Teoría de la corrupción II

25/02/2013 Los restos del franquismo y una parte de los neo demócratas, dieron alas, sino fueron sus muñidores, a la intentona golpista del 23F cuyo único fin era anular la influencia del PCE en la sociedad de la época

El PCE, encabezado por Santiago Carrillo, fue la primera y más importante fuerza política de la transición, fue la primera en aceptar y pactar con los restos del franquismo encabezados por Adolfo Suarez y fue precisamente el PCE el primero en reconocer y aceptar a Juan Carlos de Borbón como rey legítimo de los españoles. La única razón por la que se dio juego al PCE en aquel momento, forzando su legalización por parte de Adolfo Suarez, frente a la oposición del resto de las fuerzas políticas, de los militares y de los restos del franquismo, era la de recibir la homologación como democracia por parte de Europa y el mundo. Si no se legalizaba al PCE, esta democracia era una farsa, carecía de credibilidad. Por consiguiente era un tributo que había que pagar por muy alto que fuera su coste, más si cabe después de la matanza de Atocha, cuando el PCE desplegó toda su capacidad de

movilización, sorprendiendo al resto de las fuerzas políticas y poniendo en jaque al proceso constituyente. O se cuenta con el PCE o la democracia que resulte del proceso carecerá de credibilidad. Así las cosas, la presencia del PCE en el proceso constituyente sirvió para lavar la cara de la naciente monarquía democrática y dar la impresión de que existía pluralidad democrática. Pluralidad que duraría poco, ya que se puso en marcha un plan para acabar con la influencia del PCE, presentándolo como la causa de todos los males y la razón del rechazo por una parte de la sociedad española en el intento de Golpe de Estado del 23 de Febrero. Mientras haya un PCE fuerte, siempre habrá un peligro comunista, así que era necesario reducir el PCE hasta convertirlo en una fuerza marginal. A esa tarea se prestan numerosos militantes y ex militantes del PCE, Ramón Tamames, Jorge Semprún, Fernando Claudín, entre los más destacados.

No hay peor corrupción, que la corrupción ideológica

El PSOE, de la mano de Alfonso Guerra, atrae a sus filas a muchos de los enemigos de Santiago Carrillo, deseosos de disfrutar de las mieles del Poder y recibir las recompensas de su

paso por la clandestinidad, homologando al Partido de los socialdemócratas como un verdadero Partido Socialista. La monarquía y Juan Carlos de Borbón, también sabían que hasta que no gobernara el PSOE no superaría el examen de la democracia europea, por consiguiente había que dinamitar el Centro Democrático de Adolfo Suarez, diluir el PCE y dar paso al PSOE en el gobierno. La alianza de la monarquía con los nacionalistas católicos moderados de Cataluña y Euzkadi, el refuerzo de la figura de Manuel Fraga como representante legítimo de la herencia franquista y la promesa de la inclusión de España en la estructura de la OTAN de la mano de los socialistas, eran las claves para garantizar a la iglesia católica, el freno de los comunistas y para homologar ante Europa y USA, la democracia en España. La prisa y la escusa, para poner en marcha el plan, fue la farsa de Golpe de Estado del 23 de Febrero de 1.981. Todos estaban confabulados, el coronel Tejero fue utilizado en una maniobra militar increíble, ya que la División Acorazada Brunete, principal fuerza de intervención en caso de Golpe, estaba fuera de Madrid y los capitanes Generales, salvo las excepciones conocidas no estaban al tanto de la trama. Las consecuencias son sobradamente conocidas, el temor y el voto útil dieron paso al alumbramiento del bipartidismo.

A partir de ese momento España inicia una etapa de crecimiento económico constante y de paz social amenazada tan sólo por los grupos radicales que se habían opuesto a la Ruptura Pactada que devolvió a los borbones la corona de España, dando continuidad al dominio de la oligarquía financiera nacida durante el franquismo y que facilitó el PCE con su mansedumbre, justificada como responsabilidad histórica, mal pagada.