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Chávez entregó a Maduro los Diez Mandamientos

09/03/2013 Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador. Nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor. El himno de la izquierda, de los trabajadores, de los parias, La Internacional, no se escuchó en Venezuela

No recuerdo que se mencionara a los trabajadores, al marxismo, a los comunistas… Nada más lejos de la liturgia chavista, que en palabras de Nicolás Maduro, nos habla del Mesías prometido que muere físicamente para resucitar al lado de Dios Padre, (Simón Bolívar), que nos cuenta… que una anciana ha visto a Chávez caminando por los cerros de Caracas, y que de noche mece los sueños de los niños desnutridos de los ranchos. Nada sabemos del proletariado, de la clase obrera, de los campesinos, de los indígenas, del partido de la revolución, de la justicia del amplio programa social que le hace merecedor del adjetivo socialista. Maduro no ha hablado de eternidad, religión, fe, santería, espiritismo, ocultismo, vudú, astrología, oscurantismo, tinieblas y manipulación.

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Hace más de medio siglo, en lugar destacado, casi todos los centros de enseñanza de Venezuela reproducían esta frase de Simón Bolívar: Moral y luces, son nuestras primeras necesidades. Hoy, en el funeral de Chávez, no se habló de Moral, esa que le sirvió de escusa para alzarse en armas contra la presunta corrupción de los de Punto Fijo. Hoy, en el funeral de Chávez, no se habló de las luces de la ciencia, menos del carácter científico del marxismo.

Esta revolución no es socialista, ni anarquista, ni comunista... es de Dios

Hoy, en el funeral de Chávez se habló de religión, de fe, de esperanza en el futuro, del supremo salvador, de confraternidad religiosa, de reencarnación, de amor en Cristo y de perdón. Se habló del (Divino) maestro, que entregó a sus discípulos su testamento político, del que es depositario Nicolás Maduro, al que como San Pedro encargó edificar su iglesia en la tierra. Se habló de sentimientos, de muchos sentimientos, de su alma, de su espíritu que se expande por el universo llenando de bendiciones al pueblo de Venezuela. No se puede ser más meapilas, no se puede ser más monaguillo, no se puede caer más bajo al restregarse en la

pocilga de los sentimientos más primitivos de los seres humanos, carentes de luces y a merced de los mensajes de fe, esperanza y caridad de las religiones, que prometen un paraíso después de la muerte. Para hacer que el tirano caiga Y el mundo esclavo liberar, Soplemos potente la fragua Que el hombre nuevo ha de forjar. Nicolás Maduro no nos ha hablado de nada nuevo y menos de un hombre nuevo alumbrado por la revolución, esos que decía Víctor Hugo que arrojaban las revoluciones. Chávez ha muerto y con él la revolución bolivariana, sus discípulos se aprestan a fundar una nueva secta religiosa, que servirá de muro de las lamentaciones de sus propios fracasos.

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