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Alfon” Alfonso Fernández en libertad (España

09/01/2013 Como en la época del franquismo, sin serlo, un joven es detenido, confinado al aislamiento y torturado sicológicamente, para escarmiento de otros jóvenes, en un país europeo que presume de ser democrático

Alfonso Fernández es un joven indignado, vinculado a las movilizaciones del 15M y detenido durante la Huelga General del 14N, detenido bajo la acusación de estar en posesión de explosivos y de causar alarma social. Alarma social, es la que ha creado la política de recortes de los gobiernos del Sur de Europa, en Grecia, Portugal, España e Italia. Alarma social, la crea la detención del que fuera presidente de los empresarios españoles, o la financiación ilegal de los partidos políticos.

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Muy distinto es el rasero con el que se trata a los militantes de la derecha, o a los dóciles socialdemócratas. Muy distinto ha sido el trato que ha recibido el guardián de los cachorros del PP Angel Carromero, detenido en Cuba tras la muerte de dos dirigentes de la oposición cubana, historia de todos conocida. La derecha española, está aprovechando el río revuelto de la crisis para pasar de contrabando, una severa reducción de las libertades democráticas. Fue su primer intento el criminalizar a los manifestantes del 15M cuando éstos decidieron rodear el Congreso de los Diputados, arguyendo que se conculcaba la libertad e los diputados, argumento descartado por la Audiencia Nacional y que le valió una reprimenda a la Delegada del Gobierno de Madrid.

A la derecha se le cae de vez en cuando la careta, dejando ver su cara de verdugo

Desde el Ministerio del Interior, se da orden de emplear la máxima contundencia en las cargas policiales y se detiene de forma masiva y abusiva a los manifestantes, con un uso desproporcionado de medios.

Se amaga sistemáticamente con reducir las libertades de manifestación y de huelga, de tal forma que los ciudadanos se lo piensen dos veces antes de salir a la calle a manifestarse. Mientras todo esto sucede, se pretende dar carpetazo a los casos de corrupción y minimizar su impacto social, desviando la atención hacia la crisis económica y a la cuestión catalana. Los socialdemócratas permanecen callados, o se limitan a tímidas reafirmaciones de su espíritu democrático, lejos de ponerse a la cabeza de la defensa de las libertades, dejando hacer a la derecha lo que le viene en gana, convirtiéndose en cómplices de la destrucción de los logros alcanzados por las luchas callejeras durante la transición a la democracia. Ya no se les pide que sean de izquierdas, tan solo se les pide que sean demócratas. Al final entre unos y otros están convirtiendo un Estado de Derecho en un Estado de Derechas.

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