TEMA DE LA SEMANA: Iglesias virtuales, cultos y oraciones en línea en tiempos del Coronavirus 1. Covid-19: ¿el inicio de una Iglesia virtual? En estos últimos días, la humanidad se ha visto obligada a encontrar soluciones que años atrás pocos imaginaban Celebro cada día a través de las redes sociales, es una forma de sentir la presencia espiritual de quien desde la distancia, y determinado por las circunstancias especiales por las que la humanidad pasa, siento a mi lado Cuánta gente está alimentando su espíritu a través de las nuevas tecnologías en estos días, cuánta gente está sintiendo la presencia de Dios en su vida en esos momentos, cuánta gente está siendo ayudada a resistir Ayer la humanidad participó de un momento que se puede considerar histórico. En su perfil en una red social, un cura brasileño escribía debajo de una foto en la que aparecía sólo el Papa Francisco, “nunca vi la Plaza de San Pedro tan llena” La realidad siempre nos desafía a buscar alternativas, nuevos caminos, también como Iglesia. En estos últimos días, la humanidad se ha visto obligada a encontrar soluciones que años atrás pocos imaginaban. Hoy, y cada vez más, esta realidad se está imponiendo de forma más clara. En la Iglesia surge la misma pregunta, cada vez de forma más evidente. La evangelización a través del mundo virtual, especialmente de las redes sociales, es un instrumento en el que cada vez participan más curas y monjas, pero también más gente, sobretodo los más jóvenes, profundamente marcados por todo lo que aparece en la pantalla. Sin entrar a juzgar sobre las ventajas e inconvenientes, eso es algo que está ahí y que no nos puede dejar indiferentes. En estos días, y si nada cambia, así será hasta el 23 de abril, según el decreto del arzobispo de Manaos, Monseñor Leonardo Ulrich Steiner, del cual dependo actualmente, estoy celebrando misa en mi casa, como tantos otros sacerdotes a lo largo y ancho del mundo. Objetivamente lo hago sólo, pero en realidad lo hago con un grupo de personas que participan junto conmigo de este momento, a quienes me siento profundamente unido, cuyos rostros, sin verlos, ni siquiera virtualmente, pasan por mi mente cuando rezo junto con ellos. Hago mías las palabras de Monseñor Leonardo Steiner, en una entrevista que publicábamos ayer viernes, ―qué bueno sería si pudiéramos ir hasta los hermanos y hermanas, hasta las familias y comunidades. Se necesita hacer un esfuerzo para quedarse en casa y buscar otras
formas de estar presente‖. Él reconocía y agradecía que ―los sacerdotes, religiosos y religiosas, han llevado a cabo una verdadera misión a través de los medios de comunicación junto a la gente‖. Sé que hay otros obispos que se han manifestado contra esas actitudes, las respeto, pero les digo claramente que no quiero justificar nada, tampoco mi sacerdocio, quien me conoce sabe lo que soy y lo que hago, antes, ahora y, si Dios quiere, en el futuro. Y no hablo sólo por mí y sí por la mayoría de quienes están haciendo lo que pueden para estar presentes en estos días, también rezar y celebrar misa en las redes sociales, con sus comunidades, con su gente, que se sigue sintiendo acompañada por quienes ahora son, y siguen siendo, sus curas, sus párrocos. El otro día un cura rural, de esos que viven en la España abandona, decía que le emocionaba ver como los mayores de sus parroquias estaban abriendo cuentas en facebook para poder participar de las misas de su parroquia, donde van cada domingo, pero que hoy entienden que las cosas tienen que ser diferentes. Todos estamos confinados por respeto a los otros, porque no queremos contagiar a quien ha hecho lo que tenía que hacer, quedarse en casa. Por eso, siguiendo con las palabras del arzobispo de Manaos, ―estamos juntos; es un tiempo de comunión, no de separación; tiempo de fraternidad, no de dispersión; tiempo de cuidado, de samaritanidad. Por las noticias que llegan, las familias están orando juntas, leyendo la Palabra de Dios juntas. Y nosotros, como pastores, ayudamos a las personas a creer que el aislamiento temporal ayuda a prevenir la propagación del virus. Estamos ofreciendo nuestra contribución para que podamos tener a nuestros ancianos y las personas más frágiles en nuestro medio por más tiempo‖. No podemos hacer lo mismo que aquellos que ―desafían a la inteligencia humana y al sentido común‖, algo que estamos sufriendo en Brasil con un presidente que se sigue riendo del coronavirus, hace campañas oficiales para que la gente vuelva al trabajo y manda abrir las Iglesias como un bien esencial. Un claro ejemplo de alguien que se ha convertido en un lacayo sin escrúpulos de una economía que mata. Celebro cada día con gente que está en Brasil, en España y en otros países del mundo, algunos conocidos personalmente, otros de aquellos que podemos llamar ―amigos virtuales‖.
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