CONTENIDOS OCTUBRE 2014
BOLETÍN ESPECIAL: SÍNODO DE LAS FAMILIAS
Biblia, Eros y Familia La creación excluye taxativamente teorías de género. Hombre y mujer son conjuntamente y en la célula familiar futuro, virtud social y búsqueda de la felicidad.
©Walter Kasper, “Bibbia, Eros e Famiglia” en Il Foglio, 1 marzo 2014 ©Traducción del Observatorio Eclesial En este año internacional de la familia, el papa Francisco ha invitado a la Iglesia a celebrar un pro-‐ ceso sinodal en torno a los “Desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangeliza-‐ ción”. En la Exhortación apostólica Evangelii gau-‐ dium escribe: “La familia atraviesa una crisis cultu-‐ ral profunda como todas las comunidades y los vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragili-‐ dad de los vínculos deviene particularmente grave porque se trata de la célula fundamental de la so-‐ ciedad” (EG 66).
una crisis antropológica. El individualismo y el con-‐ sumismo desafían la cultura tradicional de la fami-‐ lia; las condiciones económicas y laborales hacen a menudo difíciles la convivencia y la cohesión en el seno familiar. Por tanto, el número de los que tie-‐ nen miedo de formar una familia o que fracasan en la realización de dicho proyecto de vida ha au-‐ mentado en modo dramático, así como la de los niños que no tienen la suerte de crecer en una fa-‐ milia ordenada. La iglesia, que comparte los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres (GS 1) se siente desafiada por esta situación. En ocasión del último año de la familia, el papa Juan Pablo II ha parafraseado las palabras de la Encíclica Redem-‐ ptor hominis (1979): “El hombre es el camino de la Iglesia”, afirmando que “la familia es el camino de
Muchas familias hoy deben enfrentarse a grandes dificultades. Muchos millones de personas se en-‐ cuentran en situaciones de migración, huida y ex-‐ pulsión, o en condiciones de miseria indigna del ser humano, en las cuales no es posible una vida familiar ordinaria. El mundo actual está viviendo
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CONTENIDOS Biblia, Eros y Familia ........................................... 1
Alocución del Cardenal Walter Kasper al iniciar la II Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos en Roma. Febrero 2014. Publicado íntegramente por Il Foglio el 1 de marzo de 2014. TRADUCCIÓN EXCLUSIVA del Observatorio Eclesial
Sínodo de las Familias: respuestas al cuestionario del papa ............................................................ 20 1. Respuestas iglesia alemana ................................. 21 2. Respuestas iglesia belga ....................................... 35 3. Respuestas iglesia japonesa ................................. 41 4. Respuestas iglesia francesa .................................. 54 5. Respuestas iglesia suiza ....................................... 57 Instrumentum Laboris ....................................... 60 Artículos y notas relevantes ............................ 101 6. Carta abierta de un matrimonio a los padres sinodales ................................................................ 101 7. Familia y matrimonio. Reflexiones ante el Sínodo 103 8. El Papa encarga al cardenal Sistach abrir el Sínodo de Obispos de la Familia ........................................ 106 9. Francisco pide al Sínodo “escuchar el clamor del pueblo,” ................................................................. 109 10. 5 cardenales escriben un libro en contra de que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar . 110 11. Kasper responde a los cinco cardenales: "La verdad católica no es un sistema cerrado" ............ 111 12. Divorciados casados: progresistas y conservadores calientan motores ante el Sínodo sobre la familia ...................................................... 112 13. ¿Iglesia jerárquica o sinodal? ........................... 115 14. "Las personas que están divorciadas y vueltas a casar también necesitan la eucaristía" .................. 116 15. Iglesia "en salida” vs restauración identitaria: ¿empate técnico? .................................................. 119 16. Si Jesús dio la Comunión a Judas, el Iscariote, con mayor razón la daría a los separados y divorciados vueltos a casar ....................................................... 122 17. Los invitados a la mesa del Señor .................... 125
la Iglesia” (2 de febrero de 1994). Debido a que normalmente la persona nace en una familia, y por lo general crece en el seno de una familia. En todas las culturas de la historia de la humanidad la familia es el camino normal del ser humano. Incluso hoy en día muchos jóvenes buscan la felicidad en una familia estable. Debemos sin embargo ser honestos y admitir que entre la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia y las convicciones vividas por muchos cristianos se ha creado un abismo. La enseñanza de las normas de la iglesia le parece hoy a muchos cristianos lejana de la realidad y de la vida. Pero podemos también decir, y podemos decirlo con alegría, que hay familias que hacen lo más posible por vivir la fe de la Iglesia y que dan testimonio de la belleza y la gloria de la fe vivida en el seno de la familia. A menudo son una mino-‐ ría, pero son una minoría significativa. La situación de la Iglesia de hoy no es una situación inédita. De hecho, la Iglesia de los primeros siglos estuvo con-‐ frontada con conceptos y modelos de matrimonio y de familia muy diversos de aquellos predicados por Jesús, que eran muy nuevos tanto para los ju-‐ díos como para los griegos y romanos. Por tanto nuestra posición hoy no puede ser una adaptación liberal al status quo sino una posición radical que va a las raíces, es decir al evangelio, y desde allí mirar hacia adelante. Así, será tarea del sínodo hablar nuevamente de la belleza y la alegría del Evangelio de la familia que es siempre el mismo y sin embargo siempre nuevo (EG 11). La presente intervención no puede afrontar todas
DIRECCIÓN: Observatorio Eclesial. CONSEJO EDITORIAL: Gabriela Juárez Palacios, Marisa Noriega, José Gpe. Sánchez Suárez. DISTRIBUCIÓN: http://observatorioeclesial.wordpress.com. SUSCRIPCIONES: observatorioeclesial@gmail.com. Alas es un boletín semanal que recopila la información hemerográfica sobre el tema religioso. Su objetivo es contribuir a difundir los vínculos que se establecen entre el ámbito religioso con las esferas de lo social y lo político. El punto de partida es que mientras más se conozca el fenómeno religioso más podremos avanzar hacia una comprensión del mismo y podremos vivir en un ambiente de mayor libertad religiosa, armonía y justicia. Alas es elaborado por un grupo de creyentes con una visión ecuménica que sabemos que la construcción de un mundo mejor requiere de la suma de esfuerzos y no de la exclusión de los diferentes. Alas es elaborado en México y refleja la realidad mexicana, pero incluye algunas notas sobre el fenómeno religioso en otros países. La información contenida en este boletín es propiedad de las publicaciones citadas; Alas no produce información, se limita a reproducir las notas publicadas en los diversos medios locales, nacionales e internacionales, tanto impresos como electrónicos.
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las cuestiones actuales, ni pretende anticipar los resultados del syn-‐odos, a saber, del camino (odos) común (syn) de la Iglesia entera, el camino de la atenta escucha recíproca, del intercambio y de la oración. Quiere más que todo ser una suerte de obertura que conduzca hacia el tema, con la espe-‐ ranza de que al final venga dada una sym-‐phonia, o un conjunto armónico de todas las voces en la Iglesia, incluso aquellas que son ahora en parte di-‐ sonantes. No se trata aquí de confirmar la doctrina de la Igle-‐ sia, sino de que nos preguntemos sobre el Evange-‐ lio de la familia y así retornemos a la fuente de la cual es resultado la doctrina. Como ya afirmaba el Concilio de Trento, el Evangelio creído y vivido en la Iglesia es la fuente de cada verdad salvífica y disciplina de vida (DH 1501; cfr. EG 36). Esto signi-‐ fica que la doctrina de la Iglesia no es una laguna estancada, sino un torrente que fluye de la fuente del Evangelio, en el cual fluye la experiencia de fe del pueblo de Dios por todos los siglos. Es una tra-‐ dición viva que hoy, como muchas otras veces en el curso de la historia, ha llegado a un punto crítico y que, a la vista de los “signos de los tiempos” (OS 4), exige ser continuada y profundizada. ¿Qué cosa es este Evangelio? No es un código jurí-‐ dico. Es luz y fuerza de la vida que es Jesús Cristo. Él da lo que pide. Solo a la luz y con su fuerza es posible comprender y observar los mandamientos. Para Tomás de Aquino la ley de la nueva Alianza no es una lex scripta (ley escrita), sino la gracia del Es-‐ pírito Santo, que es dada por la fe en Cristo (gratia Spiritus Sancti, quae datur per fidem Christi). Sin el Espíritu que opera en los corazones, la palabra del Evangelio es una ley que mata (2, Cor. 3-‐6). Por lo tanto, el Evangelio de la familia no quiere ser un peso, sino, en cuando don de la fe, una buena nueva, luz y fuerza de la vida en la
familia. Llegamos así al punto central. Los sacramentos, in-‐ cluido el del matrimonio, son sacramentos de la fe. Signa protestantia fidem (signos del testimonio de la fe), dice Tomás de Aquino. El Concilio Vaticano II reitera esta afirmación. Dice de los sacramentos: “No sólo suponen la fe, sino […] la nutren, la forta-‐ lecen y la expresan” (SC 59). Así, el sacramento del matrimonio puede llegar a ser eficaz y ser experi-‐ mentado sólo en la fe. Por lo tanto, la pregunta esencial es: ¿cómo es la fe de los futuros esposos y de los cónyuges? En los países de antigua cultura cristiana observamos hoy el colapso de lo que por siglos había sido obvio para la fe cristiana y para la comprensión natural del matrimonio y la familia. Muchas personas son bautizadas mas no evangeli-‐ zadas. Dicho en términos paradójicos, son catecú-‐ menos bautizados, cuando no paganos bautizados. En tal situación, no podemos partir de una lista de enseñanzas y mandamientos, debemos fijarnos en los llamados “temas candentes”. No queremos y no podemos eludir estas cuestiones, mas debemos proceder de modo radical, es decir, desde la raíz de la fe de los primeros elementos de la fe. (Heb 5,12), y atravesar, paso a paso, un camino de fe (FC 9; EG 3439). Dios es un Dios del camino; en la historia de la salvación ha caminado con nosotros; también la Iglesia en su historia ha acompañado ese camino. Hoy debe recorrerlo de nuevo junto a las personas del presente. No debe imponer la fe a ninguno. Puede sólo presentarla y proponerla co-‐ mo un camino para la felicidad. El Evangelio puede convencer sólo a través de sí mismo y de su pro-‐ funda belleza. 1. La familia en el orden de la creación. El Evangelio de la familia se remonta a los albores de la humanidad. Ha sido dado por el Creador en su camino. Por tanto, la institución del matrimonio
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y de la familia es apreciada en todas las culturas de la humanidad. Ella es entendida como comunidad de vida entre el hombre y la mujer, junto con los hijos. Esta tradición de la humanidad tiene carac-‐ terísticas distintas en las diversas culturas. En los orígenes la familia estaba inserta en la gran fami-‐ lia, en el clan. La institución de la familia es, a pe-‐ sar de todas las diferencias particulares, el orden original de la cultura de la humanidad. No se pue-‐ de tener éxito para establecer hoy una nueva defi-‐ nición de familia si se contradice o modifica la tra-‐ dición cultural de toda la historia de la humanidad. Las antiguas culturas de la humanidad considera-‐ ban las propias costumbres y leyes del orden fami-‐ liar como de orden divino. Del respeto del mismo dependían la existencia, el bien y el futuro del pueblo. En el contexto del periodo axial, los grie-‐ gos hablaban de manera más mitológica, pero en cierto sentido iluminada, de un orden fundado en la naturaleza del hombre. San Pablo hizo propio este modo de pensar y habló de una ley moral na-‐ tural, inscrita por Dios en el corazón de cada hom-‐ bre (Rm 2,14s) Todas las culturas han conocido de un modo u otro la regla áurea que impone respetar al otro como a sí mismo. En el sermón del monte, Jesús ha reite-‐ rado esta regla de oro (Mt 7,12; Lc, 6,31). En ella es plantado como una semilla el mandamiento del amor al prójimo, de amar al prójimo como a uno mismo (Mt 22,39). La regla áurea es considerada una síntesis del de-‐ recho natural y de lo que enseñaron la ley y los profetas (Mt 7, 12; 22, 40; Lc 6, 31). El derecho na-‐ tural, que encuentra su expresión en la regla de oro, hace posible el diálogo con todas las personas de buena voluntad. Ofrece un criterio para valorar la poligamia, los matrimonios forza-‐ dos, la violencia en el matrimonio y
en la familia, el machismo, la dis-‐ criminación de la mujer, la prostitución, las condi-‐ ciones económicas modernas hostiles a la familia, las situaciones laborales y salariales. La pregunta decisiva sigue siendo: ¿qué cosa, en la relación en-‐ tre el hombre, la mujer y los hijos, corresponde al respeto de la dignidad del otro? Por muy útil que sea, el derecho natural permane-‐ ce genérico y, cuando se trata de cuestiones con-‐ cretas, ambiguo. En esta situación, es en la revela-‐ ción de Dios donde encontramos respuesta. La re-‐ velación interpreta de modo concreto esto que podemos reconocer desde el punto de vista del derecho natural. El Antiguo Testamento se inspiró en la sabiduría de las tradiciones del antiguo Oriente de aquella época y, a través de un largo proceso educativo, la perfeccionó a la luz de la fe en Yahveh. La segunda tabla del decálogo (Ez 20,12-‐17; Dt 5,16-‐21) es el resultado de tal proce-‐ so. Jesús lo ha confirmado (Mt 19, rsi.), y los Pa-‐ dres de la Iglesia estaban convencidos de que los mandamientos de la segunda tabla del decálogo correspondían a todos los mandamientos de la conciencia moral común de los hombres. Los mandamientos de la segunda tabla del decálo-‐ go, no son por tanto una moral especial judeocris-‐ tiana. Son tradiciones de la humanidad materiali-‐ zadas en ellos, los valores fundamentales de la vi-‐ da familiar se confían a la protección particular de Dios: el respeto de los padres y el cuidado de los abuelos, la inviolabilidad del matrimonio, la tutela de la nueva vida humana que nace del matrimo-‐ nio, la propiedad como base para la vida de la fa-‐ milia y las relaciones mutuas auténticas, sin las cuales no puede existir la comunidad. Con estos mandamientos, a los hombres se les da un modelo, una suerte de brújula para su camino. Por tanto, la Biblia no pretende que estos manda-‐
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mientos sean como una carga o una limitación de la libertad; se da la bienvenida al mandamiento de Dios (Sal 1,2; 112;1;119). Ellos son indicaciones so-‐ bre el camino para una vida feliz y realizada. No pueden ser impuestos a nadie, pero pueden ser propuestos a todos, como una buena razón, como camino para la felicidad. El Evangelio de la Familia en el Antiguo Testamen-‐ to alcanza su conclusión en los primeros dos capí-‐ tulos del Génesis. También estos contienen anti-‐ quísimas tradiciones de la humanidad, interpreta-‐ das de manera crítica y a profundidad a la luz de la fe en Yahveh. Cuando se establece el canon de la Biblia, ellos fueron puestos al principio, por razo-‐ nes pragmáticas, como ayuda hermenéutica y para la interpretación de la Biblia. En ellos viene pre-‐ sentado el designio original de Dios sobre la fami-‐ lia. Es posible extrapolar de ello tres afirmaciones fundamentales. 1. “Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó: macho y hembra los creó (Gn 1,27). En su duplicidad genérica, el ser humano es la buena, incluso la óptima creación de Dios. No fue creado solo: “No está bien que el hombre esté so-‐ lo; hagámosle una ayuda que le sea similar” (2,18). Por eso Adam acoge a la mujer con un gozoso grito de bienvenida (2,23). El hombre y la mujer son da-‐ dos por Dios el uno para el otro. Deben comple-‐ mentarse y sostenerse, complacerse y encontrar gozo el uno en el otro. Ambos, hombre y mujer, en cuanto imagen de Dios, tienen la misma dignidad. No hay lugar para la discriminación de la mujer. Sino que hombre y mujer no son simplemente iguales; su misma igualdad, como también su diversidad, se funda en la creación. No se les es dada por ninguna persona, ni se la dan a sí mismos. No devienes hombre o mujer a través de la res-‐
pectiva cultura, como afirman algu-‐ nas opiniones recientes. Ser hombre y ser mujer están fundados ontológicamente en la creación. La igual dignidad en la diversidad explica la atracción entre los dos, cantada en los grandes poemas de la humanidad, como en el Cantar de los Cantares del Antiguo Testamento. Querer buscar la igualdad por ideología destruye el amor erótico. La Biblia entiende este amor como la unión para ser una so-‐ la carne, vale decir, como una comunidad de vida, que incluye sexo, eros, así como la amistad huma-‐ na (2,24). En este completo sentido, el hombre y la mujer son creados para el amor y son imagen de Dios, que es amor (1Jn 4,8) Como imagen de Dios, el amor humano es algo tan grande y tan bello pero no es por sí mismo divino. La Biblia desmitifica la “baalización” antiguo-‐ oriental de la sexualidad en la prostitución en los templos y condena el libertinaje como idolatría. Si una pareja deifica al otro y si espera de él que le prepare el cielo en la tierra, entonces el otro por fuerza se siente demasiado estresado, no puede hacer otra cosa que desistir. A causa de estas ex-‐ cesivas expectativas muchos matrimonios fallan. La comunidad de vida entre hombre y mujer, junto con sus hijos, puede ser feliz sólo si se entienden recíprocamente como un don que los trasciende. Así, la creación del ser humano desemboca en el séptimo día, en la celebración del Sabbath. El hombre no es creado para ser un animal de traba-‐ jo, sino para el Sabbath. Como día en el cual es li-‐ bre para Dios, debe también ser un día en que es libre para la fiesta y la celebración común, un día de tiempo libre que transcurre con y para el otro (cfr. Es 20,8-‐10; Dt 5,12-‐14). El Sabbath, o domin-‐ go, como día de la familia, es algo que debemos aprender de nuevo de nuestros amigos judíos. 2. “Dios los bendijo y les dijo: Sean fecundo y mul-‐ tiplíquense (1,28). El amor entre hombre y mujer
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no está cerrado en sí mismo; se trasciende a sí mismo y se concretiza en los hijos que nacen de este amor. El amor entre hombre y mujer y la transmisión de la vida son inseparables. Esto no sólo vale para el acto de procrear, va más allá. Al primer nacimiento prosigue el segundo, que es so-‐ cial y cultural, en la introducción a la vida a través de la transmisión de los valores de la vida. Por eso los hijos necesitan del espacio protector y de la se-‐ guridad afectiva en el amor de sus padres; a la in-‐ versa, los hijos refuerzan y enriquecen el vínculo de amor entre sus padres. Los niños son una ale-‐ gría y no un peso.
dad del hombre y la mujer. A ellos es dada la responsabilidad del futuro. El futuro de la humanidad pasa por la familia. Sin la familia no hay futuro sino el envejecimiento de la sociedad, peligro ante el cual se encuentra la sociedad occi-‐ dental.
Para la Biblia, la fecundidad no es una realidad me-‐ ramente biológica. Los hijos son el fruto de la ben-‐ dición de Dios. La bendición es el poder de Dios en la historia y en el futuro. La bendición en la crea-‐ ción prosigue en la promesa de la descendencia de Abraham (Gn 12,2.5; 18,18; 22,18). Así, el poder vital de la fecundidad, divinizado en el mundo an-‐ tiguo, está imbricado en la acción de Dios en la his-‐ toria. Dios pone en manos del hombre y de la mu-‐ jer el futuro del pueblo y la existencia de la huma-‐ nidad.
3. “Llenen la tierra; sométanla” (1,28). A veces las palabras subyugar y reinar son empleadas en el sentido de sometimiento violento y de explota-‐ ción, atribuyendo al cristianismo la culpa de los problemas ambientales. Los biblistas han demos-‐ trado que estas dos palabras no deben entenderse en el sentido de un sometimiento o de un dominio violento. La segunda narración de la creación ha-‐ bla de cultivar y custodiar (2,15). Se trata por lo tanto, como decimos hoy, de la misión cultural del hombre. El hombre debe cultivar y cuidar la tierra como un jardín, debe ser protector del mundo y transformarlo en un ambiente de vida digno del ser humano. Esta tarea no corresponde solo al hombre, sino al hombre y a la mujer conjuntamen-‐ te. A su cuidado y responsabilidad es confiada no solo la vida humana, sino también la tierra en ge-‐ neral.
El discurso sobre la paternidad responsable tiene un significado más profundo del que de hecho se le ha atribuido. Significa que Dios encomienda lo más precioso que puede dar, es decir, la vida hu-‐ mana, a la responsabilidad del hombre y de la mu-‐ jer. Ellos pueden decidir responsablemente sobre el número y tiempo del nacimiento de sus hijos. Deben hacerlo con responsabilidad ante Dios y con respeto a la dignidad y el bien de la pareja, con responsabilidad hacia el bien de los hijos, con res-‐ ponsabilidad hacia el futuro de la sociedad y con respeto por la naturaleza humana (GS 50). De esto resulta no una casuística, sino una sensata figura vinculante cuya realización concreta esta encomendada a la responsabili-‐
Con esta misión cultural, una vez más la relación entre hombre un mujer trasciende a ellos mismos. No es un mero sentimentalismo que gira alrededor de sí mismo; no debe quedarse en si mismos, sino abrirse a la misión para el mundo. La familia no es por tanto una comunidad personal privada. Es la célula fundamental y vital de la sociedad. Es la es-‐ cuela de humanidad y de virtudes sociales, necesa-‐ rias para la vida y el desarrollo de la sociedad (OS 47; 52). Es fundamental para el nacimiento de una civilización del amor y la humanización y persona-‐ lización de la sociedad, sin las cuales ella deviene una masa anónima. En este sentido se puede ha-‐ blar de compromiso social y político de la familia (FC 44).
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Como institución primordial de la humanidad, la familia e más antigua que el Estado y, respecto de él, con derecho propio. En el orden de la creación no se habla jamás de Estado. Él debe, cuanto le sea posible, sostener y promover la familia; no puede sin embargo interferir en sus derechos pro-‐ pios. Los derechos de la familia, indicados en la carta de la familia, se fundan en el orden de la creación (FC 46). La familia, como célula funda-‐ mental del Estado y de la sociedad, es al mismo tiempo modelo fundamental del Estado y de la humanidad como única familia humana. De esto resultan consecuencias para una especie de orden familiar en la igual distribución de los bienes, como también para la paz en el mundo (EG 176; 258). El Evangelio de la familia es al mismo tiempo un Evangelio para el bien y para la paz de la humani-‐ dad. 2. Las estructuras del pecado en la vida de la fa-‐ milia. Lo que se ha dicho hasta ahora constituye un mar-‐ co ideal, pero de hecho no es la realidad de las fa-‐ milias. Lo sabe también la Biblia. Así, a los capítu-‐ los 1 y 2 del Génesis le sigue el capítulo 3, con la expulsión del paraíso y de la realidad conyugal y familiar paradisiaca. La alienación del hombre res-‐ pecto de Dios tiene como consecuencia la aliena-‐ ción de los hombres entre sí. En el lenguaje de la tradición teológica llamamos a esta alienación concupiscencia; ella no es solo entendida como deseo sexual desmedido. Para evitar tal malenten-‐ dido, se habla hoy frecuentemente de estructuras de pecado (FC 9). Estas pesan también sobre la vi-‐ da de la familia. La Biblia ofrece una descripción realista de la condición humana y de su interpreta-‐ ción a partir de la fe. La primera alienación se da entre el hombre y la mujer. Se avergüenza
uno frente al otro (3,10). La ver-‐ güenza demuestra que la armonía original entre cuerpo y espíritu ha sido perturbada y que el hombre y la mujer son extraños uno del otro. El afecto degenera en el deseo recíproco y en el do-‐ minio del hombre sobre la mujer (3,16). Se quejan y se acusan mutuamente (3,12). Violencia, celos y discordia se introducen en el matrimonio y en la familia. La segunda alienación afecta particularmente a las mujeres y a las madres. Deben ahora parir a sus hijos con fatiga y dolor (3,16). Deben también criarlos con dolor. ¿Cuántas madres se lamentan y lloran por sus hijos, así como Raquel llora por los suyos sin poder ser consolada? (Jr 31, 15; Mt 2,18). La alienación afecta también la relación del hom-‐ bre con la naturaleza y con el mundo. La tierra no es más un bello jardín, tiene cardos y espinas, es indomable y hostil y el trabajo se convierte en du-‐ ro y difícil. Ahora el hombre debe trabajar con fa-‐ tiga y con el sudor de su frente (3,19). Pronto se arriba también a la alienación y al con-‐ flicto en la familia. Crece la envidia y la discordia entre hermanos, el fratricidio y la guerra entre hermanos (4,1-‐16). La Biblia cuenta sobre la infide-‐ lidad entre los cónyuges. Esta se insinúa incluso en el albor genealógico de Jesús; en efecto incluye dos mujeres (Tamar y la esposa de Urías), que son consideradas pecadoras (Mt 1,5s). También Jesús tenía familiares que no provenían “de una buena familia”, y que preferiría callar y mantener ocultos. La Biblia aquí es muy realista, muy honesta. Finalmente, viene la alienación más importante, la muerte (3,19; cfr. Rm 5,12), y todas las fuerzas de la muerte que enfurecen en el mundo, trayendo desastre, luto y perdición. Traen también sufri-‐ miento a la familia. Pensemos tan solo lo que acontece cuando una madre se encuentra frente a
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la tumba del propio hijo o cuando los cónyuges deben decirse adiós, cosa particularmente penosa en matrimonios felices, y que para las personas más ancianas incluso significa dolorosos años de soledad. Cuando hablamos de la familia y de la belleza de la familia, no podemos partir de una imagen román-‐ tica irreal. Debemos ver también la dura realidad y participar de la tristeza, de las preocupaciones y de las lágrimas de muchas familias. El realismo bíblico puede incluso ofrecer una cierta consolación, al mostrar que esto que sufrimos no es una cosa de ahora y que en el fondo siempre ha sido así. No debemos ceder a la tentación de idealizar el pasa-‐ do y luego, como está de moda en algunos am-‐ bientes, ver el presente como mera historia de de-‐ cadencia. La nostalgia de los viejos tiempos y los lamentos sobre las jóvenes generaciones existen cuando existe una generación más vieja. No sólo la Iglesia está llamada a ser un hospital de campo (como ha dicho el Papa Francisco), también la fa-‐ milia es un hospital de campo como muchos heri-‐ dos por vendar y tantas lágrimas por enjugar, y donde debemos continuar creando reconciliación y paz. Al final, el tercer capítulo del Génesis enciende una luz de esperanza. Expulsado el hombre del paraíso, Dios le ha dado una esperanza para acompañarlo en su camino. Aquello que la tradición define co-‐ mo protoevangelio (Gn 3,15), puede ser entendido también como el protoevangelio de la familia. De su descendencia nacerá el Salvador. Las genealo-‐ gías en Mateo y Lucas (Mt 1,1-‐7; Lc 3,23-‐28) dan testimonio que tras la sucesión de las generacio-‐ nes, a pesar de haber sufrido algún choque, al fin ha nacido el Salvador. Dios puede escribir derecho también sobre renglones torcidos. Así, acompa-‐ ñando a los hombre en su camino, debemos ser no profetas de desven-‐
tura, sino portadores de esperanza, que ofrecen consolación y que, también en las si-‐ tuaciones difíciles, alentamos a salir adelante. 3. La familia en el orden cristiano de la redención. Jesús ha entrado en una historia familiar. Ha creci-‐ do en la familia de Nazareth (Lc 2,51s). De ella formaban parte también hermanos y hermanas en el sentido más amplio (Mc 3,31-‐33;6,3) y parientes más lejanos, evidentemente íntimos, como Eliza-‐ beth, Zacarías y Juan Bautista (Lc 1,36,39-‐56). Al inicio de su vida pública, Jesús participó en la cele-‐ bración de las bodas de Caná, realizando su primer milagro (Jn 2,1-‐12). Así, ha puesto su acción entera sobre el signo del matrimonio y de la alegría ma-‐ trimonial. Con él, el Esposo, comenzó el matrimo-‐ nio escatológico y el tiempo de gozo anunciado por los profetas. Una afirmación fundamental de Jesús sobre el ma-‐ trimonio y sobre la familia se encuentra en las fa-‐ mosas palabras sobre el divorcio (Mt19,3-‐9). Moi-‐ sés los había admitido en determinadas condicio-‐ nes (DT 24,1); las condiciones eran motivos de controversia entre las diversas escuelas de escri-‐ bas judíos. Jesús no se enfrasca en esta casuística, haciendo en cambio referencia a la voluntad origi-‐ nal de Dios: “Al inicio de la creación no era así”. Los discípulos se espantaron por esta afirmación. La consideraron un ataque inaudito a la concep-‐ ción del matrimonio del mundo que les circunda-‐ ba, y una exigencia cruel y excesiva. “Si esta es la condición del hombre en el matrimonio, no con-‐ viene desposarse”. Jesús confirma indirectamente que, desde el punto de vista humano, se trata de una exigencia excesiva. Debe ser “concedido” al hombre; ella es un don de la gracia. La palabra “concedido” muestra que las palabras de Jesús no deben ser entendidas de modo aisla-‐ do, sino en el contexto completo de su mensaje
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del Reino de Dios. Jesús deriva su repudio de la du-‐ reza del corazón (Mt 19,8), que se cierra a Dios y al prójimo. Con la venida del reino de Dios se com-‐ pleta la palabra de los profetas según la cual Dios, en el tiempo mesiánico, transformaría el corazón endurecido en un corazón nuevo, no más duro como piedra, sino un corazón de carne, tierno, sensible y empático (Ez 36, 26s; cfr. Jr 31,33; Sal 51,12). Debido a que el adulterio comienza en el corazón (Mt 5,28), la solución puede venir sólo a través de la conversión y el don de un corazón nuevo. Por eso Jesús toma distancia de la dureza del corazón y de la hipocresía de los castigos dra-‐ conianos infligidos a una adúltera y concede el perdón a una mujer acusada de adulterio (Jn 8,2-‐ 11; cfr. Lc 7,36-‐50). La buena nueva de Jesús es que a alianza estrecha de los cónyuges es abrazada y sostenida por la alianza de Dios, que por la fidelidad de Dios conti-‐ núa existiendo también cuando el frágil vínculo humano del amor se vuelve más débil o incluso muere. La promesa definitiva de alianza y fidelidad de Dios priva al vínculo humano de la arbitrariedad humana; le confiere solidez y estabilidad. El víncu-‐ lo que Dios estrecha entorno a los esposos sería malinterpretado si se le comprendiese como un yugo; es en cambio la amorosa promesa de fideli-‐ dad de Dios al hombre; es un estímulo y una cons-‐ tante fuente de fuerza para mantener, en las vicisi-‐ tudes de la vida, la fidelidad recíproca. De este mensaje Agustín ha desarrollado la doctri-‐ na de la indisolubilidad del vínculo matrimonial que continúa existiendo también donde, huma-‐ namente, el matrimonio se ha interrumpido. Mu-‐ chos, hoy, tienen dificultad para comprenderla. Es-‐ ta doctrina no puede ser entendida como una suerte de hipóstasis metafísica al lado o por enci-‐ ma del amor personal de los cónyu-‐ ges; por otro lado, esto no se limita
al amor afectivo recíproco y no muere con él (GS48; EG 66). El Evangelio, o palabra definitiva y promesa permanentemente válida, en cuanto tal, trata seriamente sobre el hombre y su libertad. Es propio de la dignidad del hombre po-‐ der tomar decisiones definitivas, pertenece en modo permanente a la historia de la persona; la caracterizan de modo duradero; no es posible dar-‐ le la espalda y hacer como que nunca estuvo pre-‐ sente. Si se rompe, se crea una herida profunda. La herida puede sanar pero la cicatriz permanece y continua haciendo daño; pero se puede y se debe seguir viviendo a pesar de la fatiga. De manera si-‐ milar, la buena nueva de Jesús es que, gracias a la misericordia de Dios, para los que se convierten es posible el perdón, la curación y un nuevo comien-‐ zo. Pablo retoma el mensaje de Jesús. Habla de un matrimonio “en el Señor” (1Cor 7,39). No se refie-‐ re a la forma eclesial del matrimonio que se desa-‐ rrolla de modo definitivo solo varios siglos des-‐ pués, por medio del decreto Tametsi del Concilio de Trento (1563). Las “tablas de la familia” (Col 3,18-‐4,1; Ef 5,21-‐6,9; 1 Pt 2,18-‐3,7) muestran que: “en el Señor” no se refiere al inicio del matrimonio sino a la entera vida en familia, a la relación entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre patro-‐ nes y esclavos que viven en la casa. Las tablas de la casa toman el orden patriarcal, pero modificándo-‐ lo “en el Señor”. A través del “en el Señor”, la su-‐ misión unilateral de la mujer al hombre se convier-‐ te en una relación recíproca de amor, que caracte-‐ rizará también las otras relaciones familiares. Pa-‐ blo incluso dice –cosa singular y bastante revolu-‐ cionaria en toda la antigüedad– que la diferencia entre el hombre y la mujer no cuenta más para los que son “uno en Cristo” (Gal 3,28). Así, las “tablas de la familia” son un ejemplo de la fuerza de la fe cristiana que modifica y caracteriza las normas.
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La Carta a los Efesios va aún más lejos. Retoma la metáfora veterotestamentaria, atestiguada de modo particular en Oseas (2,18-‐25), del vínculo matrimonial que define la alianza de Dios con su pueblo. En Cristo, esta alianza es completada y perfeccionada. Así, el vínculo entre hombre y mu-‐ jer se convierte en símbolo concreto de la alianza de Dios con los hombres que se consuma en Jesús el Cristo. Aquella que, desde el comienzo de mun-‐ do, era una realidad del bien creado por Dios, se convierte ahora en un símbolo que ilustra el miste-‐ rio de Cristo y de la Iglesia (EF 5,32) El Concilio de Trento, sobre la base de un desarro-‐ llo de la historia de la teología concluida solo hasta el siglo XII, identificaba en esta afirmación una alu-‐ sión a la sacramentalidad del matrimonio (DH 1799; cfr. DH 1327). La teología reciente busca profundizar tal motivación cristológica por medio de una visión trinitaria y entiende la familia como representación del misterio de la comunión trinita-‐ ria. Como sacramento, el matrimonio es tanto instru-‐ mento de curación para las consecuencias del pe-‐ cado como instrumento de la gracia santificante. Se puede aplicar esta enseñanza a la familia y de-‐ cir: habiendo entrado en la historia de una familia, Jesús ha curado y santificado a la familia. El orden de la salvación abraza el orden de la creación. No es hostil al cuerpo ni a la sexualidad; incluye sexo, eros y amistad humana, purificándolos y perfec-‐ cionándolos. De manera similar a la santidad de la Iglesia, la santidad de la familia tampoco es una grandeza estática. Está constantemente amenaza-‐ da por la dureza del corazón. Debe continuar reco-‐ rriendo el camino de la conversión, de la renova-‐ ción y de la maduración. Así como la Iglesia está en camino por la vía de la conversión y de la re-‐
novación (LG 8), también el matri-‐ monio y la familia se encuentran en el camino de la cruz y la resurrección (FC 12s.), bajo la ley de la gradualidad del continuo crecimiento en modo siempre nuevo y más profundo en el misterio de Cristo (PC 9;34). Esta ley de la gradualidad me pa-‐ rece una cosa importantísima para la vida y para la pastoral matrimonial y familiar. No significa una gradualidad de la ley, sino gradualidad de creci-‐ miento en la comprensión y en la realización de la ley del evangelio, es una ley de la libertad (St 1,25;2,12), hoy para tantos fieles a menudo muy difícil. Necesitan de tiempo y de paciente acompa-‐ ñamiento en su camino. El corazón nuevo exige siempre una nueva forma-‐ ción del corazón y presupone una cultura del cora-‐ zón. La vida familiar debe ser cultivada según las tres palabras clave del Santo Padre: consentimien-‐ to, gracia, perdón. Tiene que tener tiempo para es-‐ tar los unos para los otros y festejar juntos el sab-‐ bath, dar siempre prueba de piedad, perdón y pa-‐ ciencia; mostrar continuos signos de benevolencia, agradecimiento, afecto, gratitud y amor. La ora-‐ ción en común, el sacramento de la penitencia y la celebración común de la eucaristía son una ayuda para continuar fortaleciendo el vínculo del matri-‐ monio, que Dios ha cerrado en torno a los cónyu-‐ ges. Es siempre bello encontrar parejas más ancia-‐ nas que, a pesar de su edad avanzada, están ena-‐ morados de una manera cada vez más madura. También esto es signo de una humanidad redimi-‐ da. La Biblia termina con la visión del matrimonio es-‐ catológico del Cordero (Ap 19,7,9). El matrimonio y la familia se convierten así en símbolo escatoló-‐ gico. Con la celebración de la boda terrenal se an-‐ ticipa la boda del Cordero, por lo que deben ale-‐ grarse, espléndida y solemne, un gozo que debe irradiar toda la vida matrimonial y familiar.
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Como anticipación escatológica, el matrimonio te-‐ rreno viene al mismo tiempo relativizado. Jesús mismos ha vivido –cosa insólita para un rabino– en el celibato, pidiendo, para seguirlo, estar dispues-‐ tos a dejar el matrimonio y la familia (Mt 10,37) y, a aquellos a quienes es dado, vivir el celibato por amor al reino de los cielos (Mt 19,12). Para Pablo, el celibato en un mondo en que el tiempo transcu-‐ rre, es el mejor camino. Da la libertad de ser indi-‐ visible para la causa del Señor (1Cor 7,25-‐38). Da-‐ do que el celibato libremente elegido se convierte en una situación sociológicamente reconocida co-‐ mo derecho propio, también el matrimonio a cau-‐ sa de esta alternativa no es más una obligación so-‐ cial, sino una elección libre. Sobre todo las mujeres no desposadas son ahora reconocidas aún sin un marido. Así, el matrimonio y el celibato se apoyan y valoran uno al otro, o ambos entran en crisis, como por desgracia estamos experimentado aho-‐ ra. Es esta la crisis que estamos viviendo. El Evangelio del matrimonio y de la familia no es ya para mu-‐ chos comprensible, ha caído en una crisis profun-‐ da. Muchos creen que en su situación no es ya via-‐ ble. ¿Qué hacer? Las bellas palabras por sí solas sirven de poco. Jesús indica una vía más realista que dice que cada cristiano, casado o no, abando-‐ nado por su pareja o educando a un hijo o joven sin contacto con la propia familia, no está más solo o perdido. Tiene su casa en una nueva familia de hermanos y hermanas (Mt 12,48-‐50; 19,27-‐29). El Evangelio de la familia se concreta en la Iglesia doméstica; en ella puede hacerse nuevamente viable. Ella es hoy nuevamente actual. 4. La familia como Iglesia doméstica La Iglesia es, según el Nuevo Testamento, la casa de Dios (1Pe 2,5;4,17; 1Tm 3,15; Hb 10,21). La liturgia a menudo define la
Iglesia Familia Dei (Familia de Dios). Debe ser casa para todos, en ella todos deben po-‐ der sentirse como en casa, como en familia. De la casa, en el mundo antiguo a menudo formaban parte, al lado del cabeza de familia, de la esposa y los hijos, también los parientes que vivían en casa, los esclavos, y a menudo también amigos o hués-‐ pedes. Es en este contexto que debemos pensar cuando se habla de la comunidad primitiva que los primeros cristianos se reunían en las casas (Hch 2,16;5,42). Muchas veces se habla de conversiones de casas enteras (Hech 11,14;16,15,31,33). En Pablo la Iglesia era organizadas según casas, es decir, en Iglesia domésticas (Rm 16,5; 1Cor 16, 19; Col 4,15; Fil 2). Constituían para él un punto de apoyo y de partida en sus viajes misioneros, eran centro de la fundación y piedra para la construc-‐ ción de la comunidad local, lugar de oración, de enseñanza catequética, de fraternidad ‘cristiana’ y de hospitalidad hacia los cristianos de paso. Antes de la conversión de Constantino probablemente eran también lugares de encuentro para la cele-‐ bración de la cena del Señor. Incluso más tarde, en la historia de la Iglesia, las Iglesias domésticas habían adquirido un rol impor-‐ tante: hay que recordar, en particular, las comuni-‐ dades laicas ya en el medioevo, las comunidades piadosas y las iglesias libres, de las cuales, desde este punto de vista, tenemos algo que aprender. En las familias católicas había, y todavía sigue ha-‐ biendo, pequeños altares domésticos (esquinas de la cruz), en la cual reunirse por la tarde o en mo-‐ mentos particulares (Adviento, vigilia de Navidad, situaciones de necesidad y de calamidad, entre otros) para orar juntos. Sirve pensar también en las bendiciones de padres a hijos, en los símbolos religiosos, sobre todo la cruz en la habitación, el agua bendita para recordar el agua bautismal y otros más. Estas bellas costumbres de la piedad
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popular merecen ser renovadas. El Concilio Vaticano II, recordando a Crisóstomo, ha recuperado la idea de la Iglesia doméstica (LG 11, AA 11). Aquellos textos que en los documentos del concilio son solo breves consejos, en los docu-‐ mentos postconciliares se han convertido en ex-‐ tensos capítulos. Sobre todo la Carta apostólica Evangelii nuntiandi (1975) ha proseguido el impul-‐ so del Concilio después del Concilio. Ha definido las comunidades eclesiales de base como esperan-‐ za para la Iglesia universal (EN 58, 71). En América latina, un África, y en Asia (Filipinas, India, Corea, y otros lugares) las Iglesias domésticas, bajo la for-‐ ma de comunidad de base (Basic Christian Com-‐ munities) o de pequeñas comunidades cristianas (Small Christian Communities), se han convertido en receta para el éxito pastoral. En particular en las situaciones de minoría, de diáspora, de perse-‐ cución, se han convertido en una cuestión de so-‐ brevivencia para la Iglesia Mientras tanto, impulsos procedentes de América Latina, de África y de Asia comienzan a dar buenos frutos también en la civilización occidental. Aquí, las viejas estructuras de la Iglesia popular se mues-‐ tran cada vez menos sólidas, las áreas pastorales son cada vez más grandes y los cristianos se en-‐ cuentran a menudo en situación de minorías cog-‐ nitivas. A esto se agrega que mientras tanto, la familia nuclear, desarrollada solo a partir del siglo XVIII de la gran familia del pasado, ha terminado en una crisis estructural. Las condiciones laborales y de vivienda modernas han traído una separación entre vivienda, lugar de trabajo y lugar de la acti-‐ vidad del tiempo libre, y por tanto una disgrega-‐ ción de la casa como unidad social. Por motivos profesionales los padres a menudo deben alejarse de la familia por periodos prolongados; también las mujeres, por razones laborales, están incluso presentes sólo en parte
en la familia. A causa de las condi-‐ ciones de la vida actual, hostil a la familia, la fami-‐ lia nuclear moderna se encuentra en dificultad. En el anónimo ambiente metropolitano especialmen-‐ te en las periferias incluso desoladas por las mo-‐ dernas megalópolis, las personas que no viven so-‐ bre la carretera son convertidas en sin patria y sin techo en el sentido más profundo. Debemos cons-‐ truir para ellos nuevas casas en el sentido literal y en el sentido figurado. Las Iglesias domésticas pueden ser una respuesta. Naturalmente no podemos simplemente replicar las Iglesias domésticas de la Iglesia primitiva. Ne-‐ cesitamos de grandes familias de nuevos géneros. Para que las familias nucleares puedan sobrevivir, deben estar insertas en una cohesión familiar que se extiende por generaciones en la cual sobre todo las abuelas y abuelos jueguen un sol importante, en círculos interfamiliares de vecinos y amigos donde los niños puedan tener un refugio en au-‐ sencia de sus padres y los ancianos solos, los di-‐ vorciados y los padres solteros puedan encontrar una especie de casa. Las comunidades espirituales constituyen incluso el ámbito y el clima espiritual para la comunidad familiar. Ejemplos de Iglesia doméstica son también los grupos de oración, gru-‐ pos bíblicos, catequéticos, ecuménicos. ¿Cómo definir estas Iglesias domésticas? Son una pequeña iglesia (ecclesiola) en la iglesia, una Igle-‐ sia en pequeño al interior de la Iglesia. Hacen pre-‐ sente la Iglesia local en la vida concreta de la gen-‐ te. En efecto, donde dos o tres se reúnen en el nombre de Cristo, él está ahí en medio de ellos (Mt 18,20). En virtud del bautismo y de la confir-‐ mación, las comunidades domésticas son el pueblo mesiánico de Dios (LG 9). Participan de la misión sacerdotal, profética y real (1Pe 2,8; Ap 1,6;5,10) (LG 10-‐12;20-‐38). Por medio del Espíritu Santo, po-‐ seen el sensus fidei, el sentido de la fe, un sentido
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intuitivo de la fe y de la práctica de vida conforme al evangelio. No son solo objeto sino más bien su-‐ jeto de la pastoral familiar. Sobretodo a través de su ejemplo, pueden ayudar a la Iglesia a penetrar más en profundidad en la palabra de Dios y a apli-‐ carla de manera más plena en la vida (LG 12;35; EG 154s.). Debido a que el Espíritu Santo es dado a la Iglesia entera, ellas [las iglesias domésticas] no de-‐ be aislarse de modo sectario de la comunión más amplia de la Iglesia. Este “principio católico” pre-‐ serva a la Iglesia libre y autónoma. A través de la unidad en la multiplicidad, la Iglesia es asimismo signo sacramental de la unidad en el mundo (LG 1;9). Las Iglesias domésticas se dedican al compartir de la Biblia. De la Palabra de Dios adquieren luz y fuerza para su vida cotidiana (DV 25; EG 152s). An-‐ tes de la ruptura de la transmisión generacional de la fe (EG 70), tienen el importante compromiso ca-‐ tequético de guiar haca el gozo de la fe. Oran jun-‐ tos por las propias intenciones y por los problemas del mundo. La eucaristía dominical debe ser por ellas celebrada junto con la comunidad entera co-‐ mo fuente y culmen de toda la vida cristiana (LG 11). En el ámbito familiar, celebran el día del Señor como día de descanso, de gozo y de comunión, como también el tiempo del año litúrgico, con sus ricas costumbres (SC 102-‐111). Son lugares de una espiritualidad de la comunión en la cual se aceptan recíprocamente en el espíritu del amor, del perdón y de la reconciliación, y en el cual se comparten gozos y dolores, preocupaciones y tristezas, alegría y felicidad en la vida cotidiana, los domingos y los días de fiesta. A través de todo esto, edifican el cuerpo de la Iglesia (LG 41). La Iglesia es por su naturaleza misionera (AG 2); la evangelización es su identidad más profunda (EN 14;59). Las familias, en cuanto Igle-‐ sias domésticas, están llamadas de
modo particular a transmitir la fe en sus respectivos ambientes. Ellas tienen un com-‐ promiso profético y misionero. Su testimonio ha de ser sobre todo un testimonio de vida a través del cual pueden ser levadura en el mundo (Mt 13,33) (AA 2-‐8; EN 21;41;71; 76; EG 119-‐121). Así como Jesús vino para anunciar el Evangelio a los pobres (Lc 4,18; Mt 11,5) y ha llamado bienaventu-‐ rados a los pobres, los afligidos, los pequeños y los niños (Mt 5,3 s.; 11,25; Lc 6,20s), Jesús ha manda-‐ do también a sus discípulos a anunciar el Evangelio a los pobres (Lc 7,22). Por eso las Iglesias domésti-‐ cas no pueden ser comunidades elitistas exclusi-‐ vas. Deben abrirse a los sufrimientos de cada gen-‐ te, a las personas simples y a los pequeños. Deben saber que el Reino de Dios pertenece a los niños (Mc 10,14) (EG 197-‐201). Las familias tienen necesidad de la Iglesia y la Igle-‐ sia necesita de las familias para hacerse presente en el centro de la vida y en los modernos ámbitos de vida. Sin las Iglesias domésticas, la Iglesia es ex-‐ traña a la realidad concreta de la vida. Sólo a tra-‐ vés de las familias puede ser casa donde las perso-‐ nas están en casa. Su comprensión como Iglesia doméstica es por lo tanto esencial para el futuro de la Iglesia y para la nueva evangelización. Las familias son las primeras y mejores mensajeras del Evangelio de la familia. Son el camino de la Iglesia. 5. El problema de los divorciados vueltos a casar. Si se piensa en la importancia de la familia para el futuro de la Iglesia, el número rápidamente cre-‐ ciente de familias desintegradas, aparece una tra-‐ gedia todavía más grande. Hay una gran cantidad de sufrimiento. No basta considerar el problema sólo desde el punto de vista de la perspectiva de la Iglesia como institución sacramental; tenemos ne-‐ cesidad de un cambio de paradigma y debemos – como lo ha hecho el buen Samaritano (Lc 10,29-‐
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37)– considerar la situación también desde la perspectiva del que sufre y pide ayuda. Todos saben que la cuestión de los matrimonios de personas divorciadas vueltas a casar es un pro-‐ blema complejo y espinoso. No puede reducírsele a la cuestión de la admisión a la comunión. Implica la entera pastoral matrimonial y familiar. Inicia desde la preparación al matrimonio que debe ser una atenta catequesis matrimonial y familiar. Pro-‐ sigue luego con el acompañamiento pastoral de los esposos y de la familia; se hace actual cuando el matrimonio y la familia entran en crisis. En tales situaciones, los pastores harán todo lo posible pa-‐ ra contribuir a la sanación y la reconciliación en el matrimonio en crisis. El acompañamiento no se detiene después del fracaso del matrimonio; debe permanecer cercano a los divorciados e invitarlo a participar en la vida de la Iglesia. Todos saben que existen situaciones en las que cada intento razonable por salvar el matrimonio resulta en vano. El heroísmo de los cónyuges abandonados que permanecen solos y siguen ade-‐ lante por propio mérito tienen nuestra admiración y apoyo. Más muchos cónyuges abandonados de-‐ penden, para el bien de los hijos, de una nueva re-‐ lación y de un matrimonio civil, al que no pueden renunciar sin nuevas culpas. A menudo, después de la experiencia amorosa del pasado, estas nue-‐ vas relaciones les hacen sentir de nuevo gozo, in-‐ cluso llegan a ser percibidos como don del cielo. ¿Qué cosa puede hacer la Iglesia en tales situacio-‐ nes? No puede proponer una solución distinta o contraria a la palabra de Jesús. La indisolubilidad de un matrimonio sacramental y la imposibilidad de un nuevo matrimonio durante la vida de la otra pareja forma parte de la tradición de fe vinculante de la Iglesia que no puede ser aban-‐ donada o disuelta apelando a una
comprensión superficial de la mise-‐ ricordia barata. La misericordia de Dios, en última instancia es la fidelidad de Dios consigo mismos y con su caridad. Debido a que Dios es fiel también es misericordioso, y en su misericordia es también fiel aunque nosotros le seamos infieles (2Tim 2,13). Misericordia y fidelidad van juntas. A causa de la fidelidad misericordiosa de Dios no existe si-‐ tuación humana que esté absolutamente privada de esperanza y de solución. Aunque el hombre pueda caer, no caerá nunca por debajo de la mise-‐ ricordia de Dios. La pregunta es por tanto cómo la Iglesia puede co-‐ rresponder a este binomio inescindible de fideli-‐ dad y misericordia de Dios en su acción pastoral respecto a los divorciados vueltos a casar por lo ci-‐ vil. Es un problema relativamente reciente, que no existía en el pasado, que existe sólo a partir de la introducción del trámite de matrimonio en el Có-‐ digo Civil de Napoleón (1804) y su introducción su-‐ cesiva en los diversos países. Para responder a es-‐ ta nueva situación, en los últimos decenios la Igle-‐ sia ha dado importantes pasos. El Código de Dere-‐ cho Canónico (CIC) de 1917 (can. 2356) trata a los divorciados vueltos a casar por lo civil como bíga-‐ mos que son ipso facto infames y, según la grave-‐ dad de la culpa, pueden ser sancionados con la ex-‐ comunión o la interdicción personal. El CIC de 1984 (can. 1093) no prevé más esto castigos gra-‐ ves; permanecen sólo restricciones menos graves. La Familiaris consortio (24) y la Sacramentum cari-‐ tatis (29), por su parte, hablan incluso de modo de modo amoroso sobre estos cristianos. Aseguran que ellos no están excomulgados y son parte de la Iglesia, y los invita a participar en su vida. Hay aquí un nuevo tono. Hoy nos encontramos en una situación similar a aquella del último concilio. Hubo entonces, por ejemplo sobre las cuestiones del ecumenismo y de
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la libertad de religión, encíclicas y decisiones del Santo Oficio que parecían excluirá cualquier otra vía. El Concilio sin violar la tradición dogmática vinculante abrió las puertas. Uno puede pregun-‐ tarse: ¿No sería posible un desarrollo igual tam-‐ bién en la presente cuestión, que no suprima la tradición vinculante de la fe, pero avance y pro-‐ fundice las tradiciones más recientes? La respuesta puede ser sólo diferenciada. Las si-‐ tuaciones son muy diversas y deben distinguirse cuidadosamente. Una solución general para todos los casos no puede, por la tanto, existir. Me limito a dos situaciones, para las cuales algunos docu-‐ mentos oficiales han dado ya soluciones. Deseo limitarme sólo a las preguntas limitándome a indi-‐ car la dirección de las posibles respuestas. Pero dar una respuesta será competencia del Sínodo en sintonía con el Papa. Primera situación. La Familiaris consortio afirma que algunos divorciados vueltos a casar están en conciencia subjetivamente convencidos que su an-‐ terior matrimonio irremediablemente roto nunca fue válido (FC 84). De hecho, muchos pastores es-‐ tán convencidos que tantos matrimonios celebra-‐ dos en forma religiosa no han sido contraídos de manera válida. En efecto, como sacramento de la fe, el matrimonio presupone la fe y la aceptación de las características peculiares del matrimonio, a saber, la unidad y la indisolubilidad. En las situa-‐ ciones actuales ¿podemos sin embargo presupo-‐ ner que los esposos comparten la fe en el misterio definido por el sacramento y que comprenden y aceptan las condiciones canónicas para la validez de su matrimonio? ¿La praesumptio iuris de la cual parte el derecho eclesiástico, no es a menudo una fictio iuris? Dado que el matrimonio, en cuanto sacramento, tiene carácter públicos,
las decisiones sobre su validez no pueden dejarse solamente a la evaluación subjeti-‐ va de la persona involucrada. Según el Derecho canónico la evaluación es competencia de los tri-‐ bunales eclesiásticos. Dado que dichos tribunales no son de derecho di-‐ vino sino desarrollados históricamente, uno se pregunta si la vía judicial debe ser la única vía para resolver el problema o si no cabría la posibilidad de otros procedimientos más pastorales y espiri-‐ tuales. Como alternativa se podría pensar que el obispo encargue esta tarea a un sacerdote con ex-‐ periencia espiritual y pastoral como el penitencia-‐ rio o el vicario episcopal. Independientemente de la respuesta que se dé a tal pregunta, vale recordar el discurso del Papa Francisco leído el 24 de enero de 2014 a los oficia-‐ les del Tribunal de la Rota Romana, en el cual afir-‐ ma que la dimensión jurídica y la dimensión pasto-‐ ral no son contrapuestas. Por el contrario, la acti-‐ vidad judicial eclesial tiene una connotación pro-‐ fundamente pastoral. Por lo tanto cabe preguntar-‐ se: ¿Qué cosa quiere decir dimensión pastoral? Ciertamente no una actitud complaciente, lo que sería una concepción del todo equivocada tanto de lo pastoral como de la misericordia. La misericor-‐ dia no excluye la justicia y no debe ser entendida como gracia a buen precio o en venta. La pastoral y la misericordia no se contraponen a la justicia sino, por así decirlo, son la justicia suprema, por-‐ que detrás de cada causa puede verse no sólo un caso por examinar desde la óptica de la regla ge-‐ neral, sino una persona humana que, como tal, no puede representar solo un caso y tiene siempre una dignidad única. Esto exige una hermenéutica jurídica y pastoral que, de forma más que justa y con prudencia y sabiduría aplique una ley general a una situación concreta y a menudo compleja, o como ha dicho el Papa Francisco, una hermenéuti-‐
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ca animada por el amor del Buen Pastor, que ve detrás de cada práctica, de cada postura, de cada causa, personas esperando justicia. ¿O es posible que se decida sobre el bien y el mal de la persona en segunda y tercera instancia solo con base en hechos, vale decir en cartas, pero sin conocer a la persona y su situación? Segunda situación. Sería un error tratar de solu-‐ cionar el problema sólo con una generosa exten-‐ sión del procedimiento de nulidad matrimonial. Se crearía la peligrosa impresión de que la Iglesia pro-‐ cede de modo deshonesto al concederlo a aque-‐ llos que en realidad son divorciados. Muchos di-‐ vorciados no quieren tal declaración de nulidad. Dicen: vivimos juntos, tuvimos hijos; esta es una realidad que no se puede declarar nula sólo por razones de falta de forma canónica del primer ma-‐ trimonio. Por tanto debemos poner a considera-‐ ción la cuestión más difícil de la situación del ma-‐ trimonio rato y consumado entre bautizados, don-‐ de la comunión de vida matrimonial está irreme-‐ diablemente rota y uno o ambos cónyuges con-‐ traen un segundo matrimonio civil. Una advertencia la ha dado la Congregación para la Doctrina de la Fe ya en 1994 cuando estableció – y el papa Benedicto XVI lo ha repetido durante el encuentro internacional de la familia en Milán en 2012– que los divorciados vueltos a casar no po-‐ dían recibir la comunión sacramental, pero podía recibir la espiritual. Ciertamente esto no vale para toto los divorciados sino para aquellos que están espiritualmente bien dispuestos. Sin embargo mu-‐ chos estarán agradecidos por esta respuesta, que es una verdadera apertura. Ella entraña sin embargo diversas preguntas. En efecto, quien recibe la comunión espiritual es una sola cosa con Jesús el Cristo; ¿cómo puede estar entonces en contradic-‐
ción con el mandamiento de Cristo? ¿Por qué entonces no puede recibir también la comunión sacramental? Si excluimos de los sacra-‐ mentos a los cristianos divorciados vueltos a casa que están dispuestos a acercarse a ellos y los refe-‐ rimos a la vía de salvación extrasacramental, ¿no ponemos en tela de juicio la estructura sacramen-‐ tal fundamental de la Iglesia? ¿Para qué sirven en-‐ tonces la Iglesia y sus sacramentos? ¿No pagamos con esta respuesta un precio demasiado alto? Al-‐ gunos sostienen que propiamente la no participa-‐ ción en la comunión es un signo de la sacralidad del sacramento. La pregunta que surge en res-‐ puesta es: ¿No se instrumentaliza a la persona que sufre y pide ayuda si no hacemos una señal y una advertencia para los otros? ¿Los dejamos morir sa-‐ cramentalmente de hambre para que otros vivan? La Iglesia primitiva da una indicación que puede servir como vía de salida del dilema, mismo que el profesor Joseph Ratzinger había ya mencionado en 1972. La Iglesia ha experimentado que entre los cristianos existe desde muy pronto la apostasía. Durante las persecuciones fueron los cristianos los que, siendo débiles, negaron el propio bautismo. Por estos lapsi la Iglesia desarrolló la práctica peni-‐ tencial canónica como segundo bautismo, no con agua, sino con las lágrimas de la penitencia. Des-‐ pués del naufragio del pecado, el náufrago no de-‐ be tener a su disposición una segunda nave, pero sí una tabla de salvación. De modo análogo, también entre los cristianos existía la dureza del corazón (Mt 19,8) y casos de adulterio con consecuente segundo enlace cuasi-‐ matrimonial. La respuesta de los Padres de la Igle-‐ sia no fue unívoca. Lo cierto es que en las singula-‐ res iglesias locales existía el derecho consuetudi-‐ nario con base en el cual los cristianos que, estan-‐ do viva su primera pareja, vivían un segundo enla-‐ ce, después de un tiempo de penitencia, tenían a
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su disposición no una segunda nave, no un segun-‐ do matrimonio, sino, a través de la de la participa-‐ ción en la comunión, una tabla de salvación. Orí-‐ genes habla de esta costumbre, definiéndola “no irracional”. También Basilio el Grande y Gregorio Nacianceno –¡dos padres de la Iglesia aún no divi-‐ dida!– se refirieron a tal práctica. El mismo Agus-‐ tín, por lo demás bastante severo con esta cues-‐ tión, al menos en un punto parece no haber ex-‐ cluido solución pastoral alguna. Estos Padres pro-‐ ponían, por razones pastorales, a fin de “evitar lo peor”, tolerar lo que de por sí es imposible acep-‐ tar. Existía por lo tanto una pastoral de la toleran-‐ cia, de la clemencia y de la indulgencia, y por muy buenas razones esta práctica contra el rigorismo de los novacianos fue confirmada por el Concilio de Nicea (325). Como sucede a menudo, los detalles históricos so-‐ bre estas cuestiones generan controversia entre los expertos. En sus decisiones, la Iglesia no puede orientarse por una o por la otra posición. Sin em-‐ bargo, en principio está claro que la Iglesia ha con-‐ tinuado siempre la búsqueda de una vía más allá del rigorismo y la laxitud, haciendo en esto refe-‐ rencia a la autoridad de atar y desatar (Mt 16,19;18,18; Jn 20,23) conferida por el Señor. En el Credo profesamos: credo in remissionem peccato-‐ rum. Esto significa: para el que se ha convertido el perdón siempre es posible. Si lo es para el asesino, cuanto más para el adúltero. Entonces, la peniten-‐ cia y el sacramento de la penitencia son el camino para empatar estos dos aspectos: la obligación ha-‐ cia la Palabra del Señor y la misericordia infinita de Dios. En este sentido la misericordia de Dios no era ni es una gracia barata que dispensa de la conver-‐ sión. A la inversa, los sacramentos no son un pre-‐ mio para el que se comporta bien o para una élite, excluyendo a aquellos que más lo necesitan (EG 47). La misericordia
corresponde a la fidelidad de Dios en su amor a los pecadores, que somos todos no-‐ sotros, y de la que necesitamos todos nosotros. La pregunta es: ¿Esta vía más allá del rigorismo y de la laxitud, la via de la conversión, que fluye en el sacramento de la misericordia, el sacramento de la penitencia, es el camino que podemos recorrer en la presente cuestión? Un divorciado vuelto a casar: 1. si se arrepiente de su fracaso en el primer matrimonio, 2. si aclaradas las obligaciones del primer matrimonio es definitivamente imposible que regrese a él, 3. si no puede abandonar sin mayores prejuicios los compromisos asumidos con el nuevo compromiso civil, 4. si se esfuerza por vi-‐ vir en la medida de sus posibilidades el segundo matrimonio a partir de la fe y por educar a los propios hijos en la fe, 5. si Desea los sacramentos como fuente de fortaleza en su situación, ¿debe-‐ mos o podemos negarle, después de un tiempo de reorientación (metanoia), el sacramento de la pe-‐ nitencia y después de la comunión? Esta posible vía no sería una solución general. No es el camino ancho para la gran masa, sino el ca-‐ mino estrecho de la parte más pequeña de divor-‐ ciados vueltos a casa, sinceramente interesada en los sacramentos. ¿No deberíamos aquí evitar lo peor? En efecto, cuando los hijos de los divorcia-‐ dos vueltos a casar no ven a sus padres acercarse a los sacramentos por sí solos, tampoco ellos en-‐ cuentran el camino hacia la confesión y la comu-‐ nión. ¿No consideramos que podríamos perder in-‐ cluso a la próxima generación e incluso más allá de ella? Nuestra praxis probada, ¿no demuestra ser contraproducente? Un matrimonio civil descrito con criterios claros es distinto de otras formas de convivencia “irregular” como los matrimonios clandestinos, las parejas de hecho, sobre todo la fornicación y los llamados
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matrimonios salvajes. La vida no es solo blanco y negro; sino que tiene muchos matices. De parte de la Iglesia, esta vía presupone discre-‐ ción, discernimiento espiritual, sagacidad y sabidu-‐ ría pastoral. Para el padre del monaquismo, Beni-‐ to, la discretio es la madre de toda virtud y la vir-‐ tud fundamental del abad. Lo mismo vale para el obispo. Como el rey Salomón que necesitó de “un corazón dócil, capaz… de distinguir el bien del mal” para gobernar a su pueblo con justicia (1Re 3,9). Esta discretio no es una fácil conciliación entre los extremos del rigorismo y la laxitud, sino, como to-‐ da virtud, una perfección más allá de estos extre-‐ mos, el camino de la sana vía del justo medio y de la justa medida. En este sentido podemos apren-‐ der de muchos grandes y santos confesores, que sabían hacer bien este discernimiento espiritual (por ejemplo S. Alfonso de Logorio). Espero que, por el camino de esta discretio, en el curso del proceso sinodal podamos encontrar una respuesta común para dar testimonio creíble de la Palabra de Dios en las difíciles situaciones huma-‐ nas, como mensaje de fidelidad, pero también como mensaje de misericordia, de vida y de gozo. Conclusiones Retornando al tema del “Evangelio de la familia”. No podemos limitar el debate a la situación de los divorciados vueltos a casar y a las muchas otras si-‐ tuaciones pastorales difíciles que no fueron men-‐ cionadas en el presente contexto. Debemos asu-‐ mir un punto de partida positivo y redescubrir y anunciar el Evangelio de la familia en toda su be-‐ lleza. La verdad convence a través de su belleza. Debemos contribuir, con la palabra y los hechos, a que las personas encuentren la felicidad en la fa-‐ milia y en tal modo puedan dar a otras familias testimonio de su alegría. Debemos entender nuevamente a familia co-‐
mo Iglesia doméstica, hacerla la vía privilegiada de la nueva evangelización y de la re-‐ novación de la Iglesia, una Iglesia que está en el camino del pueblo y con el pueblo. En familia las personas están en casa, o por lo me-‐ nos cercanas a una casa en la familia. En las fami-‐ lias la Iglesia encuentra la realidad de la vida. Por ello las familias son banco de prueba de la pastoral y urgencia de la nueva evangelización. La familia es el futuro. También para la Iglesia constituye la vía de futuro. Apéndice I. Fe implícita La pedagogía de Dios es un tema constante de los Padres de la Iglesia (Clemente de Alejandría, Ire-‐ neo de Lyon y otros). La tradición escolástica ha desarrollado la doctrina de la fe implícita. Inspira-‐ da por Hb 11,1.6: “La fe es fundamento de las co-‐ sas que esperamos”, “cualquiera que se acerca a Dios debe creer que él existe y que recompensa a los que se le acercan”. Para Tomás de Aquino el verdadero contenido de la fe es la fe en Dios. Según el, la fe en Dios, como meta y felicidad última del hombre, y en la provi-‐ dencia histórica de Dios, contiene implícitamente la verdad de fe como instrumentos de redención, y por tanto de la encarnación y la pasión de Cristo (S.Th II/II q.1 a.7). Puesto que en otros pasajes Tomás difiere respecto de las verdades de fe nece-‐ sarias para la salvación (i.e. q.I a. 6 ad I), es posible considerar que es su afirmación central sobre el tema de la fe implícita (cfr. el apéndice de la Deutsche Thomasausgabe, vol. 15, München-‐ Salazburg 1950, 431-‐437). Así, la tesis según la cual para que el matrimonio sea válido es suficiente la intención de contraerlo como lo hacen los cristianos, permanece rezagado respecto de este requisito mínimo. En efecto, tal intención implica, para el que es cristiano solo por
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cultural, la mera intención de contraer matrimonio según el rito de la Iglesia, cosa que muchos no ha-‐ cen por fe, sino por la solemnidad y el esplendor mayor del matrimonio religiosa respecto del civil. Para la eficacia del sacramento es imprescindible creer en el Dios viviente, como meta y felicidad del hombre, y en su providencia, que quiere guiar nuestro camino de vida hacia la meta y la felicidad. A partir de esta convicción de fe inicial, pero fun-‐ damental, como requisito mínimo para la recep-‐ ción eficaz del sacramento, la catequesis para la preparación al matrimonio religioso debe enseñar cómo Dios ha indicado concretamente esta meta y el camino hacia ella y hacia la felicidad en Jesús el Cristo, como su amor y su fidelidad se hacen acti-‐ vamente presentes a través de la Iglesia en el sa-‐ cramento del matrimonio, para acompañar a los esposos y cónyuges, con los hijos que Dios quiera darles, en su futuro camino de vida común, y con-‐ ducirles a la felicidad, a la vida en y con Dios, y fi-‐ nalmente a la vida eterna. De este modo, el miste-‐ rio de Cristo y de la Iglesia, que se concretiza en el matrimonio, se develará paso a paso. Apéndice II. Práctica de la Iglesia primitiva Según el Nuevo Testamento, el adulterio y la forni-‐ cación son comportamientos en contraste funda-‐ mental con el ser cristiano. Así, en la Iglesia anti-‐ gua, al lado de la apostasía y el homicidio, entre los pecados capitales que excluían de la Iglesia, es-‐ taba también el adulterio. En tanto que según el pensamiento veterotestamentario hebreo, la for-‐ nicación de un cónyuge “contaminaba” al otro cónyuge y a la comunidad entera (Lev 18,25,28;19,29; Dt 24,4; Os 4,2s; Jer 3,1-‐3,9), con base en la cláusula sobre el adulterio de Mateo, que escribía para los judeocristianos (Mt 5,32 y 19,9), al hombre le era permitido y a veces incluso necesario repudiar a la
esposa adúltera. Por esta razón precisamente, desde el inicio los Padres han atri-‐ buido gran importancia al hecho de que, fuera hombre o mujer, aplicaban los mismos derechos y los mismos deberes. No es sin embargo posible, obtener de estos tes-‐ timonios completa claridad sobre la práctica de la Iglesia antigua en torno al repudio del adulterio. Estos textos, en efecto, no siempre distinguen en-‐ tre adulterio y fornicación, bigamia simultánea y consecutiva después de la muerte del primer cón-‐ yuge (también esta última parte esta debatida), separación por muerte o por repudio. Sobre relati-‐ vas cuestiones exegéticas e históricas existe una amplia literatura, entre la cual es casi imposible orientarse, e interpretaciones diferentes. Se puede citar por ejemplo por una parte a O. Cereti, Divor-‐ cio, nuevas nupcias y penitencia en la Iglesia primi-‐ tiva, Bologna 1977, 2013, y por otra a I. Couzel, L’Eglise primitive face au divorce, Paris 1971, y a J. Ratzinger, Zur Frage der Unaufloslichkeit der Ehe. Bemerkugen zum dogmengeschichtilchen Befund und seiner gegenwärtigen Bedeutung, en F. Hein-‐ rich/ V. Eid, Ehe und Ehescheidung, München 1972, 35-‐56 (facsímil en L’Osservattore Romano 30 noviembre 2011). No puede sin embargo haber duda alguna sobre el hecho que en la Iglesia primitiva, en muchas Igle-‐ sias locales, por derecho consuetudinario existía, después de un tiempo de arrepentimiento, la prác-‐ tica de la tolerancia pastoral, de la clemencia y de la indulgencia. En el contexto de tal práctica quizá deba entenderse también el canon 8 del Concilio de Nicea (325), empleado contra el rigorismo de Novaciano. Este derecho consuetudinario está ex-‐ plícitamente atestiguado por Orígenes, que lo con-‐ sidera no excesivo (Comentario al Evangelio de Mateo XIV,23). Aunque Basilio el Grande (Carta 188, 4 y 199,18), Gregorio Nacianceno (Oratio 37)
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y algunos otros también lo refieren. Expliquemos el “non irragionevole” (no excesivo o no irracional) con la intención pastoral de “evitar un mayor mal”. En la Iglesia latina, por medio de la autoridad de Agustín esta práctica había sido abandonada a fa-‐ vor de una práctica más severa. Pero Agustín, en un pasaje habla de pecado venial (La fe y las obras, 19,35). No parece haber descartado en parte algu-‐ na solución pastoral. La Iglesia de Occidente, en las situaciones difíciles, para la decisión de los Sínodos también se acercó siempre, a soluciones concre-‐ tas. El Concilio de Trento, según P. Fransen, Das Thema “Eheseheidung und Ehebruch”auf dem Kon-‐ zil von Trient (1563), en: Concilium 6 (1970) 343-‐ 348, ha condenado la posición de Lutero, mas no la práctica de la Iglesia de Oriente. H. Jedin ha con-‐ cordado con él en lo sustancial. Las Iglesias ortodoxas han conservado, desde el punto de vista pastoral de la tradición de la Iglesia primitiva, el principio para ellos válido de la oiko-‐ nomía. A partir del siglo VI, empero, tomando co-‐ mo referencia el derecho imperial bizantino, modi-‐ ficará su posición hacia la tolerancia pastoral, la clemencia y la indulgencia, reconociendo, junto a la cláusula del adulterio, también otros motivos de
divorcio, que parten de la muerte moral y no solo física del vínculo matrimonial. La Iglesia de Occidente ha seguido otro camino. Ex-‐ cluye la disolución del matrimonio sacramental ra-‐ to y consumado entre bautizados (CIC, can. 1141), pero reconoce el divorcio para el matrimonio no consumado (can. 1142), así como, por el privilegio paulino y petrino, para los matrimonios no sacra-‐ mentales (can. 1143). Cercanas a ello son las de-‐ claraciones de nulidad por vicio de forma; sobre esto se puede sin embargo preguntar su se pone en primer plano, de modo unilateral, el punto de vista jurídico, históricamente más tardío. J. Ratzinger ha sugerido comprender de modo nuevo la posición de Basilio. Pareciera ser una so-‐ lución apropiada, que está también en la base de estas reflexiones mías. No podemos hacer referen-‐ cia a una u otra interpretación histórica, que per-‐ manecen siempre controvertidas, y ni siquiera re-‐ plicar simplemente la solución de la Iglesia primiti-‐ va en nuestra situación, que es completamente distinta. En la cambiante situación actual podemos sin embargo recuperar los conceptos básicos e in-‐ tentar actualizarlos al presente, a la manera ade-‐ cuada y justo a la luz del Evangelio.
Sínodo de las Familias: respuestas al cuestionario del papa Fuente: http://sinodofamilia2015.wordpress.com/ Un Papa que escucha Publicado el 23 junio, 2014 de Sínodo sobre la fa-‐ milia 2015 El Papa Francisco ha hecho llegar a todo el Pueblo de Dios 39 preguntas sobre temas atingentes a las familias, los matrimonios, la sexualidad, la trans-‐ misión de la fe y la participación de los católicos en los sacramentos, to-‐ do en vista a la preparación de la IIIª
Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia que tendrá lugar en octubre de es-‐ te año 2014, el cual, a su vez, deberá considerarse preparatorio del Sínodo Ordinario a realizarse en 2015. En todas partes ha llamado enormemente la aten-‐ ción que el Santo Padre haya hecho llegar estas preguntas a todo el Pueblo de Dios, y no solo a los obispos y conferencias episcopales nacionales. Es-‐ tas, por su parte, han debido ordenar las respues-‐ tas recibidas y elaborar sus síntesis, las que ya han
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sido enviadas al Comité que prepara el Instrumen-‐ tum laboris para el Sínodo de octubre. Algunas conferencias episcopales han hecho cono-‐ cer públicamente sus respuestas. Este dossier con-‐ tiene las respuestas de las conferencias episcopa-‐ les de Alemania, Bélgica, Francia, Japón y Suiza. Nos ha parecido valioso conocer el pensamiento del Pueblo de Dios en estas iglesias, y extender es-‐ tos resultados al habla hispana. Este blog se ofrece la traducción de estos docu-‐ mentos con el objeto de continuar contribuyendo al discernimiento del sensus fidelium convocado por el Papa Francisco, a saber, de lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias, con la esperanza de que las importantes reuniones en curso se hagan cargo adecuadamente de los enormes retos pasto-‐ rales que las familias presentan hoy a la Iglesia. 1.
Respuestas iglesia alemana
Publicado el 23 junio, 2014 de Sínodo sobre la fa-‐ milia 2015 Este resumen está basado en las respuestas reci-‐ bidas desde las 27 arquidiócesis alemanas, además de otras 20 importantes asociaciones e institucio-‐ nes católicas, que debido al poco tiempo estable-‐ cido por el sínodo, han utilizado diversos métodos de recogida de información y diversos procesos de aprendizaje, entre los cuales figuran informes de especialistas y comisiones, evaluaciones en diver-‐ sos niveles, así como también entrevistas a una muestra de personas y encuestas on-‐line, con el análisis estadístico correspondiente. A pesar que el lenguaje de las preguntas ha sido criticado frecuentemente como difícilmente com-‐ prensible, muchas personas y diversas comisiones han tomado la iniciativa de ocuparse del docu-‐ mento preparatorio de la III Asamblea General Ex-‐ traordinaria del Sínodo de los Obispos, y de trans-‐ mitir a las diócesis las respuestas a las preguntas que contiene el docu-‐ mento. En esta fase preparatoria,
también han podido expresarse pa-‐ rejas casadas y familias. El resultado global de este resumen, está basado en una gran participación de los fieles. Ha sido no-‐ table el trabajo que han realizado, en un tiempo tan breve, tanto las personas individuales como las instituciones, las que se han preocupado del análi-‐ sis y de la sistematización de los datos. Esto pone en el centro, por un lado, la importancia y lo vital que son los temas propuestos y, por otro lado, un enorme interés en hacer llegar a la prepa-‐ ración del sínodo, los propios pensamientos y con-‐ sideraciones. Los obispos alemanes están agradecidos de todos aquellos que han formado parte de esto, espe-‐ cialmente porque es un trabajo en favor de la Igle-‐ sia. 1. SOBRE LA DIFUSIÓN DE LA SAGRADA ESCRITU-‐ RA Y DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA EN RELA-‐ CIÓN A LA FAMILIA a) ¿Cuál es el real conocimiento de las enseñanzas de la Biblia, de la Gaudium et Spes, de la Familiaris Consortio y de otros documentos del Magisterio post-‐conciliar sobre el valor de la familia según la Iglesia Católica? ¿Cómo nuestros fieles son forma-‐ dos en la vida familiar según las enseñanzas de la Iglesia? Muchos fieles conocen las enseñanzas de la Biblia, relacionadas con el matrimonio y la familia (por ejemplo la historia de la creación, el sexto man-‐ damiento, el sermón de la montaña). Sin embargo, los documentos eclesiales son desconocidos, o co-‐ nocidos por unos pocos y por lo tanto de poca im-‐ portancia para la conducta personal. La mayoría de los creyentes piensan que la Iglesia tiene, por un lado, una actitud pro familia, pero por otro la-‐ do, posee una moral sexual lejana de la vida real. En principio, el lenguaje de la Iglesia y la posición autoritaria de todos sus documentos oficiales, no ayudan a despertar, ni a encontrar la comprensión y el consenso entre los fieles. Por lo tanto, es esca-‐ sa la posibilidad de discusión en este tema.
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Se proponen cursos de preparación al matrimonio y acompañamiento espiritual, para parejas y fami-‐ lias, tanto a nivel diocesano como parroquial, pero generalmente no se realizan. Si estas propuestas ponen el acento en la dimensión personal del ma-‐ trimonio y de la familia (acercándose de este mo-‐ do al espíritu de Familiaris Consortio), entonces se acepta el contenido. Gozan de gran consideración la enseñanza de competencias prácticas acertadas, como por ejemplo, aquellas respecto a la comuni-‐ cación al interior de la pareja o de la educación de los hijos, pero un diálogo sobre la planificación fa-‐ miliar mediante el método natural, no suscita inte-‐ rés o es rechazado. La doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia forma parte del programa de enseñanza de religión. En la pastoral juvenil, ella juega un papel menor. Solo en raras ocasiones, se habla de la fa-‐ milia católica en las predicas. b) Allí donde se conocen las enseñanzas de la Igle-‐ sia ¿son éstas integralmente aceptadas? ¿Se verifi-‐ can dificultades para ponerlas en práctica? ¿Cuá-‐ les? Allí donde es conocida la enseñanza de la Iglesia, ésta es aceptada de modo parcial. La idea del ma-‐ trimonio como sacramento, que comporta la fide-‐ lidad y exclusividad del cónyuge, así como la transmisión de la vida, es algo normalmente acep-‐ tado por los que se casan en la Iglesia. La mayoría de los fieles contrae matrimonio, con la perspecti-‐ va y la esperanza de que el vínculo dure toda la vi-‐ da. En cambio, las afirmaciones de la Iglesia sobre las relaciones sexuales prematrimoniales, la ho-‐ mosexualidad, los divorciados vueltos a casar, y el control de la natalidad, son temas que encuentran poquísimos consensos o son rechazados abierta-‐ mente. Para muchos, la imagen de la familia católica es demasiado idealista y lejana de la realidad. Muy pocas parejas le dan importancia a la enseñanza de la Iglesia respecto a la moral sexual y a la plani-‐ ficación familiar, que permite sólo el control natu-‐ ral de la natalidad. Muchos interpre-‐ tan el celibato como expresión de
una actitud crítica de la Iglesia hacia la sexualidad. Esto hace que sea más difícil para la Iglesia poder transmitir su enseñanza sobre el ma-‐ trimonio y la familia. c) ¿Cómo se difunden las enseñanzas de la Iglesia en el contexto de los programas pastorales a nivel nacional, diocesano y parroquial? ¿Qué catequesis se ofrece sobre la familia? Existe una serie de medidas y propuestas. A me-‐ nudo, la catequesis familiar se lleva a cabo dentro de la catequesis sacramental. Por ejemplo, en los cursos de preparación al matrimonio o haciendo participar y acompañando a los padres en la pre-‐ paración de sus hijos a los sacramentos de la ini-‐ ciación cristiana, especialmente bautismo y prime-‐ ra comunión. La familia es al mismo tiempo sujeto y objeto de la catequesis, ya que la educación religiosa en la fa-‐ milia es irrenunciable para la transmisión y el aprendizaje de la fe. Sin embargo, por distintas ra-‐ zones, a menudo, a los padres les resulta difícil transmitir una educación religiosa a sus hijos. Co-‐ mo lo demuestra la praxis pastoral, aquí la Iglesia se encuentra con la tarea de apoyar y sostener las familias, como lugar de divulgación de la fe. Res-‐ pecto al bautismo, es importante que los padres o quien ejerce la patria potestad, se preparen a la fiesta del bautismo de sus hijos y confronten la propia vida con el evangelio. En esto puede servir el hecho de reunirse con familias y grupos com-‐ prometidos en la comunidad parroquial. En el con-‐ texto pastoral, es tarea de la catequesis de prime-‐ ra comunión dejar claro que la familia, no obstante las diferentes realidades en donde los niños viven y crecen, es el lugar donde se puede encontrar a Cristo. La pastoral de la familia, está profundamente arraigada en el ámbito de las diócesis en Alemania. En cada una de las diócesis, por ejemplo, existen responsables diocesanos para la pastoral familiar y para la preparación al matrimonio. La Conferencia Episcopal Alemana tiene un comité que se ocupa del matrimonio y la familia. En esta área se discu-‐ ten los problemas que la sociedad pone al matri-‐
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monio y la familia y son evaluados, coordinados y se desarrollan iniciativas de pastoral familiar. d) ¿En qué medida – y en particular en relación a qué aspectos – dichas enseñanzas son realmente conocidas, aceptadas, rechazadas y/o criticadas en ambientes extra eclesiales? ¿Cuáles son los facto-‐ res culturales que obstaculizan la plena recepción de las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia? Más allá de la Iglesia, la moral sexual católica se percibe como mera “moral de la prohibición” y sus argumentos y su lenguaje son juzgados como in-‐ comprensibles y lejanos de la vida real. Además, el hecho que la Iglesia se niegue a reconocer, social y jurídicamente, a las parejas del mismo sexo, es juzgado por los fieles como una discriminación ba-‐ sada en la orientación sexual. Entre los factores sociales y culturales, que hacen difícil la comunicación de la doctrina de la Iglesia, hay un profundo cambio en el concepto de familia y una pluralización del mismo, así como la privati-‐ zación de la moral sexual y de las relaciones hu-‐ manas en general. Para la mayoría de las personas, los problemas respecto a la moral sexual, forman parte de la esfera íntima del individuo y de su pa-‐ reja; sobre esto, las instituciones, solo pueden in-‐ fluir ofreciendo consejos, pero no dictando reglas. El cambio social y público, sobre los temas inhe-‐ rentes al matrimonio y la familia, es aceptado, pe-‐ ro siempre y cuando sea respetada la elección del individuo. La secularización de la sociedad y de la cultura, impide a la Iglesia comunicar la dimensión religiosa y espiritual del matrimonio y la familia. Para la mayoría de las personas, las afirmaciones teológicas son incomprensibles, tanto desde la perspectiva del lenguaje como de los contenidos. Se hace cada vez más difícil formular normas vin-‐ culantes que hagan justicia a las diferentes formas de vida, debido a su pluralización. Estos hechos nos hacen comprender que la oferta de un asesoramiento sobre cuestiones tales como el matrimonio, la familia y la existencia, que la Iglesia propone, son muy valorados. En cambio, la teología del matrimonio y la moral sexual católica, encuentran muy po-‐
co consenso. 2.-‐ SOBRE EL MATRIMONIO SEGÚN LA LEY NATU-‐ RAL a) ¿Qué lugar ocupa el concepto de ley natural en la cultura civil, tanto a nivel institucional, educati-‐ vo y académico, como a nivel popular? ¿Qué visio-‐ nes antropológicas se dan por sobrentendidas en el debate sobre el fundamento natural de la fami-‐ lia? En la sociedad, el concepto de “ley natural” es casi desconocido. A nivel institucional y educativo, así como en la cultura cotidiana, prácticamente no juega ningún rol. Del mismo modo, en la interpre-‐ tación ético-‐jurídica, en el ámbito académico, el concepto de ley natural se usa solo en raras oca-‐ siones. Al mismo tiempo, existe una gran simpatía por la validez universal de los derechos humanos, aunque normalmente no se busca la fundamenta-‐ ción teórica. Es interesante cómo el artículo 6, §2 de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania, habla del derecho “natural” de los pa-‐ dres a cuidar y educar a sus hijos. Esta interpreta-‐ ción de la ley encuentra un amplio consenso en la población. Pero no existe una única visión antro-‐ pológica universalmente aceptada. En los años pa-‐ sados, especialmente después del discurso del Pa-‐ pa Benedicto XVI en el Parlamento Federal de Alemania, en septiembre de 2011, en los debates de la teología moral se ha despertado el interés por una definición de la relación entre la ética, las humanidades y la teología. Aquella vez surgieron ejemplos de pensamiento jurídico-‐natural. Aunque un aspecto explícitamente jurídico-‐natural no jue-‐ ga prácticamente ningún rol, sin embargo, la so-‐ ciedad aprecia la convivencia exitosa de una fami-‐ lia y una pareja estable. La gente desea relaciones de pareja concebidas para permanecer en el tiem-‐ po y que sean fundadas en la seguridad del respe-‐ to al otro. Particularmente, para los adolescentes y adultos jóvenes, es muy importante llevar una buena vida familiar. Este amplio consenso social sobre lo importante que es para la persona tener buenas relaciones y estructuras familiares estables
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podría, eventualmente, abrir opciones para una filosofía moderna de la ley natural. b) ¿Es comúnmente aceptado, en cuanto tal, el concepto de ley natural en relación a la unión en-‐ tre el hombre y la mujer, de parte de los bautiza-‐ dos en general? El concepto de “ley natural” también es familiar para la mayoría de los fieles, pese a que en algunas respuestas, los creyentes rechazaron expresamen-‐ te responder esta pregunta, diciendo que este concepto les resulta simplemente desconocido. Sin embargo, la realidad de la unión entre el hombre y la mujer, para muchos fieles es intuitivamente plausible, aunque no posee el carácter de vínculo absoluto. A menudo, no hay una estrecha relación entre amor, sexualidad y fertilidad como la esencia del matrimonio. Como resultado, muchos aspectos de la moral sexual de la Iglesia, en particular, las declaraciones del Magisterio respecto a los méto-‐ dos de anticoncepción y sexualidad extraconyugal no se entienden o no son compartidas por la ma-‐ yoría de los creyentes. En este contexto, es difícil para la Iglesia explicar su posición tanto respecto al campo de la homosexualidad activa como a los derechos de adopción para las parejas homose-‐ xuales. c) ¿Cómo es contestada, en la práctica y en la teo-‐ ría, la ley natural en lo que respecta a la unión en-‐ tre el hombre y la mujer en vista de la formación de una familia? ¿Cómo es propuesta y profundiza-‐ da en los organismos civiles y eclesiales? De hecho, la opinión de la mayoría de la población sobre cuestiones importantes relativas al matri-‐ monio y la familia, se encuentra en conflicto frente a una ley natural de tipo tradicional. De modo cada vez más frecuente, amor y sexualidad por un lado y concepción de los hijos por otro, son vividos y experimentados, como dos proyectos de vida di-‐ versos y separados entre ellos. Mientras por un lado las características generales del matrimonio -‐como la continuidad y su carácter claramente vinculante, como tam-‐ bién el principio de la monogamia-‐,
encuentran en la sociedad un am-‐ plio consenso, por otro lado, el principio de estric-‐ ta indisolubilidad del matrimonio, con la consi-‐ guiente imposibilidad de contraer un nuevo ma-‐ trimonio, es algo rechazado mayoritariamente. Una parte cada vez más grande de la población, también pone en duda la heterosexualidad de los cónyuges. En consecuencia, la tendencia va hacia la igualdad jurídica entre la convivencia homose-‐ xual y el matrimonio, que es aprobada por gran parte de la población. Las instituciones civiles no explican, en absoluto, la dimensión de la ley natural. La idea de la ley natu-‐ ral, en el sentido de las normas derivadas de los hechos naturales, está en contradicción con una visión de la realidad más constructivista de la épo-‐ ca moderna y postmoderna. Incluso dentro de la Iglesia, la ley natural, rara vez es explicada o pro-‐ fundizada; a menudo es decididamente margina-‐ da, en cuanto, no es posible articularla con un dis-‐ curso ético moderno. En especial, una concepción estrictamente biologicista de “ley natural”, es fuer-‐ temente criticada, pues no va de acuerdo con la visión cristiana de la persona. Algunos sugieren ocupar el concepto bíblico y positivo de “orden de la creación”, en vez de aquel de “ley natural”. En cambio, una base argumentativa más personal, como aparece ya en los textos del Vaticano II (en particular en Gaudium et Spes), pero sobre todo también en Familiaris Consortio, es considerada como más adecuada, pues hace más accesible el rico contenido de la ética cristiana sobre la familia al hombre de nuestro tiempo. d) ¿Cómo se deberían afrontar los desafíos pasto-‐ rales que surgen cuando bautizados, no practican-‐ tes o que se declaran no creyentes, piden la cele-‐ bración del matrimonio? Si los bautizados no practicantes o aquellos que se declaran no creyentes, piden la celebración del matrimonio, se necesita, ante todo, reservar para ellos, una cálida acogida, animarlos y apoyarlos en su decisión de contraer matrimonio. Al mismo tiempo, es importante ofrecerles una preparación cristiana al matrimonio, que sea completa y de ca-‐
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lidad, o también exigirla de modo vinculante. Las parejas jóvenes que han tomado la decisión de ca-‐ sarse, se encuentran en una fase de la vida espe-‐ cialmente importante de su relación de pareja, y en la que normalmente escuchan con buena dis-‐ posición los consejos basados en una experiencia feliz de vida matrimonial y familiar. Si después de esto, en el contexto de la preparación al matrimo-‐ nio se dan cuenta que, por un lado, la Iglesia tiene una alta valoración del matrimonio, del amor con-‐ yugal, de la sexualidad y de la vida familiar, y por otro lado aprenden habilidades útiles desde el punto de vista práctico -‐por ejemplo en la comuni-‐ cación al interior de la pareja-‐, entonces, la prepa-‐ ración al matrimonio puede abrir la puerta a un nuevo acercamiento a la vida de fe. Las parejas que después de la preparación al ma-‐ trimonio, toman distancia explícita de la concep-‐ ción cristiana del matrimonio, no pueden contraer matrimonio sacramentalmente valido, a causa de la falta de consenso. Pero al mismo tiempo, se de-‐ be tomar seriamente el deseo de tener una cere-‐ monia religiosa, probablemente basado en un di-‐ fuso sentimiento religioso. Las respuestas a esta pregunta, sobre cómo responder a la petición de estas parejas y acerca del deseo de obtener la ce-‐ lebración del matrimonio, son múltiples. En todo caso, antes de tomar una decisión concreta, se de-‐ be examinar cuidadosamente cada caso en parti-‐ cular. Si es necesario, una forma adecuada, podría ser una bendición de la pareja, sin tener que exigir el consentimiento matrimonial según el derecho canónico. 3.-‐ LA PASTORAL DE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN a) ¿Qué experiencias han sido maduradas en las últimas décadas en orden a la preparación al ma-‐ trimonio? ¿Cómo se ha tratado de estimular la ta-‐ rea de evangelización de los esposos y de la fami-‐ lia? ¿En qué modo se puede promover la concien-‐ cia de la familia como “Iglesia doméstica”? En las diócesis alemanas se han desa-‐ rrollado numerosos y diversos mode-‐
los de cursos y conferencias de pre-‐ paración al matrimonio. El espectro va desde un seminario que dura un día, hasta seminarios que duran el fin de semana; desde cursos en la noche, hasta numerosas reuniones de fin de semana. Las experiencias realizadas son muchas. Algunas dió-‐ cesis cuentan que el número de participantes está disminuyendo; otras registran un reciente aumen-‐ to en el número de participantes. Dependiendo de las diócesis, la participación va entre el 10 y el 60 por ciento de las parejas que se casan por la Igle-‐ sia; casi un tercio en promedio. Los seminarios es-‐ pecialmente, porque requieren más tiempo, son frecuentados por pocas parejas de novios. La en-‐ trevista de preparación al matrimonio, que hace el párroco o el encargado parroquial, es obligatoria para todas las parejas de novios, pero, normal-‐ mente no es utilizado como una oportunidad, para tener una conversación más profunda, sino que, esto queda en un contexto más bien formal. Gene-‐ ralmente, los novios lamentan un trato impersonal y formal de sus situaciones. La misión evangelizadora de los cónyuges y de las familias es vista en el hecho, de que como matri-‐ monio, con el paso de los años se vaya desarro-‐ llando como una convivencia de personas, capaz de mostrar un atractivo modelo cristiano de ma-‐ trimonio. Pero también, la transmisión de la fe a las nuevas generaciones es vista como una verda-‐ dera misión evangelizadora de las familias. Nume-‐ rosos momentos, dentro del ámbito diocesano o decanato o parroquial, organizados por asociacio-‐ nes y movimientos, dan un impulso a esta misión evangelizadora. En efecto, son muchas las peticio-‐ nes para seminarios sobre temas de educación. Desde 1971, las diócesis alemanas celebran cada año, un domingo dedicado a las familias. Con este fin, la secretaría de la Conferencia Episcopal Ale-‐ mana, publica un cuaderno especial, que afronta temas y problemas actuales. Numerosas otras pu-‐ blicaciones y diversos periódicos dan un impulso a la vida familiar cristiana. En Alemania, muy rara vez la familia es consciente de ser una Iglesia doméstica. En todo caso, es po-‐ sible promover esta conciencia, haciendo com-‐
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prender que se trata de toda la vida familiar, sin limitar la imagen de Iglesia doméstica solo a la oración en común. En Alemania, por una razón his-‐ tórica –confesional, existen importantes aprehen-‐ siones frente a la realización de prácticas religiosas al interior del hogar. b) ¿Se ha logrado proponer estilos de oración en familia, que sean capaces de resistir ante la com-‐ plejidad de la vida y de la cultura actual? En Alemania, hay una práctica multiforme de la oración familiar. En las familias cristianas, inclu-‐ yendo todas las formas de oración con niños, se practica principalmente la oración antes de las comidas. También es una práctica común la ora-‐ ción de la tarde con los niños, pero cada vez me-‐ nos familias son capaces de practicar y desarrollar la práctica de la oración comunitaria. Hay una gran demanda de gestos, signos, y palabras sencillas, que permitan, a las familias poder orar con los ni-‐ ños pequeños, sobre todo en lo cotidiano. Con es-‐ te fin, se venden muchos subsidios simples y de uso fácil. Orar en familia, se transforma en un pro-‐ blema difícil, cuando los niños crecen. El nuevo li-‐ bro de cantos y oraciones Gotteslob, pretende ser también una ayuda para el ejercicio de la oración en el hogar. c) ¿En qué modo las familias cristianas han sabido realizar la propia vocación de trasmitir la fe en la actual situación de crisis entre las generaciones? Especialmente en los años sesenta y setenta del siglo pasado, Alemania ha experimentado un con-‐ flicto generacional. Desde entonces, en las fami-‐ lias, ha mejorado mucho la relación entre las gene-‐ raciones. Hoy en día, en lo relativo a la religión, los padres tratan de no obligar a los niños a nada. En este campo se busca evitar conflictos, en lugar de enfrentarlos.También en temas religiosos los pro-‐ pios padres se sienten inseguros, por lo que, en cuanto a la transmisión de la fe, a menudo se que-‐ dan sin palabras y delegan este tema, o bien se lo encargan a instituciones importantes como guar-‐ derías, iglesias y la escuela. En este contexto, han cobrado un rol impor-‐
tante los abuelos, que pareciera pueden transmitir mucho mejor la fe. Pero, incluso esto resulta difícil hoy, por el hecho de que mu-‐ chas familias viven lejos de sus abuelos. Durante el año, tienen una gran importancia, en la transmisión de la fe, la organización de las fiestas cristianas, pero también la celebración del bautis-‐ mo, la primera comunión y la confirmación. Asi-‐ mismo, en las conversaciones con los niños sobre temas como la muerte y la enfermedad, la fe tiene una presencia fundamental. Con motivo de la muerte de parientes cercanos, como por ejemplo, los abuelos, la actitud cristiana inspirada en la es-‐ peranza, se convierte en un argumento clave. Al mismo tiempo, se sufre mucho por la ausencia de la palabra religiosa. d) ¿De qué manera las Iglesias locales y los movi-‐ mientos de espiritualidad familiar ha sabido crear caminos ejemplares? A nivel de las parroquias, decanatos y diócesis hay grupos de familias, con propuestas de tiempo li-‐ bre, retiros espirituales y diversos cursos para las familias. Una serie de movimientos eclesiales pone a la familia en el centro de su trabajo. Pero en nin-‐ gún caso se trata de un fenómeno de masa, sino más bien de pequeñas oportunidades. Hay, ade-‐ más, otros cursos de educación para los padres que son ofrecidos por organizaciones eclesiales. Por ejemplo, “KESS-‐erziehen” (“educar KESS”, que está para cooperar, alentar, socializar, orientar la situación), propuesto por la Arbeitsgemeinschaft Katholische Familienbildung (AKF), gestionadas por las diócesis alemanas. También están las cartas a los padres Elternbriefe Du und wir, publicada por parte de los obispos alemanes y elaboradas para transmitir una orientación educativo cristiana, en el periodo de la crianza de los hijos y que llegan a muchas familias, en total unas 130.000 beneficia-‐ rias. e) ¿Qué aporte específico han logrado dar los ma-‐ trimonios y las familias, en orden a la difusión de una visión integral del matrimonio y de la familia cristiana, que sea creíble hoy?
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Hoy en día, el éxito del matrimonio y la familia no está asegurado. Los jóvenes están en busca de modelos que hayan tenido éxito y en la sociedad se puede observar que existe una alta estima por los matrimonios que, después de muchos años juntos, viven todavía una relación marcada por el afecto. Si las parejas casadas y las familias cristia-‐ nas, dan a entender y relatan que matrimonio y familia son más estables y tienen más futuro, en la medida que se convierten en una comunidad sos-‐ tenida por el amor, entonces estos modelos se transforman en testimonios visibles y de este mo-‐ do, matrimonio y familia se convierten en modelos de vida creíbles. Esto siempre ha sido visto, de modo unánime, como elemento central del traba-‐ jo misionero de los esposos y de las familias. Mien-‐ tras tanto, en muchas diócesis alemanas se cele-‐ bran, con la presencia del obispo, jubileos y cele-‐ braciones de acción de gracias, para cónyuges que tienen muchos años de matrimonio. Junto con la valoración de estas historias, estos eventos siem-‐ pre ofrecen una excelente oportunidad para hacer visible el logro del matrimonio, sea dentro de la Iglesia, como dentro de la sociedad. f) ¿Qué atención pastoral ha demostrado la Iglesia para sostener el camino de los matrimonios en formación y de aquellos que atraviesan por una crisis? En este sentido, podemos mencionar algunos de los proyectos realizados en la mayoría de las dió-‐ cesis alemanas, entre los cuales están los cursos de comunicación EPU (un programa de comunica-‐ ción en la pareja) diseñados para las parejas jóve-‐ nes, que han sido desarrollados y valorados como una herramienta de la ciencia social, para ayudar a la vida de la pareja en el contexto de Iglesia Católi-‐ ca y que se ofrecen, tanto en la preparación al ma-‐ trimonio, como en el acompañamiento de la vida matrimonial. También las cartas a los esposos, que en muchas diócesis son enviadas a las parejas de esposos suscritas, son una respuesta positiva: 10 cartas enviadas por correo, en un periodo de dos años. En fin, también tiene un signifi-‐ cado especial, la terapia de pareja y
familiar, y la consejería para quien tiene problemas existenciales. Es una posibilidad de terapia profesional, ofrecida por la pastoral, que actualmente cuenta con 274 centros de con-‐ sejería a nivel nacional, 345 puestos de trabajo a tiempo completo para consejeros de ambos sexos, calificados profesionalmente, con un volumen anual de 420.000 horas de asesoría. Las diócesis alemanas financian el 72% de estas consultas, ac-‐ cesible a todos y en su mayor parte, de forma gra-‐ tuita para aquellos que necesitan, mientras que el Estado solo entrega pocas ayudas. En este contexto, hay que señalar también, el ase-‐ soramiento para la planificación familiar y el “telé-‐ fono amigo”, como otros servicios de asesora-‐ miento y apoyo de Caritas en los casos de dificul-‐ tad. Pero también, frente a estos ejemplos, es ne-‐ cesario constatar que en muchas de estas áreas se necesita con urgencia un mayor compromiso de la Iglesia. Además, es importante decir que estas ofertas están diversamente disponibles a nivel re-‐ gional y que algunas regiones están claramente desatendidas 4.-‐ SOBRE LA PASTORAL PARA AFRONTAR ALGU-‐ NAS SITUACIONES MATRIMONIALES DIFÍCILES a) ¿Es una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular la convivencia ad experimentum? ¿Es posible estimar numéricamente un porcentaje? En los comentarios de la diócesis, viene constata-‐ do de modo unánime, que la “convivencia prema-‐ trimonial”, no es solo un tema importante, sino más bien una realidad pastoral generalizada. Casi todas las parejas que piden el matrimonio religio-‐ so, ya conviven desde hace años (se estima que va desde el 90% al 100%). Esta realidad es valorada de modo positivo por los católicos, más o menos igual que el conjunto de la población, como lo de-‐ muestra una reciente encuesta . También aumen-‐ tan los matrimonios de parejas que ya tienen hijos. Pero la convivencia no se ve tanto como un “expe-‐ rimento”, sino como un momento normal, una etapa preliminar del matrimonio, que es vivida como la oportunidad de afianzar la relación y en
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segundo momento contraer matrimonio, si es que la relación es estable. Considerando el vínculo permanente del matrimonio y con la conciencia de que una crisis matrimonial equivale a una profun-‐ da crisis existencial, muchos piensan que el matri-‐ monio, sin una convivencia prematrimonial denota una irresponsabilidad. b) ¿Existen uniones libres de hecho, sin reconoci-‐ miento religioso ni civil? ¿Hay datos estadísticos confiables? La convivencia de hecho, sin reconocimiento civil o religioso, es un fenómeno en crecimiento. En Ale-‐ mania, de las parejas heterosexuales, que forman un mismo hogar, en el 2012 (20,693 millones), el 87% eran casadas (17,993 millones) y el 13% eran parejas de hecho (2,693 millones). Otra cifra nos puede ilustrar esta nueva tendencia: en Alemania en el 2012, 180.311 niños nacieron de madre cató-‐ lica: las madres de 128.455 estaba casada, mien-‐ tras que las de 51.856 niños, era soltera. Esto sig-‐ nifica que el 71,8% de todos los niños que nacieron en el 2012, de una mamá católica llegó al mundo en un matrimonio y el 28,8% ha nacido de madre soltera. Considerando la sociedad en su conjunto, el porcentaje de nacimientos fuera del matrimonio en los nuevos estados federales es claramente una mayoría (en 2011: 61,7% en los nuevos estados; 29% en los antiguos estados). Por lo tanto, hoy en día, el nacimiento de un hijo no es más un motivo obvio para contraer matrimonio. Los católicos en Alemania aceptan, sin mayores problemas, la con-‐ vivencia de parejas no casadas. En este sentido só-‐ lo un 3% asume un estricto rechazo al respecto. c) ¿Son una realidad pastoral relevante en la Igle-‐ sia particular los que están separados y los divor-‐ ciados casados de nuevo? ¿Cuál es el porcentaje numéricamente estimable? ¿Cómo se enfrenta es-‐ ta realidad a través de programas pastorales ade-‐ cuados? ¿Cuáles? También los separados y divorciados vueltos a ca-‐ sar, se han transformado en una parte normal de la realidad pastoral alemana. En Alemania uno de cada tres matrimo-‐
nios termina en divorcio, aunque recientemente el número total anual de divorcios va a la baja. Aproximadamente, en la mitad de los divorcios existen hijos menores afectados. Algunos estudios concluyen que los matrimonios de los ca-‐ tólicos son un poco más estables que el promedio. Sin embargo, la diferencia no es muy grande. En la pastoral de la Iglesia hay una amplia gama de consejería matrimonial, familiar y existencial, es-‐ pecialmente a disposición de las personas que en-‐ frentan una separación, un divorcio y un nuevo matrimonio. Además, en las diócesis alemanas hay programas para el acompañamiento pastoral de las familias monoparentales que tienen grandes problemas desde el punto de vista social y un alto riesgo de pobreza. d) En estos casos: ¿Cómo viven los bautizados su irregularidad? ¿Son conscientes de ella? ¿Mani-‐ fiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibili-‐ dad de recibir los sacramentos? Los bautizados no viven su situación como una condición irregular. En este contexto, ellos sin du-‐ da rechazan los términos “regular” e “irregular”, porque son términos percibidos como marginado-‐ res y discriminadores, especialmente respecto a las familias, que de todos modos ya se enfrentan con difíciles condiciones de vida. Ellos juzgan la se-‐ paración que se ha producido y la creación de una nueva relación como moralmente justificada y, por el contrario, a veces sostienen que sería un pecado permanecer en una relación insostenible. Incluso, entre las personas que trabajan en las pa-‐ rroquias, en diversas parejas se encuentran perso-‐ nas que están divorciadas y vueltas a casar. Sin embargo, muchos de ellos, especialmente los que están comprometidos en la Iglesia, viven esta situación con un gran dolor. Alejados de los sa-‐ cramentos, pero también de algunos servicios y ta-‐ reas, se sienten discriminados y excluidos. El divorcio y el nuevo matrimonio a menudo traen consigo un proceso de alejamiento de la Iglesia o de aumento de la distancia ya existente. Muchos quisieran no tener nada más que ver con una insti-‐
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tución que han experimentado como discrimina-‐ dora. Este alejamiento de la Iglesia, conduce siem-‐ pre también a un alejamiento de la fe cristiana, que roto el vínculo con la Iglesia y debido a lo que la Iglesia dice y que muchas veces no es compren-‐ dido, se hace cada vez más débil. e) ¿Qué piden a la Iglesia las personas divorciadas y casadas de nuevo, a propósito de los sacramen-‐ tos de la Eucaristía y de la Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en estas situaciones ¿cuántas piden dichos sacramentos? La mayoría de los católicos, incluso los que viven en un matrimonio intacto, no pueden entender la enseñanza de la Iglesia sobre este punto. Es más, exigen una pastoral basada en el respeto frente al problema de la conciencia del individuo y una acti-‐ tud misericordiosa en relación al quiebre, que permita un nuevo comienzo y la readmisión a los sacramentos, en particular a la Eucaristía. Ellos, subrayan, que en general, en una nueva relación también se viven los valores cristianos, como el amor, la lealtad, la responsabilidad en la pareja y con sus hijos. La readmisión a los sacramentos es pedida, sobre todo, por los católicos que partici-‐ pan en la vida parroquial. f) ¿Podría ofrecer realmente un aporte positivo a la solución de las problemáticas de las personas implicadas la agilización de la praxis canónica en orden al reconocimiento de la declaración de nuli-‐ dad del vínculo matrimonial? Si la respuesta es afirmativa ¿en qué forma? Las respuestas que han llegado de las diócesis, son unánimes en subrayar que la mayor parte de los católicos en los que ha fallado el matrimonio no piensa en el problema de la validez, ya que sostie-‐ nen que el propio matrimonio, normalmente de larga duración, no es nulo, sino que ha fallado. Por lo tanto, un proceso de anulación es generalmente juzgado como algo incorrecto. Esperan, más o me-‐ nos como hacen las Iglesias Ortodoxas, que la Igle-‐ sia les abra la posibilidad de comenzar de nuevo. Para un porcentaje menor de interesados, el pro-‐ ceso de nulidad del matrimonio po-‐ dría contribuir a la solución de sus
problemas si fuera más breve, se tramitara de un modo más simple y fuera com-‐ plementado con un acompañamiento espiritual. g) ¿Existe una pastoral orientada a la atención de estos casos? ¿Cómo se desarrolla esa actividad pastoral? ¿Existen al respecto programas a nivel nacional y diocesano? ¿Cómo es anunciada a los separados y a los divorciados casados de nuevo la misericordia de Dios? ¿Cómo se pone en práctica el apoyo de la Iglesia en el camino de fe de estas personas? Los interesados, creen que la exclusión de los sa-‐ cramentos como consecuencia de un nuevo ma-‐ trimonio civil, es una discriminación injustificada y una crueldad. El abandono de la comunidad euca-‐ rística se experimenta de una manera particular-‐ mente dolorosa con ocasión de la primera comu-‐ nión de sus hijos. A menudo, este alejamiento conduce a la separación de la comunidad eucarís-‐ tica de los niños, a quienes les falta el ejemplo de los padres en una vivencia de la comunión eucarís-‐ tica. En el acompañamiento espiritual, más concreto, se puede asumir una práctica de acercamiento autó-‐ nomo a los sacramentos. No pocas veces, también hay una práctica de readmisión a la eucaristía que, en general, ha sido previamente conversada con el párroco. Se ofrecen también, particulares funcio-‐ nes religiosas para las personas separadas y vuel-‐ tas a casar, normalmente con la posibilidad del diálogo. Pero los acuerdos individuales no consi-‐ guen cambiar la impresión general sobre la actitud implacable que tiene la Iglesia respecto a los di-‐ vorciados vueltos a casar. Así es que muchos apo-‐ yan explícitamente las Orientaciones para el acompañamiento pastoral, de personas separadas, divorciadas y vueltas a casar de la Oficina de Pas-‐ toral de la Arquidiócesis de Friburgo. Según una reciente encuesta, realizada por el Instituto de Demoscopia de Allensbach, el 66% de los católicos está favor de un matrimonio religioso para los di-‐ vorciados.
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5.-‐ SOBRE LAS UNIONES DE PERSONAS DEL MIS-‐ MO SEXO a) ¿Existe en el país una ley civil de reconocimiento de las uniones de personas del mismo sexo equi-‐ paradas, de algún modo, al matrimonio? Desde el año 2000, en Alemania existe el Instituto de Uniones Civiles Registradas, abierto a las pare-‐ jas del mismo sexo y que en los últimos años han sido casi equiparadas al matrimonio. El derecho de adoptar niños, actualmente está reservado solo para las parejas unidas en matrimonio. En 2012 había 32.000 uniones civiles registradas en Alema-‐ nia y 17.992.000 parejas casadas. b) ¿Qué actitud asumen las Iglesias particulares y locales ante el Estado civil, promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, y también ante las mismas personas implicadas en este tipo de uniones? Los obispos alemanes se han expresado en repeti-‐ das ocasiones contra la igualdad jurídica del ma-‐ trimonio y de las uniones registradas, señalando que el matrimonio tiene una importancia diferen-‐ te, porque está orientado a la concepción de los hijos y a la formación de una familia y que esto debería estar expresado también en el status jurí-‐ dico de las respectivas instituciones. La Iglesia Ca-‐ tólica no ha logrado defender esta posición en la sociedad, ya que el aspecto que dice relación con la prohibición de la discriminación está tan en pri-‐ mer plano, que ningún otro argumento tiene peso. En el futuro, se prevé una discusión respecto a si las dos instituciones jurídicas deberían ser trans-‐ formadas en una única institución: “matrimonio”, abierto ya sea a las parejas heterosexuales como a aquellas homosexuales. Aquí también la Iglesia Ca-‐ tólica toma una posición abiertamente negativa y amonestadora, porque ve una equiparación de co-‐ sas que “per sé” son diferentes. c) ¿Qué atención pastoral es posible desarrollar en relación a las personas que han elegido vivir según este tipo de uniones? A las personas que viven una unión homosexual, la Iglesia ofrece, en par-‐
ticular, un coloquio pastoral y una asesoría en el contexto de sus institutos de conse-‐ jería (matrimonial, familiar, y existencial). Muy ra-‐ ra vez hay seminarios dirigidos o propuestas explí-‐ citas de coloquios pastorales. Hasta ahora, la aten-‐ ción pastoral es generalmente poca. De seguro, se-‐ ría posible un acercamiento mucho más explícito a personas en estas situaciones de vida. En general para los católicos alemanes, la tolerancia y el res-‐ peto individual hacia las personas homosexuales es muy importante. En esto, hay una fuerte sinto-‐ nía con la exhortación que hace el Catecismo de la Iglesia Católica: “Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta…” (n.2358). En este contexto, existe en los católicos alemanes una clara tendencia a admitir, como un imperativo de justicia, el reconocimiento legal de las uniones homosexuales y la igualdad de trato respecto al matrimonio. En cambio, la apertura del matrimo-‐ nio, en cuanto tal, a parejas homosexuales, es más bien rechazada. Sin embargo, muchos creen que es justo y positivo ofrecer un rito de bendición a las parejas homosexuales. d) ¿Cómo habría que comportarse pastoralmente, en el caso de uniones de personas del mismo sexo que hayan adoptado niños, en vista de la transmi-‐ sión de la fe? Estos pocos niños no son excluidos de la transmi-‐ sión de la fe, si la persona que ejerce patria potes-‐ tad pide para ellos el bautismo, el catecismo, la enseñanza de la religión y la primera comunión. Es rechazado fuertemente cualquier tratamiento di-‐ ferente de estos niños. 6.-‐ SOBRE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS EN LAS SITUACIONES MATRIMONIALES IRREGULARES a) ¿Cuál es en estos casos la proporción estimada de niños y adolescentes, en relación a los niños nacidos y educados en familias regularmente cons-‐ tituidas? En Alemania, en el 79% de todas las familias los ni-‐ ños crecen con sus dos padres naturales. En el 10% de las familias, uno o más de los niños son hijos
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ilegítimos de uno de los padres. El 11% de las fami-‐ lias son monoparentales, a menudo es la madre la que está presente. b) ¿Con qué actitud los padres se dirigen a la Igle-‐ sia? ¿Qué piden? ¿Sólo los sacramentos o también la catequesis? Los padres se dirigen a la Iglesia con actitudes muy diferentes. La tendencia es que son raras las oca-‐ siones en que ellos quieren “solo los sacramentos” para sus hijos, porque la mayoría de los padres que no tienen un interés adicional, no le dan valor al bautismo o a la Primera Comunión. En cambio, los que quieren que su hijo reciba el bautismo y la primera comunión, en general, también aceptan la catequesis y la enseñanza de la religión. En la men-‐ te de los padres es muy importante el aspecto de la bendición: en efecto, desean que la Iglesia im-‐ parta a sus hijos la bendición divina. Desean que sus hijos sean acogidos con amabilidad y en ello ven un signo de que junto a sus hijos, también ellos son aceptados. Al mismo tiempo, los padres buscan ayuda en la educación y socialización reli-‐ giosa, orientada a los valores de sus hijos. c) ¿Cómo las Iglesias particulares intentan respon-‐ der a la necesidad de los padres de estos niños de ofrecer una educación cristiana para sus hijos? En Alemania hay casi 9.200 guarderías, 686 escue-‐ las de enseñanza general y 686 escuelas profesio-‐ nales, gestionadas por la Iglesia Católica, que son apreciadas y requeridas por todos los estratos so-‐ ciales. En casi todos los Land la escuela ofrece reli-‐ gión como materia de estudio. En general, todos los niños bautizados pueden participar en la cate-‐ quesis de preparación a la primera comunión y a la confirmación. En muchas parroquias, no se consi-‐ dera un problema que los padres divorciados y vueltos a casar civilmente participen activamente de la preparación a la primera comunión. Otras ofertas son la recreación después de clases para niños y adolescentes, particularmente en las 16 asociaciones nacionales de la Juventud Católica Alemana, los movimientos religiosos y la pastoral juvenil e infantil, como
el servicio de los monaguillos. To-‐ das estas propuestas están a disposición de todos los niños, sin excepción. d) ¿Cómo se desarrolla la praxis sacramental en estos casos: la preparación, la administración del sacramento y el acompañamiento? Generalmente, los padres son invitados a inscribir a su hijo al curso de preparación a la primera co-‐ munión, que generalmente comienza al inicio de la Tercera Clase. En el mejor de los casos, al inicio del curso, el pastor responsable se reúne con cada familia en una conversación personal, en la que se exponen las reciprocas expectativas y necesidades. En la mayor parte de las parroquias, los niños y los padres son acompañados por un grupo de cate-‐ quistas, que trabajan de modo voluntario: estos se encargan también de la enseñanza catequística. En lo cotidiano de la pastoral, hay padres que perte-‐ necen a diversas confesiones. Esto es una realidad normal, como lo son también los padres divorcia-‐ dos, separados y vueltos a casar civilmente. Es en este contexto donde se hace urgente la peti-‐ ción de admitir a los sacramentos a los padres di-‐ vorciados y vueltos a casar, ya que los padres ad-‐ vierten como grave y frustrante el hecho de que dentro de la parroquia, sus hijos son confrontados con reglamentos contra sus padres, que sienten como injustos y sobre los cuales, son interpelados por los propios hijos. En muchos casos, es en la ca-‐ tequesis de la primera comunión, donde se decide si la Iglesia pierde el contacto con la pareja vuelta a casar y por lo tanto con la familia, o a la inversa, si junto al padre y la madre, la Iglesia adquiere la oportunidad de llevar su mensaje, también a los niños. Estas relaciones explican la importancia cru-‐ cial que tiene una pastoral sensible y basada en el respeto; que tiene en consideración la situación de los niños y de las familias y, si es necesario, que responde con una atención particular, ofreciéndo-‐ les un apoyo especial. 7.-‐ SOBRE LA APERTURA DE LOS CÓNYUGES A LA VIDA
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a) ¿Tienen los cristianos un real conocimiento de la doctrina de la Humanae Vitae sobre la paternidad responsable? ¿Qué conciencia se tiene del valor moral de los diferentes métodos de control de los nacimientos? ¿Qué profundizaciones podrían ser sugeridas sobre esta materia desde el punto de vista pastoral? La encíclica Humanae Vitae (1968) sobre la pater-‐ nidad responsable, solo es conocida por la genera-‐ ción más anciana. Desde el principio, ha sido redu-‐ cida a la prohibición de los así llamados métodos anticonceptivos “artificiales”. Los más jóvenes no conocen la encíclica, como se aprecia unánime-‐ mente en las respuestas entregadas. Sin embargo, la doctrina según la cual los padres deben evaluar la cantidad de niños en relación con sus condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales (cf. Gaudium et Spes, n 51;. Humanae vi-‐ tae, n.10), encuentra un amplio consenso, dentro y fuera del Iglesia. Por el contrario, la distinción en-‐ tre los métodos de anticonceptivos “naturales” y métodos “artificiales” y la prohibición de utilizar estos últimos, es rechazada por la mayoría de los católicos y prácticamente ignorada. Para la mayor parte de los católicos, la “paternidad responsable” comprende también la elección del método apro-‐ piado, seleccionado de acuerdo a criterios de se-‐ guridad, practicidad y tolerancia física. La distin-‐ ción entre métodos anticonceptivos y los métodos que impiden la implantación del óvulo fecundado, es algo que tiene mayor consenso. El aborto es re-‐ chazado por la mayor parte de los católicos. b) ¿Es aceptada la mencionada doctrina moral? ¿Cuáles son los aspectos más problemáticos que dificultan la aceptación en la gran mayoría de los matrimonios? La gran mayoría de los católicos, así como la mayo-‐ ría de la población alemana, afirma que el matri-‐ monio debe estar abierto a la concepción y consi-‐ dera que en su proyecto de vida, una buena vida familiar con los niños tiene un papel muy impor-‐ tante. Sin embargo, la mayoría de los católicos re-‐ chazan la doctrina de la Iglesia según la cual, todos los aspectos de la se-‐
xualidad humana deben tenerse en cuenta en toda relación sexual y por lo tanto todo “acto conyugal hecho intencionalmente infértil”, es en sí mismo inmoral (cf. Humanae Vitae, n. 14). Una minoría, inferior al 3%, se inclina a favor de los métodos de control de natalidad “natural” y los practica por convicción personal, aunque a menu-‐ do también lo hace por motivos de salud. c) ¿Qué métodos naturales son promovidos de parte de las Iglesias particulares para ayudar a los cónyuges a aplicar la doctrina de la Humanae Vi-‐ tae? La Conferencia Episcopal Alemana dirige una ofici-‐ na propia que se ocupa de los métodos anticon-‐ ceptivos naturales, ubicada al alero de los centros de la Orden de Malta. En este contexto, también hay una permanente cooperación con la Clínica Ginecológica de la Universidad de Heidelberg. Mu-‐ chas diócesis también ofrecen cursos de planifica-‐ ción natural de la familia, pero la participación en ellos es relativamente pequeña. También, de parte de muchas personas que trabajan en pastoral y en Caritas, existe un fuerte escepticismo y poca vo-‐ luntad de informarse sobre este método y difun-‐ dirlo. d) ¿Cuál es la experiencia respecto a este tema en la praxis del sacramento de la Penitencia y en la participación en la Eucaristía? Dado que la mayoría de los católicos no hace dife-‐ rencia entre los métodos “naturales” y “artificia-‐ les”, tampoco establece un nexo entre la elección del método anticonceptivo y la recepción del sa-‐ cramento de la confesión o de la eucaristía. Las respuestas recibidas de las diócesis, dicen unáni-‐ memente que la utilización de métodos “artificia-‐ les” para el control de la natalidad no es juzgada como un pecado y por lo tanto no es materia de confesión. Más bien, la cuestión de la culpa y el pecado se presenta con un mayor análisis respecto de la relación entre los dos miembros que compo-‐ nen la pareja. Son considerados como pecado la infidelidad, la falta de amor o la falta de respeto.
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e) ¿Qué contrastes se detectan entre la doctrina de la Iglesia y la educación civil en relación a esta temática? La educación sexual fuera de la Iglesia alienta a los jóvenes a que tengan una relación consciente, au-‐ tónoma y responsable con su cuerpo, y una rela-‐ ción con los otros basado en el respeto. Tener una relación responsable con la sexualidad significa principalmente prevenir embarazos no deseados y la transmisión de enfermedades, en particular el VIH-‐SIDA. La prohibición de la Iglesia de usar los métodos anticonceptivos “artificiales”, especial-‐ mente el uso del preservativo, es juzgada negati-‐ vamente en relación a la prevención del VIH; por considerar que no es solo poco realista, sino ade-‐ más claramente inmoral. f) ¿Cómo se puede promover una mentalidad más abierta a la natalidad? ¿Cómo se puede favorecer-‐ se el aumento de los nacimientos? La decisión de tener un hijo depende de muchos factores. Durante mucho tiempo, en el centro de la política nacional de la familia, está el desarrollo de la actividad laboral ininterrumpida de ambos padres y con esto viene una mejor conexión en la compatibilidad entre “familia y trabajo.” Pero más allá de esto que es crucial para el futuro de las fa-‐ milias, está la creación de condiciones esenciales, que permitan a los padres jóvenes, poder decidir libre e independientemente sobre el modo de or-‐ ganizar el matrimonio y la familia. Posibilidad de cuidado de los niños, horarios de trabajos flexibles, trabajos “part-‐time” y la reinserción en la vida la-‐ boral, son factores importantes. Sobre la forma-‐ ción de la familia y el número de hijos, también in-‐ fluyen preguntas como si es el momento adecuado de hacer crecer la familia, si la relación entre los cónyuges es estable, qué seguridades ofrece la vi-‐ da, si la sociedad es adecuada, cuál el acuerdo acerca de las tareas del hogar, etc. En lo pastoral, la Iglesia, en su rol de defensa de la familia frente a la sociedad y la política, ayuda a promover un clima favorable en la vida y la familia, y ayuda a asumir las responsabilida-‐ des respectivas. Además, se empeña
en crear las mejores condiciones para que esto suceda. De hecho, la apertura a la vida no sólo es un desafío de la teología moral, sino también de la ética social. Las diócesis alema-‐ nas ayudan a las familias, invirtiendo considerables recursos financieros en la construcción y manten-‐ ción de jardines infantiles, guardería a tiempo completa y escuelas de calidad. A través de nume-‐ rosas instituciones y de una amplia gama de aseso-‐ ramientos y actualizaciones, ellas ofrecen, no solo en tiempos difíciles, una valiosa ayuda y apoyo. Gracias a este compromiso, la Iglesia alemana goza de un amplio y favorable consenso social. 8.-‐ SOBRE LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE LA FAMILIA Y LA PERSONA a) Jesucristo revela el misterio y la vocación del ser humano ¿La familia es realmente un ambiente pri-‐ vilegiado para que esto tenga lugar? También en la sociedad de la República Federal de Alemania del siglo XXI, la familia es el primer y principal núcleo formativo de la persona humana. En la familia, el hombre aprende sobre lo básico de las relaciones de confianza, adquiere la capacidad de forjar vínculos personales y recibe la primera educación religiosa. En general, la familia perma-‐ nece para toda la vida como el lugar de acogida in-‐ condicional y de protección de la persona. Las so-‐ lemnidades del año litúrgico, que ayudan al acer-‐ camiento a la persona de Jesucristo, son celebra-‐ das en familia como fiestas centrales. Es difícil re-‐ emplazar la familia, allí donde está ausente como primera comunidad que nos educa y nos enseña el amor. Por lo tanto, es evidente que es un lugar privilegiado para la transmisión de la fe. A los jó-‐ venes, que están creciendo en una sociedad com-‐ pleja y pluralista, los padres sienten la necesidad de ofrecerles una orientación sólida para la vida, que sea un apoyo también después de la infancia. Pero a menudo, los padres no se sienten a la altu-‐ ra, se sienten inseguros en temas de orientación religiosa y muchas veces son incapaces de hablar-‐ los.
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b) ¿Qué situaciones críticas de la familia en el mundo actual pueden constituir un obstáculo para el encuentro de la persona con Cristo? Hoy en día las familias se encuentran ante la difi-‐ cultad de organizar una vida familiar, en un mundo donde el trabajo es dominante y está perfecta-‐ mente estructurado y que exige de las familias ca-‐ da vez más flexibilidad. Allí donde, por ejemplo, no es posible tener las comidas en común, será tam-‐ bién imposible que se pueda orar antes de las co-‐ midas. En todas las investigaciones y encuestas realizadas, los padres lamentan tener demasiado poco tiempo para la vida en familia y para los hi-‐ jos. La vida, en todos sus aspectos cada vez más convulsionada, hace que sea cada vez más raro poder gozar los momentos de paz y tranquilidad en familia. La creciente individualización de la vida cotidiana, provoca que, en el seno de la familia, lo religioso sea visto como una cosa privada de cada uno de los integrantes de ella. En este contexto, es muy difícil sostener un diálogo sobre lo que signifi-‐ ca Jesucristo en la propia vida. Por otra parte hay que recordar también la insegu-‐ ridad fundamental que experimentan las personas en temas de orientación religiosa y de fe. Se dan cuenta que, en realidad, la fe de sus hijos ya no es suficiente. No existen muchas ayudas destinadas para los adultos con problemas de fe y muchos ni siquiera lo perciben. Incluso en el periodo de “des-‐ canso parental” (pos natal), hay poco tiempo a disposición. En esta situación, es difícil buscar for-‐ mas adecuadas para la transmisión de la fe. c) ¿En qué medida las crisis de fe que las personas pueden atravesar inciden en la vida familiar? Las inseguridades y las crisis religiosas, a menudo, conducen a un alejamiento de la Iglesia y de su en-‐ señanza, que es percibida como difícil de enten-‐ der. Llevan a guardar silencio sobre cuestiones de fe y refuerzan la tendencia a encerrarse en una so-‐ ciedad y en un modo de vivir con escasas referen-‐ cias y símbolos religiosos; una sociedad en la cual, las preguntas centrales de la fe, si bien no son ig-‐ noradas, son postergadas. De este modo la vida familiar se desarrolla en
un clima de “agnosticismo prácti-‐ co”. Pero lo que también se pierde es el apoyo y la orientación última que la fe regala a los hombres. Al mismo tiempo nace la tendencia, a menudo descrita por los sociólogos, a esperar de su cónyu-‐ ge y de la familia la mayor felicidad de la familia y la absoluta satisfacción de los sentidos. Todo esto pone en el “otro” y en la familia, un gran peso y aumenta las expectativas hacia ellos, haciendo crecer el riesgo de un fracaso. 9.-‐ OTROS DESAFÍOS Y PROPUESTAS ¿Existen otros desafíos y propuestas en relación a los temas tratados en este cuestionario que me-‐ rezcan ser considerados como urgentes o útiles? A pesar de toda la diversidad de procedimientos aplicados en las diócesis alemanas, la encuesta ha puesto de relieve una serie de cuestiones y pers-‐ pectivas que son importantes para la situación global de la Iglesia católica en Alemania y para una nueva orientación de lo pastoral. Por ejemplo, se subraya que es muy necesario te-‐ ner una mayor preocupación por el individuo co-‐ mo persona y sujeto autónomo y responsable. En este contexto, también se pone de relieve el límite de toda “moral de prohibición”, que pretende co-‐ municar aquello que sostiene como importante, bajo la forma de “reglas y prohibiciones” (posi-‐ blemente también con sanciones). Requisitos rigu-‐ rosos, a menudo presentados en lenguaje jurídico, provocan una actitud de rechazo y no funcionan allí donde una ética más consultiva, sin duda, pue-‐ de encontrar acogida. Si la Iglesia logra comunicar que está interesada en la buena vida en la comu-‐ nidad, será escuchada cuando alce la voz para ex-‐ hortar o advertir con la intención de convencer. Las respuestas recibidas de las diócesis, dejan en-‐ trever cuán grande es la distancia entre los bauti-‐ zados y la doctrina oficial, especialmente en lo re-‐ lativo a la convivencia prematrimonial, el control de la natalidad y la homosexualidad.
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Especialmente en el campo de la moral sexual conyugal y familiar, es necesario encontrar un esti-‐ lo que sea capaz de liberarse del prejuicio del re-‐ chazo del cuerpo y de una moral contraria a la vi-‐ da. En vez de destacar los casos individuales pro-‐ blemáticos, es importante transmitir de modo “in-‐ vitante”, el mensaje central de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, en su absoluta e incondi-‐ cional aceptación de la vida y del cuerpo. En este contexto, también es necesario revisar el significa-‐ do de la vida conyugal y familiar, como una voca-‐ ción particular en el seguimiento de Cristo. En cuanto al juicio sobre el “fracaso” de las rela-‐ ciones humanas, pareciera que se hace indispen-‐ sable revisar los comportamientos. Sobre este te-‐ ma, como lo demuestran claramente las respues-‐ tas, la gente, también los bautizados, no compren-‐ de el modo de pensar y argumentar de la Iglesia. Aquí, se necesita buscar un lugar al interior de la Iglesia que pueda ser ocupado por las personas que vienen de matrimonios fracasados, y además retomar, en modo constructivo, el tema de la po-‐ sibilidad de la readmisión a los sacramentos. Un tema para reconsiderar es la importancia de las bendiciones para personas en situaciones difíciles, si bien distintas a las celebraciones de los sacra-‐ mentos. Sin embargo, las respuestas de los fieles también revelan que la pastoral debe tratar más que nunca de acompañar a los cónyuges en muy diferentes situaciones y etapas de la vida. Allí donde la Iglesia es vista como un apoyo y una ayuda, también es muy valorada, incluso después de tantas crisis y escándalos. Para realizar esta pastoral del acom-‐ pañamiento, es absolutamente indispensable te-‐ ner un mejor conocimiento de la situación de vida y de las dificultades que viven los esposos y las fa-‐ milias en la sociedad actual. Además, es necesario evaluar el acceso a las ofertas actualmente exis-‐ tentes para las personas y parejas en dificultad y vincularlas mejor entre ellas. Es importante mencionar la necesidad de que la Iglesia se comprometa en favor de las condiciones “marco”, sociales, políticas y econó-‐ micas, de acuerdo a las posibilidades
de la familia y de los niños. También en esto, es necesario ver las familias mismas como sujetos que conocen bien sus propios problemas y apoyarlas con los medios de que dispone la Iglesia. En este contexto, otra posibilidad es dada por la ayuda a las asociaciones católicas que trabajan por la familia y sus redes internacionales. Por último, en la organización del Sínodo extraor-‐ dinario del 2014 y el Sínodo Ordinario de 2015, se deberán tomar realmente en serio, a los esposos y las familias, como sujetos de la pastoral matrimo-‐ nial y familiar; involucrarlos activamente en la preparación de los sínodos y hacerlos participes apropiadamente en las consultas. 2.
Respuestas iglesia belga
Publicado el 18 junio, 2014 de Sínodo sobre la fa-‐ milia 2015 A. EL CUADRO En preparación al Sínodo y en vez de las lineamen-‐ ta acostumbradas (que son las primeras líneas te-‐ máticas) a las cuales los obispos tenían que reac-‐ cionar, las instancias romanas hicieron llegar a to-‐ das las conferencias episcopales un cuestionario detallado para una consulta de todo el pueblo de Dios. Este cuestionario incluye 9 preguntas temáti-‐ cas y sub-‐cuestiones (En total son 39 preguntas abiertas) y fue difundido de manera muy amplia en la Iglesia de Bélgica. En total, se recibieron 1489 respuestas provenientes de personas privadas, de grupos o de expertos… El estilo de estas respues-‐ tas varía desde reflexiones cortas sobre una selec-‐ ción de preguntas hasta consideraciones detalla-‐ das de decenas de páginas. Las respuestas han si-‐ do tratadas por los servicios de la Conferencia episcopal en una síntesis que será enviada a Roma. El proceso fue acompañado por cinco teólogos de la Katholieke Universiteit Leuven y de l’Université Catholique de Louvain (Universidad católica de Lo-‐ vaina, flamenca y francófona). Las respuestas representan a más de 3000 perso-‐ nas. Llama la atención constatar que les respues-‐
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tas francófonas forman la mayoría (70%). No se precisa le medio social de los que contestaron. Es-‐ to significa que no representan proporcionalmente ni los creyentes belgas, ni la sociedad: estas perso-‐ nas dieron su percepción y su opinión. Este sondeo no corresponde siempre necesariamente con los resultados de encuestas científicas empíricas o teóricas. Esto relativiza el resultado sin suprimir su valor: a través de las respuestas aparece lo serio con el cual una cierta cantidad de personas ha ex-‐ presado que se sentían involucradas por el tema ‘Iglesia, matrimonio y familia’. Una dificultad apareció para varias preguntas por-‐ que pedían conocimientos y competencias más que opiniones. Muchos de los que contestaron reaccionaron muy positivamente a la organización del sondeo, pero emitieron críticas en cuanto al estilo y a la formulación de las preguntas. En lo que concierne el resultado deseado por esta con-‐ sulta al Pueblo de Dios, podemos afirmar que esta nueva iniciativa, sin ninguna duda, nos hará pro-‐ gresar. B. ALGUNAS LÍNEAS GENERALES QUE SOBRE SA-‐ LEN DEL TRABAJO El Papa Francisco tomó la iniciativa de organizar de repente dos sínodos sobre “la familia en el contex-‐ to de la nueva evangelización”. Su preocupación es que la fe traiga el amor y la amistad liberadora de Dios en la vida real y diaria de cada uno. La evan-‐ gelización no puede entonces empezar en ningún otro lugar que no sea la familia real, primer lugar de vida y punto de partida de la participación en la sociedad. La distancia creciente entre la familia bajo todas sus formas tal como la conocemos hoy y la ense-‐ ñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, forma, según la encuesta, la principal preocupa-‐ ción de los que responden. Relaciones demasiado tensas entre fe y familia complican peligrosamente la confesión de la fe en la vida diaria. Los que res-‐ ponden piden entonces que la Iglesia haga coinci-‐ dir mejor su enseñanza y muchas ve-‐ ces la interpretación pastoral que re-‐
sulta, con la realidad vivida. Parale-‐ lamente, señalan que no concuerdan como cristia-‐ nos con la evolución de la sociedad belga, que también es origen de esta tensión. Se pide enton-‐ ces a la Iglesia reducir una serie de tensiones entre fe y familia. Piden también a la Iglesia apoyar la familia para que pueda situarse frente a las evolu-‐ ciones de la sociedad que son inconciliables con una visión cristiana de la familia. Esta doble pre-‐ gunta es sin duda el sujeto principal que sale de este trabajo. En unión con esto, podemos todavía discernir al-‐ gunas tendencias generales: -‐ Los que contestan dicen no conocer bien la ense-‐ ñanza eclesial sobre el matrimonio y la familia, pe-‐ ro ser interesados por una formación en la mate-‐ ria. -‐ Hay una diversidad de posiciones sobre los distin-‐ tos temas se manifiesta entre los que contestan con una dominante clara: el deseo de volver a pensar varios de los temas. La mayoría adopta una posición moderada. Al lado de una divergencia de opiniones, constatamos también entre los que contestan una real adhesión a la visión de base so-‐ bre el matrimonio y la familia tal como la propone la autoridad eclesiástica. -‐ Una tensión se hace perceptible entre la protec-‐ ción de la enseñanza y la entrada en diálogo con la cultura. Este diálogo debe establecerse con un do-‐ ble objetivo: comunicar la enseñanza de manera clara y pedagógica, pero también tener la apertura necesaria para adaptar la enseñanza a través de un diálogo con la cultura. -‐ La misma tensión se manifiesta entre lo que pro-‐ pone la Iglesia como medio de vida más profunda y de felicidad, y una aproximación misericordiosa para con aquellos que se alejan de ella. Aquí, a ve-‐ ces, la pregunta de fondo es la de saber cuáles caminos son realmente vivificantes. -‐ Los que contestan dicen vivir una tensión cre-‐ ciente entre lo que la Iglesia ofrece, hacia dónde las convicciones personales los hace adherir, y por otra parte, el proceso decisional político y las evo-‐ luciones sociales que se viven en Bélgica.
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C. PRINCIPALES RESULTADOS DE FONDO POR PREGUNTA Y POR TEMA 1.-‐ Sobre el conocimiento y la difusión de las Sa-‐ gradas Escrituras y del Magisterio de la Iglesia so-‐ bre el matrimonio El conocimiento de la enseñanza de la Iglesia es mayoritariamente débil, solamente algunas perso-‐ nas interesadas están muy enteradas. Los que con-‐ testan indican sin embargo que la enseñanza pue-‐ de intervenir indirectamente por lo vivido en el seno de la familia y de la sociedad. Pero aquí cho-‐ camos con un punto de tope. Sobre ciertos ele-‐ mentos de la doctrina de la Iglesia sobre el matri-‐ monio y la familia, no hay mayoritariamente acuerdo con el magisterio y se hace difícil, para no decir imposible, vivir esta enseñanza en el seno de la familia y de defenderlo en la sociedad. Estos puntos se conocen: la contracepción llamada arti-‐ ficial, la posición de los divorciados vueltos a ca-‐ sarse, la condenación de los actos homosexuales, la sexualidad fuera del matrimonio en diversas cir-‐ cunstancias… Las personas se extienden largamen-‐ te sobre este tema y motivan principalmente de tres maneras esta dificultad respecto a la enseñan-‐ za de la Iglesia. En primer lugar: algunas posiciones eclesiales son condenadas por los encuestados, porque contrarias al espíritu del Evangelio. Ade-‐ más consideran la enseñanza como algo sobrepa-‐ sado, desligado de la realidad, algo que refleja una incomprensión de la familia actual y entonces ha-‐ cen pregunta sobre la incompetencia de la Iglesia sobre cuestiones medicales complejas. En tercer lugar, indican que lo que puede ser un ideal resulta inaccesible por causa de las tendencias sociales, y esto complica terriblemente el ‘vivir como cris-‐ tiano’ en nuestra sociedad. Sin embargo, los fir-‐ mantes estiman que es necesario proteger la fami-‐ lia y el matrimonio y que esta protección es una tarea profética para la Iglesia. Una minoría se dice partidaria de la integralidad de la enseñanza de la Iglesia e insiste particularmente sobre la necesidad de crecer en la fe y la gracia para aprender a vivir de esta enseñanza.
2.-‐ Sobre el matrimonio ‘según la ley natural’ Esta expresión significa para la Iglesia que el ma-‐ trimonio es una realidad desde el comienzo de la creación y de la instauración de la naturaleza hu-‐ mana y entonces no en el sentido de un matrimo-‐ nio religioso. El término ‘ley natural’ produce nu-‐ merosas reacciones en los firmantes: ésta es casi ridiculizada en la sociedad y los cristianos también tienen dificultad con el término porque lo entien-‐ den como constreñimiento para la libertad huma-‐ na. Desligado de lo que se entiende con este tér-‐ mino de ley natural, la significación del matrimo-‐ nio no parece clara para razón de la misma manera que las formas de relaciones alternativas que tiene derecho para existir. La experiencia concreta del matrimonio y de la familia que las personas cons-‐ tatan a su alrededor, muchas veces con personas próximas y amadas, los hace dudar con respecto a conceptos teóricos o a ideales difícilmente alcan-‐ zables. Y las dudas sobre el matrimonio ‘según la ley natu-‐ ral’ se traducen en una posición incierta en la pre-‐ dicación, en la profundización y la formación… también en los cristianos. Algunos piden entonces a la Iglesia establecer una distinción muy clara en-‐ tre el matrimonio como la Iglesia lo entiende y las diversas formas de vida comunitaria que la socie-‐ dad agrupa ahora bajo el término de ‘matrimonio y formas asimiladas’. En el cuadro de la prepara-‐ ción al matrimonio religioso, se solicita a los no practicantes que piden el matrimonio a la iglesia, una preparación más larga para el sacramento. Al mismo tiempo, se constata en nuestro país que los no practicantes que desean el matrimonio se diri-‐ gen cada vez menos a la Iglesia. 3.-‐ La pastoral de la familia en el contexto de la evangelización La preparación al matrimonio parece cada vez más importante en la medida en que el matrimonio re-‐ ligioso se hace menos evidente y en la medida en que la distancia entre las personas casadas y la comunidad de los creyentes crece. Esta pastoral del matrimonio es hoy de calidad desigual, esti-‐
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man los firmantes y está amenazada también por la disminución de los participantes de la comuni-‐ dad eclesial. La educación a la fe en la familia se hace en primer lugar por el testimonio en palabra y actos. Varias veces se hace referencia al ejemplo de una vida que da testimonio del don de sí. Pero también se indica que todas las situaciones familiares que la Iglesia juzga como irregulares pueden también funcionar como iglesias domésticas. Unir la palabra al acto de fe no parece fácil y se siente como casi imposible cuando los hijos entran en la adolescencia y deben efectuar sus propias elecciones con respecto a la fe. La familia como Iglesia doméstica necesita entonces ser apoyada por formas más amplias de comunidades eclesiales como la parroquia, los movimientos, la pastoral de jóvenes. … Se puede decir lo mismo en cuanto a la oración en la familia: esto da resultado todavía a veces con los niños y los firmantes buscan una aproximación creativa. Con los jóvenes en adolescencia, orar en familia y como familia se hace muy difícil. La ‘transmisión’ de la fe no parece funcionar en nues-‐ tra sociedad. Los jóvenes no pueden alcanzar la fe de manera libre y personal. Ya no hay conflictos de generación sobre estos temas porque la mayoría de los mismos padres ya no están sólidamente an-‐ clados en la fe. Los firmantes nombran muchas ve-‐ ces como valores evangélicos los valores humanos que los padres quieren transmitir a sus hijos. Los creyentes sitúan su contribución al matrimonio y a la familia en el hecho de nunca excluir a alguien pase lo que pase. El testimonio cristiano consiste menos en la mantención de una doctrina y más en la acogida, el diálogo, la hospitalidad, el respeto del otro, la disponibilidad para escuchar, la com-‐ prensión, la bondad… La familia debe ser un ‘oasis de paz’. Ella puede entonces ofrecer la hospitali-‐ dad a otras parejas y familias que viven una situa-‐ ción de crisis. Estas familias y estas parejas en cri-‐ sis se sienten demasiadas veces rechazadas por el contenido del discurso de la Iglesia sentido como demasiado duro aunque ellos reco-‐ nocen que esta misma Iglesia los
acoge y ayuda cuando es posible. 4.-‐ Sobre la pastoral para afrontar ciertas situa-‐ ciones matrimoniales difíciles. El cuestionario busca informa con esta rúbrica so-‐ bre la cohabitación antes y fuera del matrimonio, sobre los divorciados y los divorciados vueltos a casar y sobre las relaciones de las personas que vi-‐ ven en esta situación con respecto a la Iglesia y los sacramentos… Los firmantes mencionan en primer lugar que estas situaciones no se viven como algo difícil en nuestra sociedad: todos estos grupos per-‐ tenecen a la composición ‘normal’ de la comuni-‐ dad. Respecto de los cohabitantes, defienden una acep-‐ tación y un respeto hacia lo que puede parecer como un ‘matrimonio en devenir’. Al mismo tiem-‐ po, subrayan el valor del matrimonio como cum-‐ plimiento de esta relación. Se mencionan aquí tres grupos de cohabitantes cuya relación no están formalizada: los jóvenes con una perspectiva de futuro incierta en muchos aspectos, las personas heridas por la vida y que no se atreven a compro-‐ meterse, las personas de edad que, por diversas razones, no desean un compromiso total. Para to-‐ dos estos grupos, los firmantes aconsejan la tole-‐ rancia, la hospitalidad y la proposición de un ca-‐ mino con Dios. En lo que concierne a los divorciados, vueltos o no a casar, los encuestados llaman la atención en primer lugar sobre la importancia numérica de es-‐ te grupo y por eso, hay que tomarlo en cuenta en nuestra sociedad. El divorcio no es una situación excepcional y debe ser integrada a la manera en la cual la Iglesia se vuelca hacia el matrimonio y la familia. Es necesario considerar el divorcio como una situación que es parte de la Iglesia. Diversas proposiciones fueron presentadas sobre el acceso a los sacramentos de parte de los divor-‐ ciados vueltos a casar, pero también se pide que la Iglesia no se focalice unilateralmente sobre este problema. Una mayoría pide que la Iglesia deje de hacer una diferencia con respecto a las parejas ‘normales’.
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Fracasos y accidentes pueden producirse en el ca-‐ mino. La segunda relación debe beneficiar de las mejores suertes también con el acercamiento a los sacramentos. También se hace referencia a la ma-‐ nera como las Iglesias ortodoxas reaccionan frente a estas situaciones (ellas conocen la posibilidad de un segundo matrimonio no sacramental después del divorcio). Podemos afirmar que la reforma más exigida por los encuestados es la de la enseñanza de parte de la Iglesia sobre la comunión para los divorciados vueltos a casar (y también la de la doc-‐ trina sobre la contracepción – ver adelante la pre-‐ gunta 7). Señalan que el término ‘situación marital irregular’ les parece hiriente y testimonia cierta arrogancia. Muchos divorciados, vueltos o no a ca-‐ sar, no dan la misma significación a su situación de vida que la que da la Iglesia porque ellos no tienen conocimiento o la rechazan. Muchas veces, cuando todavía tienen una relación con la fe y con la Iglesia, los divorciados resienten un dilema entre el abandono de la felicidad que volvieron a encontrar y el abandono de una unión con la Iglesia. Algunas respuestas subrayan la in-‐ comprensión al respecto, pero también la cólera y la amargura. Encuentran que la reglamentación de la Iglesia es contraria al Evangelio sobre este pun-‐ to. El procedimiento de declaración de nulidad de un matrimonio, aun si fuera simplificado, puede a penas remediar eso. Cierto número de encuesta-‐ dos piden que la Iglesia reconozca una forma de ‘muerte psicológica’ del matrimonio al lado de la nulidad del matrimonio y reflexione sobre una se-‐ gunda bendición religiosa del matrimonio. Sin embargo se estima mucho el acompañamiento y acogida ya ofrecidos localmente por la Iglesia a los divorciados. Aquí también se distinguen las ‘comunidades locales’ de la jerarquía. 5.-‐ Sobre las uniones de personas del mismo sexo Los encuestados hacen referencia a la ley belga que reconoce el matrimonio homosexual, pero evalúan a ésta de manera crítica. Una mayoría pi-‐ de que la Iglesia reconozca las relaciones homose-‐ xuales, también bajo una forma jurí-‐ dica más estable y sin rechazo moral.
Pero está claro que una duda sub-‐ siste dentro de los encuestados en lo que concier-‐ ne el término de matrimonio y sobre el alinea-‐ miento de tales relaciones con éste último. Mu-‐ chos encuestados piden a la Iglesia no renunciar a su oposición a este respecto. La actitud pastoral de la Iglesia con respecto de es-‐ tas personas debe nuevamente unir hospitalidad y respeto, apertura, benevolencia, a veces compa-‐ sión, diálogo… Tenemos que recordarles que son amados por Dios, valorizar su fe y su amor, no juz-‐ garlos y, si es necesario, volver a formar el corazón de la comunidad eclesial en esta óptica. Algunos encuestados hacen referencia en este sentido al papa Francisco. Otros encuestados rechazan los actos homosexuales como tales, pero piden tam-‐ bién el respeto para un proceso de crecimiento. Cuando las parejas homosexuales tienen hijos, se pide de manera unánime que ninguna diferencia se haga entre estos niños y los demás. Los encues-‐ tados suponen que esto no es un problema mayor en nuestro país. Subrayan sin embargo una dificul-‐ tad durante la enseñanza de la religión como re-‐ sultado del conflicto entre la situación familiar y la visión de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. 6.-‐ Sobre la educación de los hijos dentro de los matrimonios irregulares Según las cifras de la Comisión interdiocesana para la Pastoral familiar, alrededor de la mitad de los hijos nacidos en Bélgica llegan fuera del matrimo-‐ nio, mientras que solamente el 13% nacen fuera de una unión de cohabitación estable. Este dato hace reaccionar nuevamente los encuestados con-‐ tra el término de ‘irregular’. Los padres de estas familias que se dirigen a la Iglesia, lo hacen en el mismo estado de espíritu que los demás padres. Muchos piden los sacra-‐ mentos como un ritual de paso y son menos cons-‐ cientes del significado cristiano del sacramento. La petición de un sacramento puede ofrecer a la co-‐ munidad eclesial una excelente ocasión de acom-‐ pañarlos. Los encuestados estiman que, por esta razón, no hay lugar para hacer diferencia entre es-‐ tas familias y estos niños y los demás, y no consta-‐
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tan que la hay en la práctica. Sin embargo, es ne-‐ cesario tomar en cuenta las situaciones específicas que requieren de formas especiales de hospitali-‐ dad y de acompañamiento por ejemplo cuando los niños viven de manera alterna en dos direcciones diferentes. Subrayan también que una tensión es posible entre la situación de la familia y la ense-‐ ñanza religiosa, en la medida en que la Iglesia re-‐ chaza en su enseñanza la situación irregular de los padres y de los hijos y que la educación religiosa promueve. 7.-‐ Sobre la apertura de los esposos a la vida Los encuestados subrayan que las posiciones de la Humanae Vitae (1968) sobre la paternidad respon-‐ sable han hecho alejarse a muchas personas de edad de la Iglesia mientras que muchos jóvenes no tienen ningún conocimiento de estas posiciones. Una gran mayoría toma acto del hecho que la Igle-‐ sia se opone a la contracepción, pero la estima muy normal hoy y piensa que los cristianos efec-‐ túan aquí una elección moral. Muchos desean que la Iglesia modifique su punto de vista al respecto y avanzan muchos argumentos. Estos mismos en-‐ cuestados emiten al mismo tiempo críticas sobre la banalización de la sexualidad en nuestra socie-‐ dad y la importante disociación entre vida sexual, construcción de una relación y procreación. La Iglesia no comprende de manera adecuada desde lo interior la vida de pareja y de familia, aun cristianas, y las preguntas que se hacen sobre la paternidad responsable, el amor y la ternura, es-‐ timan varios encuestados. La fecundidad es mucho más que solamente el hijo. La diferencia entre mé-‐ todos ‘naturales’ y contracepción artificial está cuestionada así como las diferentes evaluaciones morales al respecto. Los encuestados perciben también una cierta indiferencia al respecto, ade-‐ más del rechaza de la posición de la Iglesia: aquí interviene la conciencia personal, la libertad y la responsabilidad de los involucrados. Además, es-‐ tos temas han sido hasta ahora poco tematizados en nuestras regiones. Hacen también referencia a la generalización de la cohabitación: en la preparación al matrimonio, se
constata que la mayoría de las pa-‐ rejas ya han realizado su elección en este ámbito. Otras encuestados reconocen sin embargo el de-‐ recho de la Iglesia de iluminar la conciencia. Algu-‐ nos piden que Humanae Vitae se mantenga más bien como horizonte o ideal. El rechazo de Humanae Vitae es principalmente motivado por las condiciones de vida de nuestra cultura y de nuestra época. La perspectiva ecológi-‐ ca es también nombrada: ¿cuál es la capacidad de acogida de nuestro planeta? La pregunta ‘cómo favorecer el crecimiento del número de nacimien-‐ to’ trae consigo reacciones negativas en muchos encuestados: no está ni en la competencia, ni en la función de la Iglesia el hacer crecer el número de nacimientos, dejando en silencio los aspectos so-‐ ciales, económicos, políticos y culturales del tema. Muchos encuestados indican al mismo tiempo que un cambio de mentalidad en la sociedad sería ne-‐ cesario, donde el hijo sería bienvenido y no pensa-‐ do solamente como una carga y que regalaría nue-‐ vamente una consideración a la vida familiar y al hecho de ser padres. La sociedad debe crear con-‐ diciones para proteger el funcionamiento de la familia, más que complicarlo. Además se nota que muchas partes de Humanae Vitae están ya asumidas: el hecho de dar la vida a hijos debe ir a la par con la posibilidad de educar-‐ los, una dignidad fundamental de cada vida… Pero se observa todo un abismo profundo entre la Igle-‐ sia y la sociedad sobre este tema y se critica a am-‐ bas partes: a la Iglesia por su rigor, a la cultura por su desregulación casi total de la vida sexual. Se pi-‐ de que ambas se acerquen sobre los temas que se relacionan con el sentido y el significado de la se-‐ xualidad. Se advierte también que demasiado po-‐ cas voces matizadas se atreven a expresarse en el seno de la comunidad eclesial porque estos temas son sensibles dentro de la Iglesia. La visión de Hu-‐ manae Vitae/la Iglesia sigue demasiado alejada de la esfera de vida de los jóvenes. De hecho, ellos escuchan solamente las voces más extremas, tanto de la Iglesia como de la sociedad. Algunos encues-‐ tados dicen poner su esperanza en el discurso del papa Francisco para remediar el bloqueo.
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Por fin, algunos encuestados subrayan la dificultad de nuestra cultura de dar espacio a una ‘nueva problemática’ que se ve venir. Un acompañamien-‐ to de los padres con matices y respeto se juzga in-‐ dispensable. 8.-‐ Sobre la relación entre la familia y la persona Bajo este título, el cuestionario evalúa cómo la fa-‐ milia ayuda a una persona a conocerse y a encon-‐ trar su vocación y también los obstáculos que pueden acontecer. En gran mayoría, los encuesta-‐ dos confirman que la familia es un lugar privilegia-‐ do para la revelación de Cristo, del misterio y de la vocación de la persona. No solo se escucha todo esto en la familia, también se aprende a vivirlo. La familia como comunidad de amor sigue siendo, se-‐ gún los encuestados, la célula de base de la socie-‐ dad y de la Iglesia. La familia como Iglesia domésti-‐ ca requiere de una ayuda más importante de parte de la Iglesia, de la escuela, de los movimientos ju-‐ veniles… Las dificultades pueden manifestarse tan-‐ to en la familia, en la sociedad, como en el discur-‐ so de la Iglesia. Algunos encuestados hacen notar que las dificultades que atraviesan una familia pueden ayudar a los miembros a crecer en el amor y en la fe. El amor es lo más importante en una familia, sin perjuicio que esté en una situación re-‐ gular o irregular. Una crisis de fe o su desaparición dentro de la fa-‐ milia tiene, para la mayoría de los encuestados, un impacto negativo sobre esta situación. La estabili-‐ dad de la pareja y de la familia puede, por eso, ser amenazada o, entonces, la familia puede llenar el vacío con otros objetivos. Al respecto, se hace re-‐ ferencia a la situación deplorable de muchas pa-‐ rroquias donde las familias no encuentran mucha ayuda para su fe. 9.-‐ Otros desafíos y proposiciones con respecto a los temas del cuestionario Muchos encuestados formulan sus propias consi-‐ deraciones finales para esta pregunta. Confirman la línea de sus respuestas anteriores, evalúan la iniciativa y la formulación del cues-‐ tionario, etc. Vuelven a tomar las
grandes líneas de los temas que ya hemos pasado revista supra (ver punto B). Como proposición, vuelve en varias oportunidades el he-‐ cho de dar más atención al aspecto físico del cre-‐ cimiento de una relación, una mejor situación de la posición eclesial dentro de las diferentes cultu-‐ ras, el hecho de renunciar a toda voluntad de po-‐ der en el seno de la Iglesia… Esta debe focalizarse más en la Buena Noticia, la persona de Jesús y el encuentro con Él más que sobre temas morales, según los encuestados. Sobre esta base, la Iglesia podrá proponer valores morales fundamentales sin traducirlos demasiado rápido en mandamien-‐ tos y en prohibiciones. Se pide al Iglesia una gran apertura para con las diferentes familias de hecho. Otros temas que vuelven son el celibato obligato-‐ rio para los sacerdotes y sus condiciones de vida, el lugar de la mujer y de los laicos en la Iglesia, la importancia del compromiso de los cristianos en la Iglesia y en la sociedad y el apoyo que se les debe proyectar. Publicado en Sin categoría | Deja un comentario 3.
Respuestas iglesia japonesa
Publicado el 18 junio, 2014 de Sínodo sobre la fa-‐ milia 2015 Ya que el tiempo concedido para responder al do-‐ cumento preparatorio de la Secretaria General era limitado, la Conferencia de obispos católicos de Japón ha pedido responder al cuestionario solo a los obispos y a los superiores mayores masculinos y femeninos. Luego, sus respuestas fueron envia-‐ das a varios expertos laicos y clérigos para que las comentaran. Dado que los obispos y religiosos tie-‐ nen que ver con muchas situaciones familiares, conocen bien los problemas de las familias, pen-‐ samos que sus repuestas reflejan bien la situación de las familias en Japón. Antes de responder directamente a las preguntas formuladas por la Secretaria del Sínodo, presen-‐ tamos, a modo de referencia, la situación de la familia en Japón y de los esfuerzos de la Conferen-‐
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cia de obispos católicos de Japón por responder a esta situación. Aun cuando los misioneros llegados a Japón lo hi-‐ cieran llenos de entusiasmo y dedicación, sus es-‐ fuerzos por la evangelización del país han produci-‐ do pocos frutos. El número de los bautizados sigue siendo bajo. Es doloroso constatar que hoy, en Ja-‐ pón, los católicos, comprendidos los inmigrantes, son solo cerca de un millón. Esto, no obstante, creemos que ellos pueden ofrecer una notable contribución a la evangelización de Japón. 1.-‐ LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA CATÓLI-‐ CA EN JAPÓN En base a las últimas estadísticas (2012), hay cerca de 440 mil católicos japoneses, cerca del 0,35% de la población. Los católicos inmigrantes y residentes temporales provenientes de muchos países incre-‐ mentan este número. No obstante, los generosos esfuerzos de los misio-‐ neros, los católicos son una minoría en la sociedad y también en la familia. Alrededor del 54% de los bautizados cada año, es constituido por adultos; el 76% de los matrimonios de los católicos ocurre con un partner no católico. Si también si los miembros de la iglesia han ofreci-‐ do notables contribuciones a los sectores de la ins-‐ trucción, del wellfare y de la salubridad, todos muy apreciados, es innegable que las posibilidades de influencia en la sociedad con los valores y las en-‐ señanzas del evangelio, son fuertemente limita-‐ das. 2.-‐ LA IGLESIA CATÓLICA Y LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA FAMILIA EN JAPÓN Justo después de la derrota en la guerra del Asia pacífico (Segunda guerra mundial), Japón ha con-‐ centrado sus energías en la recuperación econó-‐ mica, con el gobierno y las empresas profunda-‐ mente empeñados en el crecimiento económico. En consecuencia, mejoraron el tenor de vida y el nivel de instrucción de la nación. Las personas han debido pagar un alto precio por este crecimiento económico. Algunos de estos costos han sido pagados por la familia y por
esto muchas familias están actual-‐ mente en crisis. A las familias de los católicos no les ha sido ahorrada esta situación. Los problemas pueden ser sintetizados bajo tres aspectos generales: a.-‐ Debilitamiento de los vínculos familiares: Entre 1954 y 1970, un período de alto crecimiento eco-‐ nómico, muchos se trasladaron desde el campo a las grandes ciudades y a las áreas entorno a éstas. Esto ha llevado a una prevalencia de la “familia nuclear”, formada por dos generaciones (padres e hijos) y al declinar de la familia de tres generacio-‐ nes (abuelos, padres e hijos), al punto que ha lle-‐ gado a convertirse en una rareza. El tiempo y las energías de los esposos se agotaban en el trabajo y las mujeres, que anteriormente ocupaban el tiem-‐ po pleno en la familia, comenzaron a trabajar part-‐ time fuera de casa. Los hijos, al terminar las horas pasadas en la escuela, eran absorbidos en activi-‐ dades extracurriculares o por la cramschool (es-‐ cuelas que ofrecen cursos acelerados con tutor, en vista del test de admisión a la universidad; NDT) hasta tarde por la noche. En consecuencia, dismi-‐ nuyeron notablemente las comidas compartidas y otras oportunidades de reencontrarse juntos como familia. Ha llegado a ser difícil para las familias re-‐ encontrarse para conversar y compartir la compa-‐ ñía. Sea en las áreas urbanas, sea en las rurales, ha aumentado el número de personas que viven so-‐ las, con una consecuencia de aumento de la sole-‐ dad y de la ansia. Crece el número de persona que mueren solas o sin algún vínculo con otra. La so-‐ ciedad japonesa puede ser definida como una so-‐ ciedad “desvinculada”. Por esto, la sociedad japonesa de la posguerra ha llegado a ser una sociedad en la cual los vínculos familiares en general se han debilitado y el soste-‐ nimiento recíproco entere los miembros de la fa-‐ milia se ha vuelto difícil. b.-‐ Pocos nacimientos, sociedad que envejece: La esperanza de vida en Japón ha aumentado nota-‐ blemente: el año pasado, a nivel mundial, las mu-‐
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jeres ocuparon el primer lugar y los hombres el quinto. Esto, sumado a la caída de los nacimientos, hace que la sociedad japonesa envejezca. En con-‐ secuencia, aumenta sobre la generación más joven el peso del cuidado de las personas ancianas. No es insólito, por ejemplo, que una pareja deba cui-‐ dar de todos y de cuatro padres. Esta tendencia se nota también en la iglesia, donde en la celebración de la eucaristía hay muchas personas ancianas y pocos niños. Aun cuando el gobierno japonés haya tomado me-‐ didas para reducir el peso del cuidado sanitario y del cuidado a largo plazo de las personas ancianas, el peso económico sobre las familias y sobre los individuos continúa creciendo. La pregunta sobre cómo sobrellevar la propia edad avanzada, es una cuestión fundamental para cada uno. Cuidar a las personas ancianas no es solo un peso económico, es también un peso psicológico. Alargar simple-‐ mente la vida no es en sí misma una buena noticia. Es necesario construir una sociedad que asegure un espacio adecuado en su interior para las perso-‐ nas ancianas en términos de sostenimiento y ser-‐ vicios. La iglesia debe involucrarse ofreciendo su propia contribución práctica para afrontar este desafío. Por otra parte, la caída de la tasa de natalidad es un problema serio. Cada vez más frecuentemente, muchas parejas no desean tener más que un niño. Esto por varios motivos, entre los cuales las di-‐ mensiones reducidas del departamento, la dificul-‐ tad de cuidar a los niños pequeños, el trabajo de las madres fuera de casa, el elevado costo de la educación de los niños, donde la familia nuclear ha llegado ser la norma, la familia amplia no tiene a disposición más que alguna asistencia y cuidado para los niños. Aunque desde tiempos inmemoria-‐ les, echar niños al mundo y educarlos haya sido la norma, ahora constatamos una preocupante ten-‐ dencia problemática a evitarlos lo más posible. c.-‐ Características del matrimonio y crecimiento de los divorcios: La caída de la tasa de natalidad está vinculada al tema del matrimonio. El número de las personas que se casan
ha disminuido, mientras tanto crece el número de aquellos que se casan y luego se di-‐ vorcian. Entre aquellos que desean casarse, crece el número de cuantos no pueden hacerlo por ra-‐ zones económicas o porque no logran encontrar la persona adecuada. Las personas se casan siempre más tarde y aumenta el número de aquellas que no quieren casarse. Estas personas no quieren fundar una familia. No por nada, las personas vi-‐ ven juntas sin casarse. Aquellas que se casan, a menudo tienden a divorciarse cuando encuentran dificultades. El aborto y la contracepción son una práctica común y muchos fetos son eliminados an-‐ tes de nacer. Al mismo tiempo crece el número de personas que se someten a tratamientos para la cura de la infertilidad. Estos fenómenos y estas tendencias en los matri-‐ monios valen también para los católicos. La mayor parte de los católicos japoneses tienen un cónyuge no cristiano y no inmune a la influencia de la so-‐ ciedad que lo rodea cuando piensa en el matrimo-‐ nio. Los dos ejemplos que siguen demuestran los esfuerzos hechos por la iglesia católica en Japón por responder sobre el plano pastoral y evangélico a la situación de la familia en Japón. RESPUESTAS 1.-‐ SOBRE LA DIFUSIÓN DE LA SAGRADA ESCRI-‐ TURA Y DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA EN RELA-‐ CIÓN A LA FAMILIA a) ¿Cuál es el real conocimiento de las enseñanzas de la Biblia, de la Gaudium et Spes, de la Familiaris Consortio y de otros documentos del Magisterio postconciliar sobre el valor de la familia según la Iglesia Católica? ¿Cómo nuestros fieles son forma-‐ dos en la vida familiar según la enseñanza de la iglesia? 1. Ante todo, las personas no conocen estas ense-‐ ñanzas y documentos. En la mejor de las hipótesis, tienen de ellos un conocimiento fragmentario, de-‐ rivados de comentarios hechos por sacerdotes
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(que pueden estar ellos mismos no bien informa-‐ dos) y por otros. 2. La mayor parte de las personas que se preparan al matrimonio aprende solo las conclusiones y las síntesis de aquellos documentos. 3. Es ampliamente conocido que la Iglesia católica es contraria al aborto, pero los medios hablan de esta posición de un modo crítico. 4. La enseñanza sobre la vida de la familia no ha sido afrontada con un real empeño en la Iglesia. 5. Las exigencias de la vida cotidiana, comprendida la vida familiar, limitan el tiempo que los parro-‐ quianos pueden dedicar a programas de informa-‐ ción en las parroquias o en la diócesis. Por otra parte, dar formación es difícil en Japón, donde muchos católicos, sino la mayor parte, vive en fa-‐ milias en las cuales uno o más miembros no son cristianos. 6. La presencia amplia creciente de católicos no japoneses en la iglesia en Japón constituye un nuevo desafío. A causa de las diferencias de lengua y cultura, además de los horarios de trabajo de los inmigrantes, la oferta de oportunidades educativas representa un desafío que no ha sido aún satisfe-‐ cho. b) Allí donde se conocen las enseñanzas de la Igle-‐ sia ¿son éstas integralmente aceptadas? ¿Se verifi-‐ can dificultades para ponerlas en práctica? ¿Cuá-‐ les? 1. En general, las personas conocen solo las prohi-‐ biciones relativas al aborto, al control artificial de los nacimientos, al divorcio y a un nuevo matrimo-‐ nio. Ellas no son influenciadas por los usos y cos-‐ tumbres de la sociedad más que por estas ense-‐ ñanzas, especialmente a propósito del control de los nacimientos. A propósito de este control, las personas no toman enserio los requerimientos de la Iglesia, considerándolos irrelevantes para su vi-‐ da. 2. También entre los católicos, muchos critican la posición de la Iglesia en materia de métodos con-‐ traceptivos como el profiláctico.
3. Para los trabajadores migrantes es muy difícil vivir en base a las enseñanzas de la Iglesia. No han recibido una formación suficiente-‐ mente buena y en muchos casos la inseguridad de su vida no favorece la observancia de las enseñan-‐ zas morales de la Iglesia. c) ¿Cómo se difunden las enseñanzas de la Iglesia en el contexto de los programas pastorales a nivel nacional, diocesano y parroquial? ¿Qué catequesis se ofrece sobre la familia? 1. En una situación como aquella de los católicos en Japón, en un ámbito cultural no cristiano, es muy difícil ofrecer una catequesis de cualquier ti-‐ po. 2. A propósito de la educación de la fe, debemos reconocer, que, a nivel nacional, diocesano y pa-‐ rroquial, no existen programas pastorales. Hay ciertamente actividades dedicadas a esto de parte de las diócesis, parroquias, sacerdotes y parro-‐ quianos, pero ellos son frutos de esfuerzos indivi-‐ duales. 3. Muy dependiente de la formación o de la profe-‐ sionalidad del pastor. El nivel de preparación reli-‐ giosa, varía de acuerdo al pastor. Es necesario or-‐ ganizar un tirocinio para el clero en este campo. 4. Emerge el dato que la educación religiosa en familia es descuidada. 5. En el caso de los inmigrantes, con padres que pasan poco tiempo en familia a causa del trabajo e hijos que reciben una educación japonesa y son culturalmente ya japoneses respectos de sus pa-‐ dres, la recíproca comprensión entre padres e hi-‐ jos es difícil y los desafíos de la educación a la fe en familia aumentan. d) ¿En qué medida – y en particular en relación a qué aspectos – dichas enseñanzas son realmente conocidas, aceptadas, rechazadas y/o criticadas en ambientes extra eclesiales? ¿Cuáles son los facto-‐ res culturales que obstaculizan la plena recepción de las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia?
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1. En una época caracterizada por la igualdad en-‐ tre hombres y mujeres en la familia, muchos desde fuera critican a la Iglesia, acusándola de difundir enseñanzas superadas, especialmente en materias de concepción y nacimiento de los hijos. 2. También muchos católicos no se distinguen de la opinión común en el tema del divorcio y nuevo matrimonio consentidos por la ley civil, diagnósti-‐ cos del prenatal, aborto, etc. Y critican también ellos a la Iglesia por su enseñanza sobre la concep-‐ ción y nacimiento de los hijos. 3. Muchos católicos japoneses, especialmente mu-‐ jeres, tienen cónyuges no católicos. Esto complica la observancia de la enseñanza de la Iglesia en fa-‐ milia. También el bautismo de los hijos se trans-‐ forma en ocasión de discordia en muchos casos, excepto cuando el marido es indiferente a la reli-‐ gión. 4. Muchos consideran que las enseñanzas sobre el divorcio y la separación violan la sabiduría tradi-‐ cional. El dominio del hombre en la familia, aun cuando ha comenzado a valorarse una mayor igualdad, es aún fuerte, lo que obstaculiza la prác-‐ tica de la fe de parte de las mujeres. 2.-‐ ACERCA DEL MATRIMONIO SEGÚN LA LEY NA-‐ TURAL a) ¿Qué lugar ocupa el concepto de Ley natural en la cultura civil, tanto a nivel institucional, educati-‐ vo y académico, como a nivel popular? ¿Qué visio-‐ nes antropológicas se dan por sobrentendidas en el debate sobre el fundamento natural de la fami-‐ lia? 1. En general, la idea de la Ley natural no es ni comprendida ni aceptada. 2. Frecuentemente cuando los líderes de la Iglesia no pueden aducir razones convincentes, invocan a la Ley natural y piden obedecer a sus afirmaciones. Esto ha terminado por desacreditar el concepto de Ley natural: “si es natural, ¿por qué es necesario enseñarla a las personas?” 3. La cultura japonesa pone el acento más en las expectativas de la socie-‐
dad que en los principios abstractos como guía para la acción. Por esto, aunque en Oc-‐ cidente la Ley natural pueda parecer “natural”, en Japón es percibida como abstracta y vaga. b) ¿Es comúnmente aceptado, en cuanto tal, el concepto de Ley natural en relación a la unión en-‐ tre el hombre y la mujer, de parte de los bautiza-‐ dos en general? 1. Las relaciones homosexuales aún no se han con-‐ vertido en un problema como en algunos países occidentales, pero probablemente llegarán a serlo porque la sociedad japonesa, en general, está lle-‐ gando a ser más tolerante a propósito de la homo-‐ sexualidad, sea en cuanto orientación, sea en cuanto estilo de vida. La cirugía transgender, se-‐ guida del matrimonio, es ya aceptada en el plano legislativo. Esta tolerancia se difunde siempre más entre los católicos, como en la sociedad en gene-‐ ral. c)¿Cómo es contestada, en la práctica y en la teo-‐ ría, la Ley natural en lo que respecta a la unión en-‐ tre el hombre y la mujer en vista de la formación de una familia? ¿Cómo es propuesta y profundiza-‐ da en los organismos civiles y eclesiales? 1. No hay por ahora ni un movimiento importante dirigido al reconocimiento de matrimonio entre personas del mismo sexo en la sociedad civil. A propósito de esto, más bien parece darse la ten-‐ dencia a renunciar a cada forma de matrimonio. 2. Entre los hombres y las mujeres crece el número de las personas que quedan solteras. Otras, se ca-‐ san tarde. La tasa de natalidad disminuye. Gra-‐ dualmente está cambiando la concepción comple-‐ ta de la familia. c) ¿Cómo se deberían afrontar los desafíos pasto-‐ rales que surgen cuando bautizados, no practican-‐ tes o que se declaran no creyentes, piden la cele-‐ bración del matrimonio?
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1. En Japón, el matrimonio entre personas no bau-‐ tizadas y no creyentes que recurren a los ritos de la Iglesia hacen normalmente parte de la actividad de la Iglesia desde hace muchos años, con la apro-‐ bación de la Santa Sede. La praxis habitual es la requerir al menos alguna primera formación sobre matrimonio basada en la visión del matrimonio se-‐ gún la Iglesia. Además de esto, no deben haber aquí impedimentos canónicos al matrimonio (co-‐ mo el divorcio), también si algunos pastores tien-‐ den en general a ser indulgentes. 2. En el caso de católicos no practicantes, se busca reconducirlos a la vida de la comunidad, frecuen-‐ temente involucrando a miembros de la parroquia en la preparación y en la celebración. 3.-‐ LA PASTORAL DE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN a) ¿Qué experiencias han sido maduradas en las últimas décadas en orden a la preparación al ma-‐ trimonio? ¿Cómo se ha tratado de estimular la ta-‐ rea de evangelización de los esposos y de la fami-‐ lia? ¿En qué modo se puede promover la concien-‐ cia de la familia como “Iglesia doméstica”? 1. Sea entre los bautizados, sea entre los no bauti-‐ zados, actualmente el matrimonio es frecuente-‐ mente una respuesta a un embarazo y al deseo de legitimar al hijo. Frecuentemente, la pareja ha convivido por mucho tiempo, una práctica que lle-‐ ga a ser siempre más común en Japón, también entre los jóvenes católicos. 2. En el caso de aquellos que provienen de familias católicas, su deseo de casarse por la Iglesia es de-‐ bido frecuentemente a la presión de la familia más que a un compromiso de fe. 3. Esta situación puede ser indicadora de una difi-‐ cultad en transmitir la fe de generación en genera-‐ ción, en una sociedad fundamentalmente no reli-‐ giosa como la del Japón contemporáneo. La idea de la familia como una “iglesia doméstica” es prác-‐ ticamente ausente, en gran parte porque existen pocos ejemplos de familias en las cuales todos los miembros son cris-‐
tianos. 4. Cuando los niños son pequeños, pueden ser in-‐ volucrados activamente en la parroquia, pero en la medida que crecen son absorbidos por la influen-‐ cia de la cultura ambiente. En muchos casos, los padres logran obtener de ellos la promesa de acercarse a la Iglesia para Navidad y Pascua. 5. El envejecimiento de la población católica en general y del clero en particular descorazona a los jóvenes católicos para comprometerse en la co-‐ munidad parroquial. En consecuencia, ellos no tie-‐ nen la oportunidad de reflexionar sobre cosas rela-‐ tivas al sexo y a la vida familiar en un contexto de fe. 6. La preparación al matrimonio varía generalmen-‐ te de contexto a contexto: existen programas re-‐ gulares en algunos lugares, pero en muchas situa-‐ ciones ello depende del interés y de la habilidad del pastor. 7. En Japón, se han introducido el encuentro ma-‐ trimonial y el encuentro para novios, y por un cier-‐ to tiempo han despertado entusiasmo, pero ahora parecen casi desaparecidos. 8. Cuando los jóvenes piden por cualquier razón casarse por la Iglesia, podría ser una buena opor-‐ tunidad para invitarles a volver a participar en la vida de la comunidad, pero sería necesario elabo-‐ rar programas, instrumentos y estilos adecuados para la acogida. b) ¿Se ha logrado proponer estilos de oración en familia, que sean capaces de resistir ante la com-‐ plejidad de la vida y de la cultura actual? 1. Dado que las familias con todos los miembros católicos son escasas, en general se reza indivi-‐ dualmente más bien que como familia. c) ¿En qué modo las familias cristianas han sabido realizar la propia vocación de trasmitir la fe en la actual situación de crisis entre las generaciones? 1. En general, la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones es difícil. La sociedad japonesa no fa-‐ vorece expresiones de compromiso de la fe y algu-‐
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nos jóvenes consideran cada vez más a la Iglesia como un círculo para personas ancianas. 2. La actividad escolar, el cram school, los deportes y otros eventos sociales tienen normalmente la precedencia sobre el compromiso en la actividad eclesial, también en el caso de las familias católi-‐ cas. En consecuencia, los niños y los muchachos católicos crecen con la convicción de que el com-‐ promiso en la actividad eclesial tenga una impor-‐ tancia secundaria. 3. La trasmisión de la fe a las jóvenes generaciones ha llegado a un punto extremamente crítico y es un desafío fundamental. d) ¿De qué manera las Iglesias locales y los movi-‐ mientos de espiritualidad familiar han sabido crear caminos ejemplares? 1. Varios grupos y movimientos continúan hacien-‐ do esfuerzos en tal sentido. e) ¿Qué aporte específico han logrado dar los ma-‐ trimonios y las familias, en orden a la difusión de una visión integral del matrimonio y de la familia cristiana, que sea creíble hoy? 1. Es necesaria alguna forma de aproximación ra-‐ dicalmente nueva. 2. Para las parejas, es necesaria una formación permanente a la fe. Es necesaria una formación sistemática y orgánica especialmente en el período que va de la confirmación al matrimonio, seguida de la preparación inmediata al matrimonio y, a continuación, un monitoreo por un periodo de 3 a 5 años, tras lo cual debería haber una suerte de revisión de las etapas basilares (10, 25 y 50 años). f) ¿Qué atención pastoral ha demostrado la Iglesia para sostener el camino de los matrimonios en formación y de aquellos que atraviesan por una crisis? 1. Fuera de los encuentros ad-‐hoc entre sacerdo-‐ tes con uno o ambos cónyuges nece-‐ sitados de apoyo, no existen pro-‐
gramas específicos, pero raramente los sacerdotes están preparados para afrontar efi-‐ cazmente estas situaciones. Es necesaria una for-‐ mación permanente del clero. 2. Es necesario prestar atención particular a los matrimonios internacionales. Especialmente cuan-‐ do la mujer ha venido a Japón para casarse con un hombre que proviene de una zona rural, las dife-‐ rencias de religión, cultura y lengua crean muchos problemas. Estas mujeres son una presencia cre-‐ ciente en la Iglesia en Japón. La formación sacer-‐ dotal debe comprender el estudio de una segunda lengua para ofrecer asistencia pastoral a los inmi-‐ grantes. 4.-‐ SOBRE LA PASTORAL PARA AFRONTAR ALGU-‐ NAS SITUACIONES MATRIMONIALES DIFÍCILES a) ¿Es una realidad pastoral relevante en la iglesia particular la convivencia ad experimentum? ¿Es posible estimar numéricamente un porcentaje? 1. Las parejas que se casan después de un período de convivencia no son raras. En base a las estadís-‐ ticas del Ministerio de Salud y del wellfare (año 2011), el 17% de las parejas que se casan habían convivido en el año precedente al matrimonio. 2. En una respuesta al cuestionario se lee: “casi todas las parejas que se han unido en matrimonio en los últimos años, han comenzado a vivir juntas por varios meses antes del matrimonio. Ninguna pensaba que esto contrastase con las enseñanzas de la Iglesia”. 3. A veces, en la situación no es infrecuente de un partner católico y de uno no católico. El partner no católico no quiere casarse según la ley de la Iglesia. En otros casos, parejas que se habían alejado de la Iglesia vuelven después de años de convivencia o de matrimonio civil. 4. En esta, como en muchas otras materias, un no-‐ table número de inmigrantes católicos en Japón tiene particulares necesidades pastorales. 5. Hay muchos casos de católicos que han venido a Japón de otros países y han contraído matrimonio civil con no cristianos. En raros casos, a continua-‐
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ción el cónyuge japonés se hace católico, pero en muchas situaciones la pareja continúa viviendo la propia vida conyugal sin pasar a través de ningún procedimiento eclesiástico. En algunas parroquias rurales, en donde la mayoría de los católicos pro-‐ viene de otros países, este es otro problema que se añade a muchos problemas pastorales que las comunidades deben afrontar. Ante todo, ya que estos católicos viven en ambientes culturalmente conservadores y participan activamente en la vida de sus parroquias y en la evangelización, es nece-‐ sario evidentemente una respuesta urgente a su situación. 6. La praxis pastoral de la Iglesia debe partir de la premisa de que la convivencia y el matrimonio civil fuera de la Iglesia han llegado a constituir la nor-‐ ma. La Iglesia debe ser un lugar en el cual estas pa-‐ rejas puedan encontrar una acogida que les permi-‐ ta reflexionar mayormente sobre estos temas. 7. En la elaboración de una orientación pastoral puede ser importante recordar que la única vez en los evangelios en los cuales Jesús encuentra cla-‐ ramente a una persona en situación de conviven-‐ cia fuera del matrimonio (la samaritana junto al pozo), no centra la atención sobre este aspecto. Trata por el contrario con gran respeto a la mujer y la transforma en una misionera. b) ¿Existen uniones libres de hecho, sin reconoci-‐ miento religioso ni civil? ¿Hay datos estadísticos confiables? 1. No conocemos datos confiables a este propósi-‐ to. 2. Hay casos de inmigrantes que tienen mujer y familia en su país de origen y luego fundan una se-‐ gunda familia en Japón. Pero también en este caso no existen estadísticas confiables. c) ¿Son una realidad pastoral relevante en la Igle-‐ sia particular los que están separados y los divor-‐ ciados casados de nuevo? ¿Cuál es el porcentaje numéricamente estimable? ¿Cómo se enfrenta es-‐
ta realidad a través de programas pastorales adecuados? 1. Estas personas se encuentran siempre más fre-‐ cuentemente entre los católicos, aun cuando no tan frecuentemente como en países de mayoría católica. No parece que la tasa de divorcios entre los católicos se distancie mucho de aquella entre los no católicos. El desafío es la oferta de una cura pastoral atenta. 2. Es importante notar que viviendo en un país prevalentemente no cristiano, la mayor parte de los cristianos en Japón termina por casarse con no cristianos. Lo mismo vale para los trabajadores inmigrados provenientes de países católicos (Bra-‐ sil, Perú, Filipinas, etc.) Muy frecuentemente ellos se casan no solo con un no cristiano, sino con un no cristiano divorciado, que muy probablemente no elegiría hacerse bautizar. Entre los inmigrantes algunos han dejado una familia en su país de ori-‐ gen y a causa del tiempo, de la distancia o de la so-‐ ledad, dan vida a una nueva familia en Japón. Por esto raramente estas personas reciben el sacra-‐ mento del matrimonio. Nosotros los acogemos en la Iglesia e invitamos a sus hijos a frecuentar el ca-‐ tecismo dominical, porque son inocentes. Frecuen-‐ temente la parroquia es para ellos un lugar que los acepta sin juzgar y busca ayudarles a vivir conti-‐ nuamente en las difíciles situaciones de la vida co-‐ tidiana. d) En estos casos: ¿Cómo viven los bautizados su irregularidad? ¿Son conscientes de ella? ¿Mani-‐ fiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibili-‐ dad de recibir los sacramentos? 1. La mayor parte de las personas que vive en es-‐ tas situaciones es aparentemente indiferente. Al-‐ gunos son más disponibles a interrumpir su vínculo con la Iglesia antes que afrontar situaciones en las cuales se sienten juzgados. 2. Hay también muchas personas que en estas si-‐ tuaciones sufren, porque no pueden recibir los sa-‐ cramentos sin ninguna culpa de su parte.
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e) ¿Qué piden las personas divorciadas y casadas de nuevo a la Iglesia a propósito de los sacramen-‐ tos de la Eucaristía y de la Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en estas situaciones ¿cuántas piden dichos sacramentos? 1. Pocos piden los sacramentos. Deciden recibir los sacramentos o no recibirlos, y se comportan en base a la propia decisión. Otros simplemente se mantienen lejos de la Iglesia. 2. Hay personas que no saben, que no pueden re-‐ cibir la comunión, si se han casado después del di-‐ vorcio. También entre las personas que lo saben, algunas reciben la comunión y hay sacerdotes que no dicen nada aun sabiendo de su situación. Prác-‐ ticamente todas las personas que van a la Iglesia esperan recibir los sacramentos. g) ¿Podría ofrecer realmente un aporte positivo a la solución de las problemáticas de las personas implicadas la agilización de la praxis canónica en orden al reconocimiento de la declaración de nuli-‐ dad del vínculo matrimonial? Si la respuesta es afirmativa ¿en qué forma? 1. Un procedimiento simplificado para la anulación del matrimonio es no solo necesaria, sino esencial. Especialmente en países de misión como en Japón, donde los cristianos son pocos y donde la ley civil admite el divorcio, puede ser muy difícil obtener la cooperación de la parte no cristiana en los proce-‐ dimientos de la Iglesia. A veces esta última puede ser inclusa acusada de violar derechos humanos fundamentales porque pone obstáculos ulteriores. Es necesario ciertamente una simplificación ma-‐ yormente en sintonía con las normas legislativas, pero una respuesta realista a la situación en las personas deben afrontar es esencial. 2. Comenzando por los obispos, muchos piden una simplificación de los procedimientos para la decla-‐ ración de nulidad del vínculo matrimonial de modo de hacer más pastoral la relación con las personas divorciadas y vueltas a casar. Muchos dicen que la razón para la celebra-‐
ción del próximo Sínodo de los obis-‐ obispos sea el deseo del santo padre de acoger los llamados a una tal simplificación de parte de las iglesias esparcidas por el mundo. Una razón para pedir un cambio, es que el 90% de los matrimonios que se celebran en la Iglesia en Japón tiene lugar entre una persona bautizada y una no bautizada y esto involucra el derecho ca-‐ nónico y los tribunales. También si antes del ma-‐ trimonio la parte católica promete proteger la propia fe y bautizar y educar a los niños en la fe, después el matrimonio puede ser difícil para la parte católica mantener aquellas promesas. Inclu-‐ so el simple ir a misa, para no hablar de la petición de bautizar a los hijos, puede ser imposible. En estas situaciones, en las cuales las promesas no son mantenidas y en las cuales podría darse tam-‐ bién el divorcio, el tipo de constitución en juicio de la parte no católica requerido por Roma para la declaración de nulidad, es casi siempre imposible. Obviamente Roma toma como punto de partida suyo el matrimonio entre dos católicos, para los cuales su procedimiento tiene sentido. Pero estos procedimientos y principios no son aplicables en caso de matrimonio entre un católico y un no católico. Naturalmente, se debería buscar en cuanto fuera posible la colaboración de la parte no católica. Pero en caso de enfermedad mental o de violencia doméstica, por ejemplo, la autoridad para emitir una declaración de nulidad debería co-‐ rresponder al tribunal local. 3. La simplificación de los procedimientos jurídicos sería la salvación de aquellos que sufren. h) ¿Existe una pastoral orientada a la atención de estos casos? ¿Cómo se desarrolla esa actividad pastoral? ¿Existen al respecto programas a nivel nacional y diocesano? ¿Cómo es anunciada a los separados y a los divorciados casados de nuevo la misericordia de Dios? ¿Cómo se pone en práctica el apoyo de la Iglesia en el camino de fe de estas personas? 1. No existe un ministerio específico. Los pastores responden del modo más pastoral posible, pero
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parece que el pueblo de Dios ha sobrepasado la necesidad de un tal ministerio. Las personas to-‐ man decisiones y se comportan en base a ellas. 5.-‐ SOBRE LAS UNIONES DE PERSONAS DEL MIS-‐ MO SEXO a) ¿Existe en el país una ley civil de reconocimiento de las uniones de personas del mismo sexo equi-‐ paradas, de algún modo, al matrimonio? 1. No existe un reconocimiento legislativo de la unión de personas del mismo sexo. b) ¿Qué actitud asumen las iglesias particulares y locales ante el Estado civil, promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, y también ante las mismas personas implicadas en este tipo de uniones? 1. El estado no promueve estos matrimonios y la Iglesia no ha elaborado una posición particular a propósito de la posibilidad de un eventual cambio. c) ¿Qué atención pastoral es posible desarrollar en relación a las personas que han elegido vivir según este tipo de uniones? 1. Hasta ahora no existe ninguna atención pastoral específica. d) ¿Cómo habría que comportarse pastoralmente, en el caso de uniones de personas del mismo sexo que hayan adoptado niños, en vista de la transmi-‐ sión de la fe? 1 Hasta ahora no existe ninguna atención pastoral específica. 6.-‐ SOBRE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS EN LAS SITUACIONES MATRIMONIALES IRREGULARES a) ¿Cuál es en estos casos la proporción estimada de niños y adolescentes, en relación a los niños nacidos y educados en familias regu-‐ larmente constituidas?
1. En base a las estadísticas del Ministerio de Salud del Trabajo y del wellfare (2013), el 2,2% de los nacimientos tiene lugar fuera del matrimonio. b) ¿Con qué actitud los padres se dirigen a la Igle-‐ sia? ¿Qué piden? ¿Solo los sacramentos o también la catequesis? 1 Si los padres se dirigen a la Iglesia, esperan reci-‐ bir todo esto que se espera recibir de cualquier otra persona que se dirige a ella. Esto puede ofre-‐ cer una oportunidad de catequesis acerca de la vi-‐ sión de la vida familiar de parte de la Iglesia. 2 Los padres en situaciones irregulares (divorcio y nuevo matrimonio, bigamia), que llevan a los pro-‐ pios hijos a la Iglesia son a lo más los inmigrantes de otros países. Poseen una fuerte identidad cató-‐ lica aun cuando si la Iglesia puede no aprobar su situación. c) ¿Cómo las Iglesias particulares intentan respon-‐ der a la necesidad de los padres de estos niños de ofrecer una educación cristiana para sus hijos? 1. No existe discriminación basada en la situación familiar de los niños. Es evidente que los padres que llevan a sus hijos a la Iglesia, se empeñan en una educación cristiana. d) ¿Cómo se desarrolla la praxis sacramental en estos casos: la preparación, la administración del sacramento y el acompañamiento? 1. Todos los niños son tratados del mismo modo. En el caso de niños provenientes de situaciones familiares irregulares, la preparación a los sacra-‐ mentos (bautismo, primera comunión, confirma-‐ ción) puede ofrecer una oportunidad para evange-‐ lizar y catequizar a toda la familia. 7.-‐ ACERCA DE LA APERTURA DE LOS ESPOSOS A LA VIDA
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a) ¿Tienen los cristianos un real conocimiento de la doctrina de la Humanae vitae sobre la paternidad responsable? ¿Qué conciencia se tiene del valor moral de los diferentes métodos de control de los nacimientos? ¿Qué profundizaciones podrían ser sugeridas sobre esta materia desde el punto de vista pastoral? 1. Hoy los católicos o son indiferentes hacia la en-‐ señanza de la Iglesia o no la conocen. 2. Muchos católicos en Japón no han escuchado hablar jamás de la Humanae vitae y si alguna vez han escuchado hablar, probablemente no la consi-‐ deran importante para su vida. Los valores sociales y culturales como también las consideraciones económicas son más importantes. 3. Aun pudiendo haber alguna mención a la ense-‐ ñanza de la Iglesia acerca del control artificial de los nacimientos en los cursos prematrimoniales, la mayor parte de los sacerdotes no lo subraya en particular. Un católico casado o un no católico puede encontrar aquella enseñanza imposible de observar. 4. Existe una enorme diversidad entre el Vaticano y la realidad. En los cursos de educación sexual en la escuela se recomienda el uso del profiláctico. b) ¿Es aceptada la mencionada doctrina moral? ¿Cuáles son los aspectos más problemáticos que dificultan la aceptación en la gran mayoría de los matrimonios? 1. En general no se conoce y no se enseña la doc-‐ trina moral de Humanae vitae, y cuando se la co-‐ noce no se la sigue. c) ¿Qué métodos naturales son promovidos de parte de las Iglesias particulares para ayudar a los cónyuges a aplicar la doctrina de la Humanae vi-‐ tae? 1. Hay algunos tentativos de introducir prácticas como el método Billings, pero pocas personas lo conocen. Por otra parte, la Iglesia en Japón no está obsesionada por las
cuestiones sexuales. d) ¿Cuál es la experiencia respecto a este tema en la praxis del sacramento de la Penitencia y en la participación en la Eucaristía? 1. Aparte del aborto, parece que no hay muchos sentimientos de culpa acerca de la contracepción. e) ¿Qué contrastes se detectan entre la doctrina de la Iglesia y la educación civil en relación a esta temática? 1. En general, la educación civil presenta favora-‐ blemente prácticas como el aborto, el uso del pro-‐ filáctico (especialmente para evitar el Sida), el di-‐ vorcio y el nuevo matrimonio y sobre todo enseña la separación entre la sexualidad y la procreación. f) ¿Cómo se puede promover una mentalidad más abierta a la natalidad? ¿Cómo se puede favorecer-‐ se el aumento de los nacimientos? 1 Muchas mujeres trabajan fuera de la casa y esto incide en el número de hijos. Los otros costos de la educación de los hijos hasta la edad adulta, espe-‐ cialmente el costo de la enseñanza, descorazona a las personas para echar al mundo más de un hijo, ya que muchas personas viven en apartamentos en vez de casas particulares, por lo que la falta de espacio limita el número de los hijos que puede tener una pareja. Una consecuencia de la alta tasa de urbanización de la sociedad japonesa es la pér-‐ dida de una red de parientes fácilmente accesible para colaborar en la ayuda de los hijos. También las incertezas acerca de la situación económica de largo plazo de Japón desincentiva a las personas a tener más de un hijo. 2. Además de los factores económicos que condu-‐ cen a una baja en la tasa de la natalidad, hay tam-‐ bién factores sociales. Las mujeres desean cumplir también otras elecciones además de la sola ma-‐ ternidad. Normalmente un estilo de vida mate-‐ rialmente confortable es imposible para una fami-‐ lia con más hijos.
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3. A fin de que todos los hijos puedan vivir con la dignidad de los hijos de Dios, la planificación fami-‐ liar para asegurar a ellos el acceso al alimento, a la cura médica y a la instrucción es una responsabili-‐ dad. 4. A la luz de estas razones, para mejorar la situa-‐ ción actual, la Iglesia tendría que colaborar en va-‐ rios modos con el gobierno y las organizaciones de la sociedad civil. Por otra parte, la preparación al matrimonio debe tener en cuenta que la planifica-‐ ción familiar así como la generación y educación de los hijos es parte del matrimonio. 8.-‐ ACERCA DE LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE LA FAMILIA Y LA PERSONA a) Jesucristo revela el misterio y la vocación del ser humano ¿La familia es realmente un ambiente pri-‐ vilegiado para que esto tenga lugar? 1. También en una familia en la cual un solo miembro es católico, cada miembro es un don úni-‐ co de Dios. 2. La familia puede ser un lugar en el cual los indi-‐ viduos reconocen la reciproca dignidad y se unen en la oración. Juntos, ellos suman las respectivas fuerzas. En la dificultad y en la crisis que atraviesa la familia, ellos conservan la fe en un propósito de amor y unen sus dificultades al sacrificio de Cristo en la cruz. Así la familia se convierte en una verda-‐ dera escuela de amor, una iglesia doméstica. Además, a través de la solidaridad con las perso-‐ nas, especialmente con los necesitados, ellas com-‐ parten las bendiciones espirituales y materiales que han recibido y así ofrecen al mundo un testi-‐ monio de amor. 3. Cada niño tiene necesidad de experimentar el cuidado amoroso, protector, de los padres. En una familia plenamente en paz, la existencia del niño debe ser afirmada y la soledad evitada. Deben ha-‐ ber allí cantos y juegos y enseñanzas gozosas. Cuando se cometen errores, debe haber allí la oportunidad de corregírseles, de modo que los hi-‐ jos puedan crecer con confianza en la realización de sus propios sueños.
Debemos construir familias en las cuales se pueda realmente experimentar todo es-‐ to. 4. Los niños deben sentir que Jesús está siempre con ellos, por lo cual no están nunca solos. Él es la verdadera esperanza de todos nosotros. b) ¿Qué situaciones críticas de la familia en el mundo actual pueden constituir un obstáculo para el encuentro de la persona con Cristo? 1. El exceso de informaciones y la difusión del con-‐ sumismo, del hedonismo y del individualismo. 2. Los padres que están ocupados en la vida coti-‐ diana y tienen pocos márgenes para las emocio-‐ nes, no logran tener tiempo para encontrar a Dios en la tranquilidad, el silencio y la oración. 3. Los niños están sumergidos por las informacio-‐ nes. Están ocupados también después de las horas de escuela. No tienen ni siquiera el tiempo para dormir suficientemente o para jugar. Así, falta el silencio interior en el cual poder encontrar el yo verdadero. Por esto, obviamente no rezan. 4. Cuando ambos padres trabajan, muchos niños a la vuelta de la escuela encuentran la casa vacía. Las comidas en común son raras. En consecuencia, faltan las ocasiones para conversar. 5. comunión cada uno es solo y experimenta poco esto que significa amar y ser amado. 5 A veces, los maridos y las mujeres no respetan la personalidad única de uno y de otro. A veces con-‐ sideran a sus hijos como su propiedad en vez de respetarlos como dones de Dios. 6 También si la familia debiera ser un refugio en el cual las personas puedan restablecer la confianza, después de haber sido repetidamente golpeadas por la desconfianza, el estrés y ser tratadas como objeto afuera de la familia, las oportunidades de curación se han vuelto escasas. Muchos niños son incapaces de experimentar el amor desinteresado y permanente de Dios a través de sus propios pa-‐ dres. 7 Puede haber allí una disminución en la percep-‐ ción de la vocación y responsabilidad de parte de los padres. También factores externos como las
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expectativas sociales, el individualismo y el relati-‐ vismo, inciden negativamente a este propósito. 8 La violencia doméstica, las violencias sexuales sobre menores, el abandono de las relaciones so-‐ ciales y el suicidio han llegado a convertirse en problema que interpelan a la Iglesia. Estos pro-‐ blemas no son discutidos abiertamente ni en la so-‐ ciedad ni en la Iglesia. Allí donde los cristianos son pocos, se dan muchos casos en los cuales hay un solo creyente en la familia, por lo cual existen po-‐ cas oportunidades de compartir las preocupacio-‐ nes domésticas. 9 Ya que muchos jóvenes se transfieren a las ciu-‐ dades, crece rápidamente el número de las perso-‐ nas ancianas en el campo. Muchos católicos ancia-‐ nos son sacados de los compromisos de la vida pa-‐ rroquial y pueden llevar una vida de soledad. Hay pocas estructuras para los ancianos vinculadas a la Iglesia y católicos que entran en otras instituciones son separados de la Iglesia, también en el momen-‐ to de la muerte. Pocas instituciones públicas o pri-‐ vadas acogen favorablemente las visitas del per-‐ sonal religioso. Algunas prohíben incluso estas visi-‐ tas. Puesto que el número de católicos que viven en hospitales o instituciones aumenta, es conve-‐ niente que la Iglesia subraye a nivel social la nece-‐ sidad que la fe esté presente en el momento del término de la vida. c) ¿En qué medida las crisis de fe que las personas pueden atravesar inciden en la vida familiar? 1. En medida notable. En el pasado, cuando la per-‐ sonalidad o los valores de la pareja coincidían o existían otras situaciones que hoy causan el divor-‐ cio, los cónyuges confiaban en Dios y superaban las dificultades. Actualmente, también cuando una pareja es creyente, el sentir común les persuade que no tienen necesidad de la fe para afrontar es-‐ tas situaciones. La vida de la familia cristiana es sobrepasada por los valores de la sociedad. En otros términos, no refleja más el sentido cristiano de la fe y la concepción de humanidad. Por esto, también si los hijos crecen en una familia cristiana, los valores que ab-‐
sorben son aquellos de la sociedad. Movidos a bailar según la música de la sociedad que acentúa el estudio en vista al éxito económico y animados por el deseo de no ser marginados por la sociedad, los jóvenes no tienen márgenes para cultivar una vocación. Esta es la más grande crisis de fe que hay en las familias. 2. Existe el riesgo que a causa de la crisis de fe, Dios desaparezca de la familia, la cual posterior-‐ mente termine por convertirse en un lugar cerrado en sí mismo, sin amor. 3. La crisis de fe es también una crisis de amor. Se vuelve imposible aceptar con amor la propia vida y aquella de los otros, resulta invalidado el funda-‐ mento mismo de la vida familiar -‐paz en la mente y disposición de fe y de amor. 4. Cuando mente y cuerpo están concentrados so-‐ bre un breve período, la preocupación por el espí-‐ ritu desaparece. 5. Hay una crisis de fe cuando se debilita la rela-‐ ción con Dios y desaparece el temor de Dios, po-‐ niéndose a sí mismos al centro. Entonces las rela-‐ ciones humanas llegan a ser difíciles y la vida de familia es amenazada. Esto vale por ejemplo, cuando la muerte no es acompañada, cuando se niegan los cuidados a los ancianos, cuando se abandonan a los niños, cuando se dan violencias sexuales sobre los hijos o sobre los padres, cuando los jóvenes se aíslan a nivel social. De este modo, los problemas de la sociedad moderna sobrepasan la capacidad de la familia para afrontarlos, cau-‐ sando la disgregación de la familia, de la comuni-‐ dad civil y de la comunidad cristiana. Es necesario urgentemente despertar el interés de las familias por su vida familiar e involucrarlas en ella 9.-‐ OTROS DESAFÍOS Y PROPUESTAS ¿Existen otros desafíos y propuestas en relación a los temas tratados en este cuestionario que me-‐ rezcan ser considerados como urgentes o útiles? 1. Es necesario agregar el cuidado pastoral de las personas que encuentran dificultades en su vida familiar con la visión de las enseñanzas de la iglesia
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sobre el matrimonio y la familia. Es necesario, además, no limitarse a decir simplemente a los hombres y a las mujeres que no siguen las normas establecidas por la iglesia que están fuera de la comunidad, sino ofrecerles oportunidades para encontrar a la comunidad cristiana. Actualmente, es difícil afirmar que en nuestras parroquias se ha-‐ yan difundido actitudes más adecuadas o que la misma concepción del matrimonio no se haya di-‐ luido también entre los católicos. 2. Las preguntas y las temáticas de este cuestiona-‐ rio, han sido elaboradas en razón de la mentalidad de países cristianos en los cuales la familia entera es cristiana. Los matrimonios en los cuales los con-‐ trayentes son de distinta religión, por ejemplo, ellos parecen ser considerados un problema. Ante todo, en Japón la inmensa mayoría de los matri-‐ monios son mixtos. En este contexto, debemos in-‐ terrogarnos sobre qué significa la expresión “fami-‐ lia cristiana”. El creciente número de personas que no se casan, el aumento de familias monoparenta-‐ les, la situación de los ancianos y el envejecimiento de la sociedad, y problemas que encuentran los hi-‐ jos de personas mayores, son todos problemas que hoy debe enfrentar la vida familiar y que eran inimaginables en el pasado. 3. Este “año de la familia”, a lo largo de dos años ofrece a la iglesia la oportunidad de reexaminar y profundizar la concepción evangélica de la familia. 4. Aun siendo importante continuar subrayando la importancia de la familia y de la vida, la Iglesia de-‐ be presentar también un rostro que sana, sostiene y anima a aquellos que no pueden alcanzar el ideal, antes de limitarse a juzgar y criticar. 5. Para una Iglesia como la existente en Japón, ce-‐ remonias como los matrimonios y los funerales deben constituir una oportunidad para proclamar el Evangelio. Es necesario empeñarse mayormente en esto. Naturalmente, esta es la premisa que sos-‐ tiene toda la actividad de la Iglesia, tanto como la liturgia cotidiana, pero la mayoría de aquellos que participan en los matrimonios, en los funerales, en las misas conmemorativas y en las misas de los aniversarios, no son cristianos. Para muchos de ellos, es el primer en-‐
cuentro con la Iglesia católica. Aun no siendo una evangelización directa, estos en-‐ cuentros ofrecen a los participantes la posibilidad de oler el “perfume” de la vida cristiana. Mientras se toman en consideración los varios problemas que encuentra actualmente la vida de la familia, es importante recordar y subrayar los puntos fuertes de la familia tradicional japonesa. Sin ninguna necesidad de ser animados, invitados o alentados, los japoneses continúan participando en los funerales y matrimonios, considerando la cosa absolutamente normal. Esta es la fuerza de la tradición que no puede ser ignorada. La Iglesia de-‐ be usarla. Frecuentemente la Iglesia decepciona a este propósito, poniendo una vara muy alta para el ingreso en ella y escasa hospitalidad y gentileza en la práctica. La carta a los hebreos enseña: “no olvi-‐ déis la hospitalidad; algunos, practicándola, sin sa-‐ berlo han acogido a los ángeles” (13,2). La iglesia debe ser un refugio para aquellos que son desechados en camino de la vida, y las ocasiones ofrecidas por las ceremonias son lugares en los cuales ellos pueden experimentar estos refugios. 15 de enero de 2014, Peter Takao Okada, arzobispo de Tokyo, Presiden-‐ te de la Conferencia de los obispos católicos de Ja-‐ pón. 4.
Respuestas iglesia francesa
Publicado el 18 junio, 2014 de Sínodo sobre la fa-‐ milia 2015 De las dos mil páginas que se han recibido, la sín-‐ tesis de 83 diócesis de movimientos y grupos, pero también de contribuciones personales -‐para pre-‐ parar la síntesis nacional enviada a Roma para el sínodo de los obispos sobre la familia (5 al 19 de octubre de 2014), monseñor Pierre-‐Marie Carré, arzobispo de Montpellier, vicepresidente de la conferencia de obispos de Francia, resume las principales insistencias “que debieran suscitar la reflexión de la iglesia católica en Francia”. Antes de presentar las principales conclusiones del cues-‐
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tionario preparatorio al Sínodo de Obispos sobre “los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”, debo, a nombre de los obis-‐ pos de Francia, agradecer muy sinceramente a los miles de personas que se han tomado el tiempo de reflexionar sobre las preguntas planteadas y res-‐ ponderlas. La brevedad del tiempo asignado para transmitir las respuestas, por la coincidencia de las fiestas de Navidad, ha obviamente limitado su número, como también la formulación a veces di-‐ fícil de algunas preguntas. A pesar de todo, se han enviado más de dos mil páginas, esencialmente construidas a partir de síntesis de 83 diócesis y de movimientos o grupos, pero también de contribu-‐ ciones personales, para preparar la síntesis nacio-‐ nal que a su vez se ha enviado a Roma. El conjunto de las contribuciones representa en consecuencia, bastantes más páginas. Una cantidad como esta de respuestas expresa bien la importancia del rol y la misión de la familia. Se han expresado muchas as-‐ piraciones y expectativas pero también sufrimien-‐ tos. Todo, ello debe acogerse con atención. En el cuadro de este breve resumen, no es posible re-‐ tomar una a una las 39 preguntas planteadas. En consecuencia, he aquí, de una manera sintética, las principales demandas que deberían suscitar la reflexión de la iglesia católica en Francia. 1.-‐ LA FAMILIA: UN GRAN BIEN Con vastísimo consenso, la familia es presentada como un gran bien. Las respuestas subrayan su importancia para la felicidad de cada uno de sus miembros y hacen notar también que su fracaso es causa de grandes sufrimientos. Ella está llamada a ser un lugar de amor, amor de la pareja, amor para los niños y aprendizaje del amor a través de ale-‐ grías y pruebas, éxitos y fracasos. Nada aquí está ganado por anticipado. Muchas respuestas ponen valor en la necesidad de un apoyo para la vida fa-‐ miliar, y que éste es necesario para que ella pueda dar todo de sí. Este apoyo proviene en primer lu-‐ gar de la gracia del sacramento del matrimonio. Será necesario ampliar y cuidar la preparación del matrimonio, a fin de
que se pueda llegar a su sentido más profundo, y desplegar también los distintos elementos. La pastoral familiar aparece a menudo insuficiente, limitándose por ejemplo, a algunos encuentros de movimientos familiares. Está llama-‐ da a desarrollarse realmente y a convertirse en una fuerza que haga proposiciones, que reflexione y que otorgue apoyo. En fin, ya que muchos hacen notar que menudo las parejas y las familias se en-‐ cuentran solas frente a las pruebas, conviene bus-‐ car los medios más aptos para que tenga un apoyo verdadero, especialmente en los momentos de cri-‐ sis. 2.-‐ EL “DESFASE” ENTRE MAGISTERIO Y VIDA Muchas respuestas expresan un desfase entre la enseñanza de la iglesia y las elecciones de las pare-‐ jas que se reconocen católicas. Una distinción de ese tipo, aparece particularmente a propósito de los métodos anticonceptivos y de la exigencia que los divorciados y vueltos a casar dirigen a la iglesia a propósito de los sacramentos de la eucaristía y del perdón. – Las respuestas subrayan que la en-‐ señanza de la iglesia es muchas veces, desconocida o ignorada. Se reduce frecuentemente a la pers-‐ pectiva de lo que está permitido o prohibido y mu-‐ cho más aun, de lo permitido de lo que está prohi-‐ bido, es decir, se refiere más a lo prohibido que a lo permitido. Es verdad que los textos del magiste-‐ rio son generalmente largos y complejos; ellos apelan a concepciones antropológicas que es ne-‐ cesario explicar, como por ejemplo la ley natural. Se pide que se hagan textos más simples y accesi-‐ bles, de tal manera de que se escuche mejor el mensaje del Evangelio. Nadie pone en tela de jui-‐ cio las enseñanzas bíblicas, y las respuestas reco-‐ gen frecuentemente las enseñanzas de Jesús. Mu-‐ chos, sin embargo, enfatizan que Jesús tiene pala-‐ bras mucho más severas sobre el dinero y su uso, que sobre la sexualidad, y se preguntan por qué muchas veces la iglesia lo hace notar al revés. – Se lamenta también que la vida de la familia no se toma tanto en cuenta sobre aspectos más concre-‐ tos, como por ejemplo, el peso de la vida profesio-‐
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nal cuando los niños se vuelven adolescentes y exigen mucha energía, o cuando los padres mayo-‐ res también reclaman más presencia, o incluso mayores cuidados y decisiones difíciles de tomar sobre la familia. Piden que el sínodo no se quede en abstracciones. – La legislación civil ha multipli-‐ cado también las leyes que se inscriben claramen-‐ te en oposición a las posiciones de la iglesia católi-‐ ca; basta como ejemplo señalar la liberalización del aborto, la posibilidad del matrimonio homose-‐ xual, el divorcio por mutuo consentimiento, la an-‐ ticoncepción ampliamente difundida incluso para menores de edad. Todo ello pesa sobre la familia católica y las marca en sus mentalidades y en su vida corriente. – Un cierto número de respuestas llama la atención sobre la “ley de la gradualidad” presentada por el Papa Juan Pablo II como que es muy poco conocida. Ella no pretendía cambiar la ley de la iglesia, pero llama la atención que las per-‐ sonas en su recorrido humano es posible que no puedan, en conciencia, llevar a cabo alguna pres-‐ cripciones en las circunstancias por las cuales atra-‐ viesan, y que se propongan seriamente realizarlas en el futuro. Esta ley debiera presentarse más am-‐ pliamente como manifestando las etapas de un crecimiento. Es, por lo tanto, la teología del cuerpo tal cual la propuso Juan Pablo II. 3.-‐ LAS RELACIONES ENTRE LA LEY MORAL Y LA CONCIENCIA PERSONAL En el trasfondo de un número de respuestas apa-‐ recía claramente la cuestión de la relación que de-‐ be establecerse entre la ley moral qu aparece, sea en la escritura o en la enseñanza de la iglesia, y la conciencia personal. La sociedad ha expandido la concepción del cambio de la ley cuando las prácti-‐ cas sociales evolucionan. Al contrario, la iglesia presenta la ley como un objetivo que debe reali-‐ zarse incluso cuando es muy exigente. Las ense-‐ ñanzas de la iglesia parecen a menudo como es-‐ tando a contra corriente de las prácticas habitua-‐ les en casi todos los dominios. No es fácil en parti-‐ cular para los adolescentes y los jó-‐ venes, encontrarse así a contra co-‐
rriente; ellos necesitan ayuda y apoyo para no descorazonarse. Frente a estos desafíos, se han expresado muchos deseos. – En primer lugar, apoyar sobre la escritura las ense-‐ ñanzas de la iglesia. No debe presentarse de forma moralizadora sino conducir a un verdadero respe-‐ to hacia las personas. – No quedarse en generali-‐ dades, sino presentar ejemplos bajo la forma de testimonios. El lugar de las parejas y de las familias cristianas es determinante. – Saber escuchar a las personas y acoger sus alegrías y dificultades. Des-‐ de ahí, multiplicar las iniciativas y tener personas bien formadas que sean capaces de llevar a la práctica una pastoral familiar adaptada a las per-‐ sonas y a su situación. – Preocuparse por una arti-‐ culación justa entre el anuncio de la fe en Cristo y sus consecuencias espirituales y morales. Es así que la fe apoya a las personas y a las familias en las situaciones difíciles que ellas deben sobrelle-‐ var. – Subrayar el lugar esencial de la conciencia personal de las parejas en las elecciones que ellas deben tomar respecto de su vida íntima. De este modo, la iglesia podrá ser percibida de manera po-‐ sitiva en su misión de educadora en la fe y de tes-‐ timonio de la misericordia de Dios. 4.-‐ LA PREPARACIÓN AL MATRIMONIO Muchas personas que piden un matrimonio reli-‐ gioso no tienen sino una débil conciencia de lo que representa el sacramento del matrimonio. Su fe cristiana a menudo es limitada y no tienen relación personal con Cristo. El tiempo de preparación al matrimonio es especialmente importante. Se pro-‐ pone que pueda ser vivido inspirándose en prácti-‐ cas del catecumenado de adultos. Momentos de celebración podrían alinearse con la preparación, y permitir así un mejor descubrimiento de la fe cris-‐ tiana y del sentido del matrimonio cristiano. 5.-‐ LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR El número de divorciados aumenta continuamente en Francia. Las causas son múltiples y los factores personales importantes. Experimentar una separa-‐
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ción es una realidad dolorosa tanto para las pare-‐ jas como para los niños. A menudo se establece una nueva unión que la iglesia no reconoce, a cau-‐ sa de la insolubilidad al matrimonio, lo que condu-‐ ce a que no puedan recibir los sacramentos de la Eucaristía ni del perdón. Algunas personas se es-‐ fuerzan por permanecer fieles a este primer ma-‐ trimonio, permaneciendo solas, y hay que apoyar-‐ las. Muchas respuestas piden que la práctica de la iglesia se inspire por ejemplo, en el de las iglesias ortodoxas. Cuando ha tenido lugar un tiempo de penitencia, cuando la estabilidad en la nueva unión parezca haberse establecido, podría recono-‐ cerse con algun tipo de celebración, sin poner en tela de juicio la indisolubilidad del matrimonio. Se pide también a menudo dejar esta decisión a las personas involucradas, iluminadas por algún tipo de acompañamiento personal. Las declaraciones canónicas de nulidad de matrimonio podrían ser más numerosas con una simplificación del proce-‐ dimiento, aunque varias respuestas expresan re-‐ servas en este sentido, subrayando que no se pue-‐ de declarar nula una experiencia de vida como un matrimonio. 6.-‐ LAS UNIONES DE PERSONAS DEL MISMO SEXO La actitud solicitada a este respecto es de acogida sin juicio ni rechazo por parte de la iglesia y de sus miembros. Al mismo tiempo, la iglesia no puede renunciar a sus convicciones en relación al matri-‐ monio cristiano. Se pide en particular, ayudar a los padres cuyo hijo se reconoce homosexual a vivir en una actitud justa esta situación. Los movimien-‐ tos de homosexuales católicos son muy poco co-‐ nocidos. 7.-‐ LA APERTURA DE LOS ESPOSOS A LA VIDA Una gran mayoría de las repuestas subraya que la encíclica Humane Vitae, ha tenido como conse-‐ cuencia que muchas parejas rompan con las ense-‐ ñanzas de la iglesia. La insistencia de la iglesia so-‐ bre este punto parece incomprensi-‐ ble para estas personas. Una peque-‐
ña minoría más convencida aplica estas enseñanzas inspirándose por ejemplo en el método Billings. De una manera general, se espera que la iglesia le de a las familias cristianas criterios de discernimiento que les sirvan de puntos de re-‐ ferencia. Muchos creen que la iglesia condena la sexualidad; parece indispensable que las parejas cristianas puedan testimoniar que la relación se-‐ xual participa en el crecimiento del amor en la pa-‐ reja. Es importante poner el acento sobre la cali-‐ dad relacional del amor que une a los esposos, ha-‐ ciéndoles percibir en qué forma son llamados a vi-‐ vir la castidad. CONCLUSIÓN La familia es un lugar propicio para experimentar el amor de Dios, pues en su seno la persona se descubre amada y llamada a vivir la comunión. Las crisis que les suceden muchas veces pueden debili-‐ tar la fe y ser un obstáculo al reencuentro con Cris-‐ to. La credibilidad del mensaje del Evangelio se juega en su capacidad para emitir un mensaje de alegría al respecto de la pareja cristiana y de la fa-‐ milia, aportándole los medios de un acompaña-‐ miento adaptado. La alegría, la felicidad de las pa-‐ rejas y de las familias cristianas son un signo creí-‐ ble del mensaje de Cristo transmitido por la iglesia. Publicado en Sin categoría | Deja un comentario 5.
Respuestas iglesia suiza
Publicado el 5 junio, 2014 de Sínodo sobre la fami-‐ lia 2015 La conferencia de obispos suizos (católicos) ha si-‐ do de las que ha decidido hacer pública la síntesis de las respuestas, publicando el 4 de febrero un comunicado de prensa elaborado por el Instituto suizo de sociología pastoral y titulado Consulta sobre la pastoral de parejas, del matrimonio y de la familia de la Iglesia católica – Resultados. 1.-‐ ¿QUIÉN HA PARTICIPADO EN LA CONSULTA?
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-‐ Las 23.636 respuestas recibidas a comienzos de enero (tres cuartas de las cuales por medio de In-‐ ternet, el resto en versión papel) constituyen la base de las evaluaciones. -‐ Con los cuestionarios llegados después del tér-‐ mino, el número de los participantes sube a 25.000. -‐ La edad media es de 54 años, 47% hombres, 53 % mujeres. Dos tercios de los participantes tienen hi-‐ jos. -‐ Casi el 92% pertenece a la Iglesia católica roma-‐ na, el 95% vive en Suiza. -‐ Cerca del 87% de los cuestionariosrecibidos está en lengua alemana, cerca del 9% en lengua france-‐ sa. Más de 1.000 personas han compilado el cues-‐ tionario, que corresponde a cerca del 4,5% de los participantes. -‐ El gran número de los participantes que ha utili-‐ zado el cuestionario aparecido en los medios ecle-‐ siales (boletines parroquiales) demuestra que la consulta ha alcanzado sobre todo a personas cer-‐ canas a la Iglesia. -‐ La proximidad a la Iglesia de la mayor parte de los participantes se traduce también en el hecho que el matrimonio religioso y una educación cristiana de los hijos alcanzan niveles muy altos de consen-‐ so. -‐ Una característica de las personas cercanas a la Iglesia es el interés por la doctrina de la Iglesia, el que sin embargo no les impide asumir posiciones muy críticas hacia ella. 2.-‐ PRIMEROS RESULTADOS RECABADOS La evaluación de la consulta recién ha comenzado pero ya se delinean algunas tendencias muy netas. ¿Qué es importante para quienes han participado en la consulta? El matrimonio religioso es gene-‐ ralmente importante (80%). Resulta claro el deseo de dar una dimensión religiosa a la propia pareja y de tener en consideración la dimensión religiosa en las decisiones fundamentales de la vida. El di-‐ fundidísimo deseo de impartir una educación religiosa a los hijos alcan-‐
za el nivel más alto de consenso de toda la consulta (97%). La fe reviste un rol importante en el campo de la familia y de la educación de los hijos también si los padres no siempre lo indican expresamente (o no están en situación de hacerlo) El dato estadístico de los bautizos, que continua a testimoniar una fuerte adhesión en Suiza, es una de las pruebas de la gran importancia dada a la fe en el campo fami-‐ liar. Estas dos constataciones constituyen para la Igle-‐ sia la indicación de una excelente oportunidad pa-‐ ra transmitir el propio mensaje fundamental. Pero no es que todo esté bien. Tal apertura en línea de principio ante la religión y la fe, no va a la par con una adhesión incondicionada a la doctrina de la Iglesia sobre la familia, el matrimonio y la sexuali-‐ dad. 3.-‐ EL TEMA NÚMERO 1 Las respuestas son en gran parte concordantes en mostrar incomprensión y rechazo por la doctrina oficial que no consiente a los divorciados vueltos a casar recibir los sacramentos. La inmensa mayoría de los católicos (cerca del 90%) espera que tam-‐ bién la Iglesia reconozca y bendiga a estas parejas. La petición formulada con más insistencia a los obispos y a la Iglesia en Suiza, es la de abolir la práctica corriente respecto de los divorciados vuel-‐ tos a casar, juzgada discriminatoria y no inspirada en la caridad cristina. Tal práctica es rechazada por motivos religiosos y con expresa referencia al mensaje cristiano. 4.-‐ RECONOCIMIENTO DE LAS PAREJAS HOMOSE-‐ XUALES, UNA MAYORÍA SIN CONSENSO Una mayoría de cerca del 60% de los participantes en la consulta querría el reconocimiento y la ben-‐ dición de las parejas homosexuales de parte de la Iglesia. Diversamente de la cuestión de los divor-‐ ciados vueltos a casar, en este caso no hay con-‐ senso sino más bien una polarización. Junto a una clara adhesión existe también un rechazo categóri-‐
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co, aun cuando numéricamente inferior, de un re-‐ conocimiento de las uniones homosexuales de parte de la Iglesia. La Iglesia y sus líderes tienen aquí la difícil tarea de encontrar una solución que tenga cuenta estas di-‐ ferentes concepciones, respondiendo en todo caso a las necesidades pastorales de las parejas homo-‐ sexuales, para las cuales es importante tener un reconocimiento y una dimensiónreligiosa para la propia relación. 5.-‐ LA CONTRACEPCIÓN, ARGUMENTO PERMA-‐ NENTE Las respuestas a la pregunta sobre los métodos ar-‐ tificiales o naturales de contracepción revelan la distancia, dramática y conocida desde hace largo tiempo, entre la doctrina y los participantes en la consulta. La prohibición de los métodos artificiales de contracepción está muy lejos de la práctica y de las ideas de la gran mayoría de los católicos. 6.-‐ RESERVAS A LA ADHESIÓN A LA DOCTRINA DE LA IGLESIA SOBRE LA FAMILIA La mayor parte de los católicos indica estar en co-‐ nocimiento de las posiciones de la Iglesia sobre la sexualidad, sobre la pareja, sobre el matrimonio y sobre la familia, pero se muestra más bien escépti-‐ ca frente a la pregunta acerca de la adhesión a ta-‐ les posiciones. Las reservas puestas a la doctrina de la Iglesia son muy netas. 7.-‐ PERSPECTIVAS PARA LA IGLESIA Si se confrontan estas críticas a la Iglesia con el de-‐ seo fundamental de vivir una relación, un matri-‐ monio y una familia que tengan también una di-‐ mensión eclesial y religiosa, se constata la necesi-‐ dad urgente de reconsiderar el estatuto de la doc-‐ trina de la Iglesia sobre la familia en la Iglesia y la pastoral. Es necesario que la Iglesia, ante las experiencias y situaciones concretas dela vida de las personas, deje de dar valor absoluto
a determinadas normas y directri-‐ ces. Cuando ella exige que los católicos sigan in-‐ condicionalmente y sin crítica las normas concre-‐ tas y las directrices de comportamiento que da, en último término daña la aspiración de transmitir a las personas los aspectos centrales y esenciales del propio Evangelio. Al desarrollar las propuestas pastorales, sería ne-‐ cesario además tener cuenta la separación muy conocida entre la apertura de tantos creyentes a una connotación religiosa para la pareja, el matri-‐ monio y la familia, y el rechazo y la incomprensión de la doctrina de vastos sectores. En particular, generalmente en la consulta la preparación al ma-‐ trimonio no es vista favorablemente, y es conside-‐ rada de escasa ayuda para la vida dela pareja y de la familia. En fin, la consulta muestra cómo la Iglesia no es considerada una ayuda cuando surgen crisis en el matrimonio y en la familia. En este contexto pare-‐ ce que el alto ideal doctrinal falsifique la visión de la realidad y la haga menos disponible precisamen-‐ te a las personas que más necesitaría de cuidado. 8.-‐ AMPLIA CONVERGENCIA Uno de los resultados más sorprendentes de la consulta es la amplísima convergencia de las res-‐ puestas provenientes de grupos muy diversos: jó-‐ venes y ancianos, hombres y mujeres, de lengua alemana, francesa e italiana; no existe práctica-‐ mente ninguna diferencia en el modo de respon-‐ der. Ninguna cuestión crea conflictos generaciona-‐ les, no hay luchas entre los sexos, diversidad entre la Suiza romándica o alemana, desacuerdo ecumé-‐ nico profundo entre las confesiones cristianas y al-‐ guna divergencia significativa entre las respuestas que han llegado de Suiza o del exterior. 9.-‐ PERSPECTIVA PARA EVALUACIONES POSTE-‐ RIORES Estamos solo al comienzo de la evaluación. Para el análisis ulterior de los resultados, el Instituto suizo de sociología pastoral se basará en asuntos pasto-‐
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rales concretos. Será posible, por ejemplo, em-‐ prender una evaluación comparada de los grupos
de referencia, con el fin de adaptar la oferta pastoral.
Instrumentum Laboris III ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA
nedicto XVI (22 de febrero de 2007)
LOS DESAFÍOS PASTORALES DE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN
PRESENTACIÓN
INSTRUMENTUM LABORIS Ciudad del Vaticano 2014 ABREVIACIONES CCC Catecismo de la Iglesia Católica CDF Congregación para la Doctrina de la Fe CTI Comisión Teológica Internacional CV Caritas in Veritate, Carta Encíclica de Benedicto XVI (29 de junio de 2009). DCE Deus Caritas Est, Carta Encíclica de Benedicto XVI (25 de diciembre de 2005). DV Dei Verbum, Constitución dogmática sobre la divina revelación, Concilio Ecuménico Vaticano II. EG Evangelii Gaudium, Exhortación Apostólica de Francisco (24 de noviembre de 2013) FC Familiaris Consortio, Exhortación Apostólica de Juan Pablo II (22 de noviembre de1981) GS Gaudium et Spes, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, Concilio Ecuménico Vaticano II. GE Gravissimum Educationis, Declaración sobre la educación cristiana, Concilio Ecuménico Vaticano II HV Humanae Vitae, Carta Encíclica de Pablo VI (25 de julio de 1968) LF Lumen Fidei, Carta Encíclica de Francisco (29 de junio de 2013) LG Lumen Gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia, Concilio Ecuménico Vaticano II. SC Sacramentum Caritatis, Exhorta-‐ ción Apostólica post-‐sinodal de Be-‐
El 8 de octubre de 2013, el Papa Francisco convocó la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema: Los desafíos pastora-‐ les de la familia en el contexto de la evangeliza-‐ ción. La Secretaría General del Sínodo inició la pre-‐ paración con el envío del Documento Preparatorio, que tuvo una amplia acogida eclesial en el pueblo de Dios, sintetizada en el presente Instrumentum Laboris. El Santo Padre, considerada la amplitud del tema, ha establecido un itinerario de trabajo en dos etapas, que constituyen una unidad orgáni-‐ ca. En la Asamblea General Extraordinaria de 2014, los Padres sinodales evaluarán y profundizarán los datos, los testimonios y las sugerencias de las Igle-‐ sias particulares, a fin de responder a los nuevos desafíos de la familia. La Asamblea General Ordi-‐ naria de 2015, mayormente representativa del episcopado, reflexionará en un segundo momento —insertándose en el precedente trabajo sinodal— sobre las temáticas afrontadas para individuar lí-‐ neas operativas pastorales. El Instrumentum Laboris nace de las respuestas al cuestionario del Documento Preparatorio, dado a conocer públicamente en el mes de noviembre de 2013, estructurado en ocho grupos de preguntas relativas al matrimonio y la familia, las cuales han tenido una amplia difusión. Las respuestas, nume-‐ rosas y detalladas, provienen de los Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, de las Confe-‐ rencias Episcopales, de los Dicasterios de la Curia Romana y de la Unión de los Superiores Generales. También llegaron directamente a la Secretaría Ge-‐ neral respuestas —llamadas observaciones— de un número significativo de diócesis, parroquias, movimientos, grupos, asociaciones eclesiales y realidades familiares, así como también de institu-‐
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ciones académicas, especialistas, fieles y otras per-‐ sonas, todos ellos interesados en dar a conocer las propias reflexiones. El texto está estructurado en tres partes y retoma, según un orden funcional a la Asamblea sinodal, las ocho temáticas propuestas en el cuestionario. La primera parte está dedicada al Evangelio de la familia, en el contexto del plan de Dios y la voca-‐ ción de la persona en Cristo, horizonte dentro del cual se releva el conocimiento y la recepción del dato bíblico y de los documentos del Magisterio de la Iglesia, incluidas las dificultades, entre las cuales la comprensión de la ley natural. La segunda parte trata de las diversas propuestas relativas a la pas-‐ toral familiar, incluidos los correspondientes desa-‐ fíos y las situaciones difíciles. La tercera parte está dedicada a la apertura a la vida y a la responsabili-‐ dad educativa de los padres, que caracteriza el matrimonio entre el hombre y la mujer, con parti-‐ cular referencia a las situaciones pastorales actua-‐ les. El presente documento, fruto del trabajo colegial proveniente de la consultación a las Iglesias parti-‐ culares, que la Secretaría General del Sínodo, junto con el Consejo de la Secretaría, ha recogido y ela-‐ borado, se pone a disposición de los Miembros de la Asamblea sinodal como Instrumentum Laboris. Éste ofrece un amplio cuadro, si bien no exhausti-‐ vo, de la situación familiar actual, de sus desafíos y de las reflexiones que la misma suscita. Los temas que no se encuentran comprendidos en el documento, algunos de los cuales fueron indi-‐ cados en las respuestas al número 9 (varios) del cuestionario, serán tratados en la Asamblea Gene-‐ ral Ordinaria del Sínodo de 2015. Lorenzo Card. Baldisseri Secretario General del Sínodo de los Obispos Vaticano, 24 de junio de 2014 Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista
PREMISA El anuncio del Evangelio de la familia es parte inte-‐ grante de la misión de la Iglesia, puesto que la re-‐ velación de Dios ilumina la realidad de la relación entre el hombre y la mujer, de su amor y de la fe-‐ cundidad de su relación. En el tiempo actual, la di-‐ fundida crisis cultural, social y espiritual constituye un desafío para la evangelización de la familia, nú-‐ cleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial. Dicho anuncio está en continuidad con la Asam-‐ blea sinodal sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana y el Año de la fe, pro-‐ clamado por Benedicto XVI. La Asamblea General Extraordinaria del Sínodo so-‐ bre el tema: Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización, teniendo en cuenta que la «Tradición apostólica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo» (DV 8), está llamada a reflexionar sobre el camino que se ha se seguir para comunicar a todos los hom-‐ bres la verdad del amor conyugal y de la familia, respondiendo a sus múltiples desafíos (cf. EG 66). La familia es un recurso inagotable y una fuente de vida para la pastoral de la Iglesia; por lo tanto, su finalidad primaria es el anuncio de la belleza de la vocación al amor, gran potencial también para la sociedad. Ante esta urgencia, el episcopado, cum et sub Petro, se dispone a escuchar con docilidad al Espíritu Santo, para reflexionar sobre los desa-‐ fíos pastorales actuales. La Iglesia, consciente de que las dificultades no condicionan el ultimo horizonte de la vida familiar y de que las personas no se encuentran sólo frente a problemáticas inéditas, se complace en constatar un ímpetu, sobre todo entre los jóvenes, que hace entrever una nueva primavera para la familia. Tes-‐ timonios significativos al respecto pueden verse en los numerosos encuentros eclesiales, en los que se manifiesta claramente, sobre todo en las nuevas generaciones, un renovado deseo de familia. Fren-‐ te a tales aspiraciones, la Iglesia está llamada a ofrecer sostén y acompañamiento, a todos los ni-‐ veles, con fidelidad al mandato del Señor de anun-‐
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ciar la belleza del amor familiar. El Sumo Pontífice, en sus encuentros con las familias, estimula siem-‐ pre a mirar con esperanza el propio futuro, reco-‐ mendando aquellos estilos de vida a través de los cuales se cuida y se hace crecer el amor en la fami-‐ lia: pedir permiso, agradecer y pedir perdón, sin dejar jamás que el sol se oculte sobre un litigio o una incomprensión, sin tener la humildad de excu-‐ sarse. Desde el comienzo de su Pontificado, el Papa Fran-‐ cisco ha insistido: «Él [Dios] jamás se cansa de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón» (Ángelus del 17 de marzo de 2013). Este hincapié en la misericordia ha suscita-‐ do un notable impacto también en relación a las cuestiones referidas al matrimonio y a la familia, en cuando, más allá de todo moralismo, confirma y abre horizontes en la vida cristiana, cualquiera que sea el límite experimentado y cualquiera que sea el pecado cometido. La misericordia de Dios abre el camino a la continua conversión y al conti-‐ nuo renacimiento. I PARTE COMUNICAR EL EVANGELIO DE LA FAMILIA HOY Capítulo I El designio de Dios acerca del matrimonio y la familia La familia a la luz del dato bíblico 1. El Libro del Génesis presenta al hombre y la mu-‐ jer creados a imagen y semejanza de Dios; al aco-‐ gerse mutuamente, se reconocen hechos el uno para el otro (cfr. Gen 1,24-‐31; 2,4b-‐25). Mediante la procreación, el hombre y la mujer son colabora-‐ dores de Dios, acogiendo y transmitiendo la vida: «Al transmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador» (CCC 372). Su responsabilidad, además, se extiende a custodiar la creación y hacer crecer la familia humana. En la tradición bí-‐ blica, la perspectiva de la belleza del
amor humano, espejo del divino, se desarrolla sobre todo en el Cantar de los Cantares y en los profetas. 2. El fundamento del anuncio de la Iglesia acerca de la familia radica en la predicación y la vida de Jesús, que vivió y creció en la familia de Nazaret, participó en las bodas de Caná, donde enriqueció la fiesta con el primero de sus “signos” (cfr. Jn 2,1-‐ 11), presentándose como el Esposo que se une a la Esposa (cfr. Jn 3,29). En la cruz, se entregó con amor hasta el final, y en su cuerpo resucitado es-‐ tableció relaciones nuevas entre los hombres. Desvelando plenamente la divina misericordia, Je-‐ sús concede al hombre y a la mujer recuperar ese “principio” según el cual Dios los unió en una sola carne (cfr. Mt 19,4-‐6), por el cual —con la gracia de Cristo— son capaces de amarse para siempre y con fidelidad. Por lo tanto, la medida divina del amor conyugal, a la que los cónyuges están llama-‐ dos por gracia, tiene su fuente en «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (EG 36), corazón mismo del Evangelio. 3. Jesús, al asumir el amor humano, también lo perfeccionó (cfr. GS 49), dando al hombre y a la mujer un nuevo modo de amarse, que tiene su fundamento en la irrevocable fidelidad de Dios. Desde esta perspectiva, la Carta a los Efesios iden-‐ tifica en el amor nupcial entre el hombre y la mu-‐ jer «el gran misterio» que hace presente en el mundo el amor entre Cristo y la Iglesia (cfr. Ef 5,31-‐32). Ellos poseen el carisma (cfr. 1Cor 7,7) de edificar la Iglesia, con su amor esponsal y con la ta-‐ rea de la procreación y educación de los hijos. Unidos por un vínculo sacramental indisoluble, los esposos viven la belleza del amor, de la paterni-‐ dad, de la maternidad y de la dignidad de partici-‐ par así en la obra creadora de Dios. La familia en los documentos de la Iglesia 4. A lo largo de los siglos, la Iglesia no ha dejado de ofrecer su enseñanza constante sobre el matrimo-‐ nio y la familia. Una de las expresiones más altas
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de este Magisterio la propuso el Concilio Ecuméni-‐ co Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et Spes, que dedica un capítulo entero a la promo-‐ ción de la dignidad del matrimonio y la familia (cfr. GS 47-‐52). Define el matrimonio como comunidad de vida y de amor (cfr. GS 48), situando al amor en el centro de la familia, mostrando, al mismo tiem-‐ po, la verdad de ese amor ante las diversas formas de reduccionismo presentes en la cultura contem-‐ poránea. El «verdadero amor entre marido y mu-‐ jer» (GS 49) implica la entrega mutua, incluye e in-‐ tegra la dimensión sexual y la afectividad, confor-‐ memente al designio divino (cfr. GS 48-‐49). Ade-‐ más, Gaudium et Spes 48 subraya el arraigo en Cristo de los esposos: Cristo Señor «sale al encuen-‐ tro de los esposos cristianos en el sacramento del matrimonio», y permanece con ellos. En la encar-‐ nación, Él asume el amor humano, lo purifica, lo lleva a plenitud, y dona a los esposos, con su Espí-‐ ritu, la capacidad de vivirlo, impregnando toda su vida de fe, esperanza y caridad. De este modo, los esposos son consagrados y, mediante una gracia propia, edifican el Cuerpo de Cristo y constituyen una Iglesia doméstica (cfr. LG 11), de manera que la Iglesia, para comprender plenamente su miste-‐ rio, mira a la familia cristiana, que lo manifiesta de modo genuino. 5. Siguiendo las huellas del Concilio Vaticano II, el Magisterio pontificio ha ido profundizando la doc-‐ trina sobre el matrimonio y la familia. En particular Pablo VI, con la Encíclica Humanae Vitae, puso de relieve el vínculo íntimo entre amor conyugal y engendramiento de la vida. San Juan Pablo II dedi-‐ có especial atención a la familia mediante sus ca-‐ tequesis sobre el amor humano, la Carta a las fa-‐ milias (Gratissimam Sane) y sobre todo con la Ex-‐ hortación Apostólica Familiaris Consortio. En esos documentos, el Pontífice definió a la familia «vía de la Iglesia»; ofreció una visión de conjunto sobre la vocación al amor del hombre y la mujer; propu-‐ so las líneas fundamentales para la pastoral de la familia y para la presencia de la fami-‐ lia en la sociedad. En particular, tra-‐
tando de la caridad conyugal (cfr. FC 13), describió el modo como los cónyuges, en su mutuo amor, reciben el don del Espíritu de Cris-‐ to y viven su llamada a la santidad. 6. Benedicto XVI, en la Encíclica Deus Caritas Est, retomó el tema de la verdad del amor entre hom-‐ bre y mujer, que se ilumina plenamente sólo a la luz del amor de Cristo crucificado (cfr. DCE 2). Él recalca que: «El matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el mo-‐ do de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano» (DCE 11). Además, en la Encíclica Caritas in Veritate, pone de relieve la importancia del amor como principio de vida en la sociedad (cfr. CV 44), lugar en el que se aprende la expe-‐ riencia del bien común. 7. El Papa Francisco, en la Encíclica Lumen Fidei, al afrontar el vínculo entre la familia y la fe, escribe: «El encuentro con Cristo, el dejarse aferrar y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus ma-‐ nos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades» (LF 53). Capítulo II Conocimiento y recepción de la Sagrada Escritura y los documentos de la Iglesia sobre matrimonio y familia 8. Nuestro tiempo eclesial se caracteriza por un amplio redescubrimiento de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia. El renovado interés en las Sa-‐ gradas Escrituras, en ámbito eclesial, ha marcado de modo diferenciado la vida de las diócesis, las parroquias y las comunidades eclesiales. Sin em-‐ bargo, de las numerosas respuestas y observacio-‐ nes recibidas resulta que el conocimiento, la co-‐ municación y la recepción de las enseñanzas de la
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Iglesia concernientes a la familia tienen lugar me-‐ diante modalidades muy diversas, según las viven-‐ cias familiares, el tejido eclesial y el contexto so-‐ cio-‐cultural. En las zonas en las que sigue viva una tradición cristiana y una pastoral bien organizada, se encuentran personas sensibles a la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la familia. En otras partes, por motivos distintos, se encuentran nu-‐ merosos cristianos que incluso ignoran la existen-‐ cia de estas enseñanzas. El conocimiento de la Biblia sobre la familia 9. En general, se puede decir que hoy la enseñanza de la Biblia, sobre todo de los Evangelios y las Car-‐ tas paulinas, es más conocida. Sin embargo, de parte de todas las Conferencias Episcopales se afirma que queda mucho por hacer para que tal enseñanza se convierta en el fundamento de la es-‐ piritualidad y la vida de los cristianos también en relación a la familia. Asimismo, en no pocas res-‐ puestas, se observa entre los fieles un gran deseo de conocer mejor la Sagrada Escritura. 10. En esta perspectiva, resalta cuán decisiva es la formación del clero y en particular la calidad de las homilías, sobre lo que recientemente el Santo Pa-‐ dre Francisco ha insistido (cfr. EG 135-‐144). En efecto, la homilía es un instrumento privilegiado para presentar a los fieles la Sagrada Escritura en su valor eclesial y existencial. Gracias a una predi-‐ cación adecuada, se pone al pueblo de Dios en la condición de apreciar la belleza de la Palabra que atrae y conforta a la familia. Junto con la homilía se reconoce como otro instrumento importante el hecho de promover en el seno de las diócesis y las parroquias cursos que ayuden a los fieles a acer-‐ carse a las Escrituras de modo adecuado. Se sugie-‐ re no tanto multiplicar iniciativas pastorales, sino animar bíblicamente toda la pastoral familiar. To-‐ da circunstancia en la que la Iglesia está llamada a cuidar de los fieles, en el ámbito de la familia, es una ocasión para que el Evangelio de la familia sea anunciado, experimentado y apre-‐ ciado.
Conocimiento de los documentos del Magisterio 11. El conocimiento de los documentos conciliares y postconciliares del Magisterio sobre la familia, de parte del pueblo de Dios, en general es escaso. Ciertamente, los entendidos en ámbito teológico los conocen. Sin embargo, al parecer estos textos no impregnan profundamente la mentalidad de los fieles. También hay respuestas que reconocen con franqueza que, entre los fieles, dichos documentos no se conocen en absoluto. En algunas respuestas, se observa que a veces los documentos se perci-‐ ben como realidades un poco “exclusivas”, espe-‐ cialmente entre los laicos que no gozan de una preparación previa. Se nota un cierto cansancio a la hora de tomar estos textos y estudiarlos. A me-‐ nudo, si no hay alguien preparado, que sea capaz de hacer una introducción a su lectura, estos do-‐ cumentos se consideran difíciles de abordar. Sobre todo, se siente la necesidad de mostrar el carácter existencial de las verdades que se afirman en los documentos. La necesidad de sacerdotes y ministros preparados 12. Algunas de las observaciones recibidas impu-‐ tan la responsabilidad de la escasa difusión de este conocimiento a los pastores, que, según el juicio de algunos fieles, no conocen en profundidad el tema matrimonio-‐familia de los documentos, ni parece que tengan los instrumentos para desarro-‐ llar esta temática. De otras observaciones recibi-‐ das, se deduce que los pastores, a veces, se sien-‐ ten inadecuados y faltos de preparación para tra-‐ tar problemáticas relativas a la sexualidad, la fe-‐ cundidad y la procreación, de manera que con fre-‐ cuencia se prefiere no afrontar estos temas. En al-‐ gunas respuestas, se encuentra también una cierta insatisfacción respecto a algunos sacerdotes que parece que sean indiferentes respecto a determi-‐ nadas enseñanzas morales. Su desacuerdo con la doctrina de la Iglesia genera confusión en el pue-‐ blo de Dios. Por esto, se pide que los sacerdotes estén más preparados y sean más responsables a la hora de explicar la Palabra de Dios y de presen-‐
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tar los documentos de la Iglesia concernientes al matrimonio y la familia. Acogida diversificada de la enseñanza de la Iglesia 13. Un buen número de Conferencias Episcopales observa que, si se transmite en profundidad la en-‐ señanza de la Iglesia con su genuina belleza, hu-‐ mana y cristiana, ésta es aceptada con entusiasmo por gran parte de los fieles. Cuando se logra mos-‐ trar una visión global del matrimonio y la familia según la fe cristiana, se percibe su verdad, bondad y belleza. La enseñanza es mayormente aceptada donde los fieles hacen un auténtico camino de fe, y no sienten sólo una curiosidad improvisada so-‐ bre lo que piensa la Iglesia acerca de la moral se-‐ xual. Por otra parte, numerosas respuestas con-‐ firman que, incluso cuando se conocen las ense-‐ ñanzas de la Iglesia sobre matrimonio y familia, muchos cristianos manifiestan dificultades para aceptarlas integralmente. En general, se mencio-‐ nan elementos parciales de la doctrina cristiana, aunque relevantes, con respecto a los cuales se observa una resistencia, de distintos grados, como por ejemplo respecto al control de los nacimien-‐ tos, el divorcio y las nuevas nupcias, la homose-‐ xualidad, la convivencia, la fidelidad, las relaciones prematrimoniales, la fecundación in vitro, etc. Mu-‐ chas respuestas confirman que, por el contrario, la enseñanza de la Iglesia sobre la dignidad y el res-‐ peto por la vida humana es más amplia y fácilmen-‐ te aceptada, al menos en principio. 14. Con razón, se señala que sería necesaria una mayor integración entre espiritualidad familiar y moral, que también permitiría comprender mejor el Magisterio de la Iglesia en ámbito de moral fa-‐ miliar. Alguna que otra intervención constata la importancia de valorar elementos de las culturas locales, que pueden ayudar a comprender el valor del Evangelio; es el caso de gran parte de la cultura asiática, con frecuencia centrada en la familia. En estos contextos, algunas Conferencias Episcopales afirman que no es difícil integrar las enseñanzas de la Iglesia sobre la fa-‐ milia con los valores sociales y mora-‐
les del pueblo, presentes en estas culturas. Con esto se quiere llamar la atención so-‐ bre la importancia de la interculturalidad en el anuncio del Evangelio de la familia. En definitiva, en las respuestas y observaciones recibidas resulta evidente la necesidad de poner en marcha itinera-‐ rios formativos concretos y posibles, que repre-‐ senten una introducción a las verdades de la fe que atañen a la familia, sobre todo para poder apreciar su profundo valor humano y existencial. Algunos motivos de la dificultad de recepción 15. Algunas Conferencias Episcopales ponen de re-‐ lieve que el motivo de tanta resistencia a las ense-‐ ñanzas de la Iglesia acerca de la moral familiar es la falta de una auténtica experiencia cristiana, de un encuentro personal y comunitario con Cristo, que ninguna presentación —aunque sea correc-‐ ta— de una doctrina puede sustituir. En este con-‐ texto, se lamenta la insuficiencia de una pastoral preocupada sólo de administrar los sacramentos, sin que a esto corresponda una verdadera expe-‐ riencia cristiana atrayente. Además, la gran mayo-‐ ría de las respuestas pone de relieve el creciente contraste entre los valores que propone la Iglesia sobre matrimonio y familia y la situación social y cultural diversificada en todo el planeta. Existe unanimidad en las respuestas también en relación a los motivos de fondo de las dificultades a la hora de acoger la enseñanza de la Iglesia: las nuevas tecnologías difusivas e invasivas; la influencia de los medios de comunicación de masas; la cultura hedonista; el relativismo; el materialismo; el indi-‐ vidualismo; la creciente secularización; el hecho de que prevalgan concepciones que han llevado a una excesiva liberalización de las costumbres en senti-‐ do egoísta; la fragilidad de las relaciones interper-‐ sonales; una cultura que rechaza decisiones defini-‐ tivas, condicionada por la precariedad, la provisio-‐ nalidad, propia de una “sociedad líquida”, del “usar y tirar”, del “todo y en seguida”; valores sos-‐ tenidos por la denominada “cultura del descarte” y de lo “provisional”, como recuerda frecuentemen-‐ te el Papa Francisco.
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16. Algunos recuerdan los obstáculos debidos al largo dominio de ideologías ateas en numerosos países, que crearon una actitud de desconfianza respecto de las enseñanzas religiosas en general. Otras respuestas hacen referencia a las dificulta-‐ des que encuentra la Iglesia ante las culturas triba-‐ les y las tradiciones ancestrales, en las que el ma-‐ trimonio tiene características bastante diferentes respecto a la visión cristiana, como por ejemplo el hecho de sostener la poligamia u otras visiones que contrastan con la idea de matrimonio indiso-‐ luble y monogámico. Está claro que los cristianos que viven en estos contextos necesitan un fuerte apoyo de parte de la Iglesia y las comunidades cris-‐ tianas. Promover un mejor conocimiento del Magisterio
re acerca de conexiones a nivel in-‐ ternacional entre centros universitarios y diócesis, incluso en zonas periféricas de la Iglesia, que resul-‐ tan provechosas para promover momentos forma-‐ tivos de calidad sobre matrimonio y familia. Un ejemplo, varias veces citado en las respuestas, es la colaboración con el Pontificio Instituto Juan Pa-‐ blo II para los estudios sobre matrimonio y familia de Roma, con diversas sedes en todo el mundo. Al respecto, varias Conferencias Episcopales recuer-‐ dan la importancia de desarrollar las intuiciones de San Juan Pablo II sobre la teología del cuerpo, en las cuales se propone un acercamiento fecundo a las temáticas de la familia, con sensibilidad exis-‐ tencial y antropológica, abierto a las nuevas ins-‐ tancias emergentes en nuestro tiempo.
17. Muchas respuestas plantean el tema de la ne-‐ cesidad de encontrar nuevos modos para transmi-‐ tir las enseñanzas de la Iglesia sobre matrimonio y familia. Mucho depende de la madurez de la Igle-‐ sia particular, de su tradición al respecto y de los recursos efectivos disponibles sobre el territorio. Sobre todo, se reconoce la necesidad de formar agentes pastorales capaces de mediar el mensaje cristiano de modo culturalmente adecuado. En cualquier caso, casi la totalidad de las respuestas afirma que, a nivel nacional, existe una Comisión para la Pastoral de la Familia y el Directorio de la Pastoral Familiar. Generalmente, las Conferencias Episcopales proponen la enseñanza de la Iglesia mediante documentos, simposios y una animación capilar; así como, a nivel diocesano, se trabaja mediante varios organismos y comisiones. Cierta-‐ mente tampoco faltan respuestas que revelan una situación difícil para la organización eclesial, en la que faltan recursos económicos y humanos para poder organizar de modo continuado una cate-‐ quesis sobre la familia.
19. Por último, es una consideración común que la catequesis sobre matrimonio y familia hoy no se puede limitar solamente a la preparación de la pa-‐ reja al matrimonio; es necesaria una dinámica de acompañamiento vinculado a la experiencia que, mediante testigos, muestre la belleza de lo que nos transmiten el Evangelio y los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre la familia. Mucho an-‐ tes de que se presenten para el matrimonio, los jóvenes necesitan que se les ayude a conocer lo que la Iglesia enseña y por qué lo enseña. Muchas respuestas ponen de relieve la función de los pa-‐ dres en la catequesis específica sobre la familia. Los padres tienen un rol insustituible en la forma-‐ ción cristiana de los hijos en relación al Evangelio de la familia. Esta tarea requiere una profunda comprensión de su vocación a la luz de la doctrina de la Iglesia. Su testimonio ya es una catequesis viviente, no sólo en la Iglesia, sino también en la sociedad.
18. Muchos recuerdan que es decisivo establecer relaciones con centros académicos adecuados y preparados sobre temáticas familia-‐ res, a nivel doctrinal, espiritual y pas-‐ toral. En algunas respuestas, se refie-‐
El nexo entre Evangelio de la familia y ley natural
Capítulo III Evangelio de la familia y ley natural 20. En el contexto de la acogida de la enseñanza de la Iglesia sobre matrimonio y familia es necesa-‐ rio tener presente el tema de la ley natural. Aquí
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se considera el hecho que los documentos magis-‐ teriales a menudo hacen referencia a este vocabu-‐ lario, que hoy presenta dificultades. La perplejidad acerca del concepto de ley natural —que hoy exis-‐ te a gran escala—suele repercutir de modo pro-‐ blemático en algunos elementos de la doctrina cristiana sobre el tema. En realidad, lo que subya-‐ ce en la relación entre Evangelio de la familia y ley natural no es tanto la defensa de un concepto filo-‐ sófico abstracto, como la necesaria relación que el Evangelio establece con lo humano en todas sus declinaciones históricas y culturales. «La ley natu-‐ ral responde así a la exigencia de fundar sobre la razón los derechos del hombre y hace posible un diálogo intercultural e interreligioso» (CTI, En bus-‐ ca de una ética universal: una mirada nueva sobre la ley natural, 35). Problematismo de la ley natural hoy 21. A la luz de cuanto la Iglesia ha sostenido a lo largo de los siglos, examinando la relación entre el Evangelio de la familia y la experiencia común a toda persona, es posible considerar los numerosos problemas que se ponen de relieve en las respues-‐ tas al cuestionario respecto al tema de la ley natu-‐ ral. Para la gran mayoría de las respuestas y obser-‐ vaciones, en los distintos contextos culturales, hoy el concepto de “ley natural” resulta ser, como tal, bastante problemático, incluso incomprensible. Se trata de una expresión que se entiende de modos diferentes o sencillamente no se entiende. Nume-‐ rosas Conferencias Episcopales, en contextos ex-‐ tremadamente distintos, afirman que, aunque la dimensión esponsal de la relación entre hombre y mujer generalmente se acepta como una realidad vivida, esto no se interpreta conformemente a una ley universalmente dada. Sólo un número muy res-‐ tringido de respuestas y observaciones pone de re-‐ lieve una adecuada comprensión de dicha ley a ni-‐ vel popular. 22. Asimismo, de las respuestas y observaciones resulta que el adjetivo “natural” sue-‐ le ser interpretado según un matiz subjetivo de “espontáneo”. Las per-‐
sonas son orientadas a valorar el sentimiento y la emotividad; dimensiones conside-‐ radas “auténticas” y “originales” y, por tanto, que “naturalmente” hay que seguir. Las visiones antro-‐ pológicas subyacentes recuerdan, por una parte, la autonomía de la libertad humana, no necesaria-‐ mente vinculada a un orden objetivo natural, y, por otra, la aspiración a la felicidad del ser hu-‐ mano, entendida como realización de los propios deseos. Por consiguiente, la ley natural se percibe como una herencia anticuada. Hoy, no sólo en Oc-‐ cidente, sino progresivamente en todas partes en la tierra, la investigación científica representa un serio desafío al concepto de naturaleza. La evolu-‐ ción, la biología y las neurociencias, al confrontar-‐ se con la idea tradicional de ley natural, llegan a la conclusión de que ésta no se puede considerar “científica”. 23. También la noción de “derechos humanos” se ve generalmente como una referencia a la autode-‐ terminación del sujeto, no anclada en la idea de ley natural. Al respecto, muchos observan que los sistemas legislativos de numerosos países se en-‐ cuentran con que tienen que reglamentar situa-‐ ciones contrarias al dictado tradicional de la ley natural (por ejemplo, la fecundación in vitro, las uniones homosexuales, la manipulación de em-‐ briones humanos, el aborto, etc.). En este contex-‐ to, se sitúa la creciente generalización de la ideo-‐ logía denominada gender theory, según la cual el gender de cada individuo resulta ser sólo el pro-‐ ducto de condicionamientos y necesidades socia-‐ les, dejando de este modo de tener plena corres-‐ pondencia con la sexualidad biológica. 24. Además se señala ampliamente que lo que es-‐ tablece la ley civil —basándose en el positivismo jurídico, cada vez más dominante— se convierte también en moralmente aceptable en la mentali-‐ dad común. Lo que es “natural” lo suelen definir solamente el individuo y la sociedad, que se han convertido en los únicos jueces para las decisiones éticas. La relativización del concepto de “naturale-‐ za” se refleja también en el concepto de “dura-‐
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ción” estable en relación a la unión matrimonial. Hoy, un amor se considera “para siempre” sólo en relación a cuánto puede durar efectivamente. 25. Si, por una parte, se asiste a una pérdida de significado de la “ley natural”, por otra, como re-‐ fieren varias Conferencias Episcopales de África, Oceanía y Asia oriental, en algunas regiones es la poligamia lo que se considera “natural”, así como también se considera “natural” repudiar a una mu-‐ jer que no pueda dar hijos —y, entre estos, hijos varones— al marido. En otros términos, emerge que, desde el punto de vista de la cultura generali-‐ zada, la ley natural ya no se puede considerar uni-‐ versal, puesto que ya no existe un sistema de refe-‐ rencia común. 26. En las respuestas se pone de manifiesto la con-‐ vicción generalizada del hecho que la distinción de los sexos posee un fundamento natural en la exis-‐ tencia humana. Existe, por tanto, gracias a la fuer-‐ za de la tradición, de la cultura y de la intuición, el deseo de mantener la unión entre el hombre y la mujer. La ley natural, pues, es universalmente aceptada “de hecho” por los fieles, aunque no se vea la necesidad de justificarla teóricamente. Puesto que el venir a menos del concepto de ley natural tiende a disolver el vínculo entre amor, se-‐ xualidad y fertilidad, entendidos como esencia del matrimonio, muchos aspectos de la moral sexual de la Iglesia hoy no se entienden. En esto se basa una cierta crítica a la ley natural, incluso de parte de algunos teólogos. Contestación práctica de la ley natural sobre la unión entre hombre y mujer 27. Considerando el escaso uso que se hace ac-‐ tualmente de la referencia a la ley natural en nu-‐ merosas realidades académicas, las contestaciones mayores provienen de la práctica afianzada del di-‐ vorcio, de la convivencia, de la contracepción, de los procedimientos artificiales de procreación y de las uniones homosexuales. Entre las poblaciones más pobres y menos influenciadas por el pensamiento de Occidente —
aquí se hace referencia, en particu-‐ lar, a algunos Estados africanos— se han puesto de relieve otros tipos de contestación de esta ley, como los fenómenos del machismo, la poligamia, los matrimonios entre adolescentes y preadoles-‐ centes, el divorcio en caso de esterilidad o, en cualquier caso, de falta de descendencia masculi-‐ na, así como el incesto y otras prácticas aberran-‐ tes. 28. En casi todas las respuestas, incluidas las ob-‐ servaciones, se registra el número creciente de ca-‐ sos de familias “ampliadas”, sobre todo por la pre-‐ sencia de hijos de partners diferentes. En la socie-‐ dad occidental, en nuestros días son también nu-‐ merosos los casos en los que los hijos, además de tener padres separados o divorciados —ya se ha-‐ yan o no se hayan vuelto a casar— se encuentran con que los abuelos están en la misma situación. Asimismo, especialmente en Europa y en América del Norte (pero también en Estados de Asia orien-‐ tal), se hallan casos en neto crecimiento de unio-‐ nes matrimoniales que no están abiertas a la vida, así como de personas que se plantean su vida co-‐ mo singles. También aumentan netamente las fa-‐ milias monoparentales. En esos mismos continen-‐ tes se asiste simultáneamente a un vertiginoso aumento de la edad matrimonial. Muchas veces, en especial modo en los Estados del norte de Eu-‐ ropa y de América septentrional, los hijos se perci-‐ ben como un obstáculo al bienestar de la persona y de la pareja. 29. Digna de mención es la voluntad de reconocer a nivel civil, en particular en algunas zonas de Asia, las uniones denominadas “multipersonales” entre individuos de orientaciones y de identidades se-‐ xuales distintas, basadas sólo en sus propias nece-‐ sidades y en sus carencias individuales y subjeti-‐ vas. En síntesis, se suele acentuar el derecho a la libertad individual sin compromiso: las personas se “construyen” sólo en base a sus propios deseos in-‐ dividuales. Lo que se juzga cada vez más “natural” es más que nada la “autorreferencialidad” de la gestión de los propios deseos y aspiraciones. A es-‐
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to contribuye notablemente la influencia insisten-‐ te de los medios de comunicación y el estilo de vi-‐ da que exhiben algunas figuras del deporte y del espectáculo; aspectos, éstos, que ejercen su in-‐ fluencia también en los países en los cuales la cul-‐ tura familiar tradicional parece haber resistido (África, Oriente Medio y Asia centro-‐meridional). Una deseable renovación del lenguaje 30. La exigencia subyacente al uso tradicional de la expresión “ley natural” impulsa a mejorar el len-‐ guaje y el marco conceptual de referencia, a fin de comunicar los valores del Evangelio de modo com-‐ prensible al hombre de hoy. En particular, de la gran mayoría de las respuestas y, todavía más, de las observaciones, emerge la necesidad de hacer mayor hincapié, decididamente, en el papel de la Palabra de Dios como instrumento privilegiado en la concepción de la vida conyugal y familiar. Se re-‐ comienda una mayor referencia al mundo bíblico, a sus lenguajes y formas narrativas. En ese sentido, es digna de relieve la propuesta de tematizar y profundizar el concepto, de inspiración bíblica, de “orden de la creación”, como posibilidad de releer de modo existencialmente más significativo la “ley natural” (cfr. la idea de ley escrita en el corazón en Rom 1,19-‐21 y 2,14-‐15). Se propone, asimismo, la insistencia en los lenguajes accesibles, como por ejemplo el lenguaje simbólico que utiliza la liturgia. Se recomienda también la atención al mundo ju-‐ venil, que hay que asumir como interlocutor direc-‐ to, incluso sobre estos temas. Capítulo IV La familia y la vocación de la persona en Cristo La familia, la persona y la sociedad 31. La familia es reconocida en el pueblo de Dios como un bien inestimable, el ambiente natural de crecimiento de la vida, una escuela de humanidad, de amor y de esperanza para la sociedad. Sigue siendo un espacio privilegiado en el que Cristo re-‐ vela el misterio y la vocación del hombre. Junto a la afirmación com-‐
partida de este dato originario, la gran mayoría de las respuestas afirma que la fami-‐ lia puede ser ese lugar privilegiado, dejando en-‐ tender —y a veces constatando explícitamente— que existe una distancia preocupante entre la fa-‐ milia en las formas como se la conoce hoy y la en-‐ señanza de la Iglesia al respecto. La familia se en-‐ cuentra objetivamente en un momento muy difícil, con realidades, historias y sufrimientos complejos, que requieren una mirada compasiva y comprensi-‐ va. Esta mirada es lo que permite a la Iglesia acompañar a las familias como son en la realidad y a partir de aquí anunciar el Evangelio de la familia según su necesidades específicas. 32. Se reconoce en las respuestas que durante muchos siglos la familia ha tenido un rol significa-‐ tivo en el seno de la sociedad: en efecto, ésta es el primer lugar en el que la persona se forma en la sociedad y para la sociedad. Al ser reconocida co-‐ mo el lugar natural para el desarrollo de la perso-‐ na, es también el fundamento de toda sociedad y Estado. En síntesis, es definida como la “primera sociedad humana”. La familia es el lugar en el que se transmiten y se pueden aprender desde los primeros años de vida valores como la fraternidad, la lealtad, el amor por la verdad y el trabajo, el respeto y la solidaridad entre las generaciones, así como el arte de la comunicación y la alegría. Es el espacio privilegiado para vivir y promover la digni-‐ dad y los derechos del hombre y la mujer. La fami-‐ lia, basada en el matrimonio, representa el ámbito de formación integral de los futuros ciudadanos de un país. 33. Uno de los grandes desafíos de la familia con-‐ temporánea consiste en el intento de su privatiza-‐ ción. Existe el riesgo de olvidar que la familia es la «célula fundamental de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertene-‐ cer a otros» (EG 66). Es preciso proponer una vi-‐ sión abierta de la familia, fuente de capital social, es decir, de virtudes esenciales para la vida común. En la familia se aprende lo que es el bien común, porque en familia se puede hacer experiencia de la
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bondad de vivir juntos. Sin familia el hombre no puede salir de su individualismo, ya que sólo en ella se aprende la fuerza del amor para sostener la vida, y «sin un amor fiable, nada podría mantener verdaderamente unidos a los hombres. La unidad entre ellos se podría concebir sólo como fundada en la utilidad, en la suma de intereses, en el mie-‐ do, pero no en la bondad de vivir juntos, ni en la alegría que la sola presencia del otro puede susci-‐ tar» (LF 51). 34. Será preciso reflexionar sobre lo que quiere decir hoy promover una pastoral capaz de estimu-‐ lar la participación de la familia en la sociedad. Las familias no son sólo una entidad que el Estado de-‐ be proteger, sino que deben recuperar su papel como sujetos sociales. En este contexto, son nu-‐ merosos los desafíos para las familias: la relación entre la familia y el mundo del trabajo, entre la familia y la educación, entre la familia y la salud; la capacidad de unir entre ellas a las generaciones, a fin de que jóvenes y ancianos no sean abandona-‐ dos; el desarrollo de un derecho de familia que tenga en cuenta de sus específicas relaciones; la promoción de leyes justas, como las que garanti-‐ zan la defensa de la vida humana desde su con-‐ cepción y las que promueven la bondad social del matrimonio auténtico entre el hombre y la mujer. A imagen de la vida trinitaria 35. Un cierto número de respuestas hace hincapié en la imagen de la Trinidad reflejada en la familia. La experiencia del amor mutuo entre los esposos ayuda a comprender la vida trinitaria como amor: mediante la comunión que viven en familia los ni-‐ ños pueden entrever una imagen de la Trinidad. Recientemente, el Santo Padre Francisco recordó en sus catequesis sobre los sacramentos que «cuando un hombre y una mujer celebran el sa-‐ cramento del Matrimonio, Dios, por decirlo así, se “refleja” en ellos, imprime en ellos los propios ras-‐ gos y el carácter indeleble de su amor. El matri-‐ monio es la imagen del amor de Dios por nosotros. También Dios, en efec-‐ to, es comunión: las tres Personas
del Padre, Hijo y Espíritu Santo vi-‐ ven desde siempre y para siempre en unidad per-‐ fecta. Y es precisamente este el misterio del ma-‐ trimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia» (Audiencia general del 2 de abril de 2014). La Santa Familia de Nazaret y la educación al amor 36. De manera casi constante, en las respuestas se subraya la importancia de la familia de Nazaret como modelo y ejemplo para la familia cristiana. El misterio de la Encarnación del Verbo en el seno de una familia nos revela que ésta es un lugar privile-‐ giado para la revelación de Dios al hombre. De he-‐ cho, se reconoce que precisamente la familia es el lugar ordinario y cotidiano del encuentro con Cris-‐ to. El pueblo cristiano mira a la familia de Nazaret como ejemplo de relación y de amor, como punto de referencia para toda realidad familiar y como consuelo en la tribulación. A la familia de Nazaret la Iglesia se dirige para encomendar a las familias en su realidad concreta de alegría, esperanza y do-‐ lor. 37. Las respuestas recibidas ponen de relieve la importancia del amor vivido en familia, definida como “signo eficaz de la existencia del amor de Dios”, “santuario del amor y de la vida”. La prime-‐ ra experiencia de amor y de relación tiene lugar en familia: se subraya la necesidad de que cada niño cuente con el calor y el cuidado protector de los padres y viva en una casa donde habita la paz. Los niños deben poder percibir que Jesús está con ellos y nunca están solos. La soledad de los niños a causa de la mayor fragilidad de los vínculos fami-‐ liares está presente, en particular, en algunas áreas geográficas. Asimismo, las correcciones de-‐ ben tener como finalidad que los niños puedan crecer en un ambiente familiar donde se viva el amor, y los padres realicen su vocación a ser cola-‐ boradores de Dios en el desarrollo de la familia humana. 38. Se subraya con insistencia el valor formativo del amor que se vive en familia, no sólo para los
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hijos, sino para todos sus miembros. Así, se define a la familia “escuela de amor”, “escuela de comu-‐ nión”, “escuela de relaciones”, el lugar privilegiado donde se aprende a construir relaciones significa-‐ tivas, que ayuden al desarrollo de la persona hasta llegar a la capacidad de entregarse. Algunas res-‐ puestas subrayan que el conocimiento del misterio y la vocación de la persona humana está vinculado al reconocimiento y a la acogida en el seno de la familia de los diferentes dones y capacidades de cada uno. Emerge aquí la idea de la familia como “primera escuela de humanidad”: en esto se la considera insustituible. Diferencia, reciprocidad y estilo de vida familiar 39. El papel de los padres, primeros educadores en la fe, se considera esencial y vital. No pocas veces se hace hincapié en el testimonio de su fidelidad y, en particular, en la belleza de su diferencia; a ve-‐ ces se afirma simplemente la importancia de los distintos roles de padre y madre. En otros casos, se subraya el carácter positivo de la libertad, la igual-‐ dad entre los cónyuges y su reciprocidad, así como la necesidad de que ambos padres participen tanto en la educación de los hijos como en las tareas domésticas, como afirman algunas respuestas, lle-‐ gadas sobre todo de Europa. 40. En relación a la diferencia, a veces también se subraya la riqueza de la diferencia intergeneracio-‐ nal que se puede experimentar en familia, en cuyo seno se viven acontecimientos decisivos como el nacimiento y la muerte, los éxitos y las desventu-‐ ras, los logros alcanzados y las desilusiones. A tra-‐ vés de estos y otros acontecimientos, la familia se convierte en el lugar en el cual los hijos crecen en el respeto de la vida y la formación de su persona-‐ lidad, atravesando cada período de su existencia. 41. En las respuestas se pone de relieve con insis-‐ tencia la importancia de que los padres compartan y expliciten su fe, comenzando por el estilo de vida de la pareja en la relación entre ellos y con los hi-‐ jos, pero también compartiendo su conocimiento y conciencia de Cristo,
que —como constantemente se ha recalcado—debe estar en el centro de la familia. Así, en el contexto de una sociedad plural, los pa-‐ dres pueden ofrecer a sus hijos una orientación básica para la vida, que les sostenga incluso des-‐ pués de la infancia. Por esto, se afirma la necesi-‐ dad de crear un espacio y un tiempo para estar juntos en familia y la necesidad de una comunica-‐ ción abierta y sincera, en un diálogo constante. 42. Se subraya unánimemente la importancia de la oración en familia, como Iglesia doméstica (cfr. LG 11), donde alimentar una verdadera “cultura fami-‐ liar de oración”. El auténtico conocimiento de Je-‐ sucristo, en efecto, se promueve en familia con la oración personal y, en particular, familiar, según las formas específicas y las ritualidades domésti-‐ cas, que se consideran un modo eficaz para trans-‐ mitir la fe a los niños. Asimismo, se insiste mucho en la lectura de la Escritura en común, así como en otras formas de oración, como la bendición de la mesa y el rezo del rosario. Se precisa, sin embargo, que la familia Iglesia doméstica no puede sustituir a la comunidad parroquial; además, se subraya la importancia de la participación familiar en la vida sacramental, en la Eucaristía dominical y en los sa-‐ cramentos de la iniciación cristiana. En varias res-‐ puestas se subraya también la importancia de vivir el sacramento de la reconciliación y la devoción mariana. Familia y desarrollo integral 43. Se subraya, por otra parte, la importancia de la familia para un desarrollo integral: la familia resul-‐ ta fundamental para la maduración de los proce-‐ sos afectivos y cognitivos que son decisivos para la estructuración de la persona. En cuanto ambiente vital en el que se forma la persona, la familia es a su vez fuente de la que brota la conciencia de ser hijos de Dios, llamados por vocación al amor. Otros lugares contribuyen al crecimiento de la per-‐ sona, como la convivencia social, el mundo del trabajo, la política, la vida eclesial; sin embargo, se reconoce que los fundamentos humanos que se
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adquieren en familia permiten acceder a otros ni-‐ veles de socialización y estructuración. 44. La familia debe afrontar diariamente numero-‐ sas dificultades y pruebas, como señalan muchas respuestas. Ser una familia cristiana no garantiza automáticamente la inmunidad a crisis incluso pro-‐ fundas, aunque al pasar por ellas la familia se con-‐ solida, llegando así a reconocer su vocación origi-‐ naria en el designio de Dios, con el sostén de la ac-‐ ción pastoral. La familia es una realidad ya “dada” y asegurada por Cristo, y al mismo tiempo es una realidad que hay que “construir” cada día con pa-‐ ciencia, comprensión y amor. Acompañar el nuevo deseo de familia y las crisis 45. Un dato importante que emerge de las res-‐ puestas es que frente a situaciones bastante difíci-‐ les, muchas personas, sobre todo jóvenes, perci-‐ ben el valor del vínculo estable y duradero, un verdadero deseo de matrimonio y familia, en el que realizar un amor fiel e indisoluble, que dé se-‐ renidad para el crecimiento humano y espiritual. El “deseo de familia” se revela como un verdadero signo de los tiempos, que hay que acoger como ocasión pastoral. 46. Es necesario que la Iglesia cuide de las familias que viven en situaciones de crisis y de estrés; que la familia sea acompañada durante todo el ciclo de la vida. La calidad de las relaciones en el seno de la familia debe ser una de las preocupaciones crucia-‐ les de la Iglesia. El primer apoyo viene de una pa-‐ rroquia vivida como “familia de familias”, identifi-‐ cada como el centro principal de una nueva pasto-‐ ral, hecha de acogida y acompañamiento, vivido con misericordia y ternura. Se señala la importan-‐ cia de organizaciones parroquiales que sostengan a la familia. 47. En algunos casos, además, urge la necesidad de acompañar situaciones en las que los vínculos familiares están amenazados por la violencia do-‐ méstica, con intervenciones de sos-‐ tén adecuadas para resanar las heri-‐ das sufridas y extirpar las causas que
las determinaron. Donde dominan abuso, violencia y abandono no puede haber ni crecimiento ni percepción alguna del propio valor. 48. Se subraya, por último, la importancia de una estrecha colaboración entre las familias/casas y la parroquia, en la misión de evangelización, así co-‐ mo la necesidad de que la familia participe activa-‐ mente en la vida parroquial, mediante actividades de subsidiariedad y solidaridad en favor de otras familias. Al respecto, se menciona la ayuda precio-‐ sa de comunidades compuestas por familias. Tam-‐ bién la pertenencia a movimientos y asociaciones puede resultar particularmente significativa desde el punto de vista del sostén. Una formación constante 49. Se subraya con mucha frecuencia la necesidad de una pastoral familiar que aspire a una forma-‐ ción constante y sistemática sobre el valor del ma-‐ trimonio como vocación, sobre el redescubrimien-‐ to del ser padres (paternidad y maternidad) como un don. El acompañamiento de la pareja no se de-‐ be limitar a la preparación al matrimonio, respeto a la cual se señala —por otra parte—la necesidad de revisar los itinerarios formativos. Se pone de re-‐ lieve más bien la necesidad de una formación más constante y articulada: bíblica, teológica, espiri-‐ tual, pero también humana y existencial. Se hace presente la necesidad de que la catequesis asuma una dimensión intergeneracional, implicando acti-‐ vamente a los padres en el camino de iniciación cristiana de sus hijos. En algunas respuestas se ob-‐ serva una particular atención a las fiestas litúrgi-‐ cas, como el tiempo de Navidad y sobre todo la fiesta de la Sagrada Familia, como momentos pre-‐ ciosos para mostrar la importancia de la familia y comprender el contexto humano en el cual Jesús creció, aprendió a hablar, amar, rezar y trabajar. Se recomienda la necesidad de salvaguardar, en la medida de lo posible incluso desde el punto de vis-‐ ta civil, el domingo como día del Señor; como día favorable para el encuentro en la familia y con las demás familias.
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II PARTE LA PASTORAL DE LA FAMILIA FRENTE A LOS NUE-‐ VOS DESAFÍOS Capítulo I La pastoral de la familia: las diversas propuestas actuales Responsabilidad de los pastores y dones carismáti-‐ cos en la pastoral familiar 50. En el compromiso pastoral por la familia se ob-‐ serva una interesante reciprocidad entre la res-‐ ponsabilidad de los pastores y los diversos caris-‐ mas y ministerios en la comunidad eclesial. Las ex-‐ periencias más positivas se dan precisamente cuando tiene lugar esta sinergia. Contemplando el compromiso de tantos hermanos y hermanas en la pastoral de la familia, es posible imaginar formas nuevas de presencia efectiva de la Iglesia, que tie-‐ ne la valentía de “salir” de sí misma animada por el Espíritu. Para representar esta riqueza nos concen-‐ tramos en algunos temas y pasamos revista a las distintas iniciativas y estilos, de los cuales encon-‐ tramos amplia muestra en las respuestas recibidas. La preparación al matrimonio 51. Hay respuestas muy similares entre los diver-‐ sos continentes acerca de la preparación al matri-‐ monio. Encontramos con frecuencia cursos en las parroquias, seminarios y retiros de oración para parejas, en los que también participan como ani-‐ madores —además de los sacerdotes— parejas ca-‐ sadas de consolidada experiencia familiar. En estos cursos, los objetivos son: la promoción de la rela-‐ ción de pareja, con la conciencia y la libertad de la elección; el conocimiento de los compromisos humanos, civiles y cristianos; el reanudar la cate-‐ quesis de la iniciación profundizando en el sacra-‐ mento del matrimonio; el estímulo a la participa-‐ ción de la pareja en la vida comunitaria y social. 52. Algunas respuestas señalan la poca atención de los novios prome-‐
tidos —en muchos casos— a los cursos prematrimoniales. Por este motivo, en nu-‐ merosos contextos existe la tendencia a promover catequesis diferenciadas: para los jóvenes incluso antes del noviazgo; para los padres de los novios; para las parejas de casados; para las personas se-‐ paradas; para la preparación al Bautismo; para el conocimiento de los documentos pastorales de los Obispos y del Magisterio de la Iglesia. En algunos países se señalan auténticas escuelas de prepara-‐ ción a la vida matrimonial, dirigidas sobre todo a la educación y promoción de la mujer. El discurso se diferencia en particular en las zonas en las que existe una fuerte secularización, donde se constata una creciente distancia cultural de las parejas res-‐ pecto a la enseñanza de la Iglesia. Los cursos espe-‐ cialmente prolongados no siempre son bien acogi-‐ dos. En los cursos prematrimoniales, normalmen-‐ te, se propone a los prometidos el conocimiento de los métodos naturales de regulación de la ferti-‐ lidad. Esta propuesta se ofrece mediante el testi-‐ monio y la guía de otras parejas. 53. Algunas Conferencias Episcopales se quejan de que las parejas a menudo se presentan en el últi-‐ mo momento, cuando ya han fijado la fecha de la boda, incluso cuando la pareja presenta aspectos que requerirían una atención especial, como en el caso de la disparidad de culto (matrimonio entre un bautizado y un no bautizado) o de una escasa formación cristiana. Otras Conferencias recuerdan que los itinerarios a la preparación al sacramento del matrimonio han mejorado en las últimas déca-‐ das; se ha tratado cada vez más de transformar los “cursos” en “itinerarios”, en los que participen jun-‐ tos sacerdotes y esposos. Se observa que en los úl-‐ timos años los contenidos de los programas han sufrido un cambio substancial: se ha pasado de un servicio orientado solamente al sacramento a un primer anuncio de la fe. 54. En muchas partes del mundo hay iniciativas loables de preparación al matrimonio: “nuevas comunidades” que promueven retiros, encuentros personales, grupos de oración y de reflexión, así
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como para compartir experiencias, peregrinacio-‐ nes, festivales, congresos nacionales e internacio-‐ nales de la familia. Sin embargo, se observa que estos itinerarios, a menudo, son percibidos más bien como una propuesta obligada que como una posibilidad de crecimiento a la cual adherirse li-‐ bremente. Otro momento importante es cierta-‐ mente el coloquio de preparación al matrimonio con el párroco o su encargado; se trata de un mo-‐ mento necesario para todas las parejas de novios. A menudo las respuestas se quejan de que este momento no se utilice suficientemente como una oportunidad para una discusión más profunda y en consecuencia quede en un contexto más bien for-‐ mal. 55. Muchas respuestas explican que en los cursos propuestos se trata de introducir nuevos temas, como la capacidad de escuchar al cónyuge, la vida sexual conyugal, la solución de los conflictos. En algunos contextos, marcados por tradiciones cul-‐ turales más bien machistas, se pone de relieve la falta de respeto a la mujer, de la que deriva un ejercicio del ser cónyuge no conforme a la recipro-‐ cidad entre sujetos de igual dignidad. Desde algu-‐ nas zonas marcadas en el pasado por dictaduras ateas, al faltar con frecuencia los conocimientos fundamentales sobre la fe, se indican nuevas for-‐ mas de preparación de los novios, como los retiros en los fines de semana, actividades en pequeños grupos integradas con testimonios de parejas ca-‐ sadas. Se señalan también jornadas diocesanas pa-‐ ra la familia, vía crucis y ejercicios espirituales para familias. 56. Algunas respuestas señalan que en algunos te-‐ rritorios, predominantemente multirreligiosos y multiconfesionales, es preciso tener presente al-‐ gunos aspectos particulares, como el número con-‐ siderable de matrimonios mixtos y de disparidad de culto. Esto hace necesaria una adecuada prepa-‐ ración de parte de los sacerdotes para acompañar a estas parejas. En las diócesis de Europa oriental, con ocasión de la preparación a los matrimonios mixtos, se busca el diá-‐
logo con las Iglesias ortodoxas. Hay testimonios interesantes que ilustran las jornadas diocesanas con la presencia del Obispo y el testi-‐ monio de parejas maduras en la fe. Se suelen crear ocasiones de relaciones entre familias, en diálogo con las parejas ancianas, valorando iniciativas de cultura bíblica y momentos de oración para los no-‐ vios. Las parejas más maduras “apadrinan” a las parejas jóvenes, que se preparan para el matrimo-‐ nio. Piedad popular y espiritualidad familiar 57. De las respuestas recibidas se deduce la nece-‐ sidad de salvaguardar y promover las diversas formas de piedad popular extendidas en los varios continentes para sostener a la familia. A pesar de una cierta disgregación familiar, siguen siendo sig-‐ nificativas, como momentos de agregación de la familia, la devoción mariana, las fiestas populares o las de los santos del lugar. Además de la oración del rosario, en algunas realidades se reza el Ánge-‐ lus. También mantiene un cierto valor la peregri-‐ natio Mariae y el pasarse un icono o una estatua de la Virgen de una familia a otra, de una casa a otra. Todavía se recuerda el valor de la “peregrina-‐ ción del Evangelio”, que consiste en llevar un icono y la Sagrada Escritura a las familias, con el com-‐ promiso de leer regularmente la Biblia y rezar jun-‐ tos durante un determinado período. Se constata que entre las familias que cultivan estas formas de piedad, como la “peregrinación de las familias”, se incrementan fuertes relaciones de amistad y co-‐ munión. Muchos también señalan la importancia de promover el rezo de la liturgia de las horas, la lectura de los Salmos y los demás textos de la Sa-‐ grada Escritura en común. A veces también se re-‐ comienda la oración espontánea con palabras propias, de agradecimiento y de petición de per-‐ dón. En algunas naciones se pone de relieve la oración por las diversas circunstancias de la vida: con ocasión del aniversario del bautismo, del ma-‐ trimonio y de la muerte. Algunos señalan que con frecuencia la oración familiar se practica durante los viajes, el trabajo y la escuela; en determinados
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países, incluso utilizando la radio y la televisión. Asimismo, se señala la aportación benéfica que las familias reciben de la cercanía de los monasterios, gracias a los cuales se establece una relación de carácter complementario entre vocación al matri-‐ monio y vocación a la vida consagrada. Lo mismo se constata respecto a la fecunda relación entre esposos y presbíteros, en sus respectivas funcio-‐ nes. El sostén a la espiritualidad familiar 58. Muchas Conferencias Episcopales han testimo-‐ niado que las Iglesias particulares, con su acción pastoral, sostienen la espiritualidad de la familia. De los movimientos de espiritualidad viene una contribución específica a la promoción de una pas-‐ toral familiar auténtica y eficaz en nuestro tiempo. Se observa que existen situaciones eclesiales muy diferentes y caminos diferenciados de las comuni-‐ dades cristianas. Es evidente el hecho que las Igle-‐ sias locales deben poder encontrar en esta reali-‐ dad verdaderos recursos no sólo para promover alguna iniciativa esporádica para las parejas, sino también para imaginar itinerarios de pastoral fami-‐ liar adecuados a nuestro tiempo. Algunas inter-‐ venciones subrayan que, en muchas diócesis, se logra promover una animación específica, una formación de parejas capaces de sostener a otras parejas y una serie de iniciativas dirigidas a pro-‐ mover una verdadera espiritualidad familiar. Algu-‐ nos observan que a veces existe el riesgo de que las comunidades locales, los movimientos, los gru-‐ pos y las agregaciones religiosas permanezcan ce-‐ rrados en dinámicas parroquiales o agregativas demasiado “autorreferenciales”. Por esto, es im-‐ portante que esas realidades vivan todo el hori-‐ zonte eclesial en clave misionera, a fin de evitar el peligro de la “autorreferencia”. Las familias que pertenecen a estas comunidades llevan a cabo un apostolado vivo y han evangelizado a muchas otras familias; sus miembros han ofrecido un tes-‐ timonio creíble de la vida matrimonial fiel, de es-‐ tima recíproca, de unidad y de aper-‐ tura a la vida.
El testimonio de la belleza de la fa-‐ milia 59. Un punto clave para la promoción de una pas-‐ toral familiar auténtica e incisiva parece ser últi-‐ mamente el testimonio de la pareja. Todas las res-‐ puestas señalan este elemento. Es esencial el tes-‐ timonio no sólo de coherencia con los principios de la familia cristiana, sino también de la belleza y la alegría que da acoger el anuncio evangélico en el matrimonio y la vida familiar. A su vez, en la pas-‐ toral familiar se siente la necesidad de recorrer la via pulchritudinis, o sea, el camino del testimonio cargado de atractivo de la familia vivida a la luz del Evangelio y en constante unión con Dios. Se trata de mostrar también en la vida familiar que «creer en Él y seguirlo no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas» (EG 167). 60. Algunas Conferencias Episcopales señalan que, aunque en numerosas áreas geográficas el éxito del matrimonio y la familia ya no se da por descon-‐ tado, se observa, sin embargo, que los jóvenes nu-‐ tren una alta estima por los cónyuges que, aun después de muchos años de matrimonio, siguen viviendo una opción de vida marcada por el amor y la fidelidad. Por este motivo, entre otros, en nu-‐ merosas diócesis se celebran —en presencia de los Obispos— jubileos y fiestas de agradecimiento por los cónyuges con muchos años de casados a sus espaldas. En esta misma dirección, se reconoce el especial testimonio que dan los cónyuges que permanecen al lado de su consorte pese a proble-‐ mas y dificultades. Capítulo II Los desafíos pastorales de la familia 61. En esta sección, se recopilan las respuestas y observaciones acerca de los desafíos pastorales de la familia, que se articulan en tres cuestiones fun-‐ damentales: la crisis de la fe en su relación con la familia; los desafíos internos y los desafíos exter-‐ nos, relativos a la realidad familiar; algunas situa-‐
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ciones difíciles, vinculadas a una cultura del indivi-‐ dualismo y a la desconfianza en las relaciones es-‐ tables. a) La crisis de la fe y la vida familiar La acción pastoral en la crisis de fe 62. Algunas respuestas ponen de relieve que, en las situaciones en que la fe es débil o inexistente en las realidades familiares, no se percibe a la pa-‐ rroquia y la Iglesia en su conjunto como un sostén. Esto sucede probablemente por una percepción equivocada y moralista de la vida eclesial, debida al contexto socio-‐cultural en el que vivimos, en el cual está en crisis la institución familiar en cuanto tal. El ideal de la familia se ve como una meta inal-‐ canzable y frustrante, en lugar de ser considerado como una indicación de un camino posible, a tra-‐ vés del cual aprender a vivir la propia vocación y misión. Cuando los fieles perciben esta imposibili-‐ dad, la crisis en la pareja, en el matrimonio o en la familia se transforma con frecuencia y gradual-‐ mente en una crisis de fe. Por tanto, se plantea la pregunta sobre cómo actuar pastoralmente en es-‐ tos casos: qué hacer para que la Iglesia, en sus di-‐ versas articulaciones pastorales, se muestre capaz de cuidar de las parejas en dificultad y de la fami-‐ lia. 63. Muchas respuestas observan que una crisis de fe puede ser la ocasión para constatar el fracaso o una oportunidad para renovarse, descubriendo ra-‐ zones más profundas para confirmar la unión con-‐ yugal. Así, la pérdida de valores e incluso la disgre-‐ gación de la familia, se pueden transformar en ocasión de fortalecimiento del vínculo conyugal. Para superar la crisis puede ser una ayuda el sos-‐ tén de otras familias dispuestas a acompañar el di-‐ fícil camino de la pareja en crisis. En particular, se subraya la necesidad de que la parroquia muestre su cercanía como una familia de familias. b) Situaciones críticas internas a la familia Dificultad de relación / comunicación
64. Hay una gran convergencia de parte de las respuestas a la hora de subrayar la di-‐ ficultad de relación y comunicación en familia co-‐ mo uno de los nudos críticos relevantes. Se pone de relieve la insuficiencia e incluso la incapacidad de construir relaciones familiares que superen los conflictos y tensiones entre los cónyuges, debido a la falta de confianza mutua y de intimidad, al do-‐ minio de un cónyuge sobre el otro, así como a los conflictos generacionales entre padres y hijos. El drama que se vive en estas situaciones es la pro-‐ gresiva desaparición de la posibilidad de diálogo, de tiempos y espacios de relación: la falta de co-‐ municación, el no compartir las cosas, hace que cada uno afronte sus dificultades solo, sin ninguna experiencia de ser amado y de amar a su vez. Por otra parte, en algunos contextos sociales, la falta de experiencia del amor, en particular del amor paterno, es frecuente, y esto hace muy difícil la experiencia del amor de Dios y de su paternidad. La debilidad de la figura del padre en muchas fami-‐ lias genera fuertes desequilibrios en el núcleo fa-‐ miliar e incertidumbre sobre su identidad en los hijos. Sin la experiencia diaria de amor testimonia-‐ do, vivido y recibido resulta particularmente difícil el descubrimiento de la persona de Cristo como Hijo de Dios y del amor de Dios Padre. Fragmentación y disgregación 65. Aunque de distintos modos, las respuestas tes-‐ timonian que en muchas circunstancias existe una fragmentación y disgregación de numerosas reali-‐ dades familiares; el drama que se menciona cons-‐ tantemente y en primer lugar es el del divorcio y la separación en la pareja, a veces favorecido por la pobreza. Entre las otras situaciones críticas se mencionan: realidades familiares ampliadas, en las que aparecen múltiples relaciones invasivas, o bien monoparentales (con madres solas o adoles-‐ centes), las uniones de hecho, así como también las uniones y la paternidad / maternidad homose-‐ xual (mencionada, en particular, en Europa y Amé-‐ rica del Norte). En determinados contextos cultu-‐ rales, se recuerda con insistencia la poligamia co-‐
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mo uno de los factores que disgregan el tejido fa-‐ miliar. A esto se añade el cerrarse de la familia a la vida. Muchos episcopados subrayan con gran preocupación la enorme difusión de la práctica del aborto. La cultura dominante en numerosos aspec-‐ tos promueve una cultura de muerte respecto a la vida naciente. Nos encontramos ante una cultura de la indiferencia frente a la vida. De parte de los Estados, a veces, no se contribuye a una adecuada tutela de los vínculos familiares, adoptando legis-‐ laciones que favorecen el individualismo. Todo es-‐ to, entre la gente, crea una mentalidad superficial sobre temas de importancia decisiva. No pocas in-‐ tervenciones subrayan que también una mentali-‐ dad anticonceptiva de hecho marca negativamen-‐ te las relaciones familiares.
67. Varios episcopados señalan el drama del comercio y la explotación de niños. Al respecto, se afirma la necesidad de prestar espe-‐ cial atención a la plaga del “turismo sexual” y a la prostitución que explota a los menores, especial-‐ mente en los países en vías de desarrollo, creando desequilibrios en el seno de las familias. Se subra-‐ ya que tanto la violencia doméstica —en sus dife-‐ rentes aspectos—como el abandono y la disgrega-‐ ción familiar —en sus varias formas—tienen un impacto significativo en la vida psicológica de la persona y, por consiguiente, en la vida de fe, ya que el trauma psicológico mella de manera negati-‐ va la visión, la percepción y la experiencia de Dios y de su amor.
Violencia y abuso
Dependencias, medios de comunicación y redes so-‐ ciales
66. Asimismo, unánime y trasversal en las respues-‐ tas es la referencia a la violencia psicológica, física y sexual, y a los abusos cometidos en familia en perjuicio en particular de las mujeres y los niños, un fenómeno lamentablemente no ocasional, ni esporádico, especialmente en determinados con-‐ textos. Se recuerda también el terrible fenómeno del “feminicidio”, que con frecuencia está vincula-‐ do a profundos trastornos afectivos o de relación y es consecuencia de una falsa cultura de la pose-‐ sión. Se trata de un dato realmente inquietante, que interroga toda la sociedad y la pastoral fami-‐ liar de la Iglesia. En determinadas áreas geográfi-‐ cas (África, Asia y Oceanía) se señala explícitamen-‐ te la promiscuidad sexual en familia y el incesto, así como la pedofilia y el abuso de niños. Al res-‐ pecto, se menciona también el autoritarismo de parte de los padres, que encuentra su expresión en la falta de cuidado y atención a los hijos. La fal-‐ ta de consideración por los niños se une al aban-‐ dono de los hijos y a la carencia —subrayada reite-‐ radamente— del sentido de una paternidad res-‐ ponsable, que se niega no sólo a hacerse cargo de los hijos, sino también educarlos, por lo que se en-‐ cuentran totalmente abandonados a sí mismos.
68. Entre las distintas situaciones críticas en el seno de la familia también se mencionan constan-‐ temente las dependencias de alcohol y drogas, de la pornografía, que a veces se usa y se comparte en familia, así como del juego de azar y de los vi-‐ deojuegos, de internet y redes sociales. En cuanto a los medios de comunicación, por una parte, se subraya repetidamente el impacto negativo que tienen sobre la familia, debido en particular a la imagen de familia transmitida y al hecho de que ofrecen antimodelos, que proponen valores equi-‐ vocados, que confunden. Por otra, se insiste en los problemas relacionales que los medios de comuni-‐ cación, junto con las redes sociales e internet, crean en el seno de la familia. De hecho, televisión, smartphone y ordenadores pueden resultar un impedimento real al diálogo entre los miembros de la familia, al alimentar relaciones fragmentadas y alienación: también en familia se suele comuni-‐ car cada vez más mediante la tecnología. De este modo, se acaban viviendo relaciones virtuales en-‐ tre los miembros de la familia, en las que los me-‐ dios de comunicación y el acceso a internet susti-‐ tuyen cada vez más las relaciones. Al respecto, se observa que además del riesgo de disgregación y desunión familiar, existe la posibilidad de que el
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mundo virtual se convierta en una auténtica reali-‐ dad sustitutiva (en particular en Europa, América del Norte y Asia). Las respuestas subrayan reitera-‐ damente que estos instrumentos se apoderan in-‐ cluso del tiempo libre para la familia.
más largos para trabajar, tienen graves consecuencias sobre la vida familiar, produ-‐ cen —entre otras cosas— un debilitamiento de las relaciones, un progresivo aislamiento de las per-‐ sonas con el consiguiente aumento de la ansiedad.
69. Se subraya, además, el fenómeno creciente en la era de internet del overload informativo (infor-‐ mation overloading): el aumento exponencial de la información recibida, al que con frecuencia no co-‐ rresponde un aumento de su calidad, junto a la imposibilidad de verificar siempre la credibilidad de las informaciones disponibles on line. El progre-‐ so tecnológico es un desafío global para la familia, en cuyo seno causa rápidos cambios de vida res-‐ pecto a los valores, las relaciones y los equilibrios internos. Los puntos críticos surgen, por tanto, con más evidencia donde en familia falta una educa-‐ ción adecuada al uso de los medios de comunica-‐ ción y de las nuevas tecnologías.
71. En diálogo con el Estado y las entidades públi-‐ cas, se espera de parte de la Iglesia una acción de apoyo concreto para un empleo digno, para sala-‐ rios justos, para una política fiscal en favor de la familia, así como la activación de una ayuda para las familias y los hijos. Se señala, al respecto, la fal-‐ ta frecuente de leyes que tutelen a la familia en el ámbito del trabajo y, en particular, a la mujer-‐ madre trabajadora. Se constata, por otra parte, que el área del sostén y del compromiso civil en favor de las familias es un ámbito en el que la ac-‐ ción común, así como la creación de redes con or-‐ ganizaciones que persigan objetivos semejantes, es aconsejable y provechosa.
c) Presiones externas a la familia
El fenómeno migratorio y la familia
La repercusión de la actividad laboral en la familia
72. En relación al ámbito laboral, se subraya tam-‐ bién la incidencia que tiene la emigración sobre el tejido familiar: para hacer frente a los problemas de subsistencia, los padres y, en número creciente, las madres, se ven obligados a abandonar la fami-‐ lia por motivos laborales. La lejanía de uno de los padres tiene consecuencias graves tanto en los equilibrios familiares como en la educación de los hijos. Al mismo tiempo, se recuerda que el envío de dinero a la familia de parte del cónyuge que vi-‐ ve lejos, puede generar una especie de dependen-‐ cia de los otros familiares. En referencia a esta si-‐ tuación, se señala la necesidad de facilitar la reuni-‐ ficación familiar mediante la promoción de políti-‐ cas adecuadas.
70. En las respuestas, es unánime la referencia al impacto de la actividad laboral en los equilibrios familiares. En primer lugar, se registra la dificultad de organizar la vida familiar común en el contexto de una repercusión dominante del trabajo, que exige de la familia cada vez mayor flexibilidad. Los ritmos de trabajo son intensos y en determinados casos extenuantes; los horarios son a menudo demasiado largos y a veces se extienden incluso al domingo: todo esto resulta un obstáculo a la posi-‐ bilidad de estar juntos. A causa de una vida cada vez más convulsa, son raros los momentos de paz e intimidad familiar. En algunas áreas geográficas, se pone de relieve el precio que paga la familia por el crecimiento y el desarrollo económico, a lo que se añade la repercusión mucho más vasta de los efectos producidos por la crisis económica y por la inestabilidad del mercado de trabajo. La creciente precariedad laboral, junto con el crecimiento del desempleo y la consiguiente necesi-‐ dad de desplazamientos cada vez
Pobreza y lucha por la subsistencia 73. En las respuestas y observaciones, se insiste de manera generalizada en las estrecheces económi-‐ cas que atenazan a las familias, así como en la falta de medios materiales, la pobreza y la lucha por la subsistencia. Se trata de un fenómeno extendido, que no afecta sólo a los países en vías de desarro-‐
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llo, sino que se menciona con insistencia también en Europa y en América del Norte. Se constata que en casos de pobreza extrema y creciente, la familia debe luchar por la subsistencia, en la cual concen-‐ tra la mayor parte de sus energías. Algunas obser-‐ vaciones piden una palabra profética fuerte de parte de la Iglesia en relación a la pobreza, que pone a dura prueba la vida familiar. Una Iglesia «pobre y para los pobres», se afirma, no debería dejar de hacer oír bien alto su voz en este ámbito. Consumismo e individualismo 74. Entre las varias presiones culturales sobre la familia también se menciona —de manera cons-‐ tante— el consumismo, que tiene fuertes conse-‐ cuencias sobre la calidad de las relaciones familia-‐ res, centradas cada vez más en “tener” en lugar que en “ser”. La mentalidad consumista se men-‐ ciona, en particular, en Europa, incluso en referen-‐ cia al “hijo a toda costa” y a los consiguientes mé-‐ todos de procreación artificial. Por otra parte, se mencionan el afán de hacer carrera y la competiti-‐ vidad como situaciones críticas que influyen en la vida familiar. Se subraya, sobre todo en Occidente, una privatización de la vida, la fe y de la ética: a la conciencia y a la libertad individual se confiere el papel de valor de referencia absoluto, que deter-‐ mina el bien y el mal. Asimismo, se recuerda el in-‐ flujo de una cultura “sensorial” y de lo efímero. A este propósito, se recuerdan las expresiones del Papa Francisco sobre la cultura de lo provisional y del descarte, que incide fuertemente sobre la frá-‐ gil perseverancia de las relaciones afectivas y con frecuencia es causa de profundo malestar y preca-‐ riedad de la vida familiar. Contra-‐testimonios en la Iglesia 75. Con frecuencia y con extendida distribución a nivel geográfico, aparece en las respuestas la men-‐ ción relevante de los escándalos sexuales en el seno de la Iglesia (pedofilia, en particular), así co-‐ mo en general la de una experiencia negativa con el clero o con algunas otras perso-‐ nas. Sobre todo en América del Nor-‐
te y en Europa septentrional, se de-‐ nuncia una significativa pérdida de credibilidad moral a causa de los escándalos sexuales. A esto se añade el estilo de vida a veces vistosamente aco-‐ modado de los presbíteros, así como la incoheren-‐ cia entre su enseñanza y su conducta de vida. Además, se recuerda el comportamiento de aque-‐ llos fieles que viven y practican su fe “de manera teatral”, faltando a la verdad y humildad que re-‐ quiere el espíritu evangélico. En particular, se sub-‐ raya la percepción del rechazo respecto a personas separadas, divorciadas o padres y madres solteros de parte de algunas comunidades parroquiales, así como el comportamiento intransigente y poco sensible de presbíteros o, más en general, la acti-‐ tud de la Iglesia, que en numerosos casos se perci-‐ be como excluyente y no como la de una Iglesia que acompaña y sostiene. En ese sentido, se siente la necesidad de una pastoral abierta y positiva, que sea capaz de volver a dar confianza en la insti-‐ tución, mediante un testimonio creíble de todos sus miembros. d) Algunas situaciones particulares El peso de las expectativas sociales sobre el indivi-‐ duo 76. Al lado de estas situaciones críticas, internas y externas a la familia, se hallan otras en particula-‐ res áreas geográficas, como por ejemplo en el área asiática, y no exclusivamente, donde las fuertes expectativas familiares y sociales influyen en la persona, desde su infancia. La familia considera como objetivo prioritario alcanzar buenos resulta-‐ dos escolares y títulos de estudio (credentialism), a los que se atribuye un valor excesivo. A parte de cargar a los hijos de expectativas, en algunas áreas, se señala el impacto negativo que tiene so-‐ bre la familia el hecho de frecuentar cursos finali-‐ zados a obtener metas formativas particulares, después de los horarios escolares, hasta la noche, con el fin de obtener mejores resultados (cram schools). En estos casos, la vida familiar y la vida de fe se resienten, así como la falta de tiempo libre para dedicar al juego de los niños, al descanso y al
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sueño. La presión de las expectativas a veces es tan fuerte, que conlleva procesos de exclusión so-‐ cial, que incluso acaban en suicidio. Se recuerda, por último, la dificultad —que deriva del específico contexto cultural y social— de afrontar y comentar abiertamente, tanto en la sociedad como en la Iglesia, este tipo de problemas. El impacto de las guerras 77. En particular en África y en Oriente Medio, se recuerda el impacto de la guerra sobre la familia, que causa muerte violenta, destrucción de las vi-‐ viendas, necesidad de huir, abandonando todo, para refugiarse en otra parte. Con referencia a al-‐ gunas regiones, también se señala el efecto de la disgregación social provocado por la guerra, que a veces incluye el hecho de verse obligado a aban-‐ donar la propia comunidad cristiana y la fe, sobre todo de parte de enteras familias en situación de pobreza. Disparidad de culto 78. En algunas áreas geográficas —como en Asia y en África del Norte—, dado el escaso porcentaje de católicos, un gran número de familias está compuesto por un cónyuge católico y otro de otra religión. Algunas respuestas, aun reconociendo la gran riqueza para la Iglesia de las parejas mixtas, ponen de relieve la dificultad inherente a la educa-‐ ción cristiana de los hijos, especialmente donde la ley civil condiciona la pertenencia religiosa de los hijos de la pareja. A veces, la disparidad de culto en familia se configura como una oportunidad o un desafío para el crecimiento en la fe cristiana. Otras situaciones críticas 79. Entre los factores que repercuten en las dificul-‐ tades familiares, además de las enfermedades físi-‐ cas, entre las cuales el SIDA, se señalan: la enfer-‐ medad mental, la depresión, la experiencia de la muerte de un hijo o de un cónyuge. Al respecto, se siente la necesidad de promover una propuesta pastoral que se haga cargo del con-‐ texto familiar, marcado por la en-‐
fermedad y el luto, como momento especialmente oportuno para redescubrir la fe que sostiene y consuela. Entre las situaciones críticas —en algunas zonas del mundo, determinadas por la disminución de la natalidad—, se recuerdan también la difusión de las sectas, las prácticas eso-‐ téricas, el ocultismo, la magia y la brujería. En las respuestas se constata que ningún ámbito ni nin-‐ guna situación se puede considerar a priori im-‐ permeable al Evangelio. Resultan decisivos el acompañamiento y la acogida, de parte de la co-‐ munidad cristiana, de las familias particularmente vulnerables, para las cuales el anuncio del Evange-‐ lio de la misericordia es especialmente fuerte y ur-‐ gente. Capítulo III Las situaciones pastorales difíciles A. Situaciones familiares 80. De las respuestas emerge la común considera-‐ ción que, en el ámbito de lo que se pueden definir situaciones matrimoniales difíciles, se celan histo-‐ rias de gran sufrimiento, así como testimonios de amor sincero. «La Iglesia está llamada a ser siem-‐ pre la casa abierta del Padre […] la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cues-‐ tas» (EG 47). La verdadera urgencia pastoral es permitir a estas personas que curen sus heridas, vuelvan a ser personas sanas y retomen el camino junto a toda la comunidad eclesial. La misericordia de Dios no provee una cobertura temporal de nuestro mal, al contrario, abre radicalmente la vi-‐ da a la reconciliación, dándole nueva confianza y serenidad, mediante una auténtica renovación. La pastoral familiar, lejos de cerrarse en una mirada legalista, tiene la misión de recordar la gran voca-‐ ción al amor a la que la persona está llamada, y de ayudarla a vivir a la altura de su dignidad. Las convivencias 81. En las respuestas provenientes de todas las áreas geográficas, se pone de relieve el número creciente de parejas que conviven ad experimen-‐
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tum, sin matrimonio ni canónico ni civil y sin nin-‐ gún registro. Sobre todo en Europa y en América, el término se considera impropio, puesto que a menudo no se trata de un “experimento”, o sea de un período de prueba, sino de una forma estable de vida. A veces, la boda tiene lugar después del nacimiento del primer hijo, de modo que se cele-‐ bran a la vez nupcias y bautismo. Las estadísticas muestran una frecuencia alta de esta realidad: se subraya una cierta diferencia entre zonas rurales (convivencias más escasas) y zonas urbanas (por ejemplo en Europa, Asia y América Latina). La con-‐ vivencia es más común en Europa y en América del Norte, en crecimiento en América Latina, casi inexistente en los países árabes, menor en Asia. En algunas zonas de América Latina, la convivencia es más bien una costumbre rural, integrada en la cul-‐ tura indígena (servinacuy: matrimonio a prueba). En África se practica el matrimonio por etapas, vinculado a la comprobación de la fecundidad de la mujer, que implica una especie de vínculo entre las dos familias en cuestión. En el contexto euro-‐ peo, las situaciones de la convivencia son muy di-‐ versas; en algunas partes, a veces se nota el influjo de la ideología marxista; en otras partes, se confi-‐ gura como una opción moral justificada. 82. Entre las razones sociales que llevan a la convi-‐ vencia resultan: políticas familiares inadecuadas para sostener a la familia; problemas financieros; el desempleo juvenil; la falta de vivienda. Como consecuencia de éstos y otros factores se suele postergar la boda. En ese sentido, también tiene un papel el temor al compromiso que conlleva acoger a los hijos (en particular en Europa y en América Latina). Muchos piensan que la conviven-‐ cia permite “poner a prueba” el éxito del matri-‐ monio, antes de celebrar las nupcias. Otros indican como motivo a favor de la convivencia, la escasa formación sobre el matrimonio. Para muchos otros la convivencia representa la posibilidad de vivir juntos sin ninguna decisión definitiva o que com-‐ prometa a nivel institucional. Entre las líneas de acción pastoral propues-‐
tas encontramos las siguientes: ofrecer, desde la adolescencia, un camino que aprecie la belleza del matrimonio; formar agentes pastorales sobre los temas del matrimonio y de la familia. Se señala también el testimonio de grupos de jóvenes que se preparan al matrimonio con un noviazgo vivido en la castidad. Las uniones de hecho 83. Las convivencias ad experimentum, muy a me-‐ nudo, corresponden a uniones libres de hecho, sin reconocimiento civil o religioso. Es preciso tener en cuenta que el reconocimiento civil de dichas formas, en algunos países, no equivale al matri-‐ monio, puesto que existe una legislación específica sobre las uniones libres de hecho. A pesar de ello, crece el número de las parejas que no piden nin-‐ guna forma de registro. En los países occidentales la sociedad —se señala—ya no considera proble-‐ mática esta situación. En otros (por ejemplo, en los países árabes), es en cambio muy raro encontrar matrimonios sin reconocimiento civil y religioso. Entre los motivos de esta situación se señalan, principalmente en los países occidentales, la falta de ayuda de parte del Estado, para el cual la fami-‐ lia ya no tiene un valor especial; la percepción del amor como hecho privado sin rol público; la falta de políticas familiares, por lo que casarse se consi-‐ dera una pérdida económica. Constituyen un pro-‐ blema particular los inmigrantes, sobre todo cuan-‐ do son ilegales, porque tienen miedo de que se les identifique como tales si buscan el reconocimiento público de su matrimonio. 84. Vinculada al modo de vida de Occidente, aun-‐ que también difundida en otros países, está la idea de libertad que considera el vínculo matrimonial como una pérdida de la libertad de la persona; in-‐ cide la escasa formación de los jóvenes, que no piensan que sea posible un amor para toda la vida; por otra parte, los medios de comunicación pro-‐ mueven ampliamente este estilo de vida entre los jóvenes. Con frecuencia, la convivencia y las unio-‐ nes libres son síntomas del hecho que los jóvenes suelen prolongar su adolescencia y piensan que el
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matrimonio es demasiado arduo, tienen miedo an-‐ te una aventura demasiado grande para ellos (cfr. Papa Francisco, Discurso a las parejas de novios del 14 de febrero de 2014).
ción es distinta: no hay divorcio porque no hay matrimonio civil (en los países ára-‐ bes y en algunos países de Asia).
85. Entre las posibles líneas de acción pastoral, al respecto, se considera esencial ayuda a los jóvenes a salir de una visión romántica del amor, percibido sólo como un sentimiento intenso hacia el otro, y no como una respuesta personal a otra persona, en el ámbito de un proyecto de vida común, en el cual se abre un gran misterio y una gran promesa. Los itinerarios pastorales deben hacerse cargo de la educación a la afectividad, con un proceso re-‐ moto que inicie ya en la infancia, así como un sos-‐ tén a los jóvenes en las fases del noviazgo, mos-‐ trando su relevancia comunitaria y litúrgica. Es preciso enseñarles a abrirse al misterio del Crea-‐ dor, que se manifiesta en su amor, para que com-‐ prendan el alcance de su consenso; es necesario recuperar el vínculo entre familia y sociedad, para salir de una visión aislada del amor; por último, se debe transmitir a los jóvenes la certeza de que no están solos a la hora de construir su familia, por-‐ que la Iglesia los acompaña como “familia de fami-‐ lias”. Decisiva, al respecto, es la dimensión de la “compañía”, mediante la cual la Iglesia se mani-‐ fiesta como presencia amorosa, que se hace cargo de los novios, alentándolos a hacerse compañeros de camino, entre ellos y con los demás.
87. Otra cuestión que ha sido considerada es la de los hijos de los padres separados y de los divorcia-‐ dos. En este sentido se señala que de parte de la sociedad falta una atención especial respecto a ellos. Sobre ellos cae el peso de los conflictos ma-‐ trimoniales que la Iglesia está llamada cuidar pas-‐ toralmente. También los padres de los divorciados, que sufren las consecuencias de la ruptura del ma-‐ trimonio y que con frecuencia deben acudir y ayu-‐ dar a estos hijos, deben ser sostenidos por la Igle-‐ sia. En relación a los divorciados y separados que permanecen fieles al vínculo matrimonial se pide una mayor atención a su situación, que a menudo se vive en soledad y pobreza. En realidad ellos son también los “nuevos pobres”.
Separados, divorciados y divorciados vueltos a ca-‐ sar 86. De las respuestas resulta que la realidad de los separados, divorciados y divorciados vueltos a ca-‐ sar es relevante en Europa y en toda América; mu-‐ cho menos en África y en Asia. Dado el fenómeno en crecimiento de estas situaciones, muchos pa-‐ dres están preocupados por el futuro de sus hijos. Por otra parte, se observa que el número creciente de convivientes hace que el problema de los divor-‐ cios sea menos relevante: la gente se divorcia gra-‐ dualmente menos, porque en reali-‐ dad suele casarse cada vez menos. En determinados contextos, la situa-‐
Los hijos y quienes se quedan solos
Las madres solteras 88. Es necesario prestar especial atención a las madres que no tienen marido y se hacen cargo ellas solas de sus hijos. Su condición a menudo es el resultado de historias de mucho sufrimiento, y no pocas veces de abandono. Ante todo hay que admirar el amor y la valentía con que acogieron la vida concebida en su seno y proveen al crecimien-‐ to y la educación de sus hijos. Merecen de parte de la sociedad civil un apoyo especial, que tenga en cuenta los numerosos sacrificios que afrontan. De parte de la comunidad cristiana, además, hay que tener una solicitud que les haga percibir a la Iglesia como una verdadera familia de los hijos de Dios. Situaciones de irregularidad canónica 89. En líneas generales, en varias áreas geográfi-‐ cas, las respuestas se concentran sobre todo en los divorciados vueltos a casar o, en cualquier caso, que viven una nueva unión. Entre los que viven en situación canónicamente irregular, se observan di-‐ ferentes actitudes, que van de la falta de concien-‐
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cia de su situación a la indiferencia, o bien, a un sufrimiento consciente. Las actitudes de los divor-‐ ciados que viven una nueva unión son por lo gene-‐ ral semejantes en los distintos contextos regiona-‐ les, con especial relieve en Europa y en América, y menor en África. Al respecto, algunas respuestas atribuyen esta situación a la formación carente o a la escasa práctica religiosa. En América del Norte, la gente piensa a menudo que la Iglesia ya no es una referencia moral de confianza, sobre todo pa-‐ ra las cuestiones de la familia, considerada como materia privada sobre la que decidir autónoma-‐ mente. 90. Es más bien consistente el número de quienes consideran con despreocupación su situación irre-‐ gular. En este caso, no hay ninguna solicitud de admisión a la comunión eucarística, ni de poder celebrar el sacramento de la reconciliación. La conciencia de la situación irregular a menudo se manifiesta cuando interviene el deseo de la inicia-‐ ción cristiana para los hijos, o si llega la petición de participar en una celebración de Bautismo o Con-‐ firmación como padrino o madrina. A veces perso-‐ nas adultas que alcanzan una fe personal y cons-‐ ciente en el camino catequético o casi catecume-‐ nal descubren el problema de su irregularidad. Desde el punto de vista pastoral, estas situaciones se consideran una buena oportunidad para co-‐ menzar un itinerario de regularización, sobre todo en los casos de las convivencias. Una situación di-‐ ferente se señala en África, no tanto respecto a los divorciados en nueva unión, sino en relación a la práctica de la poligamia. Hay casos de convertidos en los que es difícil abandonar a la segunda o ter-‐ cera mujer, con la que ya se han tenido hijos, y que quieren participar en la vida eclesial. 91. Antes de abordar el sufrimiento que conlleva no poder recibir los sacramentos de parte de quie-‐ nes se encuentran en situación de irregularidad, se señala un sufrimiento más originario, del que la Iglesia se debe hacer cargo: el sufrimiento vincula-‐ do al fracaso del matrimonio y a la dificultad de regularizar la situación.
Algunos ponen de relieve, en esta crisis, el deseo de dirigirse a la Iglesia para obtener ayuda. El sufrimiento a menudo está relacionado con los diferentes niveles de formación, como se-‐ ñalan diversas Conferencias Episcopales en Euro-‐ pa, África y América. Con frecuencia no se com-‐ prende la relación intrínseca entre matrimonio, Eucaristía y penitencia; por tanto, resulta bastante difícil comprender por qué la Iglesia no admite a la comunión a quienes se encuentran en una condi-‐ ción irregular. Los itinerarios catequéticos sobre el matrimonio no explican suficientemente este vínculo. En algunas respuestas (América, Europa del Este, Asia), se pone de relieve que a veces se considera erróneamente que el divorcio como tal, aunque no se viva en una nueva unión, excluye au-‐ tomáticamente el acceso a la comunión. De ese modo estas personas son —sin motivo alguno— privadas de los sacramentos. 92. El sufrimiento que causa no recibir los sacra-‐ mentos está presente con claridad en los bautiza-‐ dos queson conscientes de su situación.Muchos sienten frustración y se sienten marginados. Algu-‐ nos se preguntan por qué los otros pecados se perdonan y éste no;o bien por qué losreligiosos y sacerdotes que han recibido la dispensa de sus vo-‐ tos y de las obligaciones sacerdotales puedencele-‐ brar el matrimonio y recibir la comunión, mientras que los divorciadosvueltos a casar no. Todo esto pone de relieve la necesidad de una oportuna formación e información. En otros casos, no se percibe que la propiasituación irregular es el moti-‐ vo para no poder recibir los sacramentos; más bien, se considera que la culpa es de la Iglesia por-‐ que no admite tales circunstancias. En esto, se se-‐ ñala también el riesgo de una mentalidad reivindi-‐ cativa respecto a los sacramentos.Asimismo, es bastante preocupante la incomprensión de la dis-‐ ciplina de la Iglesia cuando niega el acceso a los sacramentos en estos casos, como si se tratara deun castigo.Un buen número de Conferencias Episcopales sugiere ayudar a las personas en situa-‐ ción canónicamente irregular a no considerarse
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«separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida» (FC 84). Por otro lado, hay respuestas y observaciones, de parte de algunas conferencias episcopales, que hacen hincapié en la necesidad de que la Iglesia se dote de instrumentos pastorales mediante los cua-‐ les se abra la posibilidad de ejercer una misericor-‐ dia, clemencia e indulgencia más amplias respecto de las nuevas uniones. Acerca del acceso a los sacramentos 93. Acerca del acceso a los sacramentos, las reac-‐ ciones de parte de los fieles divorciados vueltos a casar son diferentes. En Europa (aunque también en algunos países de América Latina y Asia), preva-‐ lece la tendencia a resolver la cuestión a través de un sacerdote que condescienda a la petición de acceso a los sacramentos. Al respecto, se señala (en particular en Europa y en América Latina) un modo distinto de responder de parte de los pasto-‐ res. A veces, estos fieles se alejan de la Iglesia o pasan a otras confesiones cristianas. En varios paí-‐ ses, no sólo europeos, esta solución individual pa-‐ ra muchas personas no es suficiente, ya que aspi-‐ ran a una readmisión pública en los sacramentos de parte de la Iglesia. El problema no es tanto que no puedan recibir la comunión, sino el hecho que la Iglesia públicamente no les admite al sacramen-‐ to, de modo que estos fieles simplemente se nie-‐ gan a ser considerados en situación irregular. 94. En las comunidades eclesiales están presentes personas que, al encontrarse en una situación ca-‐ nónicamente irregular, piden que se les acoja y acompañe en su condición. Esto sucede especial-‐ mente cuando se trata de hacer razonable la en-‐ señanza de la Iglesia. En semejantes circunstancias es posible que estos fieles vivan su condición sos-‐ tenidos por la misericordia de Dios, de la cual la Iglesia es instrumento. Otros, como señalan algu-‐ nas Conferencias Episcopales del área de la Europa atlántica, aceptan el compromiso de vivir en conti-‐ nencia (cfr. FC 84).
95. Muchas de las respuestas reci-‐ bidas señalan que en numerosos casos existe una clara petición de poder recibir los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, especialmente en Eu-‐ ropa, en América y en algunos países de África. La petición es más insistente sobre todo con ocasión de la celebración de los sacramentos de parte de los hijos. A veces se desea la admisión a la comu-‐ nión como para ser “legitimados” por la Iglesia, eliminando el sentido de exclusión o de marginali-‐ zación. Al respecto, algunos sugieren considerar la praxis de algunas Iglesias ortodoxas, que, a su jui-‐ cio, abre el camino a un segundo o tercer matri-‐ monio con carácter penitencial; a este propósito, los países de mayoría ortodoxa señalan que la ex-‐ periencia de estas soluciones no impide el aumen-‐ to de los divorcios. Otros piden aclarar si la cues-‐ tión es de carácter doctrinal o sólo disciplinar. Otras peticiones 96. En numerosos casos, señalados en particular en Europa y en América del Norte, se pide agilizar el procedimiento para la nulidad matrimonial; al respecto, se indica la necesidad de profundizar la cuestión de la relación entre fe y sacramento del matrimonio, como sugirió reiteradamente Bene-‐ dicto XVI. En los países de mayoría ortodoxa, se señala el caso de católicos que se vuelven a casar en la Iglesia ortodoxa, según la praxis vigente en ésta, y después piden acercarse a la comunión en la Iglesia católica. Por último, otras instancias pi-‐ den que se precise la praxis a seguir en los casos de matrimonios mixtos, en los cuales el cónyuge ortodoxo ya ha estado casado y ha obtenido de la Iglesia ortodoxa el permiso para las segundas nup-‐ cias. Acerca de los separados y los divorciados 97. En varias respuestas y observaciones, se pone de relieve la necesidad de prestar más atención a los separados y los divorciados que, fieles al víncu-‐ lo nupcial, no se han vuelto a casar. Al parecer, a menudo para ellos al sufrimiento del fracaso ma-‐ trimonial se añade el de no ser considerados con-‐
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venientemente por la Iglesia y, por tanto, son des-‐ atendidos. Se observa que ellos también tienen sus dificultades y la necesidad de ser acompaña-‐ dos pastoralmente. Asimismo, se hace presente la importancia de verificar una posible nulidad ma-‐ trimonial, con particular cuidado de parte de los pastores, a fin de no introducir causas sin un dis-‐ cernimiento atento. En ese contexto, se encuen-‐ tran peticiones de promover mayormente una pastoral de la reconciliación, que se haga cargo de las posibilidades de reunir a los cónyuges separa-‐ dos. Algunos subrayan que la valiente aceptación de la condición de separados que siguen fieles al vínculo, marcada por el sufrimiento y la soledad, constituye una gran testimonio cristiano. Simplificación de las causas matrimoniales 98. Existe una amplia solicitud de simplificación de la praxis canónica de las causas matrimoniales. Las posiciones son diferentes: algunos afirman que agilizarlas no es un remedio eficaz; otros, favora-‐ bles a la agilización, invitan a explicar bien la natu-‐ raleza del proceso de declaración de nulidad, para una mejor comprensión de éste de parte de los fie-‐ les. 99. Algunos invitan a la prudencia, señalando que al agilizar, simplificar o reducir los pasos previstos se corre el riesgo de provocar injusticias y errores; se podría dar la impresión de no respetar la indiso-‐ lubilidad del sacramento; se podría favorecer el abuso y obstaculizar la formación de los jóvenes al matrimonio como compromiso para toda la vida; se podría alimentar la idea de un “divorcio católi-‐ co”. Proponen, en cambio, preparar a un número adecuado de personas cualificadas para seguir los casos; y, en América Latina, África y Asia, se solici-‐ ta incrementar el número de tribunales — ausentes en numerosas regiones—, y conceder mayor autoridad a las instancias locales, formando mejor a los sacerdotes. Otras respuestas relativi-‐ zan la importancia de esta posibilidad de agilizar los procedimientos, ya que a menu-‐ do los fieles aceptan la validez de su matrimonio, reconociendo que se
trata de un fracaso y no consideran honrado pedir la declaración de nulidad. Muchos fieles consideran, sin embargo, válido su primer matrimonio porque no conocen los motivos de in-‐ validez. A veces, quienes se han divorciado tienen la dificultad de volver a mirar al pasado, lo cual podría abrir de nuevo heridas dolorosas persona-‐ les y para el cónyuge. 100. Muchos piden como elementos de esta agili-‐ zación: proceso canónico simplificado y más rápi-‐ do; concesión de mayor autoridad al Obispo local; mayor acceso de los laicos como jueces; reducción del costo económico del proceso. En particular, al-‐ gunos proponen reconsiderar si es verdaderamen-‐ te necesaria la doble sentencia conforme, al me-‐ nos cuando no hay solicitud de apelación, obligan-‐ do sin embargo a la apelación en ciertos casos el defensor del vínculo. Se propone, asimismo, des-‐ centralizar la tercera instancia. En todas las áreas geográficas, se pide un planteamiento más pasto-‐ ral en los tribunales eclesiásticos, con una mayor atención espiritual a las personas. 101. En las respuestas y observaciones, teniendo en cuenta la magnitud del problema pastoral de los fracasos matrimoniales, se plantea la duda de si la vía procesal judicial es el único modo para afrontarlo. Se lanza la propuesta de emprender una vía administrativa. En algunos casos se propo-‐ ne proceder a una verificación de la conciencia de las personas interesadas a comprobar la nulidad del vínculo. Se plantea la cuestión de si los presbí-‐ teros elegidos para esta tarea tienen otros instru-‐ mentos pastorales para verificar la validez del ma-‐ trimonio. En general, se solicita una mayor forma-‐ ción específica de los agentes pastorales en este campo, a fin de ayudar oportunamente a los fieles. 102. Una formación más adecuada de los fieles respecto a los procesos de nulidad ayudaría, en al-‐ gunos casos, a eliminar dificultades, como por ejemplo la de padres que temen que un matrimo-‐ nio nulo convierta a los hijos en ilegítimos, señala-‐ da por algunas Conferencias Episcopales africanas. En numerosas respuestas, se insiste en el hecho de
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que agilizar el proceso canónico sería útil sólo si se afronta de modo integral la pastoral familiar. De parte de algunas Conferencias Episcopales asiáti-‐ cas, se señala el caso de matrimonios con no cris-‐ tianos, que no quieren cooperar en el proceso ca-‐ nónico. El cuidado de las situaciones difíciles 103. La caridad pastoral impulsa a la Iglesia a acompañar a las personas que han sufrido un fra-‐ caso matrimonial y a ayudarles a vivir su situación con la gracia de Cristo. Una herida más dolorosa se abre para las personas que se vuelven a casar, en-‐ trando en un estado de vida que no les permite el acceso a la comunión. Ciertamente, en estos ca-‐ sos, la Iglesia no debe asumir la actitud de juez que condena (cfr. Papa Francisco, Homilía del 28 de fe-‐ brero de 2014), sino la de una madre que acoge siempre a sus hijos y cura sus heridas (cfr. EG 139-‐ 141). Con gran misericordia, la Iglesia está llamada a encontrar formas de “compañía” para sostener a estos hijos suyos en un itinerario de reconciliación. Con comprensión y paciencia, es importante expli-‐ car que el hecho de no poder acceder a los sacra-‐ mentos no significa quedar excluidos de la vida cristiana y de la relación con Dios. 104. En referencia a estas situaciones complejas, en numerosas respuestas se pone de relieve la fal-‐ ta de un servicio de asistencia específica en las diócesis para estas personas. Muchas Conferencias Episcopales recuerdan la importancia de ofrecer a estos fieles una participación activa a la vida de la Iglesia, mediante grupos de oración, momentos li-‐ túrgicos y actividades caritativas. Se indican, ade-‐ más, algunas iniciativas pastorales, como por ejemplo una bendición personal a quien no puede recibir la Eucaristía o alentar la participación de los hijos en la vida parroquial. Se subraya el papel de los movimientos de espiritualidad conyugal, de las órdenes religiosas y de las comisiones parroquiales para la familia. Es significativa la recomendación de la oración para las situaciones di-‐ fíciles, en el contexto de las liturgias parroquiales y diocesanas, en la ora-‐
ción universal. No practicantes y no creyentes que piden el ma-‐ trimonio 105. En el contexto de las situaciones difíciles, la Iglesia también se interroga acerca de la acción pastoral a emprender respecto a los bautizados que, aunque no sean practicantes ni creyentes, pi-‐ den poder celebrar su boda en la iglesia. La casi to-‐ talidad de las respuestas ha puesto de relieve que es mucho más común el caso de dos católicos no practicantes que deciden contraer matrimonio re-‐ ligioso respeto al de dos no creyentes declarados que requieren el mismo sacramento. Esta última circunstancia, aunque no se considere imposible, se considera bastante remota. Más común, en cambio, es la solicitud de celebración canónica en-‐ tre dos prometidos, de los cuales sólo uno es cató-‐ lico y, con frecuencia, no practicante. Las motiva-‐ ciones que inducen a los católicos no practicantes a retomar contacto con sus parroquias a fin de ce-‐ lebrar el matrimonio en la mayoría de los casos re-‐ siden —a juicio de todas las respuestas que afron-‐ tan este punto—en el atractivo relacionado con la “estética” de la celebración (ambiente más suges-‐ tivo, servicio fotográfico, etc.) y, al mismo tiempo, en un condicionamiento proveniente de la tradi-‐ ción religiosa de las familias de los novios, que de algún modo les han transmitido también a ellos. Muchas veces, la fiesta y los aspectos exteriores tradicionales predominan respecto a la liturgia y la esencia cristiana de lo que se celebra. La unanimi-‐ dad de las respuestas indica esta oportunidad co-‐ mo una ocasión propicia para la evangelización de la pareja, recomendando, en ese sentido, la máxi-‐ ma acogida y disponibilidad de parte de los párro-‐ cos y los agentes de la pastoral familiar. 106. Según un conspicuo número de respuestas, y todavía más de observaciones, de varia provenien-‐ cia geográfica, la preparación al matrimonio reli-‐ gioso no debería conllevar sólo momentos cate-‐ quéticos, sino también ocasiones de intercambio y conocimiento entre las personas, que los pastores podrían favorecer mayormente. Por otra parte, va-‐
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rias respuestas, tanto de Oriente como de Occi-‐ dente, advierten una cierta frustración de parte de algunos párrocos que con frecuencia se encuen-‐ tran con un innegable fracaso de su esfuerzo pas-‐ toral, ya que un número muy exiguo de parejas si-‐ gue manteniendo una relación con la parroquia de referencia después de la celebración del matrimo-‐ nio. 107. Muchas respuestas han denunciado una inadecuación generalizada de los actuales itinera-‐ rios formativos matrimoniales para llevar a los prometidos a una verdadera visión de fe. Los en-‐ cuentros, en la mayoría de los casos, se plantean y se perciben como únicamente funcionales a la re-‐ cepción del sacramento. Precisamente porque en-‐ tre los no practicantes, al término del acompaña-‐ miento formativo previo a la recepción del matri-‐ monio, se ha observado un alto porcentaje de re-‐ torno al precedente estado de vida, se advierte la necesidad —especialmente en América Latina— de mejorar, incentivar y profundizar la pastoral y la evangelización de los niños y de la juventud en ge-‐ neral. Desde varias partes se subraya que, cuando una pareja de creyentes no practicantes retoma contacto con la parroquia para la celebración del matrimonio, el tiempo para recuperar un auténti-‐ co camino de fe no es suficiente, aunque la pareja participe en los encuentros prematrimoniales. 108. En efecto, la mayoría de las respuestas juzga que es imprescindible seguir a la pareja incluso después del matrimonio, mediante encuentros di-‐ rigidos a acompañarles. Asimismo, se reitera con cierta fuerza —especialmente de parte de las Con-‐ ferencias Episcopales de Europa occidental y meri-‐ dional— la necesidad de considerar, en particula-‐ res casos de inmadurez de parte de los novios, la opción de casarse sin la celebración de la Eucaris-‐ tía. Según algunos episcopados de Europa del Nor-‐ te y de América septentrional, cuando existe la evidencia de que la pareja no comprende o no acepta las enseñanzas básicas de la Iglesia respec-‐ to de los bienes del matrimonio y los relativos compromisos, sería opor-‐
tuno sugerir que se postergara la celebración de las nupcias, aun sabiendo ya por adelantado que este tipo de propuesta suscita in-‐ comprensiones y malhumores. Dicha solución con-‐ llevaría también el peligro de un rigorismo poco misericordioso. 109. Algunos episcopados de Asia oriental y meri-‐ dional refieren que piden como requisito a la cele-‐ bración del matrimonio una participación activa en la vida pastoral de la parroquia. Sin embargo, tam-‐ bién así, en la gran mayoría de los casos esta parti-‐ cipación cesa una vez obtenida la celebración del sacramento. En general, se advierte una falta de homogeneidad universal ya en el seno de cada diócesis, por lo que se refiere a la atención, a la preparación y a la organización de los encuentros formativos anteriores a la celebración del matri-‐ monio. Casi siempre, todo se remite a las iniciati-‐ vas, más o menos felices, de los pastores. Una Conferencia Episcopal europea esboza el estilo y el modo con el cual se deberían llevar a cabo los en-‐ cuentros de preparación al matrimonio mediante una secuencia de verbos programáticos: proponer, no imponer; acompañar, no presionar; invitar, no expulsar; despertar inquietud, nunca desilusionar. B. Acerca de las uniones entre personas del mis-‐ mo sexo Reconocimiento civil 110. En las respuestas de las Conferencias Episco-‐ pales acerca de las uniones entre personas del mismo sexo, se hace referencia a la enseñanza de la Iglesia. «No existe ningún fundamento para asi-‐ milar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. […] Sin em-‐ bargo, los hombres y mujeres con tendencias ho-‐ mosexuales “deben ser acogidos con respeto, compasión, delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”» (CDF, Con-‐ sideraciones acerca de los proyectos de reconoci-‐ miento legal de las uniones entre personas homo-‐ sexuales, 4). De las respuestas se deduce que el
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reconocimiento de parte de la ley civil de las unio-‐ nes entre personas del mismo sexo depende en buena parte del contexto socio-‐cultural, religioso y político. Las Conferencias Episcopales señalan tres contextos: el primero es aquel en el cual prevalece una actitud represiva y que penaliza el fenómeno de la homosexualidad en todas sus facetas. Esto vale en particular donde la manifestación pública de la homosexualidad está prohibida por la ley ci-‐ vil. Algunas respuestas indican que también en es-‐ te contexto hay formas de acompañamiento espi-‐ ritual de las personas homosexuales que buscan la ayuda de la Iglesia. 111. Un segundo contexto es aquel en el cual el fenómeno de la homosexualidad presenta una si-‐ tuación fluida. El comportamiento homosexual no se castiga, sino que se tolera mientras no sea visi-‐ ble o público. En este contexto, normalmente, no existe una legislación civil respecto a las uniones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, es-‐ pecialmente en Occidente, en el ámbito político hay una orientación creciente hacia la aprobación de leyes que prevén las uniones registradas o el denominado matrimonio entre personas del mis-‐ mo sexo. En apoyo de esta visión se aducen moti-‐ vos de no discriminación; una actitud que los cre-‐ yentes y gran parte de la opinión pública, en Euro-‐ pa centro oriental perciben como una imposición de parte de una cultura política o ajena. 112. Un tercer contexto es aquel en el cual los Es-‐ tados han introducido una legislación que recono-‐ ce las uniones civiles o los matrimonios entre per-‐ sonas homosexuales. Hay países en los que se de-‐ be hablar de una auténtica redefinición del matri-‐ monio, que reduce la perspectiva sobre la pareja a algunos aspectos jurídicos, como la igualdad de derechos y la “no discriminación”, sin que haya un diálogo constructivo sobre las cuestiones antropo-‐ lógicas implícitas, y sin centrarse en el bien integral de la persona humana, en particular, el bien inte-‐ gral de los niños en el seno de estas uniones. Don-‐ de hay una equiparación jurídica en-‐ tre matrimonio heterosexual y ho-‐
mosexual, con frecuencia el Estado permite la adopción de niños (niños naturales de uno de los miembros de la pareja o niños nacidos mediante fecundación artificial). Este contexto es-‐ tá particularmente presente en el área anglófona y en Europa central. La evaluación de las Iglesias particulares 113. Todas las Conferencias Episcopales han ex-‐ presado su opinión en contra de una “redefini-‐ ción” del matrimonio entre hombre y mujer me-‐ diante la introducción de una legislación que per-‐ mita la unión entre dos personas del mismo sexo. Hay amplios testimonios de las Conferencias Epis-‐ copales sobre la búsqueda de un equilibrio entre la enseñanza de la Iglesia sobre la familia y una acti-‐ tud respetuosa, que no juzgue a las personas que viven estas uniones. En conjunto, se tiene la im-‐ presión de que las reacciones extremas respecto de estas uniones, tanto de condescendencia como de intransigencia, no han facilitado el desarrollo de una pastoral eficaz, fiel al Magisterio y misericor-‐ diosa con las personas interesadas. 114. Un factor que ciertamente plantea interro-‐ gantes sobre la acción pastoral de la Iglesia y hace compleja la búsqueda de una actitud equilibrada ante esta realidad es la promoción de la ideología de gender, que en algunas regiones influye incluso en el ámbito educativo primario, difundiendo una mentalidad que, detrás de la idea de eliminación de la homofobia, en realidad propone una subver-‐ sión de la identidad sexual. 115. Acerca de las uniones entre personas del mismo sexo, muchas Conferencias Episcopales proporcionan diversas informaciones. En los países en los que existe una legislación de las uniones ci-‐ viles, numerosos fieles se muestran a favor de una actitud respetuosa, que no juzgue a estas perso-‐ nas, y en favor de una pastoral que trate de aco-‐ gerlas. Esto no significa, sin embargo, que los fieles estén de acuerdo con una equiparación entre ma-‐ trimonio heterosexual y uniones civiles entre per-‐ sonas del mismo sexo. Algunas respuestas y ob-‐
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servaciones expresan la preocupación de que la acogida en la vida eclesial de las personas que vi-‐ ven estas uniones se entienda como un reconoci-‐ miento de su unión. Algunas indicaciones pastorales 116. En relación a la posibilidad de una pastoral para estas personas, es preciso distinguir entre las que han hecho una elección personal, a menudo sufrida, y la viven con delicadeza para no dar es-‐ cándalo a otros, y un comportamiento de promo-‐ ción y publicidad activa, habitualmente agresiva. Muchas Conferencias Episcopales subrayan que, al tratarse de un fenómeno relativamente reciente, no existen programas pastorales al respecto. Otras admiten un cierto malestar frente al desafío de te-‐ ner que conjugar la acogida misericordiosa de las personas y la afirmación de la enseñanza moral de la Iglesia, con una apropiada solicitud pastoral que incluya todas las dimensiones de la persona. Desde algunas partes se recomienda no hacer coincidir la identidad de una persona con expresiones como “gay”, “lesbiana” o “homosexual”. 117. Muchas respuestas y observaciones solicitan una evaluación teológica que dialogue con las ciencias humanas, para desarrollar una visión más diferenciada del fenómeno de la homosexualidad. No faltan peticiones de que se profundice, incluso mediante organismos específicos (como por ejem-‐ plo la Pontificia Academia de las Ciencias y la Pon-‐ tificia Academia para la Vida) el sentido antropoló-‐ gico y teológico de la sexualidad humana y de la diferencia sexual entre hombre y mujer, capaz de hacer frente a la ideología de gender. 118. El gran desafío será desarrollar una pastoral que logre mantener el justo equilibrio entre acogi-‐ da misericordiosa de las personas y acompaña-‐ miento gradual hacia una auténtica madurez hu-‐ mana y cristiana. Algunas Conferencias Episcopales hacen referencia, en este contexto, a determina-‐ das organizaciones como modelos logrados de es-‐ te tipo de pastoral.
119. Se presenta, de modo cada vez más urgente, el desafío de la educación sexual en las familias y en las instituciones escolares, particu-‐ larmente en los países en los que el Estado propo-‐ ne, en las escuelas, una visión unilateral e ideoló-‐ gica de la identidad de género. En las escuelas o en las comunidades parroquiales, se deberían activar programas formativos para proponer a los jóvenes una visión adecuada de la madurez afectiva y cris-‐ tiana, con la que afrontar también el fenómeno de la homosexualidad. Al mismo tiempo, las observa-‐ ciones demuestran que no existe todavía un con-‐ senso en la vida eclesial respecto a las modalida-‐ des concretas de la acogida de las personas que viven estas uniones. El primer paso de un proceso lento sería el de la información y la identificación de criterios de discernimiento, no sólo a nivel de ministros y agentes pastorales, sino también a ni-‐ vel de grupos o movimientos eclesiales. Transmisión de la fe a los niños en uniones de per-‐ sonas del mismo sexo 120. Se debe constatar que las respuestas recibi-‐ das se pronuncian en contra de una legislación que permita la adopción de niños de parte de personas en unión del mismo sexo, porque ven en riesgo el bien integral del niño, que tiene derecho a tener una madre y un padre, como ha recordado recien-‐ temente el Papa Francisco (cfr. Discurso a la Dele-‐ gación de la Oficina internacional católica de la in-‐ fancia, 11 de abril de 2014). Sin embargo, en el ca-‐ so de que las personas que viven estas uniones pi-‐ dan el bautismo para el niño, las respuestas, casi por unanimidad, subrayan que el pequeño debe ser acogido con la misma atención, ternura y soli-‐ citud que reciben los otros niños. Muchas respues-‐ tas indican que sería útil recibir directrices pasto-‐ rales más concretas para estas situaciones. Es evi-‐ dente que la Iglesia tiene el deber de verificar las condiciones reales para la transmisión de la fe al niño. En el caso de que se nutran dudas razonables sobre la capacidad efectiva de educar cristiana-‐ mente al niño de parte de personas del mismo se-‐ xo, hay que garantizar el adecuado sostén, como
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por lo demás se requiere a cualquier otra pareja que pida el bautismo para sus hijos. Una ayuda, en ese sentido, podría venir también de otras perso-‐ nas presentes en su ambiente familiar y social. En estos casos, el párroco cuidará especialmente la preparación al posible bautismo del niño, incluso con una atención específica en la elección del pa-‐ drino y la madrina. III PARTE LA APERTURA A LA VIDA Y LA RESPONSABILIDAD EDUCATIVA Capítulo I Los desafíos pastorales acerca de la apertura a la vida 121. En referencia al tema de la apertura a la vida, en las últimas décadas, se han planteado objecio-‐ nes radicales. En este campo se tocan dimensiones y aspectos de la existencia muy íntimos, acerca de los cuales se ponen de relieve las diferencias sus-‐ tanciales entre una visión cristiana de la vida y la sexualidad, y un planteamiento fuertemente secu-‐ larizado. Por otra parte, Pablo VI, al publicar la car-‐ ta Encíclica Humanae Vitae, era muy consciente de las dificultades que sus afirmaciones podrían susci-‐ tar en el tiempo. Así, por ejemplo, escribía en ese documento: «Se puede prever que estas enseñan-‐ zas no serán quizá fácilmente aceptadas por todos: son demasiadas las voces —ampliadas por los mo-‐ dernos medios de propaganda— que están en contraste con la de la Iglesia. A decir verdad, ésta no se maravilla de ser, a semejanza de su divino Fundador, “signo de contradicción”, pero no deja por esto de proclamar con humilde firmeza toda la ley moral, natural y evangélica» (HV 18). 122. La Encíclica Humanae Vitae tuvo un significa-‐ do claramente profético al subrayar la unión in-‐ quebrantable entre el amor conyugal y la transmi-‐ sión de la vida. La Iglesia está llamada a anunciar la fecundidad del amor, a la luz de la fe que «ayuda a captar en toda su pro-‐
fundidad y riqueza la generación de los hijos, porque hace reconocer en ella el amor creador que nos da y nos confía el misterio de una nueva persona» (LF 52). Muchas de las dificultades que señalan las respuestas y observaciones resal-‐ tan la fatiga del hombre contemporáneo en cuan-‐ to al tema de los afectos, de la generación de la vi-‐ da, de la reciprocidad entre el hombre y la mujer, de la paternidad y la maternidad. Conocimiento y recepción del Magisterio sobre la apertura a la vida 123. Las respuestas relativas al conocimiento de la doctrina de la Iglesia sobre la apertura a la vida de los esposos, con particular referencia a la Huma-‐ nae Vitae, describen de modo realista el hecho que, en la gran mayoría de los casos, no se conoce su dimensión positiva. Quienes afirman que la co-‐ nocen pertenecen casi siempre a asociaciones y grupos eclesiales que frecuentan las parroquias o participan activamente en caminos de espirituali-‐ dad familiar. En la gran mayoría de las respuestas recibidas, se pone de relieve que hoy la mentali-‐ dad común percibe como una injerencia en la vida íntima de la pareja y una limitación a la autonomía de la conciencia la valoración moral de los diferen-‐ tes métodos de regulación de los nacimientos. Ciertamente hay diferencias de posición y de acti-‐ tudes, que adoptan los creyentes en relación a es-‐ te tema según los contextos geográficos y sociales, entre quienes se encuentran inmersos en culturas fuertemente secularizadas y tecnificadas y quienes viven en contextos sencillos y rurales. Muchas res-‐ puestas mencionan la impresión de que para un buen número de católicos el concepto de “pater-‐ nidad y maternidad responsable” engloba la res-‐ ponsabilidad compartida de elegir en conciencia el método más adecuado para la regulación de los nacimientos, en base a una serie de criterios que van de la eficacia a la tolerabilidad física, pasando por el hecho de que sea realmente practicable. 124. Sobre todo en las observaciones, se pone de relieve que cuesta entender la distinción entre los métodos naturales de regulación de la fertilidad y
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la contracepción, tanto que generalmente dicha diferencia en clave mediática se traduce en la ter-‐ minología de métodos contraceptivos “naturales” y “no naturales”. De aquí, se comprende por qué dicha distinción sea percibida como un pretexto y los métodos “naturales” se consideran simplemen-‐ te ineficaces e impracticables. Los métodos natu-‐ rales para la regulación de la fertilidad no son “técnicas” naturales que se aplican a un problema para resolverlo: tales métodos, en efecto, respetan la “ecología humana”, la dignidad de la relación sexual entre los cónyuges, y se enmarcan en una visión de la relación conyugal abierta a la vida. En este sentido, se diferencian de la contracepción y la experiencia demuestra la eficacia de su uso. 125. Respuestas y observaciones señalan que se percibe fuertemente la diferencia entre métodos contraceptivos “abortivos” y “no abortivos”. Con frecuencia se usa este criterio de juicio acerca de la bondad moral de los diferentes métodos. Ade-‐ más, en las respuestas recibidas, y sobre todo en diversas observaciones, se señalan las dificultades relativas a la profilaxis contra el SIDA/HIV. El pro-‐ blema es grave en algunas zonas del mundo donde esta enfermedad está muy difundida. Se siente el necesidad de que la posición de la Iglesia respecto de este tema se explique mejor, sobre todo frente a algunas reducciones caricaturescas de los medios de comunicación. Precisamente en obediencia a una mirada personalista y relacional, parece nece-‐ sario no limitar la cuestión a problemáticas mera-‐ mente técnicas. Se trata de acompañar dramas que marcan profundamente la vida de innumera-‐ bles personas, haciéndose promotores de un mo-‐ do verdaderamente humano de vivir la realidad de la pareja, en situaciones a menudo arduas, que merecen la debida atención y un sincero respeto. Algunas causas de la difícil recepción 126. Todas las respuestas suelen subrayar que las dificultades para recibir el mensaje de la Iglesia acerca del amor fecundo entre el hombre y la mujer están relaciona-‐ das con la enorme brecha entre la
doctrina de la Iglesia y la educación civil, sobre todo en las áreas geográficas mayor-‐ mente afectadas por la secularización. Las res-‐ puestas provenientes de las Conferencias Episco-‐ pales hacen sobre todo hincapié en la diferente antropología de fondo. Se señala que existen grandes dificultades a la hora de expresar adecua-‐ damente la relación entre la antropología cristiana y el sentido de la regulación natural de la fertili-‐ dad. La reducción de la problemática a la casuística no favorece la promoción de una visión amplia de la antropología cristiana. Con frecuencia se señala que la mentalidad dominante rechaza de modo superficial la enseñanza de la Iglesia tachándola de retrógrada, sin confrontarse con sus razones y su visión del hombre y la vida humana. 127. En algunas respuestas, se relaciona la menta-‐ lidad contraceptiva generalizada con la sólida pre-‐ sencia de la ideología de gender, que tiende a mo-‐ dificar algunas estructuras fundamentales de la antropología, entre las cuales el sentido del cuerpo y de la diferencia sexual, que se sustituye con la idea de la orientación de género, hasta proponer la subversión de la identidad sexual. A este propó-‐ sito, muchas voces señalan la necesidad de ir más allá de las condenas genéricas contra dicha ideolo-‐ gía —cada vez más penetrante—, para responder de manera fundada a esa posición, hoy amplia-‐ mente difundida en muchas sociedades occidenta-‐ les. En ese sentido, el descrédito dado a la posición de la Iglesia en materia de paternidad y materni-‐ dad no es más que una pieza de una mutación an-‐ tropológica que algunas realidades muy influyen-‐ tes están promoviendo. La respuesta, por tanto, no podrá ser sólo relativa a la cuestión de los con-‐ traceptivos o de los métodos naturales, sino que deberá plantearse a nivel de la experiencia huma-‐ na decisiva del amor, descubriendo el valor intrín-‐ seco de la diferencia que marca la vida humana y su fecundidad. Sugerencias pastorales 128. Desde el punto de vista pastoral, las respues-‐ tas, en numerosísimos casos, indican la necesidad
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de una mayor difusión —con un lenguaje renova-‐ do y proponiendo una visión antropológica cohe-‐ rente— de cuanto se afirma en la Humanae Vitae, sin limitarse a los cursos prematrimoniales, sino ofreciendo también itinerarios de educación al amor. Algunas respuestas sugieren que la presen-‐ tación de los métodos de regulación natural de la fertilidad se haga en colaboración con personas realmente preparadas, tanto desde el punto de vista médico como pastoral. A este fin, se insiste en la colaboración con centros universitarios dedi-‐ cados al estudio y profundización de dichos méto-‐ dos, en el ámbito de la promoción de una visión más ecológica de lo humano. Del mismo modo, se sugiere dar más espacio a esta temática en el ám-‐ bito de la formación de los futuros presbíteros en los seminarios, ya que los sacerdotes a veces no están preparados para afrontar estos temas, y dan indicaciones inexactas y desconcertantes. Acerca de la praxis sacramental 129. En el ámbito de las sugerencias pastorales re-‐ lativas a la apertura a la vida, se encuentra el tema de la praxis sacramental vinculada a estas situa-‐ ciones, tanto por lo que se refiere al sacramento de la penitencia, como a la participación en la Eu-‐ caristía. A este propósito, las respuestas son esen-‐ cialmente concordes a la hora de observar que, en las áreas de fuerte secularización, en general, las parejas no consideran pecado el uso de los méto-‐ dos anticonceptivos; en consecuencia, normal-‐ mente se tiende a no considerar esto materia de confesión y se acercan sin problemas a la Eucaris-‐ tía. Diversamente, se subraya que permanece ín-‐ tegra entre los fieles la conciencia del aborto como pecado extremamente grave, siempre materia de confesión. Algunas respuestas afirman que hoy “el examen de conciencia” de las parejas cristianas se concentra en la relación entre los cónyuges (infide-‐ lidad, falta de amor), mientras que más bien se descuidan los aspectos de la apertura a la vida. Es-‐ to confirma la debilidad con la que con frecuencia se percibe la relación entre la entre-‐ ga de sí al otro en la fidelidad y la
generación de la vida. Las respues-‐ tas también ponen de relieve que la actitud pasto-‐ ral de los sacerdotes en referencia a este tema es-‐ tá muy diversificada: entre quien asume una posi-‐ ción de comprensión y acompañamiento; y quien, en cambio, se muestra muy intransigente, o al contrario laxista. Se confirma así la necesidad de revisar la formación de los presbíteros sobre estos aspectos de la pastoral. Promover una mentalidad abierta a la vida 130. En algunas zonas del mundo, la mentalidad contraceptiva y la difusión de un modelo antropo-‐ lógico individualista determinan una fuerte caída demográfica, cuyas consecuencias sociales y hu-‐ manas no se toman en consideración adecuada-‐ mente. Las políticas contrarias a la natalidad cam-‐ bian la calidad de la relación entre los cónyuges y la relación entre las generaciones. Por tanto, en el ámbito de la responsabilidad pastoral de la Iglesia se impone una reflexión acerca de cómo poder sostener una mentalidad mayormente abierta a la vida. 131. Muchas respuestas y observaciones señalan el vínculo entre la apertura a la natalidad y la cues-‐ tión social y laboral: la promoción de la natalidad está intrínsecamente conectada con la presencia de condiciones que permitan a las parejas jóvenes adoptar con libertad, responsabilidad y serenidad la decisión de engendrar y educar a los hijos. Jar-‐ dines de infancia, horarios de trabajo flexibles, permisos por maternidad y facilidad de reinserción en la situación laboral, se consideran condiciones decisivas al respecto. En ese sentido, los cristianos también tienen la responsabilidad civil de promo-‐ ver leyes y estructuras que favorezcan un enfoque positivo respecto de la vida naciente. Desde un punto de vista más puramente pastoral, en las respuestas, se pone de relieve la utilidad de los consultores familiares vinculados a las diócesis y de las asociaciones de familias, que sean testigos de la belleza y del valor de la apertura a la vida. Se recomienda que el Sínodo ayude a redescubrir el sentido antropológico profundo de la moralidad de
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la vida conyugal, que, más allá de todo moralismo, implica un impulso sincero a vivir la belleza exigen-‐ te del amor cristiano entre el hombre y la mujer, valorizado con vistas al amor más grande, que lle-‐ ga hasta dar la vida por los amigos (cfr. Jn 15,13). No faltaron respuestas que invitan a redescubrir el sentido de la castidad conyugal, en relación a la autenticidad de la experiencia amorosa. Capítulo II La Iglesia y la familia frente al desafío educativo a) El desafío educativo en general El desafío educativo y la familia hoy 132. Los desafíos que la familia debe afrontar en ámbito educativo son múltiples; con frecuencia, los padres no se sienten preparados para esta ta-‐ rea. El Magisterio reciente ha insistido en la impor-‐ tancia de la educación, mediante la cual los cónyu-‐ ges reciben también una gracia singular en su ma-‐ trimonio. En las respuestas y observaciones, se subraya que la educación debe ser integral y debe suscitar la gran pregunta sobre la verdad, que puede guiar el camino de la vida (cfr. Benedicto XVI, Discurso del 21 de enero de 2008) y que nace siempre en el seno de un amor, comenzando por la experiencia de amor que vive el hijo acogido por los padres (cfr. Benedicto XVI, Discurso del 23 de febrero de 2008). La educación consiste en una in-‐ troducción amplia y profunda en la realidad global y en particular en la vida social, y es responsabili-‐ dad primaria de los padres, que el Estado debe respetar, tutelar y promover (cfr. GE 3; FC 37). El Papa Francisco ha subrayado la importancia de la educación en la transmisión de la fe: «A los padres corresponde, según una sentencia de san Agustín, no sólo engendrar a los hijos, sino también llevar-‐ los a Dios, para que sean regenerados como hijos de Dios por el bautismo y reciban el don de la fe» (LF 43). Transmisión de la fe e iniciación cristiana 133. La acción pastoral de la Iglesia está llamada a ayudar a las familias
en su tarea educativa, comenzando por la iniciación cristiana. La catequesis y la forma-‐ ción parroquial son instrumentos indispensables para sostener a la familia en esta tarea educativa, en particular, con ocasión de la preparación al bautismo, la primera comunión y la confirmación. Junto con la familia y la parroquia, se pone de re-‐ lieve la fecundidad del testimonio de los movi-‐ mientos de espiritualidad familiar y las movimien-‐ tos laicales, en cuyo seno se lleva a cabo cada vez más un “ministerio de pareja”, donde los formado-‐ res de las familias ayudan a la Iglesia doméstica a crecer mediante encuentros personales y entre familias, sobre todo cuidando la oración. 134. La educación cristiana en familia se realiza, ante todo, mediante el testimonio de vida de los padres para con los hijos. Algunas respuestas re-‐ cuerdan que el método de transmisión de la fe no muta en el tiempo, aunque se adapte a las circuns-‐ tancias: camino de santificación de la pareja; ora-‐ ción personal y familiar; escucha de la Palabra y testimonio de la caridad. Donde se vive este estilo de vida, la transmisión de la fe está asegurada, aunque los hijos estén sometidos a presiones de signo opuesto. Algunas dificultades específicas 135. En numerosos países, el desafío de la educa-‐ ción cristiana y la transmisión de la fe a menudo está marcado por el profundo cambio de la rela-‐ ción entre las generaciones, que condiciona la co-‐ municación de los valores en la realidad familiar. En el pasado, esta relación era la base de una vida de fe compartida y comunicada como patrimonio entre una generación y otra. Todos los episcopa-‐ dos, y muchas observaciones, señalan los cambios profundos al respecto, y su impacto sobre la res-‐ ponsabilidad educativa de la familia; aunque es inevitable señalar las diferencias según los ele-‐ mentos tradicionales todavía presentes en la pro-‐ pia sociedad o según los avances de los procesos de secularización. Los episcopados de Europa occi-‐ dental recuerdan que, en los años sesenta y seten-‐ ta del siglo pasado, tuvo lugar un fuerte conflicto
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generacional. Hoy, quizá condicionados por esas experiencias, los padres son mucho más cautos a la hora de animar a los hijos a la práctica religiosa. Precisamente en este campo se trata de evitar conflictos, más que afrontarlos. Por otra parte, so-‐ bre temas religiosos, los propios padres a menudo se sienten inseguros, de modo que a la hora de transmitir la fe con frecuencia se quedan sin pala-‐ bras y delegan esta tarea, aunque la consideren importante, a instituciones religiosas. Esto pone en evidencia una fragilidad de los adultos y sobre to-‐ do de los padres jóvenes a transmitir con alegría y convicción el don de la fe.
la transmisión de la fe. Las genera-‐ ciones jóvenes, en cualquier caso, son sensibles sobre todo al ejemplo y al testimonio de los pa-‐ dres. En general, las familias que participan en los movimientos eclesiales son las más activas al tra-‐ tar de transmitir la fe a las nuevas generaciones. En algunas respuestas, se observa una cierta para-‐ doja educativa por lo que se refiere a la fe: en di-‐ versas realidades eclesiales no son los padres quienes transmiten la fe a los hijos, sino viceversa, son los hijos que, al abrazarla, la comunican a pa-‐ dres que desde hace tiempo han abandonado la práctica cristiana.
136. Se deriva de las respuestas que las escuelas católicas, en sus varios niveles, tienen un papel importante en la transmisión de la fe a los jóvenes y son una gran ayuda a la tarea educativa de los padres. Se recomienda que toda la comunidad eclesial las incremente y las sostenga. Esto resulta especialmente relevante en las situaciones en que el Estado es particularmente invasivo en los proce-‐ sos educativos, y trata de desautorizar a la familia en su propia responsabilidad educativa. En ese sentido, la escuela católica expresa la libertad de educación reivindicando el primado de la familia como verdadero sujeto del proceso educativo, al cual las otras figuras que participan en la educa-‐ ción deben concurrir. Se pide una mayor colabora-‐ ción entre familias, escuelas y comunidades cris-‐ tianas.
b) La educación cristiana en situaciones familiares difíciles
137. La tarea de la familia en la transmisión y edu-‐ cación a la fe se siente como algo todavía más im-‐ portante en regiones en las cuales los cristianos son minoría, como recuerdan los episcopados de Oriente Medio. Una experiencia dolorosa se señala en las respuestas provenientes de los países de Eu-‐ ropa del Este: las generaciones más ancianas vivie-‐ ron su vida durante el socialismo, pero habían re-‐ cibido los fundamentos cristianos antes de que lle-‐ gara el régimen. La generación joven, en cambio, creció en un clima poscomunista, marcado por fuertes procesos de secularización. Todo esto condicionó negativamente
138. Puesto que la transmisión de la fe y la educa-‐ ción cristiana resultan inseparables del testimonio de vida auténtico, se comprende que las situacio-‐ nes difíciles en seno del núcleo familiar agudicen la complejidad del proceso educativo. En ese senti-‐ do, es necesaria una mayor atención pastoral acerca de la educación cristiana en las realidades familiares cuyos hijos pueden experimentar parti-‐ cularmente la situación de los padres, definida como irregular. A tal propósito, se aconseja usar expresiones que no den la percepción de una dis-‐ tancia, sino de una inclusión; expresiones que puedan mayormente transmitir la acogida, la cari-‐ dad y el acompañamiento eclesial, a fin de no ge-‐ nerar, sobre todo en los niños y en los jóvenes im-‐ plicados, la idea de un rechazo o una discrimina-‐ ción de sus padres, con la conciencia de que “irre-‐ gulares” son las situaciones, no las personas. Una visión general de la situación 139. El panorama actual de la educación es bas-‐ tante complejo y cambiante. Hay regiones en las cuales la fe católica sigue recibiendo un alto con-‐ senso, pero donde el número de niños y jóvenes nacidos y crecidos en familias regulares está en ne-‐ ta disminución. En otras regiones las Iglesias parti-‐ culares deben afrontar otros desafíos educativos en un contexto en el cual las convivencias extra-‐
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matrimoniales, la homosexualidad o los matrimo-‐ nios civiles no están permitidos. Sin embargo ac-‐ tualmente, aunque con grados diferentes, la Igle-‐ sia encuentra estas situaciones difíciles o irregula-‐ res en todas partes. Este fenómeno, incluso donde todavía es consistente la presencia de núcleos bi-‐ parentales regularmente unidos con el matrimonio religioso, va en aumento. 140. Las respuestas muestran tres elementos a propósito de las situaciones irregulares y de su in-‐ cidencia en la educación. Acerca de las uniones en-‐ tre personas del mismo sexo, de las respuestas se deduce que esta realidad, todavía circunscrita a países “liberal-‐progresistas”, de momento, no sus-‐ cita interrogantes pastorales específicos. Ya se han mencionado algunas indicaciones pastorales al término de la II parte. Un segundo elemento a considerar es la actual existencia y el aumento de núcleos monoparentales: a menudo se trata de madres con hijos menores a su cargo, en contextos de pobreza. El fenómeno interpela sobre todo las sensibilidades de las Iglesias de América Latina y de Asia donde, con frecuencia, estas madres se ven obligadas a delegar la educación de sus hijos al clan familiar. En tercer lugar, tiene una gran rele-‐ vancia, en el sur del mundo, el fenómeno de los “niños de la calle”, abandonados por padres en di-‐ ficultad, huérfanos por la muerte violenta de sus padres, a veces encomendados a los abuelos. Las peticiones dirigidas a la Iglesia 141. En líneas generales, del análisis de las res-‐ puestas, se deduce que los padres en situaciones irregulares se dirigen a la Iglesia con actitudes muy diferentes, según los sentimientos y las motivacio-‐ nes que los animan. Hay quien nutre mucho respe-‐ to por la Iglesia y tiene confianza en ella y, al con-‐ trario, quien muestra una actitud negativa a causa de la vergüenza que sienten por las decisiones to-‐ madas, o quien duda en acercarse por miedo a ser rechazado o marginado. Algunos consideran que la comunidad eclesial los puede com-‐ prender y acoger comprensivamen-‐ te, a pesar de sus fracasos y dificul-‐
tades, mientras que a juicio de otros la Iglesia es una institución que se entromete demasiado en el estilo de vida de las personas, o bien están convencidos de que ella es una especie de tutor que debe garantizar educación y acompa-‐ ñamiento, pero sin demasiadas pretensiones. 142. La petición principal y más generalizada que los padres en estas situaciones de vida dirigen a las Iglesias particulares es la de la administración de los sacramentos a los hijos, especialmente el bau-‐ tismo y la primera comunión, pero con una clara dificultad a reservar la debida importancia y el jus-‐ to valor a la formación religiosa y a la participación en la vida parroquial. Muchos saben que la cate-‐ quesis es un requisito para recibir los sacramentos, pero más que una oportunidad la consideran una obligación, una formalidad o un compromiso que deben aceptar para que el hijo pueda recibir lo que se ha pedido. Las respuestas señalan que con frecuencia encuentran reticencia y desinterés de parte de los padres respecto al itinerario de prepa-‐ ración cristiana que proponen las comunidades. El resultado es que a menudo los padres, si pueden, evitan participar en los caminos previstos para los hijos y para ellos, justificándose con razones de tiempo y de trabajo, mientras que con frecuencia se trata de despreocupación y búsqueda de solu-‐ ciones más cómodas o rápidas. A veces, manifies-‐ tan también actitudes negativas frente a las peti-‐ ciones de los catequistas. En otros casos, es paten-‐ te su indiferencia, porque permanecen siempre pasivos respecto a cualquier iniciativa, y no se im-‐ plican en la educación religiosa del hijo. 143. Lo que emerge del análisis de los datos es que muchísimos de estos padres, como por lo demás una buena porción de padres católicos regular-‐ mente casados, piden para los hijos la iniciación a los sacramentos para no faltar a una costumbre típica, a algo que es habitual en la sociedad. El sa-‐ cramento para muchos todavía representa una fiesta tradicional, que piden más por ajustarse a una costumbre familiar y social, que no porque es-‐ tén convencidos. Sin embargo, hay padres que
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desean sinceramente transmitir la fe a los hijos y, por esto, se encomiendan a los itinerarios de for-‐ mación que la parroquia propone con vistas a la administración de los sacramentos. A veces, ellos mismos piden que se les ayude a salir de las situa-‐ ciones que les hacen ser frágiles, están dispuestos a iniciar un auténtico camino de espiritualidad y desean participar activamente en la vida de la Igle-‐ sia, dejándose implicar en el recorrido catequísti-‐ co-‐sacramental de los hijos. No son raros los casos en los que los padres redescubren la fe de modo más genuino, llegando incluso a pedir el matrimo-‐ nio después de años de convivencia. 144. A partir de las respuestas se han registrado otros tipos de peticiones, que los padres en situa-‐ ciones irregulares presentan a la Iglesia. En reali-‐ dades culturales particulares, sucede que pidan los sacramentos para los hijos por motivos de supers-‐ tición o para evitar permanecer paganos. En otras circunstancias, se dirigen a los sacerdotes locales simplemente para poder recibir un sostén econó-‐ mico y educativo. Disminuye generalmente la peti-‐ ción de la Confirmación para los hijos, sobre todo en los países más secularizados. Se difunde la idea de que está bien conceder a los jóvenes la libertad y la responsabilidad de comenzar el camino de ini-‐ ciación a la vida cristiana. Una dificultad se presen-‐ ta cuando los padres divorciados no se ponen de acuerdo respecto al camino de iniciación cristiana del hijo; en estos casos, la Iglesia está llamada a asumir un papel de mediación importante, me-‐ diante la comprensión y el diálogo. 145. Por lo que se refiere a la petición de la ense-‐ ñanza de la religión católica a los hijos, a partir de las respuestas y observaciones recibidas, se identi-‐ fican dos tipologías. Por un lado, hay casos en los que es posible solicitar acogerse a la enseñanza de la religión católica en la escuela, a parte de la ca-‐ tequesis parroquial. En general, optan por esta pe-‐ tición también los padres que viven en situaciones irregulares y, especialmente en Europa, muchos de los no católicos o los no bautizados. A lo largo de los últimos años, en al-‐
gunas áreas de países europeos, ha crecido el número de los inscritos en la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas. Por otra parte, existen algunos sistemas escolares bá-‐ sicos (como el australiano) que ofrecen la posibili-‐ dad de una buena educación a la fe e instrucción religiosa. En estos casos, muchos padres en situa-‐ ciones irregulares, cuando el hijo está bautizado, se acogen fácilmente a la posibilidad de seguir los programas de formación cristiana ofrecidos por la misma escuela, que preparan para recibir los sa-‐ cramentos, sin tener que participar en los itinera-‐ rios de catequesis parroquial. Otra es la realidad de las escuelas católicas y colegios católicos pre-‐ sentes y activos en todos los continentes. En ellos, los hijos de padres en situaciones irregulares pue-‐ den matricularse sin cuestiones prejudiciales. En efecto, se dirigen de buena gana a ellos, princi-‐ palmente porque saben que recibirán apoyo y co-‐ laboración en la obra educativa de los hijos. En África, las escuelas católicas constituyen lugares importantes para la educación cristiana de los ni-‐ ños. Se ha afrontado poco, en las respuestas, la cuestión de la incidencia de la enseñanza de la re-‐ ligión católica en el camino de educación a la fe. Se señalan intentos de una labor conjunta entre ca-‐ tequesis parroquial, actividades escolares y educa-‐ ción religiosa, trabajando mayormente en este campo. Esta parece ser la vía que hay que favore-‐ cer, especialmente donde la enseñanza de la reli-‐ gión católica se limita al aspecto intelectual. Las respuestas de las Iglesias particulares 146. Las Iglesias particulares se han comprometido a acompañar a las familias y, con ellas, también las situaciones irregulares. Cuando los padres, a me-‐ nudo después de un alejamiento de la Iglesia, se acercan a ella y piden a la comunidad eclesial la preparación sacramental para sus hijos, la actitud más provechosa —según las respuestas— es la de la acogida sin prejuicios. Esto significa que el res-‐ peto, la apertura benévola y la escucha de las ne-‐ cesidades humanas y espirituales son actitudes fundamentales para crear un ambiente favorable y
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adecuado para la comunicación del mensaje evan-‐ gélico. Entre las experiencias eclesiales eficaces y significativas, orientadas a sostener el camino de estos padres, se subrayan: las catequesis comuni-‐ tarias y familiares; los movimientos de apoyo a la pastoral conyugal; las misas dominicales; las visitas a las familias; los grupos de oración; las misiones populares; la vida de las comunidades eclesiales de base; los grupos de estudio bíblico; las actividades y la pastoral de los movimientos eclesiales; la for-‐ mación cristiana que se ofrece a los padres de los niños y jóvenes que frecuentan los numerosos co-‐ legios y los centros de educación católica, sobre todo en América Latina. Muchas veces son los hi-‐ jos quienes evangelizan a los padres. 147. A pesar de todo lo dicho, no pocas respuestas notan que la pastoral actual de la Iglesia no siem-‐ pre es capaz de acompañar de modo adecuado es-‐ tas específicas realidades familiares. La acción pas-‐ toral necesitaría renovación, creatividad y alegría para ser más incisiva e innovadora a la hora de crear una relación de osmosis entre formación de los jóvenes, formación a la fe de los padres y vida comunitaria. Existen nuevas iniciativas que se mueven en esta dirección: los momentos formati-‐ vos, de oración y de retiro, destinados a los pa-‐ dres, a menudo simultáneamente a la catequesis sacramental de los hijos; las “escuelas para pa-‐ dres”; los programas catequísticos sobre la moral familiar y sexual; la oportunidad de reunir a varias parejas de esposos en una misma celebración del matrimonio (mass-‐marriage), para salir al encuen-‐ tro también del problema financiero, que a veces retrasa y desanima la petición del matrimonio, como por ejemplo en Nigeria y Sudáfrica. Algunos señalan que se trata, en cualquier caso, de ofertas que todavía no están plenamente estructuradas. 148. De las respuestas a los cuestionarios emerge que, si por un lado el acompañamiento de los pa-‐ dres depende de la disponibilidad a dejarse impli-‐ car y guiar, el cuidado de ellos nace principalmente del sentido de responsabilidad, de la solicitud de los sacerdotes locales y
de su capacidad de implicar tanto como sea posible a toda la comunidad parroquial. En las parroquias alemanas, por ejemplo, tanto los niños como los padres son seguidos por un grupo de catequistas que los acompañan a lo largo de todo el camino catequístico. En las grandes ciuda-‐ des parece más complejo lograr poner en práctica un enfoque pastoral personalizado. En todo caso, representa un desafío la posibilidad de acercarse con profunda atención a estos hermanos y herma-‐ nas, seguirlos, escucharlos, ayudarlos a expresar las preguntas que les urgen, proponer un itinerario que pueda hacer renacer el deseo de profundizar la relación con el Señor, incluso mediante auténti-‐ cos vínculos comunitarios. Habría que incentivar las iniciativas ya existentes, como la que promue-‐ ven algunas Conferencias Episcopales sudamerica-‐ nas, que producen y ofrecen materiales formativos para ayudar a estos padres en la educación de sus hijos. 149. Las Iglesias particulares saben bien que los niños o los jóvenes no tienen la culpa de las deci-‐ siones o las vicisitudes de sus padres. En todas par-‐ tes, por tanto, los hijos son acogidos sin distincio-‐ nes respeto a los demás, con el mismo amor y la misma atención. La propuesta formativa cristiana que se les ofrece no se diferencia de las iniciativas de catequesis y actividad pastoral dirigidas a los jóvenes de toda la comunidad: la catequesis; las escuelas de oración; la iniciación a la liturgia; los grupos, especialmente la infancia misionera en América Latina; las escuelas de teatro bíblico y los coros parroquiales; las escuelas y los campamen-‐ tos parroquiales; los grupos juveniles. Se advierte que no hay actividades especiales que puedan ser-‐ vir de ayuda a estos niños para cicatrizar o elabo-‐ rar sus heridas. Se propone la promoción de itine-‐ rarios a su favor, la organización de itinerarios de sostén, especialmente en el período difícil de la separación y del divorcio de los padres, momento en el que deben poder seguir esperando en los vínculos familiares a pesar de que los padres se separen. En una diócesis del norte de Europa, en la
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cual la tasa de niños hijos de divorciados es muy alta, para afrontar los problemas de estas realida-‐ des familiares y la fatiga de los jóvenes, que duran-‐ te los fines de semana no siempre pueden partici-‐ par en la catequesis, algunos párrocos organizan la catequesis en fines de semana alternos, a fin de que los niños puedan participar siempre, sin sen-‐ tirse distintos. 150. Además de estas actividades de las parro-‐ quias, de las asociaciones y de los movimientos, un aportación útil para estos padres y sus hijos la ofrece el apostolado de los institutos religiosos femeninos, sobre todo donde hay formas de ex-‐ trema pobreza, intolerancia religiosa o explotación de la mujer; y la Obra de la Propagación de la Fe que contribuye a la educación y formación cristia-‐ na de niños, incluidos los que tienen padres en si-‐ tuaciones irregulares, mediante ayudas ordinarias y extraordinarias. Tiempos y modalidades de la iniciación cristiana de los niños 151. Para el camino de preparación a los sacra-‐ mentos y la práctica sacramental se observa lo que indican las normas canónicas, las Conferencias Episcopales y las líneas directrices diocesanas. No está previsto un camino de preparación alternativo al de los hijos de familias regulares. Por tanto, en general, se sigue el itinerario clásico que prevé la preparación al sacramento del bautismo mediante encuentros con los padres; a éste sigue la cateque-‐ sis ordenada y progresiva según la edad para la preparación, en alrededor de tres o cuatro años, los otros sacramentos de la iniciación cristiana, siempre que los padres pidan que los hijos los puedan recibir. Después de la confirmación, en al-‐ gunas diócesis, el itinerario formativo prosigue con experiencias pastorales como la profesión de fe solemne e iniciativas específicas para los grupos juveniles. En general, después de la confirmación se asiste tanto a una caída brusca en la frecuencia, imputada a veces a una catequesis poco adecuada a los jóvenes, como al abandono de la práctica sacramen-‐
tal, que hay que atribuir a las esca-‐ sas motivaciones personales. Esto confirma la falta de anclaje en la fe y la falta de acompañamientos personalizados. Las variaciones existentes entre las Iglesias particulares y las diversas Iglesias Orienta-‐ les Católicas respecto a estos temas podrían ser debidas al orden en la administración de los sa-‐ cramentos, la edad a la que se pueden recibir o bien a la organización de los programas catequísti-‐ cos, al igual que a opciones pastorales que debe-‐ rían alentar y abrir caminos nuevos de acompa-‐ ñamiento. 152. Hay quien sostiene que la edad en la que se celebran los sacramentos no se debe fijar previa-‐ mente, sino que se debe tener en cuenta la madu-‐ rez espiritual de los jóvenes, aunque esta práctica con frecuencia suscita dificultades entre los pa-‐ dres. En otros casos, los niños de familias consti-‐ tuidas irregularmente reciben el bautismo después de tres o cuatro años de catequesis, a la edad en la que sus compañeros son admitidos a la primera comunión, como por ejemplo establecen algunas Conferencias Episcopales africanas. Cuando los padres piden el bautismo para los hijos, pero se encuentran en situación de convivencia, hay Igle-‐ sias en las que se opta por un acompañamiento personal de los padres antes de administrar el sa-‐ cramento a los pequeños, con instrucciones que los guían a acercarse de nuevo a los sacramentos, hasta llegar a la celebración del matrimonio. Sólo después de algunos años también los hijos reciben el bautismo. Esta praxis se confirma en algunos países africanos y árabes. En otros países el rigo-‐ rismo pastoral acerca del nivel moral de la vida de los padres comportaría el riesgo de negar injusta-‐ mente los sacramentos a los niños y hacer una dis-‐ criminación injusta entre diversas situaciones mo-‐ ralmente inaceptables (castigar, por ejemplo, a los niños por la invalidez del matrimonio de los pa-‐ dres, sin tomar en consideración la situación de quienes viven de delincuencia y explotación). Son pocos los casos en los que se hace referencia al ca-‐ tecumenado para los niños.
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Algunas dificultades específicas 153. Las dificultades que se revelan en relación a la práctica sacramental despiertan la atención sobre aspectos delicados y nudos problemáticos para la praxis de las Iglesias particulares. En relación al sa-‐ cramento del bautismo se denuncia, por ejemplo, la actitud de tolerancia con la que, a veces, se ad-‐ ministra a los hijos de padres en situaciones irre-‐ gulares, sin itinerarios formativos. Sobre el mismo tema, existen casos en los que se ha negado el camino de iniciación cristiana, porque uno de los dos padres se encontraba en situación irregular. Aparece varias veces, en las respuestas, la referen-‐ cia al fuerte malestar de padres que no pueden ac-‐ ceder al sacramento de la penitencia y de la Euca-‐ ristía, mientras que se invita a los niños a partici-‐ par en los sacramentos. Este malestar se vive en proporción a la mayor o menor comprensión del sentido de la no admisión, percibido sólo en tér-‐ minos negativos o bien dentro de un posible ca-‐ mino de curación. Algunas indicaciones pastorales 154. Se muestra cada vez más necesaria una pas-‐ toral sensible, guiada por el respeto de estas situa-‐ ciones irregulares, capaz de ofrecer un apoyo efi-‐ caz a la educación de los hijos. Se advierte la nece-‐ sidad de un acompañamiento mejor, permanente y más incisivo para los padres que viven estas si-‐ tuaciones. Puesto que es alto el número de quie-‐ nes vuelven a la fe con ocasión de la preparación a los sacramentos de los hijos, a nivel local sería ne-‐ cesario pensar en oportunos caminos de redescu-‐ brimiento y profundización de la fe, que requeri-‐ rían una adecuada preparación y una conveniente acción pastoral. Una observación significativa se refiere a una nueva comprensión del valor y el pa-‐ pel que asumen el padrino o la madrina en el ca-‐ mino de fe de los niños y los jóvenes. Las sugeren-‐ cias que llegan acerca de este tema van de la ne-‐ cesidad de redefinir los criterios para su elección, que es cada vez más compleja por el creciente número de personas en si-‐ tuaciones irregulares, a la necesidad
de incentivar o activar la catequesis para los padres y los padrinos y madrinas, conside-‐ rando el alto porcentaje de quienes ni siquiera tie-‐ nen conciencia del significado del sacramento. Se deberá dedicar un acompañamiento pastoral es-‐ pecífico a los matrimonios mixtos y de disparidad de culto, que a menudo encuentran dificultades relevantes en la educación religiosa de los hijos. 155. Las Conferencias Episcopales se preguntan si se podrían encontrar en cada comunidad cristiana parejas de esposos que puedan seguir y sostener el camino de crecimiento de las personas intere-‐ sadas de forma auténtica, como madrinas padri-‐ nos idóneos. En las zonas en las que los catequis-‐ tas tienen un rol importante y delicado, se sugiere que sean formados con más empeño y que sean elegidos con mayor discernimiento, ya que susci-‐ tan divisiones y perplejidad los casos de catequis-‐ tas que viven en situaciones de irregularidad ma-‐ trimonial. Se señala que la Iglesia debería tomar en consideración mayormente la calidad de la oferta catequística, y se pide una mejor formación para los catequistas, a fin de que sean testigos de vida creíbles. Se advierte la necesidad de una prepara-‐ ción más profunda a los sacramentos mediante la evangelización de las personas: haría falta trabajar más por una iniciación a la fe y a la vida. Se pide que se garantice una pastoral apropiada para los padres que comprenda el período que va del bau-‐ tismo a la primera comunión del hijo. Se propone la organización —a nivel de decanatos y vicarías— de encuentros para quien vive o afronta problemá-‐ ticas familiares y está llamado a educar a los hijos a la fe. 156. Las escuelas católicas tienen una gran respon-‐ sabilidad para con estos niños, muchachos, jóve-‐ nes, hijos de parejas en situaciones irregulares, que hoy día se cuentan en número elevado. Al respecto, la comunidad educativa escolar debería suplir cada vez más el rol familiar, creando un am-‐ biente acogedor, capaz de mostrar el rostro de Dios. En cualquier caso, se sugiere que la prepara-‐ ción a los sacramentos se realice mediante una
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efectiva colaboración entre la parroquia y la escue-‐ la católica, para reforzar el sentido de pertenencia a la comunidad. Se pide que se incentiven a todos los niveles eclesiales los caminos de educación y formación al amor, a la afectividad y a la sexuali-‐ dad para los niños, los muchachos y los jóvenes. La propuesta de nuevos modelos de santidad conyu-‐ gal podría favorecer el crecimiento de las personas dentro de un tejido familiar válido, en sus tramas de protección, de educación y de amor. 157. En los casos de algunas de las situaciones difí-‐ ciles, por ejemplo de parejas de refugiados o inmi-‐ grantes, la Iglesia debería ofrecer ante todo una ayuda material y psicológica, apoyando la instruc-‐ ción y la prevención de abusos o explotación de menores. En el caso de los “nómadas”, que en ge-‐ neral piden el sacramento del bautismo para sus hijos, las Iglesias particulares deberían comprome-‐ terse más intensamente a un acompañamiento espiritual de la familia, para que se complete todo el camino de iniciación cristiana. CONCLUSIÓN 158. El amplio material recibido por la Secretaría del Sínodo de los Obispos se ha organizado en este Instrumentum Laboris a fin de favorecer el paran-‐ gón y la profundización prevista durante los traba-‐ jos de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos. Ciertamente, la riqueza de contenido de las respuestas y las observaciones es mucho más amplia de lo que aquí se ha citado a fin de ofrecer un primer punto de referencia para el diálogo sinodal. Los tres grandes ámbitos sobre los cuales la Iglesia desea desarrollar el debate para llegar a indicaciones que respondan a las nuevas preguntas presentes en el pueblo de Dios son, en cualquier caso, las que aquí se señalan: el Evange-‐ lio de la familia que hay que proponer en las cir-‐ cunstancias actuales; la pastoral familiar que hay que profundizar frente a los nuevos desafíos; la re-‐ lación generativa y educativa de los padres respec-‐ to de los hijos.
159. Concluimos este itinerario, en el cual hemos notado alegrías y esperanzas, así como incertidumbres y sufrimientos en las res-‐ puestas y observaciones recibidas, volviendo a las fuentes de la fe, la esperanza y la caridad: nos en-‐ comendamos a la Santísima Trinidad, misterio de amor absoluto, que se reveló en Cristo y del cual nos hizo partícipes por medio del Espíritu Santo. El amor de Dios resplandece de modo peculiar en la familia de Nazaret, punto de referencia seguro y consuelo para toda familia. En ella brilla el amor verdadero, al que deben mirar todas nuestras realidades familiares, para obtener luz, fuerza y consolación. A la Santa Familia de Nazaret quere-‐ mos encomendar la III Asamblea General Extraor-‐ dinaria del Sínodo de los Obispos, con las palabras del Papa Francisco: Oración a la Santa Familia Jesús, María y José en vosotros contemplamos el esplendor del verdadero amor, a vosotros, confiados, nos dirigimos. Santa Familia de Nazaret, haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas Iglesias domésticas. Santa Familia de Nazaret, que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división; que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado. Santa Familia de Nazaret, que el próximo Sínodo de los Obispos haga tomar conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios. Jesús, María y José, escuchad, acoged nuestra súplica. Amén. Copyright 2014 -‐ Secretaría General del Sínodo de los Obispos y Libreria Editrice Vaticana.
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Artículos y notas relevantes en torno al Sínodo 6.
Carta abierta de un matrimonio a los padres sinodales
01 23:07:27 de octubre de 2014 Por favor, sepan que todos esperamos que este Sínodo sea una Buena Noticia para el mundo, así como lo fue hace 52 años el Concilio Vaticano II... (Matrimonio Católico de Santiago de Chile) Apreciados padres sinodales: Los saludamos con afecto sabiendo que enfrentan una compleja tarea: sintonizar con las necesidades del Pueblo de Dios y, con apertura al Espíritu San-‐ to, encontrar la manera de orientar y apoyar a las familias del mundo para que, con la ayuda de la Iglesia y con los medios que Dios nos provee, po-‐ damos cumplir la tarea de ser comunidad de vida, de amor y de sentido para formar personas capa-‐ ces de amar y servir. Asumimos esta iniciativa motivados por la lectura de la carta publicada por el obispo de Amberes, Mons. Johan Bonny, titulada “Sínodo sobre la fa-‐ milia. Expectativas de un obispo diocesano”. Al co-‐ nocer su contenido, experimentamos el gozo por sentir a un pastor que conoce cercanamente las complejidades de la vida familiar. Nos alentó saber que las diferencias geográficas y culturales no ha-‐ cen grandes distingos de realidades y desafíos que, al final, son comunes. Estaremos con ustedes en el Sínodo de variadas formas: con nuestras respuestas trabajadas comu-‐ nitariamente en aquel sorprendente Cuestionario, plasmado sintéticamente en el Instrumentum La-‐ boris; con nuestra oración y, sobre todo, con nues-‐ tra esperanza. Aún así, quisiéramos hacer todavía un intento por expresar nuestra voz en ese ce-‐ náculo, transmitiendo los pulsos de una familia común, con la mirada puesta particularmente en aquellas que más sufren. Nuestras expectativas de los frutos de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo son muy grandes. Ello porque los desafíos de
la vida familiar son enormes y porque, en 33 años de vida conyugal, hemos aprendido que al abrirnos a la gracia del Espíritu Santo los caminos se ensan-‐ chan; mientras que cuando sinodamos cerrados a la acción del Espíritu de Dios, las asperezas de la vida se tornan más dolorosas. También esperamos mucho porque compartimos la convicción de estar viviendo un kairós en la Iglesia, un tiempo de gra-‐ cia animado por el testimonio pastoral del papa Francisco. Con motivo de la preparación del Sínodo, el mun-‐ do ha sido testigo de tensiones eclesiales. Mien-‐ tras unos testimonian su amor a la Iglesia cuidan-‐ do la fidelidad de la doctrina; otros, movidos por el imperativo de la misericordia, buscan abrir espa-‐ cios de acogida. Y claro, si los problemas y desafíos de las familias son muy variados y complejos: el amor conyugal, la estabilidad del matrimonio, la vida en pareja, la acogida de la vida, la educación de los hijos, la transmisión de la fe, la conducta y la condición sexual, la sustentación económica de la familia y el trabajo, el descanso y la recreación, la salud y la enfermedad, la búsqueda de la felicidad, la realización personal, el sentido de la vida y de la muerte, etc. Todo parece conjugarse al interior de la familia. Es inmenso el desafío que enfrentamos las fami-‐ lias, especialmente cuando todo cambia tan de prisa, tanto que muchas veces no tenemos res-‐ puestas adecuadas a cuestiones tan trascendentes como encaminar bien a nuestros hijos hacia la es-‐ peranza del futuro. Así y todo, no nos amilanamos; al contrario nos sentimos desafiados a vencer las dificultades y a doblarle la mano a la adversidad, donde la experiencia nos deja la certeza que se puede. Así, en el reposo de nuestro cansancio, descubrimos cómo Dios se compromete, cómo afirma la convicción, cómo anima en el desaliento y cómo se hace Emmanuel –Dios con nosotros– como cuando nos toma de la mano y nos levanta, devolviendo sentido en la fatiga y doblegando el desaliento.
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Precisamente, cuando más conscientes somos de nuestra propia debilidad, es cuando más cercana-‐ mente experimentamos la presencia de Dios; co-‐ mo en esos momentos en que la tarea de pareja, de padres o de hijos se hace difícil o parece impo-‐ sible. Así alcanzamos una certeza fundamental: el origen de esa vitalidad no es mérito nuestro, es puro regalo, es la gracia de la Comunión Sacra-‐ mental. Queridos padres sinodales, con el testimonio de nuestra vida, social y pastoral, hemos visto cómo todos los desafíos de la familia se tornan más pe-‐ sados, y hasta sin sentido, sin ese Alimento y Bebi-‐ da maravilloso que fortifica el espíritu. Ustedes, mejor que nosotros, deben saberlo, así como lo sabe el obispo Johan Bonny, por acercarse a la cruda realidad de personas que Dios le ha confiado a su cuidado y que son las familias heridas de su diócesis. No tenemos duda alguna que Jesucristo vuelve a padecer con las familias que no consiguen aliviar sacramentalmente su hambre y sed de Dios. Cuando pensamos en la tarea que la Iglesia ha puesto en sus conciencias y en sus corazones de pastores, al ser convocados a este Sínodo, senti-‐ mos que tienen motivo para sentirse apabullados. Y claro, si los desafíos son demasiados y algunos de ellos aun no son previsibles. Nos preguntamos entonces con honestidad: ¿Podrá la doctrina re-‐ solver situaciones tan diversas e imprevisibles? ¿Podrán las normas estrictas de la moral ser tan nítidas como para ayudar a los hijos e hijas de la Iglesia a orientar inequívocamente su actuación? ¿Será la solución multiplicar mandamientos, per-‐ misos o prohibiciones? Creemos que Dios ya previó esta complejidad y por eso dotó a sus hijos e hijas de ese Sagrario que es la conciencia humana; ese lugar íntimo que Él se reserva en el hombre y la mujer, para animarlo a hacer el bien y a evitar el mal. La maravilla es ésta: no hay situación humana que, convertida en desa-‐ fío, no deje de ser iluminada por la voz de Dios. En-‐ tonces los imaginamos a ustedes, en este Sínodo, buscando formas para
educar mejor a los hijos e hijas de la Iglesia que los ayuden a escuchar la voz de Dios. Es que el respeto a la autonomía de la conciencia es un tremendo desafío de nuestra Iglesia, ya antici-‐ pado por el Concilio. Ustedes y nosotros somos hijos del siglo XX y de la Iglesia pre-‐conciliar; nuestros hijos e hijas son he-‐ rederos de otro tiempo, son hijos del siglo XXI y del concilio. El futuro de ellos estará marcado, en gran medida, por las respuestas que ustedes ofrezcan a nuestros desafíos, en cuanto se juega en esto la esencia de la tarea evangelizadora de la Iglesia. En el presente, ya no es posible decir a los fieles hagan esto o lo otro, o dejen de hacer tal o cual cosa. En tal sentido, y con mucho respeto, quere-‐ mos contarles que, como cristianos del presente ya no estamos en condiciones de escuchar manda-‐ tos, permisos o prohibiciones. Y no es por sober-‐ bia, es por respeto propio y mutuo, y por respeto a Dios. Como hijos que aman a su Iglesia, nos gustaría contarles como anécdota que, hasta hace tan sólo unos pocos años, recurríamos infantilmente a al-‐ gún sacerdote amigo para tener “permiso para pe-‐ car”. Hoy nos sentimos ridículos de sólo recordar-‐ lo. Es que hay temas de la pareja que son inabor-‐ dables desde afuera, porque forman parte de la “conciencia conyugal”, donde ni siquiera uno y el otro individualmente pueden resolver, sino sólo desde la realidad de la pareja. Ahí –uno, el otro y Dios– actualizan una realidad nueva. Y diríamos que habiendo amor, esa realidad adquiere algo así como una dimensión sacramental, que opera por la gracia del bautismo y del amor. Es la bendita mi-‐ sericordia, que hace a que nadie le falte Dios. Para iluminar el dominio de la conciencia, quisié-‐ ramos compartir con ustedes una perla preciosa de nuestra vida familiar. Un día llegamos de urgencia con nuestro tercer hi-‐ jo a la clínica, había sufrido un paro respiratorio, teniendo una delicada enfermedad de base. En la reanimación los médicos pidieron nuestro consen-‐
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timiento para conectarlo a un respirador artificial, sabiendo que al no hacerlo moriría. Nos dieron tiempo para resolver la vida de nuestro hijo. Qué horror, fue tremendo. Sopesamos nuestra fragili-‐ dad. En medio del desconcierto tuvimos la certeza que esa decisión no podía ser nuestra. Como una pareja frágil nos unimos a Dios en oración. Deja-‐ mos la vida de nuestro hijo en las manos de Él y pedimos que no lo conectaran al respirador. Al de-‐ jar de aplicar la respiración manual, nuestro hijo respiraba por la gracia de Dios. Así pasaron 35 días hasta su muerte natural. Quedamos tranquilos y renovados en la fe. Así aprendimos a respetar la 7 . conciencia ajena, donde sólo Dios tiene cabida. Cuando llegue el 19 de octubre próximo, cada uno de ustedes dejará el Sínodo y volverá a pastorear el rebaño que Dios le ha confiado. Nos pregunta-‐ mos entonces: ¿Cómo saldrá cada uno de ustedes al concluir la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de la Familia? ¿Saldrán firmes y seguros, sin haber-‐ se movido de sus arraigadas convicciones? ¿O ha-‐ brán escuchado el sensum fidelium de tantas lati-‐ tudes, sintiéndose empequeñecidos ante el miste-‐ rio insondable del corazón misericordioso de Dios para con las familias del mundo? ¿Les ocurrirá co-‐ mo a un querido obispo amigo –ya emérito y lleno de experiencia– que frente al complejísimo reque-‐ rimiento de una pareja, un día nos dice con humil-‐ dad –no sé qué decirles, qué me aconsejan? ¿Lle-‐ garán ustedes a sus diócesis con el corazón más abierto para acoger a las parejas heridas, a los homosexuales maltratados culturalmente o a nuestros jóvenes que en el uso de su libertad to-‐ man caminos alternativos? ¿Serán ustedes porta-‐ dores de esperanza o de desilusión? Por favor, sepan que todos esperamos que este Sínodo sea una Buena Noticia para el mundo, así como lo fue hace 52 años el Concilio Vaticano II. Ustedes pueden ayudarnos a hacer de nuestras familias un verdadero cenáculo, donde saciar nuestras ansias de plenitud, de esperanza y de
amor, especialmente testimonian-‐ do un amor preferencial por las familias más heri-‐ das. Agradecidos de la escucha, reciban nuestro afecto filial y el compromiso de nuestra modesta ora-‐ ción. Les saludan, Marco Antonio Velásquez Uribe y Mirna Gloria Rojas Díaz Matrimonio Católico de Santiago de Chile www.reflexionyliberacion.cl Familia y matrimonio. Reflexiones ante el Sínodo
Blog de José María Castillo, 03.10.14 En vísperas de la celebración del Sínodo sobre la Familia, si es que, efectivamente, las cuestiones más apremiantes, que según parece se van a plantear en el mencionado Sínodo, serán principalmente de orden moral, es posible -‐ más aún, probable -‐ que sean de alguna utilidad las siguientes reflexiones. 1. Una cuestión previa, que podría ser de enorme importancia, es que la Jerarquía de la Iglesia se pregunte por qué sus enseñanzas se sitúan en ámbitos tan distintos cuando afrontan problemas relaciones con el dinero o problemas relacionados con el amor entre los seres humanos. Es demasiado frecuente que cuando la Jerarquía eclesiástica y la Teología católica se refieren a asuntos cuya temática determinante es el derecho de propiedad, el dinero, el capital, el lucro y la acumulación de bienes, las enseñanzas teológicas y magisteriales se suelen quedar en el ámbito de lo especulativo, lo genérico y lo meramente exhortativo, mientras que cuando la Jerarquía y la Teología plantean y pretenden resolver los problemas y las situaciones que afectan a la relación amorosa entre las personas, la respuesta magisterial y teológica se va derechamente a las decisiones, es decir, no se limita a la especulación doctrinal, ni siquiera a la exhortación, sino que aterriza pronto en la decisión, que se traduce en norma, en ley, que prohíbe o impone, incluso con
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severos castigos a quienes no se atienen a un presunto “derecho natural”, que, al presentarse como constitutivo de la misma naturaleza creada y querida por Dios, no admite discusión y, menos aún, cualquier forma de rechazo. Este desacuerdo -‐ incluso esta incoherencia -‐ entre el “magisterio sobre el dinero” y el “magisterio sobre el amor” es algo que resulta, ante todo, tan patente y, por otra parte, tan inexplicable, que el efecto de todo esto en la opinión pública, suele ser el escándalo. Y el consiguiente desprestigio para la Iglesia, que así pierde credibilidad y autoridad para hablar de dos asuntos tan determinantes, para la vida de los ciudadanos, como es el caso de las convicciones que éstos deben asumir ante los problemas que nos plantea la economía y los problemas que vivimos en la familia. Porque, al enfrentarnos con dos problemas tan enormes, como son el dinero y el amor, nunca deberíamos olvidar que estos dos ámbitos de la vida, el de la economía y el de la familia, están tan íntimamente ligados el uno al otro, que, como enseguida vamos a ver, en la práctica son inseparables. Con lo cual quiero decir que: o se resuelven ambos a la vez, con la misma contundencia y el mismo lenguaje; o producen el efecto contrario, que consiste en que, al pretender (inconscientemente) separar dos ámbitos de la vida y de la sociedad, que no se pueden separar, lo que se consigue es perder la credibilidad, tanto en lo que la Iglesia dice (o se calla) sobre el dinero y el capital, como lo que la Iglesia dice (o se calla) sobre la experiencia determinante del amor entre los seres humanos. Los ejemplos y las preguntas, sobre el problema que acabo de apuntar, se amontonan y se acentúan de día en día. ¿Por qué la Iglesia es tan exigente en lo que refiere al aborto (yo no soy abortista), defendiendo la vida del embrión y del feto, y no es igualmente comprometida y exigente en los interminables problemas que plantea el espantoso problema del tráfico de niños, el uso y abuso de los niños en trabajos forzados, en guerras, en la compra y venta de órganos, etc, etc?
¿Por qué la Iglesia impone la excomunión “latae sententiae” para quienes procuran el aborto, y no echa mano de la misma censura para quienes obligan a los niños a ir a la guerra como soldados o a trabajar hasta doce horas diarias por un jornal de miseria? ¿Por qué la Iglesia (en la que hay tantos creyentes ejemplares) ve un peligro tan grave para la familia en el matrimonio homosexual y no ve un peligro tan grave -‐ o mayor aún -‐ en las condiciones económicas que tienen que soportar familias que se ven destrozadas por el paro, los jornales de hambre, la inseguridad sanitaria y laboral, las pésimas condiciones para la educación de los hijos, etc, etc? 2. En los problemas relativos a la familia, la Iglesia debería tener siempre presente que, por lo menos hasta el siglo IV, los cristianos siguieron los mismos condicionamientos y usos, por lo que concierne al casamiento, que el contorno pagano (J. DUSS-‐VON-‐WERDT, en Myst. Sal., vol. IV/2, 411). Lo cual quiere decir que los cristianos de los primeros siglos no tenían conciencia de que la revelación cristiana hubiera aportado algo nuevo y específico al hecho cultural del matrimonio en sí. En cualquier caso, es seguro que el casamiento ante el sacerdote, como exigencia obligatoria, apareció por primera vez hacia el año 845, en los decretos pseudoisidorianos y se justificaba por razones de derecho civil, no por argumentos teológicos (J. G. LE BRAS, Histoire des collections canoniques en Occident depuis les Fausses Décrëtales jusqu’à Gratien, Paris 1931. Cf. J. DUSS-‐ VON-‐WERDT, o. c., 414). Es a finales del siglo XII, en 1184, cuando se habla formalmente y por primera vez del matrimonio como sacramento, en el concilio de Verona (DENZINGER-‐HÜNERMANN, El Magisterio de la Iglesia, nº 761). Por lo demás, en todo este asunto es básico saber que, hasta los siglos XII y XIII, el tiempo en que se sistematizó la teología cristiana como saber organizado, cuando la Iglesia no sólo se rigió por el Derecho romano, sino que -‐ como es bien sabido -‐ la custodia de la tradición jurídica romana recayó
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fundamentalmente en la Iglesia. Como institución, el Derecho propio de la Iglesia en toda Europa fue el Derecho romano. Como se decía en la Ley ripuaria de los francos (61(58) 1), “la Iglesia vive conforme al Derecho romano”. Es verdad que la Iglesia iba construyendo su propio Derecho. Pero también es cierto que, a medida que los problemas a los que debía enfrentarse la Iglesia crecían en complejidad, las referencias al Derecho romano se incrementaban. El material romano relevante para la Iglesia se recopiló en colecciones específicas, tales como la Lex Romana canonice compta realizada en el siglo IX. El hecho es que, como han dicho los especialistas en estas cuestiones, “la Iglesia no redujo sus enseñanzas al Evangelio” (PETER G. STEIN, El Derecho romano en la historia de Europa, Madrid, Siglo XXI, 2001, 57). Todo el sistema organizativo y legal de la Iglesia se fue gestando sobre la base, no tanto del Evangelio, sino del Derecho romano, la lex mundialis, como lo denominó el Concilio de Sevilla, del 619, presidido por san Isidoro (Conc. Hispalense II. Cth. 5. 5. 2. ENNIO CORTESE, Le Grandi linee della Storia Giuridica Medievale, Roma, 2008, 48).
base principal del matrimonio. Por otra parte, en la Europa medieval el matrimonio no se construía sobre la base del amor sexual, ni se consideraba un espacio donde el amor debía florecer. Y a todo esto hay que añadir la desigualdad entre hombres y mujeres como elemento constitutivo de la familia tradicional (cf. ANTHONY GIDDENS, Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas, Madrid, Taurus, 2000, 65-‐79). Ahora bien, es evidente que la renovación de la familia y del matrimonio se tiene que construir sobre la base de un hecho fundamental, a saber: ni la familia es ya una unidad económica, sino que, en todo caso, se tiene que construir sobre el fundamento del amor sexual. Y, sobre todo, resulta capital tener presente, en todo caso, que la igualdad de derechos entre hombre y mujer, y la libertad en la toma de decisiones de ambos, son los pilares sobre los que se pueden renovar y reconstruir la familia y el matrimonio en este momento.
Por tanto, si la Iglesia no vio dificultad alguna en adaptarse a las leyes civiles y laicas de los pueblos y culturas en los que fue creciendo y a los que se ajustó sin poner oposición o resistencia, ¿por qué ahora, cuando el cristianismo es una institución de ámbito, no ya europeo, sino global, vamos a rechazar que la Iglesia acepte e integre en su vida los usos y costumbres, las tradiciones y normas de conducta, que en cada momento y en cada país se vean más convenientes?
Por tanto, las soluciones que se puedan aportar a los problemas planteados al Sínodo, concretamente la problemática del divorcio, la aceptación por parte de la Iglesia de las uniones entre personas del mismo sexo o el uso de anticonceptivos, son cuestiones de suma importancia, para cientos de miles de personas, que se pueden resolver sin atentar ni poner en cuestión para nada la teología cristiana del matrimonio. La Iglesia puede hoy resolver estos problemas modificando la legislación canónica actual y sin traicionar para nada su fe y su tradición.
3. Si a lo dicho, añadimos ahora el punto de vista de los más competentes sociólogos de nuestro tiempo, tendremos elementos de juicio suficientes para poder situarnos ante los problemas, que se le plantean, y las soluciones, que necesita, la familia en el momento actual, ya metidos en el tercer milenio. Ante todo, conviene tener en cuenta que la familia tradicional era, sobre todo, una unidad económica. La transmisión de la propiedad era la
4. Desde el punto de vista de la teología dogmática, queda por responder una pregunta fundamental: ¿no es doctrina de fe la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre los sacramentos y, por tanto, también sobre el sacramento del matrimonio? Prescindiendo de una serie de datos históricos, que no es posible resumir en este breve estudio, y si nos atenemos a la conclusión que podemos y debemos defender sobre este asunto capital, se puede y se debe afirmar que está fuera
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de duda que el concepto de lo que pertenece a la fe, y consiguientemente también el concepto de herejía, que utilizaron los teólogos y obispos de Trento, era algo muy distinto de lo que ahora se entiende bajo esos conceptos. Esto es seguro, al menos, por lo que se refiere a la Sesión VII del concilio tridentino (DENZINGER-‐HÜNERMANN, nn. 1600-‐1613). Por lo tanto, se puede afirmar con toda certeza que la doctrina, que se definió en Trento sobre los sacramentos no es una doctrina de fe en el sentido de un conjunto de verdades de fe divina y católica. Ni, en consecuencia, la negación o la puesta en duda de las verdades, que se enuncian, en la mencionada Sesión VII, tal negación no comporta incurrir en herejía (JOSÉ M. CASTILLO, Símbolos de libertad. Teología de los sacramentos, Salamanca, Sígueme, 1981, 340-‐341; P. F. FRANSEN, Réflexions sur l’anathème au concile de Trente: ETL 29 (1953) 670; A. LANG, Der Bedeutungswandel der Begriffe “fides” und “haeresis” und die dogmatische Wertung der Konzilsentscheidungen von Viene und Trient: MTZ 4 (1953) 133-‐146). En consecuencia, es claro que las formulaciones clásicas de la teología sacramental pueden y deben ser replanteadas desde una nueva perspectiva. Y, por lo tanto, tales formulaciones clásicas pueden y deben ser pensadas y expresadas a partir de los problemas que hoy vemos y vivimos sobre los sacramentos. Y con vistas a dar la debida solución a tales problemas. Así pues, una vez desbloqueado el “corsé dogmático”, que nos podría impedir o dificultar la búsqueda en libertad de la respuesta que hoy necesitan tantos creyentes católicos (o simplemente cristianos), habida cuenta de que las cuestiones, que se plantean en el Sínodo, son, tanto científicamente como teológicamente, “quaestiones disputatae” (“cuestiones discutidas”), la respuesta evangélica y cristiana más coherente y certera será la respuesta que más nos humanice a todos en la bondad, el respeto, la tolerancia y la búsqueda de la felicidad para quienes se debaten en
la duda, la búsqueda del bien y del amor a todos y para todos. 8.
El Papa encarga al cardenal Sistach abrir el Sínodo de Obispos de la Familia
Baldisseri confirma que se hablará de divorciados, pobreza, inmigración, poligamia y violencias El secretario general del encuentro pide a los participantes que "se respeten todas las posiciones" Redacción, 03 de octubre de 2014 a las 16:15 El Papa Francisco ha encargado al cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, abrir el sínodo extraordinario de obispos que se celebrará del 5 al 19 de octubre en el Vaticano, según ha informado el Arzobispado en un comunicado. El Pontífice también ha encargado al cardenal catalán dirigir la homilía de inauguración de la Asamblea extraordinaria sobre la familia, en un nuevo gesto de confianza del Papa hacia Sistach. Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización se convertirán en el tema central del sínodo de obispos, cuyo listado de participantes fue anunciado por el Vaticano el 9 de septiembre. El Sínodo extraordinario de los obispos sobre la familia, del 5 al 19 de octubre en el Vaticano, será novedoso tanto en su metodología como en las conclusiones y, además, mediático, ya que todos los días habrá información sobre su desarrollo. El secretario general del Sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, presentó hoy en el Vaticano las principales novedades de cómo se desarrollará la asamblea y cómo el Vaticano informará de ello, pero destacó que no habrá tipo alguno de decisiones hasta 2016. Las novedades de este Sínodo, en el que como hoy Baldisseri reiteró, se afrontarán asuntos urgentes respecto del momento actual de la familia, ya comenzaron con el envío de un cuestionario a las
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diócesis, sacerdotes y laicos y de cuyos resultados se debatirá en esta asamblea. Pero además, otra novedad es que tras este Sínodo no habrá la lista final de "las proposiciones de los padres sinodales", que se presentaban al papa para redactar el documento final. En su lugar se votará un documento común que servirá de guía para el próximo Sínodo ordinario del mismo tema, que se celebrará en octubre de 2015, y tras el que llegarán las conclusiones del papa en su exhortación postsinodal. Para hacer más ágil y ordenada la asamblea, las intervenciones de los ponentes se agruparán en temas que se expondrán durante toda la primera semana, todos ellos a puerta cerrada y no serán publicadas "para garantizar la total libertad", explicó Baldisseri. Estarán presentes 114 presidentes de Conferencias Episcopales, 13 jefes de Iglesias Católicas Orientales, 25 jefes de Dicasterios de la Curia Romana, 9 miembros del Consejo Ordinario de Secretaría, el secretario general y el subsecretario. Además asistirán 3 religiosos elegidos por la Unión de Superiores Generales, 26 miembros de nombramiento pontificio y 8 delegados fraternos, representantes de comunidades no cristianas, entre otros. El número de personas participantes en la Asamblea Sinodal es de 253 y el papa Francisco estará presente durante toda la duración de las sesiones. Otra de las novedades será la presencia de entre los 38 auditores, que no tienen derecho al voto, de 13 matrimonios, que abrirán cada sesión con su discurso en el que contarán su experiencia. Entre ellos, explicó Baldisseri, habrá una pareja cuyos miembros pertenecen a diferentes religiones, otro de los temas que tendrán que abordar en el Sínodo.
Baldisseri confirmó que no habrá testimonios de divorciados que se han vuelto a casar, uno de los argumentos más controvertidos que se afrontarán durante la Asamblea, aunque el obispo matizó que es uno de tantos y pidió a los medios "que no se monopolice el Sínodo con temas estrictamente occidentales". El Sínodo, aseguró Baldisseri, tratará desafíos sobre la familia "también importantes y urgentes como la pobreza, la inmigración, la poligamia, o los abusos y violencias". Ante los diferentes cruces de declaraciones y publicaciones de textos que varios obispos han realizado en los últimos días, sobre todo sobre el tema de dar los sacramentos a los católicos divorciados que se han vuelto a casar, Baldisseri afirmó que esto es "responsabilidad de cada uno". El prelado lanzó una petición para que el Sínodo se desarrolle en un clima sereno y leal y los participantes no expresen su posición como "única o exclusiva" y "se respeten todas las posiciones". Será, sin duda, un Sínodo mediático, ya que se informará cada día de los contenidos de los que se hablan en las diferentes sesiones y durante la segunda semana la oficina de prensa del Vaticano organizará ruedas de prensa cada día con varios obispos. Además, por primera vez, durante toda la duración del Sínodo se publicarán informaciones sobre los debates en la red social Twitter. No obstante existe cierta polémica en los medios especializados después de saberse que el Vaticano no publicará las intervenciones completas de los diferentes obispos y sólo los resúmenes, sin precisar de quién son cada una de las opiniones expresadas. Durante quince días, del 5 al 19 de octubre, unos 300 prelados, entre cardenales y arzobispos de todos los continentes, debatirán a puerta cerrada sobre "Los desafíos pastorales de la familia en el
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contexto de la evangelización", según el título del encuentro. La asamblea fue fijada al término de una consulta mundial sobre la evolución de la familia, lanzada por el papa argentino pocos meses después de su elección en marzo del 2013. A través de un cuestionario enviado a los obispos en el que se abordaban temas tabúes como el matrimonio homosexual, las parejas de hecho, el divorcio y la comunión para los divorciados que se vuelven a casar, el papa instaba a la iglesia a debatir y a abrirse a los cambios que el modelo de familia está atravesando. Sin embargo, el hecho de que varios países hayan enviado a sus representantes más conservadores, como ocurre con España, y que un grupo de cinco cardenales se rebelara en septiembre contra la posibilidad de otorgar la comunión a los católicos divorciados que se vuelven a casar, despierta dudas sobre la posible introducción de cambios importantes. "En un lado están los que temen que las aperturas de carácter moral terminen por generar el derrumbe del edificio de la doctrina católica, y por otro lado están los que esperan importantes novedades, quienes podrían salir decepcionados", resumió a la AFP-‐TV Iacopo Scaramuzzi, vaticanista de TMNNews. Después del sínodo extraordinario, el papa ha programado para 2015 un sínodo ordinario, durante el cual la Iglesia católica podría adoptar medidas específicas, fruto de la mediación entre sectores. El aumento de los divorcios, de las familias monoparentales, de la convivencia extramatrimonial y de las uniones entre personas del mismo sexo está cambiando el modelo de familia, y por ello el papa argentino quiso convocar el sínodo. Los numerosos católicos que viven hoy en día "por fuera de las reglas" preocupa a la Iglesia liderada por
Francisco, que en numerosas ocasiones ha instado a "acogerlos" y a evitar "excluirlos". Ante fenómenos tan amplios como la convivencia 'ad experimentum' (experimental), las uniones libres de hecho, sin reconocimiento ni religioso ni civil y los casos de separados y divorciados que se vuelven a casar, la respuesta de Francisco podría ser decepcionante, según algunos observadores de asuntos vaticanos. "La división de los cristianos es obra del diablo", adelantó Francisco el miércoles en un tuit. Si bien el santo padre instó a un debate "sereno y abierto", el enfrentamiento entre progresistas y conservadores sobre el asunto se inició con antelación, a través de los medios de comunicación y hasta de casas editoriales. La propuesta del pontífice argentino de examinar la posibilidad de conceder la comunión a los divorciados que se vuelven a casar despertó el avispero del sector más conservador, liderado por el influyente prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Ludwig Müller. En un libro firmado por Müller y otros cuatro cardenales, se defiende la "indisolubilidad" del matrimonio católico, y en resumen se cierra la puerta a los católicos divorciados que quieren acceder al sacramento de la comunión. El hecho de que el libro haya sido lanzado semanas antes del inicio del sínodo extraordinario fue considerado una operación mediática para frenar la idea del papa jesuita. El otro bloque, el progresista, está representado por otro cardenal alemán, William Kasper, a quien Francisco elogió públicamente durante uno de sus primeros ángelus en la plaza de San Pedro. "Todo pecado puede ser absuelto. Así que no es imaginable que un ser humano pueda caer en un limbo del que Dios no lo pueda salvar", explicó en una entrevista Kasper.
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La esperanza de esos católicos es que se apruebe un reglamento excepcional en nombre de la "misericordia".
pudieron acudir, prendieron velas en las ventanas de sus casas, tal y como había pedido la Conferencia Episcopal italiana.
En un artículo publicado recientemente por el diario La Stampa, el cardenal italiano Angelo Scola propone que se facilite el procedimiento para la anulación de los matrimonios, que es demasiado lento, complicado y costoso.
Su presidente, Angelo Bagnasco, precedió al Papa. Antes, varias parejas dieron su testimonio: los novios Antonio y Roberta, de la ciudad de Benevento; Margarita y Marco, unos esposos de la ciudad de Novara, con cuatro hijos y una adoptada; Antonella y Nicola de la ciudad de Tívoli, que después de estar separados durante años volvieron a la vida conyugal. Ellos introducirán la oración con el papa Francisco, delante de miles de familias.
Una opción que no todos comparten dentro de la Iglesia, pero que podría ser una solución de compromiso entre las partes, según varios observadores del Vaticano. 9.
Francisco pide al Sínodo “escuchar el clamor del pueblo, las tristezas y esperanzas de los hombres de nuestro tiempo”
El Papa preside una vibrante vigilia previa al comienzo del Sínodo de la Familia “Tenemos una ocasión providencial para renovar, a ejemplo de San Francisco, la Iglesia y la sociedad” Jesús Bastante, 04 de octubre de 2014 a las 19:38 (Jesús Bastante).-‐ "Oremos por el Sínodo que iniciamos mañana, que nos dé la luz para escuchar a Dios y el clamor del pueblo, disponibilidad a confrontarnos de forma sincera, abierta y fraterna, mantener nuestra mirada fija en Jesucristo, haciendo lo que Él nos diga". El Papa Francisco se hizo presente a última hora de la tarde en la vigilia organizada por la Iglesia italiana en la plaza de San Pedro para orar por el Sínodo de la Familia. Ya había anochecido cuando el Papa hizo acto de presencia en la plaza, donde le esperaban miles de familias. El espectáculo era de los que esponjan el corazón: un silencio esperanzado, acompasado por música de varios coros y la luz de las velas que, poco a poco, fueron poblando cada uno de los rincones de la mayor plaza de la Cristiandad, hasta que la oscuridad se llenó de pequeñas llamas, portadas por matrimonios, jóvenes, ancianos, niños, obispos... La Iglesia toda. Otros muchos, que no
"Cae la tarde sobre nuestra asamblea -‐comenzó el Papa-‐. Ahora, antes de volver a casa, nos recogemos en el afecto del bien dado y recibido, el encuentro que enciende el corazón. Sois vino bueno, que anticipa la fiesta del Padre". Bergoglio se preguntó por "cuántas personas viven en la resignación o en el abandono. En cuántas casas no viene el vino de la alegría, ni el sabor de la vida. Los unos y los otros, en esta tarde, lo hacemos con nuestra oración. Una oración por todos". El papa planteó el Sínodo como un sueño, "un sueño esencial de estabilidad, y una puerta abierta". Una historia, la de la salvación, y la de la familia, "a la que pertenecer: laa comunión de vida entre los esposos, su apertura al don de la vida, la custodia recíproca, el acompañamiento educativo o la transmisión de la fe, contribuyen a una sociedad más justa y solidaria" Por ello, resaltó la importancia del Sínodo, donde "la colegialidad episcopal se manifiesta en un camino de discernimiento espiritual y pastoral, para intentar saber lo que el Señor quiere de nuestra Iglesia. Debemos escuchar lo que gritan los hombres de nuestro tiempo, y hacer nuestras las tristezas y las esperanzas". "Juntos sabremos llevar, con credibilidad, la buena noticia sobre la familia", incidió el pontífice, que recalcó que en el Evangelio "está la
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salvación que colma la sed del hombre", donde el pueblo alcanza "la frescura y el perfume" de la fe. Por ello, clamó por que "los padres sinodales tengan la actitud de escucha. De escuchar a Dios, de escuchar juntos el grito del pueblo. Al pueblo, que pueda decir la voluntad a la que les llama Dios". "Invoquemos -‐añadió-‐ la disponibilidad de un diálogo sincero, abierto y fraterno, que lleve con responsabilidad pastoral a dar respuestas a los interrogantes de este cambio de época". "Tenemos una ocasión providencial para renovar, a ejemplo de San Francisco, la Iglesia y la sociedad. Con la alegría del Evangelio llevaremos el paso de una Iglesia reconciliada y misericordiosa, pobre y amiga de los pobres, con capacidad de vencer, con paciencia y amor, las aflicciones y las dificultades que vengan tanto de dentro como de fuera". Este fue el resumen de Radio Vaticano:
estado, en cuyos labios el pueblo buscaría en vano la frescura y el "olor a Evangelio" (Ibid., 39)». «Nuestra escucha y nuestro confrontarnos sobre la familia, amada con la mirada de Cristo, se volverán una oportunidad providencial para renovar -‐ siguiendo el ejemplo de San Francisco -‐ a la Iglesia y a la sociedad», señaló el Papa, añadiendo luego que «con la alegría del Evangelio, volveremos a encontrar el camino de una Iglesia reconciliada y misericordiosa, pobre y amiga de los pobres; una Iglesia capaz de «triunfar con paciencia y caridad en sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas» (Concilio Ecuménico Vaticano II Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 8). «Pueda soplar el viento de Pentecostés sobre los trabajos sinodales, sobre la Iglesia, sobre la humanidad entera. Desate los nudos que impiden a las personas encontrarse, sane las heridas que sangran, reavive la esperanza. Nos conceda aquella caridad creativa que permite amar como Jesús amó. Y nuestro anuncio volverá a encontrar la vitalidad y el dinamismo de los primeros misioneros del Evangelio, pidió el Santo Padre al concluir su homilía.
Pidamos al Espíritu Santo escuchar a Dios y el clamor del pueblo, disponibilidad a confrontarnos de forma sincera, abierta y fraterna, mantener nuestra mirada fija en Jesucristo, haciendo lo que Él nos diga. Palabras que contienen el testamento espiritual de María, «amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas» (Evangelii gaudium, 286). ¡Hagámoslas nuestras! -‐ alentó el 10. 5 cardenales escriben un libro en contra Papa Francisco -‐ en la víspera de la solemne de que los divorciados vueltos a casar apertura de la III Asamblea General Extraordinaria puedan comulgar del Sínodo de los Obispos sobre los desafíos No encuentran "argumentos bíblicos a favor" de pastorales sobre la familia en el contexto de la levantar la prohibición Evangelización. En una Vigilia de oración organizada por la Conferencia Episcopal Italiana, Müller, Burke, Brandmüller, Caffarra y De Paolis se en la Plaza de San Pedro. oponen a la propuesta de Kasper «¡Sí, en el Evangelio está la salvación que colma las necesidades más profundas del hombre!», reiteró el Obispo de Roma, haciendo hincapié en que «de esta salvación -‐ obra de la misericordia de Dios y de Su gracia -‐ como Iglesia, somos signo e instrumento, sacramento vivo y eficaz (cf. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 112.). Si no fuera así, nuestro edificio sería sólo un castillo de naipes y los pastores se reducirían a clérigos de
(Valores Religiosos)-‐ Cinco miembros del Colegio de Cardenales se unieron para escribir un libro en defensa de la doctrina de la Iglesia sobre los católi-‐ cos divorciados en nueva unión y afirmaron que se trata del enfoque más misericordioso que puede esperarse. El libro "Remaining in the Truth of Christ: Marriage and Communion in the Catholic Church" (Perma-‐ neciendo en la verdad de Cristo: Matrimonio y
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comunión en la Iglesia Católica) ofrece una res-‐ puesta a la propuesta del Cardenal Walter Kasper para que católicos divorciados en nueva unión puedan recibir la Eucaristía. Los cinco cardenales autores del libro son Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doc-‐ trina de la Fe; Raymond Leo Burke, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica; Wal-‐ ter Brandmüller, presidente emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas; Carlo Caffarra, Arzobispo de Bolonia y uno de los teólogos más cercanos a San Juan Pablo II en cuestiones de mo-‐ ralidad y familia; y Velasio De Paolis, Presidente emérito de la Prefectura para los Asuntos Econó-‐ 1 1 . micos de la Santa Sede. Además de los purpurados, cuatro profesores y teólogos expertos también han hecho contribu-‐ ciones al libro: Robert Dodaro (OSA), el editor John Rist, el jesuita Paul Mankowski y el Arzobispo Cyril Vasil. Según la editorial Ignatius Press, el libro aborda argumentos bíblicos que sostienen la actual doc-‐ trina de la Iglesia así como las enseñanzas y prác-‐ ticas de la Iglesia primitiva. En su página web, Ignatius Press explica que el li-‐ bro "recorre la historia de siglos de resistencia ca-‐ tólica" a la recepción de la comunión por parte de católicos divorciados en nueva unión. Asimismo, revela "serias dificultades teológicas y canónicas inherentes en las prácticas del pasado y presente de la Iglesia Ortodoxa". "En ninguno de estos casos, bíblicos o patrísticos, estos estudiosos encuentran argumentos a favor del tipo de 'tolerancia' que propone el Cardenal Kasper con respecto a los matrimonios civiles que se divorcian", señala la editorial. En febrero, el Cardenal Kasper, presidente eméri-‐ to del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, se refirió al matrimonio y la vida familiar, dedicando la última parte de su discurso al "problema de los divor-‐ ciados vueltos a casar" y propuso
que los divorciados vueltos a casar puedan recibir la Comunión. Ignatius Press sostiene que los diversos estudios analizados en el libro "llevan a la conclusión de que la fidelidad de muchos años de la Iglesia a la verdad del matrimonio constituye el fundamento irrevocable de su respuesta misericordiosa y amo-‐ rosa a la persona que está civilmente divorciada y vuelta a casar". "Por lo tanto, el libro desafía la premisa de que la doctrina tradicional católica y la práctica pastoral contemporánea se contradicen". Kasper responde a los cinco cardenales: "La verdad católica no es un sistema cerrado"
Müller, De Paolis, Bradmuller, Cafarra y Burke arremetieron contra él Para Maradiaga, "el verdadero problema es la po-‐ breza que hoy sufren las familias" Redacción, 18 de septiembre de 2014 a las 18:01 El cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, se manifestó "muy sorprendido" por los ataques contra la posibilidad de los divorciados vueltos a casar puedan recibir la eucaristía. "Quedé muy sorprendido por este título, 'Permanecer en la verdad de Cristo', porque es lo que queremos todos. Esta es una tarea de todos los teólogos y no de algunos cardenales. Depende de qué es la verdad católica, que no es un sistema cerrado sino abierto a desarrollos posibles, incluso según el Concilio Ecuménico Vaticano II", dijo Kasper a RadioInBlu. El cardenal, a quien el Papa Francisco confió la relación introductoria del consistorio del pasado febrero sobre el tema de la familia, respondió así sobre la toma de distancia de cinco cardenales sobre la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar reciban la comunión.
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Según Kasper "la misericordia, corazón del en el tema de la familia. También mensaje cristiano, es un tema central tanto en el ellos tienen derecho a formar una familia, también Antiguo como en el Nuevo Testamento. Muchos tienen derecho a tener las condiciones necesarias santos hablaron de la misericordia. El propio papa para mirar al futuro con esperanza y no Juan XXIII, al comienzo de los trabajos conciliares, simplemente sobrevivir", concluyó. (RD/Agencias) dijo que la Iglesia debe utilizar los medios de la 1 2 . D i v o r c i a d o s c a s a d o s : p r o g r e s i s t a s y severidad, pero también de la medicina de la conservadores calientan motores ante el misericordia". Sínodo sobre la familia Por su parte el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, coordinador del consejo de nueve prelados que ayudan al papa Francisco en la reforma de la Curia, dijo que "en vista del Sínodo sobre la familia se discute mucho sobre comunión a los divorciados vueltos a casar, pero este debate es superficial. El verdadero problema es la pobreza que hoy sufren las familias en el mundo y que amenaza esta institución". Rodríguez Maradiaga comenzó hoy de este modo su intervención ante el seminario de Caritas Internationalis, del que es presidente, sobre la familia en el actual contexto de crisis económica. "Creo que este temas que estamos tratando, la pobreza y la familia, es un tema esencial para que se pueda construir en el futuro una verdadera familia", dijo el cardenal respondiendo a los periodistas. "¿Cómo podemos recomendar a los jóvenes que se casen si no tienen casa, ni siquiera la posibilidad de tener una casa, dadas las condiciones económicas actuales? ¨Cómo podemos recomendarles tener hijos cuando no hay posibilidad?", preguntó. "Por lo tanto el bien común -‐agregó el cardenal hondureño-‐ quiere decir que debemos favorecer el futuro de los jóvenes para que puedan formar familias y para que puedan vivir con una calidad de vida. Y la calidad de vida no es sólo considerar todo lo que ofrece la sociedad de consumo, sino ofrecer verdaderamente condiciones para que toda persona pueda vivir con dignidad". "Por lo tanto hago un llamado, como hice en mi intervención: es necesario que nos preocupemos de los pobres
Se presentan dos grandes bloques, en torno a los cardenales Müller y Kasper "Dios no nos ofrece un segundo barco cómodo, sino una balsa para sobrevivir" Adista, 18 de septiembre de 2014 a las 12:05 (Ingrid Colanicchia, Adista).-‐ Se acerca el Sínodo extraordinario sobre la familia (abrirá sus puertas el próximo 5 de octubre) y en el vértice de la Igle-‐ sia se afilan los argumentos. En particular, sobre la readmisión de los divorciados casados a los sa-‐ cramentos. Los cardenales, los obispos y los teólo-‐ gos no se están reservando en absoluto. A los primeros espadas de las dos escuelas de pen-‐ samiento (el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Gerhard Ludwig Müller, claramente contrario a la apertura; y el cardenal Walter Kasper, posibilista) se han ido añadiendo, poco a poco, sobre todo, en estas úl-‐ timas semanas, muchas personas, obispos o no, que han dado a conocer -‐negro sobre blanco-‐ tan-‐ to en libros como en artículos, sus argumentos y esperanzas. Están los que dice que no... Con un despliegue mediático extraordinario, la editorial católica estadounidense Ignatius Press publicará, el próximo 7 de octubre, un libro dirigi-‐ do por el agustino Robert Dorado (con el título "Remaining in the Truth of Christ: Marriage and Communion in the Catholic Church") en el que agrupa las respuestas de cinco cardenales y cuatro expertos sobre la "propuesta Kasper" de armoni-‐ zar fidelidad y misericordia en la práctica pastoral con los divorciados casados.
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Los nombres de los cinco cardenales no sorpren-‐ den particularmente, habida cuenta de las decla-‐ raciones que han venido realizando en los meses pasados: al cardenal Müller se suman Walter Brandmüller, presidente emérito del Pontificio Comité de Ciencias Históricas; Raymond Leo Bur-‐ ke, prefecto de la Signatura Apostólica; Carlo Caf-‐ farra, arzobispo de Bolonia; y Velasio de Paolis, presidente emérito de la Prefectura de los Asuntos Económicos. A estos cinco personajes de peso (Müller, Burke y Caffarra estarán presentes en el Sínodo, del que en estos días se ha hecho pública la lista de sus participantes) hay que sumar el di-‐ rector de esta publicación, Dorado, además de John Rist, Paul Mankowski y el arzobispo Cyril Va-‐ sil. El frente capitaneado por el cardenal Müller (que también ha publicado un libro-‐entrevista, en el que defiende sus tesis, con el título "La esperanza de la familia", prologado por el cardenal Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona, también invitado a participar en el Sínodo) parece de momento el más nutrido. Al texto publicado por Ignatius Press, hay que su-‐ mar el editado en agosto por la revista teológica "Nova et vetera" (en la actualidad dirigida por el cardenal Georges Cottier) con la firma de ocho teólogos estadounidenses: siete dominicos, de los cuales, seis son profesores en la Pontificia Facultad de la Inmaculada Concepción de Washington (se trata de los padres John Corbett, Andrew Hofer, Dominic Langevin, Dominic Ley, Thomas Petri y Thomas Joseph White) y uno, el padre Paul J. Ke-‐ ller, docente en el ateneo de Ohio (centro para la formación eclesial esponsorizado por la archidió-‐ cesis de Cincinnati); y un laico, Kurt Martens, do-‐ cente de Derecho canónico en la "Catholic Univer-‐ sity of América", Washington. Los ocho parten en cuarta velocidad afirmando que "un matrimonio rato y consumado entre dos bautizados no puede ser desatado por ningún po-‐ der humano, incluido el que le co-‐ rresponde al Romano Pontífice como
vicario". En resumen, para los ocho teólogos "el corazón de las recientes propuestas se fundamenta en una desconfianza sobre la castidad": "la eliminación de la obligación de la castidad para los divorciados constituye la principal innovación de las propues-‐ tas, puesto que la Iglesia ya les permite a los divor-‐ ciados casados, que por un motivo grave (el cuida-‐ do de los hijos), siguen viviendo juntos, comulgar en caso de que acepten vivir como hermano y hermana y si no hay peligro de escándalo". El núcleo de la propuesta que se debate, conti-‐ núan, "es que tal castidad es imposible para los di-‐ vorciados. Semejante propuesta, ¿no evidencia, quizá, una velada desesperanza sobre el poder de la gracia para derrotar el pecado y el vicio?". "Cris-‐ to enseña que la castidad es posible, hasta en los casos más difíciles, ya que la gracia de Dios es más potente que el pecado. La pastoral con los divor-‐ ciados -‐concluyen-‐ debería estar fundada en tal promesa". Se descarta la tesis de que el Primer Concilio de Nicea (325) hubiera decretado la admisión de los divorciados casados a la comunión (tesis defendi-‐ da, para entendernos, por el también teólogo Gio-‐ vanni Cereti) y se la cataloga como una "lectura equivocada del Concilio" que "falsea las controver-‐ sias sobre el matrimonio en los siglos II y III". Lo mismo sucede con la propuesta de fijarse en la re-‐ gla que mantienen al respecto las Iglesias orienta-‐ les que, según los ocho, "se aleja de la tradición, totalmente evidente, de la Iglesia primitiva, tanto oriental como occidental". Por tanto, es su conclusión, "las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio, sobre la sexualidad y sobre la virtud de la castidad derivan de Cristo y de los apóstoles; por eso, son perennes". El arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan (igualmente miembro del Sínodo) es de la misma opinión. En una larga entrevista a "Crux" (el nuevo proyecto de información religiosa del "Bos-‐ ton Globe"), ha declarado no ver cómo pueda ha-‐ ber un cambio sustancial "sin ir contra la enseñan-‐
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za de la Iglesia": "Lo que espero que el Sínodo ha-‐ ga -‐ha declarado-‐ es que fije el cuadro completo, tratando de comprender cuáles son las calles que hay que transitar para reconducir a las personas a la belleza y a la aventura de un matrimonio presi-‐ dido por el amor y la fidelidad". ... y están quienes, en cambio, esperan Entre tanto, el cardenal Kasper ha vuelto sobre el problema en la asamblea diocesana de Asís, 4-‐5 de septiembre, donde ha tenido una conferencia so-‐ bre el tema "La Iglesia-‐familia y el Evangelio de la familia" en el curso de la que ha hecho una breve referencia a la propuesta que planteo en la pre-‐ sentación del Consistorio. "En lo que a mí atañe, ha dicho Kasper, no trataba de dar una respuesta conclusiva, sino de suscitar preguntas". Sin em-‐ bargo, hay otras personas -‐ha continuado-‐ que creen ser las depositarias de la verdad, que se con-‐ sideran capaces de dar la respuesta y así cerrar el debate anticipadamente". Kasper confirma la indisolubilidad del vínculo ma-‐ trimonial, afirmando que "no es posible un segun-‐ do matrimonio eclesial mientras viva la pareja del primero". Su pregunta es otra: "¿es posible una comparación con el cambio que se produjo en el Vaticano II?". "El Concilio ha afirmado claramente que la Iglesia católica es la verdadera Iglesia de Cristo, sin dejar de añadir, por ello, que más allá de los límites ins-‐ titucionales de la Iglesia católica no hay un vacío eclesial sino, más bien, elementos del eclesialidad, elementos que para los miembros de estas comu-‐ nidades desempeñan una función salvadora. Por eso, me pregunto: ¿no es posible también constatar un cambio parecido en la pequeña Igle-‐ sia, en la Iglesia doméstica? ¿No hay quizás ele-‐ mentos del sacramento del matrimonio también en la boda civil cuando se vive de manera cristia-‐ na?". "Nos podemos preguntar: ¿cómo es posible que la Iglesia acoja el valor de esos elementos?". "Es posible tomar en consideración el aspecto escatológico de esta cues-‐ tión, el hecho que un cristiano puede
fracasar". "Si un ‘naufragio' seme-‐ jante se produce -‐ha continuado-‐ Dios no nos ofrece un segundo barco cómodo, sino una balsa para sobrevivir, es decir, el sacramento de la peni-‐ tencia. Para la misericordia de Dios es impensable dejar caer a una persona en un pozo sin ninguna salida. Si la persona se arrepiente, Dios le da una nueva oportunidad"; "no un segundo matrimonio, sino un flotador para sobrevivir al naufragio". "Y si Dios es misericordioso, ¿puede separarse la Iglesia de la misericordia de Dios cuando celebra la euca-‐ ristía, mostrando un rostro frío, y cerrando las puertas sacramentales? Dejo la pregunta en sus-‐ penso", ha concluido el cardenal Kasper. "Videant consules, que lo decidan los cónsules, es decir, el Sínodo junto con el papa". Posibilista es también el obispo de Amberes, en Bélgica, monseñor Johan Bonny (en el pasado, co-‐ laborador del cardenal Kasper en el Pontificio Con-‐ sejo para la Promoción de la unidad de los cristia-‐ nos) que ha dado a conocer una larga reflexión en vísperas del Sínodo. Bonny destaca los factores que, en su opinión, han contribuido a la creciente distancia entre la enseñanza moral de la Iglesia sobre el matrimonio, la sexualidad y la familia y la visión de los creyentes. Ante todo, se encuentra la "manera como esta materia fue sustraída, después del Vaticano II, en gran parte, a la colegialidad de los obispos y vincu-‐ lada casi exclusivamente a la primacía del obispo de Roma", a partir de la "Humanae Vitae", cuando Pablo VI abandonó "la búsqueda colegial de un consenso lo más amplio posible". Está pendiente, prosigue el obispo de Amberes, que la conciencia eclesial pueda ser tenida en cuenta por el Sínodo, esperando que se la devuelva "su sitio legítimo en la enseñanza de la Iglesia". Además, hay que tener presente que desde la "Humanae Vitae" y la "Familiaris Consortio" la doc-‐ trina se "ha encontrado atada casi exclusivamente a una determinada escuela de teología moral": el próximo Sínodo, según monseñor Bonny, "sería una contribución muy limitada a la evangelización
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del matrimonio y de la familia si no restableciera ante todo el diálogo con la amplia tradición de teología moral de la Iglesia". En cuanto a los divorciados casados, el obispo ape-‐ la a la "tradición jurídica del Oriente cristiano, y a la posibilidad de un reglamento excepcional en nombre de la misericordia": "Incluso sobre este punto, escribe, espero con esperanza el próximo Sínodo". "Si hoy muchos advierten alguna carencia en la Iglesia -‐continúa Bonny-‐ ésta es la de no ser seme-‐ jante a Jesús el Cristo": teniendo en cuenta todo esto, concluye, "la Iglesia tendrá que abandonar, precisamente en este asunto", que es el más pre-‐ sente en el corazón de los fieles, "aquel en el que se vive la felicidad más grande o el sufrimiento más grande", "su actitud harto defensiva o antité-‐ tica y buscar de nuevo la vía del diálogo. Tiene que encontrar el ánimo requerido para caminar, una vez más, de la "vida" a la "doctrina". En esta an-‐ dadura la Iglesia no tiene que nada perder. Sólo dialogando con el mundo puede descubrir dónde está actuando Dios hoy y dónde se encuentran ac-‐ tualmente los desafíos para la Iglesia y para el mundo". 13. ¿Iglesia jerárquica o sinodal?
domingo, 21 de septiembre de 2014 Blog de: Martín Gelabert Ballester, OP Aprovechando la próxima reunión del Sínodo de los Obispos, me gustaría, por un momento, dejar de lado los contenidos de lo que el Sínodo va a tratar, para apelar a la conveniencia de una Iglesia sinodal a todos los niveles, una Iglesia en la que haya estructuras que permitan la participación de todos los creyentes en las decisiones que les conciernen. Precisamente, la palabra “sínodo” expresa la idea de caminar juntos, buscar en común, compartir experiencias, escucharnos con simpatía unos a otros, saber ver en la opinión ajena una misma búsqueda de caminos evangélicos, aunque quizás expresados desde otras necesidades
y otras experiencias. Una Iglesia sinodal sería así expresión concreta de fraternidad. La sinodalidad en la Iglesia no hay que confundirla con la democracia política, aunque en algunas ocasiones también la sinodalidad se exprese democráticamente. No hay que confundir sinodalidad y democracia porque la sinodalidad no es exactamente la búsqueda de mayorías que deciden e imponen su opinión sobre el resto, sino la búsqueda de consensos, la capacidad de escucharnos unos a otros, para que, en el momento de decidir podamos hacerlo no buscando solo el propio interés, sino también el interés de los demás. En las comunidades de Jesús todos deben sentirse contentos y a gusto, porque son comunidades fraternas. Los hermanos no votan para ver quién tiene mayoría; tampoco votan para que uno mande sobre los demás. Los hermanos se escuchan, se respetan, se valoran. Y toman decisiones buscando el bien de todos, tratando de integrar todos los puntos de vista en la decisión común, sin que nadie se sienta marginado con la decisión tomada. Por otra parte, cuando hay que tomar una decisión sobre algún asunto o sobre personas, sobre responsables de la comunidad, la sinodalidad se expresa democráticamente. Espontáneamente muchos piensan que la Iglesia es esencialmente jerárquica, en la que se establece un orden de superioridad o de subordinación entre personas. Incluso algunos conciben esa jerarquía de modo militar, con una escala de mando: hay un jefe supremo (el Papa), que nombra a los jefes subalternos de segundo nivel (los Obispos), y estos jefes de segundo nivel nombran a los últimos jefes menores departamentales (los párrocos). Concebir así la Iglesia es un error fatal. Porque en ella se parte de la común dignidad e igualdad de todos sus miembros, hechos hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos del Espíritu por el bautismo. Si en la Iglesia hay funciones y
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ministerios, estos se conciben, no a la manera mundana (como bien advirtió Jesús: los jefes de las naciones funcionan con unos criterios; los vuestros son muy distintos), sino desde el servicio mutuo: el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea vuestro servidor. En la Iglesia hay muchos ministerios, sin duda. No olvidemos que ministro quiere decir “menor”, o sea, servidor. 14. "Las personas que están divorciadas y vueltas a casar también necesitan la eucaristía"
El obispo de Amberes, a favor de que el Sínodo plantee respuestas a esta problemática "La Iglesia no puede simplemente ignorar sus necesidades espirituales" J. Bonny, 22 de septiembre de 2014 a las 10:39 (J. Bonny, obispo de Amberes).-‐ Una de las cuestiones surgidas en varios países es el problema de las personas divorciadas que se han vuelto a casar y su exclusión de la comunión Eucarística. El Instrumentum Laboris señala al respecto: "Un buen número de respuestas hablan de los muchos casos, especialmente en Europa, América y en algunos países de África, donde personas claramente piden recibir el sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía. Esto ocurre primariamente cuando sus hijos reciben los sacramentos. A veces, expresan el deseo de recibir la comunión para sentirse "legitimados" por la Iglesia y para eliminar el sentido de exclusión o marginación. A este respecto, algunos recomiendan considerar la práctica de algunas iglesias ortodoxas, las cuales, en su opinión, abren el camino para un segundo o tercer matrimonio de un carácter penitencial [...] Otros piden clarificación de si esta solución está basada en la doctrina o es solamente una cuestión de disciplina"(1). Me gustaría hacer tres observaciones en relación con este tema.
La primera se centra en la estrecha conexión que la doctrina católica actualmente hace entre el sacramento del matrimonio y el sacramento de la Eucaristía. No hay duda que ambos están relacionados. La vida sacramental de la Iglesia es un todo orgánico en el cual un sacramento abre y re-‐abre el acceso al otro. Es posible preguntarse, no obstante, si acaso la indisolubilidad del matrimonio entre un hombre y una mujer puede ser comparada directamente con la indisolubilidad del vínculo entre Cristo y su Iglesia. Esta "aplicación" a la cual Pablo hace referencia en su carta a los Efesios no es una "identificación"(2). Ambas indisolubilidades tienen diferentes significados salvíficos. Se relacionan unas con otras como "signo" y lo "significado". Lo que Cristo es para nosotros y lo que él hizo por nosotros continua trascendiendo toda vida humana y eclesial. Ningún "signo" específico puede adecuadamente representar la "realidad" de este lazo de amor con la humanidad y con la Iglesia. Aún la más bella reflexión del amor de Cristo contiene limitaciones humanas y pecado. La distancia entre "signo" y "significado" es considerable y para nosotros esto es una bendición y una buena suerte. Nuestra debilidad nunca puede deshacer la fidelidad de Jesús por la Iglesia. Desde la indisolubilidad de su sacrificio en la cruz y su amor por la iglesia fluye la misericordia con la cual él nos encuentra una y otra vez, particularmente en la celebración de la Eucaristía. Mi segunda observación tiene que ver con la participación en la Eucaristía. En el decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio, el Concilio Vaticano Segundo hizo una distinción entre dos principios que se relacionan entre sí dialécticamente: participación en la Eucaristía "como un signo de unidad" y como "medios hacia la gracia"(3). Ambos principios se co-‐pertenecen: ellos apuntan uno al otro y se refuerzan una al otro en una tensión creativa. Me inclino a ver esta
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aproximación a la Eucaristía como significativa aquí. En conformidad a las actuales enseñanzas y disciplina, a las personas que están divorciadas y vueltas a casar no se les permite recibir la comunión porque su nueva relación después de un matrimonio roto no es más un "signo" del lazo indestructible entre Cristo y la Iglesia. Esta línea de argumento claramente tiene importancia. Al mismo tiempo, sin embargo, uno debiera hacer la pregunta si se dice todo lo que debiera ser dicho sobre la vida espiritual del individuo y sobre la Eucaristía. Las personas que están divorciadas y vueltas a casar también necesitan la eucaristía para crecer en unión con Cristo y con la comunidad de la Iglesia y para asumir su responsabilidad como cristianos en su nueva situación.
en mente que una gran compañía de publicanos y pecadores estaban en la mesa con Jesús (Lucas 5, 27-‐30); que Jesús escogió este contexto para decir que él no había venido por los justos sino por los pecadores (Lucas 5, 31-‐32); que todos los que habían venido de lejos y de cerca a escuchar la palabra de Jesús les fue dado compartir el pan con Jesús y los apóstoles (Lucas 9, 10-‐17); que cuando tú des un banquete debes invitar especialmente a los pobres, los tullidos, los cojos y los ciegos (Lucas 14, 12-‐14); que el padre compasivo dio el mejor banquete posible al hijo pródigo, lo que irritó a su hermano mayor (Lucas 15, 11-‐32); que Jesús le lavó los pies a los discípulos, Pedro y Judas incluido, antes de la última cena, y les encargó seguir el ejemplo siempre que lo recuerden a él (Juan 13, 14-‐17).
La Iglesia no puede simplemente ignorar sus necesidades espirituales y su deseo de recibir la Eucaristía "como un medio para la gracia". Debiéramos tener en mente, además, que aquellos que se encuentran a sí mismos en una situación ´regular´ también necesitan la eucaristía "como un medio para la gracia". No es sin una razón que la oración final común antes de la comunión es: "Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros" y "Señor, no soy digno que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme"(4).
No es mi intención usar estas referencias como slogans, pero sigo convencido que no la podemos hacerlas un lado e ignorarlas. Tiene que haber una correlación entre las muchas palabras y gestos de Jesús relacionados con la mesa y su intención con la Eucaristía. Si Jesús mostró tal apertura y compasión acerca de la mesa común en el reino de Dios, entones estoy convencido que la Iglesia tiene un mandato firme de explorar cómo puede dar acceso a la Eucaristía bajo ciertas circunstancias a las personas que están divorciadas y casadas nuevamente.
Mi tercera observación responde la pregunta si la exclusión de las personas que están divorciadas y vueltas a casar de la comunión refleja propiamente la intención de Jesús con respecto a la Eucaristía. Espero evitar respuestas simplistas aquí, pero la pregunta me sigue preocupando. El evangelio contiene tantas palabras y gestos que la Iglesia afirma -‐ desde los tiempos de los padres de la Iglesia-‐ que también tienen significado Eucarístico.
¿Cómo la Iglesia lidia con situaciones "irregulares" en estas y en situaciones comparables? Una línea cultural parece distinguir al norte y al sur de Europa a este respecto. El sur de Europa tolera mucho más el abismo entre la realidad y la norma que Europa del Norte. La tradición legal romana impulsó en primera instancia a crear buenas leyes, preocupando menos el que fueran aplicables o no. En el sur, más encima, tengo la impresión que lo que se sale del ideal no puede y no necesita ser regulado. Se le da preferencia a encontrar una manera práctica en el nivel local.
Las palabras dichas y los gestos refieren a preparar la mesa común en el reino de Dios. Para comprender la Eucaristía correctamente, tenemos que tener
El norte de Europa tiene dificultades con eso. Incluso cuestiones que son menos positivas y
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buenas tienen que ser canalizadas a través de conductos legales y por lo tanto ser reguladas. En la manera de cómo comprendemos las cosas en el norte, a nadie ayuda la negación o el tabú. Por el contrario, solo estimula el crecimiento de un "mercado negro". Además, el norte de Europa tiende a preferir menos leyes pero que de hecho se aplican. Hace más de veinte años, un grupo de obispos diocesanos en Alemania trataron de elaborar un justificado acuerdo teológico y pastoral para dar a los divorciados y casados nuevamente acceso a la comunión (5). No es mi intención aquí juzgar el valor intrínseco de su propuesta. Lo que me preocupa sin embargo es lo siguiente: cuando a los obispos se les impide dar guía a sus colaboradores sobre cómo lidiar sobre situaciones irregulares, sus colaboradores quedan sin orientación. Los sacerdotes y los agentes pastorales con no poca frecuencia se ven enfrentados con situaciones irregulares que requieren un juicio prudencial. Así, hacen lo correcto al esperar de sus obispos criterios y liderazgo. La ausencia de tal liderazgo puede llevar a mayor confusión y a un mayor descrédito de la autoridad de los obispos como "pastores" del pueblo de Dios confiado a él. Paradójicamente, mejores normas para lidiar con situaciones irregulares puede ser beneficioso para el ejercicio del liderazgo en la Iglesia. La tradición legal de la Iglesia Cristiana oriental con la posibilidad de arreglos excepcionales por razón de "misericordia" o "equidad" (oikonomia; epikeia) podría ofrecer nuevos ímpetus a este respecto (6). Es por esta razón, también, que estoy esperando el Sínodo con esperanza. Me gustaría concluir aquí con una palabra desde la perspectiva de los hijos y nietos. Como todo obispo, regularmente visito parroquias para el sacramento de la confirmación. La mayoría de los confirmandos en mi parroquia son niños de 12 años de edad. Muchos son hijos de un segundo matrimonio o de
combinaciones familiares nuevas. En cada ocasión me confronto con una gran comunidad de niños, padres, abuelos y otros miembros de la familia. Soy consciente que la mayoría solo participa rara vez en la Eucaristía, pero también sé que esa celebración es importante para ellos. Los niños que están siendo confirmados reúnen sus familias en una celebración que tiene un profundo significado, entre otras razones, por la conexión religiosa entre las distintas generaciones. Además, tales celebraciones frecuentemente dan una infrecuente "tregua" a algunas familias en la cual las frustraciones mutuas y los conflictos son dejados de lado por un momento. Cuando llega el momento de la comunión, la mayoría de los miembros de las familias espontáneamente se acercan al altar para recibir la comunión. No me puedo imaginar lo que significaría para los niños y para su futuro lazo con la comunidad de la Iglesia si les rehusara la comunión en ese momento a sus padres, abuelos y a otros miembros de la familia que se encuentran en situaciones matrimoniales "irregulares". Sería fatal para la celebración litúrgica y principalmente para el desarrollo posterior de la fe de los niños involucrados. En tales circunstancias, surgen otras prioridades teológicas y pastorales que van más allá de la pregunta por el matrimonio sacramental. Tales situaciones demandan mayor reflexión sobre las enseñanzas como sobre las prácticas de la Iglesia. El Instrumentum Laboris correctamente alude a este asunto (7). (1) Instrumentum Laboris, 95. (2) "Esto es un gran misterio y lo estoy aplicando a Cristo y la Iglesias" (Efesios 5, 32). (3) Decreto del Vaticano II Unitatis Redintegratio, 8: "Sin embargo, no es lícito considerar la comunicación en las funciones sagradas como medio que pueda usarse indiscriminadamente para restablecer la unidad de los cristianos. Esta
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comunicación depende, sobre todo, de dos principios: de la significación de la unidad de la Iglesia y de la participación en los medios de la gracia. La significación de la unidad prohíbe de ordinario la comunicación. La consecución de la gracia algunas veces la recomienda.". (4) La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles. Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia. A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas"; aquí en Evangelium Gaudium, 47, el Papa Francisco alude a San Ambrosio, De Sacramentis, IV, 6, 28: PL 16, 464: "Tengo que recibirle siempre, para que siempre perdone mis pecados. Si peco continuamente, he de tener siempre un remedio". (5) Su propuesta contenía precondiciones claras: que la persona que se volvió a casar genuinamente lamentara el fracaso de su primer matrimonio, que continuara respetando las obligaciones que surgieron en el contexto del primer matrimonio, que el restablecimiento de la primera relación esté definitivamente excluida, que los compromisos que nacen a partir del nuevo matrimonio civil no puedan ser revocados sin una nueva negligencia o falta, que uno haga lo mejor que honestamente pueda para vivir la nueva unión civil en un espíritu Cristiano y para criar a los hijos en la fe, que uno desee participar en los sacramentos como una fuente de fortalecimiento en la nueva situación; cf. W. KASPER, Das Evangelium vor der Familie. Die Rede vor dem Konsitorium, Herder, 2014, p. 65-‐66. (6) Cf. Instrumentum Laboris, 95 (7) Instrumentum Laboris, 95 y 153. Extracto de la carta de J. Bonny obispo de Amberes, Bélgica, 1 de septiembre de 2014.
15. Iglesia "en salida” vs restauración identitaria: ¿empate técnico?
Enviado por Enrique Orellana, Coordinador Movimiento También Somos Iglesia – Chile. "Estamos en medio de una crisis eclesial donde importantes sectores intermedios importantes obstruyen el proyecto de Iglesia del Papa, una Iglesia “en salida”. Para destrabar el proceso y llevar adelante el proyecto es indispensable la mo-‐ vilización de las bases eclesiales que sólo ganarán fuerza en la medida que los sectores de la libera-‐ ción y los sectores carismáticos caminaran juntos ", dice Pedro A. Ribeiro de Oliveira, sociólogo, en artículo publicado a continuación. Pedro A. Ribeiro de Oliveira tiene un doctorado en Sociología por la Universidad Católica de Lovai-‐ na, Bélgica. Es profesor en la Maestría en Ciencias de la Religión de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais -‐ PUC-‐Minas, consultor ISER-‐ Asesoría. Entre sus obras, destacamos Fe y Políti-‐ ca: Fundamentos(Aparecida: Ideas & Letters, 2004), Fortaleciendo la red de una Iglesia misio-‐ nera (San Paulo: Paulinas 1997) y Religión y do-‐ minación de clase (Petropolis: Vozes, 1985). Aquí está el artículo. El Papa asombró all mundo con su visita a Lampe-‐ dusa, donde se solidarizó con los migrantes que buscan ilegalmente una mejor vida en Europa, Francisco mostró su proyecto de pontificado: una Iglesia "en salida". Explicitó este proyecto en la exhortación “La Alegría del Evangelio” (# 20-‐24), donde dice preferir "una Iglesia accidentada, heri-‐ da, embarrada por haber salido a las calles, a una Iglesia enferma por estar encerrada (# 49). Este proyecto está ganando la simpatía y el entusiasmo de muchas personas, dentro y fuera de la Iglesia Católica, pero hay fuertes indicios de resistencia a él dentro de la jerarquía católica, porque va en la dirección opuesta a la línea de los dos pontificados
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anteriores, centrados en el proyecto que se puede llamar restauración identitaria. Haciendo un análi-‐ sis de coyuntura de la situación, me parece que es-‐ tos dos proyectos están ahora en "empate técni-‐ co". ¿Es posible desbloquear el impasse que impi-‐ de la actualización de la Iglesia propuesta del Con-‐ cilio Vaticano II que viene? Analizar el problema desde el punto de vista sociológico es el propósito de este artículo (1). La elección de Juan Pablo II marca el comienzo del proceso de restauración identitaria de la Iglesia Católica: proyecto de reafirmación de la Iglesia y de sospecha de todo lo que no tuviera la marca católica. Su propósito no era volver al pasado tri-‐ dentino, pero imponer la interpretación del Conci-‐ lio Vaticano II desde el Concilio Vaticano I, que convirtió la autoridad del Papa suprema e incon-‐ testable sobre toda la Iglesia Católica. Contando con la participación del teólogo Joseph Ratzinger, que le sucedió en el papado, Juan Pablo II utilizó varios instrumentos eclesiásticos para implemen-‐ tar este proyecto, siendo el principal: el nombra-‐ miento de obispos en sintonía con la misma línea, la reforma del derecho caónico y la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica y las normas restrictivas para la liturgia. Este proyecto encontró apoyo en los movimientos eclesiales como el Opus Dei, Comunión y Libera-‐ ción, Focolares, Camino Neocatecumenal, Renova-‐ ción Carismática Católica y otros de un alcance más pequeño a nivel global. La gama de alianzas formadas por el Papa, la Curia Romana, los obispos de su confianza en las diócesis clave, y los Movi-‐ mientos eclesiales procedieron a difundirr su pro-‐ pia interpretación de los documentos promulga-‐ dos por el Concilio como la única interpretación auténtica, mientras que descalificaban a cualquier divergencia. Así, Juan Pablo II y Benedicto XVI reforzaron la tra-‐ dición tridentina que ve en la salvación individual de las almas la misión propia de la Iglesia – como dijo Benedicto XVI al episcopado brasileño, 12 de mayo 2007 -‐ mien-‐
tras que la población católica quiere protección, cura y seguridad (catolicismo popular), una alegre convivencia y cercanía con lo divino (catolicismo carismático) y la reafirmación de la fe en otro mundo posible donde la Justicia y la Paz se abracen ( catolicismo de la liberación). Sin darse cuenta que la salvación de las almas a través de los sacramentos está perdiendo terreno, minada por paradigma técnico-‐científico de la modernidad, el hedonismo favorecido por el acceso al mercado de consumo, por la valoración y apreciación de la vida terrena y la incredulidad en el infierno, la Iglesia ve la reducirse el número de sus fieles, especialmente entre los jóvenes (2). Dada esta falta de coincidencia, la Iglesia busca atraer fieles ofreciéndoles espectáculos religiosos que combinan entretenimiento, misa y devociones (marianas, los santos y el Santísimo). Estaciones de radio y televisión, así como los santuarios se convierten en el escenario de este espectáculo re-‐ ligión-‐media donde los sacerdotes atrajeron mu-‐ cho público, pero más allá de las emociones del espectáculo, cada uno vuelve a su vida cotidiana sin fortalecer sus lazos con la Iglesia. Todo esto debilitó el impulso de las innovaciones introducidas por el Concilio (la actitud ecuménica e interreligiosa, Teología de la Liberación, las Comu-‐ nidades Eclesiales de Base, los órganos colegiados, la liturgia inculturada, la renovación de la vida reli-‐ giosa, la apertura de los seminarios, y otros), pero sin implementar un nuevo modelo de Iglesia Cató-‐ lica capaz de diálogo con el mundo contemporá-‐ neo. La rigidez de la Iglesia para insistir en su con-‐ vicción de ser eportadora de la verdad absoluta en contraposición al "relativismo" del mundo ha creado una barrera de comunicación entre ellos. Por un lado estaba el cuerpo clerical facultado por el proyecto de restauración identitaria; y del otro estaba la gran masa de laicos y laicas reducidos a la condición de auxiliares de los curas, sino de simples usuarios de los servicios religiosos. El fracaso del proyecto de restauración identitatira llevó a la renuncia de Benedicto, pero no desman-‐
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teló su red de apoyo: ella tiene todavía tiene adeptos en la Curia romana -‐ su bastión principal -‐ en los Movimientos eclesiales que explícitan o di-‐ simuladamente cultivan la tradición tridentina, entre muchos obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas formados para ese modelo de iglesia. Aunque estos sectores declaran su obe-‐ diencia piadosa al Papa, hay indicios de que a ellos les desagradan tanto las críticas de Francisco a la ostentación mundana de las personas consagra-‐ das, como su aliento a una Iglesia pobre y servido-‐ ra de los pobres. Por otra parte, no se puede olvidar la importancia del patrimonio y activos económicos acumulados por la Iglesia: ellos pueden asegurarle una sobre-‐ vida independientes de los fieles. Ante esta situación de "empate técnico" entre los dos proyectos, ¿Cómo será la forma de un des-‐ empate para la Iglesia "en la salida"? Como se dijo antes, este desempate se decidirá ante la base formada por la gran comunidad católica, más que en los tribunales eclesiásticos. Es entonces necesa-‐ rio examinar qué sectores de la comunidad católi-‐ ca tienen afinidad con el proyecto de Francisco. La Iglesia "en salida" no puede contar ni con los Movimientos tradicionalistas, ni con los oriundos de Renovación Carismática que vuelven a los tiempos de Pío XII -‐ como Shalon, Toca de Assis, Nueva Canción y otros. Tampoco puede contar con los fieles practicantes del catolicismo popular-‐ devocionales y protector. El apoyo de la Iglesia "en salida" sólo puede residir en sectores cuyas raíces se encuentran en el Concilio Vaticano II: por un lado, el sector polarizado por las Comunidades Eclesiales de Base y Pastoral Social; y por el otros, los diversos grupos congregados por el Movimien-‐ to carismático. Veamos esto más de cerca. El catolicismo de la liberación es fruto de la recep-‐ ción latinoamericana del Concilio Ecuménico de 1962 a 1965 y tuvo importancia por el desempeño de las Comunidades Eclesiales de Base -‐ CEB -‐ Pas-‐ toral Social junto con los movimien-‐ tos sociales. Tiene su fundamenta-‐
ción en la Teología de la Liberación que, mientras era descalificada en espacios ecle-‐ siales oficiales, se mantiene muy viva en la socie-‐ dad brasileña. Aunque minoritario tiene,en el epis-‐ copado, el clero y sobre todo en la intelectualidad católica El catolicismo carismático es hoy la forma hege-‐ mónica de la Iglesia en Brasil. Introducido en la dé-‐ cada de 1970 por la Renovación Carismática Cató-‐ lica -‐ RCC -‐ que combina la oración de alabanza, la música y la curación. Su organización a través de los grupos de oración apoyados por equipos de servicio le dan una gran autonomía respecto a las autoridades eclesiásticas, mientras que su énfasis en la práctica de los sacramentos favorece su inte-‐ gración en las estructuras parroquiales. En la dé-‐ cada de 1990 el movimiento carismático se dividió en dos partes: uno asume la pastoral de las pa-‐ rroquias dándole el tono carismático, mientras que los otros forman “comunidades de vida" y " de alianza", que poco a poco retornaron al catolicis-‐ mo de la salvación individual revestido con un es-‐ tilo carismático. Es necesario tener en cuenta esta distinción, porque la RCC no se identifica con esos Movimientos ni con los sacerdotes mediáticos y si con los grupos de oración. También hay que seña-‐ lar que si bien la forma carismática es hegemónico hoy en la mayoría de las parroquias y las diócesis de Brasil, su fundamentación teológica sigue sien-‐ do frágil. Obsérvese que tanto el catolicismo de la libera-‐ ción como el carismático nacieron del Concilio Va-‐ ticano II, a pesar de que han tomado caminos di-‐ vergentes: mientras que los sectores polarizados por la CEB y la Pastoral Social, buscan hacer reali-‐ dad el Reino de Dios en el mundo de los pobres, los sectores sintonizados con RCC quieren implan-‐ tarlo en el corazón de cada persona; mientras unos realizan celebraciones que nutren la relación entre la fe y la política, los otros hacen celebra-‐ ciones de alabanza. Tales diferencias, sin embargo, no implican necesariamente incompatibilidad en-‐ tre estos dos frutos del Concilio Vaticano II, pues son como dos hermanos separados por las circuns-‐
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tancias históricas y no por enemistad o antago-‐ nismo de fondo. En este sentido, hay que recordar dos cosas: crece tanto el número de animadores CEBs que son miembros de grupos de oración ca-‐ rismáticos, como el número de personas que par-‐ ticipan activamente en las luchas sociales sin abandonar el camino de la oración carismática. Llegamos a la conclusión de este análisis de coyun-‐ trua eclesiástica recordando que Francisco co-‐ menzó su pontificado – con la construcción de puentes -‐ pidiendo que oren por él. Pero no sólo orar. También es necesario movilizar a la comuni-‐ dad católica para la realización de su proyecto. Después de años habituados a entender la "mi-‐ sión" como rebaño de personas atraídas por la Iglesia para llevarlos a la práctica de los sacramen-‐ tos, asumir el proyecto de la Iglesia "en salida" re-‐ quiere elaboración teórica y acciones prácticas. Teórica, porque se trata de recuperar y actualizar la visión del Concilio Vaticano II; practicar, porque se trata de construir una "nueva manera de ser Iglesia" no desde el templo, sino de las casas y la calle. Francisco es sin duda el personaje principal de este proyecto, pero sólo podrá lograrlo con la ayuda de los sectores intermedios de la iglesia -‐ obispos, sa-‐ cerdotes, religiosos y religiosas -‐ y la movilización de las bases. En esto radica el punto clave de este análisis: de la participación activa de laicos y laicas depende el éxito del proyecto de Iglesia “en sali-‐ da”. En este sentido, es esencial la reconciliación y el entendimiento entre los sectores católicos pola-‐ rizados por las CEBs y Pastorales Sociales y los sec-‐ tores de los y grupos agregados de oración de raí-‐ ces carismáticas. Desde allí se puede hacer crecer su cooperación en favor del éxito del proyecto de Iglesia “en salida”.
rán fuerza en la medida que los sectores de la liberación y los sectores carismáti-‐ cos caminaran juntos. Esta tarea no es fácil, pero es en la crisis que somos más creativos. Notas del autor: 1.-‐La sociología inspirada por E. Durkheim hace ver a la Iglesia como la institución que hace visible la comunidad de los creyentes. Es en la gran comu-‐ nidad católica la base sobre la cual se asienta la Iglesia como institución social. Dos imágenes ilus-‐ tran bien esta teoría: el iceberg (donde la parte sumergida hace flotar la parte visible) y el árbol que sólo puede ser sostenido por las raíces capila-‐ res bajo la tierra. La relación entre la institución eclesiástica y la comunidad católica reside la expli-‐ cación de su estructura y dinámica. Este tema fue presentado en el 38 º Congreso de Teología Moral, en São Paulo, y el texto original se encuentra en L.Pessini L. y R. ZACHARIAS: Ética Teológica y Transformaciones Sociales, p. 159-‐181: Sanctuary, 2014. 2.-‐Una comparación de los datos del censo de 2000 y 2010 indica que está llegando a su fin la "cultura católica de larga duración" que durante siglos ha sido una característica de Brasil. No se necesita de sofisticados análisis para predecir que cuando los niños actuales, los adolescentes y los jóvenes llegarán a la edad adulta (mientras mue-‐ ren las personas mayores actuales), el catolicismo no tendrá el peso que aún tienen en la sociedad brasileña. Sin embaro mas importante, que la dis-‐ minución numérica es la fragilidad de la identidad religiosa: aunque muchas familias siguen transmi-‐ tiendo a las nuevas generaciones el catolicismo, se difunde cada vez más entre las nuevas generacio-‐ nes el modelo religioso de "creer sin pertenecer" o "espiritualidad no -‐religiosa "que son fruto de la desafección a las instituciones religiosas.
Estamos en medio de una crisis eclesial donde sec-‐ tores intermedios importantes obstruyen el pro-‐ yecto papal de Iglesia “en salida". Para desobs-‐ truir el proceso y llevar adelante el proyecto es 1 6 . S i J e s ú s d i o l a C o m u n i ó n a J u d a s , e l Iscariote, con mayor razón la daría a los indispensable y esencial movilizar a separados y divorciados vueltos a casar las bases de la Iglesia que sólo gana-‐ 24 00:12:49 de septiembre de 2014
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No negarás mi Cuerpo y mi Sangre; porque es impensado imaginar a Jesucristo que niegue la Comunión Sacramental a una mujer o un hombre...(M A Velásquez). Entre los días 5 y 19 de octubre próximos se reali-‐ zará en Roma la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos para la Familia convo-‐ cado por el papa Francisco. Las expectativas del Pueblo de Dios se encumbra-‐ ron con el llamado Cuestionario del Papa que, co-‐ nocido en noviembre de 2013, sorprendió por la audacia evangélica de entrar en las profundidades de la vida familiar. Revelaba así la intención veraz de la Iglesia por compartir “los gozos y las espe-‐ ranzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los po-‐ bres y de cuantos sufren” GS 1. Luego, las respues-‐ tas, analizadas en el Instrumentum Laboris (publi-‐ cado el 26 de junio de 2014), dejaron al descubier-‐ to lo que todos intuían: la enorme brecha entre las enseñanzas morales de la Iglesia y la vida de los fieles; en síntesis, la consabida diferencia entre la ortodoxia y la ortopraxis. En el lapso transcurrido entre la convocatoria del sínodo y el comienzo del mismo han sucedido una serie de hechos significativos, que han puesto en relieve la existencia de un grave conflicto al inte-‐ rior de la Iglesia, referido al llamado problema de “la comunión de los separados y divorciados vuel-‐ tos a casar”. El conflicto actualiza las diferencias entre quienes defienden las cuestiones dogmáticas y los pastoralistas. Se trata de despejar teológica-‐ mente el ámbito de la Ley y el de la misericordia. Se replica así la misma pugna con la que el Hijo de Dios era confrontado reiteradamente por los maestros de la Ley. Anticipándose en algunos días a la convocatoria del sínodo, el cardenal Gerhard Müller publicó en L´Osservatore Romano el 23 de octubre de 2013 el documento “La fuerza de la gracia”, donde enfati-‐ zaba la doctrina de la indisolubilidad del matrimo-‐ nio. A los pocos días, el 7 de noviem-‐ bre de 2013, el cardenal Reinhard
Marx declaró públicamente que «el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe no puede acabar con la discusión» sobre el te-‐ ma de los divorciados vueltos a casar, por ser ma-‐ teria del esperado sínodo. Posteriormente, en el consistorio realizado en febrero de 2014 en Roma, el cardenal Walter Kasper expuso un extenso do-‐ cumento encargado por el mismo papa Francisco para iluminar los caminos de apertura a la comu-‐ nión de los separados y divorciados vueltos a ca-‐ sar. El papa, junto con ovacionar efusivamente al cardenal Kasper, al día siguiente comentó el traba-‐ jo diciendo que “esto se llama hacer teología de rodillas”; en una escueta alusión a la teología de la misericordia. Faltando escasos días para el Sínodo, un grupo de cinco cardenales (Gerhard Müller, Raymond Burke, Walter Brandmüller, Carlo Caffa-‐ rra y Velasio de Paolis) y cuatro teólogos (Robert Dodaro, John Rist, Paul Mankowski y Cyril Vasil) han publicado el libro “Permaneciendo en la ver-‐ dad de Cristo: matrimonio y comunión en la Igle-‐ sia”, destinado a dar una respuesta contundente al documento del cardenal Kasper que sustenta el espíritu de misericordia del papa. Recientemente, el 17 de septiembre, el mismo cardenal Kasper ha manifestado con gravedad la sorpresiva irrupción de este libro, diciendo “nunca me había sucedido nada parecido en toda mi vida académica”, y agre-‐ ga “durante el Concilio Vaticano II y en el post-‐ concilio existían las resistencias de algunos carde-‐ nales frente a Pablo VI, incluso por parte del en-‐ tonces Prefecto del Santo Oficio. Pero, si no yerro, no con esta modalidad organizada y pública.” Se articula así una oposición organizada contra la praxis de la misericordia. Y siendo la misericordia el sello distintivo del pontificado de Francisco, queda definida así también la oposición organiza-‐ da hacia su pontificado. El argumento aperturista (basado en la misericor-‐ dia) recurre a consideraciones escatológicas frente a la realidad del fracaso conyugal. En tal caso plan-‐ tea la obligación de la Iglesia de ofrecer una “tabla de salvación” que permita, a las personas involu-‐ cradas, enfrentar las exigencias de la vida familiar.
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Justifica así la acogida de algunos casos de segun-‐ das nupcias que permitirían sortear los impedi-‐ mentos que impone la incuestionable indisolubili-‐ dad conyugal (Mt 19, 6b). Paralelamente se busca expeditar los procesos de anulación matrimonial, removiendo así un obstáculo para el acceso a la Comunión Sacramental. Es evidente que el núcleo del conflicto teológico radica en el principio de la indisolubilidad del ma-‐ trimonio; un consejo que emana del derecho natu-‐ ral como la mejor garantía para fundar al núcleo esencial de la familia y de la sociedad, refrendado por el mismo Jesucristo, quien recuerda la Ley mo-‐ saica diciendo: “lo que Dios ha unido, que no lo se-‐ pare el hombre.” Mt 19, 6b. Si la indisolubilidad del matrimonio es incuestio-‐ nable, los argumentos aperturistas parecieran ne-‐ cesitar resquicios para habilitar el imperio de la misericordia que permita el acceso a la comunión de los separados y divorciados vueltos a casar. Pe-‐ ro, ¿es la indisolubilidad el núcleo del problema del acceso a la Comunión Sacramental? El núcleo de la dificultad para acceder a la Comu-‐ nión Sacramental parece estar en la condición dogmática de la facultad para comulgar, cual es encontrarse el comulgante en estado de gracia, va-‐ le decir, libre de pecado mortal. En el Nuevo Testamento, donde nace la Comunión Sacramental, no existe ninguna evidencia que in-‐ dique que para recibir el Cuerpo y la Sangre del Hi-‐ jo de Dios sea necesario estar en estado de gracia. Es más, en la Primera Comunión de la historia, ocurrida con ocasión de la Ultima Cena (en la insti-‐ tución de la Eucaristía), comulgaron con Jesucristo sus doce apóstoles, incluido Judas, el Iscariote. Al-‐ gunos Evangelios dan cuenta que Judas ya no es-‐ taba en estado de gracia al momento de comulgar. En efecto, el Evangelio de Lucas relata: “Satanás entró en Judas, por sobrenombre Iscariote, uno de los Doce; quien acudió a discutir con los sumos sa-‐ cerdotes y los guardias un modo de entregarlo.” Lc 22, 3-‐4.
Judas, llevando en su corazón el gravísimo pecado de la traición, accede a la Comu-‐ nión Sacramental con pleno consentimiento del mismo Hijo de Dios, quien luego de compartir “la copa de la nueva alianza”, advierte a sus apósto-‐ les: “Pero, ¡cuidado!, que la mano del que me en-‐ trega está conmigo en la mesa. El Hijo del Hombre sigue el camino que se le ha fijado; pero, ¡ay de aquél que lo entrega!” Lc 22, 21-‐22. (Incluso en el Evangelio de Juan, el apóstol explicita un gesto significativo de Jesús: “Remojó el pan, lo tomó y se lo dio a Judas el de Simón Iscariote. Detrás del bo-‐ cado Satanás entró en él. Jesús le dice: "Lo que tie-‐ nes que hacer hazlo pronto.” Jn13, 26b-‐27.) Entonces, es evidente que el mismo Jesucristo, “el quita el pecado del mundo”, estaba en total con-‐ ciencia del grave pecado de Judas; condición que no impidió que el Hijo de Dios le concediera el sa-‐ cramento de la comunión. En consecuencia, Jesu-‐ cristo dio la Comunión Sacramental a Judas, el Is-‐ cariote, pese a tener plena conciencia que no es-‐ taba en estado de gracia. Con el gesto elocuente de Jesucristo en la Última Cena, queda el desconcertante testimonio que Je-‐ sús no impide la Comunión Sacramental en un ca-‐ so de pecado de gravedad extrema, como es la traición de Judas. Luego, todo indica que el Hijo de Dios no negaría el sacramento de la comunión a las personas que con muchísimo menos culpa, han caído en la vida, como es el caso de las personas separadas y divorciadas vueltas a casar. Así, queda claro que Jesucristo al instituir el sacramento de la Eucaristía, elevó también la misericordia a la altura del signo más sublime de la acogida cristiana mani-‐ festado en la Comunión. En ese momento solem-‐ ne, Jesucristo -‐Sumo y Eterno Sacerdote-‐ testimo-‐ nia en los hechos lo enseñado previamente: “Los que están buenos y sanos no necesitan médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan el significado de estas palabras: “Lo que quiero es que sean compasivos, y no que ofrezcan sacrificios.” Pues yo no he venido a llamar a los justos, sino a los peca-‐ dores.” (Mt 9, 12-‐13). Actualizaba así aquella ad-‐
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vertencia profética de Oseas: “misericordia quiero y no sacrificios” (Os 6,6). Visto así, pareciera que Jesucristo, antes de pade-‐ cer, estaba dejando a sus apóstoles un nuevo mandamiento pastoral: No negarás mi Cuerpo y mi Sangre; porque es impensado imaginar a Jesu-‐ cristo que niegue la Comunión Sacramental a una mujer o un hombre, dejándolos hambrientos y se-‐ dientos del amor sacramental de Dios, especial-‐ mente cuando más necesitan del alimento fecun-‐ do de su Cuerpo y de su Sangre para animarlos a reemprender los duros desafíos de la vida y las obligaciones familiares. Marco Antonio Velásquez Uribe www.reflexionyliberacion.cl 17. Los invitados a la mesa del Señor
Blog de Oscar Fortin, 18.09.14 “Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. » “Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. » Hace poco, cinco cardenales, juntos a unos teólogos, escribieron un libro en contra de que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar. Los comentarios no se hicieron esperar, la mayoría cuestionando las conclusiones de estos doctores de la ley. Yo hice un breve comentario que quiero desarrollar un poco más en el presente articulo. ¿Qué decía mi comentario? “Hay dos lógicas, la de la doctrina y la de la fe. Las lógicas de una y de la otra no son las mismas. La primera anda con la lógica cartesiana y la segunda con la lógica del corazón. La primera se pierde en las lógicas de la compasión, de la misericordia, de la acogida, de la reconciliación generada por el amor. Jesús no vino a sanar a los que se piensan y se dicen en salud, sino a los enfermos, a los que piensan y
sientan que necesitan ser sanados. Estos cinco cardenales y los unos teólogos que les acompañan, ilustran muy bien la salida de Jesús en contra los fariseos y doctores de la ley que nos cuenta el evangelista Mateo en el capitulo 23. Estos cardenales no encontraron la lógica de la fe, de la salvación, tampoco la del juicio final de que nos habla también Mateo en el capitulo 25. En lo que nos corresponde, basta que sepamos que el corazón de Jesús nos dice a todos y a todas Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá jamás sed.” La Fe no es una doctrina sino una vida Me parece muy importante poner de relieve el hecho de que la fe no es una doctrina que se adquiere por conocimientos basados en razonamientos sino una gracia que nace de por adentro y que transforma nuestra vida. La fe es ante todo un principio de vida que se alimenta a una fuente que está encima de todos los conocimientos. En este sentido ella está accesible a todas las personas de buena voluntad poco importa el nivel de sus conocimientos. En mi comentario yo hablo de las dos lógicas, la de la razón y la de la vida. La primera sirve a ordenar las doctrinas y las leyes, dándoles una coherencia interna. Los jueces del mundo se dejan guiar por ella para enjuiciar a los que no la respetan. La segunda lógica queda pendiente tanto de la vida que nos sorprende a cada paso que por la acogida que le damos. Se trata, en este ultimo caso, de la lógica del encuentro, del corazón, de la compasión, de la solidaridad, de la misericordia, de la verdad, de la justicia, del amor gratuito, del don absoluto y también de la esperanza. A base de la lógica cartesiana es evidente que los doctores de las doctrinas no pueden entender esa lógica de la vida, del vivir. Su mundo en que se reconocen es mas el del saber que del ser. Todo tiene que encuadrarse en la coherencia de una lógica cartesiana. Jesús se pone a la defensa de los pecadores
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El discurso que dirige Jesús a los fariseos y doctores de la ley (Mt. 23) así que el juicio final (Mt.25) constituyen las referencias principales de su pensamiento sobre el uso de las dos lógicas. Con los doctores de la ley que le buscan trampas Jesús les habla así: Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! Por eso, yo voy a enviarles profetas, sabios y escribas; ustedes matarán y crucificarán a unos, azotarán a otros en las sinagogas, y los perseguirán de ciudad en ciudad. Con el juicio final nos dice lo que es mas importante "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver" "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" A los otros dirá
sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron". Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo. Conclusión Ya vemos que el juicio final no se refiere a ningún pecado relacionado a la doctrina sino a los comportamientos humanos. Hay los que supieron responder a la solidaridad humana y los otros que se quedaron encerrados en sus doctrinas, en si mismos. La ley fundamental es la del amor fraternal. La lógica de esta ultima se encuentra en el dialogo de los unos con los otros y, fundamentalmente, con el Espíritu de Jesús que distribuye sus dones como bueno lo entiende. La lógica del Espíritu Santo supera todas las otras lógicas. “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. » Mc. 2:17 “Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. » Jn. 6:35 El Jesús de la Ultima Cena no pone ni una condición a quien quiere acercarse para compartir en la fe el pan de la vida. Su pan lleva salud, animo, comprensión, humildad, confianza y amor renovado. No hay que cerrar la puerta a nadie. Jesús sabrá arreglárselo con sus visitantes. Oscar Fortin El 17 de septiembre 2014
Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y
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