Folleto celebraciones 2013

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© Asociación Hermanos Maristas de Guatemala. Provincia de América Central. Residencia Provincial, Guatemala. 20 Ave. 17-70, zona 11 - Apartado 5 - H. Tel: (502) 23 22 06 17 - www.maristasac.org Guatemala, enero 2013. Realización: Comisión Provincial Pastoral Juvenil Vocacional Oficina de Comunicaciones Marista


CON-VOCADOS DESDE EL AMOR

Lo que tienen en sus manos es un instrumento más para potenciar la pastoral vocacional en nuestras comunidades. Conscientes que la Pastoral vocacional es tarea de toda la Iglesia, nos atrevemos a recopilar oraciones y celebraciones, que nos ayuden en la oración personal y comunitaria. Encontrarán 70 cortas oraciones para el uso personal o comunitario, y 12 esquemas para una celebración mensual o para ocasiones especiales. La P.V. ha de ser una expresión más del Amor que Dios Padre tiene a la humanidad, a su Iglesia y a cada uno de nosotros, hasta tal punto que envió a su Hijo Jesucristo y nos anima constantemente por su Espíritu. Agradecidos y confiados en este amor nos dirigimos al Señor acogiendo sus palabras, porque nos sentimos con-vocados.

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En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: La mies es mucha, y los obreros pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Lc 10, 1-2





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1. Señor Jesús, tú que eres el camino Señor Jesús, tú que eres el camino, la verdad y la vida, aduéñate de mis pasos, seduce mi libertad y ven a mi encuentro para que siempre pueda elegirte compañero. Sal al paso de quienes van por los caminos de este mundo sin saber que tú caminas a su lado y haz que, al descubrirte junto a ellos, se dejen alcanzar por ti y te acojan como Señor que se ha hecho hermano. Mira a los jóvenes de nuestra comunidad, llama y escoge a los que quieras, disipa sus dudas y sus miedos, para que se atrevan a seguirte y te acepten como amigo. 2. Oración al Espíritu Espíritu Santo. Tú eres luz y fuerza. En ti pongo toda mi vida, condúcela por los caminos del Padre. Que sea capaz de comprender tus huellas en la historia, en los hombres y mujeres, en los acontecimientos y en los signos de los tiempos de nuestro siglo, en la comunidad de los congregados en torno a Cristo, la Iglesia. Que nuestra vida esté siempre llena de buenos sentimientos de amor a Dios Padre y al prójimo, como fue la vida de Jesús, liberador y salvador. Haznos descubrir cada día tu querer, a fin de que el Reino de Jesús se haga presente en nuestra tierra, en todo el mundo

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y en la espera de su plenitud te glorifiquemos, Padre, por los siglos de los siglos. Amén. 3. Oración al Espíritu Santo Espíritu de amor eterno, acuérdate de cuando, en Pentecostés, descendiste sobre los apóstoles, y mira a la Iglesia que tiene hoy una particular necesidad de sacerdotes, de consagrados y de consagradas. Espíritu Santo, Manantial perenne de gozo y de paz, abre los corazones y las mentes de los jóvenes para que una nueva floración de santas vocaciones manifieste la constancia de tu amor, y todos puedan conocer a Cristo, luz verdadera del mundo. Amén. 4. Animados por tu Palabra Iluminados y animados por tu Palabra, te pedimos, Señor, por todos aquellos que ya te han seguido y ahora viven tu llamada. Por los obispos, presbíteros y diáconos; y también por tus consagrados religiosos, hermanas religiosas; también por tus misioneros y por los laicos y laicas generosos que entregan su vida por el Reino. Sostenlos en las dificultades, protégelos en la persecución, confírmalos en la fidelidad. Te pedimos por aquellos que están abriendo su corazón a tu llamada, o se preparan ya a seguirla. Que tu Palabra los ilumine, que tu ejemplo los conquiste,


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que tu gracia los guíe. Que tu Palabra, Señor, sea para todos ellos guía y apoyo, para que sepan orientar, aconsejar, sostener a los hermanos con aquella fuerza de convicción y amor que Tú posees y que Tú sólo puedes comunicar. Amén. 5. Manifiesta a la juventud Señor, manifiesta a la juventud el amor que le tienes. Que los jóvenes sepan descubrir tu amor y seguirte. Que vean en ti que eres la Verdad, la Luz y la Vida. Que ninguno de los que han sentido la llamada, acallen tu voz, ni tengan miedo a lanzarse mar adentro. Que se fíen plenamente de ti, y sepan salir de su puerto, y navegar contigo al rumbo que tú marques. Dales un corazón generoso, dispuesto siempre a darlo todo por ti, a través de la entrega a los hermanos. Por ellos te pedimos, para que sepan comprender y puedan dar la respuesta que tú esperas. Amén. 6. Llamados a participar Señor Jesús, que nos has llamado a participar de tu misión, concédenos lo que te pedimos con fe: Que te amemos con ardor, donde te haces presencia. Que hagamos vida en nosotros tu mandato de caridad a los hermanos, sobre todo a los más necesitados. Que seamos exigentes con nosotros mismos y desprendidos para los demás. Acrecienta en nosotros el amor a la Iglesia y danos las vocaciones que necesitamos. Jesús, Señor de nuestras vidas. nos has llamado para imitarte y unirnos a Ti.

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Haznos sembradores de la fe y de la semilla de la vocación. Vocaciones que lleven por el mundo tu amor. Concédenos la gracia de servirte fielmente. Amén. 7. Despierta en mí la vocación misionera Señor Jesús, dijiste a tus discípulos: “Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Nueva a todos los pueblos”, conserva en mí la vocación misionera. Te agradezco el don que me has dado al llamarme al seno de la Iglesia y te pido me ayudes a compartir mi fe con quienes te conocen y con los que aún no lo han hecho. Te ruego envíes obreros a recoger la mies. Y haz que quienes trabajan aquí y en los más lejanos lugares del mundo, anunciando el Evangelio, no desmayen en su misión. Amén. 8. Suscita más misioneros. Señor, cuando vemos que tu espíritu y amor nos impulsa a dejar patria, familia y mucho de lo que más queremos, para ir a anunciar tu amor y la fraternidad, no podemos menos que darte gracias y decirte que creemos más en Ti, que sigues presente en el mundo, actuando y dando felicidad. Suscita más misioneros para que sean un testimonio vivo cada día; que estén cerca, para contagiar fe y amor. Que no desmayemos, Señor, que nuestro testimonio


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deje una huella de verdad, valentía, amor y esperanza. Danos luz para comprender y fuerza para decidir, porque Tú nos vuelves a invitar a seguirte cada día, porque cuentas con nosotros; con cada uno. 9. Señor, sigue llamándonos Señor Jesús, que has llamado a quienes has querido, llama a muchos jóvenes a trabajar contigo. No te canses, Señor, de llamarnos porque siempre que te escuchamos, una gota de Amor cae en nuestro corazón. Bendice a todos los jóvenes del mundo y haz que, como María, sepamos responderte siempre: “Hágase en mí según tu Palabra”. 10. Oración por las vocaciones sacerdotales Señor Jesús escucha la plegaria humilde y confiada de tu Iglesia que necesita nuevos sacerdotes. Nuestra oración hoy es por los jóvenes, para que muchos de ellos, al encontrarse con tu mirada, se sientan llamados a seguirte, y, sabiendo dejar todo, encuentren en el sacerdocio la razón y el sentido de su vida. Concédeles fortaleza y generosidad para responder a su vocación sacerdotal. Haz que todos los seminaristas tengan como meta y compromiso: “ser con nosotros auténticos cristianos y ser para nosotros santos sacerdotes”. Te pedimos también por todos los presbíteros,

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para que vivan ilusionadamente su entrega y servicio a los hombres y a la comunidad de hermanos, que es tu Iglesia. Que sean, por la santidad de su vida, signos de amor y misericordia, de paz y esperanza en medio del mundo. Y, unidos a su Obispo y al Papa, acrecienten la fe de todo tu pueblo. 11. Señor, hazme servicial Señor, ¿de qué me sirve la vida, la amistad y la alegría, si sigo igual que ayer?... Señor, ¿de qué me sirve escucharte si no estoy dispuesto a arrimar el hombro para ser útil a los demás? Señor, ¿de qué me sirve todo cuanto tengo si soy egoísta y prefiero quedármelo todo y no compartirlo con los demás? Señor, hazme ser servicial, generoso, comprometido, para que mi ser rebose de alegría al sentirme útil a los demás. Porque tú lo hiciste, enséñame a mí también a hacer lo mismo. 12. Arriesgar mi vida Que marcado con tu cruz, no tenga miedo a la vida y ni a los oficios en que se arriesga la vida; los oficios en que se tienen responsabilidades... Los demás bien pueden ser prudentes, y tú dijiste que hay que ser locos. Los demás creen en el orden; tú me has dicho que crea en el amor. Los demás piensan que hay que conservar, tú me has dicho que hay que dar.


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Los demás se instalan. Tú me has dicho que hay que caminar, y estar preparado a la alegría y al sufrimiento, al fracaso y al éxito, a no confiar en mí, sino en ti, a jugar el juego cristiano sin preocuparme de sus consecuencias, y, finalmente, a arriesgar mi vida, contando con tu amor... (P. Yoli) 13. Concédenos la abundancia de tu vida Señor Jesús, Pastor bueno, que has ofrecido tu vida para que todos tengan la Vida, danos a nosotros, comunidad extendida por todo el mundo, la abundancia de tu Vida, y haznos capaces de testimoniarla y comunicarla a los demás. Señor Jesús, concede la abundancia de tu Vida a todas las personas consagradas a ti. Hazles felices en su entrega, infatigables en su ministerio. Que su ejemplo abra otros corazones para escuchar y seguir tu llamada. Señor Jesús da la abundancia de tu Vida a las familias cristianas, para que sean fervorosas en la fe, favoreciendo así el nacimiento y el desarrollo de nuevas vocaciones consagradas. Señor Jesús, da la abundancia de tu Vida a todas las personas, de manera especial a los jóvenes que llamas a tu servicio; ilumínales en la elección; ayúdales en las dificultades; sostenles en la fidelidad; haz que estén siempre dispuestos a ofrecer generosamente su vida según tu ejemplo para que otros también la tengan.

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14. Apóstol “Ven y sígueme”, te ha dicho el Señor, “quiero hacerte pescador de hombres”. Agradece sinceramente su llamada y responde con sinceridad a su invitación. No tengas miedo de dejar tu barca y empezar a caminar con Él. No te llamó para la angustia, ni para la soledad y la frustración. El no quiere seguidores amargados. o discípulos de rostro triste. Te invita a una aventura inmensa y a ser para siempre un apóstol enamorado. Te llama a gozar de su intimidad y a participar de su confianza. Te invita a servir al mundo y a luchar por la dignidad del hombre. Tienes un testimonio que muchos esperan y una palabra que es urgente pronunciar. Nada temas: Ni el dolor, ni el fracaso, ni la persecución, ni el llanto. Él va contigo hasta el final. Sus palabras están puestas en tus labios. Déjate llevar por Él. 15. Envíanos familias generosas Señor Jesús, que viviste tu familia de Nazaret, cumpliendo la voluntad del Padre en la obediencia a María y a José. Concédenos por su intercesión, familias generosas, que animen y apoyen la vocación de sus hijos e hijas. “Oh Jesús, Buen Pastor, acoge nuestra alabanza y nuestro sincero agradecimiento por todas las vocaciones que, mediante tu Espíritu, regalas continuamente a tu Iglesia. Asiste a los Obispos, presbíteros, misioneros, y a todas las personas consagradas; haz que den ejemplo de vida verdaderamente evangélica.


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Multiplica los evangelizadores para anunciar tu nombre a todas las gentes. Protege a todos los jóvenes de nuestras familias y comunidades: concédeles generosidad y prontitud para seguirte. Vuelve también hoy tu mirada sobre ellos y llámalos. Concede a todos los llamados la fuerza de abandonar todo para elegirte sólo a Ti, que eres el Amor. Escucha, oh Cristo, nuestra oración por intercesión de María, madre tuya y reina de los apóstoles. Ella, que por haber creído y respondido generosamente es la causa de nuestra alegría, acompañe con su presencia y su ejemplo aquellos que llamas al servicio total de tu Reino. Amén. 16. Libres para seguir a Jesús Señor Jesús, hoy sigues llamando a muchos jóvenes, para que estén contigo y anuncien el evangelio. Dales fortaleza y generosidad para que se liberen de todas las ataduras que anudan su corazón. Sé tu mismo su libre libertad para que puedan seguirte. Que todo lo que tienen ahora por ganancia, al conocerte a ti lo tengan por pérdida. Que atraídos por ti se animen a venderlo todo, a darlo a los pobres, y entreguen su propia vida en la honda y sencilla alegría de tu pobreza. Que la esperanza de tu Reino los seduzca hasta el fondo de su ser. Que pongan sus pies donde tú pusiste tus pasos, compartiendo tu vocación y tu destino. Haz que, mañana, como apóstoles pobres y humildes, libres en tu misma libertad

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lleven tu presencia a los hermanos. Y en la aurora de un tiempo nuevo vivan contigo la aventura de un primer Pentecostés. 17. Vayan y proclamen el evangelio Señor Jesús, que prometiste tu presencia en medio de quienes se reúnen en tu nombre, y que enviaste a tus discípulos de dos en dos haciéndote presente en ellos; mira a tu Iglesia en oración, pues intenta una nueva evangelización por todo el mundo, tú eres el mismo evangelio que hemos de anunciar hoy a quienes todavía no te conocen o no te siguen, en todos los pueblos y ciudades donde quieres llegar. Tu Iglesia necesita que muchos jóvenes, provocados en su corazón por ti, se decidan a darte la vida y quieran configurarse contigo, tomando como único quehacer el anuncio de tu evangelio. Te pedimos que escuchen tu voz; atráelos hacia ti y hazlos tuyos, para que emprendan el camino de anunciar a todos los hombres, sus hermanos, la Buena Noticia de tu amor. Y que María, tu madre y primera discípula, que aceptó con generosidad su vocación, sostenga y acompañe a quienes has elegido para anunciarte. 18. Quien no se lanza mar adentro Quien no se lanza mar adentro nada sabe del azul profundo del agua, ni del hervor de las aguas que bullen, nada sabe de las noches tranquilas cuando el navío avanza dejando una estela de silencio, nada sabe de la alegría de quedarse sin amarras,


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apoyado sólo en Dios, más seguro que el mismo Dios. Desventurado aquel que se queda en la orilla y pone su esperanza en tierra firme, la de los hombres razonables, calculadores, seguros de sí mismos, que imaginan ser ricos y están desnudos, que creen construir para siempre y sólo amontonan ruinas que siempre les acusarán. (P. Lyonnet) 19. Necesito tus manos Necesito tus manos, para seguir bendiciendo; necesito tus labios, para seguir hablando; necesito tu cuerpo, para seguir sufriendo; necesito tu corazón, para seguir amando. Te necesito para seguir salvando a los hombres, mis hermanos. (M. Quoist) 20. Padre, haz de mí lo que quieras Padre mío, me abandono a Ti, haz de mí lo que quieras, lo que hagas de mí, te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Dios mío. Pongo mi alma en tus manos, te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo y porque para mí, amarte es darme entregarme en tus manos, sin medida,

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con infinita confianza porque Tú eres mi Padre. (H. Charles de Foucould) 21. Por los laicos Señor, Dios nuestro, que pusiste como fermento en el mundo la fuerza del Evangelio, concede a cuantos has llamado a vivir en medio de los afanes temporales que, encendidos de espíritu cristiano, se entreguen de tal modo a su tarea en el mundo, que con ella construyan y proclamen tu Reino. Amén 22. Amigos que te anuncian Señor Jesús: quisiste elegir amigos que compartieran tu misión. Te preguntaron: “¿dónde vives?” y les dijiste: “Vengan y lo verán”. Estuvieron contigo y fueron tus amigos también en el anuncio de tu evangelio. Y llamaron después a otros para estar contigo y realizar en tu nombre el Reino. Sigue convocando hoy a muchos. Que se sientan queridos por el Padre, seducidos por ti y alentados por el Espíritu. Que opten por ti, desde ti mismo, Tú que eres la bienaventuranza, Tú que eres nuestra suficiencia, que no tengan miedo al compromiso de entregarse a ti y a todos. Y sean para sus hermanos en la Iglesia y para todos los hombres, tus amigos que te anuncian desde la contemplación hasta el trabajo apostólico.


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23. Fermento en el mundo Señor Jesús: el Espíritu te ungió, para evangelizar a los pobres y te envió para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor. Y Tú, desde el Padre, enviaste al Espíritu sobre tus Apóstoles y los enviaste a ellos a proclamar que el Reino de Dios está cerca, para dar la Buena Noticia a los pobres y adelantar el año de gracia del Señor. Continúa llamando a muchos jóvenes para que prolonguen tu presencia al servicio de la comunidad cristiana, fermento en el mundo, y sean laicos, religiosos y sacerdotes que vivan y anuncien el Evangelio de tu gracia entre los pobres, en el espacio de esta tierra y en este tiempo de la historia. 24. Hazme conocer el camino Hazme, Señor, que conozca el camino. Haz que, como dice Jeremías, pueda yo poner señales en mi pasado: “vuelvan a ver los caminos del pasado, coloquen los puntos de referencia”. Ayúdame a entender las etapas de tu designio, los momentos de luz y los momentos de sombra, de prueba, al menos hasta los límites de lo tolerable. Dame a conocer en qué punto estoy en mi camino y dónde me encuentro. Señor, Tú que nos escrutas y nos conoces, sabes lo incapaces que somos de comprender tu misterio y el nuestro. Conoces nuestra incapacidad para hablar de estas cosas con verdad. Te rogamos, Padre, en nombre de Jesús: mándanos tu Espíritu que escruta la profundidad del hombre

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y sabe lo que nos hace capaces de conocernos como somos conocidos de ti en la profundidad del corazón ¡Oh, Sagrada Familia de Nazaret!, comunidad del amor de Jesús, María y José, modelo e ideal de toda familia cristiana, a ti confiamos nuestras familias. Abre el corazón de cada hogar doméstico a la fe, a la acogida de la Palabra de Dios, al testimonio cristiano, para que llegue a ser manantial de nuevas y santas vocaciones. (Juan Pablo II) 25. Vaso de arcilla Señor, planta en lo hondo de nosotros la semilla de nuestra vocación cristiana. Y después, en el tronco que las raíces profundas de la semilla han hecho crecer, injerta y vivifica, Señor, el sentido de la llamada y de la misión. No permitas que pequeñas o grandes dificultades nos hagan vacilar de esta convicción fundamental. Sé Tú mismo la raíz de nuestra debilidad hasta que podamos decir con el apóstol Pablo: somos un vaso de arcilla, pero nuestra fuerza viene de Ti: ¡Tú eres nuestra vida Señor Jesús! Tú, el sostén para nuestra palabra y para nuestra acción, porque no somos capaces de pronunciar las palabras justas y no podemos aclarar nada si no nos iluminas con tu resplandor, ¡y si el Padre no nos atrae con su fuerza!... Concédenos ser tus colaboradores abandonando todo por la obra del Padre para ser verdaderamente apóstoles enviados por ti. María, Madre del Señor, ayúdanos a comprender el Espíritu con que actuaron los apóstoles,


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y lo positivo de la vida, a fin de que no nos dejemos engañar de falsos valores, sino que sepamos elegir la verdad. 26. Cristo, me necesitas Cristo, no tienes manos, tienes sólo nuestras manos para construir un mundo nuevo donde habite la justicia. Cristo, no tienes pies, tienes sólo nuestros pies para poner en marcha a los hombres por el camino de la libertad. Cristo, no tienes labios tienes sólo nuestros labios para proclamar al mundo la buena noticia de su Evangelio. Cristo, no tienes medios, tienes sólo nuestra acción para lograr que todos los hombres sean hermanos. Cristo, somos la única Biblia que pueden leer aún, el único mensaje de esperanza dirigido a los hombres escrito con obras y palabras eficaces. 27. Espero en Ti, Señor Espero en ti, Señor, con la esperanza del hombre que camina en ilusión. Con la ilusión de quien cree en sí mismo. Espero en Ti, Señor, porque me fío de tu palabra, porque tu palabra al hacerse vida en mí, me dice que eres la Verdad. Espero en Ti, Señor, porque mi vida necesita de impulsos renovados, porque quiero ser testigo entre los hombres, de que hay una razón fuerte para vivir. Señor, que mi esperanza sea activa, que mi actitud de espera en el futuro

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me haga más ávido del presente. Señor, perdóname cuantas veces traicioné mi esperanza, con la traición de la vida cómoda e instalada, con la traición de quien sólo espera para sí, con la traición de quien ya no espera, porque lo inmediato le satisface. Señor, hazme sensible a la esperanza de los hombres: que comprenda a quienes carecen de lo mínimo y no pueden abrirse a la esperanza. Que luche por la esperanza de los hombres en los hombres. Que no cierre mi oído al grito de los hombres sin esperanza. Haz que ponga mi vida a su servicio; tendrán entonces, un motivo para esperar. ¡Señor, no quiero estar solo! 28. ¡Oh, Espíritu de verdad! ¡Oh Espíritu de verdad!, que has venido a nosotros en Pentecostés para formarnos en la escuela del Verbo Divino, cumple en nosotros la misión a la cual el Hijo te ha llamado. Llena de ti mismo todo corazón y suscita en muchos jóvenes el anhelo de lo que es auténticamente grande y hermoso en la vida: el deseo de la perfección evangélica y la pasión por la salvación de las almas. Sostén a los “obreros de la mies” y dona fecundidad espiritual a sus esfuerzos en el camino del bien. Haz nuestros corazones completamente libres y puros, y ayúdanos a vivir con plenitud el seguimiento de Cristo, para gustar como tu último don el gozo que no tendrá jamás fin. Amén. (Juan Pablo II)


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29. Tu nombre Señor Jesús, mi amor a la vida tiene un nombre: tu nombre. Tú eres aquél en quien yo creo, al creer en la vida. Tú eres aquél en quien yo espero, al esperar en la vida. Tú eres aquél a quien yo amo, al amar la vida. Sé Tú el que me dé la fuerza para creer, esperar y amar. Sé Tú el que encuentre cuando creo, espero y amo. Dios misterioso, corazón de la vida que amo, ayúdame a penetrar en ese gran misterio y a sumergirme en aquello que vivo. 30. Apóstoles en camino Señor Jesús, Apóstol del Padre, que llamaste a tus discípulos para que fueran apóstoles tuyos hasta el final de la tierra, convida a la misma vocación, consagración y misión, a nuevos jóvenes, para que sean discípulos y misioneros en la Iglesia evangelizadora. Amén. 31. Bendice a nuestros catequistas y a nuestras parroquias “Oh Jesús, Buen Pastor de la Iglesia, a ti te encomiendo a nuestros catequistas, que bajo la guía de los Obispos y de los sacerdotes sepan conducir a cuantos les han sido confiados a descubrir el auténtico significado de la vida cristiana como vocación,

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para que, abiertos y atentos a tu voz, te sigan generosamente. Bendice nuestras parroquias, transfórmalas en comunidades vivas donde la oración y la vida litúrgica, la escucha atenta y fiel de tu Palabra, la caridad generosa y fecunda, vengan a ser el terreno favorable para el nacimiento de una mies abundante de vocaciones. Oh María, Reina de los Apóstoles, bendice a los jóvenes, hazlos partícipes de tu dócil saber escuchar la voz de Dios y ayúdalos a pronunciar, como tú, un “sí” generoso e incondicional al misterio de amor y de elección al cual les llama el Señor.” (Juan Pablo II) 32. Te confiamos nuestra comunidad Jesús, Buen Pastor, suscita en todas las comunidades parroquiales sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, laicos comprometidos y misioneros, según las necesidades del mundo entero, al que Tú amas y quieres salvar. Te confiamos en particular nuestra comunidad: crea en nosotros el clima espiritual que había entre los primeros cristianos, para que podamos ser un cenáculo de oración en amorosa acogida del Espíritu Santo y de sus dones. Asiste a todas las personas consagradas. Guía los pasos de quienes han acogido generosamente tu llamada y se preparan a las órdenes sagradas o profesión de los consejos evangélicos.


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Vuelve tu mirada de amor hacia tantos jóvenes bien dispuestos y llámalos a tu seguimiento. Ayúdales a comprender que sólo en ti pueden realizarse plenamente. Confiando estos grandes intereses de tu corazón a la poderosa intercesión de María, Madre y modelo de todas las vocaciones, te suplicamos que sostengas nuestra fe con la certeza de que el Padre concederá lo que Tú mismo has mandado que pidamos. 33. Padre nuestro por los religiosos Padre nuestro que estás en el cielo, suscita religiosos y religiosas, que con su sóla existencia nos recuerden que sólo tú eres santo y sólo tú bastas para ser felices. Suscita, Padre, religiosos y religiosas, obreros y centinelas de tu Reino. Suscita, Padre, hombres y mujeres cabales, viviendo pobres, castos y obedientes a tu Palabra, a tu Voluntad. Levanta, Padre, en este desierto de hoy, comunidades, conventos y monasterios tan necesarios como el pan de cada día. Suscita, Padre, hombres y mujeres reconciliados, que irradien paz, misericordia y perdón y así nos enseñen la cima del Amor. 34. Padre nuestro por los laicos consagrados Padre nuestro, que estás en el cielo acrecienta el número de laicos en medio del mundo, consagrados a proclamar con obras y palabras, la santidad de tu Nombre. Capaces de ser luz y sal de tu Reino

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en medio de la calle y del trabajo, en el interior de las casas y de las familias. Dóciles a tu Voluntad de edificar un mundo nuevo, amando intensamente los bienes del cielo. Trabajadores del pan y de la paz de cada día. Testigos valientes y humildes de tu Amor que les pacifica, y les da fuerza para perdonar las ofensas. Firmes ante toda tentación, frente a los placeres y poderes de esta sociedad, adorándote a Ti, único Dios verdadero. Líbralos de los malvados y de todo mal que les aparte de ti. Amén. 35. Danos locos Oh Dios, danos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que aman con algo más que palabras. Oh Dios, danos locos, de los que se olvidan de sí mismos, de los que entregan su vida hasta el fin. Oh Dios, danos locos dispuestos a dar el salto hacia la inseguridad, hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza. Oh Dios, danos locos, de los que aceptan diluirse en la masa, de los que no utilizan la superioridad en su provecho. Oh Dios, danos locos enamorados de una forma de vida sencilla, liberadores eficientes, amantes de la paz. Oh Dios, danos locos dispuestos a aceptar cualquier tarea, a acudir donde sea con ternura. 36. Mujer de fe y confianza María, mujer de fe y confianza, abierta al Espíritu,


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disponible al Amor. María, río que lleva a la vida, plenitud de entrega y de acogida, mujer creyente. María, maravillada, asombrada, ante el don gratuito de Dios. Mujer que nos dio la vida en plenitud, gratuidad, amor. María, testigo de esperanza, hija pobre de Yahvé. estrella y faro en la noche, nos muestras la claridad de Dios. Nos alegramos contigo porque supiste guardar y hacer vida en ti, la Palabra de Dios. María, tú nos enseñas a amar, a escuchar, a acoger y a anunciar la Palabra, a servir al hermano, a luchar por el Reino, a ofrecer nuestro ser entero en disponibilidad de amor. Tú arriesgaste tu vida en el gesto de tu “sí”. Tú recibiste el Espíritu, fuego, vida, misión, Pentecostés. Eres Madre de la Iglesia y crece la vida por ti. Feliz eres tú que has creído, haznos creyentes deseosos de responder a las llamadas de tu Hijo. Nos alegramos contigo, haznos testigos alegres del Señor en el servicio a los demás. 37. Madre de la juventud Madre de la juventud, Virgen del silencio, Muchacha de Nazaret, en quien pudo más la generosidad que el miedo. danos el valor de imitar tu radical entrega. Madre siempre joven, tenemos una vida en nuestras manos y a veces, da la impresión que no sabemos en qué emplearla. Que el egoísmo no cierre los caminos

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que tú nos abres ni el miedo esterilice nuestros pasos. 38. Madre de la Iglesia A Ti nos dirigimos, Madre de la Iglesia. A Ti que con tu “fiat” abriste la puerta a la presencia de Cristo en el mundo, en la Historia y en las almas, acogiendo con humilde silencio y total disponibilidad la llamada del Altísimo. Haz que muchos hombres y mujeres escuchen, también hoy, la voz apremiante de tu Hijo: “Sígueme”. Haz que tengan el valor de dejar sus familias, sus ocupaciones, sus esperanzas terrenas y sigan a Cristo por el camino que Él les señale. Extiende tu maternal solicitud sobre los misioneros esparcidos por el mundo entero; sobre los religiosos y religiosas que asisten a los ancianos, enfermos, impedidos y huérfanos; sobre los miembros de los Institutos seculares, fermento de buenas obras; sobre aquellos que, en la clausura, viven de fe, amor, y oran por la salvación del mundo. Amén. 39. Virgen María, confianza en Dios. Virgen María, humilde hija del Altísimo, en Ti se ha cumplido de modo admirable el Misterio de la divina llamada. Tú eres la imagen de lo que Dios cumple en quien a Él se confía; en Ti la libertad del Creador ha exaltado la libertad de la criatura. Aquel que es nacido en tu seno ha reunido en un sólo querer la libertad salvífica de Dios y la adhesión obediente del hombre.


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Gracias a ti la llamada de Dios se salda definitivamente con la respuesta del hombre - Dios. Tú, primicia de una vida nueva, protégenos a todos nosotros en el “Sí” generoso del gozo y del amor. Santa María, Madre de cada llamado, haz que los creyentes tengan la fuerza de responder con ánimo generoso al llamamiento divino, y sean alegres testimonios del amor hacia Dios y hacia el prójimo. Joven Hija de Sión, Estrella de la mañana que guías los pasos de la humanidad hacia el porvenir, orienta a la juventud del nuevo Milenio hacia Aquel que es “la luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1,9). Amén. 40. Llena de gracia María, un día escuchaste la Voz de Dios que por medio del Ángel te llamaba “llena de gracia”. Él te dijo que quería contar contigo para llevar adelante su Plan de Salvación y Tú le dijiste que sí. Ese “sí” te llevó a que concibieras en tu seno a la Palabra hecha carne, a ponerte en camino para ir a servir a tu prima Isabel, a proclamar la grandeza de Señor, a dar a luz al Hijo de Dios en las afueras de Belén, a verlo crecer en estatura, sabiduría y gracia, a conservar y meditar todo en tu corazón, a ver cómo pasaba por el mundo haciendo el bien, a estar en pie junto a la Cruz contemplando la entrega total de tu Hijo por la Humanidad y escuchar de sus labios que desde aquel momento eras nuestra Madre.

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Por ello, Madre, a ti acudimos cuando vemos la necesidad que hoy tenemos de que haya muchos jóvenes que, siguiendo tu ejemplo de disponibilidad a la voluntad de Dios, quieran responder a la llamada que les hace tu Hijo a entregar totalmente su vida para pasar por el mundo haciendo el bien, siendo, en medio de los hombres y mujeres de hoy, signo y presencia del Buen Pastor que conoce a sus ovejas y da la vida por ellas. 41. María, enséñanos a ser fieles Santa, Virgen de nuestro caminar, fuente limpia de fe, Madre de todos los hombres. Haznos personas buenas y transparentes. Enséñanos a ser fieles a Jesús y vivir entregados en el servicio de los demás, buscando la Gloria de Dios y el bien de los hombres. Ruega Madre, por los jóvenes a Jesús, hazles sentir ayuda maternal. Concédeles la gracia de la vocación sacerdotal, religiosa y laical... Que sean fieles a la llamada. Amén. 42. María, Madre de todos María, Madre del Pueblo de Dios, te pedimos por todos los que creemos en Cristo, que lleguemos a la unidad y fraternidad que el mismo Cristo pidió para los suyos. Ten presente a nuestro mundo, inmerso en un mar de luchas y guerras, que llegue a la unidad y paz en Cristo. Te presentamos a nuestros sacerdotes y a quienes se preparan para serlo, que respondan en fidelidad a lo que tú esperas de ellos Te encomendamos a todos los consagrados, que sean testigos de las bienaventuranzas.


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Madre de los que luchan y se esfuerzan, mira a los jóvenes para que hagan de su vida una conquista en la superación y no se den nunca por vencidos. Madre de todos los hombres, que todos comprendamos nuestra vocación o llamada que nos dirige el Padre, y respondamos con generosidad a sus exigencias. 43. Madre, consérvame el corazón joven Santa María, Madre de Dios, consérvame el corazón joven, puro y transparente como una fuente. Consígueme un corazón sencillo, un corazón magnífico para entregarse, que sea compasivo, que sea amable; un corazón generoso y fiel que no olvide ningún bien, ni guarde rencor por ningún mal. Hazme un corazón manso y humilde, que ame sin exigir recompensas; decidido a amar a Dios sobre todas las cosas. Dame, Santa Virgen María, un corazón impaciente por ser cada día mejor; que solamente sea feliz amando mucho a Dios Padre y a los hombres, mis hermanos. Que te ame a ti con un corazón joven. María, consérvame el corazón joven Santa Maria, Madre de Dios consérvame el corazón joven, puro y transparente como una fuente. Consígueme un corazón sencillo, un corazón magnífico para entregarse, que sea compasivo, que sea amable; un corazón generoso y fiel que no olvide ningún bien, ni guarde rencor por ningún mal. Hazme un corazón manso y humilde,

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que ame sin exigir recompensas, decidido a amar a Dios sobre todas las cosas. Dame, Santa Virgen María, un corazón impaciente por ser cada día mejor; que solamente sea feliz amando mucho a Dios Padre y a los hombres, mis hermanos. Que te ame a ti con un corazón joven. 44. En el camino con María Virgen María, concédenos la gloria inacabada y joven de sentirnos siempre en camino. En camino hacia Dios, nuestro Padre. En camino con Cristo, nuestro hermano mayor. En camino con la Iglesia, pueblo de Dios. En camino hacia el mundo, hombres y mujeres hambrientos y sedientos de amor, justicia y paz. En camino hacia los pobres, todos los que puedan necesitar algo nuestro que podamos dar. En camino contigo, Madre, en caminos de servicio, en caminos de huida, en caminos de vocación y destino, en caminos de Dios, Santa María. Amén. 45. María, tu ejemplo nos ilumina María, tú has sido capaz de dar en plenitud, el sí a la propuesta y a los planes de Dios. Únicamente tú te has entregado, en absoluta disponibilidad a su voluntad amorosa y providente. Miramos tu ejemplo que nos ilumina y es estímulo que nos impulsa hacia el compromiso cristiano en la vida. Sentimos muchas veces, sin duda, la exigencia de Dios, su invitación o llamada a participar en la realización de sus designios grandes o humildes, importantes o de rutina diaria. Madre nuestra, María,


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enséñanos a abrirnos al Señor, a estar pendientes de su voz, y a decir sí con alegría. 46. María, modelo de consagración María, eres para nosotros modelo singular de consagración; aceptaste la palabra divina para consagrarte totalmente a la persona y obra de Jesús. Eres la mujer siempre disponible, la humilde y pobre esclava del Señor que nos estimula con su ejemplo a ser fieles a los designios del Espíritu Santo. Eres, también, la Madre de misericordia y la salud de los enfermos, que nos enseñas a compadecer el dolor humano y a aliviar los padecimientos y tribulaciones de los que sufren. Te pedimos que nuestras vidas estén siempre dispuestas a continuar la obra de Jesús. Que desde la disponibilidad seamos fieles a los designios del Espíritu; que las necesidades sociales, el dolor y la marginación nos estimulen a responder con nuestra vida a lo que Jesús quiere de nosotros. 47. Te damos gracias, con María Te damos gracias, Padre, porque has hecho en María grandes maravillas. Ella es una criatura como nosotros, pero Tú la hiciste Madre tuya. Estamos orgullosos de María, porque forma parte de nuestro pueblo. Nosotros la llamamos bienaventurada, pues Tú te fijaste en su humildad. Por ella, Jesús se hizo uno de nosotros, para que llegáramos a ser hijos tuyos. A través de María nos llegó tu misericordia: ahora estamos seguros que tu ayuda no nos faltará. Tu brazo nos protegerá siempre, si te aceptamos como ella en nuestras vidas.

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Has hecho de nosotros tu familia, y a tu Madre la hiciste Madre nuestra. Ella nos invita a cantarte; con ella te decimos: “Gracias, Padre nuestro”. 48. Súplica por las vocaciones Madre Inmaculada, Madre de la Iglesia, intercede por nosotros para que en nuestras comunidades cristianas surjan vocaciones por la vida sacerdotal, para la vida religiosa, para la entrega a la acción evangelizadora y misionera de la Iglesia. Amén. (E. Yanes) 49. Junto a ti María, has creado en tu corazón un espacio de libertad para Dios. Como gaviota libre, Dios ha cruzado los mares de tu ser. No hay fronteras, ni vallas en tus campos. Y tus ríos, son mares, y tus cielos, todo azul, sólo azul. Junto a ti, como un racimo, ha nacido la Iglesia; ha florecido en tus manos al impulso del Espíritu, y se ha estremecido gozosa, como el polluelo al levantarse del nido. Has dado alas al pueblo, para que sea, en su marcha, testigo de Jesús, Señor resucitado, liberador del hombre oprimido. María, eres madre de la Iglesia peregrina, como el pueblo antiguo; peregrina, en la nueva pascua, sellada con la sangre de tu Hijo. Camina junto a tu pueblo, que busca la vuelta a casa, que desea vivir con radicalidad su vocación cristiana.


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50. ¡Abre tu puerta! Señor: Tú llegas a nuestro mundo y nos invitas a abrir la puerta de nuestro corazón a todos los hombres. Tú ya nos dijiste que eres Tú quien viene cuando alguien llama a nuestra puerta. Tu palabra es ésta: “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, Yo entraré y cenaré con él y él conmigo”. Señor: que sepamos escuchar tu voz, esa voz que nos llega por nuestros hermanos. Que abramos la puerta para acogerte a Ti, y en Ti a todos los hombres. 51. Me llama tu voz Desde todos los rincones me está llamando tu voz. Siento tu mirada en muchos ojos que me miran. Oigo tu palabra en muchas voces que me gritan. Y en aquellos que me necesitan, veo tu mano extendida. Eres Tú quien me pregunta cuando veo ese niño hambriento, o esa madre extenuada con su hijo a la espalda. Sé de muchos hombres que no oyen tu evangelio, y de otros que malviven en chabolas malolientes, y de muchos más que roban para poder seguir viviendo. Y todos ellos me gritan en silencio

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que no viva tan tranquilo. ¿Qué puedo hacer yo? Esos niños que juegan en el barro porque no hay sitio para ellos en la escuela, y ese hombre sin ganas de vivir porque no encuentra sentido a su vida, y tantos que sufren en las cárceles, y los que, libres, no tienen libertad, porque otros les niegan la palabra... Pero también en todos ellos, y desde todos los rincones de la tierra, me está llamando tu voz. 52. Me llamas Cristo Jesús, Tú eres el que me ama hasta la vida que no se acaba. Esperas de mí no algunas migas, sino toda mi vida. Eres el que, día y noche, ora en mí. Mis balbuceos son oración: pronunciar tu solo Nombre, Jesús, colma de comunión. Eres el que cada mañana pone en mi dedo el anillo de pródigo, anillo de fiesta. ¿Habré cambiado el resplandor de Dios por un fulgor cualquiera? ¿Habré abandonado la fuente del agua de vida para construirme aljibes agrietados que no retienen el agua? Tú, Cristo, me buscaste incansablemente. ¿Por qué he vacilado pidiendo que se me diera tiempo para ocuparme de mis asuntos? ¿Por qué he mirado hacia atrás cuando mi mano estaba ya en el arado? Sin embargo, sin haberte visto te amaba, tal vez como no lo hubiera querido, pero te amaba. Cristo Jesús, Tú me sugerías: vive lo poco que hayas comprendido del Evangelio,


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anuncia mi vida entre los hombres, ven y sígueme... Y un día, de vuelta a la fuente, lo comprendí: me llamabas a una resolución sin retorno. (Hno. Roger de Taizé) 53. Nos llamas Dios y Padre nuestro tu elección llega por caminos insospechados. Nos llamas a través de otras personas. Nos llamas a través de los acontecimientos. Pero sobre todo, Padre, tú nos llamas por medio de los pobres, de los sencillos, de los enfermos, de los que no tienen trabajo, de los que mueren de hambre, de los que mueren por la injusticia de la guerra. Te damos gracias porque nos has llamado y nos has elegido para ser constructores de un mundo más fraterno y solidario. Nos has llamado, en definitiva, para ser creadores de una tierra nueva. Envía tu lluvia y tu sol sobre el desierto de nuestra tierra para que hagan germinar flores y frutos de vida. Agarra nuestras manos con tu mano para que juntos agarremos otras manos y alcemos muchas vidas hacia las alturas. 54. Sólo el amor Debes amar la arcilla que va en tus manos. Debes amar tu arena hasta la locura.

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Y si no, no la emprendas que será en vano. Sólo el amor alumbra lo que perdura, sólo el amor convierte en milagro el barro. Debes amar el tiempo de los intentos. Debes amar la hora que nunca brilla. Y si no, no pretendas tocar los yertos. Sólo el amor engendra la maravilla, sólo el amor consigue encender lo muerto. (José Martí) 55. Deja tu familia Deja tu familia y sígueme, te mostraré la soledad del niño abandonado, la despreocupación de la madre cansada, la ira del padre torturado. Deja tu trabajo y toma mi camino, te haré ver esfuerzo sin descanso, en las manos callosas del campesino, tanto por hacer y quizás poco que lograr. Deja tu casa y ven conmigo, te alojaré en el adobe que mil cabañas viste, en hogares iluminados sólo por las estrellas, en habitaciones bañadas por agua del río. Deja tus amigos y viaja lejos, te enseñaré a querer sin esperar nada a cambio, conocerás mil historias, mil personas, sentimientos nuevos y abrasadores. Deja tus sueños, tus ilusiones, tus planes de futuro, deja todo y ven conmigo, yo te llamo ahora, contéstame pronto. No esperaré mucho tiempo. Sin promesas ni seguros, deja todo y sígueme.


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Y beberás de las sonrisas ingenuas de los niños, y comerás del calor de la gente sencilla, y soñarás la vida de quien duerme a tu lado, y lucharás por la justicia del amor y la dicha, y rezarás con las palabras del pastor de cinco años, y pensarás de una forma nueva, distinta, que asusta. Y serás feliz con poco, dichoso sin nada, porque en verdad tendrás mucho sin tu vida acomodada. Deja todo y sígueme, deja tu vida y hazla mía, dime sí de una vez, dime aquí estoy, para Ti, sin reservas. 56. Yo estoy siempre contigo ¿Me necesitas? Estoy aquí contigo. No puedes verme, sin embargo, soy la luz que te permite ver. No puedes oírme, sin embargo, hablo a través de tu voz. No puedes sentirme, soy el poder que trabaja en tus manos. Estoy trabajando en ti, aunque desconozcas mis senderos. No soy una visión extraña. No soy un misterio. Sólo en silencio absoluto, más allá del “yo” que aparentas ser puedes conocerme, y entonces sólo como un sentimiento y como fe. Todavía estoy aquí contigo, Todavía te oigo. Todavía te contesto. Aunque me niegues, estoy contigo. En los momentos en que más solo crees encontrarte, Yo estoy contigo. Aún en tus temores, estoy contigo. Aún en tu dolor, estoy contigo. Estoy contigo cuando oras y cuando no oras. Estoy en ti y tú estas en mí. Sólo en tu mente puedes sentirte separado de mí, pues solo en tu mente están las brumas de “lo tuyo” y “lo mío”.

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Sin embargo tan sólo con tu mente puedes conocerme y sentirme. Vacía tu corazón de temores ignorantes. Cuando quites el “yo”, estoy contigo. De ti mismo no puedes hacer nada, pero Yo todo lo puedo. Yo estoy en todo. Aunque no puedas ver bien, el bien está allí, pues Yo estoy allí. Sólo en mí el mundo tiene significado; sólo de mí toma el mundo forma; Sólo por mí el mundo sigue adelante. Soy la ley en la cual descansa el movimiento de las estrellas, y el crecimiento de toda célula viva. Soy el amor, que es el cumplimiento de la ley. Soy seguridad. Soy paz. Soy unificación. Soy la ley por la cual vives. Soy el amor en el que puedes confiar. Soy tu seguridad. Soy tu paz. Soy uno contigo. YO SOY. Aunque falles en encontrarme, Yo nunca dejo de encontrarte. Aunque tu fe en mí es insegura, mi fe en ti nunca flaquea porque te conozco, porque te amo. Mi bien amado, estoy aquí, contigo. 57. Gastar la vida Jesucristo ha dicho: “Quién quiera economizar su vida, la perderá; y quien la gaste por mí, la recobrará en la vida eterna”. Pero, a nosotros nos da miedo gastar la vida, entregarla sin reservas. Un terrible instinto de conservación nos lleva hacia el egoísmo, y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida. Tenemos seguros por todas partes para evitar los riesgos. Y, sobre todo, está la cobardía...


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Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida. Pero, la vida Tú nos la has dado para gastarla; no se la puede economizar en estéril egoísmo. Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no paguen; hacer un favor al que no lo va a devolver; gastar la vida es lanzarse aun al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo. Somos antorchas que sólo tenemos sentido cuando nos quemamos; sólo entonces seremos luz. Líbranos de la prudencia cobarde, la que nos hace evitar el sacrificio y buscar la seguridad. Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos y falsa teatralidad. La vida se da sencillamente, sin publicidad, como el agua de la vertiente, como la madre da el pecho a su bebé, como el sudor humilde del sembrador. Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible está tu gracia y tu presencia; no podemos caer en el vacío. El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla; pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando en la noche, con mil ojos humanos rebosando lágrimas. (Lucho Espinal) 58. Padre bueno Padre bueno, en Cristo tu Hijo nos revelas tu amor, nos abrazas como a tus hijos y nos ofreces la posibilidad de descubrir

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en tu voluntad los rasgos de nuestro verdadero rostro. Padre santo, Tú nos llamas a ser santos como tú eres santo. Te pedimos que nunca falten a tu Iglesia ministros y apóstoles santos que con la palabra y los sacramentos, preparen el camino para el encuentro contigo. Padre misericordioso, da a la humanidad extraviada hombres y mujeres que, con el testimonio de una vida transfigurada a imagen de tu Hijo, caminen alegremente con todos los demás hermanos y hermanas hacia la patria celestial. Padre nuestro, con la voz de tu Espíritu Santo, y confiando en la materna intercesión de María, te pedimos ardientemente: manda a tu Iglesia servidores, que sean testimonios valientes de tu infinita bondad. ¡Amén! 59. Jesucristo, Salvador del mundo Jesucristo, Salvador del mundo, que a orillas del mar de Galilea llamaste a los Apóstoles para constituirlos fundamento de la Iglesia y portadores de tu Evangelio, te pedimos que hoy sigas fijando tu mirada en niños y jóvenes de nuestras familias, parroquias y comunidades, invitándolos a seguirte. Dales luz que disipe sus dudas, y decisión para que te sigan y se embarquen contigo. Infúndeles confianza y sabiduría


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para llevar tu Palabra y el testimonio de tu Amor a los hombres y mujeres de nuestro tiempo y del siglo futuro. Tú que eres nuestro Salvador, ayer, hoy y por los siglos de los siglos. Amén. 60. Tengo muchas ganas Jesús tengo ganas de ser amigo tuyo, muchas ganas. ¿Me admitirás en tu compañía? Quiero conocerte por dentro, íntimamente, para admirarte y copiarte. Copiarte he dicho, sí, porque aspiro a ser una copia tuya, la más perfecta posible, sin dejar de ser yo mismo. Además, quiero pasar contigo largos ratos: mirarte, contemplarte, escucharte, hablarte con los evangelios en la mano; que siempre tienen algo inesperado y nuevo. Y quiero comprometerme. Sí; comprometerme contigo en todas las zonas de mi vida, en casa y en la calle, en el trabajo y en los estudios, con los amigos y en las diversiones; definirme y luchar en todas partes por los valores de tu evangelio, la justicia y la fe, la solidaridad y la libertad, la paz. Tendré que esforzarme muchísimo, lo sé, contra tantas fuerzas exteriores e interiores que me arrastran por otros derroteros. ¿Puedes echarme una mano, cariñosa y fuerte? Lo necesito, te necesito. Porque yo quiero, quiero de verdad, ser tu amigo, conocerte, estar contigo. Comprometerme y hacerme como Tú, una buena copia tuya. Échame una mano, vamos,

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y ahí va la mía, abierta, entera y deseosa. 61. Toma mi vida, Señor Te entrego, Señor, mi vida; hazla fecunda. Te entrego, Señor, mi voluntad; hazla idéntica a la tuya. Toma mis manos; hazlas acogedoras. Toma mi corazón; hazlo ardiente. Toma mis pies; hazlos incansables. Toma mis ojos; hazlos transparentes. Toma mis horas grises; hazlas novedad. Toma mi niñez; hazla sencilla. Toma mis cansancios; hazlos tuyos. Toma mis veredas; hazlas tu camino. Toma mis mentiras; hazlas verdad. Toma mis muertes; hazlas vida. Toma mi pobreza; hazla tu riqueza. Toma mi obediencia; hazla tu gozo. Toma mi nada; hazla lo que quieras. Toma mi familia; hazla tuya. Toma mis amigos; hazlos tuyos. Toma mis pecados, mis faltas de amor, mis permanentes desilusiones. Transfórmalo todo. Toma mis cruces y déjame volar. Toma mis flores marchitas y déjame ser libre. Hazme nuevo en la donación, alegría en la entrega, gozo desbordante al dar la vida, al gastarme en tu servicio. 62. María, compañera de camino María, tú eres la compañera de camino y la principal inspiración de nuestra peregrinación hacia el Bicentenario Marista. Bienvenida seas hoy a nuestros corazones y a nuestras casas. Tu apertura, tu fe y tu libertad son una invitación para que nuestros corazones, a su vez, se abran al Espíritu que tu Hijo Jesús nos regala.


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Hermanos y laicos, maristas de Champagnat, queremos cambiar. Miramos hacia ti, que eres modelo y compañera, para vivir nuestra vocación de seguimiento de Cristo, con la alegría, sensibilidad, amor y energía con que tú educaste a Jesús. Tú nos convocas y reúnes de todos los lugares del mundo, para formar una comunidad internacional que lleva tu nombre y que quiere ser signo de comunión en la Iglesia y en el mundo. Al contemplarte, mujer llena de Dios, sentimos que tu iniciativa y tus intuiciones, nos impulsan, como le ocurrió a Marcelino, a ser Buena Noticia para los niños y jóvenes pobres de nuestro mundo actual, en las “nuevas tierras”. Llenos de confianza decimos, como Champagnat: “Si el Señor no construye la casa…” y proclamamos que “Tú lo has hecho todo entre nosotros”. ¡Magnificat! Contigo, María, vamos hacia al Padre, unidos a Jesús y en el Espíritu de Amor. Amén. 63. Fuerza para buscarte Señor y Dios nuestro, nuestra única esperanza, no permitas que dejemos de buscarte por cansancio, sino que te busquemos siempre con renovada ilusión. Tú, que hiciste que te encontráramos y nos inculcaste ese afán por sumergirnos más y más en ti, danos fuerza para continuar en ello.

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Mira que ante ti están nuestras fuerzas y nuestra debilidad. Conserva aquéllas, cura ésta. Mira que ante ti están nuestros conocimientos y nuestra ignorancia. Allí donde nos abriste, acógenos cuando entremos. Y allí donde nos cerraste ábrenos cuando llamemos. Haz que nos acordemos de ti, que te comprendamos, que te amemos. Acrecienta en nosotros estos dones hasta que nos trasformemos completamente en nuevas criaturas. (San Agustín.) 64. Acepto la vida Señor, en este amanecer, yo acepto tu proyecto de amor sobre el hombre y sobre el universo para vencer la fuerza del mal y de la muerte. Yo acepto vivir sobre esta tierra sin rendirme, realizando mi proyecto de vida de un modo consciente y responsable. Yo sé que cada paso me lleva más allá de los confines de la pobreza y del egoísmo; porque es un paso hacia Ti, un paso que acaba en Ti. Ayúdame a creer en la felicidad que surge del esfuerzo por lograr estimular la vida en mí y en los demás. (De una plegaria del siglo VIII) 65. Ofrecer la vida Señor, estrenamos un nuevo día que queremos entregarte desde el comienzo. Te ofrecemos todo


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para que tú lo transformes en gesto de amor. Que sepamos dar ilusión a quien se ha levantado sin fuerza; que transmitamos alegría a quien la ha perdido; que ofrezcamos esperanza a quienes se encuentran agobiados; que demos amor a quienes se sienten solos. Queremos, Señor, encender la luz en vez de quejarnos de la oscuridad; ofrecer nuestro cansancio en vez de quedarnos derrotados; escuchar a los jóvenes. Sabemos, Señor, que hoy, como siempre, estarás a nuestro lado; que aunque no todo nos salga bien, estarás satisfecho porque hemos intentado, al menos, acercarnos a nuestros hermanos. 66. Oración a Marcelino Champagnat Marcelino, que a lo largo de tu vida fuiste un hombre fiel a tus raíces, a tu tierra, a tu familia, a la sociedad, ayúdanos a convertirnos en personas útiles a nuestra tierra y a nuestra gente. Ilumina con tu ejemplo nuestra sensibilidad y respuesta. Que, como tú, descubramos lo que nuestros familiares, los miembros de nuestra comunidad, nuestros vecinos y amigos desean y necesitan. Ayúdanos a ser decididos, generosos en la entrega y profundos en imaginación, para bien de nuestro pueblo, en fidelidad al Evangelio de Jesús. Marcelino, que como tú, sepamos ser universales en el afán y concretos en el servicio.

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67. Oración de Marcelino a María María, que eres nuestra Madre Buena y nuestra Primera Superiora, escucha las súplicas que te dirigimos con las mismas palabras de tu siervo Marcelino: «Esta obra es tuya: tú nos has congregado, a pesar de las contradicciones del mundo, para procurar la gloria de tu divino Hijo; si no nos ayudas, pereceremos; nos vamos a extinguir cual lámpara sin aceite. Pero si perece esta obra, la que perece no es nuestra obra, es la tuya. Tú lo has hecho todo entre nosotros; contamos, pues, contigo, con tu ayuda poderosa, y contaremos siempre con ella.» Amén. 68. Oración a Marcelino Padre Marcelino, respondiste a la incultura y a la carencia de escuelas con la entrega de tu vida y creando una familia de educadores catequistas. Concédenos disfrutar de centros educativos que orienten y ayuden a crecer, responsabilicen y proporcionen sentido crítico, busquen la formación integral, capaciten para ser libres y habitúen a la solidaridad, al diálogo y al servicio. Sigue, Marcelino, preocupándote de que no falten a las escuelas y obras, y a quienes estamos en ellas, educadores y agentes comprometidos, con sentido evangélico de su misión, entrega vocacional, presencia testimonial constante


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e imaginación para adaptarse, siendo respetuosos con las personas y fieles a los valores permanentes. Danos personas que, como María, crezcan al mismo tiempo que ayudan a crecer y compartan con nosotros las inquietudes, las alegrías y el amor a la vida. Que nunca nos falten testigos que convivan entre los jóvenes, amando a todos, especialmente a los que son ignorados. ¡Gracias, Marcelino, por amarnos a nosotros y a nuestros niños y jóvenes! 69. Oración del Padre Champagnat para el enviado ¡Oh Virgen Santa! ¡Oh Madre mía! Soy enviado aquí para hacer el bien. Pero, tú sabes que no puedo nada sin la asistencia de tu divino Hijo y la tuya; por tanto, te ruego que me ayudes, o más bien, que tú misma actúes en mi lugar. Al recitar el “Ven Espíritu Santo” y el Ave María al comienzo de la clase, tengo intención de decirte que vengas a ocupar mi puesto para conducir mis manos, mis pies, mis labios, toda mi persona, de tal suerte que yo no sea sino el instrumento que tú hagas actuar. Y cuando tenga algún niño indócil, yo te lo confiaré, buena Madre, para enderezarlo, haciendo siempre por mi parte todo lo que dependa de mí. ¡Virgen Santa!, estar consagrado a ti es tener las armas aseguradas para combatir y vencer; ten piedad de tu hijo que se echa en tus brazos con una gran confianza de que tú no le abandonarás; te ofrezco y encomiendo a todos los niños que me serán confiados.

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70. Oración para pedir vocaciones maristas Señor, que pides a tus seguidores vivir en amor y unidad para que el mundo crea en Ti, danos la gracia de la conversión verdadera y la fuerza de ser testigos tuyos entre las gentes. ¡Oh, María! que eres Nuestra Buena Madre, escucha la súplica que te dirigimos con las mismas palabras de tu siervo san Marcelino Champagnat : “Esta es obra tuya. Tú nos has congregado, a pesar de las contradicciones del mundo, para procurar la Gloria de tu Divino Hijo. Si no nos ayudas, pereceremos, nos vamos a extinguir cual lámpara sin aceite. Pero, si perece esta obra, la que perece no es nuestra obra, es la tuya. Tú lo has hecho todo entre nosotros. Contamos, pues, contigo, con tu ayuda poderosa y contaremos siempre con ella”. Intercede, Madre de Bondad, ante tu Hijo Divino, para que envíe operarios a su mies, numerosas y santas vocaciones religiosas y laicales a nuestra Familia Marista. Amén.




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Remar mar adentro. Celebraciones vocacionales

Enero Introducción - ¡No tengas miedo! ¡Abre las puertas a Jesucristo! Y se dirigía a todos: No le tengas miedo y ábrele las puertas. Nosotros, que tenemos ya la dicha inestimable de creer. Nosotros, que vamos buscando todavía a Dios. Y también nosotros, que caminamos atormentados por la duda. ¡No tengas miedo!... ¡Qué le vamos a tener miedo, por favor! Si en Jesucristo está nuestra salvación... Precisamente es lo que más queremos. Hacer una realidad lo que nos pedía un antiguo escritor de la Iglesia: Que Cristo se meta en tu respirar y en toda tu vida; entonces sabrás lo que es el fruto del verdadero descanso. Si hoy el mundo quiere respirar otros aires, nosotros no queremos respirar más que a Jesucristo, en quien tenemos nuestra paz y el descanso de nuestras almas. (Juan Pablo II, Mensaje a los jóvenes)


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Canto de reflexión: Dame tu luz HAZTE A LA MAR Y VIVE TU VIAJE, SERÁS LIBRE AL NAVEGAR. HAZTE A LA MAR VERÁS NUEVOS PAISAJES, TÚ SERÁS LIBRE AL CANTAR. Me das Tú, Señor, el amor para ser luz al andar; quieres que te dé la vida, respuesta a tu llamada de hoy, el riesgo de quien toma la cruz. El futuro llegó, ponte ya a caminar, un nuevo sueño te espera, hazlo realidad. Vive ya tu misión, opta por el amor, será siempre tu bandera. Que tu vida cante siempre con ilusión, dale con alegría un nuevo color. Busca siempre a tu lado a quien nadie amó, y haz tu propia denuncia, levanta tu voz. HAZTE A LA MAR... Verás tú, Señor, el amor, para ser luz al andar. Quieres que dé la vida respuesta a tu llamada de hoy. El riesgo del quien toma la cruz.

Se enciende una luz

Y vives la libertad eso no faltará. El rechazo será una dificultad. Con el tiempo vendrán ganas de abandonar, y también el miedo y la duda. Pero tú cada día nuevos puertos verás. En cada momento te enriquecerás. No fijes tu mente en ningún puerto final. Es más importante querer navegar. HAZTE A LA MAR...


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Ofrecer la vida Señor, estamos ante ti. Nos fiamos de ti, sabiendo que no puedes engañarnos. Nos confiamos a ti porque nos amas. Señor, hoy queremos decir “sí” a todo aquello que quieras decirnos, a todo aquello que quieras pedirnos. Te confiamos nuestra mente, llénala de tus pensamientos. Te confiamos nuestra voluntad, llénala de tus deseos. Te confiamos nuestros sentimientos, llénalos de tus obras. Te confiamos nuestra vida, llénala de tu vivir.

Salmo comunitario: “Oración del seguimiento” Animación: _______________ Siento tu llamada, me seduces Tú Señor, este don lo acepto con amor. Quieres que sea un hombre sembrador de la verdad para el que te busca y no es feliz. Hermano de todos quiero abrir mi corazón y con todo el mundo compartir. Llevar esperanza y llevar amor, ser hombre de paz.

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Ser seguidor tuyo, Señor, es aceptar tu llamado, dejar todo y ponerse en camino, tras tus pasos. Ser seguidor tuyo, Señor, es compartir la vida, aprender de Ti, en lo cotidiano, descubrir el misterio, apasionarse, como tú, por la vida del pueblo y los hermanos. Ser seguidor tuyo, Señor, es recrear tu camino en Galilea; tu práctica comprometida, valiente y transgresora, por dar vida, partiendo desde los que menos tienen. Ser seguidor tuyo, Señor, es preocuparse por el otro, es compartir lo que se tiene y ofrecerlo por el Reino. Ser seguidor tuyo, Señor, es aprender a caminar en sábado, denunciar la ley que oprime y animar la vida de los otros.


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Ser seguidor tuyo, Señor, es tomar la cruz de cada día. Darse cuenta que seguir a Jesús genera conflicto, produce enfrentamiento y controversia, crea dudas y plantea opciones. Ser seguidor tuyo, Señor, es tomar la cruz de la coherencia y seguir tus huellas, sin descanso, por el camino que nos va revelando. Ser seguidor tuyo, Señor, es aprender de Jesús, tenerlo como maestro, buscarlo como referencia para nuestras decisiones. Ser seguidor tuyo, Señor, es dejarnos abrir los ojos como el ciego de Jericó,

para dejar de ver borroso. Ver, para ser discípulo. Ver, para sentir como Jesús. Sentir, para actuar como él lo hizo. Ser seguidor tuyo, Señor, es aprender a orar como Jesús, es construir comunidad de seguidores. El camino del Reino se hace unidos; la comunidad se hace en el camino, se nutre del compromiso y la práctica de todos. Ser seguidor tuyo, Señor, es morir a nuestros dioses, para nacer al Dios de Jesús, Padre, Liberador y lleno de misericordia-amor. Es aceptar a Dios ser Dios. Destruir los ídolos que encierran al corazón y ponerse en sus manos.

Desde nuestras raíces maristas Nuestra espiritualidad está centrada apasionadamente en Cristo. Somos discípulos suyos y queremos seguir sus pasos, iluminando la familia, la profesión y todas nuestras relaciones desde Él. Al integrar las distintas facetas de nuestra realidad en Dios, crecemos en intimidad con Jesús. De Marcelino, hemos aprendido a fundamentar nuestra existencia en Jesucristo, haciéndole presente en tres momentos de su vida: el Pesebre, la Última Cena y la Cruz. La encarnación de Cristo, el pesebre, nos enseña a compartir las alegrías y sufrimientos de nuestras gentes, en medio del mundo; a volver a lo esencial, adoptando un estilo sencillo de vida; a admirarnos de los niños y a descubrir, en su fragilidad, el rostro de Dios.


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- Allí está Dios, en los niños y jóvenes, especialmente en los que no tienen sitio en la posada . Allí queremos contemplarle todos los días. La Última Cena, el altar de la Eucaristía, nos enseña a vivir el sueño de Dios para la humanidad, la mesa compartida de hijos e hijas en torno al Padre; a celebrar la fiesta de la vida; a comprometernos en la lucha contra las fuerzas históricas de la exclusión. -Allí está Dios, reconciliando a todos y a todo, en el pan y el vino de su vida entregada. Allí queremos contemplarle, en la mesa del banquete del Reino . La Cruz, la entrega definitiva de Jesús, nos enseña a ser fieles al amor hasta la muerte, porque sólo el amor es digno de fe ; nos enseña la donación de cada día donde se esconde la felicidad sin fin; el abrazo que acompaña el dolor del otro. - Allí está Dios, invitándonos a esa fidelidad al amor y a creer en la victoria de la Resurrección. Allí queremos adorarle, enjugando todas las lágrimas . Vivir la espiritualidad marista es, en definitiva, descubrir la fuente diaria de la pasión de Marcelino por el Reino y, como él, responder ‘Sí’. Es reavivar el amor primero, renovar nuestro compromiso con Jesús, al estilo de María. (Entorno a la misma mesa, 104 al 109)

Oración Compartida Hagan discípulos míos, no maestros; hagan personas, no esclavos; hagan caminantes, no gente asentada; hagan servidores, no jefes. Hagan hermanos.

Hagan profetas, no cortesanos; hagan gente inquieta, no satisfecha; hagan personas libres, no leguleyos; hagan gente evangélica, no agorera. Hagan hermanos.

Hagan creyentes, no gente creída; hagan buscadores de verdad, no amos de certezas; hagan creadores, no plagiadores; hagan ciudadanos, no extranjeros. Hagan hermanos.

Hagan sembradores, no coleccionistas; hagan artistas, no soldados; hagan testigos, no inquisidores; hagan amigos de camino, no enemigos. Hagan hermanos.



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Sal de la tierra y luz del mundo. Celebraciones vocacionales

Febrero Introducción Dame una luz, quiero ser signo de vida para los demás. Dame una luz, quiero llevar el relevo de la esperanza a la gente sin esperanza. Dame una luz, quiero ser testigo vivo de la ternura tuya. Dame de Tu luz, sólo ella, podrá hacer que las cosas sean diferentes pues: mis manos son tus manos; mis pies son tus pies; mis ojos tus ojos.

Ofrecer la vida Señor Dios fiel y misericordioso, que nos has concedido llegar al principio de este día; aquí nos tienes congregados en tu presencia y unidos a todos nuestros hermanos, para ofrecerte esta jornada con todo lo que traiga consigo para nosotros y toda la familia humana, de trabajo, de lucha, de sufrimiento y de alegría. Que todos nuestros pensamientos, palabras y obras sean hoy, reflejo de tu amor.

Que a lo largo del día nos mantengamos acogedores y disponibles para nuestros hermanos siendo signos vivos de tu ternura. Que María sea hoy para nosotros presencia cercana y estímulo de generosidad y fidelidad.


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Canto de reflexión: Dame tu luz Dame tu luz, Señor. Dame tu luz. Dame la libertad que nace de tu cruz. Dame tu amor, Señor, nacido del dolor. Dame valor, Señor, de ser tu servidor. Qué solo estoy sin Ti. Qué triste es mi vivir cuando me faltas Tú. Se apaga mi existir, que puedo hacer por Ti, si Tú todo me das.

Se enciende una luz

Qué puedo darte yo, todo lo tienes Tú. Tómame a mí, Señor, tómame a mí. Quiero servirte a ti, quiero cargar Tu cruz, contigo iré, Señor, sin condición. Tú eres mi salvador, toma mi corazón. Y ES QUE SIN TI, SEÑOR, NO SÉ A DONDE IR. Y ES QUE SIN TI, SEÑOR, MI ALMA TIENDE A MORIR. (2)

Salmo comunitario: “Tu luz, nos hace ver la luz” Animación:

_______________ Antífona: ¡Sólo me quedas tú, luz para mis pasos, que me llamas de la noche a la claridad de la vida!

_______________ _______________

Caminad mientras tenéis luz. Antes que os envuelva la tiniebla. Caminad. ________________

Tu Palabra es lámpara para mis pasos, última estrella que jamás se apaga en mis noches. ¡Son tantas las tinieblas que amenazan el caminar jadeante del hombre, si no contara con la certidumbre de tu presencia, mi vida sería polvo aventado! Sólo Tú me conduces a ser, cada instante, portador de una aurora que de ti se recibe... Acepta, pues, la alabanza de mis labios y llena de tus melodías los entresijos de mi ser.


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En medio de las desconfianzas y temores que nos devoran, sólo el vivir a tu escucha me restituye la paz del corazón. La autosuficiencia de un mundo ajeno a su conciencia espiritual pretende arrastrarme en su órbita de irreparables absurdos. Pero tu Palabra resuena en mis adentros, atrayéndome con lazos de irresistible sabiduría. Quiero que mi vivir

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sea un árbol plantado en la tierra de la contemplación de tus designios de amor. Quiero que los frutos de mi peregrinar en este mundo maduren en el sabor de tu enseñanza clara y permanente. Y cura para siempre las tinieblas de mis ojos, enfermos de miradas posesivas.

Orando la palabra: Sal y luz del mundo - Mt 5, 13 - 16 Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

Reflexión compartida Desde nuestras raíces maristas Nuestro carisma marista nos urge a estar atentos a las llamadas de nuestro tiempo, a los anhelos y preocupaciones de la gente, especialmente de los jóvenes. Más allá de los límites culturales y religiosos, buscamos la misma dignidad para todos: derechos humanos, justicia, paz y disfrute equitativo y responsable de la riqueza del planeta. (Agua en la roca, 128)


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Sea cual sea el lugar de nuestra misión y aquellos a los que atendemos, ser “hermano” significa que nuestras relaciones con los demás son sencillas, acogedoras y alentadoras, caracterizadas por la compasión, la alegría y la amabilidad. Somos hermanos y hermanas de todos los que encontramos en el camino de la vida. Así es como vivimos nuestra espiritualidad apostólica marista y encarnamos nuestra misión. (Agua en la roca, 139) Llenos del gozo que viene del compromiso renovado, junto con nuestros hermanos y hermanas reafirmamos las convicciones que expresan el núcleo de la tradición espiritual marista: - Nuestra misión, fundamentada en la experiencia de sentirnos profundamente amados por Jesús, consiste en dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. - María nunca deja de acompañarnos en nuestra peregrinación de fe, tanto si crecemos en fidelidad como si nos debatimos en la duda. - Dios renueva constantemente entre nosotros el don de los mártires y santos maristas que nos señalan nuevos horizontes de compromiso apasionado por Jesucristo y su evangelio. - Los maristas de África, América, Asia, Europa y Oceanía somos un don maravilloso los unos para los otros, y una expresión significativa de que María está presente en nuestro mundo de hoy. - Las comunidades y las familias inspiradas por la espiritualidad marista se convierten en levadura que transforma la masa de nuestras sociedades de una manera humilde pero efectiva. - La persona y la espiritualidad de Marcelino Champagnat llenan hoy de sentido y finalidad las vidas de muchos hermanos y laicos y despiertan con fuerza nuevos modos de ser maristas. (Agua de la roca, 154)


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Oración Compartida No te pedimos que hoy nos saques del mundo; mas líbranos del mal. El fermento se pone en la mesa, no en el arca, para que haya buen pan, y sacien los hombres su hambre haciendo comunión. La luz no se luce, pero hace que vean los hombres el rostro del hermano y distingan en él el ritmo que lleva el corazón. La sal no alimenta, pero se hace sabroso lo insípido y conserva cuanto está a su alcance de cualquier corrupción. La voz no es palabra ni idea, pero entona el mensaje y hace que se oiga y se escuche lo que dice el autor. Los pies no son el hombre, pero le llevan: la tierra es escenario de su movimiento y el campo de su acción. Haz, Señor, que los que has elegido para tu servicio como luz y como sal, como fermento para la masa humana, presenten en su palabra y en su testimonio el evangelio de la salvación. Amén.

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El grano que muere da mucho fruto. Celebraciones vocacionales

Marzo Introducción Si el grano de trigo no muere en la tierra no da fruto. Nos unimos a tanta gente que ha muerto por diferentes motivos, y que ha sido semilla de nueva vida, de esperanza, de experiencia de solidaridad. Ayúdanos a ser la semilla que quiere crecer y dar frutos y no quedarse en tierra tranquilamente, cuidada por su hortelano.

Ofrecer la vida Señor, estrenamos un nuevo día que queremos entregarte desde el comienzo. Te ofrecemos todo para que tú lo transformes en gesto de amor. Que sepamos dar ilusión a quien se ha levantado sin fuerza; que transmitamos alegría a quien la ha perdido; que ofrezcamos esperanza a quienes se encuentran agobiados;

que demos amor a quienes se sienten solos. Queremos, Señor, encender la luz en vez de quejarnos de la oscuridad; ofrecer nuestro cansancio en vez de quedarnos derrotados; escuchar a los jóvenes. Sabemos, Señor, que hoy, como siempre, estarás a nuestro lado; que aunque no todo nos salga bien, estarás satisfecho porque hemos intentado, al menos, acercarnos a nuestros hermanos.


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Canto de reflexión: Bienaventuranzas Jesús de Nazaret - Kairoi

Felices somos en la pobreza, si en nuestras manos hay amor de Dios, si nos abrimos a la esperanza, si trabajamos en hacer el bien. Felices somos en la humildad, si como niños sabemos vivir. Será nuestra heredad la tierra, la tierra. Felices somos si compartimos, si nuestro tiempo es para los demás, para quien vive en la tristeza y para quien camina en soledad. Felices somos si damos amor,

si en nuestras manos hay sinceridad. Podremos siempre mirar y ver a Dios, y ver a Dios. Felices somos si ofrecemos paz, y nuestra voz denuncia la opresión, si desterramos odio y rencores, será mas limpio nuestro corazón. Felices somos en la adversidad, si nos persiguen cuando no hay razón, la vida entonces tendrá sentido en Dios, sentido en Dios.

SI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE EN LA TIERRA ES IMPOSIBLE QUE NAZCA FRUTO. AQUÉL QUE DA SU VIDA PARA LOS DEMÁS TENDRÁ SIEMPRE AL SEÑOR.

Orando la palabra: El grano de trigo - Jn 12, 20 - 33 En aquel tiempo, había algunos griegos de los que

subían a adorar en la fiesta. Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Él les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.


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Salmo comunitario: “Oración de la semilla”

Animación:

_______________ Gracias, quiero darte por amarme. Gracias, quiero darte yo a ti, Señor. Hoy soy feliz, porque te conocí, Gracias, por amarme a mí también. YO QUIERO SER SEÑOR, AMADO COMO EL BARRO EN MANOS DEL ALFARERO, TOMA MI VIDA, HAZLA DE NUEVO YO QUIERO SER UN VASO NUEVO. _______________

Ser como un grano de trigo, pequeña semilla, que guarda en su interior la posibilidad de ser pan, para ofrecerse, sencillo, cotidiano, a todo el que lo necesite. Tú nos llamas a ser semilla, Señor. Y la semilla, que está llena de vitalidad y potencial, debe morir a ser semilla para convertirse en planta y crecer. Tu vida nos muestra que es posible morir para vivir. Entregar todo para ser para los demás... Pura ofrenda y donación. Enséñanos, Señor, a entregar nuestra vida al servicio del Evangelio y de la vida de los otros. Enséñanos a ser semilla para dar frutos en abundancia. Para crecer, una semilla necesita tierra buena y agua generosa. Señor, tu vida nos muestra que la mejor tierra es la realidad de todos los días y las necesidades de los otros; nos llamas a plantar nuestra semilla en las situaciones que vivimos, en la vida que compartimos, en la tierra de hoy, aquí y ahora.


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Queremos ser semilla de cambio y Reino en el mundo que vivimos, ¡ayúdanos Señor! Tu ejemplo nos enseña que el agua verdadera es la que nace de la Palabra, pozo de agua viva ofrecida para todos.

Enséñanos, Señor, a regar nuestras semillas con tu Palabra. Ayúdanos a conocerla, muéstranos cómo saborear su mensaje, para que impregne nuestra existencia y que empape nuestro caminar.

Reflexión personal: Ser semilla que da vida y vida en abundancia. Desde nuestras raíces maristas

Nuevas visiones, nuevos sueños. Sostenidos por la fe y el ejemplo de san Marcelino y los primeros hermanos, la espiritualidad marista nos impulsa a movernos hacia horizontes inexplorados:

• Como Marcelino, que salía en busca de los pobres Montagne de su época, nosotros nos empeñamos en ser efectivos educadores de la fe en nuestro tiempo. Abrimos nuevos caminos que permitan a los jóvenes ser transformados por la experiencia de conocer y amar a Jesús. • Como Marcelino, que recorría los caseríos de los montes del Pilat, nosotros nos aprestamos a llevar el regalo de la educación y la presencia marista a lugares y situaciones que quizá nos exijan abandonar toda seguridad e incluso arriesgar nuestras vidas. • Como Marcelino, que estaba humildemente anclado a la roca del amor incondicional de Dios, nosotros nos comprometemos activamente en crear nuevas sendas de diálogo intercultural e interreligioso. (Agua de la roca, 155)


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Oración Compartida Deseo estar contigo, Señor, mientras camino en el silencio de este rato de oración, buscando tu rostro, Dios mío, sin olvidar al hermano, que conmigo hace la senda. Quiero orar sin prisas contemplando serenamente mi existencia, mientras vuelvo a casa, gustando el ritmo de mis pasos, cada latido de mi corazón, porque sé que me acompañas. Dios del abrazo, impulsa nuestras vidas portadoras de exigencias y promesas. Enriquécenos con tu misericordia, y haz de este momento el lugar que tanto añoramos para el encuentro. Que tu mirada, Señor, sea el principio de una llamada. Tú que llamaste al ciego de Jericó y le diste la luz; Tú que trazaste el camino de vuelta

al Hijo Pródigo y le abriste los brazos y el corazón; Tú que te hiciste Buen Samaritano para sanar nuestras heridas y nuestra desesperanza; Tú que en cada apóstol nos vas descubriendo la salvación. Sedúcenos, Señor, con tu mirada; levántanos, Señor, con tu palabra, y haz que nuestro corazón se abrase mientras vamos de camino. Hemos sido plantados, Señor, es tiempo de florecer. Que nuestra vida sea reflejo de Tu proyecto de vida: las Bienaventuranzas. Que nuestra vida sea resplandor de Tu resurrección, en los gestos concretos de pasión y compasión con el otro.



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Jesús poniendo en Él los ojos, lo amó. Celebraciones vocacionales

Abril Introducción Era un joven con una mina de oro sin explotar. Y Cristo le propuso algo maravilloso: estrenar Él su corazón, antes que otros amores tal vez buenos. La proposición vale la pena: dejar lo que vale poco para poseer a Cristo. Pero el corazón tiene razones que desconoce la razón... Aquel muchacho no supo escuchar al Señor que le proponía algo grande y, por tanto, costoso. ¿Se repite hoy en mí esta historia?

Ofrecer la vida Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer. Tú me lo diste; a Ti, Señor, lo torno; todo es suyo. Dispón de mí según tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me basta. Amén.


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Canto de reflexión: Tu mirada Cada vez que te miro. Cada vez que te escucho, vuelvo a Ti. Confío en Ti. Si hay alguna mirada, si hay alguna palabra de bondad, está en Ti, viene de Ti.

Silencios Interiores - Tony

Cada vez que fracaso. Cada vez que me canso, vuelvo a Ti. Confío en Ti. De ese encuentro renace todo sueño que está por completar, por sugir, por vivir.

Y TU MIRADA SE POSA SOBRE MÍ. Y TUS PALABRAS SABEN A JESÚS. CAMBIA MIS MIRADAS Y CAMBIA MIS PALABRAS Y SON PALABRA QUE LLEVA A JESÚS.

Salmo comunitario: “Oración dela semilla” Aquí estamos, Señor Jesús: Animación:

_______________ Quédate aquí, Señor. Quédate aquí. _______________

_______________ El Señor está aquí nos regala su paz. La esperanza por siempre, la fe y el amor. _______________

juntos en tu búsqueda. Aquí estamos con el corazón en alas de libertad. Aquí estamos, Señor, juntos como amigos, juntos. Tú dijiste que estás en medio de los que caminan juntos. Es bueno, Señor, entrar en la aventura de manos dadas, para que nadie se quede perdido en el camino. Es bueno, Señor, compartir ilusiones y esperanzas. Es bueno, Señor, dejarse guiar por la presencia de tu Espíritu. Nos has dado un deseo. Has puesto alas al corazón y queremos, como en bandada, alzar gozosos el vuelo.


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Nos has dado un deseo: el de buscarte, el de tender a ti como busca la flor al sol, y el agua el mar inmenso. Aquí estamos juntos y queremos cortar amarras. Aquí estamos y buscamos una libertad interior, para que las cosas, las ideas, los sentimientos... no nos hagan poner la tienda sobre la arena del desierto. Caminamos hacia ti, subimos cansados tu montaña. Sabemos que la ascensión es dura pero el grupo nos aguanta. Sabemos que Tú te das en lo alto, en lo de arriba. Sabemos que vale la pena subir y encontrarte.

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Buscamos. Señor, el manantial de nuestro río. Buscamos, Señor, la vida que alimente y anime nuestra vida. Buscamos, Señor, la raíz, la razón de nuestra existencia. Buscamos, Señor, el amor, la fuerza para amar. Señor Jesús, descúbrenos el rostro del Padre. Hemos querido y decidido entrar en esta aventura. Porque Tú, Señor, te manifiestas al que te busca, porque Tú, Señor, eres la fuerza del que te encuentra. Señor Jesús, comunícanos tu presencia. Señor Jesús, enséñanos a caminar unidos a ti.

Orando la palabra: El joven rico - Mc 10, 17 - 22 Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?” Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno o sin sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.” Él, entonces, le contestó: “Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.” Jesús, fijando en él su mirada, lo amó y le dijo: “Sólo una cosa te falta: vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.” Pero él, al oír estas palabras, se entristeció y se marchó apenado, porque tenía muchos bienes.


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Desde nuestras raíces maristas Quienes caminamos hoy tras las huellas de Marcelino y sus primeros discípulos nos sentimos cautivados por su dinamismo interior. Adoptamos una manera de ser, amar y actuar según el espíritu de nuestros orígenes. Gradualmente, día a día, vamos profundizando en nuestra experiencia de la presencia amorosa de Dios en nosotros y en los demás. Esta presencia de Dios es una profunda experiencia de sentirnos amados por Él personalmente y la convicción de que Él está junto a nosotros en las experiencias humanas de cada día. (Agua de la roca, 16) Cristo nos reúne como Pueblo de Dios, iguales en dignidad y diferentes en servicios y estados de vida. Todos y cada uno trabajamos en la única y común viña del Señor con carismas y ministerios diversos y complementarios. Somos un Pueblo de hermanos porque somos hijos de un mismo Padre. Dentro de esta comunión eclesial, el Espíritu ha hecho brotar, entre los laicos, carismas que nacieron, en origen, en institutos religiosos. El don del carisma compartido inaugura un nuevo capítulo, rico de esperanzas en el camino de la Iglesia. El carisma de san Marcelino Champagnat se expresa en nuevas formas de vida marista. Una de ellas es la del laicado marista. (En torno a la misma mesa, 6 y 7)

Peticiones desde lo orado personalmente


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OraciĂłn Compartida Oh, SeĂąor, ve delante de nosotros para guiarnos, ve detrĂĄs de nosotros para impulsarnos, ve debajo de nosotros para levantarnos,

ve sobre nosotros para bendecirnos, ve alrededor de nosotros para protegernos, ve dentro de nosotros para que, con cuerpo y alma, te sirvamos para gloria de tu nombre.

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María, nuestro modelo de consagración y seguimiento. Celebraciones vocacionales

Mayo Introducción María, venimos a ti como nuestra madre para decirte cuán agradecidos estamos a Dios por habernos llamado a ser hermanitos y hermanitas de María y por tenerte a ti, primera y perfecta discípula de Jesús, como nuestro modelo. María, queremos hacer de tu Magníficat nuestra propia oración. Por eso te pedimos que nos ayudes a ser más conscientes del amor de Dios en nuestras vidas y a reconocer que todo es don, que todo viene del amor, y que nosotros hemos de seguir a Jesús encarnando este amor, siendo hermanos y hermanas para todos, con un amor especial por los jóvenes y los más desatendidos.

Canto de reflexión: María María, sé que estás aquí, escuchando mi voz. María, sé que estás aquí, regalando todo tu amor. ADMIRO TU PUREZA, TU BELLEZA, Y TU CANDOR. ME SORPRENDE

Sara Torres

TU ENTREGA, HUMILDAD, Y VALOR. ¿QUIÉN COMO TÚ? María, yo sé que el mundo no es para mí; yo busco más. María, hoy Jesús me llama; enséñame como responder.


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María enséñame a decir siempre sí. María, yo quiero ofrecer mis energías para amar. María, yo quiero ofrecer mi rebeldía para luchar. María enséñame a decir siempre sí. ¿Quién como tú? María...María... .

Salmo comunitario: “Creo, pero aumenta mi fe” Animación: _______________ Tú nos miras desde el cielo, nos hablas al corazón, con un abrazo de madre, nos envuelves en tu amor. _______________ _______________ María, madre en la fe: camina con nosotros, alienta nuestra entrega para transmitir el amor de Dios. ______________

María, modelo para seguir, Señora del testimonio fiel. Tú nos señalas por donde pasa el evangelio en nuestros días. Tú nos muestras cómo vivir tras los pasos de tu hijo en nuestra historia. María, modelo para seguir, en tu vida llevaste a la práctica la fe de Jesús, la hiciste carne en tu propio cuerpo, y por eso, te llamamos feliz, dichosa, bienaventurada, porque el Señor hizo en ti maravillas. María, modelo de apertura a la irrupción de Dios y sus llamados; modelo de escucha atenta a la Palabra, para guardarla, para meditarla, para encontrar en ella el sentido, la fuerza, el camino.


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María, modelo de apertura modelo de entrega, generosa, sin recortes, donación total y gratuita, libre en las manos de Dios, para hacer su voluntad y generar vida; modelo de seguimiento en la adversidad, en el silencio de Dios, fortaleciendo la fe. María, modelo y maestra, junto a ti queremos aprender a vivir y a transmitir el evangelio. Ilumina nuestro caminar para encontrarnos con el rostro del Padre.

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María, modelo y maestra, que seamos generadores de la vida de Dios. Alienta nuestra entrega para vivir como Jesús. Para actualizar sus actitudes, para concretar sus opciones, para sentir, creer y actuar como tu hijo. María, madre en la fe, modelo en el amor, maestra en la esperanza, Señora del Espíritu, camina con nosotros hacia el Reino de Jesús.

Orando la palabra: Anunciación - Lc 1, 26 - 38 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando donde ella estaba, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Ella se conturbó ante estas palabras y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir y a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. María respondió al Ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.” Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” Y el ángel dejándola se fue.


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Desde nuestras raíces maristas Tú eres nuestro Recurso Ordinario y nosotros te pedimos que reces por nosotros, y con nosotros, para que sigamos siendo siempre: – hermanos y hermanas de esperanza radiante, convencidos de la activa presencia del Espíritu que llama a todos los hombres y mujeres a ser co-creadores de un mundo nuevo y mejor; – hermanos y hermanas con corazones que escuchan y disciernen, en búsqueda constante de la voluntad del Padre; – hermanos y hermanas audaces, que no han perdido la pasión en sus vidas, apóstoles maristas siempre dispuestos a dar testimonio de Jesús y su Evangelio con el corazón ardiendo de amor. Ayúdanos a ser hermanos y hermanas para todos los que encontramos en el camino de la vida, para estar presentes entre la gente como estabas tú, con un corazón atento y compasivo. Acepta nuestro amor, querida Madre, a la vez que pedimos que, por tu ejemplo y tu intercesión, Cristo llegue a ser el centro de nuestras vidas. (Agua de la roca, Cfr 156)


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Oración Compartida ¡María, llena de amor! El Señor está contigo, y los dos, el Señor y tú, están con nosotros. En ti se han revelado y son veneradas, al fin, todas las mujeres de la tierra. En tu hijo Jesús radica nuestra mejor esperanza. Pequeña María, tú te atreviste a creer que ibas a traer a Dios al mundo. Ruega por nosotros, tus hijos, para que también nosotros le permitamos nacer, crecer y brillar en nosotros y en los demás ahora y por siempre. AMÉN

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Llamó a los que Él quiso para anunciar el Reino. Celebraciones vocacionales

Junio Introducción Hoy queremos orar con la realidad que nos rodea y que el Señor pone a nuestra consideración desde los más pequeños y necesitados. Oramos por nuestra misión y acción apostólica. Oramos tratando de encontrar al Señor que está en todo y ahí alabarle, adorarle y comprometernos más con Él. Desde esta realidad hoy Jesús sigue llamandonos y nosotros preguntando:”¿Qué debo hacer, Señor?

Ofrecer la vida Hoy quiero mirar el mundo con ojos llenos de amor, ser paciente, comprensivo, dulce y prudente. Ver por encima de las apariencias, a tus hijos como Tú mismo los ves, y así no ver más que el bien en cada uno de ellos.

Señor, en el silencio de este día que comienza, vengo a pedirte la paz, la prudencia, la fuerza.

Revísteme de Ti, Señor, que a lo largo de este día yo te irradie y todos los que se acerquen a mí sientan su presencia.


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Canto de reflexión:Canción del misionero Cantos para la Misión - Chile Señor, toma mi vida nueva, antes de que la espera desgaste años en mí. Estoy dispuesto a lo que quieras, no importa lo que sea, tú llámame a servir. Te doy mi corazón sincero para gritar sin miedo tu grandeza, Señor.

Tendré mis manos sin cansancio, tu historia entre mis labios y fuerza en la oración. Y así, en marcha iré cantando, por calles predicando lo bello que es tu amor. Señor, tengo alma misionera, condúceme a la tierra que tenga sed de Dios.

LLÉVAME DONDE LOS HOMBRES NECESITEN TUS PALABRAS, NECESITEN MIS GANAS DE VIVIR. DONDE FALTE LA ESPERANZA, DONDE FALTE LA ALEGRÍA, SIMPLEMENTE, POR NO SABER DE TI.

Salmo comunitario: “Desde el compromiso por el Reino” Animación: El Señor es la esperanza, de la vida y del dolor, y su amor es la palabra que ilumina el corazón. _______________ _______________ Llevamos en nuestro corazón semillas de tu Palabra, llevamos el amor de tu Espíritu

Tu Reino, Señor Jesús, habita dentro de mí; tu Reino es como un Tesoro escondido dentro de un campo; llevo en el fondo de mi ser la libertad y el amor, la justicia y la verdad, la luz y la belleza. Llevo dentro de mí el amor de tu Padre que me llama; la gracia de tu amor que me salva y libera, la amistad y comunión de tu Espíritu que me hace fuerte. Llevamos en el fondo de nuestras relaciones como hermanos, la bondad y la ternura de tu Espíritu de amor; llevamos el gozo y la gracia de tu presencia resucitada: llevamos la misericordia y la compasión de tu Padre.


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Llevamos en nuestros corazones la semilla de tu Palabra; llevamos en el fondo de nuestro ser el amor de tu Espíritu. Cuando compartimos los bienes, tu Reino se hace fuerte. Cuando oramos juntos, tu Reino se manifiesta. Cuando ayudamos al necesitado, tu reino se desvela. Somos, Señor, en tu Iglesia, sal y luz del mundo. Donde el amor es más fuerte que el odio, allí está tu Reino. Donde el perdón es más fuerte que la venganza, allí está tu Reino. Donde la verdad es más fuerte que la mentira, allí está tu Reino. Donde la justicia es más fuerte que la opresión, allí está tu Reino. Donde la libertad es más fuerte que la esclavitud, allí está tu Reino. Donde la ternura es más fuerte que el desamor, allí está tu Reino. Caminamos hacia tu Reino, Señor: anima nuestra marcha. Caminamos con esperanza: alienta nuestro cansancio. Caminamos con fe, con los ojos puestos en ti: ven a nuestro encuentro. Señor Jesús, danos tomar parte ahora, entre los hombres, en los duros trabajos de tu Evangelio de libertad; danos la fuerza de tu amor para ser testigos libres y gozosos del Reino que tu Padre nos ha dado: un Reino para ahora y para siempre. Contigo decimos al Padre: ¡Cuenta con nosotros!


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Orando la palabra: Mandato Misionero - Mc 16, 15 - 18 En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído; arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos sanarán”.

Reflexionamos nuestra acción misionera Desde nuestras raíces maristas Presentamos a Jesús como una persona real a la que se puede llegar a conocer, amar y seguir. Es el fundamento de nuestra misión y el marco de referencia de nuestro proyecto educativo. En Jesús y su propuesta del Reino vemos a Dios que viene a nuestro encuentro para que podamos “tener vida y tenerla en plenitud”. Sus palabras y acciones responden a nuestras aspiraciones más profundas. Nos trae a todos salud y esperanza. Perdona, acoge con amor a pobres y marginados. Nos enseña a orar. Denuncia las estructuras de dominación, poniéndose del lado del oprimido. Proclama una nueva visión de la sociedad humana que comienza con el amor de los unos a los otros, incluyendo a los enemigos, y nos invita a compartir el pan de vida, y a superar las divisiones que hemos originado a causa de la raza, la diferencia social, la riqueza, el sexo o cualquier otro motivo de exclusión. Su muerte y resurrección revelan la profundidad del amor del Padre y el poder de Dios para desterrar el mal a favor del bien, inspirando nuestra esperanza como no lo hace ningún otro acontecimiento de la historia. Su Espíritu continúa obrando en nuestro corazón y en nuestra so-


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ciedad, redimiendo, liberando y reconciliando. Con fe respondemos a la acción de Dios en nuestra historia y nos dejamos transformar. Esta es la Buena noticia de Jesús, “Camino, Verdad y Vida”.(Enfoque Evangelizador de las obras maristas, No. 30)

Oración Compartida

Señor Jesús, que llamas a quien quieres, llama a muchos de nosotros a trabajar contigo. Tú que iluminaste con tu palabra a los que llamaste, ilumínanos con el don de la fe en ti. Tú que los sostuviste en las dificultades, ayúdanos a vencer nuestras dificultades de jóvenes de hoy. Y si llamas a alguno de nosotros para consagrarlo como tuyo, que tu amor caldee esta vocación desde su nacimiento y la haga crecer y perseverar hasta el fin. Amén. (Juan Pablo II)



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Dudamos pero... seguimos creyendo en ti. Celebraciones vocacionales

Julio Introducción Las dificultades llegan cuando nos pides, Jesús, algo más. Es entonces cuando sentimos que nuestras pasiones se rebelan y nos echamos atrás. Aquella posibilidad de avanzar se ha convertido en un fracaso. Es posible que no nos demos cuenta de esta realidad, pero es Dios quien nos inspira y acompaña nuestro caminar.

Canto de reflexión:Hombres de poca fe Jesús II - Brotes de olivos

Cuando la tarde caía, al monte subió a orar, y una barca entre las olas se mecía en el mar. Jesús bajó a la orilla y anduvo sobre las aguas, y los que estaban a bordo le creyeron un fantasma. Pero al instante, Jesús, serenidad les pidió diciendo: “No tengáis miedo pues yo soy vuestro Señor”. Pedro dijo arrogante: “Llegue a ti si eres tú, ande yo sobre las aguas y sabré que eres Jesús”. “¡Ven!”, le dijo el Maestro, y de la barca bajó, y Pedro, sobre las aguas, a Jesús se encaminó.


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Mas el viento era fuerte y por ello se asustó, y al hundirse lanzó un grito: “¡Sálvame tú, Señor!”. Jesús tendióle la mano y tomándole exclamó: “Hombre de tan poca fe, ¿cuándo te defraudé yo?” Ya subidos en la barca el temporal se calmó; diciendo los que allí estaban: “Tú eres el Hijo de Dios”.

Ofrecer la vida, personalmente Salmo comunitario: “Creo, pero aumenta mi fe” Animación: _______________ Creo, yo creo en ti, Señor. Creo, yo tengo fe. Creo, desde mi juventud. Creo, desde el amor. _______________ _______________ Creo en el Resucitado que nos llama a seguir sus pasos y hacer de nuestra vida un signo de vida para los demás.

Creo en el Resucitado, en el Señor de la Vida, en Jesús de Nazaret, carpintero sencillo, hombre de pueblo, predicador itinerante, compañero de camino. Creo en el Resucitado, el hijo de María, quien hizo vida sus palabras del Magnificat, porque llevó la Buena Nueva a los pobres y excluidos. Creo en el Resucitado, Señor de la comunidad, quien para enseñar el amor de Dios llamó a discípulos para compartir su vida. Creo en el Resucitado, el que caminó los pueblos de Palestina, el que anduvo por las orillas del lago, el que se mezcló con la gente del pueblo, para mostrar con su vida que Dios no se olvida


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de los hombres, conoce el sufrimiento y quiere la liberación y la justicia. Creo en el Resucitado, el que se ocupó de los que sufren, el que tuvo compasión de los enfermos, el que se acercó a los marginados, para enseñarnos que el Dios de la Vida nace entre los pobres de este mundo.

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es vivir lo que Dios propone. Creo en el Resucitado, el que entregó la vida, el que cargó la cruz, el que vivió el conflicto, la incomprensión y la persecución por ser fiel. Creo en el Resucitado,que nos llama a seguir sus pasos y hacer de nuestra existencia un signo de que la vida es siempre más fuerte que toda la muerte que nuestra sociedad engendra.

Creo en el Resucitado, el que se animó a presentar a un Dios vivo, Creo en Jesús el que denunció los ritos vacíos porque quiero vivir como Él. y las leyes hipócritas, el que habló con palabras sencillas, para enseñarnos que lo importante

Orando la palabra: Llamado - Mt 14, 23 - 33 Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Jesús les dijo enseguida: ¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó: Señor, si eres tú mándame ir hacia ti andando sobre el agua. Él le dijo: Ven. Pedro bajó de la barca y se echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: Señor, sálvame. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: Realmente eres Hijo de Dios.


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Respuesta a lo orado: Gracias por tu don Hermanos - Kairoi

No fuiste Tú quien me escogió, fui yo quien te llamé a ti, para que dieras frutos de verdad, frutos de gozo y de paz. Para seguir mis pasos, ven, renuncia a lo que tienes hoy dáselo todo a quien nada probó, deja tu yo y toma la cruz.

Vete y predica con tu acción, con la palabra y con tu ser la Buena Nueva de servicio y paz, no tengas miedo te hablaré. Yo te escogí para ser sal, para ser luz e iluminar. Que todos vean a mi Padre en ti, de los sencillos se hace ver.

SEÑOR JESÚS, QUE CONFÍAS EN MÍ Y ME ENVÍAS A SER LUZ Y A SER SEÑAL GRACIAS POR TU DON, GRACIAS SEÑOR.

No sirve para mi misión el que comienza a caminar y aún recuerda aquello que dejó pues no podrá servir a dos. Pon tu confianza en Dios y en Mí, ya que mi gracia bastará. Serás más fuerte en la debilidad que yo en tu barro me quedé.


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Reflexión personal sobre mis creencias. ¿En qué creo? Oración Compartida

¡Enamórate! Nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama cada mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón, y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera.

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Sígueme. Celebraciones vocacionales

Agosto Introducción Anhelamos que la novedad del corazón y de la consagración nos abra a una nueva identidad de hermano: Un hermano cuya consagración lo lleva a pertenecer sólo a Dios y, desde esa experiencia, se desplaza con urgencia hacia las nuevas fronteras de los niños y jóvenes pobres. Un hermano de corazón nuevo que testimonia la conversión a Jesucristo en una vida de amor incondicional y disponibilidad radical. Un hermano que, guiado por el Espíritu, hace del discernimiento un ejercicio cotidiano en búsqueda de la voluntad de Dios en el mundo. Un hermano en camino con María, de corazón misionero, testigo de una experiencia de fe encarnada y gozosa, que anuncia la llegada de un mundo nuevo que comenzó con Jesús. (Del XXI Cap. General Marista)

Canto de reflexión: Aquí estoy, Señor - Hno. Alberto Olano Aquí estoy, Señor, Jesús. Hoy tu llamada quiero vivir. Seguir andando, junto a Ti, con mi cruz voy tras de Ti. Abierto a tu voluntad, Señor, quiero estar para ti mi Dios. Desde mi humanidad quiero decirte que “Sí”, Señor: que tu aliento y tu amor nunca me falte. Que tu gracia y tu bondad jamás, Señor. Con María, iré diciéndote que “Sí” cada día, Señor, cada día...Señor.


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Ofrecer la vida Soy un simple servidor tuyo. Aquí me tienes, Padre. Quiero aprender Pero aumenta mi fe, que es bien débil; y mi amor a todos, que sigue siendo torpe; y mi esperanza niña, con tantas promesas ... , cuida, corrige y eleva. Aquí me tienes, Padre, aprendiendo a vivir en tu casa y dejando que tu mensaje cale.

Aquí me tienes, Padre. Quiero que tu mensaje me cale, que me ares y siembres en mí.

¡Cuenta conmigo! No soy mucho ni valgo mucho ni tengo mucho.

Salmo comunitario: “Abierto a la voluntad de Dios” Animación: Yo quiero estar dispuesto a todo. Toma mi ser mi corazón es para ti. Por eso canto tus maravillas por eso canto tu amor.(2) _______________ _______________ Aquí estoy, Señor, con el deseo profundo de conocer tus designios y de seguirte.

Hoy, Señor, me presento ante ti con todo lo que soy y lo que tengo. Acudo a ti como persona sedienta, necesitada... porque sé que en ti encontraré respuesta. Siento que no puedo vivir con la duda todo el tiempo y que se acerca el momento de tomar una decisión. Deseo ponerme ante ti con un corazón abierto como el de María, con los ojos fijos en ti esperando que me dirijas tu Palabra. Deseo ponerme ante ti como Abraham, con el corazón


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lleno de tu esperanza, poniendo mi vida en tus manos. Deseo ponerme ante ti como Samuel, con los oídos y el corazón dispuestos a escuchar tu voluntad. Aquí me tienes, Señor, con un deseo profundo de conocer tus designios. Quisiera tener la seguridad de saber lo que me pides en este momento; quisiera que me hablases claramente. Sácame, Señor, de esta confusión en que vivo. Quiero saber con certeza el camino que tengo que seguir. Quiero entrar dentro de mí mismo y encontrar la fuerza suficiente para darte una respuesta sin excusas, sin pretextos. Quiero perder tantos miedos que me impiden ver claro el proyecto de vida que puedas tener sobre mí. ¿Qué quieres de mí, Señor? ¡Respóndeme! ¿Quieres que sea un discípulo tuyo para anunciarte en medio de este mundo? Señor, ¿qué esperas de mí? ¿por qué yo y no otro? ¿Cómo tener la seguridad de que es éste mi camino y no otro?

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En medio de este enjambre de dudas quiero que sepas, Señor, que haré lo que me pidas. Si me quieres para anunciar tu Reino, cuenta conmigo, Señor. Si necesitas mi colaboración para llevar a todas las personas con las que me encuentre hacia ti, cuenta conmigo, Señor. Si me llamas a ser testigo tuyo cuenta conmigo, Señor. Y si estás con deseos de dirigir tu Palabra a mi oídos y a mi corazón, habla, Señor, que tu siervo escucha.


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Desde nuestras raíces maristas Dios elige a algunos hombres y los llama individualmente para llevarlos al desierto y hablarles al corazón. A quienes lo escuchan, los separa y, mediante su Espíritu, los convierte constantemente y acrecienta en ellos el amor para encomendarles una misión. Nace así una alianza de amor en la que Dios se entrega al hombre y el hombre a Dios; alianza que la Escritura compara con los esponsales. El dinamismo interno de la consagración se sitúa en el centro de esta alianza (Constituciones de los Hermanos Maristas, 11) Nuestra vida de consagrados es un caminar en la fe, la esperanza y el amor. Jesús nos ha interpelado a cada uno. Hemos escuchado la palabra no temas y hemos superado nuestros miedos y titubeos para comprometernos en su seguimiento. (Constituciones de los Hermanos Maristas, 46 a y b)

Canto de reflexión: Estoy dispuesto Campos sedientos de lluvia y amor que hoy nos gritan sin usar palabras, niños hambrientos de paz e ilusión que no lloran por no tener lágrimas. Flores marchitas antes de nacer, lluvia infecunda en campos baldíos fe y esperanza que no nacerán si seguimos igual, perdidos.

Calles desiertas sin ruido y sin luz, niños cansados sin saber qué hacer, días absurdos en la juventud, noches de lluvia sin amanecer. Tú nos has dado la tierra y el sol, las estrellas, el mar y las aves. Todo ha cambiado, no existe el amor, lo hemos manchado con sangre.


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PERO CUENTA CONMIGO SI QUIERES, SEÑOR, PARA HACER QUE LA VIDA CAMBIE, NAZCAN SONRISAS DONDE HAY DOLOR HAZME PESCADOR DE HOMBRES, HAZME PESCADOR DE HOMBRES.

Oración Compartida Quiero seguirte, Señor. A pesar de las incomprensiones de los demás. A pesar de mis momentos débiles. A pesar de mis horas de cansancio. Quiero ser dichoso con los que te siguen con corazón sencillo: con los pobres que tienen necesidad de ti. con los que sufren en su caminar por la vida. con los que trabajan por implantar la justicia, con los de corazón puro.

Señor, hago opción por la alternativa cristiana. Opto por desterrar de mí la hipocresía, la ostentación, el lujo... Opto por tener un corazón abierto para dar y recibir perdón. Opto por atesorar en el Cielo, gastando mi vida por los demás en la tierra. Yo te sigo. He querido poner la mano en el arado y emprender el camino que tú seguiste.



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Nada es imposible para el que cree. Celebraciones vocacionales

Septiembre Introducción Seguir a Jesús significaba aceptar su enseñanza. Cuando lo acompañaban sus discípulos caminaban literalmente detrás de él, hacia un lado o el otro. Jesús hace un llamado para que lo sigan. Y seguir a Cristo significaba creer en Él. Hoy nosotros hemos oído su voz y debemos tomar una decisión si aceptamos la invitación del Señor: creer en Él y seguirlo.

Canto de reflexión: Mi vida no es nada sin ti Mi vida no es nada sin ti - Jacy Velázquez

El tiempo va cambiando el corazón. Madura el aprender. Tiene heridas por dudar. Por el ímpetu de ser, por hacer su parecer. Y a pesar de sentir siempre tu voz se ha salido de control. Pero sabe que amarte le hace bien ¡Oh!... Cuando le haces ver su error.

Mi vida no es nada sin ti, lo acepto y aquí estoy. Si el pasado me cambió. He aprendido del dolor. Si en tus manos va mi fe. En mis ojos no hay temor. Mi vida no es nada sin ti. Encontré quien soy por fin. Eligiendo amarte así.


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Te encontré en la ciega confusión Y el instinto me guió. Mas no pude serte fiel Tuve un nuevo renacer. Tu amor nunca se alejó por creer a mi instinto me mentí. Tropecé y logré aprender. Pero puedo enfrentar la tentación. Si el perdón va en el querer.

Mi vida no es nada sin ti, lo acepto y aquí estoy. Si el pasado me cambió. He aprendido del dolor. Si en tus manos va mi fe. En mis ojos no hay temor. Mi vida no es nada sin ti. Encontré quien soy por fin. Eligiendo amarte así. Mi vida no es nada sin ti encontré quien soy por fin eligiendo amarte así.

Salmo comunitario: “Enséñame, Señor” Animación: _______________ Señor enséñanos a orar, a hablar con nuestro padre Dios. Señor enséñanos a orar, a abrir las manos ante ti. _______________ ______________ Invítanos al silencio a descubrirte, a encontrarte, a escucharte, para poder seguir el camino _______________

Enséñanos a orar, Señor, para encontrar tu rostro. Invítanos al silencio, para escuchar tu voz. Aclara nuestra mirada, para descubrir tus signos. Danos valor y decisión para aceptar lo que debemos cambiar. Ayúdanos a discernir lo que realmente importa: seguir tus pasos. Enséñanos a comprometernos activos, dispuestos, alegres, en la construcción del Reino. Enséñanos a orar, Señor, nos hace falta. Queremos buscar tu rostro, encontrar tus huellas, reconocer tu paso. Necesitamos volver la mirada, descubrir tus ojos, llamarte “Padre”, sentir tu aliento.


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Descansar en tu mirada, llenarnos de ella, palpar tu abrazo cercano, charlar contigo como niños sencillos, pocas palabras, bien abiertos los oídos, para aprender a cambiar. Invítanos al silencio, ayúdanos a callar. No estamos acostumbrados, nos gusta hablar mucho, para no escucharnos, ni escuchar tu voz que surge de adentro. Vuélvete a nosotros, Padre bueno, llámanos por nuestro nombre. Insiste, porque somos duros, nos cuesta reconocer tu voz. Llama, Padre, interpela, sacude, levanta tu voz, a ver si te hacemos caso y nos decidimos a mirarnos en el espejo de tu Evangelio para aprender a cambiar. Danos tu Espíritu, para guiarnos, para revisar, desde Él, nuestras convicciones, nuestros modelos,

nuestros gestos y actitudes, nuestras metas y proyectos. Ayúdanos a discernir, a caminar según el Espíritu, para aprender a cambiar. Enséñanos a comprometernos, Señor, que nuestra vida cristiana sea levadura y fermento para un mundo que pide a gritos, la irrupción del Reino. Danos audacia a la hora de las decisiones, danos generosidad, a la hora de la entrega, danos constancia, a la hora del trabajo. Fortalece nuestra fe en camino, anima nuestra esperanza, activa nuestro amor en proyectos de vida. Queremos caminar fieles a tu Palabra, cada día, un paso adelante, para cambiar de vida, y dar testimonio concreto de tu presencia en medio nuestro.

Orando la palabra: Mt 17, 14 - 20 En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo. Jesús contestó: ¡Gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? Tráiganmelo. Jesús increpó al


demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron, aparte: ¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros? Les contestó: Por su poca fe. Les aseguro que, si fuera su fe como un grano de mostaza, le dirían a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada les sería imposible.

Desde nuestras raíces maristas

La espiritualidad no nos separa de la realidad, sino que ahonda en ella y nos permite experimentarla desde la fuente: como Moisés en el desierto, hace brotar agua de la roca . Por ello es, necesariamente, una espiritualidad apostólica: en ella descubrimos a Dios en el mundo y el mundo nos remite a Dios . (En torno a la misma mesa, 122) Nuestra vida se unifica en torno a Cristo en las tres dimensiones del carisma: la espiritualidad nos envía a la misión y engendra vida compartida; la comunión nos fortalece en la misión y plenifica la espiritualidad; la misión nos descubre nuevas facetas de la espiritualidad y nos hace vivir la fraternidad. (En torno a la misma mesa, 123) Yo creo que la espiritualidad integra todos los aspectos de nuestra vida. No consiste solamente en lo que llamaríamos el elemento religioso, sino que es, más bien, una búsqueda de Dios en cada dimensión de la vida. Cuando me pongo a pensar en la manera en que la espiritualidad marista ha inspirado mi vida, me doy cuenta de que esa espiritualidad no ha surgido en el vacío; sino en el concreto momento de mi historia personal. Así fue como Marcelino tuvo su propia experiencia de Dios y dio su respuesta. (Experiencia compartida por un laico de Australia, En torno a la misma mesa).


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Oración Compartida

Me acerco al pozo en busca de agua. Tú sabes, Jesús, que tengo sed, que muchos tenemos sed. Necesitamos agua. Te necesitamos a Ti. Te espero, Tú te acercas. Me pides de beber. Tu palabra y tu mirada me dicen: Tú me necesitas y yo te necesito. Tomo conciencia que se inicia un diálogo de confianza, de intimidad, de amistad. Te digo: Tú sabes el todo de mi vida. Sabes de mi fragilidad, de mi egoísmo, de mi prepotencia, de mi indiferencia ante el necesitado de pan y de amistad.



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Tomar la cruz y seguirte. Celebraciones vocacionales

Octubre Introducción Seducidos por Jesús, queremos vivir en intimidad con Él. De esta intimidad con Dios brota, como don y tarea, nuestra forma de ser característica, la sencillez. Amados infinitamente por Él, queremos ser transparentes: conocemos nuestras debilidades y nos aceptamos con ellas. En este caminar descubrimos dificultades, incomprensiones, desánimos, pero todo ello es una invitación a tomar la cruz y seguirlo, pues toda opción implica también renuncias.

Canto de reflexión: Cristo no tiene manos Mi vida no es nada sin ti - Jacy Velázquez

Un antiguo pasillo, un oscuro rincón. Una simple casa que ya se olvidó. A lo lejos se ve un viejo crucifijo cubierto de polvo y olvido. De repente, me mira y me guiña un ojo y me lleva a limpiarlo con gozo.

Una mirada que brilla de ternura. Y me invita a dejarlo todo e ir con Él. CRISTO NO TIENE MANOS Y PIDE LAS MÍAS. CRISTO NO TIENE VOZ Y PIDE MI CANCIÓN. CRISTO NO TIENE PIES, PARA CAMINAR EL MUNDO CRISTO PIDE MI AMOR.


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CON-VOCADOS DESDE EL AMOR

El camino no es fácil, se hace largo ya. Entre flores y espinas he de caminar. Para alcanzar un día el arcoiris final de alegría y gozo en la eternidad.

Cristo tienes mis manos úsalas cual tuyas. Cristo tienes mi voz que canta tu canción. Cristo tienes pies para caminar el mundo Cristo aquí tienes mi amor.

CRISTO NO TIENE MANOS Y PIDE LAS TUYAS. CRISTO NO TIENE VOZ Y PIDE TU CANCIÓN. CRISTO NO TIENE PIES, PARA CAMINAR EL MUNDO CRISTO PIDE TU AMOR.

Salmo comunitario: “Enséñame, Señor” Señor Jesús, Pastor Bueno, que ofreciste tu vida para que todos tengan la vida, concédenos a nosotros, comunidad creyente que se extiende por el mundo entero, la abundancia de tu vida y haznos capaces de testimoniarla y comunicarla a los demás.

incansables en su ministerio y generosas en su sacrificio. Y que su ejemplo abra otros corazones a sentir y seguir tu llamada.

Tras tus pasos, en camino, aprendiendo en la marcha, en comunidad itinerante, te seguiremos, Señor, te seguiremos.

Te seguiré, dejando lo que sea necesario, sin atarme a los bienes, ni a los afectos, ni a nuestros propios proyectos. Lo dejaré todo, Señor, para que ocupes el centro, y el horizonte, y empapes nuestra sed de encuentro.

Señor Jesús, concede la abundancia de tu vida a todas las personas consagradas a ti para el servicio de la Iglesia; hazlas felices en su entrega,

Abre, Señor, tus brazos y estréchanos fuerte, sostennos en las dificultades y anima nuestro espíritu en los conflictos.

Señor Jesús, concede la abundancia de tu vida


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a todas las personas, que llamas a tu servicio. Ilumínalos en sus opciones, hazlos dispuestos y valientes para que otros tengan la vida. Porque Tú tienes palabras de vida, que llegan al corazón y descubren nuevos rumbos.

Porque Tú sacudes nuestros pies, quebrando nuestras rutinas y nos lanzas a nuevos desafíos. Porque Tú eres el Señor la fuente de vida y nos llamas a una nueva existencia.

Porque Tú nos miras a los ojos, nos muestras tu rostro y nos invitas a nuevos horizontes.

Orando la palabra: Mc 8, 34 - 9, 1 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”. Y añadió: “Yo les aseguro que algunos de los de aquí presentes no morirán sin haber visto primero que el Reino de Dios ha llegado ya con todo su poder”.

Desde nuestras raíces maristas Hemos experimentado que el Dios de Jesús de Nazaret nos ama infinitamente y hemos quedado seducidos por su amor. Por ello, queremos ser, ante todo, seguidores de Jesús, apasionados servidores de su Reino. En este seguimiento, y gracias al ejemplo de muchos hermanos, hemos descubierto que Dios nos llama a vivir el carisma marista como una vocación personal. Y, como María, hemos respondido ‘Sí’.


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CON-VOCADOS DESDE EL AMOR

Nos sentimos llamados a ser seguidores de Cristo al estilo de Champagnat. San Marcelino es nuestra inspiración. Él nos lleva a Jesús a través de María, nuestra Buena Madre y Recurso ordinario. Con la Iglesia, creemos que él es un don de Dios para el mundo, que nos impulsa a prolongar su carisma en la historia. El carisma marista empapa nuestra existencia, no sabemos ser de otra forma. Nuestra vida se multiplica y se fortalece en la misión, se nutre de la espiritualidad y se enriquece en la vida compartida marista. Misión, espiritualidad y vida compartida son los tres colores que, juntos en una sola armonía, nos caracterizan y nos hacen confesar: ¡Somos Maristas! (Carta abierta, En torno a la misma mesa)

Respuesta a lo orado: Y se vive la vida Y se vive la vida - Kairoi

Desde aquí se ve la vida brotar detrás de cada esperanza, por encima de la muerte y el fin, por encima del fracaso.

Desde aquí se asume el riesgo al vivir, al ofrecer el saludo, al querer caminar juntos y abrir caminos de libertad.

Desde aquí se ve la vida arraigar hasta las rocas primeras, hasta los primeros pueblos y hablar Desde aquí y amando la realidad, desde lo hondo y callado, en cada vida nacida. desde el llanto y la mirada al reír, también desde el abandono. Y SE VIVE LA VIDA CUANDO SE ENTREGA SORBO A SORBO, PALMO A PALMO, GESTO A GESTO, CORAZÓN A CORAZÓN. (2)


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Oración Compartida Señor, no tienes manos, tienes sólo nuestras manos para construir un mundo nuevo donde habite la justicia. Concédenos, Señor, fortaleza y entrega. Señor, no tienes pies, tienes sólo nuestros pies para poner en marcha a los hombres por el camino de la libertad. Concédenos, Señor, comprensión y estima. Señor, no tienes labios, tienes sólo nuestros labios para proclamar al mundo la Buena Noticia de tu Evangelio. Concédenos, Señor, sabiduría y consejo. Señor, no tienes medios, tienes sólo nuestra acción para lograr que todos los hombres sean hermanos. Concédenos, Señor, ser testigos de tu Evangelio. Amén.



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Vengan y lo verán. Celebraciones vocacionales

Noviembre Introducción Los primeros que acceden a Jesús son dos discípulos del Bautista: Juan y Andrés. Aunque la vocación es un regalo personalizado de Dios, también funcionan las mediaciones. Ambos seguidores de Jesús ya estaban enrolados en un grupo espiritual, con ganas de mejorar. Por ello hemos de dar gracias a Dios por las personas que nos sirvieron de trampolín para sumergirnos de lleno en Jesús. Jesús provoca la experiencia personal: “Vengan y lo verán”. También nos sentimos convocados por Jesús para vivir esa misma experiencia.

Ofrecer la vida: “Déjame, confiar en ti” Se enciende una luz

Déjame sentirte cerca, que me das seguridad. Déjame confiar en Ti. Ayúdame a crecer en fe, que mi cuerpo como un gesto, a tus pies se inclinará. Y mi alma sin temores, sólo a Ti. Te alabará. (2)


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Orando la palabra: Llamado -

Jn 1, 35 - 42

Al día siguiente, se encontraba de nuevo allí Juan con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: “He ahí el Cordero de Dios.” Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se vuelve, y al ver que le seguían les dice: “¿Qué quieren?” Ellos le respondieron: “Rabbí -que quiere decir, ‘Maestro’- ¿dónde vives?” Les respondió: “Vengan y lo verán.” Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra al amanecer con su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al Mesías” -que quiere decir, Cristo. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas” -que quiere decir, ‘Piedra’.

Salmo comunitario: “Vengan y vean” Animación:

_______________ Siento tu llamada y confío en ti _______________ _______________ Ven y lo verás... fueron y se quedaron con Él aquel día.

En eso de buscar excusas soy, Señor, especialista. Ante la urgencia de una respuesta encuentro siempre argumentos para escabullirme y no dar golpe. Pero tú me dices: Ven y lo verás. Te aseguro, Señor, que miro, veo y respondo según mi conveniencia. En esto de mirar y ver hay muchas trampas, y pienso que llegas tarde si quieres enredarme. Pero tú me dices: Ven y lo verás.


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Muchos días miro y no veo nada. Estoy dormido, bien dormido, ante los marginados y heridos del mundo. Y creo que aquí no pasa nada, que eso es un invento para tenernos en vilo. Pero tú me dices: Ven y lo verás.

que eso no va con nosotros, que lo nuestro es otra cosa, que no debemos meternos en política ni despertar a los que duermen bajo las higueras. Pero tú me dices: Ven y lo verás.

Los eslóganes son claros: que no sea un ingenuo, que no me emocione al primer golpe, que no me deje cambiar el nombre, que no pregone mis ilusiones, que respete a la gente en sus opciones, que siga feliz: descansando a la sombra, que sólo se vive una vez, Y cuando pongo manos a la obra, que de Nazaret porque estómago, corazón y cabe- nada bueno puede salir ... za me duelen de tanto soportar, Pero tú me dices: son muchos los que afirman Ven y lo verás. Hay otros días en que veo doble, y una injusticia a cada paso. Pienso que esto no tiene arreglo, y me amargo soñando interminables desgracias con los brazos cruzados, y diciendo: Nada se puede hacer. Pero tú me dices: Ven y lo verás.

Oración Compartida


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CON-VOCADOS DESDE EL AMOR

Desde nuestras raíces maristas: Llamadas Soñamos con una juventud que ajusta su vida a los valores evangélicos. En este camino de compartir el sueño de Dios, el hecho de ver el mundo a través de sus ojos, nos llevará a crear un futuro más viable. (Evangelizadores entre los jóvenes Cfr.194) Soñamos con jóvenes que desean descubrir los talentos que Dios les ha dado y deciden vivir las virtudes maristas, como el trabajo, la modestia y la sencillez, que descubren en los ejemplos de los otros. Con esas actitudes, se enfrentan a las corrientes de pensamiento egoísta y al consumismo. Se comunican unos a otros la alegría de vivir. Desean desarrollar su sentido de autoestima, y luchan para encontrar su papel en el mundo y en la familia marista, sirviendo a los demás. Muchos acaban encontrando su vocación como “líderes en servicio”. (Evangelizadores entre los jóvenes Cfr.199) Soñamos con una juventud que madure en su fe, que viva plenamente su proceso de búsqueda de identidad y crecimiento personal, aceptando sus limitaciones y dones, y que establezca nuevas formas de relacionarse con los demás, amigos o familiares, en el descubrimiento de su lugar en el mundo y en la superación de concepciones infantiles de Dios. Aprendemos con los jóvenes a ser pacientes y comprensivos en los momentos de dificultad, rebeldía e inestabilidad característicos de esa edad. (Evangelizadores entre los jóvenes Cfr.200) Marcelino Champagnat supo reconocer las necesidades y los temores, las esperanzas y los proyectos de los jóvenes. Siendo hombre de oración y de acción, resumió las visiones y los sueños de los jóvenes en las palabras que nos son bien conocidas: “Que lleguen a ser buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”, o también, “No puedo ver a un niño sin decirle cuánto lo aman Jesús y María”. Para Marcelino, ése era el sueño de Dios para cada joven. (Evangelizadores entre los jóvenes Cfr.207)


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Reflexión personal: Qué jóvenes sueño yo y que invitación les hago Oración Compartida ¡Te necesito, Señor! Porque sin Ti mi vida se seca. Quiero encontrarte en la oración. En tu presencia inconfundible, durante esos momentos en los que el silencio se sitúa de frente a mí. ¡Necesito sentirte alrededor! Quiero encontrarte en tus sacramentos: en el perdón, en la escucha de tu Palabra, en el misterio de tu cotidiana entrega radical. ¡Tengo que verte! Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser, en las capacidades que me has dado, en los deseos y sentimientos que fluyen en mí, en mi trabajo y en mi descanso y, un día, en la debilidad de mi ser.



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Como el Padre me amó, yo los he amado. Celebraciones vocacionales

Diciembre Introducción Somos fruto de nuestra historia, la suma de todo lo que hemos vivido desde nuestra concepción; cada acontecimiento, feliz o desdichado, se ha inscrito en nuestra carne, y aunque nuestra memoria no lo recuerde, nuestro cuerpo sí se acuerda de todo. Él lleva la huella de cada herida, de cada rechazo, de cada gesto o palabra que ha podido darnos la sensación de no ser amados. Dios nos ama, tal como somos, no tal como habríamos querido ser, no tal como la sociedad o nuestros padres habrían deseado que fuéramos, sino tal como somos hoy, con nuestras debilidades, nuestras heridas, nuestros temores, nuestras cualidades y nuestros defectos. Tal como somos hoy, somos amados por Dios.

Canto de reflexión: “Con amor eterno” Según tu Palabra

Ain Karen,

El amor de Dios se expresa como disposición amistosa, gratuita y desbordante, que engendra gestos de liberación, perdonando toda infidelidad y pecado. Nuestro Dios se revela con misericordia y ternura infinitas.


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CON-VOCADOS DESDE EL AMOR

CON AMOR ETERNO ¡TE AMO!, POR ESO DERRAMARÉ MI GRACIA EN TI, CON MISERICORDIA SERÁS RECONSTRUIDA Y SIEMPRE, CON TERNURA, TE AMARÉ.

Así dice el Señor: Cambiaré tu suerte en el desierto, el llanto de tu pueblo consolaré.

Así dice el Señor: Te sanaré, curaré tus heridas, lleno de amor por ti, cuido tu vida.

Así dice el Señor: Cantarás salmos de alabanza, rebosante de gozo, danzarás.

Así dice el Señor: Multiplicaré tu descendencia, será fecunda la tierra en la que habites.

Salmo comunitario: “Amar es dar la vida” Animación:

_______________ Como el Padre me amó, yo los he amado. Permanezcan en mi amor, permanezcan en mi amor. _______________

_______________ Tú eres un ser amado por Dios. Eres obra de sus manos. _______________

Amar es dar la vida por los demás, para que vivan mejor. Aman la madre y el padre que todos los días trabajan por sus hijos y los acompañan en su crecimiento, y les dan cariño y los escuchan. Aman los docentes que todos los días buscan lo mejor para sus alumnos, y tratan de enseñar, para que puedan tener un futuro mejor, con paciencia y estímulo, a pesar de las dificultades. Aman los amigos que se saben acompañar, en las buenas y en las malas, que se alegran con los dones del otro, y saben aconsejar cuando el otro se equivoca.


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Aman los muchos religiosos y religiosas, y sacerdotes, que desde la vida del pueblo, buscan ofrecer una palabra de aliento, y hacer presente al Dios de la Vida, en medio del sufrimiento, la soledad, y los problemas cotidianos. Aman como Jesús, todos ellos y muchos otros, que se sienten responsables de los demás, que buscan lo mejor para el otro, que practican el bien comenzando por el que tienen al lado. Aman como Jesús, los que cuidan de los demás, para atender sus dolores y compartir sus alegrías, para buscar juntos el pan y el trabajo,

para proveer la educación y la salud que todos necesitamos. Aman como Jesús, los que comparten la vida de los pobres, los que plantan su tienda entre los excluídos de nuestro tiempo, los que buscan un mundo mejor para todos, para todos… Aman como Jesús, que es buen pastor y entrega su propia vida, porque no hay amor más grande que dar la vida, y no hay vida más plena que la que se vive para los demás. Sencillamente porque Jesús, nuestro Dios y nuestro Hermano, nos muestra que es posible amar hasta darlo todo.

Orando la palabra: Llamado -

Os 11, 1 - 4

Cuando Israel era niño, lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí: ofrecían sacrificios a los Baales, e incienso a los ídolos. Yo enseñé a caminar a Efraín, tomándole por los brazos, pero ellos no sabían que yo los cuidaba. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor; yo era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer.


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CON-VOCADOS DESDE EL AMOR

Respuesta a lo orado: El amor es nuestro canto Y ahora, Señor - Kairoi

El amor es la palabra limpia que hace vivir, es el fruto de la tierra buena y es sufrir, es decirle al hermano pobre: sólo no estás. No dejes que pase tu tiempo sin más.

El amor es el regalo eterno que nos da Dios, es tener el corazón abierto y es perdón. Es la fe y la esperanza cierta del más allá. No dejes que pase tu tiempo sin más.

EL AMOR ES NUESTRO CANTO A LA VIDA QUE SE DA Y QUE ESPERA UN AMANECER EN LA VERDAD.

El amor es un camino largo y sin final, es la luz que inunda sombras en la oscuridad, es la vida que nos brinda un tiempo de oportunidad. No dejes que pase tu tiempo sin más.

Desde nuestras raíces maristas: Llamadas La vida laical nace, como toda vocación cristiana, de la respuesta al encuentro con Dios, que nos ama infinitamente. Es fruto del bautismo que nos envía a la única misión cristiana: hacer presente el Reino de Dios en este mundo.(En torno a la misma mesa, 5) La iniciativa de nuestra vocación viene de Dios. Él nos ama y quiere nuestra plenitud, por eso nos invita a cada uno a recorrer un camino único. De este modo, la vocación laical marista no nace como una necesidad en momentos de crisis vocacional de los hermanos, ni como una manera de manifestar el afecto hacia ellos. Es una llamada personal a una forma específica de ser discípulos de Jesús. (En torno a la misma mesa, 13) La Iglesia reconoce que la intuición de san Marcelino sigue viva hoy en nosotros y es un regalo de Dios para el mundo. La misión marista está llamada a multiplicarse hasta que, en todas las diócesis del mundo, los niños y jóvenes saboreen la ternura de Dios. Los laicos


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maristas creemos que Dios nos llama a prolongar en la historia esta intuición, como seguidores de Cristo al estilo de Champagnat. (En torno a la misma mesa, 33)

Oración Compartida Ámame más, Señor, para quererte. Búscame más, para mejor hallarte. Desasosiégame, por no buscarte. Desasosiégame, por retenerte. Pódame más, para más florecerte. Desnúdame, para no disfrazarte. Enséñame a acoger, para esperarte. Mírame en todos, para en todos verte. ¡Por los que no han sabido sospecharte, por los que tienen miedo de encontrarte, por los que piensan que ya te han perdido. Por todos los que esperas en la muerte, quiero cantarte, Amor, agradecido, porque siempre acabamos por vencerte!





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Introducción

Oraciones Vocacionales

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1. Señor Jesús, tú eres el camino 6 2. Oración al Espíritu 6 3. Oración al Espíritu Santo 7 4. Animados por la Palabra 7 5. Manifiesta a la juventud 8 6. Llamados a participar 8 7. Despierta en mí la vocación misionera 9 8. Suscita más misiones 9 9. Señor, sigue llamándonos 10 10. Oración por las vocaciones sacerdotales 10 11. Señor, hazme servicial 11 12. Arriesgar la vida 11 13. Concédenos la abundancia de tu vida 12 14. Apóstoles 13 15. Envíanos familias generosas 13 16. Libres para seguir a Jesús 14 17. Vayan y proclamen el Evangelio 15 18. Quien no se lanza mar adentro 15 19. Necesito tus manos 16 20. Padre, haz de mí lo que quieras 16 21. Por los laicos 17 22. Amigos que te anuncian 17 23. Fermento en el mundo 18 24. Hazme conocer el camino 18 25. Vaso de arcilla 19 26. Cristo, te necesita 20 27. Espero en Ti, Señor 20 28. ¡Oh, Espíritu de verdad! 21 29. Tu nombre 22 30. Apóstoles en camino 22 31. Bendice a nuestros catequistas y nuestras parroquias 22 32. Te confiamos nuestra comunidad 23 33. Padre Nuestro por los religiosos 24 34. Padre Nuestro por los laicos consagrados 24 35. Danos locos 25 36. Mujer de fe y confianza 25 37. Madre de la juventud 26 38. Madre de la Iglesia 27 39. Virgen María, confianza en Dios 27 40. Llena de gracia 28 41. María, enséñanos a ser fieles 29


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42. María, Madre de Todos 43. Madre, consérvame el corazón joven 44. En el camino con María 45. María, tu ejemplo nos ilumina 46. María, modelo de consagración 47. Te damos gracias, con María. 48. Súplica por las vocaciones 49. Junto a ti 50. ¡Abre tu puerta! 51. Me llama tu voz 52. Me llamas 53. Nos llamas 54. Sólo el amor 55. Deja tu familia 56. Yo estoy siempre contigo 57. Gastar la vida 58. Padre bueno 59. Jesucristo, Salvador del mundo 60. Tengo muchas ganas 61. Toma mi vida, Señor 62. María, compañera de camino 63. Fuerza para buscarte 64. Acepto la vida 65. Ofrecer la vida 66. Oración a Marcelino Champagnat 67. Oración de Marcelino a María 68. Oración a Marcelino 69. Oración del Padre Champagnat para el enviado 70. Oración para pedir vocaciones maristas

29 30 31 31 32 32 33 33 34 34 35 36 36 37 38 39 40 41 42 42 43 44 45 45 46 47 47 48 49

Celebraciones Comunitarias

1. Enero: Remar mar adentro 53 2. Febrero: Sal de la tierra y luz del mundo 59 3. Marzo: El grano que muere da mucho fruto 65 4. Abril: Jesús, poniendo en él los ojos lo amó 71 5. Mayo: María, modelo de consagración y seguimiento 77 6. Junio: Llamó a los que Él quiso para anunciar el Reino 83 7. Julio: Dudamos de Ti, pero seguimos creyendo en Ti 89 8. Agosto: Sígueme 95 9. Septiembre: Nada es imposible para el que cree 101 10. Octubre: Tomar la cruz y seguirte 107 11. Noviembre: Vengan y verán 113 12. Diciembre: Como el Padre me amó, yo les he amado 119

Índice

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