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Honduras, embajadas o prostíbulos ?

08/01/2013 La policía de Bogotá, busca a varias mujeres que participaron en una “fiesta sexual”, implicadas en un presunto robo de ordenadores y teléfonos celulares dentro de la Embajada de Honduras en Colombia

Jorge Mendoza, amiguete del embajador de Honduras en Colombia, Carlos Humberto Rodríguez, por lo visto, organizó una orgía el pasado día 20 de Diciembre en el recinto de la Embajada, para lo cual contrató los servicios de varias prostitutas, que al parecer no llegaban a la categoría de “damas de compañía”, a juzgar por lo que cuenta la prensa hondureña, que hace referencia a un comportamiento algo primitivo y barrio bajero. El vergonzoso y más que lamentable suceso, más propio de la prensa amarilla o rosada, no debería ser digno de atención de ningún comentarista político, pero cuando se trata de Honduras, no es posible sustraerse al comentario. Honduras se ha convertido en tema de interés durante los últimos años por la destitución de su presidente constitucional Manuel Zelaya, a manos de Roberto Micheletti, tras lo cual se han desatado las codicias y el desenfreno de una oligarquía corrupta y carroñera

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que amenaza con mantener a Honduras en la barbarie y la marginación.

¿Las embajadas representan a los pueblos? o representan a los gobiernos?

El incidente de la embajada de Honduras en Colombia, es una muestra de la ligereza con la que se tratan los asuntos de Estado por parte de las oligarquías criollas, la sede diplomática, se convierte en la casa particular de un amiguete en ausencia del embajador, pero no nos llamemos a engaño, el amiguete anda como perico por su casa, tal como si del mismísimo se tratase. Y es que en eso consiste la cuestión, las oligarquías criollas están acostumbradas a gobernar sus países como si de su finca particular se tratara, sin temor alguno a que alguien les pida explicaciones sobre lo que hacen, sin tener en cuenta que se trata del patrimonio de todos los hondureños, en este caso, que se trata de la imagen que se proyecta al mundo sobre el comportamiento de los hondureños. Carlos Humberto Rodríguez (el embajador), ha tratado de excusarse personalmente del incidente, pero en ningún momento ha pedido disculpas a los ciudadanos hondureños o a los colombianos, se ha mostrado más preocupado por lo que pensará su hija cuando la acompañe el primer día de clase a su colegio privado.

Se ha preocupado por saber qué funcionario filtró la información de lo sucedido y por decir a la prensa que su amiguete es un hombre “muy profesional” que “prácticamente vio nacer a sus hijas” y que su “error táctico” (el único?) fue no haber informado a la cancillería. O sea que un amiguete monta una orgía en la embajada, desaparecen celulares, ordenadores y se defecan encima de las mesas… y aún espera que todo eso no va a traer consecuencias políticas y diplomáticas, que se va a ir de rositas. La inmoralidad se copia, si Micheletti destituyó a Zelaya y no le ha pasado nada, por qué le va a pasar algo a uno de sus amiguetes, si no ha llegado a tanto, total, montan un escándalo por una fiestecita de nada con cuatro putas y unas cuantas copas de más. Ya no es la ideología, es la falta total de principios, el desconocimiento de la ética más elemental, la inmoralidad absoluta, de la que hacen gala estos seudodemócratas, que se erigen en representantes del pueblo de Honduras. Por cierto, la prensa (digital) colombiana no se hace eco de la noticia, y sería interesante conocer la identidad de los invitados colombianos a tal evento.

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