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La crisis de las izquierdas

26/04/2013 En plural, como la izquierda misma, diversa y dividida por el devenir de la historia, que es su propia historia. Habría que comenzar por recomponer el marco conceptual de la izquierda o si se quiere los marcos conceptuales de cada una de ellas

Lo primero que habría que revisar son los errores del nacimiento del comunismo y sus consecuencias para la izquierda, no sólo en la revolución bolchevique sino en el plano internacional. El desconocimiento y el intento de aniquilación de cualquier tipo de corriente durante éste período y su agudización durante la Guerra Fría, produjo una profunda división en el seno de la Clase Obrera y en los procesos revolucionarios del siglo XX. Sectarismo, culto a la personalidad, "dictadura del proletariado", persecuciones y asesinatos (Trotsky, el más destacado entre ellos), unidos a la preponderancia (por no decir prepotencia) e imposición del PCUS, entre otros han sido los desencadenantes de múltiples conflictos en el seno de la Clase Obrera y han dado pie a la aparición de multitud de corrientes con vocación de reinventar la izquierda. El leninismo, muere con Lenin, por mucho que se empeñen y se hayan empeñado los rusos en conservar su cadáver, en un intento de aparentar su inmortalidad remedando al

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cristianismo y convirtiendo su momia embalsamada en una deidad, que ha servido como ejemplo a seguir por otros países donde se fotocopia y reproduce de forma grotesca una iconografía desfasada y ridícula del culto a la personalidad, manteniendo a sus líderes "vivos" después de la muerte y haciendo caso omiso de la máxima que confirma que los cementerios están llenos de imprescindibles.

¿Reconstruir o recomponer y acomodar?

En este sentido cabe decir, que lo mismo pasa con los partidos de izquierda, el trotskysmo ha sobrevivido a la persecución estalinista y aún conserva mal que bien parte de su implantación, el anarquismo mantiene vivas sus veteranas y rejuvenecidas organizaciones, pero los comunistas se han resignado a su paulatina desaparición y a volver a las catatumbas cubiertos bajo el velo de un mal llamado Socialismo Democrático, o un inconsistente Socialismo del siglo XXI plagado de interpretaciones y refundaciones, como si de un programa a la carta se tratase. Nadie desde dentro y desde fuera, duda sobre la necesidad de reconstruir la izquierda, no se trata de recuperar los restos del naufragio de la extinta Unión Soviética. La izquierda cuenta con un sólido y amplio conjunto de principios, filosóficos, éticos y económicos, que le permiten

articular un discurso político adecuado a los tiempos y a cada tiempo en concreto. De lo que carece la izquierda es de la disciplina y el espíritu de sacrificio del proletariado, un proletariado diluido en el pensamiento pequeño burgués que lo ha reducido al grado de caricatura. Y si esto es así, así ha de asumirlo y asimilarlo como una evolución natural de la Clase Obrera o como consecuencia de la penetración de la ideología dominante, que ha terminado por imponerse entre los trabajadores hasta lograr desclasarlos. Y estos son los materiales con los que hay que reconstruir la izquierda, o repensarla, con arreglo a los tiempos y a la sociedad en la que estamos viviendo.

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