: Su merced podrá esta vez,   si quisiere, perdonar,   que ni quiero confesarme, ni hacer cosa que me diga. MÉDICO:

A más mi oficio me obliga, y adiós.

Dª ANA:

Él querrá ayudarme. Vase el MÉDICO.

Pesado médico y necio,   siempre cansa y amohína. Creó Dios la medicina, sí, y ha de tenerse en precio. La medicina yo alabo,

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pero los médicos no,   porque ninguno llegó   con lo que es la ciencia al cabo. Algo fatigada estoy. Procuro desenfadarme, esparcirme y alegrarme, imposible a día de hoy. Acceso de tos. No se contenta mi calma;   nunca la he visto peor:   fuego es ya, no es resplandor   el que en su vista derrama. Dª ANA: Llegue a esa silla. Es cierto,   que me tiene una porfía,   padre, helada, yerta y fría,   y que ella sola me ha muerto. Llega CRUZ hasta donde está Doña ANA de Treviño. ANTONIO queda aparte, con miedo. No me canse ni se canse   en persuadirme otra cosa,   que no soy tan amorosa   que con lágrimas me amanse.   ¡No hay misericordia alguna que me valga en suelo o cielo! CRUZ: Toda la verdad del cielo   a tu mentira repugna.   En vos no hay menoridad   de poder, y, si la hubiera,   tu menor parte pudiera   curar tu mayor maldad. Dª ANA:   Los atributos de Dios   son mortales; no os entiendo,   ni de entenderos pretendo.   ¡Mataisme, y cansaisos vos!   ¡Bien fuera que Dios ahora,   sin que en nada reparara,   sin más ni más, perdonara a tan grande pecadora!   No hace cosa mal hecha, ¿y así, ha de hacer aquesta? ANTONIO:

¿Hay locura como esta?

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Dª ANA:

No insistáis, que no aprovecha.

CRUZ:

La mayor ofensa te haces a vos que puedes hacer: que, en no esperar y temer, parece que te deshaces, pues vas contra el atributo que te obliga a ser consciente, error el más insolente, más sin razón y más bruto.

Dª ANA:

En dos errores se ha visto, Judas queriendo salvarse.

CRUZ:

Y fue el mayor ahorcarse que el haber vendido a Cristo. Hácesle agravio, señora, grande en no temerle a él. Ved que es paloma sin hiel con quien su pecado llora.

Dª ANA: En término tan estrecho, y de tan fuerte rigor, no es posible que el temor sea a mi alma de provecho. ¿Que me queréis, padre, vos, que tan hinchado llegáis? ¡Bien parece que ignoráis cómo para mí no hay Dios!   No hay Dios, digo, y advertir que con mortal discordia, no hallaré misericordia que me libre de sufrir. CRUZ:   El que en el palenque puesto teme a su contrario yerra; Y está el que animoso cierra a la victoria dispuesto. En el campo estáis, señora, la guerra será esta tarde, mirad que no os acobarde el enemigo en tal hora. Dª ANA:

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Sin armas, ¿cómo he de entrar en el trance riguroso, siendo el contrario mañoso y duro de contrastar?

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¡Que tan sin obras se halle mi vida!

CRUZ: Si fe recobras, yo haré que te sobren obras. Dª ANA: ¿Hállanse, a dicha, en la calle?   ¿Y las que he hecho hasta aquí, no han sido sino de muerte? CRUZ:

Escucha un poco, y advierte lo que ahora diré.

Dª ANA:

Di.

CRUZ: Un rufián que ha estado sin rito ni convicción, con contrito corazón ahora la regla ha guardado. Tal es el caso, señora, que incluso al que es de matar Dios habrá de perdonar y ha de hacerlo sin demora. Por un delito de sangre un rufián hubo de huir, y hoy no puede concluir sin que su culpa consagre.   Haciendo tal penitencia que mil veces un prior le manda tiemple el rigor en virtud de la obediencia;   y él, con ayunos continuos, con oración y humildad, busca de riguridad los más ásperos caminos. Dª ANA: ¿Qué quiere de eso inferir, padre? CRUZ: Que digáis, señora, si ese tal podrá, en la hora angustiada del morir, tener alguna esperanza de salvarse. Dª ANA: ¿Por qué no? ¡Ojalá tuviera yo

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la menor parte que alcanza   de tales obras tal padre! Pero no tengo ni aun una que en esta angustia importuna a mis esperanzas cuadre. Dejadme, que, en conclusión, tengo el alma de manera que no quiero, aunque Dios quiera, gozar de indulto y perdón. CRUZ:

Yo os daré todas las mías, y tomaré el grave cargo de las vuestras a mi cargo.

Dª ANA:

Padre, dime: ¿desvarías? ¿Cómo se puede hacer eso?

CRUZ: Si te quieres perdonar, los montes puede allanar de caridad el exceso.   Pon tú el arrepentimiento de tu parte, y verás luego cómo en tus obras me entrego, y tú en aquellas que cuento. Hasta este momento los efectos de sonido de tormenta están soportados por efectos de rayos en iluminación. Suena en este momento la tormenta en su mayor nivel y se apagan las luces.

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Yo, fray Cristóbal de la Cruz, indigno religioso y profeso en la sagrada orden del patriarca felicísimo Domingo santo, en esta forma digo: Que al alma de doña Ana de Treviño, que está presente, doy de buena gana todas las buenas obras que yo he hecho en caridad y en gracia, desde el punto que dejé la carrera de la muerte y entré en la de la vida; doyle todos mis ayunos, mis lágrimas y azotes, y el mérito santísimo de cuantas misas he dicho, y asimismo doyle mis oraciones todas y deseos, que han tenido a mi Dios siempre por blanco; y, en contracambio, tomo sus pecados, por enormes que sean, y me obligo de dar la cuenta de ellos en el alto y eterno tribunal de Dios eterno,

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y pagar los alcances y las penas que merecieren sus pecados todos.

ANTONIO:

Bueno quedas, padre Cruz, ahora, hecho arista, el alma, seca y sola.

CRUZ:

Padre, vaya al convento, y dé esta nueva a nuestro padre, y ruéguele que haga general oración.

ANTONIO: CRUZ:

A mí me place.

Vamos do estemos solos.

Dª ANA:

En buen hora.

FIN DEL ACTO SEGUNDO

ACTO TERCERO ESCENA 1 Durante la transición musical se vuelve a instalar la textura de Monasterio, sin título, ANTONIO, un MONJE y el PRIOR atienden a CRUZ, enfermo de lepra, llagado. ANTONIO: Apenas a la vista se te ofrece doña Ana, padre Cruz, sin la fe pura que a nuestras esperanzas fortalece,   cuando, con caridad firme y segura, haces con ella un cambio de tal suerte, que cambió su desgracia en gran ventura. PRIOR:

Su alma de las garras de la muerte eterna arrebató, y volvió a la vida, y de su pertinacia la divierte.

ANTONIO:   Y, apenas por los aires transparentes voló de la contrita pecadora su daño a las regiones refulgentes,   cuando en aquella misma feliz hora se vio del padre Cruz cubierto el rostro de lepra. CRUZ: Adonde el asco mismo mora. Volved los ojos, y veréis el monstruo, que lo es en enfermedad y altas fiebres, cuya fealdad a nadie le da en rostro.

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ANTONIO:   Acompaña a lepra el sentido breve. CRUZ:   No me puedo tener. ¡Dios sea bendito, que así a pagar mi buen deseo empieza! PRIOR:

En ti contemplo, padre Cruz, y leo la paciencia de Job, y su presencia en tu rostro deslustrado la veo.

ANTONIO:   Por la ajena malicia la inocencia tuya salió, y pagó tan de contado, cual lo muestra el rigor de esta dolencia. PRIOR: Obligásteos hoy, y habéis pagado hoy. CRUZ:   A lo menos, de pagar espero, pues de mi voluntad quedé obligado. MONJE 1:

¡Ay, en la viña de Dios gran jornalero!

PRIOR:

¡Ay, caridad, brasero y fragua ardiente!

CRUZ:   Antonio, hijo soy de un tabernero; y si es que adulación no está presente, y puede la humildad hacer su oficio, cese la cortesía, aquí indecente. ANTONIO: Digo que me consagro desde agora   para limpiar tus llagas y curarte, hasta el fin de mi vida o su mejora. ¡Solo en tu pecho caridad encierras! CRUZ:   Padre, recógeme, que estoy cansado.

ESCENA 2 Entran LUZBEL (TELLO DE SANDOVAL) y VISIEL (MARÍA DE SANDOVAL), demonios. Esta aparición se produce en proyección de ambos personajes. CRUZ los ve, ANTONIO y el PRIOR no. VISIEL/MARÍA:   ¡Luzbel! LUZBEL/TELLO:  ¡Visiel!, ¡ ya no está en nuestras manos! ¡Que así la mies tan sazonada nuestra la segase la hoz del tabernero! CRUZ: ¡Antonio!

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ANTONIO:  ¿Qué? CRUZ:

¡Prior! ¿Veis lo que me niego?

LUZBEL/TELLO:

¡Y que tuviese Dios por bueno y justo tal cambalache! Estúvose la dama al pie de cuarenta años en sus vicios, desesperada de remedio alguno; llega estotro buen alma, y dale luego los tesoros de gracia que tenía adquiridos por Cristo y por sus obras. ¡Gentil razón, gentil guardar justicia, y gentil igualar de desiguales y contrapuestas prendas!

ANTONIO:

Solo veo heridas que aquí te atan.

VISIEL/MARÍA:

La caridad, facilitó el contrato, puesto que desigual. Desa manera, más rica queda el alma deste hijo, por haber dado cuanto bien tenía, y tomado el ajeno mal a cuestas.

CRUZ:

¿No hay demonios?

ANTONIO:

Yo solo veo que no puedo en modo alguno apartarme si empiezas a observar en el infierno más allá de tus sentidos.

CRUZ:

¿Lo dudas?

LUZBEL/TELLO:

¿Sabes lo qué pienso, Visiel amigo? Que no es equivalente aquesta lepra que padece este fraile, a los tormentos que pasara doña Ana en la otra vida.

VISIEL/MARÍA:   ¿No adviertes que ella puso de su parte grande arrepentimiento? LUZBEL/TELLO:

Fue a los fines de su malvada vida. ¿Qué será de él ahora que está seco e inútil para cosa de esta vida?

VISIEL/MARÍA:

¿Eso ignoras? ¿No sabes, Luzbel mío, que conocen los frailes su virtud y su talento,

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su ingenio y su bondad, partes bastantes para que le encomienden su gobierno?

LUZBEL/TELLO:  ¿Luego, santo será? ¡Mucho tú dices! Aqueso no verás. VISIEL/MARÍA:

Ya lo adivino.

LUZBEL/TELLO:  Una visita le harán, que le demuestre, que santo no ha de ser dándole un toque con que siquiera a ira le provoque. Vanse los demonios, desaparecen las proyecciones.

ESCENA 3 ANTONIO:

Cristóbal Cruz, basta ya; no veas más, si es posible.

CRUZ:

¡Qué confusión tan terrible!

ANTONIO:

¡Buena la postura está! No se os pueden embotar las febrerías de un loco.

PRIOR:

Mirad que descanse un poco. El llagar y el visionar signos de santidad son.

ANTONIO:

¡Santidad! No es conveniente que lo tratéis de demente.

PRIOR:   Componéis la sinrazón. CRUZ:

Santo no he de ser, de inicio no soy persona y sí costra, y sería a vuestra costa merecer tal ejercicio. Solo me resta pasar y morir bien en conciencia, haciéndoos reverencia, por el bien que así he de hallar.

ANTONIO:

Ya no habléis más de morir ni os deis a la fiebre, creo que nada tenéis de feo mientras os podáis cubrir.

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Entra un FRAILE. FRAILE:

Mis padres, traigo noticias: que han elegido prior.

PRIOR:

Si no nos las da el Señor, esperemos de ti albricias. Mas, decidme: ¿quién salió?

FRAILE:

El padre Cruz.

ANTONIO:

¿Es verdad?

FRAILE:

¡En loores de santidad!

ANTONIO:   Aquí el cielo se cayó. CRUZ:

¿Sobre unos hombros podridos tan pesada carga han puesto? No sé qué me diga desto.

ANTONIO:

Cególes Dios los sentidos: que si ellos te conocieran como yo te he conocido, tomaran otro partido, y otro prior eligieran.

PRIOR:

Ahora digo, fray Antonio, que tiene, sin duda alguna, en esa lengua importuna entretejido el demonio.

ANTONIO:   Si yo pudiera dar voto a fe que no te le diera; antes, a todos dijera la vida que de hombre roto en Sevilla y en Toledo te vi hacer. CRUZ:   Tiempo te queda: dila, amigo, porque pueda escaparme de este miedo   que tengo de ser prelado, cargo para mí indecente: que, ¿a qué será suficiente hombre que está tan llagado y que ha sido un...? ANTONIO: ¿Qué? ¿Rufián? Que por Dios, y así me goce,

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que le vi reñir con doce de herir y de San Román. Y en Toledo en las ventillas con siete terciopeleros, él hecho zaque, ellos cueros, le vi de hacer maravillas

PRIOR:

Yo vile hacer maravillas contra el pecado y su fuero. Visto lo visto, bien puedo ponerme ya de rodillas.

ANTONIO: ¡Que no bajéis a sus pies! ¡Subid, por Dios! ¡Levantaos! ¿Mi buen Cruz santificado? ¡Que no sabéis lo que hacéis!   Para un rufián ministerio sí que le diera mi voto, porque en él fuera el más doto rufián de nuestro hemisferio. PRIOR:

Vuestra paternidad nos dé las manos, y bendición con ellas.

CRUZ: Padre mío, ¿adónde a mí tal sumisión? PRIOR: Mi padre es ya nuestro prelado. ANTONIO: ¡Buenos cascos tienen, por vida mía, los que han hecho semejante elección! PRIOR: yo no lo dudo.

Que será santo ya,

CRUZ:

Sea en mala hora.

ESCENA 4 CRUZ:

(Invoca al demonio.) De la escuridad del suelo te saqué a la luz del día, Dios queriendo, y yo querría llevarte a la luz del cielo.

Sale LUCIFER (ALGUACIL), colapsa la gasa de primer término, proyectado en el total de la superficie de la escenografía, en la segunda tela por detrás de la escenografía.

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LUCIFER/ALGUACIL: Cambiador nuevo en el mundo, por tu voluntad enfermo, ¿piensas que eres en el yermo algún Macario segundo?   ¿Piensas que se han de avenir bien para siempre jamás, con lo que es menos lo más, la vida con el morir,   soberbia con humildad, diligencia con pereza, la torpedad con limpieza, la virtud con la maldad?   Engáñaste; y es tan cierto no avenirse lo que digo, que puedes ser tú testigo de esta verdad con que acierto. CRUZ:   ¿Qué quieres de eso inferir, enemigo Satanás? LUCIFER/ALGUACIL: Que es locura en la que das dignísima de reír;   que en el cielo ya no dan puerta a que entren de rondón, así como entró un ladrón, que entre también un rufián. CRUZ:   Conmigo en balde te pones a disputar; que yo sé que, aunque te sobre en la fe, me has de sobrar tú en razones.   Dime a qué fue tu venida, o vuélvete, y no hables más. LUCIFER/ALGUACIL: Mi venida, cual verás, es a quitarte la vida. CRUZ: Si es que traes de Dios licencia, fácil te será quitarla, y más fácil será a mí dalla con prontísima obediencia.   Si la traes, ¿por qué no pruebas a ofenderme? Aunque recelo que no has de tocarme a un pelo, por muy mucho que te atrevas. ¿Qué bramas? ¿Quién te atormenta? Pero espérate, adversario, que ya creo adivinarlo: mi cargo es tu cornamenta.

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LUCIFER/ALGUACIL: ¿Santo serás? CRUZ: Rufián. LUCIFER/ALGUACIL:

Quien dio en un palo la vida, que fue muerte de la muerte, de verme despojado del regalo de mi primera aventajada suerte, piensa que se alce con el cielo un malo, un pecador blasfemo, y que se crea salvar en un corto y breve instante un ladrón que no tuvo semejante.

CRUZ:

Por esto inclino la soberbia frente, y quiero que mi angustia sea notoria a ti y los tuyos, ruin, perversos trigos, y de mi mal y mi rencor testigos. Fui rufián, cual no lo fue ninguno, por mi fealdad al mundo aborrecible, estoy ya de partida para el cielo, y humilde apresto el levantado vuelo.

LUCIFER/ALGUACIL:

¡Acudid y turbadle los sentidos, y entibiad, si es posible, su esperanza! ¡Y de sus vanos pasos y perdidos hacedle temerosa remembranza! ¡No llegue alegre voz a sus oídos que prometa segura confianza de haber cumplido con la deuda y cargo, que por su caridad tomó de largo!

CRUZ:

No será mi ida de provecho, porque será de hacerte beneficio, pues siempre que hasta a mí tú has venido quedo yo victorioso y tú vencido.

LUCIFER/ALGUACIL:

Mientras no arrojes el postrer aliento, bien puedo esperar que en algo tuerza el peso, puesto en duda el pensamiento; que a veces puede mucho nuestra fuerza.

CRUZ:

No cumpliré, alguacil, tu mandamiento: que adonde hay más maldad, allí se esfuerza más la bondad. Me voy. Calladamente.

CRUZ muere. Se ilumina la sala mientras se conserva la luz de escenario. Los ciudadanos aparecen en diferentes zonas del teatro y mientras hablan van hacia el escenario.

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ESCENA 5 CIUDADANO 1:  ¿Qué lleváis vos? CIUDADANO 2:

Un lienzo de sus llagas.

CIUDADANO 3:  ¿Y vos? CIUDADANO 4: De su capilla este pedazo,   que le precio y le tengo en más estima que si hallara una mina. CIUDADANO 5: Pues corramos   aprisa hacia el convento, no nos quiten   los frailes las reliquias. CIUDADANO 3:

¡Bueno es eso!

CIUDADANO 2:  ¡Antes daré la vida que volverlas! CIUDADANO 6:  Yo soy, sin duda, la desgracia misma; no he podido topar de aqueste santo siquiera con un hilo de su ropa. CIUDADANO 1:  Pues corred, que está toda la ciudad en el convento. CIUDADANO 4: Y apriesa se arrojan sobre el cuerpo como alimañas. Entra ANTONIO, también entre el publico. ANTONIO:

Todos callad, que quiero estar presente. Acabó la carrera de su cansada vida; Dio al suelo los despojos. Como santo hoy se le estima, y lo fue en verdad pues cargó con hierro ajeno. Aún no puedo llegar siquiera al cuerpo, para pagar en él lo que en el alma no pude: tales armas le defienden. Del cuerpo voló al cielo la alma santa, mas los manchados paños de tus sangrientas llagas, se estiman más ahora que delicados y olorosos lienzos. Tu cuerpo, que ayer era

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espectáculo horrendo, según llagado estaba, hoy es bruñida plata y cristal limpio. Hagan su oficio, sores, y en la tierra escondan a este rufián tan del cielo. Si su rufiandad nuestro mal remedia, aquí da fin felice esta comedia.

Canta el elenco completo la canción del principio de la obra mientras en iluminación y proyección, de atrás hacia delante, se pasan las memorias de iluminación y proyección de la obra completa, en el tiempo que dura esta canción. Calla el que canta que aterra oír hablar de la muerte, que no hay tesoro de suerte en tal espacio de tierra. Muerte y vida me dan pena. No sé qué remedio escoja. Que si la vida me enoja, tampoco la muerte es buena. Con todo es mejor vivir, que en los casos desiguales, el mayor mal de los males, se sabe que es el morir. Muerte y vida me dan pena. No sé qué remedio escoja. Que si la vida me enoja, tampoco la muerte es buena.

FIN DE LA COMEDIA

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ENSAYO

ANTE LOS DESAFÍOS DEL POSTHUMANISMO Y TRANSHUMANISMO Juan Arana

A lo largo de esta conferencia1 se efectúa un examen de las concepciones trans y posthumanistas, pasándose revista a las posibilidades y peligros del desarrollo tecnocientífico en la sociedad actual y futura. Se critica la frivolidad con que muchos apuestan por la modificación descontrolada de la especie humana y se defiende la importancia de fomentar la dimensión interdisciplinar de la enseñanza para que la ciudadanía esté en condiciones de afrontar los desafíos éticos que se avecinan.

«Posthumanismo» y «transhumanismo» no son palabras transparentes para el ciudadano medio, pero quienes frecuentan las modas culturales las conocen bien. No me presento ante ustedes como experto en las materias donde con mayor frecuencia salen a relucir. Por otro lado, ya tengo cierta edad y no es momento adecuado para intentar nueva revista · 162

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situarme en la vanguardia del conocimiento y de la historia. De manera que voy a tomar distancia para ganar en objetividad lo que pierda de actualidad. Porque lo cierto es que, aunque haya mucha volatilidad en lo que unos y otros afirman o niegan al respecto, el asunto de fondo es muy serio. Tanto, que reclama el esfuerzo de los que no somos «especialistas» y merece la consideración atenta de todos y cada uno de nosotros. Hay que dar la voz al pueblo soberano, o por lo menos a la parte de él que no desdeña por completo el esfuerzo de ejercer el entendimiento. ¿Y por qué es tan importante lo que se discute? Porque involucra cuestiones esenciales relativas a nuestra identidad y destino. En el Museo de Bellas Artes de Boston se conserva el cuadro más famoso de Paul Gauguin. No me atrae particularmente desde el punto de vista pictórico, pero su título inquieta y a pocos deja indiferente: «¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?». Poco importa que el pintor tomara prestada esta expresión de una trivial fórmula de cortesía que emplean los tahitianos para saludar a un desconocido que encuentran en el camino. Las alas del arte la han transformado en recapitulación canónica de nuestras incertidumbres más lacerantes. Precisamente los conceptos que dan título a mi charla quieren responder en parte a dichas interrogantes, ya que el «transhumanismo» quiere contestar a la tercera —«¿A dónde vamos?»— y el «posthumanismo» pretende responder a «¿Qué o quiénes seremos?» Podríamos decir por consiguiente que entre las preocupaciones del francés tahitianizado, se prioriza ahora el a dónde y se soslaya o minimiza el dé donde y el qué: parece 172

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que lo decisivo no son nuestras raíces ni siquiera nuestra identidad; lo que importa es nuestro destino en la medida que nosotros mismos seamos capaces de propiciarlo. Antaño, cuando un niño era presentado a una persona mayor, esta solía preguntarle: «¿Y qué vas a ser cuando seas mayor?». Recuerdo que yo respondí alguna vez: «Maquinista de tren», porque en mi pueblo hacía mucho frío en invierno y pensaba que echar carbón a la caldera de la locomotora era la mejor forma de ir calentito. Bien, pues ahora nuestra curiosidad se ha colectivizado, y lo que nos preocupa es el porvenir de la humanidad entera: «¿Qué vamos a ser como especie cuando seamos mayores?». Obviamente, ya no se trata de elegir tal o cual oficio. Lo que debería averiguarse es si seguiremos o no perteneciendo a la especie homo sapiens, si todavía nos reconoceremos como hombres o mujeres. Sin duda sería paradójico conjugar la primera persona del plural para renegar de la especie biológica a la que hoy por hoy pertenecemos. Pero los transhumanistas no retroceden ante esa idea. Ray Kurzweil es una de las figuras más representativas del movimiento. Protagonista de la revolución informática que tanto ha modificado nuestras vidas, está detrás de innovaciones tan decisivas como los scanners y los programas de reconocimiento de texto, traducción automática, etc. En 2005 ha publicado el libro La singularidad está cerca, que, si no fuera por su extensión, serviría muy bien como manifiesto del transhumanismo. El subtítulo revela con nitidez la voluntad de dejar atrás nuestro presente y pasado, pues se refiere sin vacilar a «Cuando los humanos trascendamos la biología». O sea: rechaza el escrúpulo de preguntarse si seguiremos nueva revista · 162

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siendo humanos cuando hayamos dejado de ser entidades biológicas. Apuesta sin titubeos por la racionalidad frente y contra la animalidad que todavía nos define. Vale la pena examinar este punto con algún detalle. Hace ya más de dos siglos que dominan las concepciones dinámicas sobre las estáticas. Nos hemos acostumbrado a aceptar que somos fruto de una evolución y estamos inmersos en un proceso transformativo de proporciones cósmicas. Después del Big Bang la materia-energía empezó a formar átomos cada vez más complejos en el interior de las estrellas, átomos que luego dispersaron gigantescas explosiones estelares, para propiciar en los planetas una lenta evolución primero química, luego bioquímica y por último biológica. Esta última solo ha podido ser fehacientemente documentada en la Tierra, aunque resulta más que probable que se haya dado también en otros lugares del Universo, dada la inmensidad de este y el tiempo transcurrido desde el momento inicial. Los científicos de los siglos xix y xx, con Charles Darwin a la cabeza, consiguieron esbozar en líneas generales el proceso de la evolución biológica terrestre y las causas que la desencadenaron. Hay detalles importantes sin aclarar, especialmente en lo que respecta al origen mismo de la vida terrestre y la exclusividad o no del mecanismo de la selección natural, pero podemos dar por buena —yo al menos así lo hago— la imagen global resultante. Sin embargo, incluso los más entusiastas defensores del modelo neodarwinista admiten que con la aparición de nuestra especie la evolución biológica dejó de ser determinante, puesto que a ella se superpuso hasta hacerse predominante la evolución cultural. Seguimos 174

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siendo, como nuestros más remotos ancestros, vivientes que se reproducen sexualmente y que a través de mutaciones y recombinación genética generan nuevos individuos cuyas características están determinadas en gran medida por dotaciones genómicas en las que se da cierto porcentaje de diversidad y variabilidad. En las especies biológicas no humanas que escapan a nuestro control, la selección natural impone un sesgo a esa variabilidad vital, lo que a la larga origina nuevas especies y extingue las antiguas. Pero dentro de nuestra esfera de acción la selección artificial compite con la natural, y en lo que respecta al hombre mismo, las mutaciones genéticas tienen tan solo un influjo secundario sobre el rumbo de la especie. En este punto se produce la irrupción del transhumanismo. Durante un interregno —que a escala geológica debemos considerar muy corto— la selección natural y cualquier otro mecanismo evolutivo natural dejaron de ser determinantes de los cambios que como especie hemos sufrido. Pero ni las decisiones humanas ni la dinámica cultural supusieron una alternativa global reconocible. Ha habido y seguramente sigue habiendo cambios adaptativos, como la oscuridad creciente de la piel a medida que las poblaciones viven de un modo sedentario más cerca del ecuador. O el caso tantas veces comentado del gen responsable de la anemia falciforme, que al mismo tiempo otorga resistencia frente a la malaria. Pero con el tiempo nos hemos ido haciendo cada vez más nómadas y en este sentido hay poco margen para que las condiciones del medio ambiente influyan en la identidad psicosomática de los humanos. Ganaderos y agricultores han desanueva revista · 162

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rrollado desde hace milenios procedimientos eficaces para inducir cambios coherentes a largo plazo en las especies animales y vegetales domesticadas, y aun en las salvajes que pueden controlar indirectamente. Ahora bien, más por fortuna que por desgracia, estas técnicas no se han aplicado con seriedad ni constancia a la propia especie humana. La eugenesia muy fácilmente degenera en racismo, de manera que los pocos experimentos sociales que se han hecho a lo largo de la historia —y muy en especial el que puso en marcha el régimen nacionalsocialista alemán— han constituido fracasos sonoros y sobre todo han motivado un rechazo tan universal, que casi podría decirse que este es uno de los pocos puntos en los que la humanidad ha logrado alcanzar un consenso: no estamos dispuestos a permitir que se nos discrimine por motivos raciales ni que se manipule la procreación determinando cómo y cuándo vamos a ejercer el derecho a la paternidad o a la maternidad. Cierto es que la natalidad ha sido objeto de múltiples intentos de control; en algunos caso de un modo tan autoritario como el que aún se ejerce en la República Popular China. Si en otros países la represión no fue tan dura, se debe a que los mecanismos indirectos para ejercer dicho control (en el sentido de reducirla) han resultado plenamente eficaces, hasta el punto de que el riesgo simétrico al de la explosión demográfica (el envejecimiento social y el despoblamiento) se está haciendo cada día más próximo. Sin embargo, tampoco voy a referirme ahora a estos problemas, ya que gobiernos, instituciones e ideologías han pretendido regular con sus políticas natalicias (por 176

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lo menos directamente) no tanto el problema de quiénes como el de cuántos. De un tiempo acá habría que matizar esto último, habida cuenta la generalización de abortos selectivos en razón del sexo o de presumibles enfermedades genéticas en el nasciturus. Pero, en fin, hasta muy recientemente no había ni la posibilidad técnica ni la voluntad política de programar nuevos ciudadanos y ciudadanas a la carta. En este sentido, nadie ni nada ha ejercido las funciones que la selección natural dejó vacantes cuando las relaciones sociales empezaron a ser decisivas para determinar la supervivencia y procreación de los individuos. Podría decirse que desde entonces la evolución de la especie humana se ha producido hasta cierto punto por mero azar. Pero esta situación, que un poco más arriba califiqué de interregno, parece estar a punto de cambiar. Las posibilidades de control que la biología y medicina modernas ofrecen son cada día mayores, y por otro lado el fenómeno de la globalización es acelerado e imparable. Así pues, la tentación de jugar a ser aprendiz de brujo es más difícil de resistir cada día que pasa. Para evitar que el destino de la humanidad y del planeta quede en manos irresponsables habrá que realizar esfuerzos muy serios. No nos engañemos. Los peligros de clonar humanos, manipular sus genes para suscitar tales o cuales características, programar el tipo de seres que heredarán la Tierra, etc., han sido tratados en múltiples ficciones literarias y cinematográficas, expuestos a lo largo de alarmantes informes divulgativos y anunciados por numerosos pronósticos agoreros. Hasta ahora ninguna de estas amenazas se ha realizado de un modo catastrófico, pero sería muy peligroso pensar que nueva revista · 162

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solo son imaginarias. Robert Oppenheimer, que dirigió el equipo científico responsable de la primera bomba atómica, sustentaba un principio según el cual todo lo técnicamente «dulce» —léase: todo lo técnicamente realizable— acaba siendo llevado a cabo de un modo inexorable. Lo cual no es del todo cierto porque, por ejemplo, en la segunda guerra mundial apenas se utilizaron armas químicas, que ya estaban disponibles desde la primera. Sin embargo, Oppenheimer sabía bien lo que decía, y en lo que al presente asunto respecta, hay que entender que si ninguna de las apocalípticas profecías enunciadas se ha cumplido —por el momento— seguramente ha sido porque no ha sido técnicamente posible verificarlas —todavía—. Ha resultado que las ovejas clónicas «nacen viejas», que las posibilidades de controlar patologías genéticas, aun cuando sepamos localizar el gen o genes responsables, son hasta el presente muy limitadas, que programar el fenotipo —esto es, las cualidades que se quieren propiciar— desde el genotipo —las secuencias de nucleótidos en el adn— son hoy por hoy harto limitadas. Y así sucesivamente. Sin embargo, en otros frentes, como el de los vegetales y animales transgénicos, se ha avanzado bastante, sin que —aún— la sangre haya llegado al río. Una vez más he de apartarme de la letra pequeña del contencioso, porque es demasiado intrincada para sacar conclusiones globales de ella. Contemplado desde la lejanía da la impresión de que se abre un periodo de extraordinaria complejidad, en el que la ciudadanía y los poderes públicos tendrán que sacudir su pereza y ponerse al día sobre los presupuestos científicos y técnicos de los procesos en marcha. Se van 178

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a tener que tomar miríadas de decisiones en los próximos lustros, y sería de una imprudencia fatal fiarse a la hora de tomarlas de «expertos» y «relatores». Si así se hiciera gravitaría sobre ellos demasiada responsabilidad, de modo que serían fácilmente propensos a la corrupción y a toda clase de mediatizaciones. De lo anteriormente expuesto extraigo una consecuencia que en este foro conviene subrayar. La interdisciplinariedad ha sido hasta ahora una especie de lujo superfluo. En adelante se va a convertir en un artículo de primera necesidad. La escisión entre la cultura humanista y la cultura científica, sobre la que ya alertó Charles Percy Snow en 19592, viene lastrando nuestras sociedades desde hace decenios, pero los riesgos que comporta van a crecer exponencialmente de ahora en adelante. ¿Cómo va a reaccionar adecuadamente un dirigente político, un juez, un votante ante los retos tecnológicos, si no posee un conocimiento solvente de lo que está en juego? La decisión no es optar entre un sí y un no al progreso científico, porque hace mucho que dejó de ser factible la supervivencia de que la humanidad con los frutos que espontáneamente caen de los árboles. Puede que una solución así sirviera en una paradisíaca isla tropical escasamente habitada, pero para los miles de millones de habitantes que pueblan los continentes resulta por completo impracticable. El planeta está demasiado atestado para lo que la madre naturaleza da de sí, a no ser que se potencie artificialmente su fertilidad. Por lo tanto, se trata de elegir entre los diversos modelos de desarrollo que hay disponibles. Para bien o para mal, nuestro destino está inexorablemente encadenado a la técnica. nueva revista · 162

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Tengo entendido que los aviones de última generación ya no pueden ser comandados directamente por el piloto sin la mediación de los ordenadores de a bordo. A una escala mucho mayor, lo mismo pasa con el orbe terráqueo. Así pues, ya no es de recibo que nadie intervenga en la determinación del rumbo a seguir por la humanidad sin tener idea de cuáles son los botones que hay que apretar y cuál es su efecto. Pero la inversa tampoco es cierta: no basta con dominar todos los aspectos tecnocientíficos de los desafíos que afrontamos si padecemos una ceguera ética que nos impide ver qué valores debemos preservar y qué riesgos de ningún modo debemos correr. No es que la cultura humanística nos provea automáticamente de la indispensable aptitud moral, pero al menos quien brega con la historia, la literatura o el arte sabe que libertad y bien son dos elementos que no es posible conjugar por separado. Los dones que pudiéramos recibir a cambio de renunciar a nuestra libertad equivaldrían a las treinta monedas de plata con las que se nos pagaría la traición a nuestros semejantes y a nosotros mismos. A propósito he omitido la filosofía del pequeño muestreo de disciplinas humanísticas que acabo de mencionar. Un signo inequívoco de decadencia en la presente situación es que se considere que la filosofía es «de letras». No se puede ser a la vez juez y parte, y si el filósofo no es capaz de trascender la fragmentación del saber, habrá renunciado a la exigencia de hacerse intérprete de los más profundos anhelos del hombre. Tampoco le corresponde cultivar la neutralidad y equidistancia entre las disciplinas, sino que lo propio de él es ahondar en cualquiera de ellas 180

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lo suficiente como para encontrar las raíces comunes que las sostienen y prestan vitalidad. En el sentido más prístino y radical todos somos filósofos, o al menos debiéramos intentar serlo. Destacaría de todo lo dicho hasta ahora que se ha ido acumulando en los últimos tiempos un conocimiento cada vez más detallado de los mecanismos de la herencia, el desarrollo embriológico y las bases bioquímicas de la vida. Por otro lado, la inteligencia artificial ha progresado hasta el punto de permitir que las máquinas resuelvan con ventaja casi todas las tareas rutinarias que realizamos los seres humanos. Todo ello ha alterado en profundidad nuestra propia identidad, es decir, la relación que tenemos con el entorno físico que nos ampara, la convivencia con nuestros congéneres y el propio futuro de la especie humana. Los desafíos que todas estas novedades acarrean no se refieren al futuro lejano, sino al más inmediato, lo cual plantea con una urgencia insoslayable los retos educativos, de cara a lograr hombres y mujeres capaces de encontrar alternativas a las labores poco creativas y despersonalizadas que aún hoy en día ejerce la mayoría. En tales trabajos las máquinas resultan mucho más competitivas y la única razón para seguir encomendándoselas a los humanos es que no parece fácil extender a toda la humanidad el modelo de actividad creativa y personalizante que hasta ahora ha sido patrimonio de minorías. Los programas transhumanistas y posthumanistas pretenden ver más allá de lo inmediato y atisbar el resultado último de las transformaciones en curso, en unos casos por mera curiosidad teórica y, más frecuentemente, con el nueva revista · 162

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deliberado propósito de abreviar el camino, eliminar obstáculos y acelerar unos cambios que consideran deseables y en definitiva inevitables. En todo ello hay una componente especulativa enorme, ya que muy pocas veces la futurología ha conseguido no ser desmentida por el curso de los acontecimientos, y en el presente caso la cantidad de incógnitas e imponderables es enorme. El inconveniente no sería grave si solo la dimensión teórica fuese relevante, pero la pretensión de activar políticas proclives a tal o cual escenario transhumanista puede acarrear peligros nada triviales. Las víctimas que propiciaron experimentos de ingeniería social puestos en práctica a lo largo del siglo xx (como los de Stalin, Hitler o Pol Pot) no se contabilizaron por miles, sino por millones. Con toda seguridad se quedarían muy cortos con los que el futuro puede deparar, puesto que ahora no se trataría simplemente de conseguir una sociedad más justa o más pura, sino de cambiar —y supuestamente mejorar sustancialmente— la índole misma de la raza humana. En este sentido, todas las cautelas que las instancias políticas, los partidos y las agrupaciones sociales tomen para prevenir los riesgos inherentes al nuevo credo serán pocas. Sin embargo, sería igualmente contraproducente evitar —e incluso prohibir— cualquier discusión concerniente a estos temas. Hacerlo iría contra la tradición occidental que siempre ha amparado la libertad de pensamiento. Además, no dejaría de equivaler a la táctica del avestruz, puesto que los procesos de cambio de la humanidad ya están siendo puestos en marcha, aunque no sea de acuerdo con los protocolos de los más exaltados partidarios del transhumanismo. La alimentación que 182

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tomamos, los medicamentos que utilizamos, los medios de locomoción, las comunicaciones, las prótesis de todo tipo —externas e internas— que empleamos, ya están modificando nuestras vidas de un modo que probablemente resultaría irreconocible para nuestros abuelos. La única posibilidad real de controlar el proceso, en lugar de convertirnos en sujetos pacientes y tal vez víctimas de él, consiste en tomar conciencia de lo que está ocurriendo, para detectar qué trayectoria estamos describiendo y dónde podemos ir a parar. En ese sentido, las utopías y distopías transhumanistas permiten ampliar el horizonte de la discusión y evitan que quedemos atrapados en cuestiones de detalle que con frecuencia impiden llegar al fondo del asunto. A estas alturas de la exposición conviene ya hacer algunas precisiones. La primera es que no estamos ante un fenómeno coherente o unitario. Hay más escuelas y sensibilidades de pensamiento trans y posthumanista que iglesias en el momento más álgido de la reforma protestante. Además, se da un caso de interferencia semántica. Hay una versión de posthumanismo que tiene que ver con la agenda del postmodernismo. Algunos de sus representantes impugnaron el ideal moderno e ilustrado de humanidad y se atrevieron a proclamar la «muerte» del hombre, como si este fuera un invento de Descartes que por su inadecuación y parcialidad debiera definitivamente ser superado. Hay en este debate un exceso de pretenciosidad por parte de unos cuantos intelectuales franceses, pues leyéndoles da la impresión de que Sócrates, Cicerón, Agustín de Hipona o nueva revista · 162

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Tomás de Aquino nada pensaron o dijeron que fuera relevante para el conocimiento de nosotros mismos. Me voy a abstener de referirme a ese debate y tampoco voy a entrar en casuísticas, ortodoxias y disputas de escuela. Cortaré por lo sano, dando una versión que no pretende ser original, pero sí reflejar el estado objetivo de la cuestión, más allá de sus variaciones particularistas. Para ello distinguiré entre humanismo, transhumanismo y posthumanismo. El humanismo reconoce al hombre una identidad biológica más o menos invariable desde al menos unas decenas de milenios, que se ha ido configurando en una evolución cultural cada vez más integrada, de forma que en los albores de este nuevo siglo nuestra dependencia del medio ambiente y del basamento biológico ha dejado de ser pasiva y se ha vuelto cada vez más interactiva. Los que los transhumanismos tienen en común es la tesis de que los humanos no estamos condenados para siempre al estatuto de mentes pensantes ligadas a un cerebro y un cuerpo legado por nuestros progenitores. Más que una antropología o un racimo de antropologías, suponen una filosofía de tránsito, la tesis de que no hay otros límites que los que la tecnociencia imponga para la transformación (en principio, para mejorarla) de la condición humana, aunque ello suponga dejar atrás nuestra propia identidad y los límites dentro de los cuales seguiríamos siendo reconocibles como especie biológica. Cambio sin límites es lo que prometen y exigen los transhumanismos, en principio se supone que para bien, aunque la única garantía de que así sea es el optimismo de sus partidarios. 184

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Hay quien se queda con el axioma de «el cambio por el cambio», en el buen entendimiento de que siempre será ascendente y que el espectro de mejora está abierto hacia el infinito. Otros en cambio prefieren pensar que a algún sitio tendremos que ir a parar, que en esta loca carrera de progreso acelerado llegará en momento que se ralentice e incluso se detenga. Cuando eso ocurra, se habrá alcanzado la meta del posthumanismo: una nueva especie o categoría de seres, que ya no serán humanos, pero sí sus legítimos herederos. Si tenemos la fortuna de que no sean unos ingratos y, por supuesto, si no racaneamos a la hora de hacerles sitio, ni remoloneamos a la hora de entregarles el testigo del progreso, tal vez nos dediquen un agradecido recuerdo y erijan algún tipo de monumento en memoria de sus humanos ancestros. Tal vez la nueva casta suponga la parusía definitiva o tal vez tenga, como nuestra especie, sus días contados antes de ser sustituidos por otros o acabar la saga de una vez por todas. Como la mayor parte de lo que se diga al respecto, recuerdo una vez más, es puramente especulativo, creo que sería una pérdida de tiempo valorar como primera providencia la grandeza, bondad, belleza u horror de todo el empeño. Una persona o un colectivo cualquiera pueden muy bien decidir la consagración de todo o parte de su esfuerzo a impulsar o combatir tal o cual proyecto trans o posthumanista. No obstante, resulta delirante pensar que la humanidad en su conjunto vaya a tomar una postura al respecto, y aunque lo hiciera, de poco valdría, puesto que son muchos los pasos a dar antes de llegar a ninguna parte, y ni siquiera estamos en condiciones de adivinar cuáles nueva revista · 162

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podrían ser. Lo único que tiene sentido para mí y presumo también que para pedirles un momento de atención, es valorar la posibilidad de que algo remotamente parecido a cualquier trans o posthumanismo conocido llegue a convertirse en una alternativa real. El primer aspecto a considerar es si los hombres y mujeres de ahora mismo tenemos algún poder de decisión al respecto. Hay quienes piensan que no, y que la sustitución de los humanos actuales por otro tipo de actores es algo que escapa a nuestro control, un acontecimiento tan ineluctable como el apagamiento del Sol cuando se agote el combustible nuclear que lo mantiene vivo. Kurzweil por ejemplo, lo compara a la caída de las piedras por la fuerza de la gravedad: Tal y como un agujero negro en el espacio altera de forma dramática los patrones de materia y energía acelerándolos hacia su horizonte de sucesos, esta inminente singularidad de nuestro futuro está transformando paulatinamente cada institución y aspecto de la vida humana, desde la sexualidad hasta la espiritualidad3.

Si fuera así, podríamos ahorrar nuestros esfuerzos, puesto que nada significativo podríamos hacer en un sentido u otro. Pero cuando examinamos la evidencia disponible, lo más probable es que la humanidad sucumba sin dejar herederos por la colisión fortuita de un cometa o asteroide, o bien por un holocausto nuclear, antes de ser capaz de alumbrar formas de vida posthumana o de transferirse a sí misma fuera del planeta Tierra. Perspectiva, 186

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por supuesto, más desoladora aún que la transhumanista, incluso para los que sentimos poco entusiasmo por ella. Pero, en definitiva, mi conclusión es que no hay que perder mucho tiempo en adivinar cuál es el panorama que se divisa al final de la senda transhumanista, porque es más que probable que no haya ninguno. Sí resulta aleccionador, en cambio, estudiar cuál es el panorama que los transhumanistas pretenden divisar, porque eso nos muestra cuál es la imagen que de sí mismos tienen muchos contemporáneos y también cuál es el ideal en virtud del cual están dispuestos a resignar su propia identidad. Parece plausible que la inspiración del transhumanismo haya sido la idea de enhancement o mejora que la revolución científica ha introducido en nuestras vidas. Hasta que Liebig desarrolló los abonos químicos, grandes hambrunas sacudían Europa con tétrica regularidad. Antes de que Pasteur nos enseñara a higienizar el agua y los alimentos, millones perecían por triviales infecciones intestinales. Esa pequeña pastillita que por las mañanas tomamos para controlar el azúcar, el colesterol o la hipertensión, nos otorga por término medio quince o veinte años más de vida que nuestros mayores. ¿Por qué detener esta dinámica una vez iniciada? Es rarísimo que en un país medianamente avanzado alguien muera por una úlcera de estómago, un cólico biliar o una piedra en el riñón. Bien es cierto que muchas patologías siguen resistiéndosenos, que surgen otras desconocidas, y que la vida moderna resulta insatisfactoria desde muchos puntos de vista. Hay tecnoescépticos que no creen que el balance de lo ganado y perdido sea positivo, pero me gustaría saber qué dirían nueva revista · 162

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si una máquina del tiempo los trasladara de repente a la época de la peste negra. Los transhumanistas lo tienen perfectamente claro, y están convencidos de que los males e insuficiencias de la civilización técnica solo se pueden remediar con más ciencia y más técnica. Todavía no sabemos del todo cómo curar el cáncer, evitar el alzhéimer, detener el envejecimiento o la caída del cabello. Razón de más para poner toda la carne en el asador y conseguirlo de una vez por todas. Conseguir una vida media en plenitud de facultades de 120 o 130 años no es algo a medio plazo desatinado. Claro está que cuando se consiga eso, parecerá demasiado poco a los que frisen esa edad. Hay optimistas que no descartan prolongar la vida humana hasta cinco o seis mil años, basándose en que hay algún tipo de alga o almeja que alcanza esas edades. La cantidad de revoluciones biomédicas que habría que propiciar para alcanzar este logro no se pueden ni imaginar. Y aun en el supuesto de que se consiguiera, un organismo preparado para ello todavía estaría expuesto a ataques y accidentes de la más variada condición que en un periodo tan largo serían prácticamente inesquivables. Sin contar que tantos años serían pocos para los que se acercaran a su límite con la moral bien alta y más que demasiados para los aburridos o deprimidos por tan larga biografía. El cuento El inmortal de Borges explica de un modo muy verosímil que la principal aspiración de quienes alcanzan tal condición es recuperar su mortalidad. Los riesgos de males irreversibles que estamos acostumbrados a sobrellevar resultan soportables precisamente en virtud de que la vida humana no da para tanto, incluso en condiciones óptimas. Si pudiera 188

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alcanzar cimas de excelencia y duración muy superiores, sería absolutamente inaceptable su fragilidad congénita, la circunstancia de estar constantemente sometidos al peligro de quedarnos a mitad de camino en cualquiera de sus respectos. Cabe hacer estas consideraciones en abstracto, sin atender a todos los obstáculos objetivos que dificultan la empresa de hacer aumentar la longevidad y aptitudes de nuestros organismos. Obstáculos que, por otro lado, son formidables. La persona más longeva de la que hay constancia fue una tal Jeanne Calment, que murió 1997 con 122 años. Hay una foto de su último aniversario y creo que muy pocos desearían verse encerrados dentro de un estuche tan ruinoso. A ojos de la ciencia, la vida es un milagro de la bioquímica, porque conseguir que las moléculas que la sostienen sean como tienen que ser y se mantengan donde tienen que mantenerse es un logro admirable. Por cada fórmula para estar sano, hay millones de estar enfermo. Los evolucionistas saben que el número de mutaciones favorables es ridículo en comparación con las perjudiciales y deletéreas. En definitiva: la fragilidad nos sitia por todos los frentes, y para superarla definitivamente habría que pelear un número interminable de batallas imposibles. Nada de esto es ignorado por los defensores del transhumanismo, cuyo optimismo es invulnerable, pero no de­ sinformado. La rama más esforzada del movimiento permanece fiel a la vía fisiológica. Se me ocurre denominarlo «transhumanismo biologicista», porque lo fía todo a futuros avances de la cirugía, terapia génica, descubrimiento de nueva revista · 162

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drogas maravillosas, recambio de órganos, impresoras 3-D y reanimación de cadáveres congelados. Resulta encomiable su fidelidad a nuestra maltrecha salud y enternecedora la esperanza que contra toda evidencia sostienen de lograr una inmortalidad aquí y ahora, o al menos dentro del sistema solar y en un futuro más o menos remoto. No obstante, la mayor parte de los que consideraron todos los pros y contras han llegado a la conclusión de más vale tirar la toalla e intentar escapar de la cárcel de la carne pues, como proclamaban los pitagóricos, soma sema: el cuerpo es una tumba. Así se conforma la otra gran alternativa, que propongo llamar «transhumanismo cibernético» o de la inteligencia separada. Hasta cierto punto suponen el abandono de Aristóteles para volver a Platón, porque ven en el hombre una dualidad de aspectos del que solo uno tiene posibilidades objetivas de evitar lo inevitable. Marvin Minsky, gurú de la inteligencia artificial4, es una voz autorizada dentro de este tipo de transhumanismo y hace más de veinte años decretó que la vía biológica lleva sin remedio al fracaso. Según él, la selección natural no preserva genes que prolonguen la vida más allá de lo necesario para cuidar a los retoños. Considera probable que la senescencia sea inexorable para todos los organismos biológicos: los sistemas genéticos no se diseñaron para seguir funcionando a muy largo plazo. Aunque haya posibilidad de prolongar la vida humana agregando o cambiando unos cuantos genes no es posible llegar demasiado lejos por esa senda. Otra manera de aumentar la longevidad radica en trasplantes o sustituciones de órganos. Pero, al llegar al cerebro, la cosa no funcionará, porque perderíamos los co190

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nocimientos y formas de actuar que constituyen nuestra identidad. Según este autor, el progreso del conocimiento se está estancando debido a la lentitud de nuestros cerebros. A medida que conozcamos el funcionamiento de sus subsistemas, los reproduciremos y realizaremos prótesis que insertaremos en nuestra mente mediante interfaces electroquímicas. Al final, reemplazaremos todas las partes del cuerpo y del cerebro y así superaremos nuestras limitaciones. Inútil es decir que con ello estaremos convirtiéndonos en máquinas. ¿Significaría eso que seremos reemplazados por máquinas? Mi impresión es que no tiene sentido enfocar la cuestión en términos de «ellas» y «nosotros»5.

No obstante tampoco piensa Minsky que los cybors, criaturas mestizas biológico-informáticas, representen la solución definitiva. Para él, la idea de una matriz biológica se ha quedado obsoleta. No merece la pena colocarnos un puerto usb en la nuca para conectar el cerebro a un disco duro y potenciar la memoria o la capacidad de cálculo. Considera que es mejor empezar desde el principio, es decir, buscar un soporte más duradero para los procesos de tratamiento de la información que según su filosofía constituirían la esencia de la actividad mental. Al igual que los emperadores romanos adoptaban un joven prometedor como sucesor si desesperaban de la capacidad de sus hijos de sangre, este adelantado del transhumanismo propone que reneguemos de una vez por todas de nuestra especie nueva revista · 162

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y apostemos por otra que al fin y al cabo sería el producto de nuestras manos. La paternidad intelectual suplantaría a la paternidad biológica. Tal como responde a su propia pregunta: ¿Serán los robots los herederos de la Tierra? Sí, pero serán hijos nuestros6. La idea que late tras las elucubraciones de los transhumanistas cibernéticos es que la mente asociada al funcionamiento del cerebro puede y debe ser emulada con ventaja por procesos lógicos soportados por otros conductores de corriente eléctrica, tales como circuitos integrados, chips y cosas parecidas. Como apunté un poco más arriba, no deja de ser una apuesta por el dualismo, esto es, por la separabilidad estricta de mente y materia, cuerpo y alma o como lo queramos llamar. Es llamativo que la sombra de Descartes, uno de los autores más denostados por el materialismo contemporáneo, planee sobre los representantes de esta corriente de pensamiento, que en principio no tiene nada de espiritualismo. El filósofo francés afirmaba que hay una sustancia pensante distinta y separable de la sustancia extensa o corpórea. Esta corriente dominante del transhumanismo no pretende que haya tal cosa, pero sí que sea factible abstraer y separar lo mental de lo material-biológico, para transferirlo a un asiento material distinto, más eficiente y más duradero. La vieja noción de metempsicosis o transmigración de las almas es muy parecida, de manera que —dejando a un lado la idea de qué o quiénes heredarán la Tierra, el Sistema Solar o incluso la Vía Láctea— en la perspectiva de poder vaciar nuestra identidad psíquica y asentarla en soportes electromagnéticos muchos han visto una puerta para escapar 192

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de la muerte biológica. El pobre Walt Disney se habría equivocado al encargar que su cuerpo agonizante fuera congelado en espera de una resurrección tecnológica de la carne. Tampoco sería buena idea hacer que le congelen a uno la cabeza, como al parecer se está haciendo ahora porque resulta más barato. El único pasaporte válido hacia un más allá que no acaba de abandonar el más acá, consistiría en recopilar toda la información que atesora el cerebro y almacenarla en algún sitio, a la espera de la aplicación informática que sepa inspirarle nueva vida, reiniciando en un entorno virtual la truncada biografía desarrollada en el antieconómico y antiecológico entorno real. El escenario de la serie cinematográfica Matrix no está tan lejano si tal cosa fuera factible. Otro de los pioneros del transhumanismo, Hans Moravec, ha escenificado cómo podría desarrollarse la crucial operación de extracción la mente para traspasarla del soporte biológico al tecnológico: Le acaban de meter en el quirófano. [...] Usted tiene a su lado un ordenador que espera convertirse en un equivalente humano. Lo único que falta para empezar a funcionar es un programa. [Mediante un bypass establecen un equivalente informático de una parte mínima de su cerebro]. Cuando usted aprieta el botón, una simulación del ordenador sustituye una pequeña parte de su sistema nervioso. Usted aprieta el botón, lo suelta y lo vuelve a apretar. No siente ninguna diferencia. En cuanto queda satisfecho, se establece permanentemente la conexión de la simulación. [...] A medida que avanza el proceso, nueva revista · 162

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se va simulando y excavando su cerebro, capa tras capa. Finalmente, su cráneo se queda vacío [...] Aunque usted no haya perdido la conciencia, ni siquiera el hilo de sus pensamientos, su mente ha pasado de su cerebro a una máquina7.

De principio a fin se trata por supuesto de un ejercicio de pura ciencia-ficción. Si contra toda evidencia aceptamos por un momento que, como en los cuentos de hadas, la fábula llega a realizarse en un día muy, muy lejano, podríamos libremente especular con toda clase de quimeras, como la de las máquinas teleportadoras, capaces de elaborar un mapa exacto de hasta la última molécula de nuestros organismos y enviar a la velocidad de la luz esa información a terminales lejanos para reproducirlos allí, al tiempo que hacen desaparecer la versión original. Roger Penrose llama humorísticamente la atención sobre alguna de las truculentas paradojas que entonces podrían producirse: ¿Qué sucedería si la copia original del viajero no fuera destruida, como requieren las reglas del juego? ¿Estaría su «consciencia» en dos lugares a la vez? (Trate de imaginar su respuesta cuando le dicen lo siguiente: «¡Oh Dios mío!, ¿de modo que el efecto de la droga que le suministramos antes de colocarle en el Teleportador ha desaparecido prematuramente? Esto es un poco desafortunado, pero no importa. De todos modos le gustará saber que el otro usted —ejem, quiero decir el usted real, esto es— ha llegado a salvo a Venus, de modo que podemos, ejem, 194

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disponer de usted —ejem, quiero decir de la copia redundante que hay aquí—. Será, por supuesto, totalmente indoloro»)8.

Además, ¿por qué hacer una única reproducción? Con dos podría resolverse el problema de la bilocación. Por supuesto, el Real Madrid y el Barcelona estarían muy felices si pudieran hacer once o doce teleportaciones seguidas de Ronaldo o Messi del vestuario al centro de estadio. Es extraordinariamente difícil entablar y sostener una discusión racional cuando el interlocutor se evade de la realidad de este modo y da por resueltos miles de problemas que con toda probabilidad resultarán irresolubles. Se trataría como mucho de un caso de racionalidad intermitente: se deja en suspenso la razón cada vez que hay que postular una nueva proeza tecnocientífica y luego se retoma el hilo de la discusión. Si uno tiene aguante suficiente y consigue reprimir las ganas de reír, las cosas pueden llegar increíblemente lejos. Uno de los casos más extraordinarios que conozco en este sentido lo ofrece el —por otra parte prestigioso— físico Frank Tipler en su extensa obra Física de la inmortalidad. Da por alegado y aceptado que un ser humano cualquiera puede ser reducido a 1.045 bits de información9 y el universo visible en su conjunto a diez elevado a 10.123 (para los que se pierdan en el manejo de grandes números, añado que, en comparación, la cantidad de átomos que hay en ese mismo universo no pasa de 1.080)10. Un súper cd, pendrive o disco duro capaz de almacenar ese ingente caudal de ceros y unos sería el recipiente adecuado para conservar esos certificados de inmortalidad. Pero nueva revista · 162

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hay un problema, y es que los soportes de información electromagnética disponibles no ofrecen ninguna garantía de conservación ni siquiera a medio plazo. En unos pocos decenios los datos se volatilizan por sí mismos, mientras que una simple hoja de papel en condiciones razonables consigue mantener durante siglos la legibilidad del mensaje escrito en ella. Por tanto, cabría pensar que ofrece más garantías de supervivencia el embalsamamiento que la codificación electromagnética. Pero, claro está, si tenemos tragaderas suficientes para aceptar que una persona es reductible a 1.045 bytes y se puede encontrar la forma de hacerlo, nada cuesta añadir el milagrito tecnológico suplementario de inventar cómo guardarlos a prueba de eones y cataclismos. Surge una dificultad ulterior, y es que la Tierra puede durar a lo sumo unos cuantos miles de millones de años, de modo que después de ese lapso el superordenador que contenga a la humanidad entera y sus promesas de salvación tendrá que ser embarcado en un versión futurista del arca de Noé, e iniciar una navegación cósmica de estrella en estrella y luego de galaxia en galaxia, hasta que el universo mismo entre en estado de comatosa senectud. Les ahorro la estimación del número de veces que tendríamos que cerrar los ojos a inverosimilitudes científicas para dar por bueno el periplo. La vida eterna del físico exige muchos más dogmas y desde luego muchísimos más milagros que la del teólogo. Al final, la limitación y contingencia del universo se imponen a las ansias de infinitud y eternidad que cualquiera de nosotros pueda sentir en abstracto. Pero ahí, y esa es la fórmula de salvación que propone Tipler, nuestra condición subal196

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terna posibilita una versión subjetiva de esas aspiraciones metafísicas que en cierto modo suplantan y subsanan su fracaso objetivo: Por tanto, aunque un universo cerrado existe solo por un tiempo propio finito, de todas formas podría existir durante un tiempo subjetivo infinito, que es la manera de sentir el paso del tiempo que tiene sentido para los seres vivos11.

Los malos escolásticos hacían las distinciones más increíblemente sutiles para escapar a una conclusión que de otro modo fuera obligado aceptar a regañadientes. De modo semejante, los que quieren encontrar en la ciencia una salvación que esta no es capaz de ofrecer, apuran la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad del modo más abusivo, buscan localizaciones tan insólitas como el disco de acrección de un agujero negro o de la singularidad final del cosmos para que en ellas el tiempo se detenga dando lugar a un pobre sucedáneo de eternidad. ¿Qué puedo decir para poner término a mi charla? Vale la pena escuchar hasta el final los alegatos de los diversos portavoces del transhumanismo. Poco a poco uno va tomando conciencia de que lo que le mueve a rechazarlo es algo más que repugnancia moral, conservadurismo antropocéntrico o antipatía hacia las religiones cienciológicas. El castillo de naipes se va haciendo cada vez más inestable a medida que se le agregan pisos y más pisos, hasta que acaba derrumbándose por el peso de su propia inconsistencia. La quimera se convierte poco a poco en pesadilla, nueva revista · 162

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el paraíso prometido cobra acentos infernales y por último solo nos consuela del desamparo de vernos en él la convicción creciente de que, como los malos sueños, estallará en un momento dado como una pompa de jabón. Frente a tanto falso profeta no es el único que se ha atrevido a denunciar la desnudez del rey, pero con buenas razones ha desbaratado Roger Penrose las pretensiones de todos los humanismos no biologicistas12. Estos necesitan como primera providencia reducir la mente humana a un complejo algoritmo lógico. La mente humana simplemente no funciona así13. No es un programa informático susceptible de ser activado en los más variables soportes. La unión entre cuerpo y alma es mucho más íntima que lo que Platón, Descartes y los transhumanistas cibernéticos pretenden. Y por lo que se refiere al polo psíquico del hombre, tampoco se reduce a una mera funcionalidad fisiológica o bioquímica como presumen los transhumanistas biologicistas, porque la función de hacerse autoconscientes y ejercer como tales, no puede ser no ya explicada, sino siquiera concebida desde cualquier punto de vista científico-natural, ya sea informacional, biológico, físico, químico o bioquímico, por la sencilla razón de que la ciencia solo trata de objetividades y es incapaz de generar la perspectiva de primera persona que es la que define lo subjetivo. En cualquiera de sus versiones, transhumanismo y posthumanismo suponen intentos de reducir la metafísica a física, de conseguir que la ciencia efectúe todo el trabajo de la filosofía y de la religión. Y eso, por muchos méritos que le reconozcamos a la ciencia es algo que, sencillamente, no es posible hacer.  198

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ante los desafíos del posthumanismo y transhumanismo NOTAS

Texto de la conferencia pronunciada el 2 de junio de 2017 en el V Congreso Internacional de Tecnologías Emergentes y Sociedad (cites), Logroño: «El profesor universitario de hoy ante los desafíos del posthumanismo y transhumanismo». 2 Véase Snow, C. P., Las dos culturas y un segundo enfoque, Madrid, Alianza Editorial, 1987. 3 Kurzweil, R., La singularidad está cerca, Berlín, Lolabooks, 2012, p. 7. 4 Minsky, M., «¿Serán los robots quienes hereden la Tierra? Así será, pues la nanotecnología permitirá crear cuerpos y cerebros de repuesto. Entonces viviremos más, poseeremos mayor sabiduría y gozaremos de facultades inimaginadas», Investigación y Ciencia, diciembre 1994, pp. 86-92. 5 Minsky, M., «¿Serán los robots quienes hereden la Tierra?», p. 89. 6 Minsky, M., «¿Serán los robots quienes hereden la Tierra?», p. 92. 7 Moravec, H., El hombre mecánico. El futuro de la robótica y la inteligencia humana, Barcelona, Salvat, 1993, pp. 130-131. 8 Penrose, R., La nueva mente del emperador, Madrid, Mondadori, 1991, pp. 5354. 9 Véase Tipler, F. J., La física de la inmortalidad. Cosmología contemporánea: Dios y la resurrección de los muertos, Madrid, Alianza, 1996, p. 367. 10 Tipler, F. J., La física de la inmortalidad, p. 287. 11 Tipler, F. J., La física de la inmortalidad, p. 189. 12 Véanse: Penrose, R., La nueva mente del emperador, Madrid, Mondadori, 1991; Las sombras de la mente, Barcelona, Crítica, 1996. 13 He tratado de ofrecer una visión panorámica del asunto en: Arana, J., La conciencia inexplicada, Madrid, Biblioteca Nueva, 2015. 1

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RELIGIÓN

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Contra la voluntad explícita de unidad de la Iglesia en torno a Pedro, expresada por su fundador (Joh. XVII, 21; Mt. XVI, 13-19), el cristianismo conoció su primer desgarrón al final del primer milenio cuando las iglesias de Oriente («Ortodoxos») se separaron de la comunión con el obispo de Roma, sucesor de Pedro de Cesarea. A mediados del segundo milenio se produce el otro gran desgarrón con la reforma luterana. El luteranismo sitúa su comienzo convencional el 31 de octubre de 1517, cuando es tradición que Lutero propuso sus 95 tesis reformadoras, expuestas en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Que las tesis fueran expuestas en las puertas de la iglesia no es una noticia segura. Sí es más seguro que Lutero adjuntó ese escrito a la carta que dirigió a Alberto de Brandeburgo, arzobispo de Maguncia y de Magdeburgo, lo que supuso una disputa que desembocaría en poco tiempo en una enorme revolución: la proliferación de grupos con importantes diferencias doctrinales hasta nuestros días («Protestantes») traen su origen de aquí y lo que la historiografía actual llama Modernidad cultural tiene también mucha relación con el fenómeno. En vísperas de cumplirse los quinientos años de las «tesis de Wittenberg», a principios del tercer milenio y en plena apostasía

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del mundo cristiano, el cristianismo se plantea la reevangelización de su mundo, el desarrollo de la evangelización en África, la nueva evangelización de las culturas asiáticas, pero, también, la búsqueda de su propia unidad. Por eso, aunque no solo por eso, más allá de las apologéticas a favor o en contra, hay que revisar la significación de Lutero (vida y obra) en esta historia.

Lutero era una persona piadosa y un alma atormentada. Tenía razón, como Erasmo y otros intelectuales de la época, en la necesidad de la reforma de la Iglesia de su tiempo, pero, disputando, disputando y luchando con la incomprensión, el centro de su enseñanza y predicación, el verdadero motor de la Reforma llegó a ser afirmar la justificación por la sola fides y no también por las obras del hombre pecador. La distancia entre Dios y el hombre sería tan grande que, en orden a la salvación, cualquier cosa que realice el ser humano es sencillamente irrelevante. Este descubrimiento —que está sin duda vinculado a la psicología y la angustia existencial de Lutero— parece que tiene ya raíces en los años de su primera docencia. «Yo no le amaba, yo más bien odiaba al Dios justo que castiga a los pecadores. En silencio, sin blasfemar contra Dios, me encolerizaba contra él. Como si no fuera suficiente que nosotros, miserables pecadores, estuviéramos perdidos ya para la eternidad por el pecado original, nos veíamos encima oprimidos por todo tipo de calamidades nueva revista · 162

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a través de los diez mandamientos». Y sigue más tarde: «Noche y día medité estas palabras hasta que al final, por gracia de Dios, presté atención al contexto: “La justicia de Dios se revela en él de la fe hacia la fe, como está escrito: el justo vive de la fe”. Entonces entendí que la justicia de Dios por la que vive el justo es un don de Dios, esto es, la fe [...]. Enseguida tuve la sensación de experimentar un nuevo nacimiento, de entrar en el paraíso con las puertas abiertas de par en par. Inmediatamente, toda la Escritura brilló con una luz diferente. Empecé a recorrer las Escrituras de memoria y encontré muchos otros términos con el mismo significado: la obra de Dios, esto es lo que Dios obra en nosotros; el poder de Dios por el que nos hace poderosos; la sabiduría de Dios que nos hace sabios... Por ello, quería exaltar este nombre dulcísimo, la justicia de Dios, tanto como lo había odiado antes. Esta frase de Pablo fue para mí la entrada en el paraíso».

La cita es bastante larga, pero significativa, pues incluye un conjunto de rasgos clave del pensamiento de Lutero y la teología de la Reforma. Sobre todo, el rechazo de la razón para comprender verdaderamente el mensaje de Dios, y el valor, en cambio, de la actitud existencial: «Es imposible armonizar fe y razón... Hay que abandonar la razón, sin conocerla siquiera, aniquilarla del todo; de lo contrario no se puede entrar en el cielo». De ahí también, el rechazo de la escolástica que incluye, por ejemplo, a Aristóteles —«Virtualmente, la entera Ética de Aristóteles es el peor enemigo de la gracia... En breve, todo Aristóteles es para la teología, lo que es la oscuridad para la luz»— y el «pobre 202

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Santo Tomás de Aquino, que no entendió una palabra ni de Aristóteles, ni del Evangelio». Peligroso camino intelectual. Y concluye: «Creo simplemente que es imposible reformar la Iglesia a no ser que el derecho canónico, la teología escolástica, la filosofía, la lógica, tal como ahora se enseñan, se enraícen profundamente... de modo que el puro estudio de la Biblia y de los padres de la Iglesia sean restaurados». La reforma necesaria en la Iglesia tenía que hacerse desde sus principios íntimos que no eran otros que la Palabra de Dios, el Evangelio, que se contenía en la Sagrada Escritura, que era per se certissima, apertissima, sui ipsius interpres omnium omnia probans iudincans et illuminans. En 1520 Lutero publica tres obras y, especialmente en una de ellas —De Captivitate Babylonica Ecclesiae—, discute la autoridad del papa, el celibato eclesiástico, los sacramentos, de los que solo acepta el Bautismo y la Cena, etc. En este momento es cuando Erasmo, y otros con él, se dan cuenta de que la Reforma se ha roto y ha comenzado otra cosa, la herejía. Este mismo año, con el decreto Exurge Domine, el Papa le amenaza con la excomunión. Lutero quema el decreto, pero el príncipe Federico de Sajonia maniobra y consigue que se escuche a Lutero en Alemania. El emperador Carlos V le espera en Worms. Allí acude Lutero como en una procesión triunfal entre la admiración de la gente. Y ante el emperador pronuncia la defensa que concluye con unas conocidas frases: «A no ser que sea persuadido por el testimonio de la Escritura o por una razón clara (ya que no confío ni en el Papa ni en los concilios por sí solos, pues es bien conocido que han errado a menudo y que se han nueva revista · 162

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contradicho entre sí), estoy vinculado por las Escrituras que he mencionado y mi conciencia está cautiva por la palabra de Dios». Lutero invoca solo dos fuentes de autoridad: la Palabra de Dios contenida en las Escrituras y la conciencia personal. No acepta ninguna otra mediación. Y así hasta el momento mismo de la muerte. Cuando se le pregunta: «¿Queréis morir constante en la doctrina y en el Cristo que habéis predicado?», con voz tenue pero perceptible responde: «Sí». Al final de la asamblea de Worms, Lutero es condenado. Se le declara prófugo y hereje y sus escritos son prohibidos. En este momento es cuando propiamente se debería fechar el cambio de la reforma en cisma y herejía. Es el 25 de mayo de 1521, exactamente cinco días después de que Ignacio de Loyola fuera herido en la batalla de Pamplona, iniciando así su conversión. Los escritores españoles del siglo posterior no dejaron de subrayar la coincidencia y el contraste entre los inicios de la herejía alemana y los cimientos españoles de la Contrarreforma. Lutero no sufrió los embates de la persecución porque el príncipe Federico lo había escondido en su castillo de Wartburg. Mientras tanto, el entusiasmo por la Reforma —así se sigue llamando en Centroeuropa— va extendiéndose por las regiones alemanas. En Wartburg, Lutero trabaja en la traducción al alemán del Nuevo Testamento, que realiza desde el texto griego que Erasmo había publicado en 1516. A finales de 1522 se imprime este Nuevo Testamento; más tarde, con la ayuda de Melanchthon y de otros discípulos, traducirá toda la Biblia, que irá acompañada de introducciones y comentarios. La Biblia había 204

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sido traducida ya antes al alemán, pero desde la Vulgata latina. Lutero se propuso una traducción no literalista, sino adecuada al lenguaje hablado por el pueblo y un tanto explicativa y parafrástica cuando se encontraba con textos directamente relacionados con el punto central de su enseñanza: la justificación por medio de la fe, el contraste entre Ley y Evangelio. En todo caso, una obra monumental que significa la mayoría de edad del idioma alemán. La vida sigue. Lutero abandona pronto el refugio del castillo pues la región en que vive se adhiere al entusiasmo reformista y, por tanto, no corre peligro. Muchos clérigos y monjas escapan de la clausura. En 1925, Lutero contrae matrimonio con una antigua monja cisterciense exclaustrada, Catalina de Bora, con la que tuvo seis hijos. En 1530, el emperador Carlos V convoca una asamblea en Augsburgo. Aunque Lutero no acude porque pesa sobre él la pena de excomunión, su discípulo Felipe Melanchthon presenta ante el emperador la confessio augustana, una profesión que sostienen también los príncipes. (De aquí parece que viene la denominación de protestante: del término protestari, testificar, dar testimonio, usado en el documento). La asamblea de Augsburgo supone una cierta pacificación mediante la cual protestantes y católicos pueden vivir, al menos legalmente, unos al lado de los otros. Lutero sigue enseñando en Wittenberg, donde fue decano hasta su muerte, y despliega una actividad vertiginosa: predica y canta en alemán, idioma en el que compone también una liturgia, escribe dos catecismos, uno breve y otro más detallado, se ejercita en disputationes teológicas. Como fruto de esta actividad se producen también bochornos de Lutero: nueva revista · 162

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las invectivas contra los judíos —y contra los turcos—, la justificación de la bigamia del príncipe Federico, la opción por los nobles en las disputas con los campesinos, que se habían levantado precisamente en nombre de las palabras del reformador, y, sobre todo, las Tisch-Reden, las conversaciones de sobremesa, de las que toman notas sus discípulos y en las que el ingenio de Lutero se vuelve sarcástico, grosero y zafio, especialmente cuando habla del papa. Desde 1530, la rebelión se ha ido extendiendo. En 1534 Ignacio de Loyola funda la Compañía de Jesús, como Legión del papa, pero ese mismo año Enrique VIII de Inglaterra, que poco antes había escrito una obra contra Lutero en defensa de los siete sacramentos, rompe con Roma y ejecuta a Tomás Moro. En 1536, Calvino publica las Institutio Christianae Religionis y su reforma produce un inimaginable baño de sangre. En la cristiandad se instaura una guerra no solo doctrinal entre católicos y protestantes y entre las diversas iglesias protestantes entre sí. El 18 de febrero de 1546, Lutero muere en Eisleben, su pueblo natal, donde había acudido a mediar entre los condes de Mansfeld. Desde allí su cuerpo fue trasladado a Wittenberg, donde le enterraron en la iglesia del castillo. Cuando el año siguiente Carlos V entró en la ciudad, prohibió a sus soldados tocar la tumba, honrando de esta manera a quien había sido su adversario. La producción intelectual de Lutero es inmensa. La edición crítica de Weimar ocupa 121 volúmenes, unas 80.000 páginas, tamaño folio. La edición se inició en 1883 y se ha terminado en 2009. No hay propiamente ningún texto sistemático que proponga una teología acabada. 206

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Sus escritos, como su vida, tienen un carácter más bien testimonial. Sus discípulos, Philip Melanchthon, Martin Chemnitz y Matthias Flacius Illyricus, intentaron sistematizar su pensamiento desde una perspectiva taxonómica, polémica o hermenéutica. Pero era ardua empresa. Ya desde la época luterana, cada cuerpo o ciudad libre tenía su corpus doctrinae. A fin de acabar con las disputas, los príncipes luteranos promovieron en 1580 el Liber concordiae, la Concordia, que reúne los artículos de fe de los protestantes. Incluye tres credos, el niceno, el de los apóstoles y el atanasiano; las confesiones de Augsburgo, en latín y en alemán, con ligeras diferencias (1530), y la Apología de la confesión redactada por Melanchthon (1531); los artículos de Esmalcalda de Lutero (1537) y el Tratado acerca del poder y la primacía del Papa (1537); el Catecismo mayor y el Catecismo menor del reformador (1529), y otros textos y testimonios menores. Los protestantes actuales entienden que en la confesión de Augsburgo se contiene aquello en lo que todos coinciden. De todas formas, el establecimiento de las oposiciones fe-razón y Escritura-Tradición compaginan muy mal con los avances científicos de la crítica histórica del siglo xix y la hermenéutica del siglo xx. La esencia del cristianismo de Harnack echaba por tierra los cimientos sobre los que se habían asentado la piedad y la doctrina protestantes. Cuando Erik Peterson, un autor protestante más tarde recibido en la Iglesia católica, le hizo notar a Harnack que, según lo que afirmaba, el principio católico era el correcto, Harnack no pudo sino contestarle que era verdad. Pero esto no lo soluciona todo. Razones tiene el corazón que la razón no entiende. nueva revista · 162

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Por parte católica, la respuesta teológica a Lutero fue el Concilio de Trento que, con gran enfado de Lutero, se convocó en 1545. A la convocatoria no quiso acudir ningún protestante. Desde el punto de vista doctrinal, Trento acogió todo lo «católico» que había en la Reforma, convirtiéndolo en doctrina de la Iglesia. Desde el Concilio Vaticano II, el diálogo ecuménico hacia la unidad está bastante más expedito. El principio sobre el que se asienta este diálogo ecuménico puede resumirse en dos verbos: conocerse y comprenderse. Intelectualmente se puede entender que gran parte de las diferencias entre luteranos y católicos vienen de malentendidos y que es posible andar el camino inverso: reducir la herejía a cisma. No pocos teólogos protestantes, comenzando por Dietrich Bonhoeffer, han reclamado un principio de autoridad como el católico, para que la Reforma pueda sobrevivir. La posibilidad ecuménica se entiende, por ejemplo, leyendo el acuerdo firmado en 1999 por el presidente del Concilio Pontificio para la Unidad de los Cristianos y el presidente de la Federación Luterana Mundial sobre la doctrina de la justificación. El documento, que afirma la doctrina de la justificación de una manera perfectamente ortodoxa para católicos y protestantes, supone que las condenas de Trento no se aplican a quienes aceptan la doctrina tal como se expresa en el documento y viceversa. De manera parecida se está trabajando en un documento sobre la Eucaristía. Es deseo de ambas partes llegar al final sin que eso suponga la aniquilación del otro. Si Lutero se hubiera dado cuenta de que la pistis es la fe del que confía y, por eso cree, asiente a una verdad (fides), 208

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hubiera entendido lo de Santiago: «La fe, si no va acompañada de obras, está realmente muerta. Alguno podrá decir tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo por mis obras te mostraré la fe. ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien, pero también los demonios lo creen, y se estremecen» (Jac. II, 17-19). Si sus contradictores hubieran caído en la cuenta de que la sola fe (de la que habla tanto la Escritura, según señaló Lutero) es fe que compromete a obrar en consecuencia, no se hubieran rasgado las vestiduras tanto por el disparate. Y lo mismo ocurre con el «libre examen»: un texto puede decir varias cosas, aunque no cualquier cosa. Hay camino por andar. Melanchthon decía en el servicio funeral de Lutero, su maestro: «No me querellaré con quienes afirman que Lutero era quizás demasiado rudo; me refugiaré más bien en aquellas palabras de Erasmo usadas por él tan a menudo: Dios nos ha prescrito un médico duro y amargo para estos días porque la enfermedad que se había presentado era grave». 

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LIBROS

Andrés Ortega LA IMPARABLE MARCHA DE LOS ROBOTS Alianza Editorial, Madrid, 2016, 288 págs., 17,00 euros

La robotización y la automatización de las tareas humanas avanzan a pasos agigantados en nuestra sociedad. Esa es la premisa que Andrés Ortega plantea al comienzo de La imparable marcha de los robots. La conocida como Industria 4.0, o economía digital, suscita toda una serie de preguntas y dudas de diferente índole cuyas respuestas afectarán a todos nosotros y reconfigurarán muchos ámbitos, como la sanidad, el empleo, las relaciones humanas, la moral, las guerras, etc. Basándose en un amplio repertorio de estudios e investigaciones de las universidades, agencias, asociaciones y think tanks más prestigiosos y especializados del mundo en la materia, el autor busca, desde una perspectiva divulgativa, trazar un mapa general de cuál es la situación de la robótica en la actualidad y cuáles serán los próximos pasos en este sector que, sin duda alguna, está llamado a pro210

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vocar un cambio de paradigma en este siglo tanto a nivel económico como a nivel social e incluso moral. La discusión que el libro plantea sobre esta «robolución» toca fenómenos muy diversos y huye de hacer una fotografía únicamente sobre el paisaje. Ortega amplía el foco sobre muchas cuestiones relevantes: la relación entre la máquina y la persona en el trabajo y en las emociones; la soledad creciente (sobre todo en el mundo occidental) a medida que se incrementa el uso de las tecnologías o la cuestión de la deshumanización del hombre ante la idea de convertirse en mero complemento o accesorio de la maquinaria. Pues el hombre podría llegar a ser prescindible, siguiendo una extrema lógica computacional. El tema también lleva a replantear la concepción de la vida o del trabajo en ese imparable avance de la máquina. ¿Dónde quedan las capacidades del hombre, e incluso su facultad de razonamiento? Factores negativos, pero también positivos de la digitalización de la economía exigen que la robotización sea estudiada y que se reflexione públicamente sobre sus consecuencias. Es este último, precisamente, el tema central sobre el que gira, en mayor medida, la reflexión del autor. No se trata, para ser sinceros, de una cuestión nueva; su origen se remonta al siglo pasado, cuando los conocidos Turing y Neumann, entre otros, comenzaron a desarrollar las primeras computadoras. A pesar de que eran los primeros años y las máquinas con las que contaban todavía estaban a años luz de tener el potencial y capacidad de las actuales, esas innovaciones sirvieron para que Bertrand Russell se preguntara, ya en 1951, si los hombres seríamos necesarios. Y es que la robotización de la economía pone encima nueva revista · 162

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de la mesa muchos interrogantes de difícil análisis y resolución: ¿la aparición de nuevos empleos podrá mitigar la destrucción de aquellos más repetitivos y manuales? ¿Serán las personas con menos estudios las que más sufrirán el cambio tecnológico o también las clases medias pueden verse expuestas? ¿Aumentarán las desigualdades entre las economías más avanzadas, con recursos suficientes para adaptarse a esta «robolución», y aquellas emergentes o subdesarrolladas? Responder a estas cuestiones, como se deduce de la lectura de este libro, no es fácil y las predicciones que sobre estas preguntas se puedan hacer se reducen cada día conforme se lanzan al mercado nuevos productos o se desarrollan nuevas técnicas que transforman el trabajo en un sector u otro de la economía. Esta sustitución de la intuición teórica humana por «una poderosa recopilación y extracción de datos», tal y como afirma el economista norteamericano Tyler Cowen, también exige plantear a fondo la identidad humana, es decir, la cuestión del hombre frente a la máquina, la naturaleza frente al artefacto. En las páginas de La imparable marcha de los robots, Ortega pone de manifiesto esta dicotomía como reto a resolver no ya en el futuro, sino en el presente. De nosotros depende que las máquinas no pongan en peligro nuestra existencia, ya sea degradándonos a mero accesorio o reduciendo nuestras capacidades y pensamiento crítico. Lo ideal sería que, más que desafiar al hombre, las nuevas máquinas funcionaran como un complemento que ayude y mejore el quehacer del hombre. A lo largo de la historia los instrumentos, herramientas e invenciones nacidas de la creatividad e intelecto del 212

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hombre han permitido ahorrar fatiga: la rueda hizo posible que el ser humano transportara objetos pesados con cierta comodidad; la brújula o el astrolabio nos ayudaron a situarnos en el mapa, y la electricidad cambió radicalmente nuestra forma de trabajar, vivir y comunicarnos. Con la entrada en la era de la posindustrialización, la robótica pretende dar un paso más allá: la pretensión no es ya ayudar, sino sustituir. Y hasta ahora nunca se había llegado a una situación en la que el hombre fuera capaz de fabricar y crear un invento que le permitiese abandonar de forma completa ciertos trabajos. Bien es cierto que las revoluciones industriales previas nos han permitido desprendernos en cierta manera de algunas ocupaciones que requerían un esfuerzo físico notable, pero no de una forma total. A diferencia de lo que ocurrió en la primera revolución industrial, en la que las máquinas desempeñan funciones simples, en esta nueva revolución las máquinas son capaces de desarrollar funciones complejas. Por eso serán las propias máquinas las que, mediante el método de ensayo y error, aprenderán a desarrollar mejor y de forma más eficaz sus procesos, sin necesidad de que intervenga el hombre. Es el denominado «aprendizaje por refuerzo» que está ya presente en algunos softwares. Sin embargo, en referencia a esto último, Atsushi Yashuda, director de la División de Política de Robots del Ministerio de Economía de Japón, considera que los robots no están «pensados para reemplazar a los humanos, sino para hacer cosas que la gente no puede hacer». Por tanto, los robots no vienen a resolvernos la vida, pero sí pueden ayudarnos a que sea más fácil, sin caer en una dependencia fatal. Siguiendo esta idea, nueva revista · 162

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salvador otamendi fudio

el autor propone una especie de nuevo contrato social de tintes transhumanistas que gustará a unos y ahuyentará a otros: la cooperación hombre-máquina hasta el punto de que la tecnología nos integre. Por otro lado, el autor también aprovecha las líneas de este libro para advertir de la falta de amplitud de miras en lo que respecta a las consecuencias de los avances tecnológicos. Contadas son las excepciones de países y empresas que tienen desarrollados planes integrales que aborden las disyuntivas económicas, sociales, morales y filosóficas que suponen esta nueva revolución industrial. En este sentido, España, si bien destaca en la venta de algunos componentes e instrumentos robóticos, está lejos de situarse al nivel de Japón, líder en la mayoría de los avances del sector de la robótica. Asimismo, desde una óptica estrictamente economicista, alerta del peligro que implica mantener un sistema educativo orientado a modelos económicos pasados y que no contempla los nuevos como la economía colaborativa. La imparable marcha de los robots está plagada de conceptos como «computación afectiva», «enjambre digital» y «clase ociosa» que resultarán, en algunas ocasiones, ajenos a la cotidianeidad del lector pero que Ortega sabe explicarlos de manera clara, sin necesidad de recurrir a definiciones complejas, por lo que no es necesario ser un experto en robótica para comprender la relevancia de los asuntos que se tratan. La cantidad de datos, números y estadísticas también es notable, lo que da muestras del trabajo de investigación realizado de forma previa.  Salvador Otamendi Fudio

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Andrea Wulf LA INVENCIÓN DE LA NATURALEZA. EL NUEVO MUNDO DE ALEXANDER VON HUMBOLDT Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia Taurus, Madrid, 2016, 578 págs., 23,90 euros

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de los más interesantes galimatías de nuestra historia cultural es el deslizamiento de significados de ciertas palabras casi sagradas, o quizá de las actividades y cosas designadas por ellas, como ciencia, medicina, naturaleza y otras cuantas: ni la ciencia de hoy es hija de la que llamaban «ciencia» en el siglo xvi, ni nuestra medicina es nieta de aquella «medicina» de 1800, ni por supuesto nuestra complejísima, inabarcable, frágil, temible, delicada y hasta vengativa naturaleza tiene mucho que ver con aquellas admirables, pero simples, listas taxonómicas o los nietzscheanos columbarios. Pero cuando Nietzsche denunciaba esa columbarización de todo conocimiento y también de la ciencia, ya llevaba casi un siglo en marcha esta especie de revolución que el libro de Andrea Wulf recorre concienzudamente, año a año y paso a paso: Alexander von Humboldt ya tenía dibujada, en su nueva revista · 162

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mente y en el papel, desde antes de volver de su viaje americano en 1804, la nueva idea de la que hoy mismo surge cualquier comentario que se haga, técnico o doméstico, sobre la Naturaleza. El libro de Wulf es, en efecto, minucioso y documentado más allá de lo habitual: de sus 578 páginas, el texto ocupa 403, y entre notas y bibliografía suman 130 páginas más. Su aparato es casi de tesis doctoral; su seguimiento de la peripecia tanto física como intelectual de Alexander von Humboldt es exhaustivo y admirable. Y una vez más nos encontramos ante una parabiografía de corte anglosajón, con investigación sobre aspectos que en ocasiones pudieran parecer irrelevantes (pero que se suman a la diversión de la lectura) y, como también es habitual, con ese cierto y a veces hasta elegante anglocentrismo que, por más que se diga, en nuestra era no tiene parangón en otros ámbitos culturales y sobre todo en estos niveles. La autora tiene una brillante y extensa carrera, y nada permite dudar de su rigor, y ahí está precisamente el problema: junto a hallazgos formidables, Wulf deja de lado realidades que modificarían sustancialmente la adhesión a esos tópicos de la historiografía anglófila que parece imposible corregir; y si eso lo hace una autora rigurosa como ella, es que estamos ante un problema mayor. Un breve ejemplo: tras la intensísima relación de Humboldt con Bolívar (y extensísima en la obra), con argumentados comentarios sobre la mala situación de los nativos americanos y la necesidad del fin de la «colonia» española, el prusiano llega a Washington y se entrevista repetidamente con el presidente Jefferson, que la autora (británica nacida en la In216

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dia) retrata un tanto angelical, y sobre el que se oscurece por completo su carácter de teórico del exterminio de los nativos norteamericanos, y además haberlo llevado a cabo poco tiempo después. Esos son los problemas, se diría que inevitables, de referir cualquier tema a la propia cultura; porque, por otro lado, si se quiere conocer la vida y el proceso mental de Humboldt estamos ante una obra magnífica. Los otros aspectos, una vez señalados, pueden no molestar. Se trata de una lectura no solo informativa (Wulf señala que en el mundo anglosajón «se ha tenido olvidado» a Humboldt, por germano) sino recreativa. La narrativa y la rica y sonora traducción trasladan al lector a las faldas del Chimborazo, a los lodos del Orinoco y a los hielos de Siberia; también sufrimos los tedios de la corte de Berlín, y los entusiasmos del París posrevolucionario (Wulf ha perdido ahí la oportunidad de enriquecer su libro con la narración de los seis meses que pasó Humboldt en España esperando financiación y pasaporte del rey Carlos IV). En aquellas laderas de los volcanes americanos se produce en Humboldt la conexión, casi se podría decir la iluminación. Eso que para los ciudadanos del siglo xxi es tan normal, tan indiscutible, se le ocurrió a alguien, o por lo menos fue alguien el que definitivamente hizo que cuajara la noción, y ese alguien fue Alexander von Humboldt. Y trata del sistema de la naturaleza, o de la naturaleza como sistema. La distribución peculiar de las especies vegetales en unos y otros lugares del planeta; la interdependencia de las especies; la química y la física que no son asunto de laboratorios sino del propio suelo, y del agua, y del aire en que vivimos; el castillo nueva revista · 162

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de naipes que es todo el conjunto. Todo ello está narrado, descrito y sentido en la obra con pasión y con precisión y, hay que decirlo, sin el sesgo militante que pudiera esperarse. La recepción del inmenso trabajo del prusiano (viajes, libros, recapitulaciones, enciclopedia) por Haeckel, o por Darwin, sitúa a estos en lugares más ajustados del santoral, por así decirlo. Puede que aquí también tuviéramos algo olvidado a Humboldt, como pensionado de la corona que colaboró a desbaratar (una tradición española, por otra parte). Es justo atribuirle la construcción de nuestra noción de Naturaleza, que dista mucho de la idea que manejaban nuestros tatarabuelos, unos dedicados a descifrar expresiones como «el sensorio divino» y otros convencidos de no ser más que guijarros en un caos. La posibilidad de entender nuestra casa común, la posibilidad de una ecología, es la esperanza que Humboldt nos dio como herencia, y esta obra de Andrea Wulf, incluso con sus pequeñas filias étnicas, nos lo recuerda minuciosa y apasionadamente.  Rafael Rodríguez Tapia

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Leonardo Romero Tobar GOYA EN LAS LITERATURAS Marcial Pons Historia, Madrid, 2016, 383 págs., 28,00 euros

El interés por la figura de Francisco de Goya en la cultura actual de Occidente podrían acreditarlo creadores como Carlos Saura, Michael Nyman o el recientemente fallecido John Berger. Para lo estrictamente nacional, sin duda, el nombre de los premios que desde 1987 concede la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España es síntoma fehaciente de una pervivencia a escala popular que resulta un punto final bien perceptivo del volumen que ahora se presenta. La monografía del profesor Leonardo Romero Tobar parte de la explicación de cómo el pintor se convierte en un tema literario de largo e intenso recorrido, a saber, su obra y su vida vienen a resumir la ambivalencia compleja de la modernidad. El libro, fruto de una investigación cuyo origen se remonta a 1997, cuenta con una exhaustiva documentación, pero está redactado de un modo ágil, con la finura propia de un maestro de filólogos de trayectoria dilatada, con menciones constantes de lecturas muy diversas que la sabiduría de su autor coordina con claridad y nueva revista · 162

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brillantez. Goya en las literaturas culmina dos facetas relevantes de la vida profesional de Romero: su estudio de las relaciones entre la literatura y las otras artes, por un lado, y la literatura comparada, por otro. Porque hay que subrayar que el título es preciso, la obra recorre las modulaciones de Goya como tema en una pluralidad de lenguas: la española, desde luego y de forma destacada, mas también la francesa, la inglesa, la alemana, la italiana, etc. En suma, literatura comparada de ley. Tras la explicación acerca de cómo el pintor se convierte en tema literario, el volumen se organiza en seis capítulos más de este modo: dos sobre textos poéticos, otros tantos sobre narrativa, uno que versa sobre el teatro, incluido el teatro musical, y el último acerca de Goya y el séptimo arte, si bien el autor no se ocupa de las películas propiamente dichas, sino sobre los guiones y con cierta mayor brevedad que en los apartados previos. Culminan la obra, además de la bibliografía citada, dos índices: onomástico y de textos literarios y guiones, pero sobre todo la relación cronológica de las referencias literarias sobre las que se basa el estudio, que superan en mucho las trescientas. Ubicado en una época de transición entre el Antiguo Régimen y la Edad Contemporánea, Francisco de Goya es prototipo de artista moderno y símbolo de un tiempo de cambios, pero es que en él se aúnan una trayectoria de vida marcada por su fuerte personalidad y el valor estético, rompedor y anticipatorio de su obra. No en vano Baudelaire lo incluye en su poema programático «Les Phares». Pero el Goya en la poesía del siglo xix más que nada es un héroe del panteón nacionalista que tiene prolongación 220

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en la centuria siguiente y hasta el exilio republicano a través de su identificación con España. Ahora bien, los cataclismos sucesivos de la guerra civil y la segunda guerra mundial forman el fondo de un panorama poético especialmente sensible para la visión poética del personaje, lo que unido al efecto difusor que la industria editorial ha prestado a las reproducciones impresas de sus obras y al auge de los estudios académicos y de la crítica de arte han provocado el arraigo definitivo de la visión más humana y comprometida del personaje, como pueden corroborar poetas como Rafael Alberti o Ildefonso-Manuel Gil. El interés de los coetáneos por Goya crea una tradición oral sobre su personalidad y vida, tradición aderezada con hechos biográficos inverosímiles y aventuras novelescas. La narrativa decimonónica subraya esta faceta del individuo, apasionado del toreo y de las explosiones de júbilo popular. Los hitos en la construcción del tema, en este caso, pasarían por Galdós, Emilia Pardo Bazán, para proseguir, ya en el novecientos, con Vicente Blasco Ibáñez, Sender o Hemingway. La segunda mitad del siglo xx se aleja del arquetipo previo a partir del enfoque en los asuntos siniestros representados por el pintor y de los experimentalismos literarios. Así se abre camino la versión de un personaje de mente abierta y luchador por las libertades con un momento clave en la obra de Lion Feuchtwanger, quien presenta a un Goya víctima de la represión inquisitorial y de las presiones sociales de las que depende su trabajo. Los últimos años han dado lugar a relatos que buscan una comprensión más compleja del universo personal del autor, como demuestra por ejemplo la novela Gémeos (2004) del portugués Mário Cláudio. nueva revista · 162

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enrique serrano asenjo

Cada género se centra más en un aspecto del personaje: la poesía, en la generación de imágenes asociadas a las pinturas; la narrativa, en tramas sobre la conflictividad social o personal; y el teatro, en los combates más íntimos, ya procedentes de sus conflictos amorosos, ya los que surgen de su trabajo creativo. Así surgen los dramas de Alberti, María Teresa León o Antonio Buero Vallejo. Las tablas recientes atienden con especial énfasis al sincronismo artístico, a la biografía del autor (entrecruzado de recuerdos y flashbacks entre el pasado y el presente) y al tratamiento de la figura del doble a partir de la visión especular de Francisco de Goya en otro personaje y también consigo mismo. La dramatización experimental de Berger y Nella Bielski Goya’s last portrait. The painter played today (1989, trad. esp. 1996) valdría como muestra de estas incitaciones, resueltas por el lado del cine con creadores como Luis Buñuel, Concha Zardoya o Carlos Saura. Como los más grandes críticos provocan, el ensayo de Romero Tobar conduce a una multiplicidad de sugerencias de lectura que tienen el añadido excepcional, en este caso, de estimular la contemplación una vez más de las imágenes creadas por el autor de Perro semihundido o El aquelarre, pero al cabo, y con un pie en el estribo, la esperanza y el color de La lechera de Burdeos (1827).  Enrique Serrano Asenjo

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Reiner Stach KAFKA. LOS PRIMEROS AÑOS. LOS AÑOS DE LAS DECISIONES. LOS AÑOS DEL CONOCIMIENTO Traducción de Carlos Fortea Acantilado, Barcelona, 2016, 2.368 págs. (2 volúmenes), 85,00 euros

Tal vez no quepa mayor honor a un escritor que el de hacer de su nombre un término literario. «Kafkiano» se ha convertido ya en una palabra de uso corriente y designa lo absurdo y lo perturbador, lo que conmueve con su misterio nuestra cotidianeidad burguesa. También el vasto continente de los sueños. Pero al leer la exhaustiva biografía de Reiner Stach, este repaso total y minucioso por la breve existencia del escritor praguense, se revela el caudal interior y el desasosiego existencial de donde surgió la tersa y paradójica narrativa de Kafka. Si hay una palabra para designar las miles de páginas que, siguiendo al detalle los diarios del escritor, repasan su vida desde que empieza a consignar en papel sus turbulencias interiores, es el miedo y la sensación de desarraigo. Kafka era consciente de que se movía en peligrosos intersticios: escritor en lengua alemana en Praga, judío, hijo de un padre de actitudes tiránicas, obligado a llevar una existencia en apariencia connueva revista · 162

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formista y burguesa, pero con la nítida conciencia de ser un desclasado. Un hombre en busca de su identidad: un escritor consagrado a la tarea de comprenderse. Pero ¿justifica esa vida exterior tan trivial esta biografía en dos volúmenes, de más de cuatro mil páginas? Sí, sin duda. Explica Stach: «La riqueza de la existencia de Kafka se ha desplegado esencialmente en el ámbito psíquico, en el invisible, en una dimensión vertical que en apariencia nada tiene que ver con el paisaje social y aun así penetra en él por todas partes». De ahí que el autor de esta biografía total, de esta biografía definitiva, también se muestre interesado en tejer un amplio tapiz que repasa la historia de Praga, el fin del Imperio, los entresijos de la familia, sus amores, su trabajo, sus amistades, los vaivenes de su vida emocional, sus depresiones y las sucesivas enfermedades de este escritor que se nos aparece en nuestro imaginario siempre como un joven de mirada profunda. Pero ¿era necesario tanto esfuerzo de documentación? Puede decirse que lo que resulta kafkiano es que la breve obra escrita de Kafka —tanto las novelas cortas, como los cuentos, así como sus cartas y diarios— haya dado lugar a tanta literatura secundaria, a tanto experto que no se ha apartado del cliché freudiano. Stach sabe mejor que nadie que cada una de las palabras que Kafka escribió ha dado lugar a una red interminable de exégesis y que las lecturas interesadas han convertido al escritor praguense en un ejemplar avant la lettre de todas las modas y las imposturas. Pero no hay mejor narrador en el desvelamiento de su interior que el propio Kafka: fue él quien detalló, con la meticulosidad del oficinista, su búsqueda interior en sus diarios y es este el principal documento que Stach tiene en cuenta para exponer su trayectoria vital. 224

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kafka

Por otro lado, Kafka representa también el destino del genio moderno. Su literatura palpita en sus demonios interiores y rescata retazos de las oleadas de su imaginación. Su vocación fue literaria pero en un sentido tan excesivo, tan radical, que el trabajo de su genialidad le dejaba exhausto. Todas sus novelas, sus relatos son, de algún modo, la exquisita cristalización de sus obsesiones, la concreción imaginaria de sus miedos. Empleó la literatura a modo de terapia nocturna; la palabra fue el medio que encontró para exorcizarse. Hay en su vida, como explica Stach, disonancias: «Kafka nunca duerme», explica. Víctima de su propio daimon interior, por ejemplo, confiesa que escribió La condena en una sola noche, en un estado de éxtasis casi místico. Stach explica la génesis de la creación literaria de Kafka de un modo magistral: «En el momento en que comienza una nueva fase productiva [...], Kafka empieza a sacar de un almacén que ya está lleno. Tensiones, metáforas, gestos, detalles característicos, todo está dispuesto, a menudo incluso en una forma lingüística predeterminada, como se puede atestiguar de múltiples maneras con ayuda de los diarios. Kafka no “elabora” la conmoción sufrida, elabora el material acumulado liberado por la conmoción. De ahí la densidad sin parangón, desafiante, de remisiones y de vínculos entre los elementos metafóricos y lingüísticos de sus textos». Su dedicación religiosa por las palabras, el bisturí de su prosa, hace que su estilo resalte por su contención, como si, de nuevo, tuviera miedo a dejar que su demonio nocturno se desbordara sobre la hoja. ¿No sería esta la razón por la que dejó a su amigo Brod el encargo de destruir sus papeles? ¿No puede que, a punto de quebrarse su vida por la tunueva revista · 162

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berculosis, hubiera tomado conciencia de que sus obsesiones sobrepasaban a sus coetáneos y de que había perdido el tiempo intentando transformar su procelosa imaginación en palabras? Es esta dimensión, por cierto, la que se descubre también en sus proyectos inacabados, en sus diversas redacciones. Kafka trabajó como un orfebre de la creatividad. Y, si se permite la licencia, lo kafkiano de Kafka es su propia existencia. ¿No podría ser este joven K., funcionario de seguros, con una típica vida burguesa, encerrado en lo que llamó una «rutina sin espíritu», quien, ya entrada la noche, abre la espita de su imaginación y se convierte en uno de los más grandes autores de la historia de la literatura, uno de esos personajes que salían de su pluma? Son tres, básicamente, las obsesiones que definen su obra: el poder, el miedo y la soledad. Lo que radiografía en sus escritos, especialmente en la Metamorfosis o en El proceso, son sin duda las secuelas de la vida moderna, la absurda lógica de una racionalidad desmedida, el anonimato de una sociedad que congrega iniciales pero vela los rostros. Antes de que se ensayara una crítica filosófica de la razón moderna, antes de que se cercioraran los expertos de la dialéctica de la Ilustración, Kafka había narrado las heridas existenciales de una dinámica sistémica, abstracta, calculadora que nos termina deshumanizando. Uno de los textos más reveladoras de la vida interior de Kafka, como es sabido, es Carta al padre. Stach ve en esta dura misiva la clave para entender tanto la problemática identidad judía del autor de El proceso como su imagen del cuerpo y la sexualidad. Además en esta carta es donde se explica el miedo como un componente esencial de su bio226

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grafía y literatura. Recordemos ese inquietante comienzo. Escribe Kafka: «Querido padre: Hace poco tiempo me preguntaste por qué te tengo tanto miedo. Como siempre, no supe qué contestar, en parte por ese miedo que me provocas». Es, sin embargo, un miedo que excede el ámbito familiar: también en las relaciones con los otros, especialmente con las mujeres, Kafka está bajo el yugo del terror. «Kafka —nos explica Stach— no sabía adaptarse, no sabía ubicarse. Sobre todo con las personas que le eran más próximas carecía de toda posibilidad de intercambio y por tanto de todo aliento». Algo de esta imposibilidad por comunicarse —tal vez, siendo consciente de su tensión psíquica, de la vorágine de su creatividad— es lo que hizo tan problemática su relación con las mujeres. Stach construye, a partir de un supuesto problema de identidad, una especie de teoría sobre la sexualidad de Kafka, su inseguridad en el trato con las mujeres, su miedo sexual, su rechazo a la reproducción, y sobre ella vuelve su biografía una y otra vez. Por un lado, aparece Felice Bauer, con quien mantuvo una interesante correspondencia, también importante para comprender sus profundos temores. Su intercambio epistolar es tremendo: Kafka la lleva hasta el límite, la sometió también al trabajo de su genio e imaginación y fue el objeto de sus obsesiones. Es fácil ver también que en esa correspondencia Kafka expresó el esfuerzo por comprenderse a sí mismo; en definitiva, fue una forma de aclarar su propia identidad. Las cartas a Felice se pueden leer como un ejercicio de autenticidad; por ello, Kafka conminaba a la desventurada Felice también a sincerarse. La relación con Felice no terminó en matrimonio, pese a las sucesivas propuestas. Kafka no tuvo el arrojo sufinueva revista · 162

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josemaría carabante

ciente para superar ese miedo visceral. Es ahí donde escribe: «En lugar de esta nada despreciable pérdida, ganarías un hombre enfermo, débil, insociable, taciturno, triste, rígido, casi desprovisto de toda esperanza, cuya única virtud tal vez consiste en que te quiere». Felice, sin embargo, no fue la única. También con Julie tuvo que romper su promesa de matrimonio. Más literaria fue la relación con Milenia, de la que nos ha quedado constancia gracias a su correspondencia. A diferencia de Felice, Milena compartía los intereses artísticos de Kafka; de hecho, le conoció porque mostró interés en traducir sus relatos al checo. De salud débil, la vida de Kafka fue apagándose como consecuencia de la tuberculosis, y tras haber estado ingresado en sanatorios y casas de cura. Su inadaptación, su naturaleza enfermiza le obligó a solicitar el retiro a los treinta y nueve años. Murió a punto de cumplir los cuarenta y un años en un sanatorio de Viena. No obtuvo el reconocimiento en vida del que disfrutó más tarde y su producción literaria acabada apenas ocupa trescientas cincuenta páginas. Pero ha dejado todo un mundo literario y su figura ha alimentado innumerables interpretaciones. Enigmático, creativo, vivió y murió para la literatura. En esta obra de Stach se perfila no solo los acontecimientos exteriores que marcaron su existencia, sino la resonancia interior de lo exterior, es decir, la configuración de su genio y cómo fue poblando literariamente su desarraigo existencial. Se trata de una obra indispensable para entender su mundo, su concepción de la creación literaria y su relevancia histórica.  Josemaría Carabante

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José Jiménez Lozano SE LLAMABA CAROLINA Ediciones Encuentro, Madrid, 2016, 240 págs., 18,00 euros

El pasado día 31 de mayo, en el pabellón de Actividades Culturales de la Feria del Libro de Madrid, se celebró el acto de entrega del quinto Premio Troa, «Libros con valores», otorgado a José Jiménez Lozano por su novela Se llamaba Carolina. Los motivos que llevaron al jurado a conceder el premio quedaron expuestos en el dictamen final en los términos siguientes: «Por el retrato veraz y sin maniqueísmos de una época todavía viva en la memoria de los españoles, por la importancia concedida a la escuela y a la figura del maestro, por la reutilización de materiales literarios universales y por la extraordinaria riqueza de su lenguaje». José Jiménez Lozano, que se autodefine a sí mismo como «escribidor», ha cultivado diversos campos de esa tarea de «escribir», que le ha llevado desde la poesía al periodismo y del reportaje y el ensayo a la creación narrativa, a través de una prosa depurada de perfiles clásicos. Sin olvidar su autoría intelectual, junto a su amigo el sacerdote José Velicia (1931-1997), de ese gran proyecto nueva revista · 162

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cultural, artístico y religioso llamado «Las edades del hombre» promovido por la Iglesia de la Junta de Castilla-León. José Jiménez Lozano (1930, Langa, Ávila) además de su larga carrera como periodista en el diario señero El Norte de Castilla donde ejerció desde simple colaborador a los cargos de subdirector y director, ha cultivado los géneros de poesía, ensayo y novela, actividades por las que ha recibido numerosos galardones como el Premio Nacional de las Letras españolas en 1992 y el Cervantes en 2002. El último reconocimiento a su labor, concedido por la Fundación Troa a su novela Se llamaba Carolina muestra la juventud de un escritor veterano que, en plena actividad, agradece «un premio que me alegra por muchas razones pero desde luego porque en cierta manera me rejuvenece ya que se me concede a los pocos días de cumplir 87 años y me otorga un poco más de confianza en mí mismo, y en mi propia escritura, que siempre he necesitado». La novela nos remite a un pasado, todavía no muy lejano en el tiempo, los años cuarenta de la posguerra civil, tal como se vivieron en una localidad cualquiera, ni grande ni pequeña, de la Castilla profunda, que el autor ha conocido, desde su nacimiento e infancia en Langa y Arévalo (Ávila) a su vida en Alcazarén, ya en la provincia de Valladolid. Los habitantes del pueblo mantienen una cierta actividad cultural, de modo particular cuando reciben a lo largo del año las visitas periódicas de cómicos, titiriteros y compañías de circo ambulante, que interrumpen la monotonía diaria y se convierten en temas de conversación en tertulias y comidillas. Uno de los platos fuertes de cada temporada corresponde a una compañía 230

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se llamaba carolina

de teatro que representa nada menos que la famosa tragedia de Shakespeare Hamlet, príncipe de Dinamarca. El problema suscitado en esta ocasión se refiere a que, debido a una avería inesperada, el vehículo que transporta a los actores no se encuentra en condiciones de cumplir su compromiso en la fecha prevista. El director, solicita a las fuerzas vivas de la localidad ayuda para cubrir los papeles más importantes: el del propio Hamlet y, sobre todo, el de Ofelia. Deciden recurrir a una joven de familia distinguida, que había cursado estudios en el Madrid de la guerra y con cierta experiencia en el escenario llamada Carolina, que acepta finalmente el encargo para satisfacción de los organizadores. La figura de Carolina, que ya se había perfilado como uno de los personajes de mayor envergadura hasta el momento, se convierte en la gran protagonista del relato, aunque siempre rodeada de una amplia galería de personajes cuyos rasgos humanos, defectos, virtudes, inclinaciones, fallos y aciertos, Jiménez Lozano describe con una prosa fluida, llena de ternura e ironía, no exenta de sentido del humor campechano y castizo. Veamos, pues, el episodio menor, pero significativo, de uno de los extras, Honorio, el del quiosco del pueblo, que debía intervenir en el drama shakesperiano con la frase: «Ni un ratón se ha movido» y que introdujo su propia versión, ante el delirio de los espectadores: Ni un ratón se ha «moneao»... y reforzó su aporte con el añadido «ni ha asomao el hocico». Palabras que fueron incorporadas al léxico popular y utilizadas cuando venían a cuento en conversaciones jocosas. Jiménez Lozano atribuye el relato de la historia de Carolina, grande o pequeña, pero entrañable siempre, a un nanueva revista · 162

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rafael gómez lópez-egea

rrador que se declara admirador de ese personaje femenino, encantador y dulce, enigmático una veces y de sinceridad transparente otras, del que recibió de niño algo más que clases particulares para aprobar los exámenes del instituto. El afecto hacia su profesora, amiga y consejera, que permanece vivo en el recuerdo de aquel chico, ya convertido en adulto, le lleva a reconstruir episodios de un pasado que no volverá. ¿Dónde situar el circo o el teatro ambulante de meritorias compañías que en los años cuarenta representaban teatro clásico, ante el impacto arrollador del cine? Una cierta nostalgia, suave y sin estridencias, se percibe en los personajes, situaciones y cuadros de costumbres que sirven de marco ambiental a los episodios que forman el retablo de las maravillas de una Carolina que, gravemente enferma, se despide de su alumno con una nota en la que le anuncia su retirada a un sanatorio, que se supone antituberculoso. El narrador no se resigna. Reclama, al cabo de los años, la vuelta de Carolina, a la que supone ya curada, con emocionadas palabras que cierran la novela y dejan una huella profunda en el ánimo del lector: «Ya me explicarás lo que me queda por saber del mundo y de nosotros, Pero, ahora, ponme antes que nada una nota de cita, como los billetitos escritos para ir yo a tu clase, diciendo que me esperas y que no te has ido ni te vas a ir ya nunca a ningún sitio».  Rafael Gómez López-Egea

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Philip Glass PALABRAS SIN MÚSICA Malpaso, Barcelona, 2017, 495 págs., 24,00 euros

Hubo una vez en Nueva York que cuando llamabas a un fontanero, en la puerta podía aparecer Philip Glass con una caja de herramientas. Lo mismo podía suceder en la calle. Levantabas la mano para detener un taxi y había muchas posibilidades de que quien condujera fuera un artista. Por entonces él no era famoso, pero ya acumulaba una producción musical nada desdeñable. Acababa de componer Music in Twelve Parts, un conjunto de doce piezas de veinte minutos que cabalgaba sobre series cíclicas, a la manera de como las aprendió de los maestros hindúes Ravi Shankar y Allan Rakha. Con tres o cuatro noches de taxi ganaba el dinero suficiente para vivir. Por eso, Dover Garage estaba lleno de artistas, esperando turno para salir. Gran parte de su obra maestra, Einstein on the beach, la ópera que hizo con Robert Wilson, la compondría después de sus turnos de nueve horas en la calle. Hasta la primavera de 1976, cuando empezaron los primeros ensayos, esa fue su forma de vida. nueva revista · 162

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felipe santos

Philip Glass (Baltimore, 1937) escribe como compone, con esa aparente facilidad en la sucesión de pequeños grupos de notas, que poco a poco va desvelando una estructura más compleja. Palabras sin música es un ejercicio de simplicidad sorprendente, alejado de cualquier atisbo de pomposidad, con ese estilo directo y descriptivo de los memorialistas anglosajones, que solo deja entrever su entidad a medida que avanza el libro y se hace cuenta de la multitud de temas, referencias y personajes que componen las andanzas de uno de los compositores más influyentes del siglo xx. Resulta divertido subirse con él a ese taxi y vivir aquel Nueva York de los setenta, incipiente y peligroso. Una vez recogió a Salvador Dalí en la calle 57 y lo llevó hasta el Hotel St. Regis. Apenas pudo decirle nada. Una timidez que resulta curiosa para alguien que, después de cambiar cañerías o conducir unas cuantas horas por la ciudad, solía acercarse al loft de Jasper Johns, en la calle Houston con Essex, para comer junto a John Cage y Richard Serra. Los nombres se suceden por este downtown ecléctico y anónimo, lugares y personajes que hoy son leyenda y que forjaron el mundo del arte que conocemos hoy. Philip Glass se crio alrededor de la leyenda de su tío y la maldición del músico itinerante. Su madre solía decirle: «Si te vas a Nueva York a estudiar música, acabarás como tu tío Henry, malgastando tu vida y yendo de ciudad en ciudad y viviendo en hoteles». Acabó estudiando en la Universidad de Chicago por ver si espantaba la vocación artística. Difícil cuando se está cerca de los clubes de bebop de la calle 55, donde descubrió a Bud Powell y Charlie Parker. Y Lennie Tristano. Ya en Nueva York, cuando acudía a las clases de 234

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palabras sin música

la Juilliard, se acercaba al Village Vanguard para escuchar a John Coltrane, pero si ese día estaba cerrado, entonces iba al Five Spot, donde tocaban Thelonius Monk y Ornette. Le influyó la «fuerza bruta» de todo aquello, ese «algo que seguía y seguía» como una fuerza de la naturaleza, imparable. Lo primero no fue el jazz, sino el rocanrol de Buddy Holly. Luego vendría la clásica de una forma un tanto fortuita. Su padre regentaba una tienda de discos en Baltimore. No era fácil entonces vender los de Bartók, Shostakóvich y Stravinski. Cuando volvía a casa los estudiaba a fondo para luego poder recomendarlos. Lo hacía de noche, después de cenar. El pequeño Philip, que a esas horas debía estar durmiendo en su cama, se deslizaba hasta el hueco de la escalera y allí escuchaba atentamente. «La música no era ya una metáfora del mundo real [...] Lo de ahí fuera era la metáfora y lo real era, y desde entonces sigue siéndolo, la música». Quizá en esta breve sentencia pueda entenderse el título elegido para estas memorias. Unas palabras sin música, como si el propio autor asumiera su limitación por no entregar algo más completo, más real. Sin embargo, la sensación es la contraria porque cada pasaje cuenta con un buen número de detalles. Paradójico para quien empezó escribiendo los libretos de sus óperas sin que fueran un relato ordenado y coherente. Los años de aprendizaje con Nadia Boulanger, en París, y su otro maestro, Ravi Shankar, ocupan un lugar destacado en el libro, sobre todo sus repetidos viajes a la India. Pasados aquellos años de vanguardia, hay quien piensa que Philip Glass se acomodó y empezó a repetirse. Se convirtió en compositor de música para el nueva revista · 162

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felipe santos

cine, esfera en la que dejó páginas respetables como las que hizo para Kundun, de Scorsese; Mishima, de Paul Schrader; y Las horas, producida por Scott Rudin y dirigida por Stephen Daldry. Lo que es seguro es que Glass siempre sonará a Glass. Quizá pueda faltarle la ambición de los tiempos de Einstein on the beach, como vimos en The Perfect American, (ver Nueva Revista, Núm. 142) estrenada hace algunos años en el Teatro Real de Madrid. Pero toda su música está concebida desde un patrón muy personal, que obliga a una escucha atenta. «Lo esencial —escribe el compositor— es que una obra de arte no tiene una existencia autónoma. Tiene una identidad convencional y una realidad convencional que cobra vida a través de su interdependencia con otras acciones humanas». La obra queda incompleta sin la participación del espectador, que la alimenta en su foro más íntimo. Palabras sin música ayuda a completar la percepción de un artista singular y de unas décadas irrepetibles en la Historia del Arte.  Felipe Santos

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Elio Antonio de Nebrija EL ARTE DE HABLAR EN PÚBLICO Traducción del latín, edición y notas de Miguel Ángel Garrido Gallardo Rialp, Madrid, 2017, 164 págs., 13,00 euros

El mejor elogio que puede hacerse de una traducción es que no parece que lo sea, que parece un texto original, porque respeta plenamente la idiosincrasia de la lengua de destino. Y este elogio puede aplicarse a El arte de hablar en público de Elio Antonio de Nebrija (1441-1522) traducida y comentada por el filólogo e investigador del csic Miguel Ángel Garrido Gallardo. Nebrija publicó en latín en 1515, hace quinientos años, está retórica a petición de uno de los mayores hombres de Estado de España y aún de Europa: el cardenal Cisneros. Sin embargo, el texto vertido por Garrido Gallardo al español parece escrito ayer. Para ello no es suficiente ser competente en latín, hace falta conocer muy bien el vocabulario técnico de la retórica y de la poética, de la teoría de la literatura y de la crítica literaria modernas: condiciones todas que se dan en el traductor. En la Grecia antigua los acusados debían defenderse directamente, sin mediación de abogados. Era necesario nueva revista · 162

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antonio barnés vázquez

por tanto aprender a hablar en público. Además, cuando nació la democracia ateniense y se extendió por otras polis o ciudades esa necesidad de hablar bien, de persuadir, se hizo más perentoria. Por eso en Grecia surgió la praxis de la oratoria, pero también la teoría. Platón y Aristóteles hacen aportaciones muy valiosas a esta ciencia, que se trasladará a Roma, donde Cicerón (siglo i antes de Cristo) escribirá relevantes tratados y el hispano Quintiliano (siglo i después de Cristo) publicará una enciclopedia retórica esencial. El humanismo, en el Renacimiento, recuperará esos tratados y elaborará otros. No hay que olvidar que el Renacimiento surge como renovación estética de un latín esclerotizado en la academia. El arte de escribir y de hablar bien será muy valorado en este final de la Edad Media e inicio de la Edad Moderna. Nebrija, que vive esa transición y que ejerció la docencia universitaria con gran maestría, es un intérprete autorizado de la tradición retórica. Ahora, en esta nueva globalización en que Internet ha revolucionado la comunicación humana, rescatar los manuales de retórica y pensar desde ellos el momento presente es una tarea urgente. Por eso es muy acertada la decisión de traducir y divulgar el manual de retórica de Nebrija, que en su época también cumplió esa función divulgativa. Divulgar es una de las tareas más importantes y al mismo tiempo más difíciles, máxime cuando, como ocurre aquí, se está popularizando una técnica. La palabra arte en este título no responde a cuestiones estéticas, sino que traduce el término griego techné: técnica. 238

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el arte de hablar en público

Ningún vocabulario técnico es sencillo; tampoco el de la retórica, que supone un metalenguaje: un lenguaje sobre el lenguaje. De ahí que para salir airoso de la empresa de traducir una retórica griega o latina se precisa un conocimiento muy profundo de esos conceptos y esas palabras que explican el hablar bien. Y Miguel Ángel Garrido Gallardo, maduro investigador en estas áreas, ha cumplido sobradamente su cometido. Su traducción se lee de corrido, sin escollos ni estridencias. Nebrija es uno de los grandes humanistas hispanos, autor de la primera gramática castellana. Su estatua, por mérito propio, adorna la Biblioteca Nacional de España, junto a las de Vives, Lope, Cervantes, san Isidoro y Alfonso X. Cuando se consulta el catálogo virtual de la misma Biblioteca Nacional se observa un interés creciente por Nebrija desde finales de la centuria pasada. En lo que va de siglo xxi contamos una veintena de ediciones de sus obras. El humanismo, por ser un corpus de ideas antropocéntricas abiertas a la trascendencia y no un conjunto de sistemas cerrados y beligerantes, es siempre sugerente. Filósofos, economistas, literatos, filólogos, juristas, teólogos, historiadores... todos pueden volver a los siglos áureos, xvi y xvii, e inspirarse. Por eso hay que felicitarse de la nueva versión castellana de la retórica nebrisense aportada por Garrido Gallardo. Máxime en esta época iconolátrica y logofágica donde el brevísimo twitter se presenta como icono de la intelectualidad. Pero la comunicación humana no se resuelve en frases, sino en razonamientos, argumentos, discursos, valses de la palabra con planteamiento, nudo y nueva revista · 162

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antonio barnés vázquez

desenlace, con elocuencia y pronunciación. Nebrija bebe de las fuentes grecolatinas, fundadoras de la ciencia retórica: Platón, Aristóteles, Cicerón, Quintiliano... Y Garrido Gallardo nos facilita beber en esta fuente humanista de Nebrija. No se trata de vivir en el pasado, pero tampoco de romper con él. Se trata más bien de aprovisionarse de los logros pretéritos para enriquecer el presente y construir con esperanza un mundo mejor. Si la democracia es participación, los ciudadanos deben avezarse y ejercitarse en el arte de la palabra, de la argumentación, no del grito ni de la discusión irracional. El arte de dialogar, que es un bien moral, precisa de la técnica del buen hablar, que enseña y cultiva la retórica. El libro de la retórica nebrisense que edita Rialp nos invita a visitar a autores antiguos para poder valorar mejor los discursos políticos, académicos, literarios y publicitarios del presente. La edición de Garrido Gallardo es divulgativa pero rigurosa, con la bibliografía y las notas imprescindibles para entender conceptos, autores y personajes citados por Nebrija. Nebrija cita profusamente a las cimas de la retórica grecolatina pero hace escuchar también su voz. En la página 36 leemos «para mí es suficiente que el orador no desconozca aquello de lo que habla». Hoy que, como nunca, cualquiera puede lanzar palabras al ciberespacio, ¿no es más certero que nunca este consejo del humanista? El manual nebrisense, como sus fuentes grecolatinas, destila racionalidad, que no racionalismo, esto es, un deseo de comprender los factores que intervienen en la oratoria: la invención, o repertorio de temas; la disposición, 240

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u ordenación de los discursos, con sus diferentes partes; la elocución, o caudal verbal; la pronunciación con el lenguaje corporal adecuado. En un mundo tan emocional y efímero como el nuestro, en que las redes sociales priman lo visual sobre lo verbal, el manual traducido por Garrido Gallardo es un soplo de aire fresco, un contrapeso que fortalece la capacidad de participar en los debates públicos con conocimiento de causa.  Antonio Barnés Vázquez

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José Antonio Ibáñez-Martín HORIZONTES PARA LOS EDUCADORES. LAS PROFESIONES EDUCATIVAS Y LA PROMOCIÓN DE LA PLENITUD HUMANA Dykinson, Madrid, 2017, 280 págs., 26,00 euros

En

perfecta continuidad con la trayectoria de sus escritos, incluso de los más tempranos y celebrados, como fue el caso del ya lejano Hacia una formación humanística, nos sorprende ahora José Antonio Ibáñez-Martín con un volumen, bellamente editado por Dykinson, en el que saltan casi de inmediato a la vista tanto su densidad temática como su envidiable factura literaria. Aparte de un prólogo y una introducción escritos por el propio autor, el libro contiene tres partes temáticas y un añadido especial («coda», la llama él) que confiere al entero trabajo un regusto autobiográfico, de «memorias» y casi de testamento literario. Cosa en verdad poco creíble, dado el talante más bien prolífico del autor y la sensación general de que, si las circunstancias no cambian mucho, su pluma podría seguir funcionando ininterrumpidamente. Esa «coda» es una referencia particular a tres personas que han resulta242

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horizontes para los educadores

do ser claves en su vida académica, en calidad de maestro, colega y discípulo. Mientras que el prólogo se dedica solo a una presentación sumaria del porqué del libro y del contenido de sus capítulos, la introducción acomete ya la tarea de dibujar con trazo firme cuál va a ser su principal hilo conductor: el abrir paso, mediante la educación, a que toda persona tenga la oportunidad de acceder a lo que el autor llama una «vida digna, examinada y lograda», y no meramente la adquisición de unos conocimientos, de unas destrezas útiles para ganarse el pan (el suyo y el de sus hijos), y ni siquiera de una ciudadanía responsable y útil. Sin quitar importancia a estos cometidos, una fijación excesiva o desenfocada en alguno de ellos, incluso en todos, puede acabar por convertir los esfuerzos educativos de nuestro tiempo, que los ha habido y los hay, en hazaña improductiva, causante de insatisfacción, social y personalmente estéril. Los buenos deseos expresados en el artículo 26.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al incluir la educación como uno de esos derechos fundamentales, se han topado demasiado frecuentemente con interpretaciones defectuosas, reduccionistas del propio concepto de educación y de su finalidad última. En cuanto a las tres partes temáticas propiamente dichas, las dos primeras vienen referidas a la educación en general y a la acción del profesorado en la misma, mientras que la tercera se centra en la universidad. No hay en ellas una secuenciación deductiva o lógica de los capítulos que las conforman, sino más bien la exposición de determinados temas libremente elegidos. En realidad, componen nueva revista · 162

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josé luis garcía garrido

las tres partes una especie de miscelánea temática, como si se tratara de estudios o artículos separados cuyo nexo de unión no es otro que la voluntad del autor y el enfoque humanístico que le caracteriza. Lo que no resta un ápice ni al atractivo ni a la consistencia del libro en su conjunto. Dadas las limitaciones de espacio con las que cuento, voy a destacar en las líneas que siguen solo algunos puntos entre los que me han llamado más particularmente la atención, pero advirtiendo al lector que la riqueza de contenidos merece no solo la lectura del entero volumen, sino una lectura atenta, detenida, crítica e incluso escéptica en algunas ocasiones. De la primera parte, la más extensa en lo que al número de páginas se refiere, empezaré por manifestar mi desacuerdo con el título elegido para ella. En general, el autor ha optado por encabezar los capítulos que incluyen las tres partes con titulaciones sugerentes, expresivas del particular contenido, incluso chocantes en algunos casos. Pero no ha hecho así con los títulos de las tres partes, salvo quizá de la segunda. La primera la ha llamado «El marco básico del quehacer educativo». Uno se esperaría que en este marco básico viniera incluido, por ejemplo, el marco familiar, clave demostrada de lo que sin duda constituye el más contundente escenario de la eficacia o del fracaso de la educación (incluyendo los propios aprendizajes escolares) y al que el autor alude poco y de pasada. Comprendo que, de acuerdo a sus deseos, el autor se encamine en directo a contornear el importante quehacer del profesorado y sus relaciones con los estudiantes, además de otros aspectos relacionales. Pero, entonces, el título de toda esta primera parte qui244

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horizontes para los educadores

zá debiera ser otro. En cualquier caso, los capítulos que la componen suponen todos ellos un fuerte aldabonazo a la conciencia de los profesores-educadores, comenzando ya por el primero, en el que se replantea bajo atractivo y pertinente título (esta vez sí) el eterno problema de si la educación consiste más en alimentar (educare) que en extraer (educere). De particular interés es, al día de hoy, la pregunta que hace en el capítulo 3, y que de ninguna manera deja en el aire, sobre lo que se considera y sobre lo que debe ser la excelencia en educación, saliendo al paso de eso que algunos organismos internacionales y políticas educativas dogmatizan con harta simplificación: que la cosa estriba en alcanzar altos niveles de rendimiento en determinadas materias escolares y en determinados tests. «Igualar excelencia a resultados académicos es empobrecer grandemente al ser humano», afirma sin ambages en la página 84; y lo demuestra. Me resulta difícil seleccionar en pocas palabras los temas y planteamientos que me ha suscitado la lectura de la segunda parte del libro. Pero encarecería al lector de modo especial que preste particular atención a los capítulos 7 y 8, y en especial a sus alusiones a los «políticos fáusticos» y a las previsibles falacias que podrían albergar determinados «pactos educativos» en materia de legislación escolar. Algo parecido me ocurre con la tercera parte, dedicada a la universidad y no especialmente a sus «metas» (vuelvo a estar en relativo desacuerdo con el título). He disfrutado particularmente con las reflexiones que el autor hace sobre el «pensamiento crítico», tan peligrosamente aherrojado hoy por la political correctness. nueva revista · 162

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Debo acabar, porque no se me concede más espacio. Permítaseme recordar que el entero volumen es una prueba clara de la profunda preparación cultural de su autor y, a la vez, de su ágil y entretenida pluma. El lector, cualquier lector, podrá quizá mostrarse distante e incluso soliviantarse con algunos enfoques o consideraciones, pero garantizo que no se aburrirá en absoluto.  José Luis García Garrido

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John Henry Newman PERDER Y GANAR. HISTORIA DE UNA CONVERSIÓN Encuentro, Madrid, 2017, 408 págs., 24,00 euros

En una carta del 11 de febrero de 1950, John Henry Newman, ya sacerdote oratoriano, se defendía del apelativo de santo con que una tal miss Moore se dirigía a él: «No hay nada de santo con respecto a mi persona como cualquiera sabe [...] Los santos no son hombres dados a la literatura, no aman los clásicos, no escriben historias. [...] Para mí es suficiente con darle betún a los zapatos de los santos, si es que san Felipe usa betún en el cielo». Es digno de reconocimiento y sonrisa que, por un natural sentido de la humildad y el pudor, el ahora declarado beato no se viera santo; pero por sus mismas palabras y obras (literarias) se merece análogo reconocimiento y sonrisa como hombre de la literatura, amante de los clásicos y escritor de historias. Lo llamativo es que Newman mantuvo y ejerció sin sonrojo esa conciencia de escritor literario al entrar en el estado clerical. El 9 de octubre de 1845 consumó su paso a la Iglesia católica, el 30 de mayo de 1847 fue ordenado nueva revista · 162

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sacerdote y en el verano de aquel mismo año, hallándose en Roma, recibió un cuento publicado en Inglaterra en el que se atacaba a quienes en aquel ambiente oxoniense de alto voltaje intelectual y espiritual se habían convertido a la fe católica. Como cuenta en el prólogo de Perder y ganar: «La respuesta más adecuada consistía en publicar otro cuento, concebido con un respeto estricto a la verdad, o a lo probable, provisto al menos de cierto conocimiento personal de Oxford y de los distintos aspectos del fenómeno religioso; aspectos que, sin excepción, la citada obra manejaba desgraciada y torpemente». A un escritor literario no solo se le reconoce por sus rasgos textuales y de género (literario), también por sus impulsos y por sus convicciones, como estas tan de la Poética aristotélica: verosimilitud y pericia para integrar aspectos del mundo real en la trama ficticia. Y en Perder y ganar se trataba de integrar verosímilmente una serie de aspectos de su historia personal en una trama cuyo argumento se puede resumir así: el joven Charles Reding, hijo de un ministro anglicano, marcha a Oxford a estudiar la carrera clerical, y al hilo de sus estudios y conversaciones se va despertando y desarrollando en él un deseo de verdad amparado por una conciencia que quiere ser recta, que culminará en su conversión al catolicismo. Sin duda, un bildungsroman cuyo eje es un itinerario intelectual y espiritual. Intentio auctoris apologética pues, pero pecaríamos de cierta mirada rígida y muy moderna si por este hecho descartáramos esta obra del dominio literario. Bastaría recordar que en la casa de la literatura hay muchas moradas, y que en la escritura querer hacer algo no impide estar 248

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perder y ganar. historia de una conversión

haciendo algo más, o algo complementario, o dos cosas (o tres, o n) a la vez, o algo rico, complejo y abierto. Miguel Ángel Garrido lo recordaba hace años en «San Juan de la Cruz: emisor poético», y el fenómeno se puede percibir en obras tan motivadas por intereses ajenos a la religión como Rebelión en la granja de George Orwell; por no hablar de la intentio lectoris, ingrediente que no deja de añadir aún más emoción a esto de pensar «lo literario». Así las cosas, no vamos a decir entonces que en Newman, como en san Juan, se puede apreciar no ya su modernidad, sino su adelantada posmodernidad. Seguramente eso tan misterioso y valioso que llamamos literatura —y que por la mayor parte de los siglos no se atuvo a semejante nombre— tiene la virtud de escapar a las monomanías de la teoría mientras sigue hechizando a los lectores. Alguna sensibilidad actual puede echar en falta en Perder y ganar un tratamiento moroso de lo psicológico, de los estados de conciencia de quien hace un itinerario como el representado, de una plasticidad interior que transfigure y emborrone el mundo exterior; pero Virginia Woolf todavía no había sido construida, y además el autor es consciente de su intención y de su poética, y no cede a la orientación del momento, a la novela realista exploradora de la vivencia interior. Bildungsroman, pero legítimamente estructurado por ese itinerario intelectual y espiritual, donde la narración camina al ritmo de las bien trabajadas escenas-capítulos (que en esa clara y medida relación recuerda al buen oficio de Henry James) y de los encuentros dialécticos. Relato en tantos momentos humorístico, en el que nada «hace sangre» con nadie, sino que una sabia benevolencia planea con amenidad. nueva revista · 162

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josé manuel mora fandos

Toda novela escrita con convicción, inteligencia y oficio narrativo es candidata a una buena experiencia de lectura, que adviene si da con el lector adecuado. Pero más acá de sus virtudes literarias, el lector podrá conocer la tensión intelectual y espiritual que supuso el movimiento de Oxford, un verdadero acontecimiento en la historia de la Iglesia católica, además de disfrutar de un buen relato que sin tapujos aborda un problema de identidad. En estos momentos en que lo líquido desconfigura tantas identidades personales y colectivas, la novela de Newman aporta un relato sincero y valiente, vivido, de alguien que se aventura a transitar de un marco de referencia identitaria a otro. No es el paso de una moda intelectual a otra, un dejarse llevar por el esteticismo y el emotivismo a coste cero en lo personal, porque en el fondo daría igual una cosa que otra. No: la tensión humana de la novela (y yo no diría que esto sea ajeno a su valor literario) se asienta en la profunda conciencia de que es necesario perder, y perder mucho, cuando se trata de ganarlo todo. Una lectura suficientemente transgresora para nuestros tiempos.  José Manuel Mora Fandos

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nueva revista · 162


PREMIO NACIONAL

“Cultura Viva” 2017 Nueva Revista de Política, Cultura y Arte ha sido galardonada con el XXVI Premio Nacional “Cultura Viva” en la categoría de Colecciones Culturales y Científicas. La entrega del galardón tuvo lugar en el Real Conservatorio de Música de Madrid el pasado 30 de junio. El Jurado destaca “la continuidad en el tiempo e importancia de esta publicación trimestral, fundada en Madrid por Antonio Fontán en 1990 como espacio dedicado al análisis de la sociedad contemporánea

(del mundo iberoamericano en particular) y a la reflexión sobre ella en los órdenes de la política, la cultura, las humanidades, la ciencia y el arte. Asimismo que en la etapa que empieza en 2010 como cabecera de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), con Miguel Ángel Garrido Gallardo al frente, sin renunciar a su tradición, se haya convertido también en anfitriona del debate racional entre las más diversas instancias de la sociedad contemporánea”.


162 h a n c o l a b o r a d o Juan Arana

Narciso Michavila

CATEDRÁTICO DE FILOSOFÍA

DOCTOR EN SOCIOLOGÍA.

DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA.

PRESIDENTE DE GAD3

REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES

José Manuel Mora Fandos

Y POLÍTICAS

PROFESOR DE LECTURA

Rodrigo Arribas

Y ESCRITURA CREATIVA. UCM

DIRECTOR DE TEATRO.

Manuel Mostaza Barrios

PRESIDENTE EJECUTIVO DE

POLITÓLOGO

LA FUNDACIÓN SIGLO DE ORO

Salvador Otamendi Fudio

Antonio Barnés Vázquez

CONSULTOR EN MAS CONSULTING

PROFESOR DE FILOLOGÍA HISPÁNICA

José Padilla

Y CLÁSICA. UNIVERSIDAD DE

DRAMATURGO

CASTILLA-LA MANCHA

Alejandro Portes

Vicente C. Balaguer

SOCIÓLOGO. UNIVERSIDAD DE PRINCETON.

DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE SAGRADA

UNIVERSIDAD DE MIAMI

ESCRITURA. FACULTAD DE TEOLOGÍA.

Manuel de la Rocha Vázquez

UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Josemaría Carabante PROFESOR DE FILOSOFÍA DEL DERECHO. C. U. VILLANUEVA. SUBDIRECTOR DE NUEVA REVISTA

José Luis García Garrido CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LA FACULTAD DE EDUCACIÓN. UNED

Rafael Gómez López-Egea ABOGADO Y PERIODISTA

Santiago González-Varas Ibáñez ESCRITOR. CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE

Manuel Herrera CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA.

ECONOMISTA DE LA FUNDACIÓN ALTERNATIVAS. DIRECTOR DEL GRUPO DE ESTUDIOS SOBRE LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN DE LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE LA RIOJA (UNIR)

Rafael Rodríguez Tapia FILÓSOFO

Felipe Santos PERIODISTA Y CRÍTICO CULTURAL

Enrique Serrano Asenjo DOCTOR EN FILOLOGÍA HISPÁNICA. UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA

Federico Steinberg INVESTIGADOR PRINCIPAL DEL REAL INSTITUTO ELCANO. PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

DIRECTOR ACADÉMICO DE

Cristóbal Torres Albero

RELACIONES INTERNACIONALES. UNIR

CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA. UAM.

Belén Lara Fernández

DIRECTOR DEL CENTRO DE

DOCTORA EN CIENCIAS POLÍTICAS

INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS (CIS)

(RELACIONES INTERNACIONALES) POR LA

Ignacio Urquizu

UCM. INVESTIGADORA SENIOR DE UNISCI

PROFESOR DE SOCIOLOGÍA DE LA

Ainhoa Marín Egoscozábal

(EN EXCEDENCIA). DIPUTADO DEL PSOE

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

PROFESORA DE ECONOMÍA INTERNACIONAL

POR TERUEL EN EL CONGRESO DE

Y DESARROLLO. UCM

LOS DIPUTADOS


Nueva Revista Nueva Revista D E P OL Í T I C A , C U LT U R A Y A RT E D E P OL Í T IC A , C U LT U R A Y A RT E D E P OL Í T IC A , C U LT U R A Y A RT E Antonio Fontán Antonio Fontán F U N D A D A P O R Antonio Fontán P R E S I D E N T E Eugenio Fontán Oñate P R E S I D E N T E Eugenio Fontán Oñate EPD RE / DNI TREE CEugenio T O R Miguel Ángel Garrido Gallardo R IETSOI D Fontán Oñate E D I T O R / D I R E C T O R Miguel Ángel Garrido Gallardo EED DIITTO ORR /ADDI JRUEN CTTO O RMiguel MiguelÁngel ÁngelGozalo Garrido Gallardo E D I T O R A D J U N T O Miguel Ángel Gozalo E D I T O R A D J U N T O Miguel Ángel Gozalo FUNDADA POR FUNDADA POR

CONSEJO EDITORIAL CONSEJO EDITORIAL

Sucre C O N S EAlcalá, J O E D I Carlos T O R I A LAragonés, José M. de Areilza Carvajal, Gaspar Atienza, Sucre Alcalá, Carlos Aragonés, José M. de Areilza Carvajal, Gaspar Atienza, Manuel Barranco José Juan Bolás, Francisco Sucre Alcalá, CarlosMateos, Aragonés, JoséMaría M. deBeneyto, Areilza Carvajal, Gaspar Atienza, Manuel Barranco Mateos, José María Beneyto, Juan Bolás, Emilio Bonelli Cabrillo, María José Canel, Pilar del Castillo, Miguel Ángel Cortés Manuel Barranco Mateos, José María Beneyto, Juan Bolás, Emilio Martín, Bonelli García-Morente, Francisco Cabrillo, María José Canel, Pilar del Castillo, José Manuel Cruz Valdovinos, Luis Alberto de Cuenca, José de la Cuesta García-Morente, Francisco Cabrillo, María José Canel, Pilar del Castillo, Miguel Ángel Cortés Martín, José Manuel Cruz Valdovinos, Luis Alberto de Rute, Miguel Durán Pastor, Nazareth Gabriel MiguelÁlvaro ÁngelDelgado-Gal, Cortés Martín, José Manuel Cruz Valdo vinos, Echart, Luis Alberto de Cuenca, José de la Cuesta Rute, Álvaro Delgado-Gal, Miguel Durán Pastor, Elorriaga Miguel Enciso Recio, Javier Fernández Moral, José Cuenca, Pisarik, José de Luis la Cuesta Rute, Álvaro Delgado-Gal, Migueldel Durán Pastor, Nazareth Echart, Gabriel Elorriaga Pisarik, Luis Miguel Enciso Recio, Javier Mª Fluxá Ceva, Manuel Fontán del Junco, Antonio Fontán Meana, Gregorio Nazareth Echart, Gabriel Elorriaga Pisarik, Luis Miguel Enciso Recio, Javier Fernández del Moral, José Mª Fluxá Ceva, Manuel Fontán del Junco, Antonio Fraile Bartolomé, JavierJosé Gomá Rafael Gómez López-Egea, José Luis Fernández del Moral, Mª Lanzón, Fluxá Ceva, Manuel Fontán del Junco, Antonio Fontán Meana, Gregorio Fraile Bartolomé, Javier Gomá Lanzón, Rafael Gómez González Quirós, Guillermo Miguel Ángel Lanzón, Gozalo, Rafael Jesús Huerta Fontán Meana, Gregorio FraileGortázar, Bartolomé, Javier Gomá Gómez López-Egea, José Luis González Quirós, Guillermo Gortázar, Miguel Ángel de Soto, José-Vicente Juan, Alfonso Perona, Rafael Miguel Llano, Isabel López-Egea, José Luisde González Quirós,López Guillermo Gortázar, Ángel Gozalo, Jesús Huerta de Soto, José-Vicente de Juan, Alfonso López Perona, Martínez-Cubells, Julio Martínez Mesanza, Carlos Mayor Oreja, José Mª Gozalo, Jesús Huerta de Soto, José-Vicente de Juan, Alfonso López Perona, Rafael Llano, Isabel Martínez-Cubells, Julio Martínez Mesanza, Carlos Mayor Michavila, JoséIsabel Antonio Millán Alba, Diego Mora-Figueroa, Arturo Moreno Rafael Llano, Martínez-Cubells, Julio Martínez Mesanza, Carlos Mayor Oreja, José Mª Michavila, José Antonio Millán Alba, Diego Mora-Figueroa, ArtuGarcerán, Nasarre, Luis NúñezMillán Ladevéze, Ollero Tassara, ArtuJulio Oreja, JoséEugenio Mª Michavila, José Antonio Alba,Andrés Diego Mora-Figueroa, ro Moreno Garcerán, Eugenio Nasarre, Luis Núñez Ladevéze, Andrés Ollero Pascual, Alfredo PérezEugenio de Armiñán, Rafael Rico, Emilio del ro Moreno Garcerán, Nasarre, LuisPuyol, NúñezDámaso Ladevéze, Andrés Ollero Tassara, Julio Pascual, Alfredo Pérez de Armiñán, Rafael Puyol, Dámaso Rico, Río, Jaime Rodríguez-Arana, Rafael Rubio de Urquía, Alberto Ruiz-Gallardón, Tassara, Julio Pascual, Alfredo Pérez de Armiñán, Rafael Puyol, Dámaso Rico, Emilio del Río, Jaime Rodríguez-Arana, Rafael Rubio de Urquía, Felipe Santos, Felipe Sarasqueta, ÁngelRafael SierraRubio de Cózar, Jaime Siles, Marqués EmilioSantos, del Río,Antxón Jaime Rodríguez-Arana, de Urquía, Felipe Santos, Antxón Sarasqueta, Ángel Sierra de Cózar, Jaime Siles, Marqués de Tamarón, de Tamarón, BaudilioÁngel ToméSierra Muguruza, JesúsJaime Trillo-Figueroa, José de MªTamarón, Vázquez Antxón Sarasqueta, de Cózar, Siles, Marqués Baudilio Tomé Muguruza, Jesús Trillo-Figueroa, José Mª Vázquez GarcíaGarcía-Peñuela, Ignacio Vicens y Hualde y Gustavo José Villapalos. Baudilio Tomé Muguruza, Jesús Trillo-Figueroa, Mª Vázquez GarcíaPeñuela, Ignacio Vicens y Hualde y Gustavo Villapalos. Peñuela, Ignacio Vicens y Hualde y Gustavo Villapalos. A D J U N T A A D I R E C C I Ó N   Pilar Soldevilla Fragero A D J U N T A A D I R E C C I Ó N Pilar Soldevilla Fragero SAUDBJ D T ODRI E Carabante, U INRTEAC A RS E  CJosemaría C I Ó N Pilar SoldevillaMartín FrageroSantiváñez S U B D I R E C T O R E S Josemaría Carabante, Martín Santiváñez SUBDIRECTORES

Josemaría Carabante, Martín Santiváñez

NUEVA REVISTA EN AMÉRICA. DELEGADOS ARGENTINA. MARTÍN NUEVA REVISTA EN ORDUNA AMÉRICA. NUEVA REVISTA EN AMÉRICA. CENTROAMÉRICA. FEDERICO HERNÁNDEZ DELEGADOS DELEGADOS AGUILAR Y JAVIER BOLAÑOS TELLECHEA ARGENTINA. MARTÍN ORDUNA

ARGENTINA. MARTÍN ORDUNA CHILE. ALEJANDRO SAN FRANCISCO CENTROAMÉRICA. FEDERICO HERNÁNDEZ COLOMBIA. CARMEN CENTROAMÉRICA. FEDERICO HERNÁNDEZ AGUILAR Y JAVIER BOLAÑOSMILLÁN TELLECHEA EEUU. MANUEL MUÑIZ AGUILAR JAVIER BOLAÑOS TELLECHEA CHILE. YALEJANDRO SAN FRANCISCO MÉXICO. AURELIO GONZÁLEZ CHILE. ALEJANDRO SAN FRANCISCO MÉXICO. AURELIO GONZÁLEZ PERÚ. JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE MÉXICO. AURELIO GONZÁLEZ PERÚ. JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE PUERTO RICO. JOSÉ LUIS VEGA PERÚ. JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE URUGUAY. FERNANDO AGUERRE URUGUAY. FERNANDO AGUERRE URUGUAY. FERNANDO AGUERRE VENEZUELA. RAFAEL ARRÁIZ ARRÁIZ LUCCA VENEZUELA. RAFAEL LUCCA VENEZUELA. RAFAEL ARRÁIZ LUCCA SUSCRIPCIÓN AA NUEVA NUEVA REVISTA REVISTA SUSCRIPCIÓN SUSCRIPCIÓN A NUEVA REVISTA WWW.NUEVAREVISTA.NET WWW.NUEVAREVISTA.NET WWW.NUEVAREVISTA.NET R E DA C C I Ó N , A D M I N I S T R A C I Ó N Y P U B L I C I DA D R E DA C C I Ó N , A D M I N I S T R A C I Ó N Y P U B L I C I DA D R E D A NUEVA C C I Ó NREVISTA , A D M I NDE IST R A C I Ó N CULTURA Y P U B L I CYIARTE DA D POLÍTICA, NUEVA REVISTA DE POLÍTICA, CULTURA Y ARTE NUEVA REVISTA DE POLÍTICA, CULTURA Y ARTE Almansa, 101. 28040 Madrid

Almansa, 101. 28040 Madrid Madrid Tel: 91 Almansa, 189 23 70101. Fax:28040 91 567 44 84 Tel: 91 189 23 70 Tel: 91 189 23 70 Fax: 91 567 44 84 info@nuevarevista.net info@nuevarevista.net info@nuevarevista.net www.nuevarevista.net www.nuevarevista.net www.nuevarevista.net

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L. y Promociones Editoriales, S.L. P O R TA D A Luis Castro y Promociones Editoriales, S.L. R TA Castro M A Q UPEOTA C ID ÓAN Luis Anzos, S.L. P O R TA D A Luis Castro - - - - - - - - - - - - - - - - - -M - -A- -Q- -U- -E-TA - - -C - -I- Ó - -N - - -Anzos, - - - - - - - - -S.L. ----M A Q U E TA C I Ó N Anzos, S.L. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -D- -I -S-T- -R- -I -B- U - -C - -I-Ó - -N -

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