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El Alzheimer colectivo

11/10/2013 Los pueblos corren el riesgo de perder sus memoria histórica en medio de las prisas que marca la sociedad de consumo y la negada lucha de clases que arrastra a una buena parte de ella al sometimiento de la minoría dominante

Tal parece que nunca hubiera existido la esclavitud, la marginación o la dominación feudal, o que los pueblos no hubieran vivido el colonialismo y las conquistas a sangre y fuego en nombre de la fe. El capitalismo, como una fiera salvaje, va dejando en su camino imparable por mantener su hegemonía, víctimas irreconocibles a las que se les atribuyen fosas comunes señaladas con nombres tan inexactos como "daños colaterales", "fuego amigo", "paro", "crisis" o "recortes presupuestarios". Entre guerras y ajustes económicos, los pueblos se ven sometidos a decisiones arbitrarias que sólo benefician a ese exiguo grupo de millonarios que acumulan poder y privilegios a costa de muerte, destrucción e injusticia social. Desde que contamos los años y meses del calendario, la esclavitud ha sido una constante hasta bien entrado el siglo XIX, la marginación y el racismo fue una práctica consentida hasta finales del siglo pasado y a estas alturas de la historia los pueblos indígenas y millones de mujeres y niños, siguen

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sufriendo la marginación, la explotación y el desamparo en un buen número de naciones que comparten silla en las Naciones Unidas y que son admitidas en el círculo de las llamadas sociedades civilizadas, tal como consentía Roma a sus aliados. Lo que ha cambiado en la humanidad se debe fundamentalmente a las sublevaciones de los oprimidos, de los marginados, de los esclavizados… Las naciones y las clases dominantes, jamás han cedido de forma graciosa sus privilegios, jamás han concedido libertades de forma generosa, siempre se han obtenido gracias a las movilizaciones, generalmente acompañadas de baños de sangre, de aquellos que reclamaban justicia.

Hay que repasar la historia, hay que leer más

De todas las opresiones, la más aborrecible es la esclavitud. Pero la esclavitud, tiene distintos grados y versiones según quien la sufra y quien la cuente, marcas de hierro al rojo vivo en el cuerpo, el látigo como lengua, el cepo de castigo, la picota de escarnio o la muerte por agotamiento, son el extremo opuesto a la tolerancia de la religión, la licencia para que el esclavo pudiera casarse o la posible compra de su libertad a cambio de dinero. El nuevo esclavismo, se establece por el sometimiento a los salarios fijados por el capitalismo, salario que no es otra cosa,

que el pago suficiente para que el trabajador pueda volver al día siguiente a producir beneficios para su patrón y no se subleve. Los nuevos esclavos, apenas se diferencian de los viejos esclavos, es más, si observamos el actual sistema de producción en masa de algunas naciones, veremos que lo único que ha cambiado es la libertad para alquilarle a cualquiera, la "vivienda" donde poder dar descanso al cuerpo, para seguir siendo explotado. Mientras tanto, la modernidad nos ha traído la tecnología, lo ilusorio, con un Smartphone en la mano, como si de una bola de cristal se tratara, podemos ver un mundo maravilloso cargado de oportunidades infinitas, capaz de producir libertad y felicidad de forma inagotable. Más allá de este porvenir ilusionado, que cual espejismo produce de forma inducida, la hegemonía del Capitalismo Salvaje, está la triste realidad… Esta mañana encontré a un abuelo, que no sabía a dónde iba, ni como se llamaba… el Alzheimer había llegado a su vida.

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