Cortesía NOTA
y buenos modales
L
a cortesía y los buenos modales son más que una señal de clase y educación. Según los expertos, estos tienen un efecto positivo en la salud, el trabajo y la familia. Ahora bien, retrocedamos en el tiempo. Los autores parecen estar de acuerdo con que la cortesía no es un elemento natural dentro de las sociedades, sino que se desarrolló históricamente. Recordemos que el origen de la cortesía hay que buscar a fines de la Edad Media en la vida de la corte, cuando los cortesanos trataron de distinguirse del común al crear un sistema de modales que sirviese de pauta social distintiva, de modo que para ese momento la falta de buenos modales era característica del estilo de vida de gente de extracción humilde (Haverkate, 1994). De ahí que la cortesía no se mantenga homogénea a través del tiempo, ni en sus prácticas, ni en los contextos en los que se requiere; de ahí también la discusión sobre la universalidad de la cortesía. En efecto, según Ehlich (1992), no existe cortesía en las formas gramaticales de tratamiento en latín y griego, donde el sentido de asociación (togetherness) es neutral con respecto a las formas sociales y solamente cuando se juntan hombres del mismo rango, surgen formas de tratamiento que pueden relacionarse con la idea de cortesía. Se encuentran en la era bizantina las raíces del pluralis reverentiae como reacción contra el plural mayestático; a medida que corre el tiempo y se conforma el sistema de la cortesía, el uso
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del término courtoisie disminuye, mientras se hace más frecuente el de civilité, que se impone en Francia, en el siglo XVII. Kerbrat-Orecchioni (2004) sostiene que, por un lado, la cortesía es universal, ya que en todas las sociedades humanas existen comportamientos que permiten mantener un mínimo de armonía entre los interactuantes, pero que, al mismo tiempo, la cortesía no es universal en lo que respecta a sus formas y sus condiciones de aplicación, pues estas varían de un grupo a otro (Kerbrat-Orecchioni, 2004). Sea cual fuere el origen, la cortesía es la
La cortesía, la consideración y el tacto han sido llamados «el aceite que lubrica la gran maquinaria social», que nos permite funcionar en relativa paz y armonía. Y con razón.