2 minute read

Antonio Palacios, In Memoriam

22/03/2013 Aunque pueda parecer fácil, anarquistas y comunistas nunca se han llevado nada bien, pero como en todo mecanismo hay una parte fija y otra móvil, el anarco sindicalismo ha derivado en comunismo libertario

La ironía gráfica de la parte móvil, fue causa de más de una discusión con Antonio Palacios, uno de los escasos anarquistas que había en Vigo al final de la dictadura. Pero cuando conocí a Palacios, era un devorador de Comics, llegó a tener una de las mejores colecciones de Comics que nunca haya conocido, lo cual le valió para desarrollar su sentido del humor y cierta socarronería, que aderezaba con acertadas imitaciones de los personajes locales de la época, es famosa su caracterización del tabernero Eligio, atuendo imborrable en la memoria de los primeros carnavales de la recién estrenada democracia. Por aquellas calendas se rodó en Vigo, Galicia en el país de las maravillas, de la mano de Jose Trigo y el grupo Pechacadabra del cual formaba parte Palas, dando vida en el corto al señor cura, fotograma que acompaña estas letras. Los domingos por las mañanas servían para el encuentro del grupo Pechacadabra, el patio del Nos, bar que ocupa aún hoy día, las antiguas caballerizas del edificio de la condesa Casa

Advertisement

Bárcena, que algún indocumentado osa llamar casa vella, pudiendo rendirle honores llamándola El Laurel. El café de los domingos se tomaba en mi casa, a la que acudían Guillermo Sobrino, Guillermo Monroy y Antonio Palacios a garabatear con el gouache sobre el papel, hasta la hora de los vinos o el cine, ceremonia iniciática a la pintura para estos dos últimos, que a pesar de su escasa obra dejaron huella en la pictórica local, ambos se estrenaron en la muestra homenaje a La Viuda, Doña Amparo, cuando un nutrido grupo de pintores gallegos, decidieron dar las gracias a la mujer que les había acogido en su taberna para transformarlo en su Oráculo y lugar de referencia para los intelectuales.

Nuestros muertos, gozan de buena salud

Dejó su huella Antonio en las filas del anarcosindicalismo, del que fue uno de sus principales próceres a pesar de su escaso apego al liderazgo. Antonio Palacios fue un activista de todo lo que se movía en los núcleos de la vanguardia de su época, consumado polemista, bebedor insaciable de ribeiro y literatura al más puro estilo griego, solía decir que ése era el Estado natural de los seres humanos y no el Estado impuesto por la burguesía y los señoritos. Antonio Palacios, conocía a fondo la obra de Mijaíl Bakunin, cuando se aprobó la constitución del 78, nos encontramos en la

calle y me saludo diciéndome a voz en grito: No os da vergüenza? habéis apuntalado el Estado para seguir explotando a los trabajadores, sois unos lacayos del capitalismo. Estaba realmente encolerizado y tuvieron que pasar varias semanas hasta que se tranquilizara y pudiéramos sostener una conversación, sin agresiones verbales. Fue siempre un amigo entrañable a pesar del divorcio ideológico, consecuente y solidario, con todos los que le rodeaban. Firme combatiente, de sólidos principios, pero a la vez tierno y entrañable, juntos lloramos el fusilamiento de nuestro común amigo Humberto Baena, del que siempre guardó un recuerdo imborrable a pesar de las diferencias.

This article is from: