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La derecha está de acuerdo

13/02/2013 El elevado grado de deterioro de la vida pública española, amenaza con llevarse por delante al bipartidismo y a buena parte de la mal llamada clase política española, incluida la monarquía, ahogada por los escándalos de corrupción y malas prácticas

La apertura de un nuevo proceso constituyente en España parece inevitable, si hace unos días el diario El País proponía un decálogo para regenerar la vida pública, desde el Club Siglo XXI y el diario El Mundo, Luis María Ansón pide a Felipe González y José María Aznar que se pongan al frente de la apertura de un nuevo proceso constituyente. La situación no es para menos, hace tiempo que España sufre un recalentamiento importante, que como los motores puede terminar en un estallido o en un bloqueo. Ante el temor del estallido (social), la derecha urge a los partidos para que se pongan de acuerdo en iniciar una reforma

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de la Constitución, reforma que como todas las reformas, se hace para salvar lo que hay, es decir para seguir manteniéndose en el Poder dando la impresión que de que algo ha cambiado. El Decálogo de El País, se hace desde la óptica socialdemócrata, desde su ala más liberal y con la mayor corrección política posible en este momento histórico. No se cuestiona a la monarquía, y asume como lo hace Esperanza Aguirre, la necesidad de listas abiertas, otra cosa es que eso lleve al fin del bipartidismo, al que se aferran como un clavo ardiendo tanto el PSOE como el PP, que se alternan en el Poder desde el inicio de la democracia y la andadura de la Constitución vigente. Llama la atención que desde los periódicos que más se benefician de la propaganda institucional, se lance una ofensiva de este tipo, pero más llamativo es, si cabe, que desde la derecha más reaccionaria, se presione para “abrir el melón” constitucional. Las razones hay que buscarlas en el intento de salvar a la monarquía de la quema que se avecina, la corrupción ha servido para poner en tela de juicio a la máxima institución del Estado, y la estrategia defensiva del yerno del Rey ha puesto contra las cuerdas a la monarquía española, desnudando la casa real hasta dejarla en paños menores.

Una situación que debería desembocar en el advenimiento de la III República, se va a convertir en el reforzamiento de una burguesía cada vez más reducida y más enriquecida gracias al bipartidismo, la corrupción y la crisis.

¿Se está pidiendo un gobierno de salvación?

La crisis (económica), ha servido para concentrar y reducir la producción, los negocios y los bancos en un núcleo reducido y selecto de la burguesía, que ahora ve peligrar su Poder, hasta ahora administrado por el bipartidismo. La irrupción en escena de los medios de comunicación, pretendiendo erigirse en portavoces de la sociedad, no persigue otra cosa, más que dar la voz de alarma, ante el creciente descontento social y el repudio generalizado hacia los partidos políticos, que pudiera desembocar en la aparición de un movimiento radical, cada vez más presente en las calles y cada vez más alimentado por los escándalos de los “mandados” de la burguesía dominante, pero carente de una estructura orgánica que le facilite su acceso al parlamento y en consecuencia pueda cuestionar el Poder. Hace tres meses lo señalaba en mi post “Sobre una eventual reforma constitucional en España” y la situación no ha hecho más que deteriorase desde entonces, un mes más tarde lo denunciaba en el post “Cuanto peor mejor ” y me temo que la situación va a seguir empeorando.

Buena parte del actual estado de cosas en España, la tienen los españoles, los de a pie, los que se han instalado en la comodidad de dejar hacer, los que han imitado e incluso alentado la corrupción y el enriquecimiento fácil, los que han aplaudido el todo vale… Al final, los que se benefician son siempre los mismos, los dueños de los medios de producción, los parásitos del Estado, la monarquía y los herederos del franquismo, esos que hoy piden una reforma de la Constitución que les permita seguir enriqueciéndose y controlando el Poder del Estado. Viva la revolución popular.

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