Isabel Mellado

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POR MATÍAS CLARO Y FRANCISCO GALLEGOS

I

sabel Mellado (Santiago) dejó Chile a principios de los noventa. La cultura alemana la inundaba completamente. Al tiempo que leía a Thomas Mann, podía pasarse varias tardes en el Cine Arte Normandie. Aprendió el alemán con esfuerzo. No lo hacía, sin embargo, por un mero gusto estético por el arte que provenía desde esas latitudes. Detrás de ello había una pasión: la música.

Tal vez por querer sentirse en compañía, leía libros. Tal vez por volver imaginariamente a Chile, volvió a escribir. No poemas, como lo quería su padre cuando era niña. Se cautivó con la prosa y de ahí no la sacó nadie. Hace un tiempo nos enteramos que una tal Isabel Mellado, una violinista chilena, estaba teniendo éxito con su libro de cuentos en España. Conseguimos su correo electrónico, para entrevistarla por ese medio. Le enviamos las preguntas; demoró tiempo en responder. Cuando en nuestra casilla nos encontramos con una respuesta que no esperábamos –“viajo a Chile durante las fiestas”-, decidimos encontrarnos con ella y realizar la entrevista cara a cara.

Aunque su padre -el poeta Carlos Mellado- intentó entusiasmarla cuando niña para que se interesara por la poesía, ella declinó por otro tipo de sonidos, que no necesariamente incluían la palabra. El violín, al cabo de unos años, la convirtió en una de las alumnas más avanzadas de su clase. Se le planteó la encrucijada de perfeccionarse, o simplemente dedicarse a otra cosa. La cultura alemana le inundaba completamente. Su pasión, sin duda, provenía de las obras de Bach, Beethoven y tantos otros. Dejó Chile a principios de los noventa, para dedicar su vida al violín.

Isabel se baja de un taxi y camina en diagonal, hacia nosotros. En la plaza Ñuñoa juegan niños a la pelota en un espacio que no está permitido. Unas pequeñas gotas que el viento transporta desde el chorro de una pileta nos caen en la espalda. Isabel sonríe. Ha dejado Granada –donde actualmente vive- para encontrarse con los suyos. Ha tomado un avión para presentar El perro que comía silencio. Ha venido a Chile para mostrarnos su otra pasión: la escritura.

Siempre intentó mantenerse cerca de los suyos. Viajaba cada tanto a Chile, en los recesos de la filarmónica de Berlín. Pero los viajes se volvían esporádicos y cada vez más difíciles. Los ensayos y las giras 1 apenas le dejaban tiempo para descansar. 1


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